divendres, 4 de maig del 2007

¿Escocia independiente?

No hace falta decir que muchos ojos europeos están fijos en lo que pase en Escocia en las elecciones municipales que tuvieron lugar ayer en Gran Bretaña y, especialmente, las autonómicas de Escocia y Gales para sus respectivos parlamentos. Y menos falta hace decir que muchos de esos ojos, los que más interés tienen fuera del Reino Unido, son vascos. En efecto, por primera vez desde que se pusieron en marcha las instituciones de autogobierno en Escocia en 1999, los sondeos apuntan a que pueda vencer el Scottish National Party (SNP), aunque no por mayoría absoluta, poniendo fin a la tradicional supremacía laborista en Escocia. De darse tal victoria, el SNP pretende convocar un referéndum de independencia para 2010, dentro de tres añitos de nada.

Se entiende que cunda el interés y hasta cierta indignación entre los nacionalistas vascos: llevan viendo en los últimos años cómo otras naciones europeas emergen (o reemergen) a la luz de la historia: las bálticas, Eslovaquia, recientemente Montenegro y ahora...Escocia. Y la indignación tiene que ser mayúscula cuando se ve que algunos de estos que se salen con la suya son unos recién llegados en comparación con el vetusto PNV. El SNP, sin ir más lejos, se funda en 1934 (en 1928, si tomamos en cuenta su predecesor el National Party of Scotland), que es nada comparado con la centenaria historia del Partido de Sabino Arana.

Es una pena que, con los nuevos arreglos institucionales (votos en circunscripciones uninominales y votos en circunscripciones con listas, para mezclar el sistema matoritario con el proporcional), el recuento ahora tarde tanto. Estoy enchufado a la BBC, pero los resultados llegan con cuentagotas y nadie cree que sean medianemente definitivos antes de las seis de la mañana. O sea, que larga noche. Lo que sí parece saberse (aunque tampoco es cien por cien seguro) a la hora de redactar este post es que la participación está por encima del 60%. En las últimas elecciones estuvo por debajo del 50%. Si eso es así, me temo que los del SNP(Alex Salmond) vuelven a quedarse en la estacada. Parece que quienes están perdiendo votos son Liberales-Demócratas de Nicol Stephen.

Aunque los nacionalistas escoceses consigan ganar estas elecciones, su referéndum previsto no les daría buen resultado pues cerca de dos tercios de los escoceses se oponen a la independencia. No obstante todo ello me interesa señalar aquí dos cosas: la primera es que muchos países (Canadá, Montenegro, Escocia, etc) están dando ejemplo a España de cómo se resuelven estos problemas, esto es, civilizadamente, si ponerse histéricos y mediante un referéndum o los que hagan falta, cuyo resultado habrá que respetar sea el que sea. Al respecto, en mi modesta opinión, el principal obstáculo al referéndum en el País Vasco es la existencia de ETA. Mientras exista esa organización, y durante algunos años después de su desaparición hasta que se restablezca una atmósfera de confianza y seguridad en la sociedad vasca, convocar un referéndum me parecerá no sólo ilegal sino inmoral.

La segunda: Europa es un continente, el viejo continente, caracterizado por un hacer y deshacer permanente en todos los sentidos. Si la comparamos con América, por ejemplo, donde apenas se ha movido una frontera en los últimos 150 años y, por supuesto, ni un solo Estado ha cambiado de forma de gobierno, veremos que el viejo continente es territorio de experimentación. Caen repúblicas, se fundan monarquías, Estados separados se unen, Estados unidos se separan... ¿y qué? No pasa nada. ¿Que el País Vasco se pronuncia por la independencia (que no creo)? Bueno ¿y qué? ¿Por qué no se puede hablar de la posible independencia de vascos, catalanes, etc, sin que se te eche encima una manga de trogloditas hablando de alta traición, lesa Patria y semejantes majaderías?

Las edades de la vida (XX).

Es curioso cómo han venido pareciéndose a lo largo de los siglos las concepciones de las edades de la vida, tanto sus representaciones como las tareas que se les encomendaban...hasta el día de hoy. Me atrevería a decir que vivimos en la época de la humanidad en que por primera vez se ha roto esa especie de sabiduría inmutable.

La ilustración de la izquierda es una miniatura del siglo XIV, de uno de aquellos libros, especie de breviarios, mezcla de santorales, devocionarios, calendarios y vademecum, llamados Très riches heures... y representa la idea medieval sobre las cuatro edades del hombre; el hombre noble, claro es, la vida del villano discurría de forma muy distinta y no se diga la del siervo. En este castillo señorial, a través de cuya ventana vemos un simbólico árbol de la vida se concentran los cuatro momentos típicos de la vida: el niño que juega con un taca-taca, el joven dedicado a la caza con halcón y, probablemente a la poesía trovadoresca, el adulto, en armadura completa y con lanza, entregado a la noble actividad de la guerra y el anciano con su cayado que parece estar despidiéndose. Cada cual sabe el lugar que tiene en la vida y en eso descansa el orden que se pretende inmutable. Pero lo que está claro es que todas las edades están, por así decirlo, fuera del negocio social, son irresponsables, excepto el caballero. El niño, el joven, el anciano son "bocas inútiles"; la resposabilidad social recae sobre el guerrero, como corresponde al ideal de la sociedad "militar" que Spencer postulaba como evolutivamente anterior a la "industrial", que era la suya, la nuestra.

Somos nosotros, los contemporáneos, quienes hemos alterado sensiblemente esa distribución de las funciones sociales por edades, al reconocer mayor importancia social y capacidad de decisión a los jóvenes (algo que han conseguido ellos y nadie les ha concedido) y prolongr al mismo tiempo la actividad social de los ancianos, cosa que también se han ganado ellos. De ahí que también nos neguemos a reconocer las edades de la vida como compartimentos estancos.

En todo caso, por si alguien quiere saber cómo sonaba la música la Edad Media, aquí dejo una pieza escrita en el siglo XII por Ricardo Corazón de León para matar sus ocios en la prisión en que esperaba que lo rescataran y se llama, muy apropiadamente, Ja Nus Hons Pris e interpretada con banjo



dijous, 3 de maig del 2007

Alors, ça bouge! El debate de anoche.

Vi el debate íntegro de la cruz a la fecha. Vaya paliza que dio doña Ségolène a don Nicolas. No le dejó hueso sano. No sé quién ganará las elecciones el domingo, ya veremos qué dicen los sondeos el viernes, pero lo que está claro como el agua es que el debate lo ganó la señora Royal holgadamente. Y no lo digo yo, no crean. Lo vi en Arte TV, que es una cadena franco-alemana, que permitía votar sobre la marcha. En la imagen de la izquierda puede verse cómo iban las votaciones a los, más o menos, 20 minutos de programa, en que Royal había hablado 8'43'' y Sarkozy 11'27''. La línea roja son los votos de los telespectadores por Royal, la azul por Sarkozy. Una diferencia contundente. Compárese con la imagen al final de este post, obtenida minutos antes del fin del programa, cuando los candidatos ya habían hablado durante 140', aproximadamente 70' cada uno. Se verá que el gráfico canta la misma historia: superioridad neta de la señora Royal a lo largo de todo el debate.

Por lo demás, lo mismo reflejan los primeros sondeos, por ejemplo, el que publicaba Le Monde a las 01:15 de la madrugada: Ségolène 52,6%, Nicolas 36,7% con 16.541 votos. Muy comprensible. La candidata demostró más competencia, más iniciativa, más conocimientos y mayor flexibilidad que el hombre de la derecha, que se limitaba a dos vías: a) elaborar un discurso autoritario hecho de disciplina, respeto, autoridad por doquier (¡esa idea de que los alumnos se levanten en clase cuando entre el profesor!) con semblante dulce; y b) tratar de acorralar a la señora Royal, pillándola en algún renuncio. Estuvo a punto de hacerlo al hablar de la energía nuclear (en el gráfico de más abajo es el pequeño remonte que muestra a la altura del minuto 75) pero luego resultó que él tampoco se sabía la lección nuclear, que desconocía el porcentaje de consumo en Francia y confundía las generaciones de prototipos. Los asesores -a los que debería despedir ipso facto- le insistieron en que limara asperezas y eso lo perdió porque un reaccionario autoritario jamás dará buen juego de tolerante, dialogante y comprensivo. Y todo lo que dijo sobre la inmigración, el África, Turquía, Europa, metía miedo. Hablando de Europa creo haberle entendido que propone un impuesto nuevo sobre las importaciones. Este hombre está loco.

A su vez, la señora Royal estuvo precisa y contundente y con propuestas originales. Interrumpía demasiado, para mi gusto, y se mostró a veces dura, despreciativa con el adversario, lo que supongo le va a restar votos centristas. Ganó sin duda en toda la línea en el momento en que el otro metió el patoncio, tratando de hacer demagogia con los discapacitados; ahí doña Ségolène hizo sangre y proporcionó los primeros titulares de prensa.

Me llamó la atención la cantidad de veces que salimos a relucir los españoles y el señor Rodríguez Zapatero como referentes tanto para la una como para el otro. No sé si alguien del PP habrá seguido el debate, pero ya puede ver que los franceses tienen una opinión de España mucho mejor que la que ellos abrigan. Por último, en los tres minutos finales es donde el señor Sarkozy acabó de fastidiarla. Repito que debiera despedir fulminantemente a sus asesores porque el asunto no consiste solamente en ponerse una camisita azul, sino en aprovechar esos tres minutos vitales de declaración programática para dirigirse al electorado, a lxs francesxs. En su lugar, el señor Sarkozy se dirigió a los periodistas Arlette Chabot y Patrick Poivre d'Arvor que, por cierto, lo hicieron muy bien, y a la señora Royal. Al contrario, ésta, en su turno, no perdió ni un segundo, dirigió la mirada a la cámara, se encaró con millones de francesxs y les soltó un discurso vibrante, hablando de la VIª República, de la democracia participativa, de la democracia social, de que es madre de cuatro hijos, y pidiendo el voto de lxs indecisxs.

Un debate estupendo entre la izquierda y la derecha en Francia y, por encima de Francia, en Europa. No sé si el domingo ganará la señora Royal, pero se lo merece de todas todas.

El miedo y la máquina.

Los de Trazando caminos han propuesto como tema del mes el miedo y a mi se me ha ocurrido hacer una pequeña reflexión sobre el miedo y la máquina, tomando pie en una secuencia de 2001, la odisea del espacio, de Kubrick, que es muy impresionante. Quien quiera verla, que pinche en Trazando caminos. Hay otras aportaciones, claro, muy interesantes. De todas formas, habiéndome animado, traigo aquí también un trozo del comienzo del film, "El amanecer de la Humanidad". Miren (y escuchen) lo que se puede hacer cuando se junta el genio de Kubrick y el de Richard Strauss en el comienzo del poema sinfónico Así hablaba Zaratustra.


Las edades de la vida (XIX).

El hombre propone y Dios dispone. No sé si podré mantener la promesa de los veinte posts dedicados a las edades de la vida dada la abundancia de material interesante.

Hay una vertiente de la leyenda en la que el asunto de las edades no es el objeto del relato, sino que, por así decirlo, es la urdimbre de que está hecha una narración distinta, un cuento diferente en el que el paso de las edades de la vida se da por supuesto y no es objeto directo de la atención. Y, sin embargo, tiene una representación plástica abundantísima.

Se trata del mito de Edipo y, en concreto, el episodio del encuentro de Edipo con la esfinge. Se recordará que ésta le plantea una pregunta al futuro Rey de Tebas, la misma que plantea a todos los caminantes que están forzados a pasar por el estrecho desfiladero ante ella y con idénticas condiciones: si la contesta correctamente, pasará; si no, morirá. Y la pregunta reza: "¿Cuál es el animal que primero anda a cuatro patas, luego a dos y por último a tres?" A lo que el sagaz Edipo responde que es el hombre que de niño va a gatas, de maduro en posición bípeda y ya anciano se sirve de un bastón o cayado para ayudarse en su tembloroso caminar. Con esta respuesta correcta (niñez, madurez, ancianidad, las edades de la vida), Edipo continúa su viaje hacia su terrible destino mientras la esfinge se precipita en el vacío.

Ya dije que la leyenda tiene una abundantísima representación. Más arriba vemos un plato griego bastante grande del siglo IV a.d.C., una representación muy elegante del momento en que la esfinge, subida a una columna jónica, plantea el enigma a Edipo, ataviado de peregrino. Pero el motivo ha seguido apareciendo en el arte occidental hasta el día de hoy. A la derecha, la interpretación que hizo Ingres en 1808 y se encuentra en el Museo del Louvre, en París. Vemos al caminante en el momento de descifrar el enigma en una zona de riscos, con el paso angosto que lleva a Tebas y cierra el monstruo. En el suelo, huesos y restos de seres humanos que lo intentaron antes y perecieron. La esfinge, apenas entrevista, acentúa la voluptuosidad de los rasgos femeninos, pero sigue fiel a la imagen clásica: abdomen y patas de león y alas de ave. No entiendo bien la figura del fondo, como no sea la de alguien que se asusta de lo que supone va a pasar.

Lo curioso de esta leyenda y de la figura de Edipo, que es central en muchos campos, incluido el del psicoanálisis, es el batiburrillo que se organiza precisamente con el tema de las edades. El hijo de Yocasta responde con clarividencia: niñez, madurez, ancianidad; pero luego, al seguir su camino y cumplir su destino sin saberlo, las lía todas: tiene cuatro hijos en una relación incestuosa involuntaria con su madre de forma que, como repite horrorizado el coro en la tragedia de Sófocles, es el marido de su madre y el padre de sus hermanos.

El orden natural de las edades de la vida alterado por el ciego designio del destino contra el que nada pueden los seres humanos. Sabedor finalmente Edipo de cómo se cumplió la fatídica profecía que lo hacía asesino de su padre y esposo de su madre, se ciega arrancándose los ojos (un requisito, el de la ceguera, en el mundo mitológico para alcanzar el don de la profecía) y pasa el resto de sus días maldiciendo el día en que nació o en que no le dejaron morir abandonado en el monte. Pero no recuerdo (corríjaseme si me equivoco) que en ningún momento se arrepienta de haber resuelto el enigma de la esfinge.

dimecres, 2 de maig del 2007

El nacionalismo como enfermedad moral.

En un siglo de incertidumbres, inseguridades, ideologías fracasadas y promesas rotas, el nacionalismo emerge como la única doctrina capaz de dar aparentes garantías con un (falso) sentido de la peculiaridad individual. A diferencia del comunista, del fascista, del tradicionalista, del anarquista o de cualquier otro seguidor de un sistema universal, el nacionalista cree que sólo comparte su doctrina con los de su nación, pero que hay muchas naciones en el mundo (que él respeta, por supuesto), cada una distinta de la otra, razón por la cual piensa que no comparte con todas ellas la misma forma de razonar. Pero eso es exactamente lo que hace. Nacionalismos específicos hay muchos, pero el nacionalismo es una doctrina universal que se basa en un par de supuestos elementales que ya aparecen en el Antiguo Testamento: este es el pueblo elegido y esta la tierra prometida.

Yendo más al grano, se identifican hoy en el mundo dos formas de nacionalismo que llamaremos la radical y la moderada. La radical es aquella que supedita el juicio moral del individuo a lo que éste cree que son los intereses de su nación. En nombre del superior interés de la nación (right or wrong, my country), se puede matar porque el fin justifica los medios. La forma moderada identifica el nacionalismo con un particular apego a la patria de cada cual: su paisaje, sus gentes, su lengua o su cultura que se condensa en la increíble proposición de que uno "está orgulloso de ser...español, vasco, francés, escocés, estadounidense", etc, etc, pero sin matar. No me molestaré en refutar la fórmula radical que, entiendo, lo hace por sí sola y dicha refutación se encuentra en el código penal: todo aquel que supedita su juicio moral a una idea política (y la nación es una idea política, puesto que se refiere a la polis) es un delincuente en potencia. Que lo sea en acto es cosa de tiempo.

Es el nacionalismo llamado moderado el que requiere comentario y en concreto ese "estar orgulloso de ser..." que es la más estúpida falacia que quepa imaginar. Yo puedo estar orgulloso de lo que haya conseguido con mi trabajo, mi esfuerzo y mi tesón; pero es absurdo decir que se está orgulloso de lo que uno es por casualidad porque eso equivale a decir que uno está orgulloso de que le haya tocado la lotería. Si me toca un premio me pondré más o menos contento, pero mi orgullo tendrá poco que ver con ello.

Por las razones antedichas, me gusta pensar que no soy nacionalista en el sentido radical ni en el moderado. Y no lo soy de verdad, no como esos nacionalistas españoles que, al enfrentarse a los nacionalistas vascos, catalanes, etc, aseguran que no son nacionalistas, cuando es obvio que, si no lo fueran, carecería de sentido que se enfrentasen a ellos. Esto quiere decir que no veo ningún inconveniente en el nacionalismo moderado, fuera de la incongruencia lógica que ya he señalado y a la que tienen perfecto derecho quienes comulguen con las doctrinas nacionalistas moderadas de la nación que sea. Sí tengo, y mucho, en contra del nacionalismo radical porque no me gustan los asesinos.

A veces me dicen que esto es imposible, que todos somos nacionalistas y que yo también habré de serlo, aunque sea moderado, que me sentiré identificado con España, sus símbolos, etc. Vale, no quiero perder el tiempo discutiendo asuntos triviales, entre otras cosas porque si se dice que todos somos nacionalistas, el debate carece de sentido pues el nacionalismo no existe, al menos el moderado. Y vaya si existe y vaya si conduce a yerros morales de gravedad. Para zanjar la cuestión, tomo el toro por los cuernos invocando el derecho de autodeterminación que, como tengo publicado por doquier, me parece un derecho de los pueblos que hay que respetar. ¿Que soy nacionalista (moderado) español? De acuerdo, siempre que se reconozca que mi nacionalismo presupone una nación española voluntariamente formada por sus partes componentes, en el famoso plebiscito cotidiano de Renan. No quiero una nación española "cárcel de pueblos", que obligue a otros a integrarse en ella. ¿Que eso es lo que ha pasado en España en los últimos doscientos años? Es posible, pero ya decía yo que no soy nacionalista español al uso. Soy nacionalista español partidario del derecho de autodeterminación de los pueblos que componen España; es decir, poco nacionalista ¿verdad?

Vamos ahora al nacionalismo de los otros pueblos de España. En todos ellos se da la forma moderada, cosa perfectamente legítima pues la idea de España no puede ser un límite a la libertad de conciencia y expresión de los ciudadanos españoles que, entre otros, tienen el derecho a no querer ser ciudadanos españoles. Ahora bien, en una parte de España ese nacionalismo moderado coexiste con uno radical, uno que asesina, que lleva más de treinta años asesinando, que ha asesinado a 900 personas y causado daños y sufrimiento sin tasa ni medida. Y eso plantea otro problema. El problema de que el correspondiente nacionalismo moderado vasco no puede llamarse andana, no puede hacer que ignora que en nombre de los ideales que él profesa, unos criminales asesinan a la gente, siembran el terror en torno suyo y atemorizan a quienes no piensan en términos nacionalistas; nacionalistas de ese nacionalismo que es el vasco. Un problema moral y muy, muy grave.

No me corresponde a mí dar consejos a nadie en este resbaladizo territorio pero sí expresar mi opinión que no puede ser otra que una extrapolación de lo que ya practico. Es decir, que predico lo que hago y no lo que no hago. Igual que decía más arriba que no estoy dispuesto a admitir que mi nación obligue a otros a formar parte de ella porque eso me parece una injusticia, estoy en mi derecho de pedir a los demás que apliquen la misma regla de oro de toda ética: si en mi nación quienes no piensan como yo viven atemorizados porque pueden ser (y son) asesinados por quienes sí piensan como yo, tengo la obligación moral de distanciarme de los asesinos y situarme junto a los asesinados, incluso al precio de renunciar a mi nacionalismo porque ninguna idea, ni ésta, puede basarse en la injusticia y el asesinato de gentes indefensas. ¿O es que los nacionalistas españoles no pueden obligar a los demás a formar parte de su nación, pero los vascos sí?

Es posible que los asesinos argumenten (para ello tienen ideólogos) que asesinan en defensa propia, porque no tienen otra salida en una situación de opresión y exterminio. No me convencerán porque sostengo, con Sócrates, que más vale padecer la injusticia que infligirla. Pero si mis nacionalistas moderados no quieren recurrir a Sócrates, voy a un terreno más práctico: no es verdad que los asesinos asesinen en defensa propia o porque no tengan más remedio. España es un Estado de derecho y una democracia donde cabe defender todas las opciones políticas sin necesidad de recurrir a la violencia. Los ideólogos al servicio de los asesinos tratarán de demoler esta idea, sostendrán que España no es un "verdadero" Estado de derecho, que no es una "verdadera" democracia. Se trata de una de las más curiosas mixtificaciones de estos ideólogos que, al efecto, se apoyan en izquierdistas radicales españoles que también cuestionan estos principios. Como es un asunto colateral aquí, al que tengo planeado dedicar un ensayito uno de estos días, abordaré el problema con un caso bien concreto y específico: el del señor De Juana Chaos, de todos conocido.

Muchos luchamos porque no se consumara la barbaridad, el atropello, la ilegalidad que se quería cometer con De Juana y, al final ganamos, por la mínima y no de modo enteramente satisfactorio (puesto que el señor De Juana no tenía que haber sido condenado en aquel segundo proceso que fue una farsa del principio al final), pero ganamos. Me siento orgulloso de ello y aquí sí tiene sentido sentirse orgulloso porque nos lo curramos. ¿Quiere esto decir que hayamos olvidado que el señor De Juana es un asesino? En absoluto: el señor De Juana es un asesino que cumplió su condena, no se ha arrepentido de sus execrables crímenes y de ningún modo quiero que, por haber luchado porque no se cometiera una injusticia con este asesino se me pueda confundir con él. Los nacionalistas moderados ¿qué tienen que decir al respecto? ¿Consideran moralmente aceptable seguir defendiendo sus ideas sabiendo, como sabe el señor Ibarretxe, como sabemos todos, que los asesinos, encargados de sembrar el terror, pueden matar a quienes no coinciden con ellas? Supongo que estos nacionalistas moderados estarán de acuerdo en que quien aplaude al señor De Juana y lo toma como ejemplo es un enfermo moral. ¿Y ellos? ¿No son lo mismo, aunque no lo aplaudan y se limiten a mirar para otro lado porque a ellos no les afecta pero saben que a quienes están en torno suyo sí les afecta?

No basta con pedir perdón a las víctimas: hay que hacer que no haya víctimas, que no haya miedo que envilece y encanalla a la gente, que los asesinos sean encarcelados, que quienes asaltan, destruyen, intimidan sean puestos a buen recaudo y, mientras esto no se dé, la acción política no será sino el lamentable resultado que se obtenga de una sociedad aterrorizada y, por lo tanto, envilecida, encanallada, enferma.

La defensa de la democracia.

Gracias a Alá misericordioso, el Tribunal Constitucional turco ha anulado la primera vuelta de la elección presidencial en Turquía. Probablemente haya elecciones anticipadas; de todas formas, habían de ser en este año.

Un lector me reprochaba que dijera que el ejército es el único garante de la supremacía del poder civil en Turquía. En realidad llevaba algo de ironía y quizá no estaba muy bien redactado, pero el asunto toca a a uno de los problemas más interesantes y espinosos de la teoría de la democracia, esto es, el de la defensa de este sistema político. ¿Cómo se defiende la democracia frente a decisiones democráticas antidemocráticas, que las hay?

Como es sabido, el asunto torturó a los más preclaros pensadores de la iuspublicística alemana de la entreguerra que, con sus disquisiciones sobre el defensor de la Constitución no llegaron a tiempo de impedir que Hitler subiera al poder en la cresta de una ola de mayoría democrática y se cargara la democracia.

Desde entonces, este problema ha estado latente, pues es una variante del más antiguo y acrisolado de la "tiranía de la mayoría". La democracia descansa sobre el principio sagrado de la regla de la mayoría, pero ¿qué sucede cuando la mayoría se convierte en tiránica, esto es, quebranta los derechos de la(s) minoría(s)? En enero de 1992, entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones legislativas que, muy probablemente, ganaría el Frente Islámico de Salvación (FIS), una organización islámica integrista, el ejercito argelino dio un golpe de Estado que suspendió las elecciones, la democracia y el Estado de derecho. ¿Hizo bien o mal? Los militares devolvieron el poder en unas elecciones amañadas en 1998 y se declararon neutrales en las de 2004. Argelia no está normalizada del todo, pero ¿qué hubiera sucedido si gana el FIS?

Esto nos lleva a abordar el problema del integrismo islámico en conexión con el principio universalmente reconocido en Occidente (aunque no siempre practicado) de la separación entre la Iglesia y el Estado. En mi modesta opinión, ese principio no admite componendas ni medias tintas. Le ocurre lo que a los embarazos, según el dicho popular: o se está o no se está embarazada, pero no se puede estar "medio embarazada". Esa desconfianza radical (y nunca mejor empleado el adjetivo) es lo que me lleva a recelar del término "moderado" aplicado a los islamistas. Por la misma razón por la que pido que el Estado español denuncie de una vez los acuerdos con la Santa Sede y deje de mantener esa situación de ambigüedad que equivale a una negación del principio de separación entre la Iglesia y el Estado.

Por todo lo que hemos visto y sabemos, el Islam es teocrático y, por lo tanto, contrario a la separación entre la religión y el Estado. Creer que hay un Islam moderado, capaz de autorreprimirse en su proyecto de supeditar el Estado a la ley coránica es jugar con fuego y replantear el problema de defensa de la democracia, caso de que haya una mayoría electoral favorable a la "islamización" de Turquía. Si tal cosa se da, habrá tres medios de defensa de la democracia: la opinión laica, el Tribunal Constitucional y el ejército. La opinión laica puede sacar a la calle un millón de personas, como hizo el otro día, pero Turquía tiene 71 millones y las manifestaciones callejeras no pararían un proceso de islamización.

Queda el Tribunal Constitucional, el que ha acabado considerándose el defensor de la Constitución en la polémica citada más arriba. Pero la eficacia de su intervención depende de que haya un territorio de lealtad a las instituciones democráticas compartido por todas las fuerzas políticas, cosa que en el caso de los islamistas, veo altamente problemática. En el supuesto de que se llegue a un conflicto entre instituciones, un enfrentamiento entre poderes, la ultima ratio del Tribunal Constitucional es precisamente el ejército.

El ejército ha sido tradicionalmente la columna vertebral de la Turquía republicana, laica, modernizadora. Cierto, desde los tiempos de la guerra fría, las fuerzas armadas turcas arrastran una fuerte carga de extrema derecha, pero cada vez que los militares han intervenido, han acabado devolviendo el poder a la autoridad civil en períodos bastante breves. La cuestión es ahora que, al menos como se ve a sí mismo, el ejército es el "guardián de la Constitución laica" y el único que está en condiciones de impedir una islamización del país. La situación no es halagüeña, pero ¿cuándo han aceptado los islamistas separar el Islam del Estado pudiendo supeditar el segundo al primero?


Las edades de la vida (XVIII).

La importancia ejemplificadora y moralizante que tienen las representaciones de las edades de la vida, de las que ya llevo unas cuantas y voy a dejar en veinte, adquieren su forma más clara cuando se comparan con algún ideal, no porque con ello se vaya a tomar conciencia -por lo demás, ya archisabida- de la diferencia que se da siempre entre la realidad y la idea platónica, sino porque dentro de las formas de la realidad, de las edades de la vida, unas se aproximarán más que otras a esas ideas superiores, puras.

Para ilustrar este procedimiento recurro a un pintor al que ya comenté al comienzo de la serie y que hizo varias interpretaciones de las edades de la vida a lo largo de la suya. Se trata de Hans Baldung Grien, del que vimos "las edades de la mujer y la muerte" y de quien se podría sacar aún otra obra como "las siete edades de la mujer", en la que hace un minucioso estudio de la anatomía femenina en siete figuras de diferentes edades. Baldung pintó en 1539 estos dos paneles al óleo, titulados Las edades de la mujer y las tres gracias, que se encuentran en el Museo de El Prado, en Madrid.

La comparación que se nos invita a hacer aquí es entre el ideal de las tres gracias y la realidad de las edades de la vida de la mujer. Todo lo que en uno de los paneles es belleza, armonía y, eso, gracia, es fealdad y falta de armonía y gracia en el otro... con excepción de la figura de la joven, que es la única que puede equipararse a las tres gracias. Tampoco completamente, de eso ha tenido buen cuidado Baldung, al pintarle la piel no tan blanca como las de las semidiosas.

El contraste simbólico es intencionado, llamativo y trata de ser aleccionador. En el panel de las gracias, el paisaje es feraz, el cielo, azul, los árboles tienen hojas y las figuras pisan sobre un verde prado. En el panel de las mujeres, el paisaje es desértico, el cielo, cárdeno, los árboles no tienen hoja, el suelo es pedregoso y al fondo se divisa un molino en ruina. Las tres figuras mayores, la joven, la mujer adulta y la muerte están entrelazadas; sólo el niño en primer plano que aparece dormido está separado, como si el artista atribuyera al infante un mundo aparte.

Las tres gracias, Aglaia (Belleza), Eufrosine (Júbilo) y Talia (Fiestas) son hijas de Zeus y Eurinome, muy relacionadas con las musas. Al ir siempre desnudas, su representación permite al artista plasmar su ideal de belleza femenina. Puede que nos resulte chocante pero la verdad es que Baldung tenía una capacidad notable de representar el cuerpo femenino, al menos si lo comparamos con otros artistas flamencos de la época, Cranach, Memling o Holbein. En el panel de la derecha son evidentes los instrumentos musicales y la presencia de la música (un laúd, un violín, una partitura...), en el panel de la izquierda predominan los objetos que recuerdan el paso del tiempo y la llegada del fin, una clepsidra una guadaña partida en varios trozos y un buho, que es un animal que también simboliza a la muerte. Las tres edades de la vida se reducen a una al compararlas con el ideal, la de la juventud, que Baldung el humanista pintaba con nostalgia, teniendo él por entonces ya 55 años.



dimarts, 1 de maig del 2007

Primero de mayo.

FIESTA INTERNACIONAL DEL TRABAJO

Para hacer honor al carácter internacional de la fiesta, este post se ha ido a México. Quien esté interesadx en leerlo que pinche en

La otra chilanga

Vuelven los pachás.

El lío de Turquía tiene una pinta fatal. El Primer Ministro Erdogan, a quien El País llama "islamista moderado", sin duda porque cree en el carácter taumatúrgico de las palabras, baranda del mayoritario Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP: 360 escaños de los 550 del Parlamento turco, llamado, cómo no, Gran Asamblea Nacional Turca) se obstina en presentar la candidatura a la presidencia de la República de su ministro de Asuntos Exteriores y conmilitón en islamismo "moderado", Abdulá Gül.

Turquía es una República parlamentaria laica fundada en 1923 por el pater patriae Mustafá Kemal y regida por una Constitución también laica aprobada en 1982. El propósito obvio de estos dos "moderados" pájaros al igual que el de su partido es islamizar a la sociedad turca y, si pueden, reintroducir la sharia que como bien se sabe causa la felicidad del pueblo allí en donde impera. Ellos dicen que no pero quien haya seguido la política turca en los últimos años desde las elecciones de 2002 en que el AKP obtuvo el 34,27% del voto frente al 19,39% del Partido Popular Republicano (CHP), el fundado por Kemal, sabe que la islamización de Turquía está en marcha de muy diversas formas, unas más civilizadas que otras, obligando a las chicas en las escuelas a llevar el velo o asesinando a algún infiel que otro, preferentemente cristiano.

El sistema político turco es muy inestable, las elecciones (con principio proporcional) tienen un grado altísimo de volatilidad de forma que no es de extrañar que los partidos pasen de tener doscientos diputados a no tener ninguno. Ese desequilibrio es reflejo de la falla fundamental de la sociedad turca que sigue sin estabilizarse entre los islamistas y los modernizadores kemalistas. Ayuda bastante una barrera electoral del 10%. Así se explica que, actualmente sólo haya dos representados en el parlamento (tres, si se tiene en cuenta uno que se quedó en el 9,4% del voto y al que se le hicieron unos préstamos para que llegara a cuatro diputados), a pesar de que se trata de un país multipartidista. El sistema político, pues, no será obstáculo a la temida islamización. Es bastante probable que el tal Gül consiga los 2/3 de los votos preceptivos en la segunda vuelta de mañana, miércoles, porque habrá diputados del CHP que votarán por él, con lo que será presidente de la República si el Tribunal Constitucional no anula la primera vuelta, como solicita el CHP.

De tratarse de un país normal, este riesgo no debiera preocupar pues la vigente Constitución, con gran previsión, incluye el juramento que ha de prestar el futuro presidente de la República y que lo compromete, entre otras cosas a atenerse a:

" la Constitución, a la supremacía del derecho, a la democracia, a los principios y reformas de Ataturk y al principio de la República laica", (...) y a: "los derechos del hombre y las libertades fundamentales".
Debiera ser suficiente pero, al ser islamista el que jura, los pachás del ejército no se fían. Yo tampoco. El ejército turco que ha intervenido en política cuatro veces desde 1960 y ha dado origen a algunos términos originales de la Ciencia Política, como el "golpe por memorándum" (1971) o el "golpe posmoderno" (1998), ya ha avisado de que la laicidad es innegociable, en lo que todo el mundo ha entendido como un ultimátum. Tiene gracia. El gobierno ha recordado a los pachás la supremacía del poder civil y lo mismo ha hecho la Unión Europea, que ha perdido una ocasión de oro de callarse porque, hasta la fecha, la única garantía de supremacía del poder civil en Turquía es precisamente el ejército de los pachás.

Las edades de la vida (XVII)


Hoy entramos en un territorio nuevo por dos razones distintas, una de carácter formal y otra de contenido.

La de contenido: hasta la fecha hemos dado por supuesto que las edades de la vida guardaban armonía entre sí, que se sucedían de modo suave, sin solución de continuidad en el mismo individuo o se relacionaban de forma pacífica al tratarse de personas de edades distintas, que se atienen a lo que social y convencionalmente se espera de ellas. Pero ¿qué sucede cuando las edades están en una relación conflictiva mutua, cuando entrechocan ya sea en el individuo aislado o en las relaciones entre ellos?

La de forma: las representaciones de las edades de la vida consideradas hasta el momento han sido pinturas, grabados, dibujos, estampas, impresiones, en definitiva, dos dimensiones, no tres; nada de volumen. Ya advertí que la representación del asunto es muy poco frecuente en otras artes, especialmente la escultura.

Pero hay algunos casos. El grupo en bronce que vemos, llamado L'Age mur una obra de Camille Claudel, escultora hermana del poeta Paul Claudel, está datada en 1900 y se exhibe en el Museo del Quay d'Orsay en París. A primera vista, podría decirse que se trata de una obra de Auguste Rodin, si bien si se observa con detenimiento, se apreciará un genio peculiar, distinto del rodiniano. De hecho, el hombre maduro que se aleja casi llevado en volandas por la vieja de alado ropaje, es Auguste Rodin y la jovencita desnuda arrodillada que trata inútilmente de retenerlo es Camille Claudel. Tres edades de la vida: juventud, madurez, vejez; tres edades en conflicto.

A los diez y nueve años de edad, Camille entró a trabajar con Auguste Rodin, que le sacaba veinticinco. En poco tiempo pasó de ser ayudante a ser su colaboradora, su modelo y su amante. La intensa relación duró varios años y, al final se rompió porque Rodin estaba vinculado a una mujer de su edad, Rose Beuret, la vieja del grupo. El resultado de la ruptura fue L'Age mur, una obra forjada a puro golpe de pasión, y una creciente inestabilidad emocional que acabaría con Claudel. Tuvo otra breve relación con Debussy. Hizo una última exposición en 1905 y, a partir de entonces, arruinada, despreciada por la crítica, abandonada por su familia, empezando por Paul que era exquisito poeta y piadoso cristiano, pero se portó muy mal con su hermana, cayó en estados de depresión que le hacían destruir sus obras. Por último, en 1913, a la muerte de padre, el último que aún la protegía, su odiosa familia consiguió encerrarla en un manicomio, en donde pasó los últimos treinta años de su vida sin que nadie fuera a verla, excepción hecha de una visita anual de su hermano, que no hizo nada por sacarla de allí.

En 1987 Bruno Nuytten llevó al cine la vida de Camille en interpretación de Isabelle Adjani y Gérard Depardieu (Rodin). El video recoge las últimas y tristes escenas. En 1989 Serge Reggiani compuso una canción, Camille, que forma parte de un disco fabuloso, Reggiani 89, que no he podido encontrar, pero cuyo estribillo, 2ª parte, dice:

Camille, la vie, c'est un superbe enfer
Et Dieu est un curieux sculpteur
Qui tue les statues qu'il préfère...
Actualmente, rehabilitada, se admite que Camille Claudel fue una gran escultora, con genio por derecho propio, un genio por el que hubo de pagar un terrible precio porque nadie, su familia ni sus amantes, estuvo dispuesto a reconocérselo.

dilluns, 30 d’abril del 2007

La racaille c'est lui.

¡Atiza! Resulta que el señor Sarkozy ha identificado al enemigo de Francia y, por extensión, de la civilización cristiana occidental: mayo del 68. ¡Qué razón tenían los revolucionarios entonces cuando decían que "mayo 68: comienzo de una lucha prolongada". Y tan prolongada que 39 años después, el candidato a la presidencia de la República francesa promete extirpar lo que queda de él y que al parecer es mucho y malo: prohibido prohibir, relativismo, relajación de costumbres, todo vale, igualdad absoluta, desconsideración de la familia, la patria, la République, falta de sentido de la disciplina, del trabajo, del honor... Bien, bien, no sigo, ¿para qué? Echen una ojeada a las causas de la decadencia del Imperio romano y listo. Original punto de vista: ¡Ah, la degradación de las costumbres, Mme. La Marquise! Dice El País que el que escribe los discursos al señor Sarkozy es un genio de la retórica. A mí me parece un tipo convencional lleno de prejuicios darwinistas.

Enfrentarse hoy al "espíritu del 68", como quien decide retejar la casa después de 40 años, equivale a enfrentarse a la imaginación, la originalidad, la innovación, negar que el 68 ha impregnado todo, desde la reflexión filosófica hasta las pautas estéticas hasta el día de hoy, pretender extirparlo suena un poco a frenesí lunático aunque, desde luego, siempre podrá este hombre poner en marcha un ministerio orwelliano para rehacer nuestras memorias: nada de The Beatles: Adamo; nada de Sartre: Charles Maurras, que hay que volver a las esencias.

Parece que el señor Sarkozy ha contado con el apoyo de André Glucksman, a quien tenía obedientemente sentado a sus pies y a quien ha exhibido después, arengando a los 35.000 citoyens d'ordre a regenerar a Francia de la gusanera sesentayochesca. A mí me ha recordado de inmediato lo que hizo Sapor I con el emperador Valentiniano cuando lo cogió prisionero: un trofeo con su pellejo que exhibian los persas en su templo.

Como sesentayochero estoy encantado de ser objeto de las iras de Mr. Sarkozy que se parecen a las del General De Gaulle antaño. El general hablaba de la chienlit; éste habla de la racaille pero, en el fondo es el mismo espíritu cuartelario. Sólo que aquel, cuando menos, era un militar y un gran militar, mientras que éste sólo es un chusquero civil.

Dar la palabra al pueblo.

El señor Ibarretxe ha concedido una entrevista al diario Gara que válgame el Señor. Y digo válgame el Señor porque, más que una entrevista, parece un tercer grado. El entrevistador, que balaba mansamente en la entrevista de hace unas fechas con ETA, utiliza con el Lehendakari un tono impositivo y hasta impertinente. Lo que hace el miedo a las pistolas, ¿verdad? Pero, en fin, si al señor Ibarretxe le parece bien que le hablen en ese tono, es muy libre. Si un entrevistador se dirige a mí con esos aires le hace la entrevista a uno que pase por la calle.

En todo caso, la tal entrevista tiene dos momentos esenciales que no pueden quedar sin comentario.

Primer momento: "No aceptamos que se diga que mientras haya violencia aquí no se habla de política". Claro que no, en efecto. Él, por ejemplo no ha dejado de hacerlo y, con él, todos los que saben que están a salvo de un atentado. Los otros, vaya, los otros también pueden hablar de política...según y cómo, depende de lo que digan y en dónde lo digan porque pueden volarles la cabeza. Así que el señor Ibarretxe dirá lo que quiera, pero hay un montón de gente en el País Vasco que no puede hablar de política; bueno, ni pasear en libertad por donde quiera porque pueden matarlo en cualquier momento, entre otras cosas porque el señor Ibarretxe, aunque le pagan por ello, no es capaz de garantizar la seguridad física de lxs ciudadanxs vascxs. Dicho en román paladino: si la gente tiene que andar con escolta es porque no hay seguridad y donde no hay seguridad, no hay libertad. Eso es elemental, de forma que la propuesta del señor Ibarretxe no pasa de ser una inmoralidad.

Segundo momento: "vamos a trabajar para que en esta legislatura se puedan someter a la sociedad vasca iniciativas políticas.- ¿Someter a referéndum? Sí, a consulta democrática." Dejemos de lado el hecho de que en el País Vasco los partidos españolistas no pueden completar sus listas electorales porque la gente tiene miedo, que ya es dejar de lado. ¿En qué norma se basa el señor Ibarretxe para convocar consulta popular alguna? La Constitución española es taxativa: La "autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum" es competencia exclusiva del Estado (art.- 149, 1, 32ª). Y todas las veces que se habla de referéndum en el vigente Estatuto del País Vasco se especifica que deberá ser "autorizado". Todos los actos de los poderes públicos democráticos tienen que estar amparados en una norma previa y aquí sólo se me ocurren dos posibilidades: el señor Ibarretxe invoca una norma de derecho divino o pretende convocar a referéndum al amparo del proyecto de Estatuto que presentó al Congreso de los Diputados y éste rechazó en su día.

En cualquier de los dos casos será ilegal y no podrá hacerlo.

Las edades de la vida (XVI).

Hay una representación del sempiterno tema de las edades de la vida que, no considerándose habitualmente como tal, convierte al motivo en uno de los más frecuentes del arte occidental y es el de la adoración de los magos, en el que raro es el pintor, grabador, miniaturista o vidriero que no haya probado su mano. Por la composición de la escena que nos trasmite la leyenda evangélica, ésta contiene habitualmente las cuatro edades: la infancia, con el niño Jesús; la juventud, con la Virgen recién parida; la madurez, generalmente dos de los Reyes Magos, especialmente Baltasar; y la ancianidad, en las personas del tercer Rey Mago y José, el padre putativo.

En la adoración de los Magos, las edades de la vida adquieren un fuerte colorido teológico y místico, porque el infante es el hijo de Dios que, a su vez es Dios según reza el Credo de Nicea. También tienen fuertes elementos simbólicos en las figuras del asno y el buey, reminiscentes del Arca de Noé y, por último, el tratamiento que hace de la vejez es muy reconfortante, no tanto por la figura de José, que no es especialmente gallarda, cuanto por la del Rey, que es Rey y es Mago, o sea, sabio venido de Oriente.

Tuve un problema al elegir una imagen porque de la adoración de los Magos hay miles, muchas de ellas, fascinantes. Al final, me decidí por ese panel al temple de Botticelli, de 1485, que se encuentra en la Galería degli Uffizi, en Florencia. La composición, típicamente renacentista, ha convertido el tradicional establo en unas ruinas clásicas con sillería, que vienen a cerrar una a modo de gruta, de la que emerge la sagrada familia, protegida por un cobertizo. El Rey adorante es viejo, pero no tan longevo como San José. A uno de los lados, un paisaje de la campiña italiana y, al otro, ruinas de arcos clásicos. La escena esta abarrotada de gente, tipos ataviados a la usanza florentina del siglo XV, algunos francamente conseguidos, como ese orgulloso joven de la izquierda, que porta espada. Probablemente casi todos los rostros son retratos más o menos fieles de coetáneos del artista. Y lo gracioso es que también está el propio artista, que tuvo la humorada de autorretratarse en el joven de túnica de la derecha, que nos mira altanero, como si quisiera cerciorarse de que lo vemos de testigo ocular nada menos que del nacimiento de Dios.

Para acompañamiento incluyo un aria de contralto del celebérrimo Oratorio de Navidad, de Juan Sebastian Bach, titulado "Bereite dich, Zion..." (Prepárate, Sión...).

diumenge, 29 d’abril del 2007

Aúpa, Ségo.

Ayer vi el debate -diálogo lo llamó la señora Royal- entre doña Ségolène y don François Bayrou. Hora y media en el hotel Westlin, centro de París, que se dio en directo por la BMF TV y la radio RMC. No sé qué audiencia tuvo, aunque imagino que debió de ser alta, dado que el hecho no es frecuente y había expectativa. La verdad es que ambxs participantes estuvieron muy bien: se expresan con corrección y elegancia y resultan convincentes. Por supuesto, Ségo me resulta más convincente... excepto en su propuesta de salario mínimo europeo; no porque no me resulte atractiva, sino porque no parece realizable, cosa que le señaló Bayrou, a lo que ella no dio respuesta aceptable. En todo caso, se trata de dos políticxs de altura a lxs que da gusto escuchar: sin latiguillos, sin frases hechas, sin redundancias, ni barbarismos, con conceptos claros y precisos, sin demagogias ni bobadas. En fin, no estoy pensando en nadie en concreto. Quien quiera verlo, que pinche en Le Monde .

Que el debate ha sido un éxito para ambxs se sigue de la extemporánea reacción de Mr. Sarkozy, que lo ha descalificado como "maniobra en un hotel de París" y luego se le ha ido el estro diciendo que es una práctica estalinista, un délit de faciés y un delito de opinión que abre el camino a la alianza con la extrema izquierda. Vamos, como si se tratara del señor Acebes que practica la máxima cristiana de "contra sustos, insultos".

El sondeo de Ipsos/Dell publicado ayer da un 52,5% de intención de voto para Sarkozy y un 47,5% para Royal. La cosa promete. Entre tanto, los movimientos unitarios se aceleran: Cohn-Bendit habla de una alianza PSF-UDF-Verdes y Henri Emmanuelli, un pope del socialismo, sugiere que el partido socialista forme un "partido progresista" incluyendo a los "antiliberales" de la izquierda. Esta última propuesta me sugiere dos ideas:

1ª qué suerte tienen los franceses de tener las ideas tan claras de forma que el término "antiliberal" no traiga las connotaciones negativas que tiene aquí, en donde todos los fascistas se llaman "liberales".

2ª: Qué suerte tienen los franceses asimismo de que el término "progresista" no sufra, como sucede aquí, el ataque de la extrema derecha y de sus comparsas ideológicas de la izquierda fetén.

Con un poco de suerte, la izquierda gana las elecciones presidenciales en Francia. La izquierda democrática y progresista, sí señor; la que hace algo más que hablar en el café; la que cambia la realidad aquí y ahora en un sentido favorable a lxs desfavorecidxs, las mujeres, lxs inmigrantes, lxs jóvenes, lxs pensionistas, la que quiere una política exterior independiente de la hegemonía estadounidense. En fin, la izquierda a secas.

Del independentismo vasco.

Cumplo mi promesa de explicar las razones del hartazgo que siento con el asunto del independentismo vasco. Trataré de ser breve.

Desde 1978 España es un Estado democrático de derecho por la voluntad de la inmensa mayoría de los españoles. Algunos ciudadanos sostienen no sentirse vinculados con ese ordenamiento jurídico. Esos ciudadanos se dividen, a su vez, en dos grupos: uno, mayoritario, dice no sentirse vinculado, pero lo acata y acepta las reglas del juego. El otro se niega a aceptar las reglas del juego, pretende la independencia ya y encuentra legítimo que una organización de pistolerxs asesine en nombre de ese ideal. Ese grupo representa en torno al 12%/13% del electorado de los tres territorios históricos y mucho menos en Navarra. Después de treinta años de atentados, asesinatos, secuestros, etc es obvio que ni el grupo ni su brazo armado han avanzado ni un centímetro en su objetivo; al contrario, han retrocedido, pues el grupo está ilegalizado y no puede actuar y la banda de pistolerxs tiene crudo seguir con sus crímenes.

Por supuesto, en los treinta años, también ha habido momentos en que el Estado de derecho no ha hecho honor a su condición y ha incurrido en prácticas de torturas y terrorismo de Estado condenables. Pero ni esos casos (mayores o menores) justifican la disparatada idea de que la democracia es la continuación de la dictadura, ni el Estado de derecho ha perdido su legitimidad a los ojos de los españoles y de la opinión pública internacional.

Visto, pues, al cabo de treinta años que no hay modo de que un 12%/13% del electorado vasco imponga a tiros su opinión al resto de la sociedad vasca y menos de la española, parece abrirse un período de reflexión por el que los dirigentes de esa fracción del electorado dicen decantarse por la vía política (se entiende pacífica) para luchar por sus objetivos, cosa perfectamente posible, como lo hace ERC en Cataluña, que no es menos independentista que Batasuna. ETA responde declarando una tregua. Se inicia una época de esperanza en la cual la organización se enroca en la táctica de marear la perdiz hasta el aburrimiento, tratando de volver a imponer sus criterios sin obedecer la ley vigente que será más o menos justa, pero es la ley vigente. Todavía ayer el señor Permach hablaba de que el Gobierno había incumplido unos misteriosos "compromisos" con ETA que, por más que se les ha dicho que los enuncien, no han sido capaces de hacerlo porque, obviamente, son falsos.

La tregua, la "vía política", etc, todo eso ha sido una añagaza para seguir con la táctica de trágala que, aparte de odiosa por lo que lleva de desprecio hacia la gente de buena voluntad que apoyó el proceso, incluso lxs que somos partidarixs de la autodeterminación, es estúpida porque no conduce a nada.

Al final, y de momento, Batasuna no concurrirá a las elecciones, lo hará la llamada izquierda abertzale y bajo unas siglas de un partido que rechaza explícitamente la violencia. Es una victoria del Estado de derecho y un revés a esta opción minoritaria del electorado vasco que sus dirigentes, seguramente, convertirán en un triunfo, con la misma sinceridad con que hablan de los "compromisos" rotos por el Gobierno español.

Pues sí, un hartazgo que se concreta en una actitud doble muy clara: vía libre a todo lo que sea legal y policía y tribunales para todo lo ilegal, y a ver quién se cansa antes. Entre tanto, que vayan a tomar el pelo a los de su pueblo.

Las edades de la vida (XV).

Hay algo cíclico en la vida; tanto en lo individual como en lo genérico. La hipótesis del eterno retorno es muy antigua, pues aparece en las concepciones filosóficas hindúes y reza con la especie así como con el individuo que lo experimenta en la rueda del karma; de ahí pasará a Occidente a través, parece, de Pitágoras, hasta encontrar sorprendente acogida en Nietzsche. Todo ha de volver, todo ha de repetirse en el mundo y asimismo en la vida individual. Nacimiento, plenitud, decadencia, muerte, nuevo nacimiento. Es comprensible que el yo se piense eterno y rechace la idea de la mortalidad y que para ello acuda al consuelo de la circularidad que representa la eternidad de forma gráfica. El yo sabe que no puede volver a vivir su propia vida, pero aspira a vivir otra. Las edades son los vértices de los triángulos cuyos lados son los radios de una circunferencia y la secante que une los puntos en que los radios cortan a la circunferencia, que da vueltas como una rueda; la rueda del karma.

Es el espíritu que se encuentra en el fresco que Hans von Marées, un pintor simbolista alemán influido por Böcklin, pintó en 1874 para la Stazione Zoologica del Mare de Nápoles y titulado "Las cuatro edades del hombre". Si observamos con detenimiento la composición veremos que tiene un carácter circular: arrancando de los dos niños que juegan con la manzana, en el sentido de las agujas del reloj, vamos a la pareja de jóvenes, de ahí al hombre maduro y de ahí al anciano que se agacha...a jugar con la manzana del niño. La ancianidad y la infancia es el punto del eterno retorno.

Por cierto, la manzana es, a su vez el leit motiv pictórico del fresco. Todas las figuras están desnudas, formando una curiosa composición en paralelo con los árboles del bosque y todas tienen un quehacer con la manzana. En la joven pareja es la mujer la que la sostiene en una actitud reminiscente de la leyenda bíblica de la tentación de Eva, mientras el hombre aparece pensativo. Ya en la edad adulta, en la plenitud de la existencia, el hombre es autónomo para procurarse la manzana de la vida o, si se quiere, para pecar por su cuenta.

El carácter rotatorio y circular del fresco suscita la idea de la vida como un torbellino. Al menos, a mí me la sugiere y por eso he subido la interpretación que de Le tourbillon de la vie hace Jeanne Moreau en una escena magnífica de una de las películas menos valoradas de François Truffaut pero que a mí me parece extraordinaria, Jules et Jim.

dissabte, 28 d’abril del 2007

Trágala, perro.

El rollo este de las elecciones municipales en el País Vasco aburre a las ovejas. Desde el bombazo de ETA en Barajas vengo resistiéndome a admitir la única conclusión válida que puede extraerse del comportamiento tanto de ETA como de Batasuna, la izquierda abertzale o como quieran llamarse estas gentes: que a fuerza de creer que los demás son imbéciles han conseguido demostrar y hasta convencernos a quienes hemos apoyado de buena fe todo el proceso, el diálogo, etc, de que aquí los únicos imbéciles son ellos. Imbéciles redomados y sin remedio.

ETA: declara una tregua, pone una bomba, mueren dos, dice que sigue en tregua, prepara atentados, asegura seguir en tregua, manda cartas de extorsión.

Batasuna: dice en Anoeta que va de acción pacífica, pero se niega a cumplir la ley, afirma que quiere cumplir la ley y a Otegi le sostiene el paraguas un presunto pistolero de ETA, que quiere ir a las elecciones municipales, pero sigue sin cumplir la ley, saca una organización de la nada y es filial de Batasuna, recurre a las asociaciones de electores, pero los candidatos, en un 80% son miembros de Batasuna y a alguno, además lo detienen por ser presunto miembro de ETA.

Pero estos ¿de qué van? ¿De trágala, perro? Han estado jugando con el apoyo que mucha gente de buena voluntad ha prestado al proceso de normalización sólo para acabar generalizando la impresión de que, en efecto, son una manga de racistas que piensa que "los españoles" son unos gorrinos despreciables. Vistas las cosas así, ¿cabe mayor encanallamiento y degeneración moral que hacer política protegido por pistoleros?

Y ya puestos, termino una conversa que tuve ayer por teléfono con un viejo amigo comunista que apoya a estos tipos y me pedía un ejemplo: conocí a José Luis López de Lacalle en la cárcel, en donde lo había metido Franco por comunista y ¡vaya si era comunista ortodoxo! ¿En nombre de qué lo mataron los pistoleros? Y conste que vi el video que hizo en su día Pepe Rei de Ardi Beltza para, entre otras cosas, justificar ese inicuo asesinato.

Pues, sí, todos somos Geremek.

Leo en El País un buen artículo de don Carlos Carnero, eurodiputado socialista, titulado Todos somos Bronislaw Geremek que denuncia la situación del también eurodiputado polaco, al que su país ha despojado de su acta en el Europarlamento por haberse negado a firmar la declaración que exige la ignominiosa ley de depuración que ha aprobado hace poco el parlamento (Sejm) polaco de mayoría conservadora. La ley exige de todos los funcionarios públicos, cargos electos, etc una declaración jurada de no haber colaborado en el pasado con los servicios secretos del régimen comunista.

Geremek, que fue miembro del Partido Obrero Unificado Polaco (o sea, comunista) hasta 1968 y tuvo luego el buen gusto y la honradez de abandonarlo para pasar a la oposición y contribuir a la creación del sindicato Solidaridad, ha tenido hoy otro gesto de honradez y gallardía, rechazando firmar esa infamia que se han sacado de la minerva los dos gemelos que desgobiernan a la infeliz Polonia.

El caso Geremek clama al cielo. Espero que haya movimientos de solidaridad, que firmemos cartas y protestas y, de momento, se me ocurre que el PSOE lleve a Geremek en sus listas en las próximas elecciones al Europarlamento.

Dicho lo cual, añado un asunto de matiz que he visto ya muchas veces. El señor Carnero termina su interesante artículo diciendo:

"Tenemos que ser una piña en defensa de Bronislaw. Si no, nos veremos obligados a recitar en silencio los tristes versos de Bertold Brecht en vez de tararear -aún desafinando- el Himno a la Alegría de Beethoven.
Sin duda se refiere a los versos siguientes:

Primero se llevaron a los negros,
pero a mi no me importó, porque yo no lo era.

Enseguida se llevaron a los judíos,
pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era.

Después detuvieron a los sacerdotes,
pero como yo no soy religioso,
tampoco me importó.

Luego apresaron a unos comunistas,
pero como yo no soy comunista,
tampoco me importó.

Ahora me llevan a mí, pero ya es tarde.
Sin duda. Se citan mucho. Y siempre se atribuyen a Bertolt Brecht. Pero no son de él. Son de otro resistente antinazi alemán, el cura Martin Niemöller; aunque hay quien se los atribuye a su vez a otro resistente también alemán, ejecutado por lo nazis en 1943, el teólogo Dietrich Bonhöffer. Aún no he salido de dudas. Estoy en ello. Lo que parece claro es que no son de Brecht. Ni tampoco dicen lo que el poema más arriba, sino:
"Sie kamen zuerst und holten die Kommunisten, und ich sagte
nichts, weil ich kein Kommunist war.
Dann kamen sie und holten die Sozialisten, und ich sagte nichts,
weil ich kein Sozialist war.
Dann holten sie die Gewerkschafter, und ich sagte nichts, weil ich
kein Gewerkschafter war.
Dann holten sie die Juden, und ich sagte nichts, weil ich kein Jude
war.
Dann holten sie mich, und es war keiner mehr da, um etwas zu
sagen."
Que traducido suena así: "Primero se llevaron a los comunistas y no dije nada porque no era comunista./Luego se llevaron a los socialistas y no dije nada porque no era socialista./Después se llevaron a los sindicalistas y no dije nada porque no era sindicalista./Después se llevaron a los judíos y no dije nada porque no era judío./Después me llevaron a mí y ya no quedaba nadie que dijera algo."
Desde luego, por la estructura y la versificación, parece de Brecht, pero no es de Brecht.


Las edades de la vida (XIV).

Termino hoy la serie de Thomas Cole (no la de las "edades de la vida") con los dos episodios restantes de "madurez" y "vejez". En la etapa de la madurez, el paisaje ha desaparecido, el hombre ha perdido el gobernalle, mientras el río de la vida atraviesa rápidos torrenciales, y discurre entre rocas peligrosas que también se alzan sombrías como riscos a los lados. El cielo es turbulento y atormentado y el pasajero, sobrecogido ante las dificultades, peligros e incertidumbres de la vida, parece encomendarse a las potencias celestiales. El ángel ha remontado a los cielos, como si quisiera ponerse a salvo ante tanta zozobra.

Una observación atenta, sin embargo, nos permite vislumbrar al fondo del óleo un horizonte luminoso de paz y sosiego, como una promesa para el caso de que el infeliz navegante consiga atravesar los torbellinos de la vida.

Por si alguien quiere acompañar la contemplación del cuadro con una música que considero apropiada, ahí va una interpretación de un momento de los Cuadros en una exposición, de Modest Mussorgsky, en interprtación de un chaval de 12 años.

Por último, el cuarto episodio, de Cole, la vejez: han regresado la calma y el sosiego, las sombras turbulentas de la existencia han quedado atrás, el ángel vuelve a acompañar al navegante y le señala la prometedora luz que fulge en lo alto en una escena similar a la de la juventud pero en la que la luminosidad no es la de una ilusión o quimera, sino el claro brillo de redención. Como Cole era tan místico, a su entrada pone a otro ángel, que parece invitar al hombre a entrar en las regiones celestiales. Quienes no damos en el trasunto místico, vemos en la escena la alegoría del ideal de la sabiduría al que puede consagrar su existencia el anciano, que sigue solo su periplo, sin cejar, hasta las metas que se haya marcado, libre de ataduras mundanas, a la búsqueda del conocimiento puro que dé sentido a su existencia.

Quien se sienta con ánimo puede pinchar en una hermosa interpretación del cuarto movimiento de la 6ª sinfonía en Re mayor, Patética, de Tchaikovsky, un adagio lamentoso consagrado al final de la existencia que siempre me ha parecido de una enorme belleza, a pesar de que las interpretaciones al uso le atribuyen eso, un sentido patético. Y es verdad, patetismo hay mucho, un patetismo hermoso que actúa como un bálsamo del espíritu.