Faltaba el trance del discurso gimoteante a la nación. Lo mismo que hicieron el sátrapa tunecino y el yemení, por ahora. El tunecino está fuera. Al yemení le queda un telediario. La multitud es imparable. Después de haberlo intentado todo, las amenazas, la represión, el sabotaje, los asesinatos a manos de los matones de la policía, el cambio de Gobierno, la promesa de reformas, a Mubarak le faltaba llorar más que cantar la palinodia por la tele, hablando a sus "hijos queridos", suplicando una moratoria hasta septiembre porque piensa hacer en siete meses lo que no ha hecho en treinta años: elecciones limpias.
La alocución del Rais ayer por la noche fue un discurso caótico, titubeante, lacrimógeno del que sólo cabe sacar en limpio que quiere quedarse, que ha traspasado los poderes al primer ministro (con lo que no se entiende para qué quiera quedarse), que se reformará la Constitución en una serie de artículos perfectamente irrelevantes (en realidad, toda la Constitución es irrelevante, dado que el país vive en estado de excepción desde 1981) y que, atención, no se actuará al dictado de poderes extranjeros (o sea, que no se hará caso a las amables invitaciones de los países occidentales a tomar las de Villadiego) en lo que parece un postrer intento de batir tambores de orgullo patriótico.
Es decir, Mubarak, militar de profesión, se pone en manos de los militares con lo que estos no podrán seguir manteniendo la neutralidad y tendrán que optar por una de las dos vías: deponer al tirano o, como diría Brecht, deponer al pueblo. Si son los militares quienes deciden, lo primero puede terminar en un asesinato palaciego, siguiendo costumbres arraigadas en la región; lo segundo, en un baño de sangre. Pero lo que harán los militares será preguntar en la Casa Blanca, de forma que se abre un compás de espera hasta ver qué sucede hoy, día en que está previsto que la revolución islámica en curso prenda en Marruecos, Argelia, Jordania, Yemen...
Los regímenes del llamado "mundo árabe" se hunden a la velocidad a que lo hicieron los comunistas a partir de 1989. La masa en movimiento es la multitud y el catalizador, WikiLeaks, la red.
Pero de todo esto habrá tiempo de hablar en los próximos días en que se vivirá mucho choque y mucha alianza de civilizaciones. De momento hay que prestar atención al sobresalto nacional permanente de la corrupción porque se da una nueva vuelta de tuerca en el interminable caso Gürtel.
Ayer dimitió Juan Siguero, otro alcalde de Boadilla del Monte, a quien el juez también ha imputado en la trama Gürtel. Y dimite, dice, "por no perjudicar al PP". Es lo que en términos exquisitamente jurídicos se llamaría un caso de morro mayestático.
Porque, este Siguero, ¿no ascendió a alcalde del municipio a raíz de la dimisión del anterior, Arturo González Panero, también imputado en la Gürtel? González Panero presidía un consistorio que repartía 2,3 millones de euros entre sus 45 concejales y altos cargos, casi el número de colaboradores de Alí Babá, contando, por cierto, con Siguero. Y cuando éste tomó el relevo, ¿no sabía que también iban a imputarlo? ¿No sabía lo que había hecho? Preguntado de otro modo y para entendernos, ¿para qué quería ser alcalde un hombre que ya tenía que saber al jurar el cargo que iban a imputarlo? La respuesta es obvia: para arreglar los papeles, mover los expedientes, apañar las pruebas, todo ello presuntamente, por supuesto. Pero, presunta o no presuntamente, ese mandato viciado de origen da la medida exacta de la reacción del PP frente a la corrupción de Gürtel: obstaculizar la acción de la justicia, esto es, difamar a la policía, los fiscales y los jueces, enmarañarlo todo, acusar a la prensa independiente de demagogia.
Pero el caso Gürtel sigue creciendo y creciendo, como el cadáver de la obra de Ionesco, Amadeo o cómo salir del paso. E igual que el cadáver acaba expulsando de su casa a Amadeo y Magdalena, la Gürtel acabará expulsando del poder al PP allí donde lo tenga o lo pretenda.
Al final, fue la primera opción: el ejército, debidamente asesorado por los Estados Unidos, ha depuesto a Mubarak. Se abre así la transición en Egipto y se acelera el proceso de hundimiento de las tiranías árabes. Sobre todo esto, igual que sobre la imputación de Camps en la Gurtel hablaremos mañana. (La primera imagen es una foto de 20 Minutos bajo licencia de Creative Commons. La segunda también de 20 Minutos, bajo licencia de Wikimedia Commons).