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dijous, 16 d’octubre del 2014

Un desabarajuste como Dios manda.


Cuando los analistas políticos más radicales se enfadan suelen llamar a España "país tercermundista" o "república bananera". Hacen peyorativa referencia a dos modelos imaginarios y, por supuesto, extranjeros y señalan cuánto se les parece nuestro país. No son expresiones muy afortunadas porque a quien verdaderamente se parece España es a ella misma, cuyas rarezas y peculiaridades dejan muy chicas las de aquellos. España es un desbarajuste secular y sus raíces se encuentran en su propio y genuino ser; es la heredera de la corte de los Austrias, pobladas por frailes, monjas, enanos y bufones; la de los Borbones y sus francachelas; la de la Corte valleinclanesca de los milagros; la de la Celtiberia Show del llorado Carandell.
Las tarjetas negras están afiladas como guadañas que van segando gañotes de gente respetable. Como títeres de guiñol caen exministros y vicepresidentes del gobierno, decanos de colegios profesionales, notorios empresarios, representantes políticos. Gentes que hasta ayer predicaban moderación a los demás, sacrificios, trabajar más y ganar menos, renunciar al salario mínimo, al digno, al subdigno y al ínfimo; pechar con todo tipo de subidas y recortes. Ciudadanos ejemplares, puentes entre el pueblo y unas autoridades que hacen cuanto pueden. Compatriotas a quienes ahora quema el dinero obtenido de las mágicas tarjetas que eran como genios serviciales de las mil y una noches, y andan devolviéndolo en donde pueden. Coge el dinero y corre... a la ventanilla de Hacienda.

Las comparecencias parlamentarias de ayer. El nuevo ministro de Justicia, Catalá, quien tuvo que encajar a barba firme una intervención demoledora de un diputado de Amaiur, acusando a la policía española de torturar y con documentos internacionales, aclaró modestamente que solo queda un año de legislatura y que quizá no le dé tiempo a deshacer el desbarajuste que ha organizado su predecesor Gallardón en todos los ámbitos de la justicia. Forma parte del desgobierno más acrisolado: tres años para desbaratarlo todo y uno para recomponerlo. De la comparencia de la ministra de Sanidad ya se ocuparán las revistas Mongolia y El Jueves, que son sus espacios naturales, y el Gran Wyoming por supuesto. De sus tareas se ocupa la vicepresidenta. Va a ser el primer caso de la historia de ministra con cartera sin cartera. Algo único, como Dios manda.

En los medios atruena el desbarajuste en marcha. Suspende el ánimo escuchar en el 74 aniversario del asesinato de Lluís Companys a un tertuliano que fue portavozarrón del gobierno de Aznar diciendo que a Mas le falta un fusilamiento. Añade este fino comentarista de la actualidad que lo han "malinterpretado". Y no lo dudo. Pero no porque lo hayan interpretado mal sino porque él no sabe hablar. Seguramente quería decir que, a fuerza de buscar protagonismo y huir hacia delante, a Mas le vendría de miedo que lo fusilaran para poder decir luego: "Aquí estoy, fusilado, por amor a la Patria". Pero le faltan recursos literarios para dibujar su imagen y dice lo que dice. No dudo de que no quiere que fusilen a Mas. Entre otras cosas, porque, si se le hubiera ocurrido, lo habría dicho. España y yo somos así, señora.

Y, cómo no, la ebullición catalana. Al tiempo que el sistema político catalán digiere el cambio de escena impuesto por Mas, el movimiento soberanista ha convocado una manifa pro consulta, independentista, para el próximo diumenge en la Plaza de Catalunya. Es un reto directo lanzado a los nacionalistas españoles que se manifestaron hace cuatro días en el mismo punto. Esperan los catalanistas que las comparaciones sean abrumadoras. ¡Con lo fácil que hubiera sido sentarse hace meses a negociar una consulta democrática que permitiera saber de cierto qué piensan los distintos sectores de la sociedad catalana! Hubiera evitado al gobierno y, de paso, al Estado estos espectáculos lamentables en los que la negra honrilla del nacionalismo español aparece en toda su miseria: manifas escuálidas, fascistas brazo en alto, arzobispos que piden a los independentistas que pasen por el confesionario o la cabra de la legión.

Se oyen algunas tímidas voces intentando cambiar la melodía. Hasta El País, convertido en buena parte en vocero del gobierno, reconoce que la sola invocación de la legalidad no es suficiente y reclama medidas políticas, es decir, que se negocie y no al modo de Rajoy, negándose a toda negociación, si no de verdad. Seguramente es el criterio de sus accionistas extranjeros quienes, no estando inmersos en el desbarajuste general, ven las cosas con algo más de ese sentido común del que Rajoy presumía tanto como, según se ve, carece de él.

Al tiempo, El País, creyéndose heredero de sí mismo, analiza en el citado editorial la situación política interna de Cataluña e insiste en el enfrentamiento abierto en el bloque soberanista sin dar ni una. Claro que hay enfrentamiento y división y los aliados discuten agriamente. Pero mantienen una unidad estratégica, no porque las partes sean prudentes, sino porque no pueden hacer otra cosa. ERC acepta lista única en unas elecciones anticipadas siempre que Mas no la encabece, que dimita. Pero Mas sigue siendo el líder, el que toma las decisiones, el que manda en Cataluña, aunque Rajoy no se haya enterado o quizá por eso. Suya es la iniciativa, la que El País suplica al gobierno central que tome, porque tiene opciones coaliciones y alianzas parlamentarias alternativas para seguir gobernando, aplazar las elecciones y recuperar el terreno perdido. Los dos partidos dinásticos están locos por pactar con él, juntos o por separado. A ninguno de los sectores soberanistas interesan esas posibles alternativas; a ERC porque postergan el momento de la confrontación y clarificación final y el posible sorpasso; a CiU porque la presentan bajo una luz poco favorecedora a su perfil nacional catalán. Así que lo lógico será que hagan cuanto puedan para evitarlas y mantener la unidad de acción. Será además lo que probablemente les exigirán los manifestantes del diumenge.

A Rajoy se le rompe España y ni se entera o hace como que no se entera. Aplica su conocido ardid de ignorar cuanto no le interesa. Así como las gentes primitivas piensan que aquello que no se nombra no existe, Rajoy silencia lo que lo incomoda. Pasó meses sin pronunciar el nombre de Bárcenas pues de esta manera lo desmaterializaba, lo "descreaba", lo borraba del mundo de los vivos. Y no, Rajoy no es un primitivo; es el expresidente de la Diputación de una pequeña capital de provincia de la que el saber popular gallego dice que "duerme". Ese es el espíritu que ha trasladado al gobierno del Estado. Así, sale a la calle como el que sale a la Alameda por la tarde, y va diciendo a sus convecinos que "España es una gran nación". Sus asesores, alguno de los cuales debe de haberse enterado de cómo han procedido los británicos con su referéndum, le han hecho decir que en España todos queremos mucho a los catalanes. Lo cual ya tiene mérito y papo para alguien que, estando en la oposición, encabezó una recogida de firmas por toda España en contra del Estatuto catalán y se hizo fotografiar muy orgulloso a la vera del Congreso de los Diputados con enormes valijas en las que, decía, había cuatro millones de firmas en contra del estatuto de esos catalanes a quienes tanto quiere; tanto que no los deja votar, no sea que se envicien.

La gran nación como Dios manda, espléndidamente representada en su presidente, cruzó la frontera para explicar a los europeos nuestro exitazo en materia de lucha contra el ébola. Estos aprovecharon para felicitar al presidente, según afirmó él a su regreso a España. Al día siguiente, Obama convocaba una videoconferencia con los líderes de Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, ignorando al héroe del momento, el de la gran nación. Pero sin duda no le importará pues sabe que los europeos transmitirán a Obama las sabias consejas que él les dio. ¿No lo habían felicitado por ellas?
Nada de país tercermundista ni república bananera. Puro desbarajuste, desgobierno como Dios manda, caciquil y corrupto en el estilo clásico de la primera restauración, irresponsable y ciego ante la magnitud de los problemas a los que se enfrenta.


(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

divendres, 21 de juny del 2013

Hay que defenderse.


La invasión publicitaria. La publicidad está haciéndose muy agresiva en la red. Abres una pantalla con Firefox y se despliegan dos o tres más, invitándote a jugar en un casino o a aprender alemán. Lo anuncios se cuelan en la tripas de Blogger. Cuando te pones a trastear con la configuración aparece algún anuncio de computadoras sobrepuesto a tu pantalla, aunque transparente. ¿Y qué me dicen de esa nueva costumbre de minar los textos con hiperlinks? Estás leyendo un artículo de un periódico o tu propio post y aparece una palabra del texto, por ejemplo, "barco", resaltada como hiperlink. Si pinchas te lleva a un portal de alquiler de navíos. Aquí mismo hay dos que yo no he puesto; se han puesto "solos". Los trucos para llamar la atención son infinitos. Navegar está convirtiéndose en sortear la omnipresente publicidad. Seguramente es la base de financiación de la red y cada vez lo será más. Pero es extraordinariamente enojosa.

Espías. Y si la publicidad está en todas partes (durante tres años, al parecer, la parada de metro "Sol" se llamará "Vodafone Sol"), no digamos ya el espionaje. Los gobiernos vigilan la red, tratan de censurarla, la rastrean en busca de posibles delitos, ciberdelitos, que hay muchos. Acumulan informaciones, datos, sobre todos los ciudadanos. Vivimos permanentemente vigilados, escrutados por los poderes públicos. Si quieren lo saben todo sobre nosotros. Hoy casi todo el mundo usa el correo electrónico para ventilar sus asuntos, desde los oficiales a los más íntimos, desde una solicitud de licencia de obra hasta una declaración de amor. Y esos mails andan flotando por ahí, almacenados en los servidores, depositados en la nube en donde las agencias de espionaje pueden monitorizarlo, espiarlo todo. Por no hablar de la información que las redes sociales (en este caso Facebook) tienen en almacenamiento. 

La CIA tiene una red de espionaje global. Además, se permite el lujo de hacer que las grandes plataformas, las inmensas redes sociales, los gigantescos buscadores, Amazon, Twitter, Facebook, Google, eBay, trabajen y espíen para ella y que le pasen información. Cuando menos, lo intenta. Ese arrepentido de la CIA, Edward Snowden, que ha puesto en evidencia el aparato de espionaje de la Agencia a sus compatriotas y a todo el mundo, es otro héroe de nuestro tiempo, al estilo de Asange. Son los que revientan las claves secretas del poder y dan a la luz sus numerosas fechorías. El secreto de Estado en sociedades democráticas no cuela. Esa rebelión de las redes, de internet, contra el despotismo del Estado, incluido el supuestamente democrático, es el más interesante fenómeno de nuestros días. Las redes vigilan los poderes, los critican, los denuncian , algo antes inimaginable. Las redes es donde se articula la defensa de la ciudadanía contra las extralimitaciones del poder. Que sepan los espías que los espían y sus trabajos y afanes se expondrán a la luz pública. 

La resistencia. Los episodios de Turquía y el Brasil tienen muchos elementos en común. Y con otros anteriores. En una época en que las viejas tácticas revolucionarias de lo motines callejeros, los pronunciamientos, las insurrecciones y los enfrentamientos civiles, ya no parecen posibles porque los poderes cuentan con unas fuerzas de represión muy eficaces, el recurso a la movilización masiva reiterada, lo ocupación de los espacios públicos, son tácticas nuevas que han venido aplicándose desde la primavera árabe de 2010 y han servido para derribar gobiernos, habiendo degenerado en bastantes lugares, como en Libia o Siria, en guerras civiles. 

Son movimientos nuevos de defensa y de resistencia ciudadana frente a los cuales las reacciones de los gobiernos suelen ser de desconcierto. Lo indudable, sin embargo, es que serían imposibles sin la red, que se dan en el ciberespacio. No se trata de la cuestión, manifiestamente retórica, de que la revolución no pueda hacerse solamente en las redes sino de la comprobación de que las redes son instrumentos potentes de la revolución. 

dissabte, 28 de setembre del 2013

¿A dónde irá que no la ...?



Sí, sí, este es el trozo de la entrevista de Bloomberg que el el gobierno no quería que se viese. Justo la única que todo el mundo está viendo porque el otro trozo, el del autobombo económico con chorreo de datos todos ficticios, no parece interesar a nadie. Ya es mala pata. Esto, a Franco, ni por asomo. Ya había mandado a más de uno a la embajada del Kurdistán. Son inútiles estos de comunicación de La Moncloa. Una campaña de propaganda se convierte en otra de contrapropaganda, como si la hubiera ideado el mismísimo Satán.

- No tenéis ni idea de vuestro oficio. La cosas salen mal y no como Dios manda. Es que no sabéis cómo manda Dios.

- Presidente, tu única posibilidad es callarte y ya me dirás cómo vas a callarte si te preguntan.

- Pues eso. Y ¿por qué preguntan? ¿No se puede hacer como en España, ruedas de respuestas sin preguntas?

- Pues, no, presidente. En ningún país del mundo salvo en el nuestro.

Rajoy dice "desconocer" si se han destruido o no pruebas sobre Bárcenas en su partido. Extraño verbo este de desconocer. La primera acepción del DRAE lo equipara a "olvidar". Pero solo se puede olvidar lo que se ha tenido, lo que se ha aprehendido, lo que se sabe. La segunda acepción, probablemente la que invoca Rajoy, es todavía más extraña -y peligrosa- pues significa "no conocer". Pero ese "no conocer" tiene fecha de caducidad. No se puede "no conocer" algo arriba de un par de minutos. Porque, en efecto, uno puede "no conocer algo" y su reacción lógica, al conocerlo por primera vez, será algo así cómo: "¡Qué me dice usted! ¡Destrucción de pruebas en mi partido! Es la primera noticia que tengo". Pero, pasado un tiempo, a la pregunta de "¿desde cuándo desconoce usted si en su partido se han destruido pruebas?" ya no se puede responder con un mero "lo desconozco" puesto que ya no es verdad: lo conoce. Otra cosa es que le dé crédito o lo niegue o lo refute. Y eso es lo que falta.

El discurso es en verdad atroz. Sin relación alguna con la realidad. Puro delirio. Dice que no hay nadie del PP imputado en el caso Bárcenas. Precisamente, buen hombre: Bárcenas.

- ¡Ah, no, mi amigo! Bárcenas no es del PP. Causó baja hace tiempo.

- Pero usted le mantuvo todos los privilegios de la membrecía y un finiquito glorioso.

- Eso no hace al caso. El señor B de Barcelona no es miembro del PP. Sobre lo demás, ya hablarán los tribunales.

Hay que ser más contundente, piensa nuestro héroe mientras se embarulla en una de sus perogrulladas. Hay que negar. Y con media voz concluye una parrafada diciendo no ha habido financiación ilegal. El que desconoce si ha habido destrucción de pruebas, conoce que, de financiación ilegal, nada. Es el caso del conocimiento aleatorio, propio de los dioses.

Mientras tanto, el señor alcalde de Jaén reconoce en público que cobró sobresueldos del PP. La mamandurria, vamos, que según Aguirre iba a acabarse. Y lo reconoce después de que El país lo hiciera público. Antes se lo tenía muy calladito,  el pillín, lo cual demuestra el gran interés del PP por colaborar con la justicia. ¿Cuántos de los que ahora están calladitos, entre ellos Rajoy, que no suelta prenda, o Cascos, o Aznar -todos wanted en la oficia de El País- acabarán reconociéndolo como el alcalde toledano? Tener a los altos mandos del partido cobrando sobresueldos injustificados o justificados con los más alambicados criterios de contabilidad creativa, ¿no es financiación ilegal de un partido? Lo de los fondos para campañas electorales, gastos pagados por la Gürtel, etc. ya es de conocimiento general en la Villa y Corte.

La verosimilitud de los datos sobre austeridad pasada, presente y futura se mide por el hecho de que hoy mismo se sabe que el presidente de Valencia, Fabra II, cobra una pastuqui por vivir en un sitio diciendo que vive en otro. Este es el Fabra que quería contratar a un entrenador por otra ingente pastuqui del erario público para que lo ayudara a aparecer más galano en público. Ya se le ve atildado al mozo, pero ese paga del propio bolsillo, Beau Brummel. Y los del cocinero para que le haga las habichuelas contratado como asesor (digo yo que gastronómico) por otra pasta. Todo lo cual son fruslerías al lado de los 300.000 euros astillados a un equipo de baloncesto para no sé qué partido. En una comunidad en que los niños pasan hambre. Mientras Rajoy miente en Nueva York sobre lo mucho que ahorra su gente en casa, su gente en casa derrocha el dinero de los contribuyentes en pagarse peluqueros, cocineros, asesores, mamandurrios o bufetes de jamón y champán. 

Bueno, calíbrese la situación recordando que, según sus mismas palabras, el presidente dice creer que este problema consiste en dar la vuelta a las encuestas. En concreto se refiere al dato de que el 71% de los españoles pensaba que no había dicho la verdad en el Parlamento. Dar la vuelta a esa encuesta. Muy bien. ¿Cómo?

divendres, 4 de gener del 2008

¿A que pierden las elecciones que tenían ganadas?

¡Qué voluble es la política! ¡Qué veleidosas las fortunas de la gente! Hace un mes pensaba yo que los socialistas iban camino de ganar las elecciones de marzo con la gorra. Eran ya perceptibles sordos rumores de la sentina de la nave del Estado. Pero, a la vista de la increíble estolidez de la oposición del PP, servidor sostenía que algo muy grave había de pasar para que el PSOE perdiera las próximas elecciones. Bueno, pues está pasando. Los últimos datos económicos (tasas de paro e inflación e índice de confianza de los hispanos) no son una ducha de agua fría sobre las cabezas sociatas; son duchas de cyclon B, el gas con el que los nazis despachaban judíos a cientos de miles en los campos de exterminio, digan los negacionistas lo que digan. Es metafórico, claro, pero con dos meses raspadiños antes de las elecciones y la cuesta de enero por medio poco tiempo va a tener el PSOE para arreglar el desbarajuste y conseguir que el nueve de marzo no se cumpla la cruel regla electoral española de que en nuestro país las elecciones no se ganan: las pierde el otro.

El PP se ha lanzado a la yugular del PSOE, afirmando que el legado económico socialista será como el del señor González en 1996. Vaya por Dios. Aquí quiero ver a los adalides del Gobierno, que los hay a niveles de propagandismo institucional, explicando el asunto, justificándolo, desdibujándolo, lo que sea. Son los mismos que llevan dos años diciendo que lo malo del Gobierno del PSOE es que no sabe vender (metafórico por comunicar) sus éxitos. La cara se la dibuja el enemigo y, claro, se la dibuja a guantazos. Es curioso porque los que hablan de "incomunicación" (o "descomunicación", si se permite el neologismo) son los encargados de que eso no suceda.

Y mira que es fácil. Basta una ojeada al gráfico sobre paro en España del Ministerio de trabajo y asuntos sociales (arriba a la izquierda) para ver que, al respecto, España estaba mucho peor en 2003, tercer año triunfal del señor Aznar con mayoría absoluta.

Eso no es difícil de comunicar, vive el cielo. Pero es posible que la dificultad no esté en el objeto sino en el sujeto que ha de comprenderlo.

Más crudo lo tiene el PSOE con la tasa de inflación. Ahí sí que no hay salvación porque con ésta en un 4,3% según El País, cuando en 2004 terminó con un 2,3%, como puede verse en el gráfico que tomo del Real Instituto Elcano, la cosa ha subido dos puntos porcentuales, casi se ha duplicado y la gente lo nota y mucho. (Por cierto, cuando se dice esa simpleza de "los tiempos de Felipe González", obsérvese con qué tasas de inflación se encontró el señor González al llegar al poder, con 12,20%, y cómo lo dejó, con 2,35%, más o menos donde el héroe Aznar tras ocho intrépidos años de lucha por España, que lo dejó con un 2,25%. Ocho años para bajar la inflación una décima, mientras que al señor González le tomó trece para bajarla en diez puntos porcentuales. Bueno, pues la derecha ha vendido a la opinión la idea esa de "los tiempos de Felipe González" como los años del desbarajuste nacional. Eso es habilidad comunicativa estratégica y no la de los genios de la izquierda. Tampoco es tan difícil).

¿O sí? Con el ascenso de los precios (aunque la inflación sea más que esto) y los tipos altos de interés, hay un montón de gente que está empezando a pasarlas canutas y que se pregunta que si el Estado anda dando dinero para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda de alquiler, por qué no a las familias ahogadas por las hipotecas. Y la cosa se complica. A ver cómo se defiende esa concepción providencialista de la política social del señor Rodríguez Zapatero, cuyo talante comunicativo ha acabado enfrentándolo con todos con los que se ha sentado a negociar algo: ETA, los nacionalistas catalanes y los ensotanados a los que estuvo haciendo cucamonas los últimos tiempos. Todo el mundo cabreado y las elecciones en puertas. Pues les va bonito o lo llevan claro, que se dice en dos formas castizas.