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dissabte, 28 de maig del 2016

Amansando a la fiera

Los empresarios del Círculo de Economía se han reunido en Sitges, grato lugar. No suelen estos reunirse en el Arroyo abroñigal. Sitges propicia más los ánimos al entendimiento y la conciliación. El Círculo es, además, una "asociación cívica", sin ánimo de lucro, penetrada de su misión de ser lugar de encuentro, reflexión, intercambio. Suena razonable. Los empresarios, como la Iglesia, tienen muchas caras; entre otras, la áspera y la sonriente. Escuchar a Juan Rosell, el presidente de la patronal, pedir el restablecimiento de la esclavitud mete miedo. Pero luego llega Antón Costas, el presidente del Círculo y el vendaval amaina.

Llaman los patronos a capítulo a los líderes, hasta los más resabiados, y les hacen cantar la palinodia. Y los líderes la cantan, especialmente los de izquierdas. Nada amansa más a un revolucionario que la mesa y mantel con quienes toman las decisiones. Así que Pablo Iglesias, todo dulzura, no fue a afear a los empresarios eso de que, sin presentarse a las elecciones, sean los que pretenden gobernar. Ese es más discurso de masas. A los patronos fue a decirles que Podemos es la verdadera socialdemocracia, que no haya miedo, vaya. Trataba de amansar a la fiera a base de mostrarse manso. Vendió a los empresarios una versión suave del keynesianismo y subrayó que Barcelona y Madrid son las ciudades donde más crece la inversión. Le faltó decir lo de Solchaga durante el Felipato: España, el país en que es más fácil y rápido hacerse rico. Podemos va a invertir a través, supongo, de una "potente" banca pública; los empresarios estarán encantados de invertir y la prosperidad volverá a regar nuestros campos y ciudades. Estos idílicos propósitos, que convierten la Economía de "ciencia triste" en ciencia alegre, compiten dialécticamente con las imágenes de los últimos días que todos los empresarios tienen en la retina: actos de líderes de IU y Podemos puño en alto, figuras de otro tiempo, héroes de antaño que acuden a la última llamada del deber, viejos profetas de la razón en marcha y anuncios de luchas intestinas entre las izquierdas "verdaderas". Difícil ensamblaje.

Al día siguiente, turno de Sánchez. A este vinieron a escucharle muchos que no hicieron acto de presencia en la exposición de Iglesias. Un indicador de a quién ven los empresarios como próximo presidente. O sea, los que no se presentan ya han elegido a Sánchez. Hasta Iglesias parece aceptar que el próximo gobierno pivotará en torno al PSOE. Del Sorpasso prometido va quedando ya solo el nombre que, dentro de poco, sonará a ritmo suramericano: el merengue, el bolero, la lambada, el sorpasso...La cosa consistirá en que el PSOE tendrá que elegir. Pero será el PSOE, no Podemos. Es bastante razonable. Los socialistas manejan mejor la imagen, dosifican su mensaje y, siendo este tranquilizador adquiere más crédito: son gente tan de orden e institución como el PP, pero tan dispuestos a reformar y hasta innovar como Podemos. Los Unidos/Podemos cada vez se presentan más como una aventura con mucho fragor mediático y poca consistencia y un potencial de desbarajuste sublime.


Mensaje de Sánchez a los empresarios (suscrito por todos los demás partidos): habrá gobierno en cualquier caso. No habrá nuevas elecciones. Si él gana, estará gobernando en siete días; si no gana, habrá gobierno, pero ya no garantiza el tiempo. El antecedente de las elecciones pasadas vierte un poco de ácido sobre su promesa de que no habrá terceras. Se supone que la gama de posibles gobiernos se abrirá tanto a la derecha como a la izquierda. Afirma que no excluye a ningún partido, pero no es cierto: los independentistas catalanes no entraron en sus cálculos de meses pasados ni siquiera como non entities y probablemente ahora tampoco. Los culpa de que no haya gobierno en España, negativa que antes atribuía a Podemos.

Y ahí es donde Sánchez, más consciente de en dónde hablaba que Iglesias, fue más prolijo y explícito: Cataluña. Sánchez admite ya que el problema de Cataluña, en realidad, es el problema de España. Le ha costado meses entenderlo pero parece que, al borde del Mediterráneo, lo ha visto, como Ulises llega a Ítaca. "La falta de solución en Cataluña", razona, se ha convertido en el problema de España y aprovecha para largar una chufa a Iglesias afirmando que la aceptación del referéndum catalán será la extensión de tan peligrosa manía al país Vasco, a Galicia y, sabe Dios, a lo mejor a Peñaranda de Bracamonte. O sea, Pablo Iglesias tiene la culpa de todo y Sánchez sigue si dar con la fórmula salvífica porque dice que se pondrá en peligro la convivencia de los españoles. Yo creo que quiere decir "conllevancia", como Ortega, que es a donde, con suerte, llegamos, pero le han dicho que el pesimismo no vende.

Por una ironía del destino, ayer anduvo por la corte también Puigdemont, que vino al Eurofórum en el Ritz y contó con la cerrada ausencia del establecimiento político institucional español: nadie del gobierno, nadie de la oposición, exceptuado Ángel Gabilondo que, como es de Metafísica, se habría equivocado de destino. Ante un público catalán, Puigdemont explicó que lleva ya seis meses y quedan 12 para el día D, que estamos en tiempo de descuento y los españoles ni prestan oído, excusado es decir audiencia. Como es hombre realista, está abierto a todo tipo de negociación, si bien no cree que, a estas alturas, la reforma de la Constitución sirva para algo. Pero, si no hay negociación, en 12 meses habrá parusía laica en forma de República Catalana. De verdad que no entiendo cómo los políticos españoles no se percatan de que este propósito es el evento más importante de la historia española en unos cientos de años. Una República Catalana que los países europeos se sentirán inclinados a reconocer vista la obtusa parálisis de los sucesivos gobiernos españoles.

Sánchez también parece haber caído en la cuenta de que la independencia catalana es una ruina para España porque, dice, se rompe la unidad de caja que es una manera de decir que se pierde una saneada fuente de ingresos para el resto del país. No puede haber independencia catalana; ni hablar. Hay que ir a la reforma de la Constitución. Pero, si lo he entendido bien, por primera vez admite que, luego de la tal reforma, haya una consulta. Al final va a ser una cuestión de nombres, como sucede siempre cuando se tiene miedo a las ideas. Todo referéndum es una consulta, pero no toda consulta es un referéndum. Todavía tiene el socialista tierra virgen por explorar. Dado que la reforma constitucional va a requerir un referéndum, quizá dos, según cómo vengan las cosas, ¿por qué no resumirlos, el de reforma y el de autodeterminación, en uno solo? Uno que, por ejemplo, tuviera dos opciones en una sola pregunta "¿quiere usted que Cataluña sea un Estado independiente ya o prefiere que siga siendo parte de España según una reforma de la Constitución que luego se someterá a referéndum en los mismos términos de este? Es una propuesta razonable que devuelve la iniciativa al gobierno; en este caso, a la oposición porque el gobierno en funciones no está para estos galimatías. No estuvo nunca, ni cuando estaba en no-funciones. La propuesta da iguales oportunidades a todo el mundo, es fair play y a los socalistas los saca del bloque del "no" a secas. Para eso ya está la legión que, al parecer, desfilará hoy por Barcelona detrás de la cabra, animal totémico apropiado al país que representa. Nada de león, águila, toro o elefante. Una cabra.

Si Sánchez es capaz de articular un mensaje en esos términos tiene muchas papeletas para ganar la rifa. El premio: la gobernación de este desastre.

dimecres, 25 de maig del 2016

Solo la calle dice la verdad

Un espontáneo arruinó ayer el acto inaugural de la campaña de Rajoy y el PP al sostener a gritos que "el PP es la mafia". Lo captaron todas las televisiones y lo ha escuchado toda España, lo cual no es garantía de que TVE dé las imágenes porque ese nido de propagandistas de la fe pepera  solo emite lo que le ordenan. Pero oírlo lo ha oído todo el país. Y todo el país ha pensado lo mismo, exactamente lo mismo que pensaban los capitostes peperos: que es la pura verdad, que el PP es una mafia, una partida de mangantes. Pero lo tiene que decir alguien de la calle que lo ve con la misma claridad con que lo vemos los que no somos cómplices ni encubridores de estos mafiosos, como son casi todos los demás partidos. Sí, esos que juegan a hacer como si aquí hubiera política, parlamento, gobierno democrático, cuando la realidad ofrece el cuadro de un patio de Monipodio rebosante de ladrones.

Solo la calle dice la verdad. Y los políticos, ni los medios, escuchan. En su soberbia y vanidad, pretenden aleccionar a la opinión que sabe mucho más que ellos porque no está comprada. En efecto, en España no está mal visto que los publicistas, los analistas políticos sean de partido y lo oculten, barriendo para casa pero sin decirlo. Tan partidistas son que en no pocos casos, cruzan la barrera y fichan por uno u otro partido y siguen escribiendo como si fuera a leerl@s alguien que no sea de su cuerda y estricta obediencia. Y lo llaman periodismo. Viene a ser como los jueces que dejan la toga y se meten en política en las filas de uno u otro partido. Menguado juez será después de haber pasado por la turmix de las opiniones partidistas. Como le pasó al juez Garzón, a quien la injusticia padecida no exime de la que él protagonizó cuando, despechado por la política socialista (pues era diputado del PSOE) dejó el escaño y lleno de rencor, trató de encarcelar a Felipe González...

De igual modo, los análisis de los famosos analistas dan risa. Cuando no se alinean decididamente y sin fisuras con la política de su partido es porque ya están haciendo campaña por él. Se sacan las menudencias del adversario para ver de hundirlo y se defienden o ningunean las tropelías de los propios. Muchos de estos "análisis" dan vergüenza. Generalmente no pasan de cotilleos o especulaciones sin fundamento.

¿Análisis comparativos? Cero. ¿Alguien ha visto alguna referencia a la cuestión de la incongruencia de los políticos? Sin embargo, es bien llamativa. Sánchez se pasa el día hablando del cambio, que es su lema de campaña en el que reproduce el del PSOE de los años 80 en la esperanza de conseguir el mismo efecto de arrastre. Pero no sé qué tendrá de cambio un proyecto que aparece avalado por una colección de figuras del museo de cera: González, Borrell, Rubalcaba, Rodríguez Zapatero. Pensar que esta colección de venerables paisanos tenga arranque para una política de cambio es tener una confianza panglossiana en la bondad del mundo.

Lo mismo le pasa a Iglesias. Convertido ya en el "gran hermano", no por lo que dice sino porque está atornillado a todos los platós de todas las televisiones todo el día, su reiterado discurso  sobre el fin de la vieja política produce tal hartazgo en las audiencias que va a lograr lo que parecía imposible: probar que el casi monopolio de los audiovisuales que ejerce Podemos no le harán ganar las elecciones sino perderlas. El discurso conjura permanentemente tiempos nuevos, pero el responsable de dar lustre a este propósito es Anguita, un héroe para quienes lo siguen y un zote huero y rencoroso para quienes no lo hacen, que son muchísimos más. Y Anguita no es el único septuagenario encargado de materializar los etéreos propósitos de la "nueva política": Carmena, Villarejo (finalmente descolgado) o el general Rodríguez son partes del estrellato de este frente de juventudes de la innovación, perfectamente incongruente con su objetivo declarado.

El caso de Rajoy es patético. No bien ha acabado de soltar una de sus habituales mentiras cuando ya está diciendo lo contrario en una carta de lacayo a los amos de Europa. Asegura que será implacable con la corrupción y lo primero que hace es aforar a Rita Barberá para obstaculizar sus comparecencia ante la justicia por presuntos delitos que en otro país algo más civilizado que este la habrían llevado sin más a la cárcel. Sostiene que el PP colabora con la justicia, pero hace sistemáticamente lo  contrario: borrar pruebas procesales, negarse a las comparecencias y hostigar a los jueces.

De ciudadanos no es posible documentar grandes incongruencias porque carece de discurso identificable. Igual que Garzón, el de IU, que dice estar orgulloso de su condición de comunista pero es incapaz de definirla y se presenta a las elecciones ocultando las siglas de su partido porque, como es sabido, nadie lo vota.

Si de los analistas pasamos a los medios que los cobijan, el panorama es de risa. Medios a su disposición incondicionel tienen el PP y Podemos. Quizá pueda probarse también de Ciudadanos. De quien no dudo es del PSOE: este no tiene un solo medio a su servicio como los dos partidos primeramente mencionados en los que los medios funcionan como boletines incondicionales. El BOE de Podemos, Público.es, no tiene nada que envidiar al pasquín La Razón, al servicio del PP ; igual que la Sexta es poco más que una televisión temática al servicio del Podemos, como Trece TV  lo está al del PP. 

¿Y los sondeos? Puras armas para crear estados de opinión que apoyen las opciones partidistas de los medios que los hacen. Ningún sondeo contradice la línea ideológica del medio que lo publica. Su valor es cero. Los sondeados acaban siempre respondiendo según las opiniones generalizadas por los mismos medios y así las consolidan. Porque si uno no consigue imponerse en las elecciones puede intentar hacerlo en las redacciones.

Lo que los sondeos no pueden ocultar ni maquillar es la valoración popular de los líderes y ahí hay un dato que llama mucho la atención: ¿por qué los dos políticos peor valorados por la gente son Rajoy e Iglesias? No es difícil de barruntar: porque los tenemos hasta en la sopa y el uno por uno y el otro por otro, tienen un discurso falso y repetitivo

Es verdad que Podemos no sabe de dónde viene, el PSOE a dónde va, Ciudadanos en dónde está y el PP qué le sucede. Y esto les ocurre porque no escuchan la opinión de la calle, la que sabe que Rajoy es un mafioso sin escrúpulos, Sánchez un don nadie sin recursos, Iglesias un hipócrita sin conciencia y Rivera un oportunista sin principios.

divendres, 20 de maig del 2016

Los comunistas siguen mintiendo

La denuncia de la última maniobra de los comunistas de seguir ocultando las siglas del PCE bajo una maraña de nombres (IU, Unidos Podemos) ha suscitado alarma en el cogollo de la organización. Así, parece haberse impartido la consigna de que salgan todos a contrarrestarla invocando el espantajo del "anticomunismo visceral". Teóricamente van contra los medios de la derecha que, por supuesto, estarán encantados de repetir sus habituales memeces sobre la "conspiración judeo-masónica" y el resto de tonterías que suelen desgranar. No lo sé porque no los leo, ni los escucho, ni los miro. Pero lo imagino.

Sin embargo, el auténtico enemigo al que los comunistas quieren combatir no son los medios y publicistas de la derecha, sino las gentes de la izquierda que no nos tragamos sus embustes. La consigna es silenciarnos, que no aclaremos sus enjuagues. Y ahí salen todos a una clamando tambien contra nuestro "anticomunismo visceral". Son muchos y muy conocidos, así que no mencionaré los nombres por no acarrearme más enemigos de los que ya tengo y evitarme infundios y campañas de desprestigio que los comunistas bordan a través de los medios de comunicación en los que tienen mando y en donde solo pueden escribir o hablar ellos y los suyos, pero no sus adversarios y menos si son de izquierdas. El otro día ya me gané un ataque de uno de estos fascistas/comunistas que pretendía insultarme ridiculizándome por mi edad (El fascista Facu Díaz). La batería esencial de argumentos de estos publicistas del PCE (y algún despistado del PSOE, que se traga sus bulos como buen "compañero de viaje") es que 1) no es verdad que se oculten porque aquí están ellos escribiendo sus monsergas y firmando como militantes o gerifaltes del PCE; 2) que el "anticomunismo visceral" sí que es una campaña orquestada por el capital y sus siervos en los medios de la derecha o pagada por el imperialismo; 3) que los comunistas de hoy ya no son los de antaño, los de las dictaduras estilo soviético de las que ellos abominan; 4) que ahora, rejuvenecidos, son la "verdadera izquierda" frente a la seudoizquierda del PSOE y la socialdemocracia, vendidos al neoliberalismo y el capitalismo en general; 5) que no es verdad que ellos dividan a la izquierda y por eso ayuden a la derecha a gobernar pues la socialdemocracia no es izquierda, sino otra forma de la derecha, vieja teoría de "las dos orillas" del dogmático Anguita a quien Iglesias considera de gran "belleza ética" (sic).

1) Claro que se ocultan y siguen ocultándose, pues ni las siglas ni nada que recuerde al Partido Comunista aparecen en las candidaturas ni papeletas electorales. Tácticamente hacen bien. En unos cien años, en 190 países, los comunistas no han ganado jamás unas elecciones democráticas, salvo uno o dos casos aislados en remotos lugares del planeta. La gente no vota al comunismo. En donde los comunistas han llegado al poder ha sido por la violencia y han establecido dictaduras totalitarias caracterizadas por la miseria del pueblo y los privilegios y lujos asiáticos de las cúpulas partidistas y nomenklaturas corruptas. Y cuando esas dictaduras se han hundido, detrás han quedado unas sociedades anómicas y sin estructuras morales, exportadoras del crimen organizado que todo el mundo conoce. No, la gente libremente no vota a los comunistas. Por eso estos cambian de nombre o se ocultan y se presentan con envases distintos. Para engañar. Que algunos militantes y dirigentes salgan del armario ahora no tiene mérito porque ya se ha planteado el problema y, como los corruptos que dimiten solo cuando los pillan, salir a la luz cuando se ha denunciado el engaño es seguir con el engaño. Además, no siempre lo hacen. Escuchen el alegato de Anguita en Córdoba el otro día (Los nuevos compañeros de viaje). Habla de su militancia en IU, pero no de la del PCE. ¿Lo quieren más claro? Si los comunistas no desean que los acusen de falsarios, que hagan saber a la gente que votar a Unidos Podemos es, en realidad, votar al PCE.

2) Lo del "anticomunismo visceral" es parte de la más antigua propaganda comunista y se basa en el presupuesto de que el anticomunismo no puede ser una opción racional y política perfectamente legítima sino que tiene que ser una especie de enfermedad, algo de las tripas o de cerebros trastornados, una neurosis. No es de extrañar en quienes profesan la misma ideología que aquellos comunistas soviéticos que encerraban a los opositores y disidentes en hospitales psiquiátricos. Un punto más de similitud entre los comunistas y los fascistas. Estos (por ejemplo, el psiquiatra franquista Vallejo Nájera que, por cierto, sigue teniendo calle en Madrid) consideraban que el comunismo y el marxismo no eran ideologías u opciones políticas sino enfermedades que había que "curar". Igual que los clérigos católicos quieren "curar" la homosexualidad y los comunistas el anticomunismo "visceral". Bueno pues ya pueden ir enterándose de que el anticomunismo es algo tan comprensible y legítimo como el antifascismo o el anticlericalismo. Cierto que habrá anticomunistas pagados por el imperialismo, como hay y ha habido siempre comunistas pagados por muy diferentes Estados e intereses y no solo el soviético. Y, por supuesto, en la izquierda somos bastantes los anticomunistas que no estamos ni hemos estado nunca a sueldo de partido alguno. Seguramente tod@s los que hemos tenido experiencia directa del comunismo.

3) Mientras los comunistas de hoy no aporten una explicación del hundimiento de sus regímenes y la correspondiente autocrítica si a ello ha lugar y se limiten a escurrir el bulto balbuceando que el comunismo soviético no era "verdadero" comunismo no merecerán respeto ni crédito alguno. Aquellos sistemas odiosos se hundieron porque eran comunistas y, hasta la fecha, los comunistas no han aportado ninguna prueba de que si alguna vez vuelven al poder no hagan lo mismo. Repetir que el comunismo soviético no era el "verdadero" comunismo lleva la implicación de que ellos sí lo son y tiene el mismo grado de veracidad que cuando dicen que son la "verdadera", la "auténtica" izquierda, la izquierda "transformadora". Hay que creerlos bajo palabra porque en treinta años no han transformado nada, jamás han tenido poder porque la gente no los vota cuando se presentan con sus siglas. Como tampoco lo harán cuando, como ahora, están ya en el tercer nivel de la matrioska, disfrazados con otras siglas y aprovechando la coyuntura del tirón mediático de Podemos. Este nuevo relato está fabricado esta vez con astucia por su batería de medios ("Público", "Diario.es", "La sexta") en los que monopolizan el discurso, censuran los relatos de otras izquierdas y no se diferencian en nada de sus competidores de los medios de la derecha (COPE, ABC, etc., etc). Aprovecho para insistir en que hay varios discursos de izquierda excluidos de los medios procomunistas y, por supuesto de los de la derecha también; uno de ellos, el de Palinuro y otro, el del PSOE. Cosa obvia: los de Podemos se quejan de ser objeto de ataques por doquier. Eso no es es cierto; los que atacan son ellos continuamente y, además, tienen posibilidades de denunciar, cosa que hacen de modo sistemático y estomagante. No así el PSOE, que no dispone de medios sino, al contrario, todos están enfrente. No tengo nada que ver con este partido, ni siquiera me cae simpático por su carácter dinástico, antirrepublicano, semiclerical y centralista, pero me subleva la hipocresía, la mentira y la injusticia.

4) Ni son la "verdadera" izquierda, ni lo han sido nunca. Incapaces de hacer autocrítica tras el hundimiento del comunismo "real", ocultan el término "comunista" y se apropian el de "izquierda" con la evidente intención de dejar fuera de él a quienes no sean comunistas, o sea de monopolizarlo. Si, para conseguirlo, hace falta acudir a la mixtificación, se hace y de ahí viene ese truco -y ese sí que es de trilero- de decir que ellos son la "verdadera socialdemocracia". Lo apoyan en falacias teóricas e históricas que no resisten el mínimo análisis. Lo que pretenden es desplazar a la socialdemocracia de siempre, el PSOE, a la derecha, identificarla con la derecha, para ocupar ellos su sitio ya que, en realidad, del sitio del comunismo, como del gato de Alicia, solo queda la sonrisa y, en este caso, siniestra. Puro comunismo de raíz estalinista porque eso es lo que hacía Stalin: mandar asesinar a sus oponentes para robarles luego las ideas. Aquí no hay asesinatos porque no está el tiempo para estas fiestas, pero sí las campañas de propaganda y embustes sobre la identidad entre el PSOE y el PP, con la misma razón y ética con que los soviéticos y los comunistas españoles durante la guerra civil afirmaban que los nazis y los trostkistas colaboraban. Que ahora haya trostkistas en el totum revolutum de los comunistas de Unidos Podemos solo demuestra que el ser humano es tornadizo y sus convicciones, harto flexibles. El PSOE es el único partido de izquierda que ha gobernado en España después de la muerte de Franco. Ha hecho muchas cosas mal, por supuesto y no es preciso relatarlas porque ya lo hacen los comunistas todos los días y son las únicas que narran. Pero también ha hecho muchas cosas bien: la universalización de la educación, la de la seguridad social, la incorporación a Europa, el Pacto de Toledo que garantizaba las pensiones, el fin del terrorismo, las leyes de Zapatero de igualdad de género, de matrimonio homosexual, etc., todo lo que el PP ha destruido o intentado destruir en estos cuatro años. De eso jamás se habla en el relato comunista de la "verdadera" izquierda. Jamás. Se insiste en la pifias y meteduras de pata y errores y medidas injustas del PSOE. Cierto, estas han sido muchas, muchas más que las de los comunistas que no han sido ninguna porque esta "verdadera", "auténtica" izquierda "transformadora" no ha hecho nada en treinta años, no ha transformado nada. No ha servido para nada más que para estorbar y dividir y aspirar al "sorpasso".

5) Claro que solo han servido y solo sirven ahora para eso, para dividir a la izquierda y que gobierne la derecha. Una reedición de la pinza entre comunistas y peperos de los años noventa de la que hay tan abundantes pruebas y testimonios. Y la repiten ahora con el mismo truco: ocultarse tras organizaciones pantalla y decir que se presentan a ganar al PP. Desde el principio, sin embargo, lo contrario ha estado claro y sigue estándolo en la actividad de sus huestes, especialmente las (hoy ya flaqueantes) legiones de trolls fanáticos en las redes. Lo que quieren es el "sorpasso" a la socialdemocracia, destruir al PSOE y si para eso el país tiene que aguantar cuatro años más de gobierno de ladrones, corruptos y expoliadores, no les importa. Si de verdad hubieran querido la unidad de la izquierda, habrían llegado a un pacto con el PSOE después de las elecciones del 20 de diciembre. Pero eso estaba fuera de cuestión. Lo impedía la "belleza ética" del referente intelectual de los anguitillas.

En resumen: esa unidad en la que el motor oculto siguen siendo los comunistas que continúan con sus maniobras se produjo porque no había otro remedio. Podemos había nacido con una promesa que apuntaba a una necesidad social sentida por mucha gente: constituir una nueva izquierda entre el comunismo trasnochado y la socialdemocracia adocenada. Pero fracasó por falta de capacidad de elaboración teórica o quizá la promesa era un embuste desde el principio que trataba de sorprender a la gente en su buena fe pero nunca respondió a un genuino interés por construir esa nueva izquierda. Sea lo que sea, las elecciones del 20 de diciembre demostraron que el pretendido tsunami podémico había pinchado, aunque su aparato de propaganda lo vendió como un triunfo. Y cuando luego los sondeos apuntaron a que la formación de Pablo Iglesias, cuya valoración popular era tan baja como la de Rajoy, iba al hoyo, se cayeron los palos del sombrajo y las caretas del disimulo. Entonces la flamante "nueva política" se echó en brazos de IU y su "belleza ética", eso sí, ocultando una vez más la condición de comunistas.

Es probable que en las elecciones del 26 de junio el nuevo engaño comunista sea un fracaso y que, con él, fracase también la izquierda en general. Pero a quienes lo han perpetrado no les importa. Ell@s no padecerán las consecuencias.

dimarts, 17 de maig del 2016

Los nuevos compañeros de viaje

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Hubo un tiempo en que el comunismo tenía prestigio: en los años treinta (ascenso del fascismo), hasta el ignominioso pacto nazi-soviético de 1939 y luego, al final de la segunda guerra mundial y en los primeros años de la postguerra, hasta que se conocieron los crímenes de Stalin y llegó la desestalinización. En aquellos años, los comunistas no ocultaban sus siglas sino que se envanecían de ellas y agrupaban en torno suyo gentes que no lo eran, pero se sentían atraídas por el prestigio revolucionario y, sin entrar en el partido comunista, cumplían sus encargos y estaban más o menos encuadradas en organizaciones manipuladas por ellos. Prestaban un gran servicio porque propagaban los puntos de vista comunistas sin serlo ellas mismas. Eran lo que se llamaba los compañeros de viaje.

Posteriormente, ya en plena guerra fría, estando clara la naturaleza dictatorial e inhumana de la Unión Soviética y países satélites en los que aquella intervenía por la fuerza cuando quería (Berlín, Polonia, Hungría), el comunismo perdió el prestigio acumulado. Ya no había "organizaciones de masas" ni quedaban "compañeros de viaje". Ahora, los que le hacían el juego eran llamados tontos útiles. De esos había muchos, pero menos de lo que la ambición comunista de poder quería.

Finalmente, con el desprestigio general del comunismo en los años 70 y en los 80, con el triunfo de la socialdemocracia -con la que mantiene un forcejeo histórico-, aquel entró en profunda crisis que se agudizaría con el hundimiento de las tiranías comunistas en todo el mundo. Quiso salir de la crisis haciendo un mero cambio de nombre con el que trataba, como ha hecho siempre, de eliminar a la socialdemocracia a los efectos de ponerse en su lugar, vieja táctica estalinista que al exseminarista georgiano le salía bien a base de asesinar, pero a sus secuaces, no. Estos comunistas vergonzantes pasaron a llamarse "eurocomunistas" para enviar un mensaje falso a la opinión pública (ingenio propio de Carrillo) de que el comunismo se había hecho reformista, democrático, se había civilizado. Los camaradas vivían horas bajas, pero se las prometían felices con la añagaza en la que se embarcaron los partidos comunistas de España, Italia y Francia.

Pero no funcionó. La gente no se dejó engañar. Fue entonces cuando los comunistas decidieron camuflarse. El hundimiento de la URSS los había hecho polvo y más polvo aun porque ninguno de ellos fue capaz de dar una explicación comunista o, por lo menos marxista, del hundimiento de la URSS. Y así siguen. Pero sí comprendieron que, si querían sobrevivir, tenían que ocultarse y engañar.

Mucho había llovido desde los años treinta, pero el comunismo sigue en lo suyo: mintiendo. En 1986, el iluminado Anguita fundó Izquierda Unida, otra organización pantalla de nuevo llena de compañeros de viaje y de tontos útiles. Solo que ahora los tontos iban a resultar inútiles. Creyeron que con esta artimaña de ocultar sus siglas, pero poner en marcha una farsa, por fin, derrotarían a la fementida socialdemocracia del PSOE. Tampoco. A IU se le veía el comunismo por los entresijos. Y Anguita tuvo que marcharse a su casa, a rumiar su fracaso y su revancha.

Y, entonces, al rebufo de la crisis, del 15 de mayo, y de lo que se veía como ineluctable decadencia del PSOE por sus propios errores, surgió Podemos. Lo hizo a la par con la Syriza griega y dio una sacudida al sistema español de partidos haciendo concebir la esperanza de que, por fin, aparecería una tercera vía de verdad en la izquierda, entre el anquilosado comunismo y la socialdemocracia aburguesada y neoliberal. Muchos creímos -y creemos- que esto es posible y hasta colaboramos con ello. Pero, al poco tiempo, a los primeros tropezones y tras las primeras crisis de IU y sus tránsfugas, ya se empezó a ver que si esa había sido la intención de los jefes en un primer momento (que ahora más bien parece que no y que engañaron desde el origen de la aventura), había dejado de serlo. Lo que ahora se cocinaba era un nuevo intento de organización "de masas" (todas esas pavadas de Anguita y los anguitillas de las "mayorías cívicas" es puro leninismo de aprendices), un nuevo engaño, una nueva farsa a partir del núcleo de IU. Hubo algunos titubeos pero, con el decepcionante resultado de las elecciones del 20 de diciembre y el suculento millón de votos que seguía atesorando IU, los últimos escrúpulos se fueron por la borda y se selló el pacto con IU y Anguita. La pamema de las conversaciones para formar gobierno después del 20 de diciembre fue otra trola y a ver si se podía culpar al PSOE de ls elecciones.

Porque, como siempre en los comunistas españoles, la muralla por abatir no es la derecha ni el PP. Es el PSOE.

Si alguien lo duda, que escuche el discurso de Anguita en el vídeo del post. Es palmario y claro como el agua clara: revancha. Escúchenlo hablar de su militancia en IU, pero ocultar la del PCE. Escúchenlo reconocer que "la diplomacia" mandaba que siguiera oculto, de gran trujimán de esta operación. Que no se supiera, que se siguiera engañando a la gente. Pero, al final, su ego inconmensurable (solo similar al de Iglesias) y su infinita vanidad lo arrancaron del sillón y lo llevaron a irrumpir en el acto de Podemos, interrumpiendo en seco, por cierto, un alegato de Pablo Echenique sobre feminismo y feminización. ¿Casualidad? Estos no dejan nada a la causalidad ni al azar. Todo lo miden, como el comediante de Diderot. ¿Feminismo? Ya hay bastante feminismo en el título de Unidos Podemos. Y escúchenlo, por último, hacer sus cálculos: cree que ahora o nunca, en el nuevo 77, se va a ganar al PSOE; pero el subconsciente lo traiciona y pone su victoria a cuatro o cinco años. Es decir: ganaremos dentro de cuatro o cinco años; mientras tanto, cuatro años más de PP. ¿Queda claro?

Una última consideración. Se quejan los de Podemos de que ahora todo sea hablar de comunismo, como si eso fuera una maniobra innoble, un golpe bajo o juego sucio. Aquí el único juego sucio consiste en aliarse con el Partido Comunista de España en secreto, oculto y pretender seguir estafando a la gente y que no se hable de lo que hay. El juego sucio y el engaño es que, cuando el periodista oficial de Podemos, Ferreras, en la cadena oficial de Podemos, la Sexta, pregunta a Anguita qué le parece el anticomunismo de Esperanza Aguirre, el comunista cordobés diga que no merece la pena hablar de ello, pero siga ocultando su condición de miembro del Partido Comunista de España, un partido que no se presenta con su nombre a las elecciones, pero quiere que lo voten bajo otras siglas ocultando su condición.

Por último, tengo algunos amigos, gente de izquierda sincera y genuina, que se escandalizan de que se esté cayendo en una campaña de "anticomunismo visceral". Sí eso es lo que dicen los comunistas, que no merecen respuesta. A mis amigos, una sola consideración: en una sociedad democrática asiste a la gente el derecho a ser anticomunista (o antifascista) como opción política, sin que la declaren trastornada, histérica, visceral o desequilibrada. Gracias a los dioses, esto todavía no es la Unión Soviética, paraíso comunista en donde los disidentes con suerte acababan en psiquiátricos.

dijous, 12 de maig del 2016

De cabeza al segundo fracaso

La proposición que hacía ayer Palinuro en su post titulado Una propuesta de izquierdas, para la constitución de un gobierno de progreso en España partía de la ingenua suposición de que los líderes de izquierdas se interesaban de verdad por su país y sus conciudadanos y no por sus intereses personales o sus egos narcisistas; más por el bien general que por el propio. Un error. Los líderes de la izquierda -Pablo Iglesias y Pedro Sánchez en este caso- no se interesan por los asuntos del común ni consideran en serio la posibilidad de aportar soluciones a sus problemas. Ellos, los suyos, sus partidos, sus posibilidades, sus escaños, sus alianzas, sus simpatías y antipatías, sus victorias electorales; eso es lo que les mueve. Tienen el vuelo de la gallina. Nada más. Y carecen de todo crédito. No es solo que sus dichos y sus hechos no tengan altura, ni interés ni, en el fondo, dignidad. Es que responden a cálculos tan miserables y a corto plazo que producen vergüenza.

Estamos ya en la precampaña de estas elecciones a las que nos ha llevado su lamentable incompetencia (disfrazada, como siempre en España de palabras altisonantes y grandes proclamas) y su incapacidad para forjar una unidad operativa de la izquierda y, por lo que se ve, así seguiremos. Los líderes soltando grandes frases en las que hay mucho "histórico", mucha "mano tendida", mucho "principio" y mucha verborrea, y sus seguidores, inasequibles al desaliento, como los de Franco, disculpándolos con las aburridas mentecateces de rigor: que el PSOE no es de izquierda, que Podemos quiere la independencia de Cataluña y que el Pisuerga pasa por Valladolid.

Vendrán las elecciones, volverá a ganar la derecha y tendremos cuatro años más de políticas sociales y económicas dictadas por la patronal más depredadora; cuatro años más de destrozar los servicios públicos, dejarnos sin educación, sin sanidad, sin pensiones, sin nada. Pero estos dirigentes, verdaderos mindundis encantados de haberse conocido, no reconocerán responsabilidad alguna en su fracaso. Como no han reconocido su responsabilidad en el fracaso de las negociaciones tras el 20 de diciembre porque, para estos pigmeos de la política, la derecha debe admitir su responsabilidad cuando la pifia (que es siempre) pero eso no reza con ellos. Ellos nunca son responsables de un fracaso electoral sino que, en todo caso, lo será la otra fuerza de la izquierda o los electores, que son unos vagos que se abstienen o unos estúpidos que votan al partido equivocado. ¿Ellos responsables por no saber gestionar una victoria electoral, por no ganar las elecciones, que es lo único que les importa? En absoluto.

Ayer hubo dos noticias sobre los jefes de las dos grandes fuerzas de la izquierda española que demuestran palmariamente lo que aquí afirmamos: no hay pacto de gobierno de izquierdas porque ninguna de las dos, Podemos/IU y PSOE, lo quieren, porque lo que quieren no es echar a la derecha del gobierno, sino destrozarse la una a la otra. Imponerse como la fuerza hegemónica de campo, aunque el país haya de soportar cuatro años más de un gobierno de ladrones y neofranquistas. Pablo Iglesias concedió una entrevista a Público en la que da rienda suelta a su fondo real más hipócrita, autoritario y narcisista y Pedro Sánchez toma medidas entre autocráticas y ridículas, mostrando una personalidad tan alejada de los intereses de la gente como preocupada por su destino, su puesto, su cargo. Realmente es imposible que estos dos se pongan de acuerdo en nada. Se conocen el uno al otro y ya ni lo intentan. Se limitan a actuar esquinadamente para poder echarle la culpa del fracaso al otro. Nada más.

Iglesias sostiene que su "feeling" con Madina podría haber facilitado la unidad de acción con el PSOE. Esto es, la unidad no depende de su conveniencia o necesidad objetivas ni en ella pintan nada los círculos, asambleas o bases, sino que dependen del "feeling" del líder con el otro.

El "sorpasso" no es ganar al PSOE, sino al PP. Iglesias repite esta mentira siempre que puede por si cala. Pero la adoba en todo momento con críticas más o menos jesuíticas a los socialistas (ya no habla de "cal viva" porque no le interesa) y la desmiente con sus alabanzas continuas a Anguita de quien en definitiva, confiesa que es la obra de la unión Podemos-IU como, por lo demás, va trompeteando por ahí el mismo Anguita. Y si hay alguien en el mundo que ignore que Anguita solo se ha movido y sigue moviéndose por odio al PSOE es que probablemente más que el mundo, está en el limbo. Esta unidad de acción de la izquierda no es para derrotar al PP sino al PSOE; es un pacto en contra del PSOE.

No le preocupa al entrevistado que lo acusen de haberse puesto a la vera de los comunistas más anquilosados. Al contrario, lo interpreta como señal de victoria, pero reconoce que, cuando el PP y C's formulan esta acusación de comunismo están utilizando un lenguaje siniestro. Él mismo lo dice.

Según él, la petición de unidad es un clamor, un tsunami de unas bases convertidas aquí en multitudes aclamatorias al paso del amado líder. O sea, la unidad no viene porque los sondeos estuvieran señalando un desfondamiento de Podemos, coincidente con la muy baja valoración de su líder (de la que nunca habla) y le venía bien el millón de votos de IU, ni con la ruina económica de IU que apenas tiene para pagar las nóminas, sino que son los enfervorizados creyentes en la dotrina del gran jefe las que la imponen. Y a ella espera que se una el PSOE sin dejar por un momento de hacer nada por impedirlo ni propiciarla leal y sinceramente jamás.

Insisto: creo que es el texto más hipócrita y taimado que he leído nunca.

A su vez, Pedro Sánchez ya ni se molesta en disimular que no quiere ni oír hablar de unidad de acción con Podemos. Su actitud es de franca hostilidad a la idea y sus reacciones claramente autoritarias por ver si consigue afianzar su tambaleante figura. Obliga a Ximo Puig a comerse con patatas su pacto con Compromís y Podemos para el Senado y responde con un grosero "no, gracias" a la oferta del partido morado de listas conjuntas al Senado. Si fuera de buena voluntad, no solamente aceptaría esas listas sino que, como en el poker, las "vería" y pondría una acción común PSOE-Podemos-IU para el Congreso. No solamente no lo hace sino que ni siquiera se molesta en explicar por qué niega a Ximo la posibilidad de su lista, a pesar de que es el único que lo ha intentado, virtud de la que él mismo presumía no hace mucho en relación con su pacto con C's: que eran los únicos que lo habían intentado.

A estos modos autocráticos añade Sánchez otra medida de autoridad de risa. Siempre para fortalecer su imagen frente a su propio partido, ha nombrado un gobierno en la sombra compuesto por un puñado de fantasmas del pasado, como Borrell, y una recua de "siseñores" obsequiosos, tipo Patxi López que parecen sacados de un manual del Buen Juanito del siglo XIX. No es un gobierno en serio lo que ha nombrado sino un consejo asesor de pelotas.

Ninguno de los dos, carentes ambos de grandeza y empuje, quiere la unidad de la izquierda. Iglesias jalea a los suyos hablando de un "sorpasso" imaginario al PP del que está convencido que es imposible y el PSOE rechaza ir del brazo con quienes pretenden "fragmentar España" y ahondar una "crisis de convivencia en Cataluña" que se ha inventado Sánchez. Cree que con esto rebañará votos nacionalcatólicos que le permitirá luego pactar con C's como la opción de centro. Si consigue convencer al electorado de que los de C's no son el partido de derecha extrema que parecen sino una derecha civilizada, este cálculo puede ser acertado y hacerles ganar las elecciones a los dos.

Lo que sucede es que, para ello, tendrá que impedir la realización del referéndum a toda costa. Y una victoria basada en una injusticia, nunca será una verdadera victoria.

dimecres, 11 de maig del 2016

Una propuesta de izquierdas

El PSOE es el partido que más tiempo ha estado en el gobierno durante la tercera restauración borbónica. Unos veintiún años. En ese lapso ha hecho cosas bien, incluso muy bien y cosas mal, incluso muy mal, desde una perspectiva de izquierdas. Comprimir veintiún años en unas líneas y un juicio sumario es absurdo e injusto. Que ese juicio sea todo él positivo, es de papanatas y tiralevitas; que lo sea todo negativo, de falsarios y envidiosos. En ambos casos, los responsables debieran avergonzarse, pero eso es difícil en este país en el que el halago pero sobre todo el infundio, pasan por sana crítica.

El juicio negativo, absolutamente negativo. es muy frecuente tanto en la derecha, que lo hace por obligación laboral, como en las demás izquierdas que lo hacen por resentimiento. Ambas líneas coinciden en un punto llamativo: el odio al PSOE, que tiene cultivadores por doquier, a fuer de competidores políticos y de españoles, dispuestos siempre a no reconocer a nadie sus méritos. Sobre todo si tiene la desfachatez de poseerlos en justicia.

Ese odio al PSOE procedente de la otra izquierda es tanto más injustificable cuanto que a ella no se le puede acusar de nada dado que jamás ha gobernado ni ostentado responsabilidad alguna, salvo la de largar por la boca. En eso de hablar es muy competente, atacando a su adversario o supuesto adversario y soltando ditirambos sobre sí misma, llamándose "verdadera" y "transformadora" izquierda con la misma justificación con que yo puedo considerarme el Marqués de Carabas.

La deriva del PSOE hacia un partido mayoritariamente conservador, dinástico y neoliberal se inició en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero y alcanzó su culminación con la desastrosa secretaría general de Rubalcaba, cuya actitud de sumisión, cuando no complicidad con todos los desmanes del gobierno de neofranquistas y presuntos malhechores fue vergonzosa. Rubalcaba probó en vivo lo cierto del famoso dicho arreglado por la ironía popular de que el poder corrompe, pero más corrompe no tenerlo. Y esa actitud de servilismo a la derecha más corrupta y autoritaria de este país fue continuada por Pedro Sánchez, alter ego de Rubalcaba. Ninguno de los dos se atrevió a presentar una moción de censura a un gobierno prepotente y antidemocrático que la estaba pidiendo a gritos,  probablemente porque, con la corrupción que el PSOE ha acumulado en Andalucía, no se sentía con fuerza moral para hacerlo.

Ahora bien, ese partido socialista, con sus 137 años de historia es casi una institución en España y conserva una militancia fiel, básicamente de izquierda que no puede confundirse con la orientación monárquica, centralista, en buena medida clerical y neoliberal que se ha apoderado de la organización. Hacerlo es también injusto y estúpido porque divide a la izquierda y no conduce a nada positivo, al menos mientras el PSOE conserve un suelo respetable en intención de voto.

Ahora, después del fracaso de la izquierda en la constitución de un gobierno y cuando se afrontan unas nuevas elecciones que solo una mezcla de oportunismo e ignorancia puede llamar "segunda vuelta", conviene ver en qué circunstancias nos hallamos por si podemos hacer alguna propuesta que ayude a tener un gobierno de izquierdas a partir del 26 de junio. De entrada conviene echar llave a las pendencias sobre los meses de negociaciones, y no buscar culpables. Culpables han -hemos- sido todos. Vayamos ahora a ver si cabe aprovechar la nueva situación y sacar de ella el mayor rendimiento posible cuyo objetivo esencial, primordial y fundamental debe ser echar a la derecha expoliadora, autoritaria, antipopular y anticatalana. 

IU y Podemos sellaron el jueves un acuerdo saludado con alharacas por todo el mundo y criticado por Palinuro (Un pacto para menos que nada) por entender que se trata de un pacto en contra del PSOE y que, en consecuencia solo conseguirá dividir a la izquierda y que siga gobernando esta derecha impresentable. ¿Que no es así? ¿Que la presencia de Anguita en el cartel del pacto no significa que este seguirá por su odio al PSOE y podrá llegarse a algún acuerdo con este? Perfecto: pruébenlo y pruébenlo del único modo posible, esto es, llegando a un acuerdo con el PSOE.

IU y Podemos han incluido en su pacto la realización del referéndum en Cataluña. Eso merece el aplauso de Palinuro. Al mismo tiempo, han propuesto al PSOE listas conjuntas al Senado en donde sea posible para desalojar a la derecha. También algo digno de aplauso y de crítica: si se hace la propuesta para el Senado, ¿por qué no para el Congreso? Ya sé que las listas son diferentes, como lo son los sistemas electorales de ambas cámaras, pero, ¿por qué no buscar una fórmula similar como, por ejemplo, un acuerdo de mínimos entre las dos fuerzas del pacto Podemos-IU y el PSOE de forma que, cuando el elector de izquierda fuera a depositar su voto por uno de los tres partidos supiera que estaba votando un gobierno de izquierdas de Podemos, IU y PSOE? 

Tengo para mí que el resultado electoral de esta oferta sería abrumador y proporcionaría un gobierno de coalicion de izquierdas con mayoría absoluta en las Cortes. 

Queda por averiguar qué puede hacer el PSOE. En primer lugar y sin perder tiempo, mostrar su disposición a este gobierno de coalición de la izquierda, explicando de paso por qué motivo se opone a las listas conjuntas en el Senado. Al margen de si su pacto anterior con C's fue razonable o no, este ya no funciona ni obliga una vez convocadas las elecciones, por lo tanto, está de más. El PSOE tiene absoluta libertad de elección y lo razonable es que elija el pacto de izquierdas.

Este pacto que debe garantizar un gobierno de progreso y cambio cuyo alcance y profundidad se verá tras las elecciones pero que obtendría una mayoría aplastante, solo tiene dos cuestiones previas por resolver para las cuales Palinuro cuenta con dos respuestas, a su vez interrelacionadas, que somete a otras mas razonables:

1ª) ¿Quién preside el gobierno? El partido que tenga un escaño más.

2ª) ¿Qué sucede con el referéndum (que es el verdadero escollo a la formación del gobierno)? Exactamente lo mismo. ¿Podemos-IU favorecen el referéndum y consiguen ser mayoría? Orgánicese la consulta y sin duda los diputados catalanes de ERC y DiL facilitarán la labor con su abstención o voto favorable.  ¿El PSOE, que se opone al referéndum, consigue ser mayoría? No habrá referéndum. Me temo que será inútil advertir a los socialistas de que, aunque se opongan, ese referéndum acabará haciéndose. Pero, por lo menos, habrá un gobierno de izquierdas en España. En cuanto a los catalanes, a los que he aprendido a conocer y valorar, estoy seguro de que tirarán hacia delante, hacia la República Catalana. Y yo con ellos.

dimarts, 10 de maig del 2016

Un pacto para menos que nada

Cuando se apague el tronar de las salvas con que las baterías de la izquierda "transformadora" saludaron el acuerdo de IU y Podemos, cuando se disipe el humo de la pólvora alegremente gastada en este asunto por orden de la maquinaria de propaganda de esta gente que es lo único que funciona, podrá verse que esta unidad es una farsa. Una farsa condenada al fracaso. Y que condenaría a otro fracaso al conjunto del país si consiguiera salirse con la suya, asunto imposible.

Sí, ya sé que voy contra el unánime y estentóreo parecer de los miles y miles de fanáticos de estas dos formaciones, de trolls y agentes de propaganda que ayer llenaron las redes con sus consignas, todas iguales. Ya sé que no veo cómo el sol rojo de la justicia social alborea el oriente por mi ceguera y falta de comprensión de la verdad en marcha por fin en la historia. Veo lo que veo y no lo que me dicen que vea. Ya sé que también voy contra el parecer de gentes normalmente razonables y ecuánimes que ayer se dejaron arrebatar por este frenesí colectivo impostado de los salvadores de la patria y daban por segura la victoria de esta colección de gente tan variopinta como desnortada.

Aquí se dirá lo que no se leerá ni oirá en las arengas y proclamas de la "verdadera" izquierda. Ese pacto se ha cocinado y cerrado a toda velocidad porque no quedaba otro remedio ya que el plazo para hacerlo terminaba hoy, 10 de mayo, y de no firmarse las dos fuerzas que afirman haber abierto las puertas a un nuevo día y un nuevo país se encontrarían en la situación en que estaban antes y fue la que obligó a llegar al acuerdo: Podemos cae en picado en las encuestas y Pablo Iglesias comparte con Rajoy el honor de ser el líder peor valorado por la opinión. Por otro lado, IU, prácticamente en quiebra y sin fondos para pagar ni a los que pegan carteles, estaba obligada a una campaña electoral hecha a base del boca a boca de los mercadillos.

Que se haya hecho por obligación y a toda velocidad demuestra que, cuando hay voluntad política, los obstáculos se vencen. Es decir, si no se llegó a acuerdo alguno tras el resultado del 20 de diciembre es porque quienes lo negociaban, especialmente los de Podemos, no querían. Se trataba de un acuerdo en el que estaría el PSOE y eso Anguita, que es quien hoy vuelve a mandar en el batuburrillo de esta izquierda, no lo toleraría bajo ningún concepto. Para algo lo han incluido la imagen en el cartel electoral de las dos formaciones porque estas tienen una idea pintoresca de la realidad. Y, ya se sabe: todo antes de que gobierne el PSOE. Hasta elecciones nuevas. Hasta un nuevo gobierno del PP. Si nosotros no gobernamos que tampoco gobiernen esos. Qué historia tan vieja.

La coalición electoral se presenta como el primer paso del anhelado sorpasso a los socialistas, ese que Iglesias intentó colar como un adelanto al PP, por si alguno se tragaba la bola. Y solo estamos en el comienzo. En estas elecciones vamos a ver auténticos prodigios de embustes y engaños de las partes de IU y Podemos, duchas en este tipo de actividades para las que tienen legiones de fanáticos patrullando las redes a fin de echarse como un enjambre sobre quien cuestione este adefesio.

Obsérvese detenidamente el cartel de propaganda. ¿Alguien cree que, de obtener la victoria ese huerto de egos desmesurados, será capaz de mantenerse unido? ¿Que podrá tomar medidas de políticas públicas antes de empezar a discutir entre ellos y expulsarse mutuamente? ¿Alguien cree que la presencia de Anguita es productiva desde el punto de vista del marketing político que es lo único que importa a estos adalides del izquierdismo virgen?

Lo han hecho a toda prisa por las razones expuestas al comienzo de este escrito y por la muy evidente que añadimos ahora: para ir en contra del PSOE. Los medios que bailan el agua a esta coalición de viejos y nuevos comunistas hablan ya de tremendo sorpasso al PSOE. De aquí al 26 de junio vamos a escuchar todo tipo de embustes en forma de conclusiones de sondeos uno detrás de otro.  Y, llegado el día de la votación, se descubrirá que está fantástica coalición no podrá formar gobierno y tampoco podrá formarlo el PSOE con lo que esta vez sí habrá alcanzado la finalidad que siempre hemos dicho que era la suya: dividir a la izquierda para que gobierne la derecha. Esta derecha de sinvergüenzas y ladrones. 

Tan lamentable resultado solo podría evitarse si el PSOE consiguiera mantener un nivel del voto que le permitiera formar gobierno como fuerza mayoritaria, cosa muy difícil por cuanto, a diferencia de las demás fuerzas políticas (sobre todo, el PP y Podemos) no tiene ningún medio de comunicación favorable, nadie que reproduzca y difunda su relato, atacado por la derecha y por la izquierda. La coalición IU-Podemos volverá a vender la piel del oso antes de matarlo y es de esperar que el PP no pueda revalidar ni de lejos los resultados del 20 de diciembre.

Al haber concluido una alianza electoral en contra del PSOE los de esta izquierda retórica le han marcado su rumbo forzosamente: el mantenimiento de la alianza que ya forjó con Ciudadanos. Conociendo nuestro país, su electorado y las condiciones en que se va a votar esta vez, esa combinación, presentada como la alianza del centro derecha y el centro izquierda es la combinación ganadora.

Palinuro defendió siempre un pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU e incluso insistió en que se incluyera el referéndum de Cataluña. Eso no fue posible, en mi opinión por el juego sucio de Podemos (todavía más sucio que el del PSOE que ya lo era) que siempre pensó en hacer elecciones nuevas porque su objetivo, digan lo que digan, no es ganarlas, sino que no las ganen los socialistas

Palinuro, que cada vez se siente más catalán y que, en estas elecciones, de poder hacerlo,  votaría en Cataluña a ERC, no tiene nada claro qué hará en España.

Sobre este asunto seguiremos hablando mañana.

dilluns, 9 de maig del 2016

Entrevista a Plinuro publicada en "Vilaweb"

Trascribo la entrevista que me hizo hace un par de días Pere Cardús para el diario Vilaweb.Pere estaba interesado en saber qué consecuencias tendrá para Cataluña el resultado de las elecciones previstas para junio. Tenía una batería de preguntas muy bien trabada y creo que no se dejó nada en el tintero. Realmente me hizo hablar de todo lo que interesa ahora en España. Y lo hice con sumo gusto.

El texto de la entrevista, pasada por el traductor de Google, a continuación:



Si hay una voz en España que se expresa con libertad y sin ambages sobre la voluntad de independencia de Cataluña, es la de Ramón Cotarelo. Este catedrático de ciencias políticas e intelectual no se arredra de decir lo que piensa, como lo piensa. No se arredra de decir que Pedro Sánchez no es capaz de entender la cuestión catalana porque ‘no da para más’. No le importa denunciar que Pablo Iglesias y Podemos han caído en las manos de Julio Anguita y que han optado por la vía leninista y bolchevique. Dice que Rubalcaba es un borbónico meapilas que puso Sánchez al frente del partido por su incapacidad de entender la realidad. Dice que la izquierda española vive una desorientación absoluta. Y pide a los independentistas que sigan de frente. Incluso, propone que el CATN elabore una constitución, que sea validada por el parlamento y se someta a referéndum unilateralmente. Cotarelo pisa fuerte y habla en plata, en esta entrevista:

—¿Cuál es el papel tienen de los partidos independentistas catalanes en el congreso español?
—Creo que al independentismo catalán le pasa como al Dr. Jekyll y Mr. Hyde. También tiene dos almas. Por un lado, tiene muy claro qué tiene que hacer en Cataluña. Esto lo tiene muy claro y no hay ningún problema. Por otra, en el congreso español tiene que barrer para casa. Y esto se puede hacer de maneras diferentes según como vayan las cosas y las mayorías. En este compás de espera después del 20-D, el independentismo ha hecho un papel determinante al congreso.

—¿En qué sentido?
—Ha sido determinante hasta el punto que las elecciones del 26-J son el producto del hecho de que no se podía contar con los independentistas de Democracia y Libertad y de Esquerra. Si no había negociación para el referéndum, los independentistas no pensaban votar a favor y ni siquiera abstenerse. No había combinación posible si el PSOE se obstinaba en mantener la negativa a un referéndum. Habrá que ver qué pasa ahora con la aritmética parlamentaria. El hecho más importante es que en Cataluña se tiene que seguir el camino marcado. Esta es la decisión más sensata. ¿Y en el congreso español? Verlas venir y barrer para casa.

—¿No hay ninguna posibilidad de un referéndum pactado con el estado?
—No. Ni una. Son habas contadas. Tienes 123 diputados del PP, 40 de Ciutadans y 90 del PSOE absolutamente en contra. Cuánto suma? 253? Pues ya lo hemos dicho todo. Debate cerrado. No es una oposición tan radical como la que se encontró Ibarretxe cuando presentó su plan, pero esto tan sólo es por la entrada de Podemos, que tiene una actitud un poco diferente. No se atreverían a votar contra un referéndum, pero tampoco les gusta , la idea. Se limitarán a guardar la compostura. Mientras el PSOE no cambie de actitud, no hay nada a hacer. La derecha no cambiará nunca.

Así no hay ninguna opción…
—Si el resultado de las elecciones da una mayoría a la derecha de PP y Ciudadanos, ¿qué opción hay? Y si hay una gran coalición, PSOE-PP, tampoco hay camino. Y, incluso, si hay aquello que yo pienso que habrá, una coalición PSOE-Ciudadanos con mayoría absoluta. Esto es lo que comprarán el 26-J mis compatriotas. Por el mito del centro: hay que castigar los extremos, PP y Podemos. Y esta mayoría absoluta es tan contraria al referéndum como la derecha. Quizás son más proclives a la reforma constitucional. Pero esta reforma puede ser todavía peor para Cataluña que dejarlo tal como está. No hay opción para un referéndum pactado con el estado.

En Cataluña hay voces que proponen de hacer un referéndum unilateral. ¿Es la vía para conseguir la independencia?
—Esta cuestión del referéndum unilateral tiene que ir acompañada de una reflexión más genérica. El Estado no hará nada. Ya lo hemos visto. No hará nada sino impedir, entorpecer, frenar… porque no puede atacar. Esta es la buena noticia. No está en condiciones de atacar. Pero tampoco cederá. Con el estado español, no se puede contar. ¿Esto quiere decir que los catalanes tienen que callar y quedarse quietos? ¡De ninguna forma! Que continúen. Continuarán adelante y harán muy bien.

—¿Pero qué vía hay que seguir?
—Esto ya lo decidiréis vosotros. Hay mil debates, sobre esto. Y dependerá de cómo se articule la relación de fuerzas entre el estado y la Generalitat, como también las relaciones con la comunidad internacional y, especialmente, la Unión Europea. El protagonismo de la UE irá creciendo a medida que el conflicto avance y no haya soluciones claras. Y es que el estado no dará ningún paso, pero pondrá muchos impedimentos. Yo no creo que se llegue a la suspensión de la autonomía de Cataluña. No hay base jurídica para hacerlo. Esto no lo pueden hacer. Harán tanto como esté en sus manos, pero tienen límites.

—¿Así ves clara la opción del referéndum unilateral?
—Una repetición del 9-N, que por cierto fue un éxito absoluto, quizá se puede intentar. ¿Por qué no? Si no queda más camino… Pero yo creo que sería mejor que el parlamento recibiera un proyecto de constitución de la república catalana elaborado por el Consejo Asesor para la Transición Nacional, lo aprobara y lo sometiera a referéndum. Esto es tan ilegal cómo lo otro desde el punto de vista de la legalidad española, pero tiene mucha más fuerza porque sería una decisión del parlamento. Recordamos que el 9-N fue un tipo de consulta informal hecho por voluntarios. Tenía el apoyo del gobierno de la Generalitat, pero no tenía ninguna declaración parlamentaria detrás. Tuvo un efecto fulminante, sin duda. Pero no tiene la solidez que tendría una decisión del parlamento de someter a referéndum un proyecto de constitución catalana.

—¿Alguna vez has hablado de la inevitabilidad de un choque más fuerte con el Estado. Hablas de represión, prisión, inhabilitación…?
—De todo aquello que sea imaginable. Está claro. Procesos penales, naturalmente. Denuncias, querellas, represión, intervención de la policía, tribunales… Todo dependerá de por dónde vayan los disparos. Si la vía de desobediencia se generaliza y es asumida por las autoridades catalanas, el gobierno español actuará. Se encontrará obligado a tomar decisiones por la presión parlamentaria, la opinión pública y, especialmente, los medios estos que tenemos aquí, esta jauría que tenemos. El problema es qué consecuencia tendrán estas decisiones.

—¿Qué puede pasar?
—Esto no lo podemos saber porque es un terreno desconocido. ¿Cómo reaccionarán los Mossos d'Esquadra cuando los llegue una orden de detener dirigentes políticos catalanes? Puede pasar cualquier cosa. ¿Qué pasará si los catalanes empiezan a pagar los impuestos a la hacienda catalana? ¿Cómo empezó la desobediencia civil teorizada por Henry David Thoreau?

—Con la desobediencia fiscal…
—Exacto! Thoreau dijo que teniendo en cuenta la injusticia y la iniquidad de la guerra entre los Estados Unidos y México, él no pagaría la parte de sus  impuestos para financiar la guerra. Y, está claro, lo enviaron a la prisión. Es así como empezó la teoría de la desobediencia civil. Fue una desobediencia fiscal. Si los ciudadanos catalanes cogen este camino, habrá una represión evidente del estado español. Y la represión será siempre individualizada.

Y, llegados a este punto, ¿la comunidad internacional intervendrá?
—Sí. Espero que sí. Pero es una confianza. No tengo datos ni ninguna seguridad. No podemos saber cuándo decidirá intervenir. Pero el coste para Europa de dejar enquistar el conflicto es grande. De entrada empezarán con las presiones –que a estas alturas ya debe de haber– porque el gobierno español acepte de negociar. La presión será creciente. La capacidad de acción exterior del gobierno español es próxima a cero. Es un estado sin importancia política, con un peso económico muy relativo, con una situación de dependencia absoluta. Por lo tanto, los sueños imperiales de algunos que se piensan que se hará aquello que ellos digan son un espejismo. Harán aquello que les digan que tienen que hacer. Cómo han hecho hasta ahora.

¿Te fias de la UE?
—No. No me acabo de fiar. Y me fío todavía menos de Francia. Porque ve con muy malos ojos la cuestión catalana por el riesgo de contagio. ¿Has visto que un tribunal de Perpiñán ha reconocido el derecho de defender un referéndum de autodeterminación en Cataluña Norte? Esto los preocupa mucho. Porque tienen las comarcas catalanas, tienen Córcega y Bretaña… Ven que los puede pasar esto mismo que pasa en España.

Mientras tanto, ¿España atraviesa una crisis institucional grave?
—Es una pregunta o una afirmación? Sí, está claro. Es una crisis institucional y constitucional, del conjunto del sistema.

—¿Cuál es el origen de esta crisis?
—Básicamente, el desajuste catalán. El problema que arrastra el país desde siempre es el de la llamada ensambladura de Cataluña en España. Y ahora se ha agravado por tres factores, en mi modesta opinión. Uno: la crisis económica, que ha dejado los recursos al límite y ya no se puede continuar jugando a hacer trapicheos. Dos: la desorientación de la izquierda española, que no acaba de entender la cuestión nacional catalana. No la entiende. Lo demostraron los de Podemos y se ve claramente en el caso del PSOE. Y tres: el acceso al poder de una cosa que pensábamos que se había acabado después de la muerte de Franco, que era el franquismo.

—¿Franquismo?
—Y tanto. Es decir, el triunfo de un partido neofranquista dispuesto a retrotraerlo todo y a hacer una involución democrática, a hacer añicos la voluntad de los pueblos… Esto no estaba , al programa. Había un tipo de pacto implícito que esta gente no condenaba el franquismo pero tampoco podía reactivarlo. Pero lo han hecho. Este gobierno es un gobierno de neofranquistas puros.

Se contaba con una modernización y europeización de la derecha que no se ha acontecido.
—No, en absoluto. ¿Qué pasa entonces? Que se entiende muy bien que los sectores más ilustrados –es decir, los catalanes– no estén dispuestos a aceptar el riesgo de que una mayoría parlamentaria contingente lo malogre todo. No están dispuestos a que esta pandilla de franquistas discutan las cosas que ya tenían ganadas. Esto no se puede permitir. No se puede permitir que se revise el principio de descentralización, tanto si había llegado lejos como si no. Un pueblo no puede vivir pendiente de las mayorías pasajeras de otro pueblo. No puede estar pendiente que llegue un tarambana que diga que hay que hispanizar los niños catalanes. ¡Pero resulta que el tarambana es ministro de Educación!

El 26 de junio ¿puede resolver de alguna manera esta crisis institucional?
—Sobre esto, soy mucho pesimista. No lo creo. Hay un desbarajuste muy gordo. La derecha ya ha dado tanto como podía dar. Ya no se puede esperar nada de bueno. A lo sumo, podemos aspirar a expulsarla del gobierno. Porque es evidente que no se puede contar de ninguna forma, con esta gente. Son franquistas. Y quieren perpetuar el franquismo. Y, está claro, el resto no estamos dispuestos. Y mientras tanto, la izquierda nada en la más absoluta desorientación. Esto de presentarse a las elecciones la gente del PSOE, los de Podemos y compañía enfadados entre ellos es repetir canciones muy antiguas. Parece que es imposible que lo arreglen porque no lo entienden. No entienden que no hay un problema catalán. Hay un problema español. Los españoles tienen que sentarse y reconsiderarlo todo. No es sólo Cataluña. Es Cataluña, los Països Catalans, el País Vasco… para no ir más allá de aquello que es evidente. No querer verlo es absurdo.

—¿La alianza entre Podemos e Izquierda Unida no es un primer paso en la buena dirección?
—No. A ver si me sé explicar, porque al final parece que tomo partido por una opción concreta. Yo no tomo partido por ninguno de los dos sectores de la izquierda. Quiero decir que están en un escenario ficticio. El de las izquierdas auténticas y las izquierdas viejas… ¡No entienden nada de lo que pasa en el mundo! Y de estos de Izquierda Unida, ¿qué tenemos que decir, si son los viejos comunistas de Anguita? Su modernización con los señores estos de Podemos viene de la idea brillante de importar modelos latinoamericanos, de un populismo absurdo, en sociedades europeas industriales avanzadas. Esto no tiene sentido.

¿Y los socialistas?
—Estos ya se han perdido. Se perdieron en la noche de la socialdemocràcia neoliberal y pactista. El señor Pedro Sánchez no entiende nada de la cuestión catalana. ¡Nada! ¡Nada! Observar que sus peleas son sobre cosas internas y de poderes de partido y que su discurso gira en torno a ideas como por ejemplo eliminar las puertas giratorias y cosas todas muy dignas, es muy revelador. Este hombre no puede dar por supuesto que ganará o perderá unas elecciones en un estado que no existe. ¡Que no existe, señor mío! Porque tiene un problema previo. Un problema que los juristas denominan prejudicial. Y es que mientras no se resuelva la cuestión catalana, el estado español no puede funcionar.

—Dices que Sánchez no lo entiende porque no lo quiere entender o porque no da para más?
—Me parece que no da para más. Además, creo que lo escogieron por eso. Lo puso Rubalcaba, que es un centralista furibundo.

—¿Un jacobino?
—Sí, sí, totalmente… Bueno, no un jacobino. Un borbón. ¡No te jode! Los jacobinos también son centralistas, pero al menos son radicales. Y este no. Este es un meapilas. No, no: es un borbónico. Sí, los Borbones también son centralistas, ¿verdad? Pero tienen una diferencia sustancial con los jacobinos. Y Sánchez no entiende nada de nada. Sólo hay que mirarlo. Si fue a México a rendir homenaje a Lázaro Cárdenas, y le puso una corona de flores con la bandera de los Borbones! A Lázaro Cárdenas! El presidente mexicano que no reconoció nunca el régimen franquista y que luchó siempre por la república, que acogió los republicanos exiliados y que impidió que México reconociera nunca el régimen de Franco! Y este va y le pone una bandera borbónica. Y cuando empezó la campaña electoral salió al grito de ‘¡Más España!’ con una bandera como las de Aznar. Esto quiere decir que es un nacionalista español típico de cuartel y cabra de la legión.

—¿Pablo Iglesias ha cambiado mucho desde que empezó la aventura de Podemos? ¿En qué sentido ha evolucionado?
—Hombre, esto nos pasa a todos. Todos cambiamos. Si llevas una vida como la de este chico, con tanta responsabilidad en las alforjas, los cambios son todavía más acentuados. Cambiar, cambiamos todos. Me da la impresión de que Pablo ha cambiado en el sentido de pasar de la exploración meramente especulativa típica de los profesores universitarios a la acción práctica. Y en este segundo estadio se rige por un principio más práctico. Ha tenido vacilaciones entre la tradición más estrictamente leninista, más de partido jerarquizado, y la aportación más asamblearia de los sectores con los cuales se alió. Podemos es una amalgama. Vaciló y finalmente se ha inclinado por la vía leninista, bolchevique y jerárquica. Porque se ha puesto al servicio de Anguita.

¿Es un animal político?
—Personalmente, dudo mucho la vocación política de Pablo. Mucho. Creo que tiene más una vocación mediática. Pasa que ha tomado un camino muy diferente del habitual para salir a las pantallas. Pero si le ofrecieran la posibilidad de dimitir y hacer carrera como presentador de televisión, lo haría. Porque es esto que le gusta.

—¿Las pantallas, los micros y las cámaras?
—Y tanto. Los de Podemos han hecho mucho trabajo teórico –por cierto, muy apreciable– sobre la relación entre política y medios, la sociedad mediática y la democracia de los medios… Pero hubo un momento que tuvieron un tipo de revelación. Quisieron dejar de hablar y lo quisieron experimentar. Dejaron de decir que los partidos tenían que imponer su discurso a través de los medios y decidieron de hacerlo. Y efectivamente, lo han hecho. Podemos es un partido que se pasa la vida a la televisión. Y Pablo continúa haciendo televisión. Tiene un plató a Público donde continúa haciendo sus emisiones y todo esto. Esta es su evolución.

Y Alberto Garzón, bastante más desconocido, ¿en dónde lo tenemos que situar?
—No sé cómo definirlo. Realmente es mucho menos conocido. Y es menos conocido porque es como un tipo de proyecto. Proyecto de jinete solitario. Dentro del galimatías que ha llegado a ser Izquierda Unida, con esta cosa que se pegaban todos contra todos, apareció Garzón como un tipo de tregua. Pero fíjate qué panorama espera a los tránsfugas que pasaron de IU a Podemos y ahora se encuentran que tendrán que ir de bracete con aquellos a quienes abandonaron. Será una situación francamente incómoda. Y en este galimatías de IU, Alberto Garzón continuó avanzando a pesar de la tormenta, muy enganchado a Julio Anguita. Ha continuado con la política más ortodoxa del comunismo militante, que consiste a ser comunista pero esconderlo. Crear una organización pantalla, que es IU, y cómo que esto no los ha funcionado, ahora pasan a otra organización pantalla que será Podemos. La confluencia entre Garzón e Iglesias se explica porque son de la misma generación y por la necesidad de sumar votos al precio que sea