dijous, 29 de setembre del 2016

El golpe de mano ya ha fracasado

Estas cosas son así: unos conjurados urden un golpe y fían su éxito a la rapidez. La maniobra triunfa si hay una rendición inmediata, en este caso, la dimisión ipso facto del Secretario General. Si no la hay, las cosas se ponen chungas para los golpistas, que no suelen ser personas de principios, ni capaces de resistir. Y no la ha habido, sino todo lo contrario: un rápido contraataque, una reacción fulminante que ha dejado a los dimisionarios boqueando de asombro.

El País, o lo que queda de él, no da crédito. ¡Qué desfachatez! Sánchez no claudica ni se doblega a la insolencia y la arrogancia de esta gente de la derecha moderada, convencida de que todo el mundo la obedece y nadie le rechista. Todavía menos entiende que la dirección del PSOE ignore el nuevo truculento editorial, Salvar al PSOE en el que, so capa de ir en auxilio del partido, se insulta a Sanchez de modo grosero y se le amenaza en el más puro estilo pedante de Cebrián. El editorial sin duda es suyo, con algún añadido de Rubalcaba, ese hombre del PP dispuesto a destruir su partido desde las páginas de un periódico de la derecha. Ninguno entiende de dónde ha sacado Sánchez la fuerza y la entereza para hacer frente a esta maniobra de intrigas, pasillos, traiciones y alevosías propias de gentes que solo sirven para ejecutar (y mal) las órdenes que les dan.

Tampoco entiende Felipe González que alguien en el PSOE se atreva a no seguir sus mandatos, generalmente disfrazados de consejos de estadista de alto nivel. No contento con haber cometido la villanía de revelar una conversación privada con un compañero con la intención de hacerle daño, ahora le exige, furioso, que actúe de acuerdo con sus responsabilidades. No veo las responsabilidades de Sánchez por lado alguno. Pero sí veo las de los 17 ejecutores del plan de zapa que ha urdido el cogollo de Prisa y los barones del PSOE. Y, sobre todo, veo las de los dos principales responsables de la lamentable artimaña, Susana Díaz y Felipe González. Los dos debieran pedir perdón por su deslealtad y retirarse de la vida pública.

Tendrán que hacerlo porque, al no producirse la dimisión inmediata ni un cese fulminante (pues los conjurados no tienen fuerza para provocarlo) el golpe prácticamente ha fracasado.

Ya se sabe que los dimisionarios tratarán de enredar el asunto con sutilezas interpretativas, estatutarias y hasta es posible que hayan preparado algún truco de leguleyo para embarrancarlo en los tribunales porque ya están viendo que han fracasado y que se han dado la castaña de su vida. Porque el asunto es muy sencillo: frente a los golpes de efecto de los covachuelistas, sus marrullerías de filisteos, hay un hecho que ni ellos ni nadie puede soslaya: a Sánchez lo eligieron las bases en primarias y en votación democrática. Por supuesto, siempre hay quien cuestiona la limpieza de esas elecciones pero se estará de acuerdo en que, al lado de los tejemanejes de estos burócratas, fueron transparentes. A Sánchez lo eligió la militancia, ¿quienes son estos 17 de la infamia para destituirlo? Y, mejor aun, ¿quiénes se han creído que son? Está claro, los trujamanes de unos cabalistas que tratan de torcer la voluntad y el criterio del único secretario general del PSOE que ha tenido el valor de enfrentarse a la derecha.

Entre los 17 firmantes a golpe de silbato y los que han escurrido el bulto pero inspiran la operación -los González, Díaz, Rubalcaba- hay dos acuerdos que pasan por encima de cualquier consideración, por encima de la voluntad popular o los deseos de los militantes: a) a Podemos y a los indepes catalanes, ni agua. Sobre todo a los indepes; b) hay que permitir que gobierne el PP con Rajoy a la cabeza. Esto último es lo que produce mayor repugnancia: que se pretenda dar un cheque en blanco a un partido corrupto que lleva veinte años robando al erario, mandado por un tipo sin escrúpulos, embustero, franquista y responsable del mayor índice de corrupción que ha vivido el país; que se quiera que continúe el máximo responsable del enfrentamiento con Cataluña y, por tanto, de la fractura de España merced a su concepción franquista del Estado. Es inexplicable.

Por descontado los 17 ocultan el fondo real de la cuestión y la reducen a la necesidad de cambiar la dirección del PSOE ante su sucesión de derrotas electorales en los últimos dos años. Sin duda se les alcanza que no es justo cargar sobre los hombros de Sánchez las consecuencias de una herencia catastrófica, la que le dejó Rubalcaba, al convertir el PSOE en una comparsa del PP. Pero prefieren no verlo. Y no es lo único que no ven. 

Ciegos de poder, embriagados por las continuas lisonjas, adormecidos en los lujos de los despachos, engañados por las más elementales apariencias, estos conjurados llevan años alejados de la realidad miserable y sórdida de un país sometido a saqueo por una asociación de presuntos malhechores. Tampoco ven a los millones de parados, ni a los jóvenes emigrando, ni a los dependientes abandonados. No ven nada más que sus sueldos, sus coches oficiales y sus privilegios de todo tipo. No ven a los militantes ni a los votantes.

Pero estos se alzan y resisten. No van a permitir que 17 individuos, por muy importantes que crean ser, destituyan a su secretario general y obliguen al partido a hacer lo que los militantes no quieren hacer. Y con los militantes, una parte muy importante de la opinión pública. Resistiendo a los golpistas, Sánchez está haciendo más por regenerar al PSOE que todos los demás secretarios generales, incluido González, quien tuvo su momento, también padeció innoble persecución, pero ya tomó partido hace tiempo por todo lo que en teoría decía haber combatido de joven.

Lo dicho. El golpe ha fracasado. El Comité federal del sábado decidirá y allí habrá una batalla campal. Justo la que querían evitar los 17 con su triquiñuela de la dimisión en grupo. Y si la militancia se alza en defensa de su secretario general, el fracaso será rotundo, el PSOE saldrá muy fortalecido, NO seguirá siendo NO, quizá haya gobierno de progreso y los golpista tendrán que encajar su derrota, los 17, Díaz, González, Cebrián y Rajoy, en cuyo beneficio se ha montado este espectáculo.

Por cierto, la portada de El País trae otra noticia aun más trascendental para España. En su discurso en el debate sobre la cuestión de confianza en Cataluña, Puigdemont ha reafirmado su propósito de convocar un referéndum de autodeterminación en septiembre de 2017. A finales de junio, estará preparada la maquinaria del nuevo Estado Catalán. Como siempre, los españoles no quieren enterarse y, claro, no se enteran. Lo convertirán en objeto de alguna de esas tertulias a base de alaridos. Y nada más. No quieren enterarse de que Puigdemont ofrece la posibilidad de negociar el referéndum prácticamente en todos sus términos, excluido, supongo, su carácter vinculante. Entretenidos como están en la no formación del gobierno, dejarán escapar la última oportunidad de negociar un referéndum más favorable a sus posiciones y, al final, tendrán que habérselas con el menos favorable.

Pero no importa. Aquí lo único que importa es que sigan gobernando Rajoy y el PP que, como puede verse, lo han hecho de cine.

El perro andaluz

Recuérdese que, preguntados Buñuel y Dalí por qué su película se llamaba El perro andaluz, contestaron que no tenía nada que ver con perros ni con Andalucía. Lo mismo este post sobre el golpe de mano de los socialistas peperos en contra de Sánchez no tiene nada que ver con Andalucía.

Que Susana Díaz y Felipe González, los dos instigadores de esta maniobra de sombras y puñales por la espalda, sean andaluces, no es aquí relevante. Podrían ser marcianos. En realidad, lo son.

Mientras se ha cocido esta conjura dirigida por Rubalcaba desde El País, el PP estuvo muy callado. Lógico. Informado al detalle por sus submarinos en el PSOE, empezando por sus antiguos militantes, estilo Fernández Vara en Extremadura, comprendió que lo mejor era no hacerse notar porque la gente no sospechara que este plante de los 17 venía movido por su afán para que el Sobresueldos vuelva al gobierno.

Que vuelva el Sobresueldos y el PP, el partido con cinco causas judiciales abiertas. Que vuelvan sin responsabilidad alguna, exonerados de sus fechorías pasadas y dispuestos a cometerlas más gruesas porque, gracias a estos individuos, no hay  modo de librar al país de ellos. Por supuesto, al país, que le den. Esas 17 personas no tendrán que padecer personalmente las consecuencias de las políticas antipopulares e injustas del PP. Y se llaman socialistas cuando son meros vividores de lo público en un clima de corrupción consentida que quieren prolongar porque los favorece.

Supongo que los de Podemos estarán celebrando la quiebra del PSOE, convencidos de que, por fin, ya que ellos no fueron capaces de conseguirlo, los mismos socialistas les facilitaron el sorpasso. Eso ya se verá porque, aunque no lo crean, la razón de que la gente no los prefiera no reside en que los socialistas les "robaran" votos, sino en que, simplemente, no los prefieren y cada vez los preferirán menos por razones de su discurso, tanto en el fondo como en la forma. Pero esto es asunto de menor interés.

El mayor interés reside en ver cómo repercute esta fractura socialista en el único problema real, verdadero, que hay en España: Cataluña. Desde la perspectiva catalana, la situación del PSOE que prácticamente garantiza ya un gobierno del PP con Rajoy a la cabeza, en principio, no tiene consecuencias. La Generalitat proseguirá con su hoja de ruta y, referéndum mediante o no, proclamara la independencia unilateralmente en el último tercio de 2017. ¿Vemos a los neofranquistas, con su retórica imperial y nacionalcatólica, aceptando sin más la separación de la República Catalana? Francamente, no. ¿Los vemos recurriendo a su típico argumentario de la provocación, el matonismo, el porrazo, el pistolerismo y, si es necesario, los tanques? Lo primero (la represión de "baja intensidad") es muy probable; lo segundo (recurso a la fuerza militar), no. ¿Entonces? Entonces, el Sobresueldos descubrirá que la política es algo más que cuidar a tu padre con cargo al Estado, enchufar a tus parientes, ver partidos de fútbol y decir necedades sentenciosas. Descubrirá que ya no basta con robar a mansalva para callar bocas,porque hay bocas que no se callan. Descubirá que hay que tener ideas, extraños entes de imposible comprensión que jamás han visitado su magín. Y, como no las tiene y tampoco tiene fuerza para imponerse, tendrá que tolerar la mediación internacional y tragarse el referéndum que nunca quiso.

Esa es la verdadera razón de la fractura del PSOE y de la inexistencia de gobierno en España: Cataluña rebelde. Lo que une a González y Rajoy es la convicción de que hay que sojuzgar a los catalanes. Lo que los 17 mindundis no toleran a Sánchez es que haya intentado entenderse con los independentistas. Algún día, relativamente pronto, descubrirán que en su aterrorizado rechazo a la perspectiva de que los catalanes decidan y toda la tramoya de la Restauración salte por los aires, se han cargado el país. Dicho claramente: las ambiciones desmesuradas de Díaz, las complicidades de González, el reaccionarismo de Rubalcaba, el derechismo de muchos de ellos y el clientelismo de los más, que deben votar lo que les dicen sus jefes de filas, han cerrado la última posibilidad de un entendimiento civilizado entre España y Cataluña.

Son tan cobardes, lerdos y serviles que no solo se han quedado sin partido. Se han quedado sin país.

dimecres, 28 de setembre del 2016

La cacería

Ayer todas las televisiones comerciales sacaron a la recua de peperos disfrados de socialistas para arremeter a una contra Sánchez, vilipendiarlo, zaherirlo, forzarlo a dimitir. La Sexta fue un verdadero carnaval de estos estafermos con la complacencia del magnate Roures, dispuesto a financiar todo cuanto pueda destruir al PSOE. No sé cuánta gente seguirá dispuesta a ver este innoble espectáculo de una jauría de despechados, envidiosos y amargados, lanzados contra el único hombre que ha tenido el valor de plantar cara a la derecha en este país. Y todos quieren partírsela. Especialmente sus "compañeros".

Es táctica vieja. La derecha siempre lleva a sus numerosas radios y televisiones a topos peperos en el PSOE, de los que dice que "equilibran" el pluralismo de las emisiones y cuya tarea es atacar a su propio partido. Lo hicieron Pablo Castellanos, García Damborenea, Inés Alberdi, Rosa Díez, Edurne Uriarte y, ahora, Corcuera, Leguina, Chacón, Madina  e tutti quanti, tod@s convers@s al sol que más calienta. 

Tampoco es nuevo que la "verdadera izquierda" de Podemos, que tanto se ha quejado de ser objeto de maltrato en los medios sin que esto sea cierto, no diga nada de esta injusta cacería de un hombre solo a manos de nubes de frustrados capaces de decir cualquier cosa con tal de hacer daño a su Secretario General y su partido. Y en interés obvio, descarado, de la derecha.

Es la cuestión: que gobierne la derecha, que siga en el poder Rajoy con sus sobresueldos, al frente de un gobierno de franquistas corruptos. Eso lo apoyan todos: los caciques del PSOE, los peperos del PP, los medios al unísono y, vergonzantemente, también Podemos, que espera sacarse así el Sorpasso gracias a estos transfugas de hecho antes que a sus propios méritos.

La imagen que todos ellos venden es una pura invención: Sánchez obstáculo a la formación de un gobierno en España; Sánchez tapón; Sánchez anteponiendo sus intereses a los generales. Sánchez, culpable. Es mentira. Lo saben, pero no les importa porque, al tener el dinero y el poder, creen que podrán vencer la resistencia que oponen la razón y la gente. Recordemos brevemente unos datos.

La acusación que hacen a Sánchez responsable de la "débacle" socialista (que, además, no es tal) es una injusticia que da vergüenza. Él no ha provocado la crisis del PSOE. La ha heredado. El PSOE se torció con Zapatero y acabó de hundirse con Rubalcaba y su inexistente oposición a la mayoría del PP. Fue Rubalcaba quien lo convirtió en un partido domado, dinástico, nacional-español y al servicio de la derecha. Gracias a ese abandono de misión, el PSOE hizo que apareciera Podemos y, al socaire de este, se reconstituyera IU. El verdadero responsable del desastre socialista es Rubalcaba, precisamente el que más ataca a Sánchez.

¿Por qué? Porque Sánchez ha recogido la herencia y, aunque sigue en declive, este se ha atenuado y, sobre todo, ha conseguido conquistar la centralidad política. El solo, en contra de todos. En contra de la derecha, el capital, los medios y su propia gente. Manda narices que nadie tenga agallas para salir en su defensa dada la injusta desigualdad de fuerzas excepto los militantes, los votantes y algún bloguero despistado que ni siquiera es de su partido. Solo y todo, Sánchez ha frenado en seco a Podemos. Este forzó las segundas elecciones con la intención de fagocitar al PSOE y salió mal parado. Ahora trata de evitar las terceras porque ya ve que su resultado será aun peor: un partido de tantos por cientos, escaños, comisiones y política parlamentaria más bien múrida. Por eso empezó diciendo que el PSOE pactaría con el PP (esa sucia afirmación ya no se oye) porque, en el fondo son iguales. Tal como están las cosas, frente a Rajoy, antes se abstendrá Iglesias que Sánchez. Pero nadie está dispuesto a reconocer el mérito y el aguante del socialista.

No sé lo que pasará en el PSOE. Son muchos, hábiles trujimanes de las peleas internas, los reglamentos y los estatutos, gentes sin escrúpulos y desesperadas porque Sánchez claudique para seguir conservando sus sillones, privilegios y prebendas. Empezando por la presidenta de Andalucía, cuya labor de zapa de su secretario general la califica y la descalificaría para siempre para representar a nadie en parte alguna. Uno de sus argumentos preferidos es que no puede gobernarse España con 85 diputados y que Sánchez no ha hecho más que cosechar fracasos. A ellos les sucede lo mismo o peor: tienen menos diputados proporcionalmente hablando en sus feudos y llevan más tiempo cosechando resultados electorales cada vez menores. Debiera darles vergüenza.

Sí sé, como lo sabemos todos, qué pasará en España si este frente antisánchez se sale con la suya: cuatro años más de un gobierno que es el hazmerreír fuera y el hazmellorar dentro, compuesto por un manojo de franquistas ineptos y corruptos, apoyado en un partido con cinco procesos judiciales abiertos y compuesto por presuntos ladrones meapilas. O sea, lo de siempre en España para nuestra desgracia. Y esto es asunto importante: si se actúa mal no será el PSOE el que se hunda, sino el país.

Tómese la cuestión catalana como ejemplo. Para Palinuro, Sánchez y los suyos no han entendido nada de Cataluña y su respuesta al asunto es tan absurda y errónea como la de la derecha. No obstante, ¿hay duda alguna de que un nuevo gobierno del PP sería ya definitivamente catastrófico para la posibilidad de encontrar una vía de negociación en Cataluña? ¿Alguna de que, a pesar de su arcaico nacionalismo español de hojalata, Sánchez ofrece un resquicio mayor de esperanza para que España resuelva este contencioso de modo pacífico y democrático?

Tengo entendido que Sánchez negociará con Podemos y los indepes. No sé si será cierto o parte de los bulos en circulación estas fechas. De serlo, Palinuro se felicitaría porque es lo que siempre ha propuesto, pero últimamente había cambiado de opinión porque, a su parecer, los de Podemos no son de fiar y es mejor ir a terceras elecciones. Desde luego, lo que no haría Palinuro en ningún caso sería pedir a los indepes que renunciaran (aunque fuera de momento) al referéndum para permitir la formación de una gobierno en España.

Pues esa es la ironía de esta estrambótica historia: el gobierno y la estabilidad de España dependen en gran medida de los independentistas catalanes. Pero estos no pueden renunciar al referéndum en ningún caso. De hacerlo, habrán perdido toda su fuerza, como Sansón cuando lo de su cabellera y Dalila, y crearán el caos en el proceso independentista.

Los socialistas españoles podrán contar con la lealtad de los catalanistas (de la que me fío más que de la de Podemos) siempre que ellos estén a la recíproca. Es justo.

Vía libre a la independencia catalana

Hace un año, más o menos, cuando, a raíz de las elecciones de 27S los indepes catalanes se vieron en apuros para formar gobierno, las risotadas de los analistas políticos madrileños (que saben tanto de Cataluña como de la vida religiosa de las orugas) se oían en todos los confines de la Gran Nación. Los indepes tuvieron su gobierno en tiempo y forma y llevan ocho meses funcionando a pleno rendimiento. En España, en cambio, tras dos elecciones generales indecisas y diez meses de barullo, inepcia y parálisis, vamos camino de terceros comicios con muy escasas seguridades de que resuelvan la situación.

Es una burla del destino. A los muy y mucho españoles no les apura quedar en ridículo, siempre que no sea ante los catalanes a los que los muymuchos odian porque los envidian. Cataluña iba a vagar por espacios siderales, en ingeniosa expresión de uno de estos linces del gobierno de los sobresueldos. No sé cual porque todos se parecen mucho y dicen las mismas manidas gansadas. Es España la que vaga y no por los "espacios siderales" sino por el pudridero de una política corrupta hasta el alma, administrada por franquistas esencialmente contrarios a toda idea de libertad y democracia.

Cataluña sigue su hoja de ruta y va camino a la constitución de una República Catalana. Es decir, tiene via libre a la independencia y, a partir de hoy, cuando el Parlament otorgue la confianza al Presidente Puigdemont, esa vía libre se acelerará, mientras en España nadie puede darle réplica alguna porque no puede formarse gobierno.

Aquí, la versión castellana:

Vía libre

Pasadas las elecciones autonómicas gallegas y vascas, puede verse que las cosas no han cambiado nada en el conjunto del Estado, que Rajoy no está más cerca de formar gobierno ni tampoco Sánchez. Si acaso, este último, está más cerca del despido porque su voluntad de cerrar el paso al gobierno de la derecha, ha puesto histérico al establecimiento mediático. Lo atacan también los demás partidos, incluido Podemos, muy interesados en que el PSOE deje camino expedito a Rajoy para que haya un gobierno de la derecha. Es una actitud inmoral la de los dirigentes de la oposición, porque, al fin y al cabo, no son ellos quienes padecerán los resultados de las medidas reaccionarias de Rajoy. Las padecerá la gente de la calle, la que paga sus impuestos (no evade), no tiene chollos opacos con tarjetas black, ni cobra sueldos de ensueño, ni subvenciones otorgadas por enchufe, ni tiene pensiones altísimas garantizadas por vida.

Es imposible que los políticos españoles sean tan estúpidos que estén tirando piedras contra su propio tejado por no ser capaces de encontrar un acomodo que satisfaga al mismo tiempo su obligación y sus intereses. Apenas se entiende. Salvo que, en realidad, se trate de otra forma de actuar, esto es, los políticos españoles no llegan a ningún acuerdo de gobierno porque, en el fondo, nadie quiere ser investido ya que quien lo sea tendrá que bregar con la tropa independentista catalana y se puede encontrar en la desairada posición de presidir sobre la desmembración del país.

Porque la hoja de ruta del movimiento independentista sigue su curso a su ritmo, aplicada por un gobierno con voluntad de hacerlo y un presidente que ha resultado tener una cantidad de recursos que pocos le imaginaban. En el día de hoy se vota la cuestión de confianza. Antes de aquilatar su importancia, una sola reflexión: ¿se recuerda cuando se decía hace seis meses que llegaría un momento en que el gobierno catalán tendría firme base parlamentaria mientras que España carecería de gobierno y de ideas y/o planes para hacer frente al movimiento independentista? Aquel momento es este.

Superada la cuestión de confianza como es previsible que suceda, Cataluña inicia la desconexión de España. De hecho, ya se ha comenzado con el primer proyecto de ley de desconexión, que anula el conjunto de las actividades penales del franquismo. El mensaje que este proyecto -que también saldrá aprobado en su momento y ya veremos con qué voto del PSC, si a favor o en contra- envía a las autoridades del Estado, así como a su clase política, a los intelectuales y a todo el mundo consiste en probar fehacientemente que, para salir del franquismo hay que separarse de España. No merece la pena seguir discutiendo sobre si España es solo circunstancialmente franquista o el franquismo es condición esencial de lo español. Tiempo habrá der averiguarlo. De momento, romper por fin con el franquismo es romper con España.

Había poca duda de que la derecha sigue siendo franquista, a pesar de su desganado intento de disimularlo. Pero tampoco la había acerca del antifranquismo de la izquierda. Sin embargo, con esta primera ley de desconexión, es la izquierda la que tiene ahora que decantarse. Será cosa de ver qué votará el PSC cuando el proyecto esté listo para aprobación. Puede votar que sí, que no o abstenerse aduciendo, quizá, que la ley excede las competencias del Parlament. Pero una abstención equivale a un “no”, igual que una abstención en la investidura en España equivale a un “sí”. Y esa misma situación se repetirá con el PSOE en el caso de que sea necesario votar sobre esta ley de desconexión en el Parlamento español. El PSOE no puede votar que no. Pero si vota que sí, será como una enmienda a la totalidad de la transición y a su aportación en ella.

La confianza de la Cámara abre el último tramo de la hoja de ruta y lo hace de un modo demoledor pues, al declarar nulo lo actuado por el franquismo, se cuestiona la transición misma y se deja en el aire la propia situación actual ya que la legitimidad de las instituciones de hoy depende de lo actuado entonces. En otros términos si el franquismo es nulo, el Tribunal Constitucional actual es ilegítimo y carece de autoridad sobre el Parlamento. Este deriva la suya del Estatuto de Nùria, de 1932 ilegalmente derogado por un grupo de golpistas. El pasado no puede modificarse, desde luego, pero puede reinterpretarse y, en función de esta reinterpretación se actuará posteriormente.

Con la denuncia y anulación del franquismo –cuestión ante la que los demás partidos en España no pueden permanecer indiferentes- el independentismo catalán adquiere una legitimidad de origen que nadie puede negar. Lo que se actúe después, durante la hoja de ruta, dará la medida de la legitimidad de ejercicio. Al final de ese trayecto, de aquí a menos de un año, tiene que haber un referéndum vinculante. Si ese referéndum es o no pactado con el Estado, depende del mismo Estado. Y de que sea o no pactado dependerá que luego haya una declaración unilateral de independencia o no.

dimarts, 27 de setembre del 2016

¿Resistirá?

Una pena. En un día tan glorioso como este, en que podemos disfrutar de la imagen de una banda de presuntos chorizos multimillonarios en el banquillo de los acusados, hemos de dedicarnos a otros menesteres porque la urgencia del momento así lo exige. Y es lo que haremos. Pero no me dirán ustedes que no es grato completar a estos pájaros sentados con rostro grave y hasta amargado. ¿No les vienen a la memoria las fotos de todos ellos sonriendo o riendo a mandíbula batiente, exhibiendo su poder y su riqueza? ¿No los recuerdan a bordo de yates de lujo, cazando piezas mayores en el África, entrando y saliendo de suntuosos comedores, inaugurando jolgorios, todo con nuestro dinero? Ignoro en qué medida afecta a estos payos el hecho de que los demás pensemos de ellos que son unos granujas y unos malnacidos. Pero supongo que lo tendrán presente. Y ojalá la justicia cumpla con su deber y les haga pagar sus supuestas fechorías.

Y vamos a lo nuestro. El País sigue inmisericorde en la cruzada antisánchez más destructiva. No sé si algún otro dirigente ha tenido que soportar otra portada tan agresiva como esta en la que no solamente se le pide la dimisión sino que su misma propuesta de convocar primarias se convirte en causa de que se pida esa dimisión con ese tono bronco, casi histérico, a través de un titular de periódico en el que no se informa, sino que se difunde una consigna: Como no cede, dimisión.

No es imposible que El País caiga más bajo; pero es difícil. Ese titular es un pasquín.

He leído en alguna ocasión que Pablo Iglesias acusa a El País de buscar la destrucción de Podemos, igual que he escuchado a los de Podemos repetir muchas veces que el "PSOE y el PP la misma mierda es". Ignoro si los que decían esto habrán rectificado porque la estupidez suele ser tan densa como tarda, pero es obvio que a quien el El País quiere destruir de verdad es a Sánchez y al PSOE. De Podemos, ni se acuerda. Pero estaría bien que alguien de la "verdadera" izquierda dijera algo sobre esta persecución de un dirigente de la izquierda, este mobbing periodístico, típico de los tabloides y la prensa amarilla.

Junto al titular, otro editorial cargado de agresividad y verdadero odio, Un partido secuestrado. Un texto tan injusto e inmoral que seguramente lo habrán redactado a cuatro manos Cebrián y Rubalcaba. Todos ven que el país sufre un presidente del gobierno en funciones, declarado en rebeldía ante el parlamento, que lleva ocho meses chantajeando a las instituciones, a los demás partidos y a la opinión pública, que tiene a su propio partido forzado al silencio, que se niega a retirarse pero tampoco hace nada por presentar su candidatura. Pues bien, para El País no es el presidente de los sobresueldos el responsable de esta situación sino que lo es el líder de la oposición que, como es evidente, juega en inferioridad de condiciones.

Si había alguna duda sobre la necesidad de mantenerse firme en el NO es NO y echar a esta peste de mangantes, corruptos e ineptos del gobierno, la clara complicidad de los medios con este desbarajuste es ya suficiente para no hacer caso a sus exabruptos. Repásese el editorial. En esa breve pieza se trata a Sánchez de tramposo, chantajista, de tratar de organizar un plebiscito a su medida, de traicionero, marrullero y de hacer una fuga hacia delante. Ignoro cuál será la capacidad de resistencia de Sánchez ante esta agresión pero, si quiere, puede verla con otro ánimo a base de preguntar a quien insulta con tanta ferocidad en petición de una dimisión, ¿quiénes serían las personas que propugnaria como sustitutas? ¿Susana Díez? ¿Carme Chacón? ¿Eduardo Madina? Eso es un chiste. Quienes han estado torpedeando la campaña electoral de Sánchez no debieran alzar mucho la voz y, de hecho, no la alzan, salvo Fernández Vara, que le viene de casta pepera.

Estos ataques tan desmesurados (producto de la histeria de la derecha, que quiere resolver la interinidad antes de que fragüe algo peor) pasan por alto el hecho de que la resistencia y el coraje de Sánchez cuentan con un apoyo fuerte en la militancia, que ha encontrado una razón sobrevenida para movilizarse orgullosamente por su partido: apoyar a su dirigente e impedir que las fuerzas oscuras de los oscuros despachos y los bancos a través de sus lacayos en los medios, decidan quién gobierna España y quién no. En realidad, la audiencia que El País quiere tocar son los llamados "barones", ese puñado de dirigentes territoriales que, por razones personales, hacen el juego al PP y cargan contra su propio secretario general. O militaron en el PP (caso de Fernández Vara) o son amigos de los peperos (caso Rubalcaba) o tienen corazón pepero (caso Bono, Leguina, etc) o simplemente no pueden soportar que nadie los haga caso porque, en el fondo, no son nada; caso Díaz.

Sánchez sostiene que las medidas que parecen "un chantaje" a El País, esto es, la convocatoria del Comité, las primarias, el congreso, son necesarias para dar respuesta a la derecha en asuntos de gobierno y con el lenguaje que aquella entienda y para que su partido hable "con una sola voz". Eso en el PSOE nunca será posible porque no es el PCE, pero es bueno que se formule. Y que quienes tienen otras voces calibren la responsabilidad en que incurren si, por tratar de imponerlas, permiten que el país siga gobernado por el mismo partido corrupto y el mismo gobierno de ineptos y franquistas, con el Sobresueldos a la cabeza, es decir por aquellos que lo han traído al estado de crisis y postración en que se encuentra.

Porque la cuestión no ofrece dudas: si Sánchez se va o lo echan, son cuatro años más de Rajoy y quién sabe cuántos más del PP con sus sucesores, por ejemplo, Feijóo. Dice El País que Sánchez no puede poner a los ciudadanos ante la disyuntiva de Rajoy sí o no. Él prefiere librarlos de esa angustia con un "Rajoy sí o sí". 

Teorías y conflictos

Gary S. Schaal y Felix Heidenreich (2016) Introducción a las teorías políticas de la modernidad. Valencia: Tirant Lo Blanch. (374 págs).
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Habitualmente se supone que los críticos de libros han leído los libros que critican. Puede ser mucho suponer. También habrá críticos que no los hayan leído o no los hayan leído del todo, incluso que no sepan de lo que hablan. La regla general seguramente será la de los críticos honrados. Hay un caso, sin embargo, en el que el recurso a esta regla es innecesario: el del crítico que, además, es el traductor del libro que critica. Eso no ofrece lugar a dudas: el crítico tiene que haberse leído el libro a base de bien porque lo ha traducido.

Es el caso de la obra hoy en comentario de los profesores alemanes Schaal y Heidenreich, traducida por Palinuro. No obstante, debo advertir a quien se haga con la obra en esta su primera impresión, que si busca el nombre del traductor en ella, no lo hallará. Hemos olvidado incluirlo. Estas cosas pasan a veces en las editoriales. Uno cree que entrega el manuscrito después de haberlo mirado y remirado mil veces y, cuando lo tiene impreso en las manos, repara en que falta un nombre: el suyo. Cuando menos, no se me podrá acusar de ser un presumido, aunque esta modestia casi franciscana, tampoco sea de mi gusto. Ya me he cerciorado de que en la primera reimpresión que se haga, aparecerá mi nombre como traductor. Tengo un respeto y vocación casi míticos por el oficio de traductor y me considero tal con el mismo espíritu con el que soy profesor, escritor o bloguero, que es también actividad exigente.

Los dos profesores alemanes han escrito una obra sistemática y bien organizada, como era de esperar, con una clara intencionalidad propedéutica. Es algo muy de agradecer cuando se aborda un asunto tan complejo como el del libro,  una exposición sobre la(s) teoría(s) política(s) contemporánea(s). En la segunda mitad del siglo XX a raíz del famoso pronunciamiento de Peter Laslett, de que la filosofía política había muerto, también se dio por difunta a la teoría política que no sabría encontrar un lugar cómodo entre aquella filosofía y la Ciencia Política. Esta última dominaba el escenario desde que, primero conductista, luego funcionalista, finalmente se hizo empírica de la cabeza a los pies, quiso enseñorearse del campo todo y dejó en el sepulcro a la vieja teoría política y, sobre todo, a la teoría política normativa.

Pero pasó el tiempo y, con la crisis de la teoría del Estado del bienestar y el colapso del comunismo, ya en el último tercio del siglo XX, la ilustre difunta comenzó a dar nuevas señales de vida. La Teoría de la Justicia, de John Rawls, una obra de los años setenta, rabiosamente teórica y normativa quizá pueda calificarse como el libro político-académico más importante del siglo XX. Y, abiertas las compuertas, por ellas entró un alud de teoría política finisecular y del siglo XXI con tal vitalidad y abundancia de enfoques y perspectivas que, de no publicarse libros como el de Schaal/Heidenreich, sería imposible moverse en esta frondosa jungla en la que conviven en no siempre alegre compaña liberales, conservadores, contractualistas, neoliberales, comunitaristas, republicanos, cosmopolitas, teóricos de la decisión racional, críticos, postmodernos, feministas, ecologistas, pluralistas, neocorporativistas, sistemistas, institucionalistas, y quedan algunos más. 

El hecho de que los autores sean alemanes presenta también su interés. Es cierto que Alemania tiene una más que regular producción en el campo de la teoría política y su historia (según atestiguan nombres como (von Beyme, Nohlen, Fenske, Llanque, Hartmann, Habermas, Offe, Ottmann, etc) pero en el ámbito castellano-parlante este territorio aparece casi dominado por los anglosajones con una nota francesa. Y el hecho no es inocente. Las selecciones de autores y escuelas varían, según sea la nacionalidad de los responsables. Pasa siempre con todas las historia culturales. Las primeras figuras son tratadas en todas las historias (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Hegel, Marx, etc) pero estas admiten variedad en las figuras menores. De no ser por la germanidad de los autores es difícil que Habermas hubiera encontrado un sitio y seguramente, no se hablaría de Luhmann.

Los autores parten de un supuesto metodológico que les sirve para clasificar el conjunto de las teorías políticas de la modernidad en dos grandes grupos cuyos presupuestos son antagónicos: la tradición de las teorías liberales y la de las republicano-comunitaristas. Ambas resumen en sus postulados dos respectivas visiones del mundo en buena medida excluyentes. La teorías liberales son las que tienen un origen pactista más obvio y así han llegado al neocontractualismo de Rawls y la idea poliárquica de Dahl. Encajan en la tradición, aunque algo forzadamente para mi gusto, los libertarianos (estilo Nozick o Bookchin) y, desde luego, los de la decisión racional, Buchanan, Tullock y sus parientes lejanos de la teoría económica de la democracia, Downs y el inevitable Olson, con sus apotegmas sobre los bienes públicos, los gorrones y la lógica de la acción colectiva.

La otra gran rama de la teoría política contemporánea, la republicano-comunitarista, también tiene un origen pactista (Rousseau), pero se aparta pronto de él para indagar perspectivas más radicales (como Marx o, recientemente, Barber) y, por supuesto, para plantear unos presupuestos antropológicos y unos procesos de socialización así como relación entre la colectividad y el individuo muy distintos de los liberales. El comunitarismo como fundamento de una concepción de la justicia, la moral y el buen gobierno culturalmente determinados (Walzer, Kymlicka, etc) implica una negación rotunda al principio poco menos que incuestionado de la universalidad de los valores occidentales, sostenida por el liberalismo.

Junto a estos dos grandes grupos, los autores hacen al final hueco para otros dos que, teniendo concomitancias con los anteriores, presentan caracteres específicos que autorizan a un tratamiento diferenciado. De un lado dedican su atención a un manojo de teorías actuales que engloban bajo la denominación de teorías "deliberativas" que comprenden los postulados de democracia participativa, muy en boga en los años 70 (Paterson) y revividos en los primeros del siglo XXI, a través de unos movimientos que cuestionaban los cauces representativos tradicionales. Se trata, en realidad, de la venerable etiqueta de teorías "emancipadoras" y en ellas destaca la presentación y el estudio de la acción comunicativa de Habermas, así como sus referencias.

Por último, un apartado muy de agradecer por abordar una serie de teóricos y teorías de ahora mismo, englobándolas bajo el paraguas de la postmodernidad, desde Lyotard, que acuñó el término hasta Rorty, cuyo vitriólico escepticismo le lleva a vaticinar de nuevo la muerte de la filosofía (y, desde luego, de la filosofía política), convertida en una especie de diálogo culto entre gentes ociosas. Revista se pasa asimismo a Foucault, Butler, Luhmann y Derrida, a cuya cuenta se hacen las únicas observaciones semihumorísticas que se permiten nuestros autores.

En resumen, una lectura interesante, ilustrativa y muy completa, de la que se aprende bastante. Una guía para moverse a cierta altura por un complejo panorama en el que muchas veces la misma exposición de las teorías políticas presenta sesgos difíciles de admitir. Y escrita, además, en un estilo de lectura ágil, sin merma de su rigor. Lo sé porque lo he traducido. Por cierto, ya había subido una crítica anterior del mismo libro aún en alemán y que, en parte, coincide con las observaciones de ahora: La teoría política hoy.

dilluns, 26 de setembre del 2016

Decíamos ayer...

Se han cerrado las urnas. Se ha hecho el recuento. Todo queda más o menos como estaba. Pero ahora vienen las interpretaciones, los deseos, las ascuas para arrimar sardinas. Nadie ha perdido, por supuesto. Los cálculos extrapolan al Estado los datos de dos CCAA tan atípicas como Cataluña, ambas también históricas y con peculiaridades intransferibles ni siquiera entre sí. Y no tienen en cuenta la diversidad de objetivos de los contendientes. Ni su muy distinta composición. Ni la posición real en que quedan en la legislatura. Se manejan las cantidades, los porcentajes, sin matizar su alcance. De lo que se trata no es de entender qué haya pasado sino de interpretarlo como justificación para la actitud que se adopte en el conjunto del Estado. Las opiniones, ya se sabe, son libres.

La de Palinuro:

C's: No cuenta. En el PV ha empeorado los resultados de UPyD, cuya alma había pretendido robar, según dolido sentir de la fundadora, Rosa Díez. Es difícil sacar diputados en Galicia y el País Vasco con un discurso casi exclusivamente anticatalanista. Es imposible. En España, todavía, aunque cada vez menos. C's tiene un problema de invisibilidad por indefinición. Dos pactos, dos fracasos; casi es mejor que deje de pactar.

PP Mayoría absoluta en Galicia y el último de la cola en el País Vasco, en comandita con el PSE. Gobierno sin trabas en Galicia e irrelevancia en Euskadi. Dicen los medios que se refuerza la posición de Rajoy. No se ve por qué salvo por la nada desdeñable razón de que eso coincide con los intereses casi universales de la política en España, hoy. Que gobierne Rajoy. A eso no ayuda nada ser irrelevante en el País Vasco o seguir siendo el dueño incontestado de Galicia. Ya lo era. Si acaso, al haber crecido la mayoría absoluta de Feijóo (y eso sí que es "marea"), se atisba una amenaza. Feijóo podría ser la alternativa que el PP ofreciera a cambio de que le dejen seguir gobernando.

PSOE Todas las miradas puestas en él. El dictamen del establecimiento mediático (que es también el de los otros partidos, sobre todo PP y UP) es unánime: enésimo fracaso de Sánchez; la que te espera en el Comité federal; los barones aprestan las huestes. Basta escuchar a Fernández Vara, cabeza del sector derrotista, partidario de "pasar a la oposición" o sea, dejar gobernar al PP con el presidente de los sobresueldos. Dice el extremeño que el PSOE "ha dejado de ser referencia". Será para él y sus correligionarios. La militancia piensa que es al revés: ahora es referencia. Sánchez no sale capitidisminuido de estas elecciones. Los resultados se esperaban malos y lo han sido, pero no mucho. En el País Vasco, los votantes se le han ido a Podemos que, sin embargo, ha quedado en tercer lugar y no pinta nada. Igual que el PSE. Juntos en la nada. El sorpasso es esto: la nada. En Galicia, el PSG ha aguantado y ni sorpasso ha habido, salvo para los auténticos creyentes. La posición de Sánchez en las cuestiones internas de su partido (que son muy externas) no se ve mermada ni debilitada por estas elecciones. Por lo demás, es un asunto que compete al PSOE y que este arreglará como pueda. Pero lo urgente ahora es decidir si ha de haber un gobierno o vamos a terceras elecciones. Visto lo visto y leído lo leído, si yo fuera el PSOE, iría sin dudarlo a terceras elecciones. ¿Por qué? Porque mantiene la centralidad política, reconocida por todos. Se puede gobernar sin el PSOE, pero no contra el PSOE. Y querer forzar la voluntad del partido para que claudique ante quien no lo merece es ir contra él. Por lo demás, el fementido bipartidismo aguanta.

Podemos Estaban los recuentos aún en el aire y ya rodaban tuits triunfalistas del esclarecido guía vistiendo de victoria la derrota. Podemos es principal fuerza de la oposición aquí y allí no tanto pero casi. De la oposición. No del gobierno. En realidad, Podemos no pinta nada en ninguna de las dos comunidades. En Galicia porque comparte esa nada en el pintar con las otras fuerzas de En Marea y en el País Vasco porque Podemos no lidera nada, ni la oposición y el gobierno no necesita a nadie. De hecho, el triunfalismo se matiza con derrotismo: otro dirigente, Ramón Espinar, reflexiona que Podemos pierde votos en donde no va Iglesias de candidato. Este parece reconocer que, en realidad, siguen perdiendo. Pero al estilo pelota de la vieja política, no quiere acordarse de que el 26J, con Iglesias de candidato, perdieron más de un millón de votos. Nada ha cambiado con Galicia y País Vasco y menos que nada, Podemos. Parece que se impone la línea dura con el PSOE, esto es, zarandearlo y poco menos que ordenarle que se avenga a una coalición, retándolo, incluso poniendo en duda casi la virilidad de Sánchez por achantarse ante los barones. Es la vía más rápida hacia las terceras elecciones en la esperanza de que el PP aumente su porcentaje. Así, cuanto peor, mejor. Si l@s de Podemos quieren evitar terceras elecciones, que se abstengan ell@s.

Mendo y la astracanada de España

En el Teatro Fernán Gómez de Madrid, una buena versión de La venganza de don Mendo, dirigida por Jesús Castejón, con Ángel Ruiz y Cristina Goyanes en los papeles de Mendo y Magdalena, sin hacer de menos a los demás. Don Nuño, el padre de la sinvergüenza de Magdalena, es estupendo. Don Pero, el marido cornamentado de la misma Magdalena, simplemente genial. Quien quiera reír de buena gana y sin mayores preocupaciones, que vaya a verla.

La venganza de don Mendo es la obra más representativa, la  cumbre del subgénero de la comedia llamado astracanada, puesto de moda por Pedro Muñoz Seca, que fue muy popular en España a fines del XIX y primer tercio del XX. La venganza...es el que mejor lo  representa:  un teatro de chistes gruesos, trama simple, situaciones absurdas, juegos de palabras que movían la hilaridad, falta de respeto por todas las convenciones. Pero con tiento y cuidado; nada de bromas con la Iglesia o de cuestionar el orden constituido. La astracanada es humor, pero humor de derechas. Sarcasmo y parodia de los géneros más respetables de la tradición española: comedias de honor, de venganza, celos, capa y espada, enredo, etc. Se estrenó en Madrid en 1918 y tuvo un resonante éxito, que se ha mantenido a lo largo de los años, de forma que es una de las obras más representadas, junto a Fuenteovejuna, La vida es sueño y Don Juan Tenorio. Un éxito permanente que, en cutre, ramplón y poca cosa, responde al mismo espíritu que el movimiento dadaísta, floreciente por aquellos años en Europa, a raíz de la  conmoción de la contienda que puso en crisis un modo tradicional de entender el mundo. Dada también ponía en solfa los valores del orden constituido, pero era revolucionario y de izquierda. En verdad España no entró en la guerra, pero el modo tradicional de entender el mundo hizo crisis igualmente. Y, sobre esa crisis, cabalgaron los sempiternos monárquicos españoles.

Muñoz Seca era un dramaturgo con capacidad para hacer otro tipo de teatro, pero el mucho éxito de la astracanada y el hecho de que fuera asesinado apenas comenzada la guerra civil en Paracuellos del Jarama, no le dejaron ocasión de probarlo.

Para probarlo se basta y sobra este soberbio don Mendo. Ripios, risas, chistes malos, burlas y absurdos, se carcajean del pesado manto borgoñón de la ideología española y sus vicios: la virtud de las mujeres, el honor de los hombres, la fidelidad matrimonial, las clases sociales, el servicio del Rey, los lances de amor, el paternalismo de la época, las cuestiones de género, etc., etc. Al fin y al cabo, la venganza de don Mendo es un intento de lo que hay llamaríamos crimen machista. Y su realización, la más disparatada parodia de una tragedia ya que en ella mueren prácticamente todos los intervinientes excepto los reyes y el duque de Moncada. 

La razón de la permanencia de don Mendo: su burla de los temas de la España eterna pone de manifiesto que, si ya en su momento, resultaban exagerados, traídos al siglo XX, eran francamente ridículos. Todos en la obra son irrisorios y el diálogo, que navega por su cuenta al soplo de un portentoso talento lírico del autor, hecho de juegos de palabras y absurdos, a fuer de chabacano a la par que popular, es de una gran actualidad.

Reírse en La venganza de don Mendo es reírse de España. De la España de ínfulas imperiales y realidades miserables, de la España del orgullo y la humillación, del oropel y el andrajo. Reírse de la España de la gran nación y de la marca España. El Rey vine a ser como el actual y los rimbombantes personajes, los que pueblan hoy el ámbito público. Hasta los espectadores, voto a tal, somos los mismos.

diumenge, 25 de setembre del 2016

Era una revolución

Recuérdese la famosa anécdota del Duque de la Rochefoucauld y Luis XVI, un telediario antes de la toma de la Bastilla: "¿Qué ocurre? ¿Es una revuelta?" "No, Sire, c'est une révolution". Cambien tiempo y lugar: "¿Qué ocurre?¿Es una algarabía" "No, Presidente, es una revolución". Pues sí, es la revolución catalana. La derecha no se ha enterado o no ha querido enterarse y, lo más curioso, la izquierda, tampoco. Y, ya curiosísimo, la verdadera izquierda, tampoco y eso que el término todavía ocupa algún remoto lugar de su imaginario.

Nadie ha querido hacer caso de la abrumadora sucesión de síntomas en los útimos años. Las señales de la tormenta aproximándose. Nadie. Los analistas, los comentaristas y tertulianos, los medios, todos mudos. O peor que mudos, desinformando. No solo por vicio sino también por ignorancia. Llevan años aplicando al movimiento independentista categorías de la apacible época autonómica, cuando un nacionalista catalán podía ser español del año.

Es claro, razonan los cerebros de la izquierda, no está pasando lo que está pasando. Las revoluciones tienen unas pautas, necesitan un partido de vanguardia; no pueden ser obra de una alianza transversal de políticos de todo credo y movimientos sociales; no pueden ser movidas de los ricos contra los pobres; el nacionalismo y la revolución son agua y aceite. No, no está en el cuadro de las revoluciones. No es una revolución.

Entonces, ¿qué es?

El primer proyecto de ley de desconexión corta el nudo gordiano de la transición al estilo alejandrino. Es más, inaugura la segunda parte de la transición. No digo la segunda ni otra transición porque son determinaciones sobadas por los políticos y despojadas de todo sentido.

La Transición, IIª parte o segundo acto. El Parlament pretende declarar la nulidad en Cataluña de todos los procedimientos penales del franquismo, los consejos de guerra, los sumarísimos. Eso es algo que debía haberse hecho en toda España al día siguiente de la muerte del dictador. Nulas todas las actuaciones judiciales penales del franquismo. Y no solo las militares sino también las civiles de la jurisdicción especial de Orden Público.

En realidad, ese día tendría que haberse declarado la nulidad del franquismo erga omnes. Nada de lo actuado en aquellos años era legítimo y, por tanto, no podía ser base de la legalidad democrática. Todo nulo, desde la abolición del Estatuto Catalán hasta la designación de Juan Carlos como sucesor de Franco "a título de Rey".

Y ahí está el nudo de la cuestión. No andaba el horno para bollos. Los militares controlaban la escena. El mundo se inhibía. La oposición, fragmentada y todavía muy asustada. Así que se transigió y se edificó un régimen constitucional sobre decenas de miles de asesinados y enterrados en fosas anónimas en las cunetas de toda España. Durante el largo mandato de Felipe González no se intentó siquiera abordar la cuestión de la justicia a las víctimas de la guerra, la postguerra y una larga dictadura que murió matando. Esto solamente se enmendó con la ley popularmente conocida como Ley de la Memoria Histórica, correspondiente al mandato de Zapatero. Y justamente, este gobierno se asustó ante las consecuencias de una declaración de nulidad erga omnes y dejó las reparaciones reducidas a los procesos penales y los asesinatos extrajudiciales y, además, restringió su alcance al orden puramente moral y simbólico. Nada de reesarcimiento material. Los gobiernos de Zapatero, que mostraron cierta osadía al comienzo se revelaron luego pusilánimes: la Ley de la Memoria Histórica rebajada, la reforma del derecho de propiedad intelectual y la de relaciones entre la Iglesia y el Estado, abandonadas en los cajones de La Moncloa.

La decisión del Parlament es una bomba de (muy escaso) tiempo. De adoptarse, supongo, provocará el habitual recurso del gobierno al Tribunal Constitucional que, a su vez, hará lo que acostumbra: suspender y/o prohibir. Hasta aquí hemos llegado en otras ocasiones en esta crisis constitucional; pero de aquí no hemos pasado. Al aquilatar el efecto de los pronuncimaientos del Constitucional conviene recordar que la Generalitat no le reconoce autoridad mientras que ella misma, como órgano, deriva la suya del Estatuto de Nùria, al que considera en vigor porque su derogación por la dictadura fue ilegal.

La controversia es muy interesante y pilla a la izquierda española con el paso cambiado, en cueros. Nadie en la izquierda puede oponerse a la anulación de la Causa General y aledaños a través de otra Causa General de condena de la Dictadura y anulación de sus actos. Pero, la aceptación y hasta el apoyo de la reclamación pone a las izquierdas españolas en coalición con el independentismo. Y el asunto se complicaría extraordidnariamente si hubiera que votar en el Congreso a favor o en contra de la propuesta catalana, teniendo en cuenta la mayoría de la izquierda.

Era una revolución y no han sabido verla.

Los candidatos, en el fondo, no quieren ser presidentes por no tragarse el marrón de Cataluña. Y no haya duda de que será un marrón. Pongo un ejemplo inmediato: ¿cómo va a explicar en los medios y las cancillerías extranjeras el ministro de Exteriores, García Margallo, más conocido como Gibraltar español, que el Parlamento catalán anula ahora las actuaciones judiciales de la dictadura? Espero que no lleve a la lumbrera de Interior, diciendo eso tan agudo y original de que hay que mirar hacia delante y no hacia atrás. A ver cómo explican todos que en España no se haya condenado el franquismo a los 41 años de la muerte del dictador y se siga tolerando su iconografía y subvencionando con fondos públicos una fundación que lleva su nombre y se dedica a ensalzar su memoria.

Padre e hijo

No son raros los pintores que se dedican al arte tras los pasos de su padre. Con muy distintos resultados. Y tampoco es raro que, con esas desigualdades, padre e hijo consigan reconocimiento: Holbein (el joven) y Breughel (el viejo) son casos opuestos. También hay mujeres, por ejemplo, Artemisia Gentilleschi, hija del pintor Orazio Gentilleschi. Igualmente cuentan otras relaciones familiares. Goya casó con una hija de Bayeu cuyo estilo desarrolló; y el hijo de Bayeu, cuñado de Goya, pasa por ser el primer goyesco. O casos muy pintorescos, como el pintor yanqui Charles Wilson Peale, que tuvo un puñado de hijos e hijas, todas y todos pintores, a los que había bautizado premonitoriamente como Raphaelle, Rembrandt, Angelica Kaufman o Sophonisba Angusciola. 

Los dos Fortunys, Mariano Fortuny Marsal, que se había casado con una hija de Federico Madrazo, y Mariano Fortuny Madrazo, también eran padre e hijo; el hijo, además nieto de Federico Madrazo y bisnieto de José Madrazo, otro pintor. Cuestión de estirpe, supongo. El caso es, sin embargo que poco aprovechó al joven Fortuny la paternidad del Fortuny mayor, quien lo dejó huérfano a los tres años. No obstante también se dedicó al arte o, mejor dicho, a las artes, porque cultivó varias: dibujante, fotógrafo, grabador, diseñador de modas, escenógrafo, etc. No descolló en la pintura, en donde lo hizo su padre con una carrera brillantísima y de gran, aunque breve, fortuna y éxito social.

La Calcografía Nacional, instalada en la Real de San Fernando, expone una muestra de calcograbados de los dos Fortunys, pues tiene las correspondientes planchas, algunas de las cuales también pueden verse. La calcografía conoció buenos tiempos, antes de la llegada de la fotografía, que le arrebató la parte documental, de realismo, empujándola a la fantasía. Lo logra porque su resultado no está enteramente determinado por reacciones químicas sino que interviene decisivamente la mano del artista en los trazados previos.

Es buena idea contraponer las estampas de padre e hijo. El padre mantiene vivo un espíritu creador; al hijo se le nota mucho la tendencia más al género de arts and crafts. En Fortuny hijo influyó decisivamente Wagner y su idea del arte integral, casi como una revelación, como el efecto del padre que no había tenido. Viajó a Bayreuth, se impregnó del espíritu wagneriano y comenzó a pintar escenografías como las óperas de aquel. La exposición muestra una docena de estampas con ilustraciones del Anillo del Nibelungo que son muy interesantes, porque se apartan de las interpretaciones más habituales. 

dissabte, 24 de setembre del 2016

Terceras elecciones

Si los barones no existieran, hipótesis descabellada, habría que inventarlos. Aunque parezca mentira, ese amago de sublevación de las taifas socialistas viene muy bien a Sánchez. Refuerza su posición negociadora frente a Podemos. Él bien quisiera reconocer la esclarecida guía de los portavoces de la gente y aplicar las medidas salvíficas que se le aconsejen. Pero, por desgracia, tiene al partido levantisco y ha de respetar unos límites. Si la otra parte, la verdadera izquierda quiere negociar de verdad, con ánimo de concluir algo, tendrá que limar sus formas y moderar o aguar sus propuestas. Respecto a la posibilidad de algún acuerdo con los indepes catalanes, por ejemplo, su abstención, es aun más lejana. Los barones no quieren ni oler el independentismo.

A su vez, los indepes catalanes tienen escaso margen de maniobra. La exigencia de un referéndum es innegociable. Las posiciones no pueden acercarse más. Cabe discutir si el "no" al referéndum es una actitud justa o no. Pero es la que hay. Los barones aducen que, además, atrae el voto de los españoles de izquierda contrarios a la autodeterminación catalana. Puede que no sea cierto y que, haciendo la debida pedagogía, el electorado español se mostrara más tolerante con ese derecho. Pero no hay tiempo para comprobarlo y el PSOE prefiere no dar esa baza a su gran adversario, el PP que acusaría al otro de romper España, o sea, de lo que él hace.

Con eso, la posible alianza queda reducida a PSOE-Podemos, con el rotundo anatema de C's y la oposición de los barones socialistas. En esta situación los de Podemos, como siempre, dicen una cosa y hacen la contraria. Dicen querer una alianza con el PSOE, pero lo maltratan sistemáticamente de palabra y obra, con una arrogancia absurda, dada la situación en que se encuentran. Bajo ningún concepto quieren terceras elecciones, a la vista del pobre resultado de las segundas que ellos provocaron. Pero los hados los llevan a hacer todo lo posible para que sean inevitables. A estas alturas puede ser ya materialmente imposible que Sánchez convenza a los barones de que Podemos es de fiar; tampoco a una buena parte de la militancia. La gallardía del NO es NO de Sánchez le ha valido el apoyo activo en masa de los militantes que, de pronto, han encontrado una razón para movilizarse. Pero que lo apoyen no quiere decir que aprueben una alianza con un partido que no es de fiar, pues su objetivo final es acabar con el PSOE. Los militantes apoyan en el NO es NO de Sánchez y no temen a unas terceras elecciones.

La prensa se extiende en los dimes y diretes de las cuestiones internas del PSOE, Comité federal, Congreso, primarias. Todo importante, sin duda, para los militantes, pero solo para ellos. El PSOE, como partido, ocupa la centralidad política que los otros ansían y no consiguen. Sobre él, la responsabilidad de adoptar la mejor decisión para los intereses generales, al lado de un gobierno que no gobierna y una oposición que no sabe si oponerse al gobierno o a la otra oposición. Los barones parecen ya resignados a la opción de las terceras elecciones. De ser esa la vía, Sánchez se encontraría un partido de nuevo unido.

Terceras elecciones es la única opción abierta a Rajoy para ser investido. No tiene otra. Sánchez tiene aún abierta la de la negociación y, si esta fracasa, las terceras elecciones serán también su última opción. Pero con una diferencia crucial a la hora de articular la campaña electoral: que él ha hecho todo lo posible por evitarlas mientras que Rajoy no ha movido un dedo. Sobre los dos partidos emergentes es poco lo que hay que decir que no se haya dicho ya.

El código del honor

Estamos de enhorabuena los fans de Los siete magníficos, la película dirigida por John Sturges 1960. Con la nueva versión de Antoine Fucua, recién estrenada, vuelve esta preciosa leyenda de moral caballeresca. Aquellos siete magníficos de Sturges ya eran un remake de Los siete samurais, una película de Akiro Kurosawa, de 1954. El film japonés situaba la acción a mediados del siglo XVI, la época de los reinos combatientes, cuando imperaba el código Bushido o del guerrero que, en su versión romántica idealizada, venía a ser el equivalente oriental de la literatura caballesca occidental, el ciclo artúrico, el bretón. El samurai lo era por observar las virtudes caballerescas, justicia, valor, compasión, educación, honestidad, sinceridad, lealtad y autocontrol. Cuando el destino se le ponía en contra se quitaba de enmedio mediante el sepuku o harakiri.

La versión de Sturges echaba sus raíces en un pasado legendario, pero actualizaba la leyenda al Oeste americano del siglo XIX, en la raya con México. Obviamente hay una adaptación técnico-material inevitable. Por ejemplo, las armas blancas de los ronin, samurais libres pendientes de contratación, son sustituidas por las de fuego. Curiosamente, en el film de Kurosawa, los bandidos disponen de tres de las primeras armas de fuego, de avancarga. Y en el film de Sturgeon hay una sutil referencia al mundo de las armas blancas en la destreza en el manejo del cuchillo del personaje que interpreta fabulosamente James Coburn. Pero junto a la adaptación, había muchas referencias a los samurais y al código del honor y el relato seguía en buena parte el japonés, incluso en los lances amorosos. El espíritu caballeresco quedaba afirmado, a modo contrario, cuando los siete pistoleros aceptan jugarse la vida con muchas garantías de perderla, por veinte dólares. En el desarrollo hay frecuentes referencias a otro tipo de motivaciones y mucha sentencia. Pero, al mismo tiempo, la peli protagonizada por Yul Brynner, Steve McQueen y otros famosos del momento, tiene unos magníficos y muy chispeantes diálogos y algunos episodios memorables, que quedarán en la memoria del cine del Oeste, como el del enterramiento de un indio en el cementerio de un pueblecito tejano reservado solo a blancos.

La nueva versión se apoya mucho en la de 1960, tanto que reproduce en parte la banda sonora y trozos de diálogos. Pero cambia el contexto pues la acción ya no transcurre en Texas sino en California y no hay mexicanos en ella. Son colonos, mineros yanquies, pero sometidos al mismo expolio y la misma tiranía que los campesinos mexicanos en la versión anterior. La historia se ha simplificado y se ha americanizado del todo. Si la versión de Sturges estaba relacionada con los westerns de John Wayne o solo ante el peligro, esta otra es más al estilo de Sam Peckinpah y el grupo salvaje con elementos de "spaghetti western". El código del honor tiene aquí menos relevancia. Las cuestiones de la moral del guerrero palidecen frente a la vistosidad y espectacularidad de los tiroteos y las balaceras.

Pero, en cambio, la versión de nueva incorpora elementos llamativos de ruptura en el plano del metarrelato. Es como un deliberado intento de cuestionar las narraciones convencionales, dando entrada en esta al multiculturalismo en nombre de la necesidad de multiplicar las miradas, los puntos de vista y los relatos mismos. El protagonista, Dentzel Washington, es negro. Quizá por no otra razón que porque el director, Antoine Fucua también lo es. Pero hay otros elementos rupturistas. Uno de los siete magníficos actuales es un indio comanche con sus pinturas de guerra. Otro, un japonés experto, cómo no, con el cuchillo y vínculo lejano a la peli de Kurosawa.

La película desprende un tufo machista muy acusado. Solo una mujer tiene un papel de alguna entidad, aunque secundaria. Cuando menos no es como sujeto de un lance romántico sino de ardor guerrero. Queda la esperanza de que, así como Fucua ha roto el convencionalismo anglosajón, la siguiente versión, meta una o dos mujeres entre los siete magníficos. ¿Por qué no? La leyenda es eterna. Basta seguir con ella.

En realidad, da igual lo que hagan en las versiones. Gracias a su fondo de literatura caballeresca al más clásico estilo, la historia aguanta lo que le echen. Hasta ametralladoras. Con ellas se cierra el ciclo desde los mosquetes japoneses hasta las primeras armas automáticas. El episodio de la ametralladora, por lo demás, también remite a las escenas finales de Grupo salvaje.

Con tanto tiro hay poco tiempo para profundizar en los siete personajes. Tienen fuerza los tres "fuera de norma", algo también el mexicano y muy escasa los tres yanquis al uso. Irónicamente, los tres supervivientes son el negro, el mexicano y el comanche. Esto no lo hubiera tolerado el código Hayes, que no tiene nada que ver con el Bushido.

divendres, 23 de setembre del 2016

La voz del mayoral

El País ambicionó siempre el estatus de "intelectual orgánico" del sistema de la III Restauración borbónica. Porque ha habido tres: la de Fernando VII, El Deseado, la de Alfonso XII, triste de ti y la de Juan Carlos I. Hemos tenido dos fugaces repúblicas y tres interminables restauraciones. El abanderado, el confaloniero de la última, el intérprete de sus designios, el urdidor de su supervivencia, el gran guía de esta transición inacabable es este periódico. Capataz diligente de los designios de la oligarquía española, sector liberal-progresista, El País se enorgullece de seguir las órdenes del amo del cortijo con una mezcla de gracejo servil de mayoral antiguo y aparente eficacia de librecambismo neoliberal.

El editorial de hoy, La deriva de Sánchez, es una pieza a degüello contra el secretario general del PSOE por no doblegarse a los intereses de los que mandan en la empresa y en la banca, los que dictan los contenidos del diario. Este trabajo de matarife lo bordaba antaño Juan Luis Cebrián, acostumbrado a tumbar gobiernos con sus insufribles cuanto pedantes soflamas. Pero ya ha cansado a la audiencia. Ahora entran en la batalla las baterías institucionales. El editorial podría venir directamente de La Moncloa, o ser un producto del mismo Cebrián. Incluso puede serlo de Rubalcaba, recientemente incorporado al consejo editorial del periódico, un lugar muy cómodo desde el que disparar contra su propio partido sin que se note mucho.

De todos los editoriales inicuos y repugnantes que ha publicado el medio, este se lleva la palma. En sus líneas reverbera el orgullo y el desprecio de la España integrista (la que ganó la guerra, como acaba de recordar el psicópata de Interior) con la arrogancia de los sedicentes progresistas y liberales de la "otra España", siempre dispuestos a claudicar ante la derecha nacionalcatólica más cerril. Respira agresividad y hasta odio hacia un solo hombre, Sánchez, que ha tenido el arrojo de plantar cara al conformismo, a la resignación, a la claudicación ante la chulería de una derecha que, como puede verse, está dispuesta a todo para no salir del poder. Está literalmente fuera de sí pues no consigue trasladar sobre las espaldas del socialista la culpa de un bloqueo que recae exclusivamente sobre el presidente de los sobresueldos, obstinado en no cambiar la poltrona del poder por el posible banquillo de los acusados.

Acusa el editorial a Sánchez de irresponsable por anteponer su interés personal al general de España. Justo lo que hace Rajoy con todo descaro. Pero eso ni se menciona. Rajoy tiene derecho a bloquear; Sánchez, no. ¿Por qué? Porque El País es el periódico de Rajoy, el mayoral porcino de la piara. ¿Y qué decir de eso del "interés general de España"? Resulta que este interés manda que gobiernen los mismos que han robado a mansalva, destrozado y arruinado el país y lo han hundido en el descrédito internacional más profundo. Manda asimismo que se condone la corrupción sistemática de un partido cinco veces imputado en procesos penales y abarrotado de ladrones, sinvergüenzas, comisionistas, dafraudadores y delincuentes organizados. Manda también que se les garanticen otros cuatro años de arbitrariedades, enchufes, malversaciones y despilfarros.

El "interés general" de España manda que siga en el poder un gobierno de franquistas cuya finalidad es revertir los escasos avances democráticos conseguidos hasta la fecha. Manda involucionar, desmantelar el Estado del bienestar a base de esquilmar el erario y lo que quede, dejárselo a la beneficencia privada. Manda esclavizar a los trabajadores, estafar a los contribuyentes, expoliar a los pensionistas, desamparar a los dependientes, expulsar a los jóvenes, someter a las mujeres, rechazar a los refugiados e inmigrantes, entre otras formas de injusticia.

Sánchez resiste apoyado por las bases, la militancia y los votantes, elementos que han resultado ser más eficaces de lo que los señoritos del capital calibraban porque contra ellos no se han impuesto los chantajes de la derecha. Tampoco la hipocresía de la "verdadera" izquierda (esa que dice que no quiere ser encasillada en el PSOE o el PCE pero lleva al PCE en sus listas electorales), ni los bancos, ni la Iglesia, ni los socialistas submarinos del PP, ni todos los medios, tertulianos y demás patulea. Algo en verdad milagroso porque el secretario general solo cuenta con ese respaldo. No tiene la abundancia de medios de que disponen los demás, sobre todo el PP y Podemos, con sus canales de televisión y medios digitales a tope de "auténticos creyentes".

Sánchez no tiene más que la confianza de la gente (cosa de la que los otros tres carecen por su falta absoluta de lealtad), la buena fe y la convicción cada vez más extendida en que aquí nos jugamos una cuestión de dignidad y autoaprecio. Si nos resignamos, si claudicamos, será cuando el país se hunda.

Desde El País se recurre a la amenaza de desequilibrar el PSOE, algo preocupante porque ahí se nota también la larga mano de Rubalcaba y se formulan falacias vergonzosas como que no es posible gobernar con 85 diputados, que son el 25% de la cámara. Falso. Hay países europeos gobernados en coalición con similares porcentajes. No se gobernaría con 85 diputados sino con 150, quizá con 170 o mayoría absoluta. En todo caso, similar es la pretensión de dar el gobierno a 135 diputados, que es el 33% de la cámara. Pero esto, como la responsabilidad del bloqueo, no se menciona. El PP tiene más derechos que el PSOE. ¿Por qué? Porque lo dice El País, que es su periódico.

De los números, El País lleva sus sofismas a los contenidos. Las sumas de posibles aliados del PSOE son absurdas, heteróclitas, nada de fiar, una receta para el caos. Este puede ser el único argumento aceptable del periódico. Podemos, la "verdadera" izquierda de IU y los morados, lejos de facilitar el camino a la formación de una gobierno de izquierda, lo han dinamitado. Sobre el desbarajuste de unas confusas crisis orgánicas e ideológicas se impone la arrogancia y la agresividad de unos neobolcheviques incapaces de moderar sus pulsiones más elementales, narcisistas y revanchistas. Efectivamente, ese gobierno de coalición no es posible pero no porque los números no den, sino porque no da la inteligencia de los dirigentes de Podemos.

Así que terceras elecciones. Es la salida más acertada y la más legítima. En democracia las cuestiones litigiosas se resuelven votando. Rajoy y sus pregoneros dicen que el PP ha ganado las elecciones dos veces seguidas. Mentira. Las ha perdido, como todos los demás. Que sea la minoría mayoritaria no lo hace ganador como se prueba viendo que no gobierna. Hay que esperar una mayoría suficiente para gobernar y la hipótesis que va tomando cuerpo es que pueda conseguirla el PSOE. Justo lo que la derecha y Podemos no quieren. Pues ya saben: pacten.

El bestiario hispánico

Los escritores políticos suelen recurrir a animales para ilustrar sus análisis dotándolos de ciertas cualidades humanas. Después de los variadísimos bestiarios medievales, dedicados a la moralización universal, Maquiavelo sentó el ejemplo al decir que el príncipe debía ser una mezcla de zorro y león. Ambos tienen rasgos positivos, pero deben complementarse en la misma persona. Otro italiano, Pareto, expandía los caracteres de Maquiavelo a la elite. En esta debía haber zorros y leones. Los zorros son muy socorridos, por su supuesta astucia. Pero no siempre son bien valorados. Sir Isaiah Berlin decía que los hombres somos zorros o erizos. Los zorros se pierden en los detalles, mientras que los erizos van al grano. En esto daba la razón a Schopenhauer para quien los hombres son erizos; se buscan, pero se repelen. Añádanse el burro demócrata estadounidense, animal tozudo, y el elefante republicano, el baluarte contra el que se estrella la tozudez asnal. En resumen: zorros, leones, erizos, asnos y elefantes.

Búsquense los parecidos. Rajoy sería muy bien el asno, no por su falta de raciocinio, sino por su obstinación y tozudez. No hay quien lo mueva. Sánchez podría ser el elefante, el baluarte contra el que se estrellan las oleadas asnales. Importantes y arrasadoras que son, pues vienen movidas desde todos los cuarteles, incluidas las baronías territoriales. El paquidermo es poderoso y se apoya en sus cuatro sólidas patas en la militancia y la votancia, ambas soliviantadas.

Los otros tres animales tienen difícil acomodo. El león, ese fiero y noble félido de imponente presencia, queda sin intérprete entre los políticos. Si acaso podría atribuirse a Joan Tardá, de leonina imagen. Los dos líderes emergentes parecen aspirar al papel de zorros. Unos animales astutos capaces de robar las gallinas del corral. No es elegante cometido, así que nuestro zorro se considera astuto, pero sin especificar en qué se concreta la astucia. En política esto suele confundirse con el oportunismo, que tiene mala prensa y da una imagen de veleidad de escaso atractivo para el electorado. En último término, les queda el erizo muy visible en el modo en que C's y Podemos se repelen y Podemos busca contactos con el PSOE de los que saltan chispas.

Agotados los animales convencionales de los políticos, podemos ir a buscar otros para caracterizar el bestiario hispánico actual. Por ejemplo, los buitres. No es tan extraño, la prensa llama "fondos buitres" a unos negocios financieros que andan siempre metidos entre carroñas. Por esos mismos dominios merodean las hienas, los coyotes, los chacales. Yo identifico un par de hienas entre las personalidades que ríen en público, pero eso es cosa mía. Cada cual encuentre los parecidos como los vea. De coyotes y chacales andan servidos los municipios y comunidades. Y sin olvidar otros animales también muy ejemplificadores. Por ejemplo los llamados sociales, como las hormigas, las termitas y las hordas, las pirañas o la langosta. Cierto partido conozco que lleva casi cinco años en el poder como si fuera la maldición del quinquenio de la langosta, que no ha dejado nada con vida. Un país yermo de todo, de talento, iniciativa, espíritu cívico. Añádanse desde el punto de vista de la comunicación las cotorras, las gallinas y los gallos, o los cucos, sobre todo las primeras, omnipresentes en los medios sin parar, 24h24. De vez en cuando un gallo gallea y eso permite escuchar el cacareo de las gallinas. Los de Podemos tienen tendencia al galleo y las bases o círculos al cacareo. En cuanto a la agresividad y mala uva, las víboras se llevan la palma, las arañas venenosas y, por supuesto, los escorpiones de quienes se dice que se suicidan clavándose el aguijón. Los fondos de reptiles del ministerio del Interior no llevan veneno. Solo estupidez y un despilfarro de caudales públicos posiblemente punible.

(La imagen es una reproducción del Aberdeen Bestiary, del siglo XII, en el dominio público.) 

dijous, 22 de setembre del 2016

Periodismo de guerra

El titular de El País es tan escueto como un parte de guerra...ideológica. La guerra: "Sánchez pasa al ataque". La ideología: "para eliminar...etc". Lo primero parece ser un hecho relatado en términos bélicos. Lo segundo, un juicio de intenciones como un piano. ¿Qué sabe El País lo que pretende Sánchez? Atribuirle la intención de eliminar la crítica dentro del PSOE puede reflejar también un deseo del periódico o un resabio de algún oscuro pasado estalinista. Una purga, vamos. Esa cosas pasan en los partidos, en todos. En el PSOE no suelen acabar en escisiones; pero todo es empezar. Aunque los 135 años pesan mucho en "la conciencia de los vivos", que diría Marx.

Viene luego la intencionalidad política del diario, gran defensor de cualquier forma de gobierno que incluya al PP. Para lo cual hay que doblegar ese tenaz NO es NO de las bases y la plebe, o sea, la militancia y los votantes. Al efecto ha incorporado recientemente a Rubalcaba al consejo editorial, importante órgano cuya función, como la del Consejo Nacional en tiempos de Franco, es dar la razón al aconsejado. Así se refuerza el bando antisánchez en el PSOE, que anda muy maltratado en las redes. La gente se toma a risa a Felipe González, antaño oráculo de Delfos. Y no digamos a Corcuera. Está luego ese runrún de las supuestas ambiciones de Susana Díaz. De haberlas, son perfectamente legítimas y medirán sus fuerzas, seguramente, en unas primarias.

Pero antes se yergue el obstáculo del gobierno que ha de formarse si de verdad no se quieren terceras elecciones. Ignoro qué batería de argumentos traerá el batallón de los derrotistas para esta segunda ronda, pero Sánchez sigue teniendo un arma tan poderosa como el escudo de Perseo con la cabeza de la Medusa, que petrificaba a quien la miraba: que los partidarios de ceder al gobierno del PP con Rajoy al mando den una sola razón que justifique su decisión, a los ojos de la decencia y el espíritu democrático. 

El camarada Fernández y la Hermana Lucía

No se negará que esto toma visos estremecedores en todos los sentidos, especialmente el esperpéntico. Es increíble cuánto se parece este país a sí mismo, a su peor "sí mismo". Es como el ensimismamiento de Ortega, pero al revés. Lo suyo del país es retroceder.

Ahí tenemos al increíble ministro del Interior y de los Santos Lugares, supuestamente metido en conspiraciones, conjuras y necios esquemas con finalidad ilegal, inmoral, atroz de hecho: fabricar delitos para imputar luego a rivales políticos. Se ven en la foto de El confidencial. Y meten miedo. Son rostros casi patibularios, aunque no muy inteligentes. Son tres de los genios del tocomocho de un millón y medio de euros. Eso es lo que ha llevado a Gabilondo a estallar contra él con un "ademas de corrupto, inútil". Pues sí, qué le vamos a hacer. Es de risa. Pero ojo con la risa, que se puede helar. Dice el ministro que hay quien quiere ganar la guerra que perdió hace 40 años. ¿Qué? ¿Más explicaciones? La transición fue un pacto para no mirar al pasado sino al futuro. Pisando sobre los cuerpos de 100.000 asesinados enterrados en fosas comunes. Eso no lo dice el ministro. Pero está ahí. Sobre la injusticia no se puede construir futuro alguno. Los saben esos rostros que lo miran con esos gestos.

Si Fernández Díaz representa la iglesia triunfante, Lucía Figar representa la iglesia militante, la que lucha en este pícaro mundo contra las asechanzas del maligno. Magnífica foto la de la SER. Una Magdalena, pura espiritualidad, casi levitante. Su mandato como consejera de Educación ha sido desmantelar el sistema público de enseñanza y privilegiar el privado y el concertado. A extremos de auténtico mecenazgo celestial, esto es, regalando terreno público a órdenes religiosas dedicadas al negocio de la enseñanza. Lo que no era en beneficio y loor del Señor, era en los de ella misma. Especialmente concentrada, según parece en ensalzar su reputación en red, incluso con recurso a medios inmorales.  Que la fe no está reñida con la tecnología último grito. La Hermana Lucía era sobre todo hermana de sí misma y garante de su posición en el pícaro mundo. Para mejor combatirlo, claro.

Pura corte de los milagros. Escenificada por los de siempre y al servicio de los de siempre. Puro franquismo zarrapastroso. Ese es el gobierno que quieren quienes presionan al PSOE para que claudique. Es tal su ceguera por orgullo herido que no ven un futuro inmediato todavía más delirante: el de un presidente del gobierno teniendo que ir a declarar como testigo en el proceso de la Gürtel rama valenciana. No es broma. 

Cierren cuanto antes este ya largo episodio de la España negra. Pongan fin a esta absurda farsa de un partido encausado en cinco procedimientos judiciales, haciendo como que gobierna Y al mando, un presidente que, de no ser porque le falta elegancia, especialmente al caminar, podría pasar por la Máscara de la muerte roja.