Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Estado.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Estado.. Mostrar tots els missatges

diumenge, 7 d’agost del 2011

El Papa y los indignados.

¡Qué buen artículo el de Ruth Toledano en El País del viernes (¿¿¡¡Perdón!!??)! Uno de esos redondos, logrados, que se lee con tanto agrado como provecho y que lo deja a uno pensando. En efecto si, como dice Toledano, la jerarquía instala doscientos confesionarios en el Retiro de Madrid, el límite es el cielo. Doscientos indignados no pueden acampar en la Puerta del Sol, pero doscientos pecadores pueden ocupar un parque público. Porque sí, porque España es católica y los indignados, unos perroflautas.

Ya nadie duda de que la repentina, sigilosa y contundente actividad de las autoridades para despejar Madrid de indignados está movida por el deseo de que la visita del Papa discurra sin incidentes. Es fácil imaginar a Rouco Varela impartiendo órdenes al teléfono a Gallardón, a Aguirre, a Camacho y quizá a Zapatero. Con los primeros no necesita usar mucha retórica; su acendrada devoción ya los ha empujado a poner las administraciones que gobiernan a los pies del Santo Padre con todo tipo de facilidades, privilegios, subvenciones, rebajas y canonjías que pagarán los contribuyentes, les guste o no, sean o no católicos. En cincuenta millones de euros se calcula el coste total del evento. Y me parecen pocos.

Con los segundos el prelado tiene que utilizar sus armas y la primera de todas, el sutil chantaje: si el gobierno no colabora en los fastos, el Papa podría criticarlo en sus prédicas por homicida, anticristiano, disoluto e infernal. Y el gobierno se echa a temblar. Por nada del mundo quiere que Benedicto XVI hable de España, porque ya sabe lo que va a decir. Así que, presa del terror, se lanza a la tarea de reprimir el 15-M; es decir, pacta en la ingenua creencia de que el Papa cumplirá su compromiso de silenciar las críticas. Es no conocer al Papa, ni la Iglesia, ni prácticamente nada.

La Jornada Mundial de la Juventud es una vergüenza en todos los sentidos. Los medios han aireado esa protesta generalizada porque se gasten cincuenta millones en un momento de hambruna en el llamado "cuerno" del África. En efecto, es difícil encontrar algo más anticristiano que gastar el dinero a manos llenas, pero no dar de comer al hambriento. Me temo, sin embargo, que esa crítica sólo nos afecta a los no cristianos. Los otros, al menos su jerarquía, hace ya mucho tiempo que saben que lo suyo es una empresa, una empresa mercantil cuyo producto es la salvación de las almas. Y ¿dónde se ha visto que una empresa se rija por criterios cristianos del evangelio?

Además, la empresa iglesia vende el producto de la salvación de las almas, no de los cuerpos, a los que tiene en tradicional desprecio y, si se apura, tampoco de todas las almas sino solamente de las de los suyos. Así las cosas están mucho más claras y se entiende mejor ese insólito juicio del Cardenal Cañizares de que el problema de hoy no es económico sino que los ciudadanos "se han olvidado de Dios". Sí señor, por encima de la Economía está la Teología. Lástima que este enunciado tenga el mismo valor que el de un fabricante de coches que dijera que el problema es que la gente no compra coches y prefiere ir andando. El problema para el empresario es siempre su empresa.

La crítica justa a ese festival no es la que se refiere a su coste, con todo y ser ésta importante, sino la de la escasa altura filosófica y moral que revela toda la tramoya, que ha llegado a justificarse sosteniendo que la visita papal supondrá tantos y tantos millones de euros. Nada de experiencias místicas, inefables o de la fe: el beneficio. No os quejéis, que todos salimos ganando. Lo dicho, una vergüenza. Estos no son pastores de almas ni nada parecido; son empresarios con un negocio planteado de modo tan abusivo, donde todo sea beneficio y nada coste, que únicamente puede hacerse en connivencia con la autoridad política a la que tiene sometida. Es la alianza del trono y el altar, como siempre.

En el otro lado del problema, los indignados. Hasta ahora han mostrado una capacidad de resistencia que pocos vaticinaban. El empeño de considerarlos como un puro problema de orden público no solamente no lo resuelve sino que genera otros añadidos. El asunto es objeto de debate público incesante. Los comerciantes de Sol se quejan de pérdidas y urgen contundencia en resolver la situación. Eso da alas a la oposición que, como siempre, dispara con todas las armas a la vez, a ver si consigue tumbar a Zapatero. Por un lado, pide al Gobierno junto a IU, en enésima edición de la pinza, explicaciones por la carga policial del jueves, como si fueran delegados del 15-M y representantes de los indignados. Por otro lado, urge al ministro del Interior y también a Rubalcaba que aclaren si están con los indignados o con la policía nacional. Él mismo, qué duda cabe, apoya sin fisuras a la policía y da a entender que quiere que cargue, en representación de los indignados con los indignados, que son muchos, sobre todo entre la gente bien. Por algo está la derecha a punto de ganar las elecciones, porque dice a cada uno lo que quiere escuchar; aunque sea contradictorio.

Naturalmente que el ministro del Interior y Rubalcaba están con la policía nacional; sólo planteárselo indica mala fe o estulticia. Lo probable es la mala fe porque es lo habitual: el gobierno es incompetente, España no puede pagar sus deudas, va a la ruina, o se rompe, o se hunde, ETA está en las instituciones, todo es un desastre y, claro, el ministro del Interior apoya a los delincuentes. Los socialistas no sólo están con la policía nacional; también tratar de entender el 15-M, buscar una respuesta política y garantizar el orden público con respeto a los derechos de todos, incluidos los indignados. Que es mucho más de lo que cabe esperar del modo en que González Pons, por ejemplo, gestionaría el asunto, al estilo de "teníamos un problema y lo hemos resuelto", también llamado "discurso del haloperidol".

En ese estar con la policía al tiempo que se trata de no enconar los ánimos, a veces el compromiso institucional pesa mucho y eso se nota. Dice Rubalcaba, por ejemplo que 200 personas no pueden poner patas arriba una ciudad. Sin duda quiere decir que no deben porque poder es claro que pueden. El problema del enunciado de Rubalcaba está en el número. Esos 200 son el retén de un movimiento mucho más amplio, capaz de seguir echando a la calle a miles más cuando los necesitan. El 15-M es un problema serio para el Estado

Y, digo yo, ¿por qué no invitan los indignados a una asamblea a S.S. Benedicto XVI? Un ejemplo de oro para que éste demuestre que, como discípulo de Cristo, le interesan más las ovejas descarriadas que las que tiene en el redil. De éstas puede ocuparse Cañizares que se le da bien estar en la majada y tocar el caramillo. Sería fabuloso ver al Papa en Sol.

(La imagen es una foto de FaceMePLS, bajo licencia de Creative Commons).

dimecres, 6 de juliol del 2011

Los mercados: la razón de la sinrazón.

Una de las quejas más frecuentes de la insatisfacción y la indignación ciudadanas es que los Estados están gobernados por los mercados y no por sus respectivos gobiernos. Por mercados internacionales, entes vagarosos, sin domicilio fijo, sin rostro ni nombre, pero cuyos movimientos, siempre temidos, provocan seísmos económicos y desastres sociales. Si esto es así, se dice, la soberanía nacional y/o popular es una quimera; la del Estado, una ilusión. Y, por tanto, la democracia no pasa de ser una farsa en la que los ciudadanos eligen periódicamente unos gobernantes que no gobiernan nada sino que se limitan a aplicar los dictados de esas fuerzas oscuras pero ampliamente publicitadas en todos los medios de comunicación que se llaman mercados. Si el gobierno es el timón y el gobernante el timonel, los mercados son la mar brava que fuerza los navíos, los Estados, a la deriva. Son los elementos ciegos de la sinrazón.

¿Ciegos? No tanto. Los mercados se mueven por las indicaciones de las agencias de calificación que son los jueces últimos e inapelables del destino de todos los que emiten títulos de deuda del tipo que sea, organizaciones, empresas, Estados...Estas agencias (las tres más importantes son Moody's, Standard and Poor's y Fitch Rating) son empresas privadas cuyo negocio consiste en valorar el crédito de los emisores (lo cual incide sobre el tipo de interés de la deuda) según criterios exclusivos de maximización de beneficios dinerarios. Su peligro reside en que sus calificaciones no son sólo descriptivas sino performativas, en el sentido de que precipitan los problemas que dicen temer. La profecía que se autocumple. Moody's acaba de rebajar la deuda de Portugal al nivel de bono basura, lo que contribuirá en buena medida a que se produzca el desastre que se teme, la necesidad de un segundo rescate. Y Standard and Poor's amenaza con considerar el segundo rescate griego como un impago selectivo, lo que supondría la suspensión de pagos de Grecia. Y en todos los desastres hay gente que hace fortunas.

Con razón estas agencias provocan exasperación pública y no es infrecuente escuchar propuestas de que se las someta a escrutinio económico o jurídico, que se legisle sobre ellas o todo a la vez. La cuestión es sin embargo que operan porque tienen la confianza de los inversores que son muy conscientes de la ventaja que poseen al contar con tan poderoso instrumento de presión. Y que, en principio, sus criterios son puramente de beneficio, sin contaminarse de ninguna noción patriótica, de justicia social o de conservación del Estado del bienestar o de un nivel de vida digno. Los mercados tratan a los Estados como los acreedores a las familias morosas: si no hay dinero para pagar la deuda, se empeñan las joyas de la abuela o se vende la heredad familiar. La esclavitud por deudas está prohibida hace tiempo, pero siempre pueden econtrarse fórmulas. La definición de "esclavitud" no es tajante, como tampoco lo es la de "tortura".

A esta situación hemos llegado por el predominio irrestricto de los mercados que son la manifestación de la racionalidad pura atendiendo a un único criterio: el lucro privado. ¿Qué es lo que hay que escrutar o legislar en materia de empresas privadas que actúan como agentes racionales en un mercado libre? Lo único, como ya ha hecho el Congreso de los Estados Unidos, es ver si hay prácticas ilegales de concertación o conflictos de intereses. Son los acconistas de estas empresas los que más se benefician de sus decisiones pero esto no implica conflicto de intereses. No siendo esto, a los mercados y a las agencias no se les puede exigir que tengan en cuenta factores patrióticos, de justicia social , de solidaridad y que por ello reduzcan sus beneficios. Es de suponer que en épocas de emergencia, de guerra, si se pueda. Pero ésta no es situación de guerra o de emergencia salvo por la que las propias agencias provocan. Lo malo de la sinrazón actual es que es muy racional.

(La imagen es una foto de Publik 15, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 1 de juliol del 2011

El ataque al Estado del bienestar.

Allá por 1984 Palinuro publicó un libro, Del Estado del bienestar al Estado del malestar, (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales), que se reeditó en 1991, cuando la Unión Soviética estaba viniéndose abajo. Su contenido era el que preanunciaba el título, que resultó profético. A raíz de la crisis del petróleo de 1973 (precedida por la supresión de la convertibilidad del dólar en 1971) se desencadenó un ataque contra el Estado del bienestar en cuatro frentes: teórico, político, jurídico y económico. En el teórico se argumentaba que el Estado del bienestar era insostenible y que había que volver a la teoría clásica, enterrando el keynesianismo (en esencia, la llamada revolución neoliberal; en el político, el hundimiento del comunismo dejó a la izquierda en los países capitalistas sin su "última razón", sin su apoyo empírico; en el jurídico, se puso freno a la juridificación y constitucionalización de los avances en derechos y políticas sociales, a lo que Elías Díaz llamaba la "juridificación de la transición al socialismo"; en el económico, el proceso de globalización ha fortalecido el capital, que se ha internacionalizado, pero no el trabajo, que no lo ha hecho.

Este dato es más importante de lo que parece y permite al capital, en una posición de fuerza, replantear el pacto social-liberal de la postguerra, el del Estado del bienestar y los acuerdos de Bretton Woods. Desde el momento en que una parte importante del antiguo Tercer Mundo, China y el sudeste asiático, pero no sólo ellos, pasa de ser mercado de productos occidentales a convertirse en productor que invade los mercados de las antiguas metrópolis, éstas están sometidas a una competencia feroz que no pueden resistir porque el viejo recurso del proteccionismo ya no se puede emplear. Ha sido el capital internacionalizado en busca de mayor rentabilidad el que, al deslocalizarse, ha puesto en marcha la maquinaria que trae la crisis a los países en los que se originó.

Para poder sobrevivir en una competencia en la que los antiguos mercados se han convertido en potencias financieras y son las que invierten ahora en los países occidentales, bajo sus condiciones, el capital exige la reducción de costes en todos los órdenes, públicos y privados. Esa exigencia, contra la que los Estados del bienestar están política y jurídicamente desarmados (además de deslegitimados por la tremenda ofensiva teórica neoliberal), puede ser la sacudida definitiva para que el edificio se desmorone.

Lo único que puede parar esta destrucción es la movilización de las poblaciones con los consiguientes riesgos de conflictos, disturbios, trastornos sociales, turbulencias de todo tipo. Lo que sucede es que esa movilización no es muy plausible, habida cuenta de que carece de una clara proyección en el futuro. Ningún partido con relevancia política y parlamentaria en Europa propone la socialización de los medios de producción. De todos. Sin embargo, esa práctica es la única alternativa visible al capitalismo que descansa sobre la propiedad privada de tales medios. Y si alguien quiere calibrar en qué medida el capital está ganando la guerra, que considere cómo la consigna del tiempo es privatización y consiguiente desaparición de cualesquiera sectores publicos.

Sin orientación estratégica, la movilización ciudadana (el 15-M, por ejemplo) se limita a proponer reformas tácticas. Estas pueden ser muy importantes; por ejemplo, pueden plantearse como un control democrático de los mercados y del uso de los medios de producción. Así se soslayaría el inconveniente de la socialización. Pero lo que ésta tenía de erróneo lo tenía de claro mientras que es posible que lo que la democratización tenga de acertado, lo tenga de confuso ya que la democracia es término muy contestado. La prueba: la frecuente crítica de que las democracias representativas no son verdaderas democracias. Razón por la cual, se dice, la democracia está ahora en la calle, en la lucha por el Estado del bienestar.

dimecres, 29 de juny del 2011

El debate de los adioses.

Muy curioso el debate de ayer. Zapatero se despide y Rajoy, que aspira a sustituirlo, no llega. En el medio, la incógnita de qué suerte deparará el destino a Rubalcaba, el gran ausente presente. Su jefe no se refirió a él en ningún momento, quizá por prudencia y porque el sentido común ordena que se configure como figura autónoma, con proyecto propio, a la sombra de nadie. El líder de la oposición mayoritaria tampoco lo mencionó lo que no solamente es una imprudencia y un error garrafal, sino una prueba de que su discurso carece de sentido.

Zapatero, libre como los pájaros, trazó el cuadro de la crisis, explicó la necesidad de las duras medidas adoptadas y afirmó que, a pesar de todo, se habían mantenido las políticas sociales. Al margen de que se esté o no de acuerdo con el carácter de las medidas, lo que es indudable es que, al adoptarlas, España se salvó de algo parecido a una catástrofe. Han caído Grecia, Irlanda y Portugal. España, no. Eso lo ve todo el mundo. Lo del mantenimiento de las políticas sociales es más discutible y de hecho la izquierda lo discute mucho. Pero sus propuestas concretas en una situación tan endiablada como la actual no son convincentes. El Pacto del Euro seguramente es un trágala pero, aparte de la indignación que suscita, deja bien claro que el margen de los gobiernos nacionales para arbitrar políticas económicas autónomas es casi inexistente. Cierto que en unos casos más inexistente que en otros, pero en el español inexistente de todo punto.

La oposición -toda- mostró carecer de alternativas reales y practicables (Durán enumeró algunas pero son más a beneficio de inventario e inferiores a las que anunció el propio Zapatero) limitándose a cuestionar al Presidente en lo personal la derecha y en lo ideológico la izquierda, ambos disparos muy acá o muy allá del blanco. Esto permitió a Zapatero dominar el debate en su conjunto porque allí se habló de lo que él quería, de forma que pudo desarrollar su discurso íntegro aprovechando las réplicas, muy contundente con Rajoy y más dialogante y hasta comprensivo con los demás grupos. Es la enésima escenificación de ese clima de la cámara cuya labor descansa sobre las negociaciones entre el Gobierno y la oposición excluido el PP. Es incomprensible que la derecha se deje arrinconar siempre en esa imagen hosca, aislada, incapaz de acordar con nadie salvo, ocasionalmente, con UPyD.

Pero es así y en parte porque los discursos de Rajoy son siempre el mismo discurso desde hace cuatro años: Zapatero debe convocar elecciones anticipadas que presupone que ganará él. Y esta será la garantía de que España saldrá de la crisis que Zapatero es incapaz de vencer. Es un discurso lógicamente absurdo porque da como causa lo que, de ser algo, será efecto. Es decir, porque el PP tiene la fórmula para salir de la crisis es por lo que Rajoy ganará las elecciones y no al revés, esto es, porque Rajoy ganará las elecciones es por lo que el PP tiene la fórmula para salir de la crisis. Y esto también lo ve todo el mundo que todavía no ha escuchado propuestas razonables de la derecha excepto su sistemático niet.

El estribillo de "elecciones anticipadas ya", una especie de remedo quejumbroso del estentóreo "¡váyase seor González!", y la ausencia de todo tipo de propuestas prácticas producen una sensación de hastío que no beneficia nada a la imagen de un Rajoy que tiene un carisma parecido al de las acelgas. Pero, además, en este último debate de la legislatura muestra una falta tal de reflejos de todo tipo que resulta increíble. Pedir elecciones anticipadas cuando faltan ocho meses para la celebración de las ordinarias con un verano por medio equivale a repetir el discurso del debate del año pasado con 12 meses de anticipo menos, una muestra de impotencia. Tres años, casi cuatro, pidiendo adelanto de las elecciones sin una sola moción de censura es una verdadera filigrana de irrelevancia parlamentaria.

Pero hay más y es peor: pedir elecciones anticipadas con el seguro candidato socialista sentado a escasos metros a la izquierda y no mencionarlo ni una vez, aunque sea para hablar bien de él, es prueba de que, al preparar sus discursos, Rajoy no mira la realidad sino que solo escucha sus obsesiones. La más importante de todas: ver si consigue, por fin, ganar unas elecciones, no vaya a ser que este debate no sea sólo el del adiós sino el de los adioses.

dimecres, 18 de maig del 2011

Evalúa, que algo queda.

Hay en marcha un proceso de evaluación de los rendimientos escolares dentro de un plan de evaluación general del sistema educativo previsto en la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE) que descansa fundamentalmente en las autoridades educativas de las Comunidades Autónomas (CCAA) ya que la educación es competencia suya. La LOE, que es un infierno redaccional de cuya confusión es dificilísimo escapar con una idea razonable de qué sea lo que se pretende, establece un juego a tres bandas para el establecimiento de lo que llama un Sistema Estatal (nada de Nacional) de Indicadores de la Educación (art. 143, 3) y para la redacción de planes plurianuales de evaluación (art. 143, 1). Dicho sistema será la base de los informes que luego el Gobierno hará llegar anualmente al Parlamento con los resultados de las evaluaciones (art. 147, 1). Las tres bandas son un Instituto de Evaluación que era Nacional pero ha dejado de serlo (art. 142,1), las autoridades educativas de las CCAA y el Ministerio de Educación y Ciencia. Pero esas tres bandas, como la Santísima Trinidad, son una y trina: las CCAA. El famoso Instituto de Evaluación, en el fondo, está compuesto por las CCAA, y el Ministerio de Educación y Ciencia establece el sistema con los datos que le facilitan las CCAA (art. 143,3). O sea, mandan las CCAA.

La Comunidad de Madrid desarrolla la LOE a través de una Orden 3319-01/2007, de 18 de junio que, a su vez, se formaliza en una Resolución de la Dirección General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza por la que se dictan instrucciones para la evaluación de diagnóstico. Y nunca estuvo tan clara la eficacia de la vieja picaresca legal: Tú haz la ley, que yo hago el reglamento en especial cuando, como es el caso, la ley no dice nada. Por ejemplo, es la Dirección General citada la que determina cuáles son las competencias básicas que se someterán a evaluación. Y lo hace con absoluta libertad porque la ley es muda al respecto. Muda al estilo de los hermanos Marx. Los artículos 21 y 29 dicen que Estas evaluaciones tendrán como marco de referencia las evaluaciones generales de diagnóstico que se establecen en el artículo 144.1 de esta Ley. Y el art. 144, 1 citado dice que: Estas evaluaciones versarán sobre las competencias básicas del currículo (...) e incluirán, en todo caso, las previstas en los artículos 21 y 29. Un divertido ejemplo de círculo vicioso. Resultado: las que decidan las CCAA.

A su vez, las CCAA realizan las pruebas de evaluación en los dos momentos concretos que determina la LOE: al finalizar el segundo ciclo de la educación primaria y al finalizar el segundo curso de la educación secundaria obligatoria. Es decir, que todos los centros de una misma Comunidad Autónoma realizan la misma evaluación en el mismo instante curricular. Por tanto aquellos centros (normalmente privados no concertados) que tengan proyectos pedagógicos propios en cuanto al ritmo y los tiempos de aprendizaje, tendrán que marcar el paso en la Gleichschaltung, la uniformidad educativa so pena de sufrir malos resultados en las evaluaciones. Así se interpreta el mandato del artículo 145 de la LOE que reza que: las Administraciones educativas apoyarán y facilitarán la autoevaluación de los centros educativos. Salvo que por autoevaluación no se entienda literalmente nada, la práctica de la Comunidad significa una injerencia pública en la autonomía pedagógica de los centros privados, que es una forma curiosa de entender el liberalismo y afecta a muchos que enviamos a nuestros hijos a estos centros precisamente porque son distintos.

Añádase a ello que, aunque la Ley prohíbe tajantemente que los resultados de las evaluaciones se usen para el establecimiento de clasificaciones de los centros, eso no es estrictamente creíble. Es de suponer que estos resultados se conocerán de un modo u otro, y establecerán jerarquías de los colegios que perjudicarán a aquellos privados que tienen sistemas pedagógicos no coincidentes con el oficial. Un caso de claro atentado a la autonomía de los centros que no son financiados con fondos públicos; probablemente un abuso de poder contra el que haya que recurrir.

dimarts, 29 de març del 2011

Cómo desmantelar el Estado del bienestar en doce sencillas lecciones.

Primera. Convénzase de que el Estado no es la solución sino parte del problema y pida que se jibarice o desaparezca por entero.

Segunda. Reduzca o elimine la progresividad en el impuesto sobre la renta argumentando que es injusto desde el punto de vista de Hayek.

Tercera. Elimine todos los impuestos especiales, reduzca el tipo general e incremente los impuestos indirectos porque así cada cual paga por lo que consume y no por lo que consumen otros.

Cuarta. Desregule la actividad de las empresas y otórgueles todo tipo de incentivos fiscales, incluso la exención, con el argumento de que son las que crean riqueza y generan puestos de trabajo

Quinta. Liquide el sector público rentable a precio de saldo para dinamizar el tejido productivo y lo que no sea rentable, sanéelo con dineros públicos.

Sexta. En tanto desaparece el Estado, imponga por ley del máximo rango el principio del presupuesto equilibrado con el generoso fin de no endeudar a las generaciones venideras y limite también el gasto público por ley, vinculándolo a la productividad, no a los beneficios.

Séptima. Vivimos en una mundo global, por tanto, permita la libre circulación de capitales que, de todas formas, tampoco puede impedir.

Octava. No ponga inconvenientes a los paraísos fiscales. Son puertos de descanso de la excesiva fiscalidad del capital. Si el capital no tributara y su color no importara, ¿a que se acababan los paraísos fiscales? Una prueba más de que la culpa de los paraísos fiscales es de los Estados.

Novena. Derogue los restos del antaño tremendo edificio del ordenamiento jurídico del trabajo, elimine el derecho del trabajo incluso como asignatura y reduzca los sindicatos a la mínima expresión porque sólo así se conseguirá flexibilizar el mercado de trabajo, la jornada laboral y hasta los propios trabajadores.

Décima. Socialice las pérdidas y mantenga privados los beneficios que ya ellos se encargarán de redistribuirse por la sociedad en forma de caridad, beneficencia o maná.

Undécima. Emplee los recursos públicos que queden después de las diez primeras medidas en garantizar la tasa de beneficio del capital, salvando las financieras de las crisis o subvencionando directa o indirectamente unos u otros sectores industriales.

Duodécima. Como es evidente que con las once medidas anteriores el Estado se ha empobrecido y descapitalizado hasta el borde de la quiebra, la población debe empezar a pagar si quiere seguir teniendo servicios sociales como la educación o la sanidad. El Estado ya no tiene dinero porque, como hemos visto, ha renunciado a él para transferirlo al bolsillo de la gente. De alguna gente.

(La imagen es una foto de Bettysnake, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 30 de novembre del 2010

El ratón y el elefante.

Ayer fui víctima de un arrebato de patriotismo. Estaba pendiente de lo que sucedía con WikiLeaks, pero me sentí en la obligación de subir una entrada sobre las elecciones catalanas. No obstante, no pude contenerme y escribí un artículo para Insurgente, titulado (WikiLeaks: el derecho a saber). Porque, con todos mis respetos a Cataluña, al lado del zambombazo de wikileaks sus elecciones son como el ratón a la montaña.

Este Julian Assange (por cierto, rara vez se le ve sonreir como en la foto), con esa pinta entre efebo y querubín, está poniendo patas arriba el mundo entero. Ha creado, además, un formidable estado mayor mediático con las cinco cabeceras de prensa más significativas de Occidente (NYT, The Guardian, Le Monde, El País, Der Spiegel) puestas a administrar la potencia de fuego de los 250.000 cables secretos de los EEUU en los que se pasa revista al mundo entero. Y ahí están las redacciones, presas del pánico escénico, muy conscientes de su responsabilidad, soltando cañonazos contra países (la China, la Argentina, Turquía), contra organismos (la ONU), contra personas (Sarkozy, Gadaffi, Berlusconi, Putin). Lo que esos 250.000 cables revelan es la realidad de la realidad. Y todavía le falta un pedazo. Los más avispados ya han visto que no hay nada gordo en los papeles. Me refiero a secuestros, asesinatos y cosas así. Es lógico: son cables de las embajadas que han pasado por la base de datos de SIPRNet, que es un protocolo entre el ministerio de Defensa y el de Exteriores. No está la CIA. Cuando salgan sus papeles se cubrirá la laguna y es de esperar que no de cadáveres.

Cada uno de los periódicos citados dedica la primera a Wikileaks y piensa seguir haciéndolo; cada uno a su modo. Casi no he visto opinión. Sólo he encontrado un artículo, magnífico por lo demás, de Heather Brooke en The Guardian titulado WikiLeaks: the revolution has begun – and it will be digitised, que es de donde he sacado el enlace al SIPRNet. Y me parece magnífico porque dice lo mismo que yo o yo lo mismo que ella, que da igual, esto es, que la existencia de Wikileaks es el anuncio de la revolución digital en marcha, algo completamente nuevo. Se acabó el secreto de Estado, la razón de Estado, el Estado. Internet nos ha conectado a todos a la globalización, no sólo a los Estados; a todos. Nos ha puesto en un continente nuevo en el que está todo por hacer.

Lo de menos es ahora que se compruebe que el comportamiento de los EEUU es como todos lo imaginamos, al margen del derecho, de la justicia, de la sensibilidad. Las revelaciones corroboran lo que ya sabíamos y ya nos permiten hablar claro en lugar de tenernos rezongando para nuestro coleto. Porque cuando decían que en el Irak había armas de destrucción masiva todos sabíamos que mentían, ellos los primeros; pero no podíamos decirlo por falta de pruebas. Cuando dicen que no apoyan a tal o cual tirano seguimos sabiendo que mienten y lo hacen. El mérito de Wikileaks es sacar esas mentiras a la luz. Ahora tenemos las pruebas.

Lo de más son las reacciones. El ministerio de Exteriores de los EEUU dice que se trata de un ataque a la Comunidad internacional, cosa sólo admisible si se acepta que la Comunidad Internacional son los Estados Unidos y, puestos a seguir aceptando, también se acepta que son los Estados Unidos quienes deciden qué es y qué no es un ataque a la Comunidad Internacional. Dicho con más claridad: invadir un país, arrasarlo, asesinar y torturar a sus habitantes en contra de la voluntad de la Comunidad Internacional no es un ataque a la Comunidad Internacional. Denunciar el atropello sí lo es. Añaden los gringos por boca de la incalificable señora Clinton que se trata de un delito grave. Ya lo creo: revelación de secretos de Estado, un tipo de delito relativo a ese bien público de imprecisa formulación que se llama la defensa nacional, en cuyo nombre muchos piensan que puede hacerse todo, incluso delinquir. Pues nada, que pongan en marcha los procedimientos judiciales pertinentes, que van a cubrirse de gloria.

Al margen de las cuestiones jurídicas, la repercusión política es inmensa. Los diplomáticos han perdido sus exquisitas maneras y están que se suben por la paredes. Claro, quedan bastante mal parados, como gentes sin escrúpulos y su oficio se ve seriamente cuestionado. ¿Qué tirano te hará hoy una confidencia sabiendo que mañana puede encontrársela en los kioscos del ciberespacio?

Wikileaks es un arma en el ciberespacio, digna hija de Wikipedia que, en el fondo, es otra Wikileaks sólo que lo que Wikipedia filtra son conocimientos. En lo demás, son iguales: difusión de información en el ciberespacio.

Porque tal es el segundo aspecto de Wikileaks cada vez más claro: esto es una guerra, una guerra en el terreno de la información y en la que no hay frentes ni modo de distinguir al amigo del enemigo. Hemos reventado las claves del enemigo (los poderes de la tierra) y está a nuestra merced. La transparencia mata el poder. Ahora hay que pensar por dónde llegará el contraataque y qué forma tendrá. En el artículo citado Brooke se pregunta si podemos tener por delante una forma nueva de totalitarismo. Es posible. Pero también lo es lo contrario. La guerra no ha hecho más que comenzar.

(La imagen es una foto de andygee1, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 1 d’octubre del 2010

El golpe del Ecuador.

Ya tenemos en marcha uno de esos confusos golpes de la nueva escuela, al estilo del de Honduras. Todo el mundo invoca la institucionalidad al tiempo que se cometen atropellos con su legítimo gestor en ese momento, el Presidente. Parece que se ha sublevado la policía y una parte de los militares, aunque no el mando supremo que sigue leal a la Constitución. El Presidente está en algo parecido a un secuestro. El motivo de la sublevación es una ley de la Asamblea por la que se aplican a las fuerzas del orden unas medidas de austeridad como las que venimos soportando en Europa hace un par de años.

En algún sitio se dice que Correa está pensando en disolver el Parlamento, facultad que tiene reconocida en el Constitución. Pero esa misma Constitución condiciona tal facultad de disolución a que se ejerza antes del tercer año de mandato y creo que Correa va por el cuarto.

Si de lo que se trata es de que el Presidente se vaya, éste siempre puede dimitir. Pero cuesta creer que vaya a hacerlo cuando no tiene porqué y menos porque lo pidan unos funcionarios sediciosos. Alternativamente la Asamblea Nacional puede destituirlo mediante juicio político en casos específicos y siempre dentro de los tres primeros años de la legislatura. Pero ¿por qué habría de hacer la Asamblea tal cosa cuenta habida de que en ella están los partidarios de Correa?

Parece bastante claro que lo único que cabe hacer aquí es que el ejército leal reduzca a los sediciosos y restablezca el poder civil, es decir, vuelta a la normalidad. Luego ya se hará justicia. Por cierto que la reacción internacional ha sido ejemplar y enardecedora. Todo el mundo ha pedido el restablecimiento del legítimo mandatario y el fin de esa especie de astracanada ilegal. Los países de la Unasur apoyan al Presidente unánimemente.

Los más cautos, los Estados Unidos, que se limitan a decir que "siguen de cerca" el asunto. Por una vez da la impresión de que no están detrás de los golpistas. Porque está claro que se trata de un golpe de la derecha. Así lo ha dicho el ministro de Exteriores. Otra cosa es que como golpe esté bien organizado. La presencia en el Brasil del líder de la oposición de la derecha, Lucio Gutiérrez, suena un poco a fabricación de coartada: yo no estaba allí, por tanto no tengo nada que ver con los hechos. Coartada prefabricada que no engaña a nadie y pone de manifiesto la ambigüedad habitual a la derecha que juega a la democracia pero no hace ascos a la posibilidad de llegar al poder por algún otro medio y eso mientras, como hace Gutiérrez, acusa de "dictador" al Presidente democráticamente electo; que la derecha, de allá o de acá, anda siempre con la lengua tan suelta como su lealtad al Estado de derecho.

El sólido frente internacional de rechazo es una garantía de que los golpistas no van a ir muy allá en un contexto exterior hostil. El problema realmente está en el interior: ¿qué hacer ahora con unos funcionarios de policía que se han sublevado contra el gobierno legítimo? Y ¿cómo mantener el orden cuando los encargados de hacerlo respetar son los primeros en saltárselo y comportarse como delincuentes?


Actualización a las 08:00

Parece que, en efecto, el ejército ha cumplido con su obligación y ha liberado al Presidente. Encomiable rapidez. Ahora, me temo, habrá de ser el propio ejército el que se encargue de las tareas de orden público mientras las autoridades legítimas deciden qué hacer con semejante cuerpo de policía y los militares que lo secundaron. Hubiera sido un golpe de Estado parecido al de la guardia pretoriana. Algo sin sentido y, al propio tiempo, una señal de advertencia acerca de cómo van estrechándose los márgenes de acción en nuestras sociedades según avanza la crisis y van tomándose medidas de austeridad que, como en este caso, chocan con estatutos corporativos consagrados que se resienten. Realmente hubiera tenido que escribir sobre Irlanda, en donde la situación de crisis provocada por las políticas neoliberales (que algunos que parecen tener serrín en la cabeza siguen preconizando como solución) está a pique de derivar en algo similar a lo del Ecuador.

(La imagen es una foto de Adalbertop, bajo licencia de Creative Commons).

divendres, 29 de maig del 2009

El origen del poder político.

El autor de este libro (Arte, mito y ritual. El camino a la autoridad política en la China antigua, Madrid, Katz, 2009, 196 págs), K. C. Chang, un reconocido sinólogo, se hace una pregunta: ¿cómo surgieron en la China antigua la civilización y las dinastías políticas que la acompañaron? No estará de más recordar que, para Chang, organización política y civilización son lo mismo puesto que sólo los civilizados están organizados políticamente y sólo las organizaciones políticas pueden civilizarse. La respuesta a la pregunta es: mediante la interrelación de varios factores como la jerarquía, el parentesco, la autoridad moral del gobernante, el poder militar, el acceso exclusivo a los dioses y antepasados (a través de los rituales, el arte y el uso de la escritura) y el acceso a la riqueza (p. 16). Se observará que esta concepción de la política no es solamente sistemática sino también, en cierto modo, biográfica, narrativa. Esto es, cabría hacer así el relato: la política surge de la jerarquía basada en el parentesco que rodea de autoridad moral al gobernante el cual está en posesión del poder militar y se garantiza el acceso a los dioses y antepasados (valiéndose para ello de su dominio de los ritos, el arte y la escritura) y a la misma riqueza. Nada que no hubiera suscrito Aristóteles.

El resto del libro es una indagación más o menos pormenorizada de los elementos de esta concepción inicial. Por "China antigua" el autor comprende los dos milenios a.d.C. en que se formó la civilización histórica china bajo las llamadas Tres Dinastías: la Xia (2205 - 1766 a.d.C.), la Shang (1766 - 1122 a.d.C.) y la Zhou (1122 - 256 a.d.C.). Para la reconstrucción de la prehistoria china nos valemos de dos tipos de testimonios: los mitos y leyendas de un periodo anterior a 2200 a.d.C.: sabios y héroes mitológicos y aceptados como personajes históricos aunque luego se dice que en muchos casos se trata de figuras históricas religiosas evemerizadas. El segundo tipo de datos para el conocimiento de aquella prehistoria es el de los datos de la arqueología.

En el origen de la organización política china se encuentran las tres dinastías que fueron fundadas por tres clanes: el Si, el Zi y el Ji. Desecha la idea de que en los remotos orígenes la organización política china fuera un matriarcado porque no hay un sola prueba en su favor., en lo que parece estar en sitonía con otros estudiosos en otros lugares: la tesis matriarcal, de momento, pertenece al mismo reino fabuloso que las amazonas. Por eso siempre me ha parecido extraño y poco sostenible el empeño de Graves de construir una mitología griega sobre el supuesto de que ésta no es otra cosa que una racionalización de la destrucción del matriarcado primitivo. El núcleo político fue el antiguo poblado chino. Al tiempo, la China antigua no era más que centenares de miles de poblados habitados por miembros de clanes y linajes independientes que se reunieron en jerarquías políticas según relaciones de parentesco e interacciones de los habitantes (p. 44).

Estas jerarquías de parentesco, que no parecen ser otra cosa que las familias de siempre como origen del poder en la teoría política clásica, se organizaban en función de los méritos de cada cual, basados en el juicio de Dios o el mandato del cielo (p. 46). La legitimación de la monarquía era utilitaria. El Rey caía cuando hacía algo mal. El substituto lo era porque tenía algún mérito que le permitía acercarse al cielo con un cambio de fortuna en el ejercicio de una profesión. Etimológicamente la palabra wang (Rey) deriva de la pictografía de un hacha de verdugo (p. 49). El dominio se basaba en el conocimiento de los li (ritos) de forma que, para vencer un Estado a otro y a su sistema de gobierno tenía que destruir los templos ancestrales y saquear los tesoros simbólicos (p. 54).

El cielo es el lugar en el que reside la sabiduría de los asuntos humanos; de ahí que el chamanismo sea crucial para entender la antigua política china (p. 60). Los fundadores de las tres dinastías vivieron en el origen hechos mágicos, sobrenaturales porque al comienzo el Rey era el chamán, aunque no el único (p. 63). Este dúo de reyes y sacerdotes también parece ser típico de las organizaciones políticas antiguas. Las pruebas del chamanismo en la China antigua son artefactos: inscripciones en huesos de oráculo y representaciones artísticas de animales (p. 66)

Es el arte el que pavimenta el camino hacia la autoridad. Los dibujos de animales son rasgos muy conocidos del arte decorativo de los bronces Shang y Zhou occidentales primitivos (p. 73). Se representan animales reales y fantásticos. Estos son: 1) el taotie; 2) el feiyi; 3) el kui; 4) el long; y 5) el Qiu (pp. 74-76), todos ellos figuras compuestas, muy significativas porque eran las imágenes de los distintos animales que sirvieron a los chamanes y chamanesas en su tarea de comunicación entre el cielo y la tierra o entre los vivos y los muertos (p. 85). Serpientes y dragones son duales porque son agentes de Dios que unen su mundo con el de los hombres (p. 87). La serpiente es muy importante. En un idioma común en arte religioso viene a ser agua e hibernación. En parte debe de venir de aquí su sugerencia de que la mezcla de hombre y bestia es un motivo esencial que comparten las artes antiguas de China y Mesoamérica.

El camino a la constitución de la autoridad política se da con la escritura. Según la leyenda, la invención de la escritura por Cangjie (de cuya existencia histórica no hay prueba alguna) vino acompañada de grandes portentos: llovieron granos de mijo del cielo, hubo un temblor de tierra y los fantasmas se lamentaron toda la noche (p. 105). Los antigos historiógrafos estaban revestidos de una gran autoridad moral porque, pudiendo leer, conocían el pasado. (p. 114).

La propiedad es esencial, especialmente la propiedad de vasijas y utensilios de bronce sirvió para legitimar el poder del Rey (p. 127). Los bronces de la China antigua eran muy caros y muy difíciles de obtener (p. 130). El agotamiento de las minas de cobre y estaño es uno de los factores que provocaron el nomadismo de las capitales en los Xia y los Shang (p. 133).

Por último, el poder político se concentra en una élite dominante por los factores siguientes: 1) el estatus individual; 2) la red de políticas regionales interactivas; 3) el aparato militar; 4) los hechos misteriosos (mitológicos y reales); 5) la escritura; 6) el acceso exclusivo al cielo y otros factores como los rituales chamánicos; 7) la riqueza y su aura (p. 137). Se crea así el poder político por tres medios prácticos: a) la autoridad moral; b) la fuerza coactiva; c) la sabiduría exclusiva derivada del monopolio de acceso al mundo espiritual (religión y ceremonialismo). "La civilización", dice el autor, "es la manifestación de la riqueza concentrada" (154)

El cuadro trazado por Chang resiste en su opinión la comparación con el concepto de "sociedad oriental" que, habiendo nacido en el pensamiento del siglo XVIII, reaparece luego en Marx, en Max Weber y en Wittfogel y siempre con una explicación insatisfactoria. Ni siquiera lo es la idea de Weber del "Estado patrimonial", aunque se acerca y menos aun la del "despotismo hidráulico" de Wittfogel (p. 160). Salvado, pues, de la adscripción a este modelo "desviado" del llamado modo de producción asiático, Chang sostiene que su estudio del origen del poder político en la antigua china es extrapolable a otras regiones del planeta.