dijous, 19 de gener del 2017

La Ley de Murphy

Es saber convencional generalmente compartido que nada castiga más el electorado que la falta de unidad y las discordias internas de los partidos. Y esto no se debe a que el susodicho electorado sea un manojo de maniáticos del orden y la disciplina, sino a la muy fundada sospecha de que unas gentes que no saben gobernarse a sí mismas menos sabrán gobernar a los demás. En todo caso, es un hecho conocido y lo primero que se esgrime cuando comienzan los enfrentamientos internos en un partido: si damos imagen de desunión y conflicto, perderemos votos. Es un cálculo de costes beneficios muy fácil de hacer, pero muy difícil de aplicar. Volver a juntar, a fundir, lo que se ha fracturado no suele salir. Cuanto más se haga por conseguirlo, más se notará que no se consigue. Si se adoptan las políticas por consenso, ese consenso deberá renovarse de continuo, lo que no es muy práctico.

De ahí que en Podemos haya un auténtico tumulto por conseguir llegar al congreso en buenos términos, a ser posible con un acuerdo para una candidatura única o así. Algo que, a su vez, según la tradición democrática de la izquierda, produce rechazo. ¿Por qué no van a confrontarse las posiciones abiertamente en el congreso y que él decida? Obvio, porque reflejará la fractura.

La preocupación angustiada por la fractura, en la que está jugando todo tipo de factores mediáticos, lleva a quienes la sufren a extremos que rayan en lo irracional. Si no yerro, Bescansa justifica la presentación de su "propuesta-sutura" invocando, cómo no, la unidad de Podemos, pero, si no prospera, no descarta la posibilidad de presentarla como otra opción en el congreso; aunque dice que es poco probable. Si le sumamos lo que puedan presentar los anticapis si no se ponen de acuerdo con los de Errejón, ya vamos por cuatro opciones en el congreso. Aunque de muy distinto calado, lo suficiente para mercadear.

La nación precaria

Francesc Puigpelat (2016) Breu història del nacionalisme espanyol. De la Constitució de 1812 a la prohibició del 9N. Barcelona: Angle Editorial. 239 págs.
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Francesc Puigpelat aclara que ha escrito antes un ensayo que una historia, aunque lo llama "historia" en el título. Está bien la advertencia. Allana el camino, porque no es una historia en sentido riguroso, sino una historia de la interpretación de la historia y una interpretación en sí misma. Desde una perspectiva catalanista. Es una reflexión sobre un obstinado ente de razón, el nacionalismo español, en su camino hacia la nada. Y bastante ajustado a lo que, a juicio de este crítico, es la realidad. Así que leer el libro es como pasear por lugares conocidos con un amigo cuya compañía ilustra y enriquece.

En una primera parte (el prenacionalismo) Puigpelat sintetiza el conjunto desde el origen legendario en el mito de Don Pelayo y el relato fabuloso de la Reconquista hasta la unión de Castilla y Aragón como fecha oficial de nacimiento de España. La imposición del castellano y el centralismo hasta los Borbones aún felizmente reinantes.

En una segunda parte (Los orígenes: de la Constitución de 1812 al desastre de 1898), despacha el autor el agitado XIX. Deja claro que el nacionalismo español arranca de la Constitución de 1812, cuyo carácter "nacional" y "liberal" es altamente problemático. De ahí se sigue que también el liberalismo español sea sui generis y políticamente débil. La llamada Pepa consagraba en su artículo 12 la religión católica, apostólica y romana como la de la nación española para siempre y comprometía al Estado a no permitir el culto de las otras. Lo menos que puede decirse de un liberalismo compatible con la intolerancia es que es poco liberal. Y ahí también está la raíz de la versión de las dos Españas que el autor personifica en Modesto Lafuente por el lado liberal y Menéndez y Pelayo por el conservador. Pero en algo están ambos de acuerdo: el origen de España se pierde en la noche de los tiempos y, desde luego, ya está asentada con los visigodos. También comparten otros mitos, cuando se otorga a la Castilla "predemocrática" la defensa de unas libertades y un pactismo de origen medieval que, en cambio, sí existía en Cataluña desde los tiempos del Eiximenis (siglo XIV).  

En la tercera parte (La época de esplendor: de la generación del 98 a la República) Puigpelat comienza con una referencia al famoso discurso de Lord Salisbury el 4 de mayo de 1898, el célebre "dying nations", por el que se refería a España y Turquía. Por cierto, de ese discurso se hizo eco Almirall con un artículo en el que animaba a Cataluña a separarse de España, que era un cadáver. Y, de aquí, la famosa generación del 98, la idea de la decadencia y el mito de Castilla. Y tan mito. Ortega había dicho que "Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho". Le corrigió Sánchez Albornoz en las Cortes de 1931 en presencia del filósofo: "Castilla hizo a España y España deshizo a Castilla”. Sutil matiz. Y todavía llegaría Julián Marías a matizar más agónicamente "Castilla se hizo España". Para dar y tomar. Y mientras el nacionalismo español trataba de encontrarse luego del "desastre", el catalán ya encendido en la Oda a la pàtria de Bonaventura Carles Aribau (1833) y Lo catalanisme, de Valentí Almirall (1886), se articulaba a través del federalismo para postular la nación catalana y el consiguiente Estat català. Mientras tanto, el nacionalismo tenía una idea de modernización de España. La República fue como una especie de institucionalización de la conllevancia orteguiana y, luego, la pesada losa de cemento de la dictadura de 40 años en los que se cultivó el nacionalismo español más delirante combinado con el intento de extirpar las otras naciones en el Estado.  

En la cuarta parte (el eterno retorno: del franquismo a la actualidad), se traza el escaso recorrido desde el franquismo hasta el "café para todos", momento en que con cierto humor, el autor señala que si 17 son las CCAA de fines del siglo XX, 18 eran cuadrículas numeradas en que quería dividir el territorio Valentín de Foronda a primeros del XIX. Aquí, en realidad, no se ha movido nada. Puede ser que, en efecto, el nacionalismo español no tenga historia porque se empeña en ser inmutable, idéntico a sí mismo a lo largo de los siglos. O sea, un fósil, por otro nombre, la "nación milenaria" del PP a la que pretendía este adaptar la doctrina del "patriotismo constitucional", algo absolutamente disparatado. Claro que no más disparatado que el hecho de que la primera línea del AVE sea la de Madrid-Sevilla.

Es un buen libro, de ágil lectura sobre la problemática nación española.

dimecres, 18 de gener del 2017

El héroe del pueblo

Los partidos son entes complejos. Actúan como asociaciones privadas con sus objetivos, pero también se fusionan con las instituciones allí donde mandan, forman grupos parlamentarios en la oposición o en el gobierno, son tendencias ideológicas que sus intelectuales explican y propugnan, tienen a los medios a favor o en contra, representan culturas políticas distintas y en su interior a veces funcionan como familias. Véase cómo vive el momento Podemos, en una pelea interna que recuerda las grescas matrimoniales.

Hay una tendencia en los partidos a reproducir leyendas que apuntalen en uno u otro sentido sus enfrentamientos internos. Una de las más poderosas, de las que más mueve la imaginación colectiva, es la del héroe popular en alguna de sus múltiples manifestaciones. Una leyenda que se presta a justificar y legitimar la candidatura de Sánchez a la SG. Se construye una imagen polifacética que tiene mucha fuerza: el gobernante legítimo depuesto por una conjura de cortesanos malignos; la víctima de una defenestración injusta; el hombre que prefirió dimitir a votar en contra de su convicción; el líder injustamente tratado que se retira a meditar su futuro y esperar que sus seguidores lo reclamen. El héroe que vuelve a ajustar cuentas con la camarilla de conjurados y liberar al partido de su secuestro.

Es una imagen potente, fácil de defender desde el punto de vista de la comunicación y que tiene muchos seguidores. Las reacciones del aparato gestor para contrarrestar esa fuerza de la candidatura de Sánchez no hacen sino aumentarla. La presentación de la de López se interpreta como una maniobra de ese aparato para mermar las posibilidades de Sánchez segándole la hierba bajo los pies. Dividiendo el voto contrario a Díaz. El hecho de que esta siga paseándose por España como secretaria general in pectore sin proclamar su candidatura, los apoyos que implícita o explícitamente le dan los viejos lobos socialistas, todo eso únicamente consigue encrespar más a la gente y afianzar la leyenda del héroe popular, contra el que se confabulan los tiranos, sus delegados y esbirros. Un poco más y se oirá hablar de Pedro Hood, el que roba a los ricos para darlo a los pobres.

No parece que los conjurados del 1º de octubre puedan hacer gran cosa por evitar la mayoría de Sánchez excepto, precisamente, lo que han hecho: dividir su voto. Aun así, han de presentar una candidatura ganadora por sí misma y eso no es tan fácil cuando la candidata es precisamente la beneficiaria del golpe de mano que dio origen a la leyenda del héroe del pueblo.

La posible derrota de Sánchez quizá no provenga de sus adversarios sino de su incapacidad para formular un programa de izquierda para el PSOE que le voten las bases. Ese programa tiene dos puntos esenciales: un giro socialdemócrata en la política económica (tratando de explicar en qué consiste, que no es fácil) y la negociación de un referéndum de autodeterminación en Cataluña, tampoco cosa sencilla. 

Lo que no es evidente es si tal programa obtendría el apoyo mayoritario de la militancia. Si no lo obtuviera, el candidato debería decidir entre continuar en su partido bajo otro programa o escindirse en otro partido que represente un espacio existente entre el social-liberalismo del PSOE y el neocomunismo de Podemos y al que quizá pudiera sumarse alguna corriente fraccionaria de estos.

Bilateralidad

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado De igual a igual, versa sobre la última formulación del independentismo catalán. En la poderosa carta de Puigdemont a Rajoy hace un par de días en la que el catalán rechaza una vez más la invitación a asistir a la conferencia de presidentes de CCAA y afima que no sirven para nada, sostiene que Cataluña se ha ganado hace ya tiempo el derecho a relaciones bilaterales con España. Se trata de una reivindicación catalana antigua que el nacionalismo español, empeñado en tratar a las naciones como regiones para someterlas a todas, no puede aceptar. Y si, por ejemplo, Rajoy la aceptara, los presidentes autonómicos se le echarían a la yugular, empezando por la presidenta andaluza, cuya idea de Cataluña todavía es más españolista, obtusa y malintencionada que su catolicismo trianero.

Cataluña tiene perfecto derecho a exigir esa bilateralidad en función de su condición nacional que los nacionalistas españoles no pueden aceptar porque temen quedarse sin país. En realidad responde a una vieja práctica eclesiástica cuando una sola diócesis se dividía en dos y ninguna de ellas quería quedar supeditada a la otra. La iglesia las declaraba entonces aeque principaliter, esto es, iguales en dignidad, jurisdicción y competencias. Eso es lo que quiere el independentismo catalán y si en el Estado español hubiera un adarme de inteligencia, se apresuraría a aceptarla. Pero no lo hará y será él mismo quien provoque la independencia de Cataluña que trata de evitar.

A continuación, la versión cstellana del artículo:

De igual a igual

Las relaciones de Puigdemont y Rajoy son una imagen de las de España y Cataluña. Rajoy dice en una entrevista en terreno amigo en “La Razón” que el referéndum catalán no se hará y que eso lo sabe todo el mundo. Ignoro si el presidente considera a los catalanes parte del mundo pero, por si acaso, muchos de ellos parecen desconocer esa brillante verdad y hasta persisten en el error. Puigdemont, por ejemplo, asegura que habrá referéndum y será vinculante. Es decir, según Rajoy, no sabe y no sabe que no sabe.

Junqueras, el vicepresidente, tampoco sabe que el referéndum no se celebrará y hasta profundiza en el error afirmando que el referéndum se hará y lo que está por ver es qué hará el gobierno para impedirlo.

Eso es imposible saberlo y es bastante probable que ni el gobierno lo sepa. Desde luego, intentar que lo explique Rajoy es perder el tiempo, pues ostenta el record de políticos capaces de hablar más tiempo sin decir nada o diciendo algo y su contrario. Está claro que el referéndum es el primer desencuentro y el más patente, justo en la línea de confrontación. De ahí que Puigdemont hable de adelantarlo en el caso de que la justicia española proceda a inhabilitar a representantes catalanes. No parece muy seguro que el gobierno tenga pensada una respuesta a la convocatoria oficial del referéndum y mucho menos de que la tenga si el llamado a urnas se acelera.

De igual modo, hace tiempo ya que Puigdemont anunció que no pensaba asistir a la conferencia de presidentes de las CCAA como, por otro lado, también ha hecho el presidente de la CA Vasca, Urkullu. La insistencia del gobierno (Sáenz de Santamaría y el propio Rajoy) en convencer al primero de que acuda a la reunión y su fracaso, en el fondo, relativiza el valor de los acuerdos que adopte el cónclave. La ausencia del vasco es llevadera por el asunto del concierto, pero la del catalán equivale a un veto, ya que es un contribuyente neto al fondo. Un veto al gobierno del Estado es una especie de ejercicio de soberanía de hecho. Un acto por el cual se pone un límite a la soberanía del Estado. Algo que este no puede aceptar por lo que se trata de otro desencuentro.

La carta de Puigdemont a Rajoy en respuesta a su invitación y rechazándola plantea que Cataluña se ha ganado el derecho a mantener una relación bilateral con el Estado. Es la vieja idea confederal del “aeque principaliter” o igualdad de jurisdicciones y soberanías. Un enunciado revolucionario que el gobierno no puede aceptar sin una reforma constitucional.

Cuando, en los años del terrorismo etarra en alguna ocasión se constituyeron mesas de negociación del gobierno con ETA, los ataques eran que el Estado no podía negociar con una banda terrorista. Que se depusieran las armas, llegara la paz y se podría hablar de todo. Y, sin embargo no era cierto. Esa exigencia de relación bilateral de España y Cataluña no es una petición de que el Estado negocie con una banda terrorista sino con una nación. Esta no está defendida por pistoleros sino por sus más altos cargos institucionales, una mayoría parlamentaria absoluta y millones de ciudadanos que los respaldan.

La cuestión es ahora si esa masa crítica que se supone aportará el referéndum puede esperar al resultado de un prolijo, incierto e inseguro proceso de reforma constitucional en España que, en lo referente a Cataluña, reformará muy poco. De aquí que en el sector independentista aumenten en volumen las voces que piden seguir con la hoja de ruta y también las de quienes propugnan una DUI ya. El argumento que usan para convencer a los confederalistas es que lo inteligente es ir a la independencia y si, más tarde, España tiene alguna propuesta interesante de unión, asociación o colaboración será bienvenida y estudiada.

dimarts, 17 de gener del 2017

Ese hombre del que usted me habla no habla

Todo el mundo interpreta la declaración de Bárcenas como una estrategia procesal pactada con el PP por la que aquel retira sus acusaciones anteriores, exonera todo lo que puede y hasta desiste de una acción procesal propia (los discos duros famosos) a cambio de indeterminados favores y garantías del PP en especial en pro de su esposa.

Todo humano y comprensible pero en la sala quedó claro que en el PP había caja B y que con ella se hicieron mangas capirotes con conocimiento (y presunto lucro) de muchos dirigentes. Bárcenas se niega a llamarla caja B y la califica de contabilidad extracontable que sería algo así como el ser que estuviera fuera de sí mismo, una pesadilla que se la habrá ocurrido a alguno de aquellos gnósticos retorcidos. Lo de la financiación ilegal va por otro lado. El resto de la cháchara es un confuso ajetreo de cantidades, millones, pagos, viajes que, desde luego, dibujan una existencia poco común y darán para incontables tertulias, pero no resta un ápice al nudo de la cuestión: el partido del gobierno bajo la dirección del que hoy es su líder estuvo funcionando durante años con una contabilidad extracontable. Algo por lo que en el mundo por ahí fuera se dimite a raudales. Tan bochornosa es la situación que el partido se ha visto obligado a defender en público la honorabilidad de sí mismo y de su presidente frente a Bárcenas.

Frente a Bárcenas.

Todo vale

Literalmente todo. La señora Díaz cuenta con las bendiciones de la antigua (más que vieja) guardia, especialmente de Rubalcaba. Tiene también las simpatías de los votantes del PP, muy por delante de Sánchez. Rajoy la mira con buenos ojos y hete aquí que La Razón demuestra fehacientemente, gracias a una encuesta de NCReport, su encuestador de cabecera, que hasta los socialistas prefieren a Susana Díaz abrumadoramente.

Esto de los sondeos cuyos resultados coinciden con la opinión política del medio que los encarga, paga y publica sin duda es una casualidad, aunque huela a chamusquina. Metroscopia no es NCReport, claro, pero eso de que los resultados de su encuestan coincidan al cícero con la línea editorial de El País tiene su gracia. El medio se ha convertido en el comité ideológico del PSOE con una doble doctrina: a) defensa del socialismo liberal frente al populismo; b) defensa de la nación española frente al separatismo. Es lo que se llama el "social liberalismo nacional".

No estoy muy seguro de que quepa elaborar un discurso de izquierda en este clima.

dilluns, 16 de gener del 2017

Pugna por el liderazgo

No deja de tener gracia que un partido sin líder, en manos de unos gestores al servicio de las ambiciones de Susana Díaz, al que las encuestas dan por perdedor frente a Podemos de haber elecciones, dividido y enfrentado consigo mismo, siga siendo el centro político y aquel al que se dirigen todas las miradas. Una prueba más de que el PSOE ocupa la centralidad política. Por lo menos es lo que espera El País que, en un editorial redactado probablemente por Rubalcaba, se felicita de las decisiones adoptadas por el Comité Federal y todavía más por la marcha de la legislatura, en la que el PSOE es decisivo, todo lo cual lo sitúa en la centralidad política.

Es el razonamiento justificativo de la junta gestora y sus partidarios: recomposición tranquila, pausada, con tiempo suficiente para dejar presentable a Susana Díaz. Entre tanto, oposición eficiente en el Parlamento. Hay gobierno y se van adoptando medidas legislativas que o bien deshacen entuertos de la legislación anterior del PP o bien abren perspectivas en un punto de vista de izquierda. Lo que no se dice es que el intento de colocar en la secretaría general de Díaz es el sello de la opción del PSOE por el nacionalismo español, el mismo que alienta en el PP y C's, aunque con leves matices en asuntos tácticos. Esta cuestión, la cuestión catalana, es la que ha fracturado al PSOE.

La repentina presentación de la candidatura de Patxi López, aun siendo vasco, no presupone nada nuevo en la recuperación del espíritu "nacional" en el PSOE. Pero tiene su impacto en el batiburrillo interno del partido. Los más encendidos "sanchistas" acusan a López de presentarse para dividir el campo contrario a Díaz y, así, dar a esta la victoria. Otros aseguran que esta candidatura trata de polarizar el PSOE en un eje territorial Norte/Sur. Ignoro qué porción de realismo tienen esos juicios, pero también se reconocerá que, con su candidatura -la primera- López desguaza todas las murmuraciones acerca de la candidatura única que la dirección gestora podría estar organizando a favor de Díaz.

La presentación de la candidatura de López a lo que, por supuesto, tiene perfecto derecho y sobrados merecimientos en los cargos institucionales que ha desempeñado, parece bastante meditada. La determinación de las fechas del congreso -que no su convocatoria- para el mes de junio ofrece la primera oportunidad de postularse y esa es la ventaja que ya lleva el candidato, cuestión importante porque, aunque el congreso se vaya a junio, las primarias están previstas en mayo y, en verdad, no queda tanto tiempo. Hay que elaborar programas, explicarlos, confrontarlos. Y hay que hacerlo a la luz pública, aunque en los partidos siempre hay confabulaciones de pasillo. No es tan fácil.

Los otros dos posibles candidatos, Díaz y Sánchez, están en situaciones muy distintas. Sánchez puede permitirse esperar un momento oportuno y seguir actuando en segundo término, sin protagonismo, en lo que llaman "perfil bajo", aunque quizá debiera vigilar que no sea tan bajo que dé en subterráneo, pues ya hay quien supone que no llegará a presentarse y lo da por difunto.

Díaz no puede esperar, tiene que presentarse como candidata y dejar de hacer esos viajes, visitas, peregrinaciones por el país. Continuar con esta actividad, que nadie le ha encomendado, sin aclarar su candidatura es, desde la presentación de la de López, puro juego sucio.

diumenge, 15 de gener del 2017

Unidad de destino

Resulta ya patente que el sentido del golpe de mano en el PSOE y los acontecimientos posteriores no es la posible deriva derechista y/o neoliberal. Es la cierta deriva nacional española del partido. Van unidas, ya se sabe, la derecha y lo nacional. Y ese es el sentido del discurso joseantoniano de Javier Fernández, al que han puesto al frente del gatuperio. Se invoca la unidad y se pone en conexión con España y ya tenemos la unidad de destino en lo universal. Al fin y al cabo, fue un austromarxista quien acuñó esa definición de nación como unidad de destino, algo que mete miedo. Quiere decir que uno está condenado a aguantar a los compañeros de viaje hasta llegar a destino, que no puede uno apearse cuando el destino al que lo encaminan no le gusta. Debe de ser el colectivismo que late siempre en la izquierda,

Tiene chiste que llame a la unidad el que la ha roto, pero es muy frecuente en el discurso público general, decir una cosa y hacer otra. La junta gestora invoca la unidad, pero trabaja intensamente por dividir el partido. La invocación puede ser una advertencia o un conjuro y hasta una amenaza. El amor de la mentalidad autoritaria por la unidad es muy conocido y la habilidad de sus ideólogos para hacerla atractiva, muy refinada. Hay miles de libros explicando la excelencia de la unidad en política, hasta culminar en ese prodigio de inteligencia que fue Mi lucha, recientemente reeditada en Alemania: Ein Volk, ein Reich, ein Führer. Unidad al modo teutónico. Una, grande, libre, al hispánico.

Ese es el camino, desde luego, pero no es necesario recorrerlo entero, al menos de momento. No es esa unidad totalitaria en la que piensan los líderes de la izquierda que la reclaman a sus partidos, Fernández en el PSOE e Iglesias en Podemos. Es una unidad más político-filosófica, no al extremo parmenideano, pero tampoco muy alejada de él. Una unidad de espíritu, que desemboque en una unidad de acción. Se emplean fórmulas edulcoradas como "unidad en la diversidad" pero el hecho filosófico es terco: quien pide unidad no quiere multiplicidad. Luego lo justificará como le dé la gana o sepa, pero el hecho es que la unidad está reñida con la multiplicidad.

Negar la multiplicidad es negar la diversidad, algo imposible. Solo pueden hacerlo las mentalidades autoritarias que sueñan con universalizar la sumisión que le muestran sus seguidores y hacer sumisos también a todos los demás.  

La unidad se predica generalmente en torno a quien la invoca. En el caso de Javier Fernández es más por delegación, como un matrimonio por poderes. La unidad que pide es en torno a Susana Díaz y a la concepción que esta trae y ha podido verse en los últimos meses, desde el golpe de mano de octubre pasado. 

La petición de unidad de Iglesias en Podemos tiene una fuerte connotación autoritaria, procedente de eso que sus propios partidarios consideran un "hiperliderazgo". El enfrentamiento se ha personificado aunque ambas partes sostienen que no se trata de personalismos sino de propuestas. Y es verdad. Lo que sucede es que se trata de propuestas a corto plazo, inmediato, tácticas, sin referencia a cuestiones estratégicas (la parte de Iglesias) y de otras estratégicas, a largo plazo, sin referencia clara a las tácticas (la parte de Errejón) y, por lo tanto, no tienen modo de entenderse. Recuerda mucho el famoso intercambio entre Eduard Bernstein y Rosa Luxemburg. Decía el primero: el fin no es nada, el movimiento es todo. Respondía la segunda: el fin es todo, el movimiento el medio para conseguirlo. Viejo dilema de la izquierda, reforma o revolución. 

En el caso del PSOE, la controversia es entre configurarse como un partido de centro  o de izquierda. Y la verdad es que cada vez se ve más claramente una formación de izquierda, compuesta por gentes desgajadas del PSOE y de Podemos. Sería una oferta con un inmenso tirón electoral. La votarían todos los desengañados de la política de las otras izquierdas. Millones.

dissabte, 14 de gener del 2017

Marcando tiempos

Había un clamor (como suele decir la prensa) en las bases del PSOE por el congreso cuanto antes, en marzo. No interesaba nada que unas elecciones anticipadas pillaran al partido descabezado. Una contestación sostenida, una especie de rebelión democrática de la militancia. Había muchas cosas. Pero da igual. La junta gestora tiene un mandato implícito de su jefa en ausencia de echar el freno por ver si ella cobra aires de líder votable y si la aureola que ha rodeado a Sánchez se va desvaneciendo.

Este propósito es de un pragmatismo descarado: queremos que la gestora sea la plataforma electoral de Susana Díaz. Tan descarado que hasta les sobran los pretextos que habían invocado para postergar, por ejemplo, una fantasmagórica comisión de sabios presta a dibujar una nueva doctrina para un tiempo nuevo en un nuevo partido con una nueva líder. Totalmente innecesario. Se aparca el congreso hasta junio sin más explicaciones.

La gestora y su musa siguen sin calcular bien. No lo hicieron cuando, tras el golpe de mano del 1º de octubre, no previeron la rspuesta de la militancia ni supieron enfocarla. Y siguen sin hacerlo. Menosprecian la capacidad de organización y movilización permanente de las redes. Creen que el mundo se acaba en las conspiraciones de pasillos. Y no, las redes, lo digital son hoy el corazón de la realidad. El gobierno de Andalucia, la gestora, el aparato del PSOE y los apoyos exteriores de todo tipo apurarán el tiempo hasta junio haciendo la campaña de Díaz; pero en las redes esa campaña nace muerta porque es institucional y frente a ella tiene una organización espontánea, diversa, transversal, libre y viva. De ahí saldrá el candidato que venza a Díaz.

El humor no delinque

Eso es algo que se alcanza a todo el que no esté cegado por prejuicios o fanatismos de cualquier condición o estofa. A bote pronto se vienen a la memoria dos episodios -los más sonados- en los que la publicación de dos caricaturas de Mahoma provocó sendos actos terroristas en los que murieron varias personas. Todo el mundo se echó las manos a la cabeza por lo que se consideraba un depravado disparate: asesinar a alguien por un chiste.

En España, país civilizado, no se asesina a nadie por un chiste, faltaría más: se le encarcela.

La causa que se sigue contra la tuitera Cassandra V. y la petición fiscal de varios años de cárcel, más inhabilitación y libertad vigilada por unos chistes sobre Carrero Blanco es tan alucinante que casi parece otro chiste. Incluso lo es, si se piensa en el nombre que se ha puesto la tuitera : Cassandra, aquella que profetizaba desgracias pero nadie la creía. 

Efectivamente, el Código Penal castiga el delito de "descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares". La cuestión es averiguar si los chistes de los tuits encajan en ese tipo. Si así se admite, también habrán de ser delito los chistes sobre Dato, Canalejas, Cánovas o Prim. Aunque se recurra a la ridícula excusa de que han prescrito. El problema es que eso de la humillación es muy resbaladizo, como la falta de respeto a esto o a aquello o el "enaltecimiento" de aquello otro. Se aplica la vara de medir del juez, que suele ser la del poder... Y se llega a la situación de encarcelar a una persona por haber tuiteado unos chistes sobre un atentado hace 45 años, unos chistes que se habrán contado miles de veces en las sobremesas a lo largo de estos 45 años hasta que se han ido olvidando.

¿O es la persona misma del almirante Carrero la que justifica esa dureza penal? ¿Por qué? ¿Porque era el presidente del gobierno de un dictador, un títere a las órdenes de este durante toda su vida?

El humor no delinque, como no lo hace la poesía, ni la creación en general, sea de orden mayor o menor.

divendres, 13 de gener del 2017

Mil trescientos setenta y ocho

El pueblo es sabio, dice la convención. Ya hace un tiempo que en los barómetros de opinión la corrupción figura en lugar destacado. Bueno, ha sido necesario llegar a estas cifras para que la preocupación se manifieste. A lo mejor el pueblo no somos tan sabios y nos la dan con queso continuamente.

De tan generalizada, la corrupción resulta estructural. Afecta prácticamente a todas las administraciones públicas, si bien las autonómicas y municipales parecen ir muy por delante. Su condena jurídica avanza, aunque con una lentitud exasperante. La política vacila mucho más. La corrupción del propio partido no es tan grave como la del partido adversario. En cuanto a la económica viene envuelta en brumas. Se escuchan cantidades muy variables pero fuera de contexto y no se les da el valor que tienen. Pero puede hacerse una aproximación muy sencilla: en conjunto, es posible que la corrupción alcance cientos, incluso miles de millones de euros. La cuestión, obviamente, es que, si no hubieran sido defraudados, los niños no tendrían que ir a escuelas hechas en barracones y comerían todos los días, los dependientes podrían recibir una ayuda a la que tienen derecho, etc. 

La corrupción, en buena medida crimen organizado con asociaciones de malhechores que se constituyen en partidos políticos, causa un gran perjuicio objetivo, directo al interés público. Tanto más destructor cuanto que se lleva a cabo en el ámbito político, el de las instituciones, el del Estado.

Una salida sin salida

Ahí lo tienen ustedes, con cara de pocos amigos, la suya habitual, comunicando altaneramente al mundo que se marcha. Lectura de un escrito en dos minutos y sin preguntas. Y casi sin periodistas. Un gesto para la historia. Se va porque le toca, ya ha cumplido y desea retornar a su plaza de funcionario del Consejo de Estado de donde ha salido la interpretación que lo responsabiliza de la tragedia del Yak 42. Pero él no habla del Yak 42; ni de dimisión; ni mucho menos, de pedir perdón. Se va como vino, por voluntad propia y porque Rajoy lo nombró embajador en Londres, una decisión por la que, cuando menos, debiera dar explicaciones.

Todos los demás, "El País", por ejemplo, hablan de dimisión, porque dimisión es. Y cuanto más se oculte o se niegue, más dimisión será. La salida de Trillo no es una huida hacia delante sino hacia atrás. Deja claro que se va por algo que sucedió hace casi 14 años y a cuya sombra no ha podido escapar. Aunque lo ha intentado por todos los medios, como el de hacer pagar penalmente a sus subalternos por asuntos de su responsabilidad política.

La comparecencia de la ministra de Defensa necesariamente marca un hito en esta sórdida historia. El asunto no se decide en altaneras ruedas de prensa y desplantes más o menos achulapados a los periodistas, sino que entra en sede parlamentaria. Ahí tendrá que escuchar Trillo la voz que no ha querido oír durante estos años: la de las víctimas y sus familiares. Le van a decir de todo como corresponde a quien antepuso su interés personal al derecho de los allegados a recibir los restos reales de los suyos que, además, habían muerto, según dice ahora el Consejo de Estado, por la negligencia de quienes pudieron evitarlo, encabezados por Trillo.

No veo cómo va a evitar Trillo verse en algún foro público con los familiares de las víctimas a las que debe una explicación. La religión que dice profesar le obliga a ello.

dijous, 12 de gener del 2017

Los santos dineros

¡Qué radical es el PSOE! Pedir que el Tribunal de Cuentas -que tampoco es un órgano muy estricto sino más bien laxo en muchos aspectos- fiscalice los cuartos de la iglesia católica es un inaudito acto de rebeldía, de falta de confianza. Precisamente los mismos que incrementaron la casilla de la declaración de la renta del 0,5 al 0,7 por ciento, ahora quieren meter sus narices en lo que los curas hacen con ese dinero. Una desvergüenza. ¿Qué va a hacer? Lo que ya ha hecho con los 1240 millones de euros entre 2010 y 2015 Está clarísimo: dedicarlo a fines lícitos, píos, santos, propios de su condición espiritual. Dudarlo es casi una blasfemia. La iglesia cumple su mandato escrupulosamente. Con cáritas se cuida de la pobreza, con la financiación de 13TV difunde la verdad del Evangelio y con las campañas en contra del aborto se trata de apartar a las descarriadas ovejas del mal camino.

El PSOE afirma que, aunque el PP ya ha votado en contra, su propuesta saldrá porque cuenta con el apoyo de Podemos y C's, partidos modernos y esclarecidos que no comulgan con el nacional-catolicismo del PP. En realidad esta aparentemente radical medida para controlar el estado dentro del Estado  que es la iglesia en España es lo contrario, un modo de consolidar más la preeminencia eclesiástica porque se acepta esta forma de financiación y lo único que se pide es que, encima, no dé lugar a ilegalidades.

Pero no es eso lo que la izquierda debiera pedir; no la reforma de la casilla en la declaración de la renta sino su supresión sin más. Aplicación de las Acuerdos con el Vaticano de 1979 o quizá mejor, también, denuncia de estos. Que la iglesia se financie por su cuenta, como asociación privada que es. Sus otras denominaciones, sociedad perfecta, etc, no pueden influir sus obligaciones fiscales. Que recaude sus aportaciones de los feligreses directamente, sin intermediación del Estado, que no tiene por qué recaudar en nombre e interés de una asociación privada. Y, en último término, si se quiere recaudar por hacerle un favor, ese 0,7 por ciento, hágase, pero no detrayéndolo de la carga fiscal total del contribuyente (para que no seamos todos los paganos) sino, al revés, añadiéndola. 

Y, aparte de eso, la izquierda tiene una cuenta pendiente con la situación absolutamente privilegiada de la iglesia en mteria de impuestos, pues está exenta del pago de todos. Como asociación que es, la iglesia tiene que pagar sus impuestos al igual que los demás, los territoriales (el IBI), los personales y los de sociedades. Todos. 

Aparte de ello, y es urgente, la izquierda debe exigir la revisión de todas las inmatriculaciones de bienes de todo tipo que la iglesia ha venido haciendo en los últimos veinte años a cuenta de una reforma de la legislación hipotecaria de Aznar que le ha permitido poner a su nombre miles de propiedades por cantidades ridículas, incluida la mezquita de Córdoba. Un auténtico expolio. 

En España hay que separar la iglesia del Estado si queremos que quede algo de este.

Hitler

Timur Vermes (2012) Ha vuelto. Barcelona: Seix Barral, 2013 (396 págs)
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En 2016, al extinguirse los derechos de autor de Mi lucha, en manos del gobierno de Baviera, se reeditó la obra de Hitler en Alemania por primera vez desde 1945 y en mitad de una intensa polémica. A día de hoy, lleva vendidos 85.000 ejemplares, lo cual no es mucho para la obra de que se trata y un país de 81 millones de habitantes. Son buenas cifras de ventas, desde luego, pero no un best-seller. Curiosamente, Hitler parece ser menos popular en sus tierras que en otros lugares del planeta, en donde ha estado vendiéndose desde hace años sin problemas y con gran difusión: en la India alcanza tiradas de cientos de miles de ejemplares. Y lo mismo sucede en Turquía, en donde se vendieron más de 100.000 ejemplares en un mes en 2005. Igualmente se vende muy bien en Rusia, Suecia y en los EEUU, aunque aquí no tiene tanta difusión.

Lo anterior acabó de decidirme a leer esta novela publicada en 2012, traducida al castellano en 2013 por Carmen Gauger y publicada por Seix Barral, que tenía esperando desde hace tiempo. Por cierto, llama la atención que en España haya alcanzado hasta la fecha unas ventas de 85.000 ejemplares, los mismos que en Alemania el de Hitler y con la mitad de habitantes. En cambio este de Vermes se colocó entre los más vendidos desde el comienzo y solo en la República Federal se han comprado cerca de un millón y medio de ejemplares. La conclusión es clara: en Alemania Hitler ya no vende; vende el anti-Hitler. Pero, como de Hitler se trata en definitiva, parece claro que el país sigue teniendo  algo en el fondo de su memoria colectiva que palpita sin cesar.

En el año 2011, en un descampado cerca de donde estuvo el búnker hitleriano en Berlín, el Adolf Hitler de 1945 abre los ojos en el siglo XXI, sin conciencia alguna de lo que haya pasado entre tanto. La idea es llamativa y se presta a un relato entretenido que, al estar narrado en primera persona por el propio Hitler, plantea una situación contrafáctica con las ideas, opiniones y aventuras del Führer, en un mundo, un país y una ciudad que él dejó hace más de 65 años convertidos en ruinas. 

El libro se inserta en una tradición literaria, la ucronía, no tan extensamente cultivada como la utopía con la que comparte rasgos; no todos. La forma habitual es la de alguien que se duerme en una fecha determinada y se despierta muchos años después. Esta fantasía viene a ser como un sentido menor de la profecía y tiene antiquísimos antecedentes. De Epiménides, uno de los siete sabios de Grecia, cuenta Diógenes Laercio que se quedó dormido en una cueva durante 57 años y, según leyenda de sus paisanos, los cretenses, que lo adoraban como a un dios, llegó a vivir 300 años en los que le fue concedido el don de la profecía. Del siglo I a.C es la leyenda talmúdica de Honi M'agel, quien se rio de un vecino que plantaba un algarrobo, diciéndole que este árbol tarda 70 años en dar frutos. Él mismo se quedó dormido esos 70 años y, al despertarse, lo hizo a la sombra del algarrobo. Más conocida en el mundo cristiano es la leyenda de los siete durmientes de Éfeso que, encerrados en el año 250 d.C. en una cueva por orden de Decio para que murieran por cristianos, se durmieron y se despertaron 200 años más tarde en tiempos de Teodosio II.

Todas ucronías, sin función ilustrativa utópica alguna, pero con obvias finalidades morales. La primera novela ucrónica/utópica es El año 2440, de Louis Sébastien Mercier, traducida, por cierto, por primera vez al castellano por un servidor y publicada en Akal. Una curiosa obra que, en su tiempo, hizo furor de ventas (25 ediciones en los primeros años), narra la situación de Francia (en realidad, París; la novela es muy francesa) 640 años más tarde. A Mercier corresponde, por tanto, la paternidad del género que luego tuvo ya exponentes muy famosos en siglo XIX, el de las utopías. El más conocido, en realidad universalmente famoso, es el cuento de Washington Irving, Rip van Winkle, que tiene incluso alguna versión filmada (como también la hay de la novela de Vermes). Sigue otra, injustamente mucho menos conocida que la de Irving, El hombre de la oreja rota, de Edmund About (también un exitazo en su tiempo, hoy olvidado), publicada en 1862 con la historia de un coronel de Napoleon, que muere congelado en 1813 en Moscú, es "disecado" mediante procedimientos científicos por el sabio alemán Meisner y "resucitado" por rehidratación por el ingeniero francés Leon Renault en 1859, en pleno II Imperio, cosa que sirve al autor para amontonar escenas cómicas y equívocos de todo tipo y, por cierto, alabar sin cuento a Napoleón III. El último ejemplo de estas ucronías es Mirando atrás, de Edward Bellamy, publicada en 1887 muestra la ciudad de Boston ( y los EEUU) en el año 2000, a los admirados ojos del joven Julian West que se duerme en aquel año y se despierta 113 más tarde en una sociedad perfecta cuya estructura de clase, organización del trabajo, etc han hecho pensar a muchos críticos que se trata de una novela marxista, con lo que las curiosas relaciones entre el marxismo y la utopía dan un nuevo giro. De hecho, Mirando atrás, también publicada por Akal, fue otro tremendo éxito de ventas en su tiempo, dió origen a un movimiento llamado nacionalismo (no derivado de la idea de nación, sino de la propuesta de "nacionalizar" la propiedad) que se articuló a través de más 150 "círculos Bellamy".

La novela de Vermes tiene, pues, vigorosas raíces. Su variante es que el futuro de las ucronías es aquí el presente. Adolf Hitler no se despierta para descubrir un mundo nuevo, imaginario, sino para tratar de entender el mundo real en el que vivimos los lectores y a todos nos es muy familiar. El objeto no es este presente como es, sino este presente como lo vería Adolf Hitler. El objeto es Adolf Hitler. El narrador en primera persona.

La novela, como suele pasar con el género, es humorística, a ratos sarcástica y, al tiempo que dibuja el personaje y se adentra en sus procesos mentales (el truco consiste en que Hitler en 2011 sigue siendo Hitler y piensa como Hitler), pone en solfa algunos de los rasgos más característicos de la época contemporánea y de Alemania en concreto. El más obvio y que da más juego, es internet y todo lo el mundo de las tecnologías de la información y la comunicación (móviles, tablets, redes, etc) que es la verdadera revolución contemporánea, similar a la de la imprenta en el siglo XV. Da pie a chistes, como ese según él cual, Hitler concluye que la wikipedia debe de llamarse así en honor a los muy germánicos Vikingos (Wikinger) o el hecho de que, no teniendo nada que hacer, en cierta ocasión, pasa tres horas en lo que cree que una simulación de minas  con el buscaminas. 

El personaje es consistente y convincente. Vive en un mundo interno fantástico y resulta tan congruente en sus interpretaciones (cuya finalidad es siempre retomar la guerra, volver al nacionalsocialismo, al Lebensraum, a la conquista del Este, el sometimiento de los pueblos "inferiores" y la supresión de los judíos) que, de algún modo perverso, se hace querer. Su rostro y su pensamiento, sólidamente nazi, hitleriano, lo llevan a protagonizar un espacio de entretenimiento en una TV privada que, por supuesto, consigue un éxito abrumador tanto en vivo y durecto como en Youtube.

Muy digna de reseñar la habilidad narrativa del autor al mostrarnos la reacción de sus coetáneos, la del equipo de la empresa para la que trabaja, Flashlight, como la de la gente que, por las razones que sean entran en contacto con él. El embrollo consiste en que, tras comprender que la persona con la que hablan no puede ser Adolf Hitler, al no poder hacer otra cosa, se ven obligados a tratarlo como si lo fuera porque, en realidad, lo es. Al respecto es muy cómica la entrevista hostil que le hace el Bild Zeitung, con la periodista empeñada en que diga su verdadero nombre, su identidad auténtica, sin poder admitir que es justamente esa, Adolf Hitler. Por cierto, la burla de la prensa amarilla estilo Springer es hilarante. 

Este curioso bucle literario de un personaje que, en realidad, se representa a sí mismo y, por lo tanto, no representa nada sino que actúa con absoluta sinceridad y convicción, es el nudo de una historia en la que van acumulándose episodios que oscilan entre lo directamente cómico y hasta carcajeante (como su pasmo con el hecho de que la gente que pasea perros por las calles vaya detrás recogiendo sus excrementos) con lo más oscuro y también dramático. Por ejemplo, en lo relativo a los judíos, aunque también aquí se roza lo indecible cuando, invitado a ello, conocedor y amante de los animales, especialmente los perros, se le pide que diga cuál sería el "perro germánico" (el pastor alemán) y cuál el "perro judío", que resulta ser el teckel.  

Y hay más cosas indecibles. Por ejemplo, una resurrección de la doctrina malthusiana que animaba el impulso del Lebensraum. Su planteamiento sigue siendo actual con las teorías sobre "los límites del crecimiento" y prácticamente nadie se atreverá a negar que esperan tiempos duros en que habrá lucha por los recursos cada vez más escasos (agua, energía, etc) y hay que enfrentarse a la pregunta despiadada de Hitler: ¿qué raza (él habla siempre en términos de raza) conseguirá los recursos? ¿La más educada o la más fuerte? Es incómodo pensarlo. Por debajo de su tono humorístico, esta novela está repleta de momentos incómodos.  

En su programa televisivo, Hitler expone su dictrina que, como es lógico, es la doctrina de Mi lucha, la doctrina nazi, de la que, en realidad, viene a comvertirse en un telepredicador y alcanza tanta fama y notoriedad que le dan un premio Grimme, uno de los más apreciados en Alemania.  Su intención es clara: valerse de la TV para poner en marcha un nuevo movimiento, un partido que vuelva a hacer grande a Alemania. Por eso se manda mudar a Munich, el punto en que empezó su anterior aventura de conquista del poder. Una vez allí, a raíz de una paliza que le propinan unos tipos de extrema derecha (desconocedores de la verdadera identidad del agredido) y durante su convalecencia recibe llamadas de todos los partidos, habla con sus dirigentes: todos quieren tenerlo con ellos: los verdes, los liberales y hasta el SPD, lo que le permite hacer juicios mordaces sobre todos los partidos políticos actuales. 

Desde el punto de vista literario, la obra es clásica en su concepción, lo cual es meritorio tratándose de la primera novela del autor- El narrador subjetivo, el propio Führer, con plena conciencia de tal, cantidad pequeña de personajes, escasos cambios de escenarios, unidad de (breve) tiempo y una serie de cuadros con las distintas aventuras de nuestro héroe o antihéroe narradas con ingenio y elegancia. De reseñar el uso del típico alemán berlinés y sus giros y modismos. La novela mantiene vivo el interés hasta el final, aunque padece cierta descompensación entre lo que podríamos llamar  el planteamiento inicial y la parte final, algo más atropellada. Es curioso y esperanzador que se hayan vendido unas veinte veces más este Hitler que el de Mi lucha.                                                   

Palinuro presenta libro sobre socialismo en Madrid


El PSOE del primer tercio del siglo XX, con su reivindicación de la socialización de los medios de producción, se transformó en un partido que aceptaba la democracia parlamentaria como medio y fin para aplicar políticas reformistas. Fue una nueva generación la que se hizo cargo de la estructura política del PSOE que permanecía en el exilio desde el final de la guerra civil en 1939 y el triunfo del franquismo hasta 1977. Y tuvo que asimilar en muy poco tiempo los debates y las evoluciones ideológicas que la socialdemocracia había tenido desde la II Guerra Mundial para ejercer la acción de gobierno en la Europa Comunitaria.

Las políticas socialdemócratas fueron defendidas en España por el PSOE cuando alcanzó el gobierno en 1982 y se mantuvo en él hasta 1996 bajo la dirección de Felipe González. Después de dos legislaturas gobernadas por el Partido Popular, el Partido Socialista volvería de nuevo a ganar las elecciones en 2004, con Rodríguez Zapatero al frente, y su gobierno se prolongó hasta 2011. Ha sido una de las últimas organizaciones de tradición socialista en ejercer el poder político en la Europa Occidental.

El acto va a tener lugar este jueves, 12 de enero, a las 19:00 horas en la Librería Alberti (C/ Tutor, 57. Madrid). El autor va a estar acompañado por el catedrático emérito de Ciencias Políticas de la UNED, Ramón Cotarelo.

Para más información:

Laura Galán / Ediciones Cátedra / Comunicación y prensa/ 91 393 87 98
lgalan@anaya.es
twitter_ico web_ico

dimecres, 11 de gener del 2017

Carrusel

Lo que es lo mismo, "el tiovivo" de la realidad, cuya falta de congruencia llega a ser paradójica a poco que identifiquemos las figuras que lo componen:

Figura primera: El PSOE se emplaza a sí mismo. Trabajo ha costado. Según voces críticas, la convocatoria es un dislate pues, al elegir primero al líder y decidir después cómo y hacia dónde se quiere ser liderado, puede darse el caso de que el líder haya de aplicar un programa al que se opone. Cierto, un riesgo. Pero menor. Habiendo líder, tiempo tiene este para armar su plataforma y luchar por ella en el congreso. Si, a pesar de todo, perdiera el congreso, siempre puede dimitir. Señores/as: no creo en este programa, busquen otro líder. No es difícil. Aunque, ¿por qué estaría mal que, habiendo sido elegido con una plataforma, el líder se pasara a otra con más fuerza y/o apoyo? Parece algo feo, pero lo hace todo el mundo.

Figura segunda. Corbyn se pasa al adversario. Sin más. Sin esperar a un congreso ni primarias ni nada. Simplemente de un día para otro que, por lo demás, es como suelen producirse las grandes conversiones. O los procesos de mesmerización. Y no hace falta justificar nada. Se dice lo contrario que ayer y todo el mundo lo entiende. El Brexit no se toca, en contra del europeísmo general del laborismo. Claro que tampoco es difícil entender que prima una visión pragmática y el Brexit es un hecho. Ya se sabe: "if you can't beat them, join them". Y hay que poner freno a la inmigración. Al final va a darse la curiosa paradoja de que el país que más inmigración recoge es Alemania, aquella que alguna vez creyó ser ein Herrenvolk. No obstante lo curioso de estos propósitos aislacionistas es la fe que parecen tener en su propia viabilidad. ¿Se puede frenar la inmigración?

Figura tercera. Soares en el centro del Tercer Mundo Impresiona la imagen del catafalco en el claustro de los Jerónimos con esa marcial guardia. Y la asistencia de personalidades y líderes socialistas. Muy patente la nutrida representación de africanos, musulmanes y negros, aunque puede haber también negros musulmanes. El hecho es que son los grupos y países de los que proviene la inmigración más tradicional en Europa. A la temida avalancha de Oriente Medio, difícilmente contenida en Turquía está ocurriéndole como a la plataforma Larsen C, que es como se llama ese gigantesco iceberg de 5.000 kms cuadrados, a punto de desprenderse de la Antártida. Luego, ya se verá lo que pasa.

Toque final. La hija como mercancía. Cuesta tragar la noticia de los padres de Nadia. Aquí, al menos, se monta el escándalo. Pero hay lugares del mundo en los que se casa a las niñas de 12 años com hombres de cuarenta, que es como venderlas.

Mas, presidente de la República Catalana

Mi artículo de hoy en elMón.cat sobre la candidatura de Mas en las siguientes elecciones. Una vez celebrado el referéndum ese que Santamaría dice que no va a hacerse y Junqueras que sí se hará, mostrando su feliz unidad de criterio, si el resultado es "sí" a la independencia, se plantearán unas elecciones constituyentes para las que todoa habrá de presentar sus candidatas. No hay unidad de criterio para estas. Los unionistas duros (PP, C's y PSOE) piden que todo siga igual, aunque el PSOE ofrece una imprecisa reforma constitucional que ni él mismo puede explicar. Los unionistas blandos (En Comú Podem, ICV-IEUiA) piden abandonar la idea del referéndum y sustituirlo por unas elecciones autonómicas y no constituyentes.

Sean las elecciones que sean, ordinarias o constituyentes, todos necesitarán candidatos. Para Palinuro, el candidato dl JxS debiera sr Mas pero, como parece imponerse la idea de que la coalición no concurrirá junta a las elecciones sino que lo harán sus partidos por separado, serán estos los que decidan sus candidaturas y Mas sigue siendo la más natural para el PDeCAT, una vez que PUigdemont ha dicho ya que no se presentará. ç

Las razones pueden leerse en la versión castellana del artículo:

La candidatura de Mas

Hace un año, si Mas no se retira, no hubiera habido gobierno de JxS. Inútil pensar en una situación contrafáctica. Hubo gobierno de JxS y la hoja de ruta independentista echó a andar porque Mas retiró su candidatura. Se puede opinar lo que se quiera, las intenciones de la gente son libres, pero no es fácil encontrar un ejemplo más claro de cómo alguien pone los intereses de su causa por delante de los suyos personales.

A partir de aquel momento, el nacionalismo español no pudo seguir atribuyendo el independentismo catalán a una obcecación de Mas. El independentismo no era un proyecto individual o de un grupo de amigos, sino un movimiento social de amplio apoyo y suficiente flexibilidad institucional. Al mismo tiempo, Mas ganaba mucha autoridad moral por su gesto, que redobló luego con su actitud de colaboración con el gobierno de la Generalitat, sin ninguna pretensión de tutela. Puigdemont ha sido y es presidente de la Generalitat en pleno uso de sus competencias y según su criterio.

El mismo Puigdemont que, al hacerse cargo de la Presidencia, especificó que lo hacía con conciencia de la excepcionalidad y la provisionalidad de su mandato. Consistía este en llevar a Cataluña de la postautonomía a la preindependencia . Y tenía además el límite de la hoja de ruta, un año y medio, hasta septiembre de 2017. Hasta el referéndum. A partir de ahí, la sociedad deberá actuar de acuerdo con la decisión mayoritaria.

En el supuesto del “sí”, que recientes encuestas dan por probable, se dibujan elecciones constituyentes y para ellas los partidos necesitan candidatos. Causando baja Puigdemont, el candidato natural de su partido es Mas, sin perjuicio, naturalmente de que se presenten otros. Lo es por varias razones.

En primer lugar, su derecho personal, incuestionable. Es muy fácil de entender que se presente a liderar un proceso que el contribuyó a poner en pie decisivamente y es lógico que quiera recuperar una faena para la que está capacitado y solo factores externos y no enteramente racionales interrumpieron.

En segundo lugar por razones de justicia conmutativa. El independentismo tal como se encuentra ahora ha sobrevivido gracias al sacrificio de Mas. Es justo reconocérselo y premiárselo. Reconocérselo reconociendo su derecho a presentarse. Votarlo luego es otra cuestión.

En tercer lugar, Mas representa un capital nacional capaz de atraer un voto de clases medias y medias altas, tan necesarias estratégicamente para el proceso independentista como las más populares que representan sus socios, los partidos de izquierda. El común valor republicano que comparte con estos facilita notablemente las cosas, de forma que los factores nación y república pesan más momentáneamente que el estrictamente social. Tiempo habrá de dirimir este una vez que Cataluña pueda tomar libremente sus decisiones. Invertir los tiempos, condicionar la independencia a reclamaciones sociales, seguramente muy justa pero de parte, no es un acierto estratégico. Ni siquiera táctico.

En cuarto lugar, sin duda la candidatura de Mas reavivará los rescoldos de la intransigencia de la CUP, empeñada hace un año en enviar a Mas a la poubelle de l’histoire. La acusación representar una política antipopular, represiva y de recortes y, quizá, también, negligente con la corrupción. Es legítimo que en unas nuevas elecciones que se quieren constituyentes (aunque los unionistas las traten de ordinarias) puedan substanciarse o no estas acusaciones y los electores tengan todos oportunidad de pronunciarse por sí mismos y no lo hagan solo sus representantes. El próximo 6 de febrero Mas, al igual que Ortega y Rigau, comparecerán ante un tribunal español (el TSJC es un tribunal español) bajo graves acusaciones por haber puesto en marcha la consulta del 9N.

Si, al final, Mas no puede ser candidato, que sea por un pronunciamiento de parte de la justicia española, un instrumento más de represión, no por consideraciones de oportunidad política de cortos vuelos.

Al final, no es casualidad que la represión española alcance por igual a militantes y miembros de la CUP que a los del PDeCAT. Y por los mismos motivos: por desobedecer.


dimarts, 10 de gener del 2017

Derrota en la victoria

Los preparativos para el congreso de Vistalegre II son muy movidos, más por las discrepancias doctrinales que por las meras dificultades logísticas. El enfrentamiento larvado hace tiempo, ocultado, negado, criticado, rechazado, lamentado, aflora inevitablemente. La advertencia de que las discrepancias se resuelvan discretamente y los trapos sucios se laven en casa resulta sencillamente absurda al tratarse de personas que se pasan el día en los medios, a donde van porque tienen cosas que contar e interesan a la audiencia y son precisamente esos "trapos sucios" y no los ditirambos a la sabiduría de la dirección.

Aunque esos mismos medios, por mor del oficio, tienden a personificar las teorías, las doctrinas, los conceptos abstractos y por eso hablan de "errejonistas" y "pablistas", nadie cree que se trate de un conflicto personal. Aunque un inevitable deje de personalismo y narcisismo siempre queda. Es llamativo, por ejemplo, que la tercera corriente articulada e identificada en Podemos, los anticapitalistas, no tengan personificación reconocible. Nadie habla de los "urbanistas" o los "rodriguistas", a pesar de que estos anticapis parecen tener las ideas más claras que sus socios y son muy conscientes de sus semejanzas y desemejanzas.

Si se lee un magnífico artículo publicado por Iolanda Mármol en El Periódico, titulado Iglesias y Errejón, las diez diferencias se verán estas claramente expuestas. Parecen ser solamente tácticas pero son también estratégicas. Quien las lea verá reproducirse la vieja confrontación de la izquierda europea desde el primer tercio del siglo XX. Dos monólogos (solo en un par de ocasiones diálogos) adversos. Uno radical, otro moderado; uno revolucionario, otro reformista; uno de tradición comunista, otro socialista o socialdemócrata. En el siglo XX y lo que llevamos del XXI, la versión radical no ha triunfado prácticamente nunca en Europa y los triunfos de la segunda se han visto frecuentemente desnaturalizados por su proclividad a la derecha.

El debate es ese: estar más en la tradición radical o en la reformista. La tendencia a ir a buscar luz en experiencias pasadas, por ejemplo, la constitución del partido bolchevique, cuyo imaginario ronda muchas cabezas de Podemos, no sirve de nada, salvo para cerrar filas en un espíritu elitista vergonzante. Hoy las circunstancias son radicalmente nuevas. España es una realidad de una extremada complejidad. El discurso de clase tiene un auditorio muy reducido. La vindicación obrerista cala con dificultad hasta entre los obreros. La idea -de raíz leninista- de que la política parlamentaria es una pérdida de tiempo obtiene su fuerza de que se exponga precisamente en el Parlamento. Los lemas de la calle solo se escuchan en el legislativo si alguien los lleva allí.

Y no solamente el discurso social precisa una urgente recomposición en términos más realistas y mejor articulados, también la necesita el discurso nacional. En los últimos años se ha abierto una crisis en la izquierda en torno al nacionalismo y la nación. La "nación" y la "patria" de los primeros momentos, inspirados en lo "nacional popular" gramsciano con toques populistas latinoamericanos, no funcionan. La propuesta sustitutoria del Estado "plurinacional", abre más interrogantes. Por ejemplo, ¿hasta dónde llegan los derechos de estas naciones? A declararse Estados independientes?

Añádase la referencia al sistema político imperante, que ha cosechado todo tipo de apelativos, "casta", "régimen", etc. En realidad, para ser desapasionados y realistas, es la tercera restauración borbónica que pretendió copiar los usos de la canovista, con la alternancia de dos partidos dinásticos formando el también muy criticado "bipartidismo" actual. Este sistema presenta un predominio de una derecha neofranquista que controla casi todas las instancias del Estado. A su vera, su contraparte, el PSOE parece estar hundiéndose en una crisis de muy mala pinta producto de sus errores pasados en tiempos de Zapatero, agravados con la etapa de colaboración vergonzante de Rubalcaba y de sus luchas intestinas por volver a configurarlo como un partido de gobierno.

En el caso de que los partidarios de la "unidad" en Podemos, esto es, los radicales con el discurso de clase y la confrontación ganasen el congreso, es posible que obtuvieran una proporción del voto algo superior a la que tienen, pero también pueden perderlo. Sin duda la debilidad del PSOE carga de razón a quienes desde Podemos piensan que ahora sí se conseguirá el sorpasso que no se dio el 26J. Puede ser, depende de muchos imponderables. No solo de la ferocidad de los ataques. También puede ser que siga sin haber sorpasso y la izquierda continúe en una situación de subalternidad. La cuestión es que esa sería la situación aunque hubiera sorpasso porque no daría para formar gobierno.

Por supuesto, son especulaciones. También los debates internos de Podemos lo son. Se repetirá que el debate es sobre cuestiones de enjundia y de doctrina. No es verdad. No lo es, sobre todo, por parte del sector radical en el que la teoría, siempre imprescindible para saber a dónde se va, ha sido sustituida por enunciados sentimentales y frases revolucionarias. Pero, aun admitiendo que estos exabruptos sean propuestas conceptuales, en los medios, que es en donde se expresa Podemos (hasta el punto de que tiene los suyos propios) se pedirán las aclaraciones pertinentes y ahí conviene tener un discurso convincente porque, innecesario decirlo, la política es comunicación y el que gana la comunicación, gana la partida.

Si el congreso lo ganan los reformistas (y ya sé que el término no hace justicia a la radicalidad de sus convicciones, pero habrá que emplearlo mientras no se proponga otro) quiere decir que habrá perdido la opción de la "unidad". Desde el punto de vista de la comunicación, eso tiene mucha importancia, sobre todo si a esa derrota de la "unidad" doctrinal sigue una fractura real de la organización.

Si el sector radical impone la "unidad", y todas las corrientes y organizaciones se fusionan ¿a quién afectará? No tengo claro cómo responderán los anticapitalistas. En cuanto a IU (hoy socia de Podemos en Unidos Podemos) y al PCE (dentro de IU y, por tanto, dentro de Podemos), ¿se fusionan o no? Tanto si lo hacen como si no lo hacen, habrá tumulto. Y en ese tumulto será interesante ver cómo responde Podemos a la acusación que le harán sus rivales en las elecciones de que, en el fondo, se trata de los comunistas de siempre con nuevas hopalandas.

O sea, para entendernos, seguirá gobernando la derecha. Esta derecha. A pesar de la corrupción, de la incompetencia, del autoritarismo, de la gestión antipopular de la crisis y la falta de diálogo con Cataluña. Con razón no se presenta en el próximo congreso del PP moción alguna para limitar temporalmente los cargos. Rajoy intentará estar doce años. O más. 

Lo único que puede hacer saltar lo previsto por los aires es Cataluña.

dilluns, 9 de gener del 2017

El referéndum pactado y el unicornio

El asunto del referéndum catalán tiene a todo el mundo en ascuas por muy diferentes motivos. En el caso de Podemos, como puede verse de las muy interesantes declaraciones de su diputado, Rafa Mayoral la convicción es firme: debe haber un referéndum y debe ser pactado. La idea del referéndum pactado no es precisamente original. Podemos la comparte con el bloque de Junts pel Sí; la comparte con Carles Puigdemont. La diferencia arranca a la hora de decir qué se piensa hacer si el Estado se niega a pactar referéndum alguno. Los independentistas dicen que, si no hay pacto, harán un referéndum unilateral (RUI). Podemos sostiene que eso no toca, que las consultas de "participación popular" están muy bien, pero carecen de eficacia. Como diría Rajoy, "no tienen efectos jurídicos". La alternativa que, por supuesto no se formula con claridad, es esperar. ¿A qué? A que el Estado haga suya la opinión del Tribunal Constitucional de que es posible un referéndum pactado.

Sin embargo, esto no es necesario. La posibilidad de un referéndum pactado está en la Constitución y su legislación de desarrollo. Basta con querer hacerlo. Lo explica mucho mejor que yo Francisco Javier Torices Pino en un artículo titulado ¿Es legal un referéndum en Cataluña sobre Catalunya? Basta con tener la voluntad política de hacerlo. Esa falta de voluntad política es la que se oculta detrás de la permanente afirmación de Rajoy de que la ley no permite el referéndum. Y lo mismo sucede con el PSOE y C's, con los tres partidos dinásticos. El "no" al referéndum es ampliamente mayoritario en el Congreso y así seguirá siéndolo. Hay más posibilidades de encontrar un unicornio por las Vistillas que de conseguir un referéndum pactado en Cataluña. Insistir en él equivale a pedir a los catalanes que se olviden de las veleidades referendarias, lo cual es inquietante cuando uno reconoce que más del 80 por ciento de aquellos quiere el referéndum, con independencia del resultado. Exigir un referéndum pactado a quien no tiene la menor intención de aceptarlo equivale a renunciar a él.

¿Es eso lo que se pretende? Evidentemente, no. Pero ¿cómo salir del paso? Aprovechando un oportuno deus ex machina en forma de En Comú Podem que es y no es Podemos pero sí definitivamente catalán, bajo inspiración de Ada Colau y función ejecutiva de Xavier Domènech. Mayoral, Podemos español, partidario del Estado plurinacional, en las cuestiones de estrategia catalana se remite a lo que En Comú Podem determine. Este es un asunto que incide en la viabilidad interna de Podemos como organización española. Su presencia en Cataluña está sometida a las mismas tensiones que lo estuvo la pareja PCE/PSUC y lo está la PSOE/PSC, pero con un agravante: que, para evitar la acusación de sucursalismo, Podemos tiene una presencia secundaria en En Comú Podem, en donde la alcaldesa Ada Colau, aclara que ella no es de Podemos y que en En Comú Podem hay gente con todas las orientaciones. Podemos es parte no decisiva de un conglomerado mayor y ha de aceptar la posición que en todo momento tenga su alter ego catalán, lo cual dice mucho de su genuina convicción plurinacional, pero arroja la sombra de la duda sobre su viabilidad como fuerza política estatal.

Y ¿cuál es aquella posición ahora mismo? Que, si no hay referéndum pactado, no debe procederse a un RUI, sino a unas elecciones anticipadas en Cataluña. Podemos hace suya la propuesta porque evita los dos riesgos opuestos: la confrontación de un RUI y la espera interminable a que aparezca el unicornio. Suena razonable. Una posición intermedia, siempre con buena prensa. Pero si se piensa un poco más, no está tan clara. ¿Por qué se propugnan elecciones anticipadas (implícitamente viene a decirse para septiembre, fecha del referéndum previsto) si la estabilidad parlamentaria en Cataluña, en principio, está garantizada? Porque hay una sensación general de que se vive en una situación única, decisiva, tanto si se hace el referéndum como si no se hace. En estas circunstancias, habiendo llegado hasta aquí, la opción de no hacerlo no está abierta a la Generalitat que seguirá adelante convocando un RUI. Y el Estado no parece dejarse a sí mismo más opción que impedirlo. La petición de elecciones que irían acompañadas, claro, de la renuncia al RUI, tienen la función de hurtar el cuerpo al conflicto, evitar la confrontación, con la esperanza de que según sea el resultado electoral, quepa cambiar de negociadores en la parte catalana. Es tentador y refinadamente claudicante, para no perder mucha cara, pero no basta para que el independentismo desista de su hoja de ruta.

La cuestión reside en averiguar hasta dónde están dispuestas a llegar ambas partes, Estado y Generalitat, la una para realizar el referéndum y la otra para impedirlo.

Es una cuestión abierta. Y quedan meses.

diumenge, 8 de gener del 2017

El pilar del reino

La inamovilidad es el núcleo de la propaganda del PP. Justo lo que espera la gente : continuidad, solidez, certidumbres. Y lo que más odia: lo imprevisible, la incertidumbre. Nosotros seremos corruptos, incompetentes y franquistas, pero somos seguros y previsibles, como siempre dice Rajoy, a quien suelen acusar sus críticos de dontancredismo. Ese congreso se prevé de aclamación al líder que ha conseguido de nuevo el gobierno con la complicidad de una oposición a la que tiene a su merced.

Los detentadores del poder en el PSOE, la junta gestora y su líder en la sombra, Díaz, se esfuerzan por elaborar otro relato: el PSOE facilitó el gobierno de la derecha por sentido de Estado pero ahora hace una oposición rigurosa, aunque constructiva, desde luego. Quedan días para comprobar esta interpretación; los que faltan hasta la votación de los presupuestos. Hasta ahora, la imagen que el PSOE ha ofrecido es la de la complicidad con el gobierno (y, en lo referente a Cataluña, absoluta coincidencia). No está descartado que los gestores socialistas cumplan su reiterada palabra y voten contra los presupuestos. Pero, a la vista de su ejecutoria, es harto dudoso. Y sobre todo lo es porque el gobierno está en posición de amenazar con la convocatoria de elecciones anticipadas, algo que los demás partidos estatales, PSOE, Podemos y C's saben que no pueden permitirse. Si por ese temor el PSOE cede en los presupuestos (con algunas concesiones para salvar la cara) ya quedará meridianamente claro que el relato de la junta gestora de la oposición eficaz es una fábula. El PSOE vendió su posible progenitura por un plato de lentejas y ahora no tiene primogenitura ni lentejas.

El congreso del PP será de aclamación para dar esa imagen de firmeza y unidad que se considera tranquilizadora frente al electorado. En realidad es el punto de partida para unas posibles elecciones que pueden darse en cualquier momento. Y esto es aun si cabe más amargo para el PSOE porque es posible que, aun haciendo todas las concesiones imaginables, no pueda evitar esa temible convocatoria de elecciones. Piénsese que esta también podría venir motivada en cualquier momento por un giro insospechado en la maraña procesal en que está involucrada una gran cantidad de cargos y ex-cargos del PP. No es descabellado pensar que Rajoy sea llamado a declarar en alguna sesión de la Gürtel, los sobresueldos, los mil y un dislates que se han cometido y que decida disolver y convocar, en cumplimiento de la acrisolada doctrina del PP de que las urnas exoneran todo tipo de culpabilidades, como sostenía Camps. Claro que tratándose de Don Tancredo, no es seguro que una aventura procesal de ese calibre tuviera tales consecuencias.

Los del PSOE andan también dando vueltas a su congreso, pero para retrasarlo cuanto puedan porque, ignorantes de su posición política real, lo único que les interesa es colocar en la secretaría general a Susana Díaz. Las bases lo quieren para abril; los golpistas, para junio. La verdad, es indiferente. Ni en abril ni en junio va a conseguir Díaz lavar su imagen. El recurso a un golpe de mano, una conspiración palaciega con elementos de traición y venganza, una defenestración injusta, una sobrecarga de ambición personal ilimitada y una evidente falta de categoría producen una impresión devastadora de cualquier aspiración. Y eso no se olvida en tres ni en cinco meses. 

El camino del PSOE hacia la autoinmolación parece imparable. A saber si no lo aniquilan unas elecciones anticipadas. La cuestión está en si pierde sus votos a favor de Podemos y C's, como vaticina un reportaje de Público que es parte interesada en aquello de lo que informa o si esos votos se quedan en donde están, se van a la abstención o a algún otro partido de izquierda que pueda formarse de aquí a las elecciones. Los dos principales, PSOE y Podemos sufren tensiones internas de importancia y nadie puede descartar en absoluto sendas escisiones. Palinuro defiende siempre una posible alianza entre socialdemócratas del PSOE y de Podemos. Sería una oferta muy atractiva para mucha gente de la izquierda. Lo malo es que, para hacerla real habría que contar con los partidarios de Sánchez y los de Errejón y ya estaríamos frente al problema tradicional de la izquierda, el que la mantiene en situación de subalternidad: los personalismos. 

Mucha gente se hace cruces de por qué hay siete millones de españoles y más que votan a la derecha, a esta derecha. Casi nadie se responde que sea por lo que sea, esos votantes piensan que no tienen nada mejor que votar. No digo más.