dilluns, 31 d’agost del 2015

No pierdan más el tiempo.

A menos de un mes de las las cruciales elecciones catalanas de 27 de septiembre, una proyección sobre los resultados de las generales de diciembre que trae el diario Público es un ejercicio tan absurdo que dan ganas de reír. Los analistas son de piñón fijo: acostumbrados a que las elecciones autonómicas sean solo de interés para sus comunidades, ignoran que estas catalanas afectan al conjunto del Estado y de una forma sin precedentes. Son quizá las elecciones más importantes en España desde la muerte Franco porque son plebiscitarias de hecho sobre la independencia. Más importantes que las generales de diciembre. El gobierno y el principal partido de la oposición, el núcleo del nacionalismo español, dicen que esas elecciones no pasan de ser unas autonómicas más. Es obvio que quienes han hecho este cálculo de previsión de los resultados en diciembre coinciden con el bloque dinástico y son tan nacionalistas españoles como él.
 
E igual de absurdos. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre cambiarán sustancialmente la intenciòn de voto de amplios sectores de votantes españoles, razón por la cual, entretenerse haciendo cábalas sobre este gráfico es una pérdida de tiempo. El resultado puede ser ese o cualquier otro, ahora imprevisible.
 
Solo un breve comentario sobre lo publicado. Al ser Público el diario de Podemos, esos 56 diputados que atribuyen a su partido son muy significativos. En primer lugar quiere decir que las cosas están muy mal y que Podemos probablemente no supere la cota de IU en sus mejores momentos. Tengo para mí -lo veremos en Cataluña- que no llegarán a esa y que se moverán más en la línea del 11% del voto, con unos 25 diputados.Y eso dejando a IU probablemente sin ellos. Sospecho que estos datos no están "limpios" y que traen mucha basura ideológica, pues su funciòn no es facilitar información, sino, al contrario, adoctrinar y movilizar apoyos electorales porque la cosa se ve oscura.
 
Antes de ponerse a elucubrar sobre las hipotéticas coaliciones de gobierno vamos a ver cómo quedan las distintas opciones en Cataluña, porque es posible que alguna no llegue a diciembre. 

La revolución catalana.

El País continúa en su ardua campaña en contra del independentismo catalán a banderas desplegadas. Da cuenta del efecto de la epístola nacional de González asegurando que El núcleo duro independentista trata de desprestigiar a Felipe González. Se queja de que, en lugar de debatir y refutarle sus razones, lo insulten. Por mi parte he visto bastantes razones por ahí; incluso he formulado algunas y tampoco parece que las de González sean para aceptarlas como verdad revelada. El gobierno se ha deshecho en alabanzas de la "cordura" de González, gran estadista género jarrón chino. Y, con el gobierno, el señor Duran, que es "nuestro hombre en Barcelona", el último mohicano portador del seny en Cataluña. 

Eso el gobierno. La oposición socialista ha cerrado filas con el anciano de la tribu. Tanto Pedro Sánchez como Miquel Iceta han agradecido a González el gesto de ilustrarnos sobre el espinoso asunto catalán, evidentemente felices, resplandecientes. Iceta cree que la carta gonzalesca es de alguien que conoce y quiere a los catalanes. Que los compare con los nazis y los fascistas, en realidad es un gesto de exuberancia producto de su mucho amor. Sánchez también se identifica con ese  discurso nacional español suave en la forma pero duro en el fondo. Es el que acuñó la consigna de "¡más España!", de la que no ha vuelto a saberse más; el mismo que sacó a escena una rojigualda tamaño campo de fútbol y se ha ido a México a, entre otras cosas, homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona floral con la rojigualda. No la tricolor. A Lázaro Cárdenas, que siempre se mantuvo fiel a la República y jamás reconoció el régimen de Franco ni su bandera. Haberle llevado un ramo de claveles, hombre, para ser menos cortesano.

Los partidos dinásticos, a partir un piñón pues se trata de "asuntos de Estado", hoy por hoy, Cataluña. Se entiende. Son los pilares de lo que la nueva izquierda venía llamando el régimen, cuya columna vertebral era el bipartidismo. El bloque del nacionalismo español está en zafarrancho de combate. En su campo también se insulta mucho, pero eso a El País le interesa menos. En todo caso hay un gran vocerío.

Que contrasta con el silencio de las izquierdas españolas no socialdemócratas, las que se llaman a sí mismas transformadora y la novísima izquierda al desgaire. La aparente bronca entre unionistas y separatistas y sus episodios más o menos sonados, como esa carta de Felipe González, cual nuevo Zola del siglo XXI, parecen cogerlas con el paso cambiado o ponerlas en un compromiso. De un lado no quieren acercarse al bloque unionista por no parecer falangistas imperiales pero, del otro, tampoco dar siquiera la impresión de simpatizar con el independentismo porque temen perder todos sus votos en el resto de España y quedarse como pollos desplumados. Así que, ya se sabe, defienden el derecho de autodeterminación, pero no ahora sino cuando toque. Es decir, silencio. Esta izquierda española está fuera de la función y, en realidad, no tiene papel en la obra.

Y no lo tiene porque no entiende la obra. Su interpretación del proceso independentista está lastrada por sus dogmas ideológicos. ¿De qué estamos hablando? ¿De una maniobra de la burguesía catalana, según la vieja idea de Jordi Solé sobre la naturaleza del nacionalismo? ¿O quizá de la recomposición de fuerzas en el ámbito de lo nacional popular? ¿Incluso, de un error estratégico de la izquierda catalana que, al parecer, se deja engañar por la burguesía, haciéndole olvidar su verdadera misión en este mundo? Porque aquí no es ya solamente que haya referentes flotantes, es que puede haberlos vacíos. Es una izquierda desconcertada que trata de encontrar su hueco en un conflicto cuya naturaleza no entiende.

Nadie ha empleado el término revolución. Y es cosa hasta cierto punto lógica porque primero hay que aclararse entre las dos posibles acepciones del término: una vulgar, mundana, hasta publicitaria, como cuando se habla de la revolución de los lavavajillas, por ejemplo; y otra más específica, normalmente empleada en enfoques históricos o politológicos que implican cambios de régimen, no solo de legalidad sino incluso de principio de legitimidad, un uso que a veces se ha aplicado superando los meros límites de lo político, con denominaciones más mediáticas, como "revolución de los claveles" o "revolución de terciopelo", pero se trata de casos aislados. Bien, ¿por qué no puede llamarse al proceso que está viviéndose en Cataluña la revolución catalana? El nombre no tiene derechos de autor y el contenido es una vivencia subjetiva que mucha gente en Cataluña está experimentando de forma directa, inmediata. La vivencia de estar asistiendo al nacimiento de un Estado, de su Estado. (Había puesto nacimiento de una nación, para aprovechar el tirón del título de Griffith, aunque con otra intención, claro, pero un lector me hace observar que la nación catalana es mucho más antigua). La experiencia única de que el tren de la historia pasa por su vida y solo lo hará una vez.  Eso es algo que tiene una fuerza de movilización extraordinaria y que el bando contrario ni intuye.

Que las izquierdas revolucionarias españolas no hayan visto una revolución cuando la tienen delante era bastante de esperar porque siempre han sido más españolas que izquierdas y solo reconocen una revolución si se ajusta a un manual de doctrina. Pero eso no hace menos revolución la revolución catalana. Todo depende de las elecciones del 27 de septiembre que, según el bloque unionista, son unas simples y llanas elecciones autonómicas y para el resto del planeta son más, mucho más. De su resultado depende lo que suceda en España toda al día siguiente. Nada, o, entre otras posibilidades,  una Declaración Unilateral de Independencia, que es un acto típicamente revolucionario por el cual el poder constituyente rompe la legalidad y legitimidad anteriores y proclama unas nuevas, una nueva Constitución de una República catalana. O sea, para entendernos, una revolución. Sire.

La carta de González no tiene tantas razones como dice El País pero sí contiene las amenazas de rigor y los miedos habituales. Por boca del expresidente del gobierno habla el temor del nacionalismo español a quedarse sin país, también una vivencia colectiva subjetiva única.  De ahì que sea tan lamentable que González se atenga a la Ley de Godwin y compare el independentismo catalán con los nazis y los fascistas. Repase algo la historia y la próxima vez que quiera comparar a los independentistas con alguien, hágalo con los Países Bajos, primer Estado moderno en alcanzar la independencia de España, que tardó ochenta años en reconocerla.

diumenge, 30 d’agost del 2015

El cartero del Rey.


Ayer fue la Guardia Civil; hoy, una reprimenda epistolar de Felipe González. El nacionalismo español está en pie de guerra. Y en El País, que le cede su articulo editorial, es decir,  hace suya la opinión de González, y este habla por el periódico. No es menudo privilegio. Se entiende, sin embargo. Hace ya unas fechas que, habiendo comprendido por fin el calado de lo que llama con flema anglosajona el desafío soberanista, el cuarto de máquinas del diario de Prisa echa humo. Ha puesto a trabajar a  sus plumillas más o menos cultos y los muñidores de ideología en defensa de la unidad de la Patria. Si su autoconciencia legitimadora lo pinta como el diario de la transición y el que se enfrentó al golpe de 1981 en nombre de la Constitución, su idea del momento es erigirse en paladín de la unidad de España y nuevo salvador de la Patria.

El editorial firmado por González viene a ser como un artículo de fondo. Aunque de poco fondo. Como pieza literaria es insignificante y como documento resulta bastante ramplón. Ocasión tan distinguida hubiera necesitado algo más de estilo y mayor densidad de contenido. No tendría por qué ser un nuevo Discurso a la nación española o Yo acuso u Oigo Patria tu aflicción, pero debiera tener algo que permitiera recordarlo. En vez de eso, la epístola que González dirige a los catalanes, a diferencia de las que San Pedro o San Pablo dirigían a distintos destinatarios colectivos, reproduce el contenido adocenado de las habituales admoniciones del nacionalismo español de más rancia estirpe vestido con las galas del "éxito" de la segunda restauración. Tengo la impresión de que el Rey le ha pedido que se dirija a los españoles en defensa del statu quo -y la Corona, por ende- y le ha dado la plantilla del discurso español tradicionalista, una triada que incluye: a) jeremiadas, b) malos augurios; c) amenazas.

Las jeremiadas. ¡Ah, con lo bien que nos llevamos y lo mucho que hemos prosperado gracias a la Constitución de 1978 que otorga el mayor autogobierno que Cataluña ha tenido en su historia! González no está familiarizado con la del nacionalismo catalán e ignora que lo lógico (y legítimo) de este no es quedarse con "el mayo autogobierno"  sino la totalidad del autogobierno. Esto sin contar con que el juicio sobre el Título VIII de la CE es muy contradictorio. A él le parece un éxito; a otros, un desastre y un fracaso, sobre todo después de que Alfonso Guerra y los demás "Guerras" que hay en el Parlamento y el Tribunal Constitucional se cepillaron el Estatuto de 2006.

¡Ah, qué lástima ver Cataluña convertida en una Albania! Tengo la impresión de que antes se verá así España que Cataluña. Pero, sobre todo, es absurdo emplear estas imágenes después de los referéndums de Quebec y Escocia, que han dejado sin argumentos a los nacionalistas españoles. En especial los de Quebec porque se dieron a raíz de una doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo Federal, según la cual, el derecho de autodeterminación no existe en la Constitución canadiense (como tampoco en la CE), pero si una parte importante de la población se empeña en ejercerlo, el Estado viene obligado a negociar alguna forma para ello, como es lógico y entiende todo el mundo, incluida Escocia, pero no el gobierno español.

Las "razones", los (malos) augurios. Horrorosa la pretensión de desconexión de Mas tan en contra del espíritu del tiempo, que es el de la gran conectividad.  Dice González que la desconexión será en primer lugar entre catalanes, pues ya empieza a haber signos de racismo. Cierto. Pero los ha habido siempre. Y en todas direcciones. El "¡háblame en cristiano!" es puro racismo. Tambien dice que se quiere desconectar a los catalanes del resto de los españoles. Si todo el mundo está tan conectado, tanto dará estarlo con los españoles como con los demás europeos. Y esto sin contar con que ese  contacto entre españoles y catalanes de que tanto dicen enorgullecerse los políticos nacionalistas españoles es pura demagogia. Un estudio sobre los prejuicios de unos hacia otros, del grado de conocimiemto real sobre todo de los españoles hacia los catalanes probará que no hay cercanía y que no la habido nunca. Para los españoles, en el fondo, Cataluña no es el extranjero, pero sí el cuasiextranjero.

Igualmente se augura una ruptura de Cataluña con Europa. Ni que él fuera el dueño de la kermesse. Eso está por ver y también lo está lo que pueda hacer España o lo que quede de ella. No resulta verosímil que la parte más europea de España vaya a quedar fuera de Europa. No es pensable ni quizá posible. González recurre a una caricatura: un consejo europeo de 200 o 300 miembros. Eso no se dará, pero, aunque se diera, ¿qué? ¿Cuál es problema con que en lugar de haber 28 Estados en Europa haya 29 o 39 o 45 o 7? ¿La defensa? Nadie ignora que Europa es incapaz de defenderse a sí misma aquí y ahora y depende para ello de la OTAN y, en último término, a qué engañarse, de los Estados Unidos. Las cosas no cambiarán mucho. 

Augura González asimismo una ruptura con América Latina y señala los 500 millones de almas de un apetitoso mercado con el que nos une la lengua. Y ¿quién ha dicho al expresidente que dejará de hacerlo? El español o castellano seguirá siendo oficial en Cataluña independiente por la cuenta que le trae. A esta desconexión le pasará lo que al intento de mantener a los catalanes y aragoneses en general al margen del comercio con el imperio español. Sin duda se dio en uno u otro momento, pero siempre hubo comerciantes de la Corona de Aragón en la trata de Indias.

Amenazas. Aunque el escriba las edulcora cuanto puede, están siempre ahí: ningún gobierno español negociará, dice, ante hechos consumados Eso de los "hechos consumados" suena a nazi y, en efecto, no falta la comparación (disimulada, pero clara) entre Cataluña y Alemania/Italia años treinta. Luego de una serie de intentos de los catalanes de negociar, siempre rechazados (el propio González acusa al gobierno de no negociar y de inmovilista), ¿qué significa aquí "hechos consumados"? Y eso sin contar con que se trata de otro vaticinio: ningún gobierno español se sentará a negociar ante hechos consumados, hasta que se siente.

Pero González aquí tiene otro talante. Sale el demócrata, el gran defensor del Estado de derecho y recuerda que el límite a la ambición de Mas (nunca habla de movimiento social o cosa parecida; la posible secesión de Cataluña es una manía de Mas) es la ley. Tan solemne se pone que la escribe con mayúsculas: la LEY. Hay que cumplir la ley. Exactamente lo mismo que dice Rajoy.  Y con más rotundidad que los infelices compañeros de partido de González pues, cuando le parece, él la incumple. A veces se molesta en disfrazar el incumplimiento de reforma según el procedimiento previsto pues para eso tiene una mayoría absoluta parlamentaria ante quien nadie rechista. Otras veces se limita a incumplir (generalmente plazos, obligaciones, etc) y no sucede nada. Los catalanes, en cambio tienen que cumplirla a rajatabla, por inicua o injusta que sea. Y eso no está bien, lo vea él así o no.

Dice González que no le gusta lo que hace el gobierno, pero que no puede ser equidistante. O sea, que se alinea con quien hace lo que no le gusta, probablemente porque el otro se apresta a hacer algo que le gusta menos. Parecería suficiente, pero no es así. La ultima ratio no podía faltar. Y no falta: Ningún gobierno responsable puede permitir una política de hechos consumados, y menos rompiendo la legalidad, porque invitaría a otros a aventuras en sentido contrario.

En todo caso, concluye González, no haya cuidado porque España no va a romperse por la muy poderosa razón de que "sé que eso no va a ocurrir, sea cual sea el resultado electoral".

Pues podía habernos ahorrado la carta.

(La imagen de Felipe González es una foto de Wikipedia, con
licencia Creative Commons).

dissabte, 29 d’agost del 2015

Soberanía y corrupción.

Tiene razón Soraya Sáenz de Santamaría al decir que los jueces no entienden de fechas electorales. Obvio. Cumplen con su deber. Si la justicia se rigiera por las conveniencias electorales de este o aquel no sería justicia, ¿verdad? Sería un cachondeo. Y, como en España la justicia no es un cachondeo, su acción prosigue implacable contra la presunta corrupción institucional de CiU (aunque la tocada aquí parece sobre todo Convèrgencia)  con el fin de averiguar el alcance de los indicios delictivos que viene investigando, juzgar a los culpables, si los hay, y condenarlos, si lo merecen. Y así debe ser. Es preciso acabar con la corrupción en donde se dé, en Cataluña, en Madrid, en Andalucía. Caiga quien caiga.

Al mismo tiempo, no cabe olvidar que estamos en mitad de un torbellino político, quizá el más importante que ha habido en España desde la muerte de Franco, el que puede cambiar de verdad y para siempre la faz del país, aunque los nacionalistas españoles acaben de enterarse, y no ando muy cierto de que lo hayan hecho del todo. Y en estas circunstancias es de esperar que el debate político, habitualmente cálido en estos pagos, se ponga al rojo vivo. El rojo vivo real y no ese ñoño remedo televisivo. Se oirán muchos ex-abruptos, incluso barbaridades, de un lado y del otro. Pero no es motivo para enredarse o confundirse. Hagan los jueces en buena hora su trabajo con eficacia e independencia. Déseles toda la ayuda y el apoyo que precisen. La justicia es el eje esencial de toda comunidad política. Platón dedicó su obra más importante a este vínculo. Y así sigue hoy, casi 2.500 años después.

Salgamos, pues, del ámbito judicial, dejemos trabajar a los jueces y vayamos a la dimensión política del asunto. ¿Qué autoridad tiene el PP para reclamar la separación entre ambos campos? Nula, como todo el mundo sabe. La derecha, el gobierno, el PP, la señora Santamaría, no han colaborado jamás con la justicia cuando esta los investiga. Antes bien, la destrucción de pruebas de todo tipo, la negativa a atender y cumplir reiterados autos judiciales, el borrado de los discos duros barcénigos, etc., atestiguan lo contrario, esto es, que obstaculizan y entorpecen la acción de la justicia cuanto pueden e, incluso, si parecen colaborar, como cuando se personaron en la causa de los papeles de Bárcenas como acusación, lo hicieron para distorsionar el procedimiento y fue necesario expulsarlos. Como probablemente lo será otra vez con la nueva personación de la Comunidad de Madrid (PP) en el caso de la Púnica. Y esto sin entrar ya en terrenos más procelosos, como las maniobras para apartar unos jueces íntegros y poner otros más acomodaticios o de la propia cuerda.

Sin embargo, reconozcámoslo, este argumento, teñido del defecto "y tú más", no es válido del todo. No, no lo es, pero ayuda a hacerse una idea. Lo interesante es el argumento siguiente: frente a sus casos de corrupción, que son una pedrea cuya enumeración no cabría en el post, el PP insiste en que se trata de cuestiones aisladas que en nada afectan al partido en su conjunto, a su programa, su ideología (si es que tiene alguna) y su proyecto político, del que tampoco se sabe gran cosa. De hecho, ese mismo partido se presenta a las elecciones de diciembre sosteniendo que lleva una lucha titánica contra la corrupción que anida en su seno, igual que San Antonio luchaba contra la concupiscencia que lo asaltaba. Y presenta como candidato a Mariano Rajoy, sobre quien recaen fundadas acusaciones de haber estado cobrando sobresueldos y otras bicocas de procedencia dudosa y certidumbres de que ha mentido en repetidas ocasiones en el parlamento, en la televisión y en la calle.

¿Por qué, en cambio, los presuntos casos de corrupción que afectan a Convergència y no, por cierto, personalmente a Mas, han de debilitar o hacer fracasar el proceso soberanista en su conjunto? ¿Por qué no se liga corrupción y unidad de la España neoliberal y nacionalcatólica pero sí corrupción y soberanismo? Es patente que Juntos por el sí no es Convèrgencia, sino una "confluencia" de mucha más gente en principio limpia de polvo y paja. Por cierto, para quien sepa apreciar la finura florentina de la política de Mas, que sigue dando mil vueltas al zote de La Moncloa, ¿queda ya claro el misterio de por qué va el cuarto en la lista y no el primero? ¿Hay que explicarlo? Precisamente para desactivar esta supuesta "bomba" que ya preveía, esta amalgama para dinamitar el soberanismo.

Es igual. El unionismo, el nacionalismo español, creyendo victoriosa su estrategia del embudo, ha lanzado a sus portavoces a bombardear la plaza soberanista. Arranca alegre "El País" que, titula más con el deseo que con la luz de la razón, que La investigación de las comisiones del 3% fractura la lista unitaria. Y todos se hacen eco, hasta Pablo Iglesias, quien, encantado de mostrarse persona de orden y patriota, repite la falsa doctrina de que "soberanía y corrupción son incompatibles", doctrina falsa por partida doble: a) una general y de hecho, ya que hay Estados soberanos basados en la corrupción; por ejemplo, el suyo; b) otra particular y de juicio de intenciones, porque nadie en el soberanismo catalán, que se sepa, ha pretendido hacerlo compatible con la corrupción.

Está claro que, a falta de argumentos, el nacionalismo español de derechas, de centro, de izquierda y de izquierda/no izquierda, recurre al socorrido método de la amalgama, que los soberanistas califican de "juego sucio". Aunque pueda parecer paradójico, Palinuro está satisfecho con esta vía de contraataque a una emergencia independentista catalana que los unionistas no saben cómo contrarrestar. Peor sería que preparan algún tipo de intervención violenta o de provocación. Posibilidad que tampoco cabe ignorar sin más en una país cuyo ministro del Interior se reúne mano a mano con un presunto delincuente. De momento, al parecer, se ha limitado a avisar a las televisiones y periódicos afectos al régimen para que tuvieran tanto tiempo para preparar el "operativo mediático" como la Guardia Civil el suyo, es decir, ha movilizado su brigada de plumillas. Luego vendrán los tertulianos de estercolero.

Todo esto, sin embargo, aunque el nacionalismo español crea lo contrario, es agua pasada. El soberanismo catalán, el impulso independentista no depende ya de las candidaturas concretas, de las personas, de Juntos por el Sí y mucho menos de Convèrgencia. Es un movimiento de amplia base social, transversal, transideológico, transconfesional, con profundas raíces en todo el territorio y mucha fuerza fuera de él. De esta forma, quienes pretenden emplear los autos judiciales como armas políticas (diciendo lo contrario, por supuesto) en contra del independentismo, del secesionismo, demuestran una vez más su pasmosa cortedad mental porque, al hacerlo, han acabado agrupando las opciones en los dos bloques plebiscitarios que el independentismo quería y los unionistas pretendían evitar a toda costa: sí o no. Y el "sí" daba hoy contundente respuesta en la fiesta de "JpS". De este modo, la suerte está echada: el día 27 de septiembre se verá si la presunta corrupción de Convèrgencia resta votos al independentismo, como anhelan los nacionalistas españoles o, al contrario, fabrica más independentistas, como dicen los soberanistas. Parada y fonda para calibrarlo entre tanto será la Diada. 
 
Veremos quién gana.

divendres, 28 d’agost del 2015

La herencia de la banda de ladrones

Casi dese el comienzo de esta desgraciada legislatura Palinuro viene advirtiendo de que el mayor error de la oposición era tomarse en serio el gobierno y el partido que lo sustenta, como si fueran un verdadero gobierno y un verdadero partido. Nada de eso. Se trata de una asociación de gentes sin ningún proyecto político, sin idea ni respeto alguno por la democracia y con un único objetivo en su quehacer, formulado por María Dolores de Cospedal la única vez que, por error, dijo una verdad, que habían "trabajado mucho para saquear nuestro país". Nada de hacer política, que ni saben lo que es. El objetivo era y es forrarse, llenarse todos los bolsillos, organizar el pillaje y no dejar un céntimo en las arcas públicas. Lo han dicho varias veces. Alguna hace menos de un mes. No es un partido sino, como se ha señalado repetidamente, una asociación de presuntos malhechores dirigida por un tipo sin escrúpulos ni frenos morales a la hora en engañar, mentir o cobrar dineros de procedencia dudosa.

Llevan estas gentes cuatro años justificándose con la herencia de Zapatero, implicando que este dejó España en la ruina. Lo que hoy es obvio es que ellos la han dejado mucho peor. Y no podía ser de otra forma. Bárcenas, la Gürtel, la Púnica son las pruebas de que trasladaron a todos los niveles de gobierno una verdadera industria del pillaje, el saqueo, la estafa. Con los cambios habidos hasta la fecha en los gobiernos autonómicos y locales está claro ya que el robo, el fraude, han sido continuos, escandalosos. Y lo estamos sabiendo precisamente porque ha habido cambios políticos. De no er así, seguiríamos sin saber nada cierto, envueltos en la censura, la manipulación, las mentiras de esta manga de truhanes.

105 millones de euros de un disparate de ciudad de la justicia. Su responsable política, Aguirre, en lugar de callarse ante esta increíble muestra de incompetencia, dice que el dinero no se ha perdido, que está en un edificio vacío e inútil en claro proceso de deterioro y unas misteriosas comunicaciones subterráneas estilo Conde de Montecristo, menos reales que las de la novela. Por supuesto de los salarios cienmileuristas de los 20 enchufados (17 de ellos jefes) durante años y del resto de la pastuqui afanada de mil formas, ni palabra. Pero la dama no para de hablar, víctima de un ataque de ansiedad algo histérico porque, obviamente, puede acabar entre rejas. El mismo ataque que le lleva a calificar de "puro totalitarismo bolivariano" la auditoría que quiere hacer el Ayuntamiento de Madrid de la gestión de los equipos anteriores, esos que han  dejado una deuda de tropecientos mil millones de euros a base de hacerse despachos versallescos, pagar sobrealquileres a las empresas amigas y hacer todo tipo de mangoneos.

En Cádiz, el alcalde de Podemos, Kichi, declara el ayuntamiento en quiebra técnica pues hereda una deuda viva de 275 millones de euros que la anterior alcaldesa (quien entró con una deuda de 75 millones)  ha ido acumulando a través de una gestión absolutamente incompetente, de clientelismo, favoritismo y enchufismo.  

El paradigma es Castilla La Mancha. Cospedal, que se hizo cargo de la Comunidad con 7.000 millones de deuda, la deja con 37.000 millones y todo manga por hombro pues su gobierno no ha hecho otra cosa que machacar a los desfavorecidos, los dependientes (hay momentos en su gestión de verdadera crueldad), los parados y los viejos, mientras favorecía a sus amigos, compadres y, presuntamente a sí misma y su familia. Porque es posible que sea una casualidad inocente que la empresa de su marido multiplicara por 14 sus ingresos desde que ella llegó al poder pero a la gente, siempre desconfiada, le gustaría ver con pruebas que la casualidad es casualidad y no pura corrupción. Como también habrá que explicar cómo ese especimen que Cospedal puso al frente de la televisión castellano-machega con la orden de mentir del alba al anochecer, el inenarrable Nacho Villa, había gastado en este mes de agosto todo el presupuesto de 2015, En qué es lo que irá saliendo ahora.

Esto no ha hecho más que empezar. La X legislatura es la del robo y el saqueo pepero de España y cuando Rajoy, el de los sobresueldos, pierda las elecciones (que es lo único que le importa) saldrán los escándalos del gobierno central en todos sus ministerios y trapisondas. Si se quiere un dato, reconocido por el propio gobierno: ha expoliado 41.000 millones de euros del fondo de reserva de las pensiones. La crisis con esta pandilla de mangantes la pagan los trabajadores, los parados, los dependientes, los jubilados. Los más débiles.

Hablando de herencias. Zapatero les dejó un fondo de reserva de pensiones de 67.000 millones que ellos han saqueado. Esa es la realidad de esta banda de ladrones.

(He encontrado la imagen en Twitter, pero no he sabido sacar la autoría. Si el autor me la hace llegar, la incluyo.)

Acogedlos.

"No maltratarás ni afligirás al extranjero, porque tú tambien fuiste extranjero en la tierra de Egipto" (Ex.: 22, 21).

Europa es tierra de asilo. Y debe seguir siéndolo. La crisis de la inmigración no puede desnaturalizarla, hacerle olvidar sus valores y principios, dar la espalda a estas oleadas de gente que llegan a nuestras playas, nuestras tierras (que, en el fondo tampoco son "nuestras") huyendo del hambre, la injusticia, la tiranía, la persecución, la muerte. 

Mucho menos puede Europa permitir que, al amparo y cobijo de miedos egoístas, prejuicios, falta de solidaridad, indiferencia, esta crisis dé alas a los partidos xenófobos, racistas, inhumanos, fascistas; los Farage, Le Pen, Albiol.  Debemos acoger a los huidos, acomodarlos, ver qué podemos hacer por ellos sin merma de nuestros sistemas democráticos y nuestros catálogos de derechos y libertades que tocan a los inmigrantes y refugiados como a los autóctonos.

Es obvio que el problema ha tomado unas proporciones fuera de lo común. Deben buscarse soluciones a escala de la UE también fuera de lo común. Hay que revivir las políticas de inmigración y adoptar otras nuevas que permitan intervenciones humanitarias rápidas y flexibles. Y, sobre todo, hay que allegar muchos más recursos. La situación exige estar a su altura, olvidar rencillas pequeñas y entender que, como en las comunidades de vecinos, hay que hacer una derrama extraordinaria en vista de lo excepcional de la situación. Y hacerla ya, con el añadido de tres consideraciones:

1ª) hay que ayudar en especial a aquellos que, por diversas razones, están soportando las oleadas de entrada. En primerísimo lugar Grecia. Es tremendamente injusto seguir apretando las clavijas a este pequeño país y hacer como que no vemos que tiene que habérselas en primera línea con un problema al que materialmente no puede hacer frente.

2ª) hay que recordar que los europeos somos los directos responsables de esta catástrofe humanitaria. De la que viene del Sur, del África y trata de cruzar el Mediterráneo, por el desastre que el colonialismo ocasionó en el continente y sus secuelas; de la que viene del Este, de Siria, Jordania, el Irak, por la política agresiva o contemporizadora con las agresiones que hemos llevado a cabo en esta parte del mundo.

3ª) porque, con el paso del tiempo, cuando todo vaya calmándose y volviendo a su cauce, estas decenas, cientos de miles, de gentes de todas partes, serán fuente de rejuvenecimiento y prosperidad del continente que, en el futuro, debe poder mirar hacia atrás y no avergonzarse del trato que hayamos dado a estos extranjeros, peregrinos, refugiados.

dijous, 27 d’agost del 2015

La sexagenaria no puede con la septuagenaria.

Los teóricos políticos se pasan la vida tipificando clases de liderazgos y de políticos, categorías, estilos: políticos autoritarios, populistas, liberales, democráticos, xenófobos, etc. Está bien, para moverse con comodidad en el abigarrado y confuso mundo de la política. Pero eso es hasta que descendemos a tierra y nos encontramos con los políticos reales, esos bípedos intrigantes supuestamente racionales que hacen trizas todas las clasificaciones analíticas.

Por ejemplo, es imposible encontrar categoría en la que encaje la gárrula Esperanza Aguirre. Si le hacemos caso, será demócrata, liberal, católica y patriota española. Si atendemos a otras opiniones veremos que hay gente que la considera autoritaria, dogmática, beata y vendepatrias. Una hipócrita y ególatra consentida a la que nadie se toma en serio pero que tampoco está acostumbrada a que la critiquen o, incluso, que la traten de "tú" a "tú". Necesita sumisión total y abyecta. Telemadrid tenía que estar a su absoluto servicio, cantar sus glorias, que era ninguna, y ocultar sus errores o desaguisados que eran tropel porque no toca nada que no lo desgracie. La función de Telemadrid no era informar de la realidad sino inventársela de arriba abajo, en un ejemplo de comunicación tipo Potemkin. Y el que no estuviera de acuerdo con esto, con ser un agente de agit-prop en vez de un periodista, se iba a la calle ipso facto, como pasó con Germán Yanke  que, al parecer, no le hacía suficientemente la pelota. Y con la señora diciendo que ella es liberal.

Su liberalismo es patente en el proyecto de la Ciudad de la Justicia, un desastre de 105 millones de euros del que la liberal Aguirre quiere responsabilizar en último término a los jueces mismos que, deseosos de lucir y lucirse presionaban para que se realizaran las obras. O sea, la culpa es del Estado porque ¿no son los jueces el tercer poder, el judicial? Pues, eso, el Estado responsable del dispendio. Obras, no se hicieron muchas, pero había una legión de jefes sin tropa, aunque ganando una pasta. Cuando ya no se pudo ordeñar más a la vaca estatal, se decretó el cierre de la empresa que, por cierto, era una fundación pública (recibía la pasta del Estado) pero de gestión privada, obviamente para saltarse todos los cauces y precauciones y emplear a los parientes y enchufados con sueldos de cine, aunque no supieran ni rebuznar.

Habiendo sido derrotada (aunque el suyo fuera el partido más votado), se ha negado a aceptar la derrota y busca por todos los medios desplazar de la alcaldía a Manuela Carmena. Pues le salió de maravilla el Tamayazo, cree que debe tentar a aquellos que, como Carmona, puedan tener algún agravio con su partido, llevándolo al transfuguismo. No está claro si se ha dirigido a los otros concejales socialistas. Podría ser, pero sería extraño, porque esos contactos son pura dinamita, sobre todo si te los graban y en el PP se graban hasta los soliloquios. El fondo del asunto, sin embargo, está vivo: cree que, al haberlo conseguido una vez, puede conseguirlo de nuevo porque, para ella, todo el mundo tiene una precio. Sin duda ella misma también. Una posición perfectamente liberal. Todo se compra, todo se vende. Carmona, sin embargo, no solo no se vende, sino que hace burla de la eventual compradora.

Curiosa lección de una vida liberal, desempeñando cargos públicos para ir contra lo público sistemáticamente. A sus más de sesenta años, casi todos ellos dedicados a la política, cabría presumir en ella cierta experiencia y habilidad para no andar haciendo de Mefistófeles de pacotilla, tratando de comprar las almas de la gente sin conseguirlo. A sus más de setenta años, casi todos ellos dedicados a la judicatura, Carmena ingresa en la política sin experiencia y se afirma frente a la sexagenaria. Toda la experiencia de esta no impide que se le abran varias cuestiones especialmente resbaladizas de las que no es seguro que salga con bien y consiga sobrevivir políticamente. Sobre todo porque, a estas alturas, quienes desean ardientemte que se calle y desaparezca para siempre son los de su partido.

Las ruinas de las ruinas de Palmira.

Los del Estado islámico siguen con la piqueta en la mano demoliendo lo que pillan en Siria. Acaban de cargarse un templo bimilenario en donde, al parecer, se guardaba prueba en piedra de la visita del emperador Adriano. Tanta barbarie indigna en Occidente, que llama a acabar con los fanáticos antes de que los fanáticos acaben con la historia de la civilización. Palmira es famosa por la obra del Conde de Volney sobre sus ruinas en el sentido de la meditación sobre el ir y venir de la historia, el auge y caída de los imperios, muy típica del Siglo de las luces. Palmira es prueba y muy bella prueba de lo cierto de la nostálgica reflexión. Aunque nunca fue un imperio en el sentido de grandes extensiones de tierra, incluso mares, bajo su dominio, siempre tuvo una destacada presencia en la historia por vigor comercial y cultura. Incluso conoció un momento de esplendor militar, cuando la reina Zenobia se alzó frente al Imperio romano y dominó sobre buena parte de él hasta que Aureliano conquistó la ciudad y la saqueó en el 273. O sea, Palmira ha visto muchas destrucciones en su historia. El tiempo dirá si la que ocasionen estos islamistas es o no superior a la que ocasionó Tamerlán en el siglo XV.

Esto lleva a una reflexión sobre las ruinas de las ruinas de Palmira. Un debate complicado. Pesa sobre el friso del Partenón y, en general los llamados "mármoles de Lord Elgin", que están en el museo británico, la reclamación del gobierno griego de que sean devueltos a Atenas, a la Acrópolis, de donde fueron sustraidos con mejores o peores artes. Es una reclamación según la cual los monumentos arqueológicos, las obras de arte de la antigüedad deben estar en donde se erigieron y no en museos quizá a miles de kilómetros. Afecta a piezas de muchas antigüedades en muchos museos del mundo: la dama de Elche en Madrid, los leones alados de Nínive en Londres, los sarcófagos egipcios también en Londres, la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia en París, los frescos de Pompeya en Nápoles, el penacho de Moctezuma en Viena, el paseo de las procesiones de Babilonia, en Berlín, las mastabas egipcias en Nueva York, etc., etc. Gran parte del patrimonio artístico-arqueológico de la humanidad está en museos occidentales, producto de incontables rapiñas, y lo que no está a veces es porque resultaría muy difícil o imposible su traslado, como la pirámide de Keops.

La cuestión, hasta cierto punto moral, sigue siendo: ¿no deberían estas piezas quedarse en donde fueron halladas? Es dudoso que civilizaciones y culturas posteriores, ajenas al pasado de un territorio que, a veces llegaron allí como invasores con lenguas y religiones distintas, tengan lazos espirituales con estas obras y monumentos. Aun así, suele argumentarse el derecho del Estado a recibir de vuelta estas riquezas por su propiedad de todas las del territorio que domina en el presente y en el pasado.

Tal cosa, sin embargo, no es evidente en sí misma. Y sí lo es, en cambio un argumento práctico, probabilístico, modesto, pero que todo el mundo entiende muy bien. Y al decir todo el mundo se quiere decir eso exactamente, todo el mundo, incluido el Estado perjudicado. El argumento se sigue de una pregunta muy sencilla y fácil de contestar: ¿en dónde estarían más seguras las ruinas de Palmira? ¿En Palmira o en el museo británico? ¿En dónde los frisos del Partenón, en Londres o en Atenas? Es probabilístico, ya que seguros no estarán en parte alguna en el mundo. Al fin y al cabo, los frisos estaban por el suelo en la Acrópolis porque los turcos usaban el Partenón como  polvorín y, en las guerras del siglo XVII, un buque de la Signoria veneciana lo reventó de un cañonazo.

Naturalmente esto no es un argumento  favor de que el emplazamiento de las obras históricas y artísticas se decida exclusivamente por razones de seguridad porque entonces estarían todas en Fort Knox, pero sí para que, a la hora de adoptar decisiones en el mundo práctico, inmediato esas consideraciones cuenten. Al fin y el cabo el patrimonio es de la humanidad.

Y para que no desaparezca Palmira.

dimecres, 26 d’agost del 2015

El esperpento sigue.

"Es un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico", decía Palinuro hace unos días en un post titulado Final del esperpento. A la vista del debate de ayer sobre los presupuestos generales del Estado para 2016, tiene uno la impresión de que Palinuro se quedó corto. Este final de legislatura es sencillamente inenarrable, tanto por lo que sucede en el escenario del Congreso como por lo que pasa fuera de él, en la calle, en los medios. El epitafio lo puso el diputado de ICV, Joan Coscubiela, haciendo honor a su fama de orador contundente: "Esta legislatura termina como empezó: con un gobierno mintiendo a los ciudadanos". Y riéndose de ellos, añadimos.

El responsable último de esos presupuestos no ocupó la tribuna para defenderlos. La oposición lo acusó de cobardía por no hacerlo. Cobardía o cerrazón y desprecio enconado por la obligación de los gobernantes de informar de sus decisiones; o simple gandulería. Tales son los datos del personaje y cualquiera puede ser válido. Desde el punto de vista de la cortesía parlamentaria es inadmisible que alguien se empeñe en aprobar unos presupuestos con unas elecciones a escasos meses en las que es muy posible que no revalide el cargo. Resulta así que, quien ocupe su puesto ahora tendrá que perder el tiempo cambiando las cuentas que, entre otras cosas, son un desastre y no sirven para nada porque se han redactado pensando en ganar las elecciones a toda costa. Más que unos presupuestos, son un programa electoral, cosa reconocida por el ministro Montoro, que ofreció ayer uno de esos espectáculos de soberbia, arrogancia y matonismo parlamentario que tan bien se le dan.

Sánchez que fijó como único interlocutor al presidente del gobierno, sentado en su escaño y no al ministro interviniente, a quien ninguneó, dictaminó que Rajoy solo busca adherirse al cargo. Eso es obvio: prolonga las elecciones al máximo y pretende ganarlas haciendo y diciendo lo que sea y mintiendo, como siempre. Porque no habló en la cámara pero sí se despachó largando a gusto en lo pasillos, para la prensa y despejando ya de una vez la incógnita sobre la reforma de la Constitución. La propuesta del PP para esta cuestión esencial es "no". No habrá reformas. Las propuestas esgrimidas por los otros partidos que tratan de contener la secesión catalana quedan así temblequeantes por cerrada falta de quórum.

Es lógico que se aferre al cargo. A la vista tiene en el caso de Esperanza Aguirre los malos tragos que pueden pasarse cuando ya no te ampara el manto de armiño. Ahí anda la buena señora tratando de organizar otro tamayazo en el Ayuntamiento de Madrid para desviar la atención de su responsabilidad (toda) en el expolio de 105 millones de euros a cuenta de un proyecto megalómano, la Ciudad de la Justicia, en el que parecen haberse cometido todo tipo de atropellos y puede que hasta delitos. 105 millones de los contribuyentes empleados en sostener una cohorte de enchufados, en pagar por informes ficticios o en edificar para abandonar acto seguido. 105 millones en una comunidad que recorta en educación, sanidad, investigacion. Y, detrás de este, todos los dislates que hizo la señora durante su mandato en donde intervenía la Gürtel, la Púnica o los especialistas freelancer en esquilmar el erario. Su pasado persigue a Aguirre y acabará por aplastarla. Ese es el ejemplo en el que se mira Rajoy: tiene que ganar porque, si no lo hace, todos los dispendios y desastres de Aguirre parecerán un comportamiento franciscano en comparación con lo que han hcho él y su partido en cuatro años de gobierno con mayoría absoluta

Porque la cuestión es, ¿cómo se atreve un gobierno fracasado en todos los órdenes, con un partido comido hasta el tuétano por la corrupción, a presentar presupuestos algunos? Queda claro, además que, como le acusó la oposición, deja España hecha unos zorros. Quienes se pasaron toda la legislatura hablando de la "herencia de Zapatero", dejan ahora otra peor. Y en todos los campos. Sánchez acusó a Rajoy de haber roto el pacto de Toledo para las pensiones, de haber dividido socialmente el país, de haber esquilmado la seguidad social y de haber provocado un fraccionamiento territorial cuya dimensión se verá el próximo 27 de septiembre y que incluye la posibilidad de una declaración unilateral de independencia en Cataluña.

En resumen, un desastre absoluto que no pueden maquillar la mentiras del gobierno, las fábulas del ministro de Hacienda, los trémolos de la legión de esbirros en los medios. Nadie cree el discurso de la recuperación porque todo el mundo tiene la experiencia directa contraria: el paro no remite, la deuda es agobiante, la productividad no remonta ni ninguna de las magnitudes favorables. Solo aumentan las desfavorables. Y eso lo han conseguido los artífices de "deja que caiga España, que ya la levantaremos nosotros" por su absoluta incompetencia. Del valor de sus ideas testimonia la propuesta insinuada por Montoro de resolver el problema de las pensiones financiándolas por la vía de los impuestos. Dicho por el mismo que promete bajarlos. A esta pavorosa incongruencia mental debe añadirse su cerrada ideología neoliberal, corrompida por las prácticas del capitalismo de amiguetes, su naconalcatolicismo obtuso y su más ajado nacionalismo español basado en la catalanofobia.

Todo eso se ya por descontado. La cuestión es si Sánchez y el PSOE serán capaces de enmendar tanto yerro y tanto destrozo. La izquierda concurre a las elecciones dividida y, por tanto, como ya se ha dicho hasta la saciedad, cortejando la derrota. Un asunto este que tampoco estará claro hasta ver qué sucede en las elecciones catalanas que obligarán a reacomodarse a todo el sistema político español, entre otras cosas porque se comprobará probablemente que Cataluña está libre de él y tiene el suyo propio.

A partir del 28 de septiembre, si la derecha gana de nuevo las elecciones en España toda la izquierda española, la socialdemócrata, la "verdadera" o "transformadora", la innovadora, toda ella, debiera pedir el finiquito.

dimarts, 25 d’agost del 2015

Ya era hora.

Esto sí es transparencia, lucha contra la corrupción, freno al despilfarro del dinero de los contribuyentes, coto a la malversación. Esto y no las sinsorgadas de Rajoy, el de los sobresueldos, cuando balbucea explicaciones sobre las medidas contra la corrupción que su gobierno ha amparado, fomentado y sigue ocultando siempre que puede. Que cada vez es menos.

Estas comisiones de auditoría de la gestión autonómica en Madrid en las dos últimas legislaturas que la señora Cifuentes ha tenido que tragarse como el sapo mañanero es la medida más importante y eficaz que se ha tomado en España para sacar a flote toda la basura de uno de los gobiernos más mafiosos en la historia del país. Y ya los ha habido

Fueron veinte años de mayorías absolutas en los que un partido corrupto, que se financiaba ilegalmente a base de mordidas por concesiones amañadas, estuvo haciendo mangas capirotes con los dineros públicos. Un poder sin control o con controles manipulados en instituciones sumisas a las órdenes, como el Tribunal de Cuentas, acumuló todo tipo de dispendios y latrocinios con los que, de paso, enriquecía a un puñado de sinvergüenzas que simulaban ser políticos honestos.

Era imposible que lo fueran viendo la falta de talante democrático, la arrogancia, la soberbia, el desprecio y hasta la chulería con la que trataban a la oposición y, por encima de ella, a los ciudadanos, incluidos sus propios votantes. Los madrileños acabaron resignados a una administración poblada de ineptos vanidosos y presidida por una majadera, cuyo aparente desparpajo, solo ocultaba su absoluta incompetencia a la hora de impedir que sus colaboradores robaran a espuertas ente sus narices. Un hatajo de mangantes que, enarbolando la bandera de las privatizaciones, saqueó el erario, los servicios públicos, las empresas de la comunidad. Lo llamaban neoliberalismo, según las simplezas de catón que expectoraba la señora Aguirre pero, en realidad, era un neofeudalismo: una típica confusión de lo público y lo privado, en beneficio de ellos mismos y sus amigos y aliados, generalmente empresarios acostumbrados a vivir de amañar concursos públicos.

Las comisiones de investigación, que ya tienen curro, habrán de poner en claro el robo descarado de la Gürtel y la Púnica, las dos tramas mayores (pero no las únicas) que los políticos de la derecha tejieron con la mafia empresarial y una serie de funcionarios corruptos para enriquecerse todos en detrimento de los intereses colectivos del bien común que hubieran debido defender de haber tenido un mínimo de honradez.

No se trata de que estas comisiones sustituyan la administración de justicia que hace su trabajo como puede, sistemáticamente obstaculizada y hostigada por la asociación de presuntos malhechores llamada PP, con el sobresueldos a la cabeza. Se trata de que establezcan las responsabilidades políticas de este inmenso desaguisado, de esta increible ceremonia del saqueo de una Comunidad por una manga de chorizos. Y se trata de que los políticos que toleraron y ampararon este latrocinio o que, incluso, se beneficiaron de él, asuman sus responsabilidades y se retiren de una vez a esa vida privada que tanto les gusta, quizá en la cárcel y habiendo devuelto todo lo que hayan pillado.

Resulta intolerable que la principal supervisora de estas actividades de auténticos bandoleros, la señora Aguirre, no acepte responsabilidad alguna por el desastre que ha ocasionado con su altanera ineptitud. El disparate de la Ciudad de la Justicia, en el que se han volatilizado 105 millones de euros como el que se gasta la calderilla, debe aclararse. Igual que debe aclararse cómo el arquitecto Norman Foster pudo cobrar más de 10 millones de euros de las arcas públicas por una obra que no hizo y a través de un contrato que, como los dineros, se ha esfumado. Aguirre tiene que dar cumplida explicación de todo ello. Como también de decenas de otras tropelías, todas ellas liquidadas con quebranto para la hacienda pública y supuesto beneficio de los mamandurrios neoliberales de que se rodeaba: las privatizaciones de la sanidad, el Canal de Isabel II, el metro ligero a Pozuelo, el hospital de Collado Villalba o el inenarrable proyecto de Eurovegas.

Si faltó tiempo a esta señora para felicitarse de haber condecorado en vida como presidenta de la Comunidad a una de las musas del más sórdido franquismo, la recientemente fallecida Lina Morgan, con igual alacridad debiera estar ya en la plaza pública dando las explicaciones pertinentes sobre esos turbios y ruinosos asuntos que han empobrecido a los madrileños y enriquecido a una banda de truhanes. Que vaya a las comisiones las veces que haga falta a mentir como acostumbra y que dimita de paso de cualquier actividad pública por indigna.

Y quien dice la Comunidad, dice el Ayuntamiento. Carmena está levantando las alfombras y los madrileños asisten estupefactos a otra pasarela de dispendios, despilfarros y toda clase de gatuperios protagonizada por los dos último regidores, Ruiz-Gallardón y Ana Botella, dos almas gemelas en lo cursi, arrogante, inepto y megalómano. Que el ex-ministro de Justicia sepultara más de 500 millones de euros públicos en acondicionar el espantoso pastel de la Cibeles en detrimento de los edificios del Madrid de los Austrias, ya demuestra un mal gusto rayano en lo ofensivo. Pero que de esos 500 millones, parte nada desdeñable, fueran a hacerse un despacho versallesco, revela la auténtica dimensión moral tanto del repelente niño Vicente como de su sucesora, una reprimida de la más rancia estirpe nacionalcatólica.

Hace muy bien Carmena en sacar a la luz pública las trapisondas de estas cucarachas de oro para que los madrileños sepan cómo vivían los sátrapas que se iban a los spas cuando había alguna catástrofe con pérdidas de vidas en su jurisdicción.

Pero haría mucho mejor si nombrara una comisión que procediera a auditar esa cueva de mangoneo que fue el ayuntamiento de Madrid.

dilluns, 24 d’agost del 2015

La corrupción y las cerezas.

(Un intento de explicación de la circunstancia actual de España. Y de la de siempre, porque España, ya se sabe, es eterna. Recientemente se bromeaba en Twitter sobre algunos medios que habían dado la noticia de que la primera flor apareció hace unos doscientos millones de años en España. Si non è vero... Los españoles somos así: todo o nada.)

Corría el año 2007 y, preguntado por su sueldo en público, en lugar de decirlo sin más, Rajoy soltó la parrafada:  "Miro mi cuenta al final de mes porque lo necesito, lo necesito y muchísimo, y además mi mujer también trabaja, y entonces tengo los problemas que tienen todos los ciudadanos. No estoy en política por dinero". Por aquel entonces ya hacía muchos años que los tesoreros del PP repartían jugosos sobresueldos entre los dirigentes del partido, incluido Rajoy desde el comienzo. Todavía no era público, pero él lo sabía.  Es decir, mintió al ciudadano y, al hacerlo en la TV, a toda la ciudadanía, fingiendo una escasez que obviamente no padecía. En la religión que Rajoy dice profesar, mentir es un pecado mortal. Va contra el 8º mandamiento de la ley de su Dios. Y sin necesidad de buscarnos interlocutores celestiales a quienes no hacen caso ni los que dicen creer en ellos, también la moral racional kantiana condena la mentira y la remite al ámbito inmisericorde de la propia conciencia. Pero hace falta tener conciencia para eso y no parece ser el caso de Rajoy, cuya carrera es un empedrado de mentiras sin escrúpulo alguno y, por supuesto, sin conciencia. La condena kantiana a la mentira se endurece cuando quien miente es un político, porque su relación con la gente es de confianza y la mentira es la ruptura oculta, engañosa, de la confianza. Cuando un político miente y le pillan y vuelve a mentir en el Parlamento y ya es público y notorio que es un embustero, debe dimitir. Salvo que se trate de este pavo, sin dignidad ni vergüenza.

Bueno, se dirá, pero en las democracias no gobiernan solo las personas, también lo hacen los partidos. El Estado moderno es un Estado de partidos. Si la conciencia del líder flaquea o no existe, los otros dirigentes, que sí la tendrán, y los órganos colectivos, se encargarán de restablecer el orden, contrarrestar la mentira y hacer que resplandezca la verdad... salvo que no lo hagan porque, siendo un partido hecho a imagen y semejanza de su líder, los miembros tampoco tendrán conciencia. Si el líder es corrupto, se rodeará de colaboradores y compañeros tan corruptos como él o más. La corrupción generalizada es garantía de conservación del poder del líder. Como en el caso del régimen de Franco, del que se decía que era "una dictadura atemperada por la corrupción". Ningún segundón del PP enmendará la plana a Rajoy porque todos han cobrado sobresueldos y tienen mucho que rascar, razón por la cual, en principio, no están interesados en hablar. Es como un cesto de cerezas: si tiras de una, salen otras varias enganchadas. Pero hace falta tirar. Y nadie tira, de no ser los acontecimienos fortuitos o las denuncias de parte damnificadas. Ninguna autocrítica. El gobierno lleva casi cuatro años saqueando literalmente el país y hundiéndolo más de lo que ya estaba, pero prepara una campaña para las generales basada en la afirmación de que la recuperación ya es un hecho. Y el partido es directo beneficiario de ello. Esto explica por qué el PP tiene 800.000 militantes: porque pertenecer al PP es casi una carrera; un lugar en el que, con independencia de cualquier otra circunstancia, formación, titulación o mérito, si eres caninamente fiel al jefe se te acaba premiando muy por encima de tus competencias personales.Y tienes muchas posibilidades de "forrarte", mientras te "tocas los huevos" (sic). Así que, en este partido de mangantes y embusteros, nadie dimitirá jamás ni pedirá la dimisión de esa vergüenza de presidente.

Por ultimo, si el partido no cumple esta función censora, sabrán hacerlo los votantes, casi once millones de ciudadanos en las últimas generales. Entre tantos electores habrá ladrones tan ladrones como los representantes a los que votan, pero también habrá gente honrada, trabajadora, honesta. Como si no la hubiera. Los electores del PP pertenecen al tradicional pueblo español, ese que según afirman muy ilustres tratadistas, se constituye en nación en sentido subjetivo en la sublevación contra los franceses, precisamente los inventores de ese mismo concepto de nación que los españoles empiezan entonces a esgrimir. No es la única interpretación. También está la de Napoleón, para quien la de España era una sublevación de campesinos fanáticos dirigidos por frailes. Y, ciertamente, de eso hubo mucho. Luego esta original nación sería la de ¡Vivan las caenas! y lejos de nosotros la peligrosa novedad de discurrir, que llega hasta nuestros días. Esos once millones salen de este inagotable venero de la raza, el de la luz de Trento, la España una, grande libre y, hoy día, en boca del hombre de los sobresueldos, una gran nación. Y esta gran nación tampoco pide a ningún ladrón que dimita porque está acostumbrada a que la roben y su única esperanza es ver si le queda a ella algo tambien por robar.

Actualmente la corrupción figura entre los principales motivos de preocupación de los españoles. Pero esto es muy reciente. Todavía un par de años atrás, esa preocupación no existía y los resultados electorales mostraban (por ejemplo, en Valencia, con un presidente imputado) que la corrupción del PP, de la que ya se sabía mucho, no la pasaba factura. Hay una vieja tradición picaresca española y de resignado fatalismo frente a la corrupción política, económica, religiosa, moral. Entre ese fatalismo y la esperanza de que, si gana el PP, volverá la corrupción a nadar a sus anchas, el enriquecimiento, el expolio, el saqueo de España. Por eso en este terreno el ataque de la derecha es particularmente incendiario. Pero lo que está claro es que las cerezas saldrían ya entrelazadas en auténticas guirnaldas.

Esos millones de votantes del PP (y algunos del PSOE), conviven tan ricamente con la corrupción generalizada, las mordidas, las comisioness, las subvenciones. Es su mundo. Por un lado o por otro, pillan algo. Es la España de la oligarquía y el caciquismo, la de siempre, como decíamos al principio, fiel a sí misma de un siglo para otro, con una estructura absurda, disparatada, una Iglesia estatal y parasitaria, una judicatura pobre, politizada y favorable a los deseos del príncipe, unos partidos corruptos, una Universidad adocenada y sumisa, unos medios partidistas y a sueldo, un ejército sobredimensionado en mando sobre tropa, con un general por cada docena de soldados, unos empresarios más corruptos que los partidos.

Es imposible romper esta estructura, estas ligaduras corruptas, esta complicidad de una parte de la población con el sistema corrupto, regido por un partido de corruptos y presidido por un corrupto. El pacto al que se llegó al final del franquismo de poner en marcha una monarquía constitucional que permitiera ganar el tiempo perdido (trescientos años) y poner a España a la altura de su tiempo se ha roto con la irrupción de la derecha neofranquista a partir de 2011, ruptura que ha venido a probar qu los seguidores de Franco se limitan a no invocar su nombre, pero boicotean sistemática que se haga justicia a sus víctimas así como todo intento de cumplir con la Ley de la Memoria Histórica.

La única forma de salir de esta maldición secular es que venga una sacudida desde Cataluña. Si la independencia de Cataluña no consigue que España reaccione es que está muerta. Para vivir tendrá que recobrar una dignidad perdida vaya usted a saber cuándo y no dejarse gobernar ya más por sinvergüenzas, ladrones, franquistas y nacionalcatólicos

diumenge, 23 d’agost del 2015

Vuelo de reconocimiento.

Estamos en el ecuador de este año electoral que va a cambiar España de arriba abajo, de dentro afuera. A algo más de un mes de las elecciones catalanas, con escala en la Diada del 11-S y a cuatro meses de las generales, que parecen irse al mes del turrón.

Las elecciones catalanas que, al principio, nadie tomaba en cuenta, han pasado a un primer plano llamativo. Están en los medios, salen en las entrevistas, se tratan en tertulias televisivas en donde encienden pasiones. La Sexta Noche es un producto paradigmático. Yo me entero por los indignados comentarios en Twitter, pues no la veo. Ignoro el rendimiento de estos productos. Ni siquiera estoy seguro de que el fin que se persigue sea el mercantil que habitualmente se presume. Me resulta muy difícil creer que los amos de este canal no comprendan cómo este programa, con esos contertulios inenarrables (algunos parecen androides), genera más opinión contraria que favorable al PP. 

Acabo de leer que Forcades considera absurdo que las elecciones del 27 S puedan substituir a un referéndum. Incluso les niega la condición de plebiscitarias. La pelea por el nombre de la cosa no evitará la necesidad de tomar posición frente a ella. Y eso es lo que hace Forcades. Sea elección, plebiscito o referéndum, todo el mundo sabe en Cataluña que estas elecciones son trascendentales. Incluso Forcades, que habla de proceso constituyente y no solo el de su organización.

Los partidos no independentistas en Cataluña, PP, PSC, C's, parte de Podemos, de EU y de Unió acompasan su política catalana a la española. Sus miras están puestas en las generales de diciembre. En estas, el dato más llamativo de los sondeos es una ventaja sólida del PP, que tiene una alta intención de voto, casi de 30%. A unos cinco puntos suele situarse el PSOE como segundo partido del bipartidismo, habiendo recuperado parte de su voto tradicional, que va ampliándose poco a poco. En un tercero, muy abajo de sus expectativas originales, Podemos, en torno al 15% y en cuarto lugar, los inquietantes Ciudadanos que parecen también haber alcanzado su velocidad de crucero en torno al 8 o 10%. Esta es más o menos la foto fija que transmiten los sondeos y parece razonable pensar que tal sea el resultado en diciembre. Ciertamente, en cuatro meses puede haber cambios bruscos e inesperados que den un reparto no previsto.

A veces, algún político (el emérito González o el demérito García Margallo) desliza la hipótesis de una gran coalición (PP/PSOE) que los socialistas niegan siempre enfáticamente. El énfasis tiene raíces ideológicas pero es poco realista. La UE se gobierna con una gran coalición de hecho y una gran coalición gobierna en Alemania, cosa que suele olvidarse a base de cargar siempre contra Frau Merkel.

En sus mítines espanta-niños, Rajoy avisa con tono tenebroso que habrá de seguro una coalición PSOE-Podemos si él no obtiene mayoría absoluta. Luego sus terminales de todo tipo, desde los platós de TV hasta los púlpitos de las iglesias, se encargan de reformular la advertencia del de los sobresueldos en términos dramáticos: Podemos, los bolcheviques, vuelven las checas, las sacas, las iglesias saqueadas.

A Palinuro, esta la alianza PSOE-Podemos siempre le ha parecido lo mejor. Y, además, factible. Podemos ha abandonado la vieja obsesión bolchevique de su referente Anguita de hacer que el PSOE, la vieja socialdemocracia fementida y traidora, muerda el polvo. En España, en la izquierda, quizá se puedan ganar elecciones sin el PSOE, pero no contra el PSOE. Eso es lo que el Califa jamás pudo entender, cegado con un leninismo de museo de las antigüedades. Los jóvenes de Podemos, algo más à la page y a regañadientes, ya lo han reconocido. Pero siguen articulando su estrategia en superar al PSOE en las generales. Es legítimo, pero los datos auguran que no será así, razón por la cual conviene ir pensando en la conveniencia de un programa común de la izquierda para el día después de las elecciones si la unión PSOE/Podemos obtiene los votos suficientes para gobernar.

Palinuro ha argumentado siempre que esa unión podría forzar un escoramiento del PSOE a la izquierda (aunque no sean los 180º que cierta fanfarronería creía poder imponerle) y alguna moderación a Podemos, que no podría aplicar muchas de sus propuestas más radicales, si bien ya va modulándolas por su pragmática cuenta. Sería una situación interesante, inversa a la griega, ya que, aunque Podemos se haya visto como el sosias de Syriza, el PSOE no es el PASOK. Y tendría una gran tarea por delante, aunque solo sea, en sus primeros tiempos, derogando las normas y medidas que han configurado este fracaso de involución.

Sin duda es duro para quien se vio irrumpiendo en mitad de la indecisa batalla como Aquiles al frente de sus mirmidones o un nuevo García de Paredes, capaz de conquistar ciudades él solo, conformarse con un tercer puesto y ser complemento de un poder ajeno y superior. Y adaptarse a la condición de diputado normal en su escaño, haciendo propuestas y hablando cuando le toque. Problamente tan duro que algunos dirigentes de la formación morada piensen en retirarse de la politica. Pero quizá no hay otra salida si se quiere evitar que la derecha franquista repita cuatro años más y lleve al país a un verdadero desastre. El argumento de que, si no hay unidad de la izquierda, se aúpa al poder a la derecha más cerril reaccionaria y nacionalcatólica debiera ser suficinte advertencia.

En Cataluña la situación es muy distinta. Tanto que parece otro país. Porque lo es. El PP, el primero en intención de voto en España, es el último o penúltimo en Cataluña. La hipotética alianza PP-PSOE ("gran coalición") es aquí una quimera. La mayoría parlamentaria, monárquica en España, es republicana en Cataluña. En Cataluña hay una monja al frente de una asociación política que no se constituye en opción electoral porque no quiere, pero no porque no pueda. Es decir, en Cataluña el clero, el algún caso, se pone al frente de las opciones políticas; en España es al revés, va por detrás y está oculto.

La votación del 27S será trascendental y en ella, guste o no, se decidirá el destino de España. Igual que el del Reino Unido se decidía en el referéndum de Escocia. Haber llegado a esta situación es producto exclusivo de la fabulosa incompetencia del gobierno español al abordar la cuestión catalana. Del anterior y de este; pero, sobre todo, de este, cuyo presidente ya velaba las armas de la incompetencia cuando era oposición. A la incompetencia se une el desprestigio producido por una corrupción endémica y pandémica de un sistema político prácticamente pendiente de los escándalos en los medios y los procesos en los tribunales. Algo de esto toca también a Cataluña. El escándalo Pujol y la corrupción CiU tienen poco que envidiar a los del PP. Pero en Cataluña el soberanismo ha conseguido articular un discurso regeneracionista que ha oscurecido los casos de corrupción, ignorado la figura de Pujol y absorbido la de Mas, a pesar de las sospechas sobre su conducta, y lo ha purificado poniéndolo al frente del proceso regeneracionista a través del ideal nacional/independentista. Esa es la parte que falta en el discurso español. No habiendo acuerdo de fondo y claro en cuanto a la idea nacional española entre los partidos más importantes, el regeneracionismo no se hace enabolando una bandera. Ni cuando Sánchez saca la borbónica al escenario y se desgañita en los gritos de rigor sobre España, concita el entusiasmo entre los suyos. El regeneracionismo español carece del toque romántico patriótico y se queda en unos cuantos entecos paquetes de medidas en los que nadie cree porque quienes los proponen carecen de todo crédito.

Resumiendo: los soberanistas llevan la iniciativa, están a la ofensiva, se mueven por el ideal de la nación en marcha y la construción de un nuevo Estado, la República catalana. Los nacionalistas españoles no tienen iniciativa, van a la defensiva, tienen lacerada su conciencia nacional, no quieren construir un Estado nuevo, sino que pretenden salvaguardar el que tienen frente a la destrucción y defienden una monarquía que les fue impuesta por un dictador.

dissabte, 22 d’agost del 2015

Final del esperpento.

Gobernar por decreto-ley es la forma más expeditiva de gobernar que hay, inmediatamente anterior a la dictadura, en donde ya se puede gobernar por rebuzno. El decreto-ley es el equivalente al ukase ruso, que siempre se usó como metáfora del despotismo asiático. Estos tienen poco de asiáticos y mucho de machos ibéricos, aunque también conocedores del terreno. Usar los decretos-leyes como forma normal de legislar es casi un fraude de ley, pero realista al mismo tiempo. Conseguirían lo mismo acudiendo al proceso legislativo ordinario pues su holgada mayoría absoluta garantiza el triunfo del gobierno siempre. Y siempre es siempre. ¿Para qué perder el tiempo en debates parlamentarios y votaciones y zarandajas? Para eso está la férrea disciplina de voto de unos diputados que estan calentando un sillón y echando de vez en cuando una cabezadita como podían estar en un despacho, regando lo geranios. Es tal la fidelidad de la tropa al mando que votarían hasta su propia destitución. No me invento nada. Suárez, en su día, consiguió que se hicieran el hara-kiri los procuradores de Franco, muy parecidos a estos de ahora que son menos procuradores pero más franquistas. El hara-kiri consistió en votar afirmativamente su propia desaparición. Estos harían lo mismo, pues su psiquismo es el de la obediencia a la jefatura, sobre todo si es la de Franco, con quien muchos de ellos tienen deuda.

Allá han ido también los presupuestos generales del Estado del año que viene. La cortesía parlamentaria manda que, mediando unas elecciones, el partido del gobierno aplace el presupuesto por si las gana la oposición, para no obligarla a gobernar con sus cuentas. Pero eso es en otras partes del mundo o de la galaxia y entre caballeros. Aquí estamos entre rufianes y rige el principio del pájaro en mano y el garrote, que no son fórmulas parlamentariamente técnicas, pero se entienden muy bien. Votadme, que ya tengo hecho el presupuesto. Es mentira, como todo lo que dicen. El presupuesto no cuadra. El ministerio de Defensa, por ejemplo, tiene un descubierto de 1.000 millones de euros que habrá que pagar con cargo a imprevistos y extraordinarios. O sea, una chapuza, como siempre. Unas cuentas que apenas ocultan intenciones protervas, como la de privatizar el sistema de pensiones.

La oposición en bloque, muy irritada, pide la devolución del presupuesto, porque está hecho para ganar las elecciones de noviembre prometiendo lo que sea y dejando el resto del país desatendido. Pues como quien pide la luna. Al gobierno le da igual lo que le pidan. No piensa hacer el menor caso. La oposición, la opinión pública, le traen sin cuidado. El PSOE pide ahora la comparecencia de Wert y que el gobierno explique por qué nombró para la OCDE a este arrogante inútil tras su sonoro fracaso en el ministerio de Educación. Son ganas de pisar juanetes : lo ha nombrado para que vaya a París a darse el vidorro con su señora ambos pagados con dineros públicos, en un piso de ensueño pagado de igual modo y un regio cuerpo de casa que se nos pone en un pico. Como sabe todo el mundo. Pero como el gobierno no va a contarlo así y, no siendo esto, no hay nada que contar porque cualquier relación de Wert con la OCDE podría ser materia de un cuento de Lovecraft, ahora que se ha puesto de moda, no habrá comparecencia. 

Cuando las hay, es peor. La del santero Fernández para explicar su reunión con el presunto ratero Rato podían haberla puesto en un programa de humor. Y querían que dimitiera: un hombre que vive y reza en el ministerio. Pudo haber contado que se reunieron a tomar el té de las cinco porque, según es de dominio público, a las comparecencias parlamentarias los ministros y altos cargos van a mentir. Como el presidente del gobierno, el de los sobresueldos, que lo hace con soltura y maestría. Se ve que no ha hecho otra cosa en su vida. Por eso lo nombraron para el cargo.

La banda de presuntos ladrones que estuvo robando en Madrid y una docena de ciudades en otras partes de España durante el gobierno de Esperanza Aguirre estafaba a la población a la que decían representar hurtándole su derecho a la educación y así mismo con las residencias de ancianos. Y no quiero ni pensar lo millones que habrán afanado con los turbios asuntos de la sanidad madrileña. Hace falta tener el papo y la desvergüenza de esta dama para seguir saliendo a la calle, como si tal cosa, tras haber presidido un gobierno que no era sino una supuesta banda de chorizos.

El que hay ahora lleva camino similar. La señora Cifuentes rodeada de personajes pringados en la Gürtel, en la Púnica y quizá hasta en el escándalo de Panamá, ha pasado de blandir la porra y hostigar a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, a ir haciendo larguezas por la calle, documentando inmigrantes en contra de la voluntad de su gobierno al que ya nadie en realidad hace caso. Como se ve, ni los de su propio partido. 

Es un fin de ciclo y mandato de esperpento hispánico. El gobierno más incompetente y corrupto de la democracia (por llamar de algún modo a un régimen en el que es la policía la que determina los límites de la libertad de expresión) quiere coronar un verdadero record de fracasos en todos sus cometidos que no hayan sido recortar, reducir, restringir, suprimir y, sobre todo, prohibir. 

El día 5 de septiembre, Rajoy, el hombre de los sobresueldos, se presentará en Barcelona pues anuncia que se implicará mucho en la campaña de las elecciones del 27. Es algo sorprendente y muy ilustrativo sobre los valores y principios democráticos de los que tanto alardean él y la asociación de presuntos malhechores a sus órdenes. Habiendo ya declarado que no habrá secesión de Cataluña, sea cual sea el resultado de las elecciones, exactamente, él ¿a qué va?  Tanto si los catalanes votan "sí"como si votan "no", el resultado será "no". La pregunta es pertinente: ¿a qué va?

A hacer independentistas y, de paso, el ridículo.

divendres, 21 d’agost del 2015

Podemos y la tozuda realidad.

En la entrevista que me hizo el otro día Josep Rexach Fumanya para Vila Web se me ocurrió decir que "según lo que pase el 27S es posible que Podemos no llegue a noviembre" y Josep, con el olfato del buen periodista, puso la expresión como titular. El juicio pesimista sobre Podemos partía del temor de que el partido de los círculos no consiguiera enmendar sus yerros y me refería sobre todo a los que viene cometiendo en Cataluña. Ayer, sin embargo, el porvenir aun se le tiznó más con el evidente fiasco de Syriza, con quien Podemos ha unido siempre sus destinos. En síntesis, el viaje de Podemos hacia el fracaso puede desgranarse en tres momentos: a) antecedentes; b) Cataluña; c) Grecia.

a) Antecedentes. Las elecciones europeas de mayo 2014 (casi parecen de otro siglo) fueron un lindo festival. Allí surgía, virginal, vital, arrolladora, una nueva fuerza que iba a cambiar las mustias formas de hacer política en España. Algunos advertimos del espejismo de dar a las europeas un valor de extrapolación cuando, en realidad, el electorado no se las toma muy en serio y se permite ciertos lujos (como votar a unos perfectos desconocidos que salen mucho por la tele) porque no teme que haya consecuencias negativas. Pero no nos hicieron gran caso. Borrachos con la victoria electoral, halagados por lo medios, aupados en lo sondeos, los de Podemos perdieron el mundo real de vista y lo sustituyeron por sus doctrinas más apolilladas y sus fervientes deseos. Todavía en enero de 2015, montaron un espectáculo de marcha sobre Madrid para exhibir su poderío y afianzarse. Un sondeo de Metroscopia de febrero de 2015, les daba un 28% del voto y los situaba como primera fuerza política de España.

Es razonable que se embriagaran. Pero la tozuda realidad fue abriéndose paso poco a poco, al margen de los platós televisivos y los mítines de masas, cada vez más menguantes. Las elecciones andaluzas de marzo fueron un jarro de agua fría: el PSOE no se hundía, Ciudadanos hacía un acto de presencia con el que no se contaba y Podemos quedaba en una proporción del voto anguitesca. Fue el primer revés de quienes ya se veían asaltando los cielos. El segundo lo trajeron las municipales y autonómicas de mayo. Después de unas incomprensibles peleas en el abigarrado mundo de las izquierdas "verdaderas", el resultado de Podemos en concreto (no de los frentes en los que participa cuando participa) volvió a ser mediocre tirando a malo. El PSOE seguía robusto y la formación morada aparecía, quisiera o no, uncida a su carro. Si se añaden las reiteradas trifulcas internas entre las dos almas de la organización, la leninista (algunos la consideran estalinista) y la trotskista, así como la ridículamente baja participación electoral en sus elecciones primarias, no parece aventurado concluir que, al año de su fulgurante aparición, Podemos quedaba reducido a una función auxiliar en el mejor de los casos, no coincidente con las bravatas de sus jefes ni la convicción de estos de cambiar el país de arriba abajo. Habían irrumpido para hacer realidad el viejo sueño leninista de sustituir la socialdemocracia por el comunismo (aunque ahora no se llame así), de acabar con la hegemonía del PSOE y lo único que hicieron fue fagocitar a IU. Con esta amarga experiencia, pero sin mejorar un ápice su reflexión teórica, por lo demás inexistente, se lanzaron a las elecciones catalanas

b) Cataluña. Si en el conjunto de España la capacidad de análisis de Podemos es limitada, en Cataluña brilla por su ausencia. Podemos es un partido nacional español como los demás y ve el mundo con ojos españoles. Su profesion de fe izquierdista, aunque reprimida por consideraciones tácticas, le induce a creer que tiene respuesta válida para el nacionalismo catalán y no advierte que, siendo la izquierda catalana en buena medida independentista, la izquierda española está condenada al fracaso por sucursalista, como le pasó al PSUC, le ha pasado al PSC y le pasa ya a él. Hay quien dice que la ambigüedad y el equívoco de Podemos en Cataluña es una muestra de tacticismo maquiavélico. No parece tal sino lo contrario: son ambiguos y equívocos porque no saben qué pensar ni se atreven a pronunciarse en un asunto tan escabroso como la autodeterminación catalana. Las imprecisas y confusas aclaraciones de Errejón sobre el derecho de los catalanes a decidir por su cuenta son contradichas minutos después por el baranda de Podemos en el País Vasco, Roberto Uriarte, para quien "no existe un derecho a la secesión unilateral". Igualmente, el tímido apunte de Errejón de que Cataluña tenga un régimen fiscal propio se enfrenta a la negativa cerrada de sus  bases en el resto del Estado y, por supuesto, en la propia Cataluña, en donde gente tan significada de Podemos como Carlos Jiménez Villarejo no quiere ni oír hablar de autodeterminación o singularidad catalana alguna.

Podemos carece de un discurso propio en Cataluña porque, de tenerlo, pondría en serio peligro los votos que espera obtener en el resto del Estado. Y no tiene discurso propio porque, en contra de lo que sería de suponer tratándose de intelectuales, profesores universitarios, teóricos y doctrinarios de interminables debates y  controversias, no entiende lo que está sucediendo en el Principado. Clama por un cambio radical, cualitativo, justiciero en España y, cuando se lo encuentra tal cual en Cataluña, no lo ve. Como no lo ven -o no quieren verlo- en general los nacionalistas españoles.

Su incapacidad para entender que en Cataluña hay en marcha un proceso original de construcción de un Estado nuevo por vías democráticas, pacíficas, de participación masiva, social, solidaria, transversal, un tipo nuevo de revolución, muestra a las claras que todas sus doctrinas son clichés. Cuando una realidad sin precedentes, concebida según parámetros distintos, se abre camino en la confusión del presente, en lugar de ignorarla o atacarla por los más ruines medios, como hacen los nacionalistas españoles a la vieja usanza, haría bien en considerarla si no en apoyarla directamente, como debiera corresponder a ese espíritu inquieto e innovador que, según se dice, es típico de la izquierda. No puede hacerlo por falta de capacidad teórica y esa carencia se disfraza luego de la prioridad que otorgan a las elecciones en España. Y también estas se ven en globo a la luz de lo sucedido en Grecia.

c) Grecia. Ayer Twitter reverberaba con tuits antiguos de Pablo Iglesias, jaleando a Tsipras, a Syriza y subrayando que Podemos era la Syriza española. Fastidioso esto de que cada ordenador se haya convertido en una hemeroteca con la cual sacar los colores hasta a los difuntos. Ciertamente, Podemos jugó la construcción de una "auténtica", "verdadera" izquierda "transformadora" en Europa. Igual que Syriza se había comido al PASOK, los de los círculos españoles iban a comerse al PSOE. Por lo dicho más arriba esto no se ha producido ni es probable que se produzca, con lo que lo más seguro es que un Podemos de escasa representación parlamentaria sobreviva en un mundo oscuro de pactos, acuerdos, negociaciones, vaya usted a saber con quien. En todo caso el desconcierto griego es un golpe tremendo a las expectativas de Podemos. Se me permitirá ilustrar este punto con dos citas de posts pasados de Palinuro que considero explicativos y pertinentes a la situación actual. El 30 de marzo de este año, en un post titulado La astucia de la sinrazón Palinuro decía: en Podemos todo es plagio, desde el título de la organización, pasando por sus tácticas, sus consignas, sus fórmulas, conceptos, teorías y hasta el nombre del fundador. Una falta absoluta de inventiva y originalidad, disfrazada con un discurso teórico claro y que suena bien en abstracto, pero no tiene engarce real en el país. Podemos se valió de un ejemplo exitoso, el de Syriza para presentarse como la renovación de la izquierda española, la tan añorada presencia de una izquierda libre, nueva, independiente, que no tuviera nada que ver con la socialdemocracia burguesa ni con el adocenado comunismo.

Igualmente, el 9 de julio pasado, en otro post titulado Volte Face, Palinuro decía: Si el bravo "no" griego no puede mantenerse frente a la dureza de la troika y Syriza tiene que ceder y tragar lo que antes rechazó, afectará negativamente a la campaña de imagen de Podemos. Por supuesto, es muy fácil animar a otro a saltar en el vacío y aplaudirlo. Pero ¿qué puede o quiere hacerse después de que el otro se haya estrellado contra el suelo? Si no pude hacerse nada, si no cabe evitar que se estrelle, si no se puede impedir que, para mantenerla en el euro, la troika imponga a Grecia condiciones más dacronianas, ¿cual será el discurso de Podemos?

Y no hay mucho más que decir, salvo que, de seguir así las cosas, Podemos quizá no llegue a noviembre.