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diumenge, 6 de setembre del 2015

Carta de vuelta.


Mas se ha sumado al alud de respuestas que ha cosechado la carta de Felipe González en El País. Firman la suya asimismo Romeva, Forcadell, Casals, Junqueras, Llach, Bel y Forné. Con tanta gente, más que epístola, el escrito es un manifiesto. Podía ser el de Junts pel Sí de no ser por la ausencia de Reyes. Ojo al dato porque canta.


La carta de González que El País publicó casi haciéndola suya, era muy pobre literariamente hablando; sus argumentos, manoseados y con muchos sofismas; sus metáforas, groseras e injustas y sus amenazas, inaceptables, al menos en opinión de Palinuro en una respuesta titulada El cartero del Rey.  Pero eso no obliga a que la respuesta de los catalanes, sobre todo si es manifiesto, tenga el mismo lamentable nivel. Los manifiestos exigen más altura, mejor y más elegante estilo, brillantez, fuerza y valor.

Pero no es el caso. El estilo es pobre, apelmazado, repetitivo y algo ñoño. Y su argumentación en torno al concepto metafísico de Cataluña cual sujeto hipostasiado dotado de atributos humanos como la voluntad, la paciencia, el dinamismo, la tolerancia y una lluvia de virtudes e idealizaciones convierten el texto en un panegírico algo estomagante. Son dos fallos tan garrafales que dan pie a El País a editorializar en contra y a aprovecharlos para cuestionar y rechazar el fondo de la carta de Mas et al., que es lo que le importa. La cuestión del lamentable estilo salta a la vista, desde luego, pero no cabe ignorar que el de la carta de González era igual o peor. Resígnese El País a la realidad de que en España hace ya mucho que los políticos no saben hablar y menos escribir.

En cuanto al ente de razón Cataluña, a El País le molesta que los firmantes de la carta se arroguen su representación excluyendo a quienes no piensen como ellos. Y ciertamente no es enteramente de recibo. Han sido y son muchos los catalanes que han defendido una idea de Cataluña opuesta a la de los firmantes. Catalanes eran Balmes, Torras i Bages, Cambó, Pla y Deniel, López Rodó, etc. Desde la posición de la carta, Cataluña no se limita a ser una realidad geográfica en la que habita un pueblo, sujeto de derechos, que debate asuntos de interés colectivo, siendo uno de ellos la autodeterminación nacional. En la retórica de la carta es un ente metafísico que atraviesa la historia con una especie de programa de origen celestial en pro de la libertad, la cultura y la democracia. Una quimera.

El País se siente agredido con la expresión de "libelo incendiario" con la que Mas califica el escrito de González ya que, dice, el periódico no publica "libelos". Desde luego quizá la expresión libelo incendiario sea excesiva. Todo lo más parece un panfleto algo chamuscado. La comparación con nazis y fascistas, que González ha intentado mitigar luego en La Vanguardia echando mano del concepto de "fascistización", que debe de venirle de sus lejanas lecturas poulantzianas, no da para libelo. Mero panfleto o pasquín.

El grueso de la andanada de El País en contra del independentismo se dirige, como siempre contra Mas porque su táctica es clara: no reconocer en el independentismo el carácter de movimiento de amplia base social sino enfocarlo en la personalidad de Mas. Acusa a este de abuso de poder, de ir contra la legalidad, de confundir sus deberes como presidente de la Generalitat con sus pronunciamientos políticos partidistas, de poner los recursos de la Comunidad Autónoma al servicio de su proyecto político y de ignorar que él es el representante del Estado en Cataluña. 

Curiosamente, si se toman las acusaciones al pie de la letra podrá verse que encajan en la persona del presidente del gobierno, Mariano Rajoy: abuso de poder permanente, ignorancia o cambio arbitrario de las leyes a su antojo, confusión de deberes de presidente del gobierno e intereses de presidente del partido, expolio permanente de los recursos públicos para metérselos en los bolsillos la legión de corruptos del PP e ignorar que es el representante del Estado en España y fuera de ella. Sin embargo, El País, que yo sepa, jamás ha alzado la voz para exigir a Rajoy, el presidente de los sobresueldos y a su partido, una presunta asociación de delincuentes, un comportamiento como el que exige a Mas y los catalanes. Quizá estole ayude a comprender por qué Mas dice que el Estado trata a los catalanes como súbditos, desde el momento en que él también lo hace. 

Y eso es lo que la carta debería hacer valer. Eso y más cosas, en lugar de volver al tono lacrimógeno del eterno victimismo. Los textos firmados por los independentistas no tienen por qué arrogarse representaciones ideales, pero sí la de la opción independentista  que, de ser reclamada por la mayoría de la población pacífica y democráticamente, se configura como un derecho de esta a constituirse en una comunidad política propia con el alcance y las competencias que soberanamente decida. 

Es verdad que la carta concluye que ya no hay vuelta atrás y que ningún Tribunal Constitucional ni gobierno podrá coartar esa voluntad democrática. Pero ese enunciado no tenía que ser la conclusión, sino el planteamiento de arranque. Porque el ejercicio del derecho de autodeterminación no es la consecuencia del sistemático, histórico, fracaso del intento de encontrar un "encaje" de Cataluña en España sino de la circunstancia de que se trata de un derecho originario de la nación catalana.

Esa condición nacional catalana es, como bien se sabe, controvertida. El TC no quiere ni oír hablar de ella y Felipe González ha acabado admitiéndola a regañadientes. Pero eso no es algo compartido. En el propio PSOE hay gente -por ejemplo, Emiliano García Page- para quien en España solo hay una nación, la española y el partido en su conjunto, temiendo una división interna, ha aplazado el debate nacional. 

Con lo visto, está claro que, en lugar de citar agravios y recurrir a excusas, el manifiesto de los independentistas debe empezar por hacer valer el derecho incuestionable de los catalanes a decidir su futuro. Aquí y ahora. El futuro que la mayoría marque, sin necesidad de justificarlo más que en su propia decisión. Eso es un pueblo libre. 

dissabte, 5 de setembre del 2015

De ridículo a ridículo pasando por el abalorio.


La revolución catalana provoca delirios en los líderes políticos españoles.

Rajoy, cuyo sentido del ridículo es tan hondo como su moralidad y su inteligencia, ha internacionalizado el conflicto catalán en tres días mucho más de lo que lo han conseguido los independentistas y llevan años, lustros, intentándolo. Esta técnica de hacer lo que interesa al enemigo es un descubrimiento del presidente de los sobresueldos. No tiene precedentes y seguramente tampoco consecuentes. El martes trajo a Frau Merkel y ayer, viernes, a Mr. Cameron, ambos a opinar sobre la cuestión catalana en unos términos pactados de antemano con La Moncloa. La señora Merkel tuvo que hablar del principio de integridad territorial de los Estados y Cameron recordó que el ente territorial que se independice de su Estado, saldrá asimismo de la UE. En su sumisión a todo el que hable una lengua que él no entiende, o sea, en su sumisión a todo el mundo, Rajoy oía las palabras de Cameron no como una opinión más o menos cierta, sino como una verdad incuestionable, como una orden que es cosa más afín a su espíritu. Pero no pasa de ser una opinión. Si Cataluña se independiza, ya veremos qué sucede. La situación no tiene precedentes y no se sabe qué sucederá porque ello depende también de cómo se independice.

La punta ridícula comienza a aparecer cuando se recuerda que Cameron está preparando un referéndum sobre la eventual salida de su país de la Unión Europea. Eso de vestir de amenaza una opción específica que uno mismo puede estar escogiendo resulta difícil de entender, cuando menos sin echarse a reír.

El aspecto más ridículo de esta internacionalización del conflicto, tan ridículo que hasta los estrategas de La Moncloa han pretendido desactivarlo es de otro tipo. Consiste en la intención original de Rajoy de pedir a Cameron una declaración en favor de la integridad territoral de España, como había hecho con Frau Merkel. Alguien en La Moncloa, alguno de esos más de sesenta asesores que carecen de graduado escolar, pero nos cuestan un dineral, debió de advertir el ridículo en que se incurría pidiendo al inglés suscribir la integridad territorial de España, siendo así que es el primero en romperla con Gibraltar.

A Felipe González le zumban los oídos hace ya cinco días, desde la publicación de su Carta a los catalanes, en El País, en el estilo de la epístola a los corintios, pero en la era de las tecnologías. El escrito ha provocado un alud de críticas y de muy crueles (y generalmente injustas y falsas) acusaciones. Al margen de los insultos, muchos argumentos de diferentes puntos de vista refutaron la epístola de González. La carta procedía a comparar el proceso independentista con los nazis y/o los fascistas, cosa que saca de quicio con razón a los independentistas.

Para librarse del ruido mediático levantado por sus juicios sobre los catalanes, el expresidente concedió luego una entrevista a La Vanguardia en la que decía que es partidario de resolver el problema mediante negociación y pacto y que debe comenzarse por reconocer que Cataluña es una nación. Es muy difícil no dar a este reconocimiento el valor que los conquistadores españoles daban a los abalorios y cuentas de cristal que llevaban a la Indias para engañar a los aborígenes y cambiárselas por riquezas en metales preciosos. ¿Que quieren llamarse "nación"? Que lo hagan, pero nada más. Es la doctrina del TC: son nación si quieren ser nación y se pronuncian por su derecho a serlo, pero eso carece de efectos jurídicos. Es decir se trata de contentar a los aborígenes con un mero nombre, "nación" , a modo de abalorio: brilla mucho, pero no sirve para nada. Esa condescendencia con los aborígenes también es absurda. La nación catalana no depende de que España la reconozca. Han coexistido a lo largo de los siglos pero la mayor debilidad bélica y material de aquella no la ha dejado brillar con luz propia hasta ahora. Y, desde luego, no va a dejarse seducir con abalorios. Esto es, como suele suceder, tratando González de enmendar su yerro, lo agravó. 

El ridículo no se limita a la derecha, aunque sea el terreno en que más se cultiva. También afecta a la izquierda, sobre todo si el objeto es el independentismo catalán que, repito, parece movilizar las peores y más estólidas prácticas de la dirigencia española. Ayer Errejón o el community manager que le maneje la cuenta, subía un tuit a Twitter en el que decía que Artur Mas no había conseguido llenar una plaza de Casteldefells, y pidiendo ser ellos quienes la llenaran el próximo domingo. Y eso en catalán porque es propaganda de Catalunya si que es pot".


Esta imagen permite visualizar el núcleo conceptual de la campaña de Podemos en las elecciones de 27 de septiembre, esas que no podían ser plebiscitarias y que, por lo tanto, no iban a serlo con el mismo grado de seguridad con que las elecciones de 9N del año pasado tampoco se iban a dar.  La idea fundamental de la campaña es que esta es una dicotomía entre dos grupos, los dos con posibilidades reales de llegar a La Moncloa. Grupos y personas. Se trata de contraponer al pérfido Mas, representante de todos los recortes y políticas neoliberales con el amable pueblo catalán, que no se dejará engatusar con los cantos de sirena de los independentistas, esos que inducen a la gente a pensar que lo importante no son la habichuelas sino una Patria intangible, etérea. Así que lógico es que la asistencia a los mítines de Mas flaquee, pues el político convergente no es el rostro del pueblo, sino el de su enemigo. El nacionalismo, el independentismo, son disfraces para ocultar la verdadera finalidad explotadora de la burguesía, de "los de arriba". En cuanto la gente se dé cuenta del todo,  los mítines de Mas no va ya ni él.

Una hora más tarde, otro tuitero subía un tuit en el que se veía muchísima mayor asistencia al mitin de Mas, pues la foto se hizo cuando el mitin estaba en marcha y la gente escuchando; no como en el tuit de Errejón, que se hizo antes de comenzar el espectáculo.

Y traía un comentario burlón: "Hola, Errejón: no sé quién te habrá pasado la foto pero igual el domingo haces el ridículo". Lo que la imagen revelaba es que Errejón o alguien en su nombre había pretendido engañar a la gente dando una cifra de asistentes a un mitin de Mas de muy escasa concurrencia. No está mal para quien inició su carrera política criticando las formas de organización de los poderes constituidos como una política antipopular, como la censura, la manipulación y la concentración de los medios en manos de unos cuantos banqueros que son los dueños de la información. Alguien que se revelaba contra el engaño, la censura y la mentira. Resulta, sin embargo, que, apenas tiene ocasión, recurre exactamente a los mismos medios que critica y consigue, como ellos, hacer el ridículo y entre la rechifla general.

Otro tuitero no se esperaba a ver hacer el ridículo a nuestro hombre el domingo y decidía añadirle una gota más de ácido y burla: "Si le das zoom al núcleo irradiador de tu cámara verás esta foto. La seducción de los no aliados. Saludos." El asunto está claro: como decíamos al comienzo de este post tratándose de Rajoy, no se puede recurrir a los medios de los enemigos.

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Sobre todo si te presentas con un discurso algo pedante pero que pretende manifestar una distancia abismal entre la realidad injusta que denuncias y tus propias propuestas que, en principio, vienen a regenerar la vida pública, a desterrar el engaño, el fraude y la manipulación. Mañana, domingo, ya tiene Podemos una tarea clara en Casteldefells: reunir más gente que en el mitin del presidente Mas, so pena de quedar no solamente como unos manipuladores sino como unos fracasados. 

Conferencia en el ateneu de Tàrrega.





divendres, 4 de setembre del 2015

Entrevista a servidor en Punt Avui de hoy.


Ya sé que lo bueno de las entrevistas es lo que en ellas se dice y puede leerse. Pero l@s lector@s me perdonarán la pequeña vanidad de reproducir la página del diario con mi foto. No siempre lo sacan a uno tan favorecido, caramba. Como que al principio pensé que se habían equivocado de persona. Pero luego vi que era yo. Menudo ojo el del fotógrafo. Creo que voy a usarla para todo lo que se tercie hasta que se caiga de vieja, ella o yo.


La entrevista en catalán es esta. Por cierto, la entrevistadora, Anna Ballbona, muy buena, concisa y clara:

ANNA BALLBONA

Ramón Cotarelo (Madrid, 1943) és catedràtic de ciències polítiques de la UNED i una veu espanyola que de fa temps dóna suport al procés. Això el va portar a estar disposat a anar en un lloc simbòlic a la llista de la CUP per al 27-S, però el fet de no estar censat a Catalunya li ho va impedir.

Per què havia dit sí a anar a la llista de la CUP?
La ideologia de la CUP és la que més s'ajusta a la meva ideologia, perquè és assembleària, laica, republicana... En aquest tema sempre he defensat el dret a l'autodeterminació, sense hipocresies i exercit ara. Una altra cosa és que jo sigui independentista.

El 27-S tindrà el caràcter plebiscitari que les forces sobiranistes li volen donar?
Si ja el té! No veus com estan? Estan histèrics.

Què li sembla que la CUP no s'afegís a la llista de Junts pel Sí?
Des del punt de vista de la ideologia, la CUP és bastant radical i molt estricta. I té un punt de vista moralitzant. L'aliança amb la dreta, en el fons, no els fa el pes. Una altra cosa és que, tàcticament, en allò fonamental, coincideixin, des del moment que la dreta s'ha fet independentista. Tàcticament és un encert, perquè és donar a l'electorat una doble possibilitat. La CUP recollirà vot independentista que en cap cas aniria a Mas. Donar una doble opció és un encert.

I, passat el 27-S, els veu capaços de posar-se d'acord?
Sí. Ningú entendria el contrari. Tant David Fernàndez com Mas tenen cintura suficient, competència i capacitat per arribar a una entesa.

Què va pensar quan es van produir els escorcolls policials a la seu de CDC i la seva fundació?
És una provocació. I darrere d'això arribaran més coses. La carta de Felipe González, les declaracions de Guerra, la marranada que volen fer amb el TC... és tot el mateix. Estan tot el dia mirant per on poden rebentar això. I no retrocediran en res.

Per tant, augura un setembre només de resposta policial per part de l'Estat espanyol?
D'aquí al 27-S només veig una escalada de provocacions, maniobres i joc brut. I, a partir del 27, en funció del resultat, les actituds canviaran, entre altres coses perquè el resultat del 27-S no només el mirem els catalans, sinó tot Europa. Aquest assumpte ja està totalment internacionalitzat. Fins i tot el govern espanyol ha ajudat a internacionalitzar-lo. I el que aconseguiran és el contrari del que pretenen: es cobriran de ridícul. Què significa que Rajoy demani a David Cameron un pronunciament a favor de la integritat d'Espanya? Que és el de Gibraltar! Si tu poses els estrangers en aquest assumpte, el primer que et diran és que facis el referèndum.

Entén la posició de Catalunya Sí que es Pot?
És una posició d'esquerra espanyola fracassada a Catalunya. Estan ocupant el lloc deixat pel PSC i pel PSUC. L'esquera espanyola és més espanyola que d'esquerres. Intenten dissimular una mica, però demostren que no entenen res. El de Catalunya és un conflicte nacional i social. Però el seu interès són les eleccions generals. Els passa el mateix que al PP.

dimecres, 2 de setembre del 2015

Hermenéutica de una chapuza.


Por fin una portada de El País que no imita el tebeo de Marhuenda, sino que informa y con enfoque crítico. Luego lo estropea con un lamentable editorial en el que considera un grave error lo que no es más que un atropello, una cacicada y una ilegalidad. Pero, cuando menos, la portada explica bien lo que quiere hacer el gobierno: poner todos los poderes del Estado a sus órdenes y dictar una ley para perseguir a un ciudadano. Algo contrario a todos los principios jurídicos del Estado de derecho. Por eso la vicepresidenta del gobierno mostró el cinismo que caracteriza a esta asociación de presuntos malhechores al afirmar que la reforma tiene carácter general, como diciendo que no está pensada como un acta de proscripción personal contra Mas. Pero no cuela: esa reforma (inconstitucional e ilegal) es lo más parecido que cabe hoy encontrar a un bill of attainder (norma penal contra un ciudadano concreto, en este caso, Artur Mas), expresamente prohibido en la Constitución de los Estados Unidos.


Por eso dice Artur Mas, a su vez, el ciudadano a pique de proscripción, que con la reforma el gobierno se carga el Estado de derecho. Corto se queda el hombre. Hace mucho tiempo que el PP y el presidente de los sobresueldos se han cargado el Estado de derecho. Solo que hayan gobernado mediante decretos-leyes ya identifica su estilo con el de la arbitrariedad más contraria a esa forma de Estado que se basa en el imperio de la ley. No del decreto-ley. Le viene bien a Mas saber con quién ha de habérselas porque, hasta hace poco tiempo, el PP y la derecha catalana se han venido apoyando y tapando las vergüenzas mutuamente. A lo mejor no le sirve de nada pero tome nota el presidente de que, cuando vayan por él, a su lado solo tendrá demócratas.

A mendigar apoyos internacionales en contra del nacionalismo ha salido Rajoy con la falta de dignidad que lo caracteriza. A sus abyectas peticiones ha respondido una reticente Merkel que hay que respetar los tratados de la Unión. De Perogrullo. Pero no ha dicho que una Cataluña independiente haya de salir de la UE. Y aunque lo hubiera dicho, ¿no es España una gran nación? ¿Desde cuándo van las grandes naciones pidiendo árnica? Y no es lo único. El mismo personaje de los sobresueldos planea reunirse con Cameron el viernes y presionarlo también para que se declare a favor de la unidad e integridad territorial de España. Hace falta ser ruin cuando se recuerda que Cameron es el primer ministro de un país que, dueño de Gibraltar, rompe esa unidad e integridad territorial españolas que a Palinuro le parecen una filfa, pero estos neofranquistas dicen tener el fondo de su corazón.

Pedro Sánchez acusa al PP de cortejar a la extrema derecha con esta reforma, lo cual es obvio. Pero esa no es toda la historia. Sí, se pretende dar carnaza a la chusma anticatalana que hay en el PP, empezando por su presidente cuando recogía firmas contra el Estatuto de 2006. Pero no solo eso. También se pretende proyectar una imagen de duros de película con las veleidades separatistas catalanas para ganar los votos de la España profunda y dejar al PSOE y a la izquierda en general en dique seco. La reforma, en efecto, es un atropello, un puñetazo encima de la mesa, como diría Albiol, cuyas dimensiones externas son inversamente proporcionales a las internas, para ganar las elecciones de diciembre. Pero, ¿qué propone el PSOE? ¿Una imprecisa reforma constitucional que el PP -cuyo voto es imprescindible para ello- ya ha rechazado expresamente? ¿Qué, si no? Y ahí está el problema, en que el PSOE no propone nada con consistencia mínima, ni una idea. Cero. Su actitud es la mejor garantía de que, pase lo que pase en Cataluña, las elecciones en España las ganará el PP. Y eso ya sí que es el colmo: que por la pobreza mental, la indolencia, la falta de talla política y la de coraje y arranque de la actual dirección socialista, la gente en España esté en riesgo de verse otros cuatro años gobernada por una banda de sinvergüenzas y ladrones.

A su vez, la reacción de los de Podemos aun es más lamentable que la del PSOE. Obsesionados con la centralidad, la ambigüedad y la necesidad de no mojarse en el asunto de la independencia para no perder votos en España, que es lo único que les importa, equiparan a Rajoy con Mas y sostienen que ambos juegan al despiste y a lanzar cortinas de humo. Por no pronunciarse en el espinoso asunto de la autodeterminación de las catalanes son capaces de la mayor vileza, esto es, igualar al agresor y al agredido y sostener que la víctima y el victimario son iguales. Y esa sí que es una cortina de humo revestida de miseria teórica y ruindad moral.

El resto de las reacciones al nuevo atropello de la asociación de presuntos malhechores, da para un vademécum de la risa. El candidato del PP a la Generalitat, Albiol, alma (roma, pero alma) de esta chapuza da el tono verdadero del grupo de matones que la apoya. Según él, se acabó esta broma. Ni es una broma, ni va a acabarse porque cuatro descerebrados de derecha cerril confundan la España de 2015 con la del 18 de julio de 1936 que es la suya.

Duran Lleida, también instalado en la plataforma de El País, escribe un lacrimógeno artículo repartiendo culpas con una equidistancia bochornosa y viniendo a decir que la lucha de los catalanistas por sus derechos es equiparable a la de una manga de presuntos ladrones, neofranquistas y nacionalcatólicos por mantener sus privilegios y seguir esquilmando a un país que ya está al borde del colapso. Algo tiene que ver, desde luego, el hecho de que él mismo haya vivido a cuerpo de rey sin acordarse en treinta y tantos años de enmendar de forma eficaz una situación de cuya injusticia se queja ahora, cuando sus privilegios pueden desaparecer.

Parecida intención de escabullir el bulto muestra Ada Colau que cada día defrauda más expectativas, cuando gimotea que no deben judicializarse los conflictos políticos. Por supuesto. Pero es que no es el caso. La chapuza del Tribunal Constitucional no judicializa nada porque ese órgano no es parte del poder judicial. Simplemente es una arbitrariedad y un atropello contra el que toda persona de bien y de convicciones demócratas debe alzar la voz. 

Pero en este país, cuando son los amos del cortijo quienes alzan la voz, muchos, demasiados, tienden  a bajar la suya y hablar en susurros.

dimarts, 1 de setembre del 2015

La contrarrevolución en marcha.


Empezaron enviando a la Guardia Civil, a ver si podían hundir a Convèrgencia y, con Convergència, la lista conjunta y con la lista conjunta, el movimiento independentista catalán acusándolos de corrupción, algo en lo que el gobierno, su partido y el sobresueldos que los dirige tienen máxima nota y muchos trienios.

Muy mal han de venir los sondeos que el PP encarga en secreto con nuestro dinero para que no se haya "filtrado" en agosto ninguno de esos que augura la derrota del Sí. El paso siguiente fue encargar a Felipe González una carta comparando a los independentistas con los nazis y los fascistas. No con los franquistas, claro, pues se podría descubrir el sucio truco de condenar a las víctimas llamándolas victimarias. Una carta vergonzosa que El País, otro pecio de indignidad de lo que antaño fue un periódico decente, trompeteó a los cuatro vientos, ganándose de paso la subvención de la cuadrilla de facinerosos y más desprecio (si cabe) de la gente libre de este país.

La vicepresidenta del gobierno gorgojeó a continuación su gran aprecio por la carta de González. En otro tiempo, el espaldarazo de esta ratita hacendosa, cobradora presunta de sobresueldos dudosos, hubiera sido un desdoro. En otro tiempo. No tardó en salir Aznar, símbolo del encanallamiento político español más hondo, a dar unas palmaditas satisfechas en el lomo de González por la carta y, de paso, una colleja, al recordarle que con la epístola se limitaba a enmendar yerros pasados. Y Felipe González, el gran líder de la renovación española, depositario de una tradición de la izquierda, callado y con los ojos bajos. Una humillación mucho mayor de la que puedan haber sentido los independentistas catalanes a quienes el presidente de honor del PP trata con el desprecio y la chulería de cuarto de banderas que acostumbra. Mucho mayor porque estos independentistas se han enfrentado a este rancio franquista amenazador con una gallardía de la que González carece.

A su vez, el presidente de los sobresueldos decidió, con su perspicacia habitual, internacionalizar la cuestión catalana, metiendo la pata, como acostumbra, según señaló ayer Palinuro en su post sobre la revolución catalana. Para arreglarlo ha convencido hoy a Frau Merkel para que le eche una teutónica mano, advirtiendo al personal de la perogrullada de que los tratados y la ley han de cumplirse. Lo que no le ha dicho a su amiga (y, por tanto, la ha engañado, como siempre que habla con alguien) es que esa ley que hay que cumplir, el primero que no la cumple es él. Y no solo que no la cumple sino que, cuando le molesta, simplemente la cambia de un plumazo por medio del rodillo parlamentario de que dispone compuesto por diputad@s ovin@s a l@s que basta con despertar de un codazo para que voten lo que se les diga. Que para eso se les paga. Y se les repaga. Y se les sobrepaga. Y se les deja hacer asesorías verbales cuando los pagos, repagos y sobrepagos no les parecen suficientes.

El atropello viene ahora por vía de una reforma exprés del Tribunal Constitucional, apañado por los miembros más franquistas y catalanófobos del PP con el fin de proceder contra Mas y yugular el proceso catalán con una apariencia de legalidad. En realidad, un berrido de jayanes de taberna, lo que son los Albioles y Hernandos y otros finos juristas, perfectamente inútil por tres razones: 1ª) porque, por motivo de forma y contenido, la propuesta es inconstitucional; 2ª) porque es ociosa pues el ordenamiento jurídico ya pone a disposición del gobierno -incluso uno tan incompetente y corrupto como este- los medios precisos para conservar la legalidad; y 3ª) porque nada puede conseguir que un Tribunal Constitucional, presidido por un militante del PP y enchufado directo del presidente, adquiera una autoridad y prestigio de los que carece y menos que nada este último atropello.

Pero, claro, el atropello no pretende justificarse jurídicamente, sino que es una argucia política. Al presidente de los sobresueldos le importa una higa lo que pase en Cataluña en donde ya sabe que nadie va a votarlo. Lo que le importa es ganar votos en España a base de mostrarse duro, recio, íntegro, español, con los catalanes. Eso, calcula él, paga en votos y, al tiempo, deja hecha unos zorros a la oposición de izquierda, que ya no sabe que hacer.

Y no le falta razón. ¿De qué le sirvieron sus jeremiadas a González? ¿De qué el españolismo impostado de Iceta en Cataluña? ¿De qué las patochadas e inmoralidades de Sánchez gritando "¡más España!", como si fuera Millán Astray, o envolviéndose en la rojigualda o, vergüenza inmunda, yendo a manchar el monumento a Lázaro Cárdenas con la bandera contra la que el expresidente mexicano luchó toda su vida? De nada. Enésima lección de que el acobardamiento, el apaciguamiento, la miseria moral frente a la oligarquía española y otras especies de chulos mesetarios no paga.

Ya es tarde. En medio del griterío bravucón de estos franquistas neoliberales o nacionalcatólicos, el PSOE no tiene tiempo (ni su gente categoría intelectual) para tratar de explicar al electorado español las posibilidades de un enfoque distinto, dialogante, negociador que, con buena voluntad y respeto a los derechos de los pueblos, apunte a una posibilidad de solución que no sea un trágala perro. Y para su bochorno tendrá que uncirse al carro de la derecha más bestial y beber todas las cicutas de lo que vaya a pasar porque, como es de suponer, los independentistas no cederán (ni tienen por qué) y la confrontación entrará en una vía de "fuera terceros".

Y a la llamada izquierda transformadora, en su versión tradicionalmente anguitesca o en la nueva de los rollos podémicos, ya ni merece la pena referirse. Muda de terror y espanto ante un conflicto que ha demostrado su vacío estratégico y su perfecta inutilidad, solo aspira a que el viento de la historia pase y no le desmantele el chiringuito seudo-radical.

El duende del proceso seguirá informando.

Hablando sobre la revolución catalana.

Invitado por la ANC, doy una conferencia en el Ateneu de Tárrega sobre el tema El proceso de independencia visto desde Madrid el próximo jueves, tres de septiembre. El título se las trae porque, desde Madrid y en lo tocante a la autodeterminación/independencia catalana se ve todo rojo o negro, según le dé al avistador. Si me tomo al pie de la letra el enunciado, con bufar una poco resolvería el encargo. Pero, qué caramba, yo también soy de Madrid y también tengo un punto de vista sobre el proceso, que no tiene por qué ser menos representativo del que tenga el presidente del gobierno, por ejemplo que, además, me consta es un punto de vista expuesto en dos o tres exabruptos, ya tal y fin de la cita.
 
Llevo preparada una exposición en tres momentos: los antecedentes (la transición), el pasado más inmediato (el Estatuto de 2006, el Tribunal Constitucional y la Diada de 2012) y el momento presente a la espera del 27 de septiembre.
 

dilluns, 31 d’agost del 2015

La revolución catalana.

El País continúa en su ardua campaña en contra del independentismo catalán a banderas desplegadas. Da cuenta del efecto de la epístola nacional de González asegurando que El núcleo duro independentista trata de desprestigiar a Felipe González. Se queja de que, en lugar de debatir y refutarle sus razones, lo insulten. Por mi parte he visto bastantes razones por ahí; incluso he formulado algunas y tampoco parece que las de González sean para aceptarlas como verdad revelada. El gobierno se ha deshecho en alabanzas de la "cordura" de González, gran estadista género jarrón chino. Y, con el gobierno, el señor Duran, que es "nuestro hombre en Barcelona", el último mohicano portador del seny en Cataluña. 

Eso el gobierno. La oposición socialista ha cerrado filas con el anciano de la tribu. Tanto Pedro Sánchez como Miquel Iceta han agradecido a González el gesto de ilustrarnos sobre el espinoso asunto catalán, evidentemente felices, resplandecientes. Iceta cree que la carta gonzalesca es de alguien que conoce y quiere a los catalanes. Que los compare con los nazis y los fascistas, en realidad es un gesto de exuberancia producto de su mucho amor. Sánchez también se identifica con ese  discurso nacional español suave en la forma pero duro en el fondo. Es el que acuñó la consigna de "¡más España!", de la que no ha vuelto a saberse más; el mismo que sacó a escena una rojigualda tamaño campo de fútbol y se ha ido a México a, entre otras cosas, homenajear a Lázaro Cárdenas con una corona floral con la rojigualda. No la tricolor. A Lázaro Cárdenas, que siempre se mantuvo fiel a la República y jamás reconoció el régimen de Franco ni su bandera. Haberle llevado un ramo de claveles, hombre, para ser menos cortesano.

Los partidos dinásticos, a partir un piñón pues se trata de "asuntos de Estado", hoy por hoy, Cataluña. Se entiende. Son los pilares de lo que la nueva izquierda venía llamando el régimen, cuya columna vertebral era el bipartidismo. El bloque del nacionalismo español está en zafarrancho de combate. En su campo también se insulta mucho, pero eso a El País le interesa menos. En todo caso hay un gran vocerío.

Que contrasta con el silencio de las izquierdas españolas no socialdemócratas, las que se llaman a sí mismas transformadora y la novísima izquierda al desgaire. La aparente bronca entre unionistas y separatistas y sus episodios más o menos sonados, como esa carta de Felipe González, cual nuevo Zola del siglo XXI, parecen cogerlas con el paso cambiado o ponerlas en un compromiso. De un lado no quieren acercarse al bloque unionista por no parecer falangistas imperiales pero, del otro, tampoco dar siquiera la impresión de simpatizar con el independentismo porque temen perder todos sus votos en el resto de España y quedarse como pollos desplumados. Así que, ya se sabe, defienden el derecho de autodeterminación, pero no ahora sino cuando toque. Es decir, silencio. Esta izquierda española está fuera de la función y, en realidad, no tiene papel en la obra.

Y no lo tiene porque no entiende la obra. Su interpretación del proceso independentista está lastrada por sus dogmas ideológicos. ¿De qué estamos hablando? ¿De una maniobra de la burguesía catalana, según la vieja idea de Jordi Solé sobre la naturaleza del nacionalismo? ¿O quizá de la recomposición de fuerzas en el ámbito de lo nacional popular? ¿Incluso, de un error estratégico de la izquierda catalana que, al parecer, se deja engañar por la burguesía, haciéndole olvidar su verdadera misión en este mundo? Porque aquí no es ya solamente que haya referentes flotantes, es que puede haberlos vacíos. Es una izquierda desconcertada que trata de encontrar su hueco en un conflicto cuya naturaleza no entiende.

Nadie ha empleado el término revolución. Y es cosa hasta cierto punto lógica porque primero hay que aclararse entre las dos posibles acepciones del término: una vulgar, mundana, hasta publicitaria, como cuando se habla de la revolución de los lavavajillas, por ejemplo; y otra más específica, normalmente empleada en enfoques históricos o politológicos que implican cambios de régimen, no solo de legalidad sino incluso de principio de legitimidad, un uso que a veces se ha aplicado superando los meros límites de lo político, con denominaciones más mediáticas, como "revolución de los claveles" o "revolución de terciopelo", pero se trata de casos aislados. Bien, ¿por qué no puede llamarse al proceso que está viviéndose en Cataluña la revolución catalana? El nombre no tiene derechos de autor y el contenido es una vivencia subjetiva que mucha gente en Cataluña está experimentando de forma directa, inmediata. La vivencia de estar asistiendo al nacimiento de un Estado, de su Estado. (Había puesto nacimiento de una nación, para aprovechar el tirón del título de Griffith, aunque con otra intención, claro, pero un lector me hace observar que la nación catalana es mucho más antigua). La experiencia única de que el tren de la historia pasa por su vida y solo lo hará una vez.  Eso es algo que tiene una fuerza de movilización extraordinaria y que el bando contrario ni intuye.

Que las izquierdas revolucionarias españolas no hayan visto una revolución cuando la tienen delante era bastante de esperar porque siempre han sido más españolas que izquierdas y solo reconocen una revolución si se ajusta a un manual de doctrina. Pero eso no hace menos revolución la revolución catalana. Todo depende de las elecciones del 27 de septiembre que, según el bloque unionista, son unas simples y llanas elecciones autonómicas y para el resto del planeta son más, mucho más. De su resultado depende lo que suceda en España toda al día siguiente. Nada, o, entre otras posibilidades,  una Declaración Unilateral de Independencia, que es un acto típicamente revolucionario por el cual el poder constituyente rompe la legalidad y legitimidad anteriores y proclama unas nuevas, una nueva Constitución de una República catalana. O sea, para entendernos, una revolución. Sire.

La carta de González no tiene tantas razones como dice El País pero sí contiene las amenazas de rigor y los miedos habituales. Por boca del expresidente del gobierno habla el temor del nacionalismo español a quedarse sin país, también una vivencia colectiva subjetiva única.  De ahì que sea tan lamentable que González se atenga a la Ley de Godwin y compare el independentismo catalán con los nazis y los fascistas. Repase algo la historia y la próxima vez que quiera comparar a los independentistas con alguien, hágalo con los Países Bajos, primer Estado moderno en alcanzar la independencia de España, que tardó ochenta años en reconocerla.

diumenge, 30 d’agost del 2015

El cartero del Rey.


Ayer fue la Guardia Civil; hoy, una reprimenda epistolar de Felipe González. El nacionalismo español está en pie de guerra. Y en El País, que le cede su articulo editorial, es decir,  hace suya la opinión de González, y este habla por el periódico. No es menudo privilegio. Se entiende, sin embargo. Hace ya unas fechas que, habiendo comprendido por fin el calado de lo que llama con flema anglosajona el desafío soberanista, el cuarto de máquinas del diario de Prisa echa humo. Ha puesto a trabajar a  sus plumillas más o menos cultos y los muñidores de ideología en defensa de la unidad de la Patria. Si su autoconciencia legitimadora lo pinta como el diario de la transición y el que se enfrentó al golpe de 1981 en nombre de la Constitución, su idea del momento es erigirse en paladín de la unidad de España y nuevo salvador de la Patria.

El editorial firmado por González viene a ser como un artículo de fondo. Aunque de poco fondo. Como pieza literaria es insignificante y como documento resulta bastante ramplón. Ocasión tan distinguida hubiera necesitado algo más de estilo y mayor densidad de contenido. No tendría por qué ser un nuevo Discurso a la nación española o Yo acuso u Oigo Patria tu aflicción, pero debiera tener algo que permitiera recordarlo. En vez de eso, la epístola que González dirige a los catalanes, a diferencia de las que San Pedro o San Pablo dirigían a distintos destinatarios colectivos, reproduce el contenido adocenado de las habituales admoniciones del nacionalismo español de más rancia estirpe vestido con las galas del "éxito" de la segunda restauración. Tengo la impresión de que el Rey le ha pedido que se dirija a los españoles en defensa del statu quo -y la Corona, por ende- y le ha dado la plantilla del discurso español tradicionalista, una triada que incluye: a) jeremiadas, b) malos augurios; c) amenazas.

Las jeremiadas. ¡Ah, con lo bien que nos llevamos y lo mucho que hemos prosperado gracias a la Constitución de 1978 que otorga el mayor autogobierno que Cataluña ha tenido en su historia! González no está familiarizado con la del nacionalismo catalán e ignora que lo lógico (y legítimo) de este no es quedarse con "el mayo autogobierno"  sino la totalidad del autogobierno. Esto sin contar con que el juicio sobre el Título VIII de la CE es muy contradictorio. A él le parece un éxito; a otros, un desastre y un fracaso, sobre todo después de que Alfonso Guerra y los demás "Guerras" que hay en el Parlamento y el Tribunal Constitucional se cepillaron el Estatuto de 2006.

¡Ah, qué lástima ver Cataluña convertida en una Albania! Tengo la impresión de que antes se verá así España que Cataluña. Pero, sobre todo, es absurdo emplear estas imágenes después de los referéndums de Quebec y Escocia, que han dejado sin argumentos a los nacionalistas españoles. En especial los de Quebec porque se dieron a raíz de una doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo Federal, según la cual, el derecho de autodeterminación no existe en la Constitución canadiense (como tampoco en la CE), pero si una parte importante de la población se empeña en ejercerlo, el Estado viene obligado a negociar alguna forma para ello, como es lógico y entiende todo el mundo, incluida Escocia, pero no el gobierno español.

Las "razones", los (malos) augurios. Horrorosa la pretensión de desconexión de Mas tan en contra del espíritu del tiempo, que es el de la gran conectividad.  Dice González que la desconexión será en primer lugar entre catalanes, pues ya empieza a haber signos de racismo. Cierto. Pero los ha habido siempre. Y en todas direcciones. El "¡háblame en cristiano!" es puro racismo. Tambien dice que se quiere desconectar a los catalanes del resto de los españoles. Si todo el mundo está tan conectado, tanto dará estarlo con los españoles como con los demás europeos. Y esto sin contar con que ese  contacto entre españoles y catalanes de que tanto dicen enorgullecerse los políticos nacionalistas españoles es pura demagogia. Un estudio sobre los prejuicios de unos hacia otros, del grado de conocimiemto real sobre todo de los españoles hacia los catalanes probará que no hay cercanía y que no la habido nunca. Para los españoles, en el fondo, Cataluña no es el extranjero, pero sí el cuasiextranjero.

Igualmente se augura una ruptura de Cataluña con Europa. Ni que él fuera el dueño de la kermesse. Eso está por ver y también lo está lo que pueda hacer España o lo que quede de ella. No resulta verosímil que la parte más europea de España vaya a quedar fuera de Europa. No es pensable ni quizá posible. González recurre a una caricatura: un consejo europeo de 200 o 300 miembros. Eso no se dará, pero, aunque se diera, ¿qué? ¿Cuál es problema con que en lugar de haber 28 Estados en Europa haya 29 o 39 o 45 o 7? ¿La defensa? Nadie ignora que Europa es incapaz de defenderse a sí misma aquí y ahora y depende para ello de la OTAN y, en último término, a qué engañarse, de los Estados Unidos. Las cosas no cambiarán mucho. 

Augura González asimismo una ruptura con América Latina y señala los 500 millones de almas de un apetitoso mercado con el que nos une la lengua. Y ¿quién ha dicho al expresidente que dejará de hacerlo? El español o castellano seguirá siendo oficial en Cataluña independiente por la cuenta que le trae. A esta desconexión le pasará lo que al intento de mantener a los catalanes y aragoneses en general al margen del comercio con el imperio español. Sin duda se dio en uno u otro momento, pero siempre hubo comerciantes de la Corona de Aragón en la trata de Indias.

Amenazas. Aunque el escriba las edulcora cuanto puede, están siempre ahí: ningún gobierno español negociará, dice, ante hechos consumados Eso de los "hechos consumados" suena a nazi y, en efecto, no falta la comparación (disimulada, pero clara) entre Cataluña y Alemania/Italia años treinta. Luego de una serie de intentos de los catalanes de negociar, siempre rechazados (el propio González acusa al gobierno de no negociar y de inmovilista), ¿qué significa aquí "hechos consumados"? Y eso sin contar con que se trata de otro vaticinio: ningún gobierno español se sentará a negociar ante hechos consumados, hasta que se siente.

Pero González aquí tiene otro talante. Sale el demócrata, el gran defensor del Estado de derecho y recuerda que el límite a la ambición de Mas (nunca habla de movimiento social o cosa parecida; la posible secesión de Cataluña es una manía de Mas) es la ley. Tan solemne se pone que la escribe con mayúsculas: la LEY. Hay que cumplir la ley. Exactamente lo mismo que dice Rajoy.  Y con más rotundidad que los infelices compañeros de partido de González pues, cuando le parece, él la incumple. A veces se molesta en disfrazar el incumplimiento de reforma según el procedimiento previsto pues para eso tiene una mayoría absoluta parlamentaria ante quien nadie rechista. Otras veces se limita a incumplir (generalmente plazos, obligaciones, etc) y no sucede nada. Los catalanes, en cambio tienen que cumplirla a rajatabla, por inicua o injusta que sea. Y eso no está bien, lo vea él así o no.

Dice González que no le gusta lo que hace el gobierno, pero que no puede ser equidistante. O sea, que se alinea con quien hace lo que no le gusta, probablemente porque el otro se apresta a hacer algo que le gusta menos. Parecería suficiente, pero no es así. La ultima ratio no podía faltar. Y no falta: Ningún gobierno responsable puede permitir una política de hechos consumados, y menos rompiendo la legalidad, porque invitaría a otros a aventuras en sentido contrario.

En todo caso, concluye González, no haya cuidado porque España no va a romperse por la muy poderosa razón de que "sé que eso no va a ocurrir, sea cual sea el resultado electoral".

Pues podía habernos ahorrado la carta.

(La imagen de Felipe González es una foto de Wikipedia, con
licencia Creative Commons).

dissabte, 29 d’agost del 2015

Soberanía y corrupción.

Tiene razón Soraya Sáenz de Santamaría al decir que los jueces no entienden de fechas electorales. Obvio. Cumplen con su deber. Si la justicia se rigiera por las conveniencias electorales de este o aquel no sería justicia, ¿verdad? Sería un cachondeo. Y, como en España la justicia no es un cachondeo, su acción prosigue implacable contra la presunta corrupción institucional de CiU (aunque la tocada aquí parece sobre todo Convèrgencia)  con el fin de averiguar el alcance de los indicios delictivos que viene investigando, juzgar a los culpables, si los hay, y condenarlos, si lo merecen. Y así debe ser. Es preciso acabar con la corrupción en donde se dé, en Cataluña, en Madrid, en Andalucía. Caiga quien caiga.

Al mismo tiempo, no cabe olvidar que estamos en mitad de un torbellino político, quizá el más importante que ha habido en España desde la muerte de Franco, el que puede cambiar de verdad y para siempre la faz del país, aunque los nacionalistas españoles acaben de enterarse, y no ando muy cierto de que lo hayan hecho del todo. Y en estas circunstancias es de esperar que el debate político, habitualmente cálido en estos pagos, se ponga al rojo vivo. El rojo vivo real y no ese ñoño remedo televisivo. Se oirán muchos ex-abruptos, incluso barbaridades, de un lado y del otro. Pero no es motivo para enredarse o confundirse. Hagan los jueces en buena hora su trabajo con eficacia e independencia. Déseles toda la ayuda y el apoyo que precisen. La justicia es el eje esencial de toda comunidad política. Platón dedicó su obra más importante a este vínculo. Y así sigue hoy, casi 2.500 años después.

Salgamos, pues, del ámbito judicial, dejemos trabajar a los jueces y vayamos a la dimensión política del asunto. ¿Qué autoridad tiene el PP para reclamar la separación entre ambos campos? Nula, como todo el mundo sabe. La derecha, el gobierno, el PP, la señora Santamaría, no han colaborado jamás con la justicia cuando esta los investiga. Antes bien, la destrucción de pruebas de todo tipo, la negativa a atender y cumplir reiterados autos judiciales, el borrado de los discos duros barcénigos, etc., atestiguan lo contrario, esto es, que obstaculizan y entorpecen la acción de la justicia cuanto pueden e, incluso, si parecen colaborar, como cuando se personaron en la causa de los papeles de Bárcenas como acusación, lo hicieron para distorsionar el procedimiento y fue necesario expulsarlos. Como probablemente lo será otra vez con la nueva personación de la Comunidad de Madrid (PP) en el caso de la Púnica. Y esto sin entrar ya en terrenos más procelosos, como las maniobras para apartar unos jueces íntegros y poner otros más acomodaticios o de la propia cuerda.

Sin embargo, reconozcámoslo, este argumento, teñido del defecto "y tú más", no es válido del todo. No, no lo es, pero ayuda a hacerse una idea. Lo interesante es el argumento siguiente: frente a sus casos de corrupción, que son una pedrea cuya enumeración no cabría en el post, el PP insiste en que se trata de cuestiones aisladas que en nada afectan al partido en su conjunto, a su programa, su ideología (si es que tiene alguna) y su proyecto político, del que tampoco se sabe gran cosa. De hecho, ese mismo partido se presenta a las elecciones de diciembre sosteniendo que lleva una lucha titánica contra la corrupción que anida en su seno, igual que San Antonio luchaba contra la concupiscencia que lo asaltaba. Y presenta como candidato a Mariano Rajoy, sobre quien recaen fundadas acusaciones de haber estado cobrando sobresueldos y otras bicocas de procedencia dudosa y certidumbres de que ha mentido en repetidas ocasiones en el parlamento, en la televisión y en la calle.

¿Por qué, en cambio, los presuntos casos de corrupción que afectan a Convergència y no, por cierto, personalmente a Mas, han de debilitar o hacer fracasar el proceso soberanista en su conjunto? ¿Por qué no se liga corrupción y unidad de la España neoliberal y nacionalcatólica pero sí corrupción y soberanismo? Es patente que Juntos por el sí no es Convèrgencia, sino una "confluencia" de mucha más gente en principio limpia de polvo y paja. Por cierto, para quien sepa apreciar la finura florentina de la política de Mas, que sigue dando mil vueltas al zote de La Moncloa, ¿queda ya claro el misterio de por qué va el cuarto en la lista y no el primero? ¿Hay que explicarlo? Precisamente para desactivar esta supuesta "bomba" que ya preveía, esta amalgama para dinamitar el soberanismo.

Es igual. El unionismo, el nacionalismo español, creyendo victoriosa su estrategia del embudo, ha lanzado a sus portavoces a bombardear la plaza soberanista. Arranca alegre "El País" que, titula más con el deseo que con la luz de la razón, que La investigación de las comisiones del 3% fractura la lista unitaria. Y todos se hacen eco, hasta Pablo Iglesias, quien, encantado de mostrarse persona de orden y patriota, repite la falsa doctrina de que "soberanía y corrupción son incompatibles", doctrina falsa por partida doble: a) una general y de hecho, ya que hay Estados soberanos basados en la corrupción; por ejemplo, el suyo; b) otra particular y de juicio de intenciones, porque nadie en el soberanismo catalán, que se sepa, ha pretendido hacerlo compatible con la corrupción.

Está claro que, a falta de argumentos, el nacionalismo español de derechas, de centro, de izquierda y de izquierda/no izquierda, recurre al socorrido método de la amalgama, que los soberanistas califican de "juego sucio". Aunque pueda parecer paradójico, Palinuro está satisfecho con esta vía de contraataque a una emergencia independentista catalana que los unionistas no saben cómo contrarrestar. Peor sería que preparan algún tipo de intervención violenta o de provocación. Posibilidad que tampoco cabe ignorar sin más en una país cuyo ministro del Interior se reúne mano a mano con un presunto delincuente. De momento, al parecer, se ha limitado a avisar a las televisiones y periódicos afectos al régimen para que tuvieran tanto tiempo para preparar el "operativo mediático" como la Guardia Civil el suyo, es decir, ha movilizado su brigada de plumillas. Luego vendrán los tertulianos de estercolero.

Todo esto, sin embargo, aunque el nacionalismo español crea lo contrario, es agua pasada. El soberanismo catalán, el impulso independentista no depende ya de las candidaturas concretas, de las personas, de Juntos por el Sí y mucho menos de Convèrgencia. Es un movimiento de amplia base social, transversal, transideológico, transconfesional, con profundas raíces en todo el territorio y mucha fuerza fuera de él. De esta forma, quienes pretenden emplear los autos judiciales como armas políticas (diciendo lo contrario, por supuesto) en contra del independentismo, del secesionismo, demuestran una vez más su pasmosa cortedad mental porque, al hacerlo, han acabado agrupando las opciones en los dos bloques plebiscitarios que el independentismo quería y los unionistas pretendían evitar a toda costa: sí o no. Y el "sí" daba hoy contundente respuesta en la fiesta de "JpS". De este modo, la suerte está echada: el día 27 de septiembre se verá si la presunta corrupción de Convèrgencia resta votos al independentismo, como anhelan los nacionalistas españoles o, al contrario, fabrica más independentistas, como dicen los soberanistas. Parada y fonda para calibrarlo entre tanto será la Diada. 
 
Veremos quién gana.

diumenge, 23 d’agost del 2015

Vuelo de reconocimiento.

Estamos en el ecuador de este año electoral que va a cambiar España de arriba abajo, de dentro afuera. A algo más de un mes de las elecciones catalanas, con escala en la Diada del 11-S y a cuatro meses de las generales, que parecen irse al mes del turrón.

Las elecciones catalanas que, al principio, nadie tomaba en cuenta, han pasado a un primer plano llamativo. Están en los medios, salen en las entrevistas, se tratan en tertulias televisivas en donde encienden pasiones. La Sexta Noche es un producto paradigmático. Yo me entero por los indignados comentarios en Twitter, pues no la veo. Ignoro el rendimiento de estos productos. Ni siquiera estoy seguro de que el fin que se persigue sea el mercantil que habitualmente se presume. Me resulta muy difícil creer que los amos de este canal no comprendan cómo este programa, con esos contertulios inenarrables (algunos parecen androides), genera más opinión contraria que favorable al PP. 

Acabo de leer que Forcades considera absurdo que las elecciones del 27 S puedan substituir a un referéndum. Incluso les niega la condición de plebiscitarias. La pelea por el nombre de la cosa no evitará la necesidad de tomar posición frente a ella. Y eso es lo que hace Forcades. Sea elección, plebiscito o referéndum, todo el mundo sabe en Cataluña que estas elecciones son trascendentales. Incluso Forcades, que habla de proceso constituyente y no solo el de su organización.

Los partidos no independentistas en Cataluña, PP, PSC, C's, parte de Podemos, de EU y de Unió acompasan su política catalana a la española. Sus miras están puestas en las generales de diciembre. En estas, el dato más llamativo de los sondeos es una ventaja sólida del PP, que tiene una alta intención de voto, casi de 30%. A unos cinco puntos suele situarse el PSOE como segundo partido del bipartidismo, habiendo recuperado parte de su voto tradicional, que va ampliándose poco a poco. En un tercero, muy abajo de sus expectativas originales, Podemos, en torno al 15% y en cuarto lugar, los inquietantes Ciudadanos que parecen también haber alcanzado su velocidad de crucero en torno al 8 o 10%. Esta es más o menos la foto fija que transmiten los sondeos y parece razonable pensar que tal sea el resultado en diciembre. Ciertamente, en cuatro meses puede haber cambios bruscos e inesperados que den un reparto no previsto.

A veces, algún político (el emérito González o el demérito García Margallo) desliza la hipótesis de una gran coalición (PP/PSOE) que los socialistas niegan siempre enfáticamente. El énfasis tiene raíces ideológicas pero es poco realista. La UE se gobierna con una gran coalición de hecho y una gran coalición gobierna en Alemania, cosa que suele olvidarse a base de cargar siempre contra Frau Merkel.

En sus mítines espanta-niños, Rajoy avisa con tono tenebroso que habrá de seguro una coalición PSOE-Podemos si él no obtiene mayoría absoluta. Luego sus terminales de todo tipo, desde los platós de TV hasta los púlpitos de las iglesias, se encargan de reformular la advertencia del de los sobresueldos en términos dramáticos: Podemos, los bolcheviques, vuelven las checas, las sacas, las iglesias saqueadas.

A Palinuro, esta la alianza PSOE-Podemos siempre le ha parecido lo mejor. Y, además, factible. Podemos ha abandonado la vieja obsesión bolchevique de su referente Anguita de hacer que el PSOE, la vieja socialdemocracia fementida y traidora, muerda el polvo. En España, en la izquierda, quizá se puedan ganar elecciones sin el PSOE, pero no contra el PSOE. Eso es lo que el Califa jamás pudo entender, cegado con un leninismo de museo de las antigüedades. Los jóvenes de Podemos, algo más à la page y a regañadientes, ya lo han reconocido. Pero siguen articulando su estrategia en superar al PSOE en las generales. Es legítimo, pero los datos auguran que no será así, razón por la cual conviene ir pensando en la conveniencia de un programa común de la izquierda para el día después de las elecciones si la unión PSOE/Podemos obtiene los votos suficientes para gobernar.

Palinuro ha argumentado siempre que esa unión podría forzar un escoramiento del PSOE a la izquierda (aunque no sean los 180º que cierta fanfarronería creía poder imponerle) y alguna moderación a Podemos, que no podría aplicar muchas de sus propuestas más radicales, si bien ya va modulándolas por su pragmática cuenta. Sería una situación interesante, inversa a la griega, ya que, aunque Podemos se haya visto como el sosias de Syriza, el PSOE no es el PASOK. Y tendría una gran tarea por delante, aunque solo sea, en sus primeros tiempos, derogando las normas y medidas que han configurado este fracaso de involución.

Sin duda es duro para quien se vio irrumpiendo en mitad de la indecisa batalla como Aquiles al frente de sus mirmidones o un nuevo García de Paredes, capaz de conquistar ciudades él solo, conformarse con un tercer puesto y ser complemento de un poder ajeno y superior. Y adaptarse a la condición de diputado normal en su escaño, haciendo propuestas y hablando cuando le toque. Problamente tan duro que algunos dirigentes de la formación morada piensen en retirarse de la politica. Pero quizá no hay otra salida si se quiere evitar que la derecha franquista repita cuatro años más y lleve al país a un verdadero desastre. El argumento de que, si no hay unidad de la izquierda, se aúpa al poder a la derecha más cerril reaccionaria y nacionalcatólica debiera ser suficinte advertencia.

En Cataluña la situación es muy distinta. Tanto que parece otro país. Porque lo es. El PP, el primero en intención de voto en España, es el último o penúltimo en Cataluña. La hipotética alianza PP-PSOE ("gran coalición") es aquí una quimera. La mayoría parlamentaria, monárquica en España, es republicana en Cataluña. En Cataluña hay una monja al frente de una asociación política que no se constituye en opción electoral porque no quiere, pero no porque no pueda. Es decir, en Cataluña el clero, el algún caso, se pone al frente de las opciones políticas; en España es al revés, va por detrás y está oculto.

La votación del 27S será trascendental y en ella, guste o no, se decidirá el destino de España. Igual que el del Reino Unido se decidía en el referéndum de Escocia. Haber llegado a esta situación es producto exclusivo de la fabulosa incompetencia del gobierno español al abordar la cuestión catalana. Del anterior y de este; pero, sobre todo, de este, cuyo presidente ya velaba las armas de la incompetencia cuando era oposición. A la incompetencia se une el desprestigio producido por una corrupción endémica y pandémica de un sistema político prácticamente pendiente de los escándalos en los medios y los procesos en los tribunales. Algo de esto toca también a Cataluña. El escándalo Pujol y la corrupción CiU tienen poco que envidiar a los del PP. Pero en Cataluña el soberanismo ha conseguido articular un discurso regeneracionista que ha oscurecido los casos de corrupción, ignorado la figura de Pujol y absorbido la de Mas, a pesar de las sospechas sobre su conducta, y lo ha purificado poniéndolo al frente del proceso regeneracionista a través del ideal nacional/independentista. Esa es la parte que falta en el discurso español. No habiendo acuerdo de fondo y claro en cuanto a la idea nacional española entre los partidos más importantes, el regeneracionismo no se hace enabolando una bandera. Ni cuando Sánchez saca la borbónica al escenario y se desgañita en los gritos de rigor sobre España, concita el entusiasmo entre los suyos. El regeneracionismo español carece del toque romántico patriótico y se queda en unos cuantos entecos paquetes de medidas en los que nadie cree porque quienes los proponen carecen de todo crédito.

Resumiendo: los soberanistas llevan la iniciativa, están a la ofensiva, se mueven por el ideal de la nación en marcha y la construción de un nuevo Estado, la República catalana. Los nacionalistas españoles no tienen iniciativa, van a la defensiva, tienen lacerada su conciencia nacional, no quieren construir un Estado nuevo, sino que pretenden salvaguardar el que tienen frente a la destrucción y defienden una monarquía que les fue impuesta por un dictador.

dimecres, 19 d’agost del 2015

Hablando de Cataluña.

Una entrevista a servidor publicada hoy en el digital catalán Vila Web. Espero no defraudar. He leído algún comentario en las redes recriminándome la mucha atención que Palinuro dedica a Cataluña, como si fuera algo desmesurado y que induce al hastío en otras partes. Es posible. Y también frecuente en España, caracterizada por una falta de interés y conocimiento de esta cuestión que, como todas las ignorancias, llevará la penitencia en el pecado cuando sea tarde.

La cuestión catalana, la posible independencia de Cataluña es el asunto más importante que ha sucedido en España desde 1975, incluida la patochada del golpe de 1981. Al comenzar el ciclo electoral de 2015 Palinuro sostenía que los dos asuntos de mayor enjundia por entonces eran la aparición de Podemos y el soberanismo catalán. Desde entonces, Podemos se ha desinflado como un globo de feria, falto de resuello y de coherencia teóricos y atenazado por un pueril pragmatismo que delata una mezcla de bisoñez y arrogancia. El soberanismo, por su lado, plantea un reto a la supervivencia de España como no ha habido otro en los últimos tiempos.

Porque, pase lo que pase el 27 de septiembre, ya nada volverá a ser lo mismo. ¿Verdad que no?

Siendo así las cosas, muchas veces pasa que no es el analista quien elige el tema sino el tema el que se impone al analista.

Este es el texto completo de la entrevista:

Ramón Cotarelo, catedràtic de ciència política de la UNED, és un dels pocs intel·lectuals espanyols que fan costat al procés català. A través del seu popular bloc ‘Palinuro’ ha fet valer la causa catalana moltes vegades i ha alçat la veu contra el poder polític espanyol, el rei Felipe VI inclòs. La CUP li va proposar d’ocupar un lloc simbòlic a la llista per al 27-S, però un impediment legal no li ho ha permès. Així i tot, donarà suport a la candidatura liderada per Antonio Baños. Hem parlat amb ell d’aquesta ‘aventura’ política i del 27-S. Observa el procés amb una passió enorme. No té pèls a la llengua i parla sense embuts. Veu amb bons ulls d’investir Artur Mas si es dóna el cas, considera neofranquista el govern espanyol i alerta Podem que potser no arribarà a les eleccions de novembre.

—No podreu ser candidat de la CUP a les eleccions del 27-S però sí que donareu suport a la llista. Us veurem en actes de campanya?
—Doncs no ho sé, depèn si s’escau i si es donen les circumstàncies. Encara he de parlar amb en David —Fernández—. Jo estic a disposició de la CUP i no tinc cap pretensió de protagonisme. Faré allò que em demanin. A més, que jo sóc aquí per a aprendre!

Per què heu decidit de fer costat a la candidatura de la CUP – Crida Constituent?
—Doncs perquè, sense comptar la voluntat d’independència, tenen un programa amb el qual m’identifico molt. Em refereixo a una ideologia assembleària, feminista, ecologista i republicana. I també perquè em sembla que s’ha de ser conseqüent. I com que jo respecto el principi d’autodeterminació i la majoria de catalans volen la independència, doncs cap a la independència. Per això m’hi he unit.

Com ha rebut aquesta decisió el vostre entorn?
—Fàcil de respondre. Els catalans, molt contents. Els espanyols, silenci absolut.

I alguna crítica?
—No. Perquè clar, al meu entorn familiar li sembla molt bé. Ara, més enllà de la família, silenci absolut. Ningú no se n’ha assabentat, ni per bé ni per mal.

Creieu que la CUP hauria d’entrar en un govern de concentració si es dóna el cas?
—Suposo que sí, però a la CUP les decisions es prenen en deliberació col·lectiva. Allò que decideixi la col·lectivitat serà la decisió correcta, com és normal. Personalment, seria raonable. Però dependria de com s’orientés el govern de concentració. Un govern de concentració vol dir que concentra molta gent, però per a què? Si el què queda clar, doncs a mi em semblaria bé.

Segurament el termini de convocatòria d’eleccions serà un dels punts importants de discussió.
—Clar, per descomptat. És a dir, si Junts pel Sí volgués crear un govern de concentració, que sembla bastant raonable, doncs haurà de dir per què el volen, amb quins terminis i quines condicions. Jo crec que un govern de concentració és molt senzill perquè l’única que faltaria en aquest govern, propugnada per la llista de Junts pel Sí, és la CUP. Ningú més no hi entrarà, dic jo. Tot i que amb els de Podem no se sap mai.

Veieu la CUP investint Artur Mas?
—Depèn de quin sigui el Mas que vulgui ser investit. A veure, a vegades ens oblidem d’una qüestió molt important. Durant els processos històrics condensats en mesos o pocs anys la gent canvia. El Mas que va entrar al procés ja no és el que hi ha ara. Així doncs, depèn de què proposi, per què no l’haurien d’investir? Mas no és un home d’una peça que es va fer fa uns quants anys i és el mateix d’ara. No, no. I jo crec que tot el procés li ha ensenyat molt.

En un apunt recent del vostre bloc fèieu una defensa del paper que ha tingut Mas al procés.
—Sí, clar. A veure, jo penso igual que qualsevol persona d’esquerres quan li demanen per Artur Mas: ‘Ui, un neoliberal d’aquests a qui agraden les retallades’. Sí, sí, probablement va començar sent això, però aquest home es troba ara en una situació històrica que té unes aspiracions molt grans i també s’ha d’entendre que és el seu projecte personal. Tu pots ser molt partidari d’un programa neoliberal, però si de cop el destí et posa en una situació històrica i passaràs a la posteritat perquè ets el pare d’una nació, doncs potser canvies el teu propòsit.

Vostè defensa que la independència de Catalunya seria una esperança per a Espanya. Per què?
—Doncs perquè no veig que Espanya pugui canviar absolutament res si no hi ha un esclat a Catalunya; i el terme esclat el vull matisar. Em refereixo a un canvi radical, des de la independència a qualsevol altra cosa. El motor d’Espanya en aquest moment és Catalunya i, si a Catalunya no passa res, a Espanya tampoc, perquè hi continuarà havent aquests neofranquistes per sempre més. Espanya no té capacitat de canviar si no és a través de Catalunya.

Per la consideració que preneu, Espanya és com un nen que té dificultats per a nedar i Catalunya li fa de flotador.
—Sí, exacte. A veure, Catalunya sempre ha estat el motor d’Espanya des d’un punt de vista industrial, econòmic i en bona mesura també intel·lectual. I Espanya té un problema per definició des de sempre. Ho evidencia aquesta qüestió si és una nació o no. Quan una persona diu que Espanya no és una nació, no s’ho inventa. És un inconvenient real. Té un problema per definició i l’ha anat ocultant, arrossegant i negant a còpia d’afusellar i de fer tota mena de barbaritats, que ho han fet des de fa tres-cents anys per reorganitzar-ho. Al final ha passat que alguns hem perdut l’esperança que Espanya pogués resoldre els problemes. Aquests alguns que hem perdut l’esperança són en primer lloc els catalans, i en segon lloc alguns espanyols com jo, que veiem que l’única oportunitat que té Espanya de remuntar és la sacsejada que podria implicar la independència de Catalunya. O alguna cosa semblant, perquè no vull pre-jutjar.

Sou dels pocs intel·lectuals d’esquerra espanyols que defensen el dret de decidir.
—No sé si n’hi ha més, crec que no. No vull faltar el respecte a ningú, però em fa l’efecte que n’hi ha molts que no es pronuncien però que en realitat estarien d’acord amb mi. Tenen por perquè a Espanya hi continua havent molta por i entre els intel·lectuals també.

A Espanya hi ha hagut un increment del discurs crític cap a Rajoy i la seva mala gestió del procés català?
—No vull ser injust però crec que no. Insisteixo, encara que sembli mentida, el sentiment psicològic predominant a Espanya continua sent la por i aquesta por també afecta uns intel·lectuals que temen que perdran les prebendes i els privilegis. Fixem-nos-hi. Tots els intel·lectuals es divideixen en grups i es fan els favors els uns als altres. I en aquest territori, Espanya és una cosa inqüestionable. Algun progressista s’atreveix a dir que Rajoy és un neofranquista, que torna a la recentralització dels franquistes i que és un catalanòfob que en realitat així destrueix el país? Oi que ningú no s’atreveix a dir això? No, per por.

Espereu que el govern espanyol faci algun moviment d’aquí al 27-S?
—Doncs no ho sé perquè en primer lloc no sóc vident i en segon lloc allò que faci Rajoy tant me fa perquè qualsevol cosa que faci serà un disbarat. Aquest home no comprèn el problema d’arrel ni comprèn res del seu país. Governa d’acord amb la tradició que li han inculcat a casa seva, del més absolut respecte a la tradició franquista i feixista del país. Només s’ha de veure. Tot és igual. Miri la composició del govern de Rajoy, sembla de Franco. Els únics que falten són els falangistes, però els han substituïts pels neoliberals. Després hi són tots: els empresaris, els nobles… Gent que no ha treballat mai. El ministre d’educació només se l’ha de sentir parlar, si no sap què és l’educació. Per no parlar del d’Interior, que sembla sortit de les croades.

De moment Mariano Rajoy ha dit que es bolcaria en la campanya i faria costat a Xavier García Albiol. Quina actitud creieu que tindrà?
—No sé a què es refereix quan diu ‘bolcar-se en campanya’. En fi… És una autèntica vergonya tenir aquest governant que no està a l’altura en cap sentit. Jo em temo la pitjor. Són capaços de tot. Si tenen la mínima possibilitat, ho faran. Això sí que ho hem de veure clar tots. Aquests no es paren per res. L’única que para qualsevol cosa és Europa, perquè nosaltres no. L’opinió pública no l’escolten, la premsa la tenen controlada, les televisions són seves, els jutges, també, els tribunals, també… Únicament temen que els europeus els diguin: ‘Això no ho podeu fer’.

I si guanya el sí com actuaran?
—Faran qualsevol cosa, la que puguin. Recorreran a totes les normes excepcionals que puguin. La qüestió és clara: aquesta gent no té la disposició de negociar res ni vol perdre res que consideri seu, sense lluitar. I aquesta és la imatge que hem de tenir present tots. Per això crec que la gent que pensa com jo, si n’hi ha més, hem de fer costat als catalans.

Felip VI, al discurs de coronació, es va presentar com un mediador potencial amb les relacions Espanya – Catalunya. Però s’ha mantingut en un segon pla. Ha estat una actitud conscient?
—Hi deu haver de tot. Segurament, en ell, predomina certa prudència. I d’una altra banda, és un afer que els mascles ibèrics volen resoldre de la seva manera. Això agrada a gent com García Margallo. Aquest home és un africanista de tota la vida, dels que volen Gibraltar i reconquereixen el penyal de Perejil. Aquest govern és així. Sembla mentida, però són així. No hem d’oblidar que el rei Felipe VI va inaugurar el mandat dient que ara a Espanya cadascú podia sentir-se espanyol com li donés la gana. Em sembla fantàstic. Però vostè li reconeix a la gent també el dret de no sentir-se espanyol? No, això no ho va mencionar. Aquest és el límit.

Noteu una preocupació creixent entre la classe política espanyola per si guanya el sí?
—Jo crec que estan espantats. El termòmetre és Podem. Ara han enviat Iñigo Errejón a Catalunya i s’ha adonat que l’afer és més complicat que no deia el seu cap. I ara parla del pacte fiscal i que els catalans poden decidir. Copia el discurs de David Cameron amb Escòcia. Però clar, quatre-cents quilòmetres cap a l’esquerra el seu cap diu al País Basc que el dret de secessió unilateral no existeix. S’han desconcertat.

Parlant de Podem. Quin futur hi augura?
—Precari. Si les coses continuen com fins ara i no canvien, segons què passi el 27-S potser no arriba a novembre. Podem s’ha desinflat com un globus a tota velocitat. Han estat un fenomen mediàtic sobtat i ja està. S’ha acabat perquè no tenen fons.

Creieu que si el 27-S guanya el sí li passarà factura a Podem?
—No és una qüestió de què guanya sinó de qui perd. És a dir, si Podem a Catalunya, que es presenta en un cúmul de sigles que a Espanya no existeixen, treuen per exemple menys de deu diputats, serà una derrota en tota regla. Ja ho va dir molt bé Iñigo Errejón fa un parell de setmanes: ‘Les eleccions de Catalunya són determinants’. Clar que són importants però com que s’han dedicat a fer l’espanyol durant tant de temps, ara s’adonen que el resultat de Catalunya és decisiu amb vista al resultat de novembre.

Podem tindrà veu a les eleccions del 27-S a través de la coalició Catalunya Sí que es Pot, però la seva presència és força secundària si ho comparem amb ICV. A què creieu que es deu?
—Secundària i contradictòria perquè ja se n’ha anat gent. Els qui diuen que no volen la independència i que són unionistes. A la gent normal les ambigüitats no ens agraden i les coses s’han de dir clares. O ets partidari de la independència o no. I resulta que els de Podem no saben què són. Clar, això els ha motivat divisions i desgast.

Quan s’hagi de constituir el parlament, Catalunya Sí que es Pot votarà a favor de començar un procés d’independència?
—Jo crec que es dividiran. Alguns votaran a favor d’una declaració unilateral d’independència i uns altres en contra.

Com interpreteu l’acostament de Podem amb el PSOE i l’aliança que teixeix amb partits com ara Compromís per tenir més presència amb vista a unes eleccions espanyoles?
—Des del punt de vista espanyol, si Podem abandona el vell somni leninista de substituir el PSOE amb què van néixer, l’única cosa raonable que poden fer és bastir ponts. Perquè al PSOE del vint i escaig per cent no els baixarà ningú. I Podem, si obté el quinze ja pot donar gràcies. Allò més raonable que poden fer és unir-se i així sobreviuran. A la resta d’espanyols ens aniria bé, perquè així no hauríem de tenir els pocavergonyes que tenim ara.

dilluns, 17 d’agost del 2015

Mas.

Me sugiere un lector mallorquín independentista y partidario de la CUP que trate la corrupción de CDC y, en concreto, la figura de Mas. No tengo inconveniente y quizá convenga precisar algunos puntos.

En alguna ocasión he comparado a Mas con Rajoy para señalar la distancia casi sideral entre ambos en cuanto a capacidad, formación, categoría intelectual y otras virtudes a favor de Mas. El catalán es un político de nivel europeo; el pontevedrés no llega ni a político. Es un maula de poca monta. Ahora bien, ese juicio no implica valoración positiva alguna en el orden público para Mas o para su partido, Convergència Democratica de Catalunya, hasta hace poco maridada con los democristianos de Unió Democratica de Catalunya. No comulgo con la visión neoliberal del mundo, que es la de Mas, y tampoco con las prácticas corruptas que han afectado a la organización de su partido. El escandalazo de Pujol, padre de la patria, ha dejado el prestigio del nacionalismo burgués por los suelos. Pero al mismo tiempo el intento de pujolizar el independentismo ha fracasado. El caso Pujol se ha quedado en los límites de la familia y no ha deslegitimado el proyecto soberanista.

Una prueba más de que este asunto del soberanismo catalán se articula en otro horizonte conceptual. Romeva, en la entrevista de hoy de El País subraya que la situación en Cataluña es excepcional. Sin duda, por eso él es cabeza de lista de Juntos por el Sí, en la que Mas ocupa la cuarta posición. La excepcionalidad surge del momento que puede llamarse el birth of a nation si prescindimos de la intencionalidad agresiva y reaccionaria de Griffith. En el instante del nacimiento, cuando todas las baterías del sistema consagrado y gran parte de las que se supone son oposición están en contra, parte de los independentistas llama a la union sagrada de todos, con olvido de otras consideraciones. Igualmente, otra parte de los independentistas se negará a ese olvido. Pedirá el voto por la independencia, pero sin mezclarse con el "enemigo de clase". Es el caso de las CUP. Los otros, los de Juntos por el Sí anteponen el eje nacional al social.

Llegados aquí no faltará quien diga que Mas se ha puesto al frente del movimiento independentista para esconder sus vergüenzas. Son los descendientes del escéptico Samuel Johnson, el de "el patriotismo es el último refugio de un canalla." Podría ser el caso, desde luego, pero no daría para mucho porque el hecho es que hay un movimiento y que Mas ha estado hasta ahora a su frente. Podría ser otro, sin duda, pero ha sido él y él ha aceptado el reto. Si sus motivos no son santos es asunto irrelevante. Y esto sin contar con que muchos de quienes quieren desautorizar el nacionalismo catalán subrayando la presunta corrupción de Mas son los que jamás protestan de que las grandes proclamas de patriotismo nacional español suelan estr formulads por ladrones y sinvergüenzas.

Lo que el movimiento soberanista ha hecho hasta la fecha es correcto y más que correcto si se tiene en cuenta que corresponde a un proyecto nuevo, obligado a abrirse camino en terreno ignoto y a mantener una actitud de vigilancia permanente para no ser destruido por una fuerza hostil ajena dispuesta a valerse del pretexto más nimio para intervenir.