dimecres, 7 de setembre del 2016

El PSOE y España

Leo un artículo de Joan Tardá en El siglo titulado Otra oportunidad perdida para el PSOE. Es una pieza digna de comentario y reflexión. Este hombre no solamente es un brillante tribuno, con esa pinta mezcla de león desaforado y maestro de corazón de oro. También es un analista de calado. Su artículo no es una lluvia de consignas o interpretaciones partidistas sobre asuntos tácticos de poca monta, sino que tiene fondo y alcance e hila cuestiones graves, paradójicamente ausentes del debate público. En realidad, ni el mismo Tardá las hace explícitas. Pero permite que otro, por ejemplo Palinuro, lo haga. De esa forma ya se adelantan los acuerdos y desacuerdos con el autor.

A vista de pájaro, la visión de Tardá es correcta y se articula en tres momentos: 1) un primer entendimiento entre el PSOE y el nacionalismo de izquierda abrió paso a la renovación estatutaria y, quién sabe, una nueva articulación territorial del Estado; 2) el periodo intermedio en el que el PSOE viró, se entendió con el nacionalismo burgués, el estatuto sufrió el deterioro conocido, el PP sustituyó al PSOE y, literalmente, dinamitó los puentes con Cataluña; 3) la etapa final actual: en España no hay gobierno en medio de una crisis constitucional mientras que Cataluña dispone de él y de los medios para seguir con su hoja de ruta hacia la independencia republicana.

El relato es correcto, aunque yo no emplearía el término "oportunidad". No me parece que sea una cuestión de aprovechar o no las oportunidades, sino de atender a actitudes y asuntos de mayor envergadura. Ignorarlos no sirve de nada. El relato es correcto porque lo es de los hechos. Pero falta su interpretación, la respuesta a la pregunta del por qué de esos hechos. Por mencionar una que, estando muy presente, está en realidad oculta: la pregunta por la nación. Es obvio: la idea de nación catalana excluye la española; la española, a su vez, incluye a la catalana a base de negarle su condición nacional. El nacionalismo catalán es unitario; el español, no. El nacionalismo catalán lleva la iniciativa; el nacionalismo español trata de defenderse de modo pobre, desorientado, sin proyecto alguno, fuera de la continuación de un estado en el que hay mucha gente a disgusto.

Si se quiere una prueba de lo anterior, considérese la explicación de Tardá de que la emasculación del estatuto comenzó cuando el PSOE pactó con el nacionalismo burgués de CiU. Aceptado. El mismo nacionalismo burgués con el que ERC pactó después para crear JxS. ¿Entonces? No es lo mismo, nos dirá el autor: en el pacto PSOE-CiU, fue el PSOE quien cedió mientras que en el caso de CiU (luego solo Conv.) y ERC, la que cedió fue CiU. También correcto. Pero eso ¿qué quiere decir? Que el nacionalismo catalán es transversal y su idea de nación catalana una, compartida por la izquierda, la derecha y hasta por una fuerza "antisistema" como la CUP. Eso es mucho más de lo que el nacionalismo español puede soñar. El nacionalismo español está fragmentado y es muy incierto. Tanto que muchos nacionalistas españoles dicen que no son nacionalistas españoles. Tanto que no siquiera está cierto de su idea de nación ni de su origen o nacimiento. Ahí andan discutiendo sobre el siglo XIX, pero ni en eso hay acuerdo. La historiografía española es la consideración de un ente problemático, vivido a veces agudamente como una lucha o agonía, la nación española.

Y ese es un elemento esencial subyacente a la actual situación de parálisis y como marasmo: no hay una defensa de la nación española en términos positivos sino puramente negativos: no hay proyecto, pero Cataluña no puede intentarlo. Por eso, entiendo, el ataque al PSOE por la vía de la cobardía, la falta de audacia de su dirección en su política de alianzas ignora que el asunto es más profundo que una mera cuestión táctica de conveniencia para la formación de un gobierno. Se refiere a la idea de nación española que el PSOE tenga y es cierto que, en el fondo, no se distingue sustancialmente de la del PP: España es una sola nación y la Constitución vigente, su hipóstasis. Puede reformarse, sí, pero dentro de unos límites.

Conducir al PSOE a una visión plurinacional del Estado ya sería una hazaña. Llevarlo a aceptar una solución más allá de lo federal al uso, confederal, algo imposible. Pero quizá quepa suscitar en su seno un apoyo al referéndum catalán, aunque tampoco eso es seguro. Que junto al PSOE esté Podemos no facilita nada las cosas. Los morados son, en efecto, partidarios del referéndum catalán, pero en términos nebulosos, pues cuentan celebrarlo con acuerdo del Estado. Es decir, como ejemplo, su utilidad, dada su afición a la casuística, es nula.

Así que lo lógico sería seguir ofreciendo al PSOE una alianza de izquierda con los independentistas y darle tiempo a que reflexione sobre la situación. Alguien, seguro, se maliciará que la propuesta, al final, es pedir de nuevo a los catalanes que esperen. En absoluto. Muy bien señala Tardá que cuentan con los medios institucionales y procedimentales para seguir avanzando en la hoja de ruta. Háganlo a su modo, a su ritmo. Al fin y al cabo, desde un punto de vista material, la desconexión ha comenzado ya. En ese periodo quizá el PSOE pudiera reconsiderar su negativa al referéndum. No porque entienda que es preciso replantearse su concepción de España, sino porque quizá sea el único modo de evitar que la continuación del gobierno del PP lleve la confrontación con Cataluña al extremo de criminalizar a sus autoridades democráticamente elegidas.

Ya se sabe que, para la derecha la opción es clara: entre el orden (su idea del orden) y la democracia, elige el orden. Para la izquierda, sin demérito del orden, la democracia es primordial porque su ausencia es el verdadero desorden. Por eso la izquierda lo tiene siempre más difícil y hay que darle tiempo.

En todo caso, lo que está claro es que el objetivo prioritario hoy es desplazar a Rajoy el PP porque su mantenimiento agrava el riesgo de escalada del conflicto catalán a extremos preocupantes. Y más si se tiene en cuenta que el régimen autocrático del PP ha colonizado todas las instituciones del Estado. A Rajoy personalmente obedecen hoy los medios de comunicación del Estado, la presidencia del Congreso, el Tribunal Constitucional en la persona de su presidente, antiguo militante del PP. La Fiscalía del Estado ya ha soltado su soflama anticatalana y el Rey parece tomar la conveniencia del partido del gobierno como norte de su inacción. Es decir, la derecha ha formado un gigantesco frente contra el independentismo cuyo punto débil esencial es su falta de legitimidad.

Puede haber un gobierno de izquierda que no apriete al PSOE en la cuestión del referéndum y garantice la lealtad de los de Podemos, si tal cosa es posible con gente que sigue en actitud de abierta hostilidad al partido con el que quiere unir esfuerzos. No solo puede: debe. Porque el freno a la descomposición institucional, a la omnipresencia de la corrupción, a la frustración generalizada y la fractura territorial conflictiva nos interesa a todos. Y a todas.

Y no se olvide que no es preciso demonizar la idea de unas terceras elecciones. ¿Por qué despiertan tanta animadversión? ¿Que es demasiado votar? Votar nunca es demasiado; demasiado es no votar.

El tramo final a la independencia

Con la Diada del próximo domingo que, si no ando equivocado, va a ser espectacular, comenzará el último tramo, la cuenta atrás a la independencia con un gran eco y respaldo internacional y la impotencia del nacionalismo español, tanto el derechas como el de izquierdas. En Cataluña la movilización es máxima. Hay una sensación como de vela de armas para la última confrontación. El independentismo cierra filas en su opción política. Lo considero en el artículo que hoy publica elMón.cat. La CUP, con mucho tino, apoyará a Puigdemont y este superará la cuestión de confianza y tendrá las manos libres para aplicar la hoja de ruta. Los nacionalistas españoles (PP, C's y PSC) son irrelevantes. La verdadera oposición al independentismo es la de las confluencias y demás amalgamas en torno a En Comú Podem, la izquierda unida catalana y los seguidores de Ada Colau que ya no disimula su propósito de escalar más puestos decisivos de mando con sus marrullerías acerca del "soberanismo" o la "República catalana dentro del Estado español", que es como un bocadillo de tortilla sin tortilla y sin pan. Estas confusiones doctrinales, sacadas del empacho teórico de sus eruditos ayudantes y sus logomaquias solo sirven para tratar de frenar el independentismo con algo más sugestivo que los berridos cuartelarios tradicionales.

Odio andar por la vida diciendo eso de "ya lo decía yo" pero los lectores habrán de admitir que llevo años avisando de que en al contencioso sobre Cataluña, la iniciativa política pertenece al independentismo mientras que el nacionalismo español carece en absoluto de ella, de ideas y propuestas y, aferrado a un bovino "no", ha perdido la batalla. El último tramo lo prueba. Aquí, la versión castellana del artículo:


El tramo final

Cuando las historias se acercan a su desenlace las crisis se agudizan, las posiciones se hacen más radicales, los personajes abandonan las medias tintas, las cuestiones se aclaran y cada cual aparece en el lugar que le corresponde. La Diada de este año tiene mucho de desenlace o, si se quiere, comienzo de desenlace. Será el inicio de un curso que, según como se desarrollen los acontecimientos, dilucidará el destino inmediato de Cataluña: independencia o conservación del autonomismo en alguna de sus ya casi infinitas variantes.

En el campo independentista y en la rampa a la convocatoria del 11 de septiembre próximo pareció cundir cierto desaliento y cansancio. Aunque se repitiera el acto simbólico año tras año y por mucho que fuera el entusiasmo de la gente, el armatoste del conjunto no parecía cambiar y las esperanzas de asistir al nacimiento de un Estado catalán disminuían. O quizá no fuera un ánimo (o desánimo) colectivo original, sino el resultado de una campaña de propaganda de los adversarios, interesados en que el desaliento prendiera a base de sembrarlo desde sus numerosos medios. O ambas cosas.

Por eso es tan importante la reciente decisión de la CUP de clarificar posiciones y adelantar su sí a la cuestión de confianza de Puigdemont sin condicionarlo a ninguna exigencia presupuestaria o referendaria. Es lo más eficaz y rotundo que ha hecho la CUP en mucho tiempo y una aportación substancial a la unidad y fuerza del independentismo. La ANC puede seguir adelante en la preparación de la Diada en el entendimiento de que será el prefacio a la confirmación de la hoja de ruta del gobierno de la Generalitat y el preparativo a una DUI o un RUI en el orden que las circunstancias demanden.

Frente a esta decisión las otras fuerzas políticas no independentistas también han tomado sus decisiones teniendo en cuenta sobre todo la Diada y su importancia movilizadora. Las organizaciones llamadas “constitucionalistas” o unionistas más o menos reciamente españolas, PP, C’s y PSC, no acompañarán a la melodía de los independientes. Eso es sabido. Lo interesante este año es la posición de las fuerzas intermedias, del “tercer género” o tercera vía, las “nuevas izquierdas”,  en Comú-Podem, EUiA y la señora Colau, una fuerza en sí misma. Su posición en el tablero político catalán, hasta ahora ambigua, confusa y tan repleta de matices que era casi incomprensible, se aclara por momentos. Si hasta la fecha pasaban por ser la versión catalana de la izquierda española y la versión española de la izquierda catalana, han acabado revelándose como la marrullería tradicional de la “verdadera” izquierda en España y Cataluña.

La palma en el concurso para iniciados y avisados se la lleva el señor Pisarello. Para justificar que En Comú-Podemos haya contraprogramado una manifestación el 11 de septiembre para hacer sombra a la Diada independentista, arguye y recontraarguye las similitudes y diferencias entre el independentismo nacionalista y el sano internacionalismo independiente. Nada de independencia en el vacío y la soledad del corredor de fondo sino una confluencia entre el alzado pueblo catalán y sus hermanos españoles que solo están esperando una razón para apoyar con su gobierno al frente el derecho a decidir de los catalanes. Es incomprensible cómo la realidad se obstina en ignorar el refinamiento de los distingos del regidor barcelonés.

Por descontado, la señora Colau, teniendo su alma municipalmente dividida entre sus seguidores y sus críticos ha decidido complacer a ambos, yendo a los dos actos, no al mismo tiempo –que para la ubicuidad aún le falta algún tiempo- sino consecutivamente, como una humilde mortal. La ciudadanía en pleno entenderá lo generoso de su posición y tomará buena nota cuando lo que haya en juego sean destinos d mayor prosapia, como la presidencia de la Generalitat.

A su vez, EUiA, fiel al espíritu bolchevique del que templó el acero con un discurso directo, sin ceremonias ni perifollos, irá a su propia celebración. De lo que se trata es de no contribuir a la habitual amalgama nacionalista que, ya se sabe, siendo nacionalista no puede ser buena salvo que la hayamos cocinado nosotros.

Queda así claro que la Diada de este año tiene el valor de una prueba de fuego y una importancia que supera las de los años anteriores. El avance del proceso independentista, liderado por un presidente de la Generalitat cuya determinación nadie barruntaba hace unos meses no solamente ha sembrado la inquietud en las filas del nacionalismo español, a su vez, enfangado en peleas cuyo simple relato avergüenza a un habitante del siglo XXI. También ha suscitado temores y reservas en sus primas hermanas las izquierdas catalanas que tienen que batirse el cobre en un territorio muy hostil, compuesto por adversarios de clase y de nación. De ahí el ataque concertado en las últimas fechas de esta convocatoria.

Como suele suceder en los juegos de azar, el monto de la última apuesta es el más alto de todos.

dimarts, 6 de setembre del 2016

Un ejemplo de regeneración democrática

¿Qué? ¿Va quedando claro que esta cuadrilla de sinvergüenzas no tiene límite? Los medios, casi todos comprados por la banda con dineros públicos, siguen hablando de Rajoy como de un presidente democrático normal en un país normal cuando es palmario que se trata de un cacique provinciano que no solamente desprecia la democracia sino que ignora la política misma. Lo suyo es gobernar el país como el que rige su chiringuito: en su propio beneficio, el de sus parientes y amigos. Lo demás, formas, procedimientos, instituciones, usos, leyes, le trae sin cuidado. Lo suyo es nombrar a sus amigos en cargos suculentos con notable perjuicio para las arcas públicas y desprecio de la dignidad de un sufrido pueblo que ya debería haberse liberado de esta tropa de parásitos.

¿Que no es posible mantener a Soria de ministro porque lo han pillado mintiendo en cosas de dineros y paraísos fiscales? Se le compensa nombrándolo a dedo director ejecutivo del Banco Mundial, en violación de todos los procedimientos democráticos. ¿Que no se puede mantener a Ana Mato en un ministerio para el que es absolutamente incompetente (como para cualquier otra cosa por lo demás)? Se la incorpora a los órganos directivos del PP con un sueldazo y se la envía a Roma a cargo del erario a la canonización de aquel siniestro personaje que fue Teresa de Calcuta. ¿Que es imposible conservar en su puesto de ministro de Educación a un ultrarreaccionario meapilas como Wert que ha intentado destruir el sistema educativo español? Se le nombra embajador en la OCDE en régimen suntuario de pachá siempre con cargo al dinero de los contribuyentes.

¿Que no quieren ustedes aguantar más embusteros y ladrones? Docena y media, nombrados a dedo por la voluntad omnímoda del sobresueldos y con el aplauso de sus más fieles y caninos ayudantes. En este caso, el descarado enchufe del ex-ministro Soria en un retiro de lujo, a dedo del Sobresueldos ni siquiera ha podido vestirse con las habituales patrañas con que Cospedal es capaz de presentar las galopinadas más tremebundas de esta gremio de granujas. Si Bárcenas fue despedido "en diferido", este otro pájaro habrá sido contratado  "en adelantado". Y contratado acumulando embustes y mentiras sobre concursos, convocatorias y comisiones evaluadoras para ocultar que es un enchufe decidido personalmente por el Sobresueldo, con el aplauso de sus ministros, en contravención de todas las normas de transparencia.

Y no crean ustedes que se trata de un nombramiento honorífico de esos en que el nombrado pierde dinero y se "sacrifica por la patria". Ni hablar. Si los dioses no lo impiden, Soria cobrará unos 220.000 euros al año libres de impuestos, esto es, más de 18.000 € al mes, o sea, unas veintiocho veces el SMI. Y todo por nada. Como los salarios de Wert, Mato y la miriada de corruptos que pululan por el PP a la caza de chollos, enchufes, mamandurrias, etc. Si  será escandaloso el asunto que ya se han oído murmullos de peperos de cierto peso (Cifuentes, Feijóo, Aguirre, etc), pidiendo que se dé marcha atrás en esta última chulada del Sobresueldos, que regaló a modo de bofetada al tontaina de Rivera a los cinco minutos de perder la segunda votación de investidura. Justo cuando este, Girauta y otros denodados defensores del "Rajoy no, nunca" pasaron a ser los de "Rajoy sí, siempre" sin más, sin abochornarse a pesar de que sus "noes" previos están grabados en todos los vídeos imaginables. Quizá pensaron que este "sí" era la antesala de condigno "¿qué hay de lo mío, padrone?"

El sobresueldos es un franquista arquetípico: no habla de lo que no le interesa y hasta parece que no lo oye; hace lo que le da la gana; no acepta obligación ni responsabilidad alguna por sus actos ni respeta a sus adversarios o colaboradores. Su estilo fascistoide de aparente bonachón del lugar es ya insoportable hasta para los suyos. Estos son y serán solidarios durante un tiempo, pero ya no mucho. Ni ellos, con su espíritu de "a mí la legión" podrán colaborar con el logro final al que apunta Rajoy: que los demás partidos -amenazados, chantajeados, presionados- le permitan conservar el cargo de presidente del gobierno que no merece ni mereció jamás y, con él, el aforamiento que lo salve de la acción de la justicia.

A este portento de corrupción, arbitrariedad e ineptitud es al que querían -y, según parece, quieren- dejar seguir gobernando esos mindundis padrecitos de la minipatria invocando la estabilidad de su propio sillón.

La República catalana

Estando servidor de exámenes de la UNED en Córdoba, Ara Llibres me ha hecho llegar algunos ejemplares de mi último libro, La República catalana. Es una imagen muy sobada la que asimila la alegría del autor al ver y poder tocar su libro con la de un padre que por fin ve el careto de su rorro y lo puede achuchar. Muy sobada, pero muy cierta aunque, la verdad, una niña y un libro no tienen gran cosa que ver. Los libros no precisan pañales y a las niñas no se las puede subrayar. Además, un niño es un bien exclusivo, único, y no admiten "tiradas" como con los libros. Quizá algún día alguien los clone pero, de momento, son irrepetibles mientras que los libros se hacen por ediciones y si se reimprimen y reeditan mucho es porque tienen éxito. Hay más semejanzas y desemejanzas. Entre la madre y el hijo se crea una relación también única, profunda, intransferible. Como la que surge entre el libro y el lector, sobre todo si este lo lee y no lo quiere para adornar(se).

En fin, que estoy muy contento viendo y manoseando mis escasos ejemplares de La República catalana que, según mis editoras, estará en las librerías el 12 de septiembre, al día siguiente del Día. Molt, molt simbòlic, oi? Además, va dedicado als meus amics catalans porque, en realidad, ha surgido de la experiencia de mis andanzas por Cataluña y las enseñanzas que las catalanas me han aportado. En él he tratado de explicar en mi lengua el sentir y las razones de los que hablan y viven otra. Sin anteojeras, sin prejuicios y con la mejor intención del mundo. Me gustaría que España y Cataluña se entendieran pero tengo para mí que eso solo sería posible de igual a igual, y me temo que España no reconocerá tal igualdad, ganada a pulso por esos toçudos catalans y, en consecuencia, entre una España que siga sometiendo a Cataluña y una Cataluña independiente, prefiero la segunda opción, la de la república catalana que está por nacer.

Con esa última oración (en sentido gramatical) se cierra el libro.

dilluns, 5 de setembre del 2016

Si no queréis terceras elecciones

Después del gratísimo espectáculo del Congreso de los Diputados con el revolcón que sufrió ese zote engreído del Sobresueldos, los personajes, retornan a sus preparativos y gestiones para la siguiente confrontación: si habrá o no terceras elecciones.

Apenas derrotado en segunda votación, el Sobresueldos nominó para director ejecutivo del Banco Mundial al ex-ministro Soria, que dimitió recientemente por haber mentido. Sí, ya sé que si en el gobierno del PP se dimitiera por mentir, no quedaría un ministro y mucho menos su presidente, un embustero compulsivo. La realidad humana es compleja. O quizá estaban ya preparando el nuevo destino de este típico héroe antiprometeico de la derecha, pues si Prometeo sufrió martirio por robar la lumbre a los dioses, este antieolo alcanza la gloria por robársela a los hombres. El nombramiento, por lo demás, tan impresentable que hasta los peperos peninsulares protestan, solo es una muestra más del alcance de la inexistente palabra del Sobresueldos. Promete a Rivera luchar contra la corrupción y lo primero que hace es inaugurar una línea nueva.

Luego de esto, desplazado a la China o algo que ni él sabe en qué consiste, el Sobresueldos ha dejado claro que piensa seguir aferrado al cargo como una lapa, que le corresponde ser presidente, que volverá a intentarlo, que el PP ganó las elecciones (lo cual le da derecho a gobernar según él y su gabinete de prensa, El País), que los demás son un galimatías, que Sánchez no tiene proyecto, bla, bla, bla. Este hombre está dispuesto a que España se hunda antes que hacerse discretamente a un lado y dar paso a otro. Lo suyo es la mentira, el abuso, el chantaje y el yo, yo, yo.

Y esto es lo que los partidarios de la abstención del PSOE, desde González a Iñaki Gabilondo, pasando por Corcuera, Leguina y demás vieja guardia querían infligir a los españoles con razones deplorables, mezcla de miedo, conveniencia y desprecio por sus conciudadanos.

Sánchez, por otro lado, parece haberse puesto en marcha sin perder un minuto. Su llamamiento a Podemos y C's parte de un hecho incontrovertible: 180 votos NO al Sobresueldos y una hipótesis: si hay terceras elecciones, tanto Podemos como C's sufrirán una importante merma de apoyo electoral. Sánchez debe de creer que eso es materia prima suficiente para que Iglesias y Rivera recapaciten sobre su recíproco veto y se avengan a algún tipo de alianza que capitalice esos 180 "noes" en un gobierno de 188 o 189.

No estoy muy seguro de que el socialista conozca bien la idiosincrasia de estos jóvenes políticos, tan narcisistas como oportunistas, carentes de palabra y sentido de la lealtad. Está bien que los incite a reaccionar, limar asperezas y hacer algo constructivo. Pero sin olvidar que, si se mueven, será por intereses de partido o, incluso, puramente personales. Se nota en lo mucho que hablan de los generales. Sin olvidar que Podemos votó "no" al PSOE en la investidura anterior porque quería destruirlo mediante la apolillada estrategia del sorpasso anguitiano y que C's ha pretendido afirmar la continuidad del gobierno del PP, el más corrupto de la historia de la democacia española.

Y la mejor manera de llevar esta intención a puerto es recordar que las terceras elecciones son una posibilidad tan digna como otra cualquiera para desatascar una situación imposible. Para Palinuo, que no tiene la menor fe en la lealtad de Podemos o C's a un proyecto genuinamente regenerador, es más que digna: es muy legítima y hasta conveniente. Quienes dicen que no debe haber terceras elecciones porque darían mayoría absoluta al PP o repetirían los resultados, olvidan que los electores hemos absorbido mucha información nueva en los últimos meses, que unos líderes, como Sánchez, se han crecido; otros, como Iglesias, se han venido abajo; otros, como Rivera, han resultado tigres de papel; y otros, como Rajoy, han mostrado su auténtica y repulsiva faz moral. Corresponde, pues, señalar siempre que, si no se llega a un acuerdo pronto, flexible y realista con Podemos y C's, las elecciones son un buen recurso.

Los dos emergentes deben ser capaces de sentarse juntos. Si Podemos no traga a Rivera y quiere excluirlo del acuerdo a base de incorporar a los indepes catalanes -cosa que a Palinuro le parecería de perlas- lo que tiene que hacer es llegar a un acuerdo con ellos por su cuenta y llamar luego a las puertas del PSOE. Aquel acuerdo no tiene por qué ser difícil: las cariñosas (y para Palinuro incomprensibles) palabras de Rufian para Podemos en el Congreso apuntan en el sentido de que cabría un entendimiento entre Podemos y los independentistas. Si es así, ¿a qué esperan? Séllenlo y vayan luego a hablar con el PSOE.

A su vez, C's también puede mostrar su buena voluntad para constituir un gobierno que evite las terceras elecciones, ofreciendo su abstención a un pacto de las izquierdas.

Pero, en todo caso, son los emergentes los que tienen que hablar (y, en el caso de Iglesias, insultar y amenazar) menos y buscar soluciones por la cuenta que les trae ya que para ellos las terceras elecciones sí que son muy desaconsejables. Pero solo para ellos.

El burkini y los valores

Esto del burkini ha sido el tema del verano y a su cuenta se han intercambiado fogosos argumentos en un sentido u otro. Resulta curioso que el debate no sea tanto sobre el hecho en sí (que unas mujeres vayan a bañarse vestidas) como sobre su significado latente; no sobre un comportamiento que pudiera ser vituperable (y que, de hecho, no lo es) como sobre su intencionalidad o presumible propósito. Dicho en plata: si no hubiera habido los atentados recientes en Francia, Bélgica y otros países europeos, a nadie hubiera llamado la atención que unas personas fueran a las playas ataviadas más o menos como nuestras abuelas en sus tiempos. 

Vivimos en sociedades libres en las que el avance de las concepción de los derechos de la persona he hecho retroceder hasta su casi desaparición comportamientos no hace mucho penados como delitos en función de criterios muy elásticos que se prestan a interpretaciones arbitrarias, como la moralidad, el decoro, la decencia públicas. En nuestros días cada cual viste y se comporta como le place. Esta concepción amplia de los derechos solo conoce como límites el interés público y los derechos de los demás. Por supuesto, vuelven a ser límites en el fondo imprecisos. Pero, para llegar a ellos es preciso referirse a casos extremos y por tanto excepcionales. Y la indumentaria de los/las bañistas no suele contarse entre ellos.

En una sociedad democrática-liberal ordinaria la indumentaria y apariencia exterior es libre, carece de sentido y fundamento y es ilegal obligar a la ciudadanía a llevar o dejar de llevar ciertas prendas. Por tanto, la reciente prohibición del burkini en la Costa Azul francesa es una evidente extralimitación que el Consejo Constitucional ha dejado felizmente sin efecto. Es ridículo que la autoridad se arrogue facultades para decidir cómo deben o no deben vestir las personas.

La justificación de la prohibición del burkini, sin embargo, invoca otros argumentos. El más frecuente es el que va más allá de lo puramente fáctico para entrar en el campo de lo semiótico. El burkini debe prohibirse no por lo que es de hecho sino por lo que significa, por el mundo de representaciones mentales, ideológicas, religiosas y, en último término políticas que conlleva. Está claro, dicen, que nadie quiere interferir  en el ejercicio personal de los derechos de las mujeres musulmanas. Aunque tampoco es extraño escuchar observaciones acerca de si estas mujeres son verdaderamente libres o están coaccionadas por usos, creencias, comunitarias y colectivas de las que en el fondo son víctimas. Es algo que merece la pena considerar, sin duda, pero sin olvidar que lo mismo puede decirse y sospecharse de otros comportamientos sociales que pasan incuestionados en la sociedad, singularmente, muchos de los usos y costumbres (y no solo en la indumentaria) de los católicos y sus curas y monjas. La autoridad debe velar porque nadie se vea obligado a actuar en contra de su voluntad por imposición exterior, pero no tiene nada que decir cuando el comportamiento -por muy servil y denigrante que pueda parecer- es libremente consentido por la persona.

Pero el argumento de los prohibicionistas tampoco acaba aquí. Señalan el mencionado hecho del aspecto simbólico de la indumentaria en cuestión, considerando que su importancia radica en su carácter premonitorio. El burkini es una provocación consciente a los valores occidentales y lleva en su seno una amenaza totalitaria de islamización de nuestras sociedades. Estas acogen a los musulmanes, pero no tienen por qué aceptar sus pautas culturales ni sus valores. Cierto. Pero no parece que el burkini en sí mismo encierre esa pontencialidad del mal. Más bien se trata de una sobrerreacción producto del nerviosismo por la sórdida presencia del terrorismo y que, paradójicamente, da la razón a la actitud que quiere combatir a base de cebarse en el sector más débill del conflicto: las mujeres.

La prohibición del burkini es una prueba de debilidad de nuestras sociedades y justifcarla con un razonamiento de carácter preventivo, un evidente abuso de autoridad. Que cada cual vista como quiera, siga los usos que quiera es una pequeña pero muy significativa parte de nuestra idea de la libertad. Admitir la injerencia de la autoridad pública en la vida privada de la gente por oscuros motivos de moralidad  o previsiones de seguridad pública basadas en meras suposiciones es lo que verdaderamente ataca los valores de la tradición liberal y tolerante de nuestros Estados.

diumenge, 4 de setembre del 2016

La falsa equidistancia

El editorial de El País es una pieza magistral de retórica a favor de la continuidad del gobierno del PP, el partido "investigado" en diversos procedimientos judiciales penales. Con razón algunos clásicos desconfiaban de la retórica y otros, que confiaban en ella no eran a su vez muy de fiar. La construcción editorial requiere glosa.

Empieza por acogerse implícitamente a la equidistancia. Ni Rajoy ni Sánchez. Muy bien. La equidistancia, concepto geométrico y, por lo tanto, neutro, tiene otros tintes en lo político y moral. Defender la equidistancia entre la verdad y la mentira, la justicia y la injusticia, el torturado y el torturador, el pacífico y el violento, el oprimido y el opresor no está bien visto en general. Y casi nadie lo hace. ¿Cómo entonces justificar la equidistancia en el conflicto hoy planteado sobre si un gobierno -y cuál gobierno- o terceras elecciones? Muy sencillo: reduciéndola a personas. Rajoy y/o Sánchez. Ni Rajoy ni Sánchez. Y ya está. Pero esas personas son lo que son no por ellas mismas, sino por lo que representan y, en consecuencia, la equidistancia vuelve a ser entre lo que representan, lo que simbolizan: Rajoy, el gobierno que hay,lo seguro; Sánchez el gobierno que puede haber. Y ambos coinciden en no querer las terceras elecciones, como no las quiere El País. Aquí se ve, pues, que la equidistancia, además, es falsa; torticera, diría el diario.

Lo más sencillo: de equidistancia entre los dos políticos, nada. El editorial es un ataque continuo a Sánchez, de quien se dice que su camino es insensato que es un viaje a ninguna parte y ya, en el colmo del delirio que ha conducido al PSOE a la irrelevancia. Quien dice esto en serio tiene un problema grave de percepción de la realidad porque a la vista está que, al contrario, Sánchez ha sacado al POE de la irrelevancia y lo ha puesto en la centralidad política. Y la prueba más aplastante la tiene el editorialista ante sus propia narices porque es este editorial. Si el PSOE fuera irrelevante, ¿estarían todos pendientes de lo que hace y dice, empezando por El País?

Hay una explicación para un punto de vista que se niega a ver la realidad: el miedo. El miedo guarda la viña, se dice; pero también nubla la razón con lo que esta puede acabar confundiendo la viña con un baldío. ¿Qué miedo? El que tiene El País a un gobierno de la izquierda y, más en concreto, a Podemos, al que odia de tal modo que ni lo menciona en todo el editorial. Cita una vez favorablemente a Rivera, pero no hay una sola referencia a Podemos o Iglesias. Pero el miedo delata su errónea visión. No se da cuenta de que el irrelevante desde el 26 de junio es Podemos. Iglesias sí lo ha visto y eso le ha encendido más el ánimo en su línea de ataque al PSOE al tiempo que le ofrece alianza.

Pero el editorial no ve la realidad, sino la fantasía del periódico o sus financieros. La fantasía es negar la legitimidad de las terceras elecciones a base dde argucias y sofisterías. Dice que no es aceptable pedir al "cuerpo electoral" que "rectifique las decisiones que ya ha tomado". Pero no se ve por qué no. El cuerpo electoral no es una sola persona; somos millones con millones de decisiones y el resultado no está escrito. Pero es igual, para El País unas "terceras elecciones supondrían un fraude a la democracia que no debe ser consentido". Menudo párrafo. Aquí el delirio llega al paroxismo: ¿quién va a "no consentirlo"?

Para sostener esta cerrada posición, el país echa mano del argumentario del gobierno del PP. Lo cual no es malo en sí mismo porque de algún lado habrá que sacar argumentarios. Pero no al extremo de soltar auténticas patrañas irrisorias como la que dice que es obligado tener gobierno para que el Parlamento pueda controlarlo. Pura doctrina PP porque es el gobierno del PP el que, sin base legal alguna se ha declarado exento de control parlamentario. Pero si les alarma esta muestra de identificación del periódico con el gobierno, lean la siguiente afirmación, suelta, como un mandato, en mitad del editorial: En caso de un bloqueo como el actual, debe gobernar la fuerza más votada.

Es como oír hablar a Rajoy, cuyo desprecio al Parlamento ya quedó patente en la Xª legislatura. Pero El País debería recapacitar sobre esta lógica autoritaria. En un régimen parlamentario gobiernan siempre las fuerzas más votadas (salvo excepciones de gobierno minoritario con apoyo externo), porque si, por "fuerza más votada" se entiende la cantidad de votos populares, una alianza de dos o más partidos en la Cámara puede representar una cantidad mayor de votos populares. La cuestión, en último término, es saltarse el Parlamento o no.

Esta es la preocupada equidistancia del editorial. Por supuesto, en ningún momento se culpa a Rajoy de nada en esta situación de emergencia salvo en algún suave reproche por cabezonería. Ya ven.

La izquierda y la libertad de expresión


La cadena SER ha despedido al periodista Fernando Berlín. Él mismo resume su opinión en Twitter del modo siguiente: "Tras 18 años, La Ser me ha despedido. Profunda tristeza. Sabíamos q no iban a ser tiempos fáciles. El lunes os cuento en La Cafetera". Algunos de sus amigos y compañeros en otros medios, en concreto el suyo, Público, han hablado de ataque a la libertad de expresión. El mismo diario Público, un órgano de prensa de Podemos, hace referencia a que, unos meses atrás, la SER también despidió a Ignacio Escolar, director del digital Diario.es, igualmente portavoz de Podemos, y señala que Berlín venía siendo muy crítico con el PP y mostraba cierta proximidad a Podemos. No hay duda, ¿no? La izquierda, víctima de ataques a la libertad de expresión.

Piano. La SER, el grupo Prisa en general, es una empresa privada y, dentro de la legalidad (supongo) contrata y despide a sus colaboradores como le da la gana, siguiendo criterios que, también supongo, serán de rentabilidad económica. Pero si son de puro enchufe como, de hecho, son en la mayoría de estas empresas en todos los sectores productivos, nadie tiene mucho que decir. Los empresarios contratan y despiden a la gente jugándose el dinero de su bolsillo, no el público y, por lo tanto, no tienen que atenerse a los criterios de mérito y capacidad como debe (o debiera) hacer la Administración Pública. Todo eso, claro es, tiene poco que ver con la libertad de expresión en ningún sentido. El hecho de que sea un despido tras 18 años será más o menos significativo para Berlín pero es irrelevante. En este país se resuelven contratos laborales tras 18 días.

Palinuro ha sido expulsado de bastantes medios de comunicación, incluido el grupo Prisa. Siempre entendió que su cese se debía a sus opiniones políticas. Así como sus opiniones políticas son responsables de que no esté en ningún medio escrito o audiovisual español; sí lo está en otros catalanes. Pero nunca se le ha ocurrido convertir sus relaciones laborales con empresas privadas en un episodio de la lucha por la libertad de expresión. Entiende que sus opiniones no encajan con la doctrina de ningún grupo español de comunicación, razón por la cual tiene su propia plataforma de expresión en este blog y en las redes y, por cierto, con bastante audiencia. Lo mismo que sucede con Fernando Berlín, que tiene su plataforma en Radio Cable, aunque con la diferencia en relación a Palinuro, de que la suya está incrustada en el diario Público mientras que Palinuro va por libre igualmente en esto y no tiene condicionantes.

Público también es una empresa privada y un medio de comunicación. Y hace exactamente lo mismo que la SER con los colaboradores que no le son gratos: los despide, como procedió hace unos años con el novelista Rafael Reig. A otros que tampoco son de su gusto, cuerda o preferencias personales de sus jefes, no les da entrada. Como la SER, como todos. Y no se ve por qué lo que hacen unos no puedan hacerlo otros. Los colaboradores de los medios lo son porque se identifican con su línea ideológica y sus intereses. Forman grupos, tendencias, cuadrillas; se apoyan unos a otros, hablan bien otros de unos, son benévolos con sus respectivas producciones y es muy raro que alguno cambie de bando. Los grupos de amistad y favores tienen comportamientos que los economistas llaman "inelásticos".

Todo eso forma parte de la teoría y la práctica del libre mercado, pero insisto en que tiene poco que ver con la libertad de expresión. El mundo no va a ser mejor ni peor porque el señor Berlín se asome a él o no desde la SER o siga haciéndolo desde Público, en donde coincidirá con otros de su línea y convicción y se verá libre de los que tengan otras, bien porque sus jefes los hayan despedido o ya de entrada, no los hayan admitido. Público es un órgano de prensa de Podemos lo cual no solo compromete la libertad de expresión, cosa que es irrelevante, sino también la de información, cosa que no lo es.  En efecto, el mensaje monocorde de esta organización es que está censurada y silenciada por los medios de comunicación siendo así que dispone de dos cadenas de televisión a su servicio y tiene una presencia mediática tan abrumadora que está a punto de perder las elecciones por ella. Y Público, con Fernando Berlín dentro, sirve para mantener esta superchería.

Móntese el señor Berlín su propia plataforma, ajustada a su exclusiva convicción personal y si ahí sufre exclusión o represión, sí será de verdad un ataque a la libertad de expresión. Mientras no sea el caso no pasará de ser un reacomodo de cuadrillas con o sin ajustes privados de cuentas.

dissabte, 3 de setembre del 2016

Asomados a las terceras

A veces, al comienzo de algún acto público, cuando ha sucedido alguna desgracia, se empieza guardando un minuto de silencio en señal de duelo y tristeza. Hoy me he regalado a mi mismo uno de jolgorio y bullicio en señal de alegría por la segunda y definitiva derrota del señor de los sobresueldos antes de ponerme con Palinuro. Ya era hora de que este arrogante, soberbio, engreído e inepto personaje mordiera el polvo y de forma humillante.

Durante cuatro inenarrables años, amparado en una mayoría absoluta conseguida a base de mentiras y quizá también de financiación ilegal, este politicastro resabiado de casino de pueblo, forjado en los dogmas del franquismo, gobernó el país como si fuera su huerto trasero. Nombró a una recua de ministros corruptos o incompetentes hasta la saciedad (típicos amigos suyos); sometió la RTVE a sus dictados; ignoró y despreció el Parlamento (de más de cien peticiones de comparecencia, solo acudió media docena de veces); instrumentalizó todas las instituciones; interfirió en todos los niveles de la justicia; amparó, toleró y quizá se benefició de la corrupción de su partido. Su actitud despreciativa hacia la oposición, autoritaria y fascistoide, es la responsable de que solo consiguiera sumar a los suyos los votos de C's y Coalición Canaria. No ser capaz de conseguir el objetivo de la mayoría en esta situación indica una ineptitud fuera de lo normal.

La sesión de ayer, al ser más breve, fue también más ágil y permitió que los oradores actuaran con más naturalidad y soltura reflejando así su verdadera disposición. El sobresueldos rizó el rizo y consiguió estar despreciativo, como suele, a la par que pedigüeño y humillado. La conjunción es difícil, pero nada lo es bastante para un Rajoy que ve amenazado su sillón. En el colmo de la indignidad, llegó a ofrecer a Sánchez un pacto "flexible", o sea en los términos que el PSOE dictara. Todo le vale a cambio de seguir en La Moncloa. Para la derecha la política solo es atractiva si ella gobierna; pero no le interesa hacer oposición. Y en la oposición tiene pinta de quedarse, sin embargo.

Sánchez obtuvo su momento de gloria. Pareciera que la derrota parlamentaria del Sobresueldos se la hubiera infligido él personalmente. Y algo de eso hay, pues se vio obligado a defender su NO es NO frente a una verdadera oleada de gentes que, desde muchas posiciones, presionaba para que se abstuviera y permitiera un gobierno de la derecha neofranquista, la más corrupta de Europa. Sanchez aguantó el tirón y ha emergido como el líder de la izquierda, el único que puede pactar con todos los demás y quien, por tanto, controla la situación.

Ese triunfo personal de Sánchez y la buena posición del PSOE han pillado a Podemos en una posición muy incómoda. No se ha cumplido su primer vaticinio de que habría una gran coalición. Eso era lo que lel partido morado quería para impedir terceras elecciones, aniquilar el PSOE y erigirse en "verdadera" izquierda. No por ello ha pedido disculpas. Como tampoco las ha pedido por otro vaticinio según el cual el PSOE se abstendría para facilitar gobierno del PP. Ni por aquella grosera fórmula de "PSOE-PP la misma mierda es". Todos los más o menos insultantes pronósticos de Podemos respecto al PSOE han sido falsos. Y, al final son los socialistas quienes hegemonizan la izquierda y tienen la centralidad política. Algo así exaspera a Pablo Iglesias, quien reaccionó ayer con un ataque de celos y, luego de unas breves referencias a Rajoy, centró su discurso, a la antigua usanza anguitiana, en atacar al PSOE con agresividad y con amenazas, exigiéndole que se pronunciara por un gobierno de izquierda porque quizá no tuviera otra oportunidad. Resulta absurdo maltratar, zaherir, amenazar a aquel a quien necesitas para salir adelante, pero así es como están las cosas con Podemos. Saben estos que unas terceras elecciones los arrasarán y, a pesar de ello, siguen agrediendo al único partido con el que podrían llegar a algún sitio.

El discurso de Rivera es incalificable. Fue una mezcla de gimoteos con divertidas advertencias y populismo demagógico para consumo de gentes ociosas. A este hombre le pierde el gusto por hacer frases porque, sin duda, alguien le ha dicho que es lo que mejor funciona en los medios audiovisuales. Pero, haciuendo frases se olvida de hilar un dicurso coherente y, al final, nadie sabe a ciencia cierta cuál sea el objetivo de C's, fuera de aniquilar el independentismo catalán.

Por último, un comentario al discurso de Gabriel Rufian. Desde su estructura misma, el parlamento del político de ERC estaba planteado de forma distinta, como una serie de preguntas. Es un estilo conceptista: bueno, breve. Nadie puede responderle porque en el Parlamento español no hay nadie capaz de darle la réplica.

La posibilidad de las terceras elecciones no es disparatada, sobre todo si se confirma el acuerdo entre partidos para no hacerlas en Navidad. Se entiende que los dos emergentes traten de evitarlas como sea porque los sondeos les son desfavorables. Lo que no se entiende, en el caso de Podemos, es por qué ataca al partido con el que quiere aliarse. Si esta actitud se reitera, lo que deben hacer los socialistas es zanjar todo debate con una organización que no inspira confianza porque su dirigente no sabe lo que es la lealtad, e ir directamente a las terceras elecciones.. 

Odio de madre

Entre los crímenes de Stalin hay dos que afectan a España y/o a los españoles. Por supuesto, hay más, pero estos dos son especialmente repugnantes: los asesinatos de Andreu Nin por agentes soviéticos y quizá también españoles en 1937 y el de Leon Davidovich Bronstein (Trotsky) por Ramón Mercader en México D.F., en 1940. Los dos son atroces y demuestran la profunda inmoralidad y perversión del estalinismo y, por extensión del comunismo. Alguien dirá que se trata de una extrapolación injusta y que una cosa era estalinismo y otra muy distinta el comunismo. No discutiré esta distinción en la que no creo. Me limitaré a señalar un dato pertinente. Stalin, principal beneficiario del asesinato de Trotsky, siendo hombre agradecido, concedió la orden de Lenin in absentia a Mercader mientras este cumplía su sentencia de veinte años en México. Parece bastante odioso otorgar una condecoración a un criminal como premio por su inhumano asesinato, por mucho que este haya beneficiado la causa del condecorador. No obstante también se dirá que, al fin y al cabo, Stalin, ya se sabe, era un asesino y estos entre sí se protegen y premian. No es moralmente admisible, pero tiene su lógica. Sin embargo, al cumplimiento de la condena de Mercader, en 1961, la Unión Soviética le confirió el título de héroe de la Unión Soviética. Y ya no era Stalin, que llevaba ocho años muerto. Eran los comunistas para los cuales, como se ve de forma irrefutable, un asesino puede ser un "héroe".

Los dos crímenes mencionados -Nin y Trotsky- son dos de los episodios más siniestros de la historia del comunismo y, por razón de sus respectivas circunstancias tienen una faceta literaria que ha sido muy explotada y, al menos en el caso de Nin (detenido ilegalmente, secuestrado después, torturado, asesinado y enterrado en algún lugar cercano a Alcalá de Henares) hay suficientes incógnitas para seguir alimentando investigaciones. En el caso de Ramón Mercader, por el contrario, casi toda la historia es conocida, pueden faltar matices y toda información posterior será siempre bienvenida pero, en lo que hace a la cuestión en sí, el caso está cerrado: el Partido Comunista y la GPU o policía política soviética, reclutaron a Ramón Mercader, militante del partido español, para que asesinara a Trotsky, cosa que Mercader hizo clavando una piqueta de alpinista en el cráneo del revolucionario ruso en su casa de Coyoacán, hoy convertida en museo.

Así que la película es una versión cinematográfica más de un hecho que ha sido abundantemente investigado, relatado, novelado y filmado, incluso como documental. La obra de Chavarrías (director y guionista) no se aleja del relato canónico y mantiene un tono medio discreto, tratando de casar dos espíritus, ambientes, relaciones muy dispares. De un lado, el fondo del asunto, esto es, la moral comunista bolchevique tradicional que se basa en una anulación absoluta de los factores individuales de la personalidad que ha de someterse ciegamente a las directrices del "partido". Este ente cuasi mítico, cuyo solo nombre era objeto de veneración por sus militantes, verdaderos creyentes fanáticos, no era otra cosa que la habitual asociacion humana en cuyo seno se ventilaban polémicas y conflictos de intereses personales. Resuelta la controversia, generalmente mediante la purga, la expulsión o el simple asesinato, el vencedor elevaba su consigna a categoría universal dogmática que todo militante debía seguir ciegamente incluso al extremo de asesinar a sus seres queridos o hacerse matar él mismo si el "partido" lo ordenaba.

De otro lado, el director  ha querido dar a la peli una factura de thriller, una obra policiaca, de suspense de un preparativo de un atentado mezclado con un relato de amor de final muy amargo. El obvio intento es aligerar la historia, no incidir demasiado en las miserias del mitificado bolchevismo en acción, ya muy depresiva. Consigue trasmitirnos ese agobiante clima moral del comunismo en las relaciones entre los militantes individuales (a los que cabía asesinar, así como a los enemigos) y el ente abtracto del "partido". Todo ello, a su vez, sin heroísmo alguno, sino en una realidad sórdida como sórdido y vulgar era el propio Mercader. Y lo hace con algunos diálogos muy duros sobre todo entre la madre y el hijo o de este con sus superiores de la GPU. Y también con algún episodio que juzgo invención del director, como el del asesinato del viejo compañero del 5º Regimiento en México, especialmente dramático. La historia de amor entre la infeliz trotskysta neoyorquina y Ramón Mercader (alias Jacques Mornard) que la instrumentaliza para sus fines es muy relevante en el episodio en su conjunto, pero está simplificada en exceso, como también están simplificados los personajes de Trotsky y Natalia Sedova, su mujer. En general, la película parece haber contado con pocos medios para su realización y se resiente de ello. Demasiados interiores y poca acción exterior. 

El mayor acierto del director, a mi juicio, es haber subrayado especialmente la importancia de la madre de Ramón, Caridad del Río, que era la verdadera fanática comunista, incondicional del estalinismo y la que convence, prepara y anima a su hijo a cumplir su misión. Ramón Mercader fue solamente el ejecutor material de un designio que, habiendo nacido en el Kremlin, pasó por el cerebro fanatizado de su madre, en el que solo anidaba un culto idolátrico a Stalin y un odio inextinguible al enemigo de este, Lev Davidovich. Aunque la película no recoge esta posibilidad, ni la insinúa, no está muy claro que Caridad estuviera bien de la cabeza. De hecho, su esposo, de quien se separó, consiguió recluirla en algo como una clínica mental. Pero según la interpertación al uso (con probable influencia comunista) esa decisión fue una especie de venganza del marido.

Los demás elementos de la conocida historia están discretamente tratados. Tampoco acaba de verse con claridad la interpretación que el film hace del fracasado atentado previo a cargo del pintor David Alfaro Siqueiros, y su desarrollo es confuso. Las actividades de los comunistas mexicanos en los años treinta siguieron al pie de la letra -como en los demás países del mundo- los zigzags de la política soviética, las depuraciones, las farsas judiciales de Moscú en 1934, 1936 y 1938, la "lucha" contra el trotskismo, etc. También se echa mucho de menos siquiera fuera alguna referencia a la vida de los Trotsky en México que no consistió solamente en vivir enclaustrados en la casa de Coyoacán. Parece mentira que la peli dure dos horas para lo magro de los contenidos. Tanto los preparativos del atentado (con influencia de los films de espías estilo James Bond) como el romance entre Mornard y Ageloff están sobredimensionados.

La que sí queda clara es la naturaleza esencialmente inhumana, inmoral de la cacareada "disciplina revolucionaria" de los comunistas. Solo por esto merece la pena ver El elegido. 

divendres, 2 de setembre del 2016

NO sigue siendo NO

Cualquiera que haya visto la primera sesión de la segunda guerra de la investidura habrá llegado a la conclusión de que el presidente de los sobresueldos ha cosechado lo que lleva casi cinco años sembrando: oposición, desconfianza,  animadversión, movidos por su talante embustero, abusivo y fascistoide. Él, a su vez, ¿qué ha hecho en los últimos ocho meses? Nada o menos que nada. Hurtó el cuerpo en la primera ronda y ha venido a la segunda a rastras, tras dilatarla dos meses. No ha tomado ninguna medida, ni propuesto cambio alguno en sus políticas ultrarreaccionarias ni en las personas que las llevan a cabo. Y juega con insoportable ramplonería a chantajear a la gente con la fecha de las terceras elecciones si no se le elige.

Se niega a aceptar la evidencia misma: que él es la causa principal del bloqueo. El bloqueo es su responsabilidad, igual que la corrupción que caracteriza su partido y su gobierno. Pero así como la corrupción no lo ha llevado a dimitir por pura decencia personal, tampoco el bloqueo le motiva a quitarse del medio. Es el absurdo empecinamiento del hombre en conservar la poltrona y, con ella, el aforamiento, el que tiene bloqueada la política y paralizado el país.

Bien, pues miren ustedes las portadas de la prensa de papel de ayer. Parecen los periódicos del Movimiento Nacional. Todos dicen lo mismo con mala o con peor intención. Pero lo mismo: el culpable del bloqueo es Pedro Sánchez. Añadan las tertulias, las radios, las televisiones. Todas cargan contra él y piden la abstención del PSOE en la segunda vuelta. Sumen las voces en todos los tonos de diversos prohombres y alguna promujer, reclamando sentido del Estado a Sánchez para que se abstenga y permita que gobierne Rajoy, aunque, en frase muy significativa de González, no lo merezca. Un argumento cuya pretensión de altura de mira política y moral no puede ocultar su fullería pues, si no se gobierna por merecimiento, ¿por qué se gobierna? ¿Por la fuerza? ¿Por la intriga? ¿Por el dinero? Para eso no hacen falta elecciones. Ni democracia.

En fin, un agobio para Sánchez que, afortunadamente, no se reiterará hoy porque hasta los más cerriles "moderados" de todas las tonalidades han asimilado ya el segundo NO. Por cierto el único ámbito en el que parece predominar una actitud favorable a Sánchez es en las redes. Espero que esto no impulse a los trolls de los otros partidos a inundar twitter de ataques a su persona.

La refriega retornará mañana. Pero a ella se incorporan un Rajoy derrotado dos veces, sin crédito, desprestigiado y  embadurnado de corrupción y un Sánchez que ha demostrado la tenacidad y la fuerza de mantenerse frente al aluvión de presiones. Como suele suceder, sus adversarios minusvaloraron sus cualidades de liderazgo y resistencia. Un respeto para este hombre que se hizo con la Secretaría General casi de carambola, llevó al partido al peor desastre electoral de la historia reciente y acabó unificándolo tras su negativa a facilitar el gobierno de una derecha corrupta.  Negativa con derrota que le ha dado el aura del vencedor. 

Palinuro no tiene confianza en las capacidades especulativas de Sánchez, no comparte su actitud  dinástica, olvidada la República,  ni está de acuerdo con su nacionalismo español ortodoxo. Un nacionalismo secularmente fracasado que solo se impone por la fuerza y que lo asimila al de la derecha con una sola diferencia cuantitativa respecto a la dureza o flexibilidad de los tratos con ls independentistas. Este desacuerdo no solo se refiere a cuestiones de principio, a las que es reacio Sánchez por sus aristas teóricas y, eso, especulativas, sino que afecta a intereses del mismo PSOE. El nacionalismo español ortodoxo (variante federal) ha reducido notablemente el voto socialista en Cataluña pero, justamente, la aportación de diputados catalanes era esencial para que el PSOE aspirara a la mayoría en San Jerónimo. Tanto por razones de principio como de conveniencia, el PSOE haría bien en revisar su actitud frente al independentismo, empezando, desde luego, por la cuestión del referéndum. 

Esta repentina resistencia opositora del PSOE ha dejado a Podemos aferrado a una vana ilusión: la de ser el referente obligado de la izquierda y la oposición a Rajoy. El NO de Sánchez sitúa a los morados en la precariedad de entrar en una alianza con el PSOE que sería como las horcas caudinas o ir a unas terceras elecciones que pintan muy sombrías. No obstante, la jefatura, a la que cuesta ver la realidad, sigue soltando bravatas. El partido cuyo grupo parlamentario tiene cuatro portavoces, señala que "desgraciadameente" hay una guerra interna en el PSOE, pero que ojalá salga íntegro y dispuesto a entregarse a Podemos.

Pero estos asuntos de la izquierda son ya lo de menos. Tampoco lo es lo de los independentistas catalanes que, como es lógico, van a su bola. Ahora lo importante es si en este agitado mes de septiembre se produce algún acontecimiento que obligue a unos u otros a cambiar de actitud y, quizá forzar la formación de algún tipo de gobierno o si es mejor ir ya a las terceras elecciones.

Cataluña: legalidad vs. legitimidad


Palinuro comparte un vídeo muy ilustrativo sobre los argumentos del independentismo catalán. Es el quinto de una serie didáctica que trata la cuestión en sus diferentes facetas. Quien quiera ver completa la obra de Xavier Climent, la encuentra aquí. Esta quinta entrega plantea la cuestión de la legitimidad de la desobediencia civil en Cataluña. Cada cual puede pensar lo que quiera -incluso habrá quien opine que este debate es ilusorio, imaginario, absurdo, desvariado y hasta delictivo-, y es muy bueno que la cuestión se plantee. Las decisiones colectivas de envergadura deben ir acompañadas de debates de envergadura. Y he de añadir que es una suerte vivir en un tiempo y un lugar en los que se discute sobre alternativas que afectan a la estructura misma del con-vivir y, por lo tanto, del vivir personal de cada cual.

Legalidad y legitimidad son conceptos referidos a situaciones que pueden o no coincidir. Cuando coinciden de hecho, no hay discusión. Cuando hay discusión es porque no coinciden. Y la discusión es compleja. Para unos, los positivistas, la legitimidad es irrelevante pues no es otra cosa que la legalidad vigente. Para otros, los "negativistas", lo irrelevante es la legalidad cuando no coincide con la legitimidad.

"¡Ah! -Dicen los positivistas- pero la legitimidad es lo que cada cual quiera inventarse".

"Sí, -responden los negativistas-  y la legalidad lo que cada cual quiera interpretar".

De esos asuntos trata el didáctico vídeo de Xavier.

dijous, 1 de setembre del 2016

Comentarios al debate de ayer

O por qué España nunca será como el Reino Unido ni ningún otro país de Europa occidental.

I.- ¿Cuántas mujeres subieron ayer al estrado a hablar a la cámara? Si no estoy equivocado, tres, la representante de En Marea, la de Coalición Canaria y la de Bildu, las tres dignísimas, desde luego, pero que, por razón de la aritmética parlamentaria, no debieron de llegar a la media hora entre ellas. ¿Hace falta decirlo? De las 16 o 18 horas (o las que fueran) de debate en ambos días, las mujeres tuvieron la palabra media hora. Los varones, el resto del tiempo. Pero hablaron para hombres y mujeres según esos sabios gramáticos para los cuales el carácter inclusivo del género masculino en el lenguaje no tiene nada que ver con la discriminación o el patriarcado. La naturaleza es así: los hombres hablan por las mujeres pero sin mala intención, sin querer hacerlas de menos, por economía del lenguaje. El hecho de que, al hacerlo, las invisibilicen no tiene mayor importancia. Habrá quien diga que en España hay veintitantos millones de mujeres que, a efectos parlamentarios es como si llevaran burka. También saldrá algún demócrata y liberal moderno a criticar la "corrección política" de Palinuro: si de los 16 dirigentes que ayer ocuparon la tribuna solo tres fueron mujeres será que estas no dan para más, será que entre ellas no hay el suficiente talento para competir con los varones. ¿Alguien puede creer que en el país no haya no una, sino millones de mujeres mucho más inteligentes que Rajoy? Obviamente, no. Millones de mujeres, de hombres y hasta algunos animales domésticos.

Ya me parece oír los irritados murmullos de parte de la audiencia, incluida la "progresista": ¿no tiene Palinuro nada más sustancioso que decir del debate? No. Pero no porque no tenga otras observaciones, sino porque esta en concreto, la discriminación de las mujeres, es la cuestión más importante en nuestra sociedad. Es hora de tomar en serio de una vez la perspectiva de género. Ya está bien de dárselas de feministas y que, al final, el resultado sea siempre el mismo: dominio de los machos, ninguneo de las mujeres. Las consecuencias, a la vista están: tómese nota del tiempo que los oradores (por utilizar un término que no les hace justicia) dedicaron a la violencia de género o la problemática de desigualdad y discriminación de las mujeres. ¿Recuerdan ustedes algo? ¿Alguna idea, alguna propuesta? Nada. Las habituales mentiras del Sobresueldos sobre cuánto va a incrementar las partidas que recortó y uno de esos rimbombantes pactos nacionales que no sirven para  nada. No hay mujeres. No se habla de las mujeres. Y todo sigue igual.

II.- La noble costumbre de la lectura. Todos los oradores subieron al estrado en primera intervención con su discurso escrito. Y lo leyeron. No se trata de que los parlamentarios de hoy alcancen alguna vez el nivel de los de antaño, de los Donoso Cortés, Castelar o Azaña. La vida moderna no deja mucho tiempo para cultivarse y dominar la retórica. Pero de ahí a ser incapaces de construir un discurso sin leer, todo lo más con un guión o esquema, media un abismo. Y muchos, además, ni siquiera saben leer, como el presidente del gobierno. La excusa suele ser que, al tratarse de asuntos graves, no quieren correr el riesgo de cometer errores o decir inconveniencias, al estilo de la metedura de pata de Rajoy, quien solo dijo algo en concreto y fue para reventar una fecha que se le había confiado en secreto. Pero, en la época de internet, Google, el email y las redes, los políticos podían difundir sus textos en la opinión con anterioridad y nos ahorrarían esas penosas y aburridas audiciones de lecturas insulsas. Por supuesto, todo el mundo coincide en que luego, en los turnos de réplica y contrerréplicas el debate se hace más animado. Obvio, porque es más vivo y realista, porque no se llevan las cosas escritas, hay que improvisar y ahí es en donde puede medirse la categoría intelectual de los intervinientes.

III.- Todo por la cultura De la cultura -y casi siempre vinculada al prohibitivo IVA cultural- debió de hablarse menos de cinco minutos en total. Es lógico para una gente que no sabe hablar sin leer y no sabe leer si el texto se complica un poco. Luego, si se les menciona, suelen todos afirmar que tienen la cultura en altísima estima. Totalmente falso y si quieren una prueba, pregunten a los políticos cuál fue el último libro que leyeron o la última vez que fueron al cine, al teatro, a un concierto o una exposición. Se pasan el día enganchados a los móviles o mirando la televisión, sobre todo si salen ellos, pues algunos pasan más tiempo en los platós que en sus despachos. Y no solamente no se habló de cultura en sentido positivo. Tampoco se hizo en sentido negativo. ¿Alguno de los intervinientes sacó el tema de las corridas de toros, patrimonio cultural español, según los más reaccionarios de la derecha española? Ni uno. El maltrato animal no es algo que importe gran cosa en este país de maltratadores.

Ya oigo preguntas impacientes: bueno, bueno, pero, según Palinuro, ¿quién ganó el debate de ayer? Al parecer, lo único que interesa a los auditorios y preocupa a los partidos, que dan órdenes a sus trolls en las redes para que llenen los sondeos virtuales y su líder quede ganador, aunque sea un zote y se comporte como tal.   Para mí la palma se la llevan ex-aequo Pedro Sánchez y Joan Tardá. Los dos leyeron, ya sabemos pero, al menos, fueron claros, contundentes, explícitos, llamaron a las cosas por su nombre y colocaron a la perfección su mensaje. Y son los dos porque fueron dos discursos muy distintos como corresponde al hecho de que se refieran a dos países también distintos, España Y Cataluña. Dos países que, pudiendo tener una forma de convivencia mutuamente fructífera a fuer de voluntaria por ambas partes, se encuentran enfrentadas por la fabulosa incompetencia de la oligarquía tradicional española, reaccionaria y nacionalcatólica. En esto, lamentablemente, le echa una mano el socialismo español, incapaz de remontarse a una concepción plurinacional del Estado. Los dos fueron claros y rotundos. Sánchez se ganó los laureles de líder de la oposición que los de Podemos tratan siempre de sisarle sembrando dudas sobre su capacidad de liderazgo. Tardá dejó claro (como también lo hizo Homs) que, con un referéndum en Cataluña, en España ya habría gobierno.

El resto de intervenciones tuvo un pasar, excepto la de Hernando, el portavoz del PP. Es de creer que si la derecha ha puesto a este hombre con ese estilo de macarra perdonavidas es porque le gusta provocar a la gente normal. Alguien debería decirle que tiene un efecto absolutamente contraproducente y que basta con oírle algo para decidirse por lo contrario.

Y, por supuesto, el inefable Rajoy. La opinión de Palinuro sobre el discurso del Sobresueldos del martes está en el post subsiguiente, titulado el discurso del desprecio. El suplicio a que sometió ayer a la audiencia solo puede calificarse echando mano de un adjetivo muy castizo, infrecuente hoy pero que Unamuno usaba mucho: ramplón. Todo lo de Rajoy es ramplón, pequeño, pazguato y miserable. Un edificio de embustes sin reparo alguno y sin otro objetivo que seguir desgobernando el país para que su gente continúe esquilmando el erario, abusando de los más débiles, corrompiendo las instituciones y llenando las administraciones públicas de deudos, familiares y enchufados porque creen que el Estado es su cortijo.

Veremos lo que sucede el próximo viernes, segunda sesión. Si no se produce ningún fenómeno extraordinario, tipo "tamayazo", Rajoy recibirá su segundo "no" y tendrá que marcharse, por fin, con el rabo entre piernas. Tendrá que devolver a Felipe VI la iniciativa del sondeo en busca de otro candidato porque esa nebulosa amenaza de que él seguirá intentándolo después del segundo fracaso es una especie de golpe de Estado... ramplón porque, es de suponer, se autonombraría candidato.

¿Podría haber un gobierno de izquierdas? Podría, desde luego, y Palinuro siempre lo propugnó: era el del PSOE-Podemos-indepes catalanes. Pero la combinación es muy difícil porque a) el PSOE no admite el referéndum catalán; b) Podemos no es de fiar. En cuanto al referéndum, es asombroso que un partido democrático no admita el ejecicio del derecho de autodeterminación, como ha sucedido en el Canadá y en Escocia.  En cuanto a la alianza con Podemos, su máximo dirigente carece de sentido de la lealtad y suele acabar en felón. El PSOE no haría buen negocio asociando al gobierno a una fuerza desleal que pretendería siempre chantajear la acción colectiva con amenazas de ruptura. Si hubiera suficientes garantías de que no se diera este comportamiento, cabría explorar esa posibilidad sin olvidar que el fin último de un sector importante de Unidos Podemos es el sorpasso por los medios que sea.

En caso contrario, las terceras elecciones son la opción más rápida, clara y directa. ¿No forzaron los de Podemos las elecciones del 26J  hablando de que querían "desempatar"? He aquí una nueva ocasión para el "desempate". Claro que el resultado bien puede ser el hundimiento de los dos partidos emergentes y la consolidación del aleve bipartidismo.

Con la posible aceleración del proceso independentista catalán.

dimecres, 31 d’agost del 2016

El discurso del desprecio

He leído y escuchado todo tipo de juicios sobre el discurso de Rajoy: sin alma, sin pasión, aburrido, rutinario, adormecedor, etc. Cierto, mucho de eso hubo, pero se trata de observaciones superficiales. La intervención carecía de espíritu, desde luego. No podía tenerlo porque estaba dictada por muy otros sentimientos. En concreto, el fastidio que un neofranquista siente al tener que respetar las formas democráticas y verse obligado a pedir lo que cree que se le debe porque sí, porque es él. Y pedírselo a personas a las que desprecia por sus ideas y, si pudiera, las mandaría a la cárcel, como hacían sus referentes ideológicos Franco y Fraga.

Tal fue el ánimo de ese trámite ofensivo para su talante altanero y fascistoide para el que, todos lo han señalado, no había movido ni un dedo porque cree que los demás están obligados a hacer lo que le interese a él. Por eso casi todo el discurso fue una melopea átona que reproducía el tono monocorde y aburrido del caudillo Franco, a quien no se podía criticar jamás, a diferencia de este gandul, incapaz de conseguir el apoyo voluntario de nadie porque lo suyo es siempre forzar a los demás y, si no lo consigue, los desprecia. Por eso, lleno de despecho y soberbia, apenas refrenados, no mencionó apenas a la oposición ni se rebajó a pedir el voto de ningún otro grupo. ¿No es el presidente del partido más votado? ¿Qué hacen los demás que no lo apoyan fervorosamente?

Y no solo el tono era el de los franquistas. También el contenido. Igual que Franco, sabe que no importa lo que diga, -porque nadie le pedirá cuentas-, sino lo que haga; y miente sin reparo alguno, abiertamente, a lo bestia. No le importa decir con un rostro de cemento que propone un pacto por la educación cuando se ha cargado el sistema educativo; que su prioridad es el empleo, con niveles de paro sin precedentes y un empleo más ficticio que El Dorado; que se ocupa de la recuperación, cuando la deuda pública de España es la más alta en un siglo; que va a defender las pensiones cuando ha saqueado 56.000 millones de € de la caja de la seguridad social; que luchará contra la violencia machista cuando ha recortado una cuarta parte su presupuesto; o que defiende un Estado del bienestar que lleva más de cuatro años saqueando y desmantelando. Le da igual mentir, negar lo evidente. Un sinvergüenza, dirán ustedes. Pues sí. Pero eso es lo que hace desde que se encaramó en la presidencia. Lo que sucede es que ahora no podrá imponerse y eso lo saca de quicio y lo empuja a mostrar su proverbial mala educación.

Tanto desprecio al auditorio y, por encima de él, a los ciudadanos, se confunde ya con la burla. Dos minutos habló el hombre de los sobresueldos de la corrupción. Dos minutos el amigo de Bárcenas, Cotino, Camps, Barberá. Dos minutos el presidente de un partido con docenas de procesos abiertos por  corrupción de sus militantes. Dos minutos para glosar aquello por lo que había firmado un pacto con Rivera que, a su vez, ha quedado en ridículo al firmar un acuerdo con un tipo que no respeta ninguno, no cumple sus compromisos, no tiene palabra y gobierna a base de mentir, corromper y reprimir.

El tema que más le ocupó fue el catalán. A estas alturas ya nadie discute lo que hace un par de años todos, muy seguros, me negaban: que el problema más importante para España es Cataluña. Por fin está ya claro. Lo cual no quiere decir que también esté cercano a una solución, ni siquiera a que los nacionalistas españoles (los cuatro partidos del Congreso) lo entiendan o quieran entenderlo. A este respecto, Rajoy hizo ayer lo único que la derecha sabe hacer: mentir y amenazar. 

Cataluña se va y quienes más han hecho porque se vaya son Rajoy y su partido. Cierto que los otros políticos nacional españoles (todos los demás) no se han quedado cortos, pero con Rajoy revive lo más granado de la tradición esparterista y franquista en España: Cataluña es tierra conquistada y hay que tratarla como tal. 

Son tan brutos que no entienden el radical cambio de situación. Ya no se puede emplear la violencia militar. Solo cabe acudir a soluciones de negociación y compromiso y de eso, los españoles no saben de la misa la media. 

Después del NO que coseche hoy el Sobresueldos y del subsiguiente 48 horas más tarde, será el momento de buscar alternativas. Palinuro ya no apuesta por una alianza PSOE-Podemos porque, como ya ha demostrado anteriormente, Iglesias es un felón al que solo interesa engañar al PSOE para destruirlo. Y quien comete una felonía una vez, la comete ciento.

He visto que los habituales artistas e intelectuales abajofirmantes piden un gobierno PSOE-Podemos-C's. En principio es una posibilidad, desde luego, pero la veo complicada ya que el pacto anterior de C's con el PSOE es el pretexto de que se valieron los de Podemos para no votar a Sánchez a quien ahora, sin embargo, empujan a la desesperada a un  pacto con ellos para evitar las terceras elecciones.

Sin embargo, a juicio de Palinuro esas elecciones son la mejor opción. Y, por cierto, reitero mi sugerencia de que se hagan con observadores extranjeros. No es difícil imaginar qué respeto por la democracia tienen estos neofranquistas.

Alucinaciones moralizantes

Para atender con fuerzas el discurso del presidente de los sobresueldos, me fui a ver la aportación que el Patrimonio Nacional ha hecho al quinto centenario del Bosco. La parte mayor de esta celebración está en el Prado y ya dimos cuenta de ella en con el Bosco empieza todo. Las piezas que aquí se exhiben, en el museo de el Escorial, son El carro de heno y La coronación de espinas, del taller, así como la famosa crucifixión, de Rogier van der Weyden. El primero y la última, recientemente restaurados, lucen maravillosamente. Junto a estas, varios tapices, algunos sobre cartones de Breughel, con motivos del Bosco. Especialmente las tentaciones de San Antonio, una historia recogida en La leyenda áurea, de Jacopo da Voragine. Un libro que ya no se edita pero que proveyó de motivos sacros y moralizantes a los artistas bajomedievales y posteriores. Solo que en la interpretación del Bosco, las tentaciones eran más que nada pesadillas.

Felipe II era un amante de la pintura. Da fe el fondo del museo del monasterio que fue sede del gobierno del Imperio mayor que vieron los siglos, hasta el punto de identificarse con él. Los enardecidos intelectuales falangistas de la primera hornada de la sublevación militar lo convirtieron en su icono ideológico con la revista Escorial, y Franco se hizo enterrar en otra basílica casi a tiro de piedra para trazar un paralelismo entre el Rey Prudente y él.

Pero la pintura que Felipe II prefería era sacra, moralizante, tenebrosa o de glorias militares. El museo está lleno de escuela española, grave, seria, borgoñona y hay bastantes Grecos. Aunque el Rey acabó mandando al cretense de vuelta a Toledo seguramente porque le fastidiaban sus figuras alargadas y ondulantes. ¿Y cómo explicar la gran afición filipina o felipesca por el Bosco? Sin duda por su carácter ejemplificador y fuertemente moralizante dentro de la imaginería católica. Felipe II viviría atormentado por esa lucha de los católicos con las tentaciones mundanas, especialmente las de la carne, y alimentaría su reconcome paseando por las galería y salas en cuyas paredes se recordaban martirios, pecados capitales, tormentos por la fe, la condenación del infierno. A eso el Bosco ayuda mucho con su representación de la gloria paradisiaca, los vicios de la vida y las penas del infierno. Tengamos en cuenta que, probablemente, Felipe no caminaba por las galerías sino que lo llevaban en andas.

Parte importante de ese arte moralizante, que zahiere vicios, pecados, vanidades de vanidades, hasta el memento mori es la crítica, el ataque a las dignidades mundanas: obispos, reyes, emperadores, papas, glorias mundanas no mejores que el mundo de crueldad, miseria y maldad que rodea el simbólico carro de heno. Eso es patente en el retablo del Bosco, como lo es en la versión en tapiz de Breughel. Y esto era lo que aquel Rey tenía constantemente a la vista a la hora de tomar decisiones, por ejemplo, sobre cómo tratar a los herejes flamencos. Es decir, quienes vivían en los países en que se pintaban las tablas del Bosco.

dimarts, 30 d’agost del 2016

Váyase de una vez, hombre

No se humille más. Deje de gimotear y arrastrarse. Deje de llorar. No haga más el ridículo. No se rebaje más ante el partido al que trataba con desprecio hace un par de lunas. No siga sacrificando el país a sus intereses o, mejor dicho, su interés, que solo consiste en mantenerse aforado. No siga abusando de la paciencia de los españoles. Deje de chantajear, de hacer jugarretas de colegio de monjas. Deje de retorcer el calendario. Deje de esconderse detrás de sus subordinados y de cualquier advenedizo, presto a servirle de bayeta, como Rivera. Deje de prolongar la agonía de un país que trata de salir del hoyo en donde lo ha metido usted. ¿No ve que la prensa internacional no da crédito al abuso de esta situación? Ya sé que no es el Marca y que usted no lo leerá pero el New York Times lleva meses hablando de la "parálisis de España". Por último, deje de destruir su propio partido en el que es imposible que no haya corrientes de resistencia a su absurdo empecinamiento en gobernar un país que no lo quiere a usted ni como conserje. Y deje de creer que el Rey es usted, en el fondo su verdadero problema, como siempre pasa con los espíritus de dictadores.

Porque ¿qué significa esa afirmación suya de que seguirá intentándolo después de la segunda votación negativa? ¿Se cree usted el Rey? Con sus segundas calabazas debajo del brazo, usted tiene que ir a La Zarzuela a reconocer que ha fracasado y devolver la iniciativa al monarca que ya verá a quién designa, después de una nueva ronda de conversaciones. ¿Qué es eso de que "lo seguirá intentando" como si se tratara de una heroicidad suya y servicio a la Patria frente a los empecinamientos de sus adversarios?

De heroicidad, su comportamiento de garrapata no tiene nada. Escondido, parapetado, aferrado al sillón se ha tirado usted más de sesenta días desde las elecciones sin hacer nada porque, entre que es usted un incapaz y no hay nada que hacer, su margen es más bien escaso. Usted pretende seguir gobernando como si aquí no hubiera pasado nada. Como si usted no estuviera bajo sólida sospecha de corrupción de haber cobrado 400.000 € de la caja B y aparecer cuarenta y tantas veces en los "papeles de Bárcenas", como si su partido no fuera una presunta organización de malhechores. Usted no quiere saber nada de eso y su socio ciudadano, que tantos grititos daba contra la corrupción, tampoco. Es lógico. Se trata de un verdadero mar, un océano de corrupción y ustedes se pierden en ella. Vamos a ordenarles algunos datos:

El PP está acusado por diversos conceptos o investigado en cinco procesos penales.

Tiene imputados, procesados y/o condenados a: 4 ex-ministros de Aznar y usted mismo; 4 expresidentes de Comunidades Autónomas; 6 ex-diputados y ex-senadores; 17 ex-consejeros de CCAA; 9 ex-diputados autonómicos; 7 ex-presidentes de diputaciones; 11 ex-alcaldes; 4 tesoreros nacionales del partido; 3 gerentes territoriales. Hay que añadir algunos otros casos como el de la corporación municipal de Valencia en pleno con la inenarrable señora Barberá a la cabeza. Quien quiera confirmar o contrastar datos o saber más de esta pocilga que acuda al documentado reportaje del El Plural ¿Nos merecemos un presidente como este?

Sale una muchedumbre. Una muchedumbre de sinvergüenzas. El PP es un partido de neofranquistas sinvergüenzas. Usted no puede imponer que el país siga desgobernado por esta gente, por utilizar un nombre suave. Y hasta los timoratos y gazmoños que se escudaban en el superior interés de España y su estabilidad (muchos de ellos socialistas) para pedir la abstención del PSOE se han callado abrumados por la evidencia. Un no-gobierno es mejor que un gobierno de esta tropa.

Y luego, elecciones, el normal procedimiento en democracia de resolver estas situaciones.

Diz que hay otras opciones. Sobre eso, el post siguiente.

La única alternativa a Rajoy son las elecciones

Retornan los de Podemos, hasta ahora silentes por si el PSOE, al abstenerse y facilitar un gobierno de Rajoy, les sacaba las castañas del fuego. ¿No era el PSOE la misma mierda que el PP? Pues le correspondía abstenerse, según el manual de marxismo-leninismo, para que Podemos brillara como la "verdadera" y la "auténtica" oposición. El NO es NO del PSOE no se lo esperaban. No les dio tiempo a cambiar su discurso y, al retorno del bronce, hace un par de días, Iglesias hacía una de sus habituales declaraciones en las que va de sobrado y muy siete machos, diciendo que en el PSOE había tres o cuatro corrientes internas y que se dejara de marear, supongo que la perdiz.

Hoy, con la votación de investidura ante las narices, está ya todo claro. NO es NO. Y Podemos viene, como siempre, hablando de mano tendida y "alternativa de izquierdas" para convencer a un secretario general contra cuya candidatura votó hace unos meses junto al PP. Se entiende que salga Errejón a echarle voluntad al asunto, a ver si convence. Pero no sirve de nada porque el que manda en Podemos es Iglesias, tanto que Anguita ha decidido abandonar la política, habiendo dejado, eso sí, a su discípulo Monereo de intelectual orgánico de guardia para que no haya sucias componendas con la banda de la cal viva. La pregunta es obvia: ¿qué crédito tiene Iglesias? Y la respuesta no lo es menos: ninguno. El hombre no es leal, no es claro, dice una cosa y hace otra y está siempre animado del revanchismo de los viejos comunistas frente a los socialdemócratas aburguesados y poltrones.

Además, como siempre, vende la piel del oso antes de cazarlo. Afirma Errejón que hay una alternativa de izquierdas, pero no es cierto. Sus votos tampoco dan. Solo lo harían contando con los indepes catalanes. Pero estos exigen un referéndum que los socialistas no van a autorizar en ningún caso. Por eso, Tardá, de ERC, ha anunciado ya su voto "no" a Sánchez. ¿De dónde saldría la alternativa? De que creyéramos que Podemos podría convencer a los indepes, dado que admite el referéndum. Cualquiera que tenga idea de política catalana sabe que los indepes desconfían igual de Podemos que del PSOE.

En consecuencia, la solución más cómoda y democrática es ir a terceras elecciones. Palinuro se pasó meses desgañitándose por la unión de la izquierda, PSOE y Podemos (con muchos listos de Podemos diciéndole que era de bobos considerar al PSOE de izquierdas) con los indepes catalanes. Pero ya no lo considera viable, vista la mala fe de Podemos. La mejor alternativa son las elecciones que no tienen por qué ser en Navidad si el Parlamento se pone de acuerdo en reformar la LOREG, según iniciativa del PSOE y celebrarlas el 18 de diciembre.

Esas elecciones prometen ser muy reveladoras. Es del dominio común que serían un fracaso para los dos partidos emergentes y consolidarían a los dinásticos, dejando una situación más favorable a un posible gobierno de coalición. ¿De que coalición? Eso es lo que decidirán los  ciudadanos en su momento.