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dimecres, 9 de novembre del 2016

Con todos los respetos

Digamos que el crédito de Hernando está por debajo de mínimos. Sobre todo si sale esgrimiendo el no es no que defendió con ardor hasta cinco minutos antes de decir no es sí con el mismo ardor. ¡Ah la volubilidad del carácter humano! ¡El chaqueteo de los políticos!

Seguramente el PSOE votará "no" a los presupuestos. Razones no faltan. Pero solo lo hará si es seguro que aquellos se aprueban con su voto en contra. Si la aprobación depende de ese voto, comenzarán los problemas, las divisiones, los conciliábulos, las presiones. Los golpistas de Vendimiario dirán que no tiene sentido permitir el gobierno de Rajoy para no dejarle luego gobernar. Justo lo mismo que dirá el propio Rajoy. Este, además, agitará el espantajo de las elecciones anticipadas para insuflar el miedo en los miembros de la Junta. Y si Hernando y los suyos insisten en el no es no, los junteros pueden dar un segundo golpe de mano, pues lo tienen de querencia.

La obsesión catalana de la derecha del PSOE es la responsable de esta situación. Los bonzos de antaño, con los medios de hogaño, defenestraron al SG a la mera sospecha de insinuación de que estaba enredado en un contubernio con los indepes. La izquierda española, antes española que izquierda, enfrentada al reto catalán a la idea de una única nación española, claudica ante la derecha, le pasa los trastos de matar, y nunca mejor dicho, y se sienta a ver pasar el cadáver independentista.

Entre tanto, el PSOE está literalmente en llamas. Mientras la Junta manda sus emisarios en los medios a explicar los arcanos de sus decisiones, las bases se agitan, se organizan, se movilizan y cuestionan su acción política. La Junta está ya también en los tribunales por iniciativa asimismo de la militancia. Hay un clima de enfrentamiento total. Cuando las bases entreguen las más de 100.000 firmas limpias cual patenas, a saber qué triquiñuela se ocurrirá a los intrigantes de la Junta y su musa andaluza para ignorar la opinión de la militancia y seguir a lo suyo, que ahora ya nadie sabe lo que es. Ni ellos.

Porque el golpe se dio para frenar la deriva izquierdista del PSOE y uncirlo al carro de la derecha. En el entendimiento de que esta sabría cómo poner coto a las demasías catalanas, que los socialistas españoles encuentran indigestas. La derecha tiene ahora la posibilidad de hacer lo que no se ha hecho nunca: buscar un terreno de entendimiento con Cataluña. La encomienda de la tarea a la vicepresidenta del gobierno apunta a ese sentido. Y ¿qué cara se le quedaría al PSOE si el PP negocia con los indepes un referéndum? Téngase el amable lector antes de soltar un respingo. No sería tan insólito. Escocia hizo un referéndum bajo mandato de Cameron, tan conservador como Rajoy. El general De Gaulle, gloria de la France, reconoció la independencia de Argelia; Franco dio la suya a Guinea. La derecha es doctrinaria y fanática, pero también pragmática. Si, al final, negocia con el independentismo catalán una fórmula que lo satisfaga, el PSOE habrá hecho un doble ridículo.

Muchos militantes confiesan en las redes que les resulta difícil defender su militancia y muchos también están dándose de baja porque se sienten defraudados y su partido no les merece crédito ni respeto. La situación es lamentable para el PSOE (en manos de unos auténticos desnortados) y catastrófica para la izquierda en general, ya que los apoyos que pierden los socialistas no van a parar a Podemos. Al contrario, este puede ver reducidos los suyos, precisamente por su incapacidad para cumplir su objetivo de llegar al poder o ser decisivos en su ejercicio. Y ni lo uno ni lo otro.

La rebelión de las bases, incitada por el golpe de Vendimiario e inspirada en los modelos asamblearios estilo Podemos es una realidad aplastante y creciente. Ignorarla no va a ser posible. Se le suma la campaña iniciada por el destituido Sánchez en busca de apoyos para retornar a la SG. Un líder que busca seguidores y unos seguidores que buscan un líder. Salvo acontecimiento por sorpresa, el resultado será el que cabe esperar. La cuestión es en qué medida puede Sánchez conseguir el apoyo de su partido esgrimiendo lo que El País llama con gran escándalo, sus "nuevas opiniones". En especial la más nueva de todas, la afirmación de que Cataluña es una nación.

El estado del gobierno del Estado

Aquí mi artículo de elMón.cat de hoy, L'estat del govern de l'Estat. Su objetivo es averiguar qué puede traer de nuevo para Cataluña el recién jurado gobierno de la derecha neofranquista, el más reaccionario y nacionalcatólico de toda la transición. En apariencia, mucho. En realidad poco. Lo más significativo es que se ha encomendado a la ratita hacendosa, Sáenz de Santamaría, la tarea de coser España. Muy femenino. ¿No se propone la Lady Macbeth de Carmona coser el PSOE? Pues la vicepresidenta quiere a su vez coser España. Algunos medios ven en este movimiento un buen augurio de recomposición de relaciones con Cataluña, pues descubren en la segunda de Rajoy capacidad, voluntad y seguridad de entendimiento con el independentismo catalán. Lo deducen de sus relaciones personales, su buena sintonía con Junqueras y Tardà y -me imagino- su buena suerte con el tarot. Todo eso es posible. Ignoro qué amistades o enemistades tiene esta señora entre las gentes de Junts pel Sí. Me rijo por la experiencia: como buena e impenitente franquista, Sáenz de Santamaría ha sido el puntal de la política "catalana" del gobierno de Rajoy, consistente en negarse en redondo a toda negociación y en recurrir sistemáticamente a la represión. ¿Voluntad de recomponer con Cataluña? Ninguna. Es posible que esta señora, ejemplo sumo del filisteísmo de la derecha católica, haya visto la luz de la verdad como Saulo camino de Damasco, pero habrá sido hace 24 horas. Hasta ese momento, fue el puntal más catalanófobo del gobierno.

Mientras los hechos no demuestren lo contrario, el nuevo ejecutivo del PP es más hostil y más agresivo contra Cataluña que el anterior y su política será provocar una confrontación con el Principado para tener una excusa y aplicar una política de sojuzgamiento. Parece que la Ratita Hacendosa ya ha dicho que Cataluña es el problema principal del Estado español. No es rápida la moza precisamente. Eso era evidente hace años. Claro que quienes la rodean no dan pruebas de ser más espabilados. Ni el gobierno ni la oposición. Todos han dejado pasar años y años, simulando no estar afectados por el desarrollo del independentismo catalán, intentando sepultarlo bajo el olvido, el infundio y la calumnia. Y, al final, no les queda otro remedio que reconocer las cosas como son.

Aquí la versión castellana del artículo:

El estado del gobierno del Estado

Por fin hubo gobierno. Cambian algunas caras, pero se mantiene sin variación el eje económico, prueba de que se seguirá aplicando la misma política económica de recortes y recetas neoliberales. Se refuerza el poder del Opus Dei con todos los ministros jurando la Biblia, no por la Constitución. Y eso que es la suya. Cesan los ministros más abrasados por la pirotecnia de su incompetencia, el de Exteriores y el del Interior. Los dos que llevan más de cuatro años fustigando el proceso independentista, a veces con medios presuntamente ilegales, y sin conseguir otra cosa que consolidarlo y adelantarlo. Los dos sustitutos se inscriben en la línea de belicosidad anticatalana. El señor Zoido (Interior) ya ha avalado la actitud de su antecesor en relación con sus conversaciones presuntamente ilegales contra sus adversarios políticos. El del abigarrado García Margallo parece dar un perfil de mayor competencia a la hora de cortocircuitar la acción exterior de la Generalitat. Es algo buscado. Por lo menos, para dejar de hacer el ridículo en los foros internacionales, algo garantizada con el ministro anterior.

Cataluña está muy presente en el nacimiento de este gobierno. Sin decirlo, por supuesto, ya que la política oficial sigue siendo negar la existencia de algo más que un problema de orden público. La nueva configuración de la vicepresidencia así lo prueba. Sáenz de Santamaría se desprende del cargo de portavoz y se dedicará primordialmente a Cataluña. Dispone de recursos formales al conservar el ministerio de Administraciones Territoriales y materiales muy potentes, al tener el CNI a sus órdenes.

Hasta ahora, la vicepresidenta ha sido quien ha arbitrado la acción del gobierno ante el independentismo catalán, acción con dos vertientes: negativa cerrada a todo planteamiento de diálogo que suponga aceptación directa o indirecta de un referéndum, y recurso sistemático a la vía represiva ante todo tipo de actos de las instituciones catalanas, desde el Parlamento a los ayuntamientos. Su dedicación a tiempo completo parece indicar un propósito de perseverar en las dos vías. Cuenta para ello con un implícito apoyo parlamentario de la oposición, al menos de Ciudadanos y el PSOE, en una especie de unión sagrada que ya se ve a la hora de propiciar o no el suplicatorio para el procesamiento de diputados independentistas. Si la mayoría de la oposición avala la actitud de cierre a toda negociación, es decir, a toda solución política; si se niega a debatir sobre legitimidad, la cuestión queda reducida al ámbito de la legalidad.

Es decir, represión y acción de los tribunales, pero sin solución visible. A cualquiera le llega que el grado de apoyo social e imbricación en las instituciones que ha conseguido el independentismo no se puede tratar como un problema de orden público bajo pena de enquistarse en un círculo de acción-reacción, de desobediencia y represión hasta que una de las dos partes o quizás las dos, estén al límite de sus posibilidades. El sentido común y la experiencia muestran que una situación de confrontación sostenida en el tiempo con recursos y contrarrecursos permanentes, realmente disminuye y mucho la capacidad de acción de las instancias enfrentadas. Sin embargo, la decisión de confiar la política "catalana" a una sola persona de talante tan autoritario como la vicepresidenta muestra la voluntad de tratar el conflicto con la mentalidad impositiva de siempre. Si hubiera el menor ánimo de buscar una solución negociada habilitaría un órgano ad hoc, como un consejo o una comisión interministerial que pudieran canalizar alguna forma de entendimiento.

El enroque del Estado, sin ninguna iniciativa, en una actitud de negación permanente, no deja otra posibilidad a las autoridades electas con un mandato independentista que seguir adelante de forma unilateral con su hoja de ruta. La legitimidad de esta manera de hacer no deriva sólo de su propia intención sino de que el interlocutor rechaza toda solución que no sea la abierta hostilidad. De aquí sólo puede surgir una situación de desobediencia civil de los cargos públicos electos que abre un evidente panorama de inestabilidad e ingobernabilidad.

Dos riesgos apuntan al horizonte independentista. En primer lugar, el alcance de la desobediencia. Esta corresponde del todo a los cargos públicos electos. No hay que exigírsela a los funcionarios. Se trata de una situación de doble poder, como la que se da en los procesos revolucionarios. Pero esta, a pesar de ser revolucionaria en el fondo, no lo es en la forma en la que debe prevalecer el carácter pacífico y el imperio de la ley. El proceso es cosa de los políticos. Los funcionarios, como el conjunto de la población, deben quedar protegidos. Su participación será voluntaria e individual pero de ninguna manera obligada.

El segundo riesgo es de carácter más político y nace de la propia dinámica catalana. Nace de este nuevo partido de la izquierda soberanista, hecho desde En Común, dirigido, al parecer por el señor Domènech y bajo inspiración general de la señora Colau. Por mucho que sus fundadores envuelvan sus manifestaciones en confusiones de carácter soberanista, será imposible disipar la sospecha de que su razón de ser, en gran medida, es servir de voz a un electorado catalán de izquierda que no es independentista.

Conservar la estabilidad, sin fracturar la gobernación y mantener la ventaja sobre las ofertas unionistas son las tareas del independentismo que el nuevo gobierno del Estado intenta frustrar

divendres, 4 de novembre del 2016

Mañana, Palinuro en Vilanova i La Geltrú

Vamos a hablar de la República Catalana con motivo de mi libro de idéntico tema. Presenta Quim Arrufat, de CUP, cuya candidatura apoyé con mis escasas fuerzas en las elecciones de 27 de septiembre. Aparte de la satisfacción que siento por tan estupendo presentador, me permito señalar que esta es una de esas ocasiones de mostrar de hecho cómo el proceso independentista es transversal. Y debe seguir siéndolo. Mientras no se haya llegado al final, todos somos todos: PDC, ERC, CUP. Cuando esto se corone cada cual irá con su querencia.

En realidad, de la República Catalana pienso no hablar mucho porque es tema ya bastante tratado. Voy a intentar un sendero relativamente nuevo, hablando de la democracia catalana. Es y no es lo mismo que la República Catalana. Por supuesto, esta será democrática, no elitista, ni oligárquica. Pero democrática con una forma especial de democracia: una democracia insurgente, rebelde, una democracia de la dignidad y la respuesta; una democracia activa. La ciencia política occidental puede seguir hablando de apatía, desafección y alienación de la ciudadanía y del desprestigio de las instituciones democráticas. Será verdad. Será verdad en todas partes menos en Cataluña, en donde hay una permanente, sostenida, consistente movilización social por un objetivo emancipador. Y, sobre todo, en donde hay una identificación del pueblo con las instancias de la sociedad civil, los partidos políticos y las instituciones. Es una fórmula aparentemente muy sencilla: si se quieren instituciones prestigiadas hay que ponerlas al servicio del pueblo; si se quieren unos partidos políticos útiles y leales al mandato popular, deben coordinarse con las aspiraciones de emancipación y cumplir su función de instrumentos.

Cataluña será una República. Pero, sobre todo, será una democracia. Una democracia republicana.

dijous, 3 de novembre del 2016

Aventurarse a lo nuevo

Por más que los de Podemos batallen por ser el centro de la atención mediática, el foco de interés sigue siendo la crisis del PSOE. El País, cuyo grado de entusiasmo con Sánchez ha quedado demostrado en los últimos tiempos, descubre que, además, este buen hombre tiene nuevas opiniones. En general eso está mal visto en estos pagos. Está mal visto hasta tener opinión. Pero, si además, es sobre asuntos de la máxima importancia, como la tendencia a la izquierda y la cuestión catalana, el asunto es temerario. Ese es el meollo del drama en el PSOE: Podemos y Cataluña.

Se supone que el PSOE tiene que elegir entre aliarse a la derecha (PP) o a la izquierda (Podemos). Unos animan hacia la izquierda; otros, a la derecha y estos parecen ser poderosos porque han desencadenado la crisis con un golpe de mano o de fuerza, que viene a ser lo mismo. Sin embargo, no está nada clara esa obligación de optar. De hecho, aunque la abstención haya sido una claudicación, lo ha sido por la mínima, pues no obliga a la acción mancomunada. Hay un espacio de opinión y electoral entre la derecha del PP y la Izquierda de Podemos. La primera es heredera directa del franquismo, revestido de neoliberalismo y con una incontenible ansia de expolio del común. Los segundos, que llegaron al socaire del movimiento 15M, trayendo promesas de nueva política, se han adaptado al juego institucional y su discurso y su práctica son confusos. Reverdece en ellos la vieja izquierda comunista carente por entero de lo que siempre presume, un programa, y solo interesada en el sorpasso.

Entre estas dos posiciones hay un espacio considerable, agrandado por el hecho de que ellas, las posiciones, son extremas. Es el espacio que ha habido siempre, el del socialismo democrático, la socialdemocracia. Y aquí es donde aparece el proyecto de Sánchez que dice querer para el PSOE autonomía frente los poderes fácticos y la tentación populista. Si el PSOE se obstina en sus "viejas opiniones" y se mantiene como auxiliar del PP, es probable que cave su tumba electoral, al estilo PASOK. Pero no es seguro. Las "nuevas opiniones" de Sánchez ¿darían para fundar un tercer partido de la socialdemocracia renovada? Espacio hay, probables partidarios, también. La izquierda democrática, reformista que quiere parar a la derecha pero no a costa de aliarse con una izquierda cuya relación con la realidad es problemática. Lo que no está claro es si hay liderzgo y capacidad para articularlo.

Y luego está el otro asunto, el que de verdad importa, Cataluña. Muchos de quienes seguirían a Sánchez en su giro a la izquierda, lo abandonarán si el giro, además, afecta al Principado. De este asunto no se habla porque las ideas están clarísimas: de independencia, nada. Y así como el agonizante Franco se despidió de Juan Carlos diciéndole que guardara la unidad de España, ha bastado que Sánchez haya compartido alguna cerveza con Joan Tardà para que el poder en la sombra en el PSOE lo mande a él a ellas, camino del ostracismo.

El punto flaco de Sánchez es Cataluña. En realidad, es el talón de Aquiles del sistema de la III Restauración. En el PSOE es donde más se aprecia. Basta ver las complicadas relaciones con el PSC. Pero Sánchez no tiene otra opcion que formular una propuesta de negociación con los independentistas. Alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que explicar a la opinión que la política de cierre al diálogo y la negociación, la de la hostilidad permanente, no ha dado resultado sino que, al contrario, ha exacerbado el conflicto. Y cuando una fórmula fracasa, hay que buscar otra. Y rápido, porque la hoja de ruta de los independentistas sigue su curso y augura un futuro de mayor confrontación que nadie quiere y el Estado español, fácilmente presionable por las potencias europeas, no puede permitirse.

Para el nacionalismo español (el del PSOE incluido) lo más esperanzador en Cataluña es ese nuevo partido abanderado por la señora Colau, en clave izquierdista y pronunciadamente ambiguo en la cuestión de la independencia. El nuevo partido amenaza a sus rivales más próximos, el PSC y Podemos y quizá a sectores de un independentismo tibio. Pero eso son futuribles. Aquí y ahora, el PSOE tiene que decidir qué respuesta da al independentismo, si el cerrado "no" sin más del PP o una "nueva opinión" estilo Sánchez que incluya sentarse a negociar una salida civilizada y democrática al único conflicto real del Estado español.

dimecres, 2 de novembre del 2016

El reestreno

Merced a la implosión del PSOE, Rajoy ha vuelto a ser investido presidente del gobierno y ya ha jurado el cargo ante la Biblia, la Constitución, un crucifijo y varios personajes de esta ridícula comedia de la política española: el que hace de Rey, el que de ministro, el que preside el Senado, etc. Algún día habrá que analizar la naturaleza podrida y repulsiva del catolicismo español: una religión que admite que un embustero complusivo, un mentiroso sin escrúpulos, un falsario incapaz de cumplir una sola de esas promesas que va lanzando por ahí pueda jurar solemnemente delante sobre los Evangelios. Se me dirá que ese es asunto de la conciencia de cada cual y que el catolicismo como creencia colectiva es posible. Pero no basta. La vida de Rajoy es de dominio público y todo el mundo sabe que es un embustero, un cínico, un tipo capaz de engañar a la colectividad y provecharse de ella. ¿Imagina alguien algo más anticristiano que privar a los dependientes de las subvenciones que le corresponden pero financiar la atención al propio padre con el dinero público, como hace Rajoy? ¿Algo más inmoral y repugnante? No, el asunto no se zanja hablando de la "conciencia de cada cual". Aquí hay algo más: la complicidad de los católicos con estas odiosas prácticas. Por eso votan a Rajoy las monjas, los curas, todo el nacionalcatolicismo.

En realidad, mi artículo de hoy en elMón.cat versa sobre el primer encontronazo que ya se ha dado entre el recién estrenado presidente español y el catalán. Puigdemont pide una entrevista de presidente a presidente para tratar del referéndum, ese del que Rajoy no quiere oír hablar y Sánchez comienza a considerar tras liberarse de la retardataria y reaccionaria influencia de Rubalcaba.

Muy probablemente llega tarde. En esta legislatura de la derecha se producirá el definitivo encontronazo con Cataluña.

Aquí, la versión castellana del artículo:

LA INAUGURACIÓN

Tras la investidura de Rajoy por K.O. de los socialistas, vino la solemne toma de posesión en envenenado por la petición Puigdemont de celebrar una reunión de presidente a presidente para tratar la cuestión del referéndum y otras cuarenta más. Digamos que es una forma catalana de convertir un gesto protocolario como una felicitación por la investidura en algo de contenido práctico. Se invita al recién nombrado presidente del gobierno a ejercer sin más dilaciones su pleno Halloween y el juramento tuvo algo de “truco o trato”. Pero el momento estaba autoridad abordando una negociación urgente, indebidamente aplazada durante diez meses.

Todos los caminos conducen a Roma pero, para llegar hasta allí, hay que recorrerlos. El de Madrid, también. Cuantas veces haga falta. Para que quede claro que se han hecho todos los intentos posibles de diálogo y negociación. Es acumular bazas. Para reforzar la posición de la Generalitat, Puigdemont no asistirá a la reunión estatal de presidentes de CCAA sobre financiación autonómica que lleva ya tres años de retraso Acostumbrado a dejar pudrir los problemas sin que nadie proteste, Rajoy se encuentra que no puede aplicar esa táctica con Cataluña. El Estado no puede obligar a Puigdemont a asistir a la reunión y, sin Cataluña, poca será la financiación que acuerden los demás. Cataluña ejerce ya su soberanía de hecho negativamente.

La respuesta del gobierno de la derecha es sabida de antemano: la condición del referéndum es inaceptable y ello no imposibilita pero sí dificulta las negociaciones en otros ámbitos. Quizá sea una suposición prematura. No es de esperar que el nuevo gobierno modifique los criterios básicos de Rajoy pero quizá sí que los modifique el mismo Rajoy. Muchas veces le habrán dicho que tenga en cuenta el caso escocés que resta toda validez a la negativa española a hacer lo mismo en Cataluña. Pero eso es poco probable por razones hasta caracteriológicas.

El gobierno se siente fuerte pues cuenta con el bloque constitucionalista, de PP, PSOE y C’s. Mayoría parlamentaria abrumadora. La Generalitat también se siente fuerte, con un gobierno respaldado por una mayoría absoluta. No es previsible que ninguna de las partes ceda en su pretensión inicial referéndum sí, referéndum no. En consecuencia solo cabe augurar un futuro a corto y medio plazo de mayor confrontación, un tiempo en el que las dos partes van a medir hasta dónde está dispuesto a llegar el Estado y hasta dónde a resistir el Parlamento catalán.


Entre tanto, el tiempo pasa. La desconexión catalana se consolida. Y el Estado sigue sin hacer propuesta alguna, no ya constructiva, sino mínimamente alentadora. Ninguna iniciativa cívica o política en España a favor de una solución pactada con Cataluña. Ni un foro, diálogo o encuentro promovido por esos intelectuales siempre tan activos en defensa de los derechos de los saharauis o los tibetanos. El cierre es total. En el caso del PP, el no rotundo desde el inicio al derecho a decidir no solo se ha mantenido sino que se ha hecho vociferante. Rajoy no quiere oír hablar de referéndum. Literalmente. Negociaciones sobre reformas del sistema de financiación siempre que no haya demanda de referéndum, las que se quieran. Nos quedamos como estamos y toda ruptura de la legalidad vigente con la motivación que sea será tratada como una cuestión de orden público por la vía penal.

En el PSOE, el discurso no es muy diferente. Los socialistas comparten el recio nacionalismo español del PP pero, el mismo tiempo, son favorables a formas etéreas de descentralización política, como el federalismo. La fórmula ha perdido toda credibilidad teniendo en cuenta que necesita la reforma de la Constitución. Por eso, Sánchez, dejó entrever de que la solución vendría “votando” y sobre una “reforma constitucional”. El federalismo era tan eficaz como el bálsamo de Fierabrás. La mención al voto apunta elípticamente al referéndum como si fuera una gran concesión. Sin embargo, al tratarse de una reforma de la Constitución, el referéndum es obligado, en unos casos por razón de lo que se reforma y en otros si así lo decide una décima parte de los diputados o senadores. Eso no es aceptar el referéndum catalán sino tratar de pasar el español de matute.

Los dirigentes españoles no tienen una idea clara del problema a que se enfrentan y sus recursos son muy limitados, pues ni siquiera cuentan con un proyecto común. No son un peligro real para el avance del proceso independentista. Ese peligro está comenzando a tomar forma en el interior de Cataluña, a través de la formación de un nuevo partido de izquierda que, no siendo independentista, puede propugnar diferentes grados de soberanismo.

dilluns, 31 d’octubre del 2016

La tertulia de Gràcia del pasado 14 de octubre



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Hubo problemas de sonido con el streaming y hasta hoy no ha estado disponible el vídeo que comparto. Recuérdese: es de hace 15 días y, a la velocidad que van la cosas, podrían ser 15 meses.



divendres, 28 d’octubre del 2016

Palinuro, hoy en Mollerussa

Y digo bien, Palinuro, porque los convocantes han tenido el detallazo de invitarlo a él también. A Palinuro, digo. Está en el cartel. Es la primera vez que le pasa. Casi rompe a llorar de emoción. Y yo muy contento de que mi otro yo tenga tan buena prensa. Troya puede esperar. Primero hay que hacer en Cataluña.

El acto consistirá en una animada charla con Josep Miquel Varea y Josep Labranya y todos cuantos quieran acercarse a compartir coloquio. El tema es una reflexión sobre la actualidad, el presente, de forma que ya sabemos más o menos de qué hablaremos: el gobierno del PP, con Rajoy siendo investido el día siguiente, el terremoto en el PSOE, el amago de divorcio entre el PSOE y el PSC, la llamada nueva ventana de oportunidad de Podemos, el proceso catalán (el político en el Parlamento y el judicial en los tribunales), el RUI, la DUI, la reacción del Estado español, la previsible desobediencia catalana, la correlación de fuerzas en el independentismo, con la CUP en el horizonte, la estatua der Franco en el Born y el nacimiento del partido de Colau - Comunes, así como su incidencia en el proceso, la República Catalana. 

Como siempre, nos faltará tiempo porque son muchos los temas. El presente, la actualidad, estan preñados de un futuro emocionante. Nunca estuvo tan claro que depende de que nos lo ganemos ahora.

A las 21:00 en el Saló d'Actes del Centre Cultural.   

dijous, 27 d’octubre del 2016

Palinuro mañana en Mollerussa

Y digo bien, Palinuro, porque los convocantes han tenido el detallazo de invitarlo a él también. A Palinuro, digo. Está en el cartel. Es la primera vez que le pasa. Casi rompe a llorar de emoción. Y yo muy contento de que mi otro yo tenga tan buena prensa. Troya puede esperar. Primero hay que hacer en Cataluña.

El acto consistirá en una animada charla con Josep Miquel Varea y Josep Labranya y todos cuantos quieran acercarse a compartir coloquio. El tema es una reflexión sobre la actualidad, el presente, de forma que ya sabemos más o menos de qué hablaremos: el gobierno del PP, con Rajoy siendo investido el día siguiente, el terremoto en el PSOE, el amago de divorcio entre el PSOE y el PSC, la llamada nueva ventana de oportunidad de Podemos, el proceso catalán (el político en el Parlamento y el judicial en los tribunales), el RUI, la DUI, la reacción del Estado español, la previsible desobediencia catalana, la correlación de fuerzas en el independentismo, con la CUP en el horizonte, la estatua der Franco en el Born y el nacimiento del partido de Colau - Comunes, así como su incidencia en el proceso, la República Catalana. 

Como siempre, nos faltará tiempo porque son muchos los temas. El presente, la actualidad, estan preñados de un futuro emocionante. Nunca estuvo tan claro que depende de que nos lo ganemos ahora.

A las 21:00 en el Saló d'Actes del Centre Cultural.   

dimecres, 26 d’octubre del 2016

Desobediencia civil

En Cataluña se dibuja un horizonte de desobediencia civil generalizada alimentada no tanto por el afán de la población por buscarse problemas como por la obstinación de la derecha de considerar que el independentismo catalán es un problema de orden público que se resuelve con cuatro guantazos o, como dicen en público, aplicando la ley. La ley de la porra, se entiende. En este actitud, tan autoritaria y absurda, la derecha cuenta con la entusiasta complicidad del PSOE, capaz de suicidarse al pie de la gloriosa nación hispana. O de lo que queda de ella después de que la la inepta y corrupta oligarquía española haya ido dejándose a lo largo de los siglos jirones del mayor imperio que vieron los tiempos, hasta quedar reducido a una parte de una península en la periferia de Europa y a punto, además, de perder su propia periferia. Porque "Castilla miserable ayer dominadora...", etc. De eso trata mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado, Comença el ball y cuya tradución al castellano viene a continuación.


Comienza el baile

Mientras en Madrid el PSOE obedecía al destino, en Vic, un concejal de la CUP obedecía a su conciencia. Por su parte Rajoy aseguraba que lo que hay que obedecer es la ley, de la que él es y será legítimo guardián.

Cualquiera ve que este es el inicio de una actitud colectiva que, probablemente, irá a más. Cuando un concejal actúa según su conciencia y, con ello, se sitúa fuera de ley despierta más simpatías que otro que, por ejemplo, se haya puesto fuera de la ley por haberse apropiado indebidamente unos cuantos millones. Con el primero se solidarizan muchos ciudadanos y algunos hasta lo manifiestan; con el segundo no suele solidarizarse nadie ni manifestarse, aunque a veces pasa, pues España es un país peculiar.

La insistencia de Rajoy en obedecer y hacer obedecer la ley es una perogrullada. Los gobiernos están para eso. Pero también están para aplicar soluciones políticas, negociadas que permitan mejorar la ley cuando esta es cuestionada por medios pacíficos por una colectividad con sus instituciones a la cabeza. De eso, sin embargo, no hay nada en el discurso de la derecha. Y no lo hay porque, para ella, los actos movidos por la conciencia independentista son un mero problema de orden público. Y el orden se mantiene con la aplicación estricta de la ley.

Este criterio convierte toda la política del Estado en relación al independentismo catalán en política represiva. Se moviliza la policía, los tribunales y, si es, necesario, se preparan las cárceles. En ese hilo procesal se encuentran ya un diputado de las Cortes, un expresidente y dos exconsejeras de la Generalitat y la actual presidenta del Parlament. Es difícil no ver que estas actuaciones son contraproducentes para el objetivo de hacer desistir a los independentistas. Cada nuevo acto de represión generará mayor respuesta de desacato y desobediencia, con más frecuentes llamadas a las fuerzas del orden autonómicas a desobedecer a su vez.

Teniendo en cuenta que el gobierno de la Generalitat tiene propósito de seguir con la hoja de ruta, como ha manifestado Homs al Rey y que el bloque independentista en el Congreso votará “no” a Rajoy, lo que se prevé es una escalada de acción (represión) – reacción (desobediencia) de consecuencias imprevisibles. Alguno de los posibles escenarios es que se produzca algún tipo de intervención exterior en forma de mediación, cosa que beneficiará a los independentistas y enfurecerá a los nacionalistas españoles.

De hecho, estos ya han cavado sus trincheras gracias a la abstención del PSOE y formado una línea defensiva de los partidos de la “unión nacional”. Una gran coalición disimulada como gobernabilidad de España. Y con eso se prueba que la situación está tan bloqueada como siempre. Esta vez no por un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda, sino entre España y Cataluña.
Imposible abordar esta cuestión con el código penal en la mano. No es un problema de legalidad, sino de legitimidad, que requiere soluciones políticas negociadas y pactadas. La más evidente de todas, la que lleva planteándose desde el inicio es la realización de un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Es algo tan evidente, sobre todo después del ejemplo de Escocia, que no se explica por qué no se ha realizado ya.

Pero el hecho es que no se ha producido y la situación sigue tan bloqueada como antes. Hay una evidente crisis constitucional. Está claro que los políticos llevan el asunto a la confrontación. A lo mejor sería razonable que interviniera el Rey. Al fin y al cabo, está para eso, para arbitrar y moderar el funcionamiento de las instituciones. Y quizá una buena forma de conseguirlo sea sugerir a los partidos nacionales españoles la idea de que es mejor un referéndum pactado que uno sin pactar.

dilluns, 24 d’octubre del 2016

Entrevista de Palinuro en "elMón.cat"

Esto de vivir en dos países tiene sus encantos y sus peplas. Se vuelve uno un poco esquizofrénico si uno quiere -y uno quiere- tomarse los dos países, España y Cataluña en serio, considerar como propias sus problemáticas, entender las situaciones y aportar lo que pueda de buena fe al bien común. Ver España con ojos de español y Cataluña con ojos de catalán lleva su esfuerzo. Pero tiene enormes compensaciones. La primera de todas, la libertad y la posibilidad de seguir aprendiendo en la vida y también la seguridad de que no habla uno a humo de pajas. Claro que el eco que se consigue es muy distinto en uno y otro lugares. Lo señala muy bien mi entrevistador, Bernat Vilaró,cuando dice que el que encuentro en Cataluña se corresponde con el silencio en España. Nadie es profeta en su tierra, de acuerdo. Pero si el profeta ha viajado a otras tierras y tiene noticias interesantes sobre ellas, negarse a saberlas, silenciarlas solo prueba el ánimo de los españoles de no darse por enterados del fenómeno más importante que llama a las puertas de Estado: la República Catalana, frente a la que no saben qué hacer. Es una actitud infantil y absurda: no otorgar carta de naturaleza a una realidad que es independiente de ellos.

Allá ellos.

Incluyo la entrevista en versión castellana:

Cotarelo: "Hay que llevar el proceso al Tribunal de La Haya para que quede salvaguardado"

Entrevista al escritor y politólogo madrileño, que acaba de publicar 'La República Catalana'. Defiende que una DUI "es más estratégica que el referéndum"

por Bernat Vilaró 23 / 10/2016

Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) viaja de vez en cuando a Catalunya, a varias tertulias de televisión, hace conferencias que organiza la ANC, y en todas partes donde lo llaman da su punto de vista sobre el proceso soberanista, sin pelos en la lengua. En Madrid, sin embargo, los medios de comunicación no lo llaman. Catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la UNED, acaba de publicar La República Catalana (Ara Llibres, 2016). El politólogo también escribe en elMón.cat y en su blog Palinuro.

El título del libro es simple: La República catalana. Con la obra busca hacer pedagogía en España sobre lo que está pasando en Cataluña?
Sí. ¡Claro! Ya está, primera pregunta superada [ríe]. 

Y por qué cree que existe esta necesidad de hacer pedagogía?
La intención del título realmente es poner la palabra República. Los españoles no acaban de entender la cuestión catalana, en absoluto. Normalmente es que no quieren, pero es que aunque quisieran hacerlo, no podrían. Les falta perspectiva, datos, no conocen su propia historia ... piensa que las mejores historias de España las escriben ingleses! Y esto no es casualidad. Los historiadores españoles no construyen historia, construyen ideología. Y por eso los españoles no conocen su propia historia. Y cuando ésta engloba Cataluña, se nota que se desconocen las relaciones entre españoles. Se han tragado una ola de propaganda y mentiras. Y hay un orgullo herido en España de ver que "estos al final se lo han podido arreglar solos".

"En Cataluña se lo han podido arreglar solos y, encima, son republicanos". ¿Verdad?
Exacto. No sólo es una minoría nacional que aspira a ser reconocida como tal, y ejercer los derechos que tiene, sino que ¡además es republicana! A mí me interesa especialmente subrayar esto. En Cataluña no hay debate, no ha habido nunca monarquía. La emancipación de los catalanes es, además, un programa republicano. Y hay que remarcar que en España la República ha fracasado dos veces, y ahora están resignados a tener una monarquía eternamente. Y ningún proyecto español actual para impedir la independencia de los catalanes puede funcionar: no hay monarquías federales. Las federaciones que conocemos son todas republicanas.

Y ¿como sienta esto entre la gente española, republicana y de izquierdas? En Cataluña hay un proyecto para hacer una República, que además podría ser de izquierdas
No, es que las personas de izquierdas en España no entienden nada, en absoluto. Porque la izquierda española antes de que izquierda es española. Y tanto española que ni siquiera se plantea sus principios. Porque la condición nacional queda por delante de estos principios de la izquierda. Además, ¿de qué principios hablamos? ¡Si no se ha cumplido ninguna! "Mi partido respetará el derecho a la autodeterminación"? Esto ya lo decían los socialistas y los comunistas al principio.  Y ha desaparecido. Y no se ha vuelto sobre ello. La actitud de la izquierda y de la derecha, con respecto a Cataluña, es la misma. La derecha tiene claro que lo mejor que se puede hacer con los catalanes es ignorarlos, no escuchar lo que está pasando. Y si hay mucho ruido, se bombardea. Y esta no puede ser la actitud también de la izquierda ... pero es la que es. Primero, porque tampoco escucha. Y segundo, no se molesta por entender que, para una persona de izquierdas (que debería ser tolerante), debería estar claro que al menos habría que escuchar a quien diga que se siente parte de otra nación. Porque podría ser que en un mismo espacio jurídico estuvieran conviviendo varias naciones. Pero todo esto ni se ha planteado en la izquierda española.

 ¿Y por eso Ramón Cotarelo entiende el clamor independentista en Cataluña?
Sí, pero yo no soy independentista. Yo seré lo que diga la ciudadanía de la nación catalana que quiere ser. Suscribo lo que los catalanes hagan. Al principio de todo este proceso, cuando debatía con Pablo Iglesias hace cuatro años, él me decía que los nacionalismos periféricos deben ayudarse  entre ellos. Y yo le decía que no era partidario de la independencia de Cataluña, pero sí que estaba a favor de un referéndum, y que se aplicara el resultado fuera como fuera. Esto en 2012. Cuatro años más tarde, lo que decía yo cuatro años atrás es lo que dice él en 2016. Y yo ahora ya añado algo más: "Si yo fuera catalán, sería independentista, sin lugar a dudas". Pero como no soy catalán tampoco quiero meterme mucho. Pero es evidente. La independencia es el mejor para todos, y también para España.

Así, Podemos avanza poco a poco, pero avanza
Pero los de Podemos se han quedado atascados. Un referéndum, sí, pero decían que no se daban las condiciones legales, y ahora todavía se arrastran ... pero hay que tener en cuenta que, hoy en día, no está claro si los de Podemos apoyarían un referéndum en contra del gobierno español, es decir, un referéndum unilateral. Y el PSOE está claro que se ha rendido ya a dejar el gobierno en manos del PP por ninguna otra razón que a causa de Cataluña. 

Usted propone al libro un referéndum en toda España con una triple respuesta sobre la independencia de Cataluña: "Sí", "No", y "Que hagan lo que crean oportuno". Pero la izquierda española ni siquiera ha insinuado una propuesta como esta
Estoy convencido de que la tercera opción tendría muchos votos, y que podría ganar. La gente diría: "Mira, tú, sus razones tendrán ...". Lo que sería importante aquí es dejar claro qué pasa con los Síes y los Noes a la hora del recuento. Porque habría proporciones inversas. Quizás hay un 70% de “No” en España, y un 70% de “Sí” en Cataluña. El referéndum, de función orientativa, debería determinar qué hacer a continuación. No puedes seguir ignorando un territorio donde el 70% de la población vota al contrario de lo que vota el resto.

 Sea como sea, el presidente Puigdemont ha planteado la fórmula del "referéndum o referéndum". Sin acuerdo con el Estado, ¿el principal obstáculo es la validación internacional?
La comunidad internacional y la Unión Europea -o lo que quede- deberá involucrarse tarde o temprano. Esta situación puede ser involuntaria u obligada por las circunstancias. Y los procesamiento de Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau apuntan en esta línea. Es una situación diferente a que Europa intervenga por realizarse un referéndum unilateral. Son dos cosas diferentes: una intervención anterior o posterior al referéndum. Es muy diferente. Yo creo que la internacionalización del conflicto interesa mucho en Cataluña, pero no interesa nada en España, como es evidente. Todo el esfuerzo se debe poner en la internacionalización del proceso, por que aliados en España no habrá. Los de Podemos antes son españoles que de izquierdas. Pero es que ... [piensa] lo primero que hay que hacer es dilucidar si es mejor un referéndum o una declaración.

 Explíquese
Un referéndum unilateral plantea un conflicto interno. Y siempre habrá gente en Europa que dirá: "Bueno, esto sólo es un asunto interno". En cambio, si haces una declaración unilateral de independencia, y de inmediato la llevas a la Corte Internacional de La Haya, ya lo hasinternacionalizado de golpe. Y tienes muchas más probabilidades de ganar apoyos a la declaración si la gestiona un organismo jurídico y judicial internacional. Después ya se corroboraría la declaración con un referéndum. Pero si te enfrentas al Estado con un referéndum unilateral, mucha gente en el exterior dirá que nada, que esto es sólo un asunto interno de los españoles. El referéndum cede en importancia estratégica en comparación con la declaración de independencia. 
¿Aunque la declaración tenga lugar justo después del referéndum, en caso de victoria del Sí?
Ya, pero fíjate que el referéndum debe tener unos requisitos, y ya es evidente que no será acordado con el Estado. Y una declaración no podrá ser automática después del referéndum, porque habrá que hacer el recuento, realizar el escrutinio, depurar, llegar a acuerdos, recibir los recursos pertinentes del señor Xavier García Albiol, etcétera. Y pasará un cierto tiempo. Y, sobre todo, encontrarás que el Estado venderá que se ha cometido una ilegalidad, y pondrá en marcha toda la maquinaria administrativa, y si puede inhabilitará todas las instituciones catalanas, aplicará el artículo 155 de la Constitución, y sencillamente volverá a liarla. Y ¿qué haces? ¿A toda prisa declaras la independencia? ¡Pues más vale hacerla antes, y se acabó! 

Habría una tercera opción? El Gobierno apuesta por el referéndum unilateral, pero el embate del Estado contra las instituciones catalanas (antes del día del referéndum) empuja el ejecutivo de Puigdemont a  declarar la independencia
Sí, pero eso te lleva a una dinámica que no se controla. No sabes qué reacción tendrá el Estado, no se puede calibrar. Y pones a prueba la resistencia de la población catalana, sobre todo los funcionarios y las fuerzas propias de seguridad. Que yo sepa, los Mossos están divididos prácticamente al 50%. Habría un lío. Además, te saltas tu propia promesa de ir de ley a ley. Eh, que puede salir bien eh, pero también puede salir mal. Y no veo la necesidad de jugártela así, cuando tienes una vía más tranquila, la de la declaración unilateral de independencia, directamente. El referéndum no se podrá negociar, por lo que si lo quieres hacer te tienes que declarar en rebeldía. Y la convocatoria del referéndum ya está impugnada, desde el primer momento.

¿Y qué pasa después de declarar la independencia? Habrá ejercer de Estado, y que la gente se movilice de manera permanente para asegurar la independencia desde la calle
Sí, sí, pero si haces un referéndum unilateral todo esto también habría que hacerlo, pero en una situación peor, porque si haces una declaración tienes la vía de seguridad y amparo de llevar el conflicto a un organismo internacional. Que es el punto esencial de toda esta cuestión. Si llevas el conflicto al Tribunal de La Haya, la primera consecuencia es que se paraliza todo. Quedas salvaguardado. Todo está en suspenso hasta que haya una decisión. Hay una especie de tregua que evita un escenario de casi guerra civil. 

¿Qué papel tendrán los partidos no independentistas en el Parlamento?
Si el Parlamento hay una mayoría abrumadora que niega el desafuero de diputados para que puedan ser procesados, ya se niega el procesamiento. Por lo tanto, si realmente quieren insistir en procesamientos contra diputados, quienes deberán desobedecer las leyes serán ellos, en contra de la voluntad del Parlamento. Y la mayoría del No a estos hipotéticos procesamientos contra cargos electos ya está: JxSí y la CUP tienen mayoría absoluta. Y habría que ver qué hacen CSQP y el PSC
CSQP tiene la clave para que haya una mayoría aplastante contra la persecución de las instituciones
Sí, claro. Y esto es muy importante y significativo. Incluso el PSC, que a ver si finalmente se independiza del PSOE. Se calibrarán como están estos partidos, y los involucras en un proceso donde no quieren entrar. 

Pero estarán obligados a responder
Y tanto. Y deberán votar. También pueden abstenerse, y en eso los socialistas ya se están especializando [ríe]. Deben decir Sí o No en caso de procesamientos contra diputados, si llega el caso. Si CSQP y PSC votan No a estos procesamientos, habrá un frente común muy potente para trabajar a favor del referéndum. Parece que me contradiga, pero es diferente oponerse a un referéndum en Cataluña si la convocatoria la articula un 80-90% del Parlamento, y dejas fuera sólo C 's y PP. Esto es mucho más potente que un referéndum con el apoyo sólo de los 72 diputados independentistas. ¿Qué importancia tendría esto? Pues dependerá del momento político de aquel instante. Si todo el mundo está ya con las municiones a punto, no tendrá ninguna importancia. Pero si llega en un momento donde todo el mundo está todavía debatiendo y buscando soluciones, pues será un solución. Y gente de Podemos y el PSOE lo puede ver con otros ojos. Y, si me apuras, también gente del PP lo puede ver de otra manera. 

Por otra parte, ¿como ha de responder la ciudadanía el día del juicio a Mas, Ortega y Rigau?
Si ellos tres se niegan a asistir a su propio juicio entras en un territorio de imponderables, porque después llegaría un procesamiento por desobediencia. Es muy complicado. Los tres deben tener asumido que se les condenará. Si no hay vía de impedir legalmente el juicio, lo más sensato es que comparezcan al juicio, que se les condene, y que la gente reaccione de manera espontánea. Y no se puede desaprovechar la circunstancia de contar, como ya hace Carles Puigdemont constantemente, que en Cataluña hay siempre una actitud pacífica y democrática, y que el Estado responde con represión judicial. Hay que convertir esta represión en un instrumento de propaganda internacional. Y habrá más procesamientos eh, y atención porque en el caso de Carmen Forcadell habrá un auténtico choque institucional, porque es la presidenta del Parlamento.

Pero ¿hasta qué punto se ha de mantener la presión en la calle?
Mira, meses antes de que encarcelaran Arnaldo Otegi el debate que había era muy parecido. "No se atreverán a encarcelar Otegi, esto tendrá consecuencias", se decía. Y sí, sí, se atrevieron, lo encarcelaron, y no ha pasado nada. Es decir, que ... ¡cuidado! La población catalana lleva años movilizada, y les pides un sacrificio grande a lo largo del tiempo. Se ha mantenido una unión esencial, entre partidos, instituciones y sociedad civil. Esto ha permitido que el movimiento tenga esa fuerza. Pero si el Estado te introduce una fisura y alguien se separa, la población se asusta. Si las instituciones o los partidos se disgregan, se ha hecho un mal negocio. Por tanto, no se me ocurriría dar recetas sobre qué hacer. Sólo sé que hay que estar atentos y hacer dos cosas. 

¿Qué?
En primer lugar, recordar que el objetivo estratégico es esencial, y que se basa en la conservación de la unidad de acción, el carácter transversal y la movilización ciudadana. Y, por otra parte, es necesario que el destino de las personas que están dando la cara por la población sea lo más importante para la sociedad. Es necesario estar dispuesto a salvar y demostrar el apoyo a estos dirigentes. Porque se lo merecen y lo necesitarán. Hay que conjugar estos dos factores y hacerlos coincidir. Y no formular consignas que después te puedan maniatar: "Reuniremos la gente ante el tribunal ..."? No. Porque tendrás todo el Estado diciendo que están coaccionando a los jueces, que no hay respeto por la independencia judicial, etcétera. Y eso no es lo más interesante estratégicamente hablando. Se debe tener claro el objetivo, el procedimiento, el carácter unitario popular, y recordar que la gente es débil. ¿Cuánta gente se te desmovilizará al ver que el Estado es capaz de sentar en el banquillo de los acusados ​​todo un ex presidente de la Generalitat y condenarlo a una inhabilitación? Hay que tener en cuenta este peligro. Esto se puede aprovechar para hacer pedagogía en el exterior, sí, y se debe hacer y se está haciendo. Pero es mucho trabajo. Combates contra un enemigo extraordinariamente hábil. Y encima, todo esto es territorio nuevo, estamos abriendo camino. No sabes donde puedes poner un pie y encontrarte una mina. Pero al menos sabes que en algún lugar están, eso seguro. Nadie facilitará nada.





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diumenge, 23 d’octubre del 2016

Cataluña en el fondo. La entrevista de "Gara"

Comparto con la peña la entrevista que me hizo el otro día Gara. Me rindo a la capacidad de síntesis de las preguntas del entrevistador, Alberto Pradilla.

«No se abre el camino al PP para cuatro años, sino para decenios»

ALBERTO PRADILLA|MADRID

Hoy se celebra un Comité Federal clave en el que el PSOE cambiará su «no es no» por una abstención que permitirá gobernar a Mariano Rajoy. ¿Es el inicio de la Gran Coalición?
De inicio nada, es una Gran Coalición disimulada. Es la formación de un Frente Nacional inconfeso. Lo de los catalanes les ha asustado y han decidido formar el Gobierno de Salvación Nacional con una oposición leal que será muy oposición en términos sociales y económicos pero muy poco en términos territoriales y nacionales. Los «superiores intereses de la patria española» justifican esta alianza vergonzante. Es lo que no se dice pero lo único real.

Una Gran Coalición funciona mejor cuando no es percibida como tal por los ciudadanos. ¿No puede ser una estrategia perjudicial para el turnismo?
Eso es para tiempos normales, tranquilos, y estos no lo son. Si hay nuevas elecciones –y esta es la verdadera razón por la que no quieren elecciones– muy probablemente no habría gobierno hasta dentro de seis meses. Mientras, los catalanes construyen su Estado. Al final, el Gobierno que entrase lo primero que se encontraría es una declaración unilateral de independencia. Hay una sensación de urgencia. Nadie habla de Catalunya en esta pelea, pero están formando un bloque. Lo van a disimular con una oposición cerrada en todos los demás, pero cuando se trate de decir que no a los catalanes van a estar juntos PP, PSOE y Ciudadanos.

Tanto los partidarios de Pedro Sánchez como los de Susana Díaz terminaron asumiendo que la ruptura se produce por el intento de acuerdo con el independentismo. ¿Cree que realmente lo intentó?
Pedro Sánchez empezó su mandato en una ortodoxia «rubalcabiana» total. Había que oírle. «Más España» era su grito electoral, salió con una bandera más grande que la de Aznar. No obstante, sin los independentistas catalanes, sin la minoría catalana, no se hace nada. Los catalanes no pueden imponer un gobierno, pero sí pueden impedirlo. El mandato del Comité Federal era que no querían el apoyo catalán ni directa ni indirectamente, ni siquiera a través de la abstención. Era una posición maximalista total que preanunciaba lo que iba a pasar. Sánchez probablemente inició tímidos contactos para ver si encontraba una solución y solo eso le ha costado la carrera.

El PSOE ha recurrido a Felipe González. ¿Es una demostración de la falta de líderes?
Felipe González ha dinamitado el escaso prestigio que le quedaba de rumiar las glorias del pasado. Ha perdido la vergüenza y animando a Susana Díaz, a la que le ciega la ambición, a lanzarse a un golpe de mano dentro del PSOE que prácticamente lo ha destruido. Esas teorías de Eduardo Madina y de otros demagogos de que van a hacer una oposición durísima y que van a tener atado en corto al Gobierno son mentira. Si no has sido capaz de atarlo cuando estaba en funciones, ¿cómo vas a ser capaz cuando gobierna con una posibilidad de chantaje que les aterroriza? A la primera que les molestes convoca elecciones anticipadas y les deja sin saber qué hacer. El PSOE hará la oposición que el PP le deje y en los asuntos llamados «nacionales», los de Catalunya, que son los que importan, harán piña.

¿Observa el riesgo de «pasokización», como han vaticinado algunos analistas?
No veo «pasokización» alguna. El PSOE no es el Pasok. El Pasok se fundó hace 40 años. El PSOE tiene una larguísima historia más que centenaria, hay muchísima gente fiel, miles de militantes sinceros... Resistirá como para poder ser partido bisagra. El problema es que la otra izquierda no va a conseguir nada, porque está mal planteada desde el principio. Esa identificación con el viejo comunismo anguitiano, esa agresividad, no les va a permitir llegar ni al 15%. Esta es la implosión de toda la izquierda, no solo del PSOE, sino también de Podemos, por la pura incompetencia de sus líderes. No es abrir el camino a un gobierno del PP para cuatro años, sino abrirlo para decenios.

¿Qué ocurre con los movimientos de las bases?
Si hubiera un dirigente... Pero no lo hay. Fíjate qué carentes están, cómo sienten la necesidad, que ha medioaparecido Borrell y se han lanzado todos en sus brazos como locos. Y todo porque ha medioaparecido otra gloria del pasado que no está tan emborronado, tan ensuciado y tan desprestigiado como la vieja guardia. Hay un sector del PSOE que conserva la vieja cultura izquierdista, obrerista... pero ni tiene dirigente ni es capaz de articular un proyecto, porque no entiende el país en el que vive ni emplea el lenguaje correcto para los tiempos que corren.

El siguiente paso es un congreso extraordinario para elegir nuevo secretario general. ¿Cree que el PSOE tiene alguna oportunidad de regeneración?
Depende de qué congreso vaya a producirse. Si es el de las bases rebeldes o el de la gestora. En todo caso, lo que me parece intuir, es que falta liderazgo. Pedro Sánchez entró como un criado de Rubalcaba y terminó pensando que podía resolver la crisis estructural del país. No hay liderazgo y tampoco proyecto. No saben qué hacer porque el problema principal, les guste o no les guste, está en Catalunya. Ya se han cargado al PSC, que era antes la segunda fuerza de forma que equilibraba a los andaluces. Ahora, sin el PSC es difícil que el PSOE pueda ganar elecciones. Además, el predominio de Andalucía es tan amplio que el PSOE corre el peligro de convertirse en un partido andaluz, con las rencillas que eso conlleva. Cualquier congreso que se produzca va a ser “La casa de tócame Roque”, porque no hay proyecto ni liderazgo, y Susana Díaz no tiene categoría. Van a acabar saliendo con una solución de parcheo que les permitirá sobrevivir en esa medianía en la que los cargos se mantienen, los sueldos se cobran pero no se hace nada.

¿Estamos ante un proceso de restauración del régimen de 1978?
Van a guardar las formas dentro de lo que Europa les exija, que va a ser poco, porque harán todos los recortes que pidan. Guardarán las formas para que el Consejo de Europa no les meta mano por ser lo que realmente son, una dictadura disfrazada de democracia.

Plantea que el nudo principal es la cuestión catalana. ¿No ve esperanza en que alguien plantee una solución democrática partiendo de la base de que sería positiva para el Estado?
La cerrazón es total, el miedo es absoluto, la actitud del independentismo catalán no ofrece ninguna duda y por la parte española no hay fondo del que sacar. ¿Pueden hacer alguna propuesta que interese a los catalanes tendiendo en cuenta que están a cuarenta cuerpos de distancia? Que les digan ahora eso del federalismo. Ni siquiera quieren confesar que hay un problema. Lo más dramático de esto es la pavorosa incompetencia de la dirigencia española. Es increíble. Todo el mundo dice que Rajoy es tonto, lo cual es obvio. Pero también pasa con los otros. Albert Rivera es un zascandil. ¿Qué era el pobre Sánchez? Un tío al que la Historia le puso ahí como la corriente del río arrincona una rama. Y Pablo Iglesias es un oportunista que ha creído que la salvación del país y la patria depende de él. Son incapaces de hacerse cargo de que en una situación así es necesario dar propuestas valientes e innovadoras.

¿Cómo explica estas tesis alguien que se ha definido como «nacionalista español»?
Probablemente, si me preguntaran otra vez ya no lo diría. Soy español por azares del nacimiento, si me dicen si estoy orgulloso, mi respuesta es que no. Estoy obligado a pertenecer a una nación que niega a otras el derecho a serlo. ¿Cómo podría sentirme yo a gusto en una nación española? En una que fuera respetuosa con el derecho de las otras naciones a independendizarse. Una nación que integrara a otras voluntariamente. Entonces sí, te haría sentir el orgullo de decir «pertenezco a la nación de la que nadie quiere irse». Mientras, estoy obligado a decir que pertenezco a una nación que tiene aferradas a otras naciones y no les deja articular su voluntad. Son nacionalista de un país que no existe.

Defiende que Catalunya es la verdadera amenaza para el «statu quo» en el Estado.
Creo que es la única oposición que hay. La única real, que preocupa, que les obsesiona.

En su libro «La República Catalana» plantea que mientras en el Principat existe un proyecto, el Estado carece de propuestas.
De Catalunya salen todas las iniciativas, tiene proyecto, presenta objetivos. España está a la defensiva. Y en política, como en todo en la vida, el primero que da un paso tiene ganada la iniciativa, que es esencial. Ha llegado un extremo en el que, realmente, el bipartidismo solo puede ser sustituido para la conservación del Estado por el monopartidismo. Eso es lo que intentó Rubalcaba en sus nefastos años de mandato, llevar al PSOE a la condición de partido dinástico, colaboracionista.

También hace mención a cómo la izquierda española niega la posibilidad de ser independentista y progresista.
Eso lo dicen los castellanohablantes, los españoles, para disimular que no les queda otro remedio que tragarse que se puede ser independentista y de izquierdas. Siempre sale el fondo de la cuestión. Aquí solo hay un país, una nación, «esto es España y esta la izquierda española». Y luego están estos tíos raros, de la periferia, que se empeñan en decir que son de izquierdas, pero ¿cómo pueden ser de izquierdas siendo nacionalistas? Esa tontería que dicen que los españoles no son nacionalistas... es que entra la risa.


Podemos defiende el derecho a decidir.

Tengo a gala decir que eso lo plantea porque yo se lo dije. Porque no era así. Y lo han aceptado a regañadientes. Segundo, no se lo cree nadie. Porque hasta ahora el derecho a decidir era pactado con el Estado. Y con el Estado no pactas el derecho a decidir. Ahora se lo han callado pero en el fondo es lo mismo, un derecho a decidir dentro del ordenamiento jurídico. Creen que la gente es imbécil, que se le puede decir a los catalanes derecho a decidir y luego por lo bajini, «qué derecho a decidir ni qué niño muerto». Suena novedoso pero es el mismo rollo de siempre.A.P.

divendres, 21 d’octubre del 2016

Franco se cae del caballo

Recuerdos relámpago de noches en los países comunistas, con derribo de estatuas de Lenin, Stalin... Vaya clima se está gestando en la tercera Restauración que ha resultado ser el postfranquismo o franquismo sin Franco.

Desde el principio del proyecto del Born se intuía que la autoridad municipal estaba errando a modo. Quizá por ingenuidad, con su punto de pedantería. Su intención podía ser buena, pero ha resultado la bondad del Alma buena de Sechuán. Estamos en una democracia moderna, debieron decirse, en una sociedad tolerante, culta, capaz de contextualizar o descontextualizar (que no estoy muy seguro de lo que los mozos proponen) los datos, los personajes y de relativizar las consecuencias del pasado.

Pero he aquí que la gente -esa de la que tanto hablan en Podemos- no está para refinamientos ni deconstrucciones derridanas. No quiere ver la estatua de Franco en las calles, con cabeza, sin cabeza o con tres cabezas, como la Gorgona. ¿Por qué? Sencillamente, porque está en todas partes, en los callejeros, en los nombres de los pueblos, los títulos honoríficos, la fundación de su nombre, el Valle de los Caídos, las misas por su eterna salvación y, si fuera posible, pronta resurrección, los cargos públicos del PP haciendo saludos fascistas, literalmente en todas partes. El dictador que murió en la cama después de cuarenta años de régimen inenarrable que muchos, demasiados, dieron por bueno porque los seres humanos se adaptan a todo, incluso a la esclavitud.

Franco se cae del caballo el mismo día en que el Tribunal Constitucional, algunos de cuyos miembros son aficionados a la Fiesta Nacional, prohíbe prohibir las corridas de toros en Cataluña. Cómo se nota que son todos de la generación del 68. Incidentalmente, un país que llama "Fiesta nacional" a las corridas de toros no está bien de su colectiva cabeza.

Palinuro volverá mañana sobre el derribo del Born porque tiene mucha más miga de lo que parece.

dilluns, 17 d’octubre del 2016

La República Catalana y Palinuro en TV3

Aquí está el vídeo del programa de TV3, Divendres, dirigido por Helena García Melero. Participaban Jaume Barberà, Àstrid Alemany, Vicent Sanchis, Tian Riba y Palinuro, además de la presentadora, claro. En él se habló de la República Catalana  y también de muchas otras cosas de rabiosa actualidad y de actualidad no tan rabiosa en un clima sosegado y afable. Todos los participantes se expresaban en catalán, excepto el invitado mesetario, Palinuro, que lo hizo en castellano sin que nadie se enfadara ni desde luego lo multara. Se expusieron interpretaciones y puntos de vista de interés, de los que Palinuro aprendió mucho. Fue un privilegio participar.

Merece la pena verlo para convencerse de que este tipo de programas de debate tienen una altura distinta en las televisiones españolas o estatales y la TV catalana. Son estilos diferentes, mundos diferentes, países diferentes. 

divendres, 14 d’octubre del 2016

Hoy, conferencia de Palinuro en Gràcia

Como siempre, viajo hoy a Barcelona encantado. Cataluña es mi tierra y los catalanes, mi gente. Por libre elección de mi parte y adopción por la suya. Aquí hay un proyecto, una idea en marcha, una lucha con sentido. Hay vida. Es un privilegio sentirse admitido por un poble tossudamente alçat. Justo lo que la leyenda venía diciendo del conjunto de España y los españoles: que es un pueblo bravo, orgulloso de sus libertades al que embargan yacimientos de leones, desfiladeros de águilas y cordilleras de toros, según aquel gran poeta asesinado por el fascismo. Pero eso se quedó en leyenda. Cuarenta años de dictadura genocida y otros cuarenta de adocenada, paticorta, timorata y rácana democracia  han cambiado a los leones en zalameros gatitos, las águilas en sobresaltadas gallinas y los toros en mansos bueyes.  Y todos aterrorizados ante la aventura a que se han lanzado estos catalanes de emancipar su nación y dotarla de un Estado republicano.

Ayer mismo volvieron a resonar las fanfarrias conquistadoras, la unidad de destino en lo universal, la lengua del imperio y la habitual sarta de memeces de oropel y cartón piedra. Todo con lo que el franquismo destrozó dos o tres generaciones de infelices españoles y estos neofranquistas que gobiernan en los ratos libres en que no roban han tratado de enjaretarnos con la contumacia que caracteriza sus procesos diz que mentales. Pero, por fin, times they are a-changin, como cantaba ese al que dieron ayer el premio Nobel ante la indignación de los arzobispos de las letras, incapaces de entender el alma de la literatura si no viene encuadernada con las ordenanzas de rigor.

Y el cambio, aquí, se llama la República Catalana, la única esperanza de que algo se mueva en esta bloque monolítico de España que no es "neofranquista" porque le sobra el "neo", y no el de Matrix. Un país del siglo XXI gobernado por esta calaña de sujetos, constituidos en una presunta asociación para delinquir y mandados por un hombre responsable político de todos los gatuperios y cobrador él mismo de los sobresueldos en B de Bárcenas, en realidad, no es un país, sino una aberración. Y si a ello se añade que el principal partido de la oposición está dispuesto a mantener en el gobierno a la presunta asociación de delincuentes a pesar de las barbaridades que se oyen en sede judicial todos los días, se entenderá que una colectividad que puede organizarse de otra forma y librarse del abrazo de este absurdo ente agonizante (recuérdese a Valentí Almirall) lo haga, como lo está haciendo Cataluña.

El proceso que la ciudadanía catalana lleva adelante se acelera porque, por circunstancias de todos conocidas, en España hay un tremendo vacío de poder político. Nadie, ni un dirigente, ni un líder, ni un teórico, intelectual  o ideólogo es capaz de articular una iniciativa, un proyecto que pueda medirse con el catalán y servirle de contrapeso.

Con el procesamiento de Mas, lo único evidente es que en España ya solo funciona el aparato represivo y que su discurso es el de la policía, los tribunales, las condenas. Como siempre. 

De eso hablaremos hoy en Gràcia a las 20:00 en el local del orfeó gracienc, carrer Asturies, 83.

Allí nos vemos.

dimecres, 12 d’octubre del 2016

El vacío de poder en España

Dicen los medios imperiales que las autoridades, la clase política en su conjunto en Madrid hizo el vacío a Puigdemont cuando este llegó a la Villa y Corte a exponer su punto de vista y pedir una negociación sobre el referéndum catalán. No es del todo exacto. En Madrid hay un gobierno en funciones que no gobierna y una oposición provisional, a cargo de una Comisión gestora que no se opone. O sea, no hay gobierno ni oposición. Hay un vacío. La ausencia de miembros del gobierno y personalidades políticas simplemente intentaba trasladar al lugar de la conferencia de Puigdemont la situación en que vive el país desde diciembre de 2015. Y como ya se sabe que la naturaleza tiene horror al vacío, el lugar se llenó en cambio de una nutrida representación del cuerpo diplomático europeo (y no solo europeo) acreditado en Madrid. Según los nacionalistas españoles (del gobierno y de la oposición) a nadie interesa lo que venga a decir a la capital el independentismo catalán. Según los embajadores presentes sí interesa en Francia, Inglaterra, Holanda, Suecia, etc. A cualquiera se le alcanza que es una táctica verdaderamente inepta. De eso va mi artículo de hoy en elMón.cat, cuya versión castellana incluyo aquí:

La mejor defensa es una buena huida


La visita de Puigdemont a Madrid, nuevo episodio del desencuentro entre el gobierno español y el de la Generalitat. Más que con el gobierno, el desencuentro es con el sistema político español en su conjunto. En el auditorio, en la sala, ni un miembro del gobierno, ni dirigente de su partido, ni del PSOE, salvo Gabilondo, nadie de C’s y nadie de Podemos, aunque luego almorzaran juntos los jefes, a modo de desagravio culinario. Es como si, en lugar de llegar a la capital y corte un presidente de una Autonomía en la que hay un proceso independentista en marcha, fuera un leproso llamando a las puertas de una ciudad. Nada de recibirlo, nada de tocarlo, ni escucharlo.

Pero Puigdemont no fue a Madrid a predicar en el desierto. Aunque a las autoridades no parezca interesarles qué tenga que decir el presidente de la Generalitat sobre el contencioso territorial más grave a que ha enfrentado España en mucho tiempo, había una nutrida representación del cuerpo diplomático, tanto de la UE como de fuera de ella. Le habrá costado un berrinche al ministro de Exteriores, pero allí estaban los embajadores de Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Holanda, Bélgica Dinamarca y Suecia y otros. Con ello se envía un delicado aviso a los gobernantes y a la clase política española, muy nacionalista: los países europeos están ojo avizor con lo que suceda en Cataluña. Será difícil que pretexten asuntos internos si el conflicto toma aires poco tranquilizadores. No estamos jugando al parchís; estamos jugando con la estabilidad y la seguridad de la gente. Ningún gobernante despreciaría la ocasión de informarse de primera mano de los planes de su adversario o de medirse dialécticamente con él en público. Bueno, si es español, quizá sí.

Esta estridente disonancia, esta falta de cortesía y de talante democrático es patente. La tradición en Madrid es que el poder no transige, no negocia, no pacta. Se impone y ya está. Para ello se invoca la ley que, aparte de ser interpretable, es un puro juguete en manos del poder político orientado en contra del independentismo catalán. El mensaje que envía esta ausencia, mezcla de desplante y huida es de inseguridad, desconcierto y soberbia herida. ¿Cómo vienen estos catalanes en el siglo XXI a agitar espantajos del XIX?

Justamente, esa deserción colectiva invita a la consabida comparación con el avestruz que esconde la cabeza bajo tierra ante el peligro, una historia muy injusta con las avestruces pues en modo alguno hacen esa tontería, como no la hace ningún animal, sabedores de que no interesa perder de vista al enemigo. Los animales, no, pero la derecha, sí. ¿Qué Puigdemont va a Madrid como Moisés bajaba del Sinaí con las tablas del referéndum de la época? Con no estar allí, ojos que no ven y oídos que no escuchan no tienen por qué darse por enterados de lo que aborrecen y temen o temen y aborrecen al tiempo.

Pero los diplomáticos tomaron buena nota y ya habrán informado a sus cancillerías de que el líder independentista catalán se ha presentado en Madrid con ánimo conciliador y una propuesta de negociarlo todo. Excepto la celebración del referéndum en sí misma. Es referéndum sí o sí y dentro de uno de los síes está negociar todos los aspectos de pregunta, cómputo de votos, requisitos de participación, plazo para la celebración de un referéndum subsiguiente, etc. Si no hay nadie del gobierno español, ni siquiera de la oposición para darse por enterado, está claro que la contestación a las propuestas de Puigdemont solo puede entenderse como un “no”. “No” por ausencia, por deserción, por huida, pero “no” al fin y al cabo. Y ese “no” quedará apuntado en el haber del independentismo y en el debe español a la hora de sopesar los argumentos de una y otra parte ante alguna instancia neutral.

En el proceso de internacionalización del conflicto, que los independentistas llevan muy adelantado, han ganado importantes bazas a la hora de suscitar opinión popular e institucional en los países europeos. Los independentistas catalanes suman; los nacionalistas españoles restan.

Al no haber asistido ningún miembro del gobierno, este no se sentirá obligado a hacer siquiera mención de la presencia del Presidente de la Generalitat en Madrid y menos una declaración. Puigdemont se ha presentado en el palenque, pero el adversario no ha comparecido. Es un misterio cómo piensa el PP y el gobierno de Rajoy si, por fin, los socialistas lo hacen presidente, que se recoge la información, se intercambian las opiniones y los criterios si no es dialogando siempre que se tenga oportunidad.
Ya se ve: no hay interés por saber, informarse, discutir, negociar, llegar a un acuerdo. Lo hay por vigilar estrechamente, reprimir, procesar, quizá encarcelar. Y así hasta el fin de los tiempos. Es obvio que ningún país puede sobrevivir a la larga con un enfrentamiento de este calibre en su interior. Es obvio para todo el mundo excepto para el nacionalismo español que hay se alimenta de sus dos fuentes principales, la derecha y la izquierda.


divendres, 7 d’octubre del 2016

La bronca socialista y el fondo catalán

El tiro del golpe está saliendo por la culata. Los conjurados no se esperaban esta reacción de las bases y esta sí que es espontánea y tiene un aire impecablemente democrático. Negarse a escucharlas, como hace la señora Díaz, no es buena práctica y pone más de relieve el autoritarismo que traspira toda la operación. Dice Díaz que es tan capaz de defender los intereses de España como los de Andalucía. Es un lenguaje caudillista. Nadie le pide tanto. Basta con que no estorbe y deje de hacer dislates, como ese de favorecer los intereses de España y los de Andalucía cargándose el PSOE.

No es exageración. Las colectividades, las asociaciones, y el PSOE es una, procuran siempre sobrevivir y se preparan para hacer frente a los peligros previsibles. Los imprevisibles son otra cosa. Que el PSOE dinamitara desde dentro su posición de relativa fuerza y mandara al ostracismo a su líder en mitad de la batalla era algo imprevisible. El desconcierto que reina ahora mismo en el partido es buena prueba de ello. Nadie sabe con certeza qué pueda hacerse. La comisión gestora, o sea, la junta de alzados, trae una misión a modo de mandato: el PSOE debe abstenerse y permitir un gobierno de Rajoy. Lo que no se sabe es quién le ha dado ese mandato, aunque se supone en dónde se ha urdido.

Pero la oposición interna está siendo muy fuerte y cuestiona la legitimidad de la gestora para negociar nada con el gobierno y menos que nada, la abstención. Esto pone de los nervios a los gestores que no saben cómo salir airosos. Por eso desbarran al reciente estilo andalusí y el presidente de ese dudoso órgano aclara para las almas cándidas que El PSOE podrá consentir la investidura, pero no va a proporcionar estabilidad. Es un modo tan inepto de plantearlo que cabe dudar de si hemos oído bien. Parte el señor Fernández de que el PSOE (o sea, él y sus amigos) podrá "consentir la investidura", un modo disimulado de darla por supuesta. Abstenerse, pero anunciar que no habrá estabilidad es algo incomprensible. Si no se quiere la inestabilidad solo hay dos posibilidades: o se abstiene uno y, si lo hace, obedece luego todo lo que se le ordene o bien no se abstiene uno, vota en contra porque  NO es NO y vamos a terceras elecciones.

Sin embargo, no será así. A pesar de la Gürtel, las black, la Púnica y demás tropelías, el PSOE dará el gobierno al PP porque la operación de salvación nacional está ya en marcha. Rajoy estaba informado de la operación tramada por PRISA, Felipe González y la taifa sevillana. La clase dominante, las empresas, la banca, la Iglesia o alguna de sus órdenes metomentodo, como el Opus, han decidido cortar el proceso independentista catalán antes de que la situación se ponga peor. Hay un interés de Estado y este exige que se acabe con la ingobernabilidad, con el vacío de poder, con la inestabilidad y que se forme un gobierno compuesto por los dos partidos dinásticos y, si no es posible, por uno con el apoyo del otro. Innecesario decir los nombres. Esa es la finalidad verdadera del golpe: unir los dos nacionalismos españoles como han hecho los nacionalistas catalanes y para combatir a estos.

En ese sentido debe interpretarse el impulso que se acaba de dar a la política represiva frente al independentismo catalán: se procesará a Homs por supuesta prevaricación y se pide el encausamiento de Carme Forcadell, presidenta del Parlament por desobedecer al Tribunal Constitucional. La nación española reacciona valiéndose de su Estado.

Se entiende que los nacionalistas españoles, habiendo comprendido que no están los tiempos para bombardear Barcelona, busquen otras vías para obstaculizar o impedir el proceso independentista. Y que recurran a las vías legales y las ilegales como, al parecer, hacen. De las últimas hay poco que decir si no es en los tribunales. De las legales, en cambio, cabe discutir. Legal es, sin duda, procesar a las autoridades catalanas de todo tipo y condición, parlamentarias, consejeras, expresidentes y lo que venga detrás, con pinta de ser bastante si la desobediencia se extiende. Pero que sea legal no quiere decir que sea inteligente. Europa está acostumbrada a ver en las cárceles de unos u otros países a delincuentes terroristas, muchos de los cuales invocan causas políticas. A lo que no está acostumbrada es a ver dirigentes políticos democráticos y pacíficos presos por sus convicciones. Será digno de ver cómo explicarán las autoridades en las cancillerías europeas la existencia de presos políticos en España. Cómo lo harán los socialistas que prefieren un gobierno del PP a cualquier otra opción.

El acuerdo bajo cuerda de salvación nacional insufla tal ánimo al mortecino patriotismo que el ministro de Exteriores se apresta a conquistar el Peñón. Por si alguien dudaba de las esencias de la raza.