Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Cataluña.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Cataluña.. Mostrar tots els missatges

dimecres, 14 de març del 2018

Hoy en la cárcel de Mataró

Magnífica iniciativa la de Ómnium y la ANC. El nombre, un poble empresonat, está muy bien elegido. Los presos políticos independentistas (hay otros presos políticos en el Estado, pero lo son por otros motivos) son representantes populares o dirigentes de asociaciones legales. Al encarcelar a sus representantes, se encarcela a todo un pueblo. Y este lo hace notar y protesta por ello. 

Quienes han encarcelado a los dos Jordis, Junqueras y Forn calcularon que el hacerlo no ocasionaría actos, protestas, manifestaciones más allá de algunas simbólicas y de breve duración. Unos días de jaleos y protestas y, después, retorno a la normalidad de la vida cotidiana en la que el recuerdo de los presos iría desvaneciéndose poco a poco.

Sin embargo, desde el inicio del encarcelamiento, no ha pasado día en que, de una forma u otra, no se haya recordado a los presos o se les hayan mandado mensajes de solidaridad y apoyo. Actos institucionales de todo tipo, omnipresencia del amarillo por doquier, frecuencia de los lazos de ese color, actos, manifestaciones, veladas, conciertos. Los presos están permanentemente rodeados del afecto de la población.

La idea de este acto de varios días de duración, del miércoles 14 al domingo 19, es mostrar la solidaridad de un pueblo con sus dirigentes secuestrados. Es un procedimiento empático consistente en una especie de jaulas con barrotes, celdas que se instalan en mitad de la Plaça de Santa Anna y en las que nos encierran durante un par de horas en que, así encerrados, si no he entendido mal, departimos con el público. A Palinuro le corresponde de 19:00 a 21:00 y compartirá "cautiverio" con Mireia Boya en la celda contigua. 

El acto tiene también un elemento lúdico hecho de música, arte, butifarrada, etc. Que no todo ha de ser penar por la causa. 

dimarts, 13 de març del 2018

Mañana, en la cárcel en Mataró

Magnífica iniciativa la de Ómnium y la ANC. El nombre, un poble empresonat, está muy bien elegido. Los presos políticos independentistas (hay otros presos políticos en el Estado, pero lo son por otros motivos) son representantes populares o dirigentes de asociaciones legales. Al encarcelar a sus representantes, se encarcela a todo un pueblo. Y este lo hace notar y protesta por ello. 

Quienes han encarcelado a los dos Jordis, Junqueras y Forn calcularon que el hacerlo no ocasionaría actos, protestas, manifestaciones más allá de algunas simbólicas y de breve duración. Unos días de jaleos y protestas y, después, retorno a la normalidad de la vida cotidiana en la que el recuerdo de los presos iría desvaneciéndose poco a poco.

Sin embargo, desde el inicio del encarcelamiento, no ha pasado día en que, de una forma u otra, no se haya recordado a los presos o se les hayan mandado mensajes de solidaridad y apoyo. Actos institucionales de todo tipo, omnipresencia del amarillo por doquier, frecuencia de los lazos de ese color, actos, manifestaciones, veladas, conciertos. Los presos están permanentemente rodeados del afecto de la población.

La idea de este acto de varios días de duración, del miércoles 14 al domingo 19, es mostrar la solidaridad de un pueblo con sus dirigentes secuestrados. Es un procedimiento empático consistente en una especie de jaulas con barrotes, celdas que se instalan en mitad de la Plaça de Santa Anna y en las que nos encierran durante un par de horas en que, así encerrados, si no he entendido mal, departimos con el público. A Palinuro le corresponde de 19:00 a 21:00 y compartirá "cautiverio" con Mireia Boya en la celda contigua. 

El acto tiene también un elemento lúdico hecho de música, arte, butifarrada, etc. Que no todo ha de ser penar por la causa. 

diumenge, 11 de març del 2018

El pueblo y los jueces

Cierta la crítica, con un matiz: el juez no es más importante; tiene más poder; o sea, más fuerza; la fuerza armada. Justo, ese es el nudo de la cuestión porque pone de relieve los dos distintos sentidos de la justicia que manejan las dos partes en este conflicto. Para el nacionalismo español se trata de un conflicto jurídico que oculta otro político; para el independentismo catalán, de un conflicto político que oculta otro jurídico. 

Habiendo derivado el gobierno la cuestión a los jueces se encuentra que estos, apreciando el factor político, le supeditan sus actos que, claro, ya no son de justicia. La razón es muy sencilla: la justicia se administra en nombre de la nación española (o del Rey, que es su símbolo). Por tanto, todo lo que atente contra aquella queda al margen de la justicia por razón de Estado. Privar a Sánchez del derecho de sufragio pasivo e interferir en las decisiones del Parlament no entran en las atribuciones del juez Llarena. Pero eso da igual porque él atiende ahora no a la justicia sino a la razón de Estado. Como se prueba por el hecho de que ni siquiera se preocupe por redactar unos autos con un mínimo nivel de elaboración jurídica. 

Al parapetarse detrás de los jueces, el gobierno deslegitima la función judicial y deja al descubierto la naturaleza política del conflicto. No parece importarle mucho. Lo único que necesita es la pura apariencia. Que las togas vayan por delante de las porras. El gobierno solicita la intervención de los tribunales. Estos acceden a sus peticiones porque coinciden con su punto de vista. La patria está en peligro.

Del lado independentista la situación es la inversa: se plantea un problema político que, en el fondo, requiere una solución jurídica mutuamente acordada. Pero el problema político tiene aristas difíciles de negociar. Es político porque siendo el independentismo republicano, no puede reconocer la base de legitimidad de la Monarquía y consiguientemente, tampoco de su legalidad. Ahí hay un punto de ruptura que solo se puede resolver políticamente pero se ha de consagrar en estructuras jurídicas.

Los indepes no pueden aceptar la supeditación de la justicia en España a la idea de la nación española que tiene casi la totalidad del Parlamento. Por eso apelan a la jurisdicción europea y la mundial en materia de derechos humanos. Por eso también internacionalizan el conflicto. Frente a la razón de Estado, que es la razón de la fuerza se invoca la justicia y la democracia. Son ideales, ciertamente, pero que consolidan la revolución catalana. 

dissabte, 10 de març del 2018

No hay vuelta atrás

¿Por dónde andábamos? Quien quiera seguir las peripecias del conflicto España/Catalunya tendrá que hacerse con una guía Michelin si es de la vieja escuela o trabajarse el Google maps si es de la nueva. En este momento tenemos pendencias con la justicia belga, la suiza y no sé si también hemos tocado la danesa, que no sería de extrañar dada la habilidad diplomática española. La cuestión se discute en el Parlamento europeo, ha llegado a la ONU, el lunes aterrizará en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) y tengo entendido que Puigdemont ha recurrido su destitución vía 155 ante algún otro alto organismo judicial.

Lo que en un principio se llamó "internacionalización del conflicto" ahora es ya "globalización". Los catalanes son hoy más famosos en Europa que los hugonotes en las guerras de religión. Catalunya y los països catalans se han paseado por todos los noticiarios de Europa y América. Otro éxito sin precedentes de M. Rajoy, que está encantado de explicar al mundo en las muchas lenguas que domina los esfuerzos de España por mantener la ley y el orden y la monarquía y el Ibex35 y el 155 y proteger a Catalunya contra sí misma, corroída, como está por el virus del separatismo.

El juez Llarena no permite a Sánchez ejercer su derecho de sufragio pasivo. Hace muy bien. Él no está ahí para proteger los derechos del ciudadano Sánchez, sino para proteger los de la sociedad de que el presunto delincuente Sánchez no cometa más delitos de los que se presume haya podido cometer. Si el preso preventivo Sánchez siente que se han coartado sus derechos, es libre de recurrir por la vía que corresponda pues esto es un Estado de derecho. Y, después de un tiempo, el asunto puede recaer en algún juez amigo que... y así hasta el infinito. El Tribunal Supremo actúa como un órgano del gobierno, al igual que el Tribunal Constitucional. Es la unidad funcional de los poderes en situación de suprema urgencia para la Patria. El Parlamento no existe salvo para que los diputados hagan valientes alegatos y se abucheen y aplaudan, como en las peleas de barrio. 

¿A dónde los lleva eso? A nada. Con Sánchez bien encerrado, la CUP votaría una investidura de Turull. Bueno pero, antes, habrá que esperar a la decisión del TEDH. Luego, habrá que estudiarla y actuar en consecuencia. La investidura de Turull en su momento es factible. Para los indepes, todas las investiduras han sido factibles desde el principio, empezando por la muy lógica y legítima de Puigdemont. Son los otros quienes han puesto pegas, distingos, prohibiciones. 

¿Para qué les ha servido? Para nada. Alguien tendrá que ser presidente de la Generalitat. Y alguien del bloque independentista. Y lo será. Y ¿qué hará?

Pedirá el levantamiento del 155, la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y la cancelación de las actividades represivas por las vías civil, fiscal y penal de los perseguidos por su independentismo. A continuación pondrá en marcha un proceso materialmente constituyente, lo llame así  o no. El Parlament actuará como órgano soberano, cosa que el Tribunal Constitucional prohibirá según le entre por el whatsap. La Generalitat opondrá una "desobediencia republicana" y ahí surge el conflicto de nuevo. Si la reacción del Estado es la vuelta al 155, más represión y más judicialización, no habrá salida. Por mucho que M. Rajoy invoque el "retorno a la normalidad" esta está tan cerca como la Ultima Thule. La revolución catalana no tiene vuelta atrás. Lo que se puso en marcha el 1-O no se para. 

A lo mejor a alguien se le ocurre que quizá no sea mala idea sentarse a negociar una solución política. Quedamos en que en ausencia de violencia en España podía hablarse de todo. Aquí la única violencia que ha habido la han practicado el Estado y las bandas de extrema derecha. 

Corresponde cumplir la palabra; sentarse y hablar.

¡Ah! Y en público.  

dimecres, 7 de març del 2018

Sin empujar. Hay tiempo

Aquí mi artículo de elMón.cat de hoy.

Ya sé lo que pretenden los indepes con tanto dar vueltas a las cosas y marear la perdiz: exactamente eso, marear la perdiz hasta que los del B155, que no tienen mucho más cerebro que estos simpáticos faisánidos tiren la toalla o empiecen a pegarse entre ellos. En el gobierno está visto hasta la saciedad. Inteligencia, cero; pura fuerza bruta y las memeces de la vicepresidenta que se cree Kelsen. En la judicatura, según va viéndose, algo parecido. Los autos de los magistrados no solo revelan un fanatismo nacionalista típicamente franquista, sino también una preocupante carencia de sentido jurídico y también de sentido común. La lectura parece un viaje al pasado, cuando los "jueces" franquistas aplicaban las "leyes" de Franco. Exactamente igual que hoy. El Supremo mira al Constitucional y el Constitucional manda la patata calienta al Supremo y ambos menean la cola en espera de la decisión del amo-gobierno. 

¿Qué gana con esto el independentismo? Mucho. De entrada que, al no investir candidato, los jueces (o los comisarios del gobierno que pasan por tales) no saben a quién detener y procesar ni inventándose lo delitos. El gobierno tampoco sabe a quién apalear en la calle aunque esto le da igual pues, como el católico Arnaud Amaury en la masacre de Béziers, ordena aporrear a todo el mundo, que ya Dios distinguirá a los suyos.

Buena táctica. "Fabiana" había dicho Palinuro hace unos días. La táctica de Quinto Fabio Maximo en la segunda guerra púnica: evitar el combate y esperar que el enemigo se canse, pierda los nervios o haga cualquier tontería. Justo lo que se espera que, con algo de suerte, haga el gobierno español de la Gürtel que tendrá que aprobar el presupuesto como sea y no lo conseguirá si sigue con el 155 pues el PNV pone como condición su retirada para aprobarlos. En fin, todo sea que no los apruebe con el voto favorable del PSOE.

Aquí la versión castellana del artículo:


Prueba de fuerza o resistencia

Propuesto Sánchez para la investidura, se abren dos vías, la política y la judicial, que se condicionan mutuamente. La decisión de la mesa del Parlament es política, en uso de sus atribuciones. Frente a ella, el gobierno, dentro de las suyas y también en respuesta política, no permitirá a Sánchez ser investido porque es independentista y no le cae bien. Al tiempo, confía en que el Tribunal Supremo, en vía judicial, prohíba al propuesto personificarse en el Parlamento para la investidura. Hace bien en confiar. Los tribunales españoles aplican la justicia que place al príncipe, pues su idea de la división de poderes coincide con la del Rey Sol para quien los jueces eran poco más que chambelanes, como estos de aquí.

Si el juez Llarena, en uso de su lata, y por ello mismo arbitraria, discrecionalidad, prohíbe a Sánchez desplazarse al Parlament, estará violando no política sino judicialmente su derecho de sufragio pasivo y puede que delinquiendo. Sin duda el gobierno tiene una razón política poderosa para oponerse a la investidura de Sánchez, como hemos dicho, que se trata de un independentista y le cae mal porque, entre otras cosas, es un hombre honrado. Pero nadie sabe qué razón jurídica aducirá el juez Llarena aunque no sería de extrañar que niegue el permiso a Sánchez con alguno de esos alambicados sofismas que utiliza en sus pintorescos autos.

También entra en lo imaginable que, temeroso de las consecuencias judiciales posteriores de sus actos, Llarena deje la política y vaya por lo jurídico para evitarse querellas permitiendo la investidura de Sánchez. En tal caso, el gobierno retornará a la vía política, recurriendo la investidura ante el Tribunal Constitucional, que ya se ha apresurado a abominar de Sánchez porque es un órgano mucho más afín aun que el Supremo a los anhelos del gobierno ya que se trata de un tribunal que de tribunal solo tiene el nombre.

Sea cual sea el órgano que disfrace de judicial la arbitrariedad y el capricho del Gobierno de la Gürtel y el 155, es claro que la decisión dará pie a una querella de la mesa del Parlament por violación de los derechos civiles de los candidatos electos. Según algunos, se trata de una estrategia del independentismo para conseguir afianzar sus posiciones, abriendo un compás de espera hasta la decisión del Constitucional sobre el recurso contra las medidas cautelares que impedían la investidura telemática de Puigdemont.

Tratándose de un Estado democrático de derecho, esta actitud de cuestionar judicialmente una arbitrariedad política sería acertada. Tratándose del Estado español de la dictadura del 155, en el que las medidas judiciales son tapaderas conscientes de posiciones políticas de partido, está condenada al fracaso porque su resultado final viene predeterminado: ratificar por la vía “judicial” la arbitrariedad política.

Es cierto que la vía judicial debe emplearse y llegar con ella hasta donde se deba, incluido el ámbito europeo. Pero también lo es que implica aceptar los presupuestos ilegales de la sedicente “legalidad” española en Cataluña, impuesta por el 155 y, por lo tanto, socavará las posibilidades de implementar la República Catalana. La “legalidad” española y la constituyente catalana son incompatibles y cuanto más se embarranque el problema en las triquiñuelas procesales en las que el partido de la Gürtel y sus ayudantes judiciales del 155 son expertos, más incompatibles serán.

Se mantendrá así una situación de espera en la política catalana justo cuando todos coinciden en la urgencia de poner en marcha las instituciones republicanas, entre otras cosas porque sigue habiendo cuatro presos políticos que son rehenes del nacionalismo español más agresivo. En consecuencia, el independentismo deberá poner en marcha las dos vías al mismo tiempo: la judicial, querellándose contra las decisiones injustas de la judicatura u órganos asimilados y la política, invistiendo un presidente legítimo que implemente la República Catalana de modo efectivo y que habrá de ser Carles Puigdemont o persona en la que este delegue.

La República Catalana no cuenta más que con sus propias fuerzas. Es duro decirlo, pero queda excluido todo apoyo de la izquierda española, tanto de la dinástica (PSOE) como de la sedicentemente republicana (Podemos), al igual que toda posibilidad de apoyo de esa izquierda española en sus versiones catalanas de PSC o Comuns. Esta situación es la que hace que la conservación de la unidad del movimiento sea una exigencia de supervivencia. El reciente debate sobre si “ampliación” o “profundización” del independentismo solo será aceptable si no rompe aquella unidad. Si, por la razón que sea, la unidad se rompe y la clase política independentista deja en la estacada un inmenso movimiento popular republicano que, por primera vez en la historia, puede alcanzar su objetivo, la disyuntiva será inevitable: se acepta un retroceso de cuarenta años a los del “café para todos”, o se va a nuevas elecciones con lista única de país, como ya se debió de hacer el 21 de diciembre pasado.

Los catalanes tienen la culpa de todo

También de que Rajoy sea un inepto y no consiga gobernar ni aprobar los presupuestos, ni normalizar la situación en Cataluña. El B155 está desatado y sus razonamientos no pueden ser más peregrinos. Según El País la causa de la parálisis de la legislatura es la crisis catalana. Es una pura inversión de la relación causal. La causa de la paralización de la legislatura y la ineptitud del gobierno no es la "crisis catalana"; esta no es la causa de aquellas parálisis e ineptitud, sino su efecto. 

La legislatura está paralizada por una especie de acuerdo entre truhanes. El gobierno está en minoría, pero gobierna por decreto ley, sin hacerlo a traves del parlamento y con un acuerdo implícito de la oposición que renuncia a ponerlo en un brete o incluso a derribarlo mediante una moción de censura a cambio de que por su parte no haga nada. La ineptitud del gobierno corre paralela con la irrelevancia del Parlamento y el activismo de unos jueces, movilizados por gobernante que no sabe cómo salir del atolladero en que se ha metido él solo.

Los prosupuestos no están bloqueados por el PNV sino por el 155. Lo que bloquea todo y todo lo paraliza es el 155. En la situación actual empieza a cundir la idea de que los indepes catalanes posterguen la investidura del presidente para que M. Rajoy se vea obligado a levantar el 155 antes de que aquella se produzca y a los efectos de que el PNV acepte discutir del presupuesto y lo desbloquee. 

Sería un cálculo razonable si el B155 actuara por criterios democráticos y humanos. Pero no es el caso. Si los catalanes no hacen lo que el gobierno quiere, seguirá el 155 y, mientras siga el 155, no habrá presupuestos de 2018. Se prorrogarán los de 2017 con general descalabro. 

Al final, los catalanes van a tener también la culpa de que un gobierno que no sabe gobernar no pueda gobernar y se vea obligado a convocar elecciones por su incapacidad.

dimarts, 6 de març del 2018

Agotar todas las vías

La partida de la investidura es muy complicada. El terreno en que se juega es movedizo y carece de límites claros. El comportamiento del B155 es imprevisible. Por eso corresponde a los indepes ir tentando las posibilidades de llevar adelante su proyecto republicano. Hacer política, como siempre. A eso responde este acuerdo de JxC y ERC de investir a Sánchez al tiempo que pide una moratoria para convencer a la CUP.

Si de convicción va, se me ocurre la siguiente: la CUP quería investir presidente a Puigdemont, ¿por qué no a quien Puigdemont señale habiéndose él apartado voluntariamente? En principio, si se apoya a Puigdemont, se apoyará su decisión. ¿O eso depende de cuál sea la decisión? Entonces es que no se le apoyaba. Solo por ser congruentes.

En lo demás, la propuesta de Sánchez obliga al B155 a dar pasos en su estrategia. El gobierno piensa que el Supremo no permitirá al preso Sánchez asistir a su investidura y si, contra toda razón y sentido del Estado lo permite, listo está ya el recurso al otro Tribunal amigo. El Constitucional, siempre presto a amparar la causa de la justicia nacional. Es decir, Sánchez probablemente no podrá ser investido y la situación volverá al punto de partida. 

Aquí ya sí que el movimiento indepen deberá tomar una decisión, elegir un camino, como cuando Hércules hubo de decidirse entre la virtud y el vicio. Esto es: la mayoría republicana independentista proclama la República Catalana, inviste presidente a Puigdemont y se prepara para lo que se le venga encima o bien esa misma mayoría inviste presidente a un candidato al que el B155 no objete y cuya misión habrá de consistir en el levantamiento del 155 y la recuperación del autogobierno, si bien nada de esto parece practicable en presencia de presos y exiliados políticos.

El problema, en realidad, no es la investidura en sí; el problema es que Catalunya no puede gobernarse en situación de arbitrariedad y excepción. Que la única solución razonable es el reconocimiento del resultado de las elecciones de 21  diciembre, el levantamiento del 155 a todos los efectos, la cancelación de todos los procedimientos represivos, judiciales, administrativos, policiales, la liberación de los presos, el retorno de los exiliados y el restablecimiento del orden institucional en Catalunya bajo la presidencia de Puigdemont.

El resto ya es cosa de la política. De otra política. 

dilluns, 5 de març del 2018

El fin y el movimiento

Toda acción implica una relación entre el fin que persigue y los medios que aplica. En la acción política colectiva tanto el uno como los otros son también colectivos. El medio principal para lograr la independencia es un movimiento social que la reclame. Llegados aquí y, si las cosas se ponen difíciles, suele reconsiderarse la relación del fin y el medio y, ante la dificultad sobrevenida de lograr el primero, hay quien sostiene que el medio pasa a ser fin: hay que conseguir que se mantenga el movimiento independentista. Las posiciones maximalistas nunca funcionan. Investir a Puigdemont es imposible en las circunstancias actuales, equivale a una propuesta de "llenar más las cárceles", que parece disparatada. Convocar nuevas elecciones es un casi seguro suicidio. Corresponde ser realistas, aumentar la base de la acción independentista, mirar a largo plazo y actuar con eficacia aquí y ahora.

Ayer publicaba Tardà un artículo de este contenido en El Periódico. Es un texto razonable, no claudicante y propositivo. Y aunque no lo fuera. Aquí partimos del hecho de que todas las aportaciones a este debate están hechas de buena fe y todas, por distintas que sean, pretenden el triunfo de la República Catalana. Por eso mismo pueden y deben ser debatidas. Con la misma buena fe. Tres puntos débiles observo en el razonamiento de Tardà:

1º) no está claro que la idea de llenar las cárceles, en contra de nuestra voluntad, por supuesto, sea tan errónea. Vuelvo al final sobre el asunto. Tampoco está claro que el resultado de unas nuevas elecciones fuera catastrófico. Por ejemplo, ¿y si se enmienda el error de las del 21 de diciembre y se presenta una lista única de país? ¿No es ese el referéndum pactado que tan afanosamente buscamos? ¿No es lo que apoya la parte pactista de los Comuns?

2º) Se me hace ingenua la oferta de acción conjunta con los Comuns (o la parte de estos más soberanista) así como el reto lanzado al PSC de que se plante de una vez entre el sometimiento y la independencia (por no decir autonomía, que sabe a poco) de criterio. Tengo al PSC por un partido decididamente antiindependentista, en la línea del PSOE. Su atitud frente al independentismo, pactado o no pactado es muy hostil.

3º) El propio Tardà, entiendo, incurre en contradicción. Si su propuesta realista, pragmática, de echar a andar con decisión y firmeza engordando de paso nuestros reales y aumentando nuestras fuerzas da como resultado, según el propio autor reconoce: "tiempos de desobediencia civil y de resistencia no violenta si se incrementan las desavenencias y la falta de diálogo", ¿en qué se diferencia su propuesta de la "rupturista"? ¿Es creíble que el Estado español tolere la desobediencia civil y la resistencia por muy no violenta que sea sin mandar más gente a la cárcel? Llenar o no llenar las cárceles, por desgracia, no depende de nosotros, sino de unos gobernantes que las emplean como medios de intimidación, amenaza y castigo en contra de un movimiento político democrático y pacífico de amplia base.

El movimiento no es el fin, sino el medio para alcanzarlo, cosa que no se conseguirá si, en lugar de proclamarlo ya volvemos a ponerlo en el horizonte.

diumenge, 4 de març del 2018

El todo y la nada

Dicen los entendidos que nos acercamos a una situación parecida a la de la Navidad de 2015. Formalmente, es posible. Materialmente, no. En 2015 no había presos ni exiliados ni embargados políticos. Hoy, sí. Eso no puede olvidarse y estoy seguro de que no se olvidará.

El resto es opinable. Las negociaciones para constituir gobierno tropiezan con dificultades y la abstención de la CUP a la fórmula propuesta por sus dos socios. Si esa abstención cuenta con producirse o bien no es necesaria porque se prohibirá la investidura de Sánchez con el 155 es aquí irrelevante. Lo esencial es que la unidad del independentismo amenaza con romperse. El panorama si esta ruptura se da se complica. De pronto comienza a entrar de nuevo la aritmética parlamentaria: con 66/64 escaños del bloque independentista y los cuatro inseguros de la CUP, la oposición podría salir de la modorra y forzar alguna fórmula imaginativa, aunque es muy poco probable.

Más da la impresión de que recomenzarán las negociaciones para encontrar una solución compartida. El problema es que las posibilidades de esa solución son cada vez menores, bajo las presiones opuestas del gobierno y la CUP, con el mismo número de diputados cada uno de ellos. Es imposible compatibilizar dos marcos, uno autonómico y otro constituyente. El conflicto llega tarde o temprano y en este caso, más bien temprano. En realidad, ya ha llegado. Y está claro que optar por la vía "rupturista" de proponer a Puigdemont o la gradualista o "fabiana" lleva al mismo sitio: al 155. Con un govern independentista, la  Generalitat no puede funcionar fuera ni dentro del marco autonómico. Y el bloqueo no es una opción. Investir a Puigdemont no hace sino adelantar acontecimientos, pero deja claro en dónde está la legitimidad, ahorra nuevas persecuciones y fuerza al Estado a tomar alguna medida en relación con Catalunya que pueda presentar entre los países civilizados.

Si no hay otra salida, será preciso pensar en nuevas elecciones cumplidos los plazos pertinentes. Y que sea la gente quien decida cuál es el marco que quiere y si los presos y exiliados políticos vuelven a casa.

dijous, 1 de març del 2018

La línea de salida es la de llegada

Decía ayer Palinuro (la fuerza y la política) que las dos pistas que pueden seguir los indepes, la que llamaba gradualista o "fabiana" y la rupturista de la CUP, serán más o menos iguales en sus efectos. Cuesta mucho pronunciarse. Hay veces que parece más sensata la primera y veces en que la segunda. La única diferencia es el tiempo en que se produzca la ruptura. La fórmula originaria de la CUP lo abreviaba a cosa de un par de días. O menos. El gobierno y la fiscalía se adelantaron a amenazar con acciones penales contra la mesa del Parlament. Dicho y, es de suponer, hecho

La pista "fabiana" alarga más los tiempos; pero no se sabe cuánto. No hay seguridad alguna de qué cosas puedan el gobierno y sus jueces considerar ilegales, pues aunque se retirara el 155, tardaría poquísimo en reactivarlo con universal aclamación de los partidos dinásticos (todos los de ámbito estatal, en definitiva) y la presta colaboración de la brigada de embellecimiento judicial. Con o sin 155, el gobierno continuará bloqueando toda iniciativa de la Generalitat que, a su juicio, desborde el marco estatutario que es, justamente, lo que la Generalitat debe hacer para reiniciar o iniciar (que no vamos a ser exquisitos en estas cosas) el camino del mandato recibido el 1-O y revalidado el 21 de diciembre de 2017.

En resumen, la línea de salida para el govern es ya la de llegada para el gobierno. Solo una aporía de Zenón podría introducir alguna distancia entre la una y la otra.

Sin duda la realidad cotidiana abrirá intersticios que se aprovecharán para afirmar la República implícitamente. Habrá una tendencia general a lo implícito. Se recurrirá a todo tipo de ficciones jurídicas y seguramente el Estado hará la vista gorda ante muchos supuestos ultrajes, con la consiguiente bronca con sus sectores más carcundas y ultrarreaccionarios. Se atribuirá valor simbólico a lo real y real a lo simbólico, se evitará la represión judicial en la medida de lo posible.

Pero nada de eso es duradero porque se pretende gestionar una normalidad asentada en una anormalidad: la existencia de presos y exiliados políticos y todo tipo de represaliadas también políticas. Una situación que entra en el concepto de "normalidad" del B155 (gobierno, partidos, medios y jueces) pero no del bloque y el movimiento independentistas que no puede aceptarla. La CUP ha hecho muy bien aceptando, aunque sea a regañadientes, el pacto de JxC y ERC. Prevalece el criterio de unidad que es el que debe prevalecer porque es la última garantía de éxito. Queda pendiente cómo articulará su decisión cuando la presente a su asamblea, que parece más radicalizada. Quizá prospere la tesis unitaria y se salve el escollo del pacto parlamentario.

Pero esa radicalización de la CUP responde una radicalización del movimiento social, en la calle. Es también muy probable que el movimiento acepte el gradualismo, allí hasta donde llegue antes del nuevo zarpazo. Y hará bien. Pero eso no quiere decir que nadie, partidos, organizaciones sociales, movimiento en general acepte la "normalidad" impuesta porque es anormalidad y anormalidad injusta. Con la represión como única respuesta, el Estado deberá aceptar el inevitable y sistemático trastorno de las relaciones sociales e institucionales al estilo del que se produjo en la visita de Felipe VI al Mobile. Los gobernantes españoles solo podrá circular por Catalunya a golpes de porra. La situación es de anormalidad y seguirá siendo mientras se mantenga la represión política y judicial del Estado. A ver cómo se controlan o impiden los desplantes institucionales, manifestaciones, escraches, paros, caceroladas, boicoteos, desobediencia. ¿Acentuando la represión? ¿Hasta dónde? ¿A qué precio? ¿Se mantiene la Ley Mordaza? ¿Se intensifica? ¿Se prohíben asociaciones y partidos indepndentistas? ¿Se decreta el toque de queda?

Están ciegos. No ven que por esa vía ya han fracasado y, cuanto más la sigan, más fracasarán. La ruptura es un hecho y no va a soldarse a palos o con cárceles.

dimecres, 28 de febrer del 2018

Nuevo libro de Palinuro

A partir del 26 de marzo estará ya en librerías. Para ese día preparamos una presentación en Barcelona que Palinuro anunciará en su momento. Es la continuación de La República Catalana y en el mismo editor. Si aquel va por la 5º edición, para este me gustaría esperar destino igual o mejor. Quizá en un acto de imperdonable orgullo, hubris en el mal sentido griego, me tengo por el cronista de la revolución catalana. Desde los primeros tiempos de La desnacionalización de España (Tirant Lo Blanch, 2015) que, a pesar de su densidad, va hacia su tercera edición, los acontecimientos han llevado un curso sorprendente y acelerado que he intentado observar, analizar e insertar en una interpretación de un fenómeno que ya ha cambiado el curso de la historia de España y está cambiando la de Europa.

Y no solamente es un trabajo de seguimiento, análisis e interpretación sino también de participación. En la vorágine de un procés del que ya sus adversarios más jacarandosos no se atreven a burlarse llamándolo prusés, el cronista se ha implicado directa y personalmente. Lo aclaro en España quedó atrás, echando mano del concepto antropológico de la observación participante. El libro contiene, claro, reflexión y análisis sobre cuestiones controvertidas, pero también es (casi la mitad de la obra) crónica directa de unos hechos que el autor ha vivido directamente, que no ha leído ni escuchado de otros, sino que los ha experimentado de modo inmediato. Del 1-0 de 2017, Palinuro no se enteró por la TV o los periódicos, sino que estaba allí, en un polideportivo de un pueblo próximo a Barcelona, acompañando a quienes guardaban las urnas y luego votaron. De la declaración de independencia el 27 de octubre tampoco supo de oídas, sino que la presenció en directo en el pleno del Parlament. La gran manifestación de Bruselas del 7 de diciembre no se la contó nadie pues la vivió en primera persona en las calles de la capital de Bélgica. De las elecciones del 21 de diciembre no supo leyendo los resultados, sino que iba en la lista electoral de la ERC y participó en los mítines de la campaña.  El autor ha acompañado paso a paso esa revolución, tiene a gala haberla visto crecer a lo largo y ancho de los pueblos catalanes desde el Baix-Ebre al  Alt Empordà, desde el Maresme a la Catalunya interior. Y, con el autor, su familia, su mujer e hijos, todos ellos tan integrados en el aliento colectivo como él. Nos hemos hecho tan parte directa de esta revolución como todas las voluntarias que lo alientan y mantienen vivo.

El libro ha nacido de ese día a día de actos, diadas, manifestaciones, de la experiencia directa de un movimiento único y el título, España quedó atrás, traduce, creo, la sensación que tenemos todos: no sabemos, cómo continuará en el futuro inmediato la marcha a la República Catalana porque las reacciones de esta vetusta, cínica y retardataria oligarquía mesetaria, sus monaguillos de la sedicente izquierda y su ridículo monarca son imprevisibles. Pero sí sabemos que, siga por donde siga, para Catalunya, España quedó atrás. Pertenece a otro siglo.

La fuerza y la política

Los independentistas suelen señalar que ellos hacen política frente a una actitud autoritaria del gobierno. Y así es. Política, diálogo, negociación, pacto, acuerdo, frente a imposición. 

Dos noticias comparadas de hoy muestran el daño que esta cerrazón autoritaria está causando. Solo puede defenderse mediante la dictadura del 155, que ya ha arrasado los últimos retazos de Estado de derecho y división de poderes. El Confidencial dice que el gobierno se planteará mantener el 155 si hay un presidente imputado, es decir, proseguirá con la dictadura. El País, matiza que el gobierno deja al Supremo la iniciativa para evitar la investidura de Sánchez. Desvergonzadamente claro: el Tribunal Supremo es el cuarto de banderas del gobierno. El gobierno confía en que el juez Llarena prohibirá que Sánchez sea investido. ¿Por qué motivo? Eso es cosa del juez, mire usted, que España es un Estado de derecho. Y si un fiscal puede "afinar", un juez hará biselado.  

De no ser por la hostilidad, la mala fe, los prejuicios que presiden estos hechos y causan tanto sufrimiento inútil, el asunto sería para Luces de Bohemia

En definitiva, los discursos unionistas no merecen atención. El gobierno siempre encontrará un motivo para seguir con la dictadura del 155, hagan los indepes lo que hagan. Obsérvese que la represión se preanuncia: el gobierno no solo se opone a la investidura de Sánchez, sino de cualquier candidato imputado. Y luego será a cualquier candidato a secas.

El independentismo solo tiene dos caminos que, en el fondo es el mismo, pero por dos pistas distintas. De un lado, jugar en el margen que marca la "legislación vigente", por dar algún nombre al gobierno arbitrario e ilegal del 155. De otro, la CUP, como siempre muy crítica, reclama la necesidad de implementar sin más la República Catalana, recuperando la tarea constituyente en el punto en que fue ilegalmente interrumpida el 27 de octubre de 2017. Hay quien dice que esta fórmula tiene el inconveniente de acelerar la intervención definitiva, total, excepcional del Estado y el fin de la autonomía catalana. Como todas las predicciones cuenta con un grado determinado de probabilidad.

Pero es que la otra opción, la que podríamos llamar "gradualista" o "fabiana", de ser fiel a su objetivo estratégico, acabará provocando el mismo resultado que la anterior aunque quizá con un grado distinto de probabilidad. Luego no hay diferencia de fondo sino, si acaso, de tiempo. Las dos vías son posibles y hasta combinables. En todo caso, ambas son política.

Del otro lado solo cabe esperar la fuerza, hasta que esta se devore a sí misma.

Duelos y quebrantos de lujo

Aquí mi artículo de hoy en elMón.cat

En días pasados Palinuro advertía de que los Borbones, generalmente poco leídos y este en concreto, que aun parece serlo menos, no conocen los Espejos de príncipes. Tampoco parecen conocer otras fuentes de información, como los periódicos, las televisiones o las redes y dan la impresión de contar con gabinetes de información y asesoría poblados por pollinos. ¿A quién se le ocurrió la idea de enviar al rey a Barcelona estando los ánimos como están? ¿Qué se pretendía? ¿Humillar, provocar más a los catalanes en medio de una revolución? Menuda metedura de pata por la que, como siempre, no dimitirá nadie (ni falta ya que hace) porque para gente tan obtusa la rebelión ciudadana de Barcelona contra el rey no ha existido. Como no existieron la consulta del 9N, el referéndum del 1-O, la declaración de independencia ni la reforma protestante. Además, si leen sus pasquines, miran sus televisiones o escuchan sus radios, sabrán que la inauguración del Mobile ha sido un éxito punteado por muestras populares de adhesión a la Corona y hasta una manifestación de españoles monárquicos que convocó una decena de personas.

Para el resto del planeta, la visita del Borbón ha sido un sondeo demográfico sobre el cerrado rechazo que la Monarquía despierta en Cataluña y que ahora, gracias a los corresponsales extranjeros, ya conoce todo el mundo.

La huida del Borbón a la noche en un lamentable pies para qué os quiero, dejó flotando en el aire barcelonés el himno de Riego y en las calles la realidad de una república imparable.

Aquí la versión castellana, que trata de eso:

El amargo día del Borbón

La visita de Felipe VI a Barcelona para la inauguración del Congreso de Móviles fue un visto y no visto. Pero sí muy oído. Durante todo el accidentado recorrido del Rey, la ciudad vivió en un tumulto de segundo plano, continuo, a veces visible, a veces invisible.  Nadie salió a recibirlo con vítores y palmas. Los recorridos reales transcurrieron por plazas y calles vacías, cortadas y desalojadas por la policía y los mossos d’esquadra que se emplearon a fondo en varia ocasiones, cargando contra la gente que estaba haciendo lo que suele hacer la gente: estorbar a los poderosos que quieren pasear por donde no los quieren. El centro de Barcelona parecía en estado de sitio.

Los efectos sonoros fueron constantes. Si no de vista, los barceloneses obligaron al Borbón a tragarse su presencia auditiva. Durante toda la jornada repiquetearon las cazuelas y sartenes, los pitos y matracas, se oyeron gritos contrarios a la Monarquía y favorables a la República, un sordo y encrespado rumor que llegaba hasta los salones y comedores en que trascurrieron los desagradables actos de la inauguración, como si fuera un cuadro de Umberto Boccioni, Llegan los ruidos de la ciudad. De una ciudad, de un país republicanos que quisieron hacer patente este sentimiento al rey de España, de visita ingrata al territorio en el que sus fuerzas del orden, habían dejado más de mil heridos unos meses antes por querer vivir en democracia. En una sola jornada, se ha visto que el Borbón es tan rey de Cataluña como lo es de Jerusalén, título que también ostenta con la misma eficacia aproximadamente.

El valor simbólico de este acto de desacato y rechazo masivo, generalizado, es inmenso. Es como un anuncio de un nuevo Delenda est Monarchia! orteguiano. El Rey se volvió por donde había venido, dejando tras de sí una docena más de heridos (tradición borbónica de entrar a saco en tierras catalanas) y un desprecio y rechazo colectivos en el que se aunaban las manifestaciones callejeras más ruidosas con los desplantes más gallardos de las autoridades barcelonesas y catalanas que se negaron a rendirle pleitesía. Nadie de relieve fue a besarle la mano excepto alguna alcaldesa socialista reciclada en cortesana periférica.

Los rostros, los gestos, las miradas que echaban fuego constituyeron la mímica, bastante ridícula a ratos, de este acto protocolario y provocador que solo pretendía aplastar la naciente República Catalana con la presencia de un monarca nada bienquisto. ¿Qué cómo se sabe? Porque el CIS ha dejado de preguntar por la valoración ciudadana de la Corona  en sus sondeos y barómetros. Al Borbón no lo quiere casi nadie en España y, menos aun en Cataluña. Es el último representante de una dinastía de trayectoria tan triste como ridícula, reestablecida por un dictador genocida y del que toda la sociedad espera que sea eso, el último y, a ser posible, breve.

Ahora que la familia del dictador anda de mudanza, tratando de colocar en el mercado el Pazo de Meirás, una de las propiedades que pillaron en el pasado, sería bueno que metiera en el lote la corona, el trono y el armiño de un rey que no tiene ni idea del país que pisa, empezando por ignorar que no es uno, sino dos. Una monarquía que hiede a franquismo, como recuerda uno de esos exministros semizombies del dictador cuando dice con perfecta sinceridad y exactitud que si se deslegitima el franquismo, se deslegitima la Monarquía. Pura lógica cartesiana, dado que el monarca español lleva el estigma del terror y la barbarie franquistas hasta en la Corona.

Por algo ni él, ni su padre (que se educó como edecán de Franco), ni el gobierno de turno, ni su partido (que es también y sin disimulo el partido del rey) han condenado jamás el franquismo. Sería como condenarse a sí mismos, que son hechura del dictador delincuente. Ni lo harán. Desaparecerán irredentos por el escotillón de la historia  a partir de la ya imparable revolución catalana. Si no en el Estado español, en el que los republicanos siguen refugiados en los cenáculos literarios, sí en Catalunya, cuyo espíritu y condición republicanas quedaron bien claros en la infausta jornada barcelonesa del Borbón humillado.

Cada vez más clara la distancia, la cesura, la separación, el cleavage entre la España monárquica y la Cataluña republicana. Suele decirse que a la República Catalana le pasa lo que al caballo de Orlando, que tenía todas las virtudes excepto la de la existencia. Con mayor razón del Rey de España que no es que vaya desnudo por Cataluña sino que, simplemente, no va o, si va, ha de volverse con el rabo o la corona entre piernas.

A monarquía vacante, República triunfante. A Rey ausente, República presente. El monarca y sus cortesanos del 155 (PP, PSOE, C’s y, en menor medida pero pujando, Podemos) harán los planes que quieran para sus dominios, reformas constitucionales, reformas electorales, apaños aquí o allá, remiendos y zurcidos en el andrajo español para ver si tira hasta las próximas elecciones y se puede seguir engañando a la gente, haciendo pasar una dictadura personal de un personaje inepto por un Estado de derecho . En Catalunya se ha abierto una era que los franquistas en el gobierno y en la oposición en España son incapaces no ya de detener sino simplemente de entender. Igual que la virreina catalana y su cipayo delegado no entendían nada de lo que pasó en Cataluña en un eco lamentable de la “noche triste” de Cortés, cuando los españoles se vieron obligados a retirarse de Tenochtitlán.

dimarts, 27 de febrer del 2018

El preso que hace camino

Vuelve El País por su beligerancia. El "separatismo pacta", una expresión que delata despecho e inquina. No por lo de "separatismo" sino porque "pacta", en lugar de obedecer a la realidad que el periódico lleva meses describiendo y estar a bofetada y navajazo limpias. Y lo del "preso Sánchez" es sublime. A ver si se les escapa "preso político Sánchez", aunque es poco probable. Más lo es "delincuente Sánchez", con lo que se entenderá Jordi Sánchez; si fuera La Razón, cabría la duda de si el mentado era Pedro. Ahora viene el entretenido juego de a ver cuánto tiempo deja el B155 ser presidente a Sánchez o cuánto pasa hasta que el Supremo decida inhabilitarlo. Habrá sus más y sus menos y, contando con los altavoces en Bruselas y Ginebra, el espectáculo mediático europeo está garantizado. 

Y no solo el espectáculo; también los más profundos debates. Acabo de leer un artículo de un izquierdista alemán en Sozialistiche Alternative, Kampf um Katalonien que da un buen repaso a la izquierda española. Sí, esa que no está dispuesta a comprender el carácter de la revolución catalana. Ni siquiera cuando esta se constituye en República, el régimen que, en principio, debiera reclamar la izquierda española. Pero no lo hace.

La peripecia del Borbón en el IMC ha sido impresionante. Un grito de rechazo de todo un pueblo. Mírelo como quiera el monarca; eso es. Llueve la pedrea de comentarios. A una queja de Ada Colau, Felipe responde que él está para defender la Constitución. Es lo de M. Rajoy pero un grado más porque para eso es rey: Rajoy defiende la ley; Felipe, la Constitución. Pero ni la una ni la otra se pueden defender contra la gente, que es la base de su vigencia, porque, si se intenta, ya no es defender, sino imponer a la fuerza, que es lo que está pasando a ojos del mundo entero. No se hicieron las gentes para las leyes, sino al revés.

Virales se han hecho las fotos con la cara de cabreo, de soberbia herida, del Borbón. Y la de la vicepresidenta del gobierno. Millo se quedó sin cara, escondido detrás de su corbata VERDE, haciendo méritos a calificar de pisaverde. Pero me hubiera gustado ver las caras de los dirigentes de la izquierda española al ver las de sus mandatarios, su rey. Las caras al oír la abrumadora cacerolada, los vivas a la República, los fora el Borbon que se oían en el Palau, el himno de Riego a todo volumen. Invocando nombres casi sacrales, como Marx y Lenin, el izquierdismo europeo afea al español el apoyo al Estado central reaccionario, asimilándolo al que algunos daban a la Rusia zarista, "cárcel de pueblos". 

"¡Ah!" clama la izquierda española, "España no es el imperio zarista ni una cárcel de pueblos. España es una nación, respetuosa de su diversidad interna". Muy respetuosa, pero muy "su" y muy "interna"; una nación que se puede gobernar toda ella desde la izquierda. Pero, al ser el independentismo republicano, la izquierda se encuentra con la trágica paradoja de que para alentar la nación española tiene que servir a la monarquía. Esa izquierda no puede propugnar una España republicana porque todo parecido o cercanía al independentismo es anatema electoral. No es que la izquierda española no comprenda la República Catalana; es que no le interesa comprenderla porque la pone ante el espejo de su propia miseria. 

Así que, gracias a su magnánimo, prudente y amoroso comportamiento, Felipe VI ha conseguido ser tan rey de Cataluña como lo es de Jerusalén. Y, despejado este asunto, la República Catalana procederá en breves días a nombrar un gobierno y reconocer la legitimidad de la presidencia de la República en el exilio, transitoriamente. 

Están haciendo camino. Es una revolución. Quien diga que esa República no tiene de tal más que el nombre hará bien en recordar que en España así suelen ser los debates (incluso a muerte por aquello de la bravura de la raza), por nombres. El presidente de la República para los independentistas es un "prófugo" para los unionistas; la República, la Generalitat; los presos políticos, políticos presos; la declaración de independencia, un golpe de Estado; el referéndum pacífico del 1-O, un tumulto sedicioso e ilegal, si no una rebelión violenta y armada que será juzgada en su día con todas las garantías.

Así que no hay que alarmarse. Al fin y al cabo, Catalunya puede tener un presidente preso como podría España misma si las investigaciones de la Gürtel se llevaran con rigor y justicia. 

dilluns, 26 de febrer del 2018

No te quieren, Felipe

Pero, ¿a quién se le ocurre? Solo a estos, tan necios que se creen sus propias mentiras. La primera de todas, la más evidente, la más palmaria: que el independentismo, el antimonarquismo, el republicanismo catalanes son cosa de cuatro elementos resentidos y antiespañoles. Bastará con descabezar (sic) a los líderes para que baje el suflé. Además son unos cobardes que se arrugan ante la justicia y se dan prófugos o presos. Es una mentira que, como el rinoceronte de Ionesco, acabará ocupando todo su ya escaso espacio mental.

Cualquiera diría que, con el recibimiento que ayer tributó Barcelona a Felipe de Borbón, esa mentira ha estallado como una pompa de jabón. Se presenta como el soberano que visita la colonia (tierra conquistada) a la que acaba de disciplinar por la violencia y se encuentra solo, junto a sus fieles servidores españoles, la vicepresidenta y el delegado del gobierno, de quien se dice que llevaba una corbata VERDE. Nada de representación institucional de los indígenas. Solo el ruido de una ciudad que no lo quiere y se lo dice. La regia mano se quedó sin besar salvo por la alcaldesa de L'Hospitalet. Luego, la cena, un suplicio, frente a un presidente del Parlament con el lazo amarillo en la solapa y que no tuvo el detalle de aplaudirle el discurso. Ese en el que se entrevé la amenaza de que, si no se le besa la mano (él lo llama "lealtad institucional"), el Congreso Mundial de Móviles se irá de Barcelona. Hasta para las amenazas es lento. El director del Congreso ya había aclarado por la mañana que ellos piensan seguir en Barcelona, sin cuidarse poco ni mucho del rey porque es gente seria de negocios y va a dónde hay negocio y no donde solo hay arrogancia e ineptitud.

Pero no importa, esta gente incomprensible seguirá a lo suyo porque se creerán sus mentiras según las repiten sus medios: que hubo algo de cacerolada y enfrentamientos entre indepes y constituionalistas y numerosas muestras de apoyo y cariño al rey. Sus televisiones hablarán del triunfal recibimiento, darán las palabras del rey en close up y, si te he visto, no me acuerdo. Buena ocasión para que las redes se rían a mansalva de unos medios cuya funciónno es otra que mentir.

Lo que no pueden evitar estos genios es que las imágenes estén en las redes y en las noticias internacionales: muchedumbres abarrotando calls y plazas, contenidas por la policía que volvió a apalear, aunquede modo menos bestial que el 1-O, calles vacías por la noche, a la salida de la comitiva real, with the blue lights flashing across the night, ruido atronador de cacerolas, silbatos, pitos. Los mossos, que se emplearon a fondo, despejaban las calles, esto es, el suelo, pero no el vuelo y por las ventanas abiertas sonaban las sartenes y hasta el himno de Riego a todo volumen, con vivas a la República. Esas imágenes son ya virales, están en el hashtag #destronemlo. De minoría de cuatro iluminados, nada. Son las imágenes de un pueblo que no quiere al Rey, que ha estallado a fuerza de apaleamientos y humillaciones a manos de gentes corruptas e ineptas pero brutales que desconocen lo fundamentos mismos de la política democrática. Un pueblo que está haciendo una revolución de nuevo tipo, algo que los españoles, según se ve, sean de derechas o de izquierdas, son incapaces de entender.

Solo a ellos se les ocurre porque, además de creerse sus propias mentiras, tienen una idea de la realidad que no se parece en nada a la realidad. Como son oligarcas, señoritos y franquistas de toda laya, creen que se puede apalear a la gente impunemente; creen que el rey puede aplaudir el apaleamiento sin que pase nada; que se puede ir al juez a mentir, diciendo que no hubo apaleamiento, que los jueces puede llegar al delirio de sostener que los apaleados son culpables y responsables de su apaleamiento. No están bien de la cabeza. 

En todo caso, son peligrosos. Palinuro decía ayer que  "Todos, hasta el rey, saben que el rey va desnudo. Por fuera y por dentro. No entiende nada de lo que pasa. Ni por asomo. Está lleno de ira y despecho, con lo que cada avez se ciega más." Son, sí, peligrosos. Vete a saber qué darán ahora en tramar. Qué harán, ahora que el rey ha comprobado que quizá sea formalmente rey de Catalunya, pero no de los catalanes. Seguro, segurísimo que no se le ocurrirá pedir perdón por lo pasado, como le dice Puigdemont. Faltaría más. Su antepasado entró en Catalunya a sangre y fuego. Este ya ha derramado (y sigue derramando) la sangre; y el fuego, según se mire. Porque los catalanes harán cosas, pero los españoles son muy y mucho españoles. 

A lo mejor no son mentiras sino una incapacidad neurótica de entender la realidad.

diumenge, 25 de febrer del 2018

Espejo de príncipes

Desde que, con el Renacimiento, la ciencia política se hiciera empírica y positivista, los teóricos dejaron de escribir aquellos "espejos de príncipes" (specula principum o principum specula) en los que desgranaban las virtudes que debieran adornar el recto comportamiento de los reyes.  Eran los asesores políticos de la Edad Media. Teólogos, filósofos, legistas trataban de mostrar al soberano el camino del "buen gobierno" de la tradición platónica. Para los positivistas de todo tipo eso solo podía ser un empeño moral y, por lo tanto, no científico y desechable.

Precisamente este es el secreto del exitazo de El príncipe de Maquiavelo: su doble naturaleza, como el rostro del dios Jano. Con una cara mira hacia atrás, pues es un típico espejo de príncipes; el último. Con la otra, adelante, porque prescinde de toda moral y se atiene, como la ciencia, a los hechos. Pero eso es ya otro asunto. Hace siglos que no se escriben espejos de príncipes. Y se nota. Los reyes ya no se nutren de ellos sino de las consejas de otras fuentes: validos, amantes, consejillos nobiliarios, confesores, hechiceros, nigromantes, militares, delincuentes, familiares, ectoplasmas, banqueros, gabinetes de prensa, comunicadores, spin doctors e influencers. La saga de los Borbones contiene bastantes de estos ejemplos y, aunque se observa cierta modernización, el resultado sigue siendo el mismo: el buen gobierno (al que los positivistas llaman gobernanza) les es tan ajeno como la galaxia Andrómeda.

Tómese el caso de este monarca yendo a inaugurar el Congreso Mundial de Móviles y a quien, por cierto, espera  la cacerolada más grande que se haya hecho jamás en sonora demostración del amor de sus súbditos. A su almuerzo (ya se sabe que los reyes son de buen yantar) no acudirá ninguna autoridad catalana. El presidente y vicepresidente de la Generalitat por imposibilidad metafísica ya que, siendo un exiliado y un preso político en un país en donde no hay exiliados ni presos políticos, obviamente, no existen. El presidente del Parlament, Torrent y la alcaldesa, Colau, en protesta por las cargas del 1-O y la existencia de los innombrables, los presos políticos cuya sola mención hace saltar de su silla al presidente del TSJC y a los fiscales, quienes quizá deban actuar en justicia en este asunto. Imagínese.

Será pues un almuerzo en familia, con los amigos de toda la vida y las autoridades españolas destacadas en la colonia, en contacto directo y sufrido con los aborígenes. Algún paseíllo de corto trecho y a distancia suficiente para no ver ni escuchar las manifestaciones de sus amados, aunque no amantes, súbditos. No es una repetición de la fábula del rey desnudo porque no se necesita niño alguno. Todos, hasta el rey, saben que el rey va desnudo. Por fuera y por dentro. No entiende nada de lo que pasa. Ni por asomo. Está lleno de ira y despecho, con lo que cada avez se ciega más. No solo no ha leído ningún espejo de príncipe, como sus antepasados, sino que su fuente de información y consejo es un tal M. Rajoy, lector del Marca

El monarca o alguien en su nombre envió 10.000 policías a apalear a la población pacífica y, lo que es peor, dos días después de la bárbara acción, el rey la respaldaba de palabra, sin tener ninguna para las víctimas. A nadie puede extrañar que su persona no sea bienquista en Catalunya. Y menos que a nadie, a él mismo, sabedor, es de suponer, de que apalear no es el modo más racional de ganarse el afecto de alguien. Con esos antecedentes, por tanto, el rey llega seguramente animado del espíritu de Calígula: "que me odien con tal de que me teman".

Pero es que no le temen. Y no parece que estén los tiempos para conseguirlo por los procedimientos de su antepasado, el que no tenía un palito detrás de la uve.  

P.S. Ya tiene gracia que el Congreso Mundial de Móviles se celebre en Catalunya, lugar en donde el gobierno prohíbe investir telemáticamente al presidente de la Generalitat.

dissabte, 24 de febrer del 2018

Los presos políticos

La anécdota es conocida. En un acto del colegio de abogados de Barcelona en la festividad de st. Ramon de Penyafort, que yo creía que era un mes antes, al referirse Roger Torrent a los presos políticos, algunos magistrados, abogados y cargos abandonaron ostentosamente la sala. El ministro de Justicia, Catalá, que presidía, permaneció en su sillón pero recriminó luego en privado a Torrent por lo extemporáneo de su referencia y la decana del Ilustre colegio lo reprendió como si fuera un niño, razón por la que algunos piden su dimisión.

Este lamentable episodio suscita dos consideraciones, una general y otra específica. La general es obvia: ¿qué se esperaban los/as ofendidas/os, tanto quienes se ausentaron como quienes permanecieron? Esta no es más que la primera muestra de la larga serie de desencuentros, conflictos, choques en que va a moverse la política catalana en un futuro previsible mientras siga en vigor el 155 y después de él aunque quizá menos bruscos. Obligar a que una sociedad desarrollada viva en un marco jurídico y político contrario a la voluntad de su mayoría parlamentaria absoluta y relativa social es algo absurdo. Empeñarse en que, además, no haya fricciones, conflictos es sencillamente quimérico, porque no podrán evitarse y cada vez desgastarán más la convivencia. Las manillas de los relojes catalán y español giran en sentidos contrario.

La específica se refiere a la expresión presos políticos en sí, tan furibundamente resentida por los habitualmente moderadas gentes de leyes. Es la eterna cuestión de los universales siempre de honda raíz por estos pagos. Claro que existen los presos políticos, dicen los nominalistas, pero estos no lo son; estos son, dicen, "políticos presos". Desde luego que existen los presos políticos, dicen los realistas y son estos: los Jordis, Junqueras y Forn y, a más inri, también están los exiliados políticos, Puigdemont, Ponsatí, Borrás y Comín. 

No, no hay presos políticos, insiste el B155, en España no hay delitos políticos. Solo hay delitos de derecho común y esos políticos son presos de derecho común. Este dictamen ha de recibirse con respeto porque, en punto a políticos presos, el  PP ha hecho varios másters. Tiene un montón de políticos en el trullo, a punto de entrar en el trullo, en libertad provisional. En fin, sabe de lo que habla. Cuando lo hace de políticos presos, pero no cuando de presos políticos. De eso, de presos de conciencia o por ideas, no sabe nada porque ambos conceptos, conciencia e ideas, le son ajenos.

Claro que los presos políticos catalanes son presos políticos. Es más, son rehenes de una política represiva española profundamente errónea pues alimenta el fuego que quiere extinguir. Eso da una idea de la que tiene esta gente sobre sus propias convicciones pues, siendo cristianos, debieran recordar que su religión se extendió universalmente gracias, entre otras cosas, a la manía de algunos emperadores de perseguirla.

Claro que son presos políticos. Basta escuchar al juez Llarena en una rueda de prensa en Oviedo explicar trabajosa e inútilmente por qué el proceso que está instruyendo no es un proceso político para darse cuenta de que es un proceso político. El mismo juez que no pide la extradición de Gabriel porque, según afirma, allí no se concede la extradición mas que a cambio de pruebas, no de sospechas, pero sí dicta orden de detención en España. Esta es especialmente injusta porque equivale a una prohición de entrada. 

Claro que son presos políticos y es imperativo que los organismos internacionales se movilicen para que se les reconozca esta condición a los efectos también de que reciban un tratamiento digno y no estén sometidos a las posibles arbitrariedades y abusos de las autoridades penitenciarias, para que se les reconozcan derechos injustamente arrebatados y se castigue a aquellos funcionarios de correos o de prisiones que abusan de su poder devolviendo el correo de los reclusos a los remitentes con comentarios ofensivos. 

Claro que son presos políticos, como hay exiliados políticos, a quienes el B155 no llama "políticos exiliados" porque también sería verdad y solo se refieren a ellos como "los prófugos". 

También han perdido esta batalla. El B155 está quedando guapo para la historia. Claro que son presos políticos y exiliados políticos, con la última incorporación de Anna Gabriel.

Ya está España como suele.

dijous, 22 de febrer del 2018

El desbloqueo

Los desunidos, rajados, retractados, hundidos, acobardados, que estaban a tortas entre sí, a punto e denunciarse unos a otras, están unidos como una piña y salen con una propuesta acordada que, efectivamente, desbloquea la situación catalana. Fórmula en la estela del espíritu gaullista que Palinuro ha señalado modestamente en la evolución del independentismo desde el golpe unilateral del Estado el 27 de octubre de 2017. Puigdemont presidente de la República en el exilio, habiendo desistido de su intención de ser investido en sede parlamentaria, aunque fuera telemáticamente, y un presidente legal de la Generalitat como primer ministro. La fórmula es procedimentalmente irreprochable y debe servir para constituir el govern, presidido por Jordi Sánchez o persona que lo sustituya si el juez no deja que Sánchez ejerza.

En realidad, se trata de una forma de bicefalia gubernamental, al estilo del semipresidencialismo gaullista adaptado a las circunstancias excepcionales que vive la República. Aquellas que obligaron a su presidente a exiliarse en Bruselas como De Gaulle lo estuvo en Londres, para mantener viva la llama de la Catalogne Libre. La fórmula es sencilla: un presidente y un primer ministro que, por necesidades del guión, se llama presidente de la Generalitat y es alguien de su confianza. Las competencias del presidente legal están claras en el Estatuto; las del Presidente de la República nacen de la voluntad soberana del Parlament. Si este otorga por mayoría (asegurada) al presidente competencia para nombrar al primer ministro, convocar elecciones (que implica disolver el Parlament) y representar a la República Catalana en el exterior, es muy libre de hacerlo.

No se ve de qué modo quepa impugnar esa decisión si es de tipo meramente "simbólico" como dicen por ahí. Solo se pueden impugnar decisiones ilegales claramente identificables. Si el Parlament consulta el nombramiento para investidura con el Presidente de la República o si este disuelve el Parlament y convoca elecciones son cosas que legalmente decidirá el Parlamento o el gobierno, puesto que son sus funciones. Si el presidente de la República realiza actividades de representación exterior, estas dependerán exclusivamente de su voluntad y la de su interlocutor en cada caso.

Hay una República manifiesta, legal, frente y una latente, legítima en coordinación con aquella y que el B155 no tiene modo de impedir. Es más, frente a esta forma de poder dual, lo único sensato es levantar de una vez el 155, abandonar toda pretensión dictatorial y reconocer el resultado de ls elecciones del 21 de diciembre.

dimecres, 21 de febrer del 2018

La dictadura española y cómo combatirla

Aquí, mi artículo de hoy en elMón.cat, titulado España y Turquía, un mismo combate. Es un comentario sobre la muy sensata decisión de Anna Gabriel de exiliarse en Ginebra dado que en España no puede esperar un juicio justo. Y no puede esperarlo porque, a estas alturas de la aplicación del 155, en el Estado español no queda nada de democracia, de Estado de derecho, de separación de poderes, de debido proceso, garantías procesales, habeas corpus, libertad de expresión, seguridad jurídica. Nada. Nada de nada. El país es hoy una dictadura personal de un tipo, incapaz de hablar de modo inteligible y acusado de cobrar sobresueldos en B al frente de un partido de delincuentes, con el Parlamento sometido, la oposicion a su servicio y los jueces prevaricando a su directo dictado, mientras las bandas de fascistas bajo su control cometen todo género de agresiones callejeras, pero los que van a la cárcel son siempre los de izquierdas, como Pablo Hasel y Valtonyc,.

Estando el país en manos de esta tropa de delincuentes políticos, mediáticos, judiciales y policiales, lo mejor que puede hacerse es lo que ha hecho Anna Gabriel, no aceptar el fascismo judicial y abrir un segundo frente internacional a este gobierno de indeseables.

Así avanzará la República Catalana, ejerciendo el derecho de resistencia a la tiranía, desobedeciendo pacíficamente, no dejándose avasallar por los peores delincuentes que cabe imaginar: los jueces injustos.

Aquí la versión en castellano.

España y Turquía: un mismo combate

A estas alturas ya estarán las tres “emes” (macarras, matones y mercenarios) que el gobierno de la Gürtel tiene en los medios vomitando bilis y estupideces en contra de Anna Gabriel, por exiliarse en Suiza. Una más que añadir a la lista de ataques de esta caterva de venenosos cantamañanas. Su tema: la CUP, Puigdemont, el PDeCat, Junqueras, la ERC y Catalunya en conjunto. Trabajo no les falta. Por eso, el PP y el gobierno de la Gürtel los pagan regiamente con el dinero público que les sobra de lo que van robando a diario en todas partes. Ese es el frente mediático más vociferante del bloque del 155 (B155)

Luego está el otro, el aparentemente más equilibrado, menos vulgar y chabacano, el que dicen “de nivel europeo”, como el grupo Prisa, igual de vendido a la derecha nacionalcatólica, de la que depende económicamente. Tiene una cada vez más imperceptible diferencia de forma con el otro y trata de revestir de una pátina de respetabilidad, academicismo y moderación las estúpidas diatribas cuartelarias de aquel. Pero su fin es el mismo: mentir, falsear la realidad, amenazar a la gente y legitimar la arbitrariedad y la injusticia.

Ambos coros mediáticos, el carcunda y el “liberal”, tratan de colar como incuestionable un mentira cada vez más evidente a ojos de todo el mundo: que el país es una democracia y un Estado de derecho. Quienes desobedecen las leyes, democráticamente aprobadas en parlamentos representativos, aun teniendo protegidos sus derechos, son perseguidos y castigados por unos jueces justos e independientes porque en España se respetan los derechos individuales y hay separación de poderes.

Falso. España está a la altura de Turquía, o más abajo, incluso, en cuanto a garantías jurídicas, derechos y libertades, como confirman todos los indicadores internacionales. El país está gobernado por una asociación de malhechores que ha pervertido los fundamentos del Estado liberal y democrático de derecho, anulando el Parlamento, comprando a los medios y se vale de los jueces como comisarios a sus órdenes.

La prueba más evidente la muestra la propia judicatura que actúa no solo como justicia política, sino claramente como justicia de clase. Se persigue a los/las independentistas y a la izquierda no domesticada (raperos como Hasel o Valtonyc), pero no a las bandas fascistas y parapoliciales que agreden a la población civil. Con más de 100 actos de violencia fascista/españolista probada, filmada e identificada hasta la saciedad, no hay ni un procesado por ello.

Es lógico. Son los suyos. Ninguno de los fascistas que asaltaron Blanquerna está en prisión porque son parientes de los gobernantes de la Gürtel.

La decisión de Anna Gabriel de no entregarse a merced de una justicia al servicio de la dictadura del 155 añade fuerza a la estrategia de internacionalización que en su día adoptara Puigdemont, y pone en evidencia ante el mundo lo que venimos señalando: el país es una dictadura de hecho de una asociación de malhechores apoyada por unos partidos políticos tan corruptos como aquella, el PSOE y C’s por activa y Podemos por pasiva, y sostenida en la tiranía de una mayoría española en contra de la minoría nacional catalana.

Los casos de Pablo Hasel, Valtonycc, diversos tuiteros y titiriteros, todos en la cárcel o a punto de entrar en ella, mientras que las bandas fascistas de amigos y parientes de los gobernantes campan a sus anchas, demuestran que si eres de izquierda, en España no puedes esperar justicia. A este respecto, el país es peor que Turquía. Es, como se ha dicho reiteradamente, una monarquía bananera y de bananas podridas. Pero si eres independentista catalán, de izquierda, centro o derecha, es todavía peor. La falta de justicia se intensifica hasta convertirse en una persecución criminal a cargo de unos “jueces” que actúan como comisarios del poder político corrupto, que prevarican desvergonzadamente, se inventan los delitos o violan el debido proceso legal y hasta las garantías del habeas corpus..

Eso es lo que el mundo está viendo hoy cuando, al exilio de Carles Puigdemont et al. en Bélgica, se ha sumado el de Anna Gabriel en Suiza. Es público y notorio que España está gobernada por presuntos delincuentes bajo forma de una dictadura neofranquista, nacionalcatólica y centralista que Europa conoce muy bien. Por eso es ya urgente e imprescindible que la UE tome medidas en defensa de los derechos de una población civil a merced de una banda de malhechores.

Y ha de hacerlo Europa porque ningún partido estatal del arco parlamentario español está dispuesto a controlar al gobierno y sus jueces de presa. Al contrario, tres de ellos lo apoyan y jalean mientras el cuarto, Podemos, trata de ocultar su acuerdo de base con la represión antiindependentista promoviendo debates de otro tipo que alejen el foco de lo que realmente importa, esto es, la persecución seudojudicial de unos ciudadanos por su sus ideas y prácticas independentistas.

En el Estado español, para ser libre hay que estar en la cárcel, como los dos Jordis, Oriol Junqueras y Joaquim Forn, o en el exilio, como Carles Puigdemont, Clara Ponsatí, Toni Comin, Meritxel Serret y Lluís Puig y ahora Anna Gabriel.

Para vaciar las cárceles de presos políticos y traer las exiliadas hay que estar dispuestos a entrar en ellas o a exiliarse.

dimarts, 20 de febrer del 2018

El don de lenguas


-----------------------------

Este vídeo vale más que 100.000 himnos arreglados por la cabra de la la legión o alguna de sus sustitutas.

Y, aunque los españoles de los sobresueldos lo ignoren (como ignoran todo lo demás) hace más por conseguir el entendimiento entre las naciones de España que todas las aflautadas tonterías del atildado y rollizo ministro de deseducación e incultura que padece el reino. Sobre todo ahora que pretende meter sus manicuradas extremidades superiores en donde no tiene ningún derecho.