La velocidad de la revolución catalana es tal que apenas hay tiempo de valorar los resultados de una decisión cuando se imponen otros nuevos. He aquí un artículo de Palinuro publicado el martes, 10 de octubre en el diario vasco Berria. Se escribió el 9, o sea, hace tres días y se titula España sin salida. Es, pues, un día anterior al climax de la DI catalana del martes y dos al del anticlimax del cierre parlamentario del bloque dinástico PP-PSOE-C's. Esperanza/ilusión y desesperanza/frustración en veinticuatro horas. El ánimo humano es así. Pero no cabe desfallecer. Nadie dijo que una revolución de nuevo tipo fuera fácil frente a esta Bastilla de la oligarquía dinástica tradicional a la que se ha cooptado al PSOE, beneficiario asimismo de esta ridícula restauración nacionalcatólica que tiene parasitado y paralizado al país.
La mayoría parlamentaria franquista (PP, PSOE y C's) cree haber conjurado el peligro de la secesión catalana con el típico (y único) argumento español: por c.... Sintiendo algún lejano escrúpulo de su olvidado pasado de izquierda, el PSOE cree acallarlo por boca de su SG recurriendo al repugnante pretexto machista de culpar a la víctima con el "no me obligues a matarte". Quizá algún día esta gente llegue a ver qué bajo ha caído en punto a moral y respeto por los derechos humanos, pero no es asunto nuestro. Ellos verán hasta dónde alcanzan en su complicidad con el fascismo.
La revolución sigue y, llegados a este momento, merece la pena recordar las razones por las que, según Heródoto, los atenienses se enfrentarán al poderoso ejército de Jerjes, rey de reyes, en defensa de la libertad: "no retroceder nunca en la batalla, sean cuales sean las circunstancias,
permanecer siempre en su puesto y vencer o morir".
Sigue el texto del artículo :
ESPAÑA, SIN SALIDA.
El 1-0 abrió una cuenta nueva en
el contencioso Cataluña-España. A pesar de la brutalidad de la policía y del
cuerpo paramilitar de la Guardia Civil, más de dos millones doscientos mil
electores votaron, en condiciones muy difíciles, arrostrando con valentía todo
tipo de amenazas, violencia y represión. Esta circunstancia da al referéndum
catalán un valor moral y una importancia política que nadie se atreve a
ignorar, tanto en el Estado español como en el extranjero.
Excepto Rajoy y sus ministros,
que se obstinan en negar, no ya la validez del referéndum, sino su mera
existencia material. Una actitud tan absurda parece difícil de entender salvo
si se recuerda que les va en ella la continuidad en el cargo. Si reconocieran
que el referéndum se celebró, a pesar de haber asegurado rotundamente que no
tendría lugar y que lo impedirían a toda costa, alguno de ellos, con algún tipo
de escrúpulo, se consideraría obligado a dimitir. No así Rajoy o Sáiz de
Santmaria, que solo dimitirán cuando los encierren en Soto del Real.
No obstante, temeroso el gobierno
de que la mera negativa del referéndum no fuera suficiente para ocultarlo y
engañar a los medios internacionales al tiempo que se manipula a los españoles,
decidió sacar al Rey a hacerle parte del trabajo sucio. Ningún gobierno de
España se había atrevido a escudarse detrás del Monarca para blanquear sus
fechorías (las del gobierno). La comparecencia de Juan Carlos I a raíz del
golpe de Estado de 1981 fue decisión personal suya pues las autoridades y
parlamentarios estaban todos secuestrados. Lo mismo, en el fondo, ha sucedido
ahora ya que, a pesar de todo, Felipe VI pudo haberse negado a secundar la
política del gobierno más corrupto, incompetente y franquista de la historia de
la transición.
Pero no lo hizo. Al contrario,
con gesto hosco y amenazador, suscribió el planteamiento ultraderechista del
gobierno, sirvió de pobre mensajero de las hipócritas ofertas de entendimiento
de los franquistas, ignoró por entero la violencia infligida en Cataluña por su
policía y su guardia civil, no se interesó por las víctimas y vino a dar luz
verde para la intensificación de la represión en el Principado. Todo un
programa de dislates que deslegitiman la pretensión del Rey de hacerse pasar por
un monarca parlamentario y democrático en lugar de un guiñol franquista de
tercera generación.
La III Restauración borbónica se
cierra sobre sí misma y, al hacer frente al independentismo catalán muestra la
verdadera naturaleza del sistema político de la Constitución de 1978. El
crescendo fascista de las declaraciones nacionalespañolas de los dirigentes del
PSOE (González pide aplicar el art. 155; Guerra, enviar el ejército; Mª Antonia
Trujillo, ser ella misma tropa invasora; Ibarra, formar piña con el PP,
Rubalcaba aplicar la Ley de Seguridad Nacional) no deja lugar a dudas del apoyo
socialista a la involución del PP. Se añade la virulencia de Ciudadanos en el
Santiago y cierra España y la ambigüedad de Podemos y confluencias, que apoyan
un referéndum pactado sabiendo de sobra que el nacionalismo español jamás lo
aceptará, pero negando respaldo a un referéndum no pactado, pues su apoyo al
derecho de autodeterminación acaba en el umbral de la vigente Constitución
española. Todo lo cual permite hablar de un proceso acelerado de fascistización
del Estado al enfrentarse con el independentismo catalán. El PP gobierna por
decreto, ignora el Parlamento, tiene a los jueces y los medios de comunicación
a su servicio y, si convocara elecciones generales, como le piden muchos,
seguramente arrasaría porque ha conseguido ocultar su carácter franquista,
ladrón y corrupto bajo la bandera monárquica.
En vista de las circunstancias,
no basta con las víctimas del 1 de octubre. El Estado juega con la idea de
incrementar la represión con motivo de la DUI. Pero seguramente no podrá
emplearla a causa de las presiones europeas. España está a un paso de que
alguien invoque la doctrina del derecho de injerencia humanitaria en protección
de los ciudadanos frente a la barbarie de un gobierno tiránico.
Para evitar esta negra
perspectiva, el mismo Estado que negó y niega que hubiera un referéndum el 1-0
está ahora empeñado en negar que vaya a haber una DUI. Como es poco probable
que, para impedirla, vuelva a enviar a los paramilitares de la Guardia Civil y
los antidisturbios, tendrá que encajar su proclamación pero, como suele hacer,
negará que tenga efecto jurídico alguno y, entre tanto, seguirá intensificando
la represión, hasta el punto, probable, de encarcelar al gobierno de la Generalitat.
En ese momento, la comunidad
internacional impondrá una mediación por las urgencias de la estabilidad
económica del reino. La mediación obligará a un referéndum pactado. Y el
referéndum pactado (y vinculante) arrojará un sí a la independencia, producido
por la manifiesta incompetencia del gobierno y la catalanofobia de su partido y
los medios de comunicación.
Y, cuando los nacionalistas
españoles que acuden a manifestaciones convocadas por asociaciones neofranquistas
como DENAES o VOX o la Societat Civil Catalana quieran darse cuenta, los
catalanes serán independientes.