dilluns, 31 de juliol del 2017

El sueño metafísico de Giorgio de Chirico

Hace unos días, en una reseña de una exposición sobre la lucha y la competencia en la antigua Grecia en el Caixaforum de Madrid, Palinuro se hacía lenguas del edificio que la albergaba en el Paseo de Recoletos. Hoy, al comentar una retrospectiva sobre Giorgio de Chirico en Barcelona es preciso recurrir al ditirambo para hablar de la sede de la Caixa en Barcelona, la antigua fábrica de textil Casaramona, construida por Puig i Cadafalch, el gran contemporáneo y rival de Gaudí, por encargo del empresario Casimir Casaramona, entre 1909 y 1913. Es un enorme edificio de un elegante y sobrio modernismo industrial, próximo a Montjuich. Venía a sustituir a la fábrica anterior, que se había incendiado. Por eso, la construcción de Puig i Cadafalch es tan extensa, porque se trataba de hacer una sola planta provista de cortafuegos para impedir la propagación de las llamas. La sabia combinación entre lo práctico y lo ornamental (edificio sin chimeneas y con dos torres que servían de aljibes), suelos ondulados en las terrazas, saledizos airosos en la fachada, coronados por torretas reduce la habitual sobrecarga modernista y vivifica lo estrictamente funcional. Una joya de modernismo fabril que hubo de cerrar en 1920, cuando la empresa quebró. La Caixa lo ha restaurado con mejor gusto, si cabe, que el edificio de Madrid.

Esta curiosa construcción alberga ahora una extraordinaria exposición retrospectiva de Giorgio de Chirico que, hasta donde se me alcanza, es la primera en España. Con otros motivos (vanguardias, surrealismo, la pintura y el sueño, etc) se han visto obras del artista italiano, nacido en Grecia, muy conocido por ser uno de los más grandes pintores del siglo XX. Pero hasta ahora no había habido ocasión de visitar una retrospectiva, con muestras de toda la obra (no toda ella, naturalmente, que es inmensa) y sabiamente organizada por las comisarias Mariastella Margozzi y Katherine Robinson. La exposición tiene seis secciones, cada una protagonizada por un tema dominante: plazas de Italia y maniquíes, interiores metafísicos, baños misteriosos, mundo clásico y gladiadores, retratos y autorretratos, historia y naturaleza. Además, se añade la obra en papel y las esculturas.

La distribución sigue un criterio cronológico a la par que temático y permite al visitante poner algo de orden en las confusas memorias que se tienen de los cuadros de Chirico y que suelen dejar profunda huella en la memoria visual por su originalidad sin parangón y su silenciosa afirmación, pero descontextualizada. La tarea organizar tan vasta y compleja obra no es fácil. Y no solo por la abundancia de temas, motivos y estilos (De Chirico nació en 1888 y murió en 1978; empezó a pintar muy pronto y estuvo haciéndolo hasta pasados sus ochenta años), sino también por el hecho de que el propio artista, aparte de datar sus obras de modo caprichoso, volvía sobre temas y figuras de etapas anteriores, como si quisiera destruir la común idea de que los estilos de los autores evolucionan a lo largo de su vida o bien afirmar de un modo sutil su creencia nietzscheana en alguna forma de eterno retorno.

Así se entra ya en uno de los rasgos más característicos de De Chirico: el carácter narrativo de sus cuadros, literario y filosófico. El autor de Los Geólogos es el inventor de la pintura metafísica y neometafísica, la pintura del silencio, la melancolía, la nostalgia. Se le considera asimismo el iniciador del “realismo mágico” (pictórico antes que literario) que habría de caracterizar a algunos de los grandes pintores postsurrealistas, como Delvaux.

Ese fuerte elemento especulativo que se desprende de sus pinturas cautiva e inquieta al tiempo y deja siempre un sentimiento de duda y cierta angustia. Las palabras que más se repiten en sus títulos son “misterioso”, “enigmático”o “inquietante” y remiten a una formación filosófica que De Chirico recibió en Munich, con una fuerte impronta de Schopenhauer, Nietzsche y Weininger. Los tres influyeron en él de formas distintas pero coincidentes en un punto que tenían en común: una aguda misoginia que está en Di Chirico pero apenas se le nota porque cede ante una consideración metafísica del ser humano abstracto. Esta a su vez viene condicionada por las influencias propiamente artísticas en las que se educó: el simbolismo, Böcklin (un referente muy acusado) y, desde luego, el extraño y complejo Max Klinger, bajo cuya dirección estudió arte el por entonces joven pintor italo-griego.

Todos estos elementos, al igual que otros también esenciales, como sus encuentros con Carrá, con Picasso, Dalí y los surrealistas, con los que acabó enfrentándose agriamente, coadyuvan a generar una obra única, trabada en un sistema de signos, símbolos, perspectivas y formas singular y personalísimo. Una obra propia, la de un genio que brilla solitario en el firmamento. María Dolores Jiménez Blanco y Eugenio Carmona, en dos interesantes artículos del catálogo, exponen con acierto su enorme influencia en la pintura española de los años 30 y 40. En realidad, De Chirico ha dejado su huella en todo el arte contemporáneo, aunque no haya tenido discípulos propiamente dichos sino imitadores. Entre ellos, Dalí. Si hubiera que establecer una especie de ranking pictórico del siglo XX, llevaría tres nombres en cabeza: De Chirico, Picasso y Dalí.

La pintura metafísica se ofrece de golpe al espectador, casi lo asalta desde la imagen, al atrapar su mirada en unos espacios inverosímiles, desestructurados, que rompen las leyes de la perspectiva clásica en el estilo cubista y le añaden la desaparición del punto de fuga, una acumulación de objetos fragmentarios con relaciones caprichosas con los seres humanos. Y finalmente aparecen estos… bajo la forma de sus famosos maniquíes: rostros sin rostro, cuerpos articulados con profusión de elementos adheridos en contextos imaginarios. Y así nos sumergimos en propuestas, como la de los mentados geólogos que nos muestran nuestras raíces en la cultura clásica y nos conducen a un mundo de indagaciones e interpretaciones sobre la condición humana en abstracto. A veces, sin embargo, esa condición se personaliza (si no fuera contradictoria, no sería metafísica) como en el reiterado tema en De Chirico dedicado la pareja de Héctor y Andrómaca, que trae al recuerdo del espectador lo que quizá sea el diálogo y la despedida dramática y poética más bella de la historia. Con la recuperación de los maniquíes en la época neometafísica posterior, más personajes de la antigüedad clásica aparecen en esta forma despersonalizada: Edipo y la esfinge, Electra, Orestes, etc.

Los “interiores metafísicos” tienen un juego autorreferencial que les da su misterio con el recurso a los cuadros dentro de los cuadros y suelen asomarse a lo exteriores , como si se tratara de ojos que ven el paisaje. Si De Chirico aparece generalmente relacionado con el tema del sueño y las imágenes oníricas, es en estos interiores donde más se observa su obsesión con ese gran misterio de la vida que es el sueño/muerte. El lugar del silencio. Imposible olvidar esa Visión metafísica de Nueva York, pintada en 1975, cuando el artista tenía 87 años.

Los “baños misteriosos”, muy celebrados en general por el hallazgo de representar la superficie de las aguas con la regularidad de los entarimados de las casas, mezclan esa dimensión metafísica con una visión irónica y hasta burlona de los temas de bañistas y playas tan queridos por los impresionistas y algunos naïves.

En los temas del mundo clásico, del que nuestro hombre estaba enamorado, y la especial importancia de los gladiadores como figuras simbólicas del destino trágico de la muerte, De Chirico se aparta con frecuencia de su estilo característico para reproducir los de otras épocas. Ofrece así temas famosos, como las sibilas, las tres gracias, los centauros, Alejandro Magno o los caballos de Aquiles pintados a la manera de los renacentistas o los románticos (esos caballos que parecen préstamos de Delacroix) o los barrocos. Y sin abandonar su propia visión, como se ve cuando un maniquí hace una ofrenda a Zeus o Ulises regresa al hogar en una frágil barca.

El capítulo de retratos y autorretratos, uno de los mejor representados en la exposición, incorpora algunas de las piezas más famosas, como el magnífico autorretrato en traje negro y de cuerpo entero, perfectamente flamenco, el desnudo de 1945 o el retrato de caballero al estilo de Franz Hals.

El apartado de historia y naturaleza es un feliz popurrí en el que se acumulan homenajes a los pintores venecianos, Velázquez y, desde luego, Böcklin, con unas rocas misteriosas (cómo no) ante las cuales no hay imágenes de la muerte, como en el caso del pintor suizo, sino estatuas clásicas. Los bodegones apuntan, claro, a las “naturalezas muertas” pero su originalidad reside en que él no las consideraba así sino muestras de la “vida silenciosa”, aprovechando que ese es el nombre de los bodegones en inglés, still life y en alemán, Stilleben. El silencio del paso de los siglos como queda retratado en ese cuadro en el que una estatua de Minerva con fondo clásico se asoma a un alfeizar en donde hay unos membrillos, peras, manzanas y uvas, una obra también muy tardía de un pintor octogenario.

No me resisto a alabar sus esculturas del periodo final de su vida, unas terracotas y bronces cubiertos de plata que son como una especie de resumen de sus temas preferidos, casi todos ellos maniquíes (los geólogos, las musas, Héctor y Andrómaca, Orfeo) y algún otro más figurativo y concreto como un Minotauro arrepentido verdaderamente impresionante.

La exposición es un gran acierto y seguramente tendrá mucho éxito de público cuando circule por más ciudades, como está programado. De Chirico es un pintor misterioso y esotérico pero es también una pieza esencial, decisiva, que sirve para entender el arte contemporáneo y para que los espectadores nos entendamos a nosotros mismos. Al menos, en parte.

diumenge, 30 de juliol del 2017

Camino del estado de excepción en Cataluña

El Sobresueldos dice a quienes quieren oírlo –que cada vez son menos, pues es obvio que el hombre no dice una verdad así lo aspen- que el referéndum del 1/10 no va a celebrarse porque es inconstitucional y por lo tanto ilegal. No perderemos tiempo en analizar sus razones porque no merece la pena. Los conceptos de “constitucionalidad” y “legalidad” han quedado fulminados con un gobierno corrupto hasta los calzones, cuyo sentido de la legalidad es como el de la honradez y uno que ha hecho mangas capirotes con el Tribunal Constitucional hasta el punto de convertirlo en una especie de consejillo político de gentes adictas.

Nos dedicaremos mejor a los aspectos prácticos. Exactamente, ¿cómo piensa Rajoy impedir ese referéndum que la Generalitat está empeñada en celebrar y contra el que, en realidad, no tiene razones? ¿A qué medios recurrirá? Según la inteligencia más aguda del gobierno, no se considera conveniente la aplicación del artículo 155 CE. Sáenz de Santamaría pasa por ser esa inteligencia más aguda; imagínese cómo serán las menos agudas, por ejemplo, la de Rafael Hernando.

Además de descartar el empleo del art. 155, tampoco goza de grandes simpatías la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional, ese bodrio arbitrario que cocieron en 2014 entre Rajoy y Rubalcaba en contra de los catalanes. El ejecutivo se resiste asimismo a aplicar la legislación de excepción por la mala imagen exterior de España.

Y, si ya no cabe bombardear Barcelona cada cincuenta años (los últimos bombardeos fascistas tuvieron lugar en 1938), ni enviar al ejército, ¿cómo va a impedir el también conocido como “señor de los hilillos” que los catalanes celebren su referéndum? El recurso a la ilegalidad de la guerra sucia tampoco parece dar ya buenos resultados. Se encomendó a la pareja de psicópatas al mando del ministerio del Interior que lo dejaron todo peor que estaba y ha quedado reducido a una comisión de investigación y un documental sobre “las cloacas del Estado” que pone los pelos de punta.

Cabe esperar una reacción típica de este gobierno que ha conseguido ya batir todos los records de corrupción a escala mundial, consistente en su inveterada práctica de decir una cosa y hacer otra, generalmente la contraria. Uno de esos casos es el de las recientes actividades de la Guardia Civil en el Principado que está actuando, según parece, por iniciativa propia, sin respaldo de mandato judicial y siguiendo órdenes de no se sabe quién, aunque se intuya.

Cuando los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado actúan por iniciativa propia, sin cobertura de autoridad legítima, se convierten en organizaciones ilegales, de carácter parapolicial y cabe hablar de un estado de excepción más o menos encubierto. La arbitrariedad del poder consiste en ignorar y silenciar las actividades presuntamente ilegales de la Guardia Civil y completar la amenaza de estas con recursos de inconstitucionalidad de carácter preventivo ante un Tribunal Constitucional que opera como un brazo ejecutor de la política del gobierno, ajustando sus tiempos a las necesidades de este.

Parece claro que el gobierno movilizará a sus jueces y tribunales para dar una apariencia de legalidad a lo que no es otra cosa que una imposición arbitraria del poder. En un alarde de modernidad “democrática” esta derecha parece decidida a sustituir a los militares por los jueces y con los mismos fines represivos. Añaden los más viejos del lugar que no conviene confiar en que dicha substitución sea definitiva, salvo que los jueces consigan una “pacificación” de esa díscola población, como la de los militares, cosa poco probable.

Queda claro que el presidente sobresoldado no tiene ni idea de cómo resolver el “problema catalán” y que confía en su habitual recurso de la inacción, en el entendimiento de que si esta no consigue parar la consulta, se echará mano a los demás recursos, empezando por el uso de la fuerza.

De hecho ya se ha comenzado con las actividades de la Guardia Civil sin el correspondiente amparo judicial. Piénsese en qué puede pasar si en el curso de estos interrogatorios a los cargos públicos y funcionarios de la Generalitat, sucede alguna desgracia, prevista o imprevista. Para curarse en salud, la Generalitat ha denunciado en el juzgado a la Guardia Civil, supongo que por extralimitación de funciones y abuso de poder. A su vez, la Guardia Civil ha pedido amparo a los Mossos d’Esquadra frente a la manifa que la CUP tiene anunciada para mañana frente a su casa cuartel.

Está provocándose una situación de enfrentamiento institucional y desbarajuste de gobierno, lo que no es menos alarmante por el hecho de ser lo esperable en unos gobernantes neofranquistas cuyo espíritu democrático es inexistente.

Del otro lado, es llamativo el silencio de la izquierda no independentista, tanto española como catalana. Los Comunes todavía no han encontrado tiempo para condenar la actividad presuntamente ilegal de la Guardia Civil. Y PSOE y Podemos guardan un silencio cómplice frente a las arbitrariedades en Cataluña. Es de recordar aquí el famoso texto erróneamente atribuido a Brecht, siendo de Niemöller, acerca de quién no actúa y se rebela contra las injusticias porque afectan a otros sin darse cuenta de que él siguiente en la lista será él. Lo mismo con la izquierda: si esta no tiene la entereza y el espíritu de denunciar las arbitrariedades contra los independentistas, cuando los neofranquistas vayan por ella, tampoco habrá quien la defienda. No se olvide que el Sobresueldos, el gobierno y el PP actúan de acuerdo con pautas democráticas porque no les queda más remedio, igual que Rajoy tuvo que declarar ante el juez por obligación y a rastras, aunque luego dijera, con su habitual cinismo, que estaba contento de haber colaborado con la justicia. Ellos actúan más a gusto en contextos autoritarios.

Podemos no está jugando limpio en el asunto del referéndum y las declaraciones de sus dirigentes cada vez se parecen más a las del PP. El PSOE comulga con ellas de antes. Su propuesta de reformar la Constitución para neutralizar el referéndum es tardía, inviable y pobre. Cuando le aprietan las clavijas en asunto de la nación catalana, el PSOE camina del brazo del PP. Y que no se le ocurra aventurarse por vías nuevas, que llega la caudilla del sur, enarbolando la bandera de la una, grande y libre y empieza a mover la silla de Sanchez de nuevo. El plurinacionalismo es una bagatela y, aun así, despierta las iras encendidas de los socialistas más carpetovetónicos.

En resumen, una izquierda inútil, incapaz de aportar soluciones a los problemas colectivos si no es aceptando el marco conceptual y la idea de España de la derecha. Algo completamente absurdo porque esta tiene un interés patrimonial en el asunto (ya que considera que España es su cortijo y los españoles, sus esclavos), pero aquella, la izquierda, no tiene –o no debiera tener- otro que la justicia y el respeto a los derechos de los pueblos. De todos. No solo del suyo. Pues cuando solo se tienen en cuenta las intereses del pueblo propio, no se tiene en cuenta ningún interés salvo el del partido.

Un mar de artistas

La fundación Canal de Isabel II, de Madrid acoge una exposición temática sobre Picasso y el Mediterráneo cuya idea original parte del Museo Picasso de París y a la que se han sumado otros centros y museos ribereños del Mare Nostrum. El resultado es un puñado de unos noventa dibujos, grabados, aguafuertes y cerámicas picassianos que tienen como lejanísimo hilo conductor la presencia del MarMediterráneo en la vastísima obra del malagueño. La idea no es mala y, aunque lo fuera, daría igual: cualquier pretexto es aceptable para admirar acercarse a admirar lo que un genio puede hacer con un buril, un lápiz, un pincel y hasta con sus propios dedos.

Porque lo cierto es que el tema invocado está presente en toda la obra picassiana. No al extremo de pensar que sea decisivo en ella, pero sí en el de reaparece de una u otra forma en toda su producción. Por lo demás, una porción importante de las piezas exhibidas solo tangencialmente tienen que ver con el Mediterráneo y muchas de las más célebres que sí tienen relación directa con el mar, como la Suite Vollard, no están. No obstante, es de insistir, da igual: es obra de Picasso y siempre tiene interés.

La exposición dividida en cinco secciones (un ritual mediterráneo, el esplendor de los cuerpos, celebración mitológica, expresiones del mundo antiguo y fauna mediterránea)se abre con la más importante de todas, numerosos dibujos pertenecientes a la tauromaquia del artista. Quienes sentimos una repulsión profunda por las corridas de toros tenemos que hacer de tripas corazón y elevarnos a la contemplación estética de unos productos de cuyo contenido abominamos. Ciertamente, el toro es un animal casi totémico de las distintas culturas mediterráneas y unas le dan mejor tratamiento que otras. Está presente en Creta, en la imagen del Minotauro, por el que Picasso sentía especial predilección, aunque no por su carácter mediterráneo, sino por la inquietante fusión que representa entre la condición humana y la de la bestia. También lo está en diversos episodios de la mitología griega, desde el rapto de Europa hasta el toro de Creta, de uno de los trabajos de Hércules. Picasso, que era muy aficionado a los toros se toma como objetos las corridas y los diversos lances de estas, los picadores, los caballos, etc. Al propio tiempo va estilizando la figura del astado en una evolución muy bien tratada en la exposición, que empieza con cierto realismo y termina con imágenes de toros casi cubistas. Así se trasciende también el Mediterráneo y se eterniza la creación artística porque lo que más llama la atención de las representaciones picassianas es cuánto se parecen estas a los toros de Altamira.

El resto de la exposición, en efecto, apunta a temas mediterráneos, que componen una vasta constelación de influencias detectables en el pintor desde sus mismos orígenes. Son muy de admirar las distintas visiones de los desnudos. Además de los propios, que plasma en muy diversos soportes, papel o cerámica, con una sensualidad siempre presente pero como al desgaire, hay otros que le sirven para rendir tributo a algunos pintores muy característicos, singularmente Hans Memling, con sus mujeres de elegantes sombreros oblicuos.

Las figuras de los faunos, seres mitológicos por excelencia, sirven de contrapunto a algunas escenas legendarias del mundo bíblico, como el episodio de David y Betsabé, del que hay algunas variaciones muy curiosas.

Especial interés también las ilustraciones de Picasso a una obra de Jean Cocteau, con quien le unió una gran amistad y con quien trabajó en repetidas ocasiones. Cocteau le consideraba uno de los genios del siglo, le dedicó varios ensayos y una Oda a Picasso.

dissabte, 29 de juliol del 2017

Retrato de un presunto

La declaración de Rajoy en el proceso de la Gürtel fue una vergüenza universal. La parcialidad del presidente del tribunal añadió bochorno y dejó claro que en España no hay justicia. Un bochorno inútil porque el de los sobresueldos se mueve perfectamente entre las trampas y amaños judiciales. Le viene de familia. Su padre, Mariano Rajoy Sobredo, fue el presidente de la Audiencia de Pontevedra cuando se dirimió el escándalo del aceite de Redondela, una gigantesca estafa de los años setenta de la oligarquía franquista, en la que estaba implicado un hermano del dictador. La sentencia solo condenó a los muertos, de los que hubo varios en circunstancias sospechosas durante la instrucción. Más o menos como ahora. Los vivos, empezando por el hermanito, siguieron en el bollo. Al año siguiente, un jovencísimo Rajoy sacaba las oposiciones de registrador de la propiedad. Igual destino tuvieron sus tres hermanos, dos registradores y un notario. Realmente extraordinario.

No es de extrañar que el hijo del juez estuviera convencido de ser de una estirpe superior y escribiera algún articulejo en un periodiquillo local asegurando que está científicamente demostrado que los seres humanos no somos iguales pues los hijos de "buena estirpe" superan a los demás. El ejemplo era él, claro, un hombre que no solamente no sabe escribir sino que apenas sabe hablar. Bebía esta doctrina en sus grandes inspiradores morales e intelectuales, aparte de su padre, Franco, Fraga y González de la Mora, el que achacaba el ideal de la igualdad a la envidia igualitaria, el tósigo que corroe el espíritu contemporáneo.

Con este bagaje intelectual, apenas aprobadas las oposiciones de registrador, Rajoy pidió la excedencia en el cuerpo (aunque las circunstancias siguen sin estar claras) para dedicarse en cuerpo y alma al PP, partido en el que lleva militando y ocupando cargos sin parar desde 1981, hace 36 años y con 26 de edad. Un político profesional que no ha hecho otra cosa que mentir y no ha trabajado nunca fuera de la política.

No ha trabajado, pero sí cobrado por no trabajar. Según parece, entre 1990 y 2004 (es decir, siendo diputado, ministro, de todo) recibió más
de un millón y medio de euros de sobresueldos con cargo a la caja B del partido. Igual que varios de sus colegas y eso mientras predicaban a la gente que tragara recortes y restricciones porque estaba viviendo por encima de sus posibilidades. Sobresueldos que superaban con mucho en un año lo que un trabajador normal puede ganar en diez y con suerte. Obviamente estos cobros son pura corrupción y el intento del gobierno, amparado por los medios, de calificarlos de otro modo, algo inadmisible. Son tan corrupción como todo lo que tiene que ver con la Gürtel porque son parte de esta gigantesca estafa a la ciudadanía. ¿Alguien en su sano juicio pagaría 800.000 euros a Ana Mato por lo que fuese? ¿O tres millones a Bárcenas?

Solo por estos incalificables sobresueldos, que Rajoy ocultaba en su caso mintiendo repetidas veces en la televisión sobre sus emolumentos, tanto él como el resto de beneficiarios deberían de haber dimitido. En lugar de ello, se organizaron en forma de asociación con fines presuntamente delictivos -a la que llamaron "partido político"- y se dedicaron a saquear el país, a expoliarlo de todas las formas y en todos los lugares posibles: en Galicia, en Baleares, en Valencia, en Madrid, en las dos Castillas, en todas partes. Y en todas circunstancias: licitaciones, adjudicaciones, recalificaciones, malversaciones,  subvenciones, mordidas, todo servía para enriquecer a una banda de granujas por importes estratosféricos. A los sobresueldos se añadía tanto dinero sucio que la banda acabó estableciendo métodos propios de blanqueo, algunos muy divertidos como los que presuntamente funcionaban en el gobierno municipal de Rita Barberá.

Y el jefe de ese quilombo de ladrones era Rajoy. Repasen la galería de fotos de la corrupción en España. En todas ellas aparece algún sinvergüenza imputado, procesado, condenado y en todas ellas está también Rajoy cantando las alabanzas del ladrón de turno. Incluso asegurando estar dispuesto a hacer en España lo que el mangante tal o el ladrón cual estaban haciendo en sus respectivos cortijos.

Esto permite calibrar la cara dura del personaje que ayer compareció en La Moncloa para hacer balance triunfalista de un año más de desgobierno en España en el que se ha dado todo tipo de delitos, sin mencionar ni una vez la "corrupción" que es precisamente la que lo llevó a declarar ante los jueces o los que pasan por tales. ¿Cómo es esto posible? Porque el franquista Rajoy aplica más doctrinas de sus maestros. Una de las más acendradas de los tiempos de Franco: da igual lo que hagas y las mentiras que cuentes. Nadie va a protestar. Con Franco, no había libertad de expresión y los medios eran todos propaganda del régimen gracias a la represión y el miedo. O sea, todos callados. Hoy es algo parecido, aunque la represión a lo bestia ha sido sustituida por el soborno y la compra de los medios y la permanente injerencia del poder en la judicatura que ha convertido la administración de justicia en otra vergüenza.

La banda lleva seis años esquilmando el país: ha vaciado el fondo de las pensiones para entregárselo a los bancos a fin de que se resarzan de los latrocinios que sus gentes, Blesa, Rato, han cometido en ellos; ha empobrecido a los pensionistas, mientras ellos se han autoamnistiado en sus robos y fraudes; arrebatado los derechos laborales a los trabajadores y enchufado a sus amigos y allegados en condiciones de cine; eliminado los fondos de la memoria histórica (para impedir que se haga justicia con los más de cien mil asesinados por el franquismo); reducido las prestaciones por desempleo; suprimido los subsidios a la dependencia (excepto, al parecer, la de su padre, que pagamos todos los españoles a unos 3.000 euros al mes); empujado a los jóvenes a la emigración; desamparado a las víctimas de los malos tratos.

Aparte de tener a los medios comprados (menos algunos digitales) y cantando sus alabanzas diariamente sin ningún sentido del ridículo, el sobresueldos se sabe impune porque, si alguien osa protestar, se le aplica la Ley Mordaza, que sigue en vigor para escarnio de una izquierda tan inepta como cobarde. O se le persigue por medios ilegales, a través de operaciones de guerra sucia urdidas en las cloacas de un Estado que es todo él una inmensa cloaca.

La oposición de izquierda quiere obligarlo a comparecer de nuevo en sede parlamentaria en lo que ya empieza a ser una rutina que él mismo califica como tal: la rutina de la habitual sarta de mentiras tanto en sede judicial como en la parlamentaria. Ahora parece que lo han pillado mintiendo en firme en su declaración en la Gürtel porque sí conocía los detalles económicos de las campañas electorales que dirigía, a pesar de haberlo negado ante el juez. Queda por saber si alguien se atreverá a denunciarlo y si los jueces proceden como debieran o vuelven a echarle una mano para que se vaya de rositas. Me inclino por lo segundo. 

Este es el personaje que ha destrozado el Estado de derecho en España a base de extrapolar al conjunto del país los usos y abusos de un caciquismo provinciano y reaccionario, el que ha arruinado el país, empobrecido a la población y establecido un sistema general caracterizado por el autoritarismo y la corrupción a partes iguales. El que comparece ante los medios para cantar sus propias alabanzas en esa oratoria confusa y lamentable que se gasta.

Se apresta ahora a coronar su vergonzosa gestión con su actitud intolerante y represiva con Cataluña, que ha sido siempre y ahora mucho más, un acicate al independentismo. Cada vez está más claro que Rajoy no solo será el presidente que ha esquilmado un país sino también el que lo ha desmembrado. 

Entiendo perfectamente que la dinámica catalana se lleve a las últimas consecuencias de la independencia. La comparecencia de Rajoy es la enésima prueba de que España no tiene arreglo, que no hay diferencia entre este gobierno corrupto y el Estado, que este gobierno es todo lo que el Estado puede dar de sí, que no hay esperanza real de regeneración y menos de la mano de una izquierda española acobardada, impotente para proteger los derechos pisoteados de las personas, incapaz de imaginar una España distinta de la orgía de corrupción, delincuencia y beaterío que estos neofranquistas ha vuelto a poner en pie.

La vergüenza empieza ya a visitar a esa izquierda española sumisa a la derecha como se comprueba por el hecho de que nadie todavía (solo sus víctimas directas, los catalanes) haya denunciado las actividades aparentemente irregulares de la Guardia Civil en Cataluña. Están los guardias interrogando y hasta acusando a ciudadanos según parece sin la correspondiente autorización judicial. Es decir, la Guardia Civil está evidenciando un estado de excepción de hecho que Cataluña lleva tiempo viviendo.  Y la izquierda, callada.

divendres, 28 de juliol del 2017

Ocultar lo inocultable

El tratamiento de los medios de la inenarrable comparecencia del presidente ha sido sublime. Los principales diarios de la capital ignoraban la noticia en portada o la reducían a un miserable sueltecillo en un rincón. Las fotos eran para el Rey en Barcelona, hablando del espíritu de concordia olímpica junto al réprobo por antonomasia, Puigdemont. Una cortina de humo patriótica.

Supongo que, si se pregunta a los directores de estos diarios, darán una teórica sobre la responsabilidad de Estado y la necesidad de no añadir gasolina al fuego. Excusas de prensa partidista, al servicio del gobierno. No del Estado, como pretende, sino del gobierno; de este gobierno, obsesionado por parapetarse tras la figura del Rey que cada vez resulta más patético.

Incidentalmente, cuán agradecidos debemos estar a internet y la prensa digital. Gracias a ella y a las redes estamos informados. Los medios impresos, en general, ya no tienen el monopolio de inventarse la realidad y sus productos carecen de crédito. En su respaldo unánime a un gobierno sin perspectivas y sin apoyo social fracasan como empresas y los medios digitales sobreviven.

Puestos a ocultar, el que mejor lo ha hecho es ese jefe nacional de FET y de la TVE, José Antonio Sánchez, que decidió simplemente no dar la noticia de la declaración del de los sobresueldos, sustituyéndola (ya me he enterado) por una receta de bechamel. Sostiene el suprascrito que la decisión fue un acierto. Nadie, al parecer, le ha pedido que explique por qué dado que el hombre tiene cara de pocos (aunque poderosos) amigos. Y sería interesante saberlo ya que desde el punto de vista empresarial, comercial, es un desatino.

La razón está en el fondo de esta siniestra opereta de la agonía de un presidente que se obstina en no hacer lo único sensato que puede hacer: dimitir. Mientras la realidad sea esta, en efecto, la decisión de no emitir la declaración es un acierto. Lo más acertado que cabe hacer con el de los sobresueldos es ocultarlo. Pero la decisión es ridícula porque llega tarde. El presidente ya ha dado el espectáculo y, a pesar de las ayudas del tribunal, ha ido patinando y empeorando su situación.

Lo han pillado mintiendo sobre su conocimiento de los gastos electorales. Y es que no tenía escapatoria. Pero ¿cómo va a creer nadie que el director de la campaña electoral de un partido no sepa cuál es su presupuesto? ¿Cómo toma las decisiones? ¿A la carta más alta? Claro que tanto él como García Escudero conocían los pormenores económicos de la financiación electoral del PP. Lo que aporta Público es una prueba incontrovertible que puede servir para imputar al presidente en la vía penal.

Sería un poco el modelo Al Capone, pillado en un asunto aparentemente trivial. De todas formas, se le impute por esta mentira o por alguna otra, el gobierno de Rajoy no saldrá del pantano procesal. El fallo del sistema fue cuando no se pudo forzar la dimisión fulminante de un individuo que había estado embolsándose no sé cuántos cientos de miles de euros de sobresueldos de la caja B. 

A todo esto, es posible que haya, sí, cortina de humo. La que oculta que la Guardia Civil anda interrogando a distintos cargos públicos catalanes y hasta advirtiéndoles de una posible imputación por el delito de sedición, sin que esté claro si dispone de mandato judicial. Más bien parece que no, pues el juez ha negado providencia alguna en ese sentido. De ser así, ¿bajo qué autoridad actúa la Guardia Civil? Siquiendo órdenes ¿de quién?

Esa debiera ser noticia en los medios que, recuérdese, tienen como función controlar al poder.

La conferencia de Cartagena sobre la política de la postverdad


Es un vídeo artesanal pero está bastante bien y, sobre todo, lleva un gran trabajo de montaje. Gracias, Antonio.

No comento el contenido porque se comenta solo. España es el reino de la postverdad: gobernada desde hace siglos (y hoy más que nunca) por una oligarquía de incompetentes, corruptos, ladrones y meapilas, ha llegado al colapso y al punto de la desintegración.

Notable trabajo el de esta caterva que todavía piensa que puede dar lecciones a alguien, cuando ha arruinado un imperio y destruido una nación que no pudo llegar a ser.

El vergonzoso episodio de la declaración del Sobresueldos, escurriéndose con prepotencia con la ayuda del presidente del "tribunal" es la enésime prueba de que el país no tiene  arreglo.

dijous, 27 de juliol del 2017

Todas las mentiras del presidente de los sobresueldos

La vida de Rajoy gira en torno a la mentira. Todo cuanto hace y dice es falso. Él lo sabe. Todos lo sabemos. Él sabe que lo sabemos y nosotros, que él sabe que lo sabemos. Así, nadie puede llamarse a engaño. Todo previsible y de sentido común. Los estallidos de ira generalizados al comentar la comparecencia (excepto en el PP, en donde los estallidos han sido de júbilo) son muestra de impotencia ante el peso inmutable de la mentira institucionalizada, de la postverdad. La comparecencia del hombre de los sobresueldos ha sido la apoteosis de la postverdad.

Estoy contento de haber colaborado con la justicia, dice, muy ufano. Todo falso. No está contento sino irritado, altanero y con su punto de chulería. No ha colaborado sino todo lo contrario: ha entorpecido cuanto ha podido y no ha aportado nada al proceso. Y, por la vergonzosa sesión que se vivió ayer en la sala, con los privilegios del testigo y la complicidad del presidente, esto tampoco es justicia. Por no ser verdad quizá ni lo sea que esté. Esté, del verbo estar. Vivir en la nube de la más hilarante patraña no es propiamente "estar".

Que la declaración iba a ser procesalmente inútil era evidente desde la citación. Pero había que hacerla y el declarante la escenificó a entera satisfacción del nutrido equipo que se la había preparado y con la oportuna y obvia ayuda del presidente del tribunal cada vez que el interrogatorio apuntaba a asuntos de enjundia. En realidad, el hombre solo ha conseguido aplazar su confesión inculpatoria a la vista de la siguiente pieza de la Gürtel, la de Bárcenas, con quien parece haberse pactado una especie de omertá. En el ínterin, a seguir mintiendo.

La televisión pública, TV1, no dio la comparecencia. En el reino de la postverdad o la más descarada mentira, la declaración del presidente del gobierno no es noticiable. En su lugar, los contribuyentes financiamos la emisión de un documental sobre el cultivo de las setas o algo así. Todas las demás teles la dieron y los digitales y todos los medios extranjeros. ¿Qué decir de este escamoteo de TVE? Pues lo que se decía en España durante la Segunda Guerra Mundial: "menos viajar y más leer el 'Informaciones'". Aquí, lo mismo: menos preguntar y más hacerse un curso de micología en la tele.

Las repercusiones políticas internas y exteriores de la farsa de ayer tendrán largo recorrido. Un recorrido de walking dead. Porque, en realidad, de acuerdo con todos los cánones escritos y no escritos de la cultura democrática, este presidente debió dimitir en aquel ya lejano momento en que se descubrió que habían estado (él y sus amigos) cobrando sobresueldos de una caja B. 

Son los walking dead de la mentira y la postverdad que, al principio, pretendieron defender la legalidad de esos sobresueldos siempre que se declarasen a Hacienda. Es decir, tratando de convertir un asunto político en uno de legalidad. El   problema no radica en la legalidad del cobro, sino en su moralidad, si es admisible que unas personas perciban una gratificación por dedicarse a la política por encima de lo estipulado en la ley.

Cuando empezó a entender que el asunto era de responsabilidad política, el presidente de los sobresueldos reconoció en sede parlamentaria haberlos cobrado, pero los llamó "pluses de productividad", como sucede, decía, en todas las empresas. Porque, en efecto, el PP es para estos corruptos una especie de empresa a la que se va a hacerse con un capitalito. 

Ayer volvió a quedar claro que Rajoy y los suyos habían cobrado los famosos sobresueldos, aunque se los volvió a bautizar con otro embuste, como "complementos" o algo así. Y todos procedentes de la caja B, símbolo y santo grial de la corrupción del PP. No hace falta seguir el desarrollo de los procesos penales. El mero hecho de haber cobrado sobresueldos deslegitima al presidente y resto de gobernantes y debiera suponer su dimisión inmediata por puro sentido de la decencia.

Al no haberse producido en todo este tiempo, es poco probable que vaya a producirse ahora por una mentira más en esta situación en que el debate público es tóxico. Sánchez puede desgañitarse pidiendo la dimisión del de los sobresueldos armado con un decálogo de exigencias, como un nuevo Moisés. No va a conseguirla. Iglesias apremia con la moción de censura. Pero, para que esta triunfe, se precisan los votos de los indepes catalanes, condicionados a un referéndum del que el PSOE no quiere oír hablar.

Es decir, seguirá el alegre festival de la corrupción a cargo de los políticos de los sobresueldos que continuarán haciendo sus fechorías de privatizar, renacionalizar, volver a privatizar, especular, recalificar y, en general, esquilmar el país por todos sus poros.

La derecha gobierna por inhibición de la izquierda; de toda la izquierda, el PSOE, Podemos, los republicanos catalanes. Es un caso patético en el que la mentira se mantiene por deserción de las verdades alternativas, que se refugian en nichos de conveniencia: al PSOE le interesa que sea el PP el que blanda la porra en Cataluña; Podemos necesita tiempo muerto para recomponerse ante unas elecciones. Los Republicanos catalanes quizá tengan más opciones. En principio, prefieren un gobierno del PP porque simplifica los trámites y permite movilizar más apoyos. Pero también podría argumentarse -y siempre con criterio pragmático- que le interesa más un gobierno de izquierda que, si no admite pactar un referéndum se comprometa a convocar elecciones anticipadas. Quizá eso dejaría expedita la hoja de ruta.

Rajoy no dimitirá. Lo único que quizá lo moviera a disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas sería el anuncio de una moción de censura con los votos de los indepes. En cualquiera de los dos casos, las elecciones anticipadas -esas que querían evitarse incluso a costa de dar el gobierno al PP- parecen inevitables porque la alternativa son dos años más de gobierno  de mentiras y corrupción institucionalizadas. Dos años más de cercenar el futuro de unas generaciones que esperan tener alguna oportunidad.

Por supuesto, las elecciones anticipadas abrirán un periodo de incertidumbre en el que nadie sabe cómo se desarrollará la hoja de ruta catalana desde el punto de vista de la parte española. Justo en el momento de mayor confusión, los únicos que tienen un blueprint son los indepes catalanes. Los nacionalistas españoles no tienen nada que no sea defender el estatu quo y, aun en esto, con diferencias profundas.

dimecres, 26 de juliol del 2017

Una comparecencia "normal"

El presidente del gobierno -que lleva seis años riéndose de los gobernados- ha hecho cuanto ha podido por evitar la comparecencia. Su partido ha obstaculizado la acción de la justicia desde el comienzo; él mismo se ha negado siempre a dar cuentas; no quería comparecer en persona, sino a través de plasma. Pero, al final, no ha tenido otro remedio que ceder, a regañadientes, según se ve. Recuerda aquella otra comparecencia en un pleno del Congreso un 1º de agosto en la que se le pidieron cuentas por sus tratos con Bárcenas y a la que hubo que arrastrarlo con una amenaza de moción de censura. Al final la democracia se impone por encima de las maniobras para burlarla.

La declaración de Rajoy tiene dos aspectos, uno mediático y otro más concretamente procesal. La queja de quienes se oponen a la comparecencia se dirige a lo primero, a lo que se llama "pena de paseillo" o maltrato mediático, un castigo injusto debido solamente a la relevancia del personaje. Es cierto a la par que inevitable, pues la democracia requiere transparencia. Por lo demás, esa pena suplementaria no se daría si el presidente no estuviera involucrado de algún modo en el proceso penal. Este se refiere a las presuntas fechorías cometidas por un partido en el que él ha sido todo: tesorero, secretario general y presidente. Resulta razonable y nada exagerado pensar que algo sabrá, de algo se habrá enterado en diez años.

En el campo procesal, a la hora de calibrar la declaración de Rajoy que versará sin duda sobre lo que sabía y no sabía de los hechos enjuiciados, conviene rememorar otra declaración histórica del mismo personaje. El 11 de marzo de 2009, con motivo de las primeras detenciones en el caso Gürtel, Rajoy reunió a la Comisión Ejecutiva Nacional de su partido en la sede de Génova para hacer una solemne declaración institucional según la cual la Gürtel no era una trama del PP, sino una trama contra el PP y arremetía contra jueces y fiscales a alguno de los cuales le salió cara su implicación. Vista ocho años después, la foto impresiona. En ella aparecen muy cariacontecidos Arenas, Sáez de Santamaría, Ruiz Gallardón, Aguirre, Barberá, Mato, Monago, Camps, Botella, García Escudero, Trillo, Cospedal, el propio Rajoy. Todos directa o indirectamente relacionados con la Gürtel y todos sentando plaza de puros y escandalizados, cuando el que no se lo llevaba crudo por la cara, cobraba sobresueldos o repartía comisiones en el partido más corrupto de la historia. 

La afirmación de 2009 de la trama "contra el PP" era una patraña y así está demostrándose en los diversos procesos judiciales en curso. La cuestión es si ahora va a contar otra patraña sosteniendo que no sabía nada cuando hace ocho años lo sabía todo, hasta el punto de sostener que todo era falso. Y no lo era. La "trama contra el PP" lo ha llevado a él a declarar como testigo. La cuestión está en el crédito que merezca su declaración, cosa difícil porque se mueve entre los dos imprecisos extremos de negar lo que es y negar que se haya negado.

Resultará que la comparecencia será, como dice el portavoz del partido del gobierno, "normal". En efecto, muy normal: Rajoy leerá las respuestas para no decir nada. La única esperanza es que improvise en algo y se líe.

Llegan los intelectuales

Aquí mi artículo de hoy en elmón.cat, titulado La torre de marfil, las barricadas y las cloacas, a propósito del reciente manifiesto de doscientos intelectuales y artistas catalanes en contra del referéndum. No tengo nada en contra de los manifiestos. Al contrario, soy muy partidario de ellos. Contribuyen a animar y clarificar los debates, a saber en dónde está cada cual y qué razones se esgrimen. En el caso catalán llama la atención que, de momento, solo se hayan producido reacciones de intelectuales en contra del referéndum. No las hay a favor. Y mucho menos a favor del referéndum catalán firmados por intelectuales españoles. El artículo de elMón.cat trata de buscar alguna explicación a esta curiosa ausencia.

Aquí, la versión castellana:

La torre de marfil, las barricadas y las cloacas

Hemos entrado en la fase de la guerra de los manifiestos. Menudean los obuses de papel de abajofirmantes, las declaraciones en los aparatos mediáticos del régimen en contra del referéndum. Se mide y pesa la autoridad de las firmas y se espera que estas arrastren voluntades entre los lectores. La torre de marfil tiene troneras y desde ellas se defiende la posición unionista en España. Para encontrar gente de igual o superior peso hay que mirar al extranjero, en donde firman los partidarios del referéndum catalán. En España, ni los de la extrema izquierda.

Es parte del frente propagandístico-mediático de un conflicto que, de ser considerado un falso problema creado por una elite privilegiada y corrupta, ha pasado a ser la cuestión prioritaria en todos los aspectos de la vida colectiva hoy en España. Y es lógico. ¿Por qué iba a serlo en los campos político, económico, social, institucional o mediático y no también en el artístico, literario, musical y hasta religioso?

Los combatientes ocupan sus puestos. La torre de marfil apunta a las barricadas. Y ahí se encuentra con una respuesta contundente. Las posiciones ideológicas son minoritarias, inevitablemente elitistas y confían su fuerza a la calidad de sus nombres. Las otras son anónimas, pero muy nutridas con un movimiento social permanente, constante y prolongado en el tiempo. Las barricadas son la revolución; los manifiestos elitistas, la contrarrevolución. Paradojas de unas biografías previsibles.

Las posiciones ideológicas de los manifiestos se orientan a convencer a las masas anónimas que nutren el movimiento social. La calidad trata de arrastrar a la cantidad porque reconoce que, en el asunto concreto de que se trata (quién esté legitimado para decidir), la cantidad es el argumento definitivo. La cuestión de si es la cantidad española o la catalana no es secundaria pero no hace aquí al caso. Al caso hace la cantidad como criterio. La barricada y la revolución frente a la torre de marfil con troneras.

Interesante es, al tiempo, que esa defensa ideológica del unionismo se haga paralelamente a una realidad institucional, material, una acción del Estado que niega en la práctica lo que las elites predican en la teoría. “El Estado de derecho también se defiende en las cloacas” dijo en cierta memorable ocasión Felipe González. Y es cierto pero, a continuación, es preciso aclarar cómo se defiende: si haciendo más efectivas las cloacas o sea más sucia la guerra sucia, o acabando con ella.

Ahí es donde debe medirse el valor de estos manifiestos que intervienen en un conflicto, que empiezan por negar toda equidistancia. Y a fe que es cierto pues solo atacan a uno de los bandos, el independentista, sin considerar siquiera la posibilidad de que este sea en buena medida una respuesta a una actitud persecutoria, ilegal, arbitraria del Estado cuya última manifestación es la guerra sucia del gobierno contra él.

La guerra sucia sitúa el conflicto en un terreno muy resbaladizo. Si los encargados de velar por la seguridad de todos, incluidos los independentistas, recurren a procedimientos delictivos, nadie puede estar seguro. Ni los que firman manifiestos. Y estos acaban, quizá, justificando la injusticia cosa que, es de suponer, está fuera de sus genuinos propósitos.

Con un ejemplo se aclara el asunto. Entre quienes se han manifestado contra el independentismo se ha manejado la idea y esperanza de que se rompa la “espiral del silencio” en Cataluña. Dando por supuesto que se trata de la teoría de Noelle-Neumann y que tomamos las precauciones adecuadas a la evolución ideológica de la autora, la pregunta es: ¿han intentado aplicar la teoría a la opinión española? ¿Han comprobado si hay en España espiral del silencio respecto al independentismo catalán? De haberla, ¿han hecho una comparativa con la de Cataluña?

Isabel Coixet dice que no ser idependentista no te convierte en fascista. Por supuesto. Y serlo tampoco te hace nazi. Pero hay una diferencia que no puede pasarse por alto: quienes llaman “fascista” a Coixet no lo son ni lo han sido nunca; quienes llaman “nazis” a los independentistas, si no lo son ahora, lo fueron. Como Noelle-Neumann.

Conviene saber con quién está cada cual.

dimarts, 25 de juliol del 2017

La nación tardía

En la historiografía germánica suele calificarse el proceso de unificación alemana del siglo XIX como el surgimiento de una "nación tardía" (verspätete Nation) y el calificativo se extiende a la italiana, más o menos coetánea. Son "tardías" por constituirse en el XIX, no como naciones, sino como Estados, cuando otras europeas ya lo habían hecho en los siglos anteriores (del XVI en adelante), Holanda, España, Inglaterra, Francia, Dinamarca, etc. ¿Qué decir entonces del renacimiento del debate sobre la nación española en el XXI? Que o se constituyó falsamente en el XVI (al menos como nación, aunque lo fuera como Estado); o se constituyó verdaderamente en el XVI pero se "desconstituyó" en el ínterin; o aquí alguien se inventa las cuestiones solo con ánimo de alterar aviesamente la plácida existencia de Rajoy.

A comienzos de su primer mandato, en 2004, Zapatero, sin duda iluminado por el espíritu de sabiduría que reina en el Senado, dijo algo que pertenece al reino de la experiencia y la razón; dijo que el concepto de nación es discutido y discutible. Entendiendo que se refería a la española, un enfurecido Rajoy le saltó al cuello dialéctico, montado en el caballo blanco de Santiago (patrón de España y más, hoy), sosteniendo que la nación no se discute y no es discutible. Ante el ataque , el pobre Zapatero, según su costumbre, murmuró alguna confusa justificación y se puso a salvo antes de que los patriotas de Cristo y cucurucho le dieran su merecido.

Sin embargo, hasta Rajoy se da cuenta de que la nación es un concepto discutido puesto que todo el mundo lo discute se ponga él como se ponga. Si, además, es indiscutible, depende del poder que tengan los Rajoys. Si pueden, impedirán por la fuerza que se discuta y, por lo tanto, será indiscutible. Pero, en sí misma, la nación es concepto tan discutido como discutible. Y sería de desear que los Rajoys fueran neutralizados para que la gente pueda discutir pacíficamente conceptos que son esenciales en toda convivencia humana sin tener que aceptar construcciones patrióticas falsas, llenas de oropeles y bambolla, enarboladas y predicadas por unos gobernantes cuya única preocupación real es robar. Es decir, sin perder el tiempo con herederos del franquismo que pretenden imponer su cuartelaria idea de una nación que no es una, no es grande y tampoco es libre, aunque lo repitan como las carracas.

Ahora es el PSOE en su conjunto el que se enfrenta a este espinoso problema en España. Por fin. Y lo hace dando pie a esta consideración de que recela de la plurinacionalidad defendida por Sánchez. No es exactamente la posición de Rajoy, pero se le acerca porque, en realidad, acepta acríticamente la idea de "nación española" acuñada a sangre y fuego por el fascismo e impuesta durante 40 años como victoria incuestionable. "Recelar" no equivale a condenar a las penas del infierno, pero no le anda muy lejos. El PSOE, al parecer, "desconfía" de la expresión. Y, exactamente, ¿por qué? No por la veracidad que encierra pues es obvio que el Estado español contiene varias naciones (dejemos la cantidad y el nombre a la afición discutidora) sino por el alcance que pueda tener (si nación "cultural", "pluscuancultural" o "política") y su impacto en la distribución territorial del poder político y los recursos económicos. Sobre todo los recursos económicos, para qué vamos a engañarnos.

Llueven las propuestas, reveladoras de profundas diferencias: "federalismo simétrico", "idem asimétrico", "federación de islas". No nos entretendremos en valorar las distintas motivaciones de las propuestas. Solo señalaremos que el "recelo" frente a la plurinacionalidad revela el rechazo a la existencia de otras naciones en España que no sean la española. Y, si esto es así, que lo es, la diferencia entre la actitud del PSOE y la de Rajoy es solo la grosería del segundo. 

En el fondo, la llamada "cuestión catalana" que (insisto por enésima vez) es la "cuestión española" ha fracturado, ha triturado a la izquierda del Estado. El PSOE no es un caso único. Algo así sucede en Podemos: aunque se reconoce el derecho a decidir de los catalanes, se hace desde una perspectiva nacional-española menos autoritaria e impositiva que las otras pero, en el fondo, coincidente con ellas. Lo que tiene que hacer la nación española con la catalana (y cualesquiera otras díscolas) es "seducirla". Como si eso fuera fácil con un posible "seducido" mucho más avanzado y elaborado que el "seductor" y como si este tuviera algo con qué seducir. 

En el PSOE les pasa lo mismo, aunque con menos perifollos teóricos. Recelan de la "plurinacionalidad" de Sánchez, de la que, en el fondo, recela el propio Sánchez, porque temen que las demás naciones exijan sus derechos y, claro, una cosa es llamarse nación y otra distinta ejercer de tal. ¿Se quiere una prueba de desconcierto de la izquierda española ante el independentismo catalán? Sáquese a relucir la República, que cristalizará en una Cataluña independiente y seguirá sin poder mencionarse en una España sumisa a una Monarquía que, en realidad, no es legítima. ¿Y se quiere una prueba de la prueba republicana? Dígase que ha hecho la izquierda española por abrir las fosas de las más de cien mil personas asesinadas por los franquistas.

El "recelo" ante la plurinacionalidad se hace evidente en la narrativa federal del PSOE, resucitada tras veinte años de hibernación y remozada en el reino de Granada no ha mucho. Y ahí son muy de ver las mencionadas variantes de federalismo "cooperativo", "simétrico", asímétrico", u "homotético". La variedad demuestra que no hay un acuerdo respecto a qué signifique en concreto "federalismo".

Pero lo más importante, lo decisivo, es lo que ni se menciona. La cuestión de si el federalismo es una solución que se propone, se aprueba y se impone desde una única instancia de poder o si se trata de una forma que las posibles partes componentes (las discutidas y discutibles pero innegables naciones) eligen libremente, pudiendo optar por la independencia.

Ese es el problema de la izquierda y, por extensión, de España.

dilluns, 24 de juliol del 2017

Dirá la postverdad

Sánchez ejerce un liderazgo contundente, de reforma. Sin ser diputado controla el grupo parlamentario al tiempo que hace las fundaciones teresianas por los congresos de las agrupaciones y elabora un discurso más matizado y complejo, algo más atento a la realidad del Estado que las voces de mando del cuartel monclovita. Hay una muestra de nueva voluntad dialogante, frente a a la actitud de Rajoy de defender una España con Cataluña dentro, pero sin contar con Cataluña. A Sánchez corresponde explicar qué entiende él por contar con Cataluña cuando empieza por negarle la posibilidad de explicarse mediante un referéndum.

Al margen de estas incertidumbres que, en el fondo, son certidumbres veladas, el liderazgo de Sánchez es robusto y la hegemonía del PSOE está asegurada. Esas declaraciones pidiendo a Rajoy que por una vez en la vida diga la verdad son las que corresponden a un político con una idea de la dignidad de su quehacer y algún tipo de principios. Hablan mucho de la persona pero poco de su tino. A Rajoy la verdad le importa una higa. Ni sabe lo que es. Solo le interesa detentar el poder  por los medios que sean. La verdad y la mentira son aquí irrelevantes. Las dos valen lo mismo: nada. Rajoy vive en la postverdad. Lo que le importa es despertar sentimientos, levantar ánimos en favor de su seguimiento ciego. 

Él mismo lo aclaró al comienzo de su mandato en 2012: No he cumplido con mis promesas, pero he cumplido con mi deber. Y ¿cuál puede ser su deber si no es cumplir sus promesas? Saquear el país en beneficio de los pivilegiados.

Briantiburrillo

El desbarajuste es colosal. Los anticapis rompen con los bolches de la línea general a causa de la posible coalición de Castilla La Mancha (vade retro PSOE) y del giro de 180º en el referéndum catalán sintetizado en la negativa de Iglesias a votar en el referéndum caso de llamarse Esglésias. Esta fractura ideológica repercute en las territoriales con las confluencias soberanistas, singularmente en Galicia. La izquierda debe apoyar el referéndum pase lo que pase, truena jupiterino Beiras. Entre estas dos actitudes, los menches errejonistas, adoradores del just milieu, defienden el referéndum, pero no está claro si también el unilateral. El zafarrancho es considerable a algo más de dos meses del 1/10. La entrada de Cataluña en el juego, esto es, el impacto del desbarajuste de la izquierda en las franquicias catalanas, convierte la discordia en un pandemónium. Predomina el ánimo en pro de la votación en el referéndum pero de distintos modos. Podem -a su vez distanciado de los Comunes, uno de cuyos líderes es socio estrecho de Podemos en Madrid-parece decantarse por participar en el referéndum del tipo que sea; los Comunes no tanto. Sostienen que el referéndum debe celebrarse por ser consulta democrática, pero no le dan valor de tal, sino de "movilización popular" o algo así de impreciso.

Resumiendo: la probabilidad de que esta izquierda llegue a una unidad de acción con la otra, el PSOE (que para muchos es un ente maléfico, un íncubo luciferino), parecen escasas. Sin esa unión resulta imposible desplazar el gobierno de la derecha, objetivo prioritario, sin embargo, de ambas izquierdas.

Así, como suena.

diumenge, 23 de juliol del 2017

El fracaso de la izquierda

Los dos partidos, PSOE y Podemos, dicen ser de izquierda. En ambos hay militantes muy críticos con el otro; con el PSOE por neoliberal y con Podemos por populista. Pero no es el mayor problema al que los dos se enfrentan. Sus respectivas circunstancias internas no reflejan la unidad de criterio esperable en los partidos. El PSOE sigue bastante fracturado después de las primarias. La victoria de Sánchez no ha pacificado del todo la organización. Se mantienen federaciones y agrupaciones conflictivas y enfrentadas en controversias personales, ideológicas y estratégicas, todas mezcladas. 

Podemos, a su vez, aun está más fragmentado. No es un partido al uso, sino un mosaico irregular, compuesto con teselas de distinta naturaleza en las que, además de las personales, ideológicas y estratégicas, se dan las orgánicas, pues se trata de una amalgama de confluencias, fusiones y semifusiones. Paradójicamente el factor que mantiene la unidad de esta organización surgida de un espíritu antisistema es el hecho de haberse integrado en ese sistema y estar actuando a través de cargos públicos. La unidad la procuran las instituciones. Veremos si se mantiene en periodo electoral.

Este aspecto apunta a la razón del fracaso, al menos por ahora, de la colaboración y unidad entre las izquierdas. Es decir, la razón no reside en las discrepancias y regañinas por asuntos concretos. Con todo y ser estos importantes pues, en efecto, el comportamiento del PSOE en la comisión de investigación sobre las fechorías de Interior no es de recibo, no son decisivos. Nada que no se pudiera arreglar o convenir para el futuro en una colaboración que recién empieza. 

La razón de este fracaso es de otra índole y tiene mas que ver con la acción institucional de ambas fuerzas y, sobre todo, con el hecho de que las dos la articulen en el terreno legal de las elecciones, lo que plantea unas exigencias de moderación del mensaje para no ahuyentar a los votantes. La moderación suele darse al precio de la imprecisión, la confusión más o menos deliberadas. En verdad, ninguna de las dos partes tiene un programa claro y coherente de carácter general (eso que suelen llamar "el proyecto" y siempre lo mencionan para acusar al otro de carecer de él) y esa falta no se compensa desgranando listas interminables de medidas concretas habitualmente ilusorias. 

La situación de carencia es la misma en las dos formaciones de la izquierda, y responsable principal de la falta de entendimiento. Ciertamente, hay diferencias cuantitativas. La estrategia del PSOE es más imprecisa que la de Podemos, pero ambas se circunscriben al mismo terreno de juego; solo que una juega más en el extremo que la otra y su frase es más radical. Dicho en plata, los dos son ya partidos dinásticos, aunque con algunas diferencias retóricas. 

Es fácil demostrar la concomitancia de ambas en la dinámica del sistema. Basta atender a sus discursos y ver cómo ambos propugnan reformas sin cuestionar los fundamentos ideológicos mismos que las sostendrán, el postulado de una nación española coincidente con el Estado y con la forma política de este.

Justamente, este es el punto más significativo (aunque no el único ni mucho menos) de la discordancia: la República. Las dos organizaciones están compuestas en su inmensa mayoría por republicanos. Sin embargo, la opción republicana es explícitamente rechazada en el caso del PSOE y deliberadamente olvidada en el de Podemos. La República no es una prioridad.

Pero es un elemento constitutivo esencial, prioritario, del independentismo catalán que, al plantearse como republicano pone a la izquierda española ante el espejo de sus propias vergüenzas. Tanto más cuanto que la dinastía reinante en España, por el origen reciente y por su ejercicio, no puede aspirar ni de lejos al grado de apoyo popular que tienen otras monarquías europeas.

Y esa es una de las dos razones por las que las izquierdas españolas (que tampoco se ponen de acuerdo entre sí) no consiguen entenderse con los independentistas catalanes. La otra, por supuesto, es el propio independentismo y el nacionalismo español elemento común a ambas izquierdas hispanas. 

El programa independentista tiene, claro, una faceta nacional, pero también la tiene política y social. En definitiva, es una revolución. De nuevo tipo, pacífica y democrática, pero revolución. Y la falta de entendimiento con las izquierdas españolas, al menos con la que dice ser la "verdadera", prueba que la actividad institucional ha hecho perder a esta el olfato revolucionario del que presumía.

La falta de entendimiento con el independentismo catalán es en lo único en que las dos izquierdas españolas coinciden, aunque con matices. En todo lo demás, discrepan. No pueden entenderse porque cada una desconfía de los objetivos estratégicos de la otra y con razón pues ninguna de ellas tiene claros los suyos. 

Y no los tienen porque las dos han aceptado jugar en el terreno marcado por la derecha.

dissabte, 22 de juliol del 2017

La bolsa o la patria

El gobierno solo gobierna para (contra) el independentismo. Bueno, y también para sobrevivir procesalmente. Pero eso es ahora menos importante. La nueva política, la policy en el sentido inglés, que recuerda más a la policía de la llamada Ciencia de la policía del reino de los clásicos, apunta directamente al bolsillo de los precitos catalanistas. Colectiva y preventivamente a base de dejarlos sin dinero cuando se apresten a cometer alguna fechoría o personalmente cuando la hayan cometido, a base de confiscar sus patrimonios, de ellos y de sus familias.

De hecho, esta medida de política pública, como la llaman los especialistas, al abreviar a una semana los plazos de rendición de informes presupuestarios de la Generalitat, equivale a una intervención, una forma de aplicación subrepticia del 155. En el doble sentido financiero y político que, evidentemente, depende del primero. Se trata de una decisión de asfixiar a un órgano legal autonómico democráticamente constituido para que no pueda aplicar el programa que se le ha encomendado. Es una médida típica de burócrata, de astuto leguleyo, experto en lances sobre si las subvenciones son finalistas, graciables, discrecionales, etc. Hasta es posible que sea legal. Eso se dilucidará en la correspondiente batalla jurídica en puertas y que, probablemente, perderá la Generalitat si no es de una forma, de otra.

Pero políticamente es un dislate. Deja a las autoridades autonómicas en pleno uso de sus competencias pero les imposibilita la acción. Es decir, les facilita un discurso de persecución y martirio que tiene mucha fuerza movilizadora social. Esta puede convertirse en indignación generalizada si las restricciones financieras se hacen sentir en la vida cotidiana. Y acelerar el proceso de confrontacion si, a la vista de la asfixia del gobierno, el Parlament declara una DUI o si, las medidas incendian la calle, cosa nada absurda, vistos como están los ánimos. El País vaticina, encuesta en ristre, que el apoyo popular al independentismo sigue bajando. Aguante el diario un tanto el aliento y observe cuánta gente saldrá a la calle en la próxima Diada, preludio del referéndum que, a lo mejor, no puede realizarse por impedirlo el gobierno por la fuerza. Los avatares judiciales de las autoridades catalanas que puedan seguirse de esta confusa dinámica, añadirán más leña al fuego que para entonces ya será una hoguera en la que arderá el escaso prestigio de España como Estado de derecho, respetuoso con los de sus ciudadanos, sean de la nación que sean..

El PSOE/PSC muestra sus reservas respecto a la política de la caja aunque, como de costumbre, no propone gran cosa a cambio. Al menos, podía entender que respaldar al PP en la mano dura con el referéndum y coadyuvar a impedirlo solo deja como solución una elecciones autonómicas adelantadas en un clima de mucha conflictividad cuyo resultado puede ser aun peor para sus propósitos (sin duda muy nobles e hispánicos)  que el de un referéndum. ¿Qué haría el gobierno central con una mayoría absoluta independentista renovada, incluso ampliada?¿Intervenir de nuevo? ¿Disolver? ¿Convocar elecciones una y otra vez hasta que estos catalanes tozudamente alzados voten correctamente?

Porque supongo que a nadie se le habrá pasado por la cabeza no solamente impedir el referéndum, sino suspender las elecciones. Supongo.

Entrevista a Palinuro en "Más Poder Local"

Más Poder Local es una revista académica de comunicación política e institucional de la Asociación ALICE, que se edita en Murcia y cuyo director es Ismael Crespo. Para su número 32, dedicado a Emociones y política, me hicieron una entrevista que ahora se publica y reproduzco aquí íntegra. Es curiosa casualidad que haya coincidido con la conferencia de Cartagena. Quien la lea quizá no deba olvidar que se hizo a finales del pasado mes de marzo, lo que obliga a cierta perspectiva.

Ramón Cotarelo es Catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, publicista, escritor, traductor y autor del blog, Palinuro
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Más Poder Local
Fecha de recepción: 30/3/2017 :: Fecha de aceptación: 06/04/2017
Foto: La Vanguardia

MÁS PODER LOCAL.
Más Poder Local. ISSN: 2172-0223. Número 32, Julio 2017, pp.


ENTREVISTA



Más Poder Local (MPL):
Ha sido reiterado por políticos y académicos un supuesto triunfo discursivo de la derecha, a pesar del fracaso de sus políticas. ¿Por qué triunfa el discurso de la derecha?

Ramón Cotarelo (RC):
La realidad es de derechas y carece de discurso. No hay triunfo de la derecha porque este se limita a justificar la realidad existente o mentir sobre su intención de cambiarla cuando es tan cruel e injusta que amenaza con una revolución. El triunfo y la derrota son cosa de la izquierda que alcanza aquel cuando consigue comprender y explicar la realidad, y transformarla, según recomendaba Marx en la 11ª tesis sobre Feuerbach. Si no lo hace, es derrotada. Resumiendo, no hay que buscar las razones del triunfo discursivo de la derecha, sino las de la derrota de la izquierda y estas son muchas. La fundamental, sin embargo, es la incapacidad para formular una teoría que habiendo comprendido y explicado la realidad pueda luego convertirse en práctica. Una teoría que sea un mentís a la principal conclusión del postmodernismo de la imposibilidad de un “metarrelato” dado que la realidad, según se dice, solo es comprensible fragmentariamente, con lo que esta novedad desactiva la vieja afirmación hegeliana de que “la totalidad es la verdad”. Ahora, la totalidad es la no-verdad, como decía Adorno, que se adelantó en esto a los tiempos actuales. Ese resignado abandono de la gran teoría es un retorno al irracionalismo que, llevado a sus últimas consecuencias, supone un atentado contra la verdad como parámetro cognitivo y desemboca en el reinado de la llamada posverdad. Si atribuimos a este el triunfo del discurso de la derecha, coincidiremos en que su razón es solamente el correspondiente fracaso de la izquierda. La derecha triunfa porque, al carecer la izquierda de propuestas propias, se torna realidad el cierre del TINA de Thatcher (There is no alternative)

MPL:
PODEMOS logró introducir con fuerza el concepto de “casta”, recientemente ha estrenado “trama”, ¿qué hace posible y determina el éxito de un nuevo concepto? ¿Se está limitando el debate político a una lucha por imponer “marcos”?

RC:
Ni “casta” ni “trama” han tenido éxito por su esencia contingente y falta de rigor. En cuanto a qué haga posible el “éxito” de un concepto, depende de qué se entienda por éxito. Si se entiende su funcionalidad como poder creador de teorías emancipadoras, el éxito dependerá de que alumbre líneas de investigación posteriores que sean de beneficio general. Ejemplo, el concepto de la dignidad del ser humano no es muy popular pero, sin él, no hubiera habido Renacimiento, Ilustración etc. Si se entiende su difusión social, el éxito dependerá de la capacidad metafórica del concepto y su identificación con una realidad cotidiana. Ni “casta” ni “trama” identifican la especificidad de España como lo hacen “oligarquía y caciquismo como formas de gobierno de España”, de Joaquín Costa que se traslada a nuestra época dibujando la corrupción moral de un país gobernado por delincuentes amparados por los jueces, protegidos por los militares y bendecidos por los curas. Una verdadera distopia. Lo de los marcos es inevitable, pero no pienso que sea una limitación. ¿Qué otra cosa cabe hacer sino deliberar, discutir, debatir y decidir? Y ningún debate es posible sin posiciones previas, sin las premisas personales que exigía Ayn Rand. Lo importante no es que haya marcos, pues los habrá siempre, y todo el mundo se valdrá de ellos porque muchas veces lo hace incluso inconscientemente. Lo esencial es que haya capacidad para deconstruirlos cuando nos son adversos.

MPL:
Tras la vuelta de Pedro Sánchez a la Secretaría General del PSOE ¿cree posible un entendimiento entre Podemos y PSOE?

RC:
Posible lo ha sido siempre. Pero no probable. Ahora ya se revela además como imprescindible pues los dos partidos de la izquierda suponen (correctamente o no, es otro tema) que ninguno de ellos alcanzará mayoría absoluta y ambos se necesitarán si quieren llegar al Gobierno. Y ambos parecen querer, no resignarse a ser izquierda testimonial. Se entenderán si quieren sobrevivir. No hay otro remedio. Pero, para ello, los dos sectores tendrán que soltar lastre: Podemos, el peso muerto del esclerótico comunismo anguitesco y el PSOE, la confabulación derechista de submarinos del PP en forma de “vieja guardia socialdemócrata”.

MPL:
¿Considera que hubiera sido más fácil si Errejón es tuviera al frente de PODEMOS?

RC:
Una cuestión típicamente contrafáctica. No sabemos qué hubiera pasado de suceder lo que no sucedió. A saber. Lo curioso es por qué en cambio sucedió lo que sucedió; esto es, por qué fue derrotado Errejón y, sobre todo, por qué se habla de “derrota” y hasta se asume como tal por los afectados, especialmente teniendo en cuenta que Errejón sigue en el partido cuya línea general, en principio, no comparte. El territorio en el que hay que considerar esto es el de la historia de los partidos comunistas, en donde hay un museo de muestras de este tipo de conflictos y sus variadas soluciones. A la unidad también se encaminará Iglesias por la cuenta que le trae si, después de no asaltar cielo alguno, quiere alcanzar algo de poder terrenal.

MPL:
¿Cómo ve el futuro de la izquierda en España?

RC:
Sombrío. En España no hay izquierda, sino un simulacro sin fuste ni horizonte porque, en realidad, tampoco tiene raíces. No cronológicas, que las tiene y profundas, sino teóricas. Aunque las izquierdas (socialistas y comunistas) se hayan organizado casi siempre como secciones de entes internacionales (I, II, II y media, III y IV internacionales) sus trayectorias han estado determinadas por sus culturas nacionales. No son lo mismo el Partido Laborista que la Socialdemocracia alemana, como tampoco eran lo mismo el Partido Comunista italiano y el francés. El problema de la izquierda española es que carece de esa tradición autóctona pues sus orientaciones han consistido siempre en imitar modelos exteriores. A la fecha de hoy, así sigue siendo. A falta de esa conexión con la cultura política propia (que, a su vez, también es un parcheo de imitaciones exteriores) el discurso de la izquierda española es una mezcla de tópicos y plagios. PODEMOS es una organización literalmente copiada de otras, desde el nombre del partido hasta el de su secretario general.

MPL:
¿Cree que habrá movimientos en los espacios ideológicos que cubren actualmente los cuatro principales partidos de ámbito estatal, en España?

RC:
Cabe pensar en cambios posicionales con fines mediáticos. Ideológicos, pocos. El fementido bipartidismo se ha convertido en un “bifrentismo” cuya solidez, estabilidad y permanencia están por demostrarse. En el espacio de la derecha, la relación entre el PP y C’s podría alterarse si, como es razonable esperar, la corrupción pasa factura por fin al partido del Gobierno. Pero la ideología será la misma: nacional-catolicismo aliado a neoliberalismo. El intento de C’s de aportar una perspectiva más europea tropieza con el hecho de que la capacidad teórica de los miembros de este partido es inexistente y la seguridad que transmite su líder, ilusoria. En el campo de la izquierda, el enfrentamiento no es nuevo. PODEMOS ha tomado el lugar de la vieja IU, incorporando también al Partido Comunista y esta izquierda no es nueva ni sabe cómo serlo. Lo que ha hecho ha sido beneficiarse de la crisis del PSOE para invertir la proporción tradicional en la izquierda española entre socialistas y comunistas. Y no lo ha conseguido. Sobre todo porque, el ave fénix del PSOE ha renacido. Pero ese renacimiento tampoco es garantía alguna de que haya movimiento perceptible de tipo ideológico. Sánchez asegura estar en la izquierda, pero la afirmación, de momento, no es sino una promesa y más bien propia de la polémica de los universales.

MPL:
Un aspecto al que ha dedicado numerosos análisis es a la cuestión catalana. Más allá de los debates históricos, jurídicos, políticos y económicos, los cuales aborda con
profundidad en su libro, "La República catalana", ¿dónde considera que está el fallo comunicativo por parte del Gobierno de España?

RC:
En su incapacidad para revertir la obra de destrucción de España como nación que hizo el franquismo. No solo no la ha revertido, sino que la ha continuado a base de evitar ajustar cuentas con la herencia de la dictadura, de la que sus miembros son los herederos y directos responsables. ¿Fallo de comunicación? ¿Qué le parece que el Rey actual –capitoste y símbolo de la derecha por antonomasia– haya tardado 40 años en reconocer que el franquismo fue una dictadura pero siga sin condenarla explícitamente? El fallo de comunicación es que ni entiende el país que quiere gobernar y sobre el que quiere reinar. Si algo fue la Transición fue un pacto implícito de mutuas cesiones. Las izquierdas renunciaban a sus símbolos y hasta objetivos estratégicos y las derechas se comprometían a no volver a las andadas de la dictadura nacional-católica, a civilizarse y europeizarse. Las izquierdas cumplieron (al precio de una crisis ideológica que todavía arrastran) pero las derechas, no. El triunfo por mayoría absoluta del PP fue una verdadera restauración de franquismo, un neofranquismo indisimulado que ha roto todos los diques del pacto y literalmente ha provocado en Cataluña el incendio del independentismo. En resumen el fallo de comunicación está en que el Gobierno, no siendo demócrata, sino franquista, no entiende que la comunicación es legitimación. Para él, la legitimación es el ordeno y mando y la “españolización de los niños catalanes”. Y el resultado ha sido que un Gobierno deslegitimado por su carácter corrupto y presuntamente delictivo de su partido, carece de toda autoridad moral para enfrentarse a las reivindicaciones independentistas. Que un Gobierno con un presidente citado como testigo en un proceso penal y más de 900 cargos de su partido penalmente imputados, pida a los catalanes que cumplan la ley cuando el primero que no lo hace es él es más que un fallo de comunicación. Es un fallo de conciencia y temple moral. Es una prueba de incompetencia y culpabilidad.

MPL:
Cambiando de hemisferio, las pasadas presidenciales argentinas, la crisis en Brasil y Venezuela, y el proceso generalizado de ralentización económica, parecía apuntar a un cambio de rumbo ideológico en el Cono Sur. Sin embargo, parece que estos cambios no terminan de cristalizar. ¿Hacia dónde cree que apunta el futuro político en América Latina? ¿Verdaderamente estamos ante un cambio de rumbo, como se presagiaba hace apenas un par de años?

RC:
No lo sé. América Latina lleva más de doscientos años anunciando cambios políticos, pero la realidad es que el continente (todo él, también el norte) no se ha movido políticamente ni un milímetro en ese periodo, al menos en comparación con Europa. Los mismos países, los mismos regímenes con cambios alternantes entre autoritarismo y seudodemocracias del Sur, excepción hecha de alguna extravagancia como el Imperio del Brasil o el de Maximiliano en México. Más o menos los mismos partidos y las mismas relaciones entre la Iglesia y los Estados. En el Norte, nada de cambios, salvo que se llame cambio al desbarajuste de México. América no ha cambiado nada en doscientos años, ni siquiera en sus esporádicas revoluciones (mexicana, nicaragüense, Arbenz en Guatemala, Cuba, Allende en Chile, etc.) o ideologías peculiares, como el populismo, el laborismo de Vargas, el justicialismo, el aprismo, etc. Si comparamos esta balsa de aceite con Europa, en donde en doscientos años ha habido todo tipo de cambios, han aparecido y desaparecido Estados, partidos, movimientos, revoluciones, etc., y nada es como era cinco años antes, la diferencia es abrumadora. Hablar de cambios en América desde Europa resulta, por lo menos, paradójico.

MPL:
Sabemos que a Palinuro le apasiona el arte ¿Qué obra le inspira más?

RC:
Todas pero en especial, el arte de la Antigüedad clásica (Grecia), el Renacimiento flamenco e italiano y el romanticismo europeo con inclusión de las vanguardias. Del clasicismo, el siglo de Pericles, toda la escultura y el teatro, muy especialmente La Orestiada (Esquilo) y Antígona (Sófocles). Creo que ambas, sobre todo Antígona, debieran ser lectura obligada en la carrera de Políticas. Y, por supuesto, la rquitectura. La pintura flamenca prerrenacentista y renacentista prácticamente sin limitación, desde Holbein el viejo hasta Breughel, pasando por Vermeer, Bouts, Bosco, Teniers, Eyck, etc., y el absoluto maestro, Durero. Del Renacimiento italiano, todo, absolutamente todo: escultura, pintura, arquitectura, literatura, música, teatro y hasta ensayo que, en parte, adquirió formas artísticas en Pico della Mirandola o Baltasar Castiglione. Del Renacimiento arrastro un gusto muy afín con el manierismo y confieso ser admirador incondicional del Parmigianino, (a cuyo lado, Escher tiene poco que hacer) en su autorretrato en un espejo cóncavo. Una genialidad. Y Caravaggio, el pintor que inspiró el tenebrismo español. Monteverdi, Buonarroti, Rafael, Da Vinci, Bramante, Giorgione, Tiziano, Donatello, Torcuatto Tasso. La gloria del espíritu humano. Del Romanticismo me quedo también con todo, pero muy especialmente con la novela histórica estilo Walter Scott, que recuerda otro género del que también soy admirador, rendido: la literatura caballeresca de la que se burla Cervantes y, muy en concreto, el ciclo artúrico, por el que siento pasión. Se añade la literatura gótica (Walpole y otros) el teatro de Victor Hugo, la pintura y la poesía simbolistas, la música de Beethoven, Schubert y Mahler, las vanguardias, todas las vanguardias, en donde el arte se funde con la política: el prerrafaelismo, los nazarenos, el impresionismo, expresionismo, surrealismo, dadaísmo, futurismo, constructivismo, vorticismo, cubismo, abstracto, etc. Me alargo a la cultura austriaca/vienesa de fin del XIX, primeros del XX: Kafka, Musil y Proust son los pilares de la literatura contemporánea. Su resultado más brillante y el autor quizá más fascinante del XX, Faulkner. Si tengo que elegir por individuos: en escultura, Rodin; en arquitectura Le Corbusier; en pintura, Dalí;en literatura, Thomas Mann; en música, Stravinsky. Por supuesto, muy abierto e interesado por las novísimas corrientes del ciberpunk y arte digital.

MPL:
Finalmente, nos gustaría conocer acerca de tus preferencias en cuanto a series y películas de temática política.

RC:
No sé nada de series porque no veo la TV jamás. En cuanto a cine, la lista sería interminable, desde Nacimiento de una nación (Griffith) hasta cualquiera de las de hoy, como Trumbo (Jay Roach), por ejemplo. Hay películas políticas inolvidables de muy diferentes condiciones: Metrópolis, de Fritz Lang, La voluntad de poder (Leni Riefensthal), Roma, ciudad abierta (Roberto Rossellini), Viridiana (Luis Buñuel), Tierra y libertad (Ken Loach), etc. Precisamente estoy escribiendo un ensayo por encargo sobre Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula), un film típicamente político que ha sido como un resumen de la sociedad mediática y el poder de los medios. En esa línea, en cierto modo, una réplica a Ciudadano Kane (Orson Welles). Incluyo, además, la observación de que no se agota la cosa en la temática política, ya que prácticamente todo el cine es tremendamente político, aunque los filmes concretos parezcan alejados. Por ejemplo, dos películas que encuentro fascinantes (también políticamente) pero que no son de “temática política”: Jules et Jim y Los 400 golpes (ambas de Truffaut), como política es, por ejemplo, Memorias de África (Sydney Pollack) y, desde luego (aunque en otro sentido), ñordas como Sissi emperatriz (Ernst Marischka) o Raza (José Luis Sáenz de Heredia) y exitazos aparentemente alejados, por ejemplo, algunos films de John Ford (El hombre que mató a Liberty Valance) o Grupo salvaje (Sam Peckinpah). El cine es el arte político por excelencia y el que ha caracterizado el siglo XX. No obstante, si se me obliga a mencionar un director y una obra en concreto: Costa Gavras y Z una película absolutamente simbólica de un tiempo, una sociedad y un sentido revolucionario de la existencia. Más cercanos, ciertas distopías, como Soylent Green (Richard Fleischer) y Blade Runner (Ridley Scott).

Más Poder Local. ISSN: 2172-0223. Número 32, Julio 2017, pp.28-32.