diumenge, 28 de maig del 2017

¡Ah! Pero ¿había una "crisis"? ¿No era una "algarabía"?

Rajoy no solo ha gestionado mal la “crisis catalana”. Lo ha gestionado mal todo. Se ha cargado el Estado de derecho, no ha conseguido sacar al país de la crisis, habiéndolo arruinado con unas arcas vacías (sobre todo, el fondo de pensiones) y una deuda pública galopante, ni siquiera ha conseguido reducir el déficit a lo que se le exige. En seis años no ha conseguido hacer lo que el gobierno portugués de izquierda ha hecho en dos. Un completo inútil y una desgracia para el país. Y más desgracia que el país se dé cuenta ahora. Lo único que este prodigioso incompetente sabe hacer es amparar a los corruptos y conseguir que la banda de ladrones que capitanea haya expoliado el país.

En lo tocante a Cataluña, la incompetencia tiene rasgos casi delictivos. Desde la famosa sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010, el independentismo catalán pasó de ser una reivindicación de partido a serlo social, nacional, transversal. Y, desde entonces ha llevado la iniciativa en procura de su objetivo de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

Durante esos años, el gobierno presidido por esta nulidad no ha hecho nada por dialogar o negociar con los independentistas, se ha cerrado en banda, ha despachado con cajas destempladas a dos presidentes de la Generalitat que venían a exponer sus demandas y ha dado orden a su frente mediático de que ataque sin cuartel al independentismo, al tiempo que, al parecer, también se le hace la guerra sucia.

Hasta los de su cuerda, los empresarios catalanes, le instan a negociar y llegar a alguna solución política. El olmo y las peras. El mismo presidente reconoce que no tiene propuesta alguna, que no se le ocurre nada, vaya. Y eso que asegura encontrarse en el mejor momento de su vida. Se le nota cuando se pone apocalíptico previendo desastres sin cuento con la independencia de Cataluña. Lo único que se le ocurre es meter miedo o, mejor dicho, exteriorizar su propio miedo.

La cuestión no es qué cabe esperar del gobierno. Ya se sabe: nada. La confrontación y a ciegas. Es qué cabe esperar de la oposición: si va a cerrar filas tras el gobierno en combate o va a presentar alguna propuesta de negociación.

Ayer, Palinuro, extralimitándose, presentaba una. Ni él mismo se fía de ella. La intención era simplemente decir que hay que dialogar, que no se puede aceptar la decisión de este gobierno de cerrarse al diálogo.

En una democracia no es admisible impedir el diálogo y, si esto sucede, los independentistas se sentirán legitimados para proclamar una DUI, una Declaración Unilateral de Independencia en el Parlamento. Y a ver qué hace el gobierno.

Habla la autoridad

Todo es relativo. A Rajoy el país no le parece corrupto. A otro, en cambio (a muchos, en realidad), puede parecerle que un país gobernado por un presidente presunto cobrador de sobresueldos en B y citado a declarar por los tribunales es corrupto. Seguramente se lo parecería al mismo Rajoy sino se tratara de su persona. Así que el hecho de hablar de corrupción, siendo él el responsable político de todos los corruptos, entra dentro no ya de desfachatez, sino de la chulería matonesca de esta derecha criminógena y comecirios.

En todo caso, es cierto, el país no es corrupto: sus ríos, montes, llanuras, nubes y cielo no están corruptos. Pero su gobernación sí y de arriba abajo, pues depende de un partido con 800 imputados y al que los jueces consideran una presunta asociación para delinquir. Un partido presidido por el mismo que niega la corrupción que lo afecta. Y, por si alguna tenue esperanza hubiera, repasen los últimos actos del gobierno, su partido y sus amigos en la judicatura:

Mantienen en sus puestos a un ministro reprobado y un fiscal cuestionado.

Nombran para presidir la sala de lo penal de la AN a una jueza apartada de un caso de la Gürtel por evidente amistad con el PP.

Nombran para presidir una comisión de investsigación del caso Lezo, que afecta directamente a Ignacio González, a un cuñado suyo.

Nombran para presidir una comisión de lucha contra la corrupción a Manuel Cobo quien, efectivamente, la denunció en su día, pero que, a su vez, sigue en investigación por actos realizados durante su pertenencia al gobierno de Ruiz Gallardón.

La corrupción es total. Gobierna una banda de presuntos delincuentes cuya única preocupación es colonizar las instituciones públicas, robar a manos llenas del erario y controlar el poder judicial, llenarlo de clientes y deudos para irse de rositas con lo apandado.

No, el país de  Aguirre, "el Albondiguilla", Arenas, Aznar,  Baltar, Bárcenas, Barberá, Bernard, "el Bigotes", Blesa, Botella, Camps, Chaves, Correa, Cospedal, "el curita", Dancausa, Espejel, Fabra, Gallardón, González, Granados, Griñán, López, Matas, Mato, Millet, Moix, Pujalte, Rajoy, Rato, Pedro Antonio Sánchez, Sepúlveda, Soria,  Trillo, Urdangarin, Villarejo, no es corrupto. ¡Qué va!

dissabte, 27 de maig del 2017

Cerrar antes de abrir

Cuando Rajoy “da por cerrada la vía de diálogo con la Generalitat” está haciendo un ejercicio de posverdad. Algo inherente a su partido y que consiste en negar la evidencia con todo aplomo o directamente inventarse la realidad. “El PP es el partido de los trabajadores”, decía Cospedal. Posverdad. “El PP es el partido que más ha luchado contra la corrupción”, según Rajoy. Posverdad. “No he cumplido mi palabra, pero he cumplido mi deber”. Posverdad de la que se sigue que el deber de este hombre es no cumplir su palabra.

¿Hay algo más posverdadero que dar por cerrada una vía de diálogo que no existe? Ciertamente, hace unos meses, el presidente del gobierno, en un gesto de magnanimidad unilateral decidió adoptar una política de diálogo con la Generalitat. Despachó a la vicepresidenta a Barcelona, le puso allí un despacho desde el cual aquella empezó a ejercer a modo de virreina. Y ahí acabó la política del diálogo, en un único encuentro entre Sáenz de Santamaría y Junqueras para comprobar que no tenían nada de qué dialogar. El referéndum no lo permite. El diálogo no arrancó, pero el gobierno ya lo da por cerrado.

Es un momento de suspense, los dos contendientes en mitad de la calle desierta, mirándose a los ojos bajo un sol cegador, a ver quién hace el primer movimiento. De ambos lados llegan voces. Del lado del gobierno se lanzan admoniciones y amenazas y la inevitable Cospedal, ministra de Defensa, habla ya en términos castrenses de intervención militar. Califican de intento de golpe de Estado el referéndum. Del lado de la Generalitat se escucha a la CUP y la ANC, así como otras asociaciones de la sociedad civil, reclamando fecha para la celebración del referéndum.

El escenario es de confrontación. Y de mala perspectiva porque ninguna de las partes puede echarse para atrás. Sin embargo, una cosa está clara: la represión no es una solución. Un Estado de derecho no puede sobrevivir sojuzgando a una minoría nacional. La traslación de la experiencia del País Vasco a Cataluña, esto es, la idea de que es posible domeñar una reivindicación independentista tratándola como una cuestión de orden y seguridad pública, es un grave error. En el PV había un problema de terrorismo. En Cataluña hay una amplia movilización social democrática y pacífica.

La represión no solo no es justa; tampoco práctica. El Estado puede suspender la autonomía catalana pero en algún momento tendrá que restablecerla; puede inhabilitar a la actual clase política independentista, pero no impedir que se reproduzca mediante elecciones. El gobierno sostiene que va a dar la batalla a la Generalitat en defensa de la mayoría de los catalanes a la que se está engañando. ¿Cómo saber si esto es así? Por supuesto, haciendo un referéndum. Justo lo que, encuesta tras encuesta, reclama entre el 70 y el 80 por ciento del electorado catalán: hacer un referéndum para ver qué quieren los catalanes. El gobierno no tiene más que investigar. Lo que quiere la mayoría de los catalanes es un referéndum.

Si la represión no es la solución, ¿cuál es? Sentarse y negociar. Negociar, ¿qué? Por supuesto, todo. Eso de que hay algo innegociable (la soberanía del pueblo español) que va repitiendo por ahí Rajoy como una carraca es otra posverdad. ¿Por qué es innegociable? Porque lo dice la Constitución. Y la Constitución, ¿qué es? Una ley (y muy reciente, por cierto) que, como todas las leyes se puede cambiar. En realidad, las leyes no hacen más que cambiar y no solo las humanas, también las naturales y hasta las divinas. Porque todas las leyes se hicieron para los seres humanos y no al revés.

Que en un Estado democrático de derecho haya algo de lo que no se puede hablar es inadmisible. Porque quien impide que se hable, impone su opinión como infalible, la fija como verdad incuestionable. Si alguien la cuestiona, se le reprime pues estamos en la época de la posverdad, de la represión.

Es una perspectiva poco halagüeña y resulta comprensible que todos hagan cuanto puedan para evitarla. Todos quizá no. La negativa del gobierno a dialogar apunta a una intención de empeorar la previsión en virtud, quizá, de aquel viejo adagio que suele atribuirse al espíritu revolucionario leninista de “cuanto peor, mejor”.

La cuestión es si los otros partidos españoles aceptan o no uncirse al carro de guerra de la derecha. C’s parece casi destinado pues nació hace una docena de años como partido anticatalanista. Podemos, por el contrario, respalda la celebración de un referéndum pactado y, por tanto, legal y vinculante. Si hay prohibición, legitima un referéndum unilateral, pero solo le da un valor político, no jurídico. La incógnita es el PSOE, que ha cambiado las tornas desde las primarias y cuyo SG, acabado de aterrizar, se encuentra con una línea de apoyo parlamentario al PP sobre la que tendrá que tomar una decisión.

En asuntos tan graves, las decisiones no se improvisan y necesitan tiempo. Por eso Sánchez hará bien en no pronunciarse en uno u otro sentido hasta tener todos los datos, valorar sus posibilidades y formular una propuesta que habrá de someter a consulta a la militancia. Con la marca socialdemócrata. Por eso, así como no ajusta su criterio a las orientaciones de Podemos, tampoco tiene por qué responder a los desafíos gubernativos de que aclare el concepto de “nación de naciones”. Todo a su tiempo.

Para ir haciendo tiempo y entretener a los impacientes, el PSOE puede declarar en el Parlamento que no acepta el cierre de la “vía de diálogo”. Esa decisión es contraria a la función esencial del gobierno que, como toda autoridad pública, debe velar por la paz y el entendimiento entre los ciudadanos y no por la confrontación. Además, es ilegal, pues no media una previa decisión parlamentaria que le inste a hacerlo. No tiene más respaldo que una acción ejecutiva. Pero si el Parlamento rechaza el cierre del diálogo y obliga al gobierno a seguir intentándolo, este tendrá que hacerlo.

Al final, el problema es qué se lleva en concreto a una mesa de negociación, mediando entre dos posiciones antagónicas. Algo en lo que ambas partes estén de acuerdo, habiendo ambas cedido en algo. Como base podría servir la siguiente propuesta: el Estado permite la celebración del referéndum llamándolo “consulta”, “sondeo” o como se quiera, desprovisto de eficacia jurídica pero con una eficacia informativa que conlleva una obligación: el Estado se compromete a abrir un proceso de reforma constitucional en un órgano ad hoc, una Convención, por ejemplo, con una composición que haga justicia a la reivindicación independentista. Sea cual sea el resultado de la Convención, se someterá a referéndum por comunidades autónomas, una de cuyas opciones habrá de ser la independencia.

divendres, 26 de maig del 2017

La que ha liado Sánchez

El título no es un error. Es Sánchez, no Puigdemont, que lleva bastante tiempo liándola. Es Sánchez el que la ha liado ahora siendo elegido SG contra Susana Díaz y el pronóstico de la autoridad. Esa decisión de la militancia ha trastocado los planes del frente nacional español PP-PSOE, que lleva gestándose desde la Ley de Seguridad Nacional, aprobada con los votos de ambos partidos dinásticos en septiembre de 2015. 

Esa alianza patriótica funciona soterradamente desde entonces y está en la base del golpe de mano del 1º de octubre. Existiendo la sospecha de que Sánchez estuviera tramando alguna forma de alianza con Podemos y los indepes, el frente nacional  da un golpe preventivo. Y del que parece tenía informado a Rajoy. El entendimiento de este con Rubalcaba fue siempre patente en asuntos que ambos gustaban llamar "de Estado" y quería decir Cataluña. 

La gestora del golpe sería Díaz y con esta rotundamente opuesta a Podemos y los indepes, quedaría armado el triángulo poderoso del nacionalismo español. Con un respaldo de tres cuartas partes de la Cámara, se encontraría una solución al contencioso catalán por las buenas o por las malas.

El resultado de las primarias ha dinamitado ese plan. Los ha descolocado y han recurrido a palabras mayores. El famoso editorial de combate de El País, El Brexit del PSOE, pone a Sánchez de chupa de dómine y habla de "demagogia, medias o falsas verdades (sic) y promesas de imposible cumplimiento" y se queja luego donde le duele: "En un momento en el que España enfrenta un grave problema territorial en Cataluña, era más necesario que nunca que el PSOE se configurase como un partido estable y capaz de suscitar amplios apoyos." O sea, la gran coalición, el gobierno de unión nacional.


A su vez, Rajoy también pierde los nervios y se pone a presumir de demócrata y adalid del Estado de derecho, acusando a los indepes de pretender un golpe de Estado. Su propuesta, dice, es liquidar la Constitución, lo nunca visto, lo que solo sucede en las peores dictaduras, cosa que él sabe de buena tinta porque su partido lo fundó un ministro de una de esas dictaduras. Todos cometemos pecadillos en nuestra juventud, pero es que este los comete ahora en edad provecta al gobernar conculcando sistemáticamente todos los fundamentos del Estado de derecho. Más o menos, lo que deja entrever el "todo" a que dice el gobierno estar dispuesto. 

Y encima, viene Sánchez a proclamar en el congreso la fórmula de "nación de naciones". Que no está mal, es bienintencionado, pero ya lo suficiente para que al frente nacional le dé un ataque. Y con escaso atractivo en el otro lado, que pide algo más concreto y tangible, un referéndum. La fórmula es, además, autodestructiva. Si no he entendido mal, se concibe España como "nación de naciones"... culturales. Una nación política compuesta por naciones culturales. Y ¿por qué no asimismo políticas? ¿Por qué la nación España, cuya idea cultural es problemática, sí, y la nación catalana, cuya identidad cultural es patente, no?

Si se quiere aportar algo con intención de desbloquear la situación, la nación de naciones tiene que ser de naciones políticas en igualdad de derechos con proporcionalidad negociable y todo ello a partir de un referéndum pactado vinculante. 

Populismo 2.0

Por otro nombre, Estado no confesional. Tiene mérito porque la decisión no es de Kichi solo sino del consistorio prácticamente al pleno en respuesta a un sentir de miles de ciudadanos de cofradías, hermandades o fieles particulares. Con el voto a favor de concejales del partido de Kichi y la abstención de otros. 

El propósito de separar lo celestial de lo terrenal no ha prosperado. Sugiero a los amargados liberales, laicistas y tibios de convicción que interpreten el acto en clave progresista ya que, de todas formas, no pueden oponerse a eso que se llama la sana devoción popular. ¿Cómo? Como siempre, inventándoselo. Por ejemplo, pueden decir que, en realidad, esa medalla de la ciudad de Cádiz incorpora también La Pepa. El liberalismo doceañista siempre fue muy beato y encontrándose ahora sobre el pecho de la patrona de la ciudad se sentirá recompensado.

Parece que Kichi, aplicando la política de separación, con algún fallo, por cuanto se ve, practica los cultos callejeros procesionales y viste de nazareno. También aquí, sin embargo, plantea contradicciones pues concurre a título personal y a rostro descubierto, como corresponde a los representantes de las izquierdas. Un antisistema paradójico porque, al parecer, es uso que los nazarenos lleven el rostro oculto con el gato para mantener el anonimato.

El genio de la raza.

dijous, 25 de maig del 2017

Cincuenta años

Que "el gobierno esté dispuesto a todo para impedir el referéndum" es noticia cuando menos preocupante. Habrá quien se sienta tranquilizado y quien, con cierta legitimidad procedente de la experiencia, intranquilizado. Ese adjetivo indefinido que también figuraba en las puertas de los cuarteles de la Guardia Civil, en este país permite abrigar negros presagios. Inútil preguntar qué es "todo". Todo es todo. Lo legal y lo ilegal. Por lo demás, el Estado nunca hace nada ilegalmente ya que, mediante el estado de excepción, puede suspender la legalidad con lo que cualquier ilegalidad es legal, excepcionalmente legal.

Esa firme voluntad del Estado de hacerlo "todo" para impedir el referéndum se apoya en la necesidad de evitar una repetición de la consulta del 9N. Y si ahora va a hacerse "todo" para impedirla, ¿por qué no se hizo el 9N? No solo no se impidió sino que hubo burlas sobre ella desde el mismo gobierno, al compararla con una verbena sin consecuencias juridicas, salvo las penales que sí está teniendo. Entonces no se impidió y ahora sí, ¿por qué? La arbitrariedad es uno de los rasgos más irritantes de las tiranías.

Ese puñetazo del todo sobre la mesa parece ser la respuesta del Estado a la proposición de diálogo y pacto sobre el referéndum de los indepes en La Cibeles el lunes. En realidad, ya se anunciaba en los energúmenos que llamaban "hijos de puta" a los catalanes a la entrada y salida del acto, en una muestra más de la hospitalidad de los madileños. Ese "hijos de puta" es el sentido último del "todo". 

También se adelanta a la carta que ayer envió Puigdemont a Rajoy invitándole por enésima vez a negociar un referéndum. El recurso al género epistolar en la era de las TICs tiene un regusto literario. El remitente no se ha puesto plazo límite de espera de respuesta y no lo necesita. Antes de llegar a destino la carta ya tiene respuesta: "no". 

A partir de aquí, es el famoso juego del gallina. Las cuatro opciones son posibles. Se trasluce de una frase del discurso de Puigdemont en la Cibeles: "no hay poder (en el Estado) para detener tanta democracia". A esa frase es a la que contesta la afirmación del gobierno de estar dispuesto a "todo".

La cuestión es si la oposición va a tolerar o apoyar una política de confrontación sin proponer soluciones alternativas que puedan negociarse.

Cincuenta días

Es tradición y norma de decoro político dar 100 días de gracia (o carencia) a quien acaba de acceder a un cargo de gestión y responsabilidad política. Al no ser el cargo institucional del Estado sino de partido, aunque muy importante y tratarse no solo de un electo, sino de un reelecto (en una peripecia con un toque de thriller) podríamos rebajar el plazo a la mitad. Cincuenta días de margen y libertad para que el recién llegado pueda acomodarse, reformar lo que estime oportuno y poner en marcha su programa sin verse entorpecido por críticas y ataques que no pueden serlo a su obra, ya que no se ha iniciado, sino a su persona y por motivos personales.

Parece generalizarse un ánimo respetuoso con esta civilizada costumbre. Los barones hostiles (Javier Fernández, García Page, Ximo Puig y Fernández Vara) han pactado ya listas integradas para el Congreso, esto es, con representación proporcional a los resultados de las primarias. Solo queda Díaz que, si bien proclama lealtad al nuevo SG, no acepta la fórmula de las listas integradas y plantea un frente de resistencia, tomando Andalucía como su bastión. Y aun aquí hay presiones para conseguir listas de integración. La gestora se reúne con Sánchez para hacer una trasmisión educada de unos poderes de los que tanto abusó. Hasta Felipe González, a regañadientes, dice que hay que apoyar a la mayoría, como si fuera una concesión y no un deber democrático. De Zapatero, tan activo y dicharachero en la campaña de Díaz, no se sabe nada. Es esperar que, tras meditarlo, también apoye a la mayoría. Rubalcaba tampoco se ha manifestado en persona, aunque viene a hacerlo a través de los furibundos editoriales de El País, desde aquel famoso en que se trataba a Sánchez poco menos que de psicópata estilo Unabomber, hasta los más recientes anunciando cavernoso el Finis Hispaniae a manos de este peligroso izquierdista.

De los demás claros varones de Castilla poco puede decirse salvo que, siguiendo inveterada costumbre, acuden solícitos en auxilio del vencedor. 

Cincuenta días de carencia antes de enjuiciar sus medidas. La política de personal político, nombramientos, reemplazos, etc., es cosa suya y de su equipo que alguna idea tendrá. En dos asuntos, no obstante, sí podemos los demás meter baza: a) lo referente al próximo congreso 17/18 de junio y b) las relaciones con la izquierda. 

En cuanto al próximo Congreso es de esperar que, reflejando el sentir de la mayoría de la militancia, se puedan debatir en igualdad de condiciones las propuestas presentadas y, desde luego, la de una gestora fallecida de muerte natural y la del equipo del nuevo SG, esa que Díaz llamaba "folleto". Con eso bastará para que el SG y la ejecutiva tengan un margen holgado de acción en una situación política muy compleja y delicada.

En cuanto a las relaciones con la izquierda y específicamente con Unidos Podemos es básico que el PSOE clarifique su actitud. Ahora hay un enfoque nuevo, con un nuevo liderazgo que pretende tomar la iniciativa, no que se la impongan. Es razonable aplazar toda medida práctica en ese campo hasta el congreso para no contradecir la política aplicada por el grupo de la gestora consistente en hacer mutis por el foro. Pero sin olvidar que se trata de un aplazamiento para luego pedir la reprobación/dimisión de Rajoy y, de no darse, presentar una moción de censura por su cuenta. Esto esencial para que no quepa decir que no ha habido cambio en el PSOE sino que este sigue en su situación de subalternidad a la derecha. Entre tanto, la presentada por UP seguirá su curso, se debatirá y será derrotada, ya que solo se ha pactado y en el último instante con los indepes catalanes.

La reelección de Sánchez devuelve al PSOE la iniciativa política en una situación de centralidad que nunca había perdido. Puede verse en ese escurridizo intento de chantaje de Podemos al PSOE de que presente una moción de censura a cambio de retirar ellos la suya, una por la que trajeron a la gente de manifa plebiscitaria con alharacas quincemayescas tan sonoras como silencioso fue luego el eco en los medios. Cualquier intento de presionar al PSOE blandiendo una mocion de censura disparatada está condenado al fracaso. Emplear una política de hechos consumados con quien puede permitirse ignorarlos deja al que lo hace en una posición ridícula. Los socialistas presentarán su moción de censura cuando ellos decidan y no al dictado de Podemos. Pero tiene que haber una reprobación, una petición de dimisión y una moción de censura por ese orden.

dimecres, 24 de maig del 2017

Pedro y sus llaves. Pablo y su espada

Empiezan a aparecer memes de Pedro y Pablo en las redes. Sí, los Picapiedra. Pero también hay otra pareja más famosa aun en la iconografía occidental, la de los apóstoles Pedro y Pablo. El primero con la llave del reino de los cielos; el segundo con la espada del poder en la tierra, aunque pudiera ser aquella con la que lo decapitaran, pues no se sabe de cierto cómo murió. Pedro aparece con las llaves de la organización de la izquierda democrática, Pablo aporta la belicosidad. Y ambos saben que han de entenderse si quieren ir a algún sitio. Entenderse no significa dejar de criticarse, pero sí de atacarse y de practicar juego sucio.

Cada uno de ellos lo tiene suficientemente complicado. En Podemos hay un sector visceralmente reacio a toda unidad de acción con los socialistas. Y es poderoso. El sector proclive a un entendimiento fue derrotado en VAII y lame sus heridas en un oscuro rincón. Manda el acero bolchevique. Ese que sigue sin entender algo elemental: si quieres ganarte a los militantes de un partido no empieces por decirles que sus líderes son un puñado de sinvergüenzas, vendepatrias y robagallinas, porque suelen molestarse. Hasta puede irse más allá y decir que también los militantes tienen esos rasgos. Pero no se sabe entonces cómo se ganarán las elecciones.

En el PSOE las cosas no pintan mejor. Sánchez, nuevo SG, tiene ante sí varios de los trabajos de Hércules y no solo el de los establos del rey Augías, como ya le han señalado. También le espera la Hidra de Lerna, el jabalí de Erimanto, el león de Nemea y algún otro, como una bajada a los infiernos en forma del próximo congreso, ese concilio en donde quieren marcarle el carné de baile. Y con dos líneas rojas: a Podemos, ni agua y con los indepes, ni a la vuelta de la esquina.

Ahí tendrá Pedro que usar las llaves y hasta una ganzúa. Sus huestes deberán presentar una propuesta al Congreso que elimine esa especie de mandato imperativo de las lineas rojas del non licet y deje razonable discrecionalidad a la Ejecutiva y al SG para articular alguna forma de acción conjunta de la izquierda y alguna propuesta de negociación con el independentismo. Sánchez y los suyos tienen un arma poderosa para conseguir su objetivo: su compromiso electoral de que cualesquiera acuerdos en estas cuestiones se someterían a consulta de la militancia y esta, obviamente, puede rechazarlos. De las dos cuestiones, la primera parece reelativamente fácil. La segunda es más difícil. Pero es imprescindible. El independentismo catalán lleva la iniciativa desde el comienzo, a lo que se ha resignado el nacionalismo español, parapetado en un "no" cerrado, sin luchar por llevar él la iniciativa con algún tipo de contrapropuesta, algo que sirva para dialogar y negociar. La respuesta de la otra parte oscilará entre el "sí" (poco probable) y el "no". Pero como es seguro que no hay posibilidad alguna de "sí" es si no se presenta ninguna propuesta.

Los independentistas en Cibeles

Mi artículo de hoy en elMón.cat. Ayer fue día fasto para dos aficiones de distinto ánimo: la llegada a Madrid de la troika indepe -Puigdemont, Junqueras, Romeva- con la última propuesta de negociación para un referéndum pactado. Y la victoria del Real Madrid. De esta sé poco; de la otra, algo. Los tres de JxS hablaron en sus característicos estilos, Romeva con la contundencia de quien viene a ser el CEO de la empresa Cataluña; Junqueras, abacial en un iusnaturalismo de fuerte voluntad política y Puigdemont capaz de combinar sucintamente la flexibilidad táctica con una precisa estrategia. El aforo estaba lleno, pero los poderes fácticos de todo tipo y los partidos dinásticos boicotearon el acto, al que solo asistieron Podemos y algunos otros favorables o bien dispuestos hacia a las reivindicaciones catalanas. Así, es muy difícil dialogar.

A continuación, la versión castellana:

Los independentistas en Cibeles.

El lunes, mientras unas docenas de energúmenos, apenas contenidos por la policía, portando banderas rojigualdas y de la Falange vociferaban improperios, la troika independentista, Puigdemont, Junqueras y Romeva exponía en la madrileña plaza de la Cibeles las razones de la Generalitat en pro de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.

La idea original venía de Puigdemont, quien se había ofrecido días antes exponerla en una sesión plenaria del Senado, teórica cámara de representación territorial. Pero los senadores se negaron a admitirlo. Pudieron estar a la altura de su ilustre predecesor, el Senado de la República de Roma, cuando ante él comparecían los reyes extranjeros, como Yugurta, rey de Numidia, a exponer sus planes. En lugar de ello mostraron su estrechez de miras pretendiendo que Puigdemont hablara en una comisión especializada. Los de JxS se negaron con toda razón y acabaron consiguiendo el amparo y la audiencia de los tribunos de la plebe en el Ayuntamiento madrileño, gobernado por la coalición de izquierda de Ahora Madrid. Siempre el pueblo ha sido más democrático que la oligarquía patricia en su cementerio de elefantes.

Tres de los cuatro partidos de ámbito estatal, PP, PSOE y C’s boicotearon el acto. No así el cuarto, Podemos, que estuvo presente, al igual que representantes de otros partidos nacionalistas y, por supuesto, distintos sectores sociales, como la prensa la Universidad o el cuerpo diplomático. En un asunto de importancia capital, un problema constitucional profundo que afecta a la estructura misma del Estado, la inmensa mayoría de los diputados españoles (el 73% de la cámara) prefiere no tener conocimiento directo, de primera mano, de los términos del problema, prefiere ignorar la realidad y seguir viviendo en un sueño. Es una prueba más de irresponsabilidad de la clase política española, cuya voluntad de diálogo y espíritu democrático brillan por su ausencia.

La democracia no resuelve los problemas de fondo de las sociedades, que son entes conflictivos: los civiliza, los encauza y, de este modo, permite que se resuelvan por otro lado. Pero si las partes se niegan incluso a abrir cauces de diálogo, lo que se evidencia es una voluntad enfrentamiento e imposición antidemocráticos. Un reconocimiento de falta de razones.

El PSOE y su recién estrenado líder perdieron una ocasión única de mostrar con hechos que las recientes primarias han abierto un tiempo nuevo. Si, contra todo pronóstico, Sánchez hubiera acudido a escuchar al presidente Puigdemont (como, por otro lado, mandan no solo la conveniencia política sino la elegancia de trato) se hubiera dado un toque poderoso de atención y abierto una tenue esperanza de encontrar un camino de salida al embrollo.

No hubo nada de eso. Hubo un plegarse a la cínica invitación de la vicepresidenta del gobierno a Puigdemont de ir a exponer el proceso ante el Congreso de los diputados. Algo que recuerda la orden de Leon X a Lutero para que compareciera ante la Dieta de Worms, a retractarse de sus tesis protestantes y salir convenientemente humillado, cosa que afortunadamente no pasó pues Lutero no se retractó. Tampoco los independentistas han caído en tan elemental trampa, como cayó hace años Ibarretxe, a quien el Parlamento español dio el mismo infame trato que el Concilio de Constanza a Jan Hus, ejecutándolo.

Muy bien ha hecho JxS buscando un escenario alternativo. Su posición es diáfana y, por más que los medios madrileños traten de manipular y emponzoñar la situación tiene un hilo razonable y lógico: Cataluña es una nación (no un concurso de sardanas), con derecho a decidir su futuro mediante un referéndum de autodeterminación. Lo razonable y justo es que ese referéndum sea pactado, amparado y protegido por el Estado, pero si este se niega, aquella lo hará invocando el principio político de la supremacía de la legitimidad sobre la legalidad.

Esta situación recuerda pasadas y desastrosas obcecaciones de la oligarquía española, incapaz de entender la realidad a la que se enfrenta y las aspiraciones de los pueblos que regenta. Es un enésimo dejà vu en el proceso de desintegración de un imperio que no consiguió mudarse en nación. Los del JxS en Cibeles afirmaron su voluntad de seguir sentados en la mesa de negociaciones hasta el último minuto, en espera del interlocutor español. Es una prueba de paciente voluntad negociadora que fortalecerá la causa independentista a ojos de la comunidad internacional y puede acabar convirtiendo el último minuto en el último suspiro del Estado español,

dimarts, 23 de maig del 2017

Lo que no podía ser no fue

Las primarias han sido un psicodrama. Así se ha vivido hasta el último, hosco, rencoroso, agresivo y hasta amenazador desplante de la caudilla ignominiosamente derrotada. Las cosas tenían que terminar personalizadas y enconadas porque así empezaron. Fueron dos campañas personales que se perfilaron de liderazgo, con una diferencia: mientras el de Sánchez era de abajo arriba, impulsado por la militancia, el de Díaz era de arriba abajo, impuesto por el aparato. Los dos se acusaron de personalismo pero eran personalismos contrapuestos.

Un dato frío, tan frío que mete miedo, es que Díaz tuvo menos votos que avales, a diferencia de sus dos adversarios. No es extemporáneo ni absurdo presumir en Andalucía la famosa espiral del silencio, de Noelle-Neumann. La verdad, algo siniestro para venir además de la mano de la izquierda, que no se ha resistido a tejer una estructura clientelar análoga al caciquismo de la derecha. Esa extraña mezcolanza de institucionalismo partidista (por designar de forma exquisita lo que otros llaman "captura de rentas") explica muchas cosas sobre la visión de alianzas de Díaz: con el PP y con C's, sí; con Podemos, no; y con los indepes, menos. Una candidatura del aparato, en ignorancia del sentir de la militancia y defendida, además, de modo autoritario, intemperante, a veces chabacano y generalmente agresivo.

¿Cómo no percibió Díaz lo que se avecinaba si era palpable? ¿Cómo nadie de su confianza se lo dijo? ¿Son en verdad la vanidad y la ambición tan poderosas que ciegan el juicio y obnubilan la razón? Así parece y con efectos duraderos, a juzgar por el modo abrupto de despedirse la comitiva andaluza la noche de la elección. Se barrunta tormenta.

De eso tendrá que ocuparse el candidato ganador y actual SG. Pero antes habrá de responder al nuevo reto de Podemos de retirar su moción de censura (MC) a cambio de que Sánchez presente una suya. Es una curiosa oferta: la MC iba a ser apoyada por una gran manifa en la calle de la que los medios, sin embargo, no se hicieron eco por estar ocupados con las primarias. Y eso que la manifestación adquirió efluvios plebiscitarios cuando la MC incluyó de candidato a Iglesias. Esa MC no tiene ningún porvenir jurídico ni político de forma que retirarla o no retirarla es indiferente para los planes del PSOE. Este pide la comparecencia y reprobación de Rajoy, cosa que seguramente saldrá y, en consecuencia, su dimisión. De no producirse esta, los socialistas seguramente presentarán su propia MC que llevará su popio candidato, Sánchez, y a la que Podemos decidirá si se suma o no.

En los asuntos internos del PSOE (ya se sabe, allí en donde anidan los verdaderos enemigos, como se vio el 1-X), Sánchez transita por un campo de minas. Ya le han estallado algunas: la dimisión fulminante de Hernando y la espantada montaraz de Corcuera son solo el comienzo. Habrá otras. Vendrán de las federaciones. El venenoso editorial de El País, El Brexit del PSOE contenía una llamada a la rebelión entre los barones. Perdida la primera línea de batalla, derrotada la caudilla, el aparato se retira al segundo frente y levanta una fronda señorial contra el poder central. No obstante, algunos barones se han puesto ya incondicionalmente a las órdenes del SG (el de Extremadura y el de Aragón); otros se lo están pensando (el de Castilla La Mancha, el de Valencia y el del PV); y la andaluza muestra querencia a echarse al monte y levantar bandera en el Congreso.

Todo eso es política interna de interés inmediato para militantes, dirigentes, cargos, corrientes, pero poco más.

En el interés general, en cambio, está comprobar si esa candidatura de izquierda democrática triunfante actúa en congruencia con lo que las bases que la han armado reclaman: oposición sin fisuras al gobierno del partido más corrupto de la historia de la democracia; oposición activa que trate de deponerlo; diálogo y colaboración con las otras fuerzas de la oposición, a ser posible con todas y, si no, preferentemente con la izquierda.

Diálogo y negociación que tiene que incluir Cataluña. No es admisible que, ante una reiterada oferta de negociación del referéndum por parte de la Generalitat (oferta que llega literalmente "hasta el último minuto") la respuesta haya sido siempre "no", sin ningún tipo de contrapropuestas. Contra toda razón y contra la voluntad expresa de una inmensa mayoría de catalanes, el referéndum no se puede celebrar simplemente porque no.

Alguien tiene que empezar a decir que si en democracia cabe hablar de todo, cabe hablar de un referéndum pactado que clarifique de una vez las relaciones entre España y Cataluña.

Cataluña en verano

En la abundante programación veraniega de la Universidad Complutense de Madrid han hecho un hueco para un curso acerca del problema más grave que tiene planteado España desde hace mucho tiempo y, con especial intensidad, en los últimos siete años. Cataluña. 

La tristemente famosa sentencia del Tribunal Constitucional de mayo de 2010, emasculaba el proyecto de nuevo Estatuto de 2006 que sustituía al de Sau de 1979 y ya venía muy "cepillado" del Congreso y, cerrando el camino al pacto político, abrió el de una rebelión pacífica, democrática e independentista. La dinámica centrífuga catalana, incomprensiblemente ausente del debate político español hasta ayer mismo, plantea un grave problema constitucional al Estado. Y no desaparecerá por el hecho de que siga negándose contra toda evidencia. La evidencia de que entre el 70 y el 80 por ciento del electorado reclama un referéndum y cada año unos dos millones de personas salen al carrer en la Diada a reclamar su deseo y voluntad de constituirse en un Estado nuevo de Europa.

Ese deseo y esa voluntad no caben en el ordenamiento jurídico español. Pero algo habrá de hacer el Estado con esos millones de ciudadanos suyos. Tres posibilidades se le abren: a) cerrarles la boca (ya se verá el método); b) reconocerles el derecho que reclaman; c) buscar alguna fórmula para que los que no cabe en el ordenamiento jurídico, quepa y encontrar una solución que satisfaga a ambas partes. Y las tres están todavía abiertas, a cuatro meses de la prevista celebración de un referéndum que el Estado no acepta.

Por eso el curso tiene mucho interés, ya que se trata de examinar un tema candente con espíritu académico y desapasionado. Por cierto, en el consabido marco incomparable del Escorial que encierra la nostalgia del pasado imperial español. El elenco de participantes, excluido el arriba firmante, es de mucho nivel y promete interesantes debates sobre el sempiterno problema de España: su identidad.

En los aspectos administrativos, la matriculación y asistencia y eso, están en la web de la UCM. Las fechas, 3 al 7 de julio, San Fermín.

dilluns, 22 de maig del 2017

El punto de partida

Las primarias han puesto todo patas arriba.

Innecesario señalar, sería ya crueldad, el oscuro ridículo de Podemos contraprogramando con la manifa de Sol. El interés estaba entonces, y está ahora, en otra parte. Iglesias, Garzón y Errejón han felicitado a Sánchez; no así, creo, Rajoy. Un gesto de educación y, al mismo tiempo, un reconocimiento de que hay un interlocutor. Uno que han votado las bases de su partido en un ejercicio de democracia interna insólito por estos pagos.

Eso tiene muy asustada a la derecha. El editorial de El País, poco menos que toca a difuntos por el PSOE, inmerso en la crisis general de la socialdemocracia y la particular de no hacerle caso. No es el momento de andarse con chiquilladas de consultas, bases y otros populismos. Por eso su portada avisa del peligro de la sedición catalana si no hay referéndum: la DUI. Ese fue el temor que movió al hoy extinto PSOE de la gestora al golpe de mano del 1º de octubre. Y he aquí que se lo encuentra reafirmado.

Las primarias eran vitales para el PSOE y España. Su resultado refleja el deseo de la militancia y de los electores –incluidos muchos que habían dejado de serlo- de regenerar el partido y democratizarlo y hacer lo mismo con un sistema político corrupto, autoritario y centralista. Ha sido una decisión colectiva irreprochable que habla mucho de la madurez de la militancia y de su sentido de la justicia.

Por supuesto, un repaso a los medios deja claro que todos habían previsto la victoria de Sánchez. Es inexplicable que se le diera por perdedor desde el primer momento. Sin embargo, no lo vieron ni después de los avales. No lo vio, según parece, la propia Díaz, cuya victoria pírrica presagiaba su segura derrota. En fin, eso no importa gran cosa. Como tampoco la mala uva que demostró tener la caudilla, un no saber perder llamativo: hosca, huraña, sin mencionar al ganador por su nombre y sin expresarle lealtad, como sí hizo Patxi López. Obviamente estaba fuera de sí. Todo un carácter apadrinado por las viejas glorias. Irritada, intemperante, altanera, en lugar de marcharse en silencio, como había anunciado, poco menos que promete guerra.

Lo que importa es lo que viene a continuación: el cambio de actitud del grupo parlamentario socialista (con Hernando ya dimitido), la nueva interlocución de los otros partidos, especialmente la izquierda, la nueva política parlamentaria y de alianzas del PSOE. El deber inmediato de exigir la reprobación/dimisión de Rajoy o plantear una nueva moción de censura, ya que la de Podemos habrá sido derrotada.

Y, por supuesto, queda el tema peliagudo y más conflictivo, el de Cataluña. Hoy llega a Madrid la troika indepe: Puigdemont, Junqueras y Romeva. Iremos a escucharlos la consabida anti-España. Se niegan a ir el PP, C’s y el PSOE. Pero esto no puede seguir así. Es necesario hablar, dialogar, ponerse de acuerdo. Y hacerlo en torno a un referéndum pactado.

Y ahí es donde está el único escollo de la candidatura de Sánchez no a las primarias, que ya las ha ganado, sino a las generales. Lo más difícil empieza ahora teniendo que correr en un terreno minado. La imagen del Km Cero no es buena. Sin duda se refiere al punto de partida de una carrera hacia La Moncloa. Pero se presta a equívoco: el Km Cero es un viejo punto de referencia cargado de significado centralista. Está en la Puerta del Sol, era el lugar en donde se torturaba a la gente durante el franquismo, e incorpora una idea del país que la realidad niega tozudamente.

diumenge, 21 de maig del 2017

Aquí se la juega la izquierda

Incapaces de entender las consecuencias de sus propios actos, los "cerebros" de Podemos afirman en las redes que hay una confabulación de los medios para silenciar el circo seudo-15M que montaron ayer. Y así, según ellos, se demuestra la pujanza de su movimiento y la inevitable decadencia de los medios de la tramacastarégimenblablabla. En su amarga queja se echa de ver su verdadera y única intención: robar el protagonismo mediático al PSOE mediante una triquiñuela de última hora.

Y, como no les ha salido, protestan en las redes y siguen haciendo el ridículo. Tenga usted teóricos de alcurnia e intelectuales orgánicos para que lo dejen a usted a la altura de los gusanos. La sola idea de que con un acto montado en el último momento, sin más objetivo que apoyar una moción de censura inútil, iban a robar el protagonismo al PSOE era ridícula y peligrosa. Y así les ha salido.

Montan un acto más o menos improvisado de movilización callejera en apoyo de una moción de censura absurda en congruencia con esa teoría típicamente anguitista de conjugar la acción parlamentaria con la de la calle así, por principio, sin tener ni idea de cuáles sean las condiciones concretas. Porque, no se olvide, Anguita, el verdadero espíritu de Podemos, no pudiendo quedarse quieto, había contraprogramado la contraprogramación de Podemos unos días antes, cuando convocó al Foro Cívico/somos mayoría a una manifa en todas las ciudades de España el 15 de mayo., pensando que las masas aacudirían a su llamado¿Alguien oyó o vio algo de esa portentosa manifa el día de marras? No, claro. Pero, al menos, no hubo que leer a los intelectuales anguitescos sosteniendo que el nulo reflejo en los medios demuestra que el capitalismo se hunde. 

Porque la contraprogramación de ayer al PSOE, ya tuvo que ocultar la de su díscolo padrino Anguita el día 15 y viene asimismo a ocultar la manifa convocada por el verdadero 15M para el próximo 27 de mayo, con lo que estos de Podemos ya coronan su palmarés de plagiarios, incapaces de hacer nada original. El acto, pues, pretendía ocultar el vacuo gesto de Anguita, oscurecer la verdadera manifestación del 15M, convocada por los auténticos herederos de los indignados y, sobre todo, aniquilar la presencia mediática del PSOE.

El tiro por la culata. Nadie habla de Podemos porque, como ha quedado claro con este ejercicio de irrelevancia, no pintan nada. 

La idea de que es posible anular un partido de 140 años de historia, con luces y sombras, ya se sabe, pero con una cultura y tradición propias, encarnado en todo el territorio español, en cientos de casas del pueblo y agrupaciones, con una militancia activa, muchas veces por tradición familiar, que vive su acción política de modo personal y sostenido, por un grupos de amigos con muchos seguidores en la red es literalmente absurda. 

Las primarias del PSOE son una realidad de la que el país está pendiente porque con ellas se juega mucho y por eso copan la atención de los medios. El circo de ayer en Sol, pretendiendo ponerse en el lugar del PSOE, es un simulacro en el que la soberbia y el narcisismo de sus dirigentes no les deja ver que, en el fondo, no son otra cosa que los servidores de la derecha.

Risas y veras

Ayer se me ocurrió subir un tuit diciendo: "El debate de Ferraz lo vieron 7 millones. En los avales participó el 70%. Mañana se prevé un 80%. Eso es un partido y no Podemos" y me eché encima una legión de militantes morados enfurecidos y algunos trolls que lo estaban más. Salió de todo: el PSOE es la derecha, los GAL, la Otan, el neoliberalismo, las puertas giratorias, la reforma laboral, la corrupción, la cal viva, el régimen del 78; además, está partido y agonizante y será sorpassado a las primeras de cambio.

Todo eso es posible, no lo niego, pero no hace al caso. El tuit se basaba en datos: 7 millones de espectadores de un debate en la sede del partido, en Ferraz, recogido en las televisiones, pero no organizado por ellas. Participación del 70 del censo en los avales, que da pie a esperar una mayor hoy. Teniendo en cuenta que la participación es la muestra mínima de compromiso con una causa, ese 70 % tiene un valor muy superior al del 10 o 20 % (según la base de cálculo que se adopte) que viene alcanzando Podemos en sus consultas que, a diferencia de las del PSOE, son exclusivamente digitales. Es decir, no hay que moverse de casa para hacerse notar. Es un criterio razonable para sostener que el PSOE es un partido a la antigua (y la moderna) usanza y Podemos, no.

Ni siquiera es un partido, sino una amalgama y con una evidente tendencia a legitimarse por la vía de un movimiento. La lucha de Podemos es, ante todo, por la hegemonía de la izquierda y va orientada contra el PSOE. La oposición al PP se le presume, como a los soldados el valor. Lo que realmente le preocupa es la presencia mediática y la centralidad política que sigue obstinadamente en el campo del PSOE. Es decir, básicamente, Podemos es un espectáculo y, según sus críticos más acerados, un circo. Y un circo con tendencia a la monotonía en los números. La cuestión es qué grado de presencia mediática consigue, que es donde la organización consagra sus esfuerzos y, visto en la comparación con la del PSOE en sus horas más bajas, la conclusión es clara: ninguno. Y no porque haya una conspiración del silencio en contra de Podemos, como sostienen sus seguidores desde prácticamente todos los medios de comunicación, convencionales y digitales, algunos de los cuales están a su completo servicio, sino por falta de interés de su confuso mensaje y pintoresco discurso.

La manifa de ayer, contraprogramaba los mítines de cierre de las dos candidaturas del PSOE con una petición de apoyo a la moción de censura y un elemento plebiscitario en la persona del candidato. La intención, patente, de arrebatar el escenario al PSOE, no se realizó. Los mítines socialistas coparon los medios y las redes y lo harán hoy mucho más. Hoy, la manifa de Sol de ayer es el recuerdo de un acto de nostalgia, tratando de revivir (y apropiarse para una estructura y mentalidad estalinistas) el espíritu del 15M, que, por cierto, se manifiesta el 27, si no estoy en error. Un acto de fuerza baldía, en el fondo, de impotencia porque se congregó a la gente para que apoyara una moción de censura que nace muerta.

Hoy es el día de las primarias del PSOE, se pongan en twitter como se pongan. Y es así porque en ellas se juega mucho más que quién haya de liderar el PSOE. Se juega el destino del centro-izquierda, el futuro de la socialdemocracia, esa corriente en crisis, según opinión extendida. Algo que no es un circo, sino bastante más serio. Hasta El País se ha dado cuenta, lo cual debiera hacerle reflexionar en términos deontológicos sobre cómo ha enfocado estas primarias, a base de apoyar la candidatura de Díaz y atacar la de Sánchez.

En efecto, los socialistas eligen hoy entre dos formas de entender su partido, dos ideas de la socialdemocracia: una social-liberal, conformista, plegada a la derecha y subalterna de esta, dominada por una oligarquía de políticos profesionales cuyo objetivo es que nada cambie, para seguir cobrando; otra socialista de izquierda, de izquierda democrática, capaz de trazar un camino propio entre la derecha franquista y corrupta y la gestualidad espectacular de una izquierda populista que pretende sustituir con gritos lo que le falta en razones. Ese camino existe. Es, precisamente, el que hubiera debido recorrer  Podemos de no haber retornado a la casa del padre bolchevique desde los primeros momentos.

Por último, la posición personal de Palinuro, que no es votante en estas elecciones: los socialistas eligen asimismo entre liquidar su partido (votando esa candidatura berlanguiana de la caudilla Díaz) o restituirlo al lugar que le corresponde en el sistema político español, dada la historia de este, el de la centralidad política. Eso solo puede conseguirlo de la mano de Sánchez quien ha probado estar en condiciones de hacerlo, si no por méritos propios anteriores, sí por haberlos adquirido a base de sufrir una persecución vergonzosa en las filas de su propia organización y haber tenido que recurrir al único sector que, tras años de complicidad con la derecha gracias a los entreguistas Zapatero/Rubalcaba, vuelve por sus orgullosos fueros: la militancia.

Porque esto es lo que más duele de la candidatura de Sánchez a partes iguales al PP y a Podemos que, el uno a un lado y el otro al otro, ninguno es un verdadero partido político: el PP porque, en realidad, es una asociación de presuntos delincuentes; Podemos porque no pasa de ser una amalgama de grupos izquierdistas sin discurso. Ayer, lo que más se oyó en Sol fue el término Patria. Hace falta estar en Babia para tragárselo en España.

Por más que se empleen en destruirlo, el PSOE es el único partido en serio que hay en España (otra cosa son Cataluña y el País Vasco)  y solo podrá ser destruido desde dentro. 

Cosa que sucederá si gana las primarias la caudilla Díaz.

dissabte, 20 de maig del 2017

Balance de fuego

Que se haya llegado al final de las primarias sin saber de cierto quién ganará, pues se prevé un resultado muy ajustado, ya es la mitad del triunfo de Sánchez. ¿Acaso no venía de las tinieblas exteriores, muerto viviente, defenestrado en una conjura sin posibilidad alguna? ¿No era un espejismo enfrentarse al todopoderoso aparato, rendido a los pies de Díaz? ¿No lo dejaron solo una vez caído sus más fieles colaboradores? Unos se pasaron sin más a la andaluza; otros hicieron parada intermedia en el simulacro de López, también en beneficio de aquella, pues dividía a sus posibles adversarios.

Sánchez se reinventó. Inició una larga marcha por las agrupaciones y levantó un movimiento, puso en marcha unas energías aparentemente dormidas que se manifestaron de golpe la noche de los avales inesperados. A partir de entonces, giro de 180º. Sin abandonar su partidismo a favor de Díaz, los medios hubieron de hacerle un hueco, pues lo tenían poco menos que proscrito. Y, con los medios, mudaron las cábalas de los analistas. ¿Y si gana Sánchez? 

La candidatura de Díaz, fiada a una ascensión a la SG entre vítores y parabienes, sin necesidad de primarias, carecía de plan B. Ha tenido que improvisar un programa de gobierno, reiteradamente aplazado y finalmente expuesto para chirigota de las redes. Lo cual no le ha impedido descalificar el de Sánchez, llamándolo “folleto” y probablemente sin haberlo leído. No hay plan B; hay talante B: más bronco, más agresivo.

Curiosamente, tampoco PS tenía plan B. Esperaba un resultado “digno” en avales. No contaba con el práctico empate. Eso, el giro de 180º, lo ha lanzado a posición de posible vencedor. Y ya se sabe que el vencedor es aquel a quien todos corren a ayudar. Si se deja, está perdido. Las elecciones las ganará el equipo; pero, si se pierden, las perderá él. Por eso necesita un plan B, donde se explique que votar por su candidatura es votar por la regeneración democrática, que empieza por la regeneración democrática del propio PSOE. Ese es el compromiso que le dará la victoria: la regeneración empieza por el PSOE mismo, por devolvérselo a la militancia, esa que produce repelús a Díaz. 

Los dos mítines de Sevilla, a unos cientos de metros uno del otro, son muy simbólicos. Coronan una campaña que el país ha vivido casi como una de legislativas. Y lo hacen en la misma plaza (la local y el visitante, por lo que las asistencias deben ponderarse) con una campanada final. En el caso de Díaz, con Guerra, quien no habló y en el de Sánchez con Hidalgo, quien sí lo hizo.

Traduzcan las dos imágenes a significados: el pasado y el futuro. En el día de hoy esa imagen probablemente se reforzará a lo largo de la jornada, compitiendo en atención mediática con la manifa convocada por Podemos en apoyo, en principio, de la moción de censura con el añadido de que el candidato propuesto es Pablo Iglesias.

Es una obvia contraprogramación, pero no exactamente un escrache como sostiene Díaz. Un escrache, entiendo, es justamente lo contrario de lo que pretende esta manifa, esto es, oscurecer la centralidad política del PSOE, quitarlo de las pantallas para hacer visible la moción de censura. Un escrache se hace precisamente para llamar la atención sobre otro asunto que, en este caso, serían las primarias del PSOE. Absurdo, ¿verdad?

En todo caso, la contraprogramación no va a ninguna parte porque la moción no tiene margen de maniobra. Carece de los votos necesarios y la postulación de Iglesias los hace aun más problemáticos. Habiéndose dado cuenta en Podemos del patinazo, dicen que el candidato es negociable. Una vez registrada con el candidato (pues es obligatorio), cambiarlo sería chusco. La moción está muerta. No solo reglamentariamente sino también políticamente. Podemos la defenderá, sin duda, con intensidad y amplitud. La cuestión está en si habrá alguien en el hemiciclo. Y los medios, fuera del canal del Congreso, es dudoso que lo trasmitan

La única posibilidad de que haya una moción de censura, una nueva moción de censura, es que Sánchez gane las primarias. Aun así, me cuesta creer que en Podemos aceptaran un gobierno presidido por un socialista y mucho más que formaran parte de él. Una de sus doctrinas más acreditadas es que se negarán siempre a entrar en un gobierno socialista si están en minoría.

La candidatura simulacro de López está en el limbo donde las encuestas amontonan los “no sabe/no contesta”. El propio López no puede decantarse por uno de los adversarios (probablemente por Díaz, como ordena el mando) porque no está seguro de arrastrar a los suyos en su sentido, sino en el contrario.

Pase lo que pase mañana, hay un aspecto en el que Sánchez ya ha ganado pues ha puesto en evidencia que se da un fuerte deseo en el PSOE de que todo cambie. Ese cambio que, según Sánchez, Felipe, Zapatero y Rubalcaba no entienden y, si no lo entienden ellos, que son los mentores de Díaz, menos lo entenderá esta.

De la socialdemocracia, internet, Palinuro y otros asuntos

Aquí, una entrevista que me han hecho en la revista argentina La Vanguardia, de orientación socialdemócrata de izquierdas. El entrevistador, Fernando Manuel Suárez, profesor de Historia. La reproduzco a continuación. Quien quiera leerla en el original que, además, tiene unas excelentes fotografías de Jorge Barreno y Jordi Borrás, que pulse más arriba, en el título de la publicación.


Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) es un veterano de mil batallas. Reconocido y destacado como académico y profesor universitario, sin embargo su labor intelectual no se ha limitado a esos cenáculos. Desde muy temprano en la postergada –y renacida- democracia española Cotarelo se convirtió en un animador incansable del debate público, sus recurrentes artículos de opinión en periódicos y su participación como tertuliano en radio y televisión le granjearon una bien ganada fama de mordaz polemista y agudo analista que sostiene hasta hoy, a pesar de haber perdido cierta presencia en los medios masivos españoles. Quizá la inconveniencia de sus opiniones, signadas por una franqueza sin bemoles, lo han desplazado de un universo mediático reacio a las voces disonantes, como él mismo sugiere en su libro Rompiendo amarras (Akal, 2013).

Esto no lo ha privado en absoluto de su derecho de ejercer diariamente su opinión desde su blog Palinuro y las diferentes redes sociales, de las cuales también es un estudioso incansable. Desde allí, sin censura ni controles, Cotarelo lanza sus opiniones sin cortapisas, con una contundencia y fiereza para nada usual. Desde allí no ha dudado en calificar al presidente Mariano Rajoy –a quien apoda con sorna el “Sobresueldos” – de corrupto e inepto; al discurso de los líderes de Podemos –de los que fue profesor– de “vacío, reiterativo y pomposo”; o al de la dirigente socialista Susana Díaz –a quien bautizó como la “Caudilla”- de “una pobreza intelectual apabullante” o como “una sarta de vulgaridades”. Se define como un intelectual independiente, pero de esos –como dicen los españoles– “que se mojan”. Así como en los 80 supo ser un defensor del gobierno socialista de Felipe González, hoy se muestra más cercano –aunque prudente– a la propuesta de Pedro Sánchez. Uno de sus blancos predilectos, más allá de las múltiples expresiones de las derecha a las que ataca sin descanso, es el comunismo, es decir la alternativa –ya bastante languideciente por cierto– de una izquierda no sinceramente democrática.

Autor y compilador de más de cuarenta libros, traductor de casi una veintena de autores, ensayista, escritor, Cotarelo no descansa en su vocación por comprender e interpelar a la realidad política de su tiempo. Su compromiso más notorio y sostenido ha estado en la construcción de una izquierda democrática, afincado en las experiencias concretas de la socialdemocracia pero con miras a un futuro de profunda incertidumbre signado por un capitalismo cada vez más inequitativo y el avance de ideologías ostensiblemente reaccionarias. Sobre esas y muchas otras cuestiones Ramón Cotarelo ha dialogado generosamente con LA VANGUARDIA.

La transición democrática española, antes considerada modélica, está hoy siendo cuestionada tanto política como intelectualmente ¿Se considera generacionalmente un intelectual de la transición? ¿Comparte las críticas actuales al llamado “régimen del 78”?

No me considero generacionalmente atado a nada. La propia idea de generación, como si los/las nacidos/as entre unos determinados años debieran ser una especie de clones no es de recibo. Sirve siempre para calificar a los demás; nunca a uno mismo. O sea, es una especie de crítica o menosprecio. Nací durante el régimen de Franco y cuando este murió, yo tenía 32 años. Estaba medio formado. ¿Podría decirse que fuera un intelectual franquista? No, claro. ¿Un intelectual antifranquista? Tampoco, entre otras cosas, porque nunca me llevé bien con aquellos intelectuales. En general rechazo toda adscripción colectiva, generacional, religiosa, literaria o política. Mi experiencia es radicalmente individual y así sigo. Viví la transición sin implicarme personalmente en ella, como espectador. Posteriormente la analicé como estudioso. De alguna de las obras de esa época hay quien dice que sentaba las bases de la justificación de la transición como eso, algo “modélico”. Nada más falso. Es cierto que hice trabajo académico sobre la transición, pero lo hice intentando que fuera riguroso, científico, desapasionado. Por ejemplo, una de mis conclusiones, que aún hoy veo citada por ahí es que la transición se hizo a base de tres consensos: a) un consenso sobre el pasado (olvidarlo: Ley de Amnistía); un consenso sobre el presente, (régimen liberal, democrático, capitalista, Pactos de la Moncloa); y un consenso sobre el futuro (Estado monárquico: Constitución), que es exactamente lo que pasó. Y, como pasó, lo analicé. Otra cosa es que yo personalmente estuviera de acuerdo con ello, cosa que no es cierta. – De las críticas actuales a la IIIª Restauración (que es el nombre que debiera tener a mi juicio) unas me parecen más acertadas que otras. Pero lo principal es que el presente -que sí es, en mi opinión absolutamente negativo- sea o no producto de aquella transición. Es producto de los actos de los que viven hoy y que prefieren echar las culpas a los de antes.

Usted estuvo siempre muy vinculado a la política y a la intervención pública ¿Se consideró en algún momento intelectual orgánico de algún partido –el PSOE, por ejemplo? ¿Cómo considera que se debe establecer esa relación entre intelectuales y política?

Ya contestada en parte. No me considero intelectual orgánico de nada. La relación entre intelectuales y política daría para un grueso volumen de ensayo. Solo hay algo cierto: los políticos (el poder) suele buscar intelectuales para legitimarse; los intelectuales se sienten halagados cuando el poder los atiende porque se creen importantes y piensan que, con sus ideas, está cambiando el mundo. La historia rebosa de ejemplos, desde Platón y Dionisio de Siracusa hasta Anthony Giddens y Tony Blair. Otra cosa es la esfera pública burguesa en la que todos intervenimos. Los intelectuales también. Unos lo hacen más como gentes de partido y otros vamos por libre. Que, ocasionalmente, aparezca uno coincidiendo con un partido por las razones que sean no quiere decir que sea miembro de ese partido. Es mi caso.

En los años 80 usted pareció muy vinculado al PSOE, en especial con la Fundación Sistema animada por el importante dirigente socialista Alfonso Guerra ¿Cómo era su vínculo en ese entonces con el partido? ¿Cuáles eran los principales debates de la época?

No es así. Mi vinculación con Sistema -de cuyo consejo de redacción formo parte- es de amistad personal con [José Félix] Tezanos. Por aquellos años 80 se me ocurrió proponerle unas jornadas de revisión doctrinal del socialismo como teoría y práctica y él y la Fundación -que tenía y tiene más medios que yo- las pusieron en práctica como “Jornadas de Jávea sobre el futuro del socialismo”, en las que participé como un debatiente más. Al cabo de unas cinco ediciones de las Jornadas, de estas salió la idea de elaborar un “Programa 2000”, que sería algo así como el programa del PSOE para el siglo XXI, un programa de partido. Y yo me aparté. No volví a las jornadas ni tuve nada que ver con el Programa 2000. Los principales debates de la época eran de poco alcance, en mi opinión. El que más me interesó por entonces fue el de la defensa del Estado del bienestar frente al desmantelamiento neoliberal. Sobre eso escribí bastante entonces, tratando de articular una línea que, desactivando algunas críticas neoliberales (sobre todo a la inviabilidad fiscal del Estado del bienestar) permitiera defender los logros alcanzados hasta la fecha y consolidarlos. Me temo que no tuve gran éxito y, con la crisis de 2008, inducida desde el proceso de financiarización de las economías, esa falta de éxito se ha consumado. En la actualidad el reto es reconstituir una teoría y práctica del socialismo democrático en tiempos del posbienestar.

Hay lecturas divergentes con respecto al gobierno de Felipe González y el rol del PSOE en la postransición, algunos lo consideran un puntal en la modernización de España y otros un capítulo más en la neoliberalización de la socialdemocracia europea ¿Cuál es su valoración al respecto?
A mi entender, fue ambas cosas. Por lo demás, España estaba tan atrasada que hasta el proyecto neoliberal era modernizador. El PSOE de González modernizó en buena medida la España tradicional atendiendo a reivindicaciones tradicionales: educación universal, Estado del bienestar, sanidad, igualdad, modernización de las administraciones públicas, del ejército, del encaje en Europa etc. Algunas vías ni se transitaron: por ejemplo, el gobierno González I no tenía ninguna mujer; el González II, tuvo una; el González III, dos y el González IV, tres. Las relaciones con la Iglesia no se tocaron. De ecología, ni se hablaba. Y en política económica se aplicó el consenso de Washington. Esto ha sido característico de los gobiernos socialistas españoles: han sido avanzados en lo social y ortodoxos (o, si se quiere, retardatarios) en lo económico. Pero, a mi entender, esa es escasamente la cuestión. Tiene gracia que siempre que se plantea esta cuestión de la Transición y el PSOE, se proceda en abstracto, como si fueran los únicos datos del problema: transición y PSOE, sin más contextos. Siempre que me encuentro con esta cuestión me surge a mi vez otras preguntas: ¿había en aquellos años propuestas alternativas? Si las había (cosa que me siento inclinado a negar, pues no se puede llamar propuestas a los erráticos bandazos del PCE y luego de IU que acabaron formando una infame alianza táctica con la derecha) ¿qué apoyo electoral conseguían?

Ha sido un autor muy prolífico y polifacético en sus intereses, reflejado en el libro que han hecho en su homenaje recientemente (. Si tuviera que reseñarlos usted: ¿Cuál cree que han sido sus trabajos más influyentes?

Los libros que han servido como textos y manuales en diversas universidades sobre Teoría del Estado, Ciencia Política, Partidos Políticos y el más reciente de la Introducción a la política (Tirant lo Blanch, 2015). En los últimos años, La desnacionalización de España (Tirant lo Blanch, 2015) y La República catalana (Ara Llibres, 2016), ambos sobre la sempiterna cuestión del ser de España.

También ha mostrado una preocupación muy notoria por las nuevas tecnologías y su impacto en la política ¿Cómo creen que influyen en esta democracia que está –según algunos autores- sufriendo una “crisis de representación”? ¿En qué lugar nos encontramos hoy tras muchos años del catastrofista diagnóstico de Giovanni Sartori en su célebre Homo Videns (Taurus,)?
En mi opinión, internet tiene una importancia similar a la invención de la imprenta, cotarelodecuplicada y de onda larga. No hemos hecho más que empezar. Las TIC están cambiando el modo de producción capitalista y, por supuesto, su forma de representación política. La democracia sufrirá mutaciones hoy inimaginables. La vieja política parlamentaria, convertida en partidocracias sometidas a la manipulación salvaje de los medios está agonizando. Es pronto para hablar de formas, pero las tendencias son innegables: aumento exponencial de las libertades (por eso los gobiernos se hacen más autoritarios y se decantan por el “estado permanente de excepción”, al estilo de Agamben); incremento de la crítica ciudadana y vigilancia de los poderes públicos; rupturas cada vez más frecuentes de los secretos de Estado, la forma típica de la tiranía; crisis de los partidos, cuestionados por sus bases; acción colectiva potenciada; “multitudes inteligentes”; denuncias del mal gobierno; participación universal, solo sometida a la audiencia que cada cual consiga por sus méritos y no por el medio empresarial a cuyo servicio trabaja. El mundo de Sartori está trasnochado. La televisión (sistema unidireccional de información, manipulación y adoctrinamiento) está en decadencia frente a las redes, que Sartori no llegó a analizar. La televisión aísla y entontece; las redes comunican y empoderan.

En su blog Palinuro suele esbozar críticas muy duras contra el PP, de hecho ha señalado en varias ocasiones que en España no ha surgido una versión de la“nueva derecha” radicalizada porque, de algún modo, habita en el propio Partido Popular, al que caracterizado como “neofranquista”. Siendo que el PP es tomado como modelo por la derecha argentina: ¿Cuáles son los rasgos específicos que lo distinguen a este partido como fuerza de derecha? ¿A qué cree que se debe su éxito electoral y su persistencia en el poder (a pesar de las múltiples denuncias de corrupción y las dificultades socio-económicas)?

Que el PP es un partido neofranquista (incluso puramente franquista) está fuera de duda desde el momento en que fue fundado por un ministro de Franco y sus dos dirigentes hasta ahora son descendientes y herederos ideológicos de sendos franquistas: Aznar, de un leal a Franco, un periodista fascista, su abuelo; Rajoy, hijo de un juez corrupto franquista. El franquismo era la extrema derecha y el PP es franquista y de extrema derecha. Por eso no condena la dictadura, no aplica la ley de la memoria histórica, se niega a castigar a los torturadores y asesinos de la dictadura. Su éxito electoral se explica porque, en España, los franquistas (eso que llamamos “el franquismo sociológico”) son muchos, millones (entre cinco y ocho millones) de beneficiados de la dictadura por diversas vías y esos votan a los franquistas siempre, sin importarles si roban o no porque ellos aspiran a hacer lo mismo. La otra razón es el fraccionamiento y la incompetencia de la izquierda.

Ampliando el panorama: ¿Cuál es su lectura del ascenso de las derechas en Europa y en el resto del mundo? ¿A qué cree que se debe su crecimiento electoral?

A la inseguridad generada por la crisis que no es crisis sino un episodio más de la lucha de clases entre el capital y el trabajo y que el primero va ganando porque, en contra de la profecía de Marx, es él, el capital, el que se ha internacionalizado y no la clase obrera. Junto a la inseguridad de la crisis, la precariedad en la vida laboral y la xenofobia rampante a causa de la demagogia que se hace con los refugiados e inmigrantes.

Uno de sus temas más recurrentes a lo largo de su vida académica e intelectual ha sido el análisis de las izquierdas: ¿Cuál es su valoración general de la situación de las izquierdas en la actualidad? ¿Qué opina al respecto de la muchas veces mentada crisis de la socialdemocracia?

La situación de las izquierdas es la de siempre: calamitosa. Sus discrepancias son muy profundas y, en realidad, irreconciliables porque afectan a su estatus epistemológico y axiológico. De hecho, hay varias izquierdas y algunas peor avenidas entre sí que con la derecha. Hay, incluso, una corriente, el anarquismo, a la que las demás izquierdas00106533034770000_1__640x640 consideran de los suyos, pero no se ve a sí misma como tal. A mi entender, la izquierda tiene que ser democrática. Cualquier otra forma de izquierda que menosprecie la democracia o acepte procedimientos dictatoriales, no es verdaderamente de izquierda. El caso del anarquismo es diferente por razones largas de explicar. Los ácratas de la acción directa toman la vía de la violencia, pero la ideología anarquista, en la medida en que rechaza toda forma de poder, se articula como una democracia radical. El problema del anarquismo no es democracia sí o no sino uno de viabilidad o de factibilidad de una sociedad sin poder. La “crisis de la socialdemocracia” es un cliché. La socialdemocracia siempre está en crisis. La crisis es la forma de vida ordinaria de la socialdemocracia como, por lo demás, de las otras orientaciones políticas. Lo que se llama crisis es la aventura de la adaptación de la socialdemocracia a las nuevas condiciones políticas, económicas, tecnológicas, etcétera, del siglo XXI. Se adapta o perece. Como cualquier otra proposición de carácter colectivo. Las otras izquierdas, aparecidas ahora a raíz de la crisis económica y otros factores, tienen un terreno de desarrollo a base de recuperar un radicalismo nominal que la socialdemocracia ha perdido. Pero, en la medida en que, en realidad, solo suponen una reanimación del antiguo y semi-extinto comunismo, no le veo porvenir en nuestras sociedades abiertas.

Así como hay nuevas –y no tan nuevas– expresiones de la derecha, también emergieron en los últimos años diferentes fuerzas de izquierda igualmente novedosas que podríamos llamar –a riegos de generalizar- ‘poscomunistas’ ¿Cuál es su visión de las experiencias de Podemos en España, Syriza en Grecia o Melenchôn en Francia?

En parte ya he contestado antes. En mi opinión, lo que caracteriza a estas tres experiencias es su oportunismo. Creen encontrar la “ventana de oportunidad” en la mala situación -momentánea- de la socialdemocracia. Pero eso no las lleva a ningún sitio porque no se formula un programa político positivo que la gente pueda votar a base de criticar al adversario (el socialismo democrático) sin aportar ideas nuevas. Este es el problema de los “postcomunistas”, que son más comunistas que “post”. Y eso es una desgracia. En 100 años, en unos 200 países del mundo, los partidos comunistas no han ganado casi nunca una sola elección democrática en sitio alguno; quizá en un par de ocasiones. Nada. Es un dato que prueba que el discurso comunista no tiene aceptación en las democracias. De ahí que sus propuestas sean una mezcla de oportunismo y confusión.

Muchas de estas fuerzas se referenciaron –y algunas aún lo hacen- con los procesos de ascenso de fuerzas progresistas o de izquierda en América Latina: ¿Considera que estas experiencias –hoy también en crisis- aportaron elementos para la renovación de las izquierdas?

No. Una de las tendencias más frecuentes de la izquierda europea desde los años 70 ha sido copiar modelos latinoamericanos que, a su vez, estaban muy influidos por corrientes y tendencias europeas. O sea, una especie de bucle. Ni las concepciones teóricas, ni las formas de organización ni, por supuesto, las experiencias, tenían nada que ver. La importación de modelos latinoamericanos en Europa se ha saldado siempre con un fracaso. El último, el de Podemos en España, con una concepción populista y “nacional-popular” inapropiado a las condiciones del país. De hecho, el experimento puede darse ya por fracasado, al margen de los réditos que personalmente puedan sacarle sus protagonistas.

Algunos autores –Perry Anderson y Razmig Keusheyan los más destacados- han señalado que uno de los problemas de la izquierda en la segunda mitad del siglo XX ha sido, en algún punto, el divorcio entre los intelectuales y los partidos políticos: ¿Comparte este diagnóstico? Asimismo, y algo ya mencionó anteriormente: ¿Cuáles cree que son los temas más importanten053p16s que debe plantearse la izquierda democrática en estos tiempos?
Esa tesis es problemática. Los partidos siguen teniendo sus intelectuales orgánicos. Lo que sucede es que en una sociedad tan mediática, su utilidad es mayor presentándose como “independientes” en lugar de como militantes de este o aquel partido. Sin parar mientes en que ser “independiente del partido tal” roza el oxímoron. Los objetivos de la izquierda democrática son muy sencillos: asegurar la propia democracia, feminizar y “ecologizar” la política y, sobre todo, ser capaz de unirse. Realmente, la unidad es el gran reto de la izquierda democrática. No creo que lo supere. Por eso, lo verdaderamente importante sería fabricar un marco teórico e ideológico que sirviera de “casa común” de la izquierda en todas sus variedades.

Usted ha demostrado largamente su compromiso con para la conformación de esa izquierda democrática desde su faceta como intelectual y académico. En tal sentido, casi a modo de guía de lectura: ¿Cuáles son los autores y libros que considera imprescindibles para pensar en ese horizonte socialista y democrático?.

Esto equivale a preguntar por los autores preferidos de uno. Imposible de contestar. Y no solo imposible, sino nada recomendable. Establecer listas de autoores para bien o para mal es inconveniente. Para mal, porque es censura y no leer, y no estamos por tal labor. Para bien, porque implica “línea correcta” y dogmatismo. La persona de izquierda debe leer todo, de modo voraz, no hacer ascos a casi nada, compaginar autores actuales (Piketty, por ejemplo) y otros pasados, pero más actuales que los actuales (Etienne de la Boètie, por ejemplo).

QUIÉN ES

Ramón Cotarelo García es profesor emérito e investigador de la Universidad de Educación a Distancia (UNED) de Madrid. Ha escrito y compilado más de cuarenta libros entre los que se destacan Los partidos políticos (1985, Sistema), La izquierda, desengaño, resignación, utopía (1989, Ediciones del Drac), La política en la era de Internet (2010, Tirant lo Blanch), Rompiendo amarras. La izquierda entre dos siglos (Akal, 2013), entre muchos otros. Sus últimos trabajos se han abocado al estudio del problema de la nacionalidad y el nacionalismo en España, con particular foco en el caso catalán. Ha traducido al español los trabajos de, entre otros, Erik Olin Wright, Georg Simmel, Rosa Luxemburgo y Jürgen Habermas. Escribe diariamente notas de opinión en su blog Palinuro (https://cotarelo.blogspot.com.ar/).

Fotos Jorge Barreno en El Español (http://www.elespanol.com)/Jordi Borrás en El Món

Fernando Manuel Suárez
FERNANDO MANUEL SUÁREZ
PROFESOR EN HISTORIA (UNMDP). COAUTOR DE "SOCIALISMO Y DEMOCRACIA" (EUDEM, 2015). ES EDITOR DE LA VANGUARDIA DIGITAL.