dimarts, 22 de novembre del 2016

El arte de titular

Pues, ¡qué!, ¿los independentistas recogen velas? Eso de que están dispuestos a "trascender" el referéndum tiene un eco eclesial, acorde con la pinta de sacerdote laico de Junqueras. Además, al fin y al cabo, todo conspira a bajarles los humos. El juez Vidal se ha quedado "suspenso" de la carrera judicial por tres años por independentista y el ex-presidente Mas reconoce que el independentismo no es mayoritario en la sociedad catalana. ¿Qué más se quiere? Cunde el desánimo. El independentismo se estanca o retrocede.

Todo eso es posible, pero el titular de El País es, simplemente, falso. Junqueras no acepta una negociación "que transcienda el referéndum" sino, como dice luego el texto del artículo, invita a un diálogo que trascienda las conocidas y, tal vez, evitables discrepancias sobre el referéndum previsto para septiembre de 2017, es decir, justo para lo contrario que dice el titular. Lo que quieren es "trascender" las dificultades que hay en el camino al referéndum de septiembre de 2017. Dan el referéndum por hecho, no trascendido. Caramba con la prensa y, encima, entrecomilla.. 

dilluns, 21 de novembre del 2016

El laberinto del PSOE

Los dioses del Olimpo lanzaron a Teseo Fernández al laberinto del PSOE, a acabar con el izquierdista Minotauro Sánchez. Realizada la faena, Teseo no consigue salir del laberinto y, aunque Ariadna Díaz le dio un hilo, se lo ha cambiado varias veces y él lo ha perdido otras tantas.

La situación del principal partido de la oposición es calamitosa. Como oposición y como partido. El sentido común manda poner témino cuanto antes a este desbarajuste. Pero justamente ese no parece ser el criterio de la junta, sino todo lo contrario: hay que dilatar los tiempos. Nadie sabe quién toma las decisiones en el PSOE, aunque parece que son cosa de dos, Díaz y Fernández, con ocasional intervención de un tercero y el amparo simbólico del gran jarrón parlante.

Todo es confusión. Hay una movilización de la militancia en las redes con exigencia de congreso y primarias ya. Lo que no está claro es su envergadura. Los de El Plural sostienen que no es mucha, por la escasa asistencia a las reuniones. Por eso es bueno que Sánchez inicie ya su cabalgadura por los páramos de España, a ver cuántos apoyos suscita. Pero no solo a su persona sino a la propuesta que traiga, a su programa. Eso es inexcusable. Ese programa tiene que trazar una línea entre el caracter dinástico del PSOE y el ultraizquierdismo de Podemos. Tiene que ser el programa clásico de la socialdemocracia, de izquierda reformista. Y tiene que decir qué se propone reformar. Lo primero de todo, el tabú de que en España haya asuntos de los que no se puede hablar: la monarquía, la Iglesia y la unidad nacional. El relato propio de la izquierda consiste en proponer alternativa republicana a la primera y solución negociada de común acuerdo a las otras dos cuestiones. Por supuesto, se incluye la defensa del Estado del bienestar a ultranza pero con flexibilidad para las transformaciones. La izquierda debe incidir en una reforma contitucional específica, una del título VII entero, que no suele mencionarse, para sustituirlo por una verdadera "constitución económica", en la estela de la de la Constitución de Weimar de 1919 que, en cierto modo, dio origen al derecho del trabajo. Con mayor razón ahora en que el concepto mismo de trabajo está cambiando (y más que lo hará con la robótica) y hay que regular jurídicamente nuevas relaciones laborales que afectan al conjunto de la sociedad civil, al capital y al trabajo.

Ignoro si alguien en el PSOE apostaría por un programa así e ignoro igualmente si Sánchez tiene algo parecido en sus propósitos porque, de momento, estos son desconocidos y solo consisten en espórádicos tuits. Pero lo que tengo claro es que una opción de este tipo, entre el PSOE y Podemos existe y, en el caso de que no se reintegre en su partido (bien porque haya triunfado como variante o porque haya claudicado) podrá ejercer como polo de atracción para la fracción de Podemos que se resiste a la guerra de trincheras con el PSOE. Una hipotética fusión entre la "izquierda" del PSOE y la "derecha" de Podemos es un capítulo de política-ficción o utopía. Pero recuérdese eso tan famoso de que las utopías son verdades prematuras.

Fráncula

El unamuniano sentimiento trágico de la vida caracteriza a los españoles. Aquí va todo por la tremenda, todo cuestión de vida o muerte o más muerte. El humor está mal visto. Siempre hay alguien que se ofende. Las burlas, las chanzas, se pasan por el tamiz del honor, la Patria, los muertos, los dioses, la familia, y suelen acabar perseguidas por delito. Y, sin embargo, solo el humor (que, en España, como era de esperar es negro) permite respirar en ambientes descargados de tensión. Solo la risa relativiza la bambolla institucional, las misas, las conmemoraciones, los homenajes.

Puede que, en efecto, el dictador no haya muerto. Desde luego, su obra sigue viva y muy en su línea, a pesar de desarrollarse en un contexto democrático que siempre dificulta algo el gobierno por ordeno y mando. Pero no solo su obra. Él mismo podría estar muerto al estilo del conde Drácula, es decir, no muerto del todo. El hecho de que esté en una lejana cripta en una basílica bajo una montaña, algo que recuerda un castillo en los Cárpatos, sin que nadie haya tenido el valor de sacarlo de ahí, quizá tenga que ver con el mantenimiento del embrujo. La fecha del 20 de noviembre podía declararse el día (o, mejor, la noche) del vampiro.

Aparentemente, las autoridades municipales de Madrid y Barcelona, están empeñadas en retirar los símbolos, recordatorios, vestigios del franquismo. En Cataluña, también se suma la presidenta del Parlamento. En Madrid, obviamente, no. Vayan provistas de ristras de ajos. El maleficio de Fráncula llega muy lejos. Hace poco lo vimos en el Born de Barcelona.

Franco no está muerto. Y tampoco los que él mató.

diumenge, 20 de novembre del 2016

No se quieren

Entre Podemos y el PSOE saltan chispas. Las mismas que saltaban entre el PSOE y el PCE, entre los socialistas y los comunistas. Las mismas. Vamos a ahorrarnos las habituales explicaciones de la visceralidad aquí y allí, del mayor peso de la ideología al contrario de la derecha en la que priman los intereses, de la lealtad a unos u otros valores. El hecho resumido es que saltan chispas. Las izquierdas no pueden verse. Ni en el Estado ni en sus pedanías. Puede haber algún gobierno de coalición subestatal, autonómico, municipal, pero es inseguro y siempre sobresaltado por la mucha inquina que ambas se profesan.

Sin embargo, si quieren llegar unos al gobierno y otros repetir en él, tendrán que ponerse de acuerdo. De seguir las cosas como hasta ahora, ninguno de los dos tiene perspectivas reales de ganar las elecciones. Podemos porque se ha fusionado o va a fusionarse con IU y, aunque no lo crea, comienza su retorno a los porcentajes de voto de la antigua IU. Las imágenes duran más que las realidades. El PSOE porque se encuentra en estado comatoso y de ningún modo puede afrontar unas elecciones anticipadas. Pero, al mismo tiempo, la lentitud de la junta y su creciente irrelevancia  como oposición claudicante, contribuyen más a que los socialistas no se recuperen.

La idea de mantener la hostilidad en Podemos para asestar el golpe definitivo al PSOE tiene pinta de ser un espejismo. Podemos despierta mucho rechazo en la opinión. Y este no disminuirá por el hecho de que radicalice sus actitudes. Al contrario. Hasta los desencantados del PSOE prefieren marcharse a su casa antes que cambiar su voto.

El mantenimiento de la antigua ojeriza entre las dos izquierdas es tan suicida como siempre. Pero ahora es peor ya que la pérdida de Cataluña supone una merma considerable en los apoyos electorales del PSOE de forma que es probable que ni sumando sus votos a los de Podemos lleguen a la mayoría absoluta. No se sabe qué puede salir de la confrontación de las dos izquierdas. Quizá una reacción en el PSOE que lo haga recuperarse, aunque, a día de hoy, no se vislumbran sino chispas. Quizá también, ¿por qué no? una escisión del PSOE. De hecho, los socialistas no se miran entre sí con mejores ojos que a los de Podemos. Y muchos de los actos de la junta parecen provocaciones que buscaran constituir un grupo escisionista en el partido. Probablemente para ponerle puente de plata, sobre todo si estuviera encabezado porr Pedro Sánchez.

El socialismo revenido

Javier Paniagua Fuentes (2016) El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa. Madrid: Cátedra, 370 págs.
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En estos momentos de zozobra del socialismo europeo en general y español en particular, este libro será de gran ayuda para todos los interesados en la materia. Para los militantes, los dirigentes y también para los analistas, los dedicados a las cuestiones teóricas de la izquierda y los meros espectadores. Es un ensayo de amena lectura en el que el autor entrevera con pericia tres tipos de relato. Uno es una narración histórica del socialismo español desde la victoria electoral de 1982. Otro son reflexiones doctrinales sobre la socialdemocracia en general que arranca de la polémica del revisionismo a primeros del siglo XX. El tercero son vivencias personales, un fondo autobiográfico pues el autor es historiador, profesor universitario y miembro del PSOE, habiendo ocupado cargos de Dirección General en la CA valenciana y sido diputado por Valencia durante cuatro legislaturas. De todo ello doy fe porque lo conozco desde hace muchos años. No se crea que la amistad haya de condicionar mis observaciones sobre el libro, por aquello de "soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad". Un enunciado que carece de sentido en la época posmoderna cuando, según los filósofos, la verdad no existe. Y, si lo dicen ellos, que llevan más de dos mil quinientos años buscándola, algo de eso habrá. 

El comienzo, la reflexión teórica sobre la socialdemocracia en Europa, vincula esta al Estado del bienestar y llega luego hasta la crisis ante el asalto neoliberal de los años 1980. Justo cuando los demás están de retroceso, los socialistas españoles emprenden su primera experiencia jamás de gobierno en solitario. El empeño del PSOE era establecer en España un régimen "homologable" al de las democracias europeas. Ahí hay un punto de discusión sobre si realmente lo logró o no. En opinión de este crítico, no y España sigue siendo el enfermo de Europa, el que no acaba de encajar. Muy significativa la referencia de Paniagua a la idea de Sergio Gálvez de que el PSOE hizo en el siglo XX la revolución burguesa del XIX (p. 137). Es una manera de darle perspectiva a la antigua obsesión hispana. Pero resulta insólita, como una perspectiva de Escher. El complejo original de la falta de revolución burguesa no se resuelve con una traslación siglo y medio más tarde. La burguesía española nunca tuvo aliento para enfrentarse a la hegemonía ideológica y material de la oligarquía nacionalcatólica y el PSOE tampoco. Además, no es cosa de un partido.

El capítulo dedicado a los casi catorce años de gobierno socialista -que hoy parecen del tiempo del califato- tiene abundancia de referencias personales. En general estas pululan por la obra, referidas al ámbito académico y al político, y suelen ser con un fuerte punto crítico adobado con cierta ironía. La que probablemente da encontrarse en la distancia anímica de la jubilación. En algunas de las andanzas que Paniagua narra anduvo este crítico por medio. En los encuentros de Xàbia, que entonces se llamaba Jávea, y en los primeros tiempos del Programa 2000. Y también doy fe de lo que el autor narra con desenfado. Añado que se queda corto. El programa 2000 nació muerto. Por lo demás, el retrato que hace de Alfonso Guerra, presentado como el personaje detrás del personaje, es bastante atinado por lo que se sabe. En cuanto al llamado "felipismo", un supuestso estilo de gobierno personal y arbitrario que otros, peor intencionados, llamaban el felipato, Paniagua mantiene un tono escrupulosamente académico y reconoce la parte de fabulación y campaña de acoso que tuvo toda la historia.

En la España de hoy y de siempre era inevitable una referencia a la cuestión nacional que permite al autor repasar las polémicas en el socialismo desde los tiempos del austromarxismo. Después se aborda la más específica cuestión del catalanismo y el PSOE. En el momento actual, en que parece haber un enfrentamiento entre el PSOE y el PSC, el recordatorio de Paniagua de que el  PSC había sido decisivo para que el PSOE pudiera tener las mayorías absolutas de 1982, 1986 y 1989 (p. 213), suena a toque de difuntos. La intratabilidad de la cuestión nacional en la izquierda española ya se mostró con el caso del PCE/PSUC, pero esa experiencia no parece haber servido de nada y los socialistas se aprestan a mostrar que así ha sido. Sin embargo, o el PSOE se acomoda a la plurinacionalidad o será difícil que vuelva a gobernar y eso si la presión de la otra izquierda se lo permite.

El capítulo más extenso de la obra (más de cien páginas) se lo llevan los gobiernos de Zapatero y los años posteriores. Paniagua es muy crítico con la peana "republicana" que le proporcionaban las teorías de Philip Pettit. Pero reconoce que el campo estaba yermo y que las otras dos opciones hasta entonces en boga, la "tercera vía" de Giddens/Blair y el "Nuevo Centro" de Schröder ya se habían apagado. El civismo republicano apuntaba al interés de Zapatero por lo que pueden llamarse políticas "ideológicas" o "superestructurales", siempre más brillantes: la legislación en materia de igualdad efectiva de género, los derechos de las minorías, por no hablar de la incursión en territorios vedados a España desde hacía siglos, como la propuesta de la "alianza de las civilizaciones", una especie de frágil, precipitada y trivial quimera. Se añadían criterios de generosa justicia social, al ocuparse del bienestar de los más débiles, los dependientes y hasta se procedía con cierta prodigalidad, en una especie de "borrachera del excedente", con los 2.500 € por cada recién nacido y la exención fiscal universal de los 400 euros, dádivas que duraron lo que el consabido pastel a la puerta del colegio y que -y es opinión de este crítico, nada más- tienen tanto que ver con el socialismo como la foca monje.

 Era la socialdemocracia de la abundancia, que brillaba como un faro en Europa pero que, igual que los otros, se apagó en la legislatura siguiente. En esta irrumpieron los sempiternos problemas de España, la cuestión de la memoria histórica y el debate sobre la estructura territorial del Estado. Como siempre. La primera quiebra, precedente de la que llegaría años después con el proceso independentista catalán, fue el "Plan Ibarretxe". Rechazo casi unánime en el Congreso. PP y PSOE votaban lo mismo, como siguen haciendo en este asunto concreto al día de hoy. El argumento que la derecha esgrimió era el de que en el Congreso no estaban representados los territorios, sino el conjunto de los españoles. Y se lo decía a una cámara en la que había representantes territoriales de Galicia, el Paíss Vasco, Cataluña y Canarias. 

Las otras pecularidades del lugar también se mencionan, pero no se subraya su relieve: una es el hecho de que la quiebra terrorista del 11M se viera luego proseguida durante años en forma de una alucinante teoría conspirativa a la que daba crédito la oposición. La otra es la omnipresencia de la corrupción, estructural en el sistema político español, que es un sistema de oligarquías y caciques. Podía ocupar más espacio en el libro teniendo en cuenta que el autor, aunque ceutí de nacimiento, es valenciano por enraizamiento y la Comunidad Valenciana ha sido el Chicago años 30 de la corrupción. La verdad es que, viendo lo que vino después, se entiende que Zapatero tardara seis meses en pronunciar la palabra "crisis". Debía de estar avisado.

La actualidad del PSOE la ve el autor ahora en gran medida a la luz (o la sombra, más bien la sombra) de Podemos. A lo mejor sus hijos, como los de Borrell, son votantes de los morados. Pero de nuevo aquí muestra Paniagua el ojo crítico e interpreta el auge de Podemos en clave de pinza a la antigua usanza de los comunistas y el PP, en lo cual cita a Palinuro (p. 332), que es personaje bienquisto en esta casa. Efectivamente, desde el momento en que Podemos se echó en brazos de IU (a la que no había conseguido fagocitar por entero, cual era su intención) sellaba su destino por abandonar el curso medio que llevaba entre el comuismo anquilosado de IU y la socialdemocracia neoliberal del PSOE, Escila y Caribdis, ya se sabe.

En fin, un gran ensayo sobre la actualidad con perspectiva, empaque y escrito con distanciamiento simpatético y gran agilidad. No creo que ningún lector ecuánime encuentre muchas razones para discrepar.

dissabte, 19 de novembre del 2016

El hacedor de reyes

Se dice, y es cierto, que la legitimidad de la monarquía es la del 18 de julio. Fue Franco quien nombró rey al padre del actual, sustituyendo por tanto al abuelo, al que no dejó reinar y saltándose la legitimidad dinástica que es la decisiva en la monarquía hereditaria. Franco dejó la monarquía en el paquete del atado y bien atado. Pero, si no hubiera habido alguien capaz de vincular la decisión de la dictadura con el refrendo popular, el intento podría haber fracasado. Ese fue el truco de la transición que muchos celebraron como un procedimiento inteligente mientras otros callaban y una minoría rechazaba el plan.

La fórmula que se encontró entre la reforma y la ruptura diose en llamar "ruptura pactada". Ahora predomina una visión muy distinta de aquella época, una visión crítica y certera, pero tardía. El pasado no puede recomponerse. Los juicios sobre él cambiarán y seguirán cambiando, pero él mismo, no. La Transición consistió en esencia en meter de matute la monarquía en la ley que había de refrendar la democracia. Ese es su núcleo y pórtico de lo que vino después. El punto fue la Ley Para la Reforma Política que, por cierto, se tramitó como octava Ley Fundamental del Estado de Franco, ley de peculiar nombre y no menos peculiar contenido pues habilitaba al pueblo soberano al que recurría en referéndum a ejercer esa misma soberanía que, evidentemente, solo se ejercitaría si el referéndum era positivo. Si fuere negativo, la soberanía regresaría al Jefe del Estado, el heredero de Franco, el rey designado. Y, en efecto, la LPRP se sometió a referéndum el 15 de diciembre de 1976 con resultados apabullantes. Participó el 77,8 por ciento del censo; media/alta en España. Los votos "sí" fueron el 94,17 %; los "no" 2,56 %; los en blanco 2,97 %. Al margen de lo que cada cual piense del contenido, el resultado fue un éxito para los convocantes. El mayor, si no yerro, de todos los obtenidos en las más diversas consultas en los 40 años siguientes. El artífice, casi en solitario, de ese éxito fue Adolfo Suárez.

Suárez fue un gran político. Quizá sea lo único que fue. Pero lo fue. Era relativamente joven cuando se produjo el hecho biológico. Había empezado su carrera política en el Movimiento (era un "azul"), pero se le había muerto el patrocinador. La casualidad lo puso en contacto con el futuro monarca a través de López Rodó,  siendo él capitoste de la RTVE y, por lo tanto, hacedor de su imagen. El resto es anecdótico. La carrera de Suárez terminó tan sorprendentemente como había empezado, con una dimisión de presidente del gobierno que nadie ha aclarado, una revuelta en su partido y una posterior aventura al frente de otro que se saldó con varios fracasos hasta que el hombre decidió retirarse y abandonar sus pretensiones de volver.

Fue entonces, ya retirado de la política activa, cuando propuse a la Complutense que lo nombrara Doctor Honoris Causa. La Complutense aceptó y el rey pidió asistir, es decir, presidir. Pero la investidura hubo de postergarse porque, por aquellas fechas, se habían descubierto las andanzas de Mario Conde y aún estaba reciente la metedura de pata de la Complutense al investirlo a su vez honoris causa con asistencia del Rey. Había que esperar tiempos mejores. Que tardaron en llegar. Pero llegaron. Dos o tres años después, habiendo cambiado el Rector, la Complutense invistió doctor honoris causa a Suárez. Lo suyo había sido una labor de ingeniería política o cómo transformar una dictadura en una democracia sin que se rompa la vajilla. Cierto, mucha gente cuestiona que "aquello" (es decir, "esto") fuera una democracia. Para otros, en cambio, la dictadura no fue una verdadera dictadura. En política se discute todo. Lo incuestionable es que el hacedor de aquella filigrana fue Suárez, el ambicioso joven "azul". Al rey lo nombró Franco, pero lo confirmó Suárez. Y siempre es interesante saber cómo.

Este vídeo, al parecer censurado durante más de veinte años, procede de un reportaje de los años 90 de Victoria Prego que nunca ha dicho nada, que yo sepa. Y quizá ni haga falta. La sensación que produce esta noticia apunta a una especie de ánimo oculto, una conspiración, algo reprobable, para arrebatar la decisión explícita sobre la monarquía a la soberanía popular. Pero no hubo nada de eso, sino hasta lo contrario. El propio Suárez dice que las cancillerías pedían referéndum monarquía/república y añade que Felipe González -entonces republicano- también lo pedía. Pero, según los sondeos, si lo hacían, perdían. Es decir, no dejaron de hacer el referéndum invocando el carácter superior de la monarquía, que no se puede someter a voto popular, sino que lo hicieron por razones prácticas, porque pensaban que lo perdían. Pero eso es bastante razonable. Nadie convoca elecciones si va a perderlas y le es lícito hacer otra cosa.

En lo de "otra cosa" es donde está la insólita habilidad de Suárez que se manifestó con sobriedad gracianesca en los apartados 1 y 2 del artículo 1º de la Ley, dos prodigios de lenguaje performativo pero de segundo grado porque la realidad que crean está implícita: "Uno. La democracia, en el Estado español, se basa en la supremacía de la Ley, expresión de la voluntad soberana del pueblo. Dos. La potestad de elaborar y aprobar las leyes reside en las Cortes. El Rey sanciona y promulga las leyes." Esos dos aparentemente generosos enunciados darían para tratados enteros de Política. Y hasta de teoría literaria. Son la fórmula mágica de la Transición: ¿Quién habla aquí? Curiosamente el Estado español, el de Franco, que ya se había declarado constituido en Reino en otra Ley Fundamental, tan válida como esta. Y ese "Estado español" se hace demócrata y devuelve al soberanía al pueblo así de pasada. El apartado dos es de la mejor literatura picaresca. Tras despojar al Caudillo de la potestad legislativa, se la otorga a las Cortes y al Rey que, por cierto, nadie sabe de dónde ha salido. 

Pero allí estaba, votado por más del 94 % de los electores, personificando una monarquía cuyo nombre no aparece en el texto. No es una conspiración. Es un escamoteo de la institución propia de la tradición picaresca del país y, desde luego, fruto del ingenio de Suárez quien, en efecto, fue un gran político que consiguió lo que se había propuesto sin que sus posibles adversarios lo vieran. 

Ya nunca sabremos cuánta gente hubiera votado por la monarquía en un posible referéndum explícito monarquía/república. Seguro que el 94 %, no. Pero podemos averiguarlo convocando uno, 

divendres, 18 de novembre del 2016

El rosario de la aurora roja

Muy bueno el artículo de Ibon Uría en Infolibre: Palinuro lleva un mes preguntándoselo también: ¿quién toma las decisiones en el PSOE? Hay quien dice que Felipe González y, según parece, hasta él lo cree. Respalda a su paisana Díaz, pero vergonzantemente, como si no lo hiciera. Mal debe ver las cosas la pretendienta para recurrir a un jarrón cuyo prestigio ha caído en picado en los últimos años.

Otros aseguran que manda la gestora, cuya gestión, dicho sea de paso, ha sido ya impugnada ante los tribunales. Y bien impugnada porque es un atropello desde el principio, no ya a los estatutos de su partido, sino a las normas más elementales de la educación y el buen trato entre gentes que profesan idénticos ideales. Amenazas, destituciones, represalias, arbitrariedad, hostigamiento. Es una purga colectiva con aromas de otros tiempos.

Pero, ¿quien es la gestora, o sea la junta, para tomar medidas disciplinarias? Y no preguntemos ya quién para invitar a un proceso de reflexión teórica de meses para aplazar el congreso que, por cierto, es el único punto de su mandato y el único que no cumple.

Tienen al partido en ascuas, en práctico estado de insurrección y se empeñan en actuar como un sucedáneo, no solo arrogándose competencias que no poseen sino también capacidad para llevarlas a cabo que aun poseen menos. El resultado es una parálisis que amenaza con hundirlo todo, grupo parlamentario y partido. Unas elecciones anticipadas, posibles en cualquier momento, podrían aniquilar al PSOE o reducirlo a la irrelevancia, dejando libre un considerable sector del voto de la izquierda.

Y justo ese es el momento en que, según parece, Podemos decide radicalizarse, absorber a IU, endurecer su actitud y descartar toda relación con el PSOE que no sea la confrontación. Chapeau. Porque si algo puede revitalizar a un PSOE languideciente, quizá incluso a dos, es esa radicalización del mensaje de un partido que es un conglomerado de facciones.

El Rey está desnudo

La modernidad llegó por fin a San Pedro de los Aguados, si señor. Como en los mejores tiempos del Invicto, paralizaron todo el centro de Madrid, hicieron una parada militar y se constituyeron solemnemente mientras los ciudadanos se buscaban la vida en el endemoniado lío de tráfico. A lo mejor es cosa de llevarse las Cortes completas a la Casa de Campo, ¿por qué no? O, si se dejan donde están, inaugurar las legislaturas por lo civil, sin pompa y circunstancia, que suelen ser caras, engorrosas y aburridas. Y se prestan a unas arengas ampulosas repletas de vulgaridades y de ambigüedades, si no directas mentiras.

El discurso del Rey fue el discurso de Rajoy. Punto por punto. Y con sus mismas expresiones. El monarca se declara comprometido con los principios del "régimen constitucional" que él encarna: "soberanía nacional, separación de poderes y Estado de derecho". Nada de eso es cierto, sino ficticio: la soberanía nacional hacia fuera es inexistente y hacia dentro, problemática; la separación de poderes en la pasada legislatura no existía y en la presente todavía queda la fuerte relación entre el poder judicial y el TC con el gobierno. En cuanto al Estado de derecho, una quimera.

En todo caso, esa parte del real perorar es el equivalente al exordio en el discurso. Lo bueno viene después, en la exposición o narración, que es un relato de la España contemporánea desde la transición en los términos hagiográficos de costumbre, sin mencionar siquiera la cuestión de la memoria histórica. El relato de la derecha, al final del cual siempre hay alguien diciendo eso de que "algunos solo se acuerdan de sus padres..., etc.". Hay que mirar el futuro, dice el Rey porque España es una gran nación, término habitual en las apagadas soflamas de Rajoy.

En la subsiguiente argumentación, el Rey se precia del Estado del bienestar en España y aspira a que la corrupción pase a la historia. Los cortesanos se hacen cruces del valor real al mencionar dos temas que se suponen incómodos para el el gobierno. Ni de lejos. Rajoy ataca con su ojo derecho el Estado del bienestar que defiende con el izquierdo, el que guiña. Y en cuanto a la corrupción es ya el abanderado de la iniciativa de convertir la corrupción en historia. Comparte esa honra con Rita Barberá, que ayer se paseaba por el Parlamento, feliz de encontrarse en casa. El Rey dice ser neutral, pero su voz es la del presidente del gobierno autofelicitándose.

En la peroración el Rey se ha deshecho en alabanzas a la infinita variedad y diversidad de España y sus Comunidades Autónomas y la firme voluntad de seguir todos juntos mientras cultivamos nuestros respectivos jardines. España en singular, esa que, en hallazgo feliz del perorante, "no puede negarse a sí misma". No, claro, ni España ni mi gato. ¿Y no hay aquí cierta alegría en reconocer demasiada diversidad y variedad que alimentará las pretensiones nacionalistas que SM no ha mencionado?

No haya miedo. El Rey sabe el terreno que pisa. Lo dice claro, aunque con retorcida sintaxis: "España (...) de la que el Rey, como Jefe del Estado, es símbolo de su unidad y permanencia". Y lo dice al principio. Mucho ojo, que este es como los anteriores, vacío pero mal intencionado.

dijous, 17 de novembre del 2016

El jarrón tonante

Menuda andanada de Felipe González contra la izquierda. Es en el curso de una larga entrevista publicada en Politique Internationale, muy larga, por cierto, y muy matizada y en la que habla de muchas otras cosas con mayor o menor tino.

Su breve, despectiva observación sobre Sánchez (al que el discurso sobre España no le da para media hora) revela una animadversión insólita. Ya antes del golpe de mano en el PSOE había dicho que "se sentía engañado por Sánchez". En lo de la abstención, se entiende. El partido debía aceptar su punto de vista: que gobierne quien pueda hacerlo, el PP, aunque no lo merezca. Porque lo manda él, Dios, pero un Dios necio y malévolo. Sánchez no solo no lo entendió así, sino que levantó sospechas de estrar en contubernio con el enemigo de la unidad de España, los temidos indepes catalanes. Y esa fue su perdición. Con la unidad nacional no se juega, como les dejó Franco dicho a todos. Según parece el mismo González informó a Rajoy del golpe que estaba tramando en el PSOE. Se llama unión nacional. O sea, lo de siempre. 

Todo esto huele a juego sucio. Sin duda Felipe González está en su derecho de decir lo que opina. Pero la suya no es una opinión cualquiera. Y menos en el PSOE, en un momento de crisis en que están enfrentándose dos bandos (la junta y las bases) y en el que, tarde o temprano, habrá que elegir un líder o lideresa. Eso no es de su incumbencia. Él es un ciudadano privado con militancia de partido y pasado de gobernante que emite su opinión. Opinión sin duda animada por un recio sentido patriótico que, a diferencia de Sánchez, le hace poner los intereses de España sobre los de su partido y, en general, de la izquierda.

Los militantes y los votantes recibirán esta opinión del jarrón tonante con sentimientos encontrados. Habrá quien crea que es un hombre de Estado de izquierda y, en consecuencia, hace bien en prestar su experimentado consejo. Habrá en cambio quien lo vea más como el portavoz de un conglomerado financiero, empresarial, mediático de un neoliberalismo "civilizado" e intensamente español y, por lo tanto, sus opiniones son juego sucio.  El juicio es libre.

Pero los hechos, no. Y a ellos debemos remitirnos. González habla como persona privada. Pero si los medios lo buscan es precisamente porque no lo es. Su vida es en muy buena medida, pública y esa parte pública, los consejos de administración, las oscuras mediaciones venezolanas, deja mucho que desear. Y no califica a su protagonista como persona de fiar.

González y los suyos en esta operación de secuestro del PSOE tienen un apoyo mediático constante y total. Tanto como el que tiene Podemos, de quien probablemente lo han copiado porque González lo señala en la entrevista. Sin embargo, en el otro extremo, Sánchez está sometido a una especie de bloqueo informativo y mediático. El hombre se explica por tuits que, por ahora, recogen los medios. Hay un evidente desequilibrio; Sánchez está en absoluta desventaja. Ese es otro hecho.

Por último, González no opina como ciudadano privado ajeno a la contienda porque es parte de ella. Apoya la candidatura de Susana Díaz, lo cual no está ni bien ni mal, salvo que demuestra muy baja ralea atacar al posible adversario sin confesarse parte. Y eso explica también la afrenta que dirije a Sánchez: tras haberlo acusado de engañador, ahora lo hace de ignorante o zascandil. Es difícil ser más duro con un compañero de partido. Y más injusto y peor persona. Porque si Sánchez le parece tan inadecuado, superficial, tornadizo y poco español, ¿puede explicar en qué aventaja al mismo Sánchez Susana Díaz? ¿Es mejor, más adecuada, más profunda, menos tornadiza o, antes bien, es más densa, completamente trivial y sin otro criterio propio que hacer la pelota al jarrón tonante y los que ella presume que son el poder en el partido? En lo único en que seguramente la andaluza aventaja a Sánchez es en ser "muy y mucho española", como les gusta a Felipe González y a Mariano Rajoy que en esto, como en muchas otras cosas, y ya se ha visto, coinciden. 

Se me hace cuesta arriba creer que estas declaraciones de González no susciten un sentimiento de indignación que fortalezca el incipiente campo de Sánchez.  

El desgobierno de la derecha

Aquí, el artículo de Palinuro que publicó ayer el periodico Berria, titulado "El sistema es antisistema"y en el que se da un repaso a la situación en que queda la política española, especialmente la parlamentaria, tras la traumática decisión del PSOE de abstenerse para facilitar un gobierno del PP. Con esa decisión, los socialistas han dado un paso quizá irreversible hacia su desaparición como partido de relevancia en el sistema político español y, con ello, también la continuidad de ese sistema, basado en un bipartidismo turnista ue parecía estable.

Con la abstención, el PSOE se ha constituido en rehén del PP. Prometió compensar afirmando que haría una oposición muy dura, pero stá claro que eso no podrá ser ya que el PP cuenta con el arma para impedirlo: la convocatoria de elecciones anticipadas. Cosa que no interesa a nadie, salvo al propio PP, razón por la cual es razonable pensar que, en elgún momento habrá elecciones anticipadas.

En el fondo, el conjunto del sistema hace aguas. Los dos partidos de la izquierda, enzarzados en una lucha cainita, son inbcapaces de coordinar su acción. La derecha tiene farantizado el gobierno para muchos años. Y eso que no hace nada por mantener el sistema, aunque sea con la apariencia de un Estado democrático de derecho. Falso. El PP no es un partido democrático no sabe qué hacer con un Estado de derecho que no sean trampas.

A continuación, la traducción del artículo al castellano:

El sistema es antisistema.

Parece como si la noticia del desbloqueo político gracias a la claudicación del PSOE hubiera sido una catástrofe en lugar de la ventura que todos los partidarios del sistema se prometían. “España necesita un gobierno” fue la consigna que movilizó la solución final. “No podemos ir a terceras elecciones”, remachaban. Es urgente. Hay que tener altura de miras, etc.

Por eso acabaron aceptando el gobierno de Rajoy como “mal menor” y “aunque no se lo mereciera”. No son precisamente parabienes. Era hacer de necesidad virtud y tragarse sapos sistémicos. Está de acuerdo hasta el mismo gobierno, principal beneficiado de la debilidad de la oposición para imponerle condición alguna. De los pactos con C’s Rajoy se acuerda para incumplirlos. No se ha molestado en cambiar nada salvo media docena de rostros que apenas hay modo de distinguir de los anteriores. Continuidad, orden y progreso a cargo de un gobierno minoritario, desprestigiado, acosado por la corrupción de su partido y con varios de sus componentes acusados de haber cobrado sobresueldos. Casi parece el reinado del Padre Ubu, pensado para de dinamitar el sistema.

Por sostenerlo lealmente y cuidar de la estabilidad, el orden, la gobernanza, o eso dice, el PSOE se ha suicidado, primero como oposición y ya veremos si también como partido. En la oposición será irrelevante porque funciona como un rehén del gobierno, que amenaza con disolver las Cortes si estas no se pliegan y con convocar elecciones anticipadas. En realidad, las terceras elecciones que los socialistas querían evitar y ante cuyo espantajo dieron el reciente golpe de mano intrapartista.

No siendo posible una “gran coalición”, como pedía el PP, al final, con la abstención del PSOE, han firmado una especie de pacto de gobernabilidad que la lleva implícita. El PSOE promete realizar una dura oposición en lo económico y social (aunque ya está perdiendo la esperanza de derogar la legislación anterior más agresiva) y formar frente nacional con el PP y C’s en la cuestión catalana. Pero ni eso va a ser funcional al sistema porque la amenaza de elecciones anticipadas tiene mucha fuerza y los empresarios ya han lanzado su heraldos a avisar de que, si el gobierno no puede gobernar (en su beneficio, claro), habrá que convocar elecciones anticipadas. El gobierno y los empresarios suelen decir lo mismo y se refuerzan mutuamente. Por eso es creíble la amenaza del PP que lo es no solo para el PSOE sino para los demás partidos de la Cámara, también con regulares perspectivas electorales.

El desbloqueo del sistema ha consistido en un gobierno de la derecha, en minoría parlamentaria, autoritario, neofranquista, con unos historiales de los ministros que producen pavor en cuanto a su competencia; un gobierno empeñado en tratar el problema más grave que afecta al Estado, esto es, el proceso independentista catalán, como una cuestión de orden público y una política de represión, sin negociación ni diálogo. A cualquiera, obviamente excepto al gobierno, se le alcanza que el solo recurso a la represión no resolverá sino que agravará el problema.

Cuando se trató de enfrentarse a la violencia de ETA, la situación era muy distinta porque precisamente la violencia deslegitimaba la causa que pretendía defender y, en cambio legitimaba la represión y la negativa al diálogo. Se decía entonces que cuando callaran las armas, se podría hablar de todo. Sin embargo, la actitud del Estado frente al proceso independentista catalán demuestra que aquella promesa era falsa. Las fuerzas nacionalistas españolas, básicamente el PP, el PSOE y C’s se niegan en redondo a considerar que Cataluña sea una nación y, por lo tanto, a negociar nada sobre la base de esa inaceptable pretensión. Propuestas de reforma, de revisión, proyectos, cero. El sistema carece de capacidad de autodiagnosticar la disfuncionalidad que lo afecta. Ni siquiera la comprende. Piensa que metiendo en la cárcel a unos puñados de independentistas, va a erradicar la voluntad de ser independiente cuando lo que puede hacer es destruirse a sí mismo.

Dado el carácter abierto, transversal, pacífico, democrático de la reivindicación independentista catalana y la masiva exigencia de un referéndum sobre la cuestión, la política represiva carece de toda legitimidad. Aunque sea muy legal. La legitimidad tiende a caer más del lado de un pueblo que reclama de modo masivo y pacífico su deseo de ejercer un derecho que otros pueblos en todo similares a él, como el escocés o el quebequés, han ejercido.

El giro dado por Pedro Sánchez como base de su candidatura a la SG del PSOE podría ser el inicio de un cambio de actitud del nacionalismo español en busca de una solución con el catalán. Pero es muy tenue. Aun suponiendo que Sánchez formule el programa con claridad, no está claro que vaya a convencer a su partido para que lo siga por esa vía si, como es presumible, su candidatura ha de competir con alguna otra que esgrima el patriotismo español.

dimecres, 16 de novembre del 2016

Una nación imaginaria

No arriendo la ganancia al gobierno. Si no fue capaz de ver la que estaba organizando cuando desgobernaba con mayoría absoluta, menos podrá ahora poner remedio. No entiende el país que gobierna y, además, no tiene fuerza para imponer su falta de entendimiento, como antes. Se ha quedado solo, con el grumete de C's, señoreando una "gran nación española" que solo existe en los aburridos alegatos de Rajoy. En el país, esa "nación española", grande o chica, está en pugna con otras que le niegan el ser.

Los dos partidos de la izquierda, PSOE y Podemos, acusan sobremanera la mordida de la cuestión nacional. El PSOE se ha partido por eso. El golpe de mano de Vendimiario se hizo por la sospecha de que Sánchez estuviera negociando algo con los indepes catalanes. Luego se ha coronado la cuestión montando una crisis con el PSC que tiene un origen obviamente nacional. Justo en el momento en que Felipe González desembarca de nuevo, como Arturo retornando de Avalon, para amparar y aupar la protocandidtaura de Lady Macbeth del Sur, se llega a una tregua con los díscolos socialistas catalanes que se obstinan en ir por libre, aunque luego hagan acto de ardorosa fe española. Como Iceta, para quien "nación no quiere decir ni Estado ni soberanía". He aquí otro concepto de "nación", imposible saber si grande o pequeña porque es etérea, incorpórea, sin conciencia de sí misma. Es una nación apendicular. Al menos en comparación con la gran nación "hispano-andalusí" que prepara el tándem Díaz-González con las bendiciones del cruzado Rubalcaba.

La cuestión nacional muerde en Podemos con mucha mayor fuerza. La decisión de Teresa Rodríguez de proclamar unilateralmente a Podemos Andalucía autónoma respecto al Podemos "nacional" pone al descubierto una realidad más o menos oculta: un Podemos que es un conglomerado de partidos nacionales no nacionalistas o no independentistas. A esa realidad se ha sumado Rodríguez proclamando el carácter de "nacionalidad histórica" de Al-Ándalus. Un conglomerado, mosaico, batiburrillo, laberinto, conjunto, concierto (cada cual lo calificará como le guste) articulado en torno al eje nacional. Y el principal problema de los partidos nacionales que lo integran es cómo ser "nacional" sin ser nacionalista y, en último término, independentista. Ese es el factor de inestabilidad de una organización que refleja en su estructura la realidad de un territorio "plurinacional" en el que dice creer. Y es problemático si de ese conglomerado sale una idea de nación española inteligible que no sea reducirla a la nación castellana. Es todo muy real a la par que imaginario.

En la derecha, la tensión nacional/nacionalista se resuelve a su modo. En dos de las naciones históricas, (Cataluña y País Vasco) su existencia es precaria. En la tercera, en cambio, Galicia, es hegemónica, pero no con hegemonía nacional gallega, sino española. Galicia es así un ejemplo de cómo se articulan las tensiones que otros llaman "nacionales" con la fe en la nación española, única e indivisible. Más o menos por la vía del caciquismo. Los distintos territorios se adaptan a la definición de Joaquín Costa del gobierno de España, como "oligarquía y caciquismo". En la parte que toca de más nacional-español al PSOE, a los caciques los llaman "barones". Pero la idea es la misma: prohombres con poder local. El poder solía venir de la fortuna personal pero, con el sistema de financiación pública de los partidos, ahora viene de la gestión de esos caudales del común

C's es, en realidad, un producto del nacionalismo catalán o, mejor dicho, de la lucha contra el nacionalismo catalán. Es su sola justificación. Pero fuera de Cataluña no tiene tirón. Sin duda los de C's fabulan su propia nación española como una comunidad liberal, abierta, libre de corrupción. Una nación tan inexistente como las otras y más difícil de predicar porque contradice la experiencia directa, cotidiana, de la gente.

Definitivamente, no arriendo la ganancia al gobierno y tampoco a la oposición. Esta no parece ponerse de acuerdo más que a la contra, para rechazar iniciativas pasadas o presentes de aquel. Su función es no dejar gobernar pero, al mismo tiempo, debería ser capaz de hacerlo ella. Sin embargo eso es imposible porque solo se pone de acuerdo a la contra. Excepción hecha de la cuestión catalana en donde parte de la oposición se pasa al lado del gobierno. 

Incidentalmente: la crisis del PSOE se complica. Uno de los posibles candidatos a SG de más peso ha desaparecido. Un juez ha procesado a Borrell imputándole un presunto delito societario. Justo el mismo día en que el interesado denuncia que le han timado no sé cuántos miles de euros en uno de esos tocomochos de la red. Realmente es toda una peripecia. Pero, en suma, estrecha el abanico de opciones del PSOE de momento a tres: Díaz, López y Sánchez.

La desobediencia catalana

El artículo de Palinuro en elMón.cat de hoy. 

El gobierno ya no está "en funciones". Ahora funciona, aunque, ante el panorama, seguramente añorará aquella interinidad que le permitía no hacer nada. Lo primero que afronta es la cuestión catalana. Sáenz de Santamaría está a la cabeza de una task force que debe resolverla. A su modo, claro, reprimiendo. La derecha no admite el carácter político del conflicto y lo reduce a una cuestión de orden público. Por eso refuerza la dirección del aparato represivo del Estado. Teniendo luego en cuenta la tradición española de acabar encomendando el orden público a las fuerzas armadas no extrañará que gente tan tradicionalista haya puesto al frente de estas a a la aguerrida dueña de La Mancha, tan capaz de mandar divisiones como de cerrar ambulatorios. 

La versión castellana, a continuación:

Velocidad de crucero

La confrontación España-Cataluña va cogiendo momento. La manifestación del pasado día 12 no fue solo un acto de apoyo a las personas, cargos públicos e instituciones procesados, sino también uno de reafirmación de una voluntad colectiva de llevar adelante el proceso independentista. Una voluntad de no acatamiento, ayer, hoy y mañana.

La actitud del gobierno central no varía un ápice. Lo suyo es el recurso al palo y la zanahoria. Aunque, como siempre con la derecha, el palo es bien visible, pero la zanahoria no acaba de materializarse. El palo es una batería preparada para responder por vía represiva, judicial y penitenciaria si llega el caso a las iniciativas independentistas. Porque el gobierno sostiene, contra toda evidencia, que la cuestión catalana es una cuestión de orden público. Y para eso están los policías, los jueces y las cárceles. La justificación es que la ley ha de cumplirse y es obligación del gobierno hacerla cumplir. Si la ley es injusta o tiránica No hace al caso. No más preguntas y menos sobre la ley. Circulen.

La zanahoria es un ente de ficción. Hasta ahora se ha limitado a una solicitud expresa de Rajoy a Puigdemont para que asista a la Conferencia de presidentes autonómicos, constándole ya la negativa del catalán. El argumento es: “no se pierde nada asistiendo”, típico de la indolencia mental del personaje y que retrata la importancia real del conciliábulo. No es seguro que Rajoy entienda la respuesta de Puigdemont cumpliendo su palabra de no asistir porque eso de cumplir la palabra dada carece de sentido para él.

La inasistencia no es exactamente un desacato, pero sí va a herir el orgullo del nacionalismo español que no puede imponer su idea de España por ordeno y mando. No es un desacato, pero sí sitúa al presidente al frente de la mencionada voluntad colectiva.

Con la toma de posesión de Rajoy y el apoyo entre bambalinas del PSOE dio comienzo la cuenta atrás para una escalada de la confrontación con Cataluña. La última, ficticia, zanahoria fue la de la Conferencia en cuestión, que, por lo demás, tampoco pintará mucho sin los catalanes. Ahora vienen los palos. Y vienen cubriendo la línea del cielo, como los apaches a asediar el fuerte catalán. Hay cientos de procedimiento judiciales abiertos en distintas instancias locales en toda Cataluña, por los más diversos motivos, una bandera u otra, un retrato, unas declaraciones, una ordenanza municipal, etc. Todo es susceptible de convertirse en un acto de desobediencia punible. En Cataluña el PP tiene un solo ayuntamiento por lo que es de esperar el ejemplo de los otros se extienda y multiplique. ¿Cree el gobierno que tiene la administración de justicia en situación de hacer frente a eso?

Los tiempos se aceleran. La maquinaria represiva del Estado, es segura, intimidatoria, pero muy lenta. Antes de resolver los mencionados cientos de causas pendientes, ya se le echan encima varios cientos más si, como propone Ómnium Cultural, los ayuntamientos abren el próximo sacrosanto día 6 de diciembre y atienden a la gente. Algo que podría justificarse con la famosa “libertad de horarios” de los neoliberales. Los juzgados, inundados de nuevo.

Y mañana puede ser otra decisión de desobediencia en cualquier otro ámbito o con otra resonancia, pero seguida por una sociedad muy movilizada. Es la iniciativa política. El que la ejerce determina el día, la hora, el sitio, la forma de la confrontación y lleva las de ganar. El adversario que solo está a la defensiva, a base de represión, lleva las de perder.

Esa permanente confrontación del independentismo catalán con el nacionalismo español, además de dar seguridad sobre el curso de la hoja de ruta, contribuye a mantener la hegemonía del independentismo, la que ya hay en el Parlamento, también en la calle. Eso mantendrá a raya las aventuras del bloque En Comú Podem, obligándolo a tomar partido por una de las dos partes del conflicto sin configurarse él como tercera.

Los ataques del nacionalismo español van orientados contra JxS y la CUP. La otra izquierda, oposición en Cataluña y también en Madrid, no cuenta en ninguno de los dos sitios. En Cataluña, el protagonismo y la solidez del independentismo no deja lugar lógico alguno a un soberanismo no independentista y que, por no contagiarse, tampoco parece ser republicano.

La incapacidad para el diálogo del nacionalismo español se ve en la decisión de encomendar los tratos con Cataluña a la vicepresidenta del gobierno que nombrará de inmediato un gabinete de expertos y asesores y agentes del CNI. Entienden así la política, en cónclaves y secreteos. Sin embargo, está claro que tratándose de un problema de choque de legitimidades los foros más adecuados son los respectivos parlamentos.


dimarts, 15 de novembre del 2016

El hundimiento del PSOE

Desde el humillante paso por las horcas caudinas de la abstención, el PSOE se ha sumergido en un desbarajuste sin ningún sentido que puede acabar con su desaparición a medio, quizá corto plazo. Hay una junta provisional (que no es lícito llamar "gestora" porque no gestiona nada ni cumple su mandato), pero nadie sabe quién toma las decisiones; ni siquiera si se toman decisiones. Los distintos integrantes de este órgano de tan pintoresca acción, así como su principal valedora y líder in pectore, andan por los medios, cada uno a su bola, dando por supuesto que tienen meses por delante para caer simpáticos a una díscola militancia.

El señor Hernando se prodiga en balbuceantes explicaciones sobre su reciente decisión de cambiar de chaqueta táctica. En este país de conversos, de reconversos o relapsos y hasta de falsos conversos, como los llamados marranos, eso de chaquetear es moneda corriente. Dice el de la nueva chaqueta que ha perdido crédito. Sí, todo. Juzgue él mismo qué crédito puede merecer su "no es no" a los presupuestos después de que su anterior "no es no" se trocara en un servil "no es sí".

Lady Macbeth del Sur ha entrado en Madrid a través de un par de programas de la TV de máxima audiencia. Ha venido a coser el partido y a presentarse como la fuente última de autoridad en el PSOE, la real, la oculta, pero auténtica. Y con los medios de la oligarquía  (que son todas las televisiones, pues no hay que engañarse) batiendo palmas a la sarta de necedades prepotentes que esta señora ensarta. Ahora queda a la espera de que se le pida la candidatura por aclamación. Su discurso es patriotismo de partido sin una sola referencia clara a alguno de los problemas reales del país y de su propia organización.

Javier Fernández, el auriga de esta increíble operación, pacta con Iceta el nombramiento de una comisión, esto es, lo que hay que nombrar para dejar que un problema se pudra, y se da también unos meses para intercambiar opiniones. Esta gente no sabe en dónde está. ¿Cree Fernández que él y sus amigos pueden decidir sobre el destino de un protocolo que lleva cuarenta años funcionando y se aprobó en un congreso? La política emborracha y es capaz de convertir en mitómanos y megalómanos a gentes que, en su vida normal, no se harían notar en su abrumadora vulgaridad.

Llama la atención la pasividad con que la militancia está aceptando esta situación. Es verdad que hay una rebeldía generalizada; lo reconocen todos. Se ve en las redes: cartas, grupos, plataformas, decisiones de agrupaciones, firmas. Es una efervescencia. Pero si la junta se obstina en seguir su hoja de ruta de aplazar sine die el congreso, ¿qué puede hacer esta movilización? ¿Apagarse lentamente? La alternativa, esto es, formar otra comisión gestora que se oponga a esta y sirva para coordinar el movimiento en pro del congreso extraordinario parece muy difícil por falta de vías orgánicas.

Ese es el angosto paso que se ofrece a la candidatura posible de Pedro Sánchez, cuyo silencio vuelve a ser extraño: el de erigirse en el centro de referencia del movimiento de las bases para recuperar el partido. Les guste o no a los militantes esta es una pugna decisiva entre la izquierda y la derecha en el PSOE, algo que puede acabar en escisión. En la derecha están los miembros de la junta y sus asesores, su inspiradora, Susana Díaz y quienes están detrás de ella, Felipe González y, muy especialmente, Rubalcaba. Es la escisión en la que el filo de la navaja es Cataluña y, va de suyo, la unidad de España. Cuando se juega la unidad de España, Rubalcaba no lo duda, no distingue entre buenos y malos solo está la Patria que, como dice muy bien su discípula Díaz, al igual que el PSOE, no es de izquierda ni de derecha. O sea, es de derecha y de derecha rancia, carpetovetónica, taurina, católica y por lo que hace a Rubalcaba, ladina y siniestra. El PSOE es un partido patriótico llamado a desplazar al PP por el bien de España. Todo esto es cuestión de Estado.

Efectivamente, es el discurso de la derecha, nítido, y el PSOE puede caminar por ahí. Ya lo hace, desde el momento en que, al abstenerse, se sometió al PP. La promesa de que eso era a cambio de estabilidad y tener una oposición dura es falsa. Un PSOE en el estado en que se encuentra no puede articular oposición alguna pues unas elecciones anticipadas lo dejarían en los huesos y cargado de deudas, sin lugar en dónde colocar a tanto paniaguado como ha ido sumándose a lo largo de los años de una complaciente seudoposición. Es un problema de desmovilización de una clase política que lleva diez o veinte años ocupando cargos. Un problema de "cesantes", al estilo de Pérez Galdós.

El discurso de la iquierda, a fuer de complejo, es más difícil de articular. Pero no imposible. La visión de izquierda del PSOE comienza por rescatar el valor de la socialdemocracia de izquierda, la única que ha funcionado y sigue funcionando en los países nórdicos y otros de Europa central. Y es socialdemocracia de mercado, algo posible si todos hacen juego limpio. Junto a ello es iquierda asimismo plantear la cuestión de la forma de Estado, si monarquía o república. Y, por supuesto, proponer la clara y rotunda separación de la Iglesia y el Estado. La Iglesia debe someterse al régimen jurídico ordinario de las asociaciones privadas. La cuestión territorial española solo puede empezar a resolverse negociando un referéndum en Cataluña, como solicita entre un 70 y un 80 por ciento de la población catalana, espera la opinión internacional y los nacionalistas españoles saben que no tienen otro remedio que permitir. 

La cuestión es averiguar cuál es el contenido del giro a la izquierda de Sánchez, que él propone para recuperar el electorado perdido hacia esa orientación. Hasta dónde llega. Hasta dónde a atreve a llegar en un partido con un arraigado nacionalismo español. Sin embargo, esa es la clave sobre la que puede apoyarse un programa de izquierda democrática, un programa socialdemócrata. De no intentarse siquiera, ya sabemos cuál es el inmediato futuro del PSOE: legitimar los disparates que la derecha seguirá haciendo en Cataluña, colaborar en el intento de involución de España. 

Esa es la cuestión en último término: el gobierno considera que el conflicto catalán es un asunto de orden público. Y obviamente no calibra a dónde puede llevarle su decisión. A generalizar la desobediencia y enconar las cosas. Rajoy invita a Puigdemont a la conferencia de presidentes de las CCAA (organismo que, si no yerro, instituyó Zapatero) con el feble, casi irrisorio argumento de que "no se pierde nada". En el caso de Puigdemont, sin embargo, sí se pierde; se pierde el honor pues el catalán ya había anunciado que no acudiría a esa conferencia. Si lo hiciera, incumpliría su palabra. Claro que, para Rajoy, eso es irrelevante. Él carece de ella. Como Hernando.

Tanto huir de la "gran coalición" para encontrarse al final en un miserable contubernio de mediocres y embusteros.

dilluns, 14 de novembre del 2016

Segunda etapa de la era Gürtel

Ahí están, tan contentos, satisfechas, sacando pecho, en foto "de familia" para la historia, sabiamente construida con finalidad simbólica. En primera fila, a los extremos, el ministro de Justicia y la ministra de Defensa, la balanza y la espada, los dos símbolos sempiternos del poder. La justicia, hombre; el ejército, mujer, porque los tiempos se imponen. Los dos pilares del poder amparan su meollo, la vicepresidencia, la presidencia y el heraldo que llevará la doctrina por los mundos de Dios. Los dos primeros son el poder real, los que toman las decisiones. Los dos veteranos en la vida del partido, al que han dedicado la suya. No sin cuantiosas remuneraciones, pues ambos aparecen como receptores de sobresueldos en los papeles de Bárcenas. El gobierno ha incorporado, asimismo, a uno o dos más sobresoldados de antaño y hasta una ministra co-propietaria de una empresa familiar con una deuda millonaria con Hacienda. No hace falta añadir nada más. Es el gobierno de la Gürtel, II o, si se quiere, el de la Gürtel sin más en segundo acto. Y, si se me apura, ni segundo acto; todo lo más, segundo cuadro. Los personajes son los mismos y su historia la que era. Las caras nuevas son de adorno.

La abstención sin contrapartidas del PSOE, equivalente a una rendición incondicional, necesariamente llevaría a esto, un gobierno Gürtel bis porque nadie se ha tomado en serio lo de la regeneración y la transparencia. Es más, existe la firme convicción de que, de materializarse algún programa eficaz contra la corrupción, los corruptos no tardarían en utilizarlo para sus fines.

Por lo demás, apenas dados los primeros pasos de gobierno necesitado de diálogo, Rajoy ya ha perdido la paciencia y ha soltado su primera amenaza: se apoyan sus presupuestos o convoca nuevas elecciones. Los ideólogos del régimen lo compararán con un valeroso Hércules, presto a blandir la justiciera maza. Los adversarios con un César Borgia, capaz de recurrir a todo para alcanzar sus designios. Evitar las terceras elecciones fue la excusa que pretextaron los salvadores de la patria socialista para dar el golpe de timón. Porque con ese miedo expresado, el PSOE se ha convertido en rehén del gobierno. Una elecciones ahora mismo, con el partido sin líder, sin programa electoral y el patio interno en zafarrancho de combate, serían una catástrofe. Siendo rehén no se puede ser oposición creíble, por muchos ceños que se frunzan en las ruedas de prensa.

El PSOE tendrá que seguir siendo muleta de un gobierno que pasará tanto tiempo en deliberaciones y medidas políticas como respondiendo a trámites procesales que se le siguen directamente como partido o indirectamente por el procesamiento de sus allegados políticos. No es un plato de gusto ni será un camino de rosas. 

Por eso, porque el PSOE no tiene más salida que poner fin urgente al desbarajuste que han organizado unos insensatos, la junta está obligada a convocar un congreso extraordinario y dejarse de cursos de verano. Es de esperar que esa sea la posición mayoritaria del próximo CF que, a su vez, habrá prestado oídos a las masivas, reiteradas peticiones de la militancia.

La misoginia del arte

En el museo del Prado hay una exposición monográfica de Clara Peeters.

Bien, se dirá, ¿y qué? Peeters es una reconocida pintora del siglo XVII.

Justamente. Una pintora. Y en el siglo XVII, cuando se cuentan con los dedos de las manos las que lo fueron. El comisario de la exposición, Alejandro Vergara, uno de los conservadores del museo, en un documentado artículo, cita tres o cuatro más, a modo de ejemplo, la pionera Catharina van Hemessen, y las italianas Sofonisba Anguissola y Artemisia Gentileschi, esta última, quizá la más conocida. En todo caso, un puñado que apenas aparece en las historias del arte más al uso. En verdad, el director del museo, Miguel Zugaza, señala que es la primera exposición dedicada a una mujer.

El dato encaja con esa frecuente denuncia del feminismo de que, en conjunto, las mujeres acceden a los museos como objetos y en un porcentaje muy alto, desnudas, mientras que apenas tienen presencia como artistas. Precisamente uno de los escasos museos que tiene cuadros de Peeters en exposición permanente es el Prado. Pero la crítica feminista es real. Las mujeres están ausentes de los museos salvo como objetos o como visitantes. Quizá no sea disparatado sospechar que se trate de la primera exposición monográfica sobre una mujer pintora en España. No sé si en Europa. Esto es, pintora no contemporána, no de la mitad del XIX en adelante.

Las razones que, según los especialistas, explican la ausencia de las mujeres en la pintura de otros siglos son variadas y plausibles. La pintura es objeto del gremio de San Lucas y coto cerrado a las mujeres. Por supuesto, comparte ese dudoso honor de ser exclusivamente masculina con los demás gremios y corporaciones de la época, incluida la noble profesión del sacerdocio de la que, entre los católicos, las mujeres siguen apartadas como agentes del maligno. En el fondo todas las razones apuntan a una misma fuente: el carácter patriarcal de la sociedad. El gremio de San Lucas no es más ni menos machista que la sociedad en su conjunto. Se atribuye la inexistencia de Peeters de las relaciones gremiales al hecho de que, al parecer, faltan justo los años en que Peeters floreció. Pudiera ser o no ser.

Una de las razones que se apuntan, sin embargo, llama la atención y es la de que las mujeres no podían formarse como pintoras en ningún lugar porque no tenían acceso las escuelas en las que se estudiaban los desnudos y los futuros artistas aprendían anatomía. Esto explicaría la exclusiva dedicación de Peeters a los bodegones. No parece haber pintado otra cosa. Cuarenta hay certificados y otros tantos de atribución dudosa, dado que el género era muy de taller. Las obras de Peeters son difíciles de distinguir de las de Osias Beert de no ser por la omnipresencia de pescados, aportación casi exclusiva suya al género naturaleza muerta. La exposición, por cierto, consta de quince cuadros con una temática única, mismos recursos y hasta los mismos objetos. 

La obsesión por los bodegones y el refinamiento de su técnica deben de revelar algo más que la falta de dominio de otros temas, especialmente con la figura humana. Tanto Genthileschi como Anguissola pintaron mucha gente y una casi contemporánea y compatriota de Peeters, Judith Leyster, pintó todo tipo de escenas humanas en el más alegre espíritu barroco flamenco. O tenían acceso a las escuelas de pintura o aprendieron anatomía de alguna otra forma.

Por supuesto, el bodegón es un género en sí mismo y tiene sus reglas, usos y costumbres. Refleja además la irrupción de nuevos gustos y demandas de una clase ascendente, la burguesía, que valoraba la riqueza, el lujo, la ostentación y el refinamiento. Hasta entonces, los bodegones venían acompañados del memento mori de la doctrina cristiana en forma de calaveras y otros símbolos de los novísimos, como el candil apagado o la rosa marchita. Los bodegones flamencos son alegre, epicúreamente laicos. Los elementos religiosos han desaparecido de estas alegorías de los placeres de los sentidos, la vista, el oído y sobre todo, el gusto. De ahí que este género popularizara también los trampantojos pues era el deseo de hacer intervenir también el sentido del tacto. 

Los bodegones de Peeters son magníficos; la técnica, depurada con exquisito detalle, como corresponde; la perspectiva a nivel de la mesa, siempre la misma; el encuadre, cerrado; el fondo, negro; la luz, concentrada y sabiamente distribuida. Las piezas de caza y pesca, minuciosamente reproducidas, las conchas, los cangrejos, las ostras, las gambas con sus finos bigotes; los quesos tipo Gouda con sus texturas; las flores recién cortadas; los dulces, pasteles y pretzels. Todo ello entremezclado con una gama de objetos de refinada y exótica factura, muestra de lujo, cuchillos repujados, platos chinos, vasijas de cristal veneciano, copas sobre peanas labradas, a veces monedas como doblones de oro y algún collar de cuentas rojas, jarrones de peltre. Todo ello con una discreta armonía de colores en la que los más vivos están reservados a los animales, especialmente aves con sus brillantes plumajes. 

Lo más curioso de la exposición y que el comisario recuerda siempre es la costumbre de Peeters de autorretratarse en los reflejos del metal de las jarras de Sajonia o en los de las cuentas incrustadas en las copas de plata. En algunos casos hay hasta seis autorretratos en un solo cuadro. Solo conozco una imagen de Peeters en un bodegón con una mujer y que se presume autorretrato. Esta y los que la pintora fue dejando ocultos como reflejos en sus cuadros. Esos reflejos que Jan van Eyck había metido en el cuadro en el Matrimonio de los Arnolfini en un doble juego de distancias.

Los bodegones de Peeters, como todos los flamencos son de una exuberancia aplastante. Es entretenido compararlos con los de los españoles de la misma época, por ejemplo los del  toledano Sánchez Cotán, modelo de frugalidad y austeridad monacales: unos puerros, ristras de ajos, algún melón, repollos, zanahorias. Y nada de mesa: en alacenas. Para ver más que para gustar, aunque el amor al trampantojo está aquí tan presente como allí. Supongo que las diferencias en los bodegones son extrapolables a otras manifestaciones artísticas.

diumenge, 13 de novembre del 2016

Se levanta la veda

Es edificante ver a Rajoy buscando apoyos. Así se entretiene y no se deja importunar con el chapoteo de la Gürtel. Estos no son los felices tiempos de la mayoría absoluta, cuando los presupuestos se mandaban a sus señorías por un ukase en forma de whatsap. Ahora hay que hacer pasillos y pedir favores.

Dice Rajoy que está hablando con todo el mundo. A saber qué entiende el personaje por "todo el mundo". Comprende, parece, a los nacionalistas vascos. Y surge la pregunta de si comprenderá también a los catalanes. Es posible que la oferta se haga por haber caído el gobierno en la cuenta de la política del palo (persecución judicial) y la zanahoria (privilegios, prebendas económicas) que corresponde a la vieja táctica de comprar a quien no se puede vencer. De darse esa oferta, serán los nacionalistas independentistas quienes tendrán en cierto modo una cuestión política y moral que dilucidar.

Ignoro asimismo si ese "hablar con todos" incluye a Podemos o si el diálogo con estos se limitará a las intervenciones en el pleno de debate sobre la ley. Podemos pedirá devolver los presupuestos y lo mismo anuncia que hará el PSOE, razón por la cual es muy posible que Rajoy lo haya excluido ya del "todo el mundo" que, como se ve, es bastante reducido. Al final el PP, C's y el PNV sacarán adelante los presupuestos. Los presupuestos de la derecha. Con el techo de gasto de la derecha, son negociar. Porque la izquierda en general y el PSOE en particular, no pintan nada. 

El método en la locura

Una junta emanada de un golpe de mano, carente de legitimidad y hasta quizá de legalidad, está empeñada en proseguir su desvarío atribuyéndose competencias que no puede tener. Su funcionalidad es provisional y está vinculada a la convocatoria de un congreso extraordinario. Aunque el último CF le haya concedido a las escondidas "plena competencia", será plena competencia para cumplir su mandato, no para incumplirlo.

La junta no es quién para embarcar al partido en una labor de reflexión teórica. Sí lo es para convocar el congreso cuanto antes y, mientras tanto, cuidarse de que al error garrafal de abstenerse no se añada el de quedar relegado a la irrelevancia más absoluta. Es obvio que quienes han encabezado esta revuelta de la élite en el PSOE no calibran las consecuencias de sus actos. Pero va siendo hora de que lo hagan. Esa bravata de que el PSOE será "verdadera", "dura" oposición es otro disparate. El PSOE anuncia una enmienda a la totalidad de la Ley de Presupuestos. Cree enseñar así los dientes. Es decir, no negocia nada. Ahora bien, los presupuestos son una ley ordinaria y el gobierno solo necesita mayoría simple, que puede pactar con los nacionalistas vascos. Estos pedirán a cambio mejoras para su tierra y no cuestionarán el efecto de los presupuestos sobre el resto del Estado. Y el PSOE se tragará los presupuestos del PP sin modificar una coma. El asunto no es trivial porque se trata de saber quién aguantará el hachazo de los 5.500 (u 8.000, según Bruselas) millones de € de recortes. Una vez que entregaron el gobierno al PP los socialistas descubren que su capacidad de presión es menor que la del PNV. Para evitar esta penosa experiencia solo les queda ofrecer su abstención de nuevo o incluso su voto a favor, mediando una negociación. Pero ¿cómo se va a negociar con el partido al que se prometió dura oposición sin levantar el espectro de la "gran coalición"? Conseguir que 85 diputados valgan menos que seis es una hazaña, ojalá que irrepetible.

Déjese la junta de monsergas ideológicas y convoque ese congreso extraordinario de modo urgente. Celébrense las primarias. Haya un nuevo líder elegido en competencia con otros en virtud de su programa, del suyo propio, no del que le confeccione un comité de sabios. Y devuélvase al PSOE la compostura y dignidad que ha perdido.

dissabte, 12 de novembre del 2016

El Programa 2020

Me pilla esta noticia de la comisión de sabios leyendo el último libro de Javier Paniagua (El socialismo. De la socialdemocracia al PSOE y viceversa), editado por Cátedra, y de inmediato me ha venido a la memoria la historia del "Programa 2000", que relata Paniagua con bastante sentido del humor. Es que son spitting images o, como decía una tía mía de raigambre gallega, escupidiños.

Hay un pálpito general, compartido, de que el PSOE pasa por momentos de tribulación, de turbulencias. Hay conciencia de excepcionalidad y, por lo tanto, de transitoriedad. Las discrepancias arrancan en la duración de esa transitoriedad. Las bases parecen exigir congreso y primarias de urgencia y a la voz de "ya". La junta gestora prefiere tomarse su tiempo. El partido está desnortado. La junta advierte la necesidad de replantearse fines y medios, táctica y estrategia, poco menos que refundar el PSOE. Y ahí es donde aparece el Programa 2000 pero hoy, mismo procedimiento, mismos resultados. Se reúne una amplísima comisión de sabios, se elaboran unos papeles salidos de diversas brainstorming sessions y luego se remiten a las agrupaciones para comentarios. Al final, hay una montaña de papel imposible de racionalizar en proyecto alguno viable. En consecuencia, se nombra un comité reducido de la comisión de sabios para que redacte un texto conciso, resumido, a modo de catecismo y que, por la fuerza de las cosas y la necesidad de contentar a todo el mundo, no dirá nada nuevo. Pero habrán transcurrido diez meses que quizá sea de lo que se trata, según apuntan los maliciosos del campo de Sánchez.

Si realmente se buscara una refundación del PSOE, ¿no hubiera sido más razonable remitirse a la Conferencia Política y la Declaración de Granada de los tiempos de Rubalcaba? Ni se ha intentado. Prueba de que aquellas manifestaciones no tenían contenido real y eran una justificación del giro del PSOE hacia un partido de centro, de Estado, dinástico y turnista. Justo lo que le ha llevado a la situación en que se encuentra.

Sánchez, a su vez, parece lanzado a un autoconstituido proceso de primarias que ya están cuestionándole las gentes del aparato. Primero la revisión doctrinal y, luego, la cuestión personal. El proyecto de Sánchez de peregrinar por las agrupaciones puede ser un motivo más de enfrentamientos en el PSOE, según sean las tendencias de las agrupaciones, por o contra Sánchez.

"Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete".

Prohibir el recurso al pataleo

Inauguran su mandato como siempre: prohibiendo algo. Con la "Ley Mordaza" creían haberlo prohibido todo, pero se olvidaron de las burlas a la Ley. Ahora quieren prohibir las burlas y, ya puestos, todas. Porque eso es lo que son mayoritariamente los memes, burlas. El hasta ahora respetado derecho al pataleo. Para ello se invoca el derecho al honor. Un laberinto de interpretaciones. Si alguien, por ejemplo, ha cobrado comisiones ilegales, el derecho al honor vulnerado no está en el hecho en sí sino en el modo de comunicarlo. Porque los memes son comunicación. Es la imagen lo que se persigue; pero tampoco debe de ser eso porque, antes de internet, los memes eran dibujos, chistes, caricaturas que se remontan a los orígenes de la prensa. Los memes, los inocentes memes, pertenecen a la tradición de la caricatura. Muchas veces, los caricaturizados no se complacen con sus caricaturas pero de ahí a prohibirlas por ley media un trecho. Claro, a lo mejor no son las imágenes en sí, sino eso que se llama su "viralidad", esto es, que se difundan en cuestión de horas y que sean tan ingeniosas.

El honor es categoría social, por lo tanto la norma deja un amplio margen interpretativo a los jueces pero ahora quiere recortarlo sacando los memes de toda interpretación, prohibiéndolos de raíz. Y ¿cuál es el criterio para prohibirlos? La publicación de imágenes sin consentimiento, se entiende que expreso. Pero eso haría imposible el trabajo de los medios audiovisuales, gráficos y escritos que cubren los actos públicos de los partidos, por ejemplo. Si ls imágenes no pudiesen difundirse sin más, los actos no serían tan públicos; más bien privados. Y si los medios suben las imágenes, ¿cómo se va a impedir que otros suban las imágenes de los medios que traen las imágenes de aquellos cuyo derecho al honor ha de protegerse?

Prohibir los memes en las redes es prohibir los chistes.

divendres, 11 de novembre del 2016

Están en las nubes

O quizá no estén en las nubes, donde suelen habitar los poetas, sino en la tierra y muy en la tierra, pendientes de cosas terrenas, prácticas, inmediatas, este comité, aquella mayoría, tal convocatoria, aquel estatuto. Hacerse con el partido. Medrar. Colocar a los propios, fastidiar a los otros.

Mientras tanto, han dado el gobierno a la derecha, después de innúmeras promesas en contrario y muy frecuentes bravatas. No son oposición. Realmente, no son nada. Justo en el momento en el que la derecha arremeterá vigorizada con ese soplo de aire fétido que llega de los Estados Unidos, la oposición socialista no existe. El partido está convulso y pendiente de una solución que, cuanto más se retrase, más traumática será.

Del otro lado de la banda de la izquierda, Podemos no está en situación de hacer realidad su anuncio al producirse la abstención del PSOE: "ahora Podemos será la única oposición parlamentaria". Pero resulta que está tan inmerso en sus trifulcas internas como el PSOE. Mañana se conocerán los resultados de las primarias, sobre todo las de Madrid, símbolo del enfrentamiento entre las dos alas que, para entendernos, pueden llamarse "radical" y "moderada", pero también "sectaria" y "realista", que esto de los nombres son arenas movedizas. La insistencia en negar esta fractura (alimentada por la negativa imagen que la formación y su líder están proyectando) demuestra a las claras su existencia y su importancia.

La desarticulación de la oposición parlamentaria, viene acompañada por un clima de pesimismo en la opinión de la izquierda. Así como la derecha civilizada ve con preocupación el triunfo de Trump, la izquierda lo considera heraldo de tiempos negros y trasmite incluso una sensación de pánico. Justo en el momento en que la izquierda institucional no sabe por dónde tirar.

PS: los catalanes reciben una ayuda inesperada y a contrario de la elección de Trump. En California se ha reavivado la llama independentista. Y miran a Cataluña