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dijous, 12 d’abril del 2012

El miedo a la red.

El debate está en todas partes. ¿Cuál es el impacto político de la red? ¿Qué sucede en el ciberespacio? ¿Quién pone orden ahí? ¿Hay que poner orden? La experiencia de la llamada primavera árabe dice que lo primero que los déspotas hacian cuando los súbditos se les rebelaban era bloquear el acceso a la red, cerrar internet, apagar Facebook, suspender Twitter, eliminar cobertura de móviles; en definitiva, suprimir la libertad de expresión y de comunicación atacando sus medios de forma ilegal. La razón estaba clara: estos medios son catalizadores de movilizaciones populares espontáneas que dieron lugar a una gran variedad de fenómenos más o menos violentos, varios de los cuales terminaron derrocando odiosas dictaduras; otros se tornaron en guerras civiles, exacerbando la violencia.

La derecha española en el gobierno, cuya afinidad electiva se orienta hacia el autoritarismo, la severidad, el rigor, el "palo y tentetieso", para entendernos, reconociendo el peligro que representa la libertad irrestricta de internet, pretende establecer la censura. Pretende cosas igualmente absurdas, por ejemplo equiparar la resistencia pasiva a la activa como delito de atentado contra la autoridad en lo que, a su vez, es un atentado contra el sentido común y la lógica de la lengua que por algo se molesta en distinguir lo activo de lo pasivo. Salvo que se quiera decir que la resistencia pasiva pasa a ser atentado mientras que la activa escala unos puestos y se convierte en delito de lesa humanidad, por ejemplo. Según algunos la derecha quiere endurecer el código penal en previsión de una agudización de la conflictividad social a causa de sus medidas. Eso es un pretexto. La derecha endurece el código penal porque es lo que hace siempre. En su idea, nuestro mundo está corrompido por la permisividad, el libertinaje, etc. y es preciso aplicar mano dura para mantener el orden público. Lo suyo es la mano dura. Lo del diálogo, las medidas preventivas, le parecen caralladas o mariconadas.

La pretensión del ministro de Interior de censurar la red es, con mucho, lo más grave porque no es tipificar de modo más o menos arbitrario un delito sino criminalizar no ya comportamientos legales sino derechos, lo cual es inadmisible. A ver si puedo explicarlo en dos niveles distintos. El primero, el de la lógica penal misma y el segundo el de la lógica política. El primero es patente. Al parecer, el gobierno pretende convertir en delito el hecho de convocar actos violentos por internet. Pero esto es una estupidez. Convocar actos violentos por el medio que sea está ya abundantemente castigado en el Código Penal que considera manifestación ilícita toda reunión o manifestación celebrada con el fin de cometer cualquier delito y la violencia es un delito. El propósito no puede ser tan estúpido. Y no lo es. Lo que pretende el ministro es tener vía libre para castigar a los convocantes de una manifestación en la que se produzca violencia, que es algo muy distinto. Hasta a un ministro se le alcanza lo ridículo de pensar que alguien convoque una manifestación diciendo algo así como: Mañana manifestación violenta en Sol en favor de la libertad de García. Lo normal será que alguien convoque una manifestación (sin hablar de violencia y, por tanto, lícita si cumple los demás requisitos etsipulados en la ley) en Sol en favor de la libertad de García y que, en el curso de esta, quizá, ocurran incidentes más o menos violentos. Lo que quiere el ministro es facultad para enchironar no a los causantes de la violencia (que ya lo hace el Código Penal) sino a los convocantes de la manifa. Si eso se admite, en dos meses no queda un posible convocante en la calle porque lo único que tiene que hacer el ministro es mandar media docena de provocadores a cada manifestación que partan la cara a diez o quince manifestantes y así mata dos pájaros de un tiro: sacude estopa a los que protestan y encarcela a los dirigentes/convocantes. Eso no es de recibo

En cuanto a la lógica política, la cosa está también muy clara: quieren censurar internet por ser internet y de ahí el tratamiento diferenciado, como si fuera un ámbito especialmente maligno o proclive al crimen, como si fuera una cueva de delincuentes cuando no es si no un ámbito público, que interactúa con el tradicional. Internet es inseparable de la radio, la televisión, los medios impresos y hasta el cine, además de tener su propio territorio o mar (no es casualidad que a los usuarios los llamen internautas) en los que rigen las normas civilizadas habituales de la realidad pues, a fin de cuentas, internet es parte de la realidad social, el ciberespacio es realidad social y no se ve por qué ha de someterse a un tratamiento más rigorista salvo por el miedo que inspira. Pero el miedo obnubila el juicio que, de todas formas, tampoco va muy allá. La autoridad odia y teme internet porque da poder a los ciudadanos al margen de las instituciones, porque permite generar e intercambiar información con independencia de la que canalizan los medios convencionales y, sobre todo, porque posibilita la movilización espontánea y autónoma de esos ciudadanos en virtud de la información compartida a una velocidad superior a la que tiene el mismo poder para enfrentarse a ella. El poder y los medios integrados en él (como poder mismo o como contrapoder) han perdido el monopolio de la información que se ha desbordado alcanzando la sociedad civil, como se demuestra viendo la peripecia de WikiLeaks. La información no solo genera poder sino tambén libertad, así que, en el fondo, el miedo a internet es el miedo a la libertad. ¿Se acuerda alguien de Erich Fromm? Pues eso.

El miedo a internet o forma contemporánea del miedo a la libertad no solo afecta a la derecha española (que, en realidad, tiene pánico) sino a todos los gobiernos del mundo, generalmente conservadores pero también de otros tipos. El gobierno chino, por ejemplo, viendo en el aniversario de la masacre de Tiananmen la posibilidad de movilizaciones políticas, bloqueó todos los enlaces que llevaran al episodio de la matanza de civiles por las tropas en 1989 en todos los buscadores. A su vez, el ACTA mundial, la ley SOPA en los Estados Unidos son las pruebas de ese miedo en cuanto pretenden policiar el ciberespacio, convirtiendo a las plataformas en la red en gendarmes de un orden que los poderes públicos no alcanzan a garantizar. Los gobiernos han dado las órdenes y sus somatenes se han movilizado.Quienes han estrangulado económicamente WikiLeaks han sido Amazon, Paypal, Google, Facebook, etc. Pero eso plantea un problema de atentado a la libertad de expresión y, en general, de legalidad en la red por cuanto privatiza el orden público, definido en términos gubernativos pero no judiciales.

(La imagen es una foto de Isaac Mao, bajo licencia de Creative Commons).

dilluns, 27 de febrer del 2012

Ética y Política o WikiLeaks ataca de nuevo.

Anoche coincidieron dos obras en el escenario de la aldea global. De un lado, la concesión de los Óscars y de otro, la noticia de que WikiLeaks filtraba millones de correos de una agencia mundial de inteligencia que nutre la diplomacia y los servicios secretos de medio mundo. Cada cual se ajustó al programa de mano que más le apasionaba. Palinuro lo tuvo fácil porque, aunque fuera la única noticia del planeta, no miraría los Óscars porque lo considera un espectáculo cursi y de un mal gusto apabullante. Así que anduvo fisgando por los territorios WikiLeaks, llenándole de satisfacción que el periódico escogido esta vez para publicar las subsiguientes noticias haya sido Público.es. Mira por dónde, a lo mejor remonta el diario. Ya ha sacado noticias flipantes, como esa de que los agentes de la empresa de espionaje se burlan del derechismo de Aznar.

Es una coincidencia, los Óscars vs. WikiLeaks, pero está cargada de enseñanzas. Lo de la fábrica de sueños es pura propaganda del más descabellado capitalismo, sin demérito para el mucho cine crítico que se hace en Hollywood y al que también se reconoce en la gala. El conjunto del evento es un marketing universal del que los Goya son el Bienvenido Mr. Marshall. No veo por qué dan "Goyas"; mejor daban "PepeIsberts".

Lo de WikiLeaks pinta de otra forma. Sin duda hoy o mañana saldrá algún experto explicando que es una jugada maestra de la CIA (otra), para quitarse de encima a un molesto competidor. Pero la reacción de los poderes, las instituciones, los gobiernos, las autoridades, las iglesias, los poderes financieros y algunos grupos mediáticos darán la medida del hecho. Digo esto porque observo que, esta vez, WikiLeaks no ha recurrido a ninguna de las grandes cabeceras de prensa y supongo que esto tendrá alguna explicación.

Lo importante ahora es comprobar cómo una vez más, la política se da en el ciberespacio, que es ciberpolítica. Teóricamente WikiLeaks estaba acabado. Y no es cierto. Teóricamente el 15-M tambien. Y habrá que verlo.

El ciberespacio, internet, tiene dos reglas de oro: la gratuidad y la publicidad, y las dos ponen en peligro el orden constituido, la una en lo económico y la otra en lo político. Lo económico desemboca en lo político y lo político en lo ético. ¿Qué queremos, enriquecernos o liberarnos? ¿Qué esperamos, tranquilidad o verdad? ¿Qué haremos, lo más más conveniente o lo más justo? El debate es universal, tormentoso, sin reglas ni normas: ¿pueden las sociedades democráticas capitalistas (muchos dirán que esto es una contradicción en los términos) sobrevivir en un mundo en el que todo es gratis y todo de conocimiento, público y en el que no hay costes ni secretos? Es más : ¿puede la civilización sobrevivir en estas condiciones?

El mundo ha cambiado de base y no nos hemos enterado. Ante estos fenómenos, la política tradicional en los marcos de los Estados es una actividad irrelevante.

dijous, 19 de gener del 2012

Apagón.

Otra batalla política en la guerra del ciberespacio. WikiLeaks, la primavera árabe, el 15 - M, OccupyWallStreet, el apagón de ayer en los Estados Unidos son momentos sucesivos del nuevo orden (o desorden) político global que obliga a redefinir conceptos, a adaptarse a pautas distintas en un mundo virtual que forma parte del real pero lo está transformando a toda velocidad.

El blackout en los Estados Unidos fue la respuesta de parte del ciberespacio a la tramitación de dos leyes contra la piratería digital, SOPA en la Cámara de Representantes (Stop Online Piracy Act ) y PIPA en el Senado (Protect Intellectual Property Act), en realidad, dos "Leyes Sinde". Media Web se fue a negro: Wikipedia, igual que Boingboing, Wordpress y miles de sitios cerraron; otros, como Google se sumaron canalizando protestas, Facebook, E-Bay, Yahoo!, Twitter asimismo en contra. Se calcula que el apagón afectó a unos 100 millones de internautas, muchos de los cuales, por supuesto, estaban en el blackout eran propietarios de las más de más de 60.000 páginas que cerraron.

¿Resultado? Los dos proyectos, que iban a pasar sin problemas en ambas cámaras, son ya prácticamente papel mojado. Han perdido la mayoría. Hasta la Casa Blanca se ha echado atrás con el argumento de que la represión de la piratería no puede atentar contra las libertades e instaurar la censura, probablemente el mismo escrúpulo que detuvo la aprobación del reglamento de la Ley Sinde en el penúltimo consejo de ministros de Zapatero. De momento, las grandes industrias discográficas y cinematográficas estadounidenses, la mismísima Cámara de Comercio, poderosos lobbies detrás de la legislación represiva, se han quedado con un palmo de narices, por decirlo castizamente, con su argumento de que hay que proteger los derechos de autor de los creadores frente al saqueo mundial a que se someten los productos culturales gringos.

¿Quién ha vencido por ahora? Otros gigantes tan poderosos como aquellos: Amazon, Google, Mozilla, Wordpress, Facebook, etc, forman otro lobby tan temible como el primero. Su argumento es que las viejas empresas no saben reaccionar frente al desarrollo de las nuevas tecnologías, son incapaces de adaptarse y pretenden que el Estado proteja sus intereses (los creadores les importan un pepino) por ley. Puede que no sea un argumento mejor que el de las discográficas, pero tiene un aspecto que no suele mencionarse y es decisivo: junto a los grandes del ciberespacio se han movilizado cientos de miles de internautas, blogs, webs personales y corporativas, etc; todos, media red, han ido a negro en protesta y aviso de que puede ser peor pues el apagón prolongado significa la ruina para todos pero especialmente las industrias de contenidos. Éstas, a su vez, no movilizan a nadie a su favor. Solo a sí mismas. En la red no son nadie ni tienen a nadie. Solo al gobierno del PP, que va a meterse en un lío. Es un dato fundamental para saber por dónde soplará el viento. Impedir las descargas va a ser imposible. La industria cultural tiene que cambiar. Como está cambiando todo.

Ayer también Anonymous suplantó la web de la UGT con un mensaje incendiario y hace unas fechas, la de la Comunidad de Madrid para mostrar una imagen de fotoshop, una mezcla de Aguirre y Aznar. Son los prolegómenos ludicos de la que se va a montar cuando comience a aplicarse la ley. Habrá más suplantaciones, bloqueos, ataques DoS. El ciberespacio tiene una potencialidad enorme y la ciberpolítica es básica y radicalmente de oposición, trátese de derechos de autor, de tiranías árabes, de la democracia española o las leyes de secretos oficiales. La red se opone a todo lo que no sea ella misma y pretende suplantarlo. Los indignados, por ejemplo, se han puesto a redactar una nueva Constitución. Imagino que los realistas que en 1789 veían lo que pasaba en el Juego de Pelota, sonreirían con conmiseración. Como harán muchos ahora. Y como seguramente hacían otros cuando un par de años atrás se planteó en Islandia llevar a los culpables de la crisis (políticos y banqueros) ante los tribunales y redactar una nueva Constitución en la red.

For the times, my friends, they are a-changin'.

(La imagen es una foto de DonkeyHotey, bajo licencia de Creative Commons).

dimarts, 3 de gener del 2012

La Web del candidato.

Bien, bien; hay que estar en la red. La ciberpolítica es la política de hoy. Es inmediata, veloz, abierta, múltiple, directa. Los debates, las críticas, las propuestas y hasta las movilizaciones se dan en la red, que es el foro público por excelencia. Y ¡sin censura! No hay más restricciones que las que cada cual quiera imponer en su página, por ejemplo para quitarse de encima los trolls y los que insultan. Pero es en su página; no en la ajenas. La red está viva. Ha absorbido los medios de comunicación tradicionales que cada vez toman un aspecto más digital. Sus colaboradores fijos se han hecho blogueros. La edición en línea de todos los periódicos se actualiza al minuto, es continua y, a su lado, la impresa resulta anticuada y no sirve ya ni para las tertulias. La red lo conecta todo y los usuarios pueden escuchar el último discurso del presidente en su móvil o en una tableta y mandar acto seguido una opinión en tweet que puede convertirse en un trending topic y alterar la política nacional.

Desde que los árabes norteafricanos pusieron en marcha una revolución en varios países islámicos que, en substancia, es la misma pero diversificada por peculiariades lugareñas (también llamadas "nacionales"), se ha terminado el debate sobre la eficacia "real" de lo virtual. La ciberpolítica es real. Saca a la gente a la calle y se hace notar en unos lugares con más intensidad que en otros. El movimiento 15-M es ciberpolítica porque se hace a través de las redes sociales. Puede decirse que, hasta ahora, ha tenido un efecto muy moderado si lo comparamos con la primavera árabe aunque en modo alguno desdeñable. Pasada la primavera, llegado el invierno, ahí siguen unos y otros. Quizá el 15-M no haya encontrado aún una forma eficaz de transformar la realidad, aparte de las ocupaciones de espacios públicos, pero no por ello deja de reflejar un malestar muy generalizado en la sociedad, oscuro, profundo; una sensación de que el modelo en que vivimos ha fracasado y una urgencia por encontrar salidas que no pueden consistir en la vuelta a formas anteriores todas ellas también fracasadas pues nos han conducido a esta situación. Y ahí sigue.

Hace muy bien Rubalcaba en abrir su página web. Lo extraño es que no la tuviera. Y conviene que sea plenamente 2.0, interactiva, flexible y muy "currada", como dicen los internautas que detectan de inmediato si una página se actualiza y se renueva o no. El secreto de la red es la renovación y, si ese es el problema del PSOE, habrá unidad de miras entre la página y el propósito al que quiere servir. De momento parece un poco rígida, pero seguro que mejorará. Lo que no puede ser es que se abra una página o una cuenta en una red y no se atienda o, incluso se cierre, como hizo Gallardón con su cuenta de twiter, cerrada al pasar las elecciones.

Es más, sería recomendable que el candidato abriera un blog (que no lo tiene o yo no he sabido encontrarlo) y se diera de alta en twitter. De hecho no sé si ya lo estará. Lugares en los que la gente pueda consultar en tiempo real sus opiniones sin intermediarios en el momento. La confianza, que el PSOE dice querer recuperar de los españoles, se basa en el conocimiento; y el conocimiento gana con la inmediatez.


Por cierto, he puesto un gadget en la columna de la derecha que permite cambiar el tamaño de la letra del blog por si alguien tiene problemas para leerlo.