dimecres, 16 d’octubre del 2013

Las fotos de la historia y la historia de las fotos.


La Fundación Mapfre, la de la exposición de los machiaioli trae también otra de fotos que quiere ser un recorrido en imágenes por la historia de España. Bueno, de fotos, de algunos cuadros y de un par de docenas de vestidos femeninos. Es un propósito algo desmesurado. Las fotos no son muchas ni todas ellas muy representativas. Pero, con estas limitaciones, siempre es interesante un recorrido por la historia patria a base de imágenes. Sobre todo porque la idea es sana: ver cómo evoluciona un país y cómo evoluciona el ojo mecánico que lo registra. Si bien esta relación casi se agota en el nacimiento. El primer daguerrotipo se tiró en Barcelona, claro, en 1839 y luego se documentan algunas otras imágenes obtenidas con técnicas primitivas. Pero, a partir de ahí, se abandona el empeño y ya no se habla de los subsiguientes avances de la fotografía, la madre de la octava arte, el cine. Ni el paso del blanco y negro a color merece una reflexión. Y eso del color tiene su aquel, con tanta crítica que le hicieron (y le hacen) los puristas. ¿Cabe imaginar la cubierta del LP de los Beatles, Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band en blanco y negro?

Lo dicho, hay fotos muy conocidas, como la de Franco y Millán Astray berreando canciones legionarias, el miliciano de Frank Cappa o la guardia de asalto en Barcelona, de Agustí Centelles. Igualmente alguna conmovedora imagen de las misiones pedagógicas. Aunque la exposición abarca unos 160 años, por razones obvias se concentra en el franquismo y la segunda restauración borbónica. Las épocas anteriores pasan rápidamente pero se descubren imágenes muy poco conocidas. Por ejemplo, algunas fotos de las guarniciones españolas en Cuba, Puerto Rico y las Filipinas antes del desastre del 98. Procedente del Museo de Antropología hay una serie de estampas de nativos filipinos tomadas en la época muy interesantes de ver.

No menos lo es una serie de fichas de las autoridades argentinas de inmigración a principios de siglo. En ellas se ven rostros de nuestros compatriotas hace cien años, mujeres demacradas, niños, viejos, hombres desaliñados. Y, debajo, escrito a plumín o máquina primitiva, los nombres y las observaciones por las que habían sido devueltos: "sin papeles", "padece tuberculosis", "afectados de tracoma". Es bueno recordar de dónde venimos pues también nosotros fuimos sin papeles. La foto serializada tiene mucho impacto. Hay una colección de imágenes de bandoleros andaluces enriquecida con la presencia de algunas bandoleras, aspecto este de la igualdad de género (aunque se trate de una mínima parte) que no es habitual.

Los escasos cuadros tienen una función de apoyo, pero es decisiva. Hay un óleo de Gutiérrez Solana de un café cantante en 1910 que reproduce fielmente una foto sevillana de fines del XIX. Otro óleo de Sorolla, retrato de su mujer Clotilde, supongo, en una playa del norte, de cuando la corte veraneaba en aquellos lugares. El flamenco, los toros, las diversiones populares son como instantáneas que van fijando la espuma de los días.

Aparece mucho la guerra de Marruecos, la leva, los conflictos sociales relacionados con ella, la corte de Alfonso XIII, Primo de Rivera y el desastre del El Annual y la batalla del monte Arruit, con una de esas fotos en que se ven los cadáveres de los soldados españoles al sol, ennegrecidos, medio devorados por las bestias. Aunque quien quiera ver qué se hacía con esos cadáveres, puede echar una ojeada a este vídeo en You Tube y poner a prueba su estómago.

Si me dijeran que eligiera dos imágenes del franquismo para ilustrat esa pretendida división de la dictadura en una etapa "dura" y otra "blanda",  creo que seleccionaría una cartilla de racionamiento y un seat 600. Con la cartilla, el Estado regulaba lo que los españoles comían; sobre todo, cuánto. Con el 600 España se ponía a nivel europeo. Ni el Pegaso ni el Biscuter pudieron hacerle sombra. El uno por demasiado y el otro por demasiado poco. El 600 era justo el punto medio, el de la medianía, el de la clase media  que emergía al socaire del turismo, las remesas de los emigrantes y las inversiones extranjeras. Un triángulo hecho de playas soleadas, maletas de madera e inversiones extranjeras en polos de desarrollo que es un panorama al cual parecen apuntar los proyectos del gobierno actual: turismo, emigración e inversión extranjera. 

La transición tiene amplio tratamiento. Fotos célebres del destape, la movida, la Constitución, Europa, etc. Hay una composición que no conocía: un escaparate con unos veinte televisores de todo tipo emitiendo en directo la dimisión de Adolfo Suárez. Por algún motivo, la sincronización de las pantallas no es perfecta y vemos el rostro del presidente en dos momentos distintos, con una diferencia de segundos, pero es muy llamativo. Se queda uno pensando varias cosas: ¡qué tiempos en que los presidentes del gobierno dimitían! Y ¿por qué exactamente dimitió Suárez? Ese es uno de los misterios de la transición que probablemente nunca se aclarará.