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dijous, 20 d’octubre del 2016

La caída de los dioses

En los lejanos años 80 del siglo pasado, los socialistas llamaban a Felipe González "Dios", prueba a la vez de su educación religiosa y su irreverencia. Ese "Dios" descendió del Olimpo y se autoatribuyó la condición de "jarrón chino", costoso, delicado, pero de mucho estorbo. Y, en efecto, al cabo de un tiempo, el jarrón, a fuerza de estorbar, ha acabado hecho añicos. En la sede socialista de Torrent, figura el retrato de González junto al de Pablo Iglesias, solo que él está cabeza abajo El "Dios" se hunde en el descrédito. En la Autónoma le han releído su propio pasado en clave negativa en un virulento escrache de anticapitalistas.

El boicot iba dirigido asimismo contra el otro conferenciante, Juan Luis Cebrián, otro "Dios" y este mayor que el socialista porque lo es de los medios. Cebrián es el símbolo vivo de El País, periódico que atesora un pasado de prestigio como vehículo de la democracia en España, pero en los últimos años ha ido perdiéndolo, hasta caer en el estigma de prensa del gobierno. De hecho, la reacción del diario al escrache ha sido de subida militancia, acusando a Podemos -como lo hace el PSOE- de instigar a la violencia. Dice El Plural que "sin pruebas". Depende de lo que se consideren tales. Dada la mutua animadversión entre Podemos por un lado y el PSOE institucional y El País por el otro, lo sucedido era muy de prever.

Lo cual no quiere decir que sea justificable. En absoluto. Impedir la libre exposición de las ideas no es aceptable y menos cuando se hace tumultuaria y violentamente. De ningún modo. Toda censura del tipo que sea implica una presunción de infalibilidad de la parte del censor. Téngase en cuenta que, dado el contexto del acontecimiento -unas jornadas a base de conferencias- lo que los exaltados boicoteadores gritaron y exhibieron podían haberlo dicho tranquilamente en el curso del coloquio. Todo. No hacerlo y recurrir a la violencia, la coacción y el boicot es una muestra de inseguridad y debilidad. Solo quien desconfía de sus ideas se niega a contrastarlas en público.

Los dioses del pasado han perdido su aura y son hoy objeto de ludibrio. Tanto que es preciso encontrar alguna razón. Algo que explique esa encendida animadversión que suscitan ambos. Y no se me ocurre otra que recordar cómo los dos personajes, González y Cebrián, han actuado siempre en sintonía, habiéndose esta reforzado con la entrada de Rubalcaba en el consejo editorial del diario. Este aparece así como el puente que une el gobierno de la derecha (de cuyo beneplácito depende económicamente al parecer) con el PSOE. Dado que, a su vez, algunos bancos han invertido en la empresa, es difícil encontrar un símbolo más acabado del poder en la España de la Restauración. Un bloque de poder que influye decisivamente sobre la opinión pública en pro de una política de partido, favoreciendo a unos, atacando y desprestigiando a otros y manipulando la información a extremos grotescos. Esta actividad no es un escrache más o menos tumultuoso y efímero, sino una política deliberada, aplicada día a día, desde poderosos centros de influencia para manipular la opinión pública al servicio de los intereses de la estúpida, corrupta y sempiterna oligarquía española; la maldición de este país.

No es violento, no es tumultuario, pero es igualmente agresivo, si no más. Y es igualmente condenable.

dimecres, 19 d’octubre del 2016

El laberinto de la izquierda

Las desavenencias de la izquierda son en buena parte las causantes del marasmo de la política española. Otra buena parte se debe a la resistencia numantina de Rajoy a dejar su cargo para facilitar un entendimiento entre partidos. En alguna de sus salidas de pata de banco, todas ellas contradictorias, Rivera llegó a pedir que Rajoy se marchara como condición para apoyar al PP. Pero la responsabilidad mayor recae sobre la izquierda. Dadas las circunstancias, la derecha no tiene que hacer nada. Lo harán por ella. A Rajoy le bastará con sentarse a la puerta de La Moncloa a ver pasar el cadáver de su enemigo. Y es posible que lo consiga.

El PSOE se ha vuelto contra sí mismo. Los conjurados del 1º de octubre escenificaron un golpe palaciego movido, según parece, por la sospecha de que Sánchez, amparado en la decisión del CF del NO es NO, que muchos de ellos lamentaban, se preparaba para saltarse la prohibición del pacto directo o indirecto con los indepes catalanes y Podemos. Consiguieron la dimisión del SG y pusieron en pie una comisión gestora cuyo objetivo, en realidad, es saltarse a su vez la decisión anterior del NO del CF a base de obligarlo a desdecirse con maniobras tan turbias como el voto a mano alzada en la comisión ejecutiva y el voto secreto en el CF. Y todo para que, abstención mediante, gobierne el PP bajo el liderazgo de ese indescriptible personaje, Rajoy.

Un gobierno que está desmantelando el Estado del bienestar, que ha arruinado la Seguridad Social (con un déficit record este año); endeudado como nunca al país; gobernado de modo autoritario, con desprecio del Parlamento y burla a la opinión pública; amparado la mayor red de corrupción que haya habido jamás, de la que, según los jueces, se benefició directamente el PP. Un gobierno que en todos sus niveles, tiene una enorme cantidad de presuntos delincuentes, muchos de los cuales están siendo juzgados ahora y otros, probablemente, lo sean en el futuro, según vayan produciéndose revelacioness en estos procesos.

El presidente de la comisión gestora, Javier Fernández, ha resultado persona muy locuaz y se ha prodigado en todos los medios, explicando y justificando esa abstención que no tiene por qué defender. Su falta de sentido del juego limpio lo lleva a reconocer compungidamente que "ha faltado diálogo" cuando él no ha dejado de largar desde el minuto uno del golpe. Y con una ristra de falacias y perogrulladas del tipo de "abstenerse no es apoyar", "me comprenden más los de fuera que los de dentro", etc. Coronada por esa afirmación de que "el edificio político del PSOE está muy dañado, pero conservamos el solar". Más que dañado, da el edificio por destruido, por eso queda el solar. Debe de referirse al solar hispánico. Aunque lo decisivo de su juicio es la idea de que comienza la reconstrucción del PSOE, condicionada a su pase a la oposición. 

Es el lenguaje de El País, urgido en ocultar el destrozo y embellecer la situación a base de imaginar un gobierno del PP maniatado por la oposición. Este cuadro quiere abrirse camino so pretexto de ser más inteligente que el NO es NO porque opta por el "mal menor" frente a las terceras elecciones. Pero eso de que la abstención es el "mal menor" es un juicio tan subjetivo como el de quien cree lo contrario, que el mal menor son las terceras elecciones.

En todo caso, en los comités, comisiones, corrillos, consejos y conciliábulos de los mandarines la decisión está tomada: abstención. El CF decidirá y, luego, que cada palo aguante su vela. Hay quien votará "no", sabiendo que la decisión final será abstención y quien pide el ostracismo para los votantes del "no". Eso de la democracia es solo para los días de fiesta de guardar. De lo que ninguno habla es de la rebelión de las bases, justo lo más interesante para Palinuro. Los medios la acallan y los socialistas de la gestora la ignoran. Pero está, se ha abierto camino en las redes y ejercerá su derecho al pataleo con una presentación de las firmas contra la abstención y un acto público a la puerta de Ferraz.

Si sale la abstención, será contra la voluntad de una cantidad de militantes que incluso puede ser la mayoría. Y, desde luego, se abrirá un periodo en el que lo que quede del PSOE habrá de recomponerse bajo el permanente chantaje del gobierno de convocar unas elecciones anticipadas (terceras en diferido) y la presión de Podemos por la izquierda, en busca del sorpasso, como única oposición real. En esa actitud de Podemos, que le llevó a votar en contra de la candidatura de Sánchez, está el arranque de la nueva desavenencia de la izquierda, que se mantiene. Es imposible que haya un gobierno de izquierda si lo que Podemos busca es la destrucción de la socialdemocracia.

Y es imposible que, destruido el PSOE, alcance Podemos la hegemonía porque su fusión con IU y sus veleidades radical-populistas lo confinan a una franja de electores relativamente reducida. Con un espacio socialdemócrata huérfano ¿es muy arriesgado pensar que si el PSOE no se refunda de arriba abajo puede salirle un partido socialdemócrata competidor?

¡Es Cataluña, estúpido!

La infamia que los golpistas del PSOE se aprestan a hacer dando paso a un gobierno del PP, el partido más corrupto de la historia de la democracia, dirigido por el peor presidente que ha habido, tiene una causa oculta, una que nadie menciona, una que los miembros de la Gestora esconden celosamente mientras hilan falacias y sofismas para justificar lo injustificable. Invocan la necesidad de evitar terceras elecciones, sollozan que no hay alternativa, engañan y mienten sobre los procedimientos, los modos, las maneras de actuar dentro de su partido. Hacen lo que pueden para garantizar que, en efecto, esta asociación de presuntos malhechores que ha esquilmado el país, que ha vaciado la hucha de las pensiones y ha llevado a la Seguridad Social a la quiebra, pueda seguir haciendo sus fechorías.

Parece literalmente absurdo que un partido que se dice socialista entregue el país en manos de una banda de supuestos delincuentes de clase. Es imposible que, por muy desalmados y vendidos que sean, no se den cuenta de que, además, con esta decisión, están cavando la tumba de un partido de la izquierda más que centenario. Tiene que haber alguna otra razón que explique un comportamiento tan estúpido como malvado.

Y la hay: el PSOE es un partido español a la vieja usanza. Sus máximos dirigentes son todos nacionalistas españoles que en nada se diferencian en este aspecto de los de "una, grande, libre". Han intuido que, en la coyuntura actual, hay un riesgo para la unidad de España producido por el independentismo catalán a cuyos cantos de sirena presumen (sin ninguna prueba en concreto) que se había rendido Pedro Sánchez. Y han montado una conspiración, han dado un golpe de mano, forzado la dimisión del SG, y se preparan para abstenerse en la votación de investidura para que haya un gobierno de la derecha al que ellos dicen que se opondrán, pero al que, en realidad, apoyarán en una política de unión nacional. Porque, en lo tocante a Cataluña, no hay diferencia entre la izquierda y la derecha españolas.

Solo la rebelión democrática de las bases del PSOE puede, si acaso, evitar esta infamia.

De eso trata mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El estado se prepara y cuya versión castellana incluyo aquí:

El Estado se prepara

El desbarajuste de la política española tiene muchas explicaciones. Todas se resumen en el término crisis. Una crisis política que ha venido cabalgando sobre otra económica cuyo final no se avista. Al contrario, lo que se avista son mayores dificultades y problemas. Y en el orden político también. Lo que empezó como un resurgir del independentismo catalán, vigoroso en las calles, pero sin incidencia institucional, se ha convertido en la acción regular, cotidiana de gobierno de la Generalitat camino de la desconexión. Y, del otro lado, se han puesto en marcha los mecanismos procesales contra autoridades y exautoridades catalanas en un horizonte represivo que no agrada a nadie.

Esta es la razón última de esa crisis política. Y la verdadera. Su más llamativa consecuencia hasta ahora es la fractura del PSOE en dos. Los de Podemos también se atribuirán parte del crédito en esa división. Es su relato: al aparecer Podemos, regeneración de la izquierda, IU quedó absorbida y el enfrentamiento con el PSOE no produjo el ansiado sorpasso, pero ha dejado al partido partido. Es cierto que Podemos preocupa en el PSOE, pero no tanto como el peligro para la unidad de España que cree ver en Cataluña. Aquella invención de Sánchez acerca de la “ruptura de la convivencia en Cataluña” representa una opinión muy extendida entre los socialistas.

En esta situación, el sector más nacionalista español del PSOE empuja a este partido a una especie de frente nacional vergonzante a base de abstenerse y posibilitar un gobierno del PP. No se atreven a proponer una gran coalición abiertamente (aunque a los más de derechas no les faltan ganas) , así que la disimulan con esta aceptación de un gobierno de la derecha que tendrá su apoyo, sin duda, en todos los asuntos de Estado. Y ¿hay algo más de Estado en España que Cataluña?

Después de diez meses de crisis, esta sigue sin resolverse, pero la urgencia catalana fuerza una solución de “unión nacional”, en la que la derecha manda y el PSOE apoya. Quizá sea el mayor realismo de los socialistas el que les haga ver la necesidad de anteponer los intereses de España a los de su partido, como suelen decir todos. La intención de esta unión nacional es fortalecer el Estado frente al consabido reto.

La idea de que el Estado que quieren fortalecer los socialistas debiera ser muy distinto al que quiere fortalecer el PP, ni se considera. La derecha tiene las manos libres para abordar en su estilo los “asuntos de Estado”, de su Estado y ya ha dado la primera señal de cómo entiende su cometido: considerando que el independentismo catalán es un asunto de orden público. Y de ese cálculo fundamentalmente autoritario y erróneo será cómplice el PSOE.

Dentro del campo socialista, el problema se le plantea al PSC. El patriotismo de partido funcionará, pero será muy difícil que, de esta fractura ideológica del PSOE no salga otra territorial, con un Partit dels Socialistes de Catalunya separado de su matriz. Hasta la fecha, una de las funciones del PSC era influir en el PSOE a favor de Cataluña y trasmitir a Cataluña la conveniencia de apoyar al PSOE. La cuestión se pone muy difícil cuando apoyar al PSOE significa apoyar al PP. Y es una cuestión de supervivencia.

Los preparativos del Estado, no obstante, no van más allá de garantizar el apoyo parlamentario a las medidas que pueda ir improvisando el gobierno, básicamente en el ámbito judicial. Seguirá sin haber iniciativa política alguna, ni propuesta de negociación o acuerdo. Seguirá sin haber, incluso, voluntad de escuchar a la otra parte, como durante la última conferencia de Puigdemont en Madrid. En esas condiciones, en ausencia del contrincante, el independentismo continúa con su trabajo organizativo y legislativo para poner en pie las estructuras de un Estado nuevo. Por primera vez en este prolongado contencioso, el proceso no se supedita a la disposición del Estado a entablar negociaciones sino que continúa con independencia de aquel, de modo unilateral, y lo que se perfila al final del camino es una decisión de carácter unilateral, sea un referéndum o una declaración de independencia.

El Estado trae diez meses de retraso y la negativa a las terceras elecciones demuestra que la intención es evitar que el retraso llegue al año y medio de forma que lo primero que se encuentre el gobierno de España salido de esas terceras elecciones sea una DUI.

dimarts, 18 d’octubre del 2016

Órdenes son órdenes

Mal tienen que ver las cosas los de la Gestora abstencionista para que, después de varios globos sonda, la señora Díaz haya decidido dejarse de disimulos y ordenar la abstención del PSOE. Lo ha hecho por boca del secretario de organización, Juan Cornejo quien, a su vez traslada la posición de la Comisión Ejecutiva andaluza. Se acabó la broma. El PSOE se abstendrá y los 85 diputados acatarán la decisión del CF como un solo hombre. El que no lo haga, aténgase a las consecuencias. Debería, según Cornejo, entregar su acta de diputado. Punto.

Sí, las cosas están muy mal. Ya no basta con los sabios consejos de los mandarines, las especiosas razones de los miembros de la Gestora o el cerrado apoyo de los medios, encabezados por El País, cuyos editoriales son consignas en favor de la abstención y ataques a Sánchez y sus seguidores. Ya no basta la propaganda. Hay que acudir a la jerarquía, el ordeno y mando y la amenaza. Frente a la decisión abstencionista está produciéndose una rebelión de las bases, incluidas las andaluzas. A cortocircuitar este movimiento viene la tajante posición y dura advertencia de la autoridad. Las bases en esto no cuentan o yo no he oído a Cornejo o algún otro abstencionista tomarlas en consideración. Cuando estos señores se refieren a que hay unanimidad en el PSOE andaluz sobre la abstención, se refieren a sus órganos representativos, pero no al sentir de la gente que, como es natural, niega ese carácter representativo como contrario a su parecer.

La rebelión se ha extendido como la pólvora, a Madrid, Zamora, Cantabria, parte de Asturias, Murcia, Baleares, Valencia, Galicia, Euzkadi, Canarias, Navarra y, por supuesto, Cataluña, cuya dirigencia ya ha aclarado que los socialistas catalanes votarán "no" a Rajoy. En este enfrentamiento entre los dirigentes andaluces y los catalanes se anticipa lo que puede ser una reedición de las dos Españas, pero dentro de la izquierda. Con la consecuencia de que se generalice la visión del PSOE como un partido andaluz disfrazado de español, lo que suscita animadversión en el resto del Estado y, desde luego, en Cataluña. A las bases se suman voces de dirigentes relevantes y con autoridad, hasta dentro de la propia Andalucía, de forma que esta querencia abstencionista cada vez tiene peor prensa.

Y con razón. La Gestora y sus animadores carecen de las dos piezas esenciales para ganar un debate: no tienen justos títulos y tampoco tienen razones válidas. La falta de títulos es evidente. Sin valorar la forma en que se constituyó la gestora, esta no ha hecho otra cosa que extralimitarse con decisiones y declaraciones que no le competen pues es un mero órgano de gestión diaria, no un centro de adopción de decisiones. Ya hay quien los ha denunciado en el juzgado de guardia.

Además de carecer de justos títulos, la gestora y sus partidarios carecen también de argumentos. Justifican la abstención por la necesidad de evitar terceras elecciones, pero no responden a las observaciones de que el resultado que prevén malo se deba a la situación en que ellos mismos han puesto a su partido y menos lo hacen a la sugerencia de que enmienden su yerro y repongan a Pedro Sánchez en el cargo del que tan indignamente fue destituido.

Por no hablar de esa tartamudeante excusa de que un gobierno en minoría del PP estaría atado de pies y manos por una oposición intransigente. Un poco más de jabón y acaban afirmando que Rajoy tendrá que gobernar con el programa de la oposición. No es solo un argumento falso; es una mentira deliberada. En cuanto el gobierno pierda un par de votaciones que le interesen, disuelve las Cortes y convoca elecciones anticipadas, con un PSOE destartalado, sin dirección y en cierto modo cómplice de las demasías de la derecha. Adiós PSOE.

El terror a las terceras elecciones es el terror a tener que gobernar en condiciones extraordinariamente difíciles. Tanto que los abstencionistas prefieren que lo haga el PP, en el estilo, con las formas y objetivos característicos de esta orientación política. Es la tradicional cobardía de la izquierda, siempre sumisa, dispuesta a aceptar las imposiciones de la derecha sobre todo si intuye que hay un horizonte problemático en la siempre viva cuestión catalana. Frente a ese "reto", las diferencias entre la izquierda y la derecha españolas se difuminan a favor de la derecha.

La pregunta es: ¿hasta tal punto importa al PSOE mantener un simulacro de Estado que está dispuesto a poner el gobierno en manos del partido más corrupto y con el peor presidente de la historia de la democracia?

Si, como dice Cornejo, no hay duda alguna de que el PSOE no quiere nada con el PP, lo mejor es demostrarlo con un NO y no con una abstención que es un NO/SI.

dilluns, 17 d’octubre del 2016

La rebelión de las bases

El país está viviendo la crisis del PSOE con inflamado entusiasmo. Socialistas, no socialistas y hasta antisocialistas siguen los acontecimientos al minuto, discuten sobre ellos, aventuran resultados. El conflicto monopoliza los medios que apenas prestan atención a las explosivas declaraciones de Correa en la vista y las decisiones de los independentistas catalanes. Hasta hay quien sostiene que el conflicto en el PSOE es una "cortina de humo", para que no se hable de la Gürtel. No es probable porque la Gürtel tiene una trascendencia muy superior a los debates socialistas ya que, en realidad, es la cara delictiva del gobierno del PP. Ninguno de los dos asuntos tapa al otro, ambos son permanente noticia y solo la cuestión catalana, la verdaderamente seria, pasa a la sombra, a un segundo plano. 

Los entreguistas han cometido dos grandes errores: de un lado, no esforzarse mucho en argumentar su posición porque dan por supuesto que las bases, la militancia, mantendrán la actitud de indiferencia, hastío y distanciamiento que adoptaron en los tiempos de Rubalcaba. Y no ha sido así sino que los dos años de la SG de Sánchez parecen haber servido para revivir el activismo de los militantes, la conciencia de su importancia y su propósito de hacerse oír democráticamente.  El segundo error, aun más grave, ha sido infravolorar desde el principio la fuerza de esta movilización de la militancia.

Se extiende la especie, sabiamente manipulada por los medios de comunicación, todos ellos al servicio del PP, de que el golpe de mano del 1º de octubre fracturó el PSOE en dos mitades y esa fractura se mantiene. Pero se trata de un juicio interesado, un juicio de parte. El PSOE parece dividido, sí, pero no en dos partes iguales, sino entre los golpistas y los militantes, que no apoyan la abstención. Por supuesto, los golpistas cuentan con el apoyo de sus incondicionales, pero se enfrentan probablemente a la abrumadora mayoría de la militancia. Luego hay un grupo muy numeroso de equidistantes, que no ven con buenos ojos los enfrentamientos internos y lamentan la mala cabeza de las dos partes.

Palinuro opina que no hay comparación. El golpe de mano de los conjurados ha sido un desastre tan descomunal que, lejos de resolver problema alguno del PSOE los ha agravado al límite extremo de la destrucción. Federación tras federación, agrupación tras agrupación, los militantes están enviando a la Gestora un mensaje contundente: NO sigue siendo NO. Nada de abstención. Las agrupaciones o federaciones están divididas o en ellas predomina el NO. Por esta misma actitud se pronuncian miembros conocidos del PSOE, cada vez con mayor peso, como el alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez, el de Valladolid Óscar Puente y, recientemente el exministro Borrell.

Sin duda, los golpistas harán mangas capirotes y preferirán no oír la petición generalizada de las bases.  Pero va a resultar muy difícil explicar que un gobierno de la Gürtel, presidido por un político presunto cobrador de sobresueldos en B, es mejor que otro por encima de toda sospecha. Según parece, los conjurados sopesan cinco posibles fórmulas para dar el gobierno al PP y perder lo menos posible. Que si abstenerse unos pero no otros, si faltar unos mientras votan otros, si votar "en conciencia", etc., etc. Con todos mis respetos, estas fórmulas, por alambicadas que parezcan no son otra cosa que tamayazos de distinto jaez. Verdaderos fraudes. 

La decisión del PSOE debe ser NO por muy diversas razones pero especialmente dos tienen el mayor peso: a) la abstención pone al PSOE literalmente en manos del PP y, lo que este deje lo aprovechará Podemos. El PP gobernará teniendo al PSOE uncido al carro de sus arbitrariedades y bajo amenaza de unas elecciones anticipadas. Es decir, el que no va a poder moverse durante la legislatura es el PSOE; b) la Gestora y el Comité Federal tienen la obligación moral de escuchar el parecer mayoritario de la militancia, contrario a la abstención y a favor del NO.

La Gestora pretende con su propuesta de vergonzante abstención que gobierne la Gürtel y el PP que parece ser su partido. Por este motivo puede decirse con razón que la rebelión de las bases del PSOE es el primer paso que se da en España en pro de la regeneración democrática.

diumenge, 16 d’octubre del 2016

"Pressing" PSOE

Vaya, hombre. Los vaticinios son negro azabache. Unas terceras elecciones traerían la catástrofe del PSOE. El PP se acercaría a la mayoría absoluta y sin duda la conseguiría con el chico del side-car, y Podemos materializaría el anhelado sorpasso. Conclusión para cualquier socialista sensato: el PSOE debe abstenerse y dejar que gobierne la derecha de la Gürtel. Ni quito ni pongo rey. Por supuesto que las conclusiones de la encuesta de Metroscopia coincidan al pie de la orden con los deseos del periódico carece de relevancia. Es una casualidad. Una feliz casualidad que da respaldo científico a una decisión previa reflejada en unos editoriales que han sido artillería gruesa contra el PSOE si no se abstiene. 

Porque El País quiere que gobierne el "partido más votado". Lo ha dicho él mismo. Con independencia de si se lo merece o no, asunto este que también ha resuelto Felipe González en la misma línea: que gobierne aunque no se lo merezca. 

Los miembros de la Gestora y su musa andaluza argumentan como pueden a favor de la abstención con postulados que mueven a risa. Uno de ellos afirma que conviene un gobierno del PP en minoría porque así se corregirán los desastres que ha provocado. Ni se le pasa por la cabeza que, en cuanto constituya gobierno con la claudicación del PSOE, el PP convocará elecciones en unos cuantos meses. 

Si se celebran elecciones en esta situación, el resultado puede ser un desastre para el PSOE precisamente por el estado en que lo ha dejado el golpe de mano perpetrado por los conspiradores. Pero, a la vista del vaticinio, el CF puede adoptar otra decisión que sin duda significaría un vuelco a las expectativas, en concreto, eligiendo de nuevo a Pedro Sánchez en primarias como SG y candidato a la presidencia del gobierno. Incluso puede simplemente pedirle que reconsidere su dimisión a base de revocar la decisión que la provocó. Sí, es ridículo. Pero más ridículo fue el golpe en primer término.

Una candidatura de Pedro Sánchez al frente del NO es NO sobre el trasfondo del relato de la Gürtel en sede judicial sería una opción ganadora. Y eso sin contar con que podría haber algún otro candidato con muchas posibilidades, como Borrell, a quien su partido en cierto modo se la debe. Y a Borrell no es preciso hacerle el artículo. Tiene méritos, capacidad y experiencia más que sobrados, frente a los cuales los de sus posibles competidores son inexistentes. Y es catalán. Unionista pero partidario del diálogo con los independentistas.

Un cambio substancial en la situación en cualquiera de las dos opciones. A ver cómo se consigue demostrar que un gobierno de Sánchez o Borrell, con una base parlamentaria suficiente es peor que aceptar un gobierno de la Gürtel por claudicación, amnistiando de paso las tropelías cometidas en la Xª legislatura.

Y eso sin contar con que, según la ministra Báñez, a quien parece haber abandonado su virgen protectora, la Seguridad Social registrará este año por primera vez en su historia un déficit de 18.000 millones de €. Dicen en Roma resignadamente que aquello que no hicieron los bárbaros, lo hicieron los Barberini. Aquí lo mismo: lo que no hizo la Gürtel lo hace su gobierno: llevar a la quiebra la Seguridad Social tras haber esquilmado la hucha de las pensiones.

Es posible que, con todo, el resultado de unas terceras elecciones fuera una mayoría absoluta del PP. En tal caso, este haría las mismas barbaridades que ha venido haciendo y hubiera hecho de ser investido ahora, pero sin la aquiescencia de la oposición socialista.

A pesar de este atosigante pressing, el PSOE sigue teniendo varias opciones y la de la abstención es la peor.

dijous, 13 d’octubre del 2016

La dignidad de la militancia

La rebelión democrática de las bases del PSOE avanza. Ayer, Palinuro daba cuenta de algunas iniciativas de recogida de firmas para pedir congreso extraordinario y primarias y rechazar la abstención. Inadvertidamente se dejó en el disco duro (que es el tintero de hoy) la del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, un hombre con arrestos que dice tener ya 65.000 firmas. Igualmente, José Antonio Rodríguez, alcalde de Jun cuenta con dos tercios de las firmas necesarias según estatutos. Ignoro si los cálculos de ambos incorporan los del otro. Pero, en todo caso, sumadas estas a las demás iniciativas en Change.org, es imposible que la opción abstencionista se imponga sin más por fiat del CF, en abierta oposición al sentir de la mayoría de la militancia estimada por los sondeos en dos tercios del total. Para evidenciar esa situación, las distintas iniciativas deben unirse y realizar un acto público de presentación, mostrarse a los medios. Se puede firmar  en change.org pulsando aquí.

Hasta el 1º de octubre el PSOE era la última esperanza de los partidarios del NO es NO. A partir de esa fecha, la esperanza se traslada a la militancia. Esta, sorprendida en su buena fe por la celeridad del blitz de los conjurados, ha tardado poco en reaccionar de forma espontánea, en núcleos dispersos, luchando en entornos hostiles (una de las promotoras ha sufrido amenazas de muerte en Twitter), con el silencio de los medios de comunicación. Y ha emergido como un movimiento de resistencia genuino a lo que cada vez se perfila más como un golpe de mano de una oligarquía. Ahora solo les resta unificar esfuerzos, mostrarse a la opinión y hacer sus propuestas: no a la abstención, primarias y congreso extraordinario y, si ha de haber terceras elecciones, que así sea. Es decir, el programa que los conjurados frustraron descabezando al partido para imponer a su cuerpo una idea distinta de la que anidaba en la cabeza que rodó. Y he aquí que el cuerpo reacciona a través de los militantes y de los alcaldes, el venero de las libertades en España. Va a ser difícil a los caciques frenar ese movimiento.

Sobre todo con los argumentos que el presidente de la Gestora va desgranando por los medios. Es más articulado que Rajoy, cierto, pero el fondo se parece mucho. Dice el señor Fernández que se siente más comprendido "por los de fuera que por los de dentro". Los "de fuera" lo comprenden porque dice lo que quieren oír y por eso no lo comprenden los "de dentro". Un plato es un plato y un vaso es un vaso. O por ahí se anda. O esta otra: "abstenerse no significa apoyar". Y pisar descalzo un alacrán no significa que te pique. Pero lo más seguro es no pisarlo.

En fin, el argumento más poderoso es el terror ante unas nuevas elecciones que los abstencionistas dan por perdidas de modo catastrófico con una casi segura mayoría absoluta de la derecha. Pero ese es un argumento a futuro y tiene tanto valor como su contrario, que el PSOE gane las elecciones, sobre todo si lo procura restituyendo a Pedro Sánchez en su puesto, aureolado ahora con la gloria del resistente y el PP sigue cada vez más enfangado en esa crónica de tribunales que pone los pelos de punta ante la calaña de la gente que nos gobierna.

La militancia socialista es la última reserva de la dignidad de quienes no quieren ser gobernados por un partido que es una presunta organización para delinquir. Y no para salir a los mares a ejercer la piratería y traer tesoros a casa, sino para someter a los ciudadanos a exacciones injustas y privarlos hasta de los medios de subsistencia. De triunfar su empeño, esa militancia devolverá al PSOE su vitola de izquierda, de socialdemocracia y sería un peligro para la consolidación de Podemos que siempre ha procurado la destrucción de aquel.

La militancia quedará exonerada de la alevosía con que actúa esa gestora de tan problemática legitimidad. Nadie podrá acusarla de haber asistido impávida el fin de un antiguo partido. Pero lo mejor para todos, incluidos los conjurados, es que eso no suceda y la militancia movilizada logre sus objetivos aquí y ahora.

NO es NO.

dimecres, 12 d’octubre del 2016

El NO de las bases

El desbarajuste del PSOE nos interesa a todos. Todos somos lo que los ingleses llaman stakeholders en el asunto. Lo son desde luego los militantes, también los votantes y simpatizantes, los no votantes y hasta los "antipatizantes". El PSOE es un puntal del Estado, partido de gobierno, con amplia experiencia y larga historia, el más antiguo del sistema político. Interesa a todos y todos podemos opinar con igal derecho. Excluir a los de fuera en un partido democrático no es práctica aceptable. ¿Quiénes son los "de fuera" y quién lo determina? ¿Lo son los ciudadanos en general? ¿Los simpatizantes? ¿Los votantes? A lo mejor resultan ser hasta los militantes. Es lo que suelen pensar las oligarquías y algo así parece suponer la junta llamada Gestora en medio de la borrasca que ella misma ha provocado.


En este momento parece haber tres corrientes en el PSOE, como siempre: la dirección, constituida mediante un golpe de mano y empeñada en que el PSOE haga presidente del gobierno a Rajoy; un sector muy numeroso y creciente de la militancia que está organizándose y planteando que se respete el NO es NO del CF; y un sector intermedio de neutrales o equidistantes que se lamentan por la unidad partidista rota como Boabdil por la pérdida de Granada y pide recomponerla, generalmente cargando contra la víctima del atropello, que fue Sánchez. Innecesario decirlo, Palinuro, que no es militante y solo ocasionalmente simpatizante del PSOE apoya la segunda opción. Es un derecho democrático fundamental de la militancia hacerse oír. De ahí las campañas que se han iniciado en change.org (hay varias), la de Twitter con hastags como #Decide, #QueNadieDecidaXTi, #ConsultaALaMilitancia, #DeTodosDepende, las de otros grupos, la del alcalde de Jun. En este momento hay en marcha una rebelión de las bases.

La cuestión en litigio es confusa, deliberadamente confusa, porque mezcla dos conflictos: el interno del PSOE en las luchas por el poder, la secretaría general, los puestos, etc y el externo de si se mantiene el NO es NO. El primero, el interno, los tejemanejes,  si Susana Díaz es una trepa ambiciosa o una líder esclarecida; si Sánchez, en el fondo, es un simple o un político honrado de los que ya no hay; si los barones son los "cuerpos intermedios" que juzgan en los asuntos de tiranicidios o unos vulgares caciques atentos a sus territorios. Todo esto interesará a los afectados y quizá a los militantes, pero al resto del personal le es indiferente. Lo que la ciudadanía quiere son partidos de trayectoria clara y, a ser posible, limpia, bien organizados, unidos, capaces de formular un programa viable con unidad de voluntad.

El segundo conflicto, el de la abstención está muy claro. Todo el mundo sabe que Sánchez cayó al haber levantado la sospecha de estar en tratos con el maligno separatista y sus tontos útiles de Podemos. Es posible que este juicio de intenciones sea cierto, pero no deja de ser un juicio de intenciones. Cualquiera puede formular otro y achacárselo igualmente a Sánchez, por ejemplo, que una actitud dialogante con el independentismo pueda dar buenos resultados, quién sabe.

Si hay un movimiento de rechazo en las bases del PSOE, la Gestora está obligada a prestar atención y buscar una fórmula de entendimiento. Se dirá que el CF no tiene por qué escuchar una opinión que nadie ha pedido en tanto no haya que elegirlo de nuevo. A su vez las bases pueden decir que su opinión es vinculante pues el CF pretende revisar una decisión trascendental con la que ellas estaban de acuerdo y hacerlo por un procedimiento torticero.

En el fondo, el asunto es más complejo de lo que  se deduce de lo anterior. La abstención del PSOE no solo abre el camino a un gobierno del PP, sino a un fracaso seguro. Justo en el momento en que el país necesita un gobierno sólido, capaz de encontrar una salida a la cuestión catalana, se inviste uno en minoría, debilitado e inseguro porque pasará más tiempo defendiéndose en los tribunales que gobernando. Un gobierno organizado y sustentado por un partido que es una presunta organización delictiva. Y ese gobierno mancado querrá resolver la cuestión catalana por los medios que le son familiares: el enfrentamiento, la represión. Abstenerse es condenar a todos a cuatro años más de este dislate de una gente cuya idea de país se llama Gürtel.

En manos de las bases está que el PSOE no se haga cómplice de la presunta delincuencia organizada.

diumenge, 9 d’octubre del 2016

La izquierda servil

Es el destino de España. Mejor dicho, el de las dos Españas. Una de ellas, la tradicionalista, nacionalcatólica, autoritaria y caciquil se impone siempre a la otra, progresista, liberal, de izquierda. Normalmente a la fuerza, pero también por sumisión de esta que comparte muchos principios con aquella y no ha sido capaz nunca de proponer una idea, un proyecto propio, autónomo, de España para contraponerlo al otro, al de Trento. Su tono habitual es ese balido resignado del presidente de la Gestojunta que se ha hecho con el poder en el PSOE. "No hay una alternativa de izquierdas" solloza este político socialista. Ni siquiera la ha buscado. Es el derrotismo y la claudicación de una izquierda servil que hunde sus raíces en la historia. Recuérdese que los serviles son coetáneos de los liberales en las Cortes de Cadiz y, después de estas, impusieron la claudicación durante todo el sigo XIX con escasas y breves y agitadas interrupciones: el trienio liberal, la ambigua Constitución de 1837, la Gloriosa y párese de contar. Del siglo XX, mejor no decir nada.

No caigamos en la tentación de atribuir la pusilanimidad de la izquiera a la idiosincrasia española. Quizá tenga que ver su carácter de clase. No es servil por ser española, sino por ser una izquierda burguesa. Lo mismo pasaba en Alemania por aquellos años. Reunidos en la iglesia de San Pablo, en Frankfurt, 1848, los revolucionarios liberales alemanes salieron en 1849 con una Constitución liberal del Imperio alemán. Muy ufanos fueron luego a pedir al Rey de Prusia que la aceptara, contando con comprarlo con el cargo de Emperador pero este los mandó de vuelta por do habían venido. También allí había liberales y serviles.

Sin embargo, tampoco puede el servilismo atribuirse a la clase burguesa sin más. El marxismo de copypaste no funciona. Burgueses eran los revolucionarios ingleses del siglo XVII y burgueses los franceses del XVIII y ambos, en lugar de someterse al monarca, le cortaron lindamente la cabeza. Burgueses eran los colonos norteamericanos que también en el XVIII se rebelaron contra el Rey Jorge III y no se sometieron, declarándose independientes. Toda comparación es odiosa.

Mientras se encuentra una explicación al servilismo de la izquierda española, podemos detectar su última y más lamentable manifestación. Entre las falacias y sofismas que el señor Fernández reparte generosamente por todos los medios, todos curiosamente a su servicio, hay una muy llamativa: "quede claro que El PSOE no se plantea en ningún caso una alianza con el PP, pero claro que hay asuntos de Estado en los que siempre estaremos con el Gobierno". ¡Asuntos de Estado! Ese es el conjuro, el abracadabra que pone al PSOE al servicio de la derecha, con la íntima satisfacción de todo servil, que va de patriota.

A la derecha tiene el lector la jaculatoria en boca de Rubalcaba en 2013. No es extraño que el ABC le dedicara la portada. Y debió de faltarle el canto de un euro para declararlo "español del año", como hiciera con Pujol. Esa declaración de Rubalcaba consagra la involución del PSOE para convertirse en un partido dinástico, aclara por qué no hubo oposición en la Xª legislatura y explica el hundimiento del PSOE a partir de entonces. Y también explica más cosas. Por ejemplo el reciente golpe de mano en el partido. Lo anunciaba Rubalcaba, incorporado al Consejo editorial de El País y lo suelta este Fernández en su afán por justificarse: tema de Estado, asunto de Estado.

¿Qué Estado? Muy sencillo y para entendernos, el que le cabía a Fraga en la cabeza, según desafortunada expresión de Felipe González. Y ¿qué Estado podía caber en la cabeza de Fraga? Este, heredero del de Franco, con su Rey, sus ideólogos, sus jueces, sus policías, sus militares, sus curas, sus falangistas, sus banqueros, sus latifundistas, sus empresarios y sus caciques. Este, el de España una, grande y libre. Una y solo una, que celebra su alegre diversidad de tierras y gentes. Pero siempre dentro de un orden, sin pasar del "sano regionalismo" (Fraga). Ante ese orden y ese Estado inclina servil la cerviz la izquierda porque ha sido incapaz de forjar otro distinto, democrático, libre, plurinacional. ¿Qué Estado? El de siempre, el enorme e inútil armatoste español patrimonializado por la derecha; el sistema de corrupción y sinecuras en que hacen sus carreras los señoritos de la oligarquía y sus mesnadas de obedientes servidores. Si la izquierda es lo suficicientemente mansa de vez en cuando se le deja administrarlo para que parezca alternancia. Pero sin tocar los resortes del verdadero poder. Se permite a los de izquierdas codearse con los de siempre -con las puertas giratorias, las blacks y otras prebendas- pero no que sean alguien en verdad. Llegado el momento decisivo, se les exige obediencia ciega, servilismo. Y eso lo bordan.

Cataluña es hoy la cuestión, el asunto de Estado. Y, no sabiendo por dónde acometerlo, el PSOE claudica y se echa en manos de la derecha para que sea ella quien haga frente a la insurgencia cívica catalana. Que lo hará -ya está haciéndolo- según su espíritu y maneras, mediante la represión, la coacción, los tribunales, lo que haga falta. Y no bastará con que la izquierda socialista vaya voluntariamente uncida  el carro de guerra del PP sino que tendrá que dar su apoyo explícito a lo que haga porque, ya se sabe, en "asuntos de Estado", el PSOE es uña y carne del gobierno.

Lo tienen apalabrado hace meses. Dice Fernández que se escuchará a la militancia en la que es mayoritario el NO es NO, pero que la decisión sobre la abstención corresponde al CF. O sea, a él, a Susana Díaz y a Felipe González. Y han de tomarla a toda velocidad porque crece la contestación en las bases como cuando ruge la marabunta. Y lo que podía pasar a estos conjurados de opereta es que se impusieran unas primarias y saliera reelegido Sánchez.

Añade en otro lugar el locuaz señor Fernández que la concepción frentista de la política es condenable. Pero él está trabajando para formar un frente nacional con la derecha. No hay inconveniente en creerle cuando dice que la abstención no impedirá una decidida labor de oposición del PSOE. Bueno, no hay más inconveniente que la experiencia de que el PSOE lleve cinco años sin hacer oposición. Démosle, no obstante, un voto de confianza y creamos que se opondrá a los presupuestos y a la ley tal y la norma cual y esto y lo otro. Pero en los asuntos de fondo, de Estado, irá de la mano con el gobierno. Y el asunto de Estado es Cataluña. Cuando la petición de suplicatorio para procesar a Carme Forcadell a instancias del TC llegue al Parlament, ¿qué votará el PSC?

Esa condición servil del liberalismo y el socialismo democrático se ve confrontada por primera vez por una especie de rebelión de la militancia. Esta, probablemente, se entristece al avistar el callejón sin salida a que han llevado los conjurados al socialismo español, se indigna al ver cómo en su nombre se amnistía al gobierno y el partido más corruptos de la democracia y se enfurece con los desprecios de Podemos y las bravatas de Iglesias que ya da al PSOE por difunto. Y lo estará, si las bases no lo resucitan.

El desconcierto de la izquierda, con todo, no acabará aunque el PSOE desaparezca por el sumidero de la historia. No hay nada ni nadie con qué sustituirlo. Se han cargado un partido centenario para nada.

divendres, 7 d’octubre del 2016

La bronca socialista y el fondo catalán

El tiro del golpe está saliendo por la culata. Los conjurados no se esperaban esta reacción de las bases y esta sí que es espontánea y tiene un aire impecablemente democrático. Negarse a escucharlas, como hace la señora Díaz, no es buena práctica y pone más de relieve el autoritarismo que traspira toda la operación. Dice Díaz que es tan capaz de defender los intereses de España como los de Andalucía. Es un lenguaje caudillista. Nadie le pide tanto. Basta con que no estorbe y deje de hacer dislates, como ese de favorecer los intereses de España y los de Andalucía cargándose el PSOE.

No es exageración. Las colectividades, las asociaciones, y el PSOE es una, procuran siempre sobrevivir y se preparan para hacer frente a los peligros previsibles. Los imprevisibles son otra cosa. Que el PSOE dinamitara desde dentro su posición de relativa fuerza y mandara al ostracismo a su líder en mitad de la batalla era algo imprevisible. El desconcierto que reina ahora mismo en el partido es buena prueba de ello. Nadie sabe con certeza qué pueda hacerse. La comisión gestora, o sea, la junta de alzados, trae una misión a modo de mandato: el PSOE debe abstenerse y permitir un gobierno de Rajoy. Lo que no se sabe es quién le ha dado ese mandato, aunque se supone en dónde se ha urdido.

Pero la oposición interna está siendo muy fuerte y cuestiona la legitimidad de la gestora para negociar nada con el gobierno y menos que nada, la abstención. Esto pone de los nervios a los gestores que no saben cómo salir airosos. Por eso desbarran al reciente estilo andalusí y el presidente de ese dudoso órgano aclara para las almas cándidas que El PSOE podrá consentir la investidura, pero no va a proporcionar estabilidad. Es un modo tan inepto de plantearlo que cabe dudar de si hemos oído bien. Parte el señor Fernández de que el PSOE (o sea, él y sus amigos) podrá "consentir la investidura", un modo disimulado de darla por supuesta. Abstenerse, pero anunciar que no habrá estabilidad es algo incomprensible. Si no se quiere la inestabilidad solo hay dos posibilidades: o se abstiene uno y, si lo hace, obedece luego todo lo que se le ordene o bien no se abstiene uno, vota en contra porque  NO es NO y vamos a terceras elecciones.

Sin embargo, no será así. A pesar de la Gürtel, las black, la Púnica y demás tropelías, el PSOE dará el gobierno al PP porque la operación de salvación nacional está ya en marcha. Rajoy estaba informado de la operación tramada por PRISA, Felipe González y la taifa sevillana. La clase dominante, las empresas, la banca, la Iglesia o alguna de sus órdenes metomentodo, como el Opus, han decidido cortar el proceso independentista catalán antes de que la situación se ponga peor. Hay un interés de Estado y este exige que se acabe con la ingobernabilidad, con el vacío de poder, con la inestabilidad y que se forme un gobierno compuesto por los dos partidos dinásticos y, si no es posible, por uno con el apoyo del otro. Innecesario decir los nombres. Esa es la finalidad verdadera del golpe: unir los dos nacionalismos españoles como han hecho los nacionalistas catalanes y para combatir a estos.

En ese sentido debe interpretarse el impulso que se acaba de dar a la política represiva frente al independentismo catalán: se procesará a Homs por supuesta prevaricación y se pide el encausamiento de Carme Forcadell, presidenta del Parlament por desobedecer al Tribunal Constitucional. La nación española reacciona valiéndose de su Estado.

Se entiende que los nacionalistas españoles, habiendo comprendido que no están los tiempos para bombardear Barcelona, busquen otras vías para obstaculizar o impedir el proceso independentista. Y que recurran a las vías legales y las ilegales como, al parecer, hacen. De las últimas hay poco que decir si no es en los tribunales. De las legales, en cambio, cabe discutir. Legal es, sin duda, procesar a las autoridades catalanas de todo tipo y condición, parlamentarias, consejeras, expresidentes y lo que venga detrás, con pinta de ser bastante si la desobediencia se extiende. Pero que sea legal no quiere decir que sea inteligente. Europa está acostumbrada a ver en las cárceles de unos u otros países a delincuentes terroristas, muchos de los cuales invocan causas políticas. A lo que no está acostumbrada es a ver dirigentes políticos democráticos y pacíficos presos por sus convicciones. Será digno de ver cómo explicarán las autoridades en las cancillerías europeas la existencia de presos políticos en España. Cómo lo harán los socialistas que prefieren un gobierno del PP a cualquier otra opción.

El acuerdo bajo cuerda de salvación nacional insufla tal ánimo al mortecino patriotismo que el ministro de Exteriores se apresta a conquistar el Peñón. Por si alguien dudaba de las esencias de la raza. 

dijous, 6 d’octubre del 2016

Gambito de dama

Sintiéndose triunfador Rajoy, después del desastre socialista del fatídico fin de semana, impone condiciones a los vencidos, los humilla, los arrastra en pos de su carro, como hizo César con Vercingétorix en su triunfo del año 46 a.C. Los hados le han sido favorables y, de una situación agónica y desesperada, lo han puesto en otra de preponderancia, plena de expectativas. Y todo gracias el ingenio de un grupo de conspiradores socialistas que han depuesto al SG mediante una maniobra de palacio y se han encontrado de repente a la intemperie. Trae bajo el brazo una oferta de abstención que el PP no necesita ya que puede imponerla a base de amenazar con una opción peor, unas terceras elecciones que pillan al PSOE descabezado.

Es una situación ridícula. Los conjurados han montado una comisión gestora cuya autoridad es, por decirlo elegantemente, problemática. Está provocando una fractura interna fabulosa y movimientos de fondo de la militancia, un tanto arisca. No saben cómo vender a sus propias bases la abstención por la que tanto han trabajado. Y ahora saben que tampoco pueden vendérsela al adversario.

Sin embargo, la respuesta a esta aparente situación desastrosa es relativamente fácil. Si hay terceras elecciones, el PSOE debiera presentar como candidato de consenso a Pedro Sánchez. Es evidente que reanimaría un numeroso voto de izquierda hastiada de la inoperancia de sus líderes. Para los conjurados antisanchecistas es apurar la hiel del cáliz. Pero, al mismo tiempo, es hacer ver a la derecha que la convocatoria de elecciones no opera como amenaza. Con ello, la derecha rebajará las condiciones, por sabio consejo de su asesor aúlico, Rivera, para hacer posible la abstención del PSOE.

Y ese será el momento en que la gestora o el consejo supremo tendrá que decidir si el PSOE se abstiene o no, si posibilita o no un gobierno del PP presidido por Rajoy. Al tomar esa decisión parece razonable ponderar las consecuencias para la gobernación del Estado de asuntos como la Gürtel o las black. Es un panorama en el que la política tiene un feo tinte penal.

Palinuro sigue siendo partidario del NO es NO por varias razones. En primer lugar no hace a la izquierda cómplice con la amnistía de hecho de las tropelías durante la Xª Legislatura. En segundo lugar, si realmente el gobierno alternativo es imposible pues en el PSOE llegan al golpe de mano para impedirlo, las terceras elecciones parecen la mejor opción. En tercer lugar porque sea cual sea el resultado, beneficiará a la izquierda, bien porque gane por mayoría o bien porque pierda frente a una mayoría aplastante de la derecha. En este segundo caso, el gobierno ya no dependerá del silencio comprado de la oposición.

Y terminamos como Catón el Censor, aunque en sentido inverso: por lo demás, hay que entenderse con los catalanes.

dimecres, 5 d’octubre del 2016

Pasado presente

Los caprichos del destino y las consecuencias, siempre imprevisibles de las acciones humanas, han montado dos espectáculos que resumen los rasgos más característicos de nuestro predicamento colectivo. Y son espectáculos, de acuerdo con la ya antigua y acertada caracterización de Guy Debord de la sociedad del espectáculo. Acertada por encima de otras muchas como sociedad del ocio, del riesgo, industrial, de la información, etc. El espectáculo lo resume todo y en un tiempo de reinado absoluto de lo audiovisual está en todas partes. Pasamos más tiempo viendo imágenes de Rato o de Bárcenas que mirando los vídeos de las vacaciones. La realidad y el espectáculo se confunden; son lo mismo.

Dos matices que explican ese híbrido entre el espectáculo y la realidad. Primero, los espectáculos convencionales tienen un programa. Se sabe cómo empiezan y cómo acaban. No es el caso con los espactáculos reales. A saber cómo acabará el proceso Gürtel, el de las tarjetas black y la implosión del PSOE, que son los tres espectáculos que coinciden en cartel. Segundo, en los espectáculos convencionales todo lo que pasa pasa ante los ojos del espectador, es público. En los espectáculos reales, no todo lo que pasa pasa a la vista, parte es secreta, está oculta. Y la tarea del espectáculo es sacarla a la luz.

Del caso Gürtel dice El País que es el pasado del PP. Eso no es un hecho sino un deseo del periódico. Quiere ver el latrocinio de la Gürtel como cosa del pasado, de ese pasado al que el ministro del Interior aconseja no mirar pues debemos hacerlo hacia el futuro porque lo dice él. Sin embargo, el señor Rato no es cosa del pasado. Su gestión en Bankia y ese bochornoso negociado de las trajetas black son un pasado muy reciente. Tanto que son presente. El señor Rato fue vicepresidente del gobierno. Eso es pasado. Pero el señor Rato está aquí, ahora. No es una reliquia de otro tiempo, como el brazo incorrupto. Su voz se oye todos los días diciendo, por ejemplo, que las black eran parte de su salario. Pues podían haber elegido otro color para calificarlas u otra condición, por ejemplo, tarjetas blind, ciegas. Que ninguna de tus dos manos sepa lo que hace tu tarjeta.

Pero, sobre todo, ese increíble entramado presuntamente delictivo, verdadera empresa del crimen con una cara civil/estafa y otra pública/corrupta es presente, abrumador presente porque esta siendo juzgado. Y una de las misiones de los tribunales es reconstruir los hechos fidedignamente, representarlos, hacerlos presentes. El señor Bárcenas no fue amigo del señor Rajoy en una encarnación anterior, sino aquí y ahora y no hay razón alguna para pensar que haya dejado de serlo.

No es el pasado. Es el presente. El país puede verse gobernado por gentes que pasan más tiempo en trámites procesales que en los sillones de sus cargos, por un presidente cuyo nombre estará saliendo de continuo a lo largo de las vistas y eso si unos u otros no piden su comparecencia por diversos motivos.

A este personal quieren los caciques socialistas que el PSOE entregue el gobierno. Para ello han dado un golpe de mano de comedia de enredo y han descabezado el partido sin calibrar las consecuencias de su asalto. Quieren la abstención para evitar terceras elecciones y, sobre todo, para impedir un gobierno de alianza PSOE-Podemos y quién sabe si también indepes catalanes. Había que destruir el NO es NO y hacerlo rápidamente porque estaba generando mucha simpatía y apoyo populares en la propia izquierda. Por eso, golpe de mano fulminante, destitución del secretario general, nombrado en primarias, desprecio por el sentir de la militancia y constitución de una gestora que, en realidad, actúa como una Junta. Y se han cargado el partido.

Su situación ahora no solo es indigna por el procedimiento empleado sino también ridícula por los resultados obtenidos, que son ninguno. Han dado un golpe de mano y han destituido al líder para ofrecer la abstención del PSOE y han puesto al PP en una situación de fortaleza porque ahora no necesita la abstención. Presume mucho más productivo ir a terceras elecciones -justo esas que el presidente de la gestojunta quiere evitar a toda costa- que considera ganadas dado que el PSOE no tiene candidato.

Realmente, es para felicitar a los conjurados porque debe de ser difícil desbarrar de tal modo.

Lo único que pueden hacer los caciques del PSOE si quieren forzar al PP a aceptar su abstención (antes era concedérsela, ahora es conseguir que la acepte) es anunciar que, si hay terceras elecciones, su candidato por consenso será Pedro Sánchez. Es duro de admitir para quienes acaban de defenestrarlo. Equivale a ponerse en ridículo una vez más, pero a esto ya debieran estar acostumbrados.

Queda pendiente la cuestión de la guerra particular entre las dos fuerzas de la izquierda, PSOE y Podemos. El enfrentamiento por la famosa hegemonía. Es cuestión abierta que dará para mucho debate en los próximos años: el declive de la socialdemocracia, el auge de los populismos, la transversalidad, los casos particulares que cada cual aducirá en su favor en distintos países, la tradición de las izquierdas españolas, etc. Será a su vez otro espectáculo aunque seguramente no llegue al que han ofrecido los socialistas el pasado fin de semana. Pero sea como sea, ninguna de las dos partes debiera olvidar que en realidad rivalizan en prestar servicio a la ciudadanía, a la comunidad.

Reitero mi opinión: en esa deriva del PSOE hacia el PP lo que está buscándose es la formación de una especie de frente nacional español. Lo prueba asimismo la prontitud con que el señor Rivera se ha ofrecido de intermediario entre el PP y el PSOE. Recomienda, además, al PP que no haga sangre con el PSOE y a este que se deje de monsergas y facilite el gobierno de Rajoy. En la formación de ese frente nacional español en contra del independentismo catalán se cifra hoy la salud de la República..., perdón, de la Monarquía.

dimarts, 4 d’octubre del 2016

Vencedores/rehenes

Enhorabuena a los conspiradores del finde. Consiguieron su objetivo de descabezar el PSOE en un momento especialmente adecuado. Se ve que urgía la cosa. Tanto urgía que se han cargado el partido, al menos por una larga temporada. Un desastre tan monumental solo puede haber sido provocado por el miedo, que obnubila el juicio. Si no, esto no se entiende. Considérense los hechos:

La semana pasada solo había dos opciones abiertas: a) un gobierno alternativo al de Rajoy, aunque sin precisar; y b) unas terceras elecciones que todo el mundo quería evitar. La otra posible opción, el gobierno de Rajoy con abstención del PSOE había sido aplastada por el peso del NO es NO. Sánchez amagaba (o eso decían los amotinados) coalición con Podemos y con los indepes catalanes. La fortuna le sonreía. La perspectiva de terceras elecciones era una buena baza. Su firmeza frente a la derecha le había ganado muchas simpatías dentro y fuera de su partido. Se configuraba como un líder de izquierda moderada en España y extremista en Cataluña.

En veinticuatro horas le montaron un motín y en otras veinticuatro lo echaron en una jornada de truculencia tal que fue necesaria la intervención de la fuerza pública. Después del divertido episodio de doña Verónica Pérez, máxima autoridad del PSOE, llamando a las puertas de Ferraz, tan cerradas como lo estuvieron las de Canossa al emperador Enrique IV, al día siguiente se produjo la toma del baluarte por las huestes baroniles y por la noche, Ferraz era sede vacante en espera de la comisión gestora nombrada por los vencedores.

Al margen de las variadas consideraciones que estos procedimientos susciten, debidamente tratados en las redes, en donde se hablaba de la Sultana, de conspiración, golpe de mano, oligarcas, caciques, submarinos del PP, cabe ver el episodio de forma más distanciada :

El lunes seguía habiendo dos opciones, pero ya no eran las mismas ni las relaciones entre ellas: a) el gobierno de Rajoy con abstención del PSOE, que ha resucitado; y b) terceras elecciones. Ha desaparecido la opción del gobierno alternativo. Lógico, pues el motín se montó para hacerla imposible. Y no tanto porque apuntara a un pacto del PSOE y Podemos (al fin y al cabo, ya funciona en alguna comunidad autónoma) como porque auguraba otro PSOE indepes, que es lo que verdaderamente preocupa a la oligarquía española.

Y, como no eran las mismas opciones ni sus relaciones eran similares, las dos eran muy malas para los socialistas. Algo peor que una victoria pírrica para los amotinados; mucho peor. A cambio de defenestrar a Sánchez, los conjurados han aceptado una derrota y de vencedores han pasado a rehenes; en el fondo, vencidos. Y vencidos por ellos mismos. La Gestora tiene como misión dejar gobernar a Rajoy con la abstención del PSOE. Para eso, insisto, dio el golpe. Pero ahora puede verse burlada porque a Rajoy no le interesa formar gobierno. Prefiere terceras elecciones que juzga ganadas frente a un PSOE descabezado y desconcertado. Alguien calcula que pueda llegar a la mayoría absoluta de nuevo sumando a C's. Escalofriante.

Y esa es la lamentable situación de rehenes en que se han colocado los dirigentes de la izquierda, por cuanto, a cambio de no convocar las elecciones, Rajoy está en situación de dictar los términos de un acuerdo implícito. No se piden responsabilidades de las tropelías cometidas en la Xª legislatura y no se toca nada de la obra legislativa (reforma laboral, ley mordaza, etc). Risa daba la oposición responsable de Rubalcaba en la Xª legislatura; esta otra producirá incontenibles carcajadas porque el PSOE irá atado de pies y manos  donde el gobierno quiera llevarlo. 

¿Qué interpretación podemos dar a esto? ¿Es posible que los estrategas andalusíes no previeran que habría resistencia militante ante el golpe de mano? Sí, seguramente, pero no les importó. Ellos actúan mejor en las comisiones, subcomisiones, convocatorias, órdenes del día, etc. Al final han compuesto una gestora cuya misión es girar del NO a la abstención, que equivale a un Sí. Y, de paso, suicidarse en brazos de la derecha.

Esa es la auténtica finalidad del golpe  al que se ha prestado la señora Díaz pensando que lo dirigía, llegar a una especie de gran coalición. La fórmula no despierta simpatía alguna en España, aunque no es práctica infrecuente en Europa. Y, además, tampoco el término es exacto. Teniendo en cuenta el supuesto problema al que quiere hacer frente, en realidad es lo que se postularía en otros tiempos como gobierno de "salvacion nacional". Es lo que se está preparando con ditirambos como esa cursilada del tiempo del hombre prudente de El País al figurón que han puesto al mando del órgano de recibir los recados.

La oligarquía sabe que se aproxima una confrontación con Cataluña y quiere una coalición fuerte, unida, con una amplia base electoral para defender la "unidad de España". Cuenta con un PSOE sumiso. Y hace bien, pues lo está. Es su rehén. 

Enhorabuena.

diumenge, 2 d’octubre del 2016

NO era SÍ, pero lo más difícil viene ahora

Dies irae/dies illa. Se cargaron a Sánchez. Los golpistas ya no son golpistas, sino la autoridad constituida. Se dirá como se quiera pero lo cierto es que un grupo, una claque, se ha cargado en un golpe de mano, a un Secretario General elegido por la militancia. Y ¿cómo lo ha conseguido? Era de suponer que Sánchez se habría asegurado una mayoría del Comité Federal antes de hacer sus propuestas.

Eso se verá en los próximos días. La exigencia de los dimisionarios y sus apoyos (esos que los medios llaman "críticos", queriendo decir protestarios o saboteadores, a elegir) de que la votación fuera pública, a mano alzada, es muy significativa. Sus amparos son muy poderosos y sus recursos, inmensos. Se trata de saber quién vota qué, en función de los juegos de influencias y lo dejo aquí por no ser más específico. Que podría. Este es un país clientelar y lo es también su izquierda.

Decíamos ayer que la posición de Sánchez era débil. No tenía argumento alguno para negociar con el CF y su promesa de procurar un gobierno alternativo al de Rajoy era vana porque no dependía de él sino también de Podemos y no es creíble que Podemos vaya a ninguna alianza con el PSOE si no es el socio mayoritario.

Así que la de ayer fue una jornada de extraordinaria tensión, digna de la naturaleza tempestuosa de la historia del PSOE. Un partido con memorias de enfrentamientos internos constantes pero que no se escinde. Lo más llamativo de la comparecencia de Sánchez para anunciar su dimisión, cinco minutos después de perder la votación fue la de veces que hizo referencia al partido, su preeminencia y el orgullo de militar en él. Para algunos espíritus suspicaces el alegato de despedida fue, al mismo tiempo el de la inauguración de su campaña para las primarias. Algo que podría ser La segunda venida de Sánchez, ya que esta defenestración ha dejado un poso de amargura en la militancia.

Un día larguísimo, dedicado casi todo a las cuestiones de procedimiento. Fuera, gentío, silbidos, abucheos, escraches, la policía apartando gente, muchos nervios, banderas, carteles. Alto voltaje de pasiones y emociones. Todavía más fuera, en la esfera mediática, programas monográficos en los que los fans animaban a los suyos, esto es, los rebeldes cuya acción beneficiaba al PP. Dentro, entre mociones, contramociones, puntos de debate, orden del día, finalmente se llegó a una conclusión, se votó y la militancia en la calle recibió la noticia como un chorro de agua de una manguera policial.

El PSOE no tenía Secretario General y se regiría por una comisión gestora. Quisieron conseguirlo de inmediato a raíz de la dimisión de los 17, pero se encontraron un ¡No pasarán! y, como la otra vez, pasaron. Dos o tres días más y una reunión tormentosa del CF que, en el fondo, pone al PSOE en el centro de la atención de los medios, lo cual suele ser bueno excepto cuando es malo, como ahora. Tapar, difuminar el escandalazo de las tarjetas blacks y los presuntos chorizos Blesa y Rato con el relato de Los últimos de Filipinas no es un acierto, pero es inevitable. Ver a los políticos poco menos que dándose de mamporros en público suele tener morbo pues son gente que, aunque se diga barbaridades, no suele llegar a las manos. Ayer casi llegan a los pies.

Con todo, esto no es más que l'écume des jours, pura apariencia cotidiana. Sánchez se ha desvanecido como una nube de verano o una brizna de paja al viento. Lo difícil, lo grave, lo temible viene ahora, en el momento de la investidura próxima, en la que el CF tiene que desdecirse de su decisión anterior y pedir la abstención del PSOE para dar el gobierno a Rajoy. Esa es la venenosa consecuencia  de propugnar la abstención. Y el problema más concreto es cómo se vende este propósito al electorado en una campaña.

Porque hay que venderlo. Toda la conspiración contra Sánchez tuvo siempre como objetivo estratégico, facilitar el gobierno del PP aunque no lo mereciera o, por lo menos, no impedir que lo formara. Sánchez se convirtió definitivamente en la pieza por batir cuando manifestó que no se abstendría y mantendría el NO es NO a todo gobierno del PP. Lo acusaron de mentiroso, engreído, egoísta, pero él sostuvo siempre que obedecía el mandato del CF. ¡Bastante que importa el CF al Ibex 35, las empresas con que se relaciona González o los ERES andaluces, que lastran de tal modo las posibilidades de Susana Díaz que quizá no vaya a primarias! Nada. Cero. El CF solo impresiona a la militancia y, justamente, la decisión de abstenerse ante Rajoy tiene pinta de producir una sangría de militantes y votantes.

Los rebeldes triunfadores ayer van a dar el gobierno al PP con el objetivo de cerrar el paso al ascenso de Podemos e impedir o, cuando menos, frenar la independencia de Cataluña. Podemos no iba a entrar en el gobierno (porque no le interesaba) y la independencia de Cataluña parece inevitable, según los datos de que disponemos hasta este momento. Quizá ocurra algo que cambie esta expectativa en un sentido u otro pero en todo caso no depende de lo que hagan los citados rebeldes. Y, detrás de ese mal trago de abstenerse en favor de Rajoy, cuatro años como mínimo, siendo responsables de haber propiciado un desastre sin parangón. Y eso mientras la militancia se les da de baja en masa y emigra hacia Podemos a falta de una opción más atractiva.

Se han quedado sin Secretario General y también sin partido y todo por el miedo a quedarse sin país.

dissabte, 1 d’octubre del 2016

De ratones y hombres

Tomo el título del famoso relato de Steinbeck, aunque rebajando varios enteros la intensidad del drama.

¡Qué espectáculo el del PSOE! Se lleva todos los titulares, abre los telediarios y los cierra. Pulula por las tertulias repletas, como se sabe, de especialistas en historia del PSOE, psicólogos, antropólogos, sociólogos y politólogos todos al cabo de la calle de lo que pasa. El rostro de Sánchez es ya más familiar a los españoles que la reproducción de la Última Cena que tienen en los comedores. Hasta ha eclipsado a los de Podemos y eso que se pasan el día en los platós. Es tal el exitazo de imagen que nadie se acuerda del proceso en marcha del expolio millonario de las black y del que se abre el lunes por la Gürtel con, cosa verdaderamente insólita, todos los tesoreros y casi todos los secretarios generales del partido del gobierno encausado. No están Cospedal Y Rajoy, también secretarios generales, por razones nada fáciles de entender aunque sí de imaginar.

Los periodistas, aficionados a la prosa colorida, dicen que "el PSOE arde", que está "en guerra abierta", que "quiebra", que está "roto", etc. Falta de perspectiva histórica. El PSOE ha estado así desde su fundación, hace 137 años: periodos de bronca y tumulto alternados con otros, los menos, de paz. Cuando los socialistas se ponen ditirámbicos, suelen decir que, en realidad, el PSOE es España. No solo que la vertebra, sino que España es él mismo. Es obvio que es el único de los partidos que ha estado en todos los momentos críticos de la historia del país: estuvo en la huelga general de 1917, con Largo Caballero en la cárcel y pasando de ahí al Consejo de Estado de Primo de Rivera; Prieto estuvo en el Pacto de San Sebastián a título personal; el partido apaoyó la República y la redacción de la Constitución de 1931; pero también estuvo en la revolución de 1934, en el Frente Popular de 1936 y en la Junta de Casado de 1939 que, mediante un golpe de Estado, entregó la República a Franco; estuvo en el Contubernio de Munich de 1962, en la Plataforma de Convergencia Democrática, luego en la "Platajunta" y, por fin, en el gobierno. Y en todas las veces hubo broncas: Largo Caballero y Prieto se detestaban y Negrín no iba en zaga y Besteiro a los tres y los tres a Besteiro. En el exilio las cosas no fueron mejor. Felipe González defenestró a Rodolfo Llopis y luego se enfrentó a la izquierda marxista del partido, como ahora este se enfrenta a la derecha abstencionista. Esta pelea de hoy es la enésima de la familia. Porque el PSOE no se escinde nunca duraderamente. Es un partido democrático en donde cabe gente muy distinta, a veces contraria.

La única escisión real que tuvo el PSOE fue la de los comunistas en 1921 y esa aún perdura. Las relaciones entre los dos siguen siendo pésimas. Como lo son con Podemos en la media en que en Podemos están los comunistas. Cierto que colaboraron en el Frente Popular y en la Platajunta, pero siempre mirándose por el rabillo del ojo,  poniéndose cual no digan dueñas y hasta entrematándose como durante el golpe de Casado.

Ayer compareció Sánchez en Ferraz en rueda de prensa para explicitar su posición ya que había decidido que no intervendrá en el Comité Federal de hoy. Y sin admitir preguntas. Mal hecho. Cuando un dirigente político no admite preguntas es porque no está seguro de las respuestas. O sea, no está seguro de sí mismo pues, obviamente, igual que las preguntas, las respuestas se fabrican. Nadie responde lo que no quiere responder salvo que no se controle.

En todo caso, dijo que hoy se votaría entre a) comisión gestora que abrirá camino al gobierno del PP, en cuyo caso él, al parecer, dimitiría; y b) gobierno alternativo a Rajoy.

Su posición es débil por dos razones. En primer lugar, carece de sentido imponer al CF una decisión sobre si el PSOE se abstiene o no. Si no recuerdo mal, el NO es NO fue una decisión de ese CF que, obviamente, está legitimado para reafirmarla o revocarla. En segundo lugar, Sánchez debe saber que el gobierno alternativo es imposible porque Podemos no quiere mientras el PSOE sea la parte más fuerte. Podemos también prefiere que el PSOE se abstenga porque así evita las terceras elecciones y se constituye en "verdadera" oposición frente a un PSOE claudicante. Y prepara la cuchilla del sorpasso.

No se entiende porqué Sánchez no remedia ese punto débil de su opción, hablando de las terceras elecciones. González y Rajoy coinciden en calificarlas de "ridículas", poco menos que la irrisión del mundo entero. Los dos presuponen, ignoro por qué, que no lo somos ya. Pero de ridículas, nada. Ahora hay mucha más información, ha quedado todo muy claro, se sabe que Rajoy es el verdadero tapón del bloqueo, que Rivera es una moda pasajera y Podemos lleva camino de serlo también. Y Sánchez emerge como el único líder consistente en su NO es NO y el que está dispuesto a jugarse el cargo para que prevalezca su propuesta. Imposible, por tanto, acusarle de anteponer sus intereses personales a los del partido y el país, como parece dispuesta a hacer la señora Díaz, siempre tan acertada en sus juicios.

Pero esa debilidad de Sánchez es su fuerza moral. Déjenle intentar su fórmula. No se rindan prematuramente entregando el gobierno a Rajoy el PP porque eso significa: 

1) amnistiar, olvidar, la pesadilla de la Xª Legislatura;

2) colaborar con otra, la XIIª que tiene pinta de ser peor que la otra, pues no hay un solo propósito de la enmienda. Ni siquiera se va a derogar la "Ley Mordaza", digna sucesora de la "Ley de Orden Público" de Franco y, por supuesto, el ministro responsable no tendrá que dar cuenta de sus confabulaciones presuntamente delictivas contra el catalanismo;

3) permitir que gobierne un partido que pasa más tiempo en el banquillo de los acusados que en los cargos públicos. Metido hasta los zancajos en una miriada de procesos penales por comportamientos que son literalmente de novela de Mario Puzzo. Somos el pasmo del universo. Y lo seremos durante meses ahora que el cerebro de la Gürtel, el señor Correa, ha decidido "colaborar" con la justicia. A saber la consecuencias de esa "colaboración". Van a dar para titulares de prensa durante meses.  

Es obvio que ningún ciudadano puede querer algo así. ¿Por qué, sin embargo, los urdidores de este plante-complot, sí? Las razones que han aducido son todas irrelevantes: el 24 % de escaños es insuficiente para gobernar (ellos gobiernan incluso con menos); Sánchez lleva dos años hundiendo más y más el PSOE (no es cierto; el que lo hundió fue Rubalcaba; Sánchez remonta); un gobierno en minoría del PP se podrá controlar en la cámara (suma 170, a falta de seis; de controlar, nada). Finalmente, El País, que es la nave capitana de la flota "crítica" (en realidad, golpista pues no solo critica sino qu ejecuta lo criticado), añade que debe gobernar el partido más votado. Pura doctrina Rajoy.

La razón reservada pero poderosa parece ser que, según los urdidores de la artimaña, Sánchez tenía propósito de pactar con Podemos y los indepes catalanes. Pero eso es un juicio de intenciones. También puedo suponer que Sánchez iba a pactar con los Rosacruces. Aparte de ello, el CF que aprobó el NO es NO prohibió al tiempo a Sánchez estos pactos "tenebrosos". Si este los intentara, iría en contra del CF. Así que, para que no se rebele contra el CF, se rebelan ellos con el plante. Si hay algo indigno en esta tierra es el ataque "preventivo".

¿Por qué, pues, los urdidores quieren forzar la abstención en contra la decisión anterior del CF? La pista la dio hace días González cuando conminó a sus huestes antañonas a permitir un gobierno de Rajoy y el PP aunque no lo merezcan. La cuestión es curiosa: ¿por que van a gobernar si no lo merecen? La respuesta solo puede ser una: porque, si no es así, sucederá algo peor.

¿Qué puede ser peor que un gobierno del PP para González, Díaz, Vara, Corcuera y otros? El proceso independentista catalán o, como dicen sus medios, el reto catalán. Los urdidores del pintoresco plante, cuya dimensión kafkiana dio la señora Verónica Pérez, presentándose a las puertas de la ley, con las que las autoridades en funciones le dieron en las narices. (Incidentalmente, ¿no es delicioso que un gobierno en funciones se enfrente a una oposición en funciones?). Aquellos no temen a los bolivarianos, ni a la gente, ni a los referentes llenos o vacíos. Temen al independentismo catalán. Temen que en el vacío de poder instalado en España hace más de un año, los indepes avancen en la construcción político-jurídica de su Estado y acaben confrontando al hipotético gobierno español con un hecho consumado, un RUI o una DUI. Por eso, ellos se han adelantado y han querido confrontar al Secretario General con el hecho consumado de su destitución por una retirada al Aventino. Ante esta perspectiva, casi certidumbre, los urdidores de la trama, prefieren entregar el poder al PP. Este se encargará de habérselas con la rebelión catalana y ellos apluadirán desde los bancos de la oposición. 

¿Recuerdan el famoso dictum de "antes roja que rota"? Tiene mensaje de vuelta: "antes azul que rota".