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dissabte, 15 de juny del 2013

La monarquía bananera.


Si insultas al Rey en España y lo llamas (aunque sea indirectamente) putero, borracho, etc., te caen 6.000 uracos de multa porque los insultos a tan excelsa persona no están amparados en la libertad de expresión.

Si insultas a un juez y lo llamas "oportunista, paleto, botarate o malcriado", no pasa nada porque esos términos se ajustan a la libertad de expresión.

De nada sirve que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su día condenara a España a compensar con 20.000 € a Otegi al haberlo condenado a un año de cárcel por llamar jefe de los torturadores al Borbón. ¿Qué moral hay que tener para no entender que llamar a alguien "putero" o "borracho" es mucho menos grave que llamarlo "torturador"? ¿La moral del mismo torturador?

¿Es menos un juez que un Rey? En España, sí. Y no solo un juez; tod@s. Es menos un ciudadano en un escrache, al que se puede llamar "nazi", una diputada del Parlamento catalán a la que cabe llamar "guarra", o unos profesores a los que se puede tildar de "vagos".

¿Es más un locutor de a tanto el insulto que un militar que escribe artículos? Por supuesto, si el locutor es de extrema derecha y el militar, de izquierdas. El primero puede insultarte y sacarte las vergüenzas. Al segundo, como se descuide, le caen todos los sopapos por rojo.

¿Cómo se miden los insultos? Por la cabeza del insultado y la posición social del insultador.

¿Es esto justicia? Sí; la justicia del señorito cortijero y el juez tiralevitas, la justicia del amo y el capataz abusón, la del señor del lugar y el cura abarraganado, la del capitalista ladrón y sus matones a sueldo en los garitos, los periódicos y las radios.

Por eso me parece un poco exagerado y algo racista llamar a la borbónica "monarquía bananera". Nada de insultar que vienen los jueces independientes (según dictamina el magistrado teórico de la FAES, López) y te imponen una multa. La monarquía española no es bananera. Es, simplemente, española.

diumenge, 5 de maig del 2013

El Rey no piensa abdicar.


Pues claro que no. Ni se le pasa por la cabeza. Ayer el Rey se asomó a nuestras plebeyas vidas mostrándonos un día normal en la vida de un monarca que vuelve del estado de postración al puente de mando, decidido a darlo todo por España, a liderar una cruzada contra la gran lacra de nuestro tiempo: el paro. No tiene la menor intención de abdicar, sépanlo todos en la corte, especialmente el heredero que ya se ve entrando en la cincuentena dedicado al cultivo de orquídeas.

Los medios señalan que el barómetro del CIS, habiendo preguntado de nuevo por la popularidad del soberano, ha registrado unas calabazas. El prestigio de la Corona está bajo mínimos. Los mismos medios especulan que la TVE, con su reportaje, se constituye en gabinete de imagen del Rey y lo justifican aludiendo a su supremacía institucional. Al fin y al cabo, es el Jefe del Estado. Pero, al tiempo, el reportaje habrá sentado fatal en la Moncloa pues transmite la idea de que el poder moderador tiene que intervenir ante el desbarajuste actual del que hay que responsabilizar en único lugar al gobierno. Es posible que la Corona lave su mancillado prestigio, pero es a costa de mancillar el del primer ministro que ya carga con la mota Bárcenas, cuyo nombre no se atreve a pronunciar pero cuya sombra lo persigue por donde va. .

Con todo, es posible que la nueva política de imagen de la Corona no sirva de gran cosa porque esta ha pasado una raya roja muy peligrosa en la opinión pública. El desprestigio afecta a las personas de la Familia Real, incluido el Rey, y las hace objeto de chirigotas e irrisión. Cuando los gobernantes son objeto de chanzas y burlas, se les ha perdido el respeto. De las cuatro parejas que componen la Real Familia (la de los reyes, la del príncipe heredero y las de las infantas) no se sabe cuál sea más pintoresca y literaria: Juan Carlos vive Los idilios del Rey mientras Sofía escenifica La dama de Shallot en el Támesis; el infeliz Felipe cree representar Pigmalión, la infanta Elena Mesas separadas y Cristina, Arsenio Lupin, caballero ladrón. ¿Quién puede tomarse en serio a estos personajes en busca de autor? Aquí haría falta una mezcla de Suetonio, Valle Inclán y Charles Bukovsky.

Una vez que la gente cree saber que el Rey tiene un affaire extramatrimonial estable; que no está claro si el coste adicional del affaire también recae directamente sobre el erario público; que en sus ratos de ocio, que son muchos, se entretiene cazando elefantes, como si fuera el primer Roosevelt o como Tarzán de los monos; que ha amasado una fortuna ingente sin que consten fehacientemente los procedimientos; una vez que la gente sabe todo eso es imaginable cómo recibirá la noticia de que el Rey se propone liderar un gran frente en contra del paro. Él, que no tiene dificultad alguna para colocar a todos sus parientes y en envidiables posiciones en las que, además de levantarse una pasta, pueden añadir unos flecos a través de actividades delictivas si les da la ventolera. Los reyes no se andan con pequeñeces y él, en concreto, es inviolable.

Ciertamente, el Rey no piensa abdicar. El ejemplo del Papa no vale. A Dios lo que es de Dios y al César, etc. Y luego, ya más en nuestro campo, vamos a ver, aquí, ¿dimite alguien alguna vez? Hace falta pillar a un político con los bolsillos llenos de cucharillas para que admita culpabilidad y aun así dirá que se las ha metido la oposición.  "Majestad", recuerda algún cortesano movido de amor a la institución, "cada vez le pitarán más en las finales de fútbol". Es posible pero a eso están acostumbrados los Borbones. Tengo leído en alguna parte que la primera pitada que cosechó la Marcha Real fue en un encuentro internacional en Barcelona en 1925 en el que, sin embargo, se aplaudió el God save the King. Vamos por los cien años pitando.

No hay abdicación. Hay chirigota.

(La imagen es una caricatura mía a partir de una foto de א (Aleph), bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 14 d’abril del 2013

Por la República


14 de abril. Con manifa incluida que espero sea multitudinaria. Ojalá. Al establecimiento político la cosa no le hace la menor gracia. La Corona la detesta y finge ignorarla, porque será su Némesis. El gobierno y su partido la aborrecen y, a través de sus medios de comunicación e intelectuales orgánicos, la llenan de improperios. El principal partido de la oposición, con el paso cambiado y dando una imagen lamentable. La dirección, en actitud de lealtad dinástica, se llama andana mientras su militancia y sus votantes andan por ahí pidiendo la República.


La pobre República carga con críticas e infundios sin límites. Esperanza Aguirre considera que fue un desastre. Se supone como el del 98. Desastre fue el modo bestial de acabar con ella, el golpe militar ilegal, delictivo que, tras tres años de guerra civil, inauguró un régimen aun más ilegal, más delictivo, genocida, que duró cuarenta años. Ese sí que fue un verdadero desastre cuyas consecuencias todavía se notan. Otra de las calumnias que se manejan atribuyen el fin de la República no a la sublevación militar de 18 de julio de 1936 sino a la insurrección revolucionaria de octubre de 1934. Si de eso va, que poco es, esa responsabilidad recae sobre la sublevación militar de agosto de 1932 en Sevilla, más conocida como la Sanjurjada. Vienen después en cascada los relatos de las checas, Paracuellos, las quemas de iglesias, etc. Pero nada de eso empaña el hecho de que la IIª República sea el último régimen legítimo de España, puesto que emana de la voluntad popular soberana. Hay quien dice que esta viene asimismo manifestándose desde 1979 pero eso no es estrictamente cierto ya que la voluntad popular que aquí se expresa lo hace en el marco de la legitimidad del régimen anterior.

Esa legitimidad es la única que, en puridad de las cosas, ostenta la Monarquía española. Las otras dos son harto dudosas o, simplemente, no le corresponden. No hay una legitimidad dinástica pues se ha dado solución de continuidad en la sucesión. Cierto que el padre, don Juan, abdicó (o cualquiera sea la fórmula que se empleó) sus derechos en su hijo. Pero lo hizo a la fuerza, no tenía elección pues el hijo ya se había proclamado Rey según las previsiones sucesorias de Franco y lo había enfrentado con un hecho consumado. Don Juan cedió sus derechos invocando muchas veces el interés de España. Pero eso no restaña la ruptura del principio dinástico.

Lo mismo sucede con la legitimidad popular. En ningún momento se sometió a decisión colectiva la elección entre Monarquía o República. Aquella se incluyó en los dos textos que se sometieron a consulta referendaria (la Ley Para la Reforma Política de 1976 y la Constitución de 1978) junto a una serie de otras disposiciones e instituciones imprescindibles en una sociedad moderna y democrática, como el sufragio universal, los derechos y libertades, etc. Pero esa ficción no va lejos. Es obvio que no todos quienes votan a favor de la libertad de expresión, la sanidad pública o las garantías procesales serán monárquicos. Muchos serán republicanos, pero quedan invisibilizados en el texto.

A los republicanos nos gusta pensar que somos mayoría en España. Los monárquicos (o sea, los dos partidos dinásticos, el gobierno y el Rey) dicen que solo somos un puñado de nostálgicos. ¿Por qué no salir de dudas? Un referéndum lo solucionaría todo. La afirmación sin más de que la Corona cuenta con amplio respaldo popular es falsa, como han venido demostrando los barómetros del CIS hasta octubre de 2011. A partir de ese momento, el CIS ya no pregunta por el Rey. Por supuesto, orden política y perfectamente estúpida porque: a) no puede hacerse extensiva a los barómetros que hagan las empresas privadas de sondeos (que ahora preguntan todos por la valoración del Rey) y b) destroza el prestigio del CIS como actividad independiente de los intereses del gobierno de turno.

Se pongan como se pongan el PP (y su batería mediática) y la dirección del PSOE, el debate sobre si Monarquía o República está a la orden del día y se puede llevar adelante de modo civilizado, evitando intransigencias. Es más, ese debate es imprescindible como contexto o pareado con el otro, el de la autodeterminación de los catalanes, que los dos partidos tratan igualmente de sofocar.

Que el debate es actual se verá, es de esperar, este 14 de abril. Queda por ver si también es oportuno. Los monárquicos, tanto los "cristianos viejos" como los conversos, vienen aduciendo sistemáticamente que el debate Monarquía/República es inoportuno. Ya se sabe, se le achaca ser generador de inestabilidad. Esto supone que el sistema actual es estable. La Monarquía está en una pendiente de desprestigio imparable a causa del comportamiento de sus distintos miembros que, en muchos casos, parecen cruzar la raya de la ley y en casi todos resultan reprobables. El Rey, que tiene supuestas cuentas en Suiza y una amiga entrañable a la puerta de su choza, no da razón de la inmensa fortuna que Forbes le atribuye y no sabe si abdicar o no por lo que pueda pasar con su inviolabilidad.

Las aventuras de la infanta Cristina y su cónyuge, aparentemente un relato de golfería de guante blanco y restaurantes de cinco estrellas, no son dañinas para la Corona en sí mismas sino porque son la prueba de que no se trata de comportamientos excepcionales sino, al contrario, la forma normal de vivir y hacer de la Casa Real y sus aledaños.

La institución no tiene siquiera garantizada su reproducción. Los Príncipes de Asturias se han metido en un berenjenal a cuenta del supuesto aborto de Leticia. Es intrigante saber cómo reaccionarán los distintos sectores que componen la política española ante una información de ese calibre. Lo primero que habrá de verse es si la afectada acepta la veracidad del hecho o no. Si lo hace la situación se pone complicada. A los ojos de la ley, probablemente, Leticia no hizo nada reprochable. Pero a los ojos de la Iglesia, por la cual la Princesa se casó, está automáticamente excomulgada. Puede parecer crudo, pero el argumento es irrefutable: si una mujer que ha abortado puede ser Reina de España, la Monarquía habrá dado el paso decisivo en la separación entre la Iglesia y el Estado. Pero esa separación rompe el principio del nacionalcatolicismo que, nos guste o no, sigue imperando en España.

¿Cómo que no es oportuno el debate Monarquía/República? Más oportuno que nunca. A sus muchas y muy conocidas virtudes una la República la garantía de que casi con total seguridad, de haber problemas, no vendrán de los hijos, yernos, nueras o sobrinos segundos del presidente. Al estar basada en el principio dinástico de primogenitura, la Monarquía es un régimen familiar, a diferencia de la República, que es un régimen de magistratura. Y ya sabemos de sobra que en las familias nunca se sabe lo que va a pasar.

(La imagen es una foto de Jgaray en el en el dominio público).

dissabte, 13 d’abril del 2013

La monarquía, la república y la transición. Segundos fuera.


En vísperas del 14 de abril, Rubalcaba ha considerado necesario declarar lo que se lee en el texto de la imagen. Declarar que su partido "no es monárquico" y que él, personalmente, es republicano por convicción. Y ¿a qué se debe esta repentina confesión de parte? Básicamente a dos circunstancias:


a) Las reiteradas manifestaciones monárquicas más o menos vergonzantes de la actual dirección en los últimos tiempos so pretexto de que la institución monárquica se ve en apuros y necesita apoyos para garantizar la estabilidad. Estabilidad es un término mágico. Su mera invocación, venga o no a cuento, ha de apaciguar cualquier controversia y acallar toda crítica o propuesta de reforma. ¿Y si lo que de verdad amenaza la estabilidad es la permanencia de una institución desacreditada, poco menos que a la fuerza? Pero eso da igual. La colaboración del PSOE con la dinastía es leal o, como su oposición, responsable. Otro término cargado de connotaciones sospechosas.

b) La presión a que ciertos sectores más difíciles de controlar en el PSOE, por ejemplo los jóvenes, someten a la dirección para que el partido plantee la disyuntiva de la forma de Estado, si república o monarquía. Cosa de la que Rubalcaba no quiere ni oír hablar. Por eso sale al paso con sus aclaraciones que, como sucede con las de Rajoy, no aclaran nada. Una deconstrucción elemental del discurso del secretario general muestra su naturaleza problemática. Se declara republicano por convicción, pero, dado que el pacto de la transición sigue vigente y la monarquía ha hecho su parte por la democracia, esta no se cuestiona. Punto. Es decir, Rubalcaba es republicano por convicción y monárquico por conveniencia.

Y ¿desde cuando zanja la conveniencia los asuntos de convicción de modo incondicional y, según parece, para siempre? Si la conveniencia prevalece sobre la convicción ¿no convierte la convicción en conveniencia y al revés? A esta objeción de fondo se añade la de la validez de las apoyaturas. Eso del pacto de la transición exactamente ¿qué es? El término, en realidad, designa un ente de razón, igual que lo hace el sintagma contrato social. No existe una realidad material, objetiva, de ese "pacto de la transición" que no sea la Constitución. Pero, justamente, Rubalcaba viene proponiendo reformarla. ¿Quiere decir que unas cosas pueden reformarse y otras no? ¿Quién lo decide? ¿Él? ¿En función de qué criterios? Cuando habla el secretario general sobre cuestiones acerca de las que no hay decisiones  orgánicas expresas ¿implica a toda la dirección? ¿A todo el partido?

Al respecto la razón dice que, si no hay decisión o mandato claros, se estará a lo que digan los últimos que se emitieron y, en consecuencia, siguen en vigor. Según estos, no es que el PSOE no sea un partido monárquico, como dice con elemental understatement el secretario general. Es que es inequívocamente republicano. El PSOE formó parte de la primera conjuncion republicano-socialista posterior a la Semana Trágica de Barcelona y por eso entró en las cortes Pablo Iglesias; y así siguió. Luego se sumó en 1930 al Pacto de San Sebastián que tramó y consiguió el establecimiento de la Segunda República, último régimen legitimo de la historia de España, no necesariamente legal. Legales ha habido otros. Así que el PSOE es un partido republicano.

Y, ya de pasada, esa afirmación de la validez del "pacto de la transición", a su vez, se basa ¿en qué? Si el sistema político de la transición está tan generalmente cuestionado que hasta el propio Rubalcaba propone una reforma constitucional, la validez no puede seguirse de las conclusiones de un análisis riguroso de la realidad sino del deseo de que nada cambie -por renco que sea- seguramente para no tener que trabajar. No se me escapa que el razonamiento, en el fondo, pueda ser mera fachada de otra intención más aviesa. Mantener la validez del "pacto de la transición" significa recurrir al consenso. Y ya se sabe que será imposible de alcanzar si se presenta al PP una opción republicana. Por supuesto. Pero es que no hay que presentársela al PP. Hay que presentársela al electorado. Lo que este razonamiento pretende es impedirlo, impedir el renacimiento de la coalición republicano-socialista.

Tengo la impresión de que la actual dirección del PSOE es mucho más conservadora que su militancia y su electorado. Convertir de hecho el PSOE en un partido dinástico equivale a secuestrarlo. Asunto tan importante debe ser objeto de una decisión de congreso. No entra dentro de las competencias de ningún órgano entre congresos. La militancia y el electorado deben tener algo que decir. Habrá votantes tradicionales del PSOE que dejarán de serlo si el partido no es inequívocamente republicano y propone la realización de un referéndum para dilucidar la cuestión.

Infantilizar al electorado al extremo de no permitirle decidir libremente qué forma de Estado desea no me parece algo bien avenido con la izquierda. Más cercano aun: la convicción republicana no tiene el vigor suficiente para pedir la terminación de una monarquía que carece de la legitimidad dinástica, pues la renuncia de don Juan fue forzada y, por tanto, no válida; y también carece de la legitimidad democrática, pues el electorado nunca pudo pronunciarse específicamente sobre la cuestión sino dentro de un paquete de otras medidas que eran imprescindibles. En realidad solo tiene la legitimidad del 18 de julio y mucha gente consideramos que esa no es legitimidad alguna.

¿Por qué es dañino para la estabilidad pedir la terminación de la monarquía y el establecimiento de la IIIª República o, al menos, un referéndum sobre la disyuntiva? Para la estabilidad ¿de qué o de quién?

dilluns, 8 d’abril del 2013

Del rosa al amarillo.


Tomo prestado el título de una película de Manuel Summers de los años sesenta con algo de licencia. Porque Summers cuenta dos historias, una es la rosa y otra la amarilla, mientras la fábula de hoy es una sola historia del rosa al amarillo. También hay licencia en el significado de los colores. En Summers, el rosa era el de la infancia y la pubertad y el amarillo el de la vejez. En la historia actual el rosa es el de las revistas del corazón y el amarillo el del escándalo.


El rosa. Los Príncipes de Asturias son presencia habitual en las revistas del corazón, género rosa por excelencia. Casi como los héroes de una leyenda. El príncipe que se casa con las hermosa plebeya. Un Pigmalión de clase. Símbolo de la eternidad y la modernidad de la monarquía. La sangre antañona se mezcla con la reciente y turbulenta del pueblo. Una joven de su tiempo, moderna, profesional, desenvuelta, trinaban los plumillas. El Príncipe mostraba también un carácter actual, abierto, sin prejuicios. Los únicos que torcieron el gesto en público fueron los curas. La Princesa de Asturias, futura Reina de España, era y es una divorciada. Y en diplomática torcedura de gesto quedó el asunto. Mandan los cánones que la mujer llegue virgen al matrimonio. Pero, en fin, no están los tiempos para pedir gollerías. Además, el rosa dominaba. Pronto llegaron las dos angelicales criaturas, las dos niñas que a su vez llenaron páginas y páginas de papel couché, intensificando el rosa, color adjudicado a las niñas por tradición iconográfica popular.

El amarillo. No tiene ahora -o por ahora- nada que ver con la edad de la pareja que sigue presentando inmejorable aspecto, aunque el Príncipe luzca ya barba cana. Tiene que ver con el escándalo. El amarillo es el color del sensacionalismo, la murmuración, el cotilleo. Yellow Chrome. Y llega en forma de libro que se presenta hoy de David Rocasolano, primo de la Princesa de Asturias, con un título de múltiples connotaciones. Podría entenderse como una despedida del primo o como una despedida de la prima, una especie de amenaza.

Porque, según parece, el libro cuenta que, antes de casarse con el Príncipe Felipe, Leticia se sometió a un aborto. Y eso ya son palabras mayores. Tan mayores que lo más cómodo que podría suceder es que no fueran ciertas. La Princesa siempre puede querellarse. Porque, si lo son, habrá que abrir un debate sobre varios asuntos.

Es evidente que si la Princesa abortó hizo uso de un derecho que le concedía la ley. Que lo haya mantenido en silencio o en secreto tampoco es, en principio, criticable, pues, no siendo nada ilegal, es cosa que solo afecta a ella y a las personas más directamente involucradas, como el padre del nonato y solo hasta cierto punto. Otra cosa es la cuestión religiosa. El gesto torcido de los curas de cuando el divorcio va a tornarse aquí en una mueca de espanto y quien sabe si algún que otro exabrupto. Porque esto ya no es un asunto de doncellez, sino, al parecer, un crimen. Si Leticia ha abortado está automáticamente excomulgada. Pero estas son cuestiones que afectan a la conciencia de la Princesa y la relación que tenga con la iglesia.

Desde un punto de vista de izquierda y agnóstico, Leticia no ha hecho nada vituperable y el color amarillo sobra. En la izquierda somos republicanos y abogamos por el fin de la monarquía con o sin divorcios, con o sin abortos. Pero, mientras llega la República, no se nos ocurre atacar el comportamiento público de la Princesa en este campo ni tacharlo de escándalo.

El problema, una vez más, lo tiene el gobierno. Si por él fuera, se derogaría la ley de interrupción voluntaria del embarazo, siguiendo el criterio de sus sectores más ultramontanos. Como no se atreve, el ministro competente, Ruiz Gallardón, anda buscando fórmulas para vaciarla de contenido. Pero le va a resultar difícil ir contra el aborto cuando la futura Reina de España ha recurrido a él. Por eso, la publicidad del hecho clarifica sobremanera las cosas, aunque pueda resultar molesto para la protagonista. No es posible restringir o suprimir el derecho al aborto en un país cuya futura Reina ha abortado. Ciertamente, el gobierno es libre de manifestar su desagrado y en algún caso concreto, como el del ministro del Interior, miembro del Opus, quizá debiera dimitir por razones de conciencia.

Otra cosa es que Leticia sufra represalias de parte de la Corona o su "entorno". Serían injustificables y una razón más a favor de los republicanos a la hora de pedir la substitución de la Monarquía por la IIIª República. Un objetivo tan razonable y sensato como la lucha contra el déficit.

diumenge, 7 d’abril del 2013

En el mismo barco


Suelen los políticos, especialmente los conservadores, espetarnos el discurso de que navegamos todos en el mismo barco y, en consecuencia, todos debemos remar en la misma dirección. Uno de esos ejemplos que parecen de sentido común y son verdaderos insultos. De entrada, ¿en qué dirección? Por supuesto, en la que mandan quienes ponen el ejemplo y no han tocado un remo ni en sus paseos en barca durante la luna de miel. Todos en el mismo barco quiere además decir que, si este se hunde, nos hundimos todos. Eso tampoco es cierto. Quienes hablan siempre de los remos no se hunden jamás, pues suelen tener apañadas lanchas rápidas que los dejan sanos y salvos en un puerto de Suiza, paraíso fiscal en el que se oculta todo, hasta los puertos que dice no tener.

Además, ya está bien, no vamos todos en el mismo barco ni mucho menos. En este momento en el mismo barco van la Monarquía, el gobierno y los dos partidos dinásticos. Un barco a merced de una mar brava, acercándose a unos bajíos rocosos, a pique de estrellarse. Los demás, nadamos como podemos.

Un barco sin gobernalle porque el gobierno no está para marcar rumbo alguno ni ocuparse de otra cosa que no sea sobrevivir al próximo escandalazo de Bárcenas. Ya empiezan a rular por las redacciones y los mentideros de la Villa algunos nombres de los fatídicos papeles. Raúl del Pozo dice haberlos visto y todavía está santiguándose. La realidad supera la ficción. Modestamente Palinuro ya adelantó al comienzo de la era Bárcenas que el asunto tremebundo debía de estar en aquellos años de 1993 a 1997 en los que no había papeles. Probablemente porque se emplearon todos en hacer sobres que llovieron como el maná dentro y fuera del partido. Dentro, para los de siempre. Fuera, también. Pero es bueno que se sepan los nombres. Es imposible que siga este gobierno con un presidente aquejado de amnesia selectiva, afasia, dislalia, agorafobia y pánico escénico, que no solamente no da explicación alguna de nada sino que huye de los lugares públicos abandonándolos por la puerta de servicio, como un ratero.

De la monarquía, mejor callar. El Rey tiene el prestigio en donde suele tener la cadera, en el suelo. El problema del yerno se ha convertido en el problema de la hija y su imputación ha sacudido el Estado monárquico. El fiscal recurre raudo la decisión del juez, al que solo le falta acusarlo de republicano. Igualmente combativo, el Rey ha contratado los servicios de Miquel Roca, no como padre de la Constitución sino como abogado defensor de su hija. La magnanimidad de un Monarca. El nacionalismo burgués catalán levita de gozo al verse decisivo para salvar la Corona y, con ella, España. Pero la herida de la Corona no viene del lado de la hija sino del de la nuera. Ese libro del primo de Leticia, Rocasolano, hablando del aborto de la princesa es una bomba en la sentina del barco. Si hubo aborto hay excomunión, pues es automática. Todas las ceremonias y sacramentos en que ha participado la princesa, empezando por su boda, están viciados por su condición de excomulgada. Una princesa, futura reina de España divorciada, abortista y excomulgada. No sé cómo podrá resistir esto la tradicional alianza del trono y el altar en que se basa la Monarquía española. No lo sabe nadie.

Menos que nadie, los partidos, especialmente los dos mayoritarios, sólidos puntales de la dinastía. Entre los dos, según Metroscopia en El País de hoy, no alcanzan el cincuenta por ciento en intención de voto, habiendo llegado a estar en los ochenta y pico en tiempos más bonancibles. El carácter monárquico del PP, como el valor al soldado, se le presume. Lo extraño, escurridizo, vergonzante y como libidinoso es el monarquismo repentino del PSOE. Un partido tradicionalmente republicano que, por mor de consideraciones tácticas, hizo la transición mostrando externo acatamiento a la monarquía pero conservando su corazón republicano. Resulta ahora que no, que ese corazón también era monárquico. Pero eso no es ni puede ser así. El socialismo es una doctrina igualitaria, no puede ser monárquica. ¿Podría la actual dirección explicar por qué el PSOE se ha convertido en un partido dinástico?

Eso en el aspecto general. En el específicamente español se entiende el argumento de que no estamos en las mejores circunstancias para andar haciendo cambios de calado pues estos introducen inseguridad e incertidumbre. Sin duda, pero mayor incertidumbre e inseguridad se generan cuando nos obstinamos en no ver la realidad, la necesidad de adaptarse a unos cambios que nadie puede parar.

Y tengo también un argumento aun más profundamente español. Esta Monarquía es la imposición del general Franco, esto es, el responsable, entre otros crímenes, del asesinato de cientos de miles de compatriotas enterrados en fosas anónimas y comunes a lo largo de los caminos de España. Y que ahí siguen.

divendres, 5 d’abril del 2013

La crisis, Palinuro y el estado del Reino.

Con la catástrofe económica, política y moral en que está sumido el país, lo ánimos vienen exacerbados, cualquier cosa se toma por la tremenda, vuelve el sentimiento trágico de la vida. Hay calamidades humanas que mueven a compasión, luchas denodadas, enfrentamientos muy agrios; vuelan los insultos, las amenazas, reina la truculencia. Ya decía León Felipe que el español habla alto, aunque luego lo justificaba de modo excelso:
Sin embargo, el español no habla alto. Ya lo he dicho. Lo volveré a repetir: El español habla desde el nivel exacto del Hombre, y el que piense que habla demasiado alto es porque escucha desde el fondo de un pozo.

Bueno, pues en ese estado de espíritu encendido y alterado me encuentro ahora. Y no por lo que pueda pensarse de los asuntos públicos, sino por una peripecia doméstica. Se me ocurrió ayer cambiar de ordenador para evitar un error de blogger, uno de esos Bx-1tct o algo así, que no hay modo de resolver. Cambié, pues, todo el software que pude. Pero el sistema operativo tenía una variante y, además, el navegador era edición antigua. Al primer problema, se me ocurrió bajarme la última versión de Firefox, reinicié y, paf, me había quedado sin Mozilla. Lo busqué por todas partes, por si se había escondido, quizá ofendido. Pero no estaba. Me metí en el Explorer, al que tengo tanta tirria como al Outlook y, curioseando, me encontré una oferta de bajar Chrome, así que, nada, Chrome que cayó tan ricamente. Si bien, de pronto, la página se pasó al francés. Siempre que una pantalla se afrancesa sé que algo ha petado en algún sitió.  Cambié el predeterminado a Google, más dado al inglés y me las prometí felices. Eso sí, una hora y media después de empezar. Ahora ya casi estoy como en casa, aunque ha habido momentos de pánico, estilo Rajoy, por ejemplo cuando a Explorer, con su habitual malicia, le daba por avisar que se estaba haciendo un uso indebido de él y que pensaba cerrarse. El caso es que Google, ignoro por qué, viene en español y, claro, llama "favoritos" (que mira que suena mal) a los "bookmarks", con lo que no me deja importar los míos y todo por esa extraña manía de suponer que los usuarios de .es preferimos las páginas en nuestra lengua materna. Es frecuente que google se pase de listo . Todavía tengo que pensar cómo engaño al portero y le cuelo los bookmarks porque, sabido es, un bloguero sin una amplia panoplia de bookmarks bien organizada, no pasa de ser un plumilla. De momento me he hecho una barra de herramientas chulísima y, por si las moscas, la he bloqueado que a veces a uno le da la pájara y borra un youtube sin darse cuenta y luego a ver cómo ve uno a Cospedal explicando los diferiquitos o los finiferidos o lo que la buena señora estuviera explicando.

Recuperada la ecuanimidad y cierta autoestima en esto de la blogosfera, veo que la imputación a la infanta ha sacudido el cotarro nacional como un terremoto altito en la Richter. Todo se ha conmocionado. Los vidrios han sonado y las vigas han gemido. La primera reacción ha sido en bravura. Un diputado del PP ha dicho que había que pedir "explicaciones" al juez. Dejo a la fantasía del lector imaginarse cómo se hace eso: ¿se le da un guantazo a su señoría? ¿A cuál de las dos? La Casa Real, hasta ayer firme defensora de la equidad, expectoró un impropio comunicado comentando la decisión que decía no comentar y manifestando su "sorpresa" por la imputación. Sorpresa es lo que uno siente cuando el picaporte le da los buenos días. Aquí "sorpresa" apunta a mayores acritudes. Si no fuera porque el Rey está francamente desvencijado, seguro que, por rescatar a su princesa, la bella Andrómeda, él se tornara en un Perseo o, por cristianizar la cosa, un San Jorge. ¡Ah, Señor! ¡Que bellos tiempos aquellos en que vuestros antepasados arreglaban estos asuntos de modo expeditivo! Se enviaba al juececillo una lettre de cachet (que no es el caché ese que hay que borrar cuando tiene uno un problema con un programa) y se le encerraba en la Bastilla, de donde ya no saldría.

En fin, que además de sus insuficencias físicas, tampoco irradia el monarca ejemplo moral, nobleza de miras, entrega y recta intención con los que pueda amparar algunas pecadillos de sus allegados. Y tampoco son pecadillos, sino presuntos delitos y él mismo, con sus cuentas en Suiza y su fabulosa cuanto inexplicable fortuna, no está libre de sospecha. La reacción más esclarecida ha sido la del Príncipe Felipe a quien los últimos acontecimientos han encanecido la barba, al decir a los jueces que son merecedores de la máxima consideración. Y ha sido esclarecida por coincidir con la del común de los mortales: que hay que respetar a los jueces, aunque vayan en contra del Rey o sus allegados. La ley es igual para todos. El espíritu de Enrique II, el asesino de Beckett, se remueve en la tumba.

Los dos partidos dinásticos han reacciondo como era previsible. La derecha es no comment por boca de la ministra Ana Pastor quien añade, para negarse a sí misma acto seguido, que la Corona goza de todo su respeto. Sin duda porque se lo ha ganado. El PSOE, como siempre en este asunto de la monarquía, con el paso cambiado. Luego de dar a entender más por pasiva que por activa a fin de no incendiar las bases republicanas que el socialismo es monárquico, héteme aquí que la Corona mea fuera del tiesto, si se permite tan plebeya expresión y, claro, mea en el zapato nuevo del socialista responsable y moderado, al criticar la decisión judicial. Puesto en ridículo ante la concurrencia, el PSOE recrimina a la Corona su demasía y le recuerda la obligación de la neutralidad. Pero, hombre, sed realistas: ¿cómo se va a ser neutral con una hija? Con una hermana, vaya. La fraternidad entre los Borbones no impera suprema. No ya San Jorge; el Rey tendría que ser un monstruo, al estilo de las criaturas de la isla del doctor Moreau para ser neutral cuando está en juego la suerte de una hija o un hijo.

He aquí otra razón por la que resulta ridícula la negativa del PSOE a debatir el dilema monarquía/república. El carácter vitalicio y la legitimidad dinástica de la primera hacen que el poder esté siempre mezclado con intrincados y aburridos líos de familia. No hay un concepto de "Familia Presidencial" como sí lo hay de la "Familia Real" y donde la primera suele reducirse a un matrimonio y su directa descendencia, la segunda se desparrama, casi como una gens, como una verdadera red social con lo que la Corona se resiente cuando unos ignotos sobrinos de rey andan choriceando en una inmobiliaria, por ejemplo.

No sé si saldremos de la crisis económica pero, para salir de la política y moral podíamos probar a sustituir la monarquía por la República. Y, ya puestos, podíamos convocar una Convención de todos los pueblos de España a ver si podíamos ponernos de acuerdo en una forma de organización territorial del Estado que fuera de general aceptación. O cuando menos, ver si podíamos ponernos de acuerdo acerca de los procedimientos a seguir para atender las previsibles reivindicaciones independentistas.

dimecres, 3 d’abril del 2013

Abril es el mes más cruel.

Es el celebérrimo primer verso de la Tierra baldía, de T. S. Eliot. The Waste Land. Le terrain vague. El solar. El terreno baldío en que se ha convertido España en los últimos años gracias a la manga de sinvergüenzas aupados a todo tipo de cargos públicos, semipúblicos y privados. Ladrones de guante blanco y guante negro. Estafadores, empresarios trileros, políticos con los bolsillos llenos de dinero expoliado de las arcas públicas y mentalidad de trolls fascistas. Un parking lot en el que las nobles verduleras y demagogas alternan con policías delincuentes, curas ultratramontanos, abarraganados, trabucaires y pederastas. Un barbecho en el que crecen enchufados de todo tipo, pelaje y condición, desde meros carteristas hasta asesinos a sueldo, malversadores, auténticos imbéciles a cargo de la cultura y la educación, el pan y los toros, ministras analfabetas, cagahostias porra en mano, presidentes corruptos más parecidos al fantasma de la ópera y reyes truhanes, zascandiles y mangantes, la ópera bufa del régimen postfranquista.

Un terreno baldío donde la gente sencilla, normal, pasa necesidades y estrecheces o se ve reducida a la nada por obra de unos gestores públicos corrompidos y ladrones cuya voluntad de servicio público consiste en robar al pueblo sus ingresos y su pitanza, expoliar lo público, malvenderlo entre sus amigotes, todos ellos enchufados en la administración pública o en empresas privadas que viven de esquilmar los presupuestos del Estado. Un terreno baldío en el que unos bancos rescatados con el dinero de todos al haber sido literalmente asaltados por los ladrones que nombraron los politicos, dejan a la gente sin casa, la embargan, la empujan al suicidio.

Un terreno baldío en el que los responsables del orden público tienen un espíritu represor, franquista, fascista que los lleva a enfrentarse a la crítica y la normal protesta ciudadana con amenazas, detenciones, multas, montajes policiacos, denuncias falsas, calumnias y embustes; a responder con crispación, odio y más amenazas a las legítimas aspiraciones al autogobierno y la independencia de las minorías nacionales, probablemente hartas de compartir destino con una manga de sinvergüenzas desalmados que oprimen, explotan y exprimen a la gente en nombre del desarrollo, el orden público, la religión y una Corona desacreditada y desprestigiada por sus odiosas prácticas.

En la cúspide de este erial moral, la caterva de parásitos con ínfulas aristocráticas, los últimos vestigios de una dinastía instaurada por un dictador genocida, sin dignidad, sin nobleza, sin gallardía. Unas sombras que fueron de un régimen tiránico cuartelario a su incondicional servicio y que han heredado de él sus peores usos, empezando por la de hacerse ricos al precio que sea.

No creo que Iñaki Urdangarin -con todo lo que el Rey finge escandalizarse por su comportamiento siendo el suyo probablemente peor- haya hecho nada que no haya visto hacer en casa de su suegro. Comisiones, repartos, mordidas, negocios, pelotazos, intermediaciones, enchufes. En definitiva, corrupción a lo grande. Pues él, pensaría el plebeyo entroncado con la realeza vía conyugal, con su buena planta, sus aires entre piragüista de Cambridge y héroe de Gunga Din, sus privilegiadas conexiones, no tendría por qué ser menos sino más, mucho más. Además, ¿no disponía de la ayuda incondicional de la niña de los ojos del Rey, de la infantita que, por amor o por lo que fuera, estaría dispuesta a hacer lo que se le dijese incluso a riesgo de que Lucía Etxebarria se preguntara en público si es tonta?

Esos jueces, esos jueces... Servidores públicos con sus trajes de trapillo, su barbas cerradas, sus cuellos de camisas arrugados. Esos funcionarios que se desojan leyendo atestados, informes, pliegos y pliegos, esos grises representantes de una moral cívica, esas bocas que pronuncian las palabras de la ley, como decía Montesquieu, pero no las bravatas, las gazmoñerías, camanduleos, embustes, desvergonzadas falsedades, trucos y trilerías de unos políticos que ya lo han perdido todo excepto el honor porque este nunca lo tuvieron. Esos hombres frágiles en su grandeza y grandes en su fragilidad, son el último y formidable bastión del interés público, el que intentan dinamitar todos los imputados -y son cientos- en innumerables latrocinios y sus responsables políticos que debieran estar todos dimitidos. Son la esperanza de la democracia, del Estado de derecho, de la libertad de sus conciudadanos, los custodios de su dignidad.

Que se lo pregunten a Mariano Rajoy, oculto en su cueva monclovita y sin atreverse a salir si no es en exposición como el Santísimo Sacramento que probablemente sus amigos los obispos estén paseando por ahí en petición de una buena, santa y, sobre todo, pronta muerte de Luis Bárcenas, también llamado el Cabrón, con el elegante lenguaje que se gasta esta caterva de chorizos que hoy decide lo que haya de ser este país. Procesiones, rogativas, misas y gorigoris para que los delitos prescriban, las pruebas desaparezcan de los sumarios, los testigos enmudezcan o los jueces perezcan todos de una epidemia.

Palinuro no desea mal alguno a nadie, ni, por supuesto, a la infanta Cristina que ojalá pueda demostrar estar limpia de forma fehaciente. Pero tampoco acepta tratos de privilegio bajo concepto alguno. Cristina de Borbón y Grecia tiene derecho a la presunción de inocencia y, en el interín, a un trato esperemos que más justo, equilibrado, caritativo y solidario que el que han tenido otras mujeres como Pilar Manjón o Ada Colau que, dicho sea de paso, le parecen (y está en su derecho pues es un juicio subjetivo) infinitamente más humanas y nobles que esa hija del Rey.

Y como, por mucho que la mierda flote, la mar es siempre bella y hermosa, cierro con toda la primera estrofa del poema de Eliot y mi torpe traducción para que se vea en dónde está cada cual:

 April is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.

Abril es el mes más cruel, el que cría
lilas en la tierra muerta y mezcla
memoria y deseo y despierta
raíces  adormecidas con la lluvia de la primavera.

dilluns, 1 d’abril del 2013

Suiza.

Si Suiza es o no un paraíso fiscal al estilo de Antigua y Barbuda, Anguilla o las Islas Salomón, que suenan todas a bucanero o, más bien, al estilo San Marino, Liechtenstein o Mónaco, que suenan todas a casa de juego, es algo que cada cual debe ponderar por sí mismo porque dependerá de cómo se defina el sintagma paraíso fiscal, qué alcance se le dé, etc. Palinuro la considera un paraíso fiscal. Cierto, uno con empaque de país, abolengo, historia, constitución y una bandera que recuerda la de la Cruz Roja con los colores invertidos. Pues la Cruz Roja, como otros organismos internacionales galore, radica en Suiza, país cosmopolita, multicultural, plurinacional, muy bancario. Un paraíso fiscal. Un lugar a donde envían sus dineros quienes los poseen en España (y otros lugares), para evadir impuestos o para ocultar su origen. Actividades generalmente consideradas delictivas.

La gente lleva muy mal eso de la evasión de capitales y los fraudes a Hacienda. Sobre todo ahora que se ha enterado de que si las grandes empresas y fortunas tributaran las decenas de miles de millones de euros que defraudan, no habría crisis. Lleva mal incluso esa costumbre de algunos deportistas o gentes de éxito de residenciarse en el extranjero para no pagar impuestos en España. Hay una petición general de que los tales no representen al país en el que no tributan. Y es razonable. Que representen a Andorra, por ejemplo.

Y ahora pillan al Borbón con unas cuentas en Suiza. Probablemente tengan un origen histórico ya que, al haber residido su padre en Lausana, las cuentas vengan de ahí. Sin duda, pero eso no justifica el hecho de mantenerlas fuera del alcance de la Hacienda del país en el que se dice reinar. Es comprensible en el plano humano, sobre todo con la experiencia de los Borbones. No queda nunca descartado que haya de salir una noche con lo puesto y siempre viene bien tener algo apartado en Suiza para los primeros gastos.

Es comprensible, es humano, es histórico, es lo que se quiera. Pero no es admisible. El Rey no puede tener dinero oculto al fisco en España en un banco extranjero en un momento especialmente grave en que , con seis millones de parados, su país necesita recuperar la confianza, necesita atraer capital y no es evadiéndolo como se lo atrae.

Ignoro si la monarquía como institución aguantará esta nueva andanada con todo lo que le lleva llovido en los últimos tiempos. Supongo que, aterrorizados por el lógico encresparse de la opinión republicana, los dos partidos dinásticos saldrán en defensa de la Corona. El PP porque sí, pues va en su convicción más íntima y no requiere mayor justificación. El PSOE, con algo de mala conciencia, explicará que no es el momento de meterse en la cuestión de la forma de Estado, que el descrédito recae sobre el monarca reinante pero no sobre la institución y que, cuando llegue el momento, ya hablaremos.

Pero no; es cosa de hablarlo ahora. La monarquía es un régimen obsoleto, no solo por el origen de la magistratura sino, sobre todo, por su carácter vitalicio. Cuando hoy día lo vitalicio no lo quieren ni los Papas. Las repúblicas son mucho más recomendables y racionales porque los presidentes se ven obligados a caer bien al electorado, sea este la gente en general o unos u otros cuerpos electorales, los mandatos son temporales y, por supuesto, ni en sueños pueden permitirse comportamientos como los que parece haber tenido el Rey de España. ¿Alguien imagina la que se organizaría en los EEUU si el presidente Obama tuviera a doscientos metros de su residencia una entrañable amiga, condesa alemana, para tareas de alta política? ¿O en Alemania en donde el presidente es un cero a la izquierda? Caerían gobiernos y los interesados, muy contritos, abandonarían sus cargos. Aquí, no. Aquí el Jefe del Estado puede tener una fortuna apañada en un banco suizo, como sucede con algunos presidentes de países africanos.

Con un gobierno bajo tenaz sospecha de corrupción, incapaz de reaccionar porque también lo está su partido, paralizado a todos los efectos, el país se encuentra sorprendido e indignado. Sorprendido porque comprueba que el sistema político de la transición, la alternancia de los dos partidos dinásticos ya no da para más y que, justamente ahora en que se habla de reformar las Constitución, ninguno de los dos partidos mayoritarios está dirigido por gente a la altura de las circunstancias sino por seguidores fieles de las rutinas que nos han traído a esta situación. El país está además indignado o tal cosa se percibe por doquier ante el espectáculo de incompetencia y corrupción que proporcionan hoy las administraciones españolas de todos los niveles.

Para el 25 de abril hay convocado un nuevo -y definitivo, según he leído, por indefinido- asedio a las cortes hasta que estas se disuelvan, se convoquen nuevas elecciones, aunque esto último no stoy seguro de haberlo leído.

Si el gobierno cree que puede controlar esta marea creciente de movimientos sociales, esta múltiple reacción de la sociedad civil, recurriendo únicamente a la represión, me parece que anda equivocado. No tiene más remedio que dialogar con ellas. De hecho es lo que hace a través de los medios adictos. Solo sería necesario dialogar de buena fe. No mintiendo ni insultando. 

IU llevará al Congreso el asunto de las cuentas suizas del Rey. Es lo menos que puede hacerse. Será incomprensible que el PSOE no diga nada y que siga actuando como cómplice en el encubrimiento de los desmanes de la Corona con el argumento de que hay que salvar la institución cuando la institución misma es un desmán.

(La imagen es una caricatura mía (bueno y de My Webface.com) de una foto de x (Aleph), bajo licencia Creative Commons).

diumenge, 31 de març del 2013

Retorno a la normalidad.

A partir de mañana, lunes, todo vuelve a la normalidad en Españistán. Véase:
  • Su presidente, acusado de cobrar salarios indebidos y parte de ellos en negro, todavía no ha dado una explicación ni piensa darla. Ha ordenado silencio sobre el asunto y ha destruido literalmente su partido (ninguno de cuyos cargos se atreve a salir en público hace un mes) solo para salvarse él. No comparece jamás en rueda de prensa o, si lo hace, no admite preguntas y solo habla en el extranjero, en donde no puede impedir que la prensa pregunte y en donde todos lo han calado ya como un inútil únicamente obsesionado por evitar que lo procesen por mangante.
  • Su Rey hace años que oculta un importante patrimonio en bancos suizos. Es algo tan insólito, vergonzoso y corrupto que no requiere mayor comentario. El que se define con ridícula y abusiva retórica como "primer servidor de España", es un pinta que se lleva los dineros a un paraíso fiscal mientras la crisis devora el bienestar y los ahorros de los españoles que, sin embargo, tienen que mantenerlo aunque él, los beneficios de su capital los aporte a Suiza, no a España. Como republicano de siempre, Palinuro insiste en que el Rey se vaya con toda su familia y deje paso a la República. Añade que a él, cuando menos, los Borbones no le han engañado, aunque también vivan a su costa, como a la de todos los españoles.
  • Uno de sus presidentes autonómicos, Feijóo, que acostumbra a impartir lecciones de ética y moral en cuanto lo dejan, se paseaba en los noventa y ligaba bronce en las rías gallegas en el yate de un capo del narcotráfico. Por supuesto, dice Feijóo, pecadillos de su juventud. Tenía entonces el gallego 34 años. De juventud, nada. Plena amistad y familiaridad con un delincuente que actualmente cumple pena en el trullo y de cuyas fechorías, faltaba más, Feijóo no sabía nada. Nada salvo que tenía un yate que el propio Feijóo tripulaba. Pero, a ver, ¿quién no tiene un amigo con un yate? Y ¿quién anda preguntando tonterías sobre cómo se consigue un yate si no es robando?
  • El partido del gobierno, del que hay serias dudas de si es un partido o una organización de malhechores, sinvergüenzas y ladrones, aplaza hasta octubre una convención política que tenía para antes del verano con el cuento de tener ocasión de explicar al pueblo las políticas del gobierno y estar más cerca de él. No para hacer algo de tiempo, no sea que al final no cuente con asistentes al evento. Bien puede ser que, según están las cosas, acabe con una generación entera de dirigentes y miembros destacados entre rejas, empezando por su presidente, Mariano el Taciturno, cuyo horizonte penal tampoco está nada claro.
  • Un partido, por último, que, según parece, intriga, complota y maniobra con lo peor del poder judicial para conseguir que la justicia no impute a los dos mayores presuntos ladrones del reino -Camps y Barberá- en el sumario del caso Noos y, de esta forma, salvar la monarquía. Según El Confidencial, en esta maniobra estaría metido el PSOE, complice en la tarea de lavar la cara al Monarca -el pavo de los 375 millones en Suiza- y todo el aparato de esta corrupta monarquía. Es de esperar que esta noticia sea un infundio; de ser cierta, si los socialistas no echan a patadas a quien los ha convertido en un partido dinástico de cortesanos tiralevitas, se merecerán lo que les pase en las próximas elecciones. No veo grandes diferencias entre Rubalcaba al frente del PSOE y José María Fidalgo cuando estuvo al frente de Comisiones Obreras: tipos de derecha que secuestran organizaciones de izquierda para ponerlas al servicio del capital y de la corona.

divendres, 22 de març del 2013

El fin de una época.

Antes de nada y que se me tache de agorero, vista a la izquierda. Rajoy declara -y La Moncloa considera necesario ponerlo de relieve- que él no es partidario de que la gente pierda sus depósitos. En fin, ya saben ustedes, el mundo está lleno de gente deseosa de que los demás pierdan sus depósitos. No, no soy agorero. Esto es un fin de época. Sunset boulevard, sin Gloria Swanson, pero con mucho tonto empingorotado soltando necedades.

Suele decirse que la política ha cedido el mando a la economía, a los mercados, pero más parece que se lo haya cedido a los tribunales. La política se hace hoy en los tribunales. Es muy oportuno llegar hasta el fondo de los EREs falsos en Andalucía. Pero, por muy espectacular que el asunto sea, no parece bastante para contrarrestar el caso Bárcenas, cuya fuerza destructiva del partido del gobierno es inmensa. Y, aunque fueran de similar alcance, ello no empece para que la responsabilidad del presidente del partido en la tremenda trama que lo afecta, según parece, hace veinte años sea notoria y ese presidente sea ahora presidente del gobierno de España; un presidente sospechoso de haberse beneficiado en el pasado del reparto de fondos ilegales. El caso Bárcenas ha dinamitado el PP. Cuando este juzga pasado el temporal, arrecia. Esa indemnización por despido improcedente a Sepúlveda, imputado en la trama Gürtel, de 229.000 euros es, literalmente, una afrenta al conjunto de la sociedad. Echen cuentas.

La corrupción se ha llevado por delante el turnismo de la segunda restauración. El otro partido dinástico, el PSOE, tiene ese borrón de los EREs andaluces tras haber pasado su bautismo de fuego con una corrupción generalizada en la última etapa de Felipe González. Su problema no es esencialmente el de la corrupción, como sucede con el PP. No le afecta la Gürtel ni el caso Bárcenas. No está minado por la lacra como el PP, pero sí por las prácticas de amiguismo, enchufismo y clientelismo que suelen acompañar al ejercicio del poder. El último gobierno de Zapatero fue un desastre para el partido, aunque no tanto para el país. Lo uno por lo otro. Y el PSOE sufrió una derrota electoral clamorosa. Algo de lo que no se ha repuesto. Rubalcaba sostiene que fue electo con la misión de cambiar el partido y piensa cumplirla. Eso lo distinguiría de Rajoy quien no cumple nada; pero no lo haría más simpático. ¿Cómo piensa Rubalcaba cambiar el PSOE? Poniendo a gente de su confianza en puestos clave. Nada de dar bolilla a las voces críticas. Para los cambios, ya hay unos comités pensando hasta octubre. En cuanto a la oposición día a día, se hará cargo de ella el propio Rubalcaba, que es quien está al cargo de ella.

De cambio hay ahí poco, como no sea alguna referencia marginal a la necesidad de reformar la Constitución, lo cual suena a un intento de arreglar el conflicto con el PSC llevándolo a vía muerta. No sé si se dejará pero el propósito de reforma constitucional es muy amplio y parece hacerse eco de esa reclamación más a la izquierda de abrir un proceso constituyente por entender, entre otras cosas, que la Transición ha fracasado. Supongo que esta idea molestará a los miembros de la Asociación para la Defensa de la Transicion. Tiendo a pensar que muy bien no puede ir a algo que necesita de una asocicación en su defensa, como si fuera una especie en extinción. Igual perplejidad me provoca la Fundación para la Defensa de la Nación Española. Una nación necesitada de una fundación para su defensa, como si fuera una dama ofendida en su honor, no parece muy vigorosa.

Pero, además, la reforma de la Constitución se enfrenta a la generalizada conciencia del destino de una dinastía. Ayer incendió las redes la noticia de la próxima, inminente, abdicación del Rey. Un rumor, claro, pero viralizado, de los que caldean el ambientillo. Será imposible o harto difícil que la Corona salga indemne de una posible imputación a la infanta Cristina. Y por si fuera poco, la autoridad real se ve muy mermada por el comportamiento del Monarca en el asunto Corinna, que despierta todo tipo de sospechas tan desagrdables como las certidumbres que ha aireado. Reina un Borbón con una presunta amante mientras la Reina reside en el extranjero y viene a inaugurar exposiciones como si no pasara nada y su yerno va de juzgado en juzgado y puede que su hija siga sus pasos. ¿Se supone que este es el modelo de familia cristiana que debe protegerse frente a las familias homosexuales, por lo demás perfectamente inofensivas?

El descrédito de las instituciones es tan grande que, además del reconocimiento del derecho de autodeterminación, presta recordar la necesidad del siempre aplazado referéndum Monarquía/República, que fue escamoteado al comienzo de la Transición, pero mantiene su vigencia. Lo malo de esto es que la tarea del cambio real queda encomendada a los dos dirigentes mayoritarios, ambos productos típicos de esa transición que ahora toca a su fin. Dos políticos convencidos de que el horizonte del país es el de sus respectivas visiones, por lo demás coincidentes en lo que llaman los grandes temas de Estado, la monarquía, la planta territorial y, según parece, la iglesia católica. Las demás cuestiones, más prácticas, ya registran mayores discrepancias, pero hasta ahora no han alcanzado casi ni a hacer visible la oposición.

(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).

dijous, 21 de març del 2013

Ya está bien.

El país está en estado de shock, como si le hubieran administrado una de esas descargas eléctricas, los llamados electroshocks, con los que se creía que se curaba a alguien y dejaban a la gente peor que estaba, pero con mucho miedo.

Según parece y supuestamente, por supuesto, el Rey tenía una amante alojada a cuenta del erario público en un palacete contiguo a su residencia. Esto es algo que puede pasarle a cualquiera, (el tener una amante estando casado, no el usar palacetes de picaderos) y allá cada cual con el rol que interpreta en la comedia: el marido, la amante, la esposa fiel. Las cosas de la vida privada de la gente. Pero es que no es vida privada pues la mentada realizó labores de mediación por cuenta del gobierno español, delicadas, secretas, protegidas por los servicios de inteligencia. Una historia de Mata Hari, que ya es suficientemente pintoresco. Pero es que esta Mata Hari cobraba una comisión del 3% por sus gestiones y en cuentas en Suiza. Cobros opacos, en Suiza, una persona que trabaja "en interés de España" en colaboración directa con la Corona y coordinación con los servicios secretos españoles. Una 007 germánica. ¿Y los asuntos? Complicados negocios de fondos árabes, explotación de energía, pero siempre negocios, alguno de los cuales tiene un sospechoso parecido con una estafa, apadrinados por el Monarca. ¿Y si la amante llevara su amor al extremo de actuar también como broker de su amado?

El Rey tiene un yerno que mejor le fuera no tenerlo porque, con sus aventuras al estilo del neorrealismo italiano, el mozo pone en peligro la continuidad de la institución monárquica.

Del Rey abajo, el gobierno y el partido del gobierno. Docenas de cargos públicos del PP imputados en todo tipo de ilegalidades, estafas, malversaciones, etc. Por doquier, en Baleares, Valencia, Madrid o Galicia. La trama Gürtel es una empresa de corrupción de tamaño industrial y parte de sus fechorías ha sido contribuir supuestamente a la financiación ilegal del partido, la peor forma del juego sucio. A la Comunidad de Madrid le queda por explicar si FUNDESCAM pagaba los gastos electorales del PP.

Y algunas personas dentro del partido. El extesorero, muy en la línea de los anteriores ocupantes del cargo, se ha enriquecido y tiene además a la plana mayor del PP, según parece, cogida por el gañote. Ahí están las balbuceantes, absurdas, comparecencias de Cospedal, Floriano, Pons y el silencio aterrorizado de Rajoy. Solo así se explica que se haya seguido pagando un suculento sueldo a Bárcenas el innombrable de 23.000€ al mes al tiempo que se afirmaba con rostro pétreo que el afortunado no tenía nada que ver con el partido. Generosas retribuciones que más parecen resultado de una extorsión. El caso es que toda esa pasta -incluidos los 220.000 euros on los que el PP va a agradecer los servicios prestados a Sepúlveda, el del Jaguar, salen del dinero de los contribuyentes. ¡Eso sí que es un finiquito como dios manda! Ejemplo sin duda de los buenos resultados de la reforma laboral.

El presidente del gobierno, que se subió el sueldo un 26% mientras pedía austeridad para los demás, todavía no ha explicado clara y fehacientemente si alguna vez cobró los dineros ilegales de los que hablan los papeles barcénigos. Pero se marcha a la instalación del sucesor de San Pedro en un séquito de once personas, de ellas, tres clérigos y los correspondientes guardaespaldas. Todo eso, igualmente, a costa del contribuyente, un contribuyente sometido por otro lado a una política de expolio sistemático.

El grado de deterioro, de descrédito, de desprestigio de las instituciones roza la chirigota nacional. Esto no puede seguir así. Hay que hacer algo.

(La imagen es una foto de N (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 4 de març del 2013

La corrupción estructural.

Noblesse n'oblige pas, parece haberse dicho el monarca, muy a la borbónica manera, y se ha quitado del medio en un momento crítico para el país. Como hicieran sus antepasados, Carlos IV y Fernando VII, que se fueron con el francés. O su abuelo, quien emprendió el camino del exilio motu proprio. Como hizo él mismo cuando se presentó en el Sahara, siendo Jefe del Estado interino o algo así, a garantizar a la guarnición que España entera estaba detrás de ella; la misma España que luego le dio la espalda, firmando unos acuerdos francamente lamentables con Marruecos. El pretexto es una operación de cadera que lo tendrá postrado de dos a seis meses. Plazo elástico. Clara precaución por si el lío nacional se prolonga en el tiempo o se resuelve milagrosamente. Pero no sé si la Jefatura del Estado puede estar en sede vacante (a imagen y semejanza del solio de San Pedro) tanto tiempo. Esta situación no está prevista y convendrá tomar alguna decisión. Tendrá que sustituirlo su sucesor, el príncipe Felipe, pero en calidad ¿de qué? Algo así le sucedió al Rey un verano del 74 en que Franco fue ingresado en el hospital, como si fuera un ensayo general de muerte por ver si las llamadas "previsiones sucesorias" funcionaban. Repuesto, Franco recuperó el mando y es claro que a lo mismo aspirará Juan Carlos. Pero, de momento, se ha quitado del medio cuando caen chuzos de punta.

Los papeles de Bárcenas revelan una situación terrible de la cosa pública. De ser cierto lo que en ellos se contiene, el PP lleva años haciendo adjudicaciones irregulares a cambio de cuantiosos donativos de las empresas no menos irregulares que, al parecer, se utilizaban luego para financiar las elecciones y el funcionamiento del partido y para gratificar tan generosa como arbitrariamente con sobresueldos a un cogollo de dirigentes del partido entre los cuales aparece el nombre de Rajoy. Es una situación tan escandalosa que el país no puede pasarla por alto sin más, ni plegarse a la inaceptable actitud del gobierno de proceder as usual. Es insostenible desde todos los puntos de vista. Revela una actitud instrumentalizadora y patrimonializadora de la administración pública en colusión con un puñado de empresarios en contra del interés general y en beneficio de esos empresarios (licitaciones de millones de euros), del partido y personal de algunos de sus dirigentes. No se puede confiar la gestión pública en manos de quienes presuntamente la aprovechan para delinquir.

Esa confabulación entre los empresarios y el partido es la clave de la falsedad del discurso neoliberal de la derecha. Ambas partes dicen que solo la privatización, la confianza en los empresarios (ahora llamados también "emprendedores", que tiene una connotación más romántica), la abstención del Estado y la desregulación nos sacará de la crisis. Ambas, igualmente, coinciden en demandar sacrificios, austeridad, contención y resignación de la ciudadanía como forma, dicen, de arrimar el hombro en estas terribles circunstancias. Y ambas, asimismo, se entienden para hacer lo contrario de lo que predican: las empresas y los empresarios parecen vivir (y opíparamente, por cierto) de estafar al contribuyente con la ayuda activa del Estado. ¿Cabe un comportamiento más repugnante? El Estado no solamente no se abstiene sino que está colonizado por las empresas. Toda la política de privatización de la sanidad pública está movida por esta ambición de lucro empresarial a costa de los ciudadanos a los que se expolia sin que exista un solo estudio que demuestre la superioridad de la sanidad privada sobre la públic. Los que hay demuestran lo contrario.

Cuando se habla de colonización empresarial del Estado (presente de forma palpable en la justificación de las reformas del sistema educativo en pro de una mayor eficiencia mercantil) no debe quedar fuera la gran empresa nacional, la Iglesia. Comparada con la iglesia vociferante y militante de la época zapateril esta parece un remanso de paz. Sus privilegios se han mantenido intactos, pues no consta que a los curas se les haya suprimido la paga de Navidad, y la jerarquía no ve motivos para salir narrando agravios y planteando nuevas exigencias. Ya lo hacen los gobernantes por su cuenta. El ministro de Justicia está dispuesto a satisfacer todas las demandas de los obispos en cuanto al aborto y ya veremos qué pasa con el divorcio. El de Educación les ha entregado la enseñanza en España, se ha cargado la Educación para la ciudadanía y ha vuelto a meter la religión en los programas de estudio. Aun así, a la Iglesia le parece poco y por eso ha movilizado al hermano lego que tiene en el gobierno, el ministro Fernández Díaz, para exigir que la religión no solo no sea una María, sino que sea troncal y valga lo que la química o la lengua. O más, si cabe. Al fin y al cabo, todo depende de Dios.

Por supuesto, tampoco puede faltar la banca a la cual ha sido necesario rescatar con ingentes sumas de dineros públicos porque estaba en una situación calamitosa. Solo el hundimiento (por supuesta estafa) de Bankia suele aducirse como explicación de la agudeza de la crisis en España. Un mundo en el que la mala gestión estaba entreverada de corrupción a todos los niveles: créditos a fondo perdido, malversaciones, apropiaciones indebidas, créditos a proyectos suntuarios de las administraciones públicas en los que robaba todo el mundo, subvenciones clientelares, autoasignación de pluses, pagas y pensiones estratosféricas.

¿No es acaso obvio ya, no solo que la crisis es en verdad una estafa, sino también quiénes son los beneficiarios y cómo lo han hecho y están haciéndolo? Gestionadas por un partido presuntamente corrupto, las instituciones no cumplen sus funciones. El conjunto del sistema está bloqueado, pendiente de las incidencias procesales de estos portentosos casos de corrupción, el de Bárcenas y el de la Gürtel que, al parecer, están entrelazados y tienen atrapados, como en una tenaza, al gobierno y su partido.

Quizá no sea muy gallarda su actitud pero el Rey ha hecho bien con el mutis, antes de que el torbellino de la corrupción arrastre la corona merced a esa figura antaño retrechera y hoy macilenta de Urdangarin. Porque al pringue de la corrupción general del país, el Rey añade uno propio, peculiar, familiar, zarzuelero que, además, presenta aristas sentimentales escabrosas, también en la mejor tradición borbónica.

Hay que ver cuán polifacética es la familia que el pío ministro Fernández Díaz llama natural. Por cierto, cómo cambian los tiempos; antaño, lo natural era pecaminoso para la Iglesia, como se ve en la designación de hijo natural que, si era de abolengo, podía llamarse "bastardo". La familia como Dios manda -que es lo que el ministro quiere decir- se adapta a la perfección a las vías corruptas. El espectáculo español probablemente fuera menos español de no aparecer en el baile los maridos tarambainas, las esposas lelas, los yernos pillastres, los primos, las nueras y, por supuesto, las amigas entrañables, admirable complemento de la institución natural.

dimarts, 19 de febrer del 2013

La marca España.

No es mala idea. En loor de la marca España, unas buenas olimpiadas de la corrupción. Habría competiciones de trinque, afane, cobro en B, C y hasta Z, malversación, cohecho, extorsión, plurisueldos, sobres voladores, navegación a vela, recalificación de terrenos, comisiones, estafa al anciano, triple salto hipotecario, lanzamiento de trabajadores, tiro al desempleado, reducción de becas y sisa de pensionistas. Materia hay. Quizá no voluntad política aunque, si se contacta con una organización benéfica, sin ánimo de lucro, dedicada a promover el deporte, y mediando unos míseros cientos de miles de euros, podrían inaugurarse con pompa y circunstancia los Primeros JJ.OO. CC. o Juegos Olímpicos Corruptos de la historia.

Desde luego, la prueba estelar debiera ser la peineta. Es un gesto natural, desenfadado, eso que llaman comunicación no verbal, de lo más contundente. Es, además, grosero, zafio, suele acompañar a un rostro airado, iracundo, desencajado y habla más sobre la educación y el espíritu de quien lo hace que siete confesiones al psicoanalista. Un jurado benévolo probablemente daría la medalla de oro en peineta a Bárcenas. Oro. Oro puro. Oro del bueno. Dinero llama dinero. Pero hay un problema. Antes de Bárcenas entró en la competición el el expresidente Aznar con una peineta tan lograda que, en justicia le corresponde el oro barcénigo. Merece la pena echar una ojeada a la peineta y sus variantes, todas ellas magníficas. Bárcenas habrá de conformarse con la plata.

Ese gatuperio organizado en el PP por los papeles de Bárcenas es también olímpico. Pero no de los juegos, sino de las trastadas y faenas que se hacían los dioses unos a otros, los chivatazos, las zancadillas, las mentiras, los robos de Mercurio, las borracheras de Baco, las cornamentas generalizadas. Cospedal ha presentado sendas demandas civiles en defensa de su honor contra Bárcenas y El País y otros dirigentes del PP cavilan si hacer lo mismo. Si entre ellos no se encuentra Mariano Rajoy, aquel cuyo honor aparece más claramente comprometido, su posición se hará insostenible y eso por culpa de sus compañeros, que no saben quedarse quietos, como él. Insostenible en un terreno de dignidad, decoro y elegancia. Términos, me temo, incomprensibles para el presidente del gobierno. Pero es un hecho: Rajoy aclara de una vez por todas la cuestión de su presunto cobro en sobres irregulares (para lo cual no basta con repetir que es falso) o se verá sometido al ludibrio público, será escarnio y mofa nacional e internacional. Porque eso es exactamente lo debe preguntarle la oposición en el debate sobre el estado de la Nación: cuánto cobra, cuánto ha venido cobrando en los últimos años, de qué procedencia y bajo qué concepto.

Un gobierno desacreditado hace pareja perfecta con una Monarquía desprestigiada. Al margen de lo que se sustancie en el proceso de Urdangarin y su socio, la Corona aparece bajo una luz grotesca. El Rey, la hija, el yerno, la amiga, el secretario semejan los personajes de una sátira de la Ilustración, al estilo de Beaumarchais. El Rey, como se ve, está obligado a desmentir noticias cada vez más alarmantes y escabrosas. Con la clara conciencia, compartida por todos los españoles, de que en política, los desmentidos confirman. La hija se ha refugiado en el papel "Ana Mato", un papel perfectamente analizado por Lucía Etxebarría en un artículo censurado de título La Infanta es tonta y analfabeta.

El yerno, ¡ay el yerno! El yerno solito va a cargarse la monarquía y algo más. Según pasan los días se amplía el círculo de políticos a los que Urdangarin, al parecer, se trabajaba con gran éxito. Ya no son solo los de las Comunidades Autónomas que, con todos los respetos a estas imprescindibles instituciones, están gobernadas por gentes de horizontes limitados y vuelo bajo. El tipo de clientes para el hipotético estafador mundano de guante blanco, que deja caer al desgaire el nombre de Su Majestad en el momento de pillar la pastuqui a título de subvenciones, donativos, subsidios, corretajes, comisiones o simples mordidas. También anduvo, según parece, en tratos con encumbradas autoridades de la Corte, gentes más viajadas y cosmopolitas. Así vendió supuestamente unos servicios de lobby a favor de la niña de los ojos de Ruiz Gallardón, por entonces alcalde de Madrid, empeñado en traer a la capital los juegos olímpicos, los de verdad, y dispuesto tocar todas las teclas. Esta de Urdangarin costó al erario público 120.000 euros, librados por el Ayuntamiento gallardonesco a título de donativo. Al fin y al cabo, era una organización sin ánimo de lucro, como las hermanitas de los pobres.

A Ortega deben zumbarle los oídos de lo mucho que se cita su famoso Delenda est Monarchia. Pero no se haga el personal ilusiones armado con la autoridad del filósofo. Esta Monarquía es más difícil de destruir porque ya nació muerta; es, en realidad, una Monarquía zombie. Basta con ver al Rey, sombra de lo que fue, pero aferrado a su trono con más fuerza que a sus muletas.

diumenge, 17 de febrer del 2013

El jefe es el Rey.

Diego Torres, exsocio de Iñaki Urdangarin, ha afirmado, al parecer, ante el juez que el jefe es el Rey. Digo "al parecer" porque, según veo, este Torres tiende a decir y a desdecirse. La afirmación puede obedecer también a una estrategia de defensa procesal. Si cobija sus presuntas fechorías a la sombra del monarca, que no es penalmente responsable, algo sacará en limpio. Por lo demás, no se trata de un hecho, sino de una deducción. De un correo de Urdangarin en que este le pide tiempo para "consultarlo con el jefe", infiere que el jefe solo puede ser Juan Carlos I. Algunos han empezado ya, incluso, a especular que el Duque (o ex-Duque, pues no lo tengo claro) quizá solo sea un testaferro. Se supone que de su suegro.

La Monarquía española está en horas bajas. Es obvio el acuerdo general de los medios para informar con sordina de las peripecias de la Corona, no comentarlas y restarles importancia. Nada complace más a los serviles que ser útiles a su señor. Pese a todo, los continuos escándalos y broncas en que se ve mezclado el Rey plantean la cuestión de la viabilidad de la institución. Se quiera o no. Las cacerías de elefantes, los supuestos devaneos amorosos del soberano convertidos en asuntos de Estado, la naturaleza de sus verdaderas relaciones con Urdangarin, su deteriorada condición física, el hecho de lo abucheen de vez en cuando son datos apuntando en la misma dirección: puede ser un buen momento para preguntar a los españoles por el mantenimiento de esta institución.

Como siempre, la solicitud de celebración de un referéndum que debió convocarse treinta y cinco años atrás, tropezará con la negativa cerrada de los dos partidos dinásticos. En el caso del PP es comprensible, pues se trata de mantener una institución cuya instauración se debe al franquismo. En el caso del PSOE, en cambio, lo encuentro incomprensible y tiendo a verlo más como una imposición de las convicciones personales del secretario general que como el espíritu del partido. No sé si el monarquismo se ha aprobado en algún congreso del PSOE. Sospecho que no. A lo mejor es cosa de hablarlo a las claras en el siguiente en lugar de jugar a la ambigüedad. ¿Es el PSOE un partido republicano o monárquico?

El descrédito de la monarquía es galopante. Los sondeos le son negativos. Por eso no se hacen. Por lo demás ese descrédito lo comparte la corona con el del resto de las instituciones del Estado. El gobierno carece de autoridad, enfangado como está en un asunto de corrupción que afecta a la honradez de su mismo presidente. El Parlamento es irrelevante por sometido al gobierno. Los medios son mayoritariamente progubernamentales. Solo resisten como fortalezas sitiadas el poder judicial y la web.

España se ha dividido en dos, como siempre: la España oficial y la España real. La oficial, ya se ha visto, está invadida por la corrupción, por el enchufismo y el caiciquismo y por las prácticas de un gobierno autoritario. Es la España oficial de toda la vida, el objeto de la crítica regeneracionista primero y de la izquierda después.

La España real, en cambio, está en la calle. Ayer se manifestó el país entero por el derecho a la vivienda, por la dación en pago, movido por la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Hoy habrá más manifas. Vuelve la Marea blanca. Frente a este estado de insurrección social permanente, la España oficial solo puede oponer una autoridades deslegitimadas por esta bajo fuerte sospecha de corrupción. De ahí que los dos partidos mayoritarios hayan dado marcha atrás en sus intenciones, contradicho sus medidas anteriores y se apresten a legislar sumisamente y por vía de urgencia las reivindicaciones de la PAH.

Los movimientos sociales están cumpliendo las funciones que debiera cumplir la oposición parlamentaria. Es obligado que esta establezca cauces de comunicación e intercambio con aquellos. La sociedad cambia a ojos vistas. Los ciudadanos tienen una capacidad de autoorganización y alcanzan una eficacia de acción que amenaza con hacer obsoletos los partidos políticos tradicionales. Ocurre con ellos lo que con los medios en relación a internet. Esta no pone en peligro los medios sino los medios de papel. Internet tampoco pone en peligro la acción política sino solo la de papel, es decir, la de los partidos.

(La imagen es una foto de א (Aleph), bajo licencia Wikimedia Commons).

dilluns, 24 de desembre del 2012

Habla el Rey de EREspaña y dice lo de siempre: nada.

Alguien ha dicho a los expertos de La Moncloa que hay que modernizar la imagen de la Casa Real, así que, para dar sensación de plenitud, vigor y energía, en vez de sentar al Rey en su egregio sillón lo han hecho farfullar sus simplezas de pie, aunque apoyando el trasero sobre su mesa de trabajo, por cierto de preciosa madera taraceada, no vaya a perder el equilibrio como suele. Podían enseñarle a vocalizar el castellano ya que cada año es mayor la tortura de escucharlo, pero eso no debe de tener arreglo. Hasta aquí el discreto equilibrio entre tradición y modernidad.
En este país, cuya Constitución dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal el Jefe del Estado se dirige una vez al año a sus súbditos el día en que los católicos celebran el nacimiento de su dios. Y lo hace flanqueando un belén que no por minimalista es menos feo, para que no quepa duda del hilo teocrático que une al niño dios con el monarca. La alianza del trono y el altar, tan discreta como sólida, no corre peligro. No lo corrió cuando los sociatas en el gobierno resultaron ser unos meapilas, menos ahora que mandan los curas través de sus espantajos, como Wert, Báñez o Fernández Díaz.
En cuanto al contenido, pues, en fin: que paciencia y barajar. Son tiempos duros, pero el gobierno (y la oposición) animados de sublimes miras, hacen lo posible por volver a ponernos en la senda de la prosperidad. Sobre todo, la palabra clave, el centro del mensaje del Borbón es que los españoles saldremos del lodazal en que nos ha metido una pandilla de sinvergüenzas y ladrones (ejem, cosecha de Palinuro) si tenemos confianza. Es decir, fe. Fe, confianza... ¿en qué? ¿en quién? La respuesta implícita es obvia: en Rajoy. Soy republicano y no tengo en estima al Rey pero este pitorreo es demasiado hasta para el más desaprensivo de los Borbones. ¿Confianza en Rajoy? ¿En el hombre que no habla sin mentir, al que no le quedan palabras por incumplir, el peor felón y mendaz que ha pisado La Moncla? ¿Un hombre sin palabra, sin dignidad, capaz de vender lo que sea por sentarse en el sillón de mando? ¿A quién cree este rapaz que está hablando? ¿A una nación de borregos o de imbéciles? ¿Es que no ha visto él mismo que Rajoy no ha hecho otra cosa que mentir y tracionar la confianza hasta de los más indefensos una y otra vez durante un año?
El resto del farfulleo regio, a beneficio de inventario. El país pasa por una horrible crisis venida de fuera como los marcianos del espacio. Aquí no hay políticos corruptos, empresarios ladrones, yernos sinvergüenzas, bancarios delincuentes, mangantes y estafadores de todo tipo y calaña, neoliberales fascistas y fascistas neoliberales. No hay una pandilla de saqueadores dedicada a expoliar a la gente de sus derechos, sus libertades,  de su mismo patrimonio. No hay decenas de miles desahuciados. No hay suicidas. No pasa nada que no haya pasado en sus 37 años de reinado.
Un par de veces mencionó algo que, de no saber que sus palabras son milimétricamente medidas por los perros guardianes de La Moncloa, podrían sonar a posición propia, pero no pasaron de ser aliviaderos retóricos. Una de ellas consistió en decir que la austeridad debería ir acompañada de crecimiento. Como quien dice que el pedrisco podría ser aromático. Otra fue implorar que la política agresiva de este gobierno antipopular (él lo expone de otra manera) no se lleve por delante los derechos "individuales" y "sociales" que tanto ha costado conseguir.
¿En qué país vive este payo, además de Botsuana? ¿El el de Nunca Jamás? ¿Qué derechos quedan a los trabajadores, a los pensionistas, a los justiciables, a los funcionarios, a los usuarios de los servicios antaño públicos y hoy privatizados o en proceso de privatización en beneficio de unos gobernantes cuya obsesión es despojar a la gente de todo para llenarse sus propios bolsillos y los de sus allegados, clientes y enchufados?
¡Viva la República!