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dimecres, 11 de maig del 2016

De un referéndum a otro

Mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado El famós referèndum apunta algunas consideraciones sobre el referéndum de autodetermiación catalán que quizá no estén fuera de lugar. Desde que se formuló por primera vez la petición de celebrar un referéndum en Cataluña hacia 2012, que cosechó el primer rotundo "no" del gobierno central con el cerrado aplauso de la oposición que en esto de Cataluña se opone poco, por no decir nada, ha corrido agua bajo los puentes. La solicitud de la parte catalana se ha mantenido y se ha formulado de varios modos distintos (referéndum, "consulta no referendaria", "consulta" a secas) pero el "no" ha sido siempre el mismo, a veces más, a veces menos subido de tono, pero siempre el mismo. Las cosas, sin embargo, en Cataluña han ido cambiando: lejos de resignarse a la inacción, los independentistas catalanes han seguido con su plan: hicieron la consulta del 9N, ganaron las elecciones del 27 de septiembre, constituyeron un gobierno (cosa que los españoles han sido incapaces de hacer) y se han marcado una hoja de ruta hacia la independencia, que prevén precedida de un referéndum unilateral de ratificación de su proyecto de Constitución de la República catalana.

Cuando haya gobierno en España, y Parlamento y oposición (todo lo cual está por ver) quizá alguien caiga en la cuenta de que los catalanes están ya en la puerta de salida y con las maletas hechas. Quizá también alguien crea que sea entonces llegado el momento de ofrecer ese referéndum que estuvieron años negando. Y quizá también los independentistas lo rechacen argumentando que ya tienen previsto el suyo, con o sin el beneplácito de las autoridades del Estado. ¿Qué sucederá entonces? Sobre esto versa mi artículo cuya versión castellana es la siguiente:

El famoso referéndum

Con independencia de si se admite o no la existencia del derecho a decidir o el derecho de autodeterminación, es evidente que el referéndum con que se pondría en marcha cabe en la Constitución. Bien se utilice la vía del artículo 92 y lo promueva el gobierno, bien la del 150, 2 y lo promueva la Generalitat por delegación del Estado, el referéndum es posible y hasta constitucional ahora mismo.

Las argucias aducidas acerca del impedimento legal o constitucional son eso, argucias. Lo que falta no son los medios jurídicos para arbitrar la consulta sino la voluntad política de hacerlo. En todas las instancias del poder central, desde el gobierno a las distintas organizaciones de la oposición (aunque no todas) no hay la menor voluntad para realizar un referéndum pactado con el Estado en Cataluña. Y las distintas propuestas de reforma constitucional, con o sin proyección federal, no son más que intentos de asfixiar la cuestión llevándola a un territorio yermo.

¿Y cómo podría propiciarse esa voluntad política? Por dos vías no necesariamente excluyentes que cabe llamar la de la presión y la de la redundancia. La de la presión consiste en acumular fuerzas a escala del Estado para conseguir un cambio en la actitud de las instituciones. La de la redundancia en seguir con la hoja de ruta hasta hacer ver que el dicho referéndum pactado ya no es necesario por haberse dado realidades sobrevenidas que lo hagan innecesario.

La primera vía, la de la presión entra en un compás de espera con las nuevas elecciones en el Estado que tiene tanto de forzoso como de inútil. Forzoso porque, al no haber gobierno hasta que se den los resultados del 26 de junio, no hay interlocutor cuya voluntad política quepa mover en un sentido u otro. Es obligado esperar aunque, por cuanto sabemos, sean escasísimas las esperanzas de que las elecciones articulen una relación de fuerzas en Madrid que den alguna esperanza de referéndum pactado. A esta consideración debe añadirse la alta probabilidad de que tales resultados dejen las cosas en el mismo punto muerto en que se encuentran ahora y, por tanto, prolonguen la situación de desgobierno del conjunto del país. En el límite del absurdo podría este verse obligado a repetir nuevamente las elecciones si los vaticinios sobre la similitud de los resultados se cumple.

La segunda vía, la de la redundancia es mucho más segura, aunque de incierto final, si bien esto es algo que afecta al conjunto del proceso. Las instituciones catalanas, en uso de su plena legitimidad (cosa que el Estado central en funciones apenas digiere) continuarán su camino tanto en la elaboración de políticas públicas como en la legislación. El gobierno central seguirá impugnándolo todo ante el Tribunal Constitucional. Hasta que llegue el momento en que el Consejo para la Transición Nacional presente un proyecto de Constitución de la República Catalana al Parlamento catalán. Y este, mutado en un órgano constituyente al margen de la legalidad española, convoque un referéndum de ratificación del proyecto.

Ese será el momento formal y material de ruptura con el Estado. Hasta ese instante muy probablemente, se producirán roces y fricciones en los órdenes administrativos, a medida que las distintas autoridades catalanas (municipales, provinciales, autonómicas) puedan entrar en conflicto con las centrales. Pero la convocatoria de un referéndum de ratificación de un proyecto de constitución catalana será el elemento que fuerce la voluntad política del Estado para pactar un referéndum (ahora, sin embargo, redundante, pues estará en proceso la convocatoria del catalán propio) o para enfrentarse en abierto conflicto con la Generalitat prohibiendo la realización del referéndum de ratificación y valiéndose para ello, como acostumbra, del Tribunal Constitucional.

Desde el punto de vista formal, la situación será como una repetición de la consulta del 9 de noviembre. Esta vino amparada por la Ley de Consultas del Parlament que el gobierno central recurrió ante el Tribunal Constitucional. A continuación, este órgano prohibió que la Generalitat realizara la consulta de hecho que había propuesto como forma de sortear la prohibición la consulta al amparo de la ley impugnada. La consulta, sin embargo, se realizó en un acto de desobediencia y de incipiente soberanía de la Generalitat.

El gobierno central sostuvo que dadas las circunstancias, la consulta del 9N carecería de efectos jurídicos (si bien la fiscalía instó al procesamiento de Artur Mas y las consejeras Rigau y Ortega), aunque los ha tenido políticos y muy poderosos. La pregunta es qué efectos tendría una convocatoria de referéndum de ratificación constitucional en estas condiciones y qué actitud adoptaría Europa y la comunidad internacional ante un conflicto de estas dimensiones que, de hecho, está ya internacionalizado.

dissabte, 23 d’abril del 2016

Hoy Palinuro firma libros en Rambla Catalunya

El acto de la ANC de Sagrada Familia en la escuela Fructuós Gelabert estuvo de cine. Mucha asistencia. Muy animado. He visto en twitter fotos de colas para entrar. Y una organización ejemplar. La gente de la ANC tiene un toque especial para organizar cosas. Son la levadura del pan de la independencia. Trasmiten seguridad y despiertan confianza allá donde van. En esta ocasión Pilar, la organizadora y Enric, el coordinador, fueron ejemplares. Pilar es un portento. Un pueblo con esta gente no puede fallar.

Y el auditorio, genial. Llevo algunas conferencias y actos públicos a mis espaldas y creo saber detectar cuándo se genera empatía real entre el público y el conferenciante, cuándo hay una comunicación.casi instintiva. Mediada sin duda por la palabra, pero que va más allá de la palabra y alcanza un estado de ánimo colectivo. Es el que había ayer. El moderador, Adriá Alsina, mantuvo un ritmo trepidante y un tono altísimo. Mi partenaire, Krystyna Schreiber, sosegada, estuvo a la altura en todo momento. Gente hermosa, toda ella.

En fin, lo pasé muy bien. En un par de días subiremos el vídeo íntegro y también subiré el correspondiente a la confe de ayer en la Universidad de Zaragoza. ¡Qué diferencia entre ambos lugares! De un lado, el ámbito severo, augusto del aula magna de la Facultad de derecho, presidida por el general Palafox ; de otro un ámbito popular, en una sala de un colegio de niños/niñas, con sillas plegables y gente del barrio, sencilla, pero tan entendida o más en lo que le traía allí que los del aula magna.

En todo caso, como se ve por las ilustraciones, hoy estaré firmando libros en las paradas de la ANC y Súmate y nos veremos allí.

divendres, 8 d’abril del 2016

El color del cristal

Lo que va de un punto de vista a otro. Los de Podemos fueron a la reunión tan contentos, pensando que habían hecho 20 generosas concesiones y se encuentran que los de C's no quieren ni oír hablar de ellas, que les parecen un insulto y que con Podemos no van ni al rellano de la escalera. Les ayuda generoso El país que tilda las propuestas de los morados de inasumibles para Rivera. Añade el diario que la primera reunión de negociación de ayer será la última, que el intento ha fracasado.

Supongo que es lo que quiere C's: cortar con Podemos y llegar a un acuerdo con el PP. Y, según se ve, El País también. Recuerda la actitud del matón tabernario que se niega a considerar ninguna oferta de negociación que no sea la sumisión más absoluta. ¿Que el gasto público propuesto por Podemos les parece excesivo? Propongan ustedes otro más a su gusto. Hagan contraofertas. Toda negociación es un tira y afloja y solo los prepotentes dan un puñetazo sobre la mesa y se cargan las reuniones. En su celo anti-Podemos, El País miente bellacamente afirmando que los morados piden la autodeterminación de Cataluña. Lo que hacen es diferir el asunto a una reunión de Domenech (que es de los suyos) con Iceta, un socialista catalán y se comprometen a aceptar lo que salga que será más bien una birria. Estando Iceta, nada de autodeterminación, así que el periódico podía dejar de mentir.

En fin, los de C's muestran su pelambre de la derecha pepera y tras haber incumplido ya ese pacto con el PSOE que, sin embargo, frotan por los morros de Podemos, carecen de autoridad para imponerlo  a lo bruto, sin negociación de ningún tipo.

El PSOE, a su vez, está en posición de  hacer un gobierno de izquierdas: PSOE, Podemos, IU, CC, voto favorable del PNV y abstención de la minoría catalana. 168 escaños. Tendría 185 votos si aceptara el referéndum. Y eso sería lo que habría que hacer para recomponer el panorama español porque tarde o temprano, ese referéndum va a celebrarse.


diumenge, 21 de febrer del 2016

A ver cómo lo digo

Habiendo llegado a este punto, las negociaciones están atascadas. El PSOE ha devuelto las propuestas de Podemos instándole a que retire "los controles políticos". No acepta que los jueces, la televisión y otros aparatos represivos e ideológicos del Estado dependan del gobierno, de su vicepresidencia y, más en concreto, de Pablo Iglesias. No parece difícil. En cuanto los de Podemos -sin duda animados por su celo bolchevique- entiendan que esas intenciones equivalen a establecer la censura del partido y una justicia tipo Vychinski (el infame fiscal de los procesos de Moscú de 1934, 1936 y 1938), seguramente se olvidarán de ellas. Se venden mal en los medios.

Lo que ya no es tan fácil de retirar y supone el verdadero bloqueo no solo de las negociaciones actuales sino del conjunto de la política española, su nudo gordiano, es la petición de Podemos de una referéndum de autodeterminación en Cataluña a la que se opone el PSOE con uñas, rabo, dientes y miradas sulfurosas. Como ninguno de los dos puede ceder en su actitud, el pacto para un gobierno de progreso será imposible y habrá que ir a elecciones nuevas. De eso se alegrará mucho el Sobresueldos que será el candidato porque su asesor Arriola seguramente le garantiza que, cuando menos tendrá un voto: el suyo... si atina con la papeleta.

El PSOE no puede admitir el referéndum porque sus órganos colegiados no le dejan y sus barones armarían una fronda sediciosa que podría acabar con el partido. Podemos tampoco puede olvidarse de él porque sus franquicias catalana y gallega se le sublevarían y parte de su militancia retornaría al seno paterno de IU. Además, con referéndum en el programa, los 40 diputados de C's votarán en contra. Sin el referéndum, en contra votarán los 17 independentistas catalanes.

¿No hay, pues, solución? Sí, una que las partes negociadoras pueden acordar en silencio, en secreto, a la chita callando, sin hacerla pública. Expuesta con sencillez: PSOE + Podemos + IU + Compromís + CC forman un "gobierno de progreso" en el que no se menciona el referéndum contando con 162 diputados. Si los diputados de ERC y DiL se abstienen y los del PNV. por ejemplo, votan a favor, ganaría a los 122 del PP e incluso a la suma de estos con los 40 de C's, aunque, en principio, se buscará su abstención.

Esto será la investidura. A continuación, el "gobierno de progreso" lo que hace es convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, mediante una ley orgánica al amparo del artículo 92 CE. Para esa ley ogánica, el gobierno "de progreso" tendría la mayoría absoluta necesaria pues a sus 162 diputados se añadirían los 17 independentistas catalanes, los 6 del PNV y los 2 de Bildu. En total, 187 diputados.

El problema no estaría en la aritmética de las votaciones sino en la ética de la medida. Se dirá que el gobierno ha engañado a la ciudadanía, que ha hecho trampa, que ha traicionado. Efectivamente, así será. Pero eso es lo que hacen todos los gobiernos. El del Sobresueldos, por ejemplo, ganó las elecciones prometiendo bajar los impuestos y lo primero que hizo fue subirlos. El gobierno del PSOE ganó las elecciones de 1982 pometiendo un referéndum para salir de la OTAN y lo hizo en 1986 pero para quedarse. El ex-monarca Juan Carlos juró fidelidad a los principios del Movimiento Nacional franquista y luego sancionó la Constitución de 1978, traicionando su juramento, siendo perjuro. De Gaulle llegó al poder en 1958 prometiendo mantener a Argelia como colonia de Francia y firmó su independencia. Wilson ganó las elecciones inglesas de 1974 prometiendo un referéndum para salir de la Comunidad Economíca Europea y lo hizo, pero para quedarse. Puedo seguir acumulando ejemplos, pero no merece la pena: la traición y el engaño son consustanciales a la política y, muchas veces, la única forma de desatascar situaciones bloqueadas, sin salida. ¿Por qué no iba a funcionar aquí? Se llega al gobierno diciendo que no habrá referéndum en Cataluña y lo primero que se hace es ponerse a organizarlo.

Es alambicado, desde luego. Y desconcertante. Pero todo el  mundo sabe que pasa. Es más, hasta es posible que aquí suceda porque sea la única forma de desatascar una situación bloqueada. Lo único que se requiere es discreción, no hablar, no decírselo a nadie, no levantar sospechas.

Así que ustedes tampoco han leído este post. Es más: yo no lo he escrito.

dimarts, 16 de febrer del 2016

El nudo gordiano del referéndum

La política española está condicionada por la cuestión catalana.

¿Cuál es el obstáculo, el escollo, el nudo gordiano en el camino hacia un gobierno de coalición de las izquierdas en España? El referéndum catalán. De todo lo demás, según parece, se puede hablar; pero del referéndum catalán, no. Es la divisoria, el hiato, el cleavage que enfrenta al PSOE (referéndum no, bajo ningún concepto) y Podemos (referéndum sí, como algo imprescindible) y les impide entenderse.

Están muy quejosos los socialistas de la rueda de prensa de ayer de Pablo Iglesias: que ha perdido el oremus, que no sabe en dónde está, que pide un imposible y así demuestra que, en el fondo, no quiere gobierno de coalición, que no sabe lo que dice, que tiene un problema de identificación de roles, que se cree el ungido por el real dedo, cuando lo es Sánchez. A pesar de todo, los socialistas se sentarán con Podemos, pero solo para decir que referéndum, no, no y no.

Palinuro, preocupado por las perspectivas del gobierno unitario sugiere estudiar la comparecencia de Iglesias distinguiendo entre el fondo y la forma o las formas. En cuanto al fondo de las propuestas de Podemos Palinuro las considera correctas, viables, radicales y democráticas. Y sobre todo se lo parece la propuesta de referéndum en Cataluña. Es una opción democrática, de izquierda, que responde a una demanda ampliamente mayoritaria en la sociedad catalana (entre el 70 y el 80% quiere decidir) y no hay razones para oponerse a él o impedirlo. Esto es, no hay razones de izquierda. Sí de la derecha, consistente en lo esencial en hablar de la unidad de España como un principio metafísico apoyado en una concepción orgánica de la nación típica del pensamiento conservador y reaccionario al estilo de Burke.

Por experiencia sabemos que la derecha habla siempre de la unidad de España pero es quien más hace por destruirla. Basta considerar que ha sido el gobierno/rodillo de Rajoy el que ha multiplicado por 2,5 los independentistas catalanes. Pero, aunque el patrioterismo nacionalespañol fuera sincero, la izquierda no puede compartir su posición porque su defensa de la unidad de España no puede basarse en la sinrazón, la fuerza, el organicismo, la imposición y la violencia sino que deberá fundamentarse en la aceptación voluntaria de unos ciudadanos libres. Al menos eso es lo que, en principio, quiere decir el patriotismo constitucional si es que quiere decir algo. Lealtad voluntaria a un pacto constitucional libremente establecido. Si alguno de estos datos faltan (y faltan en la Constitución de 1978) la unidad solo puede garantizarse mediante la fuerza, la violencia. Y ese no es ni podrá ser nunca un criterio aceptable de la izquierda.

El PSOE no tiene razones para oponerse a un referéndum en Cataluña. Si las tuviera, las expondría; pero no las tiene. Y tampoco tiene nada que ofrecer en su lugar. La propuesta de un federalismo que unos no saben en qué consiste y los otros prefieren no saberlo, es una pura excusa. La de una reforma de la Constitución -que tendrá que contar con el voto favorable de su principal enemigo, el PP- lo mismo. Al final, el argumento del PSOE es que los catalanes no pueden hacer un referéndum de autodeterminación porque no. Y eso sigue sin ser un argumento de izquierda. Como tampoco lo es la referencia farisea a la legalidad vigente que hace el PP. Si hay un conflicto entre legalidad positiva (que, por lo demás, los dos partidos dinásticos cambian cuando les da la gana en un alarde de tiranía de la mayoría y desprecio por los derechos de las minorías) y la legitimidad, la izquierda solo puede dar preferencia a esta frente al derecho positivo que frecuentemente no es otra cosa que la consagración de la injusticia.

Que la derecha no quiera referéndum porque, en el fondo, no confía en la nación a cuyo servicio dice estar, es normal, porque su política es siempre de interés de clase y no nacional. Que no lo quiera la izquierda solo puede entenderse como la enésima prueba de su cobardía. El PSOE no quiere un referéndum como el que sin embargo han hecho los quebequeses en dos ocasiones y los escoceses en una con el beneplácito de sus respectivos partidos socialdemócratas porque, en el fondo, tampoco confía en la nación que también dice defender. Como la derecha. En eso son iguales.

Así que la exigencia del referéndum por parte de Podemos, es muy acertada. Ya va siendo hora de que España tenga el coraje de sí misma y de resolver la cuestión catalana de modo democrático. Y el PSOE haría bien en revisar su obstinada negativa y abordar la cuestión con valentía y seguridad en sus propias posiciones. Además -argumento de atrición, que dirían los teólogos- al final no va a quedarle más remedio porque, cuando las cosas se compliquen más, será la Unión Europea quien imponga ese referéndum.

Eso en cuanto al fondo. En cuanto a la forma o las formas, la verdad es que la comparecencia de ayer fue el habitual despliegue de arrogancia, petulancia, con un punto de chulería y una retórica sencillamente inadmisible. De vergüenza, vamos. Esas escenificaciones con el líder proclamando las verdades rodeado de dummies que cada vez tienen un aspecto más acartonado y soviético; esos ardides de presentar las propuestas a la prensa antes que a la mesa de negociación, si es que llega a constituirse una; esa jactancia de predeterminar el resultado de unas conversaciones que no han empezado, ese permanente empujar y atropellar, consiguen lo contrario de lo que, en principio pretenden. Quitan la razón a los planteamientos de fondo y permiten que el PSOE se agarre a las formas para ignorarlos con el argumento de que Podemos no presenta propuestas sino imposiciones y ultimatums porque, en realidad, no quiere que haya gobierno y prefiere ir a elecciones nuevas.

Bien, si tenemos en cuenta los factores concomitantes, como que el PP está literalmente hundido en el pantano de su corrupción y que, muy probablemente, de haber elecciones nuevas, C's subiría a su costa, Palinuro empieza a pensar que, en efecto, quizá no sea mala idea ir a nuevas elecciones si el PSOE no flexibiliza su posición en torno al referéndum.

¿Por qué? Porque esas nuevas elecciones darían la respuesta a dos contenciosos interrelacionados que ahora están en el aire y contribuirían a clarificar y estabilizar la situación política. El primer contencioso es el de la rivalidad entre el PSOE y Podemos por la hegemonía de la izquierda. Con IU reducida a una condición pigmea, la cuestión es que no será práctico ni conveniente para nadie que haya dos partidos socialdemócratas, uno más de centro, como el PSOE y otro más de izquierda, como Podemos. El segundo es que, como cada uno de los dos partidos llevaría en su programa un sí o un no al referéndum catalán, las elecciones, actuarán de hecho como una especie de referéndum informativo acerca de qué piensa el electorado de centro y centro izquierda en el país.

Ni Pedro ni Pablo, ni Pablo ni Pedro son Alejandro Magno. El nudo gordiano del referéndum solo puede deshacerlo el pueblo con unas elecciones que sean un referéndum.

Reitero: la política española está condicionada por la cuestión catalana.

dimarts, 26 de gener del 2016

Sin referéndum no hay salida

Por enésima vez: no hay una "cuestión catalana"; hay una "cuestión española".

Como sabíamos desde el inicio de 2015, un año con cuatro consultas electorales, lo decisivo en todas ellas sería Cataluña. Así ha sido y sigue siendo. Y agravado. Sin resolver el problema en Cataluña, España no es gobernable. Y ahora, para mayor claridad, desde las elecciones del 20D, el gobierno del país depende de los partidos independentistas catalanes, ERC y DiL. Hace cuatro o seis años, esta situación no hubiera sido un problema grave porque los nacionalistas  no eran entonces tan claramente soberanistas. Los últimos cuatro años del infame desgobierno de una partido corrupto, dirigido por una persona a todas luces indigna de ocupar el cargo, han convertido a los nacionalistas en independentistas y aumentado la cantidad de estos en Cataluña hasta la mitad del electorado. Antes los catalanistas solían achantarse. Ahora, no; ahora no se achantan; ni se callan. Piden un referéndum de autodeterminación. Y van a hacerlo.

Sin en ese referéndum, España es ingobernable.

¿Cómo hemos llegado aquí? Por la fabulosa incompetencia de una clase política que, una vez más, está a la bajura de la tradición histórica de la oligarquía española, cuya estupidez, egoísmo y ceguera son proverbiales. Todo este vodevil de los pactos y las coaliciones; todas las triquiñuelas de registrador de Rajoy, las ansias de niñato de Iglesias, los titubeos de burócrata de Sánchez, sirven para que los periodistas se las den de enterados sin que sepan de la misa la media, como los mismos protagonistas ya que, si los 17 diputados de Junts pel Si, votan en contra, en España no puede haber gobierno de izquierda alguno, pues no da la aritmética y solo unos gobiernos de derecha que llevarían al sistema al colapso.

Con el voto en contra del independentismo catalán solo hay cuatro fórmulas posibles y todas de derechas: un gobierno de gran coalición (PP y PSOE), uno de "concentración nacional" (PP, PSOE y C's) y dos minoritarios de la derecha (uno del PP y otro del PP y C's) y estos dos últimos, solo contando con la abstención del PSOE. Los cuatro simbolizarían el colapso de la segunda restauración por la desnaturalización de la política parlamentaraia, la falta de perspectivas y la incapacidad de evitar el choque con Cataluña que España no puede reprimir porque la UE no la dejará.

Mientras PP, PSOE y C's sigan aferrados al "no" al referéndum catalán, la única alternativa al escenario anterior serían nuevas elecciones. Según los gurús al uso estas serían desaconsejables porque su resultado no diferiría de la situación actual. No sé de dónde sacan esa conclusión. El resultado puede ser mucho peor que el actual. El partido de Iglesias puede estallar. Los andaluces no quieren ser menos que los catalanes de En Comú Podem y también piden "voz propia" en el grupo parlamentario de Podemos. O estos entran pronto en el gobierno (de ahí sus prisas frenéticas por pillar ministerios) o, al final, a Iglesias le va a quedar un grupo de cuatro incondicionales.

La pregunta obligada es: ¿por qué se empecina el PSOE en negar el referéndum catalán que, sin embargo, es compatible con sus antiguos documentos programáticos de la época anterior a Suresnes? A estas alturas del debate, vistos todos los argumentos doctrinales, políticos, jurídicos, históricos, etc, está claro que la única razón por la que el PP, C's y el PSOE se oponen al dicho referéndum es la razón de la fuerza. No porque no.

Debiera darles vergüenza, al menos a los socialistas. ¿No creen estos que España es una nación y, probablemente, muchos  ellos coincidan con el de los sobresueldos en que es una "gran nación"? Pruébenlo. Una gran nación, como el Canadá o la Gran Bretaña, no tiene miedo a reconocer el derecho de autodeterminación de sus naciones integrantes. Y estas, pudiendo decidir, no se separan. ¿Por qué no puede ser igual en España? Porque los nacionalistas españoles, en el fondo, desconfían de la nación que predican, no creen en ella y se malician que perderían el referéndum. Son falsos e hipócritas. Por ello prefieren mentir y obligar a las naciones del Estado español a permanecer en él en contra de su voluntad antes que correr el riesgo de que se descubra su superchería, que dura siglos.

Esa desconfianza, ese miedo cerval a quedarse sin un país heredado, tradicionalmente maltratado y administrado como un cortijo, los lleva a creer que, si se presentan a las elecciones en España con el referéndum catalán en el programa, las perderán. Tienen miedo. No se atreven. 

Las naciones no se han hecho nunca con cobardes. Confíen en el electorado español que es mayor de edad, demócrata e ilustrado. Incluyan el referéndum catalán en sus programas. Pruebe Podemos y haga pedagogía de la necesidad del referéndum. Ojalá el PSOE se liberara del peso muerto de sus dirigentes más reaccionarios y tuviera el valor de incluirlo igualmente, con la misma pedagogía. De ser eso así, esas elecciones serían tan plebiscitarias como fueron las del 27 de septiembre de 2015 en Cataluña; serían ese referéndum a nivel de toda España sobre la autodeterminación de Cataluña que los nacionalistas españoles (esos que dicen no ser nacionalistas) usan siempre para boicotear una salida civilizada y democrática a la cuestión catalana  que, repito, es la cuestión española. 

De esta forma también se desbloquearía la situación y se abriría la posibilidad de un referéndum vinculante catalán con una pregunta negociada con el Estado. Dicho sea, de paso, en memoria del recientemente fallecido jurista Francisco Rubio Llorente, quien aconsejaba asimismo la celebración de ese referéndum.

Y esto no sería una "segunda transición", esa tontería que repiten los políticos españoles incapaces de ver un palmo más allá de sus intereses personales. Sería algo mucho más profundo y duradero. El comienzo de la solución del viejo contencioso territorial que tiene al país postrado hace 300 años.

diumenge, 17 de gener del 2016

El referéndum catalán se hará

A este asunto va dedicado mi artículo de hoy en elMón.cat, L'inevitable referèndum. Ese referéndum que debió haberse celebrado hace años pero que tropezó con la intransigencia centralista de la oligarquía española, apoyada en esto (al igual que en otras cuestiones, como la monarquía) por el PSOE. Este está animado del mismo espíritu centralista pero disfrazado de jacobinismo, como si tal cosa fuera más progresista que la negativa de la derecha caciquil y nacionalcatólica a reconocer el caracter nacional de los territorios que lo tienen.

Ese referéndum que está siendo caballo de batalla en la esfera pública española y, sobre todo, en las perspectivas para un gobierno de coalición PSOE y Podemos. El referéndum, que Podemos, con notable, aunque tardía clarividencia, defiende, es considerado por el PSOE como impedimento absoluto para pactar nada. Se entiende está obsesión por el temor a perder votos en España. Los socialistas llevan ya muchos perdidos desde las elecciones de 2008 y, quizá por eso, actúa con esa contundencia de nacionalismo español.

Pero esto es un error garrafal y el PSOE no está para andar cometiendo muchos. No es verdad (o ya no es verdad) que un referéndum y su inevitible explotación demagógica del PP a través del España se rompe reste votos en España. Los tiempos han cambiado bastante; el electorado español probablemente ya no responde al patrón, siempre imaginado por la oligarquía y el clero, de gente simple, supersticiosa, cerradamente católica, firme sostén del trono y el altar. Cabe hacer pedagogía del derecho de autodeterminación en España. Lo ha demostrado Podemos y, si hay elecciones anticipadas, lo demostrará más.

Carles Puigdemont prevé un referéndum catalán sobre la nueva Constitución de la República catalana. El referéndum está en boca de todos y  todos sabemos que, al final, habrá que hacerlo. Quizá si Pedro Sánchez reflexiona un poco sobre el asunto, se libra del aliento centralista de Rubalcaba y repara en que solo se oponen al referéndum los sectores más arraigados, corruptos y caciquiles de la derecha española y los cuadros, dirigentes y apparatchiquis del socialismo, pueda replantear el asunto con una mentalidad algo más moderna.

Sería un buen momento para rectificar tanta baladronada de la más casposa gran nación española.

Esta es la versión castellana:



El inevitable referéndum.
                                                                                        
Cuanto antes lo veamos tod@s, mejor para el conjunto. 

Los primeros pasos de la nueva legislatura tras el 20D vienen acompañados de los típicos rifirrafes de negra honrilla por los que los actores tratan de pulsar la determinación de los demás. El Rey no recibe a Carme Forcadell; no agradece los servicios prestados a Mas; tampoco recibe a Carles Puigdemont. Todo ello, se supone, para mostrar el real desagrado por la deriva de la situación catalana. Todos los partidos dinásticos y cortesanos se ajustan al patrón de su señor natural y no felicitan al recién electo 130º presidente de la Generalitat. ERC, en justa repuesta, no irá a consultas mientras el Rey no enmiende su falta de cortesía. Y seguramente lo mismo debiera hacer CDC pues el desplante del Borbón es a las instituciones de Cataluña en sus representantes, no a un partido.

Resumen del mensaje por ahora: el independentismo catalán continúa con la iniciativa y sigue su plan. Frente a él, el Estado muestra su desconcierto y carece de proyecto y de respuesta al ajeno. Ni las formas sabe guardar. Puigdemont expone la hoja de ruta del nuevo gobierno, de transición de la autonomía a la independencia mediante referéndum sobre la Constitución de la República catalana en 18 meses, más o menos. En Cataluña hay un gobierno que tiene claro a dónde va. En España no hay gobierno y ya veremos si el que haya, si lo hay sin nuevas elecciones, sabrá a dónde ir. Los tiempos han cambiado mucho.

Los primeros en darse cuenta de ello han sido las izquierdas españolas en la oposición. Iglesias y Sánchez, finalmente, un poco a rastras, enmendaron el yerro y llamaron a Puigdemont, a comunicarle sus respectivos proyectos. Las demás fuerzas políticas españolas, Casa Real incluida, tendrán que buscar una salida cada vez más problemática al barrizal de grosería en que se han metido solas. 

El referéndum legal que propone Podemos y la reforma constitucional en sentido federal del PSOE llegan muy tarde. Pero, al menos llegan, y ofrecen una base para comenzar a hablar. Repárese en que son las primeras ofertas concretas, aunque muy imprecisas, que se hacen desde el Estado en más de cuatro años. Y vienen de la oposición. Ni el gobierno del PP como responsable político máximo, ni el Rey en su función de mediación, han sido capaces de abrir vía de diálogo alguno y mucho menos de hacer alguna propuesta de sentido. Ambos dos hablan mucho de diálogo, pero no lo practican y, si pueden, lo torpedean. Se han limitado a corregir su propia demasía, cuando, tras hablar con Felipe VI, Rajoy recogió velas y renunció expresamente a la aplicación del artículo 155 CE con el que había amenazado un par de días antes –sin duda por orden suya- su portavoz oficial, el joven recién Casado.
Por la parte catalana, bien claro lo dejó Puigdemont en su entrevista con Terribas, hay voluntad de entendimiento, negociación y concordia. Como es natural. Nadie está interesado en crear problemas y plantear escenarios de confrontación innecesaria o supuestos que generen inseguridad e incertidumbre y mucho menos en llegar más allá. Pero eso no quiere decir que el gobierno de Junts pel Sí condicione su hoja de ruta a las inexcrutables reacciones del Estado ni mucho menos vaya a suspenderla bajo amenaza o chantaje. 

La finalidad de este gobierno independentista es plantear en un año y medio un referéndum unilateral sobre el proyecto de Constitución de la República catalana. Dos conclusiones entrelazadas se siguen de aquí:

1ª) al final, la solución es un referéndum. Lo proponga el puro sentido común, lo propugne Podemos, lo imponga la Unión Europea u obedezca a un propósito del gobierno catalán, el resultado es siempre el mismo: un referéndum. Lo que los partidos dinásticos españoles llevan años rechazando y la Corona no quiere ni considerar. Un referéndum y un referéndum unilateral y vinculante que, como todo el mundo sabe, es la única forma civilizada y respetuosa con los derechos de la ciudadanía, de averiguar qué apoyos tienen las dos únicas opciones que aquí se enfrentan (independencia o no) y de adoptar las decisiones correspondientes con conocimiento de causa.
2ª) como lo plantea el gobierno de Puigdemont, ese referéndum es imposible de casar con la legalidad española, salvo que se hagan cambios de calado en esta para los cuales se precisa la correspondiente voluntad política. Y tal es el punto de ruptura, como siempre que la realidad impone un cambio que el ordenamiento jurídico impide. Para avanzar hay que reformarlo. Reforma o ruptura es la disyuntiva tradicional de todo cambio político desde que el mundo es mundo. La que se presentó en la misma transición española que, andando el tiempo, nos ha traído hasta aquí.

Así que el referéndum es la solución en que ambas partes podrían ponerse de acuerdo. Porque, digan lo que digan los partidos dinásticos y por mucho que pataleen los barones socialistas y sus viejas, viejísimas glorias, el referéndum es la única salida racional al atasco del Estado de 1978. De forma que, en realidad, hoy ya nadie (salvo los empecinados dinásticos) discute que ese referéndum se realizará. Lo que se discute es cómo se hará. 

Un referéndum unilateral, vinculante, pactado con el Estado en el que este todavía tenga algo que decir, es su última oportunidad. Cuanto antes lo vea, mejor para tod@s. Especialmente para él.




dissabte, 16 de gener del 2016

Hablar al catalán

Las buenas formas y maneras comienzan a abrirse paso en estos páramos mesetarios. El primer paso lo han dado los plebeyos, Iglesias y Sánchez que, por fin, han llamado a Puigdemont, flamante 130º presidente de la Generalitat. Si también lo hará Rajoy, otro plebeyo y futbolero, es un imponderable. Dudo mucho de que lo haga Rivera, que tiene un problema psiquiátrico y edípico con su país, Cataluña. No sé por qué no lo ha hecho Urkullu.   Y supongo que al Borbón habrá que llevarlo a rastras al teléfono y obligarlo a marcar el número para que ceda. Ignoro por qué se resiste de este modo cuando tiene ejemplos más que sobrados de flexibilidad en su familia: Carlos IV y Fernando VII corrieron a entregar la corona de España y su inmenso imperio ultramarino al Emperador Napoleón I. Isabel II coronó su veraneo en San Sebastián exiliándose en París y a Alfonso XIII le bastaron unas elecciones municipales para coger las de Villadiego. Quizá piense, como sus antepasados, que estos catalanes acaban siempre tragando.

Puede llevarse una sorpresa. ERC anuncia que no acudirá a consultas con el Rey si este no recibe antes a Forcadell y a Puigdemont. Son ganas de fastidiar. ¿Qué más les dará, si ellos son republicanos? Pues por eso precisamente. Así, entre su republicanismo y la ya patente ineptitud de la Casa Real, no ha comenzado la legislatura y ya tenemos un conflicto de negra honrilla. Típicamente español.

Pero vayamos a lo positivo. Pablo Iglesias sí ha llamado y ha expuesto a Puigdemont su punto de vista sobre la cuestión catalana. El más avanzado de todos los del nacionalismo español: referéndum unilateral con Podemos defendiendo el no a la independencia. Palinuro aplaude porque es por lo que viene abogando hace años. Pero ya no está muy seguro de si surtirá efecto. Las cosas han cambiado bastante y, a base de cerrazón española, la gente también, de forma que no es seguro que tenga mucho apoyo ahora, aunque lo respalde Colau. Y eso sin contar con un dato definitivo: Podemos necesitará bastante más diputados que 42 para conseguir que el Parlamento español autorice un referéndum unilateral en Cataluña, al que hoy por hoy, se oponen 253 diputados de PP, PSOE y C's.

Pedro Sánchez también ha llamado a contar a Puigdemont a su vez los planes federales del PSOE que, con la actual aritmética parlamentaria, no son tan cuento de la lechera como los de Podemos, pero no se diferencian mucho. Son, quizá, númericamente más viables que los de Podemos, pero de contenido y substancia mucho más vagarosos e improbables. Es difícil enseñar federalismo a los catalanes que, desde Pi y Margall son los que mejor o peor han venido defendiendo la idea. Y es difícil que un partido tan jacobino como el PSOE (a pesar de su jerga federal) pueda hacer una propuesta atractiva a día de hoy y como están las cosas.

Pero, y lo han comentado muchos en la Villa y Corte: tanto Iglesias como Sánchez han quedado gratamente sorprendidos de haber encontrado en Puigdemont una persona flexible, dispuesta al diálogo, con ánimo de concordia.

¿Qué esperaban? ¿Que mordiera? O tienen muy mala conciencia o ven demasiada Intereconomía.

dijous, 14 de gener del 2016

Cataluña: no saben qué hacer

El lunes, el tal Pablo Casado afirmaba que no les temblaría la mano para aplicar el art. 155 a la autonomía catalana. Ayer, el presidente de los sobresueldos, tras hablar con el Rey, decía que la aplicación del 155 quedaba descartada. Les tiembla la mano y hasta el píloro. El mismo Demóstenes añadía que su respuesta al llamado "reto" catalán será recurrir a los tribunales. O sea, descargar sobre los jueces un problema político que él ha generado y mantiene por su fabulosa incompetencia. Debe de habérselo sugerido Felipe V+I, a ver si, en el ínterin, se libera de este inepto que, como siga en La Moncloa, quizá lo deje sin reino, reducido a Felipe, Señor de La Zarzuela. Porque hasta él, que no parece de muchas luces, debe de haberse dado cuenta de que la marcha de Cataluña es el fin de su reinado de forma que quizá sí acabe siendo "el breve" y se cumpla en él el fallido vaticinio de Carrillo con su padre.

Mientras tanto, Mas, que sigue dando lecciones gratuitas de política al Señor de los hilillos, ha renunciado a su acta de diputado y, por tanto, al aforamiento. Demuestra con ello el temor que le infunde el procesamiento que la fiscalía está tramando contra él y sus dos colaboradoras, Ortega y Rigau, a instancias del gobierno de la derecha española. No creo que, cuando Rajoy comprenda que no puede componer gobierno -seguramente, en algún momento, antes de la próxima Navidad- se atreva a renunciar a su escaño y consiguiente aforamiento. La Gürtel y los sobresueldos lo esperan agazapados entre los legajos de las innumerables causas de corrupción en que está metido su partido en todos sus niveles.

El Rey, en efecto, anda muy preocupado con la situación en Cataluña. Ya lo señaló Palinuro con motivo del discursito del 24 de diciembre que fue monográfico sobre esta díscola nación en su marcha hacia la proclamación de la República catalana. Obviamente, le va la corona en ello.Y, como sabe leer y seguramente lee algo más que El Marca, a diferencia del presidente del gobierno, ya habrá visto que el mundo exterior de Europa a América, prácticamente da por descontada la independencia de Cataluña para el año que viene. En algunos casos, de forma activa y beligerante, como ese partido flamenco independentista que amenaza con hacer caer el gobierno belga (que tanto costó constituir) si este no apoya la independencia de Cataluña. 

Y, como el miedo guarda la viña (excuso decir los reinos y sus extensos viñedos), al final será el monarca el que llame a los dos jefes de los partidos dinásticos, Rajoy y Sánchez, los dos más papistas que el Papa y más monárquicos que el Rey y les obligue a organizar un referéndum como de hecho ya se lo están sugiriendo al gobierno en las cancillerías europeas. Es la última esperanza que les queda de mantener a Cataluña dentro del Estado español, suponiendo, claro, que lo ganen, cosa cada vez más inverosímil. 

dimarts, 12 de gener del 2016

Cabezas huecas que embisten

Sí, ya sé que todos los focos estuvieron ayer sobre el juicio en el que comparece Cristina de Borbón. Sí, ya sé que está lleno de lecciones políticas y morales, desde "¡oh, cómo funciona el poder judicial en una democracia!" hasta "ya veréis como a esta no le pasa nada". Sí, ya sé que el asunto puede extenderse al llamado Rey emérito y quizá a su hijo, Felipe V+I,  a nada que se descuiden. Sí, ya sé que este juicio es un palo a la Corona. Y Palinuro hará algún comentario sobre los Borbones y la necesidad de echarlos a todos y de implantar una República como un sistema político más acorde con los tiempos y más compatible con la dignidad de las personas. Somos ciudadanos y no somos ni queremos ser súbditos que tengan que aguantar esta astracanada de un linaje de señoritos, vendepatrias, putañeros e imbéciles. 

Pero de momento, el asunto más importante sigue siendo Cataluña. El domingo hubo una increible comparecencia de Mr. Sobresueldos a leer (mal) un papel y negarse a reconocer  su responsabilidad, que es toda, en este desastre que deja detrás de sí. Al día, siguiente, lunes, era el nuevo portavoz del PP, Pablo Casado, el que salía con amenazas más específicas y contundentes: el famoso artículo 155 que ni dios sabe cómo pueda aplicarse. Suspender la autonomía catalana, vamos, así, sin más ni más y sin que les "tiemble el pulso", como a Franco cuando firmaba órdenes de asesinatos que llamaban "penas de muerte".

Es un privilegio del PP: ponen siempre de portavoces a los más tontos. Este Casado acabará haciendo bueno a Floriano. Cabezas huecas o llenas de serrín, que solo sirven para embestir, como decía Machado. Porque, vamos a ver, ¿cómo piensan estos matones intervenir en Cataluña y obligar a las autoridades al "cumplimiento de la ley"? ¿Con qué medios cuentan? ¿Han pensado en que no solamente tienen que someter a las autoridades autonómicas sino a todos los gobiernos, las diputaciones, los ayuntamientos y las últimas pedanías, sin contar consorcios, empresas públicas, instituciones, asociaciones y la gente en general en apoyo a sus autoridades?

Ayer, Oriol Junqueras vaticinaba, no muy crípticamente, que se acercaban tiempos de mucho gandhismo en Cataluña. Para el resto de los mortales está claro, y por si no lo está para los zotes del PP (cuyo conocimiento de la política está por debajo de cero) debe avisárseles de que se trata de una desobediencia civil masiva, algo de esperar de una sociedad muy movilizada y con un alto grado de conciencia política, como la catalana. ¿Cón qué fuerzas cuentan los gobernantes y sus mariachis en los medios para mantener el orden público (que, por lo demás, nadie amenaza) hasta el último rincón de Cataluña? 

¿Se les ha ocurrido siquiera a estos "demócratas" medir las consecuencias de sus actos? Es evidente que no. ¿Puede España mantener una situación como la de la India entre 1945 y 1948 o bien como la de Irlanda hasta la independencia y el Ulster después? Está claro que no. Y está claro que ni se les ha ocurrido, porque la derecha española, el PP, el gobierno, no son democrátas ni saben lo que es la democracia ni les importa un pimiento. Su comportamiento es autoritario, de ordeno y mando, intrínsecamente fascista porque es lo que han aprendido en sus casas ya que, con escasas excepciones, tod@s proceden de familias franquistas. Y, por más que l@s franquistas se vistan con un redingote jacobino, siempre serán franquistas. Cabezas vacías, que embisten, pero no piensan. 

Estos, lo han dicho muchas veces, están en política para forrarse, básicamente lo que han hecho, a base de esquilmar y arruinar el país. A los más tontos los han cogido y están en los tribunales. Pero no están aun todos los que son porque quedan otros en el gobierno. Otros que, por supuesto, tampoco piensan ni tienen el menor sentido de la responsabilidad o de las reglas democráticas y cuando, por casualidad, piensan algo es malo. Y no malo en el sentido material o mecánico, sino moralmente malo. Como se ven ya amortizados y como Mr. Sobresueldos empieza a entender que no será presidente del gobierno, son capaces de hacer un disparate en Cataluña con la única intención de torpedear el posible gobierno de Pedro Sánchez.

Y, en efecto, vamos a Pedro Sánchez, que estuvo ayer en "El Intermedio", en donde lo trataron como a un enchufeta de la casa, sin ponerle en aprieto alguno. Por ejemplo, no le preguntaron hasta dónde piensa él llevar el apoyo que ha brindado al Gobierno "para hacer cumplir la ley". Si, aprovechando la confusión del momento, el hecho de que el Sobresueldos tiene que irse a su casa (¡a ver si se va ya de una vez!) y la conveniencia de que no se hable tanto del juicio a Cristina de Borbón, el gobierno decreta un estado de excepción en Cataluña, ¿se subirá Sánchez al primer carro de combate que entre en Barcelona por la diagonal? ¿Qué va a hacer? Lo dejaron también irse de rositas con tres vaguedades sobre unas alianzas de puro wishful thinking y una reforma constitucional que sabe de sobra que no podrá hacer.

Esto nos lleva a una consideración sobre la evolución de la situación catalana en los últimos tiempos que aquí solo bosquejaré pero que desarrollaré en un próximo post con cierta confianza porque hace años que vengo dándole vueltas y, en fin, sin falsa presunciòn, eso se nota. 

Sintetizando hay hoy cuatro propuestas sobre la mesa para resolver lo de Cataluña. Las enumero de menos a más factibilidad:

1ª) Un referéndum en toda España sobre una reforma constitucional federal. Solución PSOE en la que no cree nadie. Ni el PSOE.

2ª) Un referéndum en toda España sobre reforma constitucional federal que incorpore el derecho de autodeterminación de las naciones del Estado. Todavía menos. La proponía ayer Juan Ramón Capella. La proponía también un servidor en un libro publicado en los años noventa del siglo pasado. Muy nueva no es y tampoco factible. Al menos, ya no la propongo.

3ª) Un referéndum vinculante solo en Cataluña. La propugna Podemos, o parte de Podemos (ya veremos por cuánto tiempo) después de la castaña que se pegaron en las elecciones catalanas  del 27 de septiembre de 2015. Coincide con la que defendía Palinuro también en los últimos años, sin conseguir convencer de su conveniencia a los de Podemos hasta que no se dieron la castaña. Tampoco la propongo ya; y no porque sea veleidoso, sino porque el tiempo no pasa en balde y nos hace más y más escépticos. Sí es posible que, al final, a pesar de todo, salga pero solo la veo ya como una imposición de la Unión Europea cuando, habiéndose agravado la cuestión catalana, como se agravará, gobierne el partido dinástico que gobierne (pues en esto son como flechas y pelayos), nos obliguen a aceptarlo a cambio de su mediación.

4ª) Un referéndum  vinculante dentro de 18 meses sobre la nueva Constitución de la República catalana. Este es el que me parece más verosímil. Tiempo habrá de hablar sobre él cuando volvamos a tratar este asunto pero voy adelantando por qué me parece el mejor: porque no confía en ninguna ayuda, acuerdo o pacto con fuerzas ajenas, sino que es un proyecto que se basa exclusivamente en las propias, lleva a término un plan votado democráticamente y confía tan solo en la movilización de su propio pueblo.


dissabte, 9 de gener del 2016

La OTAN y yo

L@s lector@s de Palinuro saben que no suelo hablar de cuestiones personales. Pero a veces hay que hacer excepciones. Viene esto a cuento de una campaña de difamación contra mi persona que algunos comunistas están intentando hacer en las redes y que no comentaría de no ser porque me ofrece la posibilidad de pasar de lo personal a lo general y de abrir un debate que puede ser bueno para la izquierda.

La campaña es tan ridícula y estúpida que dan ganas de reír. Ni esto saben ya hacer los comunistas, cuando tan bien se les daban las campañas de difamación en el pasado; tanto que llegó a ser lo único que hacían bien. Pero, ya se ve, la estirpe degenera.

La presente versa sobre mi posición en el referéndum de la OTAN en España hace ahora treinta años y es ridícula y absurda porque han sacado las "pruebas" de una entrada en mi página web. En ella figura -y lo tengo a mucho orgullo- el enlace al artículo que sobre el "sí" a la OTAN publiqué en El País el día de reflexión, 11 de marzo de 1986. Es decir, los difamadores pretenden utilizar contra mí algo que yo mismo tengo expuesto en público y de lo que me enorgullezco porque hoy, 30 años después, escribiría el mismo artículo.

¿Cómo es esto posible? Porque siendo comunistas los de la campaña no saben lo que hacen y todo lo entienden al revés. Por eso el comunismo ha sido y es una fracaso. Y no digo que lo será en el futuro porque en el futuro, ni fracaso será esta monserga. 

No merece, pues, la pena seguir en este terreno personal y vamos a pasar al de interés general acerca de la OTAN. Puede servir para romper el enésimo tabú de la izquierda que ha aceptado acríticamente la visión condenatoria fabricada por los comunistas por no buscarse líos a los que estos son muy dados. Sobre todo cuando les tocan el fundamento de su penúltima patraña, esto es, IU, que surgió precisamente de su nuevo fracaso en ese referéndum con la misión de funcionar como un disfraz del PCE que ya en los ochenta no podía presentarse con sus siglas a una elecciones porque los votantes, como hoy, en 2016, huían despavoridos. 

Son seis mis observaciones:

1ª) El PSOE abordó el asunto de la OTAN equivocadamente con una actitud negativa ("OTAN, de entrada, no") que tuvo ribetes demagógicos de los que por fortuna se desdijo cuando, ya en el gobierno, se dio cuenta de que negarse a la entrada era contrario a los intereses de España, aunque favorable, por supuesto, a los de la URSS, que eran los que el PCE defendía. Con independencia de si las alianzas militares son aceptables o no (yo creo que no debieran existir), lo cierto es que, si las hay y a alguna de ellas pertenecen todos los países a los que queremos igualarnos, nos interesa estar en ella.

2ª) En 1981 había habido una intentona militar. El ejército seguía siendo franquista y golpista. Hoy sigue siendo bastante franquista, pero ya no es tan golpista, entre otras cosas porque, el ingreso en la OTAN lo ha obligado a perder sus actitudes tradicionales y a alinearse con las FFAA de los países de nuestro entorno en punto a las relaciones entre los militares y el poder civil. Una consideración que los partidarios del "no" ni olían.

3ª) Todos los países europeos democráticos, exceptuados los neutrales, eran miembros de la OTAN. España necesitaba incorporarse a Europa después de casi 200 años de aislamiento y cualquiera -menos los partidarios del no- entendía que el ingreso en la Comunidad Europea, por la que suspirábamos todos excepto los comunistas, tenía como pendant el ingreso en la OTAN. Acabar con el aislamiento en todos los campos era vital para nuestro país. Los ingleses, franceses, etc de izquierda que nos visitaron entonces (y conocí varios) decían que los españoles daríamos una lección al mundo votando "no" y quedándonos fuera. Pero ellos, muy cucos,  no pedían referéndums de salida de la organización en sus países.

4ª) Todos los países "socialistas" englobados en el Pacto de Varsovia (versión soviética de la OTAN de la que el PCE no tenía nada malo que decir porque era una organización de "defensa" del campo comunista), en cuanto pudieron liberarse del abrazo fraternal de los rusos salieron disparados a pedir el ingreso en la OTAN. Voluntariamente, a diferencia de cómo ingresaron en el Pacto de Varsovia.

5ª) Treinta años después es buena fecha para hacer un balance de en qué han quedado las tenebrosas profecías sobre el futuro de España en la OTAN. ¿Hace falta decirlo? En nada. Eran mentira, como siempre. España no se ha implicado en ninguna aventura exterior exclusivamente a causa de la OTAN. Lo ha hecho por actos propios de piratería internacional, al margen de la OTAN (como la canallada de las Azores) o bajo paraguas de la ONU, incluida la intervención de la OTAN en la Ex-Yugoslavia. Cuando uno yerra tan clamorosamente en sus predicciones, uno debe ser más modesto y no tapar su ineptitud manteniendo un espantajo imaginario y falso. La URSS había ordenado a los partidos comunistas que estuvieran contra la OTAN y contra la Comunidad Europea. La URSS ha desaparecido pero los comunistas siguen en lo que se les ordenó, como el tonto al que señalan un camino, el camino se acaba y el tonto sigue.

6ª) La UI, creada para tratar de aprovechar el "no" a la OTAN en donde, por cierto, perdió, no ha servido para nada. No ha parado a la OTAN y en treinta años no ha servido para nada más que para dividir a la izquierda; y ahora que llega otro que eso lo hace mejor está a punto de desaparecer.  

Vuelta brevísima a lo personal: hace falta ser fanático y necio para intentar una campaña de difamación acusando al difamado de haber acertado en su día.

divendres, 8 de gener del 2016

El referéndum lo carga el diablo

Esto no ha hecho más que empezar y ya lleva una velocidad de vértigo. Rajoy desayunó ayer su correspondiente sapo: el PSOE no lo inviste y se niega a facilitarle la investidura. Empieza a comprender que la realidad no es como él quisiera y se le ha agriado el ya torcido gesto que luce habitualmente. Cuatro años de gobierno de abusos, arbitrariedades, mentiras e inmoralidades, a cargo de unas gentes que lo que tienen de estiradas lo tienen de patibularias, agrediendo a todos los sectores sociales, excluida la oligarquía de banqueros y empresarios y sus apoyos, los curas y los militares; cuatro años esquilmando el erario (legal e ilegalmente, pues la densidad de ladrones en el PP es pavorosa), destruyendo los servicios públicos, reprimiendo a la gente a palos y multas y dejándola sin derechos han servido para que el país entero esté deseando perder de vista a esta cuadrilla de indeseables y que no tengan ni un apoyos para formar gobierno, no ya con mayoría absoluta sino en minoría aunque lo intentara. Los 178 diputados del PSOE, Podemos, IU, ERC y DiL quizá no serán capaces de ponerse de acuerdo para formar un gobierno de izquierdas, pero sí para tumbar uno de derechas.

Estoy esperando el momento en que Rajoy vaya a ver al Rey a poner su cargo a disposición y confesarle que no tiene posibilidad de formar gobierno. Lo disfrutará el país entero que, por fin se librará de la vergüenza de tener a este inútil y presunto corrupto de presidente. A ver si esto se normaliza un poco y el presunto se convierte en una ridícula memoria.

Luego tocará la vez a Sánchez. Desde el máster en gobierno de izquierda que está haciendo en Portugal, pidió un "gobierno de progreso" para España. Contaría con Podemos, siempre que se olvidara del referéndum, cosa que este pareció aceptar por la mañana, solo para desdecirse por la tarde y sostener, aunque sin mencionar la terrible palabra, que el carácter plurinacional de España debe respetarse. Mucha gente, entre ella, "El País", pide a Podemos que renuncie al referéndum. No se da cuenta de que, como era de esperar, en lo tocante a este asunto, Podemos es No Podemos porque, si se desdice del referéndum, los 12 diputados catalanes de En Comú Podem y algunos de otras confluencias de taifas se rebelarán, votarán en contra, no habrá gobierno de izquierda y dejarán al descubierto la superchería de Podemos que, en verdad, tiene 42 diputados. Los otros 27, depende de lo que se trata, pueden hasta votar en contra.

Con claridad meridiana: si se pide referéndum el PSOE no formará gobierno con Podemos; si se niega el referéndum, el gobierno "de progreso" contará con 90 diputados del PSOE, (más o menos) 52 de Podemos y 2 de IU, o sea 144, porque tampoco se sumarían los 9 de ERC y los 8 de DiL. Y 144 son menos que los 163 que sumarían PP y C's.

Como están las cosas, no hay gobierno posible en España, salvo el de la gran coalición que, según parece, propugna Felipe González a quien hacen hoy más caso en el PP que en el PSOE. O sea, debemos prepararnos para nuevas elecciones en mayo.

Palinuro desiste de la idea de convencer a la dirección socialista de la necesidad de aceptar la idea del referéndum por ser lo democrático y lo que, al final, habrá que hacer cuando hasta los socialistas comprendan que no hay otra salida en Cataluña. Vamos, pues, a nuevas elecciones.

Sin embargo, de aquí a la disolución de las cortes, la izquierda, aunque no pueda formar gobierno por causa del referéndum, sí puede hacer algo útil por el bien común y, de paso, demostrar que este le importa. Los 178 diputados de la izquierda tienen la obligación moral de derogar ipso facto la Ley Mordaza, la LOMCE y la reforma laboral. No es de recibo que los españoles no puedan manifestarse en los espacios públicos sin que los forren a palos y multas por decisión de una pareja de psicópatas; tampoco que los niños tengan una enseñanza disparatada, manejada por lo curas; ni que los trabajadores hayan de seguir sufriendo un minuto más las condiciones de arbitrariedad y explotación a que están sometidos.

Hagan algo, ya que no consiguen formar gobierno.


diumenge, 27 de desembre del 2015

La trampa saducea

Hasta las elecciones catalanas de 27 de septiembre, Podemos mantuvo una nebulosa ambigüedad en lo referente a la autodeterminación de Cataluña. En el momento en que mayor claridad conceptual exhibió llegó a decir que el referéndum en las condiciones actuales era imposible a fuer de ilegal pero que, en cuanto se produjeran elecciones en España, de salir triunfadora la opción Podemos, habría un proceso constituyente en el que se podría hablar de todo, expresión críptica por la que se daba a entender que también podría considerarse la posibilidad de un referéndum de autodeterminacion en Cataluña. En resumen, de referéndum, nada, si, como cabía suponer, las elecciones en España tenían un resultado similar al que han tenido.

Aquellas elecciones del 27 de septiembre fueron un desastre para Podemos que quedó muy por debajo de Ciudadanos y perdió votos en relación a los que obtuvo sola su aliada IU en las de 2011. Una interpretación muy extendida achaca esa derrota a la negativa a pedir el referéndum. Puede ser así o no, pero, en todo caso, el partido parece creerlo pues ahora no solamente pide ese referéndum sin ambages y con total claridad sino que incluso lo pone como condición para negociar un hipotético gobierno de coalición con el PSOE. Del cero al infinito, Podemos reaviva su vieja reivindicación del carácter plurinacional de España y la consolida y hace viable exigiendo el famoso referéndum.

Palinuro lleva años pidiendo eso mismo, un referéndum de autodeterminación para Cataluña. No se entiende por qué pueden hacerlo los quebequeses en el Canadá y los escoceses en la Gran Bretaña y no los catalanes, aparte de la muy pintoresca razón de "porque España no es Inglaterra" o algo así de inteligente. Por este motivo se felicita de que Podemos ahora apoye el referéndum. Y de que invoque razones de una evidencia aplastante como que pedir un referéndum no es prejuzgar su resultado, puesto que puede haber dos: sí y no y los de Podemos piden el referéndum pero votar ellos "no" y luego, a esperar el resultado como decisión colectiva.

Algunos analistas, sin embargo, consideran que esta petición no es genuina, que viene impuesta por las confluencias con elementos nacionalistas, singularmente la de Cataluña En Comú Podem, la de Ada Colau, para la que el referéndum de autodeterminación es incuestionable. Podemos no las tiene todas consigo porque sigue creyendo que si aboga por el referéndum, perderá votos en España. Pero la presión de las convergencias periféricas, todas ellas dotadas de liderazgos fuertes, impide que se baje el tono de la exigencia. El Ayuntamiento de Barcelona acaba de adherirse a la declaración de independencia del Parlament y en estas condiciones, el referéndum es lo menos que puede pedirse a quien sea respetuoso con la libertad. Por eso Podemos lo adopta y se lo pone de condición al PSOE, aunque haya que descubrirse ante la capacidad manipuladora de su diario, Público, según cuyo titular la culpa es del PSOE por poner como condición el no aceptar las condiciones que se le imponen.

Pero el PSOE tiene una reacción de una celeridad y una contundencia que los otros no esperaban. No es difícil ver que le han dado un arma poderosísima para ganar a su rival de la derecha en el terreno del patriotismo y piensa aprovecharla. Ahora, los grandes defensores de la unidad de España serán los socialistas porque no quieren ni oír hablar de referéndum de autodeterminación que equiparan torticeramente a la independencia. El PSOE antepone su idea de España a una fórmula negociada de solucionar sus problemas y en eso hace causa común con el PP para el que un referéndum de este tipo equivale a trapichear con la soberanía y la igualdad de los españoles. Se lo han puesto muy fácil para evitar negociaciones molestas.

Al darse cuenta Podemos de que ha propiciado el enroque nacionalista español del PSOE que ahora aparece como el centro entre el inmovilismo del PP y el caos de los círculos morados, matiza que, al fin y al cabo, la propuesta de referéndum es una entre muchas y que deben considerarse todas antes de emitir un juicio negativo. Cabe entender esta observación como un primer intento de recoger velas y no hacer del referéndum un requisito indispensable y así podría ser siempre y cuando no estuvieran ahí las confluencias, impidiendo que se prescinda de esta reivindicación.

Es decir, el referéndum se ha convertido en una especie de trampa saducea para Podemos pues, diga lo que diga sobre él, se encontrará en una situación difícil. Si dice que lo rechaza, se enemistará con sus amigos de En Comú y las demás confluencias y si lo propugna, con gran parte de su propio mundo, sus seguidores y votantes, sensibles al argumento de que autodeterminación es secesión. Así que hará lo de siempre: marrullear y tratar de engañar al personal con ambigüedades del tipo de "nuestro orden de prioridades ahora es otro" o "hay que ocuparse de la gente" o "es preciso un plan de emergencia social", etc.

A cada uno de los miembros de la hipotética negociación del PSOE y Podemos le parece que la condición del otro es una excusa para impedir que haya un acuerdo de izquierda ya que está puesta justo en la raya roja respectiva: si no se acepta el referéndum no puede haber negociación; si se impone el referéndum no puede haber negociación. La única diferencia que parece darse en esta simetría es que, en principio, los de Podemos dicen estar más dispuestos para unas nuevas elecciones que el PSOE. Pero es porque quizá no hayan calibrado bien el daño que puede hacerles en España la petición del referéndum.