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dimarts, 27 de març del 2018

Entrevista a Palinuro en "elMón.cat"

Hoy se publicaba en elMón.cat esta entrevista con servidor, coincidiendo con la presentación de su último libro, España quedó atrás que estuvo muy bien. El teatro Goya pleno de gom a gom y los presentadores, Elsa Artadi y Carles Riera, magníficos, así como Salvador Cot, que hizo de moderador, como siempre, muy bien. Mi agradecimiento, pues a los tres. Mi agradecimiento asimismo a Joan Carles Girbés, el editor. Y, sobre todo a mi anfitrión, mi amigo y maestro, el gran Carles Canut, con quien tengo una deuda que se acrecienta con el paso del tiempo y de cuya magnanimidad espero que apadrine la vocación teatral de mi hijo Héctor.

La entrevista, firmada por Nerea Rodríguez, capaz de ordenar los pensamientos de un torbellino, muy buena en su organización y estructura. Cualesquiera faltas que puedan encontrarse me son atribuibles. Entera se encuentra aquí.


dilluns, 26 de març del 2018

Unas reflexiones sobre el momento

La detención de Puigdemont introduce una variante de tanto momento en el conflicto entre España y Catalunya que obligará a todas las partes a reconsiderar sus tácticas y estrategias. Con independencia de cual sea su suerte procesal posterior, con Puigdemont sale de primera línea el último representante del grupo que puso en marcha el proceso independentista. Ahora se verá si se cumplen los deseos del bloque del 155 y el gobierno franquista de acabar con aquel a base de encarcelar a sus dirigentes o si, por el contrario, se hace realidad lo que tantas veces se ha repetido: no importa que estos dirigentes ingresen en prisión porque otros ocuparán su lugar. Es un movimiento popular y genera sus propios impulsores. Ahora es el momento. Si no hay un recomposición de la dirección y no se llenan las vacantes con nuevas figuras que recojan el testigo, el movimiento habrá fracasado, los encarcelados seguirán mucho tiempo en prisión y las esperanzas de una generación se habrán volatilizado.

Ayer hubo algo de violencia en las calles de Cataluña. Si hubiera sido respuesta espontánea de la población indignada por la persecución de sus dirigentes sería comprensible. Pero ni eso. Fue obra de agentes provocadores disfrazados con intención de justificar una intervención armada posterior. El gobierno de España, compuesto por una banda de presuntos delincuentes (según los jueces), encabezados por otro de ellos, carece de todo escrúpulo. Si tiene que delinquir para conseguir sus turbios objetivos lo hará. Mientras no explique satisfactoriamente el atentado de las Ramblas el pasado verano, será lícito pensar que lo organizó él. Como ahora lleva semanas tratando de provocar violencia en la calles catalanas para justificar la represión y, sobre todo, dar la razón a los jueces comisarios a su servicio cuando se inventan los delitos por los que pretenden procesar a los dirigentes independentistas y necesitan demostrar que hubo una violencia que solo existe en sus cabezas y en las siniestras actuaciones de sus agentes.

En todo caso, se abre un procedimiento de extradición con Alemania que, previsiblemente durará un tiempo. Hay razones para suponer que la República Federal no entregará a Puigdemont a un Estado franquista en el que ni él ni sus compañeros tienen en absoluto garantizados sus derechos. Pero nunca se sabe con las cuestiones entre Estados, en donde juega todo tipo de intereses políticos, económicos, diplomáticos, etc. El gobierno de la Gürtel es capaz de comprar, literalmente comprar, la extradición de Puigdemont a cambio de alguna vergonzosa concesión de cualquier tipo, como el regalo de alguna isla o cosas así. Son presuntos criminales al mando en los resortes y no tienen barreras. Seguramente los alemanes resistirán y el MHP catalán no será extraditado. Pero todo eso llevará su tiempo y el movimiento no puede detenerse. Conviene garantizar que Puigdemont reciba toda la ayuda que merece y se vigile para que no se cometa con él injusticia alguna, pero, al mismo tiempo, en Catalunya y España hay que tomar decisiones urgentes.

Después del ataque a los derechos de los procesados con su encarcelamiento, la detención de Puigdemont es otro golpe a la institución parlamentaria que obliga a esta a ser más diligente y precisa de lo que ha sido hasta la fecha. Ya no basta con el "frente democrático" que proponía ayer Torrent. El Parlament debe tomar medidas claras y de resistencia frente al atropello. Y no se me ocurre ninguna otra mejor para recuperar el terreno perdido que investir presidente a Puigdemont. Sin duda algo así no será tolerado por el gobierno central, con lo que será este quien se vea obligado a dar una respuesta que, probablemente, estará animada del mismo espíritu represivo. Con todos sus dirigentes en la cárcel o el exilio, el bloque independentista no tiene nada que perder. Al contrario, al enfrentarse al Estado represivo, fortalecerá su decisión y organización y postulará nuevos dirigentes. El ciclo se repetirá: más cárceles; más resistencia. Nadie dijo que España dejaría libre a Cataluña a las primeras de cambio.

De llorar es la posición de la izquierda española. Llevo años diciendo que la falta de comprensión del independentismo catalán ha destrozado a esta izquierda. Ahora ya está literalmente triturada y sus dirigentes son patéticas figuras de la derrota y la impotencia. Pedro Sánchez ha revelado su fondo íntimo de viejo fascista nacional español dispuesto a apoyar a los peperos del 155 y ha llevado su ignominia al extremo de impedir que puedan investigarse los crímenes, torturas y asesinatos de los franquistas de los que fueron víctimas muchísimos socialistas; es decir, ha traicionado lo que se llama "la voz de la sangre". Los de Podemos no le andan mucho en zaga: se horrorizan con aspavientos monjiles de la bestialidad de la represión pepera como si alguna vez cupiera esperar algo distinto. Pero nada más. Al contrario: tratan de engañar a la gente falseando el contenido revolucionario del independentismo catalán, mintiendo tan descaradamente sobre sus intereses de clase como la prensa cavernaria. En definitiva, aunque parezca que se pegan, no se diferencian mucho pues comparten una misma idea de España: la nacional de la derecha que los franquistas pretenden imponer, como siempre, a cristazos y estos seudoprogres con rollos doctrinales sobre la "fraternidad" de los pueblos de España que no ha existido nunca, ni existe, ni existirá.  

diumenge, 25 de març del 2018

Mañana, Puigdemont presidente

El "asunto interno"español es un tema europeo. El juicio político que los tribunales franquistas españoles hacen como causa general contra el independentismo ha saltado las fronteras e involucra a otros países, sus policías y sus propias administraciones de justicia. En las próximas horas se conocerá el destino inmediato del presidente, según sea la decisión que adopten las autoridades alemanas. 

No se me alcanza que, en estricta justicia, Alemania entregue a Puigdemont a España para que esta continúe con la farsa del juez Llarena. Pero, como la capacidad de este gobierno de presuntos delincuentes de engañar y mentir es tan grande, nadie puede estar seguro de nada. 

En todo caso, sea cual sea la decisión en Alemania, la detención del MHP viene a resolver un enojoso problema: ¿qué hacer después de los arbitrarios encarcelamientos de los líderes indepes catalanes siempre bajo órdenes del mismo juez-comisario? Había debates y controversias entre los dirigentes republicanos y diferencias tácticas considerables. La intensificación de la represión y el encarcelamiento del presidente con su alto valor simbólico, obligan a reconocer que es necesario adoptar decisiones nuevas, a aceptar un territorio nuevo de defensa. 

Vista la decisión del Estado de proceder por la vía penal y cerrar toda posibilidad de diálogo y negociación, solo queda que el Parlament reconozca a Puigdemont como legítimo presidente de la Generalitat y lo invista como tal. Es la única decisión a tono con la gravedad del ataque y la dignidad del pueblo y las instituciones de Catalunya. 

Causa general contra el independentismo

El alineamiento dels Comuns/Podem con el frente propuesto por Torrent abre alguna escasa perspectiva que conviene explorar. En la medida en que no sea una mera pulsión ex abundantia cordis ante la brutalidad carcelaria del Estado que puede amainar tan presto como se ha producido, será preciso calibrar su alcance político. ¿Sería posible una alianza en la que els comuns firmaran la estrategia indepe o solo a condición de que los indepes renuncien a aquella a cambio de un régimen más o menos rebozado de autonomía? 

Comenzamos rechazando la segunda opción (alianza con rebaja del objetivo republicano a autonómico) no solo porque no sea grata a los ojos de Palinuro, sino porque no es probable, pues las elecciones a dos meses son una opción atractiva. Se pueden perder o ganar pero, si no se hacen, el gobierno de marco autonómico está ya perdido. El argumento de que perder significa también perder lo que ya tenemos, invita a la pregunta de ¿qué tenemos? Suena la respuesta del abate Sièyes: "nada". ¿Qué tenemos? Nada si lo que tenemos nos puede ser arrebatado de un plumazo del 155.

Más verosímil es la primera opción (comuns con indepes con programa indepe) que tiene varias ventajas: garantiza estabilidad legislativa, aleja el fantasma de nuevas elecciones que muchos miran con pavor (no así Palinuro) y consolidan la mayoría indepe hasta los 78 diputados. Libera al bloque JxC/ERC de la dependencia de los votos de la CUP, aunque esté por demostrar que esto sea una ventaja y no un inconveniente. Es un típico asunto de tiempo. Si esa alianza se da, la obtención del objetivo rupturista de la CUP se acerca. Pero solo se acerca. Al margen de si la alianza con los Comuns aguantaría un aumento de la tensión con el Estado, está por ver hasta dónde puede llevar su programa el frente democrático en la consolidación de la República y en el susodicho marco estatutario. 

Al margen de estas consideraciones, queda por conocer la reacción de los otros dos palos del trípode indepe ante el encarcelamiento en serie: los partidos y la gente, incluyendo en "la gente" sus formas de articulación, ANC, Ómnium y los CDRs. Los dirigentes vuelven a estar acosados por la persecución de los tribunales; Puigdemont ha abandonado Finlandia y ha retornado a santuario belga. Los demás exiliados en similar situación de busca y captura estarán tomando sus medidas. La valiente Marta Rovira estará ahora seguramente recibiendo un briefing de Anna Gabriel sobre los primeros pasos del refugiado. En un par de días a lo sumo, podrán celebrar un consejo en la cumbre para adoptar medidas y difundirlas. La intensificación de la guerra del Estado contra el independentismo catalán requiere una respuesta articulada con el máximo apoyo posible, desde luego, pero sin ceder en la justicia de sus pretensiones. Los partidos están obligados a mantener la unidad para impulsar nuevas medidas de acción colectiva en el marco de la resistencia pacífica y cívica en defensa del derecho a tener derechos. 

Sin duda, mientras los indepes reorganizan sus melladas filas y determinan una línea común de acción, el gobierno y sus tribunales procederán a inhabilitar a todos los procesados para que no puedan formar parte de lista electoral alguna en el Estado español. Incluso las listas al Parlamento europeo. Lo cual es absurdo porque si Puigdemont no puede ir en una lista europea en el Estado español puede ir en una de Flandes o de Bélgica o de Italia. 

La inhabilitación, asimismo muestra el corto alcance de las medidas represivas que solo pueden ser personales. La inhabilitación es otro de esos laberintos en que los jueces españoles muestran la tosquedad de su concepto. Habrá que ver cómo inhabilita Llarena a Puigdemont para el ejercicio de presidencia simbólica de la República Catalana, basado en un acuerdo tácito de la mayoría parlamentaria. Entre tanto, los dirigentes de los partidos indepes tienen que explicar lo que en los tiempos del octubre rojo se llamaba "la línea general".

Están obligados a mostrar el camino y graduar la intensidad de la respuesta. Y ello no solo porque sea la única forma de sacar a los presos políticos y hacer retornar a los exiliados sino porque el movimiento en su conjunto, sintiendo los encarcelamientos como humillaciones más allá de límite, está conteniendo la presión precisamente en espera de las orientaciones tácticas. Y no hay camino atrás; solo delante.

Los dirigentes no sacaron el movimiento de la nada, como dice creer el nacionalismo español, sino que fue el movimiento el que los puso a ellos al frente. Y seguirá sacando dirigentes de su seno porque es el propio movimiento el que dirige; adelante.

dissabte, 24 de març del 2018

España quedó atrás se presenta el lunes en el Goya


España quedó atrás (Barcelona: Ara Llibres, 2018)
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Ayer, viernes, estuve firmando ejemplares en Esplugues después del acto. Pero saldrá a librerías el lunes 26. Se presentará en el Teatro Goya de Barcelona el propio lunes a las 19:30. Las reservas de entradas figuran en la invitación, hasta completar aforo. Presentan Joan Carles Girbés (editor), Elsa Artadi, Carles Riera y servidor. Modera Salvador Cot (elMón.cat). Muy prometedor cartel. Ardo en deseos de escucharlos a todos, especialmente a Artadi y Riera por razón de su representatividad. Y me considero muy honrado por su presencia.

Se recordará que, en la convocatoria anterior, advertía de que quizá Artadi y/o Riera no pudieran asistir por causa de fuerza mayor. Pero la fuerza es tan mayor y se ha desatado con tanta furia judicial que ya ha dejado el paisaje desolado después de la batalla antes de la batalla, encarcelando a cinco representantes más. Llarena es como uno de esos oscuros dioses que exigen víctimas de continuo para satisfacer sus deseos; en este caso la megalomanía de un hombre, dispuesto a demostrar a sus manes franquistas que aquí siguen los del Alzamiento haciendo guardia junto a los luceros y encarcelando separatistas. La unidad de la patria que Campechano I prometió al caudillo tota hispaniae en el lecho de muerte que guardaría a toda costa se desintegra a los ojos del hijo Preparao, encargado de mantener el cadáver hispánico como si estuviera vivo.

Ahora, después del destrozo de ayer en los derechos y garantías básicas de los ciudadanos provocado en nombre del Estado de derecho a la medida carcelaria usual en el país, entramos en nueva época: el ejercicio del derecho de resistencia frente a la iniquidad de un poder tiránico carente de toda legitimidad.
  
Nos vemos en el Goya.

2.060.000 rebeldes

Continúa el carrusel del disparate en todos los desórdenes. Todos/as a la cárcel. Cárcel también espera a los del exilio si las pillan. A la cárcel los representantes electos. ¿Por qué? Por la presunta comisión de varios delitos. Dejemos los delitos en sí y vayamos a la acción de delinquir. Según la teoría de la representación aquí aplicable más o menos laxamente, estos representantes son los mandatarios de los electores que son los mandantes. ¿Y el mandato? Declarar e implementar la República catalana independiente. Lo han cumplido hasta donde los han dejado. ¿Es eso delito? ¿Es delito el referéndum del 1-O? De serlo son delincuentes los autores materiales (los representantes) y los intelectuales (los representados), así que, en efecto, 2.060.000 delincuentes, todos a una, Fuenteovejuna. Si el 1-O era ilegal, votar, salvo en acto de sonambulismo, era ilegal. Es lo que tiene poner las instancias judiciales al servicio de las políticas.
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Se celebra el cuadragésimo aniversario de la Constitución de 1978. Y se celebra bajo mandato del partido algunos de cuyos miembros originarios votaron en contra de ella. Como también se celebra estando en vigor el artículo 155, el bucle se cierra. Si quienes votaron en contra en 1978 querían que España siguiera sin Constitución, lo han conseguido. España carece de Constitución pues el art. 155 la deja en suspenso. Quienes sostengan que, pues el 155 es un art. de la Constitución, esta está en vigor, que relean las aventuras del barón de Munchhausen, el que se sacaba del pantano tirándose de los cabellos.
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Ahora reaparecen las famosas órdenes internacionales en pintorescas modalidades. Como están las cosas, adelantar una negativa generalizada en Europa a esta demasía no es arriesgar mucho. El mayor desprestigio de la justicia y la judicatura españolas está garantizado. Todo el mundo ha visto ya que se trata de una causa política general de un tribunal que atiende a las necesidades del gobierno y pretende resolverle por vía jurídica lo que aquel no puede, no sabe o no quiere resolver por vía política. Pero jurídicamente esto es una vergüenza estilo justicia de Peralvillo.
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Política y paradójicamente estos encarcelamientos han resuelto las reservas y recelos del bloque de partidos  independentistas. El Estado ha zanjado la cuestión con una declaración de guerra de hecho. Y todos a la cárcel. Política de mano dura y escarmiento. Estilo autoritario de la casa. Verás tú cómo ceden. Pero no ceden. Aquí puede acabar cumpliéndose la impresión de Palinuro: para vaciar las cárceles, primero habrá que llenarlas. Para traer a la gente del exilio hay que ir a buscarla.
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¿Y los indepes? Deliberando. Y hacen bien. El momento lo requiere. No se cede, pero tampoco se salta al vacío que es lo que las provocaciones del Estado buscan. Ellos lo llaman "aplicar la ley" pero todos saben que esta solo es ya la voluntad omnímoda de un hombre como M. Rajoy. 

El Parlament, reunido hoy solo podrá investir a un lazo amarillo. El candidato propuesto es secuestrado (políticamente hablando) por un órgano judicial que se sitúa por encima del legislativo. Este, sin embargo, en teoría, puede hacerlo todo. Pase, pues, de la teoría a la acción y haga algo, manifieste su voluntad. Invista a Puigdemont. Agote los dos meses proponiendo candidatos pero no votándolos. Diga a los representados, a la gente, cómo se va a responder a la enésima agresión. 

La gente. He visto llamamientos a acciones colectivas de boicots viarios o de otro tipo. Las reacciones espontáneas de indignación son lógicas pero no siempre oportunas y suelen ser descoordinadas y, por tanto, fáciles de aplastar por la represión. Si la densidad impide la represión y se producen formas de coordinación también espontáneas, aquí no se ha dicho nada. Lo evidente, palpable, manifiesto en la sociedad es una voluntad de acción colectiva que, partiendo del 1-O está dispuesta a sostener formas pacíficas de resistencia y desobediencia. Existe la fuerza; faltan las directrices tácticas. La estratégica sigue siendo la de siempre. Aquí debe proponer el Parlament y también la terza gamba del movimiento independentista.

El bloque de partidos independentistas. Los ha reunido de nuevo la virulencia (por lo demás, esperable) del último ataque. Es este el que dará sentido a la nueva etapa del conflicto en la que es probable se entre en una dinámica electoral que acabará en el referéndum. El tercero desde el 1-O de 2017. Y ese sentido consiste en desplazar el eje de la acción colectiva de la independencia a la democracia. Nadie quiere volver a la dictadura, que es el programa del 155. No en Catalunya. En el resto del Estado, ellos sabrán. La lucha es hoy por la democracia. Entiéndase bien: no por la independencia (que también, claro es), sino por el derecho a ser independentista, el derecho a tener derechos, como defendía Hannah Arendt, a no ser arbitrariamente perseguidos por razones políticas con ficciones jurídicas. Esa lucha interpela a sectores catalanes más amplios que los puramente independentistas. Debiera interpelar a sectores populares y de la izquierda española. Pero esa es otra historia.
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¿Qué ha pasado con la izquierda española? Sencillo: el PSOE apoya el 155 en los términos que M. Rajoy, considera "de sentido común": la Generalitat solo puede estar presidida por quien él quiera, es decir, por un candidato "limpio". Lo dice quien lo dice y el PSOE calla. Pero donde el PSOE calla, Podemos habla: ¡qué horror encarcelar igual que Santiago Matamoros segaba cabezas de infieles! ¡Qué falta de juridicidad! ¡Qué prevaricación! Bien, de acuerdo, y ¿qué más? ¡Ah! España sin los catalanes es inconcebible. España, porras, es plurinacional. Los catalanes deben sentirse fraternalmente tratados en España. Olvidemos el adverbio que tiene mucha miga porque fraternales eran las relaciones de Caín y Abel y no sé yo sí... El asunto es que, tanto si la fraternidad es la de Caín y Abel o la de los Graco, la tierra en que florecerá es España. El derecho a irse de España no existe, dicen los más españolistas; y, si existe, no se reconoce jurídicamente, dicen los del aparato; salvo que medie un acuerdo político universal de los españoles en el que voten hasta los del Valle de los Caídos, dicen los utópicos. 
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La lucha catalana tiene una gran resonancia internacional y despierta crecientes simpatías. Asimismo el modo en que el Estado lo trata, suscita escrúpulos hasta en el bloque del 155. Pero los indepes catalanes saben y saben bien sabido que, en último término, solo cuentan con sus propias fuerzas. Que son muchas. Cada vez más. 


divendres, 23 de març del 2018

La revolución catalana se acelera

Las revoluciones solo revelan su lógica y su ritmo post festum. Mientras están siendo muchas veces resultan desconcertantes, contradictorias, repletas de disensiones y discordias. Recuérdese la advertencia de Marx: los seres humanos hacen la historia, pero no en cualesquiera condiciones sino en las que les son impuestas. En el caso español, además no son solo filosóficamente impuestas, sino también política, jurídica, coactiva, violentamente impuestas.

Estas confusiones impactan en el ánimo de la gente del movimiento indepe, en muchos casos negativamente y generando desánimo. La parte final del discurso de Riera ayer, dando por acabado el "procés" y pasando a la oposición, podría leerse como una ruptura de la unidad independentista. Esa es la piedra de toque de la situación. Si la unidad se rompe, se acaba el procés y la independencia y la república. Y el responsable de esa ruptura probablemente caiga en el ostracismo electoral.  Pero, ¿se ha roto esa unidad? Riera deja claro que su presidente es Puigdemont o en quien él delegue, pudiendo delegar. Eso no es romper unidad alguna sino sostener una visión rupturista no interna sino externa al proceso. Algo legítimo. Como legítima es la propuesta de JxC y ERC de proclamar un gobierno "efectivo" que Palinuro calificó de "fabiana". 

Esta discrepancia atiende a muchos factores. También los personales, como es lógico. Hay participantes en el proceso que se enfrentan a circunstancias procesales difíciles. Y, por supuesto, están antes los presos y exiliados políticos. Todo lo cual merece ser atendido. Desde luego, el proceso revolucionario se hace con perspectiva histórica pero no al extremo de pasar por encima de los individuos como un Moloch. También son lógicos los escrúpulos respecto a la base demográfica del independentismo, aunque inútiles porque esta solo puede ampliarse ahora mismo a base de alianzas que desdibujarán el objetivo último, por decirlo suavemente.

Por lo demás, la incertidumbre y la prolongación van en favor del independentismo dado que el unionismo está condenado a la inoperancia por falta de quórum. De ahí que el gobierno español esté urgido de que haya un govern catalán pero, a la vez, boicotea su formación por no dar su brazo a torcer. Concede así una baza a su adversario que puede explicar al mundo cómo el independentismo lleva ya tres candidatos propuestos y los tres han sido vetados por el Estado y sus tribunales en contradicción con el principio de representación democrática. 

Esta inoperancia del unionismo se ha puesto de manifiesto en el veloz intercambio de los dos últimos días. Como si quisiera dar la razón a Riera cuando dice que la pretensión del Estado es gobernar Cataluña a golpe de tribunales, apenas se mencionó el nombre de Turull, Llarena anunció que iba a citar a los procesados en esa curiosa causa que instruye medio en secreto medio en público, con amenaza de encarcelar a Turull. Esto provocó la convocatoria relámpago de ayer en que la CUP se abstuvo. Torrent anunció acto seguido la convocatoria del pleno para segunda vuelta mañana sábado a las 10 de mañana. 

Es lo que los ingleses llaman biting the bullet, y traduciríamos como "jugándosela". Hoy Llarena tendrá que decidir si encarcela a los seis peligrosos rebeldes catalanes, entre ellos a Turull o si los deja en libertad provisional. Si los encarcela se probará que se pretende gobernar el Parlament desde los tribunales españoles. A ello podrá el independentismo responder con la ruptura (proponiendo a Puigdemont) como pide la CUP o acatando el marco estatutario. Así sería en todo caso si el juez decide dejarlos en libertad. Libertad provisional, condicionada, a plazo fijo. Justo hasta el momento en que el gobierno pretenda poner en marcha el mandato republicano que recibió el 1-O y el 21 de diciembre. A ese punto de ruptura llevan indefectiblemente las dos vías, quizá con una diferencia de breve tiempo. 

La conclusión será la misma, haga el independentismo lo que haga, porque las condiciones las impone su enemigo. Solo un aspecto, aparentemente anodino, estorba los planes de este último: al haberse producido la votación, comienza la cuenta atrás de los dos meses para las nuevas elecciones si no se forma govern. Y en ese horizonte de elecciones nos lo jugamos todo. Al margen de cómo se organice la vida institucional en la Generalitat, cuestión de bastante relieve, las elecciones plantean desde ya la opción entre lista de país o listas diferenciadas. Teniendo en cuenta que estas últimas nos han traído hasta aquí, ¿qué tal si probamos con la primera?

dijous, 22 de març del 2018

A las cinco de la tarde

Sigue la tragicomedia española. La tragedia en esa hora lorquiana de convocatoria ("¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!") para investir president a Turull. La comedia, en el toque costumbrista del Five o'clock tea, hábito de gente de mundo que actúa con soltura en sus instituciones.

Los trágicos ya aprestan los cuchillos. Amenaza el trueno monclovita con mantener el 155 si es investido Turull, cuyo futuro procesal es cuando menos sombrío. La brigada judicial preanuncia su decisión citando el viernes a las partes en el proceso que lleva, en concreto a Turull, Romeva, Forcadell, Rull y Bassa y con ánimo protervo, pues también pretende revisar su situación en cuanto a la libertad. Son amenazas dictadas por el despecho ante la convocatoria relámpago del pleno para hoy a las cinco de la tarde. "¡Eran las cinco en sombra de la tarde!". El juez se encuentra ahora con que en lugar de tomar medidas con un candidato, incluida la cárcel, ha de hacerlo con un presidente de la Generalitat. A él le dará igual; al mundo, no. 

La parte costumbrista mantiene el interés. La CUP tomará una decisión sobre las tres en el après midi du faune. Supongo que la abstención en primera vuelta se mantendrá en la segunda y el candidato saldrá elegido por mayoría simple. Aunque habrá que ver qué sucede con los votos de los exiliados y encarcelados.

En cualquier caso  el Tribunal Supremo ya ha anunciado su propósito de procesar por los famosos delitos construidos y, por tanto, la suerte inmediata de los procesados, Turull incluido, está ya echada. Parece oportuno fortalecerlo en lugar de debilitarlo. Si los tribunales quieren (y pueden) seguir su juicio político, que lo hagan contra figuras de la máxima legitimidad.

Que encarcelen a un presidente de la Generalitat investido por mayoría absoluta.

Efectivamente, es la revolución catalana.

dimecres, 21 de març del 2018

El doble gobierno de la República Catalana

Aquí mi artículo de hoy elMón.cat, titulado "doble responsabilidad", en el que se analizan los diferentes aspectos y facetas del gobierno de la República Catalana.

La versión castellana

Doble responsabilidad

Muy buena la decisión de Torrent de iniciar el proceso de reforma de la Ley de la Presidencia, según la proposición presentada por JxC hace mes y medio. Se trata de abrir la posibilidad de investidura telemática de modo expreso para contrarrestar la base de la prohibición del Tribunal Constitucional (TC). Es bueno, desde luego, agotar todas las posibilidades; sobre todo si son pocas. El TC mantendrá su negativa , aunque la norma permita la investidura y hasta la ordene. Si es preciso, la base de la prohibición pasará del orden jurídico al filosófico y al metafísico. No se puede investir a un presidente en ausencia porque la nada no puede materializarse.
La evolución de la situación en Catalunya marca la política española. El gobierno y el bloque del 155 esperan que la formación de un gobierno “aceptable” para Madrid permita el retorno a la normalidad y el levantamiento del 155. Pero se reservan el derecho a decidir qué sea y qué no sea un gobierno “aceptable” de la Generalitat; ellos, que son incapaces de tener un gobierno aceptable en Madrid.

Aparte de aceptable para el bloque del 155, el gobierno debe ser “eficaz” para el independentismo. Es obvio que este tiene un contenido político que desborda el marco legal de un gobierno que el bloque del 155 pueda admitir. Y también lo es que intentará ejecutar al completo el mandato que ha recibido. A los efectos, la mayor “eficacia” del gobierno consistirá en dividirse en cierto modo, desdoblarse en una especie de poder dual: la gestión legal ordinaria del govern de la Generalitat y los pronunciamientos políticos a cargo de la acción exterior de la República, un desdoblamiento en una presidencia política y un consejo de ministros.

Por supuesto, desde el punto de vista del Estado esta doble responsabilidad del poder es absolutamente inaceptable. Guárdese el legislador catalán de darle forma jurídica, pues será inmediatamente recurrida al TC. Habrá entonces que darle forma política, vía que el Estado no puede cuestionar, fuera de reiterar que, sea lo que sea, carecerá de efectos jurídicos. Pero eso no pasa de ser una ilusión: si hay una voluntad política se convertirá en jurídica tarde o temprano.

La dualidad de la autoridad tampoco precisa mucha determinación normativa. Se va realizando sobre la marcha del funcionamiento de unas instituciones republicanas, aunque en situación de excepcionalidad es de esperar que transitoria. Esta República que el nacionalismo español niega y trata de reprimir a cualquier precio avanza en muy diversos ámbitos: el primero, el exterior, con una presidencia sumamente activa que ha puesto la cuestión en la agenda mediática europea e internacional, mostrando al mundo la cara represiva del Estado español. El segundo, una actividad parlamentaria institucional que mantiene el compromiso de consolidar estructuras republicanas en presencia de un Estado monárquico incapaz de reaccionar. El tercero unos presos, exiliados y embargados políticos que han pasado de ser rehenes del aparato represivo español a convertirse en símbolos movilizadores de la lucha, hasta el extremo que los carceleros, habiéndose dado cuenta, están buscando excusas para, cuando menos, excarcelar a los presos políticos. El cuarto, un movimiento independentista popular, unido, coordinado, muy eficaz y coordinado con los otros tres.

No obstante, esta doble vía “eficaz” de la acción del gobierno tampoco tiene garantizado largo recorrido. En algún momento, el Parlament tendrá que debatir sobre la propuesta de un referéndum pactado que afecte a la estructura constitucional del Estado. Y ahí habrá un veto del Estado. Este no considera la posibilidad de iniciar por su cuenta tal reforma y mucho menos reconoce a una parte de él mismo la facultad de iniciarla. Y, si hay que desandar el camino del país “más descentralizado del mundo”, se desanda.

Ese será el momento en el que, con los presos, los exiliados y los embargados muy presentes, habrá un recurso a la desobediencia civil y la resistencia pacífica. Las posibilidades de estas dependen en gran media de la reacción represiva que provoquen en el Estado. Esta reacción, a su vez, estará muy condicionada por el grado de atención con que la comunidad internacional siga el desarrollo del conflicto entre España y Catalunya.

Por eso es tan esencial que el gobierno “eficaz” actúe coordinadamente en todos los ámbitos, el interior y el exterior, el institucional y el social, el material y el simbólico. Los dos elementos esenciales para el triunfo del movimiento independentista son la unidad en el interior y su proyección exterior.

dimarts, 20 de març del 2018

A distancia e itinerante

La complejidad de la política catalana está poniendo a dura prueba las mesetarias cabezas. A tres frentes han de atender estas, hombre, por Dios: el exterior, el parlamentario institucional y el extraparlamentario del bloque indepe. Para volver loco a cualquiera. 

De un lado, los partidos independentistas siguen en sus prolijas negociaciones sobre las personas, los compromisos y los mecanismos de seguridad como una cuestión de confianza a mitad de la legislatura. Refinamientos casi florentinos de los que acabará saliendo un nombre propuesto para la investidura.

De otro lado, la mesa del Parlament  pone en marcha el procedimiento para modificar la normativa vigente y posibilitar la investidura telemática o, en general, no presencial. Es este territorio que el Tribunal Constitucional considera predio exclusivo. O sea, vamos rumbo a otra confrontación antes o después, sazonada con el 155.

Finalmente, de otro, la representación exterior de la República Catalana sigue haciendo visible el conflicto, internacionalizándolo y demandando mediación. Los analistas españoles tienden a reducir la cuestión catalana a la formación de gobierno y el funcionamiento de las instituciones, ignorando la repercusión externa del proceso republicano. La visibilidad internacional de este es la principal garantía de su continuidad pues el Estado no podrá acudir a los procedimientos dictatoriales a los que acudió en ocasiones anteriores. 

dilluns, 19 de març del 2018

España; al borde del ataque de nervios

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El vídeo que se mostró ayer en Ginebra sobre el conflicto España/Cataluña.

El constitucionalismo aquí y allí

En ningún aspecto es más claro el enfrentamiento entre España/Castilla y Cataluña que en el de la prensa, avanzada de las ideologías. 

Tratamiento de la manifestación por la unidad de España de ayer domingo por la unidad de España en dos medios uno digital català digital y el otro El País. 

El digital incluye una panorámica del conjunto de la manifestación en toda su extensión. El País un interesante, animado y colorido vídeo de 1'29''.

El titular del digital es una referencia burlona a la cifra de asistencia aportada por la Societat Civil Catalana (SCC). El de El País, una interpretación ideológica del acto y sus excelsas cualidades: el Constitucionalismo se manifiesta unido. Y, en efecto, muy unido; está hasta el tabarnés. Quizá no sea muy numeroso. Cita la cifra de la Guardia Urbana (7.000) y la de la SCC (200.000). Pero el vídeo es muy entretenido: imágenes de la cabecera de lejos y de cerca y las banderas al viento, incluso las de Tabarnia que dan al conjunto un aire como de torneo medieval; entrevistas a la gente, a las líderes y lideresos; tomas de los discursos de las personalidades de la vida civil, la cultura, etc.; pero ningún plano general. Aunque la noticia viene a reconocer resignadamente la cifra más baja insinuando que el bendito 155 y la acción de la justicia (sic) han apagado las movilizaciones anteriores, mucho más numerosas. 

Pues no ya los 200.000 de la SCC; ni los 7.000 de la Guardia Urbana. Según el tuitero Jesús Rodríguez, que aplica un procedimiento prácticamente exacto, 5.317. Y eso contando los viandantes, transeúntes, espectadores, comerciantes, personal de la SCC y policías. O sea, que tampoco es tanto el mérito de que el constitucionalismo esté unido ya que es algo escaso.

Por cierto, a El País, cegado por el brillo de los discursos constitucionalistas, se le olvida mencionar que el día anterior, sábado, la misma SCC hubo de desconvocar otra manifestación igual en la Plaza de Colón de Madrid bajo el lema "dos colores, un sentimiento". La justificación, el mal tiempo. La razón: no fue casi nadie. El medio digital, en cambio, no se priva de hacer malévola referencia al hecho o, mejor dicho, no hecho.

No es de extrañar que esté enfrentado un país cuyos medios lo ven tan incompatible. El constitucionalismo español no parece dispuesto a bajar de las banderas en los balcones a la calle en la capital y en Barcelona, aun sumando los sectores frikies, carece de fuerza de movilización, aunque habrá quien diga que carece de fuerza por incluir a los frikies. El independentismo catalán, en cambio, inunda las calles de Catalunya. De color amarillo pero también de muchos otros colores y formas de una sociedad en movimiento que está planteando el conflicto en todo tipo de foros internacionales.

divendres, 16 de març del 2018

Si no se encuentran las pruebas, se fabrican

En un país en el que el ministro del Interior practica la guerra sucia contra el independentismo y difunde noticias falsas contra sus adversarios. En el que el centro oficial del "inteligencia" y espionaje no aclara cuál es su relación con un confidente policial al que se acusa de haber planeado un atentado contra civiles indefensos. En el que diversas autoridades del partido del gobierno están acusadas de falsificar documentos y de financiarse ilegalmente. En el que el presidente del gobierno, sospechoso de cobrar sobresueldos en B, envía mensajes de ánimo a los delincuentes y presuntamente miente en sede judicial al declarar como testigo. En el que los jueces no necesitan pruebas para encarcelar a la gente. En el que las autoridades roban, mienten y abusan a mansalva. En que los fiscales se inventan los delitos. En el que el gobierno impone el veto a los debates del Parlamento. En el que se filtran documentos falsos para incriminar a partidos de la oposición como Podemos una y otra vez. En el que los gobernantes amenazan directamente a los ciudadanos con echarles encima unos jueces que obedecen lo que dice el poder. En el que unas pruebas incriminatorias contra los gobernantes desaparecen misteriosamente de las dependencias oficiales y en el que otras son destruidas a martillazos. En el que se falsean todos los datos estadísticos. En el que se encarcela arbitrariamente a tuiteros, titireteros o cantantes por expresar opiniones. En el que policías de paisano agreden a ciudadanos pacíficos. En el que los gobernantes acusan a las víctimas de la violencia policial de haberla empleado en contra de la policía. En el que las fuerzas del orden ocultan su identificación y falsifican las actas de detención y registro.

En ese país, ¿qué seguridad tienen los ciudadanos de que, cuando la Guardia Civil entra en las sedes de la Generalitat y Ómnium, en busca de pruebas de delitos, no es ella misma la que las pone?

La dictadura del B155 y la banda de ladrones sestá pidiendo ya a gritos la intervención de la comunidad internacional para proteger a la población civil frente al maltrato y el expolio practicado por la asociación con ánimo delictivo que llaman PP o partido del gobierno. 

dijous, 15 de març del 2018

Nuestra República



Hoy nos veremos en Hostalric, a hablar un rato  sobre la República que estem a fer entre totes, exactament com els espanyols diuen que van fer amb una constitució que els va donar la divina providencia. 

La República Catalana está ya in fieri, va haciéndose poco a poco, con cada acto de resistencia, cada manifestación, cada protesta, cada día de cárcel de nuestros presos, cada decisión del Parlament, cada exilio, cada porrazo, cada auto del inefable juez Llarena. Sale de lo más profundo de un movimiento que se mantiene firme y vigilante y evita que los políticos a su vez desfallezcan o se disgreguen.

Y es ya el acontecimiento más importante a escala europea que se sigue con gran interés en todo el continente. De aquí que haya sido un gran acierto internacionalizar el  conflicto con los exilios de Puigdemont y Gabriel. Ahora, Ponsatí retorna a Escocia. Ya tenemos otro punto de fricción con el Reino Unido. Y, además, Puigdemont ha pedido y logrado el permiso de las autoridades suizas para viajar al país y mantener en él actividades políticas, la primera de las cuales, sin duda, será reunirse con Anna Gabriel y continuar coordinando la acción exterior de la República. 

Esta echa a andar en condiciones muy difíciles, pero nunca serán lo bastante para acabar con ella y con el movimiento independentista. Quienes ha resistido 300 años de intento de aniquilación cultural y nacional, pueden resistir diez más; quienes han resistido el mismo intento reforzado en los últimos 10 años, desde el nuevo asalto a partir de 2008, pueden resistir diez meses más; quienes han resistido diez mesess, pueden aguantar diez semanas más a partir de ahora hasta que el inicuo e ilegítimo poder central admita su impotencia y acabe desistiendo y entendiendo que el restablecimiento de la "normalidad institucional" en la que tan interesados están solo se logrará reconociendo el resultado de las elecciones del 21 de diciembre, permitiendo la investidura del presidente legítimo, Puigdemont, liberando a los presos políticos y facilitando el retorno de los exiliados y negociando civilizadamente con una Generalitat comprometida con el mandato recibido el 1-O.

Aunque a veces la impaciencia nos acicatee, el tiempo trabaja a nuestro favor por una serie de razones de las que hablaremos hoy en Hostalric. Allí nos vemos.

dimecres, 14 de març del 2018

Via lliure a la República.

Hoy, Palinuro estará en la cárcel en Mataró. Pero, gracias a la infinita misericordia de los patrióticos carceleros españoles, cuenta con estar libre luego por la noche,  o todo lo libre que se puede estar en un país en el que hay gente en la cárcel por cantar, por hacer chistes, por discutir en un bar, por manifestarse pacíficamente o por lo que les dé la ganas a los jueces. Una vez, pues, moderadamente libre, viajero incansable, mañana se acercará a Hostalric, a hablar un rato con los amigos sobre la República que estem a fer entre totes, exactament com els espanyols diuen que van fer amb una constitució que els va donar la divina providencia. 

La República Catalana está ya in fieri, va haciéndose poco a poco, con cada acto de resistencia, cada manifestación, cada protesta, cada día de cárcel de nuestros presos, cada decisión del Parlament, cada exilio, cada porrazo, cada auto del inefable juez Llarena. Sale de lo más profundo de un movimiento que se mantiene firme y vigilante y evita que los políticos a su vez desfallezcan o se disgreguen. 

Y es ya el acontecimiento más importante a escala europea que se sigue con gran interés en todo el continente.

De todo ello hablaremos mañana.

Hoy en la cárcel de Mataró

Magnífica iniciativa la de Ómnium y la ANC. El nombre, un poble empresonat, está muy bien elegido. Los presos políticos independentistas (hay otros presos políticos en el Estado, pero lo son por otros motivos) son representantes populares o dirigentes de asociaciones legales. Al encarcelar a sus representantes, se encarcela a todo un pueblo. Y este lo hace notar y protesta por ello. 

Quienes han encarcelado a los dos Jordis, Junqueras y Forn calcularon que el hacerlo no ocasionaría actos, protestas, manifestaciones más allá de algunas simbólicas y de breve duración. Unos días de jaleos y protestas y, después, retorno a la normalidad de la vida cotidiana en la que el recuerdo de los presos iría desvaneciéndose poco a poco.

Sin embargo, desde el inicio del encarcelamiento, no ha pasado día en que, de una forma u otra, no se haya recordado a los presos o se les hayan mandado mensajes de solidaridad y apoyo. Actos institucionales de todo tipo, omnipresencia del amarillo por doquier, frecuencia de los lazos de ese color, actos, manifestaciones, veladas, conciertos. Los presos están permanentemente rodeados del afecto de la población.

La idea de este acto de varios días de duración, del miércoles 14 al domingo 19, es mostrar la solidaridad de un pueblo con sus dirigentes secuestrados. Es un procedimiento empático consistente en una especie de jaulas con barrotes, celdas que se instalan en mitad de la Plaça de Santa Anna y en las que nos encierran durante un par de horas en que, así encerrados, si no he entendido mal, departimos con el público. A Palinuro le corresponde de 19:00 a 21:00 y compartirá "cautiverio" con Mireia Boya en la celda contigua. 

El acto tiene también un elemento lúdico hecho de música, arte, butifarrada, etc. Que no todo ha de ser penar por la causa. 

dimarts, 13 de març del 2018

Mañana, en la cárcel en Mataró

Magnífica iniciativa la de Ómnium y la ANC. El nombre, un poble empresonat, está muy bien elegido. Los presos políticos independentistas (hay otros presos políticos en el Estado, pero lo son por otros motivos) son representantes populares o dirigentes de asociaciones legales. Al encarcelar a sus representantes, se encarcela a todo un pueblo. Y este lo hace notar y protesta por ello. 

Quienes han encarcelado a los dos Jordis, Junqueras y Forn calcularon que el hacerlo no ocasionaría actos, protestas, manifestaciones más allá de algunas simbólicas y de breve duración. Unos días de jaleos y protestas y, después, retorno a la normalidad de la vida cotidiana en la que el recuerdo de los presos iría desvaneciéndose poco a poco.

Sin embargo, desde el inicio del encarcelamiento, no ha pasado día en que, de una forma u otra, no se haya recordado a los presos o se les hayan mandado mensajes de solidaridad y apoyo. Actos institucionales de todo tipo, omnipresencia del amarillo por doquier, frecuencia de los lazos de ese color, actos, manifestaciones, veladas, conciertos. Los presos están permanentemente rodeados del afecto de la población.

La idea de este acto de varios días de duración, del miércoles 14 al domingo 19, es mostrar la solidaridad de un pueblo con sus dirigentes secuestrados. Es un procedimiento empático consistente en una especie de jaulas con barrotes, celdas que se instalan en mitad de la Plaça de Santa Anna y en las que nos encierran durante un par de horas en que, así encerrados, si no he entendido mal, departimos con el público. A Palinuro le corresponde de 19:00 a 21:00 y compartirá "cautiverio" con Mireia Boya en la celda contigua. 

El acto tiene también un elemento lúdico hecho de música, arte, butifarrada, etc. Que no todo ha de ser penar por la causa. 

diumenge, 11 de març del 2018

El pueblo y los jueces

Cierta la crítica, con un matiz: el juez no es más importante; tiene más poder; o sea, más fuerza; la fuerza armada. Justo, ese es el nudo de la cuestión porque pone de relieve los dos distintos sentidos de la justicia que manejan las dos partes en este conflicto. Para el nacionalismo español se trata de un conflicto jurídico que oculta otro político; para el independentismo catalán, de un conflicto político que oculta otro jurídico. 

Habiendo derivado el gobierno la cuestión a los jueces se encuentra que estos, apreciando el factor político, le supeditan sus actos que, claro, ya no son de justicia. La razón es muy sencilla: la justicia se administra en nombre de la nación española (o del Rey, que es su símbolo). Por tanto, todo lo que atente contra aquella queda al margen de la justicia por razón de Estado. Privar a Sánchez del derecho de sufragio pasivo e interferir en las decisiones del Parlament no entran en las atribuciones del juez Llarena. Pero eso da igual porque él atiende ahora no a la justicia sino a la razón de Estado. Como se prueba por el hecho de que ni siquiera se preocupe por redactar unos autos con un mínimo nivel de elaboración jurídica. 

Al parapetarse detrás de los jueces, el gobierno deslegitima la función judicial y deja al descubierto la naturaleza política del conflicto. No parece importarle mucho. Lo único que necesita es la pura apariencia. Que las togas vayan por delante de las porras. El gobierno solicita la intervención de los tribunales. Estos acceden a sus peticiones porque coinciden con su punto de vista. La patria está en peligro.

Del lado independentista la situación es la inversa: se plantea un problema político que, en el fondo, requiere una solución jurídica mutuamente acordada. Pero el problema político tiene aristas difíciles de negociar. Es político porque siendo el independentismo republicano, no puede reconocer la base de legitimidad de la Monarquía y consiguientemente, tampoco de su legalidad. Ahí hay un punto de ruptura que solo se puede resolver políticamente pero se ha de consagrar en estructuras jurídicas.

Los indepes no pueden aceptar la supeditación de la justicia en España a la idea de la nación española que tiene casi la totalidad del Parlamento. Por eso apelan a la jurisdicción europea y la mundial en materia de derechos humanos. Por eso también internacionalizan el conflicto. Frente a la razón de Estado, que es la razón de la fuerza se invoca la justicia y la democracia. Son ideales, ciertamente, pero que consolidan la revolución catalana. 

dissabte, 10 de març del 2018

No hay vuelta atrás

¿Por dónde andábamos? Quien quiera seguir las peripecias del conflicto España/Catalunya tendrá que hacerse con una guía Michelin si es de la vieja escuela o trabajarse el Google maps si es de la nueva. En este momento tenemos pendencias con la justicia belga, la suiza y no sé si también hemos tocado la danesa, que no sería de extrañar dada la habilidad diplomática española. La cuestión se discute en el Parlamento europeo, ha llegado a la ONU, el lunes aterrizará en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) y tengo entendido que Puigdemont ha recurrido su destitución vía 155 ante algún otro alto organismo judicial.

Lo que en un principio se llamó "internacionalización del conflicto" ahora es ya "globalización". Los catalanes son hoy más famosos en Europa que los hugonotes en las guerras de religión. Catalunya y los països catalans se han paseado por todos los noticiarios de Europa y América. Otro éxito sin precedentes de M. Rajoy, que está encantado de explicar al mundo en las muchas lenguas que domina los esfuerzos de España por mantener la ley y el orden y la monarquía y el Ibex35 y el 155 y proteger a Catalunya contra sí misma, corroída, como está por el virus del separatismo.

El juez Llarena no permite a Sánchez ejercer su derecho de sufragio pasivo. Hace muy bien. Él no está ahí para proteger los derechos del ciudadano Sánchez, sino para proteger los de la sociedad de que el presunto delincuente Sánchez no cometa más delitos de los que se presume haya podido cometer. Si el preso preventivo Sánchez siente que se han coartado sus derechos, es libre de recurrir por la vía que corresponda pues esto es un Estado de derecho. Y, después de un tiempo, el asunto puede recaer en algún juez amigo que... y así hasta el infinito. El Tribunal Supremo actúa como un órgano del gobierno, al igual que el Tribunal Constitucional. Es la unidad funcional de los poderes en situación de suprema urgencia para la Patria. El Parlamento no existe salvo para que los diputados hagan valientes alegatos y se abucheen y aplaudan, como en las peleas de barrio. 

¿A dónde los lleva eso? A nada. Con Sánchez bien encerrado, la CUP votaría una investidura de Turull. Bueno pero, antes, habrá que esperar a la decisión del TEDH. Luego, habrá que estudiarla y actuar en consecuencia. La investidura de Turull en su momento es factible. Para los indepes, todas las investiduras han sido factibles desde el principio, empezando por la muy lógica y legítima de Puigdemont. Son los otros quienes han puesto pegas, distingos, prohibiciones. 

¿Para qué les ha servido? Para nada. Alguien tendrá que ser presidente de la Generalitat. Y alguien del bloque independentista. Y lo será. Y ¿qué hará?

Pedirá el levantamiento del 155, la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y la cancelación de las actividades represivas por las vías civil, fiscal y penal de los perseguidos por su independentismo. A continuación pondrá en marcha un proceso materialmente constituyente, lo llame así  o no. El Parlament actuará como órgano soberano, cosa que el Tribunal Constitucional prohibirá según le entre por el whatsap. La Generalitat opondrá una "desobediencia republicana" y ahí surge el conflicto de nuevo. Si la reacción del Estado es la vuelta al 155, más represión y más judicialización, no habrá salida. Por mucho que M. Rajoy invoque el "retorno a la normalidad" esta está tan cerca como la Ultima Thule. La revolución catalana no tiene vuelta atrás. Lo que se puso en marcha el 1-O no se para. 

A lo mejor a alguien se le ocurre que quizá no sea mala idea sentarse a negociar una solución política. Quedamos en que en ausencia de violencia en España podía hablarse de todo. Aquí la única violencia que ha habido la han practicado el Estado y las bandas de extrema derecha. 

Corresponde cumplir la palabra; sentarse y hablar.

¡Ah! Y en público.  

dimecres, 7 de març del 2018

Sin empujar. Hay tiempo

Aquí mi artículo de elMón.cat de hoy.

Ya sé lo que pretenden los indepes con tanto dar vueltas a las cosas y marear la perdiz: exactamente eso, marear la perdiz hasta que los del B155, que no tienen mucho más cerebro que estos simpáticos faisánidos tiren la toalla o empiecen a pegarse entre ellos. En el gobierno está visto hasta la saciedad. Inteligencia, cero; pura fuerza bruta y las memeces de la vicepresidenta que se cree Kelsen. En la judicatura, según va viéndose, algo parecido. Los autos de los magistrados no solo revelan un fanatismo nacionalista típicamente franquista, sino también una preocupante carencia de sentido jurídico y también de sentido común. La lectura parece un viaje al pasado, cuando los "jueces" franquistas aplicaban las "leyes" de Franco. Exactamente igual que hoy. El Supremo mira al Constitucional y el Constitucional manda la patata calienta al Supremo y ambos menean la cola en espera de la decisión del amo-gobierno. 

¿Qué gana con esto el independentismo? Mucho. De entrada que, al no investir candidato, los jueces (o los comisarios del gobierno que pasan por tales) no saben a quién detener y procesar ni inventándose lo delitos. El gobierno tampoco sabe a quién apalear en la calle aunque esto le da igual pues, como el católico Arnaud Amaury en la masacre de Béziers, ordena aporrear a todo el mundo, que ya Dios distinguirá a los suyos.

Buena táctica. "Fabiana" había dicho Palinuro hace unos días. La táctica de Quinto Fabio Maximo en la segunda guerra púnica: evitar el combate y esperar que el enemigo se canse, pierda los nervios o haga cualquier tontería. Justo lo que se espera que, con algo de suerte, haga el gobierno español de la Gürtel que tendrá que aprobar el presupuesto como sea y no lo conseguirá si sigue con el 155 pues el PNV pone como condición su retirada para aprobarlos. En fin, todo sea que no los apruebe con el voto favorable del PSOE.

Aquí la versión castellana del artículo:


Prueba de fuerza o resistencia

Propuesto Sánchez para la investidura, se abren dos vías, la política y la judicial, que se condicionan mutuamente. La decisión de la mesa del Parlament es política, en uso de sus atribuciones. Frente a ella, el gobierno, dentro de las suyas y también en respuesta política, no permitirá a Sánchez ser investido porque es independentista y no le cae bien. Al tiempo, confía en que el Tribunal Supremo, en vía judicial, prohíba al propuesto personificarse en el Parlamento para la investidura. Hace bien en confiar. Los tribunales españoles aplican la justicia que place al príncipe, pues su idea de la división de poderes coincide con la del Rey Sol para quien los jueces eran poco más que chambelanes, como estos de aquí.

Si el juez Llarena, en uso de su lata, y por ello mismo arbitraria, discrecionalidad, prohíbe a Sánchez desplazarse al Parlament, estará violando no política sino judicialmente su derecho de sufragio pasivo y puede que delinquiendo. Sin duda el gobierno tiene una razón política poderosa para oponerse a la investidura de Sánchez, como hemos dicho, que se trata de un independentista y le cae mal porque, entre otras cosas, es un hombre honrado. Pero nadie sabe qué razón jurídica aducirá el juez Llarena aunque no sería de extrañar que niegue el permiso a Sánchez con alguno de esos alambicados sofismas que utiliza en sus pintorescos autos.

También entra en lo imaginable que, temeroso de las consecuencias judiciales posteriores de sus actos, Llarena deje la política y vaya por lo jurídico para evitarse querellas permitiendo la investidura de Sánchez. En tal caso, el gobierno retornará a la vía política, recurriendo la investidura ante el Tribunal Constitucional, que ya se ha apresurado a abominar de Sánchez porque es un órgano mucho más afín aun que el Supremo a los anhelos del gobierno ya que se trata de un tribunal que de tribunal solo tiene el nombre.

Sea cual sea el órgano que disfrace de judicial la arbitrariedad y el capricho del Gobierno de la Gürtel y el 155, es claro que la decisión dará pie a una querella de la mesa del Parlament por violación de los derechos civiles de los candidatos electos. Según algunos, se trata de una estrategia del independentismo para conseguir afianzar sus posiciones, abriendo un compás de espera hasta la decisión del Constitucional sobre el recurso contra las medidas cautelares que impedían la investidura telemática de Puigdemont.

Tratándose de un Estado democrático de derecho, esta actitud de cuestionar judicialmente una arbitrariedad política sería acertada. Tratándose del Estado español de la dictadura del 155, en el que las medidas judiciales son tapaderas conscientes de posiciones políticas de partido, está condenada al fracaso porque su resultado final viene predeterminado: ratificar por la vía “judicial” la arbitrariedad política.

Es cierto que la vía judicial debe emplearse y llegar con ella hasta donde se deba, incluido el ámbito europeo. Pero también lo es que implica aceptar los presupuestos ilegales de la sedicente “legalidad” española en Cataluña, impuesta por el 155 y, por lo tanto, socavará las posibilidades de implementar la República Catalana. La “legalidad” española y la constituyente catalana son incompatibles y cuanto más se embarranque el problema en las triquiñuelas procesales en las que el partido de la Gürtel y sus ayudantes judiciales del 155 son expertos, más incompatibles serán.

Se mantendrá así una situación de espera en la política catalana justo cuando todos coinciden en la urgencia de poner en marcha las instituciones republicanas, entre otras cosas porque sigue habiendo cuatro presos políticos que son rehenes del nacionalismo español más agresivo. En consecuencia, el independentismo deberá poner en marcha las dos vías al mismo tiempo: la judicial, querellándose contra las decisiones injustas de la judicatura u órganos asimilados y la política, invistiendo un presidente legítimo que implemente la República Catalana de modo efectivo y que habrá de ser Carles Puigdemont o persona en la que este delegue.

La República Catalana no cuenta más que con sus propias fuerzas. Es duro decirlo, pero queda excluido todo apoyo de la izquierda española, tanto de la dinástica (PSOE) como de la sedicentemente republicana (Podemos), al igual que toda posibilidad de apoyo de esa izquierda española en sus versiones catalanas de PSC o Comuns. Esta situación es la que hace que la conservación de la unidad del movimiento sea una exigencia de supervivencia. El reciente debate sobre si “ampliación” o “profundización” del independentismo solo será aceptable si no rompe aquella unidad. Si, por la razón que sea, la unidad se rompe y la clase política independentista deja en la estacada un inmenso movimiento popular republicano que, por primera vez en la historia, puede alcanzar su objetivo, la disyuntiva será inevitable: se acepta un retroceso de cuarenta años a los del “café para todos”, o se va a nuevas elecciones con lista única de país, como ya se debió de hacer el 21 de diciembre pasado.