dilluns, 30 de maig del 2016

Cara al sol de España y olé

Jordi Borràs (2015) Desmuntant Societat Civil Catalana. Qui son, què oculten i què fan per impedir la independència de Catalunya. Barcelona: Edicions Saldonar (221 págs)
________________________________________________

Si uno quiere enlazar con la mejor y más sana tradición del liberalismo europeo y occidental, echa uno mano al concepto de sociedad civil. Tiene una acrisolada prosapia en la historia del pensamiento político, viene de la societas civilis de los romanos que, a su vez, la habían tomado del celebérrimo zoon politikon aristotélico. Más cerca de nuestros días, el sintagma aparece relacionado con el ascenso de la burguesía ilustrada, que quiere reservarse un ámbito de libertad y libertades, protegidas frente a las arbitrariedades de los monarcas. Alcanza carta de ciudadanía con la Ilustración escocesa y toca el cielo con la mano cuando Adam Ferguson, uno de sus más interesantes cultivadores, escribe su historia, la historia de la sociedad civil, desde los tiempos más primitivos hasta los más modernos. Luego, en el continente, Hegel le daría mayor empaque aun, al identificar la "sociedad civil" (o bürgerliche Gesellschaft) como el ámbito del mercado, de las relaciones privadas, el sistema de la necesidad y, por tanto, de la libertad. Y así ha venido siendo hasta hoy. Cuando Habermas atribuye el comienzo de la opinión crítica burguesa a los cafés y periódicos de la sociedad civil del siglo XVIII. La sociedad civil es el terreno en donde los ciudadanos nos movemos a nuestras anchas, libres de la injerencia del Estado y las instituciones. Una sociedad civil vigorosa es una sociedad libre.

No tengo duda de que en el espíritu de los fundadores de la Societat Civil Catalana (SCC), de la que se ocupa este interesante libro de Jordi Borràs, un fotoperiodista y hasta cierto punto activista en pro de la independencia de su país, anidaba este recuerdo y este propósito. Su organización tenía que simbolizar un resurgir potente del humus cívico, privado, liberal, de la sociedad burguesa frente a las demasías y arbitrariedades de las instituciones y los poderes públicos. La sana sociedad civil catalana que tenía que erguirse y decir prou a la deriva independentista del gobierno de la Generalitat. Voy adelantando que, después del concienzudo trabajo de investigación de Borrás, que ha rastreado todos los entresijos de la organización, su estructura, su membresía, su financiación y sus actividades, el propósito inicial ha sido un rotundo fracaso.

Y no solo un fracaso porque, siendo la diosa fortuna, calva y caprichosa como es, los interesados no supieran quizá aprovecharla por casualidad, sino porque estaba destinada a ser un fracaso, dado que en su origen y desarrollo, la tal SCC, no era sociedad y mucho menos civil, sino una tapadera para manipular a los sectores unionistas catalanes a través de la ideología y las consignas de la extrema derecha española más cerril y fatigosa; un puro pretexto, una trampa. Una sociedad civil catalana fundamentalmente española que pretendía aglutinar a todos los partidarios del hispanismo catalán para contrarrestar la hegemonía política del independentismo. El asunto se descubre cuando, de un modo incomprensible, el Parlamento europeo otorga el premio al Ciudadano Europeo 2014 a esta SCC en la persona de su presidente Josep Ramon Bosch, quien no se presentó a recogerlo y dimitiría unos días después. Por aquel entonces se supo que el tal Bosch había sido denunciado ante los tribunales por insultos, injurias y amenazas a través de las redes sociales y apología del odio, el fascismo y el nazismo. La denuncia se basaba en la documentación que, tras sus meticulosas investigaciones había proporcionado el autor de este libro que cuenta en él cómo se desarrolló esta curiosa historia. 

La presentación de SCC se hace en el Teatro Victòria de Barcelona el 23 de abril de 2014. Allí estuvieron gente del PP, de C's y UPyD y una representación del PSC con Juan Rangel, delegado del gobierno en Cataluña con Rodríguez Zapatero, los de Vox (Santiago Abascal), el partido PxC, xenófobo, con su secretario general, Robert Hernando, representantes de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) y el Movimiento Social Republicano (MRS). No hubo gente del PSOE. Pero es claro que SCC quería cubrir todo el arco, desde la izquierda a la extrema derecha para justificarse (p. 45). Contaba con 75 socios fundadores (el autor tiene identificados a unos 40), entre ellos gente de extrema derecha como Guillermo Elizalde Monroset, fundador del digital Dolça Catalunya en donde se insulta e injuria a los independentistas o la Fundación Burke, relacionada con El Yunque, sociedad secreta ultracatólica de extrema derecha mexicana (p. 63).

La SCC surge, según Borrás, tratando de enmendar los errores cometidos antes por otras organizaciones que buscaban más o menos los mismo fines pero habían fracasado: Moviment Cívic d'Espanya i Catalans, Moviment Cívic 12-O y Somatemps, así como Federalistes d'Esquerres (p. 33), esta última, un intento de tender puentes con la izquierda en pro del españolismo. En el momento idílico del teatro Victòria, el entramado de SCC está compuesto por gentes de Somatemps, Catalans Universals, Puerta de Brandeburgo, Asociación por la Tolerancia, Crónica Global, Universitaris de Catalunya, Impulso Ciudadano, Club Delta, Fem Pinya, Som Catalunya-Somos España o Manifiesto entre otras (p. 75). Trátase en casi todos los casos de  páginas web españolistas de extrema derecha (y casi unipersonales, a juicio irónico del autor). Añádense con algo más de consistencia, EC (Empresaris de Catalunya) y el Centre Lliure de l'Art i la Cultura (CLAC), en cuyo equipo fundacional figuran académicos de peso como Francesc de Carreras, Félix Ovejero, Ignacio Vidal-Folch, Manuel Cruz, Miriam Tey, también socia fundadora de SCC (p. 88), bastantes de los cuales tienen acceso expedito a las páginas de El País para exponer su doctrina. Se añaden la Fundació Joan Boscà y el Observatorio Electoral de Cataluna (p. 92). Por nombres y firmas y tarjetas de visita no va a quedar.

Borrás prueba de modo fehaciente que todo lo anterior en la que hace a la SCC es un puro escaparate para ocultar la conexión del unionismo españolista con la extrema derecha. Casi de modo rocambolesco, Borràs descubre que el presidente de SCC, Bosch es también Fèlix de Sant Serni Tavèrnoles, un perfil falso que desde 2012 venía insultando, amenazando a los independentistas y haciendo apología del nazi-fascismo en Facebook (p. 97).  A su vez, Somatemps es una organización de los sectores más intransigentes de la extrema derecha catalana: el Partido Español Nacional Socialista (PENS), FE, JONS, y el vínculo entre las dos organizaciones es Josep Ramon Bosch, un hijo de un militante de FN y él mismo admirador de Blas Piñar (p. 112). Bosch ha dejado abundante rastros delictivos en las redes, comentarios en FB, amenazas, insultos y varios vídeos en YouTube con su voz en off ensalzando las Waffen SS, etc (p. 122).

La SCC ha organizado dos actos en la calle: una Diada españolista en Tarragona, 11 de septiembre de 2014 y un día de la Hispanidad en Barcelona, 12 de octubre de 2014: dos fracasos con unas 40.000 personas entre los dos, aunque en Tarragona hubo gente del PSC y PSOE como Carme Chacón y también gente de derechas como Albert Rivera y Alicia Sánchez Camacho (p. 135). Nada en comparación con el millón y medio que se manifestó en la Diada independentista.  El 12 de octubre, la SCC llevó a la Plaza de Cataluña a FE de las JONS, SyL, MSR, Somatemps, PxC, Casal Tramuntana, Hermandad de Combatientes de la División Azul, Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona (p. 139). Junto a estos actos al aire libre algún otro más recoleto pero con igual sabor de extrema derecha: el 15 de septiembre de 2014 SCC presenta un libro en Barcelona, Hotel Atenea, Nos duele Cataluña.  Edita Editorial Galland Books, presenta Bosch, entre los asistentes Alberto Fernández Díaz. Conviene saber que Adolf Galland, cuyo apellido de nombre a la editorial, fue un comandante nazi de la Legión Cóndor (p. 143)

Como era de esperar, el financiamiento revela lo que cabía imaginar: los ingresos son donaciones secretas de empresarios, entre los que pueden contarse los de empresas recientemente privatizadas y hasta es posible que instituciones públicas. Financiación en negro con sospecha de blanqueo de capitales. Basta con ver el balance económico de 2014: Total ingresos: 992.672,13 €. Cuotas socios: 15.250 €. Merchandising: 14.369 €. Aportaciones privadas (secretas): 963.053,13 €. Junto a esta plétora de ingresos que permite a SCC contar con una financiación espléndida y dadivosa para sus actos a los que casi no acude nadie, presupuesto deficitario (de menos 91.714,37 €) inexplicablemente y que quizá solo pueda entenderse si se cuenta con la posibilidad de que los propios dirigentes de SCC metan mano en la caja. Por ejemplo, la empresa Manifiesto, propiedad de un miembro de la junta directiva de SCC es la que aparece beneficiada con las partidas de gasto más abultadas y hasta extravagantes.

La conclusión del libro es que el españolismo y la ultraderecha en Cataluña son inseparables (pp. 98-99). La SCC es un fracaso absoluto. Trató de representar a la famosa "mayoría silenciosa" (p. 209) que Rajoy se sacó del caletre con la intención de nombrar lo que él suponía (o decía suponer) que era la opinión mayoritaria antiindependentista en Cataluña, pero eso, como todo lo que dice el presidente del gobierno, era mentira.

El libro y la aventura que narra son muy interesantes y es bueno que la gente se informe de qué se oculta tras la bambolla de las actividades unionistas catalanas. De resultas de ello, los lectores estamos más informados y Borràs tiene que ir con escolta.

Otras obras del autor: Warcelona, una historia de la violencia (Pol.len Ediciosn, 2013) y Plus Ultra. Una crònica gráfica de l'Espanyolisme a Catalunya (Pol.len Edicions, 2015)

diumenge, 29 de maig del 2016

En la memoria no puede haber consenso

A El País no le ha gustado nada que a "Ganemos Madrid", el grupo político que apoya a Carmena, no le haya gustado tampoco la Comisión de la Memoria Histórica nombrada por el Ayuntamiento, presidida por la abogada Francisca Sauquillo. El diario aplaude el propósito de este órgano de proceder a su delicado cometido por consenso y teme que, si no se actúa de este modo, se vuelva a las andadas de viejos radicalismos y maximalismos que no conducen a sitio alguno.

A su vez, algún especialista con suficiente conocimiento de causa, el profesor Rafael Escudero Alday, ha sostenido que esta Comisión es, en realidad, una "Comisión de (Des)memoria histórica" porque: a) le falta competencia específica en la materia a la presidenta y a la mayor parte de los vocales; b)los vocales que tienen algún tipo de competencia basada en la experiencia, justamente rechazan el concepto mismo de "memoria histórica" o adoptan una actitud de equidistancia entre las dos Españas (para entendernos brevemente) cuando se trata de hacer justicia a las víctimas de un bando; c) faltan juristas que aporten savoir faire en materia de justicia transicional; d) falta representación de las víctimas; d) hay una sobrerrepresentación del sector negacionista de la memoria.

Intentemos aportar algún matiz y alguna observación sobre este asunto que quizá no estén de más.

Palinuro sostiene que aplicar política de consenso a una comisión de la memoria histórica es un empeño inútil si no complaciente con la injusticia.

El propio concepto de "Memoria histórica" es problemático. El determinante "histórica", obviamente no lo es de tiempo (aunque lo parezca): todo cuanto tiene que ver con la memoria por definición ha de estar en el pasado, ser historia. Por tanto, "memoria histórica" es una redundancia. En el fondo, el determinante no es de tiempo sino de personas; "histórica" quiere decir que es memoria de todos, compartida, memoria colectiva.

Pero eso no existe. La memoria es un atributo del individuo. No hay memoria colectiva, igual que no hay espíritu del pueblo. Eso son metáforas, invenciones, en muchos casos, pretextos. La memoria es individual y es absurdo considerarla como producto de consenso. Uno no consensúa nada con uno mismo. Y tampoco puede consensuar memorias con los demás, con los que convive. Puede compartir la memoria, pero no consensuarla.

Entonces ¿por qué los miembros de la Comisión, el Ayuntamiento, El País y el sursum corda, se hacen lenguas del consenso como método de trabajo y adopción de decisiones en este campo? Tengo varias hipótesis complementarias que someto al juicio crítico de la lectora. a) el consenso se propugna porque la Comisión en su mayoría abarca una gama no muy variada de opiniones, que van desde la derecha extrema hasta una izquierda moderada, acomodaticia y pusilánime; b) el consenso se propugna para rescatar el espíritu de la Transición, que fue de consenso; c) el consenso se defiende  para hacer justicia a los dos bandos por igual.

a) El consenso timorato. Escudero Alday subraya cómo los miembros de la comisión oscilan entre diferentes tipos de negacionismo: los más radicales, propios de la derecha y los más moderados, pero igualmente radicales a la hora a la hora de echar cerrojo a este singular episodio de la historia de España, a la hora de pedir que se termine con la Ley de "Memoria Histórica" porque seguir con ella equivale a perpetuar el enfrentamiento. En principio, esta Comisión tiene como misión principal aplicar la Ley  a las denominaciones de calle y plazas, placas en edificios, monumentos y recordatorios varios. La actuación es en medio urbano. Es decir, el grueso de su acción se desplegará desde el final de la contienda y en los años cuarenta y cincuenta. Por entonces ya no había resistencia, no había dos bandos, sino vencedores y vencidos que quedaban a merced de los vencedores, los cuales no tuvieron ninguna.

b) El espíritu del tiempo. La Transición estuvo presidida por la necesidad de pactar. De llegar a un acuerdo. La transición fue un pacto producto del miedo que los protagonistas de la época se profesaban unos a otros. Hubo consenso, sí, pero tácito: las izquierdas renunciaban a sus símbolos y valores y se integraban en el funcionamiento democrático ordinario del sistema político español sin remover el pasado; a cambio, la derecha abandonaría toda tentación golpista y, con el paso del tiempo, permitiría que se hiciera justicia a la víctimas, sin tratar d revivir los enfrentamientos no de apropiarse en exclusiva la representación de España. Pero esto ha sido falso: a raíz del triunfo socialista de 1982 cundió el temor en la derecha. Pero, cuando esta vio que no había ánimo revanchista en la izquierda, recuperó su talante de intransigencia y acabó volviendo a la imposición del vencedor "sin complejos", como se decía entonces. Promulgada la tímida Ley de la época de Zapatero, se comprobó que la derecha no tenía voluntad alguna de aplicarla sino de boicotearla, como ha hecho en la X legislatura con mayoría absoluta del PP. Resultado: cuarenta años después del fin de la dictadura, en las cunetas siguen enterrados más de cien mil compatriotas asesinados y Madrid reverbera de símbolos, placas, calles y recordatorios de los franquistas. 

c) Los dos bandos por igual. Lo dicho, el tiempo que se quiere revisar es de imposición, dictadura de los vencedores sobre los vencidos. De igualdad, nada. La presencia de un cura en la comisión con el argumento de que se trata de hacer justicia "también" a las víctimas de la Iglesia revela su falacia: en la época de que se trata, la Iglesia no tenía víctimas puesto que era ella misma la victimaria. La colaboración de la Iglesia con la represión del franquismo en la postguerra fue total. Dicho en plata: en la Comisión no hay representación de las víctimas, pero sí de los victimarios. Y eso la cuestiona moralmente de tal modo que la hace inservible. 

Por supuesto que la Comisión debería estar compuesta con otros criterios y que la que hay no es justa. 

Todo consenso que se dé entre la justicia y la injusticia será injusto. La justicia es el único consenso, como sabe muy bien una alcaldesa que es jueza.

Alicia hace las Américas

Confieso no haber visto la versión que hizo Tim Burton de Alicia en el país de las maravillas en 2010 y, como, según parece, fue un éxito, ignoro cuál sea la base de este. Esta versión de A través del espejo ya no está dirigida por Burton, sino producida por él y dirigida por James Bobin e interpretada por Mia Wasikowska (a quien vi hace poco de Madame Bovary) como Alicia, Johnny Depp como el Sombrerero Loco, Helene Bonham-Carter como la reina roja. Los tres repiten papeles de Alicia en el país de las maravillas. El film es trepidante, literalmente saturado de efectos especiales, rodado para 3D, muy abigarrado, original y divertido y probablemente será un éxito también... pero no tiene nada que ver con la segunda parte de la novela de Lewis Carroll. Y cuando digo "nada" quiero decir "nada". Cierto, aparecen prácticamente todos los personajes de Alicia en el país de las maravillas, aunque sin justificación alguna salvo Alicia, claro está, el sombrerero loco y la reina de corazones, que tienen unos papeles sobredimensionados respecto a la obra.  La trama, la historia, el relato, los diálogos, todo, absolutamente todo están inventados para la ocasión y, aunque la tramoya sea, como digo, muy vistosa, la invención es bastante lineal, predecible y de escasa relevancia. En definitiva, un poquito tostón. Ya desde el comienzo, la escenografía y ambientación recuerdan mucho Piratas del Caribe, también con Johnny Depp y, en punto a simplicidad de la narrativa, tiene poco que envidiarla. En definitiva, un producto de los estudios de Walt Disney, típicamente americano. Hasta tiene dos finales, uno el que la lógica y el guión exigen y otro, sobrepuesto, el final feliz que los estudios sostienen siempre que es el que gusta a la gente. Y tendrán razón.

Insisto en que no me parece mal. Cada uno adapta las novelas al cine como le da la gana y, si se le juzga, el juicio de ajuste a la obra original es secundario. Lo importante es el valor del producto final. Tal valor, en este caso, no me parece menudo; al contrario, probablemente fascinará a un público muy numeroso e infantil, adolescente y juvenil no demasiado exigente. Eso está bien. Tiene que haber historias para todas la edades. El film es muy animado, colorido y lleno de trucos vistosos. Si acaso objeto a algunas caracterizaciones. La del Sombrero Loco está lograda, aunque algo historiada. La liebre de marzo no me parece de recibo. Tweedledum y Tweedledee son un auténtico insulto y Sir John Tenniel, el ilustrador primero de Alicia se hubiera muerto del digusto al ver en que se han convertido sus dos mozalbetes; la reina de corazones está lograda en el outfit, pero falla en que Helene Bonham-Carter es demasiado guapa. Tenniel la representó fea, copiando directamente el modelo de la Duquesa fea, de Quentin Massys. Y del famoso gato de Cheshire, mejor es no hablar.

Tiene su lógica que el guión se aparte del texto porque este es más complicado aun que la primera parte, prácticamente intraducible a cualquier otro idioma, cinematográfico o teatral. A través del espejo vuelve a jugar con la ironía del significado del nombre de Alicia ("Verdad") en un mundo en el que todo es falso, mentira, realidad distinta o invertida. ¿Qué hay al otro lado del espejo? Pues eso, un mundo al revés. Cuando Alicia encuentra el celebérrimo poema Jabberwocky, ve que no puede leerlo salvo que lo ponga frente a un espejo porque la escritura es invertida. Aun así tampoco entiende su significado. Bueno, ni ella ni nadie ya que Jabberwocky está hecho con palabras inventadas por Carroll. Nada de extraño que los surrealistas lo tomaran como modelo. Pero, ¿como poner Jabberwocky en cine? Igual que el inenarrable diálogo con Humpty Dumpty con la feliz invención de las palabras portmanteau. O el poema, La morsa y el carpintero que le recitan Tweedledum y Tweedledee.

En fin, hasta la vuelta a la realidad sigue mostrando una diferencia cualitativa importante a favor de la novela sobre la película. En esta, las aventuras de Alicia se entienden como resultado de una locura pasajera; en la novela, el retorno es el despertar de un sueño.
Porque la vida es sueño.

dissabte, 28 de maig del 2016

Amansando a la fiera

Los empresarios del Círculo de Economía se han reunido en Sitges, grato lugar. No suelen estos reunirse en el Arroyo abroñigal. Sitges propicia más los ánimos al entendimiento y la conciliación. El Círculo es, además, una "asociación cívica", sin ánimo de lucro, penetrada de su misión de ser lugar de encuentro, reflexión, intercambio. Suena razonable. Los empresarios, como la Iglesia, tienen muchas caras; entre otras, la áspera y la sonriente. Escuchar a Juan Rosell, el presidente de la patronal, pedir el restablecimiento de la esclavitud mete miedo. Pero luego llega Antón Costas, el presidente del Círculo y el vendaval amaina.

Llaman los patronos a capítulo a los líderes, hasta los más resabiados, y les hacen cantar la palinodia. Y los líderes la cantan, especialmente los de izquierdas. Nada amansa más a un revolucionario que la mesa y mantel con quienes toman las decisiones. Así que Pablo Iglesias, todo dulzura, no fue a afear a los empresarios eso de que, sin presentarse a las elecciones, sean los que pretenden gobernar. Ese es más discurso de masas. A los patronos fue a decirles que Podemos es la verdadera socialdemocracia, que no haya miedo, vaya. Trataba de amansar a la fiera a base de mostrarse manso. Vendió a los empresarios una versión suave del keynesianismo y subrayó que Barcelona y Madrid son las ciudades donde más crece la inversión. Le faltó decir lo de Solchaga durante el Felipato: España, el país en que es más fácil y rápido hacerse rico. Podemos va a invertir a través, supongo, de una "potente" banca pública; los empresarios estarán encantados de invertir y la prosperidad volverá a regar nuestros campos y ciudades. Estos idílicos propósitos, que convierten la Economía de "ciencia triste" en ciencia alegre, compiten dialécticamente con las imágenes de los últimos días que todos los empresarios tienen en la retina: actos de líderes de IU y Podemos puño en alto, figuras de otro tiempo, héroes de antaño que acuden a la última llamada del deber, viejos profetas de la razón en marcha y anuncios de luchas intestinas entre las izquierdas "verdaderas". Difícil ensamblaje.

Al día siguiente, turno de Sánchez. A este vinieron a escucharle muchos que no hicieron acto de presencia en la exposición de Iglesias. Un indicador de a quién ven los empresarios como próximo presidente. O sea, los que no se presentan ya han elegido a Sánchez. Hasta Iglesias parece aceptar que el próximo gobierno pivotará en torno al PSOE. Del Sorpasso prometido va quedando ya solo el nombre que, dentro de poco, sonará a ritmo suramericano: el merengue, el bolero, la lambada, el sorpasso...La cosa consistirá en que el PSOE tendrá que elegir. Pero será el PSOE, no Podemos. Es bastante razonable. Los socialistas manejan mejor la imagen, dosifican su mensaje y, siendo este tranquilizador adquiere más crédito: son gente tan de orden e institución como el PP, pero tan dispuestos a reformar y hasta innovar como Podemos. Los Unidos/Podemos cada vez se presentan más como una aventura con mucho fragor mediático y poca consistencia y un potencial de desbarajuste sublime.


Mensaje de Sánchez a los empresarios (suscrito por todos los demás partidos): habrá gobierno en cualquier caso. No habrá nuevas elecciones. Si él gana, estará gobernando en siete días; si no gana, habrá gobierno, pero ya no garantiza el tiempo. El antecedente de las elecciones pasadas vierte un poco de ácido sobre su promesa de que no habrá terceras. Se supone que la gama de posibles gobiernos se abrirá tanto a la derecha como a la izquierda. Afirma que no excluye a ningún partido, pero no es cierto: los independentistas catalanes no entraron en sus cálculos de meses pasados ni siquiera como non entities y probablemente ahora tampoco. Los culpa de que no haya gobierno en España, negativa que antes atribuía a Podemos.

Y ahí es donde Sánchez, más consciente de en dónde hablaba que Iglesias, fue más prolijo y explícito: Cataluña. Sánchez admite ya que el problema de Cataluña, en realidad, es el problema de España. Le ha costado meses entenderlo pero parece que, al borde del Mediterráneo, lo ha visto, como Ulises llega a Ítaca. "La falta de solución en Cataluña", razona, se ha convertido en el problema de España y aprovecha para largar una chufa a Iglesias afirmando que la aceptación del referéndum catalán será la extensión de tan peligrosa manía al país Vasco, a Galicia y, sabe Dios, a lo mejor a Peñaranda de Bracamonte. O sea, Pablo Iglesias tiene la culpa de todo y Sánchez sigue si dar con la fórmula salvífica porque dice que se pondrá en peligro la convivencia de los españoles. Yo creo que quiere decir "conllevancia", como Ortega, que es a donde, con suerte, llegamos, pero le han dicho que el pesimismo no vende.

Por una ironía del destino, ayer anduvo por la corte también Puigdemont, que vino al Eurofórum en el Ritz y contó con la cerrada ausencia del establecimiento político institucional español: nadie del gobierno, nadie de la oposición, exceptuado Ángel Gabilondo que, como es de Metafísica, se habría equivocado de destino. Ante un público catalán, Puigdemont explicó que lleva ya seis meses y quedan 12 para el día D, que estamos en tiempo de descuento y los españoles ni prestan oído, excusado es decir audiencia. Como es hombre realista, está abierto a todo tipo de negociación, si bien no cree que, a estas alturas, la reforma de la Constitución sirva para algo. Pero, si no hay negociación, en 12 meses habrá parusía laica en forma de República Catalana. De verdad que no entiendo cómo los políticos españoles no se percatan de que este propósito es el evento más importante de la historia española en unos cientos de años. Una República Catalana que los países europeos se sentirán inclinados a reconocer vista la obtusa parálisis de los sucesivos gobiernos españoles.

Sánchez también parece haber caído en la cuenta de que la independencia catalana es una ruina para España porque, dice, se rompe la unidad de caja que es una manera de decir que se pierde una saneada fuente de ingresos para el resto del país. No puede haber independencia catalana; ni hablar. Hay que ir a la reforma de la Constitución. Pero, si lo he entendido bien, por primera vez admite que, luego de la tal reforma, haya una consulta. Al final va a ser una cuestión de nombres, como sucede siempre cuando se tiene miedo a las ideas. Todo referéndum es una consulta, pero no toda consulta es un referéndum. Todavía tiene el socialista tierra virgen por explorar. Dado que la reforma constitucional va a requerir un referéndum, quizá dos, según cómo vengan las cosas, ¿por qué no resumirlos, el de reforma y el de autodeterminación, en uno solo? Uno que, por ejemplo, tuviera dos opciones en una sola pregunta "¿quiere usted que Cataluña sea un Estado independiente ya o prefiere que siga siendo parte de España según una reforma de la Constitución que luego se someterá a referéndum en los mismos términos de este? Es una propuesta razonable que devuelve la iniciativa al gobierno; en este caso, a la oposición porque el gobierno en funciones no está para estos galimatías. No estuvo nunca, ni cuando estaba en no-funciones. La propuesta da iguales oportunidades a todo el mundo, es fair play y a los socalistas los saca del bloque del "no" a secas. Para eso ya está la legión que, al parecer, desfilará hoy por Barcelona detrás de la cabra, animal totémico apropiado al país que representa. Nada de león, águila, toro o elefante. Una cabra.

Si Sánchez es capaz de articular un mensaje en esos términos tiene muchas papeletas para ganar la rifa. El premio: la gobernación de este desastre.

Desde lo más profundo del tiempo

El Museo Arqueológico Nacional tiene una interesante exposición de los hallazgos de una misión española de la Universidad Autónoma en los confines de Oriente próximo en la península de Omán. Comisariada por Joaquín Córdoba Zoilo, catedrático de Historia antigua de esa universidad, muestra los resultados de los trabajos de ese equipo de españoles, incorporados a una misión internacional y aporta datos muy interesantes, fascinantes incluso, sobre una civilización de la que, hasta hace poco no se sabía prácticamente nada, ni siquiera en dónde estaba: la del país de Magán. Algún texto sumerio hablaba, al parecer, de los "barcos negros" (porque los calafateaban con betún) que llegaban de aquel lugar que debió de florecer como centro de comercio del cobre para el golfo pérsico entre el 2300 y el 500 a.d.C. Imagino que la existencia de este centro -no me atrevo a llamarlo emporio- y algún otro vecino, como Mleiha y el puerto de Dibba, ciudades caravaneras fortalecerán las viejas teorías difusionistas. Luego, llegó la decadencia y pareció habérselo tragado la tierra, de forma que algunos conjeturaban que podía incluso encontrarse en el África, otros en Yemen, o en Irak. Ahora, gracias al encomiable trabajo de estos investigadores ya sabemos que se encontraba en lo que hoy es el Emirato de Sharjah, en el cuerno de la península arábiga. Puro desierto.

Los materiales que se muestran son básicamente cerámicas, cuentas, utensilios, puntas de flechas y lanzas, alguna piedra con inscripciones, tumbas individuales y colectivas, diferentes tipos de enterramientos con rituales desconocidos. Todo habla de asentamientos humanos durante un larguísimo periodo que va desde los orígenes más oscuros en el paleolítico hasta la Edad del bronce y todo también documentado porque, como dicen los investigadores con legítimo orgullo, ponen voz a los que no la tienen, los sacan de la oscuridad y nos los muestran, interpretando su existencia que, por lo que cabe colegir de la pobreza y rusticidad de la muestras, debía de ser muy dura durante siglos y siglos. 

Dos o tres consideraciones se imponen al visitante que se siente trasportado a las condiciones de vida de aquellas comunidades que peleaban por sobrevivir en un clima muy adverso. La importancia que adquieren los vestigios funerarios que aquí, como en muchas otras partes, son el vínculo que nos une con civilizaciones extinguidas y casi por entero desaparecidas de la faz de la tierra. Es ese deseo de perdurabilidad que ha alentado siempre en el corazón de los seres humanos el que los lleva a proveer a los difuntos de cantidad de objetos que al cabo de siglos, milenios, nos hablan de cómo eran y con el auxilio de varias ciencias nos permiten pasar de las conjeturas o teorías sólidas sobre sus vidas, sus costumbres, sus enfermedades, incluso, aunque no tanto sobre sus creencias y otros elementos puramente espirituales.

En algún lugar nos informan los miembros de la expedición, si no he leído mal que la esperanza de media de vida era de 27 años. Da que pensar y mucho y en muchas direcciones. Dante escribió la Divina Comedia n'ell mezzo della sua vita y contaba treinta. La esperanza de vida hoy en España está en torno a los 80. ¿Qué cabe hacer en 27 años teniendo, además que consumir la mayor parte en procurar la supervivencia en condiciones sumamente duras? Y, sin embargo, uno piensa que aquellas gentes eran como nosotros, se reían, festejaban, se adornaban (hay muchos collares, adornos, pulseras), se enamoraban y se peleaban... 

Los periodos de florecimiento y decadencia debieron ser intermitentes pero algo les dio seguridad y continuidad, algo que debieron a su puro ingenio y que los españoles han sabido descubrir y explicar: un ingenioso sistema de regadío subterráneo que les permitió desarrollar la agricultura. Lo cual es congruente con esa teoría de que todas las formas de civilización primitivas y prehistóricas se han fundamentado en sistemas de regadío. Hay una reproducción a escala de esos pasadizos tallados en el subsuelo por los que discurrían las aguas que se almacenaban en las capas freáticas en un país desértico y que ellos, que debían ser competentes zahoríes, descubrieron y supieron aprovechar. 

Solo por ver esa obra de ingeniería del neolítico (supongo) merece la pena acercarse a esta curiosa exposición que documenta la existencia de unas gentes de las que no sabíamos nada y de las que seguimos sin saber gran cosa. Gentes a las que tenemos que hacer un sitio en nuestra galería que muestra el proceso por el que los seres humanos han conseguido adueñarse de un mundo en el que empezaron siendo absolutamente insignificantes y hoy están a punto de destruir. 

divendres, 27 de maig del 2016

Por qué no votaré al PSOE ni a IU/Podemos

Sánchez acaba de presentar sus seis propuestas -"principios" las llama él, "líneas rojas", según la prensa- para un gobierno de coalición despúes del 26 junio.

Le deseo mucha suerte y le agradezco que sea tan claro, pero yo no lo votaré.

Los seis enunciados, en su mayoría son vagarosas generalidades sin nada concreto. No mencionan la cuestión de la Monarquía/República (ya se sabe: no toca) ni los privilegios de la Iglesia católica, ese Estado dentro del Estado que parasita la colectividad y cuyos medios de comunicación sirven para difundir el veneno del odio en nuestra sociedad.

Solo hay algo concreto en ese conjunto de vaguedades: no al referéndum de independencia en Cataluña. Es lo único claro. Y es mentira porque nadie, que yo sepa, pide un referéndum de independencia en Cataluña. Se pide un referéndum consultivo, para decidir, de autodeterminación, si quieren ustedes; pero no de independencia. Esa mentira procede de las escasas meninges de quien haya redactado este catecismo. Por lo demás, a tono con el resto de las referencias a la cuestión: puras mentiras que debieran avergonzar a alguien de izquierdas. Sigue diciendo el escrito no a la desigualdad de trato entre españoles por razón de su origen. Otra mentira igual a la de Rajoy cuando habla de la igualdad de todos los españoles. Los españoles no somos iguales de hecho ni de derecho. Los vascos y los navarros tienen trato distinto, como sabemos todos. O no son españoles o son españoles desiguales, pero el sistema de concierto (en cuya justicia o injusticia no quiero entrar aquí) demuestra que Rajoy y Sánchez mienten al unísono. El resto de las consideraciones sobre el Estado autonómico, la reforma de la Constitución y el federalismo, puro relleno para tapar la injusticia de negar a los catalanes el ejercicio de un derecho.

Injusticia sin disculpa alguna, sin razones, sin principios auténticos, sin valentía ni autenticidad. Después de los referéndums de autodeterminación en el Canadá y Escocia, no hay ninguna razón para negar ese derecho a los catalanes salvo que se reconozca que el Canadá y el Reino Unido son democracias y Estados de derecho y España no es lo uno ni lo otro, sino el reino (y Reino es) de la mentira y la arbitrariedad. Todos los nacionalistas españoles dicen que en Cataluña la mayoría no es independentista. Pero no dejan que salgamos de dudas contándolos mediante un referéndum. Es más ni siquiera admiten que se cuente ni como principio que tanto gustan de invocar. Felipe González ya ha dicho que aunque los partidarios de la independencia fueran el 120%, no se permitiría la autodeterminación porque no es una cuestión de mayorías y minorías sino un asunto de principios.

Porque los principios de esta gente son como los de Groucho Marx.

Con lo que queda claro que la única razón para negar a los catalanes el ejercicio del derecho de autodeterminación es la razón de la fuerza: no porque no. Porque somos más, tenemos más poder y no nos da la gana. Recuérdese el famoso "diálogo meliano" de La guerra del Peloponeso: "Los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben".

Y yo no puedo votar eso porque me repugna.

¿Y qué sucede con IU/Podemos? Pues lo mismo que lo anterior y dos huevos duros, para seguir con los inspirados hermanos Marx que tienen mucho en común con los de Podemos, aunque con más chispa.

Los de Podemos admiten el referéndum de autodeterminación en Cataluña: sí, pero con la boca chica, vinculándolo a una imposible reforma de la Constitución y después de haberse dado una castaña en las elecciones del 27 de septiembre de 2015. Se presentaron entonces sin tener ni idea de a quién estaban dirigiéndose, tratando a los catalanes poco menos que como lelos y haciendo trampas, como hacen siempre, con ese referéndum, mezclándolo con un proceso constituyente que no se creían ni ellos.

Por lo demás, estos tampoco plantean la cuestión de la Monarquía (ignoro si esto tiene algo que ver con Juego de tronos, que tanto les gusta) ni la de la Iglesia y el Estado. En algunas cosas, van por detrás del PSOE (al que acusan de ser como el PP), por ejemplo en el asunto del aborto que, según ellos, no es de importancia ni interés social. Como tampoco lo es la del género según se desprende de ese título siete machos que han puesto a su coalición "Unidos Podemos" que algunos tratan de disimular pronunciando el "Unidos" como "Unidas" según reglas fonéticas desconocidas hasta la fecha en España.

Pero lo más lamentable de esta buena gente es su carencia absoluta de principios, de esos que, al parecer, sobran a los socialistas, y su tendencia a orientarse hacia donde sople el viento y mentir sin el menor pudor, como esos trileros que ellos veían profusamente repartidos entre quienes somos tan antiguos como para ser de izquierdas.  Se presentaron como tercera opción entre el comunismo más anquilosado y la socialdemocracia más aburguesada. Tropezaron con la primera dificultad práctica; vamos, que se dieron una bofetada en las elecciones del 20 de diciembre que ellos vendieron como gran triunfo con tanta veracidad como ahora aseguran que quieren "desempatar". Comprobaron luego que no tenían ni sombra de capacidad teórica para elaborar el contenido de esa nueva izquierda y corrieron acongojados a echarse en brazos del antiguo chamán huero y vanidoso de IU para componer ese vertebrado gaseoso que han parido. Con él aspiran a sustituir a la socialdemocracia tras destruirla si buenamente pueden para colmatar sus ambiciones tristes y viejas de decenios y hacerse respetables socialdemócratas "de verdad". Para seguir con la superchería aseguran que no, que el sorpasso no es al PSOE, sino al PP, como si las gentes fuéramos estúpidas y no tuviéramos ojos y oídos. 

Me da igual con qué logomaquias populológicas tratan los de Podemos de disfrazar su desesperada ansia de poder al precio que sea y la miseria con que han encubierto su traición a lo que dicen que fueron sus orígenes. Como a los socialistas, también les deseo lo mejor que tiene toda la pinta de ser otros cuatro años más de gobierno de la derecha, según la acreditada marca de La Pinza, S.L.

Pero yo tampoco los votaré porque me da la risa. Sardónica, verdad es, pero risa. 

Por si a alguien le pica la curiosidad: no me abstendré y seguramente votaré al PACMA que, según mis noticias, no ha firmado con Podemos pues estos no piden la abolición de las corridas de toros porque pensarán que tal cosa quita votos.

dijous, 26 de maig del 2016

"¡Ladrón! ¡Corrupto!"

Se lo decían ayer en la calle en Valencia al Sobresueldos que intentaba darse un "baño de masas" (como suelen decir los medios) y hubo de salir por pies.

La verdad sigue estando en la calle. Hace unas fechas, en Pontevedra, su tierra natal, el ayuntamiento lo declaró "persona non grata" y, unos días después, un espontáneo le atizó una chufa cuando andaba tratando de hacerse el simpático entre la gente. Ayer, en Madrid, otro joven le fastidió el teatro saltando al grito de "¡El PP es la mafia!".

Ojalá fueran los comienzos de la recuperación de la dignidad ciudadana, de una rebelión cívica. Que este indeseable no pudiera asomar el careto por parte alguna porque el personal le gritara lo que se tiene merecido. Cuenta habida de que los demás partidos políticos que saben igualmente que el país está gobernado por una cuadrilla de mangantes, son incapaces de hacer nada en parte por complicidad y en parte por puro miedo.

Si se piensa bien (y, para contrastar se compara con el comportamiento de los políticos en cualquier otro país europeo) es indignante que no haya dimitido hace años un pájaro, que lleva veinte cobrando sobresueldos de oscura procedencia; que manda SMS de apoyo como presidente del gobierno a un delincuente; que tiene a su padre atendido con fondos públicos que niega a los demás ciudadanos; que protege a todo tipo de ladrones y sinvergüenzas; que entorpece cuanto puede la acción de la justicia; y que preside un partido al que los jueces imputan ilícitos, lucro irregular y, por tanto, connivencia con delitos.

Ahí está de nuevo otro juez a vueltas con la infinita trama Gürtel en la que aún van a aparecer más presuntos ladrones peperos imputados, pide procesar al PP por lucrarse ilícitamente en Boadilla, el territorio de El albondiguilla, un alcalde pepero típico, metido en todo tipo de chanchullos.

Por si había alguna duda, otro juez -esta vez en el caso Púnica- considera que el amigo Granados estuvo anotando donaciones ilegales al partido de un empresario mafioso entre 2011 y 2014. El amigo Granados, mano derecha de Esperanza Aguirre que, por supuesto, no sabía nada de cómo este personaje expoliaba el erario.

De verdad que es para flipar. Y todavía más que los otros dirigentes no nieguen el saludo al principal responsable político de este inmenso desaguisado y no rechacen hablar con él en tanto no dimita, dado que es un desdoro y una vergüenza para toda la clase política.

Pues, no señor; no solamente no se exige su dimisión en todo momento y circunstancia sino que el amigo anda por ahí soltando sus necedades y habituales sinsorgadas. Advierte a los suyos de que hay que evitar los radicalismos como nefastos para España. Sin duda se refiere a Podemos pero, al lado de gentes como el beato Fernández Díaz, el energúmeno Hernando, la agresiva Sáenz de Santamaría, la embustera  Cospedal y el propio Sobresueldos, los de Podemos son pura moderación. El verdadero radicalismo la auténtica extrema derecha está en el PP. Si se duda, escúchese una alocución de García Albiol en Cataluña. 

Además de mentir sobre el radicalismo, el sobresueldos ha ido a Valencia a contar embustes sobre la educación. Dice que el PP quiere proteger la enseñanza concertada como base de libertad de elección de los padres. Pero la base de la enseñanza concertada no es esa. La base de la concertada es destinar recursos públicos a la enseñanza privada, básicamente de curas y monjas, en detrimento de la enseñanza pública gratuita, para que los hijos de las familias bien puedan tener una educación "de calidad" (no sé qué calidad pueden dar los curas) aprovechándose de los recursos públicos y sin tener que pagar por ella. A mayor indignidad, estos colegios concertados suelen imponer ciertas tasas (inferiores al coste real de la educación) para cerrar el paso a los hijos de las familias de menos recursos o inmigrantes. De esta forma, la población trabajadora sufraga con sus impuestos parte importante de la educación de las clases medias y altas sin poder beneficiarse de ella.

A eso lo llaman "libertad de elección". En cuanto a los colegios públicos, mordidas de un millón de euros y los niños a estudiar a barracones.

Pues, sí, ladrones y corruptos. La calle tiene razón.

Por qué es repugnante la Ley Wert

Entre 1866 y 1868, los catedráticos Nicolás Salmerón y Emilio Castelar fueron despojados de sus cátedras en virtud del llamado Decreto Orovio que exigía que todas las enseñanzas en España se ajustaran al dogma católico. Posteriormente, por iniciativa del mismo indigno personaje, en 1875, fue también desposeído de su cátedra y confinado en el castillo de Santa Catalina Francisco Giner, quien más tarde fundaría la Institución Libre de Enseñanza. La Institución fue origen de lo más sano y fructífero del sistema educativo español a lo largo de los años: el Museo Pedagógico Nacional, la Junta para la Ampliación de Estudios, la Residencia de Estudiantes, las Misiones Pedagógicas y, posteriormente, en los años más negros del franquismo, el Colegio Estudio, como centro privado laico, único refugio para una enseñanza libre de las imposiciones de la secta católica.

Entre otros abusos y estupideces, la llamada "Ley Wert" vuelve a introducir el catolicismo en la enseñanza española pública y hasta en la privada. 

Los católicos tienen sus centros de curas y monjas (apoyados, además en esa estafa que llaman "enseñanza concertada" por la que hacen competencia desleal a los otros centros privados que no tienen concierto) y nadie se lo impide. Lo que no es de recibo es que quienes aspiran a una enseñanza libre tengan que sufrir directa o indirectamente de nuevo las imposiciones de estos fanáticos. La ley vuelve a instigarlas pero el espíritu institucionista debe rechazarlas. 

dimecres, 25 de maig del 2016

Solo la calle dice la verdad

Un espontáneo arruinó ayer el acto inaugural de la campaña de Rajoy y el PP al sostener a gritos que "el PP es la mafia". Lo captaron todas las televisiones y lo ha escuchado toda España, lo cual no es garantía de que TVE dé las imágenes porque ese nido de propagandistas de la fe pepera  solo emite lo que le ordenan. Pero oírlo lo ha oído todo el país. Y todo el país ha pensado lo mismo, exactamente lo mismo que pensaban los capitostes peperos: que es la pura verdad, que el PP es una mafia, una partida de mangantes. Pero lo tiene que decir alguien de la calle que lo ve con la misma claridad con que lo vemos los que no somos cómplices ni encubridores de estos mafiosos, como son casi todos los demás partidos. Sí, esos que juegan a hacer como si aquí hubiera política, parlamento, gobierno democrático, cuando la realidad ofrece el cuadro de un patio de Monipodio rebosante de ladrones.

Solo la calle dice la verdad. Y los políticos, ni los medios, escuchan. En su soberbia y vanidad, pretenden aleccionar a la opinión que sabe mucho más que ellos porque no está comprada. En efecto, en España no está mal visto que los publicistas, los analistas políticos sean de partido y lo oculten, barriendo para casa pero sin decirlo. Tan partidistas son que en no pocos casos, cruzan la barrera y fichan por uno u otro partido y siguen escribiendo como si fuera a leerl@s alguien que no sea de su cuerda y estricta obediencia. Y lo llaman periodismo. Viene a ser como los jueces que dejan la toga y se meten en política en las filas de uno u otro partido. Menguado juez será después de haber pasado por la turmix de las opiniones partidistas. Como le pasó al juez Garzón, a quien la injusticia padecida no exime de la que él protagonizó cuando, despechado por la política socialista (pues era diputado del PSOE) dejó el escaño y lleno de rencor, trató de encarcelar a Felipe González...

De igual modo, los análisis de los famosos analistas dan risa. Cuando no se alinean decididamente y sin fisuras con la política de su partido es porque ya están haciendo campaña por él. Se sacan las menudencias del adversario para ver de hundirlo y se defienden o ningunean las tropelías de los propios. Muchos de estos "análisis" dan vergüenza. Generalmente no pasan de cotilleos o especulaciones sin fundamento.

¿Análisis comparativos? Cero. ¿Alguien ha visto alguna referencia a la cuestión de la incongruencia de los políticos? Sin embargo, es bien llamativa. Sánchez se pasa el día hablando del cambio, que es su lema de campaña en el que reproduce el del PSOE de los años 80 en la esperanza de conseguir el mismo efecto de arrastre. Pero no sé qué tendrá de cambio un proyecto que aparece avalado por una colección de figuras del museo de cera: González, Borrell, Rubalcaba, Rodríguez Zapatero. Pensar que esta colección de venerables paisanos tenga arranque para una política de cambio es tener una confianza panglossiana en la bondad del mundo.

Lo mismo le pasa a Iglesias. Convertido ya en el "gran hermano", no por lo que dice sino porque está atornillado a todos los platós de todas las televisiones todo el día, su reiterado discurso  sobre el fin de la vieja política produce tal hartazgo en las audiencias que va a lograr lo que parecía imposible: probar que el casi monopolio de los audiovisuales que ejerce Podemos no le harán ganar las elecciones sino perderlas. El discurso conjura permanentemente tiempos nuevos, pero el responsable de dar lustre a este propósito es Anguita, un héroe para quienes lo siguen y un zote huero y rencoroso para quienes no lo hacen, que son muchísimos más. Y Anguita no es el único septuagenario encargado de materializar los etéreos propósitos de la "nueva política": Carmena, Villarejo (finalmente descolgado) o el general Rodríguez son partes del estrellato de este frente de juventudes de la innovación, perfectamente incongruente con su objetivo declarado.

El caso de Rajoy es patético. No bien ha acabado de soltar una de sus habituales mentiras cuando ya está diciendo lo contrario en una carta de lacayo a los amos de Europa. Asegura que será implacable con la corrupción y lo primero que hace es aforar a Rita Barberá para obstaculizar sus comparecencia ante la justicia por presuntos delitos que en otro país algo más civilizado que este la habrían llevado sin más a la cárcel. Sostiene que el PP colabora con la justicia, pero hace sistemáticamente lo  contrario: borrar pruebas procesales, negarse a las comparecencias y hostigar a los jueces.

De ciudadanos no es posible documentar grandes incongruencias porque carece de discurso identificable. Igual que Garzón, el de IU, que dice estar orgulloso de su condición de comunista pero es incapaz de definirla y se presenta a las elecciones ocultando las siglas de su partido porque, como es sabido, nadie lo vota.

Si de los analistas pasamos a los medios que los cobijan, el panorama es de risa. Medios a su disposición incondicionel tienen el PP y Podemos. Quizá pueda probarse también de Ciudadanos. De quien no dudo es del PSOE: este no tiene un solo medio a su servicio como los dos partidos primeramente mencionados en los que los medios funcionan como boletines incondicionales. El BOE de Podemos, Público.es, no tiene nada que envidiar al pasquín La Razón, al servicio del PP ; igual que la Sexta es poco más que una televisión temática al servicio del Podemos, como Trece TV  lo está al del PP. 

¿Y los sondeos? Puras armas para crear estados de opinión que apoyen las opciones partidistas de los medios que los hacen. Ningún sondeo contradice la línea ideológica del medio que lo publica. Su valor es cero. Los sondeados acaban siempre respondiendo según las opiniones generalizadas por los mismos medios y así las consolidan. Porque si uno no consigue imponerse en las elecciones puede intentar hacerlo en las redacciones.

Lo que los sondeos no pueden ocultar ni maquillar es la valoración popular de los líderes y ahí hay un dato que llama mucho la atención: ¿por qué los dos políticos peor valorados por la gente son Rajoy e Iglesias? No es difícil de barruntar: porque los tenemos hasta en la sopa y el uno por uno y el otro por otro, tienen un discurso falso y repetitivo

Es verdad que Podemos no sabe de dónde viene, el PSOE a dónde va, Ciudadanos en dónde está y el PP qué le sucede. Y esto les ocurre porque no escuchan la opinión de la calle, la que sabe que Rajoy es un mafioso sin escrúpulos, Sánchez un don nadie sin recursos, Iglesias un hipócrita sin conciencia y Rivera un oportunista sin principios.

El Estado franquista

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado Esto no tiene arreglo. Brevemente dicho: "esto" es España. España no tiene arreglo. Creíamos que con la transición, buena, mala o regular, se había terminado el franquismo. Ilusos. El franquismo sigue tan sólido, ladrón y criminal como siempre. Y está aquí, ahora mismo. Llenándose la boca de ley, Constitución, democracia y Estado de derecho mientras sus esbirros se llenan los bolsillos de euros que roban de todas las arcas públicas y largan sus habituales memeces sobre el peligro de lo público y la necesidad de privatizarlo, por supuesto en interés de los capitalistas, los empresarios, los financieros, los banqueros y, como estamos en España, de los curas. La gente se deja engañar por la cháchara del Estado de derecho. Los franquistas bordan estas mentiras: allá por los años sesenta del siglo XX, los sectarios del Opus, fieles servidores de la dictadura, estilo López Rodó, lanzaron la menguada idea de un "Estado de derecho administrativo", una quimera, un vertebrado gaseoso, una mentira más... que no prosperó porque al delincuente que entonces gobernaba el país, cualquier Estado de derecho le sobraba. Él confiaba en los militares, los policías, la guardia civil, los curas y los plumíferos a sueldo.

A aquel "Estado de derecho" del Opus le faltaba una Constitución. En 1978 consiguieron una. Hubieron de aguantar unas legislaturas socialistas en las que fue más el ruido que las nueces y, por fin, en 2011, tras una campaña de abusos, demagogia anticatalana y mentiras, consiguieron el poder por mayoría absoluta. Los cuatro años posteriores, las que acaban de pasar, fueron cuatro años de franquismo. Dicen los especialistas que hoy, más de 65% de la población nació después del franquismo y no saben cómo fue. Claro que lo saben: así. Un Rey puesto por Franco, un presidente del gobierno que es un inepto y un presunto corrupto cobrador de sobresueldos al que ni le interesa la política ni entiende de ella. Un partido, el PP, que es una banda de ladrones, unas instituciones -legslativo y judicial- sometidas a la voluntad omnímoda del mangante de La Moncloa, una legislación represiva y feroz, una Iglesia omnipresente que vive a costa de los fieles a todo lujo y la gente en el paro, explotada, empobrecida o emigrada. El franquismo.

¿Tiene arreglo? No, porque la oposición (PSOE, Podemos, IU, etc) ya ha dado muestra de ser otra manga de incompetentes a quienes no importa tanto librar a la gente de esta pesadilla de ladrones, como conservar sus sueldos, puestos y canonjías personales. Como saben que, pase lo que pase, tanto si perden como si ganan, ellos, los cogollos oligárquicos de los partidos, los enchufados y paniaguados, amigos, parientes o deudos de los jefes, tendrán sus asientos -y sueldos- garantizados, no hacen nada por ganar. Y a la gente que le den. Si estos cinco inútiles que se presentan -Rajoy, Sánchez, Iglesias, Rivera, Garzón-, incapaces de acordar un gobierno de coalición hace dos meses supieran que, si perdían las elecciones perderían también sus salarios, seguro que actuarían de otra forma, se unirían y ganarían. Como están las cosas, eso es imposible.

Así que "esto" no tiene arreglo. Los franquistas saben que ganarán y las "oposición" sabe que perderá pero todos tendrán sus sueldos cuatro años más. Aquí no se mueve nada. Así que, no me extraña que los catalanes quieran irse de una vez y que aprovechen el vacío de poder de esta pavorosa confluencia de incompetentes en España para constituir su República Catalana. Yo haría lo mismo. Es más, espero poder hacerlo.

Aquí la versión en castellano del artículo:

Esto no tiene arreglo

El episodio de la prohibición de la estelada en la final de la copa del rey tiene dos interpretaciones; una anecdótica y la otra estructural. La anecdótica está ya agotada. El ridículo de la falangista delegada del gobierno en Madrid ha sido épico, imperial.

Vayamos a la interpretación estructural. Que la delegada del gobierno en Madrid sea una franquista, hija de un falangista patrono de la Fundación Francisco Franco evidencia una vez más que todo el personal político de la Dictadura sigue activo, a través del PP. Este no es un partido de centro-derecha, sino de extrema derecha, así como una presunta asociación de malhechores hoy conminada por la justicia a pagar una fianza so pena de embargo. Los franquistas siguen en todos los puestos de la administración pública, en el gobierno, en los tribunales, en la policía, en las embajadas, en el Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, la Iglesia católica. Basta con escuchar a obispos como Cañizares.

El estado español se ha democratizado formalmente, pero estructuralmente sigue siendo franquista, sus administradores son franquistas y sus, publicistas e intelectuales en los medios de comunicación, franquistas de distintas obediencias: monárquicos, falangistas, opusdeístas, militaristas y simples logreros y ladrones. Ha habido unos lapsos en que se han tolerado administraciones socialdemócratas siempre que estas no pasaran de cambios cosméticos y superestructurales y no se atrevieran a tocar las raíces del poder de la oligarquía franquista.

En consecuencia, en España todo está politizado al servicio y por imperativo del franquismo. Cuando los publicistas al servicio del franquismo dicen que “no se politice la copa del rey” ocultan que esa copa se llamaba antes “del Generalísimo” y que ese generalísimo puso en el trono despótica y arbitrariamente al padre del actual rey . En consecuencia, este debe su puesto a un dictador. Por lo tanto, todo lo que este rey toca o lo que le afecte está politizado y con la peor de las politizaciones: la de una dictadura que aún no ha respondido ni pedido perdón por sus crímenes, empezando por el asesinato de Lluís Companys.

Nadie ha dimitido por el ridículo bochornoso de la falangista Dancausa. Los franquistas no dimiten porque en su mentalidad los políticos no están al servicio del pueblo ni tienen por qué rendirle cuentas ni son responsables ante una opinión pública. Son como los camaleone: cambian de color según la apariencia del régimen de turno; se adaptan a las formas de la democracia, pero las corrompen y destruyen desde su interior. Se presentan a las elecciones, pero las compran mediante la corrupción. Hablan de la opinión pública, pero la censuran y solo toleran sus gabinetes de agitación y propaganda, con esbirros a sueldo. Ocupan los cargos de la administración pública, pero solo para expoliar el erario. Jamás dimiten porque, como el caudillo antaño y el actual de La Moncloa, solo son responsables ante Dios y la historia.

Se dirá que este cuadro ignora que en España hay elecciones democráticas periódicas y que la mayoría puede cambiar esta bochornosa situación que, así, dejaría de ser estructural. Esto ignora que el personal franquista, el franquismo sociológico, los herederos biológicos e ideológicos del franquismo así como sus beneficiados, siguen siendo mayoría en los sondeos; mayoría relativa, pero mayoría.

Pero, aunque la mayoría cambiara de bando alguna vez, está claro que un país no puede vivir en la incertidumbre de si unas nuevas elecciones no volverán a traer una mayoría de franquistas, contraria a los principios democráticos más elementales, compuesta por censores, autoritarios, provocadores. Una democracia en la que no todas las alternativas posibles (y probables) sean escrupulosamente democráticas, aunque de signos ideológicos distintos, será una democracia enferma, como le sucedió a la República de Weimar.

Y hay más, en el caso de los catalanes, una minoría a su vez estructural en el Estado español, la probabilidad de que, sea cual sea la mayoría que gane en España, será más o menos anticatalana no es una probabilidad; es una certidumbre. Los catalanes no pueden aspirar a blindar una situación real, efectiva y justa de autogobierno dentro del Estado español porque, como los españoles, están sometidos al albur de las cambiantes mayorías entre franquistas y no franquistas pero con consecuencias mucho más desastrosas para ellos.

Eso solo pueden conseguirlo con un Estado propio, cosa que ya nadie discute. Lo que se discute es cómo y cuándo.

dimarts, 24 de maig del 2016

Juicio salomónico

A estas alturas tiene ya poco sentido determinar cuál de las dos fuerzas de izquierda, PSOE o Podemos, es culpable de que no haya habido gobierno de coalición de cambio y progreso y sí elecciones; cuál de las dos es responsable de que estemos aguantando cuatro meses más a esta banda de ladrones y sinvergüenzas esquilmando el país, mientras el Sobresueldos sigue mintiendo como un bellaco esta vez por carta. Traigo al post como ilustración la inenarrable historia -una más de esta cuadrilla- del jefe de las Loterías del Estado, un enchufado de Montoro, que se pulió un millón de euros de dinero público en viajes en año y medio. Nada de casos aislados; es una asociación de delincuentes con el objetivo de pillar todo el dinero ajeno que puedan para su provecho personal y el de eso que llaman "partido", a quien el juez da diez días para depositar una fianza de 1.200.000 euros por posible responsabilidad civil en los latrocinios de ese mismo partido. 1.200.000 euros que también pagaremos los contribuyentes porque el negocio de estos truhanes es redondo: roban lo que pueden y, cuando los pillan, los gastos de defensa, fianza y costas también los pagamos los robados.

Insisto, no tiene ya sentido averiguar cual de las dos fuerzas fue culpable de que no hubiera gobierno de coalición. Cada uno de nosotras tenemos nuestra opinión. Pero es mejor no airearla porque no hay modo de llegar a una idea compartida y vamos a seguir perdiendo el tiempo: que si fuiste tú: no, que fuiste tú; ni hablar, tú fuiste, etc, etc. Y, mientras tanto, los peperos a seguir esquilmando el país, beneficiando a sus cómplices, repartiéndose prebendas. Y muy interesados en que la izquierda siga enzarzada en amargas pendencias. Por eso sugiero a las dos formaciones de la izquierda, PSOE y Unidos Podemos que hagan a un lado sus rencillas y querellas y lleguen a un acuerdo que podemos llamar juicio salomónico, aunque sea con efecto contrario porque no pretende dividir una criatura sino, al contrario, unir a dos.

El país se encuentra en estado crítico, en situación de emergencia, al borde de la quiebra y de desintegración territorial gracias a la pavorosa ineptitud del hombre que lo desgobierna hace cuatro años con el auxilio de una presunta organización de mafiosos. Gente sin escrúpulos que lleva años, decenios, escenificando situaciones de verdadero bandidaje, de auténtica rapiña de los caudales públicos con los más diversos motivos, la visita del Papa, las recalificaciones, las competiciones deportivas, todo servía para robar a espuertas. Una organización criminal subdividida en núcleos de auténticos granujas, como la Gürtel o la Púnica, sin olvidar, por supuesto, los EREs de Andalucía. Aquí se encuentra, quizá, una de las razones por las cuales la oposición no ha sido capaz de decir esta boca es mía mientras el gobierno pepero ha permitido y amparado este desbarajuste de ladrones: porque, aunque en medida menor y limitada territorialmente está asimismi muy podrida por la corrupción. El hecho es que si toda esta tropa de mangantes devolviera lo apandado, seguramente no harían falta recortes.

Por eso aquí ya no se puede perder más el tiempo con devaneos de mitómanos y narcisistas ni mostrar flaquezas. Los dos polos de la izquierda deben confluir para ganar las elecciones. Si no son capaces de unirse antes con un programa común, por lo menos que anuncien que, pasadas las elecciones, las gane quien las gane, se comprometen a formar gobierno conjunto para el cambio. Que la gente lo sepa. Que la gente sepa que, votando a una u otra de las dos fuerzas políticas, estará votando por un gobierno de izquierda. Esto hará bajar mucho la abstención, movilizará a los respectivos electorados y resolverá muchas dudas de votos indecisos. Por descontado, ese compromiso firme, claro, público tiene que ir acompañado de un cese total de las hostilidades entre las dos fuerzas de izquierda: nada de insultos directos o indirectos, nada de infundios, propaganda, insinuaciones y mala baba, nada de ataques personales. Todas la baterías críticas han de enfilar la fortaleza de PP. Careciendo este de toda ideología y programa digno de tal nombre que no sea el de llenarse los bolsillos sus militantes con el dinero de todos los españoles no es difícil exponer su verdadera naturaleza a los ojos de todos.

Así, la gente debe saber que no está indefensa frente a la banda de ladrones. Porque, una vez más, no se trata de saqueos aislados sino que es política de Estado: arrebatar a la gente sus pertenencias para entregárselas a los amigos, los enchufados, los clientes a través de eso que llaman privatizaciones y que es solamente una rebatiña de lo público entre coyotes.

Las dos izquierdas tienen una obligación moral de unirse para no dejar escapar la ocasión y conseguir acabar con esta plaga de ladrones y corruptos. Si no lo hacen, no merecerán nuestro voto; al menos, el mío, no.

Hermana cebra, hermano buitre

La Casa Encendida de Madrid, ese lugar casi mágico de la Ronda de Valencia nº 2 en Madrid, se ha convertido en el centro estratégico de una campaña de Capital Animal entre abril y junio en la que se promoverán debates, se realizarán encuentros, charlas, exposiciones sobre las cuestiones animalistas, especialmente la de los derechos de los animales. Y, además de la Casa Encendida, los actos tendrán lugar en la Calcografía Nacional, el Matadero de Madrid, el Reina Sofía y el Museo Lázaro Galdeano. Una iniciativa espléndida en defensa de los animales y de la cultura vegetariana.

La exposición en la Casa Encendida, comisariada por Rafel Doctor con la ayuda de Ruth Toledano y Ruth Montiel Arias, consta de tres salas con tres temáticas diferentes. En una hay unas 200 reproducciones gráficas de todo tipo de animales en todos los soportes, óleos, grabados, acuarelas, litografías, xerigrafías, fotografías, etc aportados por un montón de artistas, desde los más conocidos como El Roto, Forges, Ouka Lele, El Hortelano, etc, hasta los casi anónimos, pero todos ellos animados por una misma intención: reproducir la belleza del mundo animal. La abigarrada densidad de la representación hace que el espectador se sienta casi abrumado. Las reproduciones no dejan un palmo de pared exento y las hay desde el suelo al techo, lo que trasmite una sensación de plenitud por entrar en contacto con un mundo, aunque sea vicariamente, del que habitualmente ignora todo pero que es fascinante e infinito.

Otro espacio es un terreno de denuncia de las barbaridades que los seres humanos cometemos con los animales. En todo tipo de soportes: fotos, dibujos, objetos y vídeos se historia esta relación de dominación, indiferencia y crueldad entre el homo sapiens y las bestias. Esa barbarie queda especialmente documentada en los vídeos, los que muestran las prácticas de los mataderos industriales actuales, desde el momento en que se abate el animal hasta que su carne es empaquetada en inocentes envases que parece que solo contengan plástico, pasando por los procsos intermedios del despelleje, el descuartizamiento, etc. Son imágenes muy duras, muy impactantes. Es imposible, creo, olvidar las caras de terror de las terneras cuando las abaten o los chilldos desgarradores de los cerdos.

El tercer espacio es uno interactivo. En él se sigue haciendo campaña a favor de los animales y del vegetarianismo, pero las piezas que se muestran, juegos, dibujos, composiciones, reclaman la participación del visitante, lo invitan a actuar, a acercarse a un mundo de preocupación por los animales que a muchos de nosotros nos es desconocido. Es una parte didáctuca y muy bien pensada.

El resumen, la quintaesencia de esta exposición y de todas las actividades de Capital Animal 2016 es el problema de los derechos de los animales, cada vez más presente en los debates filosófico, jurídicos y politológicos. Tenía razón Sir Isaiah Berlin cuando afirmaba que lo característico de la democracia y de nuestra época es la coexistencia de valores inconmensurables. En una misma sociedad pueden coexistir bárbaros como el ex-ministro Wert que considera que las corridas de toros son un bien cultural y hace que las subvencionen con 600 millones de euros (de dinero ajeno, bien entendido) o energúmenos como quienes alancean hasta la muerte al toro de la Vega y gente de sensibilidad y generosidad como Ruth Toledano que fue agredida por uno de esos primates de Tordesillas por oponerse a la tortura del pobre animal. Valores opuestos, contrarios, excluyentes, el respeto y el desprecio por la vida del animal a la par en un mismo orden social. Berlin estaría encantado del ejemplo pero, sin duda, un hormiguillo le haría dudar: si son excluyentes los valores, ¿podemos reputarlos coexistentes por algo más que por la mutua imposibilidad de eliminarse físicamente? Entiendo que alguien para quien la música sea el valor supremo coexista, conviva y hasta haga excelentes migas con algún otro entregado apasionadamente a la exploración submarina. Son valores no coincidentes pero amigables. No veo cómo pueden coexistir partidarios y enemigos de torturar a los animales salvo el tiempo en que lo justicia tarde en dictar un fallo.

La cuestión de fondo es la de los derechos de los animales. Muchos niegan que tal cosa exista argumentando que los animales carecen de razón. Los derechos son nuestros porque nosotros sí la tenemos. Suponen, obviamente, que la única razón que existe es la humana. Quizá sea mucho suponer, pero, además se plantea el problema de por qué reconocemos derechos también a aquellos seres humanos que, por el motivo que sea, carecen de razón, por ejemplo, los locos.

Los animalistas sostienen, además, que la titularidad de los derechos no recae en los animales por la condición racional sino por la de seres sufrientes. Las animales sufren y los seres humanos no debemos hacer sufrir a un ser vivo. Eso es claro. Y convincente. Los animales, como seres vivos (y con independencia de cómo calificar a sus procesos nerviosos superiores) tienen derecho a que no se les haga sufrir. Sigue siendo convincente. Y ¿que podemos decir frente a la objeción de que de nada sirve reconocer derechos a unos seres que no pueden hacerlos valer ni ejercerlos? Que esos derechos encuentran su correlato en nuestros deberes. Son derechos de los animales frente a nosotros, que somos sus principales depredadores, y que se convierten en deberes nuestros: tenemos el deber de no hacer sufrir, de no causar daño a los animales. Tenemos el deber de legislar protegiéndolos como si el legislador fuera San Francisco de Asís.

Confieso que tengo menos claro otro asunto: el de ¿a qué animales nos referimos? Cuando se habla de derechos de los animales, creo, se da por supuesto que nos referimos a las especies superiores, domésticas y domesticables: las mascotas y los animales que utilizamos por razón del provecho que extraemos de ellos como bestias de tiro y carga o para otros menesteres. Pero ¿qué sucede con los animales salvajes? Cuando estos atacan al ser humano, es de suponer, asiste a este el derecho de legítima defensa, como si de dos persons se tratara. Pero ¿qué sucede cuando un animal ataca a otro porque es su fuente de alimentación? Igual que cuando dos animales domésticos se atacan entre sí. Sin duda, los bárbaros que apañan peleas de gallos o de perros deben ir a parar con los huesos en la trena, ¿pero qué decimos cuando, sin intervención humana, dos gallos se entrematan? ¿Hay relato de derechos ahí? Conste que no digo que sí ni que no; simplemente me lo pregunto. Como me pregunto qué sucede con las especies animales inferiores o en qué concepto tenemos a esos jainistas de la india cuyo respeto por la vida animal los hace caminar barriendo el suelo para no pisar las hormigas.

De todas formas, Palinuro defiende el concepto de los derechos de los animales como principio. Quiénes sean los titulares y hasta dónde alcanzan esos derechos es materia controvertida sobre lo que queda mucho por discutir.

Lo que está fuera de discusión es que convertir el sufrimiento y la tortura de un animal en un espectáculo debiera estar radicalmente prohibido.

dilluns, 23 de maig del 2016

El fantasma de la abstención

Ese es el verdadero fantasma de estas elecciones que nadie quería salvo los dos dirigentes de las fuerzas extremas: uno, el Sobresueldos, por si consigue justificar su ridícula pretensión de seguir destrozando este país y otro, Iglesias, para alimentar su narcisismo y ver si alcanza el sorpasso al PSOE por el que su referente intelectual, Anguita lleva treinta años suspirando. Y un fantasma cuyas cadenas no suenan por igual a todos los oídos. A la derecha le parecen música celestial porque cuenta con la abstención, motivada por el hastío, para mejorar sus resultados. Sonido lúgubre, en cambio, para la izquierda.

Sobre todo para el PSOE que se ve en una situación muy comprometida, con los sondeos apuntando a un descalabro y, sobre todo, al descenso humillante a tercera posición en el ranking, víctima del citado "sorpasso". Y no solo eso: un mediano examen de su situación como partido, sus anclajes, sus lealtades, sus bastiones, trasmite un cuadro pavoroso de decadencia: un partido de base social avejentada, rural, con un lenguaje y unas pautas de funcionamiento burocratizadas y anticuadas.

Un solo ejemplo: ayer, domingo, a las cinco de la tarde, la sede del PSOE en Ferraz estaba cerrada a cal y canto. Un partido de burócratas y paniaguados que echa el cierre al cumplir el horario de rutina y trabajo. Así no se ganan elecciones.

Esa imagen de partido fané y descangallado ha calado en el espíritu de sus dirigentes, ese manojo de "barones" a los que uno por uno o en grupo, al parecer, no se les ocurre una idea, una innovación, una iniciativa que saque a su partido del marasmo. Al contrario, reduce voluntariamente su presencia y alcance ya que tiene la moral comida por la vocinglería de IU/Podemos y su batería mediática. Es curioso porque, sin embargo, es probable que estos no alcancen su objetivo ni de lejos y que no solamente no haya sorpasso, sino que IU tire de Podemos hacia abajo y su resultado sea moderado. Es más, desde el momento en que Podemos ha renunciado a su pretensión de innovación del discurso de la izquierda para suscribir las sinsorgadas de los comunistas, bien las consignas acartonadas de Anguita, bien los galimatías seudoteóricos de Garzón, el resultado estará casi cantado. A la baja.

La llamada "izquierda trasformadora" carece de discurso por renuncia voluntaria. Si alguien tiene alguna duda, que pregunte a los sonrientes líderes de la confluencia IU y Podemos qué fue del sonsonete anguitiano de "Programa, programa, programa". ¿En dónde está el programa de la confluencia? Y ¿qué dice? No está en parte alguna. Es más, puede que vayan a las elecciones con dos, siendo el de IU el más clásicamente comunista y el de Podemos, más ladinamente socialdemócrata. Y esa coyunda ¿tiene expectativas reales de ser la segunda fuerza?

No obstante, el "sorpasso" sigue siendo posible, no por los méritos de IU/Podemos, sino por los deméritos socialistas que son abrumadores. Desde la secretaría general de Rubalcaba, este partido se ha echado tan a la derecha, que pierde los votos a chorros y solo conserva los de la vieja guardia, que lo que tiene de guardia lo tiene de vieja. Alguien ha convencido a Pedro Sánchez de que los muebles se salvarán a la desesperada haciendo una sabia unidad dialéctica entre un discurso institucional (actos con los anteriores secretarios generales, los de la casa, para probar que hay solidez en la empresa) y una actuación innovadora entendiendo por tal el estilo Kennedy que, bueno, solo tiene más de medio siglo.

De aprovechar el espíritu del tiempo, que es el de la información y la comunicación, nada, cero, silencio. En sus mítines, Sánchez no dice nada. Al partido como tal, a sus órganos de fabricación de ideas, si los tiene y los intelectuales orgánicos (que son muchos y viven muy bien, pero no son huertos de feraces ideas) tampoco se les ocurre nada.

Vivimos una época de crisis devastadora que, sobre todo en Europa, está poniendo en cuestión el modelo capitalista de crecimiento. La gente va en busca de soluciones y respuestas a problemas de envergadura, no a minucias o cuestiones de detalle. Cuando todo el sistema está en cuestión, una medida de política económica arriba o abajo, no significa nada. Si a esa situación de crisis general se añade la parte peculiar de España, que añade una crisis de integridad territorial muy grave, la falta de respuestas ya no solo es lamentable sino directamente vituperable.

Si hay sorpasso, los socialistas se lo tendrán ganado por su incapacidad para renovar su discurso con un contenido de izquierda democrática más acorde con el espíritu radical del tiempo. Renovación muy difícil, si no imposible, mientras el PSOE siga admitiendo el marco ideológico que le impone la derecha, aceptado ya desde los tiempos de Rubalcaba: aquí hay tres cosas que no se cuestionan: la monarquía, los privilegios de la Iglesia católica y la unidad de España. O sea, el franquismo.Y mientras el PSOE no consiga articular un relato sobre esas tres cuestiones distinto al de la derecha neofranquista sino que lo suscriba, no se ve cómo va a mejorar sus perspectivas electorales.

El spleen de Bovary

No sé cuántas versiones cinematográficas se habrán hecho de Madame Bovary; por lo menos diez o doce, entre las que se cuentan obras de maestros del cine, como Renoir, Minnelli o Chabrol. Un indicador indiscutible del permanente interés de esa novela y un recordatorio de qué difícil es plasmarla en un film. Puede que imposible.

El interés proviene de la naturaleza literaria de la historia. Flaubert tomó pie en un hecho real (una mujer se casa con un médico y, al poco tiempo, se suicida), poco más o menos como Stendhal había hecho con El rojo y el negro. Pero hay más referencias en el origen de Bovary que en el del joven Sorel stendhaliano. Está Balzac, que veinte años antes, había tocado el mismo tema en La mujer de treinta, que incluyó en las escenas de la vida íntima de la Comedia humana. Y conocida es la gran influencia de Balzac sobre el autor de La educación sentimental. Más, incluso que una influencia; casi una obsesión. Emma Bovary, voraz lectora de novelas románticas, como don Quijote de caballerías, lee mucho a Balzac. Un elemento este -el de la imaginación literaria- que la directora de esta nueva versión, Sophie Barthes, prácticamente no toca y es uno de los defectos de su película. Tiene otros.

Pero, ¿cuál es el tema que trata Flaubert y, antes de él, Balzac y tanto interés suscitaba que Madame Bovary fue objeto de una querella judicial por ultraje a las buenas costumbres de la que Flaubert salió absuelto, a diferencia del pobre Baudelaire que, en el mismo año, fue condenado por lo mismo? El adulterio. Madame Bovary es una de las grandes novelas del siglo XIX, el siglo de la burguesía triunfante, el de los valores solidos, tangibles, la estabilidad, la familia, la empresa, el orden social, las buenas costumbres, las apariencias, la honorabilidad. De pronto, sin embargo, ese orden social tan seguro de sí mismo, descubre que tiene un punto débil, un punto por el que todo el edificio puede desplomarse: la fidelidad conyugal. Y no la del marido, por la que nadie pone la mano en el fuego, sino la de la esposa, elemento crucial a la hora de asegurar la legitimidad de la descendencia para garantizar la transmisión del bien que caracteriza a la burguesía por encima de todo, esto es, la propiedad privada. La propiedad privada no se comparte y, ante ella, la esposa es como el mosquito anofeles: un puro vehiculo. Pero el vehículo ha de estar limpio. El adulterio fue incorporado a todos los códigos penales como delito (y de consecuencias diferenciadas según de qué conyuge se tratara) para que el orden público se hiciera cargo de los vicios privados. Y eso que el siglo había comenzado muy fuerte, liándose la manta a la cabeza, por así decirlo, cuando el Código Napoleón prohibió tajantemente toda investigación de la paternidad. Ojos que no ven. La literatura gira en torno a este tema durante todo el siglo, de Balzac a Lepoldo Alas, pasando por Oscar Wilde, Strindberg o el Tolstoy de Ana Karenina.

De eso va también, claro es, este adaptación de Barthes, básicamente correcta, bien filmada, con oficio (aunque parece que es el segundo o tercer trabajo de la directora), con cierta elegancia, pero sin espíritu, sin brío, morne, que dirían los franceses. Que los dioses me perdonen pero da la impresión de que la directora con quien empatiza es con el marido, el manso y limitado Charles Bovary. Emma es atacada por el spleen baudeleriano; Charles ni eso se plantea. El guión ha entrado a saco en la trama y ha suprimido dos personajes de cierta relevancia: Rodolphe Boulanger, el libertino, primer amante de Emma (al que funde con el Marqués de Andervilliers) y Berthe, la hija de Emma y Charles a quien su madre no presta la menos atención y por la que no siente ningún afecto. Ciertamente, de este modo, la historia queda reducida a su mínima y directa expresión: joven con la cabeza llena de fantasías, casada con un médico raté de aldea, insatisfecha, que va buscando emociones y encadena los adulterios en busca de algo que no tiene, mientras se deja atrapar en las redes de un usurero que, al final, ocasionará su desgracia.

He visto unas declaraciones de Barthes afirmando que ha leído Madame Bovary muchas veces, que le fascina el personaje y que es bipolar como, según ella, lo es Flaubert. Su interpretación de Emma (por cierto, muy bien representada por Mia Wasikowska) es lineal, pobre, convencional y si acaso, eso, dicotómica, entre una mujer ingenua y una especie de presuntuosa despilfarradora. Que tampoco es que sea injusto con el contenido de la obra. En buena medida, Madame Bovary es también un relato moralizante con la ética burguesa al estilo de Hoggarth y los posteriores moralistas victorianos: la virtud, el vicio, el lugar de la mujer, el qué dirán, la reputación, etc. 

Pero la obra de Flaubert no es solo eso, ni muchísimo menos. Precisamente, esa supresión de los dos personajes mencionados, Boulanger y Berthe, eliminan dos facetas que componen la compleja personalidad de Emma: puede caer víctima de un superficial donjuán y carece de sentimientos maternos. Y esa es la cuestión, la clave del fracaso de esta respetable (pero inmensamente aburrida) película y, quizá de todas las versiones anteriores: Emma Bovary es un personaje literario extraordinario, con elementos quijotescos evidentes (señalados por el propio autor que decía saberse el Quijote de memoria) en sus lecturas y ensoñaciones y, como pasa con esos personajes, es un cúmulo de contradicciones, matices, negaciones y afirmaciones. No hay una Emma Bovary. Hay tantas como lectores.

Y ahí está también, quizá, la explicación del problema. Es muy difícil, probablemente imposible, como señalaba antes, querer ser fiel al relato flaubertiano y hacer una buena película porque, precisamente, la discoincidencia de lenguajes -el literario y el cinematográfico- es máxima. Un ejemplo: Flaubert nos explica cómo y cuánto se aburre Emma en la aldea; Barthes tiene que mostrárnoslo y lo que consigue es que la aburrida sea su película.