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dimecres, 14 de gener del 2015

Las ideas claras.


Íñigo Errejón Galván (2014) Populismo y hegemonía. El gobierno de Evo Morales y la transformación estatal en Bolivia. Vicepresidencia del Estado Plurinacional. Bolivia (52 págs.)
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En abril de 2014, antes, pues, de las elecciones europeas en España, Íñigo Errejón pronunció una conferencia en la sede del Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado en Bolivia. La intervención puede considerarse como una especie de planteamiento teórico-programático de Podemos antes de pasar de ser una posibilidad a ser una realidad tangible que infunde ilusión y espanto a veces entremezclados en mucha gente y frente a la que todos se sienten obligados a pronunciarse. Ahora esa conferencia aparece publicada enriquecida con unas consideraciones complementarias del autor que recogen sus respuestas a las cuestiones que le planteó una audiencia muy interesada y muy competente. Se trata de un texto teórico que fue primero debatido a miles de kilómetros de España y corroborado luego en la práctica de una confrontación electoral con unos resultados espectaculares. Merece alguna atención y comentario.
El conferenciante se mueve en un terreno de resonancias gramscianas. Algunos términos, como hegemonía o guerra de posiciones pertenecen al canon del filófo sardo. Otros están emparentados con él, como la visión patrimonial del Estado de las clases dominantes o la idea, central en el discurso, de pueblo que, si no interpreto mal el sentido que Errejón le da, viene a ser el principio activo de lo nacional popular gramsciano. Y en sus precauciones con el término "populismo" resuenan los ecos de Laclau.
Pero esto es solo la introducción. En su versión de la hegemonía, el autor aduce como ejemplo de triunfo rotundo del empeño el thatcherismo que consiguió lo que los teóricos del framing consideran que es la imposición del "encuadre": los adversarios vienen a tu campo a discutirte y polemizar contigo, en tus términos, con tus reglas. Cualquiera que considere el debate público español desde el mes de mayo pasado verá que ese ha sido su primer resultado. Podemos ha subvertido el orden discursivo e impuesto un nuevo marco en el que los demás se sitúan a favor, en contra o buscando convergencias. Y siempre en su campo.
Pero esto sigue siendo la introducción de la conferencia. En su última parte, el autor apunta a otras perspectivas, en donde pisa terreno menos seguro pero que lo acreditan como un analista y un teórico de vuelo. Considero tal a quien es capaz, cuando menos, de plantear con claridad las preguntas o formular los problemas que los demás meramente y confusamente intuimos. Aunque no dé respuestas o solo lo haga tentativamente o estas sean insatisfactorias. El pensamiento empieza a rendir frutos a partir de preguntas bien formuladas.
Cuatro son las cuestiones que Errejón plantea, entiendo, como algo abierto. Las cuatro están diferenciadas, aunque interrelacionadas. Alguna de ellas es nueva en el debate político y otras, no, pero se plantean en una perspectiva distinta. Dicho en otros términos: los gobiernos progresistas o revolucionarios o cívicos o populares o como quiera llamárselos deben hacer frente a las cuestiones de: la irreversibilidad, las clases medias, la transitoriedad democrática y la técnica. Son de distinto peso pero obviamente forman un entramado y responden a una preocupación esencial: cómo triunfar, como mantenerse y cómo asegurar la permanencia de lo conseguido.

Viene a ser un Maquiavelo completado por el Lenin de ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder? Con la salvedad de que Errejón quiere ir más allá. Pero, reconoce, en política no hay nada irreversible. Además, la democracia que, en el discurso errejoniano no es un medio sino un fin, implica la transitoriedad de los programas políticos. Luego hay un problema con las "clases medias" que, por así decirlo, se desclasan, problema que ya detectaron los teóricos socialdemócratas a fines del siglo XX, cuando vieron que perdían la base social de su fuerza electoral por ascenso de aquella. Y, por último, ningún gobierno puede permitirse el lujo de confundir la gestión técnica con la ideología porque ya decía Espinoza que la libertad está en el conocimiento de la necesidad. Pero ese conocimiento, en cuanto conocimiento técnico, puede intentar sustituir al otro, al especulativo e incluso, convertirlo a su vez en técnico, lo que es la base de la tecnocracia.
Podríamos seguir discutiendo estos aspectos porque, al ser futuribles, están en el aire. El propio Errejón reconoce que el concepto de "socialismo del siglo XXI" está desdibujado. Así, ¿qué se puede hacer? Esperar y, llegado el momento, actuar. Y ver qué sucede. Ya se sabe: la prueba del pudin consiste en comer.

dijous, 1 de gener del 2015

Una nueva revista.

De humor y de papel. Todavía queda gente brava en el mundo porque el papel da ya para poco y su destino parece sellado. El churro ilustrado nace para sobrevivir en un mundo hostil y quizá por eso viene sonriendo, en clave humorística. Sus redactores se ven como continuadores de La codorniz, nombre al que suele acompañar el adjetivo de "mítica". Palinuro es muy fiel a su memoria porque la única medalla que tiene le fue concedida, precisamente, por sus continuadores, y con ella le reconocían el mérito de ser luchador de causas perdidas. Desde luego, jamás cometeré la vulgaridad de apuntarme a una causa ganadora.

Lo del papel es inevitable signo de los tiempos. La revista tiene una especie de página web, Panini Comics, en la que se da cumplida información de sus propósitos. Estos se resumen en uno: hacer reír, cultivar el humor, la sátira. También aquí el panorama parece abigarrado. Hay dos publicaciones más de ese género en el mercado de papel el Jueves, la revista que sale los miércoles y Mongolia. ¿Es mucho? Los lectores dirán, pero sí cabe señalar algo colateralmente: es una ley política y sociológica que, cuando los sistemas democráticos se convierten en dictaduras, como está pasando en España con el gobierno de los sobresueldos, la corrupción y la Ley Mordaza, la opinión pública busque salida por la vía del humor. Los mejores chistes de la edad contemporánea salían de la Unión Soviética y la dictadura del genocida Francisco Franco a quien Dios, acojonado, tendrá a su diestra y, sobre todo, a su vista, por si los golpes de Estado celestiales. Que está este Papa sacando demasiado los pies del tiesto.

Mucha suerte a los del Churro ilustrado.

dimecres, 19 de novembre del 2014

Toque de atención.


¡Qué antiguo suena todo y qué típico! Ya están los espadones haciéndose oír. Pero no a la antigua usanza, con el cornetín de órdenes y la consigna del día. Ahora lo hacen de un modo infinitamente más peligroso: con razones. El Jefe del Estado Mayor del Eército (JEME), general Jaime Domínguez Buj ha hecho unas declaraciones que han levantado una polvareda de tuaregs entre los políticos y, supongo, sus coros tertuliescos.
 
 El PSOE quiere que esas declaraciones "se rectifiquen"; el PP las ve "difíciles de comprender"; a IU le parecen una "barbaridad" que "aviva el fuego"; ICV, que "son más propias de la legión que del XXI", como si la Legión fuera los Tercios de Flandes y no del siglo XXI, habiendo desfilado hace escasas fechas con su aguerrida cabra. No quiero ni imaginar lo que dirán los nacionalistas gallegos, vascos y catalanes. Ni los intelectuales que creyeron haber "nivelado" España con la Transición.

Pues ¿qué? ¿Qué ha dicho el general? ¿Santiago y cierra España? ¿Por Dios, por la Patria y el Rey? ¿Viva España con honra? ¿Viva la muerte? ¿Arriba España? ¿Todo por la Patria? ¿Se sienten, coño? ¿O no ha dicho nada y se ha limitado a berrear subido a un caballo?

Nada de eso. Todo lo contrario. Un señor pulcro, bien uniformado, ha expuesto con mesura y tino una serie de juicios y consideraciones del presente y del pasado sumamente puestas en razón. Y lo ha hecho no en el patio de armas de un cuartel, sino ante un selecto auditorio en un desayuno convocado por un Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior, un organismo de tinte conservador, pero civil, que no tiene su página web muy actualizada, pues no se refiere al desayuno concreto aquí en consideración. Un desayuno no es un seminario de máster, desde luego, pero tampoco es un acuartelamiento de las afueras.

¿Y qué ha dicho el general que ha soliviantado al personal? Cosas que cualquier persona sensata, leída, aficionada a las citas cultas, los conocimientos históricos y la reflexión sobre el ser de España entiende a la primera: que le duele España por la corrupción y el separatismo catalán; que este, el separatismo, se da siempre que el poder central se debilita; que eso pasó en 1808 en la guerra contra el francés y se perdió el Spanish Main; en 1898 y por eso volaron Cuba, Puerto Rico y ls Filipinas. Aquí parece haber un punto de discrepancia: la prensa habla de 1898 y el general responde que se refería a 1808, como si de 1898 no pudiera hablarse. ¿Por qué? Porque de Cataloniae fabula narratur. Ahí está el delicado busilis del asunto, lo que pone de los nervios a los políticos españoles. Cataluña.

A más mesura y discreción ha dicho que las Fuerzas Armadas "no son garantes de nada", sino meros instrumentos del gobierno para hacer cumplir la ley y la Constitución. Me temo, mi general, que yerra usted. En su artículo 8,1 la CE determina que las Fuerzas Armadas "tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional". Otra cosa es que ese artículo, como otros en la Constitución, sea un dislate. Por eso hace usted bien en señalar que están estrictamente a lo que el gobierno mande.

Corona usted su desmesura diciendo que no cree que la cuestión catalana pueda resolverse por la fuerza o mediante los tribunales, sino que es precisa la política. Exactamente lo que lleva todo el mundo dos años diciéndole a Rajoy, como quien habla a un adoquín. Que haga política, pues es político y para eso le pagamos. Sin contar los sobresueldos, añade Palinuro desde el fondo. El presidente del gobierno dice no ser fiscal ni juez, pero su gobierno y él por tanto azuzan a la Fiscalía para que organice un desaguisado en Cataluña. Eso se llama hipocresía y a los hipócritas les irrita sobremanera que les descubran sus vergüenzas.

No se trata de si los militares tienen o no razón. Se trata de que el Ejército no puede hablar de cuestiones que no le competen. Es tan absurdo que dan ganas de llorar. Los militares no pueden hablar; pero ya lo han hecho. Los catalanes no pueden votar; pero ya lo han hecho. A esto es a lo que el JEME debe de llamar "debilidad del Estado". ¿Sí? Pues se va a enterar el milico. Va a caerle un paquete de órdago. Y a Más una querella como un obús. Y todo seguirá deteriorándose bajo la zigzagueante dirección de un auténtico incompetente e irresponsable.

La escandalera de la oposición refleja sus miedos. Los miedos a eso, a los "tiempos de la legión". No confía en la solidez de las instituciones democráticas y teme que, si hay un movimiento involucionista, cuya primera víctima ella sería, tendría un gran apoyo. Probablemente el del noventa por ciento de los votantes del PP que ahora pide al general aclaraciones sobre sus palabras.

Ese es el drama de España: que medio país sigue sin ser demócrata.

dimarts, 18 de novembre del 2014

Los relevos.


Los de Podemos dicen que van a cambiar el sistema político al que llaman régimen, con indignación de "El País" y círculos aledaños. Discutir por palabras es poco productivo. Vamos a los hechos. En realidad, el sistema político está cambiando aceleradamente gracias, sobre todo, a la intención podémica. Es posible que a las elecciones de 2015 no se presente ninguno de las candidatos de los grandes partidos que lo hicieron en las de 2011. Renovación a base de relevos.

El primero, Rubalcaba, quien hizo un mutis tan triste y desangelado como había sido su mandato. Con los resultados de las europeas de mayo, su marcha era inevitable, imprescindible si el PSOE quería recuperar algo de su identidad, su electorado, su influencia y sus esperanzas, pues todo lo había perdido con él. El relevo, Sánchez, tiene una tarea difícil: recomponer el partido, que corre peligro de acabar como el PASOK, y llevarlo al triunfo electoral, sino con mayoría absoluta, sí con minoría mayoritaria. Su baza fuerte es fabricarse una centralidad entre la dos propuestas más radicales, del PP y Podemos. En situaciones de polarización, el saber convencional atribuye al centro vocación mayoritaria. Y el electorado ha de visualizar alianzas posibles y sostenibles.  El PSOE tiene que explicar a la ciudadanía en qué coincide con los otros dos y en qué discrepa.  Todo el mundo tiene claro en qué coincide el PSOE con el PP; pero no en qué dicrepa. Ese adelanto de un proyecto de reforma constitucional dará una pista. Y el PP la completará. Floriano dice estar receptivo a la propuesta reformista a la espera de conocer su alcance. A Cospedal no le hace falta conocer el alcance pues ya sabe que Sánchez pretende dinamitar las reglas del juego en España. A ella, como a la justicia de Peralvillo, no le hacen falta pruebas sino que las fabrica después de ajusticiado el reo. Tanto Sánchez como sus colaboradores han dejado claro en qué discrepan de Podemos. Prácticamente en todo, lo que no impide que hagan un verdadero plagio de estilo de comunicación. Pero no se sabe en qué coinciden. Y, si no hay coincidencias, es difícil imaginar alianzas. Con lo cual, de momento, los vaticinios se cargan del lado de una gran coalición a la que también empuja en cierto modo Podemos igualando PP y PSOE. La justificación ideológica parece clara; la pragmática, no tanto. Y eso, tratándose de Podemos, es un handicap.

Después de Rubalcaba, se retira Cayo Lara. No es frecuente ver llorar a un político honrado. A los otros, sí; lo hacen de cine. Por eso, un respeto para Lara, un hombre sencillo, honrado al que los acontecimientos han rebasado. Su retirada todavía lo honra más. En su lugar parece llegará Alberto Garzón. Nuevo efecto Podemos, pero más difícil de desentrañar que el del PSOE, precisamente porque entre estos e IU hay una relación de familia política e, incluso, personal. Garzón es partidario de la fusión y, siendo realistas en las circunstancias actuales, tal cosa no puede darse sino es dejando a IU en una posición de subalternidad frente a Podemos y a Garzón jerárquicamente por debajo de Iglesias. La única alternativa sería una coalición bicéfala entre iguales y eso es poco probable. Es una situación endiablada porque ambas partes comparten cultura política pero no pueden coexistir. Añádase que el núcleo, la espina dorsal de IU es el PCE, muchos de cuyos viejos militantes están ya rezongando. Aceptaron de mala gana sumergirse en IU mientras fueran ellos su estructura. Pero no aceptarán desaparecer sin más con sus históricas siglas en un movimiento que les ha robado su discurso, lo ha pulido y ahora lo vende como suyo. Sí, situación endiablada y triste, sobre todo triste. IU no tiene fuerza alguna para negociar nada con Podemos porque, si este atiende a su interés, preferirá que no haya fusión e IU se presente con sus siglas a las elecciones, para hacer visible la "nueva política" en todos los horizontes.

El tercer relevo está aún por producirse y es posible que no lo haga. Rajoy debiera haber dimitido ya al comienzo de su mandato y, desde luego, en el momento en que se materializaron las acusaciones de haber cobrado sobresueldos y hubo de comparacer en sede parlamentaria para reconocerlo, aunque llamándolos algo así como complementos de productividad, un concepto típico de la picaresca. Pero no lo ha hecho ni tiene, al parecer, intención de hacerlo. Igual que los sobresueldos no existen sino que son complementos de productividad, la consulta catalana del 9N no se ha producido porque él ya había dicho que el referéndum no se iba a celebrar y no se celebró el referéndum, sino otra cosa, un guateque o algo así. El mismo hombre que ha cobrado sobresueldos y preside el que probablemente sea el partido más corrupto de Occidente, cuyos dirigentes tienen cuentas bancarias en todo el mundo, dice a los otros líderes que se debe impedir la existencia de paraísos fiscales. Es, más o menos, la misma caradura que se requiere para presentar en el Parlamento un proyecto legislativo de lucha contra la corrupción firmado por gentes que han cobrado en negro.

No solamente no piensa en dimitir sino que quiere ir a Cataluña a explicar "mejor" sus razones. Ahorro al lector la sarta de gansadas que se apresta a soltar a los catalanes (muy en la línea de "en Cataluña hay más catalanes que independentistas"), pero si alguien quiere solazarse, están aquí. Realmente, quizá sea bueno que Rajoy no opte por el relevo, como los otros. Si continúa para desgracia de los españoles, al menos estos tendrán la posibilidad de echarse unas risas de vez en cuando.

dilluns, 20 d’octubre del 2014

La nación incierta.


Carlos Taibo (2014) Sobre el nacionalismo español Madrid: la catarata, 110 págs.
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Uno de los rasgos más característicos del nacionalismo español es la vehemencia con que lo niegan quienes lo practican. Escucha uno hablar a los políticos castellanos, andaluces, murcianos, extremeños y sale convencido de que en España no hay nacionalistas. Los nacionalistas son los catalanes, vascos y gallegos. El resto de los españoles está libre de esta terrible tara, de forma que debe de ser el único pueblo del mundo exento de ella.  Tanto es así que Taibo comienza su libro con una pregunta, "¿existe el nacionalismo español?" a la que dará respuesta dejando patente que, en efecto, existe como una concepción hegemónica dominante, excluyente, monopólica. Es, pues, una obra dedicada a desvelar una de las supercherías más características, esto es, la de que en España no hay nacionalismo y que los nacionalismos que en ella se dan son los "periféricos".
Coincido con el autor en este punto y no es el único en el que coincido. Practicamente lo hago con el conjunto de la obra, de forma que casi podría ahorrarme la reseña porque bastaría con decir que no tengo gran  cosa que añadir a lo que en ella se expone. No obstante, como hasta en las coincidencias hay matices, no será ocioso comentar los rasgos más interesantes de este breve trabajo que, según explica el propio Taibo, es una ampliación y profundización del prólogo que escribió en su día para un libro colectivo sobre este apasionante tema del nacionalismo español hace unos años.
Una vez refutada la idea de que España sea la única tierra del mundo libre de nacionalismo y asentada la de que es cuna de una de sus formas más agresivas, obstinadas y autoritarias, Taibo hace un recorrido por sus manifestaciones y rasgos. Distingue así un nacionalismo español esencialista y otro "pragmático", esto es, el que se postula por mor de la estabilidad política del país. No coincidente con esta división, pero muy relacionada con ella, se da la distinción entre nacionalistas ultramontanos y liberales, algo que la historiografía española señala con frecuencia. Es mérito del autor, que este crítico aplaude, señalar que, en realidad, ambos nacionalismos coinciden en su idea de la nación española como "invención de la tradición" (p. 39). Y me atreveré a decir que se queda corto. El nacionalismo español por antonomasia, el que siempre triunfa, se impone, coarta las posibilidades de expansión social de España es el más brutal y retrógrado, el nacionalcatolicismo, y el de estirpe liberal no pasa de ser otra invención de una historiografía llena de buenos deseos, porque, siempre que hay un problema, el sedicente nacionalismo liberal hace causa común con el nacionalcatolicismo, se funde con él, como sucede hoy día cuando, ante el llamado "órdago" catalán, Pedro Sánchez afirma estar con el gobierno de la derecha sin fisuras.
Una de las funciones de ese timorato y claudicante nacionalismo liberal es elaborar la doctrina puramente ideológica de que el desarrollo de España no tiene nada de excepcional y que, al contrario, es normal y homologable con el de las naciones del entorno. Atinadamente, Taibo pone en solfa esta cuestión (p. 46) y por parte de este crítico solo cabe señalar que se trata de un discurso legitimatorio de una realidad nacional como la española que solo ha podido mantenerse a lo largo de la historia mediante el empleo de la fuerza.
En la perspectiva actual, Taibo analiza el hecho de que la Constitución vigente española sea, en realidad, el principal baluarte de la concepción más obtusa y cerrada del pais como una única nación y la negación de todas las demás. El alambicado artículo 2, en conexión con el 8, que confía la integridad territorial de España al ejército, es muestra de una retórica redundante que prueba cómo el núcleo mismo del orden constitucional es la obsesión con el peligro de la fragmentación de España. Esto es suficientemente conocido. Menos lo es el tema que aborda el autor a continuación, el de la consulta en Cataluña que los nacionalistas españoles -esos que no son nacionalistas- rechazan al entender que no es aceptable se reduzca solo a Cataluña, ya que son todos los españoles quienes tienen derecho a votar en un asunto que a todos afecta. Aparte de señalar el absurdo de que quienes sostienen este punto de vista no saben cómo explicarse los casos de Escocia y Quebec, Taibo hace ver que esta posición, en realidad, es un cerrojazo a la posibilidad del ejercicio del derecho de autodeterminación de los catalanes, que el sistema político español niega de raíz (pp. 79). Negación de ese derecho es también la propuesta sucedánea socialista de reformar la Constitución en un sentido federal. Por mi parte he sostenido siempre igual punto de vista. Afirmar que no puede haber una consulta catalana sino que han de participar todos los españoles es una prueba de mala fe evidente ya que se presume que los españoles negarán la autodeterminación catalana por abrumadora mayoría. Dado que los catalanes son una minoría estructural en España, que jamás llegarán a ser mayoría, obligarlos a aceptar la decisión de la mayoría es llamar democracia a lo que no es otra cosa que la tiranía de la mayoría.
Analiza luego Taibo cinco argumentos que el nacionalismo español ha esgrimido en contra del catalán: 1º) si Cataluña es o no una comunidad política propia, que es obvio; 2º) si fue independiente en el pasado, que es irrelevante; 3º) si la autodeterminación tiene un tope en cuanto a las unidades territoriales que la ejerzan, que es razonablemente claro; 4ª) de quién sea la soberanía, ya tratado; 5º) si el independentismo catalán es algo más que la insolidaridad de los ricos, que quieren quitarse de encima los deberes para con los pobres (p. 81). Todos los argumentos, y algunos otros, como los rasgos del derecho de autodeterminación, su titularidad, la temporalidad de su ejercicio, etc, han sido ya debatidos y ninguno tiene especial consistencia. Por cierto, respecto al de que, siendo una nación rica, Cataluña quiere la independencia por razones insolidarias, cabe replantear la cuestión en otros términos. El problema no está en que haya zonas ricas en una entidad política; el problema reside en porqué las hay pobres. Sobre eso es sobre lo que hay reflexionar.
Dos capítulos más de la obra merecen reseña especial por lo atinado de su punto de vista: el del trasfondo económico del nacionalismo español frente a Cataluña y el muy interesante de la cuestión lingüística que, más o menos, sigue como en los tiempos de Nebrija: a una única nación en España corresponde una única lengua.
En resumen: no solo hay nacionalismo español sino que es tan agresivo, autoritario y excluyente como siempre y, en gran parte, impulsor del soberanismo catalán.  

dissabte, 6 de setembre del 2014

Reflexión sobre Podemos.

La fulgurante aparición de Podemos ha sembrado el desconcierto en el sistema político, lo cual es una muestra de lo lentos que somos en nuestras percepciones y nuestra poca capacidad para explicar las novedades. Hace lustros que se teoriza sobre la "sociedad de la información y la comunicación", la "sociedad mediática", las democracias de los medios. Pero seguimos sin entender cómo funcionan. Los partidos ya no se fundan en modestas tascas de barrio o en los mullidos despachos de abogados y banqueros y en relaciones personales. Surgen de una realidad abigarrada, fragmentada, que llamaría "postmoderna" si supiera qué quiere decir eso. De una comunicación que trasciende el orden personal, mediada por las TICs. Incluso algún adelantado del análisis político académico, como Rospir, propuso llamarlos media parties hace años. Podemos tiene algo de esto, pero no se agota en ello. Ni mucho menos.

Sentado, pues: la reacción mayoritaría del establishment político mediático ha sido hostil. Eso que antes se llamaba el sistema, un término similar al de casta de Podemos y también muy conveniente porque permite identificar un enemigo y hacerlo de un modo suficientemente vagaroso para incluir o excluir de él a quien nos parezca en cada momento. Ese pronombre "nos" es la clave del concepto, la clásica e implícita contraposición entre "nosotros " y "ellos". Aclaro que me refiero a la vieja idea de sistema. Esta reciente que se trasluce de las acusaciones de "antisistema" en boca de gentes conservadoras es un contrasentido que no cuaja, pues usan el término sistema como sinónimo de "orden constituido", el que las beneficia a ellas.

La reacción ha sido muy hostil. La derecha no ha parado en barras y tanto sus políticos, diputados como sus innúmeros portavoces en los medios y tertulias han ido al ataque en todos los frentes, político, ideológico, social, personal. Con tanta saña que algunos se preguntan si no se conseguirá el efecto contrario de ensalzar la formación a ojos de la opinión pública. Porque esa opinión es muy contundente. Pablo Iglesias es el líder mejor valorado en los sondeos; Mariano Rajoy, el peor. Ya no gana ni al socialista.

El PSOE ha sido más moderado, pero su reacción es igualmente hostil. Podemos es antisistema, populista y neobolchevique. Alfonso Guerra propone una alianza entre PP y PSOE frente al resurgir de neofascismos y neocomunismos. Es comedido. No menciona Podemos, pero no hace falta. Felipe González sí se desmelena más y compara Podemos con Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza. Otro que tampoco entiende la sociedad mediática en la que vive y sobre la que teoriza. Si algo tienen en común Chavez, Le Pen, Beppe Grillo y Syriza es que salen por la tele. Pero eso le pasa a él también, así que habría que incluirlo en la lista de no ser porque esta lista es una tontería, con todos los respetos.

La reacción de IU es cautamente ambigua. Los resultados electorales recientes y el sentido común indican que la federación ha sido el principal caladero de votos de Podemos. De ahí esa actitud ambivalente de sí pero no, somos lo mismo pero no somos lo mismo y otros sofismas que no dejan mucha salida a ninguno de los dos porque tampoco Podemos puede permitirse ir a una alianza con una fuerza tradicionalmente perdedora y ahora debilitada precisamente por su presencia. Es una situación cruel, pero no tiene otra salida que la hegemonía de Podemos à tout hazard.

Porque, efectivamente, contra pronósticos, Podemos supone una alteración sustancial del sistema político. Al día siguiente de las elecciones europeas (que hicieron trizas la autoestima de los sondeos) hubo una cascada de dimisiones en otros partidos y fuerzas; hubo primarias, secundarias, terciarias y hasta tercianas. Incluso ha amanecido un proyecto de reforma de la Ley Electoral General, dentro de un plan pomposamente llamado de "regeneración democrática". Lo suficiente para que, al margen de consideraciones más o menos coyunturales, se intente un análisis, siempre provisional, pero imparcial del fenómeno. Confieso de antemano que mi imparcialidad es compatible con mi simpatía por el movimiento y sus dirigentes, a algunos de los cuales conozco personalmente y de los que me siento cercano, especialmente Iglesias, Errejón o Urbán.

Podemos tiene una faceta inmediata, práctica, contingente. A ocho años de una crisis sistémica, aguda y que parece no tener fin; a tres años de un gobierno especialmente antipopular, autoritario y corrupto de la derecha; con una sociedad civil desmoralizada, después de una experiencia de fracaso del último gobierno de Zapatero, el terreno estaba baldío pero en barbecho. La aparición de un movimiento nuevo, fresco, joven, sin vínculos con el oscuro pasado, dirigido por una personalidad fuertemente carismática, popularizada en los medios de comunicación, viralizada en las redes sociales, iconografiada ya hasta en videojuegos, tenía que despertar una oleada de simpatía popular, adhesión y, por supuesto, esperanza. Porque todo eso se da en un contexto social caracterizado por un paro juvenil masivo que hace hablar de una "juventud sin futuro", una contradicción en los términos porque la juventud es el futuro.

Pero Podemos tiene una faceta mediata, de más peso teórico, menos transitorio. Tiempo habrá de estudiar hasta qué punto el movimiento se fragua en las asambleas del 15-M, pero la relación entre ambos, 15-M y Podemos es evidente. Es más, hasta cabe decir que esta fuerza es la forma que adquiere el debate algo atascado en el 15-M, acerca de cómo alcanzar eficacia en la acción política, si manteniendo la asamblea u organizándose en partido. De ahí que Podemos tenga todavía pendiente esta cuestión organizativa, que ya se verá cómo se soluciona. 

Al margen de ello, sin embargo, sí parece claro que la organización de los círculos acepta el principio democrático de que al poder se llega ganando elecciones. Eso del neobolchevismo es un golpe bajo. Ahora bien, las elecciones tienen unas condiciones, unos requisitos, formales y materiales que, de siempre, han sido fuerte escollo para las aspiraciones de las izquierdas en todo el mundo. El primero de todos, dictado por la experiencia, es que en las sociedades occidentales (a falta de nombre mejor) la mayoría, que es lo que se precisa para ganar, es centrista. Las opciones, en consecuencia, moderan su lenguaje y sus programas para no verse arrinconadas. Ahí tiene poca cabida la disyuntiva crasa izquierda-derecha que, sin embargo, sigue siendo real, de forma que se multiplican las anfibologías, los eufemismos: clases medias, los de arriba y los de abajo, etc.

Hay más, mucho más en los procesos electorales (listas, escutinios, etc), pero nos quedamos con la cuestión esencial: cómo obtener la mayoría electoral para una opción de izquierda hoy. Hay dos pasos: a) coalición de la izquierda (preelectoral o postelectoral) en sentido estricto; b) coalición de la izquierda en sentido amplio. 

Respecto a a) no es exagerado decir que Podemos se perfila como el eje en torno al cual quizá pueda fraguar una unidad de la izquierda. Si frentista o no es cosa de terminología. El problema no es terminológico, sino de contenido. Se trata de saber si las demás izquierdas, IU y sus constelaciones, aceptarán formar parte de una alianza hegemonizada, quieran o no, por Podemos. Doy por supuesto que esta coalición por sí sola no daría el gobierno a esta unión de la izquierda. Si no fuera así y se la diera, podríamos ahorrarnos considerar el paso b).

Respecto a b) y en el supuesto de que a) salga adelante. Se trata de saber si en la coalición entra o no el PSOE y cómo. Cuestión la más peliaguda por las murallas de reticencias por todas partes. Según unos, es pronto para decidir y conviene esperar los resultados de las municipales de mayo de 2015 y ver cuáles son los del PSOE. Si este va en una senda de pasokización o si mantiene su segundo (y puede que hasta primero) puesto en la dualidad de partidos dinásticos. Desde luego, las proporciones que se decanten serán decisivas para las opciones que adopten los dirigentes. Y es probable que, al final, la decisión recaiga sobre Podemos y el PSOE ex-aequo.  

Y aquí es donde hay que pensar si la sociedad española se merece otros cuatro años de gobierno de esta derecha.

diumenge, 16 de febrer del 2014

Los liderazgos.

Comparando nuestra época con cualquiera otra se advierte un hecho notorio: la ausencia de líderes y el carácter débil y problemático de los que hay. En los tiempos pasados había hombres (y ocasionalmente alguna mujer) con eso que se llama "visión" y, desde luego, la voluntad de imponerla a la sociedad. Suscitaban apoyos mayoritarios, consenso, seguimiento. Dominaban su época y acababan llenando páginas y páginas de los libros de historia. El contraste con la actualidad es evidente. No hay figuras señeras, sino burócratas, personas de partido, muchas veces con largos años de servicio en la sombra que han moldeado sus caracteres para hacerlos acomodaticios, más pendientes de conservar sus puestos que de plantear salidas, proyectos, futuros a unas sociedades desmoralizadas y desconcertadas.

Suele decirse que la tradición de políticas basadas en liderazgos fuertes ha dejado amargas experiencias. La supremacía del hilo de oro de la ley quiere que, quienes la administran, sean seres anodinos, sin rostro, intercambiables. Nada de líderes que llevan inevitablemente al personalismo y la arbitrariedad. El último líder putativo que tuvo el país, Aznar, alcanzó el poder presentándose precisamente como el antilíder, como el hombre normal. Era absolutamente falso. Un hombre normal no casa a su hija en el Escorial. En realidad, un hombre normal no casa a su hija. Hace años que las hijas se casan por su cuenta. Falso porque la normalidad no era genuina, sino una argucia para contrarrestar la fuerza del último líder que tuvo el país, González.

El gobernante actual llegó también a lomos de la normalidad, sosteniendo que era un hombre previsible, caracterizado por una abundante copia de sentido común. O sea, nada de líderes. Y efectivamente, es previsible. Es previsible que haga el ridículo en cuanto se mueva. No es previsble, sin embargo, qué tipo de ridículo en concreto. Nadie se esperaba verlo actuando de telonero en un mitin electoral del partido islamista del primer ministro turco. El irónico, sarcástico, crítico de la alianza de las civilizaciones de Zapatero y Erdogan acaba de jenízaro de un sultán. Absolutamente previsible. De sentido común. Como Alá manda.

De la necesidad, virtud. No tengo claro si hoy no hay líderes porque nadie los necesita o nadie los necesita porque no los hay. Los gobernantes pierden estatura, dimensión, comportándose como administradores afanosos de unas circunstancias que los superan, como Obama, Cameron y no digamos Hollande. Pierden hasta el rostro. Los gobernantes de Portugal, Bélgica, Holanda, Austria, Dinamarca, etc. son gentes desconocidas. Casi nadie sabe distinguir el primer ministro entrante del saliente en Italia. La gente se hace cruces del valor de esos jueces que pretenden procesar al presidente de la República Popular China, pero es incapaz de identificarlo y algunos no saben siquiera si está vivo. Muchos no están seguros de si Europa tiene un presidente o dos o ninguno y, caso de ser dos, cuál manda más, si manda algo. Son políticos sin rostro y, cuando se empeñan en tenerlo, suscitan rechazo, como Merkel; o resistencia, como Putin; o franca hostilidad, como Berlusconi.

¿Qué ha pasado con los líderes? Son tiempos muy duros, de guerras de todo tipo, de ocupaciones, desplazamientos en masa, genocidios y una crisis económica que no cesa ni nadie sabe cómo resolver. Pero precisamente los tiempos duros alumbran los líderes. Los de business as usual dan otro tipo de personas. ¿Por qué no florecen como las cien escuelas de Mao Tse-tung? Siendo el liderazgo de esencia carismática y siendo lo carismático cuanto escapa a la comprensión racional, la pregunta no tiene respuesta. Vaya usted a saber. 

Tengo un remota sospecha, es como una intuición, de por qué los líderes han desertado. O una hipótesis. Los líderes lo son porque las masas los siguen. Por tanto los liderazgos precisan de una masa que quiera ser liderada, esto es, dirigida. En los años treinta se dan los liderazgos fuertes, los correspondientes al Duce, al Führer, al Caudillo, todas denominaciones que han dejado paso a la más neutra de Líder. Aquellos liderazgos se valieron sobre todo de la radio. Luego llegó la televisión y el líder tuvo que cambiar, adaptarse, como habían tenido que hacer los actores de cine cuando llegó el sonoro. La televisión multiplicó por mucho la influencia del líder pero también multiplicó la cantidad de líderes, fabricó todo tipo de ídolos que atacaban la preeminencia que habían tenido los dirigentes políticos por el monopolio de la plabara radiada y, por tanto, rebajó su condición. La gente se cansa mucho antes de lo que ve que de lo que oye y, para sobrevivir, los medios tenían qae multiplicar las imágenes.

Luego llegó internet y la política 2.0. Las masas, llamadas ahora "inteligentes" ya no siguen. Pertrechadas con el acceso al ámbito público, ahora discuten, crean proyectos autónomos, los difunden, postulan opciones, crean información y quieren ser seguidas a través de las redes sociales. Las redes, las importantes, son abiertas y distribuidas. En ellas participan todavía porcentajes relativamente modestos de la ciudadanía pero muy superiores a los que lo hacían en los tiempos de los viejos liderazgos. Parece como si la cuestión fuera similar a los otros momentos de adaptación para sobrevivir. El liderazgo se da en las redes sociales. Quienes se postulen como líderes habrán de adaptarse a ellas o perecer. 

En el caso de la izquierda, el debate del liderazgo tiene una doble vertiente. De un lado, se comparte la desconfianza generalizada hacia la figura producida por la consabida experiencia negativa. De otro, hay un rechazo de fondo hacia la idea misma del liderazgo. La prevalencia del concepto de clase entendido como un factor social, político, incluso epistemológico, hace pensar a los izquierdistas que lo suyo ha sido replantear la función del individuo en la historia. Será así, pero la izquierda ha sido siempre una sucesión de líderes: Robespierre, Marat, Bakunin, Lenin, Stalin, Mao, el Che, Chávez y, por supuesto, el sempiterno Castro. 

Siempre ha habido líderes en la izquierda y parecen volver porque son capaces de adaptarse al mundo digital. Podemos es, básicamente, liderazgo. Los medios hablan de un liderazgo mediático, pero eso no es enteramente cierto. Lo mediático ha sido la coronación de un liderazgo gestado en las redes sociales. Un canal de televisión de escasa audiencia pero que podía verse en streaming y que actualmente está situado en un periódico digital. El liderazgo en red de Podemos tiene su grandeza y su servidumbre pero si los otros pretenden competir con él, tendrán que adaptarse a las nuevas circunstancias. Algo tendrán que hacer y no limitarse a insultar. Y algo, desde luego, intentan hacer, pero el peso de las maquinarias de fabricar líderes antilíderes, gentes normales, burócratas sin rostro, de momento, sigue pesando más.

Queda para otro momento la tarea de averiguar cuál sea el contenido del nuevo liderazgo de forma radicalmente nueva; cuál sea su visión, su proyecto que, me temo, no puede basarse exclusivamente en un factor de tipo negativo. No hay nada nuevo en ser el mal menor.

(La imagen es una foto de Nist6dh, con licencia Creative Commons).

diumenge, 9 de febrer del 2014

La democracia y su defensor.

Casi centenario falleció ayer en una residencia de Connecticut Robert A. Dahl, uno de los padres de la ciencia política contemporánea y figura respetada por encima de querellas doctrinales. Dahl era hijo de inmigrantes noruegos en los Estados Unidos. Recordaba los años duros de la recesión siendo él adolescente, cuando había de recorrer grandes distancias para ir al instituto en mitad de la nieve, pues vivían en Alaska. Andando el tiempo llegaría a ser uno de los grandes teóricos de la democracia en el siglo XX, junto a los Sartori, los Hayek o los Schumpeter. Tengo para mí que esa experiencia vital de los que vienen de abajo, esa voluntad por ascender por méritos propios en un mundo de oportunidades siempre escasas, condicionó el enfoque dahliano del objeto de estudio al que dedicó toda su vida, la democracia.

A veces se le criticó lo que muchos entendían como una función ideológica y justificativa de su teoría de la democracia pluralista, sobre todo frente a los análisis marxistas. El pluralismo era una forma del funcionalismo y no estaba bien visto. Encima, Dahl, que tenía su punto de ironía, reverdeció el concepto hegeliano de poliarquía, no aplicado a la Edad Media sino a las democracias contemporáneas. Este último sigue siendo término de culto en cenáculos, pero el concepto de pluralismo se han expandido entre los estudiosos y la gente en general. La democracia pluralista se ha convertido en staple food de los debates. Casi parece una redundancia pero conveniente en tiempos en que la democracia puede adjetivarse de otras sospechosas maneras, como "socialista" o "popular" u "orgánica" o "islámica".

Desde el punto de vista de la teoría, el enfoque pluralista posibilita otros refinamientos analíticos, como la democracia "neocorporatista" o la "consocional". La categoría de Dahl se mide por la cantidad de vías y perspectivas que abre su obra.  Una obra muy rica porque está edificada sobre bases científicas (expuestas en un temprano texto de 1963, sobre Análisis político moderno), sólidamente empíricas, como sabe todo el que haya leído aquel trabajo pionero que trataba de zanjar en este terreno la espinosa cuestión del poder en ¿Quién gobierna? Democracia y poder en una ciudad norteamericana (1961). Al mismo tiempo, siempre tuvo una visión matizada, pegada a la realidad material. Junto a su cuidadoso y elaborado edificio teórico sobre la democracia política, Dahl argumentaba en favor de una democracia económica, una perspectiva en la que había trabajado con Charles E. Lindblom (1951) y que continuaba con Prefacio a una democracia económica en 1985. O sea, un hombre que alternaba la torre de marfil con la barricada, o más bien la calle, pues eso de barricada es excesivo para Dahl.

En la vida del mundo, Dahl hizo aportaciones importantes en asuntos esenciales del funcionamiento de los sistemas democráticos, siempre entendidos desde la perspectiva pluralista. Su libro ¿Después de la revolución? es una especie de reflexión y balance sobre los años sesenta y las perspectivas que se abrían. Pero sus mayores desvelos los dirigió al funcionamiento de la oposición en la democracia, La oposición política en las democracias occidentales (1966) o Regímenes y oposiciones (1973). La idea es clara: la democracia es democracia si lo es para la oposición.

En 1989 publicó la que, para mí, es su obra principal, el resultado de cuarenta años de trabajos, La democracia y sus críticos, en la que especifica los que considera requisitos básicos de la democracia y polemiza con las visiones críticas de esta. La de Dahl es una teoría democrática de la democracia. En sus obras posteriores pareció ir convirtiéndose poco a poco al campo de esos mismos críticos por cuanto consideraba que la estructura misma de las sociedades capitalistas, especialmente el poder de las grandes corporaciones, impedía y coartaba el funcionamiento de una democracia plena. Esta forma de restricción y falseamiento de la democracia que obstaculiza la participación de la gente en los asuntos públicos ya  venía posibilitada por la propia Constitución de los Estados Unidos. Sin duda una visión crecientemente pesimista que no llegó a imponerse sobre su fidelidad al principio de la democracia como tipo ideal.

dijous, 23 de gener del 2014

Los dineros de los partidos.

Manuel Maroto, Victoria Anderica, Suso Baleato, Miguel Ongil (2013) Qué hacemos con la financiación de los partidos. Madrid: Akal, (70 págs.)

Pues es tiempo de conflictos agudos resulta conveniente acudir a la publicística de combate. Escritos breves, claros, concisos, al alcance de todo el mundo, que traten monográficamente un tema prioritario en la escala de preocupaciones de la ciudadanía, lo analicen, lo critiquen y propongan alguna solución. Siempre que la sociedad se agita y las luchas se enconan, surgen los panfletos. Tienen una injusta mala fama fabricada por quienes no han sabido responderles convincentemente. Los panfletos son compendios argumentados de posiciones políticas (o religiosas, económicas, sociales, etc) opuestas a otras. La revolución inglesa del siglo XVII sería incomprensible sin el alud de escritos en pro o contra del Rey y el Parlamento; la francesa del XVIII, igualmente. Hasta la independencia y la Constitución de los Estados surgieron de un intenso debate animado a base de panfletos. Los papeles del Federalista, ¿qué son sino un puñado de alegatos publicados en la prensa? Eso sí, con un enorme peso filosófico, político y jurídico. El Federalista sintetizó en panfletos la tradición clásica griega, el derecho público romano y la filosofía de la Ilustración. Y ¿qué es el Manifiesto del Partido Comunista, el libro hoy más editado en el mundo entero después de la Biblia, sino un panfleto? Un manifiesto que contiene una filosofía de la historia.

Los panfletos son pieza esencial en la teoría política. Un género muy respetable. El librito en comentario pertenece a una serie de qué hacemos ya con una veintena de títulos. Supongo que también tiene una perspectiva editorial de aumentar las ventas de títulos de crítica en un mercado agónico. La elección del verbo da un tinte leninista a la colección, pues remite al famoso ¿Qué hacer? de Lenin, idéntico al de la novela de Chernichevski. El amarillo elegido para la portada también acompaña. No es el yellow chrome, pero se le acerca

En este caso es una pregunta por el quehacer de la financiación de los partidos políticos, tratada en perspectiva multidisciplinar, con rigor y conocimiento de causa. Consideran los autores el pasado inmediato (¿cómo hemos llegado hasta aquí?), el presente, y aventuran algunas medidas correctoras. La financiación pública es un elemento esencial de la corrupción; esta viene de antiguo, pero no debe considerarse como consubstancial a la cultura española. Mas algo de eso debe de haber cuando las cantidades de financiación de los partidos en 2008 que se dan (p. 14) son manifiestamente desorbitadas y no parecen llamar la atención.

La conclusión obvia del libro es que el sistema político español está por así decirlo gripado a causa de la partidocracia, agravada por el bipartidismo. Los partidos controlan el gobierno, el parlamento e interfieren en la acción del poder judicial. Es inútil esperar de ellos legislación reformista que afecte a sus intereses, singularmente en materia de financiación. La legislación vigente al respecto es inoperante y nada de lo que se ha hecho recientemente en materia de transparencia ha venido a mejorar sino, al contrario, a empeorar las cosas.

La tercera parte, o parte más propositiva, desgrana una serie de medidas perfectamente asumibles en un espíritu de mejorar, democratizar, hacer más transparente y menos corrupta la financiación de los partidos. La cuestión aquí es la fuerza parlamentaria con que se cuente para imponerlas. Y hay una segunda de contenido: la reforma de la normativa corre el mismo peligro de inoperancia que la normativa reformada. Hace diez años, Bruce Ackerman publicaba un libro (Voting with Dollars) en el que proponía una forma de financiación de partidos extraordinariamente sencilla, que podría aplicarse en España con las salvedades precisas: cada elector dispone de un vale de, digamos, 100 euros anuales que puede emplear en favor del partido de su elección. Un país con 22 millones de electores distribuiría en condiciones óptimas 2.200 millones de euros entre los partidos. Con una condición: los partidos acogidos al vale no pueden tener ninguna otra forma de financiación, pública ni privada. Aquellos partidos que renuncien al sistema de vales pueden tener acceso a la financiación privada que deseen. Probablemente la financiación privada estaría siempre por debajo de la pública decidida por la gente. Admitido, es una opción casi idílica. Probablemente no hay otra que seguir reformando la normativa.

En este terreno de propuestas hay al final un proyecto de consolidar y ampliar la democracia, más allá de los límites institucionales, mediante las oportunas reformas que fortalezcan la participación democrática a través de las iniciativas legislativas populares o la creación de órganos ad hoc para que los movimientos sociales tengan acceso relevante al ámbito legislativo. Nada que oponer excepto cierto escepticismo dictado por la experiencia y la realidad cotidiana: la fuerza política que podría apoyar un programa tan sensato como radical está fragmentada en media docena de formaciones. 

divendres, 10 de gener del 2014

La carroña fascista.

Pedro Zerolo ha comunicado que padece cáncer. No le ha dado miedo, ni reparo declararlo y ha cumplido como un señor con su función de hombre público de izquierda.

Palinuro le envía un abrazo y un mensaje de ánimo en este momento especialmente difícil de su vida, con el ferviente deseo de que lo supere.

Al saberse la noticia, un medio fascista, de esos poblados por mala gente, difundió un fotomontaje en las redes en el que se pretendía insultar al concejal del Ayuntamiento madrileño comparándolo con un chimpancé. Es inútil explicar a estos descerebrados que comparar a un ser humano con un animal, con cualquier animal, jamás será un insulto. Un insulto sería compararlo con uno de ellos, de los que hacen esas comparaciones, porque son pura mierda.

Luego, no sé qué cura, al parecer conocido porque, además de parásito como buen clérigo, es falangista, integrista y peor gente que la otra, salió diciendo que el cáncer de Pedro es un castigo de la divina providencia. Palinuro no cree en la existencia de ese ser, pero no duda de que, de existir, utilizaría la boca de este granuja para hacer sus necesidades, porque eso es insultar al dios que dicen adorar, como si no tuviera a qué dedicarse salvo a hacer sufrir inútilmente a los seres humanos. Solo por el cabreo que debe de producir a cualquier dios que lo peor, lo más brutal, criminal, canalla, bajo y rastrero de la humanidad ande siempre invocando su nombre para sus miserias, de existir, debiera enviarle otro cáncer y peor aun. Se lo merece.

(La imagen es una foto de Juanjo Zanabria Masaveu, con licencia Creative Commons).

La delgada línea negra.

Esta es una entrada de reconocimiento y agradecimiento a jueces como Alaya, Castro, Garzón, Gómez Bermúdez, Pedraz, Ruz, Silva y muchos otros de menor renombre pero similares merecimientos.

La última de defensa del Estado de derecho en España son sus jueces. Sin duda, la administración de Justicia tiene baja valoración en la opinión ciudadana, según los sondeos, y eso afecta a jueces y magistrados, lo cual no es enteramente justo. En la medida en que la "administración de Justicia" tiene una entidad material, su principal defecto es la lentitud, achacable a la escasez de recursos, algo de lo que los profesionales no son responsables porque es cosa de los políticos. En la medida en que la entidad quiere ser institucional, por ejemplo, cuando se habla del Poder Judicial, su rasgo es que no existe. No hay un lugar concreto en el que esté residenciado el poder judicial, compuesto por unos miembros que sean mancomunadamente responsables de las decisiones colectivas, como el gobierno y el parlamento. No hay decisiones colectivas del poder judicial. El poder judicial son sus jueces. Cada uno de ellos al actuar es el poder judicial en su plenitud, sin perjuicio del sistema de recursos.

Por eso es tan importante la fibra moral, la personalidad de los jueces individualmente considerados. Y los justiciables tenemos derecho a decir qué jueces queremos, con cuáles simpatizamos. Para Palinuro son dignos de aplauso y agradecimiento los mencionados más arriba, tanto los nominalmente citados como los que no, porque tienen un rasgo en común, su independencia, su rigor y su entrega desinteresada a la causa de la Justicia. Otros ciudadanos preferirán, quizá, otro tipo de juzgadores. Están en su derecho. Lo pertinente es exponer los respectivos méritos ante la ciudadanía para su información.

Los jueces citados al principio son ciudadanos, funcionarios públicos por cierto, cuya importancia para el funcionamiento del Estado de derecho está en agudo contraste con sus recatadas vidas, sus biografías anodinas, la fragilidad material de sus condiciones de existencia, lo modesto de sus ingresos. Son ciudadanos normales que, sin embargo, en el ejercicio de sus funciones, están sometidos a presiones de todo orden, tan atroces que el resto seguramente no alcanzamos a imaginar. La delgada línea negra formada por los jueces, la última defensa de nuestras libertades públicas, nuestros derechos y garantías, se enfrenta a un formidable aparato con todos los poderes legales e ilegales, materiales e ideológicos, empeñado en doblegarlos, ponerlos a su servicio y conseguir así una "justicia" a la medida de sus intereses políticos, religiosos, económicos. Y se enfrentan solos, valiéndose únicamente de su integridad, su valor, su conciencia cívica; y apoyados por los ciudadanos que queremos jueces justos.

Ese aparato desencadenado en contra de unos jueces independientes en una contienda muy desigual tiene a su vez muchos frentes. La primera oposición la encuentran aquellos -y en términos duros, casi descalificatorios- en el ministerio fiscal y, más en concreto, en la fiscalía anticorrupción que -dependientes como son del gobierno- dan la impresión de actuar como defensas de los imputados o acusados siempre que estos tengan relación directa o indirecta con los poderes públicos, desde los presidentes autonómicos hasta los miembros de la Casa Real.

¿Para qué hablar del gobierno? Sus miembros y presidente repiten la jaculatoria del "respeto a las decisiones judiciales" pero no lo profesan sino todo lo contrario. Su interferencia en la administración de Justicia es permanente. Un ejemplo especialmente detestable: la política de indultos del gobierno del PP es una vergüenza. Indultar es siempre torcer la acción de la Justicia (aunque a veces sean los propios tribunales quienes, por alguna razón, recomienden el indulto a la par que condenan) pero hacerlo de modo reiterado, siempre para los delitos de los allegados política o económicamente y hacerlo de formas que suscitan dudas sobre su legalidad es venir a constituirse en un contrapoder de la justicia. 

Más presiones. El frente mediático es especialmente feroz. Aquí no se guardan ni las apariencias de respeto a la judicatura. Los medios impresos con portadas alucinantes, los audiovisuales, las tertulias en donde se dicen cosas atroces sobre los jueces, viralizadas luego a través de las redes sociales son un martilleo constante, muchas veces injurioso y, en ocasiones, frisando la calumnia. No han sido extraños los casos de jueces que se han visto obligados a pedir el amparo del Consejo General del Poder Judicial.

Y más. Los partidos, singularmente el del gobierno por ser el que reúne mayor cantidad de escándalos, imputados, procesos, (pero sin ignorar a algunos otros, aunque sea en proporción menor, como el PSOE o CiU) llegan a extremos de verdadera hostilidad. La sistemática destrucción de pruebas del PP (registro de entradas, discos duros, papeles, correos electrónicos, etc) define qué se entiende en él por colaboración con la justicia. El símil perfecto lo dio hace unos días Rajoy con su necedad habitual: el PP colabora con la justicia cuando el juez, harto de que no le envíen los documentos que reclama, manda la policía judicial a registrar la sede del partido. La práctica de este de constituirse en acusación en los procedimientos que le afectan directamente con el propósito de reventarlos desde dentro (razón por la cual el juez ha tenido que expulsarlo) es otra acabada muestra de colaboración con la justicia.

Y la suprema: el dinero. El dinero en la época de la codicia universal. Todos estos procedimientos son bailes de millones, de cientos, de miles de millones, estafados, evadidos, malversados, indebidamente apropiados, blanqueados, invertidos en opciones opacas, a nombre de testaferros, refugiados en paraísos fiscales. Una asombrosa recua de financieros ladrones, empresarios piratas, políticos comisionistas y sobrecogedores, clérigos logreros, delincuentes de guante blanco y de guante marrón, todos ellos presuntos desde luego, protagonizan una commedia dell'arte de la corrupción tradicionalmente española. Hoy elevada a la enésima potencia por las burbujas financieras en la época de las nuevas tecnologías y la coronación del edificio bajo la forma de una jefatura del Estado, una Corona, que no solamente no está por encima de toda sospecha sino que lo está por debajo de todas ellas. Pues bien, frente a esa degradación de la estima colectiva que amenaza con pulverizar lo poco de Nación que queda a España, solo tenemos esa frágil pero dura línea negra. Nuestra última frontera.

En un país en el que un tesorero, de esos de manguitos y visera, acumula cincuenta millones de euros en una cuenta en Suiza, ¿cuánto pueden algunos empresarios o delincuentes ofrecer a estos jueces por archivar un caso, dejar prescribir un delito, ignorar una prueba? ¿Cuánto a unos funcionarios que cobran unas pagas en nóminas públicas por cuyo monto anual muchos de esos personajes no se levantarían de la cama? Bastantes políticos se venden. Tenemos casos para todos los gustos y todas las cuantías, según el volumen del negocio, desde unos miles de euros en comisiones a millones. ¿Por qué no los jueces? Téngase en cuenta que, además, ya vienen baqueteados, con las costillas brumadas por los medios y su honor pisoteado por auténticos sayones. ¿Por qué no van a razonar como, probablemente, les insinúe el egoísmo en sus horas bajas? ¿Qué necesidad tienen de pasar ese calvario (y, quizá, hacérselo pasar a sus familias) cuando podrían quitarse de líos y disfrutar de una saneada rentita producida por alguna generosa dádiva de uno de esos millonarios delincuentes?

Pues no lo hacen. Y siguen. En esos juececillos que van y vienen afanosos entre focos y micrófonos con sus trajes prêt à porter arrugados y sus corbatas descolocadas, frente a la impecable e implacable elegancia de los mangantes, está nuestra última esperanza de no sentirnos irremediablemente avergonzados de ser españoles. 

Gracias, señorías. Ustedes sí hacen honor al nombre.

dimarts, 3 de desembre del 2013

La gresca en los partidos.

¿Lo imagino o los dos partidos dinásticos están a la greña? Pero no a la greña entre ellos, cual acostumbran, sino dentro de sí mismos. Hay gresca en los dos. Y gresca en las alturas. Los pobrísimos datos de las encuestas siembran el nerviosismo entre dirigentes, militantes de alcurnia, barones, cargos públicos, asesores, políticos profesionales que, si no son una clase ni una casta, algo tienen en común. Datos que auguran catástrofe a corto y medio plazo. Donde no hay harina, etc., etc. La señora alcaldesa, que debe de haberse leído el libro de Miriano y ya está ejercitándolo, pregona los torvos designios de su marido, el único que, junto a Aguirre, según los mentideros de la Villa, puede encabezar una escisión del PP por la derecha. Hay bronca, en efecto, y mucha, en el cuarto de banderas, en especial con las excarcelaciones de etarras que han sacado de sus por lo demás estrechas casillas al ministro del Interior. El gobierno es flojo, blando, pastelero, todo lo hace mal. Y hasta es complaciente con el desafío del separatismo catalán. Vuelven las escuadras, cuando la vieja guardia, al estilo Armada, se retira para siempre.

En el otro partido la bronca es por el presente y por el reciente pasado. El presente está diferido, aplazado a unas primarias que cuesta más convocar que un parto de quintillizos. Porque todos las quieren y todos las temen. Interesante se ha puesto también el pasado, a golpe de memorias. Resulta que la balsa de aceite zapateril era un corral de gallos que ahora sacan los espolones. A Solbes le ha pasado como a Rato, se vio como un milagro y se ve como una plaga. A juicio sale la gestión del gobierno socialista en la crisis. Solbes acusa a Zapatero y sale acusado a su vez por el gran paladín de Zapatero, el entonces ministro y antes pintoresco candidato a alcalde de Madrid, Sebastián.

Pero ese juicio ya lo ha dejado listo el propio Zapatero con una revelación y un gesto. Ha dado a luz la fatídica carta que lo forzó a reformar la Constitución por ordeno y mando de la UE, pues, dice, era eso o el gobierno de técnicos. Fuera lo que fuera, él ocultó la carta que ahora revela en su libro. Cuando menos, no es elegante. El gesto es el de traer a la presentación a Tony Blair, que ya es viejo amigo de la casa. Estuvo en la boda de la hija de Aznar y debe de pensar que los primeros ministros españoles se parecen mucho, al menos en su manía de tirar de él.

Está bien eso de traerse a Blair a la presentación de libro.  Blair le ha dado el espaldarazo de leader, más o menos el que tiene una visión. Puede empezar a actuar como una jarrón chino. En realidad, ya ha empezado con esas memorias que apenas han tenido tiempo de asentarse y ordenarse y reflexionarse. La prueba, la revelación.

dimarts, 12 de novembre del 2013

La conferencia del PSOE y la basura del PP.


La atención mediática suscitada por la conferencia política del PSOE ha llevado a segundo plano otras cuestiones de no menor enjundia. Paradójicamente el evento socialista serviría de cortina de humo para que no se hablase de los últimos disparates de la derecha en el gobierno español y, específicamente, en el madrileño. Que no se hablase de Bárcenas, quien continúa con su pausada estrategia de revelación de más presuntas irregularidades del PP; de las becas Erasmus del ministro Wert, empeñado en suprimirlas por ser vías de acceso de las gentes sin medios a los estudios; de la congénita incapacidad de Ana Botella para gestionar nada más complicado que su personal make up, como se prueba con esa increíble huelga de las basuras en Madrid; o del enésimo desatino autoritario de Rajoy, quien declara que los artículos 1 y 2 de la Constitución son innegociables, que no hay nada que negociar ni dialogar y eso como muestra de la disposición a negociar.

Celoso el PP en un principio del protagonismo mediático del PSOE, pretendió oscurecerlo fabricando un argumentario por el que su gente y sus periodistas a sueldo probarían la inanidad, la inutilidad del esfuerzo socialista. Pero no debía de estar muy convencido de su oportunidad ni debía de darle mucha importancia porque encargó la tarea a Carlos Floriano, en la seguridad de que nadie le haría caso. Como sucedió. En el fondo, lo inteligente para el PP era que los socialistas se llevaran todo el protagonismo dos o tres días. La cortina de humo se haría más densa y no era preciso alertar a la gente con juicios malignos y falsos, tópicos y maledicencias de poca monta.

Así que, exultantes, los socialistas afirmaban haber recuperado la iniciativa, mostrando su capacidad de generar ideas, propuestas y soluciones de consenso para los problemas internos de su partido. El PSOE tiene una acreditada capacidad para llegar a acuerdos en su interior y preservar su unidad, que lo diferencia de otras fuerzas de izquierda, más dadas a enfrentamientos domésticos, anatemas, purgas y escisiones. A lo mejor por ello niegan estas a aquel su condición de izquierda.

El acuerdo más complicado al que los socialistas han llegado es el que afecta a las primarias. Tomás Gómez se quedó solo proponiendo fecha. Nadie lo siguió. El partido cerró filas en torno a la propuesta de que sea el Comité federal el que dije el plazo. Eso no es, evidentemente, poner puertas al campo. Pero se le acerca. De aquí a las primarias, los distintos candidatos pensarán sus estrategias, tomarán posiciones y orientarán su acción en el sentido de la candidatura. Serán inevitables planes, acuerdos. Es obvio que Carme Chacón no va a quedarse quieta; ni Patxi López; ni Emiliano García Page; seguramente ni Tomás Gómez y solo queda que Madina dé un paso al frente. Y Rubalcaba aún no ha ejercitado su derecho a decidir, que él sí se lo reconoce a sí mismo.

No sé si puede llamarse a eso haber recuperado la iniciativa, pero está bien que el partido se mueva, se agite, porque así también se debatirán proyectos y algunas de las cuestiones que la conferencia política ha silenciado o soslayado pueden volver a salir a debate. Y saldrán.

Mientras tanto, en el PP podrían responder si van a hacer algo con respecto a los cuatro nuevos problemas que han tenido la habilidad de provocar en las últimas 72 horas. En concreto:

- Si el gobierno y el partido van a colaborar por fin con la justicia en lugar de entorpecerla y si Rajoy va a asumir la evidente responsabilidad política que tiene en el caso Bárcenas/Gürtel.

- Si el ministro Wert va a dimitir visto su fracaso no solo con las becas Erasmus sino son su Ley orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE) que no tiene detrás más que los votos del PP y, por tanto, nace muerta.

- Si Rajoy va a adoptar una actitud de diálogo con la Generalitat catalana, en lugar de cerrarse en banda a todo intercambio y de estar propiciando ese choque que se dice querer evitar.

- Si Ana Botella, por fin, va a dimitir, vista su incapacidad para conseguir que los madrileños tengamos un servicio de recogida de basuras por el cual pagamos nuestras tasas e impuestos. Llena de pasmo que una alcaldesa incapaz de garantizar la limpieza de las calles pidiera traer los Juegos Olímpicos 2020 a la capital con tanto ahínco como para hacer el ridículo. Ella, que quería "limpiar" las calles de prostitutas y mendigos, ni siquiera puede limpiarlas de los montones de bolsas de basuras.

(La imagen es una captura del twitter de Verbal Kint).

dijous, 7 de novembre del 2013

Inauguración del Máster de Política y Democracia. UNED.


El viernes, 8 de noviembre, a las 12:00 inauguramos el Máster de Política y Democracia con una lección magistral impartida por la catedrática de Filosofía y consejera de Estado Amelia Valcárcel sobre el tema que figura en el cartel. Por cierto, no se hará en el salón de actos, como reza el dicho cartel porque hemos tenido un accidente: una rotura de una cañería ha inundado la "pecera" del salón  y no podremos grabar la conferencia en streaming. Por ello, el acto se traslada al salón A de la contigua Facultad de Derecho que, de momento, está en secano.

Espero que guste la imagen del cartel. Es un dibujo de Edward Burne-Jones, un prerrafaelita tardío. La imagen del Minotauro es fabulosa y la obra tiene mucho humor.

Entrada al acto, libre.

dilluns, 7 d’octubre del 2013

Publicoscopia entrevista a Palinuro.


Les comparto, como se dice en las redes, una entrevista que me ha hecho el digital Publicoscopia. La inserto a continuación pero, quien quiera verla en la publicación original, un poco afeada por el careto del doble de Palinuro y una breve semblanza del precito, que pinche aquí.

publicoscopia.- Siendo usted catedrático de Ciencias Políticas, ¿nos podría explicar cómo ve usted la política española actual?

Ramón Cotarelo.- No puedo llamar “política” a una actividad desplegada por un gobierno presidido por un presunto corrupto, hecha de silencios, mentiras y trágalas.

publicoscopia.- ¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie para quitarse de encima a esas personas que se hacen pasar por políticos y que aprovechan el poder para beneficiarse a sí mismos?

Ramón Cotarelo.- Tomar conciencia de la situación. Criticar los abusos. Llegado el caso y si la situación lo exige, desobedecer y, a la hora de votar, negarles el voto.

publicoscopia.- Usted ha dicho que como español quiere que España siga siendo lo que es pero voluntariamente, no por la fuerza ni por imposición. ¿Cómo cree que terminará el movimiento independentista catalán?

Ramón Cotarelo.- Si no hay cambio de rumbo en la política española con Cataluña independiente.

publicoscopia.- Una Catalunya independiente quedaría necesariamente fuera de la Unión Europea?

Ramón Cotarelo.- Claro que no. Esa amenaza es una vergüenza para todos los que la formulan.

publicoscopia.- ¿Cómo le afectaría al estado español la secesión de una parte del territorio?

Ramón Cotarelo.- Muy negativamente. Sería un terrible mazazo al autoaprecio nacional. Pero quizá por eso mismo pudiera iniciarse un movimiento de verdadera regeneración, aunque lo dudo.

publicoscopia.- ¿Qué le parecieron las palabras de Duran i Lleida con las que afirmó que con el sueldo de un profesor no tendría ni para comer?

Ramón Cotarelo.- Las únicas verdaderas que quizá haya dicho en su vida, sobre todo teniendo en cuenta lo que come y en dónde come.

publicoscopia.- ¿Cómo es posible que las altas esferas políticas estén llenas de gente que se mueve únicamente por dinero? ¿No hay alguna fórmula política para evitar que ese tipo de personas lleguen al poder?

Ramón Cotarelo.- Sí: una vigilancia crítica en los partidos, transparencia en la gestión, control, rendición de cuentas, exigencia moral, intransigencia con todo tipo de corrupción. Y, al decir todo, me refiero a las muchas clases de corrupción en nuestra sociedad.

publicoscopia.- Si usted gobernara, ¿cuál sería la primera ley que aplicaría?

Ramón Cotarelo.- La ley de responsabilidadess políticas y penales por la dictadura franquista.

publicoscopia.- ¿Qué papel diría que juegan actualmente los medios de comunicación en el ámbito político?

Ramón Cotarelo.- Depende de qué medios hablemos. Los medios de la derecha (ABC, La Razón, El Mundo, La Gaceta, la COPE, Onda Cero, Tele5, etc) son panfletos al servicio directo del capital y la iglesia; algunos claramente fascistas. Incluyo los audiovisuales públicos del PP. Los audiovisuales públicos del PSOE también son muy parciales aunque guardan las formas. Los demás tienen un pasar que sigue dejando bastante que desear, pero no son la vergüenza de los otros.

publicoscopia.- Usted colabora con diferentes medios, pero no lo vemos habitualmente en tertúlias ni en otros programas de opinión. ¿Por qué motivo?

Ramón Cotarelo.- Estoy en todas las listas negras. Todas. Las de la derecha y las de la izquierda.

publicoscopia.- ¿En qué cree que desembocará esta crisis que estamos viviendo?

Ramón Cotarelo.- Esta crisis está para quedarse y desembocará en más crisis.

publicoscopia.- Para acabar le propongo un juego. Yo le doy seis nombres y usted les tiene que adjudicar un adjetivo a cada uno de ellos: Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba, Artur Mas, Pere Navarro, Carme Forcadell y Oriol Junqueres.

Ramón Cotarelo.- Rajoy: presunto; Rubalcaba: antiguo; Mas: jugador; Navarro: iluso; Forcadell: esforzada; Junqueres: ambiguo.

(La imagen es una foto de Wikipedia, una porcelana de Francesco Xanto Avelli da Rovigo, de Urbino (h. 1535), que representa el momento en que Palinuro cae al mar por la borda. Está en el Taft Museum of Art, en Cincinnati, Ohio, bajo licencia Creative Commons).

divendres, 4 d’octubre del 2013

La política de la muerte.


Los muertos nos acechan, nos asaltan, llegan a cientos a nuestras playas. Los muertos que hemos matado con nuestra indiferencia, nuestro egoísmo, nuestra insolidaridad. Los muertos llueven. Caen en Siria, en Afganistán, en México, en Palestina, en los colegios de los Estados Unidos, los balnearios noruegos o los trenes españoles. Y sus muertes son siempre un escándalo. Pero estos doscientos africanos que se han ahogado ante Lampedusa, mujeres, hombres, niños, tienen algo especial. Se nos echan encima, nos amargan la existencia. Hasta el Papa dice sentirse avergonzado. Un sentimiento que compartimos muchos. Un sentimiento noble engastado en otro menos noble, en otro de perversa autocomplacencia: somos unos privilegiados. La gente se juega la vida por entrar en nuestra casa. Y la pierde a puñados. Es, desde luego, escandaloso, una vergüenza. Hay que arreglarlo pero, por favor, no podemos abrir nuestras fronteras. Pereceríamos todos. Definitivamente, menos noble.

Porque la vergüenza nos la inspiramos nosotros mismos. Nosotros somos la vergüenza. Y parece como si, al sentirla, y confesarla en público, cuando los africanos perecen a puñados ante nuestras costas víctimas de la codicia de los traficantes y de la incompetencia o la indiferencia de las autoridades, pudiéramos olvidarnos de nuestros propios muertos, de los que matamos en esa casa por entrar en la cual pierden la vida tantos desgraciados de fuera.

La muerte no es cosa de cantidades. Ese indigente muerto de inanición en Sevilla vale por todos los africanos del mundo. Por todo el mundo en realidad. Plantea una cuestión bien terrible: ¿cómo hemos llegado a esta situación en la que, en mitad de la abundancia, la gente pasa hambre y alguna, a la vista está, muere de ella?

Pero también puede ser de cantidad. ¿Cuántos suicidios por desahucio llevamos? Formalmente son suicidios. Materialmente son asesinatos. Ninguna madre de cinco críos se suicida así porque sí.

Son asesinatos. Todos. Los de fuera y los de dentro. Asesinatos perpetrados por un orden basado en la violencia estructural más extrema, esa de la que no tiene ni idea el ministro de Justicia, pero la usa para sus torcidos fines. Porque él, tan creyente, es parte de una política de partido que, profesando de boquilla el individualismo cristiano, carece de toda consideración por la dignidad de la persona. Más aun: considera a las personas mercancías. Rajoy sigue su periplo vendiendo la Marca España. Ahora, en el Japón, ha expuesto claramente esa visión mercantilizada de los seres humanos propia de estos neoliberales. Quiere convencer a los inversores japoneses de que es una buena ocasión para meter dinero  porque él ha bajado los salarios en España.

La política de la derecha neoliberal es política de muerte. Los seres humanos son mercancías; las mercancías se deterioran, se echan a perder, se hacen obsoletas, envejecen; hay que deshacerse de ellas y, las que resten, ponerlas a buen precio. Lo dijo hace unos meses una de esas responsables de sanidad del PP (madrileño, creo) con aire de experta en master de administración de la salud o cosa parecida ¿Tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema? Ándele, pregunte al cargo qué entiende por sentido. Las bocas inútiles. La política de la muerte. Es ya más que la biopolítica foucaultiana. Es directamente la tanatopolítica.

Rajoy considera la Marca España como una especie de empresa. España es una empresa; los españoles somos los trabajadores y la empresa siempre quiere rebajar los salarios para aumentar los beneficios. Siempre. Y como, según el catón económico que alguien ha metido en la cabeza al presidente, son los empresarios los que generan empleo, hay que garantizarles los beneficios. Si para ello es necesario despojar a los compatriotas de sus derechos y entregarlos en condiciones de servidumbre, se hace. Y, además, se dice. Rebajar los salarios, reducir las pensiones, eliminar subvenciones, subsidios, prestaciones, becas, ayudas. La política de la muerte va precedida del expolio.

Aun así, no pasa nada y todo el mundo se pregunta por qué. ¿Por qué? Miren Lampedusa. Miren los restos de quienes han muerto por llegar aquí a que los exploten, los maltraten, los prostituyan, los encarcelen o los maten. ¿Lo ven? Es una vergüenza, sí, pero son ustedes unos privilegiados. Y estar peor es solo cuestión de proponérselo.

dimecres, 11 de setembre del 2013

La comunicación es la base de la política.


Mañana y pasado se celebra en Granada un congreso internacional de Comunicación Política y me han elegido para pronunciar la lección de clausura. El congreso se desarrollará en inglés y mi intervención, también, con lo cual me siento un poco como Ana Botella, aunque espero no monopolizar Youtube.

Mi conferencia se titula Mastering Minds: The Fortunes of Political Advertising y constituye un intento de explicar la evolución de la comunicación política, desde sus orígenes en la propaganda política hasta el día de hoy. Se pretende asimismo trazar una línea entre propaganda y comunicación y, por último, se trata de plantear los problemas que surgen cuando se analizan las cuestiones de la comunicación política desde una perspectiva moral que afecta al comportamiento individual.

Tod@s l@s amig@s están cordialmente invitad@s.

dimarts, 25 de juny del 2013

La justicia y la política.


La política y la justicia son dos actividades muy dignas en sí mismas. La política está mucho más desacreditada que la justicia, pero no es por la cosa en sí, sino por el uso que de ella hacen los que la practican, los políticos. La proporción de políticos corruptos es muy superior a la de jueces corruptos. Pero mucho. Tanto que, aunque la justicia también tiene sus defectos y vicios, acaba apareciendo como el único amparo de los ciudadanos frente a una bellaquería de los políticos, una voracidad y un despotismo a veces insoportables. No sería así si cualquier delincuente pudiera hacerse pasar por juez con la facilidad con que puede hacerse pasar por político. Estamos acostumbrados. ¿No crearon Jesús Gil y Ruiz-Mateos sendos partidos o agrupaciones de electores para sus fines particulares, incluido el de ponerse a salvo de la justicia? ¿No anda Mario Conde también tonteando en la política?

Cierto, estábamos acostumbrados. Y, no obstante, la tremenda peripecia de Berlusconi nos pone ante una evidencia preocupante: la fuerza de una política corrupta a la hora de tergiversar el curso de la justicia casi hasta ponerlo a su servicio. Al final del camino, la justicia ha decidido y ha condenado. Pero ha costado casi veinte años. Ha costado que Berlusconi instrumentalizara todos los mecanismos e instituciones de poder de su país y de hecho convirtiera el sistema político en una especie de juego mafioso al servicio de sus intereses. Ayudó y mucho que tuviera un cuasimonopolio televisivo y una influencia determinante en los medios impresos. Con los audiovisuales públicos en sus manos, Berlusconi tenía casi un poder absoluto del universo mediático italiano. Una prodigiosa manipulación nacional.

Y, no obstante, durante esos años, il cavaliere ha protagonizado numerosos escándalos con los más insospechados ingredientes, ha hecho declaraciones agresivas contra la judicatura, ha jugado de tal modo con la actividad legislativa y ha comprado voluntades de representantes tan a mansalva que ha dejado el prestigio del Parlamento por los suelos. El único sentido de la política en Italia era conseguir que a Berlusconi no lo pillaran los jueces, que pudiera burlar la ley.

Vale. Berlusconi parece haber sido gran amigo de Aznar, por sí mismo o a través de su yerno. Da igual. El caso es que el hombre acudió al inenarrable espectáculo de la boda del Escorial, en compañía de Correa, el Bigotes e tutti quanti de la corrupción española. No cayó allí por casualidad. 

En España no hay un Berlusconi que truene contra los jueces en la radio y la televisión llamándolos rojos, comunistas o resentidos. No, aquí hay muchos berlusconcitos, disparando contra la judicatura. Portavoces, voceros, personalidades relevantes, significativos dirigentes que, en lugar de colaborar dligentemente con la justicia, le ponen trabas y la acusan de parcial, sesgada, animada de inconfesables pasiones. Dice el señor Floriano, cuya capacidad para hacer el ridículo es directamente proporcional a la necedad de sus afirmaciones, que aquí no hay un proceso judicial, sino una causa general, se entiende, contra el PP y movida "por insidias". La soga en casa del ahorcado. Primeramente, no debiera hablar de "causa general" el portavoz de un partido fundado por un ministro de Franco quien, hasta la fecha, es el único que ha abierto una causa general en España. En segundo lugar, lo que de general tiene la causa no lo decide el juez sino los encausados que, por lo que va viéndose, son todos los peperos que pintan algo: Aznar, Rajoy, Cospedal, García Escudero, Arenas, Mato, Barberá, Camps, Crespo, Bárcenas, Sepúlveda, el albondiguilla, Álvarez Cascos etc, todos se forraban a sobresueldos o recibían regalos suntuosos de una trama de delincuentes. Hasta los militantes, al decir de Arantza Quiroga, están "asqueados" con estos mendas.

Los jueces necesitan todo el respaldo ciudadano para ayudarlos a superar esta inquina y sistemática difamación de los poderosos, interesados en que de ninguna manera se haga justicia.

Una política basada en la ausencia de justicia solo es tiranía.

(La imagen es una foto de Alessio85, bajo licencia Creative Commons).