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divendres, 5 d’abril del 2013

La crisis, Palinuro y el estado del Reino.

Con la catástrofe económica, política y moral en que está sumido el país, lo ánimos vienen exacerbados, cualquier cosa se toma por la tremenda, vuelve el sentimiento trágico de la vida. Hay calamidades humanas que mueven a compasión, luchas denodadas, enfrentamientos muy agrios; vuelan los insultos, las amenazas, reina la truculencia. Ya decía León Felipe que el español habla alto, aunque luego lo justificaba de modo excelso:
Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: El español habla desde el nivel exacto del Hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo.

Bueno, pues en ese estado de espíritu encendido y alterado me encuentro ahora. Y no por lo que pueda pensarse de los asuntos públicos, sino por una peripecia doméstica. Se me ocurrió ayer cambiar de ordenador para evitar un error de blogger, uno de esos Bx-1tct o algo así, que no hay modo de resolver. Cambié, pues, todo el software que pude. Pero el sistema operativo tenía una variante y, además, el navegador era edición antigua. Al primer problema, se me ocurrió bajarme la última versión de Firefox, reinicié y, paf, me había quedado sin Mozilla. Lo busqué por todas partes, por si se había escondido, quizá ofendido. Pero no estaba. Me metí en el Explorer, al que tengo tanta tirria como al Outlook y, curioseando, me encontré una oferta de bajar Chrome, así que, nada, Chrome que cayó tan ricamente. Si bien, de pronto, la página se pasó al francés. Siempre que una pantalla se afrancesa sé que algo ha petado en algún sitió.  Cambié el predeterminado a Google, más dado al inglés y me las prometí felices. Eso sí, una hora y media después de empezar. Ahora ya casi estoy como en casa, aunque ha habido momentos de pánico, estilo Rajoy, por ejemplo cuando a Explorer, con su habitual malicia, le daba por avisar que se estaba haciendo un uso indebido de él y que pensaba cerrarse. El caso es que Google, ignoro por qué, viene en español y, claro, llama "favoritos" (que mira que suena mal) a los "bookmarks", con lo que no me deja importar los míos y todo por esa extraña manía de suponer que los usuarios de .es preferimos las páginas en nuestra lengua materna. Es frecuente que google se pase de listo . Todavía tengo que pensar cómo engaño al portero y le cuelo los bookmarks porque, sabido es, un bloguero sin una amplia panoplia de bookmarks bien organizada, no pasa de ser un plumilla. De momento me he hecho una barra de herramientas chulísima y, por si las moscas, la he bloqueado que a veces a uno le da la pájara y borra un youtube sin darse cuenta y luego a ver cómo ve uno a Cospedal explicando los diferiquitos o los finiferidos o lo que la buena señora estuviera explicando.

Recuperada la ecuanimidad y cierta autoestima en esto de la blogosfera, veo que la imputación a la infanta ha sacudido el cotarro nacional como un terremoto altito en la Richter. Todo se ha conmocionado. Los vidrios han sonado y las vigas han gemido. La primera reacción ha sido en bravura. Un diputado del PP ha dicho que había que pedir "explicaciones" al juez. Dejo a la fantasía del lector imaginarse cómo se hace eso: ¿se le da un guantazo a su señoría? ¿A cuál de las dos? La Casa Real, hasta ayer firme defensora de la equidad, expectoró un impropio comunicado comentando la decisión que decía no comentar y manifestando su "sorpresa" por la imputación. Sorpresa es lo que uno siente cuando el picaporte le da los buenos días. Aquí "sorpresa" apunta a mayores acritudes. Si no fuera porque el Rey está francamente desvencijado, seguro que, por rescatar a su princesa, la bella Andrómeda, él se tornara en un Perseo o, por cristianizar la cosa, un San Jorge. ¡Ah, Señor! ¡Que bellos tiempos aquellos en que vuestros antepasados arreglaban estos asuntos de modo expeditivo! Se enviaba al juececillo una lettre de cachet (que no es el caché ese que hay que borrar cuando tiene uno un problema con un programa) y se le encerraba en la Bastilla, de donde ya no saldría.

En fin, que además de sus insuficencias físicas, tampoco irradia el monarca ejemplo moral, nobleza de miras, entrega y recta intención con los que pueda amparar algunas pecadillos de sus allegados. Y tampoco son pecadillos, sino presuntos delitos y él mismo, con sus cuentas en Suiza y su fabulosa cuanto inexplicable fortuna, no está libre de sospecha. La reacción más esclarecida ha sido la del Príncipe Felipe a quien los últimos acontecimientos han encanecido la barba, al decir a los jueces que son merecedores de la máxima consideración. Y ha sido esclarecida por coincidir con la del común de los mortales: que hay que respetar a los jueces, aunque vayan en contra del Rey o sus allegados. La ley es igual para todos. El espíritu de Enrique II, el asesino de Beckett, se remueve en la tumba.

Los dos partidos dinásticos han reacciondo como era previsible. La derecha es no comment por boca de la ministra Ana Pastor quien añade, para negarse a sí misma acto seguido, que la Corona goza de todo su respeto. Sin duda porque se lo ha ganado. El PSOE, como siempre en este asunto de la monarquía, con el paso cambiado. Luego de dar a entender más por pasiva que por activa a fin de no incendiar las bases republicanas que el socialismo es monárquico, héteme aquí que la Corona mea fuera del tiesto, si se permite tan plebeya expresión y, claro, mea en el zapato nuevo del socialista responsable y moderado, al criticar la decisión judicial. Puesto en ridículo ante la concurrencia, el PSOE recrimina a la Corona su demasía y le recuerda la obligación de la neutralidad. Pero, hombre, sed realistas: ¿cómo se va a ser neutral con una hija? Con una hermana, vaya. La fraternidad entre los Borbones no impera suprema. No ya San Jorge; el Rey tendría que ser un monstruo, al estilo de las criaturas de la isla del doctor Moreau para ser neutral cuando está en juego la suerte de una hija o un hijo.

He aquí otra razón por la que resulta ridícula la negativa del PSOE a debatir el dilema monarquía/república. El carácter vitalicio y la legitimidad dinástica de la primera hacen que el poder esté siempre mezclado con intrincados y aburridos líos de familia. No hay un concepto de "Familia Presidencial" como sí lo hay de la "Familia Real" y donde la primera suele reducirse a un matrimonio y su directa descendencia, la segunda se desparrama, casi como una gens, como una verdadera red social con lo que la Corona se resiente cuando unos ignotos sobrinos de rey andan choriceando en una inmobiliaria, por ejemplo.

No sé si saldremos de la crisis económica pero, para salir de la política y moral podíamos probar a sustituir la monarquía por la República. Y, ya puestos, podíamos convocar una Convención de todos los pueblos de España a ver si podíamos ponernos de acuerdo en una forma de organización territorial del Estado que fuera de general aceptación. O cuando menos, ver si podíamos ponernos de acuerdo acerca de los procedimientos a seguir para atender las previsibles reivindicaciones independentistas.

dimecres, 3 d’abril del 2013

Abril es el mes más cruel.

Es el celebérrimo primer verso de la Tierra baldía, de T. S. Eliot. The Waste Land. Le terrain vague. El solar. El terreno baldío en que se ha convertido España en los últimos años gracias a la manga de sinvergüenzas aupados a todo tipo de cargos públicos, semipúblicos y privados. Ladrones de guante blanco y guante negro. Estafadores, empresarios trileros, políticos con los bolsillos llenos de dinero expoliado de las arcas públicas y mentalidad de trolls fascistas. Un parking lot en el que las nobles verduleras y demagogas alternan con policías delincuentes, curas ultratramontanos, abarraganados, trabucaires y pederastas. Un barbecho en el que crecen enchufados de todo tipo, pelaje y condición, desde meros carteristas hasta asesinos a sueldo, malversadores, auténticos imbéciles a cargo de la cultura y la educación, el pan y los toros, ministras analfabetas, cagahostias porra en mano, presidentes corruptos más parecidos al fantasma de la ópera y reyes truhanes, zascandiles y mangantes, la ópera bufa del régimen postfranquista.

Un terreno baldío donde la gente sencilla, normal, pasa necesidades y estrecheces o se ve reducida a la nada por obra de unos gestores públicos corrompidos y ladrones cuya voluntad de servicio público consiste en robar al pueblo sus ingresos y su pitanza, expoliar lo público, malvenderlo entre sus amigotes, todos ellos enchufados en la administración pública o en empresas privadas que viven de esquilmar los presupuestos del Estado. Un terreno baldío en el que unos bancos rescatados con el dinero de todos al haber sido literalmente asaltados por los ladrones que nombraron los politicos, dejan a la gente sin casa, la embargan, la empujan al suicidio.

Un terreno baldío en el que los responsables del orden público tienen un espíritu represor, franquista, fascista que los lleva a enfrentarse a la crítica y la normal protesta ciudadana con amenazas, detenciones, multas, montajes policiacos, denuncias falsas, calumnias y embustes; a responder con crispación, odio y más amenazas a las legítimas aspiraciones al autogobierno y la independencia de las minorías nacionales, probablemente hartas de compartir destino con una manga de sinvergüenzas desalmados que oprimen, explotan y exprimen a la gente en nombre del desarrollo, el orden público, la religión y una Corona desacreditada y desprestigiada por sus odiosas prácticas.

En la cúspide de este erial moral, la caterva de parásitos con ínfulas aristocráticas, los últimos vestigios de una dinastía instaurada por un dictador genocida, sin dignidad, sin nobleza, sin gallardía. Unas sombras que fueron de un régimen tiránico cuartelario a su incondicional servicio y que han heredado de él sus peores usos, empezando por la de hacerse ricos al precio que sea.

No creo que Iñaki Urdangarin -con todo lo que el Rey finge escandalizarse por su comportamiento siendo el suyo probablemente peor- haya hecho nada que no haya visto hacer en casa de su suegro. Comisiones, repartos, mordidas, negocios, pelotazos, intermediaciones, enchufes. En definitiva, corrupción a lo grande. Pues él, pensaría el plebeyo entroncado con la realeza vía conyugal, con su buena planta, sus aires entre piragüista de Cambridge y héroe de Gunga Din, sus privilegiadas conexiones, no tendría por qué ser menos sino más, mucho más. Además, ¿no disponía de la ayuda incondicional de la niña de los ojos del Rey, de la infantita que, por amor o por lo que fuera, estaría dispuesta a hacer lo que se le dijese incluso a riesgo de que Lucía Etxebarria se preguntara en público si es tonta?

Esos jueces, esos jueces... Servidores públicos con sus trajes de trapillo, su barbas cerradas, sus cuellos de camisas arrugados. Esos funcionarios que se desojan leyendo atestados, informes, pliegos y pliegos, esos grises representantes de una moral cívica, esas bocas que pronuncian las palabras de la ley, como decía Montesquieu, pero no las bravatas, las gazmoñerías, camanduleos, embustes, desvergonzadas falsedades, trucos y trilerías de unos políticos que ya lo han perdido todo excepto el honor porque este nunca lo tuvieron. Esos hombres frágiles en su grandeza y grandes en su fragilidad, son el último y formidable bastión del interés público, el que intentan dinamitar todos los imputados -y son cientos- en innumerables latrocinios y sus responsables políticos que debieran estar todos dimitidos. Son la esperanza de la democracia, del Estado de derecho, de la libertad de sus conciudadanos, los custodios de su dignidad.

Que se lo pregunten a Mariano Rajoy, oculto en su cueva monclovita y sin atreverse a salir si no es en exposición como el Santísimo Sacramento que probablemente sus amigos los obispos estén paseando por ahí en petición de una buena, santa y, sobre todo, pronta muerte de Luis Bárcenas, también llamado el Cabrón, con el elegante lenguaje que se gasta esta caterva de chorizos que hoy decide lo que haya de ser este país. Procesiones, rogativas, misas y gorigoris para que los delitos prescriban, las pruebas desaparezcan de los sumarios, los testigos enmudezcan o los jueces perezcan todos de una epidemia.

Palinuro no desea mal alguno a nadie, ni, por supuesto, a la infanta Cristina que ojalá pueda demostrar estar limpia de forma fehaciente. Pero tampoco acepta tratos de privilegio bajo concepto alguno. Cristina de Borbón y Grecia tiene derecho a la presunción de inocencia y, en el interín, a un trato esperemos que más justo, equilibrado, caritativo y solidario que el que han tenido otras mujeres como Pilar Manjón o Ada Colau que, dicho sea de paso, le parecen (y está en su derecho pues es un juicio subjetivo) infinitamente más humanas y nobles que esa hija del Rey.

Y como, por mucho que la mierda flote, la mar es siempre bella y hermosa, cierro con toda la primera estrofa del poema de Eliot y mi torpe traducción para que se vea en dónde está cada cual:

 April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.

Abril es el mes más cruel, el que cría
lilas en la tierra muerta y mezcla
memoria y deseo y despierta
raíces  adormecidas con la lluvia de la primavera.

dilluns, 1 d’abril del 2013

Suiza.

Si Suiza es o no un paraíso fiscal al estilo de Antigua y Barbuda, Anguilla o las Islas Salomón, que suenan todas a bucanero o, más bien, al estilo San Marino, Liechtenstein o Mónaco, que suenan todas a casa de juego, es algo que cada cual debe ponderar por sí mismo porque dependerá de cómo se defina el sintagma paraíso fiscal, qué alcance se le dé, etc. Palinuro la considera un paraíso fiscal. Cierto, uno con empaque de país, abolengo, historia, constitución y una bandera que recuerda la de la Cruz Roja con los colores invertidos. Pues la Cruz Roja, como otros organismos internacionales galore, radica en Suiza, país cosmopolita, multicultural, plurinacional, muy bancario. Un paraíso fiscal. Un lugar a donde envían sus dineros quienes los poseen en España (y otros lugares), para evadir impuestos o para ocultar su origen. Actividades generalmente consideradas delictivas.

La gente lleva muy mal eso de la evasión de capitales y los fraudes a Hacienda. Sobre todo ahora que se ha enterado de que si las grandes empresas y fortunas tributaran las decenas de miles de millones de euros que defraudan, no habría crisis. Lleva mal incluso esa costumbre de algunos deportistas o gentes de éxito de residenciarse en el extranjero para no pagar impuestos en España. Hay una petición general de que los tales no representen al país en el que no tributan. Y es razonable. Que representen a Andorra, por ejemplo.

Y ahora pillan al Borbón con unas cuentas en Suiza. Probablemente tengan un origen histórico ya que, al haber residido su padre en Lausana, las cuentas vengan de ahí. Sin duda, pero eso no justifica el hecho de mantenerlas fuera del alcance de la Hacienda del país en el que se dice reinar. Es comprensible en el plano humano, sobre todo con la experiencia de los Borbones. No queda nunca descartado que haya de salir una noche con lo puesto y siempre viene bien tener algo apartado en Suiza para los primeros gastos.

Es comprensible, es humano, es histórico, es lo que se quiera. Pero no es admisible. El Rey no puede tener dinero oculto al fisco en España en un banco extranjero en un momento especialmente grave en que , con seis millones de parados, su país necesita recuperar la confianza, necesita atraer capital y no es evadiéndolo como se lo atrae.

Ignoro si la monarquía como institución aguantará esta nueva andanada con todo lo que le lleva llovido en los últimos tiempos. Supongo que, aterrorizados por el lógico encresparse de la opinión republicana, los dos partidos dinásticos saldrán en defensa de la Corona. El PP porque sí, pues va en su convicción más íntima y no requiere mayor justificación. El PSOE, con algo de mala conciencia, explicará que no es el momento de meterse en la cuestión de la forma de Estado, que el descrédito recae sobre el monarca reinante pero no sobre la institución y que, cuando llegue el momento, ya hablaremos.

Pero no; es cosa de hablarlo ahora. La monarquía es un régimen obsoleto, no solo por el origen de la magistratura sino, sobre todo, por su carácter vitalicio. Cuando hoy día lo vitalicio no lo quieren ni los Papas. Las repúblicas son mucho más recomendables y racionales porque los presidentes se ven obligados a caer bien al electorado, sea este la gente en general o unos u otros cuerpos electorales, los mandatos son temporales y, por supuesto, ni en sueños pueden permitirse comportamientos como los que parece haber tenido el Rey de España. ¿Alguien imagina la que se organizaría en los EEUU si el presidente Obama tuviera a doscientos metros de su residencia una entrañable amiga, condesa alemana, para tareas de alta política? ¿O en Alemania en donde el presidente es un cero a la izquierda? Caerían gobiernos y los interesados, muy contritos, abandonarían sus cargos. Aquí, no. Aquí el Jefe del Estado puede tener una fortuna apañada en un banco suizo, como sucede con algunos presidentes de países africanos.

Con un gobierno bajo tenaz sospecha de corrupción, incapaz de reaccionar porque también lo está su partido, paralizado a todos los efectos, el país se encuentra sorprendido e indignado. Sorprendido porque comprueba que el sistema político de la transición, la alternancia de los dos partidos dinásticos ya no da para más y que, justamente ahora en que se habla de reformar las Constitución, ninguno de los dos partidos mayoritarios está dirigido por gente a la altura de las circunstancias sino por seguidores fieles de las rutinas que nos han traído a esta situación. El país está además indignado o tal cosa se percibe por doquier ante el espectáculo de incompetencia y corrupción que proporcionan hoy las administraciones españolas de todos los niveles.

Para el 25 de abril hay convocado un nuevo -y definitivo, según he leído, por indefinido- asedio a las cortes hasta que estas se disuelvan, se convoquen nuevas elecciones, aunque esto último no stoy seguro de haberlo leído.

Si el gobierno cree que puede controlar esta marea creciente de movimientos sociales, esta múltiple reacción de la sociedad civil, recurriendo únicamente a la represión, me parece que anda equivocado. No tiene más remedio que dialogar con ellas. De hecho es lo que hace a través de los medios adictos. Solo sería necesario dialogar de buena fe. No mintiendo ni insultando. 

IU llevará al Congreso el asunto de las cuentas suizas del Rey. Es lo menos que puede hacerse. Será incomprensible que el PSOE no diga nada y que siga actuando como cómplice en el encubrimiento de los desmanes de la Corona con el argumento de que hay que salvar la institución cuando la institución misma es un desmán.

(La imagen es una caricatura mía (bueno y de My Webface.com) de una foto de x (Aleph), bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 31 de març del 2013

Retorno a la normalidad.

A partir de mañana, lunes, todo vuelve a la normalidad en Españistán. Véase:
  • Su presidente, acusado de cobrar salarios indebidos y parte de ellos en negro, todavía no ha dado una explicación ni piensa darla. Ha ordenado silencio sobre el asunto y ha destruido literalmente su partido (ninguno de cuyos cargos se atreve a salir en público hace un mes) solo para salvarse él. No comparece jamás en rueda de prensa o, si lo hace, no admite preguntas y solo habla en el extranjero, en donde no puede impedir que la prensa pregunte y en donde todos lo han calado ya como un inútil únicamente obsesionado por evitar que lo procesen por mangante.
  • Su Rey hace años que oculta un importante patrimonio en bancos suizos. Es algo tan insólito, vergonzoso y corrupto que no requiere mayor comentario. El que se define con ridícula y abusiva retórica como "primer servidor de España", es un pinta que se lleva los dineros a un paraíso fiscal mientras la crisis devora el bienestar y los ahorros de los españoles que, sin embargo, tienen que mantenerlo aunque él, los beneficios de su capital los aporte a Suiza, no a España. Como republicano de siempre, Palinuro insiste en que el Rey se vaya con toda su familia y deje paso a la República. Añade que a él, cuando menos, los Borbones no le han engañado, aunque también vivan a su costa, como a la de todos los españoles.
  • Uno de sus presidentes autonómicos, Feijóo, que acostumbra a impartir lecciones de ética y moral en cuanto lo dejan, se paseaba en los noventa y ligaba bronce en las rías gallegas en el yate de un capo del narcotráfico. Por supuesto, dice Feijóo, pecadillos de su juventud. Tenía entonces el gallego 34 años. De juventud, nada. Plena amistad y familiaridad con un delincuente que actualmente cumple pena en el trullo y de cuyas fechorías, faltaba más, Feijóo no sabía nada. Nada salvo que tenía un yate que el propio Feijóo tripulaba. Pero, a ver, ¿quién no tiene un amigo con un yate? Y ¿quién anda preguntando tonterías sobre cómo se consigue un yate si no es robando?
  • El partido del gobierno, del que hay serias dudas de si es un partido o una organización de malhechores, sinvergüenzas y ladrones, aplaza hasta octubre una convención política que tenía para antes del verano con el cuento de tener ocasión de explicar al pueblo las políticas del gobierno y estar más cerca de él. No para hacer algo de tiempo, no sea que al final no cuente con asistentes al evento. Bien puede ser que, según están las cosas, acabe con una generación entera de dirigentes y miembros destacados entre rejas, empezando por su presidente, Mariano el Taciturno, cuyo horizonte penal tampoco está nada claro.
  • Un partido, por último, que, según parece, intriga, complota y maniobra con lo peor del poder judicial para conseguir que la justicia no impute a los dos mayores presuntos ladrones del reino -Camps y Barberá- en el sumario del caso Noos y, de esta forma, salvar la monarquía. Según El Confidencial, en esta maniobra estaría metido el PSOE, complice en la tarea de lavar la cara al Monarca -el pavo de los 375 millones en Suiza- y todo el aparato de esta corrupta monarquía. Es de esperar que esta noticia sea un infundio; de ser cierta, si los socialistas no echan a patadas a quien los ha convertido en un partido dinástico de cortesanos tiralevitas, se merecerán lo que les pase en las próximas elecciones. No veo grandes diferencias entre Rubalcaba al frente del PSOE y José María Fidalgo cuando estuvo al frente de Comisiones Obreras: tipos de derecha que secuestran organizaciones de izquierda para ponerlas al servicio del capital y de la corona.

divendres, 22 de març del 2013

El fin de una época.

Antes de nada y que se me tache de agorero, vista a la izquierda. Rajoy declara -y La Moncloa considera necesario ponerlo de relieve- que él no es partidario de que la gente pierda sus depósitos. En fin, ya saben ustedes, el mundo está lleno de gente deseosa de que los demás pierdan sus depósitos. No, no soy agorero. Esto es un fin de época. Sunset boulevard, sin Gloria Swanson, pero con mucho tonto empingorotado soltando necedades.

Suele decirse que la política ha cedido el mando a la economía, a los mercados, pero más parece que se lo haya cedido a los tribunales. La política se hace hoy en los tribunales. Es muy oportuno llegar hasta el fondo de los EREs falsos en Andalucía. Pero, por muy espectacular que el asunto sea, no parece bastante para contrarrestar el caso Bárcenas, cuya fuerza destructiva del partido del gobierno es inmensa. Y, aunque fueran de similar alcance, ello no empece para que la responsabilidad del presidente del partido en la tremenda trama que lo afecta, según parece, hace veinte años sea notoria y ese presidente sea ahora presidente del gobierno de España; un presidente sospechoso de haberse beneficiado en el pasado del reparto de fondos ilegales. El caso Bárcenas ha dinamitado el PP. Cuando este juzga pasado el temporal, arrecia. Esa indemnización por despido improcedente a Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel, de 229.000 euros es, literalmente, una afrenta al conjunto de la sociedad. Echen cuentas.

La corrupción se ha llevado por delante el turnismo de la segunda restauración. El otro partido dinástico, el PSOE, tiene ese borrón de los EREs andaluces tras haber pasado su bautismo de fuego con una corrupción generalizada en la última etapa de Felipe González. Su problema no es esencialmente el de la corrupción, como sucede con el PP. No le afecta la Gürtel ni el caso Bárcenas. No está minado por la lacra como el PP, pero sí por las prácticas de amiguismo, enchufismo y clientelismo que suelen acompañar al ejercicio del poder. El último gobierno de Zapatero fue un desastre para el partido, aunque no tanto para el país. Lo uno por lo otro. Y el PSOE sufrió una derrota electoral clamorosa. Algo de lo que no se ha repuesto. Rubalcaba sostiene que fue electo con la misión de cambiar el partido y piensa cumplirla. Eso lo distinguiría de Rajoy quien no cumple nada; pero no lo haría más simpático. ¿Cómo piensa Rubalcaba cambiar el PSOE? Poniendo a gente de su confianza en puestos clave. Nada de dar bolilla a las voces críticas. Para los cambios, ya hay unos comités pensando hasta octubre. En cuanto a la oposición día a día, se hará cargo de ella el propio Rubalcaba, que es quien está al cargo de ella.

De cambio hay ahí poco, como no sea alguna referencia marginal a la necesidad de reformar la Constitución, lo cual suena a un intento de arreglar el conflicto con el PSC llevándolo a vía muerta. No sé si se dejará pero el propósito de reforma constitucional es muy amplio y parece hacerse eco de esa reclamación más a la izquierda de abrir un proceso constituyente por entender, entre otras cosas, que la Transición ha fracasado. Supongo que esta idea molestará a los miembros de la Asociación para la Defensa de la Transicion. Tiendo a pensar que muy bien no puede ir a algo que necesita de una asocicación en su defensa, como si fuera una especie en extinción. Igual perplejidad me provoca la Fundación para la Defensa de la Nación Española. Una nación necesitada de una fundación para su defensa, como si fuera una dama ofendida en su honor, no parece muy vigorosa.

Pero, además, la reforma de la Constitución se enfrenta a la generalizada conciencia del destino de una dinastía. Ayer incendió las redes la noticia de la próxima, inminente, abdicación del Rey. Un rumor, claro, pero viralizado, de los que caldean el ambientillo. Será imposible o harto difícil que la Corona salga indemne de una posible imputación a la infanta Cristina. Y por si fuera poco, la autoridad real se ve muy mermada por el comportamiento del Monarca en el asunto Corinna, que despierta todo tipo de sospechas tan desagrdables como las certidumbres que ha aireado. Reina un Borbón con una presunta amante mientras la Reina reside en el extranjero y viene a inaugurar exposiciones como si no pasara nada y su yerno va de juzgado en juzgado y puede que su hija siga sus pasos. ¿Se supone que este es el modelo de familia cristiana que debe protegerse frente a las familias homosexuales, por lo demás perfectamente inofensivas?

El descrédito de las instituciones es tan grande que, además del reconocimiento del derecho de autodeterminación, presta recordar la necesidad del siempre aplazado referéndum Monarquía/República, que fue escamoteado al comienzo de la Transición, pero mantiene su vigencia. Lo malo de esto es que la tarea del cambio real queda encomendada a los dos dirigentes mayoritarios, ambos productos típicos de esa transición que ahora toca a su fin. Dos políticos convencidos de que el horizonte del país es el de sus respectivas visiones, por lo demás coincidentes en lo que llaman los grandes temas de Estado, la monarquía, la planta territorial y, según parece, la iglesia católica. Las demás cuestiones, más prácticas, ya registran mayores discrepancias, pero hasta ahora no han alcanzado casi ni a hacer visible la oposición.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 21 de març del 2013

Ya está bien.

El país está en estado de shock, como si le hubieran administrado una de esas descargas eléctricas, los llamados electroshocks, con los que se creía que se curaba a alguien y dejaban a la gente peor que estaba, pero con mucho miedo.

Según parece y supuestamente, por supuesto, el Rey tenía una amante alojada a cuenta del erario público en un palacete contiguo a su residencia. Esto es algo que puede pasarle a cualquiera, (el tener una amante estando casado, no el usar palacetes de picaderos) y allá cada cual con el rol que interpreta en la comedia: el marido, la amante, la esposa fiel. Las cosas de la vida privada de la gente. Pero es que no es vida privada pues la mentada realizó labores de mediación por cuenta del gobierno español, delicadas, secretas, protegidas por los servicios de inteligencia. Una historia de Mata Hari, que ya es suficientemente pintoresco. Pero es que esta Mata Hari cobraba una comisión del 3% por sus gestiones y en cuentas en Suiza. Cobros opacos, en Suiza, una persona que trabaja "en interés de España" en colaboración directa con la Corona y coordinación con los servicios secretos españoles. Una 007 germánica. ¿Y los asuntos? Complicados negocios de fondos árabes, explotación de energía, pero siempre negocios, alguno de los cuales tiene un sospechoso parecido con una estafa, apadrinados por el Monarca. ¿Y si la amante llevara su amor al extremo de actuar también como broker de su amado?

El Rey tiene un yerno que mejor le fuera no tenerlo porque, con sus aventuras al estilo del neorrealismo italiano, el mozo pone en peligro la continuidad de la institución monárquica.

Del Rey abajo, el gobierno y el partido del gobierno. Docenas de cargos públicos del PP imputados en todo tipo de ilegalidades, estafas, malversaciones, etc. Por doquier, en Baleares, Valencia, Madrid o Galicia. La trama Gürtel es una empresa de corrupción de tamaño industrial y parte de sus fechorías ha sido contribuir supuestamente a la financiación ilegal del partido, la peor forma del juego sucio. A la Comunidad de Madrid le queda por explicar si FUNDESCAM pagaba los gastos electorales del PP.

Y algunas personas dentro del partido. El extesorero, muy en la línea de los anteriores ocupantes del cargo, se ha enriquecido y tiene además a la plana mayor del PP, según parece, cogida por el gañote. Ahí están las balbuceantes, absurdas, comparecencias de Cospedal, Floriano, Pons y el silencio aterrorizado de Rajoy. Solo así se explica que se haya seguido pagando un suculento sueldo a Bárcenas el innombrable de 23.000€ al mes al tiempo que se afirmaba con rostro pétreo que el afortunado no tenía nada que ver con el partido. Generosas retribuciones que más parecen resultado de una extorsión. El caso es que toda esa pasta -incluidos los 220.000 euros on los que el PP va a agradecer los servicios prestados a Sepúlveda, el del Jaguar, salen del dinero de los contribuyentes. ¡Eso sí que es un finiquito como dios manda! Ejemplo sin duda de los buenos resultados de la reforma laboral.

El presidente del gobierno, que se subió el sueldo un 26% mientras pedía austeridad para los demás, todavía no ha explicado clara y fehacientemente si alguna vez cobró los dineros ilegales de los que hablan los papeles barcénigos. Pero se marcha a la instalación del sucesor de San Pedro en un séquito de once personas, de ellas, tres clérigos y los correspondientes guardaespaldas. Todo eso, igualmente, a costa del contribuyente, un contribuyente sometido por otro lado a una política de expolio sistemático.

El grado de deterioro, de descrédito, de desprestigio de las instituciones roza la chirigota nacional. Esto no puede seguir así. Hay que hacer algo.

(La imagen es una foto de N (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 4 de març del 2013

La corrupción estructural.

Noblesse n'oblige pas, parece haberse dicho el monarca, muy a la borbónica manera, y se ha quitado del medio en un momento crítico para el país. Como hicieran sus antepasados, Carlos IV y Fernando VII, que se fueron con el francés. O su abuelo, quien emprendió el camino del exilio motu proprio. Como hizo él mismo cuando se presentó en el Sahara, siendo Jefe del Estado interino o algo así, a garantizar a la guarnición que España entera estaba detrás de ella; la misma España que luego le dio la espalda, firmando unos acuerdos francamente lamentables con Marruecos. El pretexto es una operación de cadera que lo tendrá postrado de dos a seis meses. Plazo elástico. Clara precaución por si el lío nacional se prolonga en el tiempo o se resuelve milagrosamente. Pero no sé si la Jefatura del Estado puede estar en sede vacante (a imagen y semejanza del solio de San Pedro) tanto tiempo. Esta situación no está prevista y convendrá tomar alguna decisión. Tendrá que sustituirlo su sucesor, el príncipe Felipe, pero en calidad ¿de qué? Algo así le sucedió al Rey un verano del 74 en que Franco fue ingresado en el hospital, como si fuera un ensayo general de muerte por ver si las llamadas "previsiones sucesorias" funcionaban. Repuesto, Franco recuperó el mando y es claro que a lo mismo aspirará Juan Carlos. Pero, de momento, se ha quitado del medio cuando caen chuzos de punta.

Los papeles de Bárcenas revelan una situación terrible de la cosa pública. De ser cierto lo que en ellos se contiene, el PP lleva años haciendo adjudicaciones irregulares a cambio de cuantiosos donativos de las empresas no menos irregulares que, al parecer, se utilizaban luego para financiar las elecciones y el funcionamiento del partido y para gratificar tan generosa como arbitrariamente con sobresueldos a un cogollo de dirigentes del partido entre los cuales aparece el nombre de Rajoy. Es una situación tan escandalosa que el país no puede pasarla por alto sin más, ni plegarse a la inaceptable actitud del gobierno de proceder as usual. Es insostenible desde todos los puntos de vista. Revela una actitud instrumentalizadora y patrimonializadora de la administración pública en colusión con un puñado de empresarios en contra del interés general y en beneficio de esos empresarios (licitaciones de millones de euros), del partido y personal de algunos de sus dirigentes. No se puede confiar la gestión pública en manos de quienes presuntamente la aprovechan para delinquir.

Esa confabulación entre los empresarios y el partido es la clave de la falsedad del discurso neoliberal de la derecha. Ambas partes dicen que solo la privatización, la confianza en los empresarios (ahora llamados también "emprendedores", que tiene una connotación más romántica), la abstención del Estado y la desregulación nos sacará de la crisis. Ambas, igualmente, coinciden en demandar sacrificios, austeridad, contención y resignación de la ciudadanía como forma, dicen, de arrimar el hombro en estas terribles circunstancias. Y ambas, asimismo, se entienden para hacer lo contrario de lo que predican: las empresas y los empresarios parecen vivir (y opíparamente, por cierto) de estafar al contribuyente con la ayuda activa del Estado. ¿Cabe un comportamiento más repugnante? El Estado no solamente no se abstiene sino que está colonizado por las empresas. Toda la política de privatización de la sanidad pública está movida por esta ambición de lucro empresarial a costa de los ciudadanos a los que se expolia sin que exista un solo estudio que demuestre la superioridad de la sanidad privada sobre la públic. Los que hay demuestran lo contrario.

Cuando se habla de colonización empresarial del Estado (presente de forma palpable en la justificación de las reformas del sistema educativo en pro de una mayor eficiencia mercantil) no debe quedar fuera la gran empresa nacional, la Iglesia. Comparada con la iglesia vociferante y militante de la época zapateril esta parece un remanso de paz. Sus privilegios se han mantenido intactos, pues no consta que a los curas se les haya suprimido la paga de Navidad, y la jerarquía no ve motivos para salir narrando agravios y planteando nuevas exigencias. Ya lo hacen los gobernantes por su cuenta. El ministro de Justicia está dispuesto a satisfacer todas las demandas de los obispos en cuanto al aborto y ya veremos qué pasa con el divorcio. El de Educación les ha entregado la enseñanza en España, se ha cargado la Educación para la ciudadanía y ha vuelto a meter la religión en los programas de estudio. Aun así, a la Iglesia le parece poco y por eso ha movilizado al hermano lego que tiene en el gobierno, el ministro Fernández Díaz, para exigir que la religión no solo no sea una María, sino que sea troncal y valga lo que la química o la lengua. O más, si cabe. Al fin y al cabo, todo depende de Dios.

Por supuesto, tampoco puede faltar la banca a la cual ha sido necesario rescatar con ingentes sumas de dineros públicos porque estaba en una situación calamitosa. Solo el hundimiento (por supuesta estafa) de Bankia suele aducirse como explicación de la agudeza de la crisis en España. Un mundo en el que la mala gestión estaba entreverada de corrupción a todos los niveles: créditos a fondo perdido, malversaciones, apropiaciones indebidas, créditos a proyectos suntuarios de las administraciones públicas en los que robaba todo el mundo, subvenciones clientelares, autoasignación de pluses, pagas y pensiones estratosféricas.

¿No es acaso obvio ya, no solo que la crisis es en verdad una estafa, sino también quiénes son los beneficiarios y cómo lo han hecho y están haciéndolo? Gestionadas por un partido presuntamente corrupto, las instituciones no cumplen sus funciones. El conjunto del sistema está bloqueado, pendiente de las incidencias procesales de estos portentosos casos de corrupción, el de Bárcenas y el de la Gürtel que, al parecer, están entrelazados y tienen atrapados, como en una tenaza, al gobierno y su partido.

Quizá no sea muy gallarda su actitud pero el Rey ha hecho bien con el mutis, antes de que el torbellino de la corrupción arrastre la corona merced a esa figura antaño retrechera y hoy macilenta de Urdangarin. Porque al pringue de la corrupción general del país, el Rey añade uno propio, peculiar, familiar, zarzuelero que, además, presenta aristas sentimentales escabrosas, también en la mejor tradición borbónica.

Hay que ver cuán polifacética es la familia que el pío ministro Fernández Díaz llama natural. Por cierto, cómo cambian los tiempos; antaño, lo natural era pecaminoso para la Iglesia, como se ve en la designación de hijo natural que, si era de abolengo, podía llamarse "bastardo". La familia como Dios manda -que es lo que el ministro quiere decir- se adapta a la perfección a las vías corruptas. El espectáculo español probablemente fuera menos español de no aparecer en el baile los maridos tarambainas, las esposas lelas, los yernos pillastres, los primos, las nueras y, por supuesto, las amigas entrañables, admirable complemento de la institución natural.

dimarts, 19 de febrer del 2013

La marca España.

No es mala idea. En loor de la marca España, unas buenas olimpiadas de la corrupción. Habría competiciones de trinque, afane, cobro en B, C y hasta Z, malversación, cohecho, extorsión, plurisueldos, sobres voladores, navegación a vela, recalificación de terrenos, comisiones, estafa al anciano, triple salto hipotecario, lanzamiento de trabajadores, tiro al desempleado, reducción de becas y sisa de pensionistas. Materia hay. Quizá no voluntad política aunque, si se contacta con una organización benéfica, sin ánimo de lucro, dedicada a promover el deporte, y mediando unos míseros cientos de miles de euros, podrían inaugurarse con pompa y circunstancia los Primeros JJ.OO. CC. o Juegos Olímpicos Corruptos de la historia.

Desde luego, la prueba estelar debiera ser la peineta. Es un gesto natural, desenfadado, eso que llaman comunicación no verbal, de lo más contundente. Es, además, grosero, zafio, suele acompañar a un rostro airado, iracundo, desencajado y habla más sobre la educación y el espíritu de quien lo hace que siete confesiones al psicoanalista. Un jurado benévolo probablemente daría la medalla de oro en peineta a Bárcenas. Oro. Oro puro. Oro del bueno. Dinero llama dinero. Pero hay un problema. Antes de Bárcenas entró en la competición el el expresidente Aznar con una peineta tan lograda que, en justicia le corresponde el oro barcénigo. Merece la pena echar una ojeada a la peineta y sus variantes, todas ellas magníficas. Bárcenas habrá de conformarse con la plata.

Ese gatuperio organizado en el PP por los papeles de Bárcenas es también olímpico. Pero no de los juegos, sino de las trastadas y faenas que se hacían los dioses unos a otros, los chivatazos, las zancadillas, las mentiras, los robos de Mercurio, las borracheras de Baco, las cornamentas generalizadas. Cospedal ha presentado sendas demandas civiles en defensa de su honor contra Bárcenas y El País y otros dirigentes del PP cavilan si hacer lo mismo. Si entre ellos no se encuentra Mariano Rajoy, aquel cuyo honor aparece más claramente comprometido, su posición se hará insostenible y eso por culpa de sus compañeros, que no saben quedarse quietos, como él. Insostenible en un terreno de dignidad, decoro y elegancia. Términos, me temo, incomprensibles para el presidente del gobierno. Pero es un hecho: Rajoy aclara de una vez por todas la cuestión de su presunto cobro en sobres irregulares (para lo cual no basta con repetir que es falso) o se verá sometido al ludibrio público, será escarnio y mofa nacional e internacional. Porque eso es exactamente lo debe preguntarle la oposición en el debate sobre el estado de la Nación: cuánto cobra, cuánto ha venido cobrando en los últimos años, de qué procedencia y bajo qué concepto.

Un gobierno desacreditado hace pareja perfecta con una Monarquía desprestigiada. Al margen de lo que se sustancie en el proceso de Urdangarin y su socio, la Corona aparece bajo una luz grotesca. El Rey, la hija, el yerno, la amiga, el secretario semejan los personajes de una sátira de la Ilustración, al estilo de Beaumarchais. El Rey, como se ve, está obligado a desmentir noticias cada vez más alarmantes y escabrosas. Con la clara conciencia, compartida por todos los españoles, de que en política, los desmentidos confirman. La hija se ha refugiado en el papel "Ana Mato", un papel perfectamente analizado por Lucía Etxebarría en un artículo censurado de título La Infanta es tonta y analfabeta.

El yerno, ¡ay el yerno! El yerno solito va a cargarse la monarquía y algo más. Según pasan los días se amplía el círculo de políticos a los que Urdangarin, al parecer, se trabajaba con gran éxito. Ya no son solo los de las Comunidades Autónomas que, con todos los respetos a estas imprescindibles instituciones, están gobernadas por gentes de horizontes limitados y vuelo bajo. El tipo de clientes para el hipotético estafador mundano de guante blanco, que deja caer al desgaire el nombre de Su Majestad en el momento de pillar la pastuqui a título de subvenciones, donativos, subsidios, corretajes, comisiones o simples mordidas. También anduvo, según parece, en tratos con encumbradas autoridades de la Corte, gentes más viajadas y cosmopolitas. Así vendió supuestamente unos servicios de lobby a favor de la niña de los ojos de Ruiz Gallardón, por entonces alcalde de Madrid, empeñado en traer a la capital los juegos olímpicos, los de verdad, y dispuesto tocar todas las teclas. Esta de Urdangarin costó al erario público 120.000 euros, librados por el Ayuntamiento gallardonesco a título de donativo. Al fin y al cabo, era una organización sin ánimo de lucro, como las hermanitas de los pobres.

A Ortega deben zumbarle los oídos de lo mucho que se cita su famoso Delenda est Monarchia. Pero no se haga el personal ilusiones armado con la autoridad del filósofo. Esta Monarquía es más difícil de destruir porque ya nació muerta; es, en realidad, una Monarquía zombie. Basta con ver al Rey, sombra de lo que fue, pero aferrado a su trono con más fuerza que a sus muletas.

diumenge, 17 de febrer del 2013

El jefe es el Rey.

Diego Torres, exsocio de Iñaki Urdangarin, ha afirmado, al parecer, ante el juez que el jefe es el Rey. Digo "al parecer" porque, según veo, este Torres tiende a decir y a desdecirse. La afirmación puede obedecer también a una estrategia de defensa procesal. Si cobija sus presuntas fechorías a la sombra del monarca, que no es penalmente responsable, algo sacará en limpio. Por lo demás, no se trata de un hecho, sino de una deducción. De un correo de Urdangarin en que este le pide tiempo para "consultarlo con el jefe", infiere que el jefe solo puede ser Juan Carlos I. Algunos han empezado ya, incluso, a especular que el Duque (o ex-Duque, pues no lo tengo claro) quizá solo sea un testaferro. Se supone que de su suegro.

La Monarquía española está en horas bajas. Es obvio el acuerdo general de los medios para informar con sordina de las peripecias de la Corona, no comentarlas y restarles importancia. Nada complace más a los serviles que ser útiles a su señor. Pese a todo, los continuos escándalos y broncas en que se ve mezclado el Rey plantean la cuestión de la viabilidad de la institución. Se quiera o no. Las cacerías de elefantes, los supuestos devaneos amorosos del soberano convertidos en asuntos de Estado, la naturaleza de sus verdaderas relaciones con Urdangarin, su deteriorada condición física, el hecho de lo abucheen de vez en cuando son datos apuntando en la misma dirección: puede ser un buen momento para preguntar a los españoles por el mantenimiento de esta institución.

Como siempre, la solicitud de celebración de un referéndum que debió convocarse treinta y cinco años atrás, tropezará con la negativa cerrada de los dos partidos dinásticos. En el caso del PP es comprensible, pues se trata de mantener una institución cuya instauración se debe al franquismo. En el caso del PSOE, en cambio, lo encuentro incomprensible y tiendo a verlo más como una imposición de las convicciones personales del secretario general que como el espíritu del partido. No sé si el monarquismo se ha aprobado en algún congreso del PSOE. Sospecho que no. A lo mejor es cosa de hablarlo a las claras en el siguiente en lugar de jugar a la ambigüedad. ¿Es el PSOE un partido republicano o monárquico?

El descrédito de la monarquía es galopante. Los sondeos le son negativos. Por eso no se hacen. Por lo demás ese descrédito lo comparte la corona con el del resto de las instituciones del Estado. El gobierno carece de autoridad, enfangado como está en un asunto de corrupción que afecta a la honradez de su mismo presidente. El Parlamento es irrelevante por sometido al gobierno. Los medios son mayoritariamente progubernamentales. Solo resisten como fortalezas sitiadas el poder judicial y la web.

España se ha dividido en dos, como siempre: la España oficial y la España real. La oficial, ya se ha visto, está invadida por la corrupción, por el enchufismo y el caiciquismo y por las prácticas de un gobierno autoritario. Es la España oficial de toda la vida, el objeto de la crítica regeneracionista primero y de la izquierda después.

La España real, en cambio, está en la calle. Ayer se manifestó el país entero por el derecho a la vivienda, por la dación en pago, movido por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Hoy habrá más manifas. Vuelve la Marea blanca. Frente a este estado de insurrección social permanente, la España oficial solo puede oponer una autoridades deslegitimadas por esta bajo fuerte sospecha de corrupción. De ahí que los dos partidos mayoritarios hayan dado marcha atrás en sus intenciones, contradicho sus medidas anteriores y se apresten a legislar sumisamente y por vía de urgencia las reivindicaciones de la PAH.

Los movimientos sociales están cumpliendo las funciones que debiera cumplir la oposición parlamentaria. Es obligado que esta establezca cauces de comunicación e intercambio con aquellos. La sociedad cambia a ojos vistas. Los ciudadanos tienen una capacidad de autoorganización y alcanzan una eficacia de acción que amenaza con hacer obsoletos los partidos políticos tradicionales. Ocurre con ellos lo que con los medios en relación a internet. Esta no pone en peligro los medios sino los medios de papel. Internet tampoco pone en peligro la acción política sino solo la de papel, es decir, la de los partidos.

(La imagen es una foto de א (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 24 de desembre del 2012

Habla el Rey de EREspaña y dice lo de siempre: nada.

Alguien ha dicho a los expertos de La Moncloa que hay que modernizar la imagen de la Casa Real, así que, para dar sensación de plenitud, vigor y energía, en vez de sentar al Rey en su egregio sillón lo han hecho farfullar sus simplezas de pie, aunque apoyando el trasero sobre su mesa de trabajo, por cierto de preciosa madera taraceada, no vaya a perder el equilibrio como suele. Podían enseñarle a vocalizar el castellano ya que cada año es mayor la tortura de escucharlo, pero eso no debe de tener arreglo. Hasta aquí el discreto equilibrio entre tradición y modernidad.
En este país, cuya Constitución dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal el Jefe del Estado se dirige una vez al año a sus súbditos el día en que los católicos celebran el nacimiento de su dios. Y lo hace flanqueando un belén que no por minimalista es menos feo, para que no quepa duda del hilo teocrático que une al niño dios con el monarca. La alianza del trono y el altar, tan discreta como sólida, no corre peligro. No lo corrió cuando los sociatas en el gobierno resultaron ser unos meapilas, menos ahora que mandan los curas través de sus espantajos, como Wert, Báñez o Fernández Díaz.
En cuanto al contenido, pues, en fin: que paciencia y barajar. Son tiempos duros, pero el gobierno (y la oposición) animados de sublimes miras, hacen lo posible por volver a ponernos en la senda de la prosperidad. Sobre todo, la palabra clave, el centro del mensaje del Borbón es que los españoles saldremos del lodazal en que nos ha metido una pandilla de sinvergüenzas y ladrones (ejem, cosecha de Palinuro) si tenemos confianza. Es decir, fe. Fe, confianza... ¿en qué? ¿en quién? La respuesta implícita es obvia: en Rajoy. Soy republicano y no tengo en estima al Rey pero este pitorreo es demasiado hasta para el más desaprensivo de los Borbones. ¿Confianza en Rajoy? ¿En el hombre que no habla sin mentir, al que no le quedan palabras por incumplir, el peor felón y mendaz que ha pisado La Moncla? ¿Un hombre sin palabra, sin dignidad, capaz de vender lo que sea por sentarse en el sillón de mando? ¿A quién cree este rapaz que está hablando? ¿A una nación de borregos o de imbéciles? ¿Es que no ha visto él mismo que Rajoy no ha hecho otra cosa que mentir y tracionar la confianza hasta de los más indefensos una y otra vez durante un año?
El resto del farfulleo regio, a beneficio de inventario. El país pasa por una horrible crisis venida de fuera como los marcianos del espacio. Aquí no hay políticos corruptos, empresarios ladrones, yernos sinvergüenzas, bancarios delincuentes, mangantes y estafadores de todo tipo y calaña, neoliberales fascistas y fascistas neoliberales. No hay una pandilla de saqueadores dedicada a expoliar a la gente de sus derechos, sus libertades,  de su mismo patrimonio. No hay decenas de miles desahuciados. No hay suicidas. No pasa nada que no haya pasado en sus 37 años de reinado.
Un par de veces mencionó algo que, de no saber que sus palabras son milimétricamente medidas por los perros guardianes de La Moncloa, podrían sonar a posición propia, pero no pasaron de ser aliviaderos retóricos. Una de ellas consistió en decir que la austeridad debería ir acompañada de crecimiento. Como quien dice que el pedrisco podría ser aromático. Otra fue implorar que la política agresiva de este gobierno antipopular (él lo expone de otra manera) no se lleve por delante los derechos "individuales" y "sociales" que tanto ha costado conseguir.
¿En qué país vive este payo, además de Botsuana? ¿El el de Nunca Jamás? ¿Qué derechos quedan a los trabajadores, a los pensionistas, a los justiciables, a los funcionarios, a los usuarios de los servicios antaño públicos y hoy privatizados o en proceso de privatización en beneficio de unos gobernantes cuya obsesión es despojar a la gente de todo para llenarse sus propios bolsillos y los de sus allegados, clientes y enchufados?
¡Viva la República!

dimecres, 19 de setembre del 2012

Borboneo.

La Casa Real acaba de inaugurar página web en casareal.es cuya interfaz está en captura a la izquierda. Enhorabuena a Palacio en donde, como se sabe, las cosas van despacio. A paso de tortuga. Una página web en 2012 ya tiene mérito. De todas formas, como tiempo han tenido, no está mal: sobria, elegante, recatada. No se quiere transmitir idea de oropel o boato sino de cercanía, cotidianidad y amor por la familia, firme promesa de perennidad de la institución.
En cualquier caso, enhorabuena, ya puede la Real familia comunicarse con l@s ciudadan@s directamente, sin cortapisas. Así, la salida al aire de la Real Web (o Real Red o Royal Web, para unificar idiomas) ya trae una carta del Rey se entiende que a todos los españoles. ¿Y qué dice el Borbón? Exactamente lo que el gobierno quiere que diga y, además, con sus mismas palabras. No es la primera vez que el gobierno se vale del Rey para apuntalar su política de partido. Hace unas fechas Rajoy llevó al Monarca a presidir el consejo de ministros en que se aprobó la orgía de recortes y cercenamientos, con lo que le cargó con parte de la responsabilidad.
Y ahora aparece el Borbón hablando como si fuera el gallego. Es sorprendente. La derecha parte del principio de que las instituciones y símbolos del Estado están al servicio de su ideología. Así que el Rey recorta y el Rey avisa a las tribus de vascones y cataláunicos de que no persigan quimeras. Por si esto fuera poco, suena el toque viril del cuartel en la voz del teniente general retirado Pedro Pitarch de que La independencia de Cataluña es impensable, ni por las buenas ni mucho menos por las malas. ¿Queda claro? Aviso de que el ejército español no ha ganado una sola guerra internacional en trescientos años; pero las guerras contra su propio pueblo las gana siempre.
Oído el Rey y oído el espadón, si quieren los lectores nos ponemos a hablar de cómo se presenta la cosecha de vino este año.
¿Que no? ¿Que queremos seguir hablando de política? Pues nos la estamos jugando porque ya está claro que la Corona ha tomado partido, el partido del remo. Esa expresión de remando a la vez es del vademécum de los propagandistas de la derecha. Igual que ese futuro de Europa y de España, que no se le cae a Rajoy de la boca. Pero lo más preocupante es el caveat que viene a continuación, cuando nos enteramos de que lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. Las quimeras del Rey, siempre más culterano, equivalen a la algarabía de Rajoy, algo más vulgar. Y lo de ahondar las heridas en un país en el que decenas de miles de sus hijos yacen asesinados en las cunetas para desconsuelo de sus allegados suena a real metedura de gamba o habitual destemplanza de Rajoy. Y ¿en nombre de qué hay que remar juntos, y dejarse de quimeras y rencillas? En nombre de un ente que la carta real designa como Transición Democrática, así con las dos mayúsculas del Te Deum, una TD entronizada en una perfección inamovible.
Tengo la impresión de que esa carta, escrita al dictado del gobierno, es un golpe duro a la legitimidad de la Corona por cuanto esta aparece involucrada en un conflicto político y de un modo sorprendentemente represivo, prohibitivo. Dice el Monarca que no son tiempos para escudriñar esencias. No sé qué entenderá Juan Carlos por "escudriñar" pero, sea lo que sea, la pegunta inmediata es: ¿por qué no? ¿Porque lo dice él? ¿Y quién es él para determinar qué hagan las gentes con sus esencia? Porque escudriñar en las esencias es fundamental en la conciencia de todo nacionalismo, incluido el español.
En resumen, la carta es una nueva muestra del error de la dinastía, el borboneo, esto es, el compadreo entre la Corona y el gobierno. Si al resurgir del borboneo añadimos las amonestaciones militares, el cuadro que empieza a emerger de España en estos momentos es preocupante. Es de suponer que, por muy de derechas que sea, el gobierno hará respetar la supremacía del poder civil. Pero el borboneo, la interferencia del Rey en la política, todavía es peor. Casi merece más la pena que el monarca se vaya de safaris, aunque se caiga.
(La imagen es una captura de la página web de la Casa Real, casareal.es).

dijous, 30 d’agost del 2012

Estampas del verano. A la charca con el monarca.

¿Qué se ha creído este pavo? ¿Que se puede andar zarandeando a los trabajadores así porque sí? Un rey que le echa la bronca a su chófer por una nimiedad no es un rey sino un vulgar patán. ¿Cuál es el mérito de abroncar a alguien que depende de ti y no puede responder? Que venga a abroncarme a mí o a cualquier otro republicano de los que estamos hasta las narices de este parásito que solo da que hablar de él por sus meteduras de pata, sus vergonzosos pasatiempos o sus intentos de salvar a ese yerno impresentable, presunto ladrón de guante blanco.
¿No quiere Juan Carlos aguantar las pitadas y abucheos de la gente indignada por los recortes de la derecha a los trabajadores, los pensionistas, los parados y los privilegios concedidos a los ricos? Pues lo tiene muy sencillo: hable, dígalo, en vez de zarandear al chófer por una menudencia; haga frente a Rajoy y su gobierno de mangantes y meapilas y póngase del lado del pueblo.
Imposible, ¿verdad? De entrada es que ni se le ocurre. ¿Ponerse él del lado de la chusma? ¡Hombre, por Dios, que hay clases! Y, aunque se le ocurriera, faltaría tiempo a los neofranquistas para recordarle que, aunque sea el sucesor del Caudillo por la gracia del mismo Caudillo, él no pinta nada. Más moderados, los constitucionalistas cortesanos, incluidos los de izquierda, le recordarán que, según fórmula acrisolada, el Rey reina, pero no gobierna... salvo que le interese a la derecha, en cuyo caso todas las máximas contitucionalistas se van al garete. ¿No se llevó Rajoy al Rey a presidir el consejo de ministros en el que se aprobaron los recortes, o sea el expolio de los trabajadores y clases medias en general? ¿No aparece así como responsable o cómplice de esas políticas injustas? Algún alma caritativa podría intentar salvarle la cara argumentando que no lo hizo con mala intención, sino solamente empujado por su innato atolondramiento. Cierto, atolondrado lo es un rato largo, tanto que se parece mucho al inspector Clouseau, cuando intenta atravesar las cristaleras sin abrirlas o se da en el morro con el quicio de una puerta. Pero el gesto de presidir el consejo de ministros en que se privó de su derechos a cientos de miles de personas no era atolondramiento, sino colaboración.
¿De qué se extraña si la gente lo pita y abuchea? Y que se dé con un canto en los dientes de que las cosas no vayan -de momento- a mayores.
El rey se reúne de comilona con los empresarios más poderosos del país, para hablar, según dice de la crisis. Es decir, se reúne para hablar de la crisis con sus más directos beneficiarios. Es cierto que también recibió a Toxo y Méndez en La Zarzuela a primeros de agosto, pero eso es algo atípico. Tan atípico que hasta los dos sindicalistas se pusieron corbata que jamás hizo tanta justicia al origen histórico de la prenda, símbolo de las sogas que llevaban al cuello los esclavos. Lo que le va al rey es el yantar con los ricos, con los que le hacen regalos y sacan partido de su cercanía al monarca para hacer más negocios. Como su yerno. Lástima que a este lo perdiera la tontuna y la codicia. A estas alturas ya podría ser uno de los comensales del rey, empresario de éxito y respetado.
En resumen, Juan Carlos, que no eres ya un chaval: no se matan elefantes por entretenimiento en escapadas clandestinas y picaronas cuando uno preside el World Wildlife Fund, ni se zarandea al chófer cuando uno tiene que aguantar los pitidos de su amado pueblo.
Abdica, hombre, antes de hacer alguna otra estupidez que comprometa más el destino de una corona de inexistente legitimidad. Y fíjate que Palinuro te da el consejo desinteresadamente puesto que, como republicano correoso, lo que le interesa es que te la pegues ya del todo para reclamar la IIIª República.
(La imagen es una foto de SalamancaBlog.com, bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 17 de juny del 2012

El Rey da esquinazo a Dívar y la gente no traga a Rubalcaba.

Escaquearse es un arte. Los de mi generación lo aprendimos en la mili. Venía el capitán de cuartel con cualquier estupidez entre ceja y ceja y lo mejor era salir a hacer un imaginario recado del coronel. Tocaban fagina y convenía largarse corriendo para no comer la bazofia llamada rancho. Asimismo  ha hecho el cabo Borbón. No puede estar con su gran amigo Carlos Dívar porque tiene que ir a consolar a no sé qué extraño Jeque del desierto que acaba de perder uno de sus 452 hijos. ¡Ah la amistad de las sangres azules! Comprenderá el hasta ahora acaramelado presidente del Tribunal Supremo que los asuntos de Estado no admiten demora y es preciso cuidar las monarquías amigas, sobre todo si regalan tan buenos Ferraris.
Conociendo la lamentable condición humana y sabiendo a España  llena de cortesanos escurridizos, tiralevitas y untosos petimetres, es posible que nadie del rey abajo quiera mostrarse en público con el Tour Operator caribeño de Puerto Banús. Dívar acabará largando su interesante y melancólico canto judicial de cisne en los oídos del conserje del tribunal y la señora de la limpieza contratada por horas por Eulen. ¿Cabía esperar otra cosa? Quienes propusieron la fórmula de una dimisión a término y salvar el bicentenario, ¿no cayeron en la cuenta de que nadie iría a la celebración? ¿Tampoco Dívar?  ¿Se puede ser más negado? Ahora entiendo por qué este hombre ha tardado tanto en hacer lo inevitable, esto es, dimitir: porque la cabeza no le da para más. Es curioso que llegue a presidente del Tribunal Supremo un hombre tan ciego, tan soberbio y de tan escasas luces. Pero si recordamos que lo nombraron Zapatero y Rajoy de común acuerdo la cosa se explica: es fiel reflejo de ambos.
Justo hoy también sale el sondeo de Metroscopia con noticias abrumadoras para el PSOE por enésima vez. La gente no traga a Rubalcaba. El asunto es llamativo y, aunque sea comprensible que la actual dirección del PSOE haga la vista gorda con estos y los anteriores resultados pues no le beneficia, en algún momento alguien en el PSOE deberá plantarse y exigir una rectificación, un cambio de rumbo, un congreso, una refundación, algo con tal de salir de este estadio de anomia galopante, de irrelevancia de un partido que hace seis meses era algo y ahora parece una reunión de jubilatas jugando a la petanca. Porque está claro que, si no eres Rajoy pero estás por debajo de Rajoy en valoración popular, te irá mejor en el sector textil, por ejemplo. Parece una tontería, pero no lo es. Rajoy es tan impopular que si el 20-N el PSOE no hubiera perdido cuatro millones de votos, él no habría ganado las elecciones. Así pues, quien esté por debajo de él en simpatía popular todavía lo tendrá peor.
Y no solamente hay un problema en la dinámica bipartidista. También lo hay en el seno de la izquierda. En las condiciones actuales de la crisis en Europa, con la izquierda radical recomponiendo su discurso en Grecia, Francia, Alemania y España, el PSOE corre el riesgo de seguir cediendo terreno hasta llegar al agotamiento. El proyecto socialdemócrata tiene un problema de legitimación teórica en toda Europa y a él añade el PSOE uno propio, específico, producto de una práctica oscura, ambigua, vacilante, entreguista y muy difusa. El PSOE pagó muy caro su política de seguidismo de la derecha en el gobierno. Si ahora en la oposición aparece uncido al carro del PP, sin articular una alternativa propia clara, carente de reflejos e indeciso, la izquierda radical acabará cosechando los votos que en las últimas elecciones siguieron fieles al PSOE más por una nostalgia de los tiempos que fueron que por el inexistente entusiasmo que despierta este candidato cada vez más parecido al abuelo Cebolleta, empeñado en colocarnos un rollo confuso sobre un pasado glorioso en lugar de convocar un congreso en el que el partido pueda volver a encontrar un discurso propio.
(La primera imagen es una foto de Andrus_Ansip. La segunda una foto de Rubalcaba38 bajo licencia de Creative Commons, ambas bajo licencia de Creative Commons).



dijous, 17 de maig del 2012

Reina por un día.


El nuevo conflicto que está gestándose a cuenta de Gibraltar, con las resonancias de patriotismo huero que este empeño genera es un disparate por partida doble. Lo es, por un lado, en sí mismo. El problema de Gibraltar solo tiene solución diplomática. Cualquier otra vía la aleja, pues da razones a los adversarios de la diplomática que anidan todos en la trinchera del enemigo. La situación de afrenta de la escala en Gibraltar de algún miembro de la familia real en viaje a otra parte, ha venido resolviéndose siempre con una protesta formal del gobierno español que el británico ignora y ahí se acaba el asunto. Llevarlo más lejos, retener a la Reina en España como medida de represalia, aparte de no ser caballeresco, puede resultar contraproducente. Y, si se entrevera este conflicto de negra honrilla con otro material sobre los derechos de pesca de la flota, la cosa toma mal cariz para un país que, obviamente, no puede imponer su criterio mediante el recurso a la razón última de la política.
La segunda razón del disparate es que poniéndose vindicativos los españoles puedan dar una imagen más deplorable. Si, por ejemplo, se cayera en la tentación de montar una noticia con la reconquista del sagrado Peñón con el fin de desviar el interés de la audiencia por la pavorosa situación de caja, el asunto acabaría como acabó el de Las Malvinas con la Argentina y probablemente mucho antes porque un enfrentamiento naval entre España e Inglaterra es inimaginable.
La situación es tanto más pintoresca cuanto que nuestro embajador en Londres, Federico Trillo, está pendiente del placet. Tratándose de Trillo, brazo justiciero frente a los infieles de Perejil, cabría temer que, encendido con su natural fogoso, la emprendiera a mandobles con los anglicanos y los protestantes, al fin y al cabo tan infieles como la morisma pero más pérfidos y él solo protagonizara la hazaña de la devolución de la sagrada Roca al seno de la Patria, como un nuevo Gran Capitán que entregara un reino a su Señor.
Pero Trillo es también profundo conocedor de Shakespeare y sabe que es el poder el que decide todo, qué sea la verdad y la mentira, el bien y el mal, el Peñón y el no Peñón. Así que lo más probable será que inicie una labor diplomática en Whitehall explicando en el Foreign Office que sus colegas españoles, ya se sabe, son temperamentales y no les gusta esperar trescientos años a que se les resuelva un problema. Cuando lo lógico es esperar otros trescientos, como Jacob tuvo que pasar fatigas otros siete años para conseguir a la mujer que quería. Y a continuación, reconfortado por el estudio de la Biblia, presente sus cartas credenciales.
Por fortuna lo más probable será que Isabel II no se dará por enterada del desplante de la Reina Sofía quien, probablemente ya se habrá disculpado por vía privada invocando la raison d'État. No dudo de que el ministro sea un magnífico profesional, aunque me parece un poco sanguíneo y proclive al impromptu que es vicio en un diplomático. Pero el conjunto del servicio que, sin duda, es excelente, no resiste comparación con el británico que, además, dispone de aquello de lo que el español carece, el poder militar, pues no hay diplomacia seria en el mundo que no vaya respaldada por la posibilidad verosímil y creíble del recurso a la fuerza.
España tiene muchos puntos vulnerables en su política exterior sin necesidad de que venga el ministerio a fabricar otro. Porque, si no estoy equivocado en mis cálculos y Trillo a pesar de todo presenta sus cartas credenciales, Isabel II está en una posición inmejorable para devolver la bofetada a España negando el placet. Es más, ni siquiera sería necesario hacerlo; bastaría con filtrar la posibilidad.
(La imagen es una foto del gobierno de los Estados Unidos en el dominio público).

diumenge, 6 de maig del 2012

Las aventuras de la Monarquía.

La democracia es un régimen de opinión, qué le vamos a hacer. Lo decía Platón que por eso la despreciaba pues tenía la peor opinión de la opinión. Igual que su discípulo, Aristóteles, si bien este, como era más concreto, motivaba la mala opinión en el hecho de que, en la democracia, los muchos y pobres, al tener el poder, se dedicaban a saquear a los pocos y ricos. Una idea tan aparentemente certera que los pocos y ricos decidieron adelantarse y, cual si estuvieran en guerra preventiva, expoliaron a los muchos y pobres. Y es lo que siguen haciendo, por si luego dice alguien que las teorías de los intelectuales no sirven para nada.
La consigna, tan repetida en el campo monárquico, de la monarquía democrática es un contrasentido. Suele mitigarse señalando que el Rey, al fin y al cabo, no gobierna; que no pinta nada, vamos y su valor es puramente simbólico. Ciertamente, la intención de forjar un régimen en que el Rey y la representación popular tuvieran el mismo peso, esto es la idea de la soberanía compartida entre el Monarca y el Parlamento, aunque se intentó, no prosperó. De aquí la formulita de "monarquía parlamentaria" que ladinamente desliza la Constitución española de 1978, luego de haber reconocido que la soberanía reside en el pueblo español. Así que, como el Rey no pinta nada sustancial y el soberano es el pueblo, la fórmula primera debiera ser "democracia monárquica". Pero esto suena ya a pitorreo. Con "monarquía parlamentaria" en la CE y "monarquía democrática" en el lenguaje coloquial nos hemos quedado.
Pero la democracia, repito, es un régimen de opinión. Se basa en la decisión de la mayoría y las mayorías ya se sabe que son erráticas, imprevisibles, caprichosas. Cientos de varones ilustres nos han advertido a lo largo de los siglos sobre los vicios de las mayorías. Su deslealtad, su desvergüenza, su irracionalidad. Los más adustos (y misóginos) han recordado que las mayorías tienen alma liviana y tornadiza, como la de las mujeres y qué más se quiere. Pero son las mayorías y gobiernan porque la soberanía reside en el pueblo y este se manifiesta a través de ellas.
¿Y cuál es la opinión de la mayoría sobre la Monarquía? Los datos del CIS son que bastante baja. Es cierto que en los discursos publicados, en la retórica de los partidos (y no de todos) hay un espíritu protector de la Monarquía que nos insta a entender la importante función que cumple la institucion en la salvaguardia de la unidad de España y la legitimidad de sus otras instituciones. Igualmente se da una especie de convicción generalizada de que no es justo extrapolar a la institución las andanzas personales de sus allegados. Así razonan sobre todo los dos partidos dinásticos, PP y PSOE (aunque en el caso del PSOE imagino que habrá cierta resistencia interna) y multitud de publicistas y comunicadores,
Pero la pregunta por la opinión de la mayoría también se mueve en esos argumentos. La idea de la instrumentalidad de la Monarquía para la democracia en España suele contrarrestarse recordando que, en sí misma, es una imposición de la dictadura de Franco, un régimen ilegítimo de origen y ejercicio y que no puede legitimarse en atención a sus resultados por razones obvias. En cuanto a la cuestión de la extrapolación, hay mucha tela que cortar. La idea de que el comportamiento de los allegados a la Corona no puede ensombrecer a esta no es sin más admisible porque una de las exigencias que lógicamente se hace siempre a los allegados es que su comportamiento debe ser virtuoso e irreprochable. Los allegados y, por supuesto, el mismo Rey. ¿Tampoco se proyecta sobre el prestigio de la Corona el comportamiento de quien simbólicamente la porta? Entonces, lo simbólico, ¿en qué diantres consiste?
Que el Rey, al parecer, se lleve fatalmente con la Reina; que su conducta sea supuestamente liviana, disoluta, reprochable; que haya, se dice, amasado una enorme fortuna en actividades que son incógnitas; que, según parece, ande en trapicheos y compraventa de regalos de lujo que recibe; todo eso, puede predicarse, pertenece al más estricto ámbito privado del Monarca pues este, como cada hijo de vecino, tiene derecho a una intimidad inviolable. Puede predicarse pero es prédica inútil. La opinión, el pueblo soberano, no es como los jueces que, cuando se enteran de que una prueba se ha obtenido ilegalmente, la ignoran. La opinión no solamente no ignora sino que, convencida de que la pruebas obtenidas ilegalmente son más verdaderas que las otras, las de los canales institucionales que suelen estar amañadas, les dan mayor valor.
La baja opinión popular sobre la Monarquía traduce baja opinión sobre el Monarca porque el Monarca representa la Monarquía y no de nueve a tres, sino las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días de todos los años de su reinado. Nobleza obliga. Pero si, sobre lo ya sabido, se confirman relaciones objetables con la trama de su yerno, el desprestigio del Rey será mayúsculo.
En fin, no quiero liarla ya que, según dicen los prohombres de la Patria, hay cosas en que pensar más importantes que esta. Pero no me quedo tranquilo si no formulo otro argumento francamente favorable a la República y es que no conviene nada vincular la jefatura del Estado a una familia, para no tener que padecer después sus líos internos pues con los de cada cual ya tenemos bastante.
(La imagen es una foto de SalamancaBlog.com, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 1 de maig del 2012

La intangibilidad de la Monarquía española.


En la entrada de ayer de Palinuro se argumentaba que el PSOE no está a la altura de la oposición requerida en las circunstancias aduciendo varias razones. Una de ellas era que no tiene claros los asuntos de principios y que, con motivo de la última astracanada del Borbón cazando elefantes, había salido en defensa de la Corona, dando a entender que se considera ya un partido dinástico. No ha lugar a la reivindicación de la República y, si lo hay, no es este el momento; no lo ha sido en los últimos 37 años; no lo será en el futuro.
Un benevolente lector llegaba a considerar que plantear hoy la disyuntiva República-Monarquía con la que está cayendo es una especie de insulto. Palinuro no sostenía que el PSOE debiera salir en procesión todos los días cantando el himno de Riego. Pero de ahí a ser partido dinástico media un trecho. El argumento de la extemporalidad tiene su miga; pero también lo tiene el de la claridad en los principios. El mayor inconveniente del de la extemporalidad es que suele ser una excusa para no decir lo que en el fondo se piensa, esto es, que la Monarquía en España es intangible e indiscutible. Si en el PSOE se piensa así, conviene que la gente lo sepa.
A día de hoy, con el asunto de Urdangarin y Torres en primera de todos los diarios, redoblarán los ataques a la institución. Eso, obviamente, no es correcto. La institución no tiene nada que ver con el comportamiento personal de sus miembros o allegados. En todas las familias hay un yerno resultón. Así como un elefante no puede aplastar una Corona, un presunto crápula no puede desprestigiarla.
De acuerdo. Pero eso no obsta para que se cuestione el carácter intangible e indiscutible de la Monarquía. En principio y sin ir más lejos porque nadie puede admitir de buena fe que en el mundo haya algo intangible e indiscutible por sí mismo y no por atribución voluntaria de sus partidarios o beneficiados. En segundo lugar porque, con independencia de su oportunidad o inoportunidad política, el debate sobre legitimidad y/o racionalidad de la Monarquía y la República es un derecho de quienes lo solicitan y, dada la historia de España, lo único que de verdad puede legitimar la Monarquía si esta vence en limpia y democrática lid al último régimen legítimo que hubo en España, el de la Segunda República, interrumpido por una sublevación de generales facciosos, cuya herencia fue, precisamente, la Monarquía.
(La imagen es una foto de Ignacio Gavira, bajo licencia GNU de libre documentación. Es de 2007 y representa la armas completas de la Monarquía española desde Carlos III hasta 1931 con la Casa de Borbón (1761-1868 / 1875-1931). Esta escaneada de una publicación de hace más de 100 años).

diumenge, 22 d’abril del 2012

Futuro... ¿perfecto o imperfecto?

Este diario, La Razón, al que muchos quitan la tilde para emparejarlo con el apellido de su fundador que pasó de ser Ansón a ser Anson, La Razon, pues, es un producto peculiar. Empezando por su propio nombre que, aunque no lo parezca, es una declaración de guerra.

En efecto, habitualmente manejamos dos significados de "Razón", uno abstracto y otro concreto. En el abstracto por razón entendemos una facultad humana capaz de reconocer las leyes del universo e, incluso, de crearlas; es el significado cartesiano, sublimado que, al no poder dar cuenta de Dios, acaba por suplantarlo, en alguna ocasión de forma práctica, como cuando los revolucionarios franceses entronizaron la diosa razón. No parece que sea este el significado de "razón" al que aluda el título de un periódico tan profundamente religioso que publica semanalmente un trozo de L'Osservatore romano, el periódico del Papa.

El significado del título es el concreto: no se trata de una facultad sino de un pronunciamiento. Se trata de la razón como aquello que se lleva en un debate, cuando se dice que fulano lleva razón, queriendo decir que su argumento es mejor que el del otro. Así que La Razón no es el periódico de los ilustrados, descreídos y racionalistas sino el del nacionalcatolicismo más acrisolado, el que lleva la razón. Y cuando uno está convencido de llevar la razón uno se pone, por lo menos guerrero y así el título es una especie de declaración de guerra: guerra a los progres, los republicanos, descreídos, masones, socialistas, comunistas, librepensadores, herejes, cismáticos, darwinianos y demás morralla. Defensa del trono y el altar, la familia cristiana (clara redundancia pues, si no es cristiana, no es familia), el orden público, la tradición, la autoridad, la jerarquía social y la sumisión de las clases subalternas. La Razón es un periódico de combate.

La portada de hoy sale en defensa de la Monarquía afirmando que tiene futuro, sin caer en la cuenta de que, si algo en verdad tiene futuro, no hace falta salir en su defensa. Salvo si uno quiere que lo hagan duque. Estaría bien un Duque de la Razón, un hallazgo. Pero hay más. Esto de "vender" la Monarquía como se vende un detergente o una energía alternativa pone el producto a la altura de los mencionados y lo fuerza a competir con otros. Por ejemplo, un periódico imaginario que se llamara La Sinrazón podría titular en portada La República tiene futuro, abriendo una comparación imposible ya que la monarquía no se puede comparar con nada pues tiene un carácter casi divino al tratarse de una magistratura personal, intransferible, una unción.

Y todavía hay más en esa pintoresca portada. Es posible que la Monarquía tenga futuro. Hay mucha gente en España empeñada en ello al considerarlo lo más patriótico, ignoro porqué. Pero convendría que aclarara si el futuro es perfecto o imperfecto, ya que hay una sutil diferencia. Si es imperfecto, la Monarquía tendrá futuro; si es perfecto, lo habrá tenido. Porque el futuro de la Monarquía depende del presente, como es obvio y no al revés como pretende establecer La Razón, saliendo al quite del difícil predicamento de la Corona en la hora actual, pretendiendo que el presente se justifica en función del futuro. La Monarquía tiene que justificarse aquí y ahora, no en el largo plazo. Y ha de hacerlo con arreglo a las ideas y valores de hoy, no los de los Trastámara.

Un último apunte en relación con ese ente bicéfalo que los cortesanos de La Razón han llevado a portada. Recuerda aquellas imágenes medievales del misterio de la Santísima Trinidad que se representaban como un Cristo con tres cabezas, una especie de repugnante versión de cristiana del mito griego de las Graiai, con un solo diente y un solo ojo. No recuerdo qué Papa mandó destruir todas estas representaciones y prohibió que se hicieran otras, razón por la cual no quedan Cristos tricéfalos en Europa; pero sí en América Latina, a dónde no llegó el rescripto papal o en donde no le hicieron caso alguno. Bueno, en América Latina y en La Razón en donde, más papistas que el Papa, han sacado un Rey con dos cabezas, también reminiscente del famoso "las edades del hombre", del Tiziano, aunque el cuadro del veneciano tenía tres figuras: juventud, madurez y vejez mientras que la portada del diario solo aparecen la madurez y la vejez. O la monarquía no se libra de la ley general de envejecimiento de la población o los de La Razón no dan una. O ambas cosas porque, aunque uno sea redactor de La Razón o, lo que es menos grave, lector, estará uno de acuerdo en que lo que verdaderamente tiene la Monarquía es pasado.