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diumenge, 27 de setembre del 2015

El día más largo.


Claro, claro, eran unas elecciones autonómicas ordinarias. Nada para ponerse nervioso. Si acaso, este Artur Mas que, al no saber cumplir las funciones que la Constitución le asigna, tiene a los catalanes en elecciones anticipadas, en simulacros, en consultas que llama "plebiscitarias". Y todo para ocultar lo nefasto de su gestión y su corrupción. Pero nosotros no vamos a dejarnos influir ni impresionar. Impasible al ademán, como quería el Caudillo, seguiremos repitiendo que se trata de unas elecciones normales, autonómicas, intrascendentes. ¿Acaso no ha encontrado El País la fórmula perfecta para seguir agradando al poder sin faltar groseramente a la verdad? "Elecciones autonómicas históricas".

Hay 450 corresponsales acreditados.El gobierno ha hecho la ronda de las cancillerías mendigando declaraciones de mandatarios extranjeros, verdaderas injerencias en los asuntos internos de otro país. Preparao pedía un pronunciamiennto de Obama. Sarkozy ha venido a pronunciarse sobre lo que ni le va ni le viene. La diplomacia española intrigó con su proverbial habilidad en pro de un pronunciamiento desfavorable del Papa en la esperanza de que lo hiciera ex cathedra. Han venido miles de catalanes de la diáspora a votar a su tierra porque no se fían -con razón- de que los consulados tramiten el voto por correo. Han amenazado los banqueros, los empresarios, los militares, los jueces y hasta los jarrones chinos. Y han insultado. Todas la direcciones de los partidos españoles han pretendido que los issues, como dicen los estudios electorales fueran solo asuntos de la gobernanza ordinaria: la corrupción, los servicios, la crisis, los recortes, la vivienda y la cesta de la compra. Pero únicamente se ha hablado de una cosa: de independencia.

Para el gobierno y sus jenízaros mediáticos, la elecciones eran de rutina cuando la realidad dice a gritos lo contrario. Justamente este es el rasgo más distintivo del espíritu, el alma de la derecha: de lo que molesta no se habla y si, de algo no se habla, no existe. Y si, a pesar de todo, se obstina en existir, se lo fusila y ya está. El problema es que, en estos tiempos de dejación de la sacrosanta misión española de sojuzgar a los demás a palos, la cosa ya no está para sublevaciones "nacionales" y represiones militares. Ahora hay que razonar, actividad esta en la que el personaje de La Moncloa no está ducho.

Con la razón y el corazón en la mano estas son las elecciones más importantes para Cataluña quizá en toda su historia. Y, de paso, para España. Son un plebiscito, son el referéndum que el nacionalismo español, sea nacionalcatólico o socialista, no dejan celebrar a los catalanes, si bien están siempre retándolos a averiguar cuántos son los independentistas. Es el estilo inconfundible de la marca hispánica: no me haca falta contar para saber cuántos son de una opinión y cuántos de otra. Eso lo decido yo que lo sé por ciencia infusa.

En la votación de hoy casi lo de menos es a qué partido se vota. Además hay dos coaliciones, Junts pel Sí y Catalunya Sí Que Es Pot en las que hay partidos invisibles. Tampoco se piense que se vota por un "sí" o un "no" nítidos a la independencia. No. Se vota entre a) una opción continuista; y b) una de ruptura.

a) la opción continuista es seguir como hasta ahora, tragando quina con la política impositiva, hostil, catalanófoba, expoliadora, incompetente y administrada por meapilas y corruptos que siguen pensando que el país les pertenece y, aunque no sirvan para nada, pueden hacer con él lo que quieren porque para eso sus referentes ideológicos y antecesores biológicos ganaron una guerra y establecieron una dictadura de cuarenta años;

b) la opción de ruptura es poner fin a esta ignominia en que cualquier majadero puede querer "españolizar a los niños catalanes" con nuestro dinero. Es acabar con la gestión de una colla de lladres que no conciben la política si no es como una sarta de embustes y propaganda para enriquecerse, una manga de ladrones que solo tienen en cuenta su beneficio personal, legal o ilegalmente.  No el del país, ni siquiera su clase, sino ellos, sus familias, clientes y enchufados. Es abrir un tiempo nuevo en el que las fuerzas caducas seguirán su camino hacia la nada mientras que la realidad se presenta repleta de oportunidades para quienes tengan la valentía y la honradez de trabajar por la emancipación de un pueblo. Que esto coincida con la independencia o no, no resta nada al triunfo que ya han obtenido los independentistas.

Pero es que, además, va a coincidir. Cataluña siempre va por delante en España. Lo nuevo ahora es que puede desenganchar y dejar el resto del convoy en la vía muerta, en manos de ese ser que habita en La Moncloa que ha destrozado el país, se ha cargado la democracia y el Estado de derecho, esa vergüenza balbuceante que ha corrompido las instituciones al frente de una especie de asociación de malhechores.

Eran unas elecciones autonómicas normales para el cobrador de sobresueldos de La Moncloa y sus amigos de la asociación de presuntos malhechores. Para todos los demás, incluida Europa y el mundo, son la puerta que se abre a la libertad gracias a la voluntad de un pueblo. Y que ya no podrán volver a cerrar.

dissabte, 26 de setembre del 2015

Un cierre que abre.

(Siento no tener fotos propias del acto final de la CUP en Badalona. No se puede repicar y estar en la procesión. En cualquier caso, estas que han subido los de Súmate a Twitter están muy bien. ¡Gracias, amig@s!)
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Hoy, día de reflexión en las elecciones catalanas, es poco lo que Palinuro tiene para contar porque lo que traía en el buche lo soltó, una parte, en el acto de la CUP de Argentona y otra en el de Badalona. Espero no lo tomen a mal l@s lector@s si les pido que escuchen el vídeo de Vila Web.

Eso en cuanto al contenido. En cuanto a lo otro, la circunstancia, a lo mejor no hago justicia a mis impresiones y sentimientos. Fue un acto emocionante. Las intervenciones, tanto las anteriores como las posteriores, espléndidas. Pero lo verdaderamente decisivo era el público. La proximidad, el respeto, la simpatía, la comunicación... Esto va muy en serio.

Las otras noticias llevan el mismo sentido. El acto de cierre de Junts pel Sí petó el Paseo de María Cristina en Barcelona. Pase lo que pase el domingo, la independencia ya ha ganado. El tren de la independencia salió hace seis años y, si no llega a destino mañana, lo hará pasado mañana. Pero llegará. No obstante, tengo pocas dudas de que la votación del domingo reventará expectativas y aniquilará falsas ilusiones continuistas. El independentismo será mayoritario y es posible que abrumadoramente mayoritario.

He seguido viendo sondeos y porras que se cruzan en las redes. La tónica general es la victoria del "sí". Incluso he visto alguna proyección que da a la CUP nacional más votos que a Podemos en Catalunya Sí Que Es Pot. Y no me extrañaría. La CUP está en casa mientras, como Palinuro lleva diciendo desde el principio, Podemos pincha en Cataluña básicamente porque no comprende (ni, en el fondo, le interesa) lo que pasa en el país. Su objetivo sigue siendo España, sin comprender que esa España en la que quiere ganar, ya no será la misma España a partir del 28 de septiembre. 

Los partidos dinásticos parecen camino del testimonialismo. Lo cual es lógico cuando se trata de un país que tiene el alma republicana y se niega a rendir pleitesía a la dinastía de los Borbones.

En España nunca se ha vivido nada así. Arranca un tiempo nuevo. Todo va a cambiar y el viento de la historia barrerá la podredumbre de siglos, la inercia, la resignación, el fatalismo. Gracias a la puerta que han abierto los catalanes. Gracias al tesón, al empeño por no aceptar las imposiciones y los abusos de una España secuestrada por la sempiterna oligarquía de señoritos, parásitos y bufones a su servicio.

Gracias, asimismo, en lo que le toca a este gobierno de corruptos, ineptos y neofranquistas que han pasado cuatro años haciendo lo imposible en pro del independentismo catalán y, con él, en pro de la independencia y la dignidad de los otros pueblos de la península.

Lo catalanes ya lo han conseguido. Ahora es la vez de los demás.

dijous, 24 de setembre del 2015

El debate.


Es imposible debatir con tramposos.

Casi todo el mundo, incluida la prensa más retrógrada, dio por ganador ayer a Junqueras sobre García Margallo. No era difícil y sí muy de esperar. Ignoro quién impuso que el programa se grabara en diferido pero lo más probable -corríjaseme si yerro- es que fuera el gobierno en una muestra más del miedo que tiene a todo lo público y directo. Presentar como vivo un debate enlatado es una burla a los espectadores. Una más.

Subrayo de entrada cuatro discrepancias significativas entre los dos debatientes:

a) García Margallo iba bien provisto de documentos. La mitad de ellos, falsos. Junqueras, con las manos en los bolsillos.
b) García Margallo, de corbata, traje y rígido ademán. Junqueras, descorbatado y más suelto.
c) García Margallo recurrió a las amenazas y malos augurios. Junqueras fue siempre positivo.
d) García Margallo no dejaba hablar al otro y lo interrumpía continuamente. Junqueras respetaba más los turnos de palabra.

Con todo eso, el debate estaba ganado por forma y estilo. Pero también por contenido. Hasta tres veces esgrimió Margallo un supuesto texto de Juncker, el presidente de la Comisión europea, en el que se decía que una Cataluña independiente quedaría fuera de la UE. Sin embargo, la traducción española de ese texto parece haber sido manipulada a favor de la posición española y ha sido retirada por la Comisión, con lo cual, lo más suave que puede decirse de Margallo es que ha patinado y, algo más serio, que es un tramposo, como el resto de sus colegas de gobierno y partido. Por cierto, a favor de Junqueras es que, aunque cuando se grabó el programa, aún no se sabía de la manipulación, tuvo olfato lingüístico cuando reparó en el adjetivo autonómico en lugar de regional y cuestionó el documento.

A partir de este dato, con un ministro de Asuntos Exteriores haciendo trampas en un debate televisado, este estaba ya sentenciado. Es lo que tiene el juego sucio: te desautoriza aunque en lo demás tu comportamiento sea ejemplar.

Que no lo fue porque, a pesar de la altanería, la impertinencia, la gesticulación, la intemperancia y petulancia de este descendiente de militares africanistas, el gobierno español no tiene argumentos de peso en contra de la independencia de Cataluña. Tiene amenazas, malos augurios y profecías siniestras que suenan a "duérmete niño que viene el coco" y que, probablemente tendrán mucha fuerza en su parroquia pero no impresionan a la gente medianamente informada y normal. La parte grata del encuentro, sin embargo, quizá por la ocupación diplomática del ministro, es que las amenazas no fueron las habituales de hacer-cumplir-la-ley y emplear-todos-los-medios-necesarios-para-ello.  Aunque sea imposible olvidar que, al tiempo, está cocinándose esa reforma de la Ley del Tribunal Constitucional que ha de permitir inhabilitar o algo peor a Mas.

El problema de la nacionalidad española y la ciudadanía europea en el que el presidente de los sobresueldos ya expuso paladinamente su ignorancia, sirvió también para que su ministro de Exteriores mostrara que sus argumentos carecen de consistencia. Tras sacar a relucir normas, leyes, artículos, tratados y todo tipo de impedimentos jurídicos, al final su opinión es que los más de siete millones de catalanes no podrán conservar la nacionalidad española (y, por ende, la ciudadanía europea) porque eso no es realista, como si el "realismo", signifique lo que signifique, tuviera un peso jurídico específico.

Los vaticinios sobre una Cataluña fuera de la UE, hechos con ese aire de pretendida superioridad cuartelera, como todos los futuribles enunciados por partes directamente interesadas en ellos ("si te vas de casa tropezarás en la escalera y te romperás los piños" o algo así de ingenioso) carecen de todo valor y escucharlos aburre más que el bolero de Ravel. Invito a quienes tengan que aguantarlos a que repitan la famosa cita de Voltaire en el siglo de Luis XIV y que, más o menos dice: Cataluña, en fin, puede prescindir del universo entero y sus vecinos no pueden prescindir de ella.

Y a escardar cebollinos, hombre, con el corralito. Suena verdaderamente necio justo cuando el correveidile del gobierno en el Banco de España, el señor Linde, acaba de desdecirse de su ominosa previsión, admitiendo que el corralito "es imposible" en Cataluña. En mi modesta opinión quizá sea más probable en España, sobre todo si sigue gobernada por este partido, presunta manga de malhechores dedicada al saqueo del país y presidida por un supuesto cobrador de sobresueldos, dotado de una capacidad mental que a la vista de todos quedó en la entrevista de Onda Cero.

Reitero mi impresión: Junqueras vapuleó de lo lindo al engolado Margallo, pero la entrevista, con las continuas interrupciones del ministro, fue bastante insufrible y, en todo caso, carece de interés debatir con tramposos.

dimecres, 23 de setembre del 2015

Un día en la vida de Mariano Rajoy.



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Tened la risa, amigos. El viejo dicho latino era aplicable al periodista Carlos Alsina, al escuchar los balbuceos de Mariano Rajoy sobre la nacionalidad española de los catalanes. Para conseguirlo, casi hubo de comerse el bolígrafo. Le brillaba la mirada mientras veía los gestos y mohínes del presidente, gesticulando como un pez fuera del agua. Por supuesto, trending topic del día. En ese minuto escaso destinado a pasar a la historia, Rajoy no solo demuestra por enésima vez que no sabe de lo que habla y es un incompetente, sino que destruye la posición del nacionalismo español frente al independentismo catalán. Ahora todos los que, queriendo seguir siendo españoles, no iban a votar la independencia por temor a dejar de serlo, lo harán encantados porque Rajoy ya sabe que no podrá impedirlo. Era un típico abuso de la derecha española. Acusaba a los independentistas de privar a los catalanes de la nacionalidad española cuando, en el fondo, es ella la que quiere hacerlo: "si te declaras catalán, dejas de ser español".

Los independentistas, que, a diferencia de Rajoy, sí se saben la ley, han afirmado siempre que en una Cataluña independiente, quien quisiera, podría conservar la doble nacionalidad. Entre otras cosas porque, también a diferencia de Rajoy, no confunden la nacionalidad con la ciudadanía europea. Se es ciudadan@ europe@ porque se es nacional de algún Estado de la UE. Lo importante es la nacionalidad y esa no se pierde. Pero la gente es desconfiada. Prefiere oírselo decir al que manda en Madrid. Ahora no se lo han oído decir; se lo han oído tragar.

Se entiende por qué Rajoy prefiere siempre el plasma y leído. Así, al natural y en directo le sale toda la pelambre monclovita. La ocasión era única y los del Junts pel Sí, con un sentido del humor vitriólico, cedían su último y definitivo spot publicitario a Mariano Rajoy y reproducían la entrevista de Onda Cero con un par de apostillas hilarantes: dicen que es un espacio compensatorio y dejan constancia de que el coste del spot ha sido de 0€. Extraordinario mérito el de Rajoy. Su adversario cree que lo mejor para su causa es dejarlo hablar sin cortes ni recortes, sin censuras ni manipulaciones. Rajoy en estado puro es el mejor activo de la campaña del independentismo. Un exitazo.

No solamente es el presidente al que se le rompe España, sino que le sucede en medio de la irrisión general y una general falta de respeto. Afirma que mientras él sea presidente ya tal y fin de la cita. Cambiando tiempos y hechos, recuerda a aquel infeliz de Rómulo Augústulo, el que perdió los últimos restos del Imperio romano de Occidente. Lo depuso sin miramientos Odoacro, tan superior en recursos al emperador como lo es Mas en inteligencia y habilidad frente a Rajoy. La cuestión que bulle en las redes es cómo es posible que un personaje así gobierne un país de cierto peso internacional. Poco, es cierto, mucho menos de lo que el mismo hombre glorifica como la gran nación, pero alguno, aunque solo sea por su posición geográfica. Si bien se mira no es tan extraño ni infrecuente en la historia de España cuyos gobernantes entretejen una mezcla de la historia de la infamia, de Borges y de la estupidez humana, de Tabori.

Eso mismo debían preguntarse los ciudadanos de Reus que ayer organizaron una especie de escrache a Rajoy y Albiol, obligándolos a suspender un paseo que pensaban dar por el centro de la ciudad, convencidos de que la gente los saludaría y aplaudiría, como hacen en los ágapes de su partido. Hubo que traer mossos d'esquadra para que la cosa no llegara a mayores entre gritos de "fascistas" e "independencia". Les fallan los mecanismos de información, también llamados de inteligencia, de forma harto inapropiada en este caso.

Abrumadora jornada la de Mariano Augústulo: por la mañana, mostrando una especie de baile de San Vito en la televisión, a mediodía protagonizando el spot de campaña del adversario y por la tarde abucheado por las calles de la ciudad. ¿Qué más podía pasarle?

Pues le pasó. A primeras horas del día, el arzobispo de Valencia, Cardenal Cañizares, convocaba una vigilia por la unidad de España y sostenía que no hay justificación moral para la secesión. Este Cañizares es el que, en muestra de humildad evangélica, en cuanto puede se pasea con una capa magna de cinco metros de tela roja. Suele ir acompañado de mucha pompa y circunstancia y, si él dice que no hay justificación moral para el secesionismo, piensa luego por la noche un atribulado Rajoy, eso quiere decir que la Iglesia apoya la causa del nacionalismo español, el único verdadero. Dios está con nosotros.

Pero, antes de apagar la luz, le entra un whatsap que su hijo le enseñó a manejar para birlarle mientras tanto El Marca: los obispos catalanes contestan a monseñor Cañizares y recuerdan que según su doctrina, todas las opciones políticas pacíficas, democráticas, etc. está moralmente justificadas.

Este genio rompe España y, con España, la iglesia católica. No deja de tener su grandeza, aunque sea crepuscular.

(Por cierto, tengo entendido, aunque no lo sé de cierto, que las cadenas españolas censuraron el vídeo de la entrevista de Onda Cero. Es lo que se llama transparencia democrática, libertad de prensa y derecho a la información). Circulen.

“El gobierno español es capaz de cualquier cosa”.


Vuelvo a subir la entrevista que me hizo Lex Rietman para Het Finanzieele Dagblad hace quince días porque ahora dispongo de una magnífica versión española. La ha hecho con gran profesionalidad y de modo desinteresado Erik Martin Jansen (¡gracias, Erik!), a quien doy las gracias y trasmito mi admiración de colega traductor. Influye asimismo que, habiéndola leído de nuevo, creo que no ha perdido actualidad y sigue teniendo algún interés, especialmente para quienes no pudieran traducirla en su momento o no aguantaran los disparates del traductor de Google.

Por cierto, hoy he respondido a otra entrevista para un periódico polaco sobre el mismo tema. Toda la prensa europea y no europea está siguiendo este fenómeno con enorme interés, en mi modesta opinión porque cree atinadamente que el movimiento catalán es una verdadera revolución. Una revolución de nuevo tipo que cambiará muchas cosas en Europa y no solo en España.

Este es el texto:

Entrevista a Ramón Cotarelo, por Lex Rietman para Het Financieele Dagblad (Ámsterdam).

Sus adversarios tratan de acecharlo. Español, y encima madrileño, pero que muestra comprensión por la creciente incomodidad de 7,5 millones de catalanes en el Estado español. En la España actual esto equivale casi a un sacrilegio. No sorprende demasiado que Ramón Cotarelo (1943) sufra ostracismo entre los medios españoles. El profesor de politología de la universidad pública UNED de Madrid es uno de los muy escasos intelectuales españoles que apoya la autodeterminación de los catalanes.

Se trata de una cuestión urgente. El 27 de septiembre vota Cataluña. Formalmente se trata de unas elecciones regionales ordinarias, pero muy normales no son esta vez. Subyace la cuestión de si Cataluña debe ser independiente, un tema delicado para muchos españoles. En el caso de que el nuevo parlamento catalán proclame la independencia, podría intervenir el ejército. Así lo dejó caer el ministro de defensa español, Pedro Morenés. "Todo el mundo tiene obligaciones en esta cuestión, y si todo el mundo las cumple, el ejército no necesita hacer nada", dijo Morenés cuando fue preguntado acerca de la respuesta del gobierno a una posible declaración de independencia catalana y del papel del ejército en dicho supuesto.

El señor Cotarelo piensa que una respuesta violenta del gobierno español ante una hipotética declaración de independencia, "ilegal" según aquel, no es algo imposible. "Pienso que este gobierno es capaz de todo. El único freno sería que Europa dijera: "Hasta aquí y no más."

Pregunta: Algunos partidos buscan la solución de la agitación catalana en la modificación de la constitución, convirtiendo España en una federación. ¿Un nuevo parlamento español estaría dispuesto a ello y podría ser eso una alternativa a la independencia para los catalanes?
Respuesta: No. Parece que los recién llegados Podemos y C's se convertirán en tercera y cuarta fuerza. Funcionarán como apoyo a los dos grandes partidos: C's del conservador PP, y Podemos del PSOE socialdemócrata. Por lo tanto, nos podemos olvidar de un cambio en la constitución en sentido federal. Son cuentos para entretener a la gente.
Mis paisanos se han negado sistemáticamente a tomar en serio a los catalanes. Y eso tiene consecuencias. Cada vez son más aquellos que no ven ningún futuro dentro de España. Por ello, de todas las elecciones que se celebrarán este año, las catalanas son las únicas importantes. Y conforme a los usos castellanos, como decía el poeta Machado, la ignorancia lleva al desprecio. Supongamos que los partidos a favor de la independencia catalana obtengan el 60% y digan: somos un país propio y no participaremos en las elecciones nacionales de diciembre. ¿Qué pasará entonces con el parlamento español? Nadie lo sabe.

P. ¿Cómo piensa que reaccionará el Estado español ante una declaración de independencia?
R. Todo es posible. Pienso que el gobierno conservador de Mariano Rajoy será capaz de todo. El único freno a sus actos será que Europa diga: hasta aquí y no más.

P. ¿Aceptarán los estados de la UE una declaración de independencia catalana?
R. En función de la reacción del gobierno español, podrán mantenerse al margen y sostener que es un asunto interno, o proceder a alguna forma de intervención. Pienso que, si el gobierno español responde de forma violenta, cosa no impensable, no será sin consecuencias.

P. ¿Puede que la primera reacción de la UE sea: vamos a apoyar al estatus quo de un país miembro?
R. Naturalmente. Eso además lo dice el sentido común y el derecho internacional, es el principio de no intervención. Pero ello solo valdría para cuando España fuese capaz de solucionar este conflicto territorial de forma democrática. Si no es así, se resquebrajaría la solidaridad entre estados miembros.

P. Según los opositores al movimiento de independencia, un estado catalán estaría fuera de la UE. ¿Es así?
R. A nadie le interesa que Cataluña salga de la UE o de la eurozona. Ni a los catalanes, ni a los europeos, ni tan siquiera a los españoles. Cataluña no es precisamente una losa atada a la pierna, sino que los catalanes contribuyen positivamente en la UE y tienen una renta per cápita superior a la media europea. ¿Por qué querrían desprenderse de Cataluña?
La cuestión se puede resumir en dos puntos críticos. El primero, la venganza que podría ejercer el gobierno español, ejerciendo su derecho de veto contra la entrada a la UE. Pero pienso que no es algo que se pueda sostener en el tiempo. El segundo, el aspecto jurídico: se deberá crear un mecanismo que permita a Cataluña permanecer en la UE. Es cuestión de negociar. Y si existe voluntad desde luego que se puede solucionar.

P. Según algunos juristas una declaración de independencia del parlamento catalán no tendría ningún efecto jurídico y, por consiguiente, ningún interés.
R. Si el Parlament declara la independencia y los catalanes pasan a pagar impuestos a una Hacienda catalana, dejan de obedecer las leyes españolas, ¿cómo va a garantizar el Estado Español su soberanía en el territorio catalán? ¿Con qué medios?

P. ¿Usted cree que Cataluña debe seguir formando parte de España?
R. Me gustaría que los catalanes se quedasen. Pero si quieren separarse, debemos dejar que se separen. Las posibilidades de conservar a Cataluña en España dependen al fin y al cabo de la capacidad de los españoles de ganarse a los catalanes. Y esa capacidad es nula.
(Traducción de @translatorerik)

dimarts, 22 de setembre del 2015

Armageddon.

Se recordará la absurda expresión, propia de Ubú Rey, con que Rajoy quiso despachar hace cuatro años una concurridísima Diada en 2012. Un millón y medio de personas en la calle al grito de som una nació; nosaltres decidim era para el presidente de los sobresueldos una algarabía. Y, en cierto modo, no le faltaba razón. Al estar en catalán, lengua que Rajoy ignora, como todas las demás, excepto el español, que le resulta algo más familiar, aunque no del todo, era lógico que le sonara como eso, una algarabía o batiburrillo en árabe. Apenas se hizo especial hincapié en la necedad de la respuesta porque, en el fondo, no llamaba la atención. Los españoles estamos acostumbrados a unos políticos que frecuentemente (los pesimistas dice siempre) no saben lo que hacen ni lo que dicen.

Cuatro años más tarde, la algarabía es un potente movimiento independentista con amplísima base social transversal y un notable impacto en la opinión pública exterior. Una iniciativa política independentista que puede ocasionar la ruptura de España. Una crisis frente a la cual, el aparato de propaganda de la recuperación ha enmudecido. Una crisis de la que el señor Rajoy dice no ser responsable, ya que él no tiene la culpa de que haya más o menos independentistas. Si él, que es el presidente del gobierno no tiene la culpa, es imposible imaginar quién la tendrá.

Es obvio: no saben lo que dicen ni lo que hacen o, tratándose de Rajoy, "no hacen".

Pero gobiernan y ahora hay una ofensiva independentista muy seria que los políticos españoles no han sabido calibrar. Esos políticos incluyen a la oposición socialista, incapaz de articular una opción más flexible y negociadora que la del gobierno porque, en el fondo, coincide con los supuestos básicos de la acción de este y no se atreve a adoptar un criterio distinto del más ultramontano nacionalismo español por miedo a perder votos en España.

Téngase en cuenta que, tratándose de un asunto de calado constituyente de hecho, los sondeos sin embargo, presentan una situación muy abierta y muy indecisa. Apuntan a una victoria independentista pero con diversos cálculos en cuanto a su proporción, lo cual obliga a esperar a los resultados en mayor medida que en otros momentos.

Decía el gobierno, con aquiescencia de la oposición, que las elecciones de 27 de septiembre son elecciones autonómicas ordinarias, nada de plebiscitarias, pues estas ni siquiera existen en la Constitución, aunque sí el referéndum. La impericia del gobierno, por no hablar de su manifiesta ineptitud, ha convertido las famosas elecciones autonómicas en una consulta de proyección internacional. Al meter en danza a Merkel, Cameron y Obama, mendigando de ellos declaraciones en contra de la secesión catalana que tampoco conseguía, el genio de La Moncloa ha cumplido con creces el programa independentista de la internacionalización.

No saben lo que hacen.

Pero insisten. Durante este tiempo, desde la algarabía de 2012 al yo no tengo la culpa de nada, no ha habido un solo intento de diálogo o negociación salvo en los términos perentorios de "se cumple la ley y punto". Nada de debate: silencio, rechazo, cerrazón, hostilidad y desprecio. Por supuesto, acompañados con una cascada de insultos, desde los más refinados a los más groseros. Y eran unas elecciones ordinarias.

En los días que quedan, se intensifica el tono y se pasa a las amenazas más directas y los augurios más funestos. Los bancos, muy enfurruñados, amenazaron con marcharse de Cataluña en caso de independencia, una posible decisión nada creíble por no estar basada en ningún cálculo racional de costes-beneficios. El caso de algún empresario de profundo nacionalismo español, como el de Pronovias, quien también promete llevarse el ajuar si el Principado se declara independiente, pone de manifiesto precisamente su carácter aislado. El Banco de España, dirigido por un fiel alguacil de la política económica del gobierno prevé un corralito catalán si hay independencia, con tanta razón y verosimilitud como la del ministro del Interior quien, inspirado por alguna de sus condecoradas santas, tuvo una visión de Cataluña rebosante de yihadistas y terroristas en general.

Faltaba llegar a lo abyecto y ahí figura, en portada de El Mundo: le República catalana no podrá pagar las pensiones. El Pacto de Toledo se firmó precisamente para poner fin a esta despreciable treta de jugar con las pensiones como arma de la lucha política. No había derecho a someter a chantaje al sector más vulnerable, indefenso y venerable de la sociedad. Lo primero que hizo el gobierno de la derecha fue, precisamente, romper el Pacto de Toledo para que ahora sea posible una ruindad como la de esa portada, para asustar a los jubilados catalanes. Menos mal que son católicos, ¿verdad?

Detrás de las pensiones vendrá el Apocalipsis. No saben lo que hacen ni lo que dicen.

Sin embargo, de aquí al 28 de septiembre ya solo cabe esperar y tomar nota del resultado que, casi seguro, va a ser un cambio de época en España por cuanto apunta a una alteración de carácter constituyente. A partir de esa fecha, los nacionalistas españoles tienen tres meses para remediar la situación, imitando descaradamente a los catalanes, es decir, convirtiendo las elecciones generales "ordinarias" en plebiscitarias entre un bloque con oferta constituyente (a ser posible, una única y no siete) y otro continuista. El continuismo sabemos lo que es: más corrupción, caciquismo, ineficacia, autoritarismo, censura, recortes, devaluación interna, desigualdad, más pobreza, nacionalcatolicismo y centralismo.

Lo interesante es si el bloque de opción constituyente es capaz de formular una suficientemente flexible, incluyente y eficaz para contar con un apoyo generalizado. La verosimilitud de la propuesta habría de quedar condicionada a la participación de los catalanes, que no está en modo alguno garantizada sino más bien al contrario. Da la impresión de que la única propuesta más moderada, capaz de frenar una DUI si el apoyo parlamentario lo permite, sería un referéndum de autodeterminación vinculante y en un plazo breve.

Y estaría por ver porque ese es el referéndum que, según el ministro del Interior, ningún gobierno de España autorizará jamás.


diumenge, 20 de setembre del 2015

Cunde el pánico.

Metroscopia en El País de hoy. Los pelos como escarpias. El titular de primera suena a ABC Los separatistas logran mayoría de escaños y casi el 50% del voto. No se lo pierdan: los "separatistas"; ya falta menos para lo de los judeomasones. Se hace un primer análisis electoral erróneo como siempre, y se señala que la lista de Juntos por el Sí no llega a la mayoría absoluta y necesitará de la CUP. En realidad, CDC y ERC, el independentismo, han bajado 4 o 5 escaños con relación a 2012. Sí, es cierto; pero la CUP ha ganado siete u ocho. La conclusión obvia es que el independentismo ha aumentado y se ha radicalizado.

Lo interesante, sin embargo, es el análisis político del conjunto del sondeo de Metroscopia y, por su impacto, en efecto, cunde el pánico en el campo españolista. Además de la encuesta, el diario consagra a Cataluña un editorial (Elecciones críticas) y un artículo de Cebrián, anunciado en portada como si fuera el oráculo de Delfos, Reconstruir el Estado. Los títulos traslucen el nerviosismo. De celebrar, cuando menos, que se den cuenta de la trascendencia y gravedad de las circunstancias que hasta la fecha han estado ignorando con una estolidez irritante. Palinuro se ha aburrido de señalar que en la cuestión catalana (que ha sido siempre la "cuestión española" y sigue siéndolo) el nacionalismo catalán llevaba la iniciativa política mientras el español ni se enteraba. Ahora se van viendo las consecuencias de confiar el gobierno a una manga de necios e incompetentes.

Tanto en el editorial como en el artículo de Cebrián se sigue cargando contra el independentismo catalán, aunque no con la virulencia con que se ha venido haciendo hasta la fecha; pero, y eso es lo importante, ya se reconoce abiertamente que la responsabilidad de la situación de ruptura es en lo esencial del presidente del gobierno, mejor dicho, de su patente ineptitud y del desastre que ha provocado en el conjunto del país. El artículo de Cebrián, que no es el habitual exabrupto lleno de petulancia y soberbia, trata de simular una imposible equidistancia entre el independentismo y el cerrilismo del gobierno. Todavía ayer su diario asustaba a la audiencia con la pueril amenaza de la banca de marcharse de Cataluña en caso de independencia, algo tan absurdo que solo puede ser producto de la colaboración intelectual entre Rajoy y Linde, el gobernador del Banco de España, dos lumbreras.

Reconstruir el Estado se llama la pieza cebrianesca. En realidad viene a decir que hay una crisis de Estado, algo tan evidente como que el movimiento catalán es, en realidad, una revolución. Cebrián se ve a sí mismo como estadista y por eso quiere reconstruir el Estado. Sigue sin ser ecuánime en su análisis y continúa reduciendo un vigoroso (y ejemplar) movimiento social a los supuestos cálculos tácticos de Mas, pero no es tan abusivo y mendaz como su propio periódico. Parte del supuesto de que no habrá independencia por diversas razones, todas ellas refutables que, en realidad, se resumen en una: no habrá independencia porque él no quiere. Al margen de la validez de esa conclusión, su diagnóstico es generoso en distribuir culpabilidades para lo que, en efecto, se considera una "crisis de Estado", al hablar de los "últimos decenios". Reduzcamos el foco al último: Zapatero sería mejor o peor en política económica, pero no hay duda de que era un demócrata y respetuoso con el Estado de derecho. Eso no puede decirse de la última legislatura con el PP. Ni democracia, ni Estado de derecho, ni nada. El país lleva cuatro años en manos de un partido corrupto hasta la médula, imputado por tal por los jueces. Como tal no ha hecho otra cosa que expoliar los caudales públicos al tiempo que legislaba o pretendía legislar verdaderos disparates, atropellos e injusticias que luego se ve obligado a revertir él mismo: ha pasado con el aborto, con la exclusión de los inmigrantes del acceso a la sanidad pública, con los expolios de los funcionarios, el rechazo a los matrimonios homosexuales o la LOMCE, un auténtico bodrio eclesiástico por el cual sus perpetradores disfrutan de un retiro dorado en París a costa de los constribuyentes españoles.
 
Cuatro años de incompetencia y puros dislates bajo mayoría absoluta de unas gentes que no saben ni lo que es la democracia. Cebrián enumera escandalizado los casos más graves: un Tribunal Constitucional presidido por un ex militante del partido de la Gürtel, unos jueces también sumisos al partido que no se inhiben y pretenden juzgar por lo penal a una organización a la que están agradecidos, una perversión sistemática de las instituciones, una práctica de gobernar mediante decretos leyes, una ignorancia del principio de división de poderes, etc, etc. Cuatro años que coronan más de veinte de corrupción sistemática, en muy buena medida, responsable de la crisis. Cuatro años de gobierno de un presidente que debería haber dimitido casi antes de tomar posesión, de haber tenido algún mínimo sentido del decoro y de la democracia. Cuatro años de degradación de la vida democrática, del debate público, de la comunicación política, monopolizada por una banda de esbirros y matones.
 
Y, en lo referente a Cataluña, cuatro años de arrogancia, desprecio, ignorancia e intento de sometimiento, sin el menor espíritu dialogante o constructivo.  A los años anteriores de verdadera catalanofobia (hasta un político tan tosco como Albiol reconoce que la recogida de firmas contra el estatuto fue un "error") siguió después un ánimo abiertamente hostil, ya inaugurado con la estupidez de que había que españolizar a los niños catalanes y coronado hasta la fecha con la arbitraria reforma en solitario de la ley del Tribunal Constitucional, lo cual ya es el colmo para un personal que luego sostiene cínicamente que las leyes están para que los demás las cumplan.
 
Está bien que la élite pensante del país caiga en la cuenta de que a punto se encuentra de quedarse sin él por ponerlo en manos de una banda de incompetentes y corruptos, en la más pura y acrisolada tradición hispánica. Basta con observar el nivel de los políticos que han tenido más poder en los últimos años, los Rajoys, Aguirres, Gonzáleces, Cospedales, Camps, Fabras, Barberás, Matas, Granados, Ratos, etc. Por no hablar de los Florianos, Casados, Hernandos y otros detestables corifeos. Con esta tripulación, ningún navío llegará a puerto.
 
Está bien asimismo la idea de que ya no basta con una reforma de la Constitución, sino que hay que reconstruir el Estado. La pregunta es: ¿cómo? Y ¿qué Estado?

dissabte, 19 de setembre del 2015

La sombra del fracaso.

Aquí mi artículo de hoy para elMón.cat. Se titula l'ombra del fracas. Para quienes quieran leerlo en castellano, incluyo aquí la versión original:
 
 
La sombra del fracaso.
 
Ramón Cotarelo

La mayoría absoluta que los sondeos pronostican al bloque del “sí” en las plebiscitarias del 27 de septiembre anuncia que el independentismo ya ha triunfado, que Cataluña es una nación, que tiene derecho a constituirse en Estado y que esto es ya indiscutible política y moralmente. Que lo sea ahora jurídicamente es el meollo de lo que nos jugamos en los tiempos que vienen a continuación, ya, ahora mismo.

La campaña del 27 de septiembre, la realizada y la que falta, es la prueba de que en Cataluña, efectivamente, la vieja política ha muerto, que está naciendo otra y una forma nueva de hacer las cosas, pero no como lo predican los emergentes, sino de verdad y en serio. Todas las opciones españolas, desde el PP hasta Catalunya sí que es pot se negaron a admitir que estas elecciones fueran plebiscitarias porque no están acostumbradas a que las cosas en su país sean como quieren y las definen los catalanes, sino como quieren y se definen en Madrid. Madrid decide; Cataluña obedece. Madrid pone los nombres; Cataluña los acepta. Y, por eso, siguiendo la querencia, han desembarcado todos en Barcelona, a decir a los catalanes lo que tienen que pensar, hablar, hacer.

Algunos, los del PSOE y C’s están de commuters, van y vienen como pendolari, mareando el AVE o el puente aéreo. Otros, como los líderes de Podemos, sabedores de que se juegan aquí su futuro en España, han cogido abono fijo en algún hotel de la capital catalana y no se mueven ni para ir a comer el domingo a casa. Y así han conseguido que el régimen habitual y tradicional de tratar a los catalanes como gentes de la colonia o menores de edad se les vuelva en contra. Cualquier agencia de publicidad les explicaría que no es buena táctica que el personal no sepa quién es el cabeza real de cada lista, si Rivera o Arrimadas, Sánchez o Iceta, Iglesias o Rabell. Pedir a la gente que vote por teloneros es hacerla muy de menos. El único cabeza de lista que parece genuinamente catalán, Albiol, es el que más interesaría que no lo fuera.

El 27 de septiembre mostrará a los ojos de todos, especialmente de los europeos, el fracaso de la vieja política, el fracaso del sucursalismo. Un fracaso tan descontado que las fuerzas más sólida y tradicionalmente españolas han decidido abandonar toda senda de diálogo o entendimiento civilizado y han pasado a la acción directa que aquí no es otra cosa que las amenazas y las provocaciones. “Se ha acabado la broma”, zanjó Albiol hace unos días como resumen del intento de pucherazo del gobierno de cambiar a la fuerza la ley reguladora del Tribunal Constitucional para convertirlo en un retén de guardia del cuartel ya que como Tribunal Constitucional tiene nulo predicamento.

Haciéndose eco de este turbio propósito, reaparecen los militares –que nunca andan muy lejos cuando se hace política en España- recordando que el artículo 8 de la vigente Constitución los hace garantes de la integridad territorial de la patria. Evidente es que están dispuestos a cumplir con su deber en Cataluña ya que se les sigue olvidando hacerlo en Gibraltar por más que el ministro de Asuntos Exteriores no ve llegado el día en que la Legión lo recupere. El ministro de Defensa advierte que, si los catalanes “cumplen con su deber”, el ejército no tendrá que intervenir. Por supuesto, el “deber de los catalanes” se decide en Madrid y los cuartos de banderas respaldan estas hoscas admoniciones para que se tomen muy en serio.

Todo son anatemas, y excomuniones en caso de independencia. Según un mandatario de la UE, familiarmente unido a militantes del PP, con lo que no se sabe si habla como eurócrata o simpatizante del partido fundado por Fraga, la República catalana independiente quedaría eo ipso fuera de la Unión. Están acostumbrados a mentir, falsear, simular una autoridad que no poseen y creen que en Europa puede prevaricarse tan impunemente como se hace en España. Que Cataluña vaya a quedar dentro o fuera de la UE es algo tan problemático como lo es con España porque si la República catalana independiente es un “Estado nuevo”, también lo será una España sin Cataluña que, entre otras cosas, tendrá que recalibrar su representación y su aportación a la Unión; es decir, obligará a renegociar los tratados, igual que si de un acceso catalán se tratara.

En realidad, poco importa la verosimilitud o probabilidad de las predicciones. Lo que se busca es conseguir mediante amenazas y chantajes torcer la voluntad democrática de los catalanes. Se azuza a los empresarios más recalcitrantes a que amenacen con salir del país, a los banqueros a que presionen y afirmen, contra todo sentido común, que se irán a hacer negocios en otras zonas más pobres.

Todo vale para evitar o disimular el fracaso. Y, por si hubiera alguna duda, el ministro del Interior, cuyo hilo directo con la divinidad por la intercesión del Caudillo es permanente, lo ha dejado claro de una vez por todas: ningún gobierno español aceptará un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Esto, claro, incluye al PP y al PSOE, pero también a los demás partidos españoles que se adherirán a esta prohibición no por gusto, dirán, sino por amarga necesidad.

Como todos los esfuerzos han fracasado, solo quedará emplear la fuerza bruta. Esta se encontrará con una desobediencia generalizada. Y ahí es donde el triunfo moral y político del independentismo se convertirá en jurídico por imposición de Europa y la comunidad internacional. Porque si se emplea la fuerza contra el derecho, una fuerza mayor hará valer un mejor derecho.

Las incongruencias del poder.


El analista no puede atender a todos los frentes. La realidad es tan confusa, abigarrada y variopinta que se necesitaria un equipo compuesto por un Dickens, un Balzac y un Galdós para dar cuenta de ella. Ayer contraía matrimonio un figura del partido del gobierno y hasta el último instante se mantuvo el suspense sobre si el presidente asistiría a la boda. ¿Motivo? Es una boda de dos hombres y el partido que preside tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional la norma que la permite. De triunfar el recurso, la boda sería nula y la presencia de Rajoy también. O sea, como de ordinario, pero más. Hasta cabría decir que Rajoy no estuvo en donde estuvo. Algo que lo caracteriza porque también suele no decir lo que dice ni hacer lo que hace. Y al revés.

Bueno, se consuela el recién casado, en el fondo, el recurso de mi partido es una pura cuestión nominal. El PP no se opone a que los homosexuales se junten, se unan y hasta se fusionen en un solo cuerpo, siempre que a eso no se le llame "matrimonio". Parece una tontería. Y, efectivamente, lo es. Porque se llame como se llame esa unión, por ejemplo, juntazgo, tiene que tener los mismos derechos que el matrimonio. Incluido, lógicamente, el de llamarse matrimonio porque, si no fuera así, no tendría los mismos derechos. No se sabe qué decidirá el alto tribunal en esta pintoresca cuestión de los universales. Sería de desear que no decidiera nada en contra de la recta razón.
 
Mientras Rajoy se personaba en la boda, según algunos por cálculo electoral, las patronales de la banca española daban a luz una declaración institucional. Pretextando la inseguridad jurídica que se generaría en Cataluña en caso de una independencia debido a la presunta salida de esta de la UE y el euro, los banqueros amenazan con marcharse de Cataluña. Algunos empresarios también amagan con la huida. No es algo que parezca muy relacionado con la oposición del PP a los matrimonios homosexuales porque esta pertenece al ámbito ocuro, irracional, de los sentimientos y tendencias sexuales mientras que el comportamiento de la banca y la empresa está guiado por criterios estrictamente lógicos y racionales de análisis de costes-beneficios. Pero algo tiene que ver. En concreto, su incongruencia. 
 
¿Retirarse de la parte del país que produce el 26% de su PIB y representa el 16% de su población? ¿Dejar de hacer negocios con el lugar más próspero y productivo de España por razones políticas? Es poco creíble. Este nuevo frente de millonetis es parte del despliegue estratégico del nacionalismo español para frenar el independentismo. Carente de toda política al respecto, tan privado de ideas como de objetivos, el gobierno anda instando por doquier declaraciones contrarias a la secesión catalana. Al igual que los neuróticos colocan sus obsesiones a todos los que tienen la desgracia de toparse  con ellos, los gobernantes piden una declaración antisecesionista a todos los que van encontrándose por ahí. Los militares, los empresarios, ahora los banqueros, mañana los intelectuales a los que bastará con dar de comer un par de días para que también se descuelguen con otro manifiesto anticatalanista. Esto empieza a ser de risa. Y los banqueros que se van, ¿también van a llevarse los depósitos de los clientes? ¿A dónde? ¿Por qué?  Si Cataluña se queda sin bancos, ¿cuánto creen estos genios que tardarán en instalarse otros extranjeros?

Los gobernantes de de los demás países ya saben que una visita a España incluye algún tipo de manifestación pública sobre un conflicto interno sobre el que ya es fama que los españoles no tienen ni idea de como resolverlo. Merkel y Cameron (el de Gibraltar y su mar territorial) salieron del paso hablando del respeto a los tratados y otras vaguedades. Lo de Obama fue más caro. Su disposición a trabajar con una "España fuerte y unida",  nos costó la base de Morón de la Frontera. Un par de declaraciones más de estas favorables a la soberanía de España y a España no le queda tierra sobre la que ejercerla. 
 
La histórica fanfarronería de los gobernantes españoles se presenta siempre vestida de ridículo. Es difícil imaginar uno mayor que el que protagonizó el Rey en su visita a la Casa Blanca. Muy contento Felipe VI de haber escuchado al gringo lo de "fuerte y unida", fue a hacer una ofrenda floral al monumento a George Washington, padre de la nación estadounidense a través de una declaración unilateral de independencia como la que él quiere evitar en España. El ministro de Asuntos Exteriores de España se merece un ascenso a Gallo de Morón. Le va pintado.

dijous, 17 de setembre del 2015

Vallamos por partes, catalanes.

Desde luego, los mandatarios extranjeros han resultado unos fofos, indecisos y miedosos. Ni Merkel, ni Cameron ni Obama han sido capaces de defender la unidad de España con la decisión y claridad que esta nación merece por ser la más antigua que vieron los siglos, ya implantada en el paleolítico, de donde algunos dicen que no ha salido. Estos extranjeros cobardicas sin duda piensan que la secesión catalana es un asunto interno español, lo cual carece de lógica porque, si es secesión, por fuerza no puede ser interno sino que se convertirá en externo. Un lío.

Por fortuna, la Vicepresidenta del gobierno, primer escalón de este en que empieza la vida racional pues no parece haberla en el superior, es clara y rotunda. Ya pueden todos los catalanes, sin faltar ni uno, ni los que estén de baja, votar por la independencia de su tierra. Por encima de su voluntad está la ley que la impide. Punto. No hay más que hablar: la secesión es ilegal y el gobierno hará cumplir la ley. ¿Cómo? Pues enviando a los magistrados del Tribunal Constitucional, convertidos en corchetes por obra de una reforma exprés de la norma que regula este alto órgano, votada únicamente por la mayoría absoluta de diputados del PP, un partido al que el juez tiene en el banquillo porque más parece una banda de ladrones. Y sin consenso alguno en el Parlamento. Ni falta que hace. Ni el consenso ni el Parlamento.

Si los civiles, como suele suceder, no resultan convincentes porque son blandengues, aquí están los militares, dispuestos a cumplir con su deber de garantizar lo que dice el artículo 8 de la CE sobre la "integridad territorial" de la patria. Y, con los militares, una manga de energúmenos en las redes, ofreciendo forrar a hostias a todos los catalufos y polacos, obstinados en no apreciar el amor que los españoles les profesan y en querer gobernarse por su cuenta, en lugar de seguir disfrutando de las ventajas tradicionales de los esclarecidos y eficaces gobiernos de España que han llevado al país a las cotas de bienestar, prosperidad, justicia, igualdad y cultura que ha alcanzado y no solamente en Tordesillas.
 
Pero no todo en España es duro, arriscado, chocarrero, insultante, amenazador, hacia los catalanes. También cuenta el estamento pensante. Los intelectuales que, hasta ahora, parecían mudos como la esfinge de Gizeh. Un grupo de ellos, gentes de erudición y reflexión pertenecientes a la Fundación Alternativas, ha dado a luz un sesudo documento titulado Cataluña ante la Unión Europea. Las consecuencias jurídicas de la independencia en donde, sin necesidad de amenazar e insultar, se prueba fehacientemente que la independencia catalana es imposible. Ojo, no es un ex-abrupto como los de la sinsorga de la vicepresidenta, sino un estudio riguroso y estrictamente jurídico. Siempre que se dice eso, se quieren poner las conclusiones por encima de toda sospecha de parcialidad o partidismo, presentarlas como verdades apodícticas, no sesgadas por cochinos intereses. Se quiere sentar plaza de infalibilidad y yugular todo debate y/o discrepancia. Que la Fundación Alternativas sea del PSOE y esté repleta de cargos y paniaguados de este partido es puramente circunstancial e irrelevante. El estudio es técnico, no ideológico y nada partidista. En absoluto. Así lo presenta El País, otro prodigio de periodismo objetivo sobre todo en asuntos catalanes.
 
¿Y qué dice el tal estudio? Lo primero, que la secesión es imposible, porque es inconstitucional. O sea, lo mismo que dicen la hacendosa vicepresidenta y los gallardos militares. Pero suavemente, con buena educación porque estos son intelectuales con criterio propio e independencia de juicio: la secesión catalana es imposible porque es inconstitucional. Lógicamente, el estudio debiera acabar aquí. La Constitución es ley de leyes y nada que vaya en contra de ella puede prevalecer, so pena de destruir el Estado de derecho. Fin. El informe de estas lumbreras constaría de un folio.
 
Pero no. Tiene muchos más. Los siguientes están dedicados a probar que una Cataluña independiente sería una paria internacional, una vagabunda colectiva, una nave de apestados con quien nadie querría tratos.
 
Pero si, aun siendo inconstitucional, la secesión de Cataluña se produce, eso quiere decir que el Estado español no tiene el monopolio de la violencia ni es soberano porque no puede hacer cumplir las leyes en su territorio. España es un Estado fallido. No sé si los autores del informe consideran que quizá este punto matice el resto de sus muy objetivas conclusiones, pero no es una bagatela sobre todo en un mundo en el que la Realpolitik tiene más vigencia que nunca.
 
Como Palinuro profesa poco respeto por las mistificaciones de los funcionarios ideológicos, no se entretendrá en sus ergotismos, bastando a su juicio con algún reparo a la conclusión más notoria del estudio en su esencia teórica, esto es, si Cataluña se independiza, será un  nuevo Estado y su esencia práctica, pues, al ser nuevo Estado, saldrá de todos los organismos internacionales de los que España sea parte.  Es jurídicamente diáfano, dicen los autores. Pues sí: Cataluña será un nuevo Estado... y España también. Habrá que renegociar los tratados. Claro. Igualmente para España. Por ejemplo, lo más obvio: habrá que recalcular la cantidad de eurodiputados españoles.
 
¿Y la vertiente práctica? Cataluña fuera de todos los organismos internacionales. Fuera de la OMS, por ejemplo, o de la Unión Postal o de la OMPI, o de la OIT. Pero, señores, ¿están ustedes en sus cabales?
 
De todos modos, catalanes, ya veis: un verdadero lío. Así que no seáis necios. Es mucho mejor quedarse en España, en donde un juez, al que pillan conduciendo beodo perdido y que no sabe escribir, pretende entender en un asunto penal en el que aparecen acusadas gentes de un partido que lo ha amparado, protegido y, quizá, a través de su Fundación FAES, pagado. Un juez que, hasta hace poco, era magistrado de un Tribunal Constitucional, presidido por exmilitante del partido del gobierno, que ocultó este dato a la comisión parlamentaria que examinaba su idoneidad para el cargo.
 
Sí, es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un partido que presuntamente lleva financiándose ilegalmente durante veinte años, gana las elecciones mintiendo sobre su programa de arriba abajo, del derecho y del revés, de la cruz a la fecha y, luego tiene el morro de anunciar en Twitter que ha cumplido el 92,5% del programa sin que nadie, absolutamente nadie, pregunte si se trata del falso o del otro. Un país gobernado por un personaje capaz de mentir en sede parlamentaria y que también ha estado cobrando sobresueldos de procedencia dudosa durante los veinte años que, al parecer, "no son nada".
 
Es mucho mejor que os quedéis en un país en el que un sujeto quiere "españolizar" a vuestros niños y, no consiguiéndolo, se marcha a París con su señora, ambos a vivir a cuenta vuestra y de todos, tras haber entregado de nuevo la educación a la Iglesia católica. Un país cuyo Estado no tiene confesión pero en el que esta Iglesia es un Estado dentro del Estado y, en muchas cosas, por encima del Estado a base de privilegios; en el que los ministros fían las políticas públicas a la intercesión de diversas vírgenes (debe de ser lo que se llama la "nueva gestión pública") a las que, llegado el caso, se condecora por sus méritos celestiales con el dinero de los contribuyentes y en el que se emplean quinientos millones de esos fondos en subvencionar unos espectáculos crueles y sangrientos definidos por las autoridades como "patrimonio cultural" o cualquier otra memez.
 
Un país en el que el gobierno roba los fondos de las pensiones de los jubilados, explota innoblemente a los trabajadores, los mantiene en el paro o los obliga emigrar, que no garantiza el futuro de los jóvenes, ni atiende a la población dependiente, ni hace justicia a las víctimas de la anterior dictadura genocida con la que los gobernntes actuales tienen muchos vínculos ideológicos y de interés. Un país en el que el gobierno destruye a conciencia el Estado del bienestar, el sistema público de salud y el de la educación también pública, al tiempo que cuenta  con una legión de esbirros en los medios dedicados a mentir y decir lo contrario, pagados también con los dineros de los contribuyentes, que somos todos menos la Iglesia, la banca y los ricos.
 
Esta gran nación, incapaz de recuperar un peñón en el Sur (lo que, al parecer, no afecta a la integridad territorial en cuyo nombre los militares están dispuestos a lo que sea), os respeta y os quiere y, porque os quiere, no os deja decidir por vuestra cuenta lo que más os conviene. 

dimarts, 15 de setembre del 2015

Perfilando el voto.

Por fin estamos abocados a las dos etapas finales de este año atropellado con las elecciones catalanas el 27 de septiembre y las generales, es de suponer, el 20 de diciembre. Y reina una confusión superior a la normal porque el independentismo catalán, que ha pasado de ser una algarabía, según inteligente calificación de Rajoy, a ser la amenaza más grave a la unidad de España desde Companys todo lo complica. Parece oportuno apuntar algunas reflexiones con ánimo aclaratorio. Prescindo del habitual recurso de muchos analistas de anunciar su voto para ahorrarse los análisis porque siempre me ha parecido un recurso sin sentido. El voto es secreto y, por mucho que alguien publicite el suyo, incluso en acta notarial, no podrá jamás probar que votó como aseguraba.

Las elecciones catalanas, aunque parecen el bullir de un zoco árabe por la cantidad de opciones, grupos, alternativas, son fáciles de entender porque se reducen a una binaria: sí o no. Los independentistas, esto es, el bloque del sí (Juntos por el Sí, y las CUP) sostienen que las elecciones son plebiscitarias; sí o no. Las otras candidaturas (PSC, C's, PPC, CSQEP y Unió) sostienen que nada de plebiscitarias; son elecciones autonómicas normales y caben todas las diferencias, matices y variantes. Sin duda, pero, al final, todas están por el "no" y, por tanto, sí o no, bloque del no. El bloque del sí contiene una lista de izquierda institucional, ERC, en alianza con la derecha de Convèrgencia y las asociaciones civiles de la Assemblea, Ómnium y Súmate y otro de izquierda radical, con elementos asamblearios y ácratas. Las dos aparecen conectadas por el objetivo independentista de forma que, a este respecto, forman una unidad, quedando en la sombra el factor social (como de hecho lo está en la lista mayoritaria) y otro mucho menos señalado pero también presente: el republicanismo. Las tres fuerzas políticas y sus hinterländer sociales aspiran a la independencia de una República catalana. El voto aquí está muy claro: Sí, derecha e izquierda y prou.

El bloque del "no" es aparentemente más diversificado y, según los sondeos, sus opciones han de repartirse un 45% del voto aprox. en reñida competencia. Y, además, la hacen mirando siempre hacia Madrid, a diferencia del bloque del sí. Obviamente en todas hay un hilo conductor, que es el "no", pero con variantes: "No" y que todo se quede como está (PP); "no" y que todo se quede como está, pero más arreglado y limpio (C's); "No" y promesa de negociación en busca de nuevo encaje (Unió); "No" y promesa de reforma constitucional de vocación federal (PSC); "no" y promesa proceso constituyente español, "para decidirlo todo" y también en Cataluña (CSQEP/QWERTY). Los votantes tienen a dispoción varios matices del "no"; pero siempre es "no"

Porque las elecciones, diga lo que diga el nacionalismo español, son plebiscitarias.

En el bloque del "no" hay enfrentamientos diversos. Nadie se ocupa de Unió; el PSC parece mantener un suelo firme de votantes de izquierda no nacionalistas; el PP lucha por sobrevivir en un entorno muy inhóspito; y la pelea está entre los dos emergente, C's y QWERTY, en realidad, Podemos. Ambos esperan resultados decorosos (en torno a 18 disputados cada uno, de 135) pero no embriagadores. Porque los dos necesitan afianzarse en Cataluña como partidos españoles para que los españoles los voten en España. C's no lo tiene muy difícil. El caso de Podemos es más complicado porque, si su resultado viene a ser el mismo o casi del que tuvo ICV en las pasadas elecciones, su peso en España, que es lo que le importa, se verá muy mermado. Las opciones de izquierda que han quedado al margen de la oferta electoral, Procès constituent, de Forcades y Guayem, el núcleo de Barcelona en Común, probablemente repartan sus votos entre los dos bloques, del sí y del no.

Repárese en que el resultado de las elecciones del 27 septiembre condicionará las generales de diciembre. Caramba con la algarabía del profeta. Un condicionamiento cuyo alcance no podemos prever. Imaginemos que el bloque del sí obtiene el 53% del voto y 81/82 escaños, como pronostican algunos sondeos. Imaginemos luego que el Parlament decreta una DUI. Exactamente ¿que hace el gobierno de España? Rajoy asegura que hay mecanismos para evitar que España se rompa. Obviamente estos pueden ir desde una suspensión de hecho de la autonomía hasta la intervención militar con proclamación del estado de excepción. Dependerá de la gravedad percibida en Madrid de la actitud catalana. Y, si se da un estado de excepción, es poco probable que haya elecciones en diciembre. Hasta ese punto puede incidir la algarabía catalana, hasta eliminar las elecciones. Si esta opción, en el fondo, coincidae con las aficiones más profundas de Rajoy, un neofranquista, es aquí irrelevante. La posibilidad existe.

Mientras se mantengan las generales para diciembre, los campos, a diferencia de Cataluña, son bastante simples. A un lado, la derecha, compuesta por el PP y C's, que se estrena en la plaza en donde, por decirlo en un lenguaje que Rivera entiende pues, aunque dice que no, es aficionado a las corridas, va a tomar la alternativa. C's tontea mucho por las esquinas del mapa español pero, llegado el momento, sabe que su aliado natural es el PP, como se muestra en la Comunidad de Madrid.

Frente a la derecha, la izquierda aparece tan fraccionada como siempre, pero con algunas novedades. Si su resultado catalán es suficiente, Podemos terminará de fagocitar a IU. Ahora en Común, la plataforma de confluencia de las izquierdas no socialistas en la que esperan integrar a Podemos iniciará una tarea de confluencia con unas elecciones primarias a las que se presentará, según parece, Alberto Garzón. Las siglas IU se esfuman del cuadro y las del PCE ni se cuenta. Pero las organizaciones ahí están y sus militantes también. La condición que, a su vez, ha impuesto Podemos para la confluencia es que el nombre sea siempree Podemos más el predicado que sea en cada caso porque solo prevé alianzas a nivel autonómico. Algo bastante lioso. Pero quédese el lector con la copla: Podemos nunca aparecerá al lado de las siglas IU, que son los "pitufos perdedores". La fagocitación es completa. Otra cosa es si es indigesta y si, de aquí a diciembre, se mantiene la confluencia/unidad con fuerzas políticas como IU y el PCE, cuya tendencia a la fragmentación y el conflicto interno es casi endémica.

En todo caso, esa opción de la izquierda no socialista, desconfiando mucho de su capacidad para atrer el voto, trata de reñírselo al PSOE que es su más lógico aliado de hipotético gobierno como socio principal o secundario. De ahí que Podemos vuelva sobre los trillados procedimientos del proselitismo comunista de los años treinta del siglo pasado. La afirmación de Errejón de que "los socialistas de corazón" se van con Podemos, equivale a la vieja idea-provocación de la Komintern de que los dirigentes socialdemócratas eran traidores, pero los militantes, gente sana, podían ser absorbidos en las filas comunistas. Y, por supuesto, la idea de que Corbyn sea el "Pablo Iglesias británico", fervorosamente aplaudida por Podemos, va en la mismo dirección. Es una actitud que tiene algo de parasitismo. Para Podemos, casi todo en Europa que tenga alguna posibilidad es Podemos, Syriza y el Partido Laborista. Supongo que, siendo los dos partidos, el Laborista y el PSOE, de la misma Internacional, los españoles refutarán por la vía de hecho ese intento de apropiarse colores ajenos. Pero, mientras lo hace, Podemos seguirá intentando minar el terreno que pisan.

Y hacen bien. La política es así. Si el PSOE quiere conservar su territorio, que lo defienda. La amenaza le llega por la izquierda y se verá obligado a neutralizarla sin dar pie a que el PP clame que se ha echado en brazos del radicalismo. El asunto es tremendo porque, con toda la buena voluntad del mundo, es casi imposible observar en la dirección actual del PSOE un mínimo impulso de renovación digno de mención. Por las villas y campos de España va Pedro Sánchez, el enviado de Rubalcaba, repitiendo como un molinillo las vagas promesas de regeneración democrática, recuperación del Estado del bienestar y cohesión territorial española, sin asomar mucho cuerpo, no lo vayan a comprometer antes de tiempo. Hay que esperar el resultado de las elecciones catalanas, como siempre ya que de él, en buena medida, dependerá la decisión que tome como partido. Es posible que se imponga una alianza PSOE-Podemos bajo dirección más probable de los socialistas. En realidad, tal como están las cosas, quizá sea la única opción factible de gobierno de unidad de la izquierda en España, algo de lo que Palinuro viene hablando desde hace meses.

Pero también es posible que, por diversas razones, por ejemplo, un estado de excepción a causa del independentismo catalán, el PSOE acabe entrando en un gobierno de concentración con el PP. Incluso más, como viene a augurar la ilustración de este post que podría tener un título de film norteamericano como "el tren de la hora veinticinco". Sería extraño para España, pero no para Europa, en donde este tipo de gobiernos es normal. Alemania se gobierna hoy con una gran coalición.

Quedaría por averiguar en qué medida esa confluencia de "salvación nacional" realmente podría detener a los catalanes y "salvar España".

En lo que se me alcanza, muy escasa. La presencia del PSOE en un gobierno que tuviera que enviar tropas a Cataluña o suspender la autonomía, le daría, sin duda, más legitimidad. Pero no lo haría más eficaz.

Y, en realidad, vendría a poner, de hecho, la resolución del conflicto catalán en manos de los extranjeros, especialmente de los europeos, pero no solamente de ellos. También los Estados Unidos tendrán algo que decir. De hecho, el Rey va ya de visita a Washington, a recibir órdenes.

dilluns, 14 de setembre del 2015

Aquí no se para nada.

¡Vaya entrevista que infligió ayer Ana Pastor a Artur Mas! No es un problema de buen o mal periodismo. Al fin y al cabo los periodistas, como cada quisque, tienen su forma de ver las cosas, sus ideas y sus ideologías, al menos en España. Es un problema de buena o mala educación. Presentarte en el lugar de un mandatario a hacerle unas preguntas, hacérselas pero no dejarle contestarlas, acosarlo, atosigarlo sin respiro no es periodismo. Es, simple y llanamente, petulancia, intemperancia y, sobre todo, muy mala educación. No se interrumpe a la gente a la que se interroga invariablemente a los diez segundos de que haya empezado a hablar. Eso es insoportable. A ella le parecerá el colmo de la valentía, el arrojo y la profesionalidad periodística pero no pasa de ser una impertinencia. Obviamente no se trata de que cada pregunta sirva para que el el entrevistado se largue un monólogo autojustificativo. Al contrario, para evitar eso, si se produce, es bueno que el (la) periodista interrumpa y no lo deje evadirse. Pero no a los diez segundos de hablar. Asimismo no se trata de que se permita al entrevistado irse por las chimbambas, cosa a la que los políticos son muy aficionados, pero tampoco de cortarle en cuanto empieza a decir algo y elevar la voz, tratando de superponerla a la del otro en un guirigay insufrible de esos de tertulia de bocazas.
 
En cualquier caso Mas, que ya debía de estar preparado, no  se descompuso. Llegó a decir a la entrevistadora que le dejara responder, lo cual ya es pintoresco, rechazó el alud de acusaciones que Pastor le trasladó como si fuera un acta policial y colocó el meollo de su mensaje claramente: a partir del 27 de septiembre, si el bloque del "sí" tiene mayoría suficiente, pondrá en marcha la hoja de ruta para la independencia en 18 meses. Si en España, a partir de diciembre, hay un gobierno nuevo y muy distinto del actual, cosa que él duda y Palinuro también, y ese gobierno ofrece negociaciones, ellos, los independentistas, están dispuestos a hablar, pero sin detener la hoja de ruta. Todo lo más están dispuestos a hablar sobre el modo de implementar el resultado del 27 de septiembre.
 
Por cierto, a estas alturas ya sabe todo el mundo en España que lo más probable es un triunfo muy holgado de la opción independentista y unos datos deplorables para el PSCy el PP, así como discretitos para Podemos y una migaja más para C's. Eso es lo que tiene de los nervios a los tres líderes españoles que ayer echaron el domingo en Cataluña como missi dominici de la Monarquía borbónica en tierras de infieles republicanos.
 
Palinuro no siente especial simpatía por Mas, como no la siente por ningún líder neoliberal. Pero una cosa son las discrepancias políticas y otra muy distinta llamarse a andana cuando uno es testigo de que alguien, en este caso Mas, está siendo brutalmente acosado por todo el nacionalismo español, sus instituciones, sus partidos, su Iglesia y sus periodistas; que, como él mismo señaló, llevan diez años investigándolo minuciosanente con su partido sin que hasta la fecha haya nada concreto. Y plantear, como ha hecho Pastor, una entrevista para repetir todas las acusaciones habitualmente infundadas del nacionalismo español no es precisamente un timbre de gloria.
 
La periodista, sin embargo, se llevó una verdadera primicia para casa, algo esencial, fundamental pero que, es muy de temer, no entendió, porque a ella lo que le gusta son las cosas simples de si  este pone la mano en el fuego por el otro y necedades de ese tipo. La primicia consistió en la formal declaración de Mas de aceptar un referéndum de autodeterminación en Cataluña como el que se hizo en Escocia. Y, por supuesto, vinculante, como el escocés. Palinuro está obligado a señalar que, si ese referéndum se hubiera celebrado hace dos o tres años en lugar de prohibirlo con una obcecación típicamente española, ahora no nos encontraríamos en la situación en la que nos encontramos.
 
Mas salió muy bien parado de la entrevista y la claridad de sus ideas y de sus propósitos ponen de manifiesto su voluntad y su categoría como político democrático, sea cual sea nuestro juicio en otros aspectos de su acción de gobierno. Y, si alguien tiene alguna duda imagínese qué sucedería si, en lugar de Mas, Ana Pastor entrevistara a Rajoy con ese mismo espíritu.

diumenge, 13 de setembre del 2015

Haciendo el ridículo.

La gente en España no ha podido hacerse una idea de la Diada del viernes porque ninguna TV ni radio la cubrió. En la época del reinado incuestionable de los medios de comunicación, de las tecnologías de la información, de internet etc., etc., un acontecimiento como la Meridiana de Barcelona con uno o dos millones de personas pidiendo la independencia una vez más no mereció análisis alguno ni reportajes en los audivisuales españoles. Los extranjeros los dieron todos. E igual sucede con los periódicos: los españoles abrían a regañadientes con la Diada en un tono hostil y subrayando hipotéticas intenciones aviesas de los organizadores, comportamientos inaceptables u objetivos sombríos, es decir, no informaban sino que interpretaban y editorializaban. De editoriales, inútil hablar, por segundo día consecutivo, El País traía uno venenoso, tan sectario y catalanófobo que podría haber aparecido en cualquiera de los otros pasquines que se imprimen en la capital del reino, una diatriba llamada Diada electoral. Si los españoles quieren informarse sobre lo que sucede en Cataluña tienen que recurrir a medios estranjeros porque aquí se manipula la información, se censura, se suprime.

No he leído un solo artículo ni escuchado una sola declaración de la legión de publicistas, comunicadores, maestros pensadores, plumillas, tertulianos, intelectuales orgánicos y expertos mediáticos españoles criticando esta situación parangonable a la de los medios y la prensa en cualquier dictadura. Deben de dar por buena la bazofia con que habitualmente regalan a sus lectores y oyentes por orden del jefe demostrando con ayuda de la razón, de la ciencia demoscópica y de la fe católica que en Cataluña no hay independentistas, que los que hay son minorías venidas del exterior. Por supuesto si, por un azar del destino, Cataluña se independizara se llenaría de asesinos yihadistas, terroristas, vagos y borrachos; se arruinaría en un pispas; no tendría para pagar a los funcionarios ni las pensiones; quedaría fuera de la UE, de la ONU y del sistema métrico décimal; y acabaría volviendo a implorar de rodillas el reingreso en la gran nación española. Eso es, más o menos, la cantinela que escucha diariamente el público español, igual que los ciudadanos de las antiguos países comunistas no sabían lo que pasaba en Occidente salvo que los padres se comían a los niños crudos, según contaban los camaradas publicistas, únicos que tenían acceso a una información que los gobiernos negaban a la gente.

Al mismo tiempo, los políticos españoles, sobre todo los más incompetentes e ignaros, es decir, los del gobierno, acaban de comprender ahora que la reivindicación catalana de independencia, lejos de ser una algarabía como sostenía el inenarrable zote que funge como presidente del gobierno, es una reclamación muy articulada, que tiene un enorme apoyo social transversal en Cataluña, a estas alturas mayoritario, y que goza de considerable simpatía en el exterior. Han tardado cinco años en enterarse. Rápidos no son los zagales.

Pero, cuando se enteran... cuando se enteran, reaccionan con el habitual apasionamiento hispánico. El ministro de Exteriores, el africanista García Margallo, sostiene que la DUI y la correspondiente suspensión de la autonomía catalana serían "una bomba atómica". No sé de dónde lo saca, cuenta habida de que la única bomba atómica que los españoles han tenido cerca cayó en Palomares, Almería, en 1966 y otro ministro español, Fraga, aprovechó para hacer el ridículo en meyba. Pero, si este señor quiere actualizar sus conocimientos sobre ingenios nucleares, que llame a Picardo, el primer ministro de Gibraltar, en cuyas aguas está fondeado el submarino atómico británico "Torbay", en prueba de que España está a punto de recuperar la soberanía sobre el Peñón.
 
Los españoles no reciben información sobre Cataluña pero la vicepresidenta del gobierno, Sáenz de Santamaría dice ahora que la independencia no depende de las mayorías en elecciones. O sea que, aunque el 100 % de los catalanes la quisiera no sería posible porque la ley lo impide y la ley está por encima de todo. Esta bobada solo quiere decir una cosa: la hacendosa ratita sabe que las intenciones de voto de los catalanes a favor de la independencia son muy superiores a la mayoría absoluta. Con razón se negaron siempre los españoles a autorizar un referéndum en Cataluña: temían perderlo.
 
Al ridículo del gobierno se apunta asimismo el gobierno en la sombra de Ciudadanos, una derecha menos cerril que la que está al mando, pero no más sincera. Dice la candidata de C's, Inés Arrimadas, que la obediencia a la ley es la condición inexcusable de la democracia y que, en consecuencia, la desobediencia civil que propugna, entre otros, la Assemblea Nacional Catalana, va en contra de la democracia. Seguramente nadie ha explicado a Arrimadas que los ejemplos de Gandhi o Martin Luther King (por no mencionar si no dos), que seguramente ella aprecia, son casos en los que se evidencia cómo, en muchas ocasiones, la desobediencia civil es la forma más alta de obediencia a la Ley.

dissabte, 12 de setembre del 2015

El poder del pueblo.


Un artículo de servidor en el diario "El Món". Está en catalán y se accede a él pinchando aquí. Para quienes prefieran leerlo en español, incluyo la traducción, que no es traducción porque, en realidad es el original del que está traducido el catalán:

El poder de la gente.

La edición original del libro político quizá más célebre e importante de Europa, el Leviatán, publicado en 1651, traía en portada la imagen del Estado, el dios mortal, compuesta por la agregación de cientos, de miles de personas, del pueblo. Esa es la fuerza del Estado, el origen de su legitimidad, el apoyo de la gente, del pueblo.

Ayer la gente catalana mostró al mundo su fuerza, su determinación y su voluntad. Más de dos millones de personas llenaron la Meridiana y lo hicieron de forma, alegre, festiva, sin violencia, sin armas ni coacción porque el poder del pueblo es pacífico, pero irresistible. Porque es el poder de la razón.

Frente a él todas las argucias legales de los leguleyos y rábulas al servicio de la tiranía no tienen resultado alguno porque la reivindicación catalana de soberanía es justa y legal. El pueblo nunca puede ser ilegal y, llegado el caso de que lo fuese, habría que cambiar la ley ya que esta se hizo para la gente y no la gente para ley. Los marcos jurídicos son siempre reflejo de las correlaciones de fuerzas sociales; si estas cambian, cambiarán aquellos también, quiérase o no.
El pueblo catalán en la calle, reivindicó ayer no ya solo su derecho a decidir, sino su decisión por la independencia, pues, aunque las fuerzas reaccionarias crean que sus negativas, cierres y rechazos paralizan los procesos sociales, eso no es así. De este modo, el mismo pueblo que hace dos o tres años reivindicaba su derecho a decidir, en la espera, ha decidido ya y lo ha hecho por la independencia, el grito que, como el ruido de la mar llenaba ayer la Meridiana. Si el gobierno de España tuviera un ápice de dignidad, después de la Diada de ayer, debería haber presentado su dimisión al Rey. Claro que, cuenta habida de que los catalanes quieren la independencia para constituirse en República, el Rey tendría que haber presentado a su vez su abdicación al presidente dimisionario.

Esta situación desplaza el debate desde las minucias legales y reglamentarias al terreno más hondo y trascendental de la legitimidad. La revolución catalana plantea algo nuevo que no es posible contrarrestar con argumentos ordinarios, engaños o amenazas, puesto que se trata de un acto del poder constituyente, que es un poder originario, no concedido ni otorgado por nadie, inherente a la soberanía popular y que no tiene por qué ajustarse a ninguna legalidad preexistente ya que él mismo crea la suya propia.

En el caso catalán, la reivindicación independentista, mantenida con tesón año tras año en cada Diada, cada vez más masiva, más representativa de la sociedad, no se puede frenar con las estructuras caducas de un Estado ilegítimo que se fundó en la decisión arbitraria de un dictador genocida al nombrar heredero suyo a un Borbón.

No la puede frenar un gobierno corrupto, compuesto por aristócratas, reaccionarios,, franquistas y nacionalcatólicos representantes de la vieja oligarquía española centralista que lleva más de trescientos años desgobernando un conjunto de pueblos y naciones, a los que ha explotado y negado sus derechos desde siempre.

Tampoco una pseudo-oposición servil que hace causa común con los caciques franquistas apenas considera en peligro algunas de las estructuras básicas de esta dominación: el trono, el altar o el centralismo territorial.

Frente a un pueblo en marcha, que tiene plena conciencia de ser una nación en y para sí, y quiere ejercer su derecho a constituirse en Estado, como lo ha hecho la inmensa mayoría de los que lo son hoy en el mundo no sirven para nada tampoco los aparatos ideológicos tradicionales del Estado opresor. No sirven los medios de comunicación, empleados como máquinas de agit-prop y poblados por comunicadores a sueldo de la oligarquía, que los paga con dineros públicos, por supuesto, o con los que sustrae ilegalmente por su cuenta. Tampoco la Iglesia católica oficial , también mantenida con recursos de todos, creyentes y no creyentes, con sus leyendas, dogmas y justificaciones, ni con sus anatemas.

Solo podría servir hipotéticamente la fuerza bruta, el empleo de la policía o las fuerzas armadas, unas fuerzas armadas que llevan más de 300 años sin ganar una sola guerra que no sea civil y contra la propia población y que proceden de una tradición africanista de intervención militar que es una de las causas del hundimiento y la ruina de España. Pero este recurso parece hoy descartado, no porque las convicciones democráticas de supremacía del poder civil hayan calado en el generalato, sino porque la Unión Europea y los demás Estados del continente no lo permitirían, como se demuestra por la carta que treinta europarlamentarios han enviado al presidente español, previniéndole del exabrupto de su ministro de Defensa que insinuó la posibilidad de una intervención militar en Cataluña.

Esta impotencia del viejo poder español es lo que tiene a todos sus servidores a punto de un ataque de nervios y de agredirse unos a los otros. El intento de traer a Cataluña una especie de nuevo lerrouxismo anticatalanista bajo la forma ultracrítica de Podemos, fracasó en el primer mitin en que su líder pretendió dividir las familias. Igualmente la debilidad del ministro de Asuntos Exteriores de admitir una reforma de la Constitución para conseguir “un mejor encaje de Cataluña en España”, algo en lo que ya no cree nadie, tropezó con la reprimenda y correspondiente bronca del ministro del Interior, asegurando que la Constitución no se toca y que para eso están ellos a defenderla aunque, como se recordará, son los miembros del único partido que en parte votó en contra del texto constitucional cuando este se aprobó.
 
El poder de la gente decidida a recuperar su dignidad y su autogobierno es imparable.