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divendres, 5 d’agost del 2016

La conjura de los necios

¡Qué barbaridad! ¡Cómo está el patio! El bueno de Sánchez -que parece tener fibra- debe de estar soportando presiones, impertinencias, chantajes, amenazas y homilías sin cuento. El bloque continuista ha perdido el Oremus. Sus componentes, el PP con Rajoy mucho Rajoy y muy Rajoy a la cabeza, la patronal, la Iglesia, los demás partidos políticos (Podemos incluido), los medios de comunicación al alirón (azuzados por El Pais) y los camisas viejas y vieja guardia del PSOE ya no saben qué hacer para evitar las terceras elecciones a base de aguantar un segundo mandato de ese extraterrestre que es el presidente de los sobresueldos.

La fronda del PSOE lanzó ayer un torpedo a la línea del NO de su partido con las declaraciones de Zapatero, pidiendo que se abra un diálogo interno sobre la abstención. Odón Elorza también se rinde a la abstención, aunque pone condiciones estrictas. Son pesos pesados y no desacreditados como lo están González, Bono o Rubalcaba. El llamamiento del PP, sin embargo, les hace un flaco favor porque da a entender que se ha forjado un consenso vergonzante con los socialistas de derechas que prefieren un gobierno de Rajoy ("aunque no lo merezca", dice González) a un gobierno de izquierda o unas terceras elecciones. En el consenso entra también Podemos. Su cabeza de lista en el País Vasco afirma que un gobierno de Rajoy es preferible a unas nuevas elecciones.

La centralidad política ha recaído manifiestamente sobre Sánchez, para desesperación de quienes iban a asaltar los cielos y ahora se encuentran en una posición de irrelevancia que puede incluso empeorar si se celebran nuevas elecciones.

En todo caso, no merece la pena detenerse en estas pequeñeces. Como tampoco lo es recordar por enésima vez que esto es un régimen parlamentario, con una lógica de mayorías y minorías; que corresponde al partido mayoritario articular un gobierno viable, para lo cual debe emplearse a fondo. Todo vale,  incluso el ridículo de inmiscuirse en los asuntos internos del partido de la oposición. Se descubre así por pura ineptitud el elenco de esta conjura de necios: Rajoy, González, Rivera, Cebrián, Rosell,  Iglesias, Zapatero y resto de barones quieren lo mismo: un gobierno del PP, un partido imputado en diversas causas por corrupción y presidido por un hombre que ha dado pruebas abrumadoras de no ser apto para el cargo.

NO es NO.

dijous, 4 d’agost del 2016

Todos contra Sánchez

El País sigue en la trinchera nacional-española, empeñado en que gobierne el Sobresueldos, el líder más desprestigiado, y con razón, de toda Europa. Quiere forzar la claudicación del PSOE. Es tal su inquina que hace unos días, Palinuro vaticinaba algún obús en forma de artículo de la Minerva de Cebrián. Ya está aquí, en forma de un nuevo editorial ominosamente titulado Callejón sin salida, como si fuera un film de la serie negra. Podría haberlo escrito Cebrián, aunque también algún otro columnista de la derecha. 

El eje de su razonamiento es culpar a Pedro Sánchez en exclusiva de la lamentable situación actual y hacerlo con argumentos poderosos. Es inadmisible, sostiene el articulista, negar a otro el gobierno sin tener una alternativa clara en ningún sentido. Pues sí, es cierto. Sánchez da pruebas de ser un bisoño, con escasa consistencia y más atento a sus intereses de carrera polítia que al bienestar de los ciudadanos. Pues sí, también es cierto. Sánchez es el solo responsable de que no haya gobierno. Eso no solamente es falso, sino que es una consigna del partido de los imputados y procesados que repiten todos a una como coros acusadores.

La trampa -perfectamente visible- del articulista reside en ocultar la reponsabilidad que en todo esto compete a Rajoy. Es él el designado y por tanto obligado a formar gobierno. Y debe hacerlo en las condiciones que hay; no en las que le gustaría. Si no lo consigue, habrá fracasado y le corresponderá retirarse y dejar paso a otro, en este caso, Sanchez. Únicamente en este momento dispondrá el socialista de margen de actuación; antes, no. Atacarlo antes de que pueda actuar, como hace El País es una muestra de juego sucio. No es el PSOE quien ha de facilitar un gobierno del PP, sino el propio PP... o dejar paso a otro.

Y ahí es donde ya se desborda esa pasión por el juego sucio que es marca de la personalidad de Rajoy, un hombre convencido de que decir la verdad (incluso "su" verdad) es un error estratégico pues lo obligado es mentir siempre. Tras las elecciones del 20D, escurrió el bulto y votó "no" a un gobierno alternativo, precipitando así las elecciones del 26J de consuno con Podemos. Ahora, a mes y medio de esas elecciones, sin añadir un  solo voto a sus 137 de partida, nadie sabe cuáles sean sus intenciones, mas por lo que se ve, conducen a abrir una crisis constitucional que se solapará con la que ya tiene abierta en Cataluña. Este hombre es un peligro nacional.

Es obvio que el único responsable de que no haya gobierno en España es Rajoy, que no está dispuesto a hacerse a un lado por el bien de su partido, por el bien de su Estado, por el bien de nadie. Es obviamente un caso de chantaje de un hombre a un país, al grito de "¡El caos o yo!", con el añadido de que, como en el chiste de Chumy Chúmez, él es también el caos. El caos, la corrupción, la incompetencia, el expolio generalizado, el caciquismo y el clientelismo más extremos. Y todo por su estrecho y exclusivo interés personal, al lado del cual la atención de Sánchez a su propia carrera es puro desinterés.

Pero de esto El País no habla. Carga la mano contra Sánchez, al que echa sus culpas y las de Rajoy y poco menos que lo conmina a hacer presidente a Rajoy so pena de lesa patria. Claro que no está solo en tan innoble empeño. Lo acompañan todo el frente conservador de la España eterna: la derecha política, económica, social, eclesiástica, mediática y militar y también dos aliados  externos: los dirigentes conservadores del PSOE -González, Leguina, Rubalcaba,  Corcuera, Bono, etc- más cerca del PP que de su propio partido y también los señores de Podemos. Estos están interesados en que el PSOE apoye un gobierno del PP porque, de este modo, prueba de modo fehaciente su crítica de que ambos partidos dinásticos son iguales y, además, así se evitan unas terceras elecciones que serían muy dañinas para los morados y, en cambio,se le abriría la posibilidad de realizar, por fin, el sorpasso, al ser la "verdadera" oposición.

Bueno, pues con todo y con eso y por muy bestiales que sean las presiones del establecimiento conservador, con El País a la cabeza, NO es NO.

dimecres, 3 d’agost del 2016

Nervios y abusos

El País está realmente belicoso. Cabe esperar alguna soflama de Cebrián, poniendo a Sánchez cual no digan dueñas a cuenta de su obstinación en no hacer lo que el supremo interés de España reclama. Es preciso dejar gobernar a la derecha, como exigen Rajoy, la propia derecha (la de dentro y la de fuera del PSOE), los empresarios, la Iglesia, el orfeón mediático, Podemos, la Troika y, es de suponer, el club Bildeberg. La pretensión es tan demencial que resulta patéticamente española: el supremo interés de España es dejar el gobierno a quien ha destrozado el país. 

 Algunos se ponen tan nerviosos que se desnudan en público, como si fuera un frenesí de purificación. Si las cosas siguen así, en unas terceras elecciones, "vamos a votar a Rajoy todos los españoles"  dice... Leguina que, obviamente, no ha mirado los resultados electorales en Cataluña.

La cuestión candente son las cada vez más probables terceras elecciones y a quién se le echará la culpa si se celebran porque todos dicen rechazarlas. La opinión general es que, si hay elecciones, el PP puede llegar a la mayoría absoluta y Rajoy parece actuar dando por supuesto este supuesto. Pero también puede ser producto de la voluntad de las fuerzas vivas de hacernos tragar un gobierno del Sobresueldos en cuanto se pueda.

Leo bienintencionados estudios demoscópicos según los cuales, el resultado de las terceras elecciones será idéntico al actual pero jibarizado: todos a la misma distancia unos de otros, pero con menos votos. Es posible. Más que un sondeo, es una proyección de sentido común. 

Pero nada en este proceso es de sentido común; nada es normal y yo no me fiaría un  pelo de ningún sondeo. Me resulta muy dificil creer que los de Podemos se vayan de rositas en las terceras elecciones, después de sus continuas meteduras de pata. Pero no seríamos congruentes si descartáramos sin más que suban en votos. Cosas más raras se han visto.

Precisamente porque el resultado de las elecciones está abierto es una alternativa mucho mejor que permitir otro gobierno de Rajoy en donde abierto no hay nada. No hay nada ni abierto ni cerrado. Nada.

NO es NO.


dimarts, 2 d’agost del 2016

NO. Última palabra

Según noticias, Rajoy va a la reunión con Sanchez dispuesto a negociar un centenar, nada menos, de puntos del acuerdo entre el PSOE y C's que él mismo, junto a Pablo Iglesias, rechazó en la frustrada investidura del socialista. Algo tan absurdo solo puede entenderse como resultado del firme propósito de seguir gobernando con el programa de la oposición. Ya hace falta tener poco amor propio y mucho al cargo. El de los sobresueldos no quiere irse ni por prescripción facultativa a vida o muerte. Esta berroqueña voluntad de permanencia nos da una idea del valor de las débiles y timoratas peticiones de dimisión que se le hicieron en la legislatura anterior. Este no se va. Tendrán que echarlo.

Al parecer, Sánchez está dispuesto a que su interlocutor aclare cuáles son sus intenciones contando con el NO del PSOE, cuándo piensa presentarse a la investidura. Es decir, tiene intención de cortar la marrullería del otro quien, antes de irse, está dispuesto a convocar terceras elecciones. Por eso dio orden al Tribunal Constitucional de que actuara contra Carme Forcadell y advirtiera a Carles Puigdemont, para provocar un aumento de la tensión y la confrontación con Cataluña que justificara medidas excepcionales, como esa gran coalición con la que sueña como Moisés con la tierra prometida.

Rajoy no puede dar una sola señal de regeneración democrática, de restauración de las instituciones, de voluntad negociadora con Cataluña porque él es el principal responsable de la degeneración democrática, el descrédito de las instituciones y la exarcebación del contencioso territorial en España al punto de la ruptura. Que lo es lo demuestra ese abyecto afán de gobernar a toda costa, aunque sea con el programa del adversario. Tamaña carencia de dignidad política no se veía por estas latitudes desde los tiempos de la bofetada de Calomarde.

NO es NO. El país necesita otro gobierno con otro presidente y con urgencia. Uno que sea interlocutor con Europa y con Cataluña con suficiente respaldo parlamentario. Si no se consigue, mejores son unas terceras elecciones que una prolongación del mandato de un gobierno presuntamente corrupto por los cuatro costados, inepto y fracasado, cuyo único punto fuerte es la desfachatez a la hora de mentir.

dilluns, 1 d’agost del 2016

"Aunque no lo merezca"

Dice Felipe González que el PSOE debe votar "no" a Rajoy en primera vuelta y abstenerse en segunda para dejarlo gobernar, aunque no lo merezca.

Es verdad que las baladronadas de Podemos sobre la "nueva política" que iba a barrer la "vieja" han sido eso, baladronadas propias de cazadores bisoños que venden la piel del oso antes de cazarlo. El resultado de esa tormenta de verano de la política de Podemos no es una vuelta a la "vieja política" sino, como se ve, a las prácticas más anquilosadas del corrupto turnismo del siglo XIX. Y eso es algo inaceptable. Invocar los intereses de España, la estabilidad, etc., para justificar la vuelta al cabildeo más lamentable del bipartidismo no cuela así como así. ¿Puede alguien que no sea un consumado charlatán de la política justificar que se vote "no" a un partido y un programa y 48 horas después ese "no" se convierta en una abstención que equivale a un "sí" vergonzante? Bien está que el PSOE no haya sucumbido al ataque de Podemos de ser un ayudante/cómplice del PP. Pero sería dramático que fuera él mismo quien demostrara ser tan felón y claudicante como Podemos lo presentaba. Eso quizá no importa mucho a Felipe González cuya visión de la política probablemente está ya teñida del tacitismo que suele acompañar a las canas y las ilusiones perdidas. Pero es esencial para Pedro Sánchez si no quiere que su esfuerzo regenerador de la socialdemocracia se quiebre en las covachuelas de los pactos y las alianzas de conveniencia.

La desgraciada intervención de González se hace notar más por ese cinismo resignado de aunque no lo merezca. Así se termina de dibujar una escena de cambalache entre bambalinas en la que se trafica con los votos obtenidos, haciéndolos servir para causas que los votantes jamás aceptarían, por muchas encuestas que encargue El País.

NO es NO.

diumenge, 31 de juliol del 2016

Torcer la mano a Sánchez

La verdadera confluencia se da hoy entre todos los interesados en que siga gobernando Rajoy al frente del PP. Obviamente, el mismo Rajoy, repudiado por todos las demás líderes. Por supuesto, las fuerzas sociales y económicas que respaldan a la derecha. Y la Iglesia. Y los medios de comunicación. El ejemplo de El País es ilustrativo. Metroscopia encuentra que la mayoría de los socialistas, tal como sostiene su periódico editorialmente, está en contra de lo decidido por su Comité Federal y repetido por su líder.

Que NO es NO.

El presidente de los sobresueldos carece de toda autoridad y prestigio. Su ejecutoria es terrible. Su gobierno está plagado de ineptos cuya obra legislativa se divide en cuatro grupos: a) las leyes que el mismo gobierno hubo de retirar, por ejemplo, la del aborto; b) las normas que los tribunales le anulan, por ejemplo, las tasas judiciales de Gallardón; c) las que los organismos encargados se niegan a aplicar, por ejemplo, la LOMCE; d) las que él mismo se declara dispuesto a derogar a cambio de una coalición de gobierno, por ejemplo, la Ley Mordaza.

La fabulada recuperación económica es un mito. El país está prácticamente quebrado. Las pensiones penden de un hilo. Si el paro se reduce es a costa de aumentar la precariedad. En puertas, un nuevo recorte de 10.000 millones de euros que saldrán de las famélicas legiones.

El sistema democrático está hecho unos zorros; las instituciones, cuestionadas por su parcialidad; los poderes del Estado bajo mínimos en todos los conceptos; no se respeta la independencia judicial; el gobierno no acepta el control del Parlamento; el Parlamento no tiene gobierno que ejecute unas decisiones que, además, tampoco toma. El partido del gobierno está procesado en lo penal por diversos conceptos y la corrupción no solo es su modus operandi si no también su modus vivendi.

La cohesión territorial del Estado ha saltado por los aires y el gobierno, al igual que las fuerzas parlamentarias de la oposición no sabe qué hacer.

En estas condiciones, no es de recibo presionar al PSOE para que cambie su decisión de voto negativo a la abstención. Y menos de recibo que lo hagan destacados socialistas que, lo quieran o no, al presionar por la abstención, están de hecho eligiendo al PP por encima de su propio partido. No al Estado. Al PP.

Porque si el PSOE se se abstiene y facilita el gobierno de este presidente y este PP, tiene un futuro electoral sombrío. Precisamente, esa presión para que el PSOE se abstenga viene también de Podemos. De forma esquinada y retorcida, como siempre, pero indudable. Podemos no dice que el PSOE deba facilitar el gobierno del PP "por el bien de España", como algunos de esos destacados carcamales socialistas. Lo que dice es que el PSOE acabará absteniéndose porque, en el fondo, es lo que quiere por aquello de la socialdemocracia traicionada etc., etc. De lo que se trata es de arrinconar al PSOE de ayudante del PP, erigirse en la única oposición y aplazar el sorpasso a las siguientes elecciones que ya no serán inmediatas y, por lo tanto no amenazan tanto peligro.

Los partidos son sujetos colectivos y actúan como los individuales. Igual que los individuos, a veces, se suicidan, lo hacen los partidos. Si el PSOE se abstiene, se suicida.

Solo tiene dos salidas: encabezar un gobierno alternativo al de Rajoy (cosa que este debiera facilitar teniendo la elegancia de retirarse del todo, como supo hacer Artur Mas en su momento) o ir a nuevas elecciones inmediatas.

NO es NO.

divendres, 29 de juliol del 2016

Los ladrones no deben seguir gobernando

Lo sabemos todos, hasta los interesados:
  • En cualquier democracia del mundo un tipo como el Sobresueldos estaría fuera del gobierno hace más de cuatro años.
  • En cualquier democracia del mundo un tipo como el Sobresueldos ya habría declarado ante un juez.
  • En cualquier democracia del mundo, una asociación de malhechores como el PP estaría ya ilegalizada.
  • En cualquier democracia del mundo, unos mangantes como los peperos procesados estarían entre rejas.
Lo sabemos todos. Pero aquí no sucede nada. La banda de ladrones quiere seguir haciéndose pasar por un partido político, aunque está procesada por obstruir a la justicia. El sobresueldos acaba de aceptar el encargo del Rey de formar gobierno a pesar de que no cuenta con un solo voto por encima de los de sus incondicionales y palmeros.

Esto es una farsa, a la par que una tomadura de pelo a la ciudadanía y una muestra más del carácter chulesco de unos gobernantes que de democracia saben tanto como Franco, cuyas enseñanzas siguen al pie de la letra.

Hay quien dice que estos pájaros están donde están porque los han puesto los españoles con su voto. Cierto, ocho millones de españoles han votado por el sobresueldos y su banda de apandadores de lo público. Y lo han hecho con pleno conocimiento de causa. Pero son  ocho millones y más de quince millones han votado en contra. Como partido más votado, corresponde al Sobresueldos intentar construir gobierno y, si no lo consigue, marcharse de una vez en lugar de intentar chantajear al país, remolonear en el cargo, mentir, embarullar, engañar y prolongar una situación de incertidumbre que solo perjuicios trae a todos.

Cuando el sobresueldos fracase (y es de esperar que acuda pronto a la sesión de investidura en lugar de boicotear el funcionamiento de las instituciones) corresponderá a la izquierda intentarlo. Corresponderá a Pedro Sánchez, si consigue sobrevivir a la presión que hacen los carcamales de su propio partido, reaccionarios como Rubalcaba, meapilas como Bono, conservadores como González, submarinos peperos como Leguina o broncos autoritarios como Corcuera. De disponer de la libertad necesaria y mantenerse en la dignidad del NO es NO a esta banda de ladrones, Sánchez tiene dos opciones y en las dos tendrá que contar con Podemos.

Este asunto de Podemos y la gobernación de España requiere glosa aparte. Cuando apareció, daba la impresión de ir a comerse el mundo, asaltar los cielos, destrozar el régimen del 78. Algo más de dos años después ya está claro que lo que, en principio, pareció ser una fagotización de IU por Podemos ha sido a la inversa: IU ha devorado a Podemos que no es ya otra cosa que el viejo discurso comunista de la revancha anguitiana con unas gotas de seudomarxismo populista de raíz latinomericana.

Todo en Podemos es ambiguo y ambivalente. Basta mirar el comportamiento de su sucursal catalana, CSQEP, que solo es clara cuando vota en contra de la independencia. O su escurridiza actitud hacia las cuestiones espinosas en asuntos de votos: la República, la separación de la iglesia y el Estado o el aborto. Su desesperada necesidad de respaldo electoral hace que nadie sepa a ciencia cierta qué propone en concreto. 

En Podemos es ambiguo hasta el juicio que merece. Cualquiera que considere lo que ha conseguido y lo que pretendía conseguir, hablará de fracaso. Pero, si se mira desde otro punto de vista, el juicio será distinto. En realidad, fiel al mandato de Anguita y los comunistas de IU que son quienes mandan en Podemos, se trata de un triunfo porque su objetivo era dividir a la izquierda (ellos lo llaman sorpasso del PSOE) y asegurar que gobierne el PP. A este respecto, Podemos es un éxito. Gobierna la derecha y la izquierda no puede hacer nada porque depende de un aliado felón, tramposo y embustero como Podemos, de quien es imposible saber qué apoyará o dejará de apoyar en cualquier momento, según le dé el capricho al líder carismático. 

No obstante, cuando el sobresueldos fracase, Sánchez tiene que intentarlo inexcusablemente. Si en Podemos queda un adarme de inteligencia y no está obnubilado con la quimera del sorpasso, tendrá que ver que en unas terceras elecciones, lo más probable es que se sitúe en el 10% como mucho. En consecuencia, tendrá que encontrar acomodo con el PSOE como fuerza hegemónica, Pero eso tampoco es seguro. Entre estos neocomunistas puede más el odio al PSOE que el deseo de resolver los problemas de los ciudadanos. Sánchez tiene que buscar un acuerdo con los morados, pero debe estar preparado por si tratan de engañarlo con alguno de esos pretextos jesuíticos que se inventan.

En cuyo caso, terceras elecciones, mientras España se cae a trozos.

dimarts, 26 de juliol del 2016

El golpe de Estado de Mariano Rajoy

Si Mariano Rajoy fracasa por segunda vez en la investidura tras las segundas elecciones (las del “desempate”, según los zahoríes de Podemos) porque no consigue sumar ni un solo escaño a sus 137 leales, debe retirarse y dejar que lo intente otro del PP que suscite menos animadversión. O, mejor, alguien que no sea del PP pues da la impresión de que también el partido levanta similar inquina.

Sostiene el presidente la peregrina teoría de que los 137 deben gobernar porque son el partido más votado. Con esto se salta la letra de la Constitución. El espíritu lleva cuatro años y medio saltándoselo al haber gobernado de modo tiránico, mediante el rodillo, con desprecio del Parlamento y los acuerdos básicos de la democracia. Y ese es la razón por la que nadie lo quiere. Ni siquiera tiene la entereza del Antonio Maura de "¡que gobiernen los que no dejan gobernar!"

No es el caso. En un repulsivo gesto de ruindad moral gimotea que quiere gobernar y pide que le dejen. Pero no está dispuesto a negociar nada, ni hacer concesión alguna, ni tomar una sola medida para regenerar este sistema político que ha desmantelado. Pone sus intereses –en realidad su capricho- por encima de los de su partido y los del país.

Al bloquear la salida, el presidente de los sobresueldos está dando una especie de golpe de Estado a cámara lenta. Está empeñado en que una mayoría parlamentaria acepte someterse a los dictados de una minoría. 137 diputados de 350 son el resultado del 33,03% de los votantes. Una tercera parte. Menos aun, del 21,5% del cuerpo electoral. Los representantes de la quinta parte de los electores quieren imponerse a las cuatro quintas partes de estos, los dos tercios de los votantes. Algo autoritario y antidemocrático. Una dictadura.

La abstención de los demás no es una opción porque es pedirles que transijan con la imposición y que traicionen el mandato de sus electores. Rebajarse a suplicarla del principal partido de la oposición es una mezcla de indignidad y chantaje. Suelen ir unidas. En el PSOE hay sectores de peso, movilizados últimamente con gran apoyo mediático, para secundar la pretensión. Antiguos dirigentes orgánicos y actuales dirigentes ideológicos, todos ellos “moderados” piden abstención en interés de España. Será en el suyo propio ya que la derecha del PP y el interés de España son términos antitéticos. Otros abajofirmantes propugnan un pacto PSOE-Podemos. Algo es algo, pero el peso y los recursos de los otros, los jarrones chinos dinásticos, que se han multiplicado, son muy superiores,

No es No. Y los militantes y votantes socialistas deben saber que, si el PSOE cae en la trampa de la abstención y favorece un gobierno del PP, se habrán cumplido los deseos de Podemos y su partido puede ser borrado del mapa en las elecciones siguientes.

Si, fracasado Rajoy bis, se trata de formar gobierno, solo hay la candidatura de Pedro Sánchez. La situación es exactamente la misma que la del 20 de diciembre pero en peores condiciones para la izquierda. Es el resultado del voto de Podemos entonces. Y Sánchez tiene dos opciones: la primera un gobierno de izquierda, PSOE-Podemos-Indepes catalanes con apoyo exterior del PNV y CC. Lo ha venido propugnando Palinuro hace meses. Pero da la impresión de que la cuestión del referéndum catalán lo impedirá. Es un error garrafal del PSOE, pero este no parece dispuesto a enmendarlo. Siendo así, “¿por qué apoyas ese gobierno”, me preguntan. Sencillo: para los indepes catalanes es la prueba de que no hay diferencia entre las izquierdas y las derechas españolas. Y tienen razón… en lo que respecta a Cataluña. Pero no en lo que respecta a España. Para la izquierda siempre será mejor el gobierno del PSOE que el del PP. Seguiremos peleando por el referéndum en Cataluña, pero se agradece que no tengamos que hacerlo por las pensiones, por los salarios, por los subsidios en España, aunque algo habrá siempre que hacer.

El otro gobierno posible, que no me atrevo a calificar políticamente, es PSOE-Podemos-C’s-CC. Supongo que, sin ponerse tiquismiquis, podría considerarse de “centro izquierda”. Desde luego, tendría garantizada una sólida mayoría absoluta de 189 escaños, a reserva de lo que hagan los indepes catalanes y el PNV.

El problema de ambas propuestas, en el fondo, lo plantea la doblez permanente de Podemos y su carencia de sentido de la lealtad. La política española es zona de bajíos. Rajoy no cumple ni respeta su palabra e Iglesias no sabe qué sea la lealtad, en el fondo, también, la palabra dada. Tan pronto somos comunistas como socialdemócratas; tan pronto partido como movimiento; tan pronto pueblo como casta; tan pronto tiendo la mano como la convierto en un puño.

Al echarse en brazos de IU y asimilar el discurso revanchista del sorpasso anguitiano, Podemos firmó su condena a muerte. Y, en las elecciones, se estrelló. La frenética búsqueda de responsabilidades posterior, una especie de confesión pública colectiva al estilo de los primitivos cristianos, soslayó la causa real: esa “nueva” izquierda, era vieja y su función sería la de esta: dividir al conjunto del campo de izquierdas y posibilitar un gobierno de derechas.

Tras el fiasco del 26J la tendencia cainita se ha agudizado y su consecuencia solo puede ser unas terceras elecciones tras las cuales Podemos puede quedar reducido a los porcentajes de voto de Anguita en los noventa. Para evitarlo, ha lanzado a sus intelectuales a hacer lo que mejor hacen: tomar sus deseos por realidades. Todos aseguran, como si lo supieran por ciencia infusa, que en la segunda votación de investidura, el PSOE se abstendrá. “De ese modo”, calculan, “transferimos la responsabilidad de la pinza al PSOE: es este el que concuerda con el PP”. Entre tanto, Podemos, convertido en el Sigfrido de la oposición.

Es tal la indigencia intelectual de los profetas que no se les ha ocurrido que quizá no haya segunda votación porque no haya primera. Justo lo que pasó a raíz de diciembre. La experiencia como fuente de conocimiento es una quimera.

Al margen de estas niñerías, si hay un gobierno de la hipótesis primera o la segunda, será previo llevar a Podemos a firmar ante notario sus compromisos. Quien miente una vez, miente ciento.

Y, si no hay alternativa cierta, terceras elecciones. Antes de que el presidente en funciones coja el gusto a una situación en la que el gobierno esté en funciones sin plazo fijo, sin dar cuenta al parlamento y sin convocar al cuerpo electoral. Algo que podríamos llamar un “interregno dictatorial”. O sea, un golpe de Estado de nuevo cuño por silencio de la ley.

NO es NO.

dilluns, 25 de juliol del 2016

NO es NO

Ya es desvergüenza y desfachatez de la derecha pretender seguir en el gobierno después de estos cuatro atroces años de saqueo del país e involución neofranquista. En estos cuatro años, muchos peperos se han enriquecido a base todo tipo de latrocinios. A unos los han pillado, a otros, no y todos tratan de librarse de la acción de la justicia como pueden. Ya es desvergüenza que el mismo pájaro que lleva cuatro años destrozando el país tras haber cobrado suculentos sobresueldos de origen dudoso durante veinte años, aspire a renovar su mandato sin aceptar ni media responsabilidad por sus numerosas fechorías, sus encubrimientos y complicidades.

Ya es desvergüenza que no solamente pretenda seguir el principal responsable de esta ignominia, sino que quiera imponer la continuidad de sus compinches, algunos de los cuales son verdaderos psicópatas que tienen visiones celestiales y hablan con los muertos mientras que otros, como la exministra Pastor, son responsables políticos de una catástrofe ferroviaria por la que no han dado explicación alguna, pero a ella le ha valido el ascenso a presidenta del Congreso.

Ya es desvergüenza que el PP, una asociación de presuntos malhechores, quiera seguir cometiendo desmanes en provecho de los mangantes que lo integran o para evitar que se descubran y castiguen sus mangancias anteriores.

La dignidad de la gente no puede tolerar que siga en el poder la misma tropa de sinvergüenzas que ha vaciado la hucha de las pensiones, demediado los salarios, suprimido las ayudas a la dependencia (excepto la del padre del Sobresueldos) y recortado todo tipo de prestaciones. Todo ello de forma tal que un porcentaje altísimo de la población sobrevive gracias a las pensiones de los abuelos, pensiones que estos granujas quieren recortar.

Es imperativo, prioritario, esencial, librar al país de esta banda de facinerosos. Es una tarea ante la cual deben pasar a segundo plano cualesquiera otras consideraciones so pena de que, en el fondo, se trate de excusas para perpetuar la dominación de los expoliadores. Y así parecen haberlo entendido todas las fuerzas democráticas de forma que todas votarán NO a la propuesta de investidura del Sobresueldos

PNV: NO.- Indepes catalanes: NO.- Podemos: NO.- PSOE: NO.

Así que, en el mejor de los casos y si C’s votase que SÍ (cosa que no acaba nadie de creerse), el Sobresueldos no puede seguir siendo presidente del gobierno.

La perspectiva de librar al país de esta pesadilla neofranquista y nacionalcatólica, saludada con alborozo por dos tercios de la población, causa, sin embargo, honda preocupación en otros sectores. A saber: la patronal, la banca, la Iglesia, los medios de comunicación a su servicio, o sea, todos, las familias más reaccionarias, monárquicas y meapilas del PSOE y el núcleo más incombustible del comunismo anguitiano, hoy en Podemos.

Todos ellos empujan y alientan a esos socialistas reaccionarios siervos del trono y el altar (los González, Rubalcaba, Bono, Leguina, etc) para que, so pretexto de evitar una imagen del PSOE como partido intransigente, instalado en un “no” estéril y contrario a su tradición pactista, allane con su abstención el gobierno al sobresueldos y su banda. En su ayuda acuden a racimos los enchufados y paniaguados de los medios, los intelectuales con la marca de escudería en el lomo. Todos piden que el PSOE posibilite el gobierno de la banda como “cuestión de Estado”.

La dignidad pisoteada de la gente, la trasparencia burlada, el abuso y el robo sistemáticos, el desprecio por la democracia, la agresividad contra el nacionalismo catalán, la pérdida de las libertades públicas, el despojo de los derechos civiles, políticos, sociales, laborales. Nada de eso cuenta. Lo único que cuenta es la defensa de los privilegios de una élite política, intelectual, funcionarial que tendría que competir en condiciones más igualitarias con las gentes a las que no deja hablar o pretende acallar desde su oligopolio mediático.

Y no siempre lo consiguen. Algunos de estos, menos enchufados, también se han constituido en “abajofirmantes” para contrarrestar el entreguismo de los otros con una petición de que el PSOE pacte con Podemos.

En todo caso, esta petición de alianza con Podemos coincide con lo que Palinuro lleva muchos meses diciendo… pero que ya no defiende con la misma intensidad. La opción de izquierda (PSOE+Podemos+Indepes catalanes, quizá con apoyo exterior del PNV) era muy clara y recomendable antes de las elecciones del 20 de diciembre. Luego de estas, las cosas empezaron a cambiar, cuando pudo verse que Podemos no estaba animado de un genuino interés en una unidad de la izquierda para desplazar a la derecha ladrona, sino, antes que nada, en la destrucción del PSOE, aunque fuera al precio de dejar gobernar al PP.

Es decir, cuando pudo verse que Podemos hacía suyo el revanchismo anguitiano. Y, en efecto, no hubo entonces gobierno porque Podemos votó en contra de la candidatura de Sánchez. Pasadas las elecciones del 26 de junio y confirmado ya que Podemos no alcanza al PSOE, que no sirve para nada, que no está animado de interés en una unión de la izquierda sino en bloquearla para que gobierne el PP, la propuesta de gobierno de la izquierda es muy problemática.

Los jefes de Podemos afirman que no hay nada que hacer con el PSOE porque, al final, este se abstendrá y regalará el gobierno al PP. Una afirmación que es un deseo, en contra de la voluntad expresamente formulada por el PSOE de mantenerse en el NO al Sobresueldos en cualquier caso. No importa, Iglesias sostiene que no hay ninguna posibilidad de acuerdo con el PSOE porque este, en el futuro, lo hará imposible. Un razonamiento que rezuma jesuitismo.

Así que, si puede hacerse un gobierno de izquierda, bienvenido sea. Pero antes habrá que obligar a los cínicos de Podemos a especificar sus posiciones ante notario. Nadie en su sano juicio puede fiarse de unas gentes que cambian de opinión al rebufo de las encuestas.

Y, en todo caso, no se olvide: NO es NO. Y, si no conviene una alianza con las gentes de Podemos, que no son de fiar, tampoco sucede nada: terceras elecciones.

Y que cada cual responda de sus actos.

diumenge, 24 de juliol del 2016

El fracaso definitivo de España

La derecha pretende seguir en el gobierno, expoliando el país, desgobernándolo, deshaciéndolo y empobreciéndolo, aumentando la opresión y explotación de las clases populares. Lo que es de esperar pues encaja en su actitud tradicional consistente en encaramarse al poder o mantenerse en él por los medios que sean. Y esto debe entenderse en sentido literal: por los medios que sean. Ha dado prueba abundante en la historia de que no desdeña llegar al poder mediante la violencia, el asesinato, el chantaje, el robo, la mentira, etc. Lo único que le interesa son sus privilegios, sus chanchullos, robos y enchufes, es decir, seguir administrando el país como un cortijo particular, cual ha hecho siempre. El país le importa una higa y, si hay que sacrificarlo a sus intereses oligárquico se hace. Sus engoladas referencias a la patria son falsas, pues su único interés son las rentas que pueda obtener.

El actual presidente en funciones es un tipo sin dignidad ni moralidad, embustero sistemático, cobrador de sobresueldos de procedencia dudosa, amparador de corruptos y presunto corrupto él mismo. Debiera haber dimitido al comienzo de su mandato de tener un adarme de vergüenza. No solamente no lo ha hecho sino que presenta de nuevo su candidatura, a pesar del oprobio que rodea a su persona y a que carece de todo crédito y apoyo popular. Nunca había estado tan claro que un individuo de esta calaña pusiera sus intereses particulares por encima de los del país que dice gobernar. Lo hace a través de un partido que es una ristra de chorizos con una insólita cantidad de dirigentes envueltos en procesos penales o tratando de librarse de ellos mediante artificios reglamentarios, como Rita Barberá.

Lo hace asimismo mediante un gobierno cuya ejecutoria de ineptitud y reaccionarismo solo es comparable al grado de corrupción que ampara y fomenta. De forma que, para cualquier observador extranjero con un mínimo de ojo crítico, España es un país gobernado por delincuentes con una población resignada a que le roben y se rían de ella. Esa observación del extranjero no podrá ignorar los abundantes signos ya abrumadores de que, además, es un Estado fallido, a punto de desintegrarse a consecuencia de la independencia de uno de sus territorios más ricos y adelantados, Cataluña y frente a la cual, la oligarquía dominante tradicional no ha sido capaz de articular discurso alternativo alguno.

Que la derecha quiera revalidar el poder que ha traído el país a este estado de postración es lógico dada su inexistente conciencia nacional, su egoísmo ilimitado y su desprecio por las formas democráticas. España se encuentra en una situación de emergencia desesperada pero eso a la derecha le da igual porque, al no tener en cuenta más que sus intereses, el destino del país que ha expoliado le trae sin cuidado.

Distinta debiera ser la situación en la izquierda, pero, por desgracia colectiva, no lo es. La izquierda podría constituirse en alternativa de gobierno si verdaderamente quisiera rescatar el país de las garras de una derecha delictiva. Bastaría con que las dos corrientes, el PSOE y Podemos unieran sus fuerzas que, entre otras cosas, suponen 156 diputados, una base mucho más sana que los 137 del PP, pero eso es impensable porque la dos están más interesadas en sus enfrentamientos que en una acción de gobierno que sea beneficiosa para el país.

El asunto es patente en el caso de Podemos, literalmente al servicio del odio anguitiano al PSOE y la quimera del sorpasso. Mientras este espíritu revanchista del comunismo más revenido predomine en la dirección de Podemos, no hay ni que pensar en una unidad de acción de la izquierda. Objetivamente hablando, Podemos es la garantía del gobierno de la derecha pues está más interesado en el gobierno de esta que en otro de su rival, el PSOE. Pablo Iglesias votó a favor de la continuidad de Rajoy a raíz del 20 de diciembre. Quería nuevas elecciones pensando que así se “desempataría”, cosa que no ha sucedido.

Pero la reacción es la misma: no al PSOE en el gobierno. Quizá se haga con un poco más de hipocresía –que en Podemos abunda tanto como la cursilería y el plagio- pero se hace igual. Lo primero que ha dejado claro Iglesias es que no hay posibilidad de pacto con el PSOE. Ahora bien, si no hay tal pacto, se incrementan las probabilidades de terceras elecciones y esas ya no serán tan bienvenidas como las del 26 de junio porque es bastante previsible que den un descenso considerable de Podemos.

Aunque digan otra cosa, PP y Podemos no están interesados en la repetición de elecciones. Están los dos interesados en que Gobierne el PP. La reedición de la sempiterna pinza de los comunistas y la derecha en contra de la socialdemocracia es patente. El PP de modo directo, Podemos de forma esquinada y jesuíticca, que es como hace las cosas. Así han lanzado a todos sus predicadores a profetizar que el PSOE facilitará el gobierno del PP en segunda vuelta. Es decir, ellos no quieren, pero el PSOE flaqueará y eso servirá para que Podemos, como única oposición parlamentaria, se consolide como hegemónico en la izquierda. No es, por tanto, una profecía, sino un deseo: Podemos quiere que el PSOE se abstenga para justificarse a sí mismo y aparecer como el sucesor y vencedor del PSOE al mismo tiempo. Este cálculo tan elemental debe de parecer el colmo del refinamiento a los estrategas de Podemos.

Al mismo tiempo, en efecto, el PSOE merecerá lo que le suceda si no es capaz de defender su posición frente a la caterva de reaccionarios y derechuzos que largan por todas partes, como Felipe González, Rubalcaba, Bono, Leguina y resto de la jarcia involucionista. Si no es capaz de reaccionar frente a las presiones del amplio frente de intelectuales orgánicos, paniaguados y enchufados abajo firmantes que urgen a Sánchez a echarse en brazos del Sobresueldos . El argumento falaz es siempre el mismo: sentido de Estado, responsabilidad, estabilidad, etc. Mentiras bien gordas. Cuando gobierna la izquierda, la derecha no tiene inconveniente en poner en jaque la supervivencia del Estado a cambio de mantener sus privilegios de clase.

Por supuesto, no se trata de decir que la izquierda deba imitar la falta de escrúpulos de la derecha, pero sí de observar que, a estas alturas, lo peligroso para la estabilidad y permanencia del Estado español es la cuestión catalana. El independentismo catalán, cada vez más cercano a una confrontación que convertirá en problema internacional la negativa cerrada del gobierno español (sea del color que sea) a celebrar un referéndum en Cataluña.

No es no. El PSOE no puede facilitar la formación de otro gobierno de la derecha. No puede votar sí, ni abstenerse. No es no.

Si el Sobresueldos quiere más votos, que se los pida a Iglesias a quien parece que le sobran.

dissabte, 23 de juliol del 2016

La independencia y la abstención

El proceso catalán avanza, incontenible. Según el barómetro del CEO, el porcentaje de independentistas supera al de no independentistas. No me entretendré en hablar del CEO, de la oportunidad del barómetro, del significado de los datos, de si votos, de si escaños. De todo ello se hablará en los próximos días y con más conocimiento de causa que Palinuro. Este se limita a subrayar el hecho escueto: hay más independentistas que no independentistas. 

Hace diez años era al revés; muy al revés. El independentismo se ha acelerado, generalizado, consolidado, convertido en prioridad nacional para un sector de la población que ha pasado a ser mayoría en el último decenio y especialmente, durante el prolongado desencuentro del mandato de Rajoy. Y mayoría no precisamente silenciosa, sino muy vocal y organizada. Puigdemont asegura que la hoja de ruta a la independencia mantendrá sus tiempos en los dieciocho meses. En los doce que quedan más o menos aguardan instantes difíciles, de tensión, probablemente confrontación de varias clases: los avatares procesales de Homs, el acatamiento parlamentario de las decisiones del Tribunal Constitucional, la cuestión de confianza, la adopción de una táctica unilateral entre un referéndum o una declaración unilaterales. Todos estos momentos pueden dar un resultado que incida sobre la marcha del proceso. Que este va adelante no lo duda nadie en Cataluña. 

En el gobierno central, la situación es muy distinta. El nacionalismo español no entiende los planteamientos de la vía catalana a la independencia bajo la forma de una República. No los entiende ni quiere entenderlos. La actitud es la de que los catalanes hagan lo que quieran que luego llegará un deus ex machina que resolverá el enredo. Pero nadie sabe qué dios será el que salga de la machina. Y el gobierno carece de un plan pensado para un independentismo ya muy avanzado. Como tampoco lo tiene la oposición. Nadie tiene nada previsto porque, además, tampoco hay gobierno ni oposición dignos de tales nombres. 

A la vista de los hechos, la opción más verosímil es la de terceras elecciones. Pero hay un compromiso público de evitarlas a toda costa. De acuerdo con ese ánimo general, tres de los partidos españoles, PP, Podemos y C's coinciden en exigir al PSOE que facilite la investidura de Rajoy. Si eso se diera, todos sus partidarios ganarían: el PP gobernaría, Podemos sería la "verdadera" oposición y reduciría el PSOE a la nada, C's aparecería como un feliz facilitador.

Pero uno perdería: el PSOE. Los socialistas no pueden favorecer en modo alguno la continuación de un gobierno carcomido por la corrupción, por debajo de toda sospecha y causante de la situación de empobrecimiento masivo de la sociedad, con unas cifras macroeconómicas desastrosas. Sobre todo porque pide la continuidad sin ofrecer cambio alguno; al contrario, postula como candidato al principal responsable del desbarajuste. 

Si el PSOE favorece mediante su abstención o de algún otro modo una continuidad del actual gobierno de la derecha estará contribuyendo al deterioro de la política democrática española. Y también abriendo el camino a su extinción que quizá sea lo que pretendan esas voces de la parte más conservadora del establishment político-mediático socialista. 

No es no.

divendres, 22 de juliol del 2016

El posible gobierno de la izquierda

Según he leído, Artur Mas emplaza al PSOE y Podemos a formar un gobierno de izquierdas. Es de puro sentido común. Nadie sensato puede resignarse a la idea de que el país siga en manos de estos indeseables. Ignoro si el expresidente ha hecho alguna oferta para suavizar esa transacción entre estas dos fuerzas políticas, unidas en el fondo por lazos fraternos, tan fraternos como los de Caín y Abel o Atreo y Tiestes. Porque estos dos partidos de la izquierda llegarán a una unidad cuando los cuervos se vuelvan blancos.

Por supuesto, para cualquiera dotado de un mínimo de sensibilidad social y prudencia, la necesidad de apartar al presidente de los sobresueldos es un urgencia. Ahí lo tienen ustedes ya amenazando con congelar las pensiones y los salarios si no se le inviste en agosto. No le basta con haber destrozado el país; quiere darle el tiro de gracia.

A todo esto, Podemos deja meridianamente claro que no tiene la menor intención de sellar alianza alguna del tipo que sea con el PSOE. Su secretario general viste esta agresividad típicamente comunista contra el PSOE con las jeremiadas de rigor sobre la mano tendida y la necesidad de que el PSOE mire hacia su izquierda y comprenda que su aliado es Podemos. Todo más falso que los Protocolos de los Sabios de Sión. En realidad, lo que verdaderamente refleja el deseo profundo de Iglesias es que el PSOE facilite la investidura de Rajoy en septiembre. No es un vaticio sino una orden: el PSOE tiene que abstenerse en segunda vuelta, como también lo ordenan Felipe González, Rubalcaba y otros fantasmas del pasado. Si los socialistas se abstienen, en la elecciones subsiguientes, desaparecerán, substituidos por Podemos. De esa forma, la organización morada alcanza la hegemonía en la izquierda y se cumple la revancha del viejo comunismo frente a la socialdemocracia. Eso es lo más importante. Resolver los problemas de la gente es secundario.

Todas las presiones confluyen ahora sobre el PSOE: la del PP pidiendo una gran coalición; la de Podemos diciendo que los socialistas deben posibilitar el gobierno de la derecha; la de Rivera, que quiere integrarlos en un contubernio conservador. Incluso la del Rey, quien revienta su papel de árbitro y moderador, para atender solícito a las órdenes de La Moncloa. De ese modo, todos quedan justificados: el PP, como partido de Estado; Podemos como la "verdadera" oposición; C's como la bisagra concliadora; y el Rey como actor principal y no mero figurante. 

El único que quedaría sumido en el oprobio y camino de la "pasokización" sería el PSOE, ya laminado en el ansiado sorpasso anguitiano. Cuando en realidad es el partido que manda, sin el cual ninguna combinación es posible. Palinuro sigue aconsejando la formación de ese gobierno de izquierdas, como también hace Mas, y la aceptación del referéndum.

Si esto es no es posible porque se diera una especie de sublevación interna en el PSOE, manténgase este en el "no" y haya terceras elecciones. Al fin y al cabo es lo que también quieren el PP y Podemos en habitual coincidencia de objetivos.

Y a ver qué pasa. En Cataluña, ya se sabe: transición nacional a su ritmo, sin dejar de participar en la política española, pero sin dar a esa participación una importancia determinante. En Cataluña tienen sus propias controversias y conflictos.

En España nadie sabe nada.

dijous, 21 de juliol del 2016

Luego de la mesa, la cama

La portada de El País no es una noticia, sino un deseo, un wishful thinking. Rajoy podría "profundizar" su pacto con los independentistas catalanes; podría hacerlo tan profundo como las fosas Marianas. Y podría blindarlo, si quisiera. Le bastaría con ofrecer a sus interlocutores un referéndum. ¿Quién sabe? Desde luego, a los independentistas les daría igual pues lo importante para ellos es el referéndum y seguir en su proceso. Además, así harían honor a esa leyenda de que la gobernación de España suele acabar dependiendo de los nacionalistas catalanes. Tratándose de Rajoy es algo inimaginable, pero también los monstruos de Lovecraft lo son y ahí están, en los mitos de Cthulhu.

Pero, en ese momento, C's opone su veto: nada de pactos con quienes quieren romper España. Vale lo que vale un veto de C's: poco. Pero veto es. Y, de imponerse dejaría la coalición de la derecha en 160 escaños, solo viable si alguno de los tres grupos mayoritarios se abstiene. Quizá el PSOE, ya aburrido de cabildeos inútiles. Desde luego es inviable en absoluto si esos tres grupos forman una coalición (PSOE-Podemos-C's) que sumaría 188 diputados y mayoría absoluta.

Todavía más inimaginable que un pacto PP-Indepes catalanes-PNV. Pero no porque no sume lo necesario, como en la opción de la derecha, sino porque en sí mismo no es posible dado que Podemos y C's dicen seguir siendo incompatibles (aunque nadie vea exactamente por qué) y Podemos está más interesado en destruir el PSOE que en facilitar su acceso al gobierno. Esto último es una especie de triste y aburrido sino: los comunistas y sus allegados siempre van más contra la socialdemocracia que contra la derecha con el síndrome de la IIIª Internacional. No sirven para gran cosa, no pueden ganar; pero pueden bloquear, impedir que otros ganen. Y ese es su empeño.

Curiosamente ese empeño se ha redoblado al cruzarse con la cuestión catalana. La repentina candidatura de Domènech en la mesa del congreso, que desató el vodevil de su constitución, reproduce para En Comú Podem en Cataluña la misma situación de bloqueo que Podemos en España y su misma misión: dividir. Dividir el voto de izquierda en España y el voto soberanista en Cataluña.

Para entendernos: los dos factores esenciales en esta endiablada situación son el carácter decisivo de la minoría catalana en el Congreso y la doblez sistemática de Podemos en España y Cataluña. O sea, no hay más salida que un gobierno minoritario de la derecha contando con la abstención del PSOE, en quien están puestas todas las miradas mientras su secretario general se ha retirado a un monasterio budista en busca de iluminación y los barones y jarrones chinos predican la necesidad de actuar con "responsabilidad de Estado", nombre que se da a la práctica del hara-kiri hecho por un partido.

Parece mentira que no quepa hacer la coalición de la izquierda PSOE-Podemos-Indepes catalanes con el apoyo del PNV, que da 178 escaños. También mayoría absoluta. Su condición es de nuevo catalana: permitir un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Piénsese qué será más destructivo, si un referéndum de autodeterminación o dejar en el gobierno al PP para que acabe con la hucha de las pensiones.

Han constituido la mesa, pero no está claro quiénes se sentarán a ella y menos aun, quiénes se irán luego a la cama y con quiénes.

dimecres, 20 de juliol del 2016

Los medios y los fines

Sigo pensando que el programa independentista republicano catalán es la verdadera oposición al gobierno y al Estado. Conviene distinguir para entender lo que está pasando.

Una mentalidad mecanicista dirá que, pues es oposición, debe alinearse con la oposición en el congreso. Pero esa idea ignora la vertiente de oposición al Estado, para la cual el gobierno es un medio, pero no un fin en sí mismo. El gobierno catalán tiene su propia hoja de ruta y le es indiferente (hasta cierto punto) quién le haga el contrapunto en España.

La composición de la mesa del Congreso fue un vodevil, casi una comedia de enredo, entreverada de resonantes propósitos y despropósitos. Según versión nacionalista catalana, estando en negociaciones con el PSOE, Iglesias terció a las escondidas, proponiendo el nombre de Domènech en detrimento de López. Preguntado Errejón -a su vez en negociaciones sobre López-, al parecer, no sabía nada. Es portavoz, pero portavoz desafinada. De ser esto así (que también puede tratarse de una fábula del PDC y ERC para justificarse ante la crítica de haber facilitado las cosas al PP), cabe entenderlo en tres claves distintas, pero complementarias.

Según la primera: en Podemos alienta una fuerte inclinación anti-PSOE que viene de la antigüedad comunista con la vieja ambición del sorpasso anguitiano. El enfrentamiento a gritos entre el diputado Zaragoza (PSOE) y el diputado Monereo (UP), sacándose a relucir mutuamente las parejas de la vergüenza (Anguita/Aznar y Vera/Barrionuevo) ya vaticina lo que nos espera de bronca en la legislatura en la que el PP y C's harán lo que quieran mientras las izquierdas se zahieren.

Según la segunda clave, Podemos no cumple sus promesas. La de la nueva política con la crítica implícita al parlamentarismo ("no nos representan") se ha transformado en un frenético cabildeo a la usanza de la más vieja política, con reuniones secretas, ambigüedades, falseamientos. Y todo eso mientras se acentúa la política de gestos para la audiencia, normalmente vacíos, pero con intención de construir un ambiente simbólico de ruptura que se proclama pero no se practica.

Según la tercera clave, Podemos no es serio en su acción política en conjunto. En su dirección y no solo en su líder, hay una confusión permanente entre las instituciones y los medios. En realidad, se instrumentalizan las instituciones al servicio de los medios. Porque se confunde a los medios (de comunicación) con los fines. Podemos hace una política espectáculo que ya permite prever que seguirá haciéndola durante la legislatura: grandes, ampulosos, gestos mientras la grisácea tarea de gobernar el día a día, de legislar y organizar la vida corresponderá a la derecha.

Tenía que ser un vodevil y lo fue. Los de Podemos quedaron de villanos de la obra, veletas tornadizas sin sentido de la lealtad y los socialistas como bobalicones a los que se engaña como a los niños. Ahora, por despecho, dicen que la composición de la mesa -facilitada por los nacionalistas- ya preanuncia que el PP podrá formar gobierno y lo animan a buscar los apoyos que le faltan porque suponen, con escasa justificación, que los nacionalistas no favorecerán un gobierno del PP. Pero pueden hacerlo, como han propiciado la composición de la mesa, ¿por qué no?

Si hay un gobierno del PP en minoría, será igual al existente y procederá de idéntico modo. Hay quien dice que, al estar en minoría, tendrá que moderarse. Es lo que argumentan los socialistas más conservadores para provocar la abstención del PSOE. Pero es obvio: si el PSOE se abstiene, se hunde. Apoyar el gobierno más desprestigiado, inepto y corrupto de la democracia no es un acierto. Además, no es verdad que, al estar en minoría el gobierno se modere. No le hará falta porque jugará con las divisiones y enfrentamientos de la oposición que es más oposición hacia dentro de sí misma que hacia fuera.

Es tal la seguridad de la derecha en este salida que Rajoy cuenta con que el Rey pida a Sánchez la abstención. Nadie en España se ha tomado nunca muy en serio la Constitución, pero esta descarada pretensión de la derecha de instrumentalizar al monarca, rebosa la imaginable. ¿No son estos los que predican la neutralidad política de la corona? Para el PP, la monarquía no es un fin en sí mismo sino un medio para el mantenimiento de su poder de partido.

Entre tanto, llegará septiembre, se verá cuánta gente sale a la calle el día once en Cataluña y se iniciará la etapa final del proceso. En realidad, ya ha empezado pues el Parlament tendrá que responder a la petición de Tribunal Constitucional de que suspenda la tramitación de la legislación de desconexión. Ahí se dará la primera escaramuza. Luego llegará la cuestión de confianza a Puigdemont. La CUP puede votar que no o que sí. Si vota que no se convocarán nuevas elecciones y el resultado puede ser terriblemente variado. Y el proceso habrá sufrido un retroceso. Si vota que sí, el proceso seguirá a toda velocidad, con independencia del gobierno que haya en España.

A partir de ese momento se entrará en una dinámica de conflicto que no tiene por qué ser muy distinto con un gobierno de derechas o de izquierdas ya que ambas corrientes españolas son dinásticas, incluido por omisión sedicentemente astuta, Podemos. Y ahí es donde se verá si las concesiones en la composición de la mesa del Congreso son meras maniobras tácticas que no afectan a la voluntad de llevar adelante el proceso constituyente republicano o si son claudicaciones en mayor o menor medida. Todo pronunciamiento anterior en pro o en contra será un juicio de intenciones.

Intenciones ¿respecto a qué? Respecto a un panorama político español tan deteriorado que la opción con mayores posibilidades es la confirmación en el poder del mismo gobierno que ha traído al país a este desgobierno y presidido por el principal responsable de todo ello que se niega a admitir responsabilidad alguna por sus actos.

La dirección del PSOE es incapaz de gestionar la posición de absoluta centralidad que le ha correspondido. Igual que el asno de Buridán, no puede pronunciarse por ninguna de sus dos opciones. Su concepción "uninacional" de España lo acerca al PP, justo el partido con el que no quiere saber nada. Su inclinación al reformismo socialdemócrata y a la izquierda en general lo empuja hacia Podemos, un partido cuyo objetivo esencial es acabar con el PSOE. Abstenerse es no decidirse y, como el asno de Buridán, perecer por inanición.

En ese panorama, ¿de dónde saca el personal que los indepes catalanes están claudicando en su objetivo propio?

Primer aviso

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado La tàctica y l'estratègia. Venía movido por la oferta de Homs de apoyar un gobierno de izquierdas sin poner el referéndum como condición, cosa que había de mosquear a más de un independentista dogmático. Un par de días después, los indepes catalanes facilitan que el PP controle el Congreso en una maniobra que ha dejado al PSOE frustrado y a Podemos en una situación ridícula que, por lo demás, es la que habitualmente tiene.

¿Es contradictorio? ¿Dicen los indepes una cosa por la mañana y otra por la tarde, como hace Pablo Iglesias? ¿Se han pasado a la derecha y servirán de apoyo al gobierno español como en tiempos de Pujol y González y Aznar?

No. Los indepes están haciendo lo mejor para sus intereses: jugar al ratón y al gato con los partidos españoles que dependen de los 17 votos catalanes. Es una actitud inteligente y es de esperar que los españoles del PP/C's y PSOE/Podemos no tarden lo que suelen en entenderla. Los indepes tienen su hoja de ruta, seguirán en ella y, en Madrid, harán lo que más convenga a esa hoja de ruta, no lo que interese a la derecha o la izquierda españolas. Tanto la una como la otra deben comprender que, si quieren los votos catalanes, deben dar algo a cambio.

Como Palinuro es de izquierdas, aconseja a PSOE y Podemos que firmen un acuerdo de gobernabilidad de izquierda con inclusión de una referéndum catalán y que pidan entonces los votos de los independentistas. Si no lo hacen así, estos pueden facilitar un gobierno de la derecha en España, país vecino de hecho, mientras siguen a lo suyo. Piénsenlo, háblenlo entre ustedes y, por una vez en la vida, hagan algo inteligente.

En fin, no tengo nada que cambiar del artículo del Món.cat. Lo que sucedió ayer en el Parlamento español se entiende según lo que se expresa en el artículo. Aquí la versión castellana:

La táctica y la estrategia


La declaración de Homs de que el PDC está dispuesto a propiciar un gobierno de izquierda en Madrid sin poner el referéndum como condición inexcusable, provoca desconcierto en el campo independentista. Lógico. A primera vista parece un frenazo en el proceso.

No obstante, tiene fácil defensa si se aplica un criterio práctico. El primero de todos es dejar claro que no poner el referéndum como condición sine qua non para la constitución de un gobierno en España no significa renunciar a él. Al contrario, la colaboración en la puesta en marcha del gobierno español no obsta para que el catalán siga con la hoja de ruta en los términos que especifique el Parlamento.

Muchos defienden que, en el fondo, a los indepes les es indiferente el gobierno de Madrid y esta consideración tiene su base. Las izquierdas españolas son antes españolas que izquierdas mientras que las derechas son antes derechas que españolas, por muchos gritos patrióticos que vayan dando. Pero algo es hoy innegable: el desgobierno de la derecha está destrozando el país.

La cuestión táctica es muy clara. Su único problema es su verosimilitud. Eso es algo que solo se mide a la luz del cumplimiento de la estrategia. Pero aquí estamos ya en el medio plazo, en donde se acumulan promesas, engaños, desengaños. El modo de hacerlo es sencillo: se apoya un gobierno de izquierdas en Madrid mientras se sigue impertérrito con la hoja de ruta en Cataluña. En Madrid se debate sobre la reforma de la Constitución mientras en Cataluña se discute sobre el RUI o la DUI y se adoptan las medidas precisas.

Si en España se constituye un gobierno de izquierdas, la Generalitat tendrá un interlocutor distinto del don Tancredo hasta la fecha. No se sabe si mejor o peor, pero distinto; lo cual ya es algo. No creo que haya alguien a quien parezca una buena idea que el actual gobierno en funciones prolongue su desgobierno. Unas terceras elecciones generales no benefician a nadie.

Pero tampoco lo hacen unas catalanas. Y es la cuestión que se planteará en Cataluña, a la vuelta del verano y después de la Diada. Exactamente, ¿votará la CUP a favor de Puigdemont o este perderá la cuestión de confianza y será preciso convocar nuevas elecciones?

La perspectiva de una nueva consulta catalana introduce un poderoso factor de incertidumbre. El eje izquierda/derecha se cruza ahora con el independentista/no independentista y permite vislumbrar posibles cambios en las tendencias de voto. En Comú Podem y CSQEP pueden llegar a confluir en una operación de lanzamiento de Ada Colau como candidata a la presidencia de la Generalitat con un programa nacional confuso que no augura nada bueno para el voto independentista. Y todos los vaticinios predicen un resultado también malo a la CUP.

En definitiva, todo son imponderables que solo pueden conjurarse garantizando la confianza a Puigdemont y colaborando a desarrollar y aplicar la hoja de ruta. Sin imposiciones y sin complacencias.

Un gobierno de izquierdas tendrá una actitud menos hostil hacia Cataluña que uno de derecha. En último término, la petición de un referéndum es muy razonable e inevitable. En la izquierda española probablemente así se considera, aunque mucho menos en el PSOE. En este punto, los socialistas necesitan algo de pedagogía . Si, a pesar de todo, no se consiguiera la consulta, los indepes pueden dejar de apoyar el gobierno. Es decir, tienen cierta fuerza a la hora de presionar. No para imponer, pero sí para bloquear.

Y eso siempre es una garantía. Sobre todo teniendo en cuenta que el no al referéndum ya lo tenían de antemano. Una subsiguiente negativa de las izquierdas españolas equivaldría a una especie de terremoto en Cataluña, en donde las fortunas electorales de los partidos que quieren mantener la vinculación con España se hacen más problemáticas.

El referéndum es todo en Cataluña, pero es nada en España. Sacrificar la nada para conseguir el todo es inteligente, aunque sea complicado de entender.

diumenge, 17 de juliol del 2016

Giro copernicano

Es extraño no encontrar eco en la opinión independentista de esta declaración de Homs que doy por fielmente reproducida. Y es extraño porque, a primera vista, rompe con lo que parecía ser criterio asentado en la vieja CDC, hoy PDC; y rompe con el de Esquerra; y no digamos con los cupaires; y con la ANC que, entiendo, acaba de pronunciarse a favor de un RUI por un 75%.

Lo primero de todo es comprobar que la suma es posible: PSOE+Podemos+DiL+PNV son 178. Mayoría absoluta. Rajoy, fuera.

Aritméticamente es OK. ¿Y políticamente? Ese es otro cantar. El PSOE niega toda concesión referendaria y, si se hace valer que el referéndum no es una condición inexcusable, le bastará recordar que el Comité federal prohibió, literalmente, a Sánchez todo pacto con los indepes catalanes, de cualquier tipo. Por supuesto, lo que un Comité federal prohibe otro puede autorizarlo. La cuestión es si quiere. Los socialistas deciden y no se quejarán de tener pocas opciones.

Del lado catalán, la retirada del referéndum tiene dos posibles lecturas, una dogmática y de principios y otra táctica. La dogmática quiere mantener el referéndum como condición porque ese es el espíritu actual de JxSí. De imponerse este criterio, sin embargo, la coalición propuesta (161 diputados) ya no sumaría para la mayoría absoluta. Los indepes vuelven a tener la llave del gobierno español, pero no ofrecen ninguna fórmula de transacción. Lo que es raro.

La lectura táctica señala que, si la propuesta prospera, su primera consecuencia, la salida del PP del gobierno, es de general aplauso. En un segundo tiempo, ese gobierno abriría un proceso de debate sobre la organización territorial española que quizá llevara a negociar la celebración de un referéndum que será preciso celebrar en algún momento. Obviamente, esta conclusión es casi ilusoria y los partidarios de la lectura dogmática señalarán que jamás se dará, que el gobierno español jamás autorizará referéndum catalán alguno. Cosa bastante probable.

El PSOE puede pronunciarse por la coalición "giro copernicano", para lo cual su Comité federal tendrá que cambiar de opinión. Una opción que levanta ira entre las baronías. También puede pronunciarse por una coalición PSOE+Podemos+C's. Pero en este caso debe precisarse que, al condicionar los de En Comú su voto al referéndum, Podemos ya no tiene 71 escaños, sino 59. Ello pone la coalición en 176, una cifra mucho más raspada que la de la coalición con los indepes.

Al margen de las diatribas ideológicas, el giro copernicano de Homs me parece un intento valioso de mostrar cómo Cataluña contribuye a la gobernación del Estado. El debate sobre si eso es bueno o malo adquiere ya otras dimensiones.

dissabte, 16 de juliol del 2016

La almoneda de La Moncloa

Con tal de mantenerse en el poder, el  presidente de los sobresueldos es capaz de bailar una sardana en gayumbos. Ya desde el segundo día de su mandato se vio que carecía de dignidad. En el primero viose que no tenía palabra y en el tercero que tampoco tenía luces. A pesar de todo se mantuvo, envuelto en el descrédito, habiéndose descubierto que trincaba pasta de origen dudoso mientras predicaba que la población moderase sus ingresos y enviaba SMSs de apoyo a sus amigos delincuentes. Su fuerza fue su mayoría absoluta en el Parlamento. Con sus 186 jabalíes podía gobernar con mayoría aplastante, permitiéndose ignorar a la Cámara e incomparecer siempre que no le apetecía ir, que era siempre. 

De este modo, sin dignidad, sin vergüenza, sin luces, nada extraño es que tampoco hiciera amigos. Y así pasó esa X Legislatura, en medio del bochorno general de ver un país gobernado por un tipo de catadura intelectual y moral detestables que, además, no sabía, ni quería, ni se atrevía a hablar en público. 

El personaje hace ahora caso omiso del generalizado rechazo que provoca en la población, cosa que se muestra a cada tortazo que le atizan  cuando se empeña en pasear en civil por unas ciudades a las que ha saqueado y esquilmado. Y, al forzar su candidatura, demuestra que ni para político vale porque no vale aquel que entre 213 colegas de oficio es incapaz de encontrar uno solo que lo apoye.

Por estos motivos,  soslayando los innúmeros problemas y objeciones a que se presente de nuevo a unas elecciones uno que solo puede perderlas, el Sobresueldos ha dado orden a su fiel guardia pretoriana de que ofrezca en almoneda todo lo que pueda servir para allegarle voluntades. Y todo es todo: está dispuesto a sacrificar a sus colaboradores, a modificar y anular todas las leyes de las que tan orgulloso decía estar, a reformar una Constitución que ayer mismo reputaba intocable, a revisar su famosa reforma laboral, a dar a la oposición la presidencia del Congreso y hasta a hacer vicepresidente del gobierno a Rivera en lugar de la Ratita Hacendosa. 

Todo, con tal de no eliminar el verdadero obstáculo a cualquier tipo de acuerdo o salida para esta situación de bloqueo que raya en una farsa de la comedia del arte: él mismo.

divendres, 15 de juliol del 2016

La centralidad política

Lo decía ayer Palinuro y lo reitera hoy: el único partido en posición de centralidad política es el PSOE. Supongo que algo así debe de picar en Podemos, en donde llevan dos años hablando de conseguir esa centralidad que juzgan suya por derecho de conquista. Pero solo queda rascarse porque, a pesar de las malas circunstancias por las que ha pasado, el PSOE sigue siendo imprescindible en cualquier alianza de gobierno que se postule. Con el PSOE son posibles todas las configuraciones de gobierno, (en principio); sin el PSOE o contra él, ninguna. Envidiable posición, aunque cuajada de dificultades y problemas.

En Podemos, fieles a su tendencia de simular un peso del que carecen, apremian a los socialistas a elegir entre aliarse con el PP o formar un gobierno de izquierdas, es decir, aliarse con ellos. Un dilema inexistente, pues el PSOE rechaza de plano la primera opción. No importa, Anguita, el profeta que más veces ha tomado sus deseos por realidades, sostiene que se dará la gran coalición. O sea, el PSOE ya ha elegido y solo queda ir al sorpasso, si no ahora, en las próximas elecciones. Pura clarividencia. Que Podemos esté fragmentado ya antes de comenzar la legislatura al parecer no preocupa. Pero el hecho es que se configuran cinco tendencias: Podemos-vieja-guardia, realquilados de IU, comuneros catalanes con exigencias referendarias, valencianos de Compromís y, quizá las Mareas. En esa situación -en la que ya se preanuncian enfrentamientos al estilo de la Vida de Bryan- los morados ganarían más con una actitud más realista.

A su vez Rajoy, a quien ya ve todo el mundo como el primer y principal obstáculo a un desenlace de este bloqueo, ha tardado veinte días en entender que no cuenta con apoyo alguno en el Parlamento. Innecesario decir que ser incapaz de encontrar aliados es la prueba más clara de la ineptitud política. En otros veinte días habrá digerido el dato y tirará la toalla como hizo el 20 de diciembre, por incomparecencia. El que ha gobernado autocráticamente durante cuatro años y lleva medio en funciones, quiere seguir siendo presidente pero no está dispuesto a mover un dedo para lograrlo. En el fondo, lo que quiere son terceras elecciones porque dicen los arúspices que, de producirse, le darían mayoría absoluta, esa sin la cual las derechas no saben gobernar. En breve: no está dispuesto a irse salvo con los alguaciles.

El discurso de C's se ha hecho inaudible. Mantienen el "no" al PP en primer vuelta y pasan a la abstención en segunda. Quieren hacerse a un lado, pero facilitando las cosas al PP.

A la inversa, los indepes catalanes, por boca de Tardá, han dejado meridianamente claro que no apoyarán gobierno alguno de Madrid que no sea de izquierdas y por tal ha de entenderse, en la lengua de Ausiàs March, uno partidario del referéndum.

Es grande la responsabilidad del PSOE, el de la centralidad política con los resultados peores de toda su historia en la segunda restauración. La situación es complicada, pero no imposible de resolver. Depende de la capacidad de negociación de las partes. El peor adversario lo tiene el PSOE dentro de sí mismo o en sus aledaños. Los barones de las marcas periféricas, los jarrones chinos, ahora acompañados de teteras y bandejas de Sèvres, los grandes comunicadores bien avenidos con el gobierno, tratan de forzar la mano de Sánchez, convenciéndolo de la necesidad de abstenerse y dar paso a un gobierno del PP. Argumentan asimismo que aquellos resultados electorales no legitiman al PSOE para gobernar. Ese criterio solivianta a la militancia y al electorado, las bases sobre las que Sánchez debe apoyarse para mantener su negativa al PP en cualesquiera circunstancias.

Es posible evitar terceras elecciones y licenciar al gobierno del PP. Depende del PSOE.

dijous, 14 de juliol del 2016

Naturalmente

Aplausos a Sánchez. Así se habla en público: claro, conciso, sosegado y flexible. Ahorrando al sufrido auditorio arengas, diatribas, doctrinas y monsergas variadas. Tres posibilidades:

El No al PP.Es algo que exige la dignidad. Es inaceptable que pueda seguir un gobierno desprestigiado, incompetente, apoyado en un partido imputado por los jueces y presidido (los dos, el gobierno y el partido) por una persona que carece de todo crédito y solo suscita rechazo en el conjunto de la sociedad. En su propio partido debiera haberse actuado para apartarlo del mando ya que él carece del más elemental sentido de la responsabilidad política. No es así porque el partido es su hechura así como él es la hechura del partido. Todo una ignominia. Su apartamiento del poder no es cuestión de táctica o estabilidad política. Es cuestión de principios. Es imposible regenerar un sistema político teniendo en el puente de mando al responsable de su degeneración. Es de risa.

El "no" a Rajoy y al PP es un "no" de emergencia. Es un no de principios, incondicional. 

La cuestión del gobierno de izquierda. Algo también obvio. Las dos izquierdas de ámbito estatal suman 156 escaños. Es una buena base, pero no suficiente. Es de esperar que, a la vista de lo frágil de su coalición, el líder de Podemos atempere algo el tono y sea menos agresivo. Los de Compromís se van al grupo mixto, los doce comuneros barceloneses dicen que votarán en contra de cualquier pacto con el PSOE mientras este no acepte el referéndum; los ocho de IU quieren tener también voz propia, con su propio corifeo, Garzón. No tengo noticias de lo que proyecten las Mareas, pero parece ya evidente que Podemos no cuenta en realidad con 71 escaños, sino con una cantidad variable, según los temas que se aborden y cómo se aborden. A lo mejor esto es suficiente para que, en efecto, acepten que su papel es de socio menor en una coalición mayor y que no están para imponer condiciones. Entre otras cosas porque, si lo hacen y se repite el bloqueo del 20 de diciembre, en las siguientes elecciones pueden desaparecer. 

No estando Podemos para dictar condiciones, quizá pueda integrar una coalición con el PSOE y C's, siempre que estos reduzcan sus estridencias neoliberales y por un tiempo limitado. En un inteligente artículo en su blog es más o menos lo que propone Odón Elorza: plan a) pacto a tres y cuestión de confianza a los dos años; plan b) si las tres fuerzas no se avienen, dejar gobernar a Rajoy atado de pies y manos (como si eso fuera posible con este personaje) y esperar que los tres anteriores consigan presentar una moción de censura. Mi crítica: si no se ponen de acuerdo antes, esperar que presenten una moción de censura gentes que, como el PSOE en la X legislatura, pudieron hacerlo y no se atrevieron, es pensar en lo excusado. Si se deja a Rajoy, se queda y no hay quien lo eche.

Las terceras elecciones. Si no puede haber acuerdo de izquierda con el apoyo de los independentistas porque el PSOE se obstina, contra toda razón, en negar un referéndum en Cataluña, cuando menos debe cuajar la coalición tripartita que, sin contar los doce comuneros, daría 176 escaños. Frágil, insegura, problemática, pero mayoría absoluta. Si eso no se alcanza, queda un gobierno tripartito en minoría, frágil e insegura, pero viable. Si esa tampoco se logra, las nuevas elecciones son inevitables. 

Con la situación en Cataluña como está, a la vuelta de septiembre el país puede encontrarse en un punto de no retorno y un gobierno en funciones del que ya está harto todo el mundo. Y lo más grave es que no hay garantía alguna de que las terceras elecciones no dejen el mismo o parecido marasmo. 

La pregunta, por lo demás es: ¿vamos a ir a terceras elecciones con los líderes que ya fracasaron en las primeras y las segundas?