dimecres, 18 de maig del 2016

Los franquistas explicando la Constitución

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado La Didàctica de l'unionisme. En dos días, los dos partidos dinásticos del nacionalismo español, PP y PSOE, han dado pasos para acercarse a lo que llaman "la cuestión catalana" que no es otra cosa que la "cuestión española" y la incapacidad de los nacionalistas españoles de ver lo que está pasando. El gobierno (en realidad, el PP) ha formado una task force, compuesta por dos mujeres para explicar su punto de vista (o sea, el del PP) sobre el independentismo catalán en las cancillerías extranjeras. Una de las mujeres es una diplomática con experiencia y una carrera anodina; la otra responde al sonoro nombre de Cristina Ysasi-Ysasmendi Pemán, es asesora directa de Rajoy en La Moncloa y nieta de un militar golpista del 36 y de un vate reaccionario y fascista. Y ella, una franquista convencida. Que esta gente mande una franquista al extranjero a explicar la Constitución a la que unos franquistas se opusieron mientras otros franquistas la redactaban, dice todo sobre la transición y sobre las neuronas de esta banda de corruptos que hay en el gobierno central.

Por otro lado, el PSOE ha delegado en Margarita Robles, reciente incorporación, la tarea de formular algo con sentido para Cataluña que no sean las habituales tarascada españolistas de Sánchez. Y, en efecto, Robles se esmera... en liar las cosas demostrando que no solo no entiende nada sino que cree que puede quedarse con el personal. Promete una reforma de la Constitución que sabe que no podrá hacer y, al amparo de esa no-reforma, un referéndum en Cataluña, pero sin explicar su alcance. El tercer partido, Podemos, que suspira por ser también dinástico promete igualmente un "referéndum pactado con el Estado". O sea, nada. ¿Cuál habrá de ser la actitud de los indepenentistas?

Traigo la versión castellana del artículo por si alguien siente curiosidad.

La didáctica del unionismo

A trancas y barrancas, a regañadientes, porque no les queda otro remedio, los dos partidos dinásticos, PP y PSOE y el que aspira a serlo, Podemos, empiezan a percatarse de que lo de Cataluña va en serio y que el independentismo no se frena. Por eso han decidido moverse. Quieren demostrar que ellos también tienen ideas y que la iniciativa política no es monopolio de estos insufribles catalanes. Cada uno en su inimitable estilo por supuesto.

Reconfortado con el homenaje a Rajoy de una alcaldesa del PP en Toledo, que ha proyectado una imagen de Franco y otra de Himmler sobre las torres de un castillo, el gobierno ha movido ficha. Con ese mismo recio espíritu imperial, envía a una franquista a explicar la Constitución española. La señora Cristina Ysasi-Ysasmendi Pemán, nieta de un militar golpista y un insoportable vate fascista, tiene la misión de contraprogramar la labor exterior de la Generalitat. La pregunta de cómo entenderá la Constitución una franquista tiene fácil respuesta: muy bien. En parte, la redactaron los propios franquistas y la que no lo hicieron, no la aplican, salvo para asfixiar a los catalanes.

Que la mensajera sea una franquista y, probablemente, por ello mismo, una incompetente, es aquí accesorio. Lo increíble es que el gobierno mande funcionarios (como si no bastara con los diplomáticos de carrera destinados en el exterior) a explicar su versión de partido (pues doña Cristina es, antes que nada, una funcionaria del PP) de la Constitución española. Y, así, caiga en la trampa de internacionalizar el conflicto que es precisamente lo que los independentistas quieren. Sin darse cuenta, además, de que los auditorios, por regla general, hacen más caso a las visiones críticas de los problemas que a las oficialistas. A fuer de franquistas, unos verdaderos negados.

A su vez, el PSOE ha sacado a su reciente reincorporación, Margarita Robles que, por haber vivido y trabajado en Cataluña, tiene una sensibilidad mayor y quizá sea capaz de enderezar las barbaridades imperiales del muy madrileño Pedro Sánchez. Como jurista experimentada también se supone que sabrá hilar fino y hacer digerible la posición unionista a ultranza del PSOE. Propone Robles reformar primero la Constitución en un sentido federal y hacer luego un referéndum

Oculta Robles –pues no creo que lo ignore- que es imposible que pueda hacerse esa reforma constitucional con las mayorías que hay y seguramente habrá en las cámaras. Sigue ocultando Robles cuál sería el contenido de ese referéndum catalán, si de autodeterminación o sobre otro estatuto. De esta forma su posición es menos cuartelaria que la del PP; incluso menos que la del secretario general del PSOE, pero sigue siendo lastimosamente alejada de la situación actual en Cataluña.

Por último, los llamados “emergentes” de Podemos, esto es, los aspirantes a dinásticos españoles en sustitución del PSOE, vienen a decir lo mismo que Robles: referéndum pactado con el Estado. De momento, dicen con Robles, según la legalidad vigente, no puede hacerse, pero dejad que cambien las cosas, que nosotros pintemos algo y ya veréis cómo lo hacemos. Vuelve a ser tan falso como el discurso de Robles por dos razones: 1ª) no es verdad que la legalidad vigente impida el referéndum. La legalidad vigente no impide nada. Lo que lo impide es la voluntad política contraria del gobierno y de la oposición. 2ª) no hace falta esperar a más elecciones. Si de verdad Robles y Podemos apoyan un referéndum en Cataluña, que lo reclamen ya.

Una vez más, los unionistas no parecen entender el fondo de la cuestión. Este es que ni los indepes catalanes ni nadie en su sano juicio en estas circunstancias, admitiría una situación en la que Cataluña, sus derechos y libertades, sigan estando al albur de que otra mayoría absoluta parlamentaria vuelva a llevar al gobierno central a una banda de corruptos empeñados en hacer que Cataluña involucione. Decididos a someterla y seguir esquilmándola como hacen con el resto de los territorios del Estado.

La transición fue muchas cosas, según quien hable de ella, pero algo sí parecía claro: se trataba de liquidar el franquismo. Ese franquismo que ha renacido más oscurantista, centralista y corrupto que nunca en 2011. Ahora ya no es tiempo de más reformas cosméticas. Es tiempo de que esa posibilidad no pueda volver a darse.

Los unionistas españoles harían bien en entender de una vez que el problema no está en Cataluña, sino en España; que el problema no lo tienen los catalanes, sino los españoles que, mientras no sean capaces de acabar con este cadáver insepulto, no saldrán del agujero.
Y la cosa es bien sencilla. Se empieza por reivindicar la República, cosa que hacen los indepes catalanes pero que ninguno de los tres partidos españoles mencionados se atreve siquiera a insinuar.

dimarts, 17 de maig del 2016

Los nuevos compañeros de viaje

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Hubo un tiempo en que el comunismo tenía prestigio: en los años treinta (ascenso del fascismo), hasta el ignominioso pacto nazi-soviético de 1939 y luego, al final de la segunda guerra mundial y en los primeros años de la postguerra, hasta que se conocieron los crímenes de Stalin y llegó la desestalinización. En aquellos años, los comunistas no ocultaban sus siglas sino que se envanecían de ellas y agrupaban en torno suyo gentes que no lo eran, pero se sentían atraídas por el prestigio revolucionario y, sin entrar en el partido comunista, cumplían sus encargos y estaban más o menos encuadradas en organizaciones manipuladas por ellos. Prestaban un gran servicio porque propagaban los puntos de vista comunistas sin serlo ellas mismas. Eran lo que se llamaba los compañeros de viaje.

Posteriormente, ya en plena guerra fría, estando clara la naturaleza dictatorial e inhumana de la Unión Soviética y países satélites en los que aquella intervenía por la fuerza cuando quería (Berlín, Polonia, Hungría), el comunismo perdió el prestigio acumulado. Ya no había "organizaciones de masas" ni quedaban "compañeros de viaje". Ahora, los que le hacían el juego eran llamados tontos útiles. De esos había muchos, pero menos de lo que la ambición comunista de poder quería.

Finalmente, con el desprestigio general del comunismo en los años 70 y en los 80, con el triunfo de la socialdemocracia -con la que mantiene un forcejeo histórico-, aquel entró en profunda crisis que se agudizaría con el hundimiento de las tiranías comunistas en todo el mundo. Quiso salir de la crisis haciendo un mero cambio de nombre con el que trataba, como ha hecho siempre, de eliminar a la socialdemocracia a los efectos de ponerse en su lugar, vieja táctica estalinista que al exseminarista georgiano le salía bien a base de asesinar, pero a sus secuaces, no. Estos comunistas vergonzantes pasaron a llamarse "eurocomunistas" para enviar un mensaje falso a la opinión pública (ingenio propio de Carrillo) de que el comunismo se había hecho reformista, democrático, se había civilizado. Los camaradas vivían horas bajas, pero se las prometían felices con la añagaza en la que se embarcaron los partidos comunistas de España, Italia y Francia.

Pero no funcionó. La gente no se dejó engañar. Fue entonces cuando los comunistas decidieron camuflarse. El hundimiento de la URSS los había hecho polvo y más polvo aun porque ninguno de ellos fue capaz de dar una explicación comunista o, por lo menos marxista, del hundimiento de la URSS. Y así siguen. Pero sí comprendieron que, si querían sobrevivir, tenían que ocultarse y engañar.

Mucho había llovido desde los años treinta, pero el comunismo sigue en lo suyo: mintiendo. En 1986, el iluminado Anguita fundó Izquierda Unida, otra organización pantalla de nuevo llena de compañeros de viaje y de tontos útiles. Solo que ahora los tontos iban a resultar inútiles. Creyeron que con esta artimaña de ocultar sus siglas, pero poner en marcha una farsa, por fin, derrotarían a la fementida socialdemocracia del PSOE. Tampoco. A IU se le veía el comunismo por los entresijos. Y Anguita tuvo que marcharse a su casa, a rumiar su fracaso y su revancha.

Y, entonces, al rebufo de la crisis, del 15 de mayo, y de lo que se veía como ineluctable decadencia del PSOE por sus propios errores, surgió Podemos. Lo hizo a la par con la Syriza griega y dio una sacudida al sistema español de partidos haciendo concebir la esperanza de que, por fin, aparecería una tercera vía de verdad en la izquierda, entre el anquilosado comunismo y la socialdemocracia aburguesada y neoliberal. Muchos creímos -y creemos- que esto es posible y hasta colaboramos con ello. Pero, al poco tiempo, a los primeros tropezones y tras las primeras crisis de IU y sus tránsfugas, ya se empezó a ver que si esa había sido la intención de los jefes en un primer momento (que ahora más bien parece que no y que engañaron desde el origen de la aventura), había dejado de serlo. Lo que ahora se cocinaba era un nuevo intento de organización "de masas" (todas esas pavadas de Anguita y los anguitillas de las "mayorías cívicas" es puro leninismo de aprendices), un nuevo engaño, una nueva farsa a partir del núcleo de IU. Hubo algunos titubeos pero, con el decepcionante resultado de las elecciones del 20 de diciembre y el suculento millón de votos que seguía atesorando IU, los últimos escrúpulos se fueron por la borda y se selló el pacto con IU y Anguita. La pamema de las conversaciones para formar gobierno después del 20 de diciembre fue otra trola y a ver si se podía culpar al PSOE de ls elecciones.

Porque, como siempre en los comunistas españoles, la muralla por abatir no es la derecha ni el PP. Es el PSOE.

Si alguien lo duda, que escuche el discurso de Anguita en el vídeo del post. Es palmario y claro como el agua clara: revancha. Escúchenlo hablar de su militancia en IU, pero ocultar la del PCE. Escúchenlo reconocer que "la diplomacia" mandaba que siguiera oculto, de gran trujimán de esta operación. Que no se supiera, que se siguiera engañando a la gente. Pero, al final, su ego inconmensurable (solo similar al de Iglesias) y su infinita vanidad lo arrancaron del sillón y lo llevaron a irrumpir en el acto de Podemos, interrumpiendo en seco, por cierto, un alegato de Pablo Echenique sobre feminismo y feminización. ¿Casualidad? Estos no dejan nada a la causalidad ni al azar. Todo lo miden, como el comediante de Diderot. ¿Feminismo? Ya hay bastante feminismo en el título de Unidos Podemos. Y escúchenlo, por último, hacer sus cálculos: cree que ahora o nunca, en el nuevo 77, se va a ganar al PSOE; pero el subconsciente lo traiciona y pone su victoria a cuatro o cinco años. Es decir: ganaremos dentro de cuatro o cinco años; mientras tanto, cuatro años más de PP. ¿Queda claro?

Una última consideración. Se quejan los de Podemos de que ahora todo sea hablar de comunismo, como si eso fuera una maniobra innoble, un golpe bajo o juego sucio. Aquí el único juego sucio consiste en aliarse con el Partido Comunista de España en secreto, oculto y pretender seguir estafando a la gente y que no se hable de lo que hay. El juego sucio y el engaño es que, cuando el periodista oficial de Podemos, Ferreras, en la cadena oficial de Podemos, la Sexta, pregunta a Anguita qué le parece el anticomunismo de Esperanza Aguirre, el comunista cordobés diga que no merece la pena hablar de ello, pero siga ocultando su condición de miembro del Partido Comunista de España, un partido que no se presenta con su nombre a las elecciones, pero quiere que lo voten bajo otras siglas ocultando su condición.

Por último, tengo algunos amigos, gente de izquierda sincera y genuina, que se escandalizan de que se esté cayendo en una campaña de "anticomunismo visceral". Sí eso es lo que dicen los comunistas, que no merecen respuesta. A mis amigos, una sola consideración: en una sociedad democrática asiste a la gente el derecho a ser anticomunista (o antifascista) como opción política, sin que la declaren trastornada, histérica, visceral o desequilibrada. Gracias a los dioses, esto todavía no es la Unión Soviética, paraíso comunista en donde los disidentes con suerte acababan en psiquiátricos.

La conferencia de Mataró



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Gracias a los desvelos y la pericia de Oriol de Mataró, ya está en Youtube la conferencia del otro día en Mataró. La entidad que me invitaba era Ómnium Cultural y el tema que me habían pedido, una reflexión sobre la democracia participativa en Europa hoy. Era un ciclo dedicado a la construcción de la República Catalana, pero yo no estaba seguro de si lo que se esperaba de mí era un tratamiento académico o algo más informal. Al final me decidí por una mezcla. No podía soslayar el aspecto académico porque el título era muy sugestivo, incide en una cuestión controvertida y, al final, la cabra tira siempre al monte. Pero, al mismo tiempo, trataría de acercarlo a la situación actual en España y en Cataluña y, al final es lo que hice. Me puse un poco pesado con las cuestiones teóricas y conceptuales y, luego, enfoqué ya la cuestión candente de la actualidad. Digo esto para que, si alguien quiere mirarlo, pero no dar una repaso a las categorías de la democracia, la representación, el sufragio, etc., puede avanzar en el vídeo y llegar al último tercio, más o menos, en que se tratan esas cuestiones.

El fascista Facu Díaz

Acabo de ser objeto de un intento de insulto de Facu Díaz, ese que va de progre en las filas de IU y ahora Unidos Podemos. Como le parece que vomito "basura anticomunista" en twitter, me ataca con el dibujo que ilustra el post con las intenciones que son evidentes.

Convienen algunos matices, para que se sepa qué gente es esta de IU y Podemos y lo que nos aguarda si consiguen algo de poder.

1) Según este tipo, y muchos como él, no se puede ser anticomunista. Suelen decir que se trata de anticomunismo "visceral". No sé qué será el comunismo para esta gente (no lo saben ni ellos) pero está claro que, en su juicio, el anticomunismo no es una opción política sino una especie de enfermedad. Mira por donde, ya están aquí los sucesores del psiquiatra fascista Vallejo Nájera, para quien el comunismo era una enfermedad. Para estos, es el anticomunismo. Lo que es igual es el fascismo del "razonamiento".

2) En cuanto al intento de insulto, su base fascista es obvia. Nuestra sociedad prohíbe toda discriminación por razón de sexo, raza, color, etc. Ninguno de estos progres cursis osará maltratar o intentar reírse de alguien porque sea de color o discapacitado, o de una minoría sexual. Pero se lanzan a degüello con los viejos y los mayores en general. Eso aún no tiene la censura social que merece y estos salvajes creen que pueden desahogarse. Sin embargo, la discriminación es la misma porque se trata de insultar a alguien por algo de lo que no es responsable, como es su edad.

3) Además de fascista, el amigo es un estúpido por dos razones: a) Anguita, a quien él venera, es viejo. b) A él también le tocará.

NB: según parece, este tipo no es de Podemos, sino de IU. Como trabaja en el BOE de Podemos, Público, lo tomé por uno de ellos. No merece la pena rectificar del todo, dado que no hay diferencias entre Podemos e IU que ya se han unido. Basta con un leve retoque.

dilluns, 16 de maig del 2016

El franquismo sigue

Esa comisión de la memoria histórica que ha nombrado el Ayuntamiento de Madrid con la misión de expurgar la arquitectura capitalina de homenajes y recuerdos  a los golpistas del 36 es un buen ejemplo de las contradicciones, ambigüedades y vergüenzas de la España de hoy. Es una comisión moderada, equidistante, levantada sobre el consenso. Un consenso que la izquierda busca siempre afanosamente, mientras la derecha, afín a los golpistas, solo lo acepta cuando no tiene otro remedio. Nunca pondría en marcha una comisión así un ayuntamiento del PP. Y, en efecto, no lo hizo. Esa es la gran desigualdad en lo referente a la memoria histórica.

Los herederos ideológicos y biológicos de aquellos golpistas están en todas partes, en puestos políticos, ministerios, cargos de designación, gobiernos de todos los niveles, dando órdenes y boicoteando todo intento ajustar cuentas con el pasado y hacer justicia a las víctimas. A los cuarenta años de la muerte del dictador, en cuya honra funciona una Fundación Nacional Francisco Franco que se mantiene con dineros públicos. No condenan la dictadura, obstaculizan la acción de los tribunales y aceptan a regañadientes estas comisiones y siempre que se hagan por consenso. Y la izquierda timorata cede por miedo a la reacción que puedan tener los descendientes de aquellos energúmenos, que trajeron a España la paz de los cementerios y se pasaron luego 40 años inscribiendo sus hazañas en piedra para que quede memoria. Y queda. Y no quieren que se borre porque, aparte de que desaparecerían sus recuerdos personales y de familia, se perderían sus efectos amedrentadores. Pues  que tal o cual calle lleve el nombre de un militar criminal no solo reconforta a sus sucesores sino que sirve de advertencia y recuerdo de qué sucede cuando la gente se arroga derechos inadmisibles como la libertad y la seguridad.

Están en el gobierno. Los casos de García Margallo y Morenés son los más evidentes, pero todos los ministros son franquistas. El presidente del Consejo de Estado, Romay Beccaria es un ejemplo típico de carrera política hecha en el franquismo.  Y franquistas hay en todos los escalones del PP, ese partido fundado por un ministro de Franco que los jueces consideran hoy una presunta asociación de malhechores. Están en todas partes, incluso más o menos ocultos: franquistas y de extrema derecha resultan ser los animadores de la Societat Civil Catalana, una asociación que lucha contra el independentismo catalán aparentando ser lo que no es. Son los descendientes de la clase político-militar franquista. Han heredado el país, que sus antecesores se ganaron por derecho de conquista, expolio y terror. Lo creen suyo. Y en buen parte, lo es.

Por eso el gobierno en funciones nombra a una funcionaria, nieta de franquistas de postín, Cristina de Ysasi-Ysasmendi y Pemán, junto a una diplomática para que, a modo de una task-force, vayan por el mundo laudando el orden constitucional español. Su función es neutralizar el relato que la Generalitat hace en el extranjero. Que el gobierno recurra a una descendiente de franquistas (uno militar y el otro un vate del régimen al que los tribunales permiten llamar fascista), muestra el respeto que tiene por el orden constitucional que dice defender. 

Así pues, el franquismo desembocó pacíficamente en este orden constitucional y a los franquistas corresponde explicar sus merecimientos, según los franquistas del gobierno. 

Y, mientras tanto, la izquierda sigue buscando el consenso que, en efecto, como se ve hoy mismo, los otros solo aceptan si no tienen otro remedio. 

El vídeo de la conferencia de Zaragoza

Ya está disponible el vídeo con las intervenciones en la conferencia organizada por Diplocat y la Universidad de Zaragoza hace un par de semanas, sobre el tema El derecho a decidir: ¿idea fuerza o eufemismo? Son dos y se accede a ellos pinchando aquí, que es la web de Diplocat. No están en You Tube, con lo cual no puedo incrustarlos en el blog de Palinuro. Tampoco puedo hacer un enlace directo desde las imágenes porque el enlace aparece cuestionado por inseguro y vaya usted a saber qué pueda pasar. Así que allá va con el link en el texto, que también es buena cosa, aunque un poco pedestre.

El primer vídeo recoge las intervenciones de los representantes de las entidades organizadoras: Eva Sáenz (profesora de Derecho constitucional de la Uni de Zaragoza), José Tudela (Secretario general de la fundación Manuel Giménez Abad) y Elisabet Moragas (jefa de proyectos senior de Diplocat). El segundo, las de los invitados: Antonio Arroyo, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid; Ramón Cotarelo, catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la UNED; Teresa Freixes, Catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona; y Josep Maria Vilajosana, Catedrático de Filosofía del Derecho y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra. También recoge las intervenciones que se produjeron en el animado coloquio que siguió a las intervenciones. (N.B.: estaba equivocado. El vídeo se acaba con las intervenciones de los participantes y no recoge el coloquio posterior)

diumenge, 15 de maig del 2016

El pasado presente

La maldita, la traidora, la cobarde, la miserable transición vuelve una y otra vez en los discursos de la izquierda, como un recuerdo constante. Un pasado del que unos reniegan y otros se avergüenzan, está siempre presente en los momentos decisivos como un modelo. ¿Explicación? Ninguna. Simple oportunismo. Ni la transición fue un fracaso, traición o rendición ni fue un triunfo o un modelo. Esos términos, aplicados a un hecho histórico, con su carga valorativa, carecen de sentido. Aplicados a las luchas políticas del presente, en cambio, tienen todo. Se trata de instrumentalizar una visión de la transición y la memoria para justificar una posición política actual, para dar mayor empaque y dimensión "histórica" a un giro táctico en uno u otro sentido.

Pedro Sánchez reivindicó ayer la figura de Adolfo Suárez para apuntalar su actual apuesta por el centro, ahora que el PP en la extrema derecha y Unidos Podemos pegados al comunismo le ofrecen en bandeja la oportunidad de hacerlo. Da algo de grima ver a un dirigente de la izquierda reivindicar la figura de un político franquista, falangista para más señas, un hombre del régimen de Franco. Carente de todo principio -típico producto de la carrera política del personal franquista- Suárez se prestó a hacer lo que el Rey le dijera. Era un hombre flexible. Se le encargó desmantelar una dictadura sin romper la legalidad y erigir sobre sus ruinas una democracia más o menos aparente, más o menos homologable con las del entorno. Y eso es lo que hizo. Para realizar el encargo, montó un partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), juntando para ello grupos políticos procedentes de múltiples lugares, liberales, democristianos, socialdemócratas, etc y jugando con la idea del centro, término que goza del máximo prestigio en los electorados occidentales en los que la inmensa mayoría se sitúa voluntariamente en ese lugar en las escalas de autoubicación ideológica. Da grima, digo, ver a Sánchez reivindicando la figura de Suárez, pero se entiende muy bien: tampoco él tiene muchos principios y los que tiene no parecen demasiado firmes. De lo que se trata es de aprovechar la oportunidad que la polarización del sistema de partidos ofrece: entre los neofranquistas y los comunistas, se dibuja un nuevo centro y, para darle verosimilitud, se instrumentaliza la figura de Suárez. No debiera hacerle falta si Sánchez supiera argumentar su posición de forma más convincente, pero no es el caso. Por eso habrá más Suárez en las elecciones, sobre todo cuando Rivera se dé cuenta de que están intentado robarle su campaña de imagen a medio camino en lo iconográfico entre Primo de Rivera y Suárez.

A su vez, en un mitin de ayer, entre abrazos, sollozos y emoción, Anguita le dijo a su discípulo Iglesias ¡Este es el año 77, Pablo! Tal cual. Ello da idea del sentido de la nueva política, la innovación y la visión de futuro de Podemos: ir para atrás, hacia el momento del inicio otra vez, al año 1977, cuando la mayoría de los afiliados a Podemos no había nacido.

Modernidad y progreso en la propuesta. Ya solo falta que Anguita y los anguitillas echen también mano de aquella teoría (por llamarla de algún modo) de "las dos orillas", en una los comunistas y en la otra, la derecha, cuerpo bicéfalo con una cabeza del PP y otra del PSOE. La necedad de la teoría se echa de ver en que, en realidad, las "dos orillas", lo que suscitaba en la cabeza de las audiencias era el efecto contrario: las dos orillas y en el centro, caudaloso y apacible, como el Don de la novela, el PSOE. Es difícil ser más negado.

Hubo un tiempo en que Podemos permitió abrigar la esperanza de constitución de una izquierda independiente de la socialdemocracia repantingada y el comunismo momificado. Pero ese tiempo pasó. La pavorosa falta de capacidad teórica de los anguitillas no daba pie a la elaboración de una doctrina de este carácter, Así que, por incompetencia teórica y urgencias por alcanzar el poder al precio que sea, Iglesias se he echado llorando en brazos de Julio Anguita, su referente intelectual, el hombre que vive instalado en un huero rencor y un ansia de revancha.

La campaña electoral de los demás, especialmente de C's y el PSOE machacará el factor comunista en la oferta de Podemos. Y, antes de caer en la tentación de acumular otra mentira de estos afirmando que lo de comunistas es una invención, que miren, bajo qué nombre y autoridad, han puesto un proyecto democrático, asambleario que quería ganar desde la base y la renovación. 

Raíces y afectos

Simpática película de Icíar Bollain, una especie de comedia con toques de sentimentalismo. De la historia de un olivo al que desarraigan y el efecto que ello ha producido en su abuelo, según la protagonista, Alma, sale una película ágil, entretenida y muy del momento en el uso de las tecnologías. Empezando por la posibilidad de desarraigar olivos milenarios mediante las excavadoras sin hacerles daño y siguiendo por el original empleo de las tecnologías de la comunicación para desarrollar el relato. La incorporación de las pantallitas de los móviles a la gran pantalla del cine es un acierto y una originalidad de la directora.

La situación de una relación especial entre el abuelo y el nieto es muy socorrida y está muy vista en el cine. Pero lo está precisamente porque tiene mucha fuerza evocadora. Más vista está la situación en la que un chico y una chica se enamoran y sigue apareciendo en casi todas las películas hasta la fecha y seguirá haciéndolo hasta el fin de los tiempos. Es la fuerza que tienen los afectos humanos. En este caso hay elementos singulares al plantearse una relación metafísica entre el árbol y el viejo y permitir la exposición de un personaje femenino protagonista muy logrado. 

El relato se estructura en torno a la peripecia de Alma y su intento de recuperar a su abuelo a base de ir en busca del olivo trasplantado, pero, a su través, se plantea un juicio crítico sobre el tiempo presente, las relaciones familiares y, en especial, las consecuencias de la crisis. Igualmente lo hay sobre las prácticas embusteras de las grandes empresas depredadoras del medio ambiente, cosa que ocultan a base de hacer propaganda sobre su actividad ecológica. Esta denuncia del capitalismo más destructivo,  enhebrada como al desgaire en el cuerpo de otra historia de mayores dimensiones es, sin embargo, tan eficaz como si el objetivo de la película fuera precisamente ese. La denuncia como elemento colateral al relato es un acierto.

dissabte, 14 de maig del 2016

"Unidos Podemos"... ¿quiénes?

El nombre elegido merece glosa. Está a tono con esta moda de evitar toda definición, toda determinación. Se evita concretar. Se emplean términos genéricos de connotación positiva, pero sin especificar: Unión, Progreso y Democracia, Ciudadanos. La palabra "partido" no aparece. Se dicen "movimientos" o, más el hilo del instante, "mareas". Este nombre riza el rizo de lo etéreo Unidos Podemos, dos verbos, ningún sustantivo; pura acción, sin objetivo. Con un lejano recuerdo al viejo dicho de que la unión hace la fuerza. La unión da el poder. Porque poder es el infinitivo de "Podemos". No está mal para una organización de izquierda que le riñe el predominio a otra organización de izquierda con el ánimo de sustituirla. Se trata de una demostración a posteriori de la razón de quienes decían que era Podemos quien no quería la unidad de acción.

Pero hay más en el análisis. La expresión Unidos Podemos plantea de inmediato la pregunta del título: Podemos, ¿quiénes? La respuesta lleva a una exégesis curiosa. El nombre elegido suscita tres observaciones.

En primer lugar, que se trata de una alianza de comunistas del PCE y/o a través de IU con diversas formas de neocomunistas. Garzón es militante del PCE, pero no quiere que salgan sus siglas. Las prefiere secretas. Militar en un partido pero no decirlo abiertamente en las elecciones y ocultarlo, ¿no debiera de ser causa para dejar de militar? ¿O se quiere ocultar con el fin de manipular, presentándose con algún disfraz?

En segundo lugar también se esfuma hasta la condición de izquierda. Según parece ello se debe a la intención de acentuar la transversalidad. Esto debe de ser lo que queda de la vieja idea de Kirchheimer de los "partidos atrapalotodo": lo "atrapalotodo". Lo de "partido", fuera. Movimiento, marea, pero no de izquierdas; la transversalidad no lo permite. Luego, Pablo Iglesias dice en las entrevistas en los medios que él personalmente, es de izquierdas. De nuevo, ¿por qué ocultarlo? Pues para engañar. Si hay alguna otra razón para ocultar lo que se dice que se es, sería bueno conocerla. Mientras tanto, pedir el voto para algo que oculta lo que se es, es un engaño.

En tercer lugar se invisibiliza simbólicamente a las mujeres. No tuvieron el valor de poner Unidas Podemos. Probablemente ni se les pasó por la cabeza. Simplemente, reproducen el patriarcado. Se han dado cuenta (tarde) y tratan de resolverlo clamando en las redes "todos y todas", sin percatarse de que precisamente esa corrección subraya lo inadecuado del título. Además, cada minuto que pasa sin que se reforme el Unidos Podemos más se deslegitima el espíritu feminista que la organización dice llevar en el fondo de su corazón. Eso ya no se puede resolver salvo reconociendo que se ha metido la gamba y sacándola tan airosamente como se pueda

Si yo fuera del PSOE estaría bailando sobre un solo pie. El PP por un lado y la alianza comunista por el otro le han dado la campaña hecha: al centro a toda máquina, entre el inmovilismo neofranquista y el taimado comunismo de Podemos. El PSOE se sitúa así en el "justo medio", esa posición que tanto gusta a la gente que ve en ella sensatez y equilibrio. Solo debe cuidarse de subrayar de vez en cuando que jamás pactará con el PP, aunque se desaten los elementos. Y señalar también con frecuencia su firme propósito de no entenderse en nada con Podemos. Aquí, aparte del discurso anticomunista que la unión de Podemos con IU le ha puesto en bandeja se añaden sus trémolos en defensa de la unidad de la Patria y en contra del derecho a decidir de los catalanes, actitud que, se supone, coincide con la opinión general. 

Luchas de papel

En la Imprenta Municipal de Madrid, en la castiza calle de la Concepción Jerónima, hay una exposición muy interesante sobre los medios de que disponían los antifranquistas para oponerse a la Dictadura durante los cuarenta años que esta duró. Para comunicarse entre sí y en el interior de sus respectivas organizaciones, para informar, para difundir consignas o llamamientos entre la población. Es un paseo muy interesante por un tiempo pasado oscuro, clandestino. Hay varios tipos de productos impresos, muchos de los cuales se producían en la veintena o treintena (no me he quedado con la cantidad) de imprentas clandestinas que hubo en Madrid entre 1940 y 1976, disimuladas, en trastiendas, en habitaciones con dobles tabiques y entradas falsas. Imprentas además manuales, muy simples, las vietnamitas y ciclostiles. De esos lugares, u otros más milagrosos, salieron los miles de octavillas y panfletos que se tiraron en las universidades o en los barrios obreros en los años sesenta y setenta.

También salieron las publicaciones periódicas de los partidos, El socialista, Mundo Obrero y otras. Eran impresiones de baja calidad y sobre papel casi biblia, para que ocuparan menos espacio. El mismo criterio para textos teóricos que se difundían con las cubiertas de otro de contenido más binenquisto por la censura del Régimen o de carácter anodino. Se muestra un ensayo de Dolores Iabrruri encuadernado como un libro de recetas de cocina. Libros de literatura, ejercicios espirituales, servían para hacer circular textos de agitación de todo tipo. Esto de las cubiertas falsas, servía también para libros de cierta envergadura. Así se nutrían las lecturas de los presos políticos durante sus largas condenas. Salario, precio y ganancia, de Carlos Marx podía entrar disfrazado como una biografía de San Ignacio de Loyola, igualmente algún texto de Bertrand Russel o un informe sobre cómo fabricar explosivos. .

Las máquinas utilizadas y los aparejos que se empleaban para falsificar documentación tienen mucho interés. Pueden verse dos pasaportes falsos de Santiago Carrillo y Dolores Ibarruri con nombres supuestos, perfectamente contrahechos. Esto lleva a la consideración de que, aunque la exposición reúne materiales de muy diversas procedencias, la parte mayoritaria es comunista. El PCE fue el partido más claramente implicado en la oposición al régimen de Franco, en buena medida su protagonista. Ello suscitó la esperanza de que también fuera el protagonista en la transición y, al no serlo y verse muy rebasado por el socialismo, se produjo una reacción de rechazo y también resignación.

Puede verse una amplia colección de libros de editoriales, generalmente latinoamericanas, pero también francesas y la rusa, que abastecían a un público lector en los circuitos de la oposición. Algunos titulos circularon durante años y tuvieron frecuentes reediciones, El mito de la cruzada de Franco, de H. R. Southworth, E l laberinto español, de Gerald Brennan, El reñidero español, de Fraz Borkenau,  todos ellos de Ruedo Ibérico, la editorial que montó y animó José Martínez durante todos aquellos años en París, o La historia de España, de Pierre Vilar. Estos y muchos otros demuestran que la oposición antifranquista había organizado una especie de red de literatura e información clandestina.

A esta especie de biblioteca de la resistencia empiezan a sumarse poco a poco libros, novelas, ensayos, escritos y publicados dentro de España en editoriales comerciales normales que sólo tenían que sortear la censura, especialmente la que se mantuvo a partir de la nueva Ley de Prensa de Fraga Iribarne, entonces (1966), ministro de Información de la Dictadura y posteriormente fundador del PP. Una vida que resume el sentido de la transición. Resulta ejemplar que uno de esos libros fuera Estado de derecho y sociedad democrática, de Elías Díaz, en la editorial Cuadermos para el diálogo, fundada por el exministro franquista Ruis Giménez, que se había pasado a la oposición democristiana más o menos tolerada. En aquellos años, siempre que alguien hablaba de "diálogo" en vez de andar a palizas y tiros, era de la oposición. Estos, antiguos franquistas, reconvertidos en demócratas durante la dictadura, como Ridruejo, Tovar, etc., eran los "arrepentidos" y también dejaron huellaLibros que habíamos leído una generación entera: La geografía del hambre, Teoría de la revolución y La demagogia de los hechos, Tiempo de silencio, El Jarama, La crisis española del sigloXX, La juventud europea y otros ensayos, Nuestros primeros veinticinco años,  etc.

Un lugar de honor corresponde a la canción de Raimon Al vent. Hay algunas fotos de la impresionante asistencia al recital de Raimon en la Facultad de Políticas y Económicas y está también reproducido el texto en catalán con traducción de Gabriel Celaya. "Al vent/la cara al vent/el cor al vent/les mans al vent/ els ulls al vent/al vent del món" era como el canto del instante y traducía el espíritu colectivo que después fijó en el plano individual aquella otra genialidad de Joan Manuel Serrat, "Ara que tinc vint anys". Dos cantantes catalanohablantes habían conseguido enardecer a la juventud española. Cómo han cambiado los tiempos.

Se pasa asimismo un vídeo con exposiciones en primera persona de gentes que vivieron aquellos años y narran sus experiencias de los recursos empleados por mantener viva la llama de la resistencia contra la Dictadura. Hablan sobre todo miembros de la Asociación de expresos de la Dictadura, como Marcos Ana o Víctor Díaz Cardiel, predominantemente comunistas, aunque también de otras tendencias. Por ejemplo, se recoge el testimonio de Óscar Alzaga, por entonces de la oposición democristiana. La experiencias que cuentan, con el distanciamiento de los años, emocionan.

divendres, 13 de maig del 2016

Dimensiones de la corrupción

Alguna explicación tiene que tener el hecho de que hasta en un pueblo tan resignado a la idea de que los políticos son todos un puñado de sinvergüenzas y ladrones, la preocupación con la corrupción haya subido de un índice del 20 al 50 en los cuatro años de mandato del PP, según los barómetros del CIS. Es decir, así como el desgobierno del sobresueldos ha resultado ser una máquina de producción de independentistas en Cataluña, también lo es de difusión de la corrupción. De todo tipo de corrupción y en todos los ámbitos. 

La más evidente y generalizada se da en el ámbito político, tanto en el legislativo como en los diversos órdenes de gobierno central, autónomico y local. Pero no se limita a eso. También alcanza el ámbito judicial, en el que se dan casos escandalosos y en otros órdenes, como en el religoso. En realidad, el gobierno de Rajoy ha tenido un efecto demoledor sobre todas las instituciones del Estado, las ha deslegitimado y ha dejado el país en un estado calamitoso que no parece tener remedio a corto plazo y ya veremos si a medio. Ha destruido el entramado moral de la sociedad en su conjunto y la ha convertido en una patio de logreros y granujas en el que cada cual va a aprovecharse de la que pueda a costa del bien común. Y el primero de todo, el sobresueldos,  que tiene a su padre en La Moncloa siendo atendido clandestinamente en su condición de dependiente con cargo a los fondos públicos

El caso del diputado pepero Martínez Pujalte, uno de esos bravos que solía arremeter vociferante contra la oposición al estilo Hernando, es uno de un abanico de representantes y cargos públicos del PP dedicados no a gobernar sino a enriquecerse cuanto antes. Junto a Martínez Pujalte, el diputado también pepero Gomez de la Serna, que hacía caja aparentemente ilegal también ha causado baja en partido. Como ha tenido que causarla el embajador en la India, el pepero Gustavo de Arístegui por cobrar cantidades a las empresas concesionaras o el embajador en el Reino Unido, el igualmente pepero Federico Trillo, un personaje cómico, estilo bravo de José Zorrilla que tiene la embajada manga por hombro y también cobraba cuando era diputado sumas considerables por "asesoría oral" (es decir, por colocar chismes) a una empresa que luego contrataba con la administración pública en la que el tal Trillo tenía sus influencias.

En realidad, toda la administración pública del régimen general que gestiona el PP es un hervidero de actividades delictivas, malversadoras, corruptas y tráfico de influencias, cuando no de blanqueo de capitales, como parece ser el caso de Valencia durante la alcaldía de ese inenarrable personaje de prodigiosa zafiedad que es Rita Barberá, blindada por su partido en el Senado para que los jueces no puedan echarle mano. Es un ejemplo de lo que el PP llama "colaborar con la justicia". Cuando no es un concejal de urbanismo, es un  consejero de obras públicas o cualquier cargo que tenga contactos con contrataciones públicas.

Toda la administración pública del PP está repleta de corrupción. Tanta que cabe parafrasear la célebre obra de Larra con un "Vuelva usted mañana, que lo tendremos todo expoliado". Pero así es. En estos últimos años se han conocido casos que claman al cielo, como en el de cuanto tenga directa o indirectamente que ver con adjudicaciones, contratas, calificaciones, recalificaciones o cualquier trámite en que esta colección de granujas pueda meter la mano. No hay concurso o licitación en los que no medie una mordida o comisión a algún sinvergüenza del PP en un puesto decisivo. Es el caso del ex-consejero Granados de la Comunidad de Madrid que cobraba cifras fabulosas por autorizar colegios, según la señora Aguirre, sin su conocimiento. Ni falta que hacía pues toda la política de la señora Aguirre de liberalización y privatizaciones de la educación, la sanidad y los servicios públicos no es otra cosa que corrupción revestida de ideología. 

Lo curioso es que, en este ambiente asfixiante de corrupción total, como rasgo de la gestión, la oposición no se haya hecho notar. Se trata de un fenómeno característico. La oposición socialista no ha sido capaz de obligar al gobierno a rendir cuentas. La corrupción de los EREs de Andalucía, tan institucional como la del PP en donde este gobierna, la ha deslegitimado  para cumplir su tarea de vigilancia y control. No puede alzar la voz porque se la acallan señalándole un nivel de corrupción que nada tiene que envidiar al del PP. Habrá que ver si los nuevos partidos enderezan la situación que, como se ve, está alimentada por las mayorías absolutas como las del PP o los gobiernos sempiternos como el PSOE en Andalucía. 

En realidad, esta generalización de la corrupción en la sociedad responde a una peculiar relación ejemplar que une a los poderes públicos con la sociedad. Si todos los estamentos sociales ven que puede ser presidente del gobierno una persona que estuvo cobrando sobresueldos de procedencia dudosa durante veinte años y no le pasa nada, un personaje que envía un SMS de apoyo a un presunto delincuente y no dimite sino que, para pasmo general, dice ponerse a la cabeza de la lucha contra la corrupción, de la que habla como si le fuera ajena, la sociedad piensa que aquí puede robarse a mansalva.

Y actúa en consecuencia

Hollywood sobre Hollywood

Dadas mis opiniones políticas y mis gustos literarios y artísticos en general, una película del Hollywood liberal sobre el caso de Dalton Trumbo y los diez de Hollywood tenía que gustarme. Y me gustó. ¿Cómo no iba a gustarme una peli que pone verdes a los macartistas, al Comité de Actividades Antiamericanas (que, por cierto, no eran lo mismo, aunque mucha gente crea que sí), la caza de brujas, la histeria anticomunista de los Estados Unidos durante la guerra fría y el siniestro episodio que aquí se relata? Me gustó, claro que me gustó, y hasta me emocionó. Crecí leyendo las novelas de Alvah Bessie, de Howard Fast y de Dashiel Hammett entre otros y el teatro de su mujer, Lilian Hellman y admirando la obra de Dalton Trumbo; vi varias veces Espartaco y siempre me sentí cómplice de Charlot, Jules Dassin, Joseph Losey y otros represaliados por el anticomunismo gringo de aquellos años. 

Tenía que gustarme y me gustó una película de esas que llaman biopics, sobre la vida de Dalton Trumbo, el más conocido, más significado y más genial de los llamados "diez de Hollywood", los diez primeros nombres de guionistas y otras gentes de Hollywood, acusadas de pertenecer al Partido Comunista de los Estados Unidos en 1947, al comienzo de la guerra fría. Es histórico que los diez se negaron a declarar invocando la primera enmienda de la Constitución de los EEUU. Como estaba previsto, todos fueron condenados por desacato al tribunal. Su cálculo era apelar al Tribunal Supremo sabiendo que este casaría la sentencia porque tenía una mayoría de magistrados "liberales" (esto es, de izquierda), pero el cálculo falló cuando uno de estos falleció. Por tanto, cumplieron la sentencia y no solo la sentencia. A su salida de la cárcel en aquel clima paranoico de caza de brujas, se encontraron todos sometidos a persecución laboral, excluidos de trabajar para productores de Hollywood merced a la lista negra. Tuvieron que dejar sus empleos, sus familias, en ocasiones trabajar clandestinamente. Trumbo escribió el guión de Vacaciones en Roma, el exitazo de 1953 dirigido por William Wyler, con Audrey Hepburn y Gregory Peck que tuvo tres óscars. Uno de ellos al mejor guión, pero no pudo recogerlo porque este lo había firmado su amigo McLellan Hunter ya que él no podía firmar con su nombre. 

Esta situación comenzó a cambiar cuando, por fin, Kirk Douglas se atrevió a contratar como guionista a Trumbo con su verdadero nombre en 1960 para rodar Espartaco, otro exitazo con óscars sobre una novela de Howard Fast y quedó definitivamente atrás cuando lo mismo hizo Otto Preminger para el rodaje de Exodus, con la novela de Leon Uris. La lista negra perdió garra, Hoollywood acabó reconociendo el mérito y la lucha de Trumbo y él y sus amigos comunistas quedaron rehabilitados a fines de los años sesenta y primeros de los setenta.

¿Cómo no iba a gustarme una película que denuncia tan sórdida injusticia, aquellos años de censura y persecución y la lucha de unas personas dignas que mantienen esa dignidad cuando los demás claudican o incluso denuncian a sus compañeros, como hicieron Edward G. Robinson o Robert Taylor, quien colaboró con el Comité de Actividades Antiamericanas? ¿Cómo cuando, además, se habla, casi como de una metáfora de otras obras, por ejemplo el  Espartaco de Howard Fast, que simboliza y simbolizará siempre la rebelión contra la injusticia y la tiranía? 

Por supuesto, tenía que gustarme. Y así fue. 

Dicho todo lo cual, vamos ahora a la parte crítica. Trumbo no es una gran obra desde el punto de vista formal; es desigual y, a veces, convencional, con toques melodramáticos. Los actores están muy bien, sobre todo Brian Cranston (Trumbo) y la veterana Helen Mirren que representa a la odiosa Hedda Hopper, la periodista instigadora de la campaña anticomunista, pero, en conjunto, la historia y, sobre todo, el guión, se hacen confusos y pesados. No obstante, sin duda, el film tiene una categoría decente.

El problema más grave está en el planteamiento y en la forma de tratar uno de los más complejos asuntos de la guerra fría, simplificándola como una historia de buenos y malos donde, además, los buenos triunfan al final y este se convierte en un relato edulcorado a mayor gloria de Hollywood como el centro del espíritu crítico de una época. Y, no; no fue así ni tan simple, ni Hollywood quedó tan bien parado.

La historia de Trumbo se concentra en los "diez de Hollywood" y hace bien. Pero el macartismo y la persecución afectó a más de trescientas personas (actores, guionistas, directores, etc), muchos de los cuales hubieron de emigrar cuando los grandes productores les negaron trabajo y bastantes otros fueron a parar a la cárcel, como Dashiel Hammett, quien ya no volvió a escribir hasta su muerte. La historia del macartismo no se resolvió tan felizmente como se insinúa en Trumbo y siguió funcionando hasta la definitiva supresión del Comite del Congreso hacia 1975. Para entonces había habido historias mucho más siniestras que dieron lugar a fuertes polémicas públicas y casos más trágicos, como el que afectó a funcionarios del gobierno federal, como Alger Hiss, preso por comunista bajo la acusación de Whitaker Chambers (otro acusado de comunismo que denunció compañeros para salvarse él mismo) o los esposos Ethel y Julius Rosenberg, él un científico de origen judío, acusados de espionaje a favor de la Unión Soviética, ejecutados en la silla eléctrica en 1953 en medio de una enorme campaña mundial para conseguir su liberación.

Y todavía queda un aspecto aun más complejo desde un punto de vista ético. Por supuesto, la histeria anticomunista en los Estados Unidos a raíz de la guerra fría fue un disparate que llegó a momentos caricaturescos en los años setenta, al final. El Comité era ya algo ridículo, como se encargaron de subrayar los hippies más conocidos, llamados a declarar, Jerry Rubin o Abbie Hofman, que se presentaron disfrazados de tipos pintorescos, como Superman. Pero debe recordarse algo: la persecución a los comunistas y allegados en aquellos años era antidemocrática y violaba las grands tradiciones liberales y constitucionales de los Estados Unidos, sin duda. De hecho, muchos de los acusados, se negaron a declarar invocando no la primera, sino la quinta enmienda de la Constitución, la que reconoce el derecho de la gente a no declarar en contra de sus intereses.

Conviene, sin embargo, recordar algo: la Unión Soviética de aquellos años era un país totalitario y una dictadura del partido comunista en el que era impensable un grado de libertad lejanamente comparable al que había en los Estados Unidos, con o sin macartismo. Ya hubieran querido los ciudadanos soviéticos tener los derechos que tenían los de los EEUU. Y, sin embargo, gracias a la inmensa capacidad de manipulación y propaganda de los comunistas, el mundo ha vivido y sigue viviendo en la memoria aquellos años como un período negro y vergonzoso en la historia los States. Cierto que lo fueron. Pero ¿qué decir de la Unión Soviética de esa misma época, en donde se organizaban las campañas de propaganda en contra de norteamérica mediante los partidos comunistas legales en todos los países capitalistas y que actuaban en realidad como quintas columnas soviéticas?  Esa perspectiva está ausente en la película. Trumbo es un comunista idealista, movido por su amor a la humanidad, pero jamás se inquiere qué pensaba de la URSS que había firmado el pacto germánico soviético con los nazis.

Y todavía más: la cuestión de la verdad y la culpabilidad. Hiss negó siempre haber sido miembro del Partido Comunista, pero los estudios posteriores, tras la caída del comunismo en 1991 y la apertura de los archivos soviéticos a la investigación demuestran que sí lo fue y que trabajaba para los rusos. Igual que los Rosenberg. Según parece, Ethel era inocente y su ajusticiamiento fue una injusticia. Pero Julius sí era un espía, uno de los que contribuyó a que la URSS se hiciera con la bomba atómica. Esto estará mejor o peor y cada cual dirá lo que quiera, pero cambia radicalmente la imagen de Rosenberg que, de héroe y víctima de la persecución, pasa a ser un delincuente, mejor o peor tratado.

Y es que, si la persecución anticomunista en los países capitalistas en la guerra fría fue generalizada y probablemente injusta en Europa continental porque tuvo un carácter ideológico, en los países anglosajones, singularmente el Reino Unido y los EEUU, tuvo otros rasgos. Por las razones que fueran y no hacen aquí al caso (pero son consistentes) en efecto, la militancia comunista tenía una relación directa con los servicios secretos sovieticos. Los llamados cinco de Cambridge (Philby, MacLean, Burguess, Blunt y Cairncross) eran altos funcionarios británicos de los servicios secretos que, siendo miembros del partido comunista, eran también espías de la URSS. Algunos de ellos están enterrados en Moscú como agentes soviéticos reconocidos. Y algo parecido había pasado en los Estados Unidos, incluso dentro del FBI, en el que, demostrado está, se habían infiltrado espías soviéticos que eran ciudadanos estadounidenses comunistas. De hecho, los británicos agentes rusos formaban un sector aislado hasta del propio Partido Comunista de Gran Bretaña, en relación directa con las autoridades soviéticas. En consecuencia, Sartre hizo bien en ridiculizar la histeria anticomunista en Francia en su famosa obra Nekrasov, pero en el caso del Reino Unido y los Estados Unidos (en donde había mucho que espiar) esa histeria, esa paranoia, tenían una base real.

Es el trasfondo histórico real de la película. Por supuesto no afecta a los méritos de Trumbo, pero su mención es obligada a los efectos de situarla en su debido contexto y de no dejarse llevar por el carácter elemental de una película de buenos y malos en la que al final triunfan los buenos gracias a la fuerza redentora de Hollywood.  

dijous, 12 de maig del 2016

De cabeza al segundo fracaso

La proposición que hacía ayer Palinuro en su post titulado Una propuesta de izquierdas, para la constitución de un gobierno de progreso en España partía de la ingenua suposición de que los líderes de izquierdas se interesaban de verdad por su país y sus conciudadanos y no por sus intereses personales o sus egos narcisistas; más por el bien general que por el propio. Un error. Los líderes de la izquierda -Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en este caso- no se interesan por los asuntos del común ni consideran en serio la posibilidad de aportar soluciones a sus problemas. Ellos, los suyos, sus partidos, sus posibilidades, sus escaños, sus alianzas, sus simpatías y antipatías, sus victorias electorales; eso es lo que les mueve. Tienen el vuelo de la gallina. Nada más. Y carecen de todo crédito. No es solo que sus dichos y sus hechos no tengan altura, ni interés ni, en el fondo, dignidad. Es que responden a cálculos tan miserables y a corto plazo que producen vergüenza.

Estamos ya en la precampaña de estas elecciones a las que nos ha llevado su lamentable incompetencia (disfrazada, como siempre en España de palabras altisonantes y grandes proclamas) y su incapacidad para forjar una unidad operativa de la izquierda y, por lo que se ve, así seguiremos. Los líderes soltando grandes frases en las que hay mucho "histórico", mucha "mano tendida", mucho "principio" y mucha verborrea, y sus seguidores, inasequibles al desaliento, como los de Franco, disculpándolos con las aburridas mentecateces de rigor: que el PSOE no es de izquierda, que Podemos quiere la independencia de Cataluña y que el Pisuerga pasa por Valladolid.

Vendrán las elecciones, volverá a ganar la derecha y tendremos cuatro años más de políticas sociales y económicas dictadas por la patronal más depredadora; cuatro años más de destrozar los servicios públicos, dejarnos sin educación, sin sanidad, sin pensiones, sin nada. Pero estos dirigentes, verdaderos mindundis encantados de haberse conocido, no reconocerán responsabilidad alguna en su fracaso. Como no han reconocido su responsabilidad en el fracaso de las negociaciones tras el 20 de diciembre porque, para estos pigmeos de la política, la derecha debe admitir su responsabilidad cuando la pifia (que es siempre) pero eso no reza con ellos. Ellos nunca son responsables de un fracaso electoral sino que, en todo caso, lo será la otra fuerza de la izquierda o los electores, que son unos vagos que se abstienen o unos estúpidos que votan al partido equivocado. ¿Ellos responsables por no saber gestionar una victoria electoral, por no ganar las elecciones, que es lo único que les importa? En absoluto.

Ayer hubo dos noticias sobre los jefes de las dos grandes fuerzas de la izquierda española que demuestran palmariamente lo que aquí afirmamos: no hay pacto de gobierno de izquierdas porque ninguna de las dos, Podemos/IU y PSOE, lo quieren, porque lo que quieren no es echar a la derecha del gobierno, sino destrozarse la una a la otra. Imponerse como la fuerza hegemónica de campo, aunque el país haya de soportar cuatro años más de un gobierno de ladrones y neofranquistas. Pablo Iglesias concedió una entrevista a Público en la que da rienda suelta a su fondo real más hipócrita, autoritario y narcisista y Pedro Sánchez toma medidas entre autocráticas y ridículas, mostrando una personalidad tan alejada de los intereses de la gente como preocupada por su destino, su puesto, su cargo. Realmente es imposible que estos dos se pongan de acuerdo en nada. Se conocen el uno al otro y ya ni lo intentan. Se limitan a actuar esquinadamente para poder echarle la culpa del fracaso al otro. Nada más.

Iglesias sostiene que su "feeling" con Madina podría haber facilitado la unidad de acción con el PSOE. Esto es, la unidad no depende de su conveniencia o necesidad objetivas ni en ella pintan nada los círculos, asambleas o bases, sino que dependen del "feeling" del líder con el otro.

El "sorpasso" no es ganar al PSOE, sino al PP. Iglesias repite esta mentira siempre que puede por si cala. Pero la adoba en todo momento con críticas más o menos jesuíticas a los socialistas (ya no habla de "cal viva" porque no le interesa) y la desmiente con sus alabanzas continuas a Anguita de quien en definitiva, confiesa que es la obra de la unión Podemos-IU como, por lo demás, va trompeteando por ahí el mismo Anguita. Y si hay alguien en el mundo que ignore que Anguita solo se ha movido y sigue moviéndose por odio al PSOE es que probablemente más que el mundo, está en el limbo. Esta unidad de acción de la izquierda no es para derrotar al PP sino al PSOE; es un pacto en contra del PSOE.

No le preocupa al entrevistado que lo acusen de haberse puesto a la vera de los comunistas más anquilosados. Al contrario, lo interpreta como señal de victoria, pero reconoce que, cuando el PP y C's formulan esta acusación de comunismo están utilizando un lenguaje siniestro. Él mismo lo dice.

Según él, la petición de unidad es un clamor, un tsunami de unas bases convertidas aquí en multitudes aclamatorias al paso del amado líder. O sea, la unidad no viene porque los sondeos estuvieran señalando un desfondamiento de Podemos, coincidente con la muy baja valoración de su líder (de la que nunca habla) y le venía bien el millón de votos de IU, ni con la ruina económica de IU que apenas tiene para pagar las nóminas, sino que son los enfervorizados creyentes en la dotrina del gran jefe las que la imponen. Y a ella espera que se una el PSOE sin dejar por un momento de hacer nada por impedirlo ni propiciarla leal y sinceramente jamás.

Insisto: creo que es el texto más hipócrita y taimado que he leído nunca.

A su vez, Pedro Sánchez ya ni se molesta en disimular que no quiere ni oír hablar de unidad de acción con Podemos. Su actitud es de franca hostilidad a la idea y sus reacciones claramente autoritarias por ver si consigue afianzar su tambaleante figura. Obliga a Ximo Puig a comerse con patatas su pacto con Compromís y Podemos para el Senado y responde con un grosero "no, gracias" a la oferta del partido morado de listas conjuntas al Senado. Si fuera de buena voluntad, no solamente aceptaría esas listas sino que, como en el poker, las "vería" y pondría una acción común PSOE-Podemos-IU para el Congreso. No solamente no lo hace sino que ni siquiera se molesta en explicar por qué niega a Ximo la posibilidad de su lista, a pesar de que es el único que lo ha intentado, virtud de la que él mismo presumía no hace mucho en relación con su pacto con C's: que eran los únicos que lo habían intentado.

A estos modos autocráticos añade Sánchez otra medida de autoridad de risa. Siempre para fortalecer su imagen frente a su propio partido, ha nombrado un gobierno en la sombra compuesto por un puñado de fantasmas del pasado, como Borrell, y una recua de "siseñores" obsequiosos, tipo Patxi López que parecen sacados de un manual del Buen Juanito del siglo XIX. No es un gobierno en serio lo que ha nombrado sino un consejo asesor de pelotas.

Ninguno de los dos, carentes ambos de grandeza y empuje, quiere la unidad de la izquierda. Iglesias jalea a los suyos hablando de un "sorpasso" imaginario al PP del que está convencido que es imposible y el PSOE rechaza ir del brazo con quienes pretenden "fragmentar España" y ahondar una "crisis de convivencia en Cataluña" que se ha inventado Sánchez. Cree que con esto rebañará votos nacionalcatólicos que le permitirá luego pactar con C's como la opción de centro. Si consigue convencer al electorado de que los de C's no son el partido de derecha extrema que parecen sino una derecha civilizada, este cálculo puede ser acertado y hacerles ganar las elecciones a los dos.

Lo que sucede es que, para ello, tendrá que impedir la realización del referéndum a toda costa. Y una victoria basada en una injusticia, nunca será una verdadera victoria.

dimecres, 11 de maig del 2016

Hoy, conferencia de Palinuro en Mataró

Sí señor, en Mataró. El primer punto al que llegó el primer tren que salió de Barcelona en 1848, origen del  ferrocarril peninsular. Hubo uno antes en Cuba, La Habana-Güines, en 1939. En la sede de Ómnium Cultural, carrer d'Argentona, 59, a las 19:30 de mañana, día 11. El tema que me corresponde desarrollar es: Formes de democràcia participativa en els estats ocidentals. Tiene una formulación así como académica y he preparado una pequeña presentación en pwp sobre este asunto de la democracia participativa, que es tema muy debatido en la ciencia política desde que en 1970, Carole Pateman, una teórica política feminista, publicara su libro Participación y teoría democrática. En realidad es un asunto que viene de los debates en tiempos de Rousseau y los siguientes con la cuestión de la libertad entre los antiguos y los modernos, pero con Pateman se puso a la orden del día en las sociedades industriales avanzadas.

Desde entonces ha vuelto a llover mucho y las sociedades industriales avanzadas de entonces son hoy antiguallas que miramos con con cierta condescendencia mientras buscamos un lugar en casa para instalar el teléfono de baquelita que acabamos de comprar en una tienda de antigüedades por un pastón siendo así que hace medio siglo era el epítome del refinamiento futurista. Aquellas sociedades industriales que llamaban "industria" a los altos hornos y las cementeras desparecieron del horizonte, dejaron el paso a sociedades del ocio y el consumo teorizadas por sociólogos consumidores de daiquiris en las playas del Caribe y, luego, por las sociedades tecnológicas, cuyas doctrinas líquidas y postmodernas miraban con ironía los proyectos participativos para dejar paso hoy a las sociedades de la información y la comunicación en las que la acción participativa se ha convertido más en una compulsión que en una devoción.

No obstante, como creo que mis anfitriones esperan que vincule la  participación política con la acción colectiva nacionalista y hasta independentista, trataré de sostener la tesis de que las tendencias participativas se articulan hoy en formas de acción colectiva que llamamos "multitudes inteligentes" (H. Rheingold). Y de situar todo esto en Cataluña, hoy, a través del surgimiento y desarrollo de la República Catalana.

Allí nos veremos.

Una propuesta de izquierdas

El PSOE es el partido que más tiempo ha estado en el gobierno durante la tercera restauración borbónica. Unos veintiún años. En ese lapso ha hecho cosas bien, incluso muy bien y cosas mal, incluso muy mal, desde una perspectiva de izquierdas. Comprimir veintiún años en unas líneas y un juicio sumario es absurdo e injusto. Que ese juicio sea todo él positivo, es de papanatas y tiralevitas; que lo sea todo negativo, de falsarios y envidiosos. En ambos casos, los responsables debieran avergonzarse, pero eso es difícil en este país en el que el halago pero sobre todo el infundio, pasan por sana crítica.

El juicio negativo, absolutamente negativo. es muy frecuente tanto en la derecha, que lo hace por obligación laboral, como en las demás izquierdas que lo hacen por resentimiento. Ambas líneas coinciden en un punto llamativo: el odio al PSOE, que tiene cultivadores por doquier, a fuer de competidores políticos y de españoles, dispuestos siempre a no reconocer a nadie sus méritos. Sobre todo si tiene la desfachatez de poseerlos en justicia.

Ese odio al PSOE procedente de la otra izquierda es tanto más injustificable cuanto que a ella no se le puede acusar de nada dado que jamás ha gobernado ni ostentado responsabilidad alguna, salvo la de largar por la boca. En eso de hablar es muy competente, atacando a su adversario o supuesto adversario y soltando ditirambos sobre sí misma, llamándose "verdadera" y "transformadora" izquierda con la misma justificación con que yo puedo considerarme el Marqués de Carabas.

La deriva del PSOE hacia un partido mayoritariamente conservador, dinástico y neoliberal se inició en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero y alcanzó su culminación con la desastrosa secretaría general de Rubalcaba, cuya actitud de sumisión, cuando no complicidad con todos los desmanes del gobierno de neofranquistas y presuntos malhechores fue vergonzosa. Rubalcaba probó en vivo lo cierto del famoso dicho arreglado por la ironía popular de que el poder corrompe, pero más corrompe no tenerlo. Y esa actitud de servilismo a la derecha más corrupta y autoritaria de este país fue continuada por Pedro Sánchez, alter ego de Rubalcaba. Ninguno de los dos se atrevió a presentar una moción de censura a un gobierno prepotente y antidemocrático que la estaba pidiendo a gritos,  probablemente porque, con la corrupción que el PSOE ha acumulado en Andalucía, no se sentía con fuerza moral para hacerlo.

Ahora bien, ese partido socialista, con sus 137 años de historia es casi una institución en España y conserva una militancia fiel, básicamente de izquierda que no puede confundirse con la orientación monárquica, centralista, en buena medida clerical y neoliberal que se ha apoderado de la organización. Hacerlo es también injusto y estúpido porque divide a la izquierda y no conduce a nada positivo, al menos mientras el PSOE conserve un suelo respetable en intención de voto.

Ahora, después del fracaso de la izquierda en la constitución de un gobierno y cuando se afrontan unas nuevas elecciones que solo una mezcla de oportunismo e ignorancia puede llamar "segunda vuelta", conviene ver en qué circunstancias nos hallamos por si podemos hacer alguna propuesta que ayude a tener un gobierno de izquierdas a partir del 26 de junio. De entrada conviene echar llave a las pendencias sobre los meses de negociaciones, y no buscar culpables. Culpables han -hemos- sido todos. Vayamos ahora a ver si cabe aprovechar la nueva situación y sacar de ella el mayor rendimiento posible cuyo objetivo esencial, primordial y fundamental debe ser echar a la derecha expoliadora, autoritaria, antipopular y anticatalana. 

IU y Podemos sellaron el jueves un acuerdo saludado con alharacas por todo el mundo y criticado por Palinuro (Un pacto para menos que nada) por entender que se trata de un pacto en contra del PSOE y que, en consecuencia solo conseguirá dividir a la izquierda y que siga gobernando esta derecha impresentable. ¿Que no es así? ¿Que la presencia de Anguita en el cartel del pacto no significa que este seguirá por su odio al PSOE y podrá llegarse a algún acuerdo con este? Perfecto: pruébenlo y pruébenlo del único modo posible, esto es, llegando a un acuerdo con el PSOE.

IU y Podemos han incluido en su pacto la realización del referéndum en Cataluña. Eso merece el aplauso de Palinuro. Al mismo tiempo, han propuesto al PSOE listas conjuntas al Senado en donde sea posible para desalojar a la derecha. También algo digno de aplauso y de crítica: si se hace la propuesta para el Senado, ¿por qué no para el Congreso? Ya sé que las listas son diferentes, como lo son los sistemas electorales de ambas cámaras, pero, ¿por qué no buscar una fórmula similar como, por ejemplo, un acuerdo de mínimos entre las dos fuerzas del pacto Podemos-IU y el PSOE de forma que, cuando el elector de izquierda fuera a depositar su voto por uno de los tres partidos supiera que estaba votando un gobierno de izquierdas de Podemos, IU y PSOE? 

Tengo para mí que el resultado electoral de esta oferta sería abrumador y proporcionaría un gobierno de coalicion de izquierdas con mayoría absoluta en las Cortes. 

Queda por averiguar qué puede hacer el PSOE. En primer lugar y sin perder tiempo, mostrar su disposición a este gobierno de coalición de la izquierda, explicando de paso por qué motivo se opone a las listas conjuntas en el Senado. Al margen de si su pacto anterior con C's fue razonable o no, este ya no funciona ni obliga una vez convocadas las elecciones, por lo tanto, está de más. El PSOE tiene absoluta libertad de elección y lo razonable es que elija el pacto de izquierdas.

Este pacto que debe garantizar un gobierno de progreso y cambio cuyo alcance y profundidad se verá tras las elecciones pero que obtendría una mayoría aplastante, solo tiene dos cuestiones previas por resolver para las cuales Palinuro cuenta con dos respuestas, a su vez interrelacionadas, que somete a otras mas razonables:

1ª) ¿Quién preside el gobierno? El partido que tenga un escaño más.

2ª) ¿Qué sucede con el referéndum (que es el verdadero escollo a la formación del gobierno)? Exactamente lo mismo. ¿Podemos-IU favorecen el referéndum y consiguen ser mayoría? Orgánicese la consulta y sin duda los diputados catalanes de ERC y DiL facilitarán la labor con su abstención o voto favorable.  ¿El PSOE, que se opone al referéndum, consigue ser mayoría? No habrá referéndum. Me temo que será inútil advertir a los socialistas de que, aunque se opongan, ese referéndum acabará haciéndose. Pero, por lo menos, habrá un gobierno de izquierdas en España. En cuanto a los catalanes, a los que he aprendido a conocer y valorar, estoy seguro de que tirarán hacia delante, hacia la República Catalana. Y yo con ellos.

De un referéndum a otro

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El famós referèndum apunta algunas consideraciones sobre el referéndum de autodetermiación catalán que quizá no estén fuera de lugar. Desde que se formuló por primera vez la petición de celebrar un referéndum en Cataluña hacia 2012, que cosechó el primer rotundo "no" del gobierno central con el cerrado aplauso de la oposición que en esto de Cataluña se opone poco, por no decir nada, ha corrido agua bajo los puentes. La solicitud de la parte catalana se ha mantenido y se ha formulado de varios modos distintos (referéndum, "consulta no referendaria", "consulta" a secas) pero el "no" ha sido siempre el mismo, a veces más, a veces menos subido de tono, pero siempre el mismo. Las cosas, sin embargo, en Cataluña han ido cambiando: lejos de resignarse a la inacción, los independentistas catalanes han seguido con su plan: hicieron la consulta del 9N, ganaron las elecciones del 27 de septiembre, constituyeron un gobierno (cosa que los españoles han sido incapaces de hacer) y se han marcado una hoja de ruta hacia la independencia, que prevén precedida de un referéndum unilateral de ratificación de su proyecto de Constitución de la República catalana.

Cuando haya gobierno en España, y Parlamento y oposición (todo lo cual está por ver) quizá alguien caiga en la cuenta de que los catalanes están ya en la puerta de salida y con las maletas hechas. Quizá también alguien crea que sea entonces llegado el momento de ofrecer ese referéndum que estuvieron años negando. Y quizá también los independentistas lo rechacen argumentando que ya tienen previsto el suyo, con o sin el beneplácito de las autoridades del Estado. ¿Qué sucederá entonces? Sobre esto versa mi artículo cuya versión castellana es la siguiente:

El famoso referéndum

Con independencia de si se admite o no la existencia del derecho a decidir o el derecho de autodeterminación, es evidente que el referéndum con que se pondría en marcha cabe en la Constitución. Bien se utilice la vía del artículo 92 y lo promueva el gobierno, bien la del 150, 2 y lo promueva la Generalitat por delegación del Estado, el referéndum es posible y hasta constitucional ahora mismo.

Las argucias aducidas acerca del impedimento legal o constitucional son eso, argucias. Lo que falta no son los medios jurídicos para arbitrar la consulta sino la voluntad política de hacerlo. En todas las instancias del poder central, desde el gobierno a las distintas organizaciones de la oposición (aunque no todas) no hay la menor voluntad para realizar un referéndum pactado con el Estado en Cataluña. Y las distintas propuestas de reforma constitucional, con o sin proyección federal, no son más que intentos de asfixiar la cuestión llevándola a un territorio yermo.

¿Y cómo podría propiciarse esa voluntad política? Por dos vías no necesariamente excluyentes que cabe llamar la de la presión y la de la redundancia. La de la presión consiste en acumular fuerzas a escala del Estado para conseguir un cambio en la actitud de las instituciones. La de la redundancia en seguir con la hoja de ruta hasta hacer ver que el dicho referéndum pactado ya no es necesario por haberse dado realidades sobrevenidas que lo hagan innecesario.

La primera vía, la de la presión entra en un compás de espera con las nuevas elecciones en el Estado que tiene tanto de forzoso como de inútil. Forzoso porque, al no haber gobierno hasta que se den los resultados del 26 de junio, no hay interlocutor cuya voluntad política quepa mover en un sentido u otro. Es obligado esperar aunque, por cuanto sabemos, sean escasísimas las esperanzas de que las elecciones articulen una relación de fuerzas en Madrid que den alguna esperanza de referéndum pactado. A esta consideración debe añadirse la alta probabilidad de que tales resultados dejen las cosas en el mismo punto muerto en que se encuentran ahora y, por tanto, prolonguen la situación de desgobierno del conjunto del país. En el límite del absurdo podría este verse obligado a repetir nuevamente las elecciones si los vaticinios sobre la similitud de los resultados se cumple.

La segunda vía, la de la redundancia es mucho más segura, aunque de incierto final, si bien esto es algo que afecta al conjunto del proceso. Las instituciones catalanas, en uso de su plena legitimidad (cosa que el Estado central en funciones apenas digiere) continuarán su camino tanto en la elaboración de políticas públicas como en la legislación. El gobierno central seguirá impugnándolo todo ante el Tribunal Constitucional. Hasta que llegue el momento en que el Consejo para la Transición Nacional presente un proyecto de Constitución de la República Catalana al Parlamento catalán. Y este, mutado en un órgano constituyente al margen de la legalidad española, convoque un referéndum de ratificación del proyecto.

Ese será el momento formal y material de ruptura con el Estado. Hasta ese instante muy probablemente, se producirán roces y fricciones en los órdenes administrativos, a medida que las distintas autoridades catalanas (municipales, provinciales, autonómicas) puedan entrar en conflicto con las centrales. Pero la convocatoria de un referéndum de ratificación de un proyecto de constitución catalana será el elemento que fuerce la voluntad política del Estado para pactar un referéndum (ahora, sin embargo, redundante, pues estará en proceso la convocatoria del catalán propio) o para enfrentarse en abierto conflicto con la Generalitat prohibiendo la realización del referéndum de ratificación y valiéndose para ello, como acostumbra, del Tribunal Constitucional.

Desde el punto de vista formal, la situación será como una repetición de la consulta del 9 de noviembre. Esta vino amparada por la Ley de Consultas del Parlament que el gobierno central recurrió ante el Tribunal Constitucional. A continuación, este órgano prohibió que la Generalitat realizara la consulta de hecho que había propuesto como forma de sortear la prohibición la consulta al amparo de la ley impugnada. La consulta, sin embargo, se realizó en un acto de desobediencia y de incipiente soberanía de la Generalitat.

El gobierno central sostuvo que dadas las circunstancias, la consulta del 9N carecería de efectos jurídicos (si bien la fiscalía instó al procesamiento de Artur Mas y las consejeras Rigau y Ortega), aunque los ha tenido políticos y muy poderosos. La pregunta es qué efectos tendría una convocatoria de referéndum de ratificación constitucional en estas condiciones y qué actitud adoptaría Europa y la comunidad internacional ante un conflicto de estas dimensiones que, de hecho, está ya internacionalizado.

dimarts, 10 de maig del 2016

Mañana, conferencia de Palinuro en Mataró

Sí señor, en Mataró. El primer punto al que llegó el primer tren que salió de Barcelona en 1848, origen del  ferrocarril peninsular. Hubo uno antes en Cuba, La Habana-Güines, en 1939. En la sede de Ómnium Cultural, carrer d'Argentona, 59, a las 19:30 de mañana, día 11. El tema que me corresponde desarrollar es: Formes de democràcia participativa en els estats ocidentals. Tiene una formulación así como académica y he preparado una pequeña presentación en pwp sobre este asunto de la democracia participativa, que es tema muy debatido en la ciencia política desde que en 1970, Carole Pateman, una teórica política feminista, publicara su libro Participación y teoría democrática. En realidad es un asunto que viene de los debates en tiempos de Rousseau y los siguientes con la cuestión de la libertad entre los antiguos y los modernos, pero con Pateman se puso a la orden del día en las sociedades industriales avanzadas.

Desde entonces ha vuelto a llover mucho y las sociedades industriales avanzadas de entonces son hoy antiguallas que miramos con con cierta condescendencia mientras buscamos un lugar en casa para instalar el teléfono de baquelita que acabamos de comprar en una tienda de antigüedades por un pastón siendo así que hace medio siglo era el epítome del refinamiento futurista. Aquellas sociedades industriales que llamaban "industria" a los altos hornos y las cementeras desparecieron del horizonte, dejaron el paso a sociedades del ocio y el consumo teorizadas por sociólogos consumidores de daiquiris en las playas del Caribe y, luego, por las sociedades tecnológicas, cuyas doctrinas líquidas y postmodernas miraban con ironía los proyectos participativos para dejar paso hoy a las sociedades de la información y la comunicación en las que la acción participativa se ha convertido más en una compulsión que en una devoción.

No obstante, como creo que mis anfitriones esperan que vincule la  participación política con la acción colectiva nacionalista y hasta independentista, trataré de sostener la tesis de que las tendencias participativas se articulan hoy en formas de acción colectiva que llamamos "multitudes inteligentes" (H. Rheingold). Y de situar todo esto en Cataluña, hoy, a través del surgimiento y desarrollo de la República Catalana.

Allí nos veremos.