Las primarias han puesto todo patas arriba.
Innecesario señalar, sería ya crueldad, el oscuro ridículo de Podemos contraprogramando con la manifa de Sol. El interés estaba entonces, y está ahora, en otra parte. Iglesias, Garzón y Errejón han felicitado a Sánchez; no así, creo, Rajoy. Un gesto de educación y, al mismo tiempo, un reconocimiento de que hay un interlocutor. Uno que han votado las bases de su partido en un ejercicio de democracia interna insólito por estos pagos.
Eso tiene muy asustada a la derecha. El editorial de El País, poco menos que toca a difuntos por el PSOE, inmerso en la crisis general de la socialdemocracia y la particular de no hacerle caso. No es el momento de andarse con chiquilladas de consultas, bases y otros populismos. Por eso su portada avisa del peligro de la sedición catalana si no hay referéndum: la DUI. Ese fue el temor que movió al hoy extinto PSOE de la gestora al golpe de mano del 1º de octubre. Y he aquí que se lo encuentra reafirmado.
Las primarias eran vitales para el PSOE y España. Su resultado refleja el deseo de la militancia y de los electores –incluidos muchos que habían dejado de serlo- de regenerar el partido y democratizarlo y hacer lo mismo con un sistema político corrupto, autoritario y centralista. Ha sido una decisión colectiva irreprochable que habla mucho de la madurez de la militancia y de su sentido de la justicia.
Por supuesto, un repaso a los medios deja claro que todos habían previsto la victoria de Sánchez. Es inexplicable que se le diera por perdedor desde el primer momento. Sin embargo, no lo vieron ni después de los avales. No lo vio, según parece, la propia Díaz, cuya victoria pírrica presagiaba su segura derrota. En fin, eso no importa gran cosa. Como tampoco la mala uva que demostró tener la caudilla, un no saber perder llamativo: hosca, huraña, sin mencionar al ganador por su nombre y sin expresarle lealtad, como sí hizo Patxi López. Obviamente estaba fuera de sí. Todo un carácter apadrinado por las viejas glorias. Irritada, intemperante, altanera, en lugar de marcharse en silencio, como había anunciado, poco menos que promete guerra.
Lo que importa es lo que viene a continuación: el cambio de actitud del grupo parlamentario socialista (con Hernando ya dimitido), la nueva interlocución de los otros partidos, especialmente la izquierda, la nueva política parlamentaria y de alianzas del PSOE. El deber inmediato de exigir la reprobación/dimisión de Rajoy o plantear una nueva moción de censura, ya que la de Podemos habrá sido derrotada.
Y, por supuesto, queda el tema peliagudo y más conflictivo, el de Cataluña. Hoy llega a Madrid la troika indepe: Puigdemont, Junqueras y Romeva. Iremos a escucharlos la consabida anti-España. Se niegan a ir el PP, C’s y el PSOE. Pero esto no puede seguir así. Es necesario hablar, dialogar, ponerse de acuerdo. Y hacerlo en torno a un referéndum pactado.
Y ahí es donde está el único escollo de la candidatura de Sánchez no a las primarias, que ya las ha ganado, sino a las generales. Lo más difícil empieza ahora teniendo que correr en un terreno minado. La imagen del Km Cero no es buena. Sin duda se refiere al punto de partida de una carrera hacia La Moncloa. Pero se presta a equívoco: el Km Cero es un viejo punto de referencia cargado de significado centralista. Está en la Puerta del Sol, era el lugar en donde se torturaba a la gente durante el franquismo, e incorpora una idea del país que la realidad niega tozudamente.