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divendres, 3 de juny del 2016

¿Quién manda en Unidos Podemos?

Julio Anguita.

Parece mentira, pero es verdad. Mucho 15M, mucho asaltar los cielos, mucha nueva política, vieja casta, círculos, asambleas, transversalidad, para que, al final, venga este buen hombre, pecio de todos los fracasos, a impartir las órdenes. Fracasó con el Partido Comunista de España; fracasó con Izquierda Unida y solo tuvo éxito con la pinza de los años noventa, con lo que España disfrutó de ocho años indecibles de la derecha de Aznar que, gracias a esa alianza negada por los comunistas, pudo nombrar a Blesa presidente de Caja Madrid y, así arruinar el país.

Parece mentira, pero es verdad. Durante los primeros tiempos de Podemos, sus dirigentes rechazaban toda idea de unidad con los comunistas de IU a los que, con arrogancia fuera de lugar, llamaban "amargados", "pitufos gruñones" y lindezas semejantes porque los consideraban, con razón, unos fracasados. Tanto era así que muchos militantes de IU, seguramente los más ambiciosos o menos escrupulosos, se cambiaron de barco. (Por cierto, habrá que ver cómo se toman estos ahora la llegada de sus viejos colegas pitufos gruñones en este arco iris de la verdad y la novedad en marcha). Se abrigó la esperanza de que en Podemos hubiera la capacidad intelectual y el vigor teórico para articular una nueva izquierda incontaminada del anquilosado comunismo revanchista y la aburguesada socialdemocracia.

Esperanza defraudada. Bastaron unos resultados electorales mediocres el 20 de diciembre del año pasado  y unos sondeos que pronosticaban descenso de Podemos para que la organización corriera a ponerse a la órdenes de Anguita merced a las zalemas de Garzón. De nueva elaboración teórica aquí no hay más que unas nebulosas quimeras populistas sin fuelle. Ahora ya la duda se reduce a saber si de verdad pretendieron hacer algo nuevo y no pudieron o, en el fondo, sabían que estaban mintiendo y engañando desde el principio a la gente que esperaba esa innovación.

En realidad, esta izquierda solo tiene de nueva el hecho de que así la califica porque le da la gana y sin ninguna base de apoyo el señor Anguita. El mismo señor que los técnicos de imagen de Podemos quisieran mantener oculto pero a quien su enorme ego e infinita vanidad impiden quedarse en segunda fila e impulsan a la primera para que todo el mundo se entere de quién vuelve a mandar aquí. Porque basta con que Anguita formule un deseo, como que esta izquierda tenga mayor unidad tras el 26 de junio para que sus doctrinos en Unidos Podemos, Garzón e Iglesias, que cada vez se parecen más a Tweedledum y Tweedledee obedezcan al pie de la letra, hablando de una alianza estable para después de las elecciones.

A Anguita no le ha movido nunca otra cosa que un odio profundo al PSOE, el único partido de izquierda que ha gobernado en España en esta tercera restauración borbónica. Habrá gobernado bien, regular, mal o rematadamente mal, eso va en juicios de cada cual. Pero ha gobernado, cosa que no han hecho los comunistas de Anguita jamás, con lo cual pueden (y, de hecho, es lo que hacen) afirmar que ellos son "la verdadera" izquierda, la izquierda "transformadora", con tanto crédito como si dicen que son querubines con el alma transparente.

El único objetivo del verdadero estratega de Unidos Podemos es que no haya unidad de la izquierda. Consiguió cargarse el posible gobierno de coalición hace un par de meses y ahora mantiene la guardia para que no flaquee el propósito del sorpasso, de ganar al PSOE con el falaz argumento de que solo ganándole será posible una coalición; algo rotundamente falso. El único objetivo es liquidar al PSOE, es la revancha para este hombre que vive anclado en el pasado. Basta con escuchar sus obsesiones en esta entrevista, en donde sigue diciendo que el Partido Comunista debe continuar funcionando como motor de esta fábula porque los comunistas son los mejores. Quede claro. Es el único objetivo que tiene. No tiene programa (lo de "programa, programa, programa", bien claro está hoy, era un cuento); no tiene experiencia de gobierno; no tiene crédito; no tiene más que la intuición de que, con la nueva fórmula, ahora sí cabe engañar a la gente.

La fórmula consiste en que él pone el concepto y Pablo Iglesias la telegenia que, con todas las televisiones a su disposición, se le da de miedo.

Puede que esta vez le salga (en realidad, está desesperado porque sea así, ya que es su última oportunidad) pero también es posible y hasta probable, que de nuevo los de Podemos estén vendiendo la piel del oso antes de matarlo.

dilluns, 30 de maig del 2016

Incertidumbre

Suele pasar. Justamente cuando todo parece estar claro acabará siendo más oscuro; cuando todo el mundo espera que algo suceda, deja de suceder y sucede lo contrario; cuando las apuestas van al unísono, suena la nota discordante. El comportamiento de los seres humanos es imprevisible y así seguirá siendo hasta el fin de los tiempos aunque queramos convencernos de que, mediando las correspondientes tecnologías, conseguiremos profetizarlo.

Según parecer casi unánime los resultados de las próximas elecciones del 26 de junio serán un calco de los del pasado 20 de diciembre. Aquellas dejaron una situación de impasse y desconcierto en los partidos que nos ha traído hasta aquí. Si esas son las respuestas de la gente a las preguntas con que después se hacen los sondeos y encuestas, así pudiera ser. Pero solo pudiera. De hecho hay una continua contradicción entre el discurso de la igualdad de resultados y la seguridad de que la combina IU/Podemos finalmente conseguirá el sorpasso al PSOE. Este cálculo está basado en sumar el voto a IU y el voto a Podemos. Pero se trata de una pretensión con muy débil fundamento. Suponer que los votantes de IU van a votar la confluencia o que lo hagan los de Podemos es razonable, pero no es una conclusión avalada por prueba alguna. También puede pasar lo contrario y la confluencia haga perder votos.

De hecho, el PSOE resistió bastante bien la avalancha de Podemos en las elecciones del 20 de diciembre y ahora plantea una campaña electoral de centralidad política, moderación, recuperación del voto perdido. Si no se le tuercen las cosas, puede darle buen resultado pues sus dos principales rivales, PP y Podemos, con notable falta de habilidad se han dejado identificar con aspectos negativos desde el punto de vista de la opinión pública mayoritaria. Nuestra sociedad gusta de verse a sí misma como  moderada y con horror a los extremos. La prueba más clara: los dos líderes políticos peor valorados, casi al unísono, son Mariano Rajoy y Pablo Iglesias, lo cual no deja de ser extraordinario pues son quienes disfrutan de un tratamiento más continuadamente favorable en los medios, cada uno de ellos con prensa digital a su servicio y cadena de televisión (Rajoy las públicas e Iglesias, la Sexta) y abundante copia de plumíferos riéndoles las gracias. Sin embargo, de ahí no se sigue mayor probabilidad de ser votado. Curioso dato para relativizar ese poder indiscutido de los medios de comunicación.

La imagen de Rajoy, acorralado por la corrupción, indolente, declarado en rebeldía frente al Parlamento, mentiroso casi compulsivo e incapaz de reconocer sus errores, está bajo mínimos. Igualmente la de Iglesias, caracterizado por una trivialidad y oportunismo de juicio que hacen abrigar la sospecha de que ni él ni muchos de su equipo, se toman en serio el asunto de las elecciones. Rajoy no puede sacar la cara a la calle porque se la parten e Iglesias no sale de los platós de televisión, con una política mediática cuya contumacia ha superado ya todos los límites del hartazgo. Según Paracelso, el veneno es cuestión de cantidad y los griegos aconsejaban no tener demasiado de nada. La omnipresente corrupción en torno a Rajoy, como la ubicua presencia mediática de Iglesias acabarán pasando factura en las elecciones sea cual sea la cantinela de los sondeos al día de hoy porque hasta el sufrido pueblo español acaba hartándose de la plúmbea vaciedad de estos simulacros de dirigentes.

La esperanza del PSOE de recuperar los votos díscolos en las anteriores elecciones es legítima pero, para conseguirlo, como sucede a los cristianos con la salvación que tanto les preocupa no basta con la gracia del Señor, se necesita fe y buenas obras, además. De estas, el PSOE tiene pocas; si acaso abundantes declaraciones de su dirigentes pero imprecisas y contradictorias. Y no se hable de la incapacidad de su candidato para decir algo nuevo, original o de interés. Si por él fuera, hasta sería verdad esa insistente trola Errejón (otro convencido de la conveniencia de machacar el hierro en frío) de que el próximo 26 de junio, la gente va a desempatar, cuando no hubo empate.

Dato empírico de nuestro tiempo (y de todos)  las campañas en positivo no suelen atraer la atención de los electores. Hablar bien de los demás no suscita interés. Son mucho más rentables las campañas en negativo y esto los políticos españoles lo bordan. El flanco más negativo de Podemos es precisamente su confluencia con IU y la reaparición del fantasma del Manifiesto del Partido Comunista. Preocupados, los comunistas están ya tocando a rebato afirmando, como hace Garzón y muchos otros, que la gente no tiene miedo al comunismo sino a las dificultades para llegar o no llegar a fin de mes. Son como Franco: no se metan en política y preocúpense por la centa de la compra. Obviamente, no se dan cuenta de que al cuestionar el miedo que puedan suscitar los comunistas, están aumentándolo. Por descontado, los comunistas ya no inspiran miedo pero todavía menos ganas de votarlos. Votar por alguien que esconde su filiación política y, cuando la desvela, lo hace pidiendo que no se le tenga miedo no es una fórmula segura de éxito. Necesita explicación.

La situación  al día de hoy es tan problemática y su resultado tan incierto que hasta Rivera, el de Ciudadanos, ha tenido que ir a buscarse los votos al otro lado del charco, en los confines del imperio. Y aun así, no ha conseguido mantener la buena reputación que tenía entre el electorado y ha entrado en valoración negativa.

Nadie sabe lo que pueda pasar el próximo 26 de junio.

dissabte, 28 de maig del 2016

Amansando a la fiera

Los empresarios del Círculo de Economía se han reunido en Sitges, grato lugar. No suelen estos reunirse en el Arroyo abroñigal. Sitges propicia más los ánimos al entendimiento y la conciliación. El Círculo es, además, una "asociación cívica", sin ánimo de lucro, penetrada de su misión de ser lugar de encuentro, reflexión, intercambio. Suena razonable. Los empresarios, como la Iglesia, tienen muchas caras; entre otras, la áspera y la sonriente. Escuchar a Juan Rosell, el presidente de la patronal, pedir el restablecimiento de la esclavitud mete miedo. Pero luego llega Antón Costas, el presidente del Círculo y el vendaval amaina.

Llaman los patronos a capítulo a los líderes, hasta los más resabiados, y les hacen cantar la palinodia. Y los líderes la cantan, especialmente los de izquierdas. Nada amansa más a un revolucionario que la mesa y mantel con quienes toman las decisiones. Así que Pablo Iglesias, todo dulzura, no fue a afear a los empresarios eso de que, sin presentarse a las elecciones, sean los que pretenden gobernar. Ese es más discurso de masas. A los patronos fue a decirles que Podemos es la verdadera socialdemocracia, que no haya miedo, vaya. Trataba de amansar a la fiera a base de mostrarse manso. Vendió a los empresarios una versión suave del keynesianismo y subrayó que Barcelona y Madrid son las ciudades donde más crece la inversión. Le faltó decir lo de Solchaga durante el Felipato: España, el país en que es más fácil y rápido hacerse rico. Podemos va a invertir a través, supongo, de una "potente" banca pública; los empresarios estarán encantados de invertir y la prosperidad volverá a regar nuestros campos y ciudades. Estos idílicos propósitos, que convierten la Economía de "ciencia triste" en ciencia alegre, compiten dialécticamente con las imágenes de los últimos días que todos los empresarios tienen en la retina: actos de líderes de IU y Podemos puño en alto, figuras de otro tiempo, héroes de antaño que acuden a la última llamada del deber, viejos profetas de la razón en marcha y anuncios de luchas intestinas entre las izquierdas "verdaderas". Difícil ensamblaje.

Al día siguiente, turno de Sánchez. A este vinieron a escucharle muchos que no hicieron acto de presencia en la exposición de Iglesias. Un indicador de a quién ven los empresarios como próximo presidente. O sea, los que no se presentan ya han elegido a Sánchez. Hasta Iglesias parece aceptar que el próximo gobierno pivotará en torno al PSOE. Del Sorpasso prometido va quedando ya solo el nombre que, dentro de poco, sonará a ritmo suramericano: el merengue, el bolero, la lambada, el sorpasso...La cosa consistirá en que el PSOE tendrá que elegir. Pero será el PSOE, no Podemos. Es bastante razonable. Los socialistas manejan mejor la imagen, dosifican su mensaje y, siendo este tranquilizador adquiere más crédito: son gente tan de orden e institución como el PP, pero tan dispuestos a reformar y hasta innovar como Podemos. Los Unidos/Podemos cada vez se presentan más como una aventura con mucho fragor mediático y poca consistencia y un potencial de desbarajuste sublime.


Mensaje de Sánchez a los empresarios (suscrito por todos los demás partidos): habrá gobierno en cualquier caso. No habrá nuevas elecciones. Si él gana, estará gobernando en siete días; si no gana, habrá gobierno, pero ya no garantiza el tiempo. El antecedente de las elecciones pasadas vierte un poco de ácido sobre su promesa de que no habrá terceras. Se supone que la gama de posibles gobiernos se abrirá tanto a la derecha como a la izquierda. Afirma que no excluye a ningún partido, pero no es cierto: los independentistas catalanes no entraron en sus cálculos de meses pasados ni siquiera como non entities y probablemente ahora tampoco. Los culpa de que no haya gobierno en España, negativa que antes atribuía a Podemos.

Y ahí es donde Sánchez, más consciente de en dónde hablaba que Iglesias, fue más prolijo y explícito: Cataluña. Sánchez admite ya que el problema de Cataluña, en realidad, es el problema de España. Le ha costado meses entenderlo pero parece que, al borde del Mediterráneo, lo ha visto, como Ulises llega a Ítaca. "La falta de solución en Cataluña", razona, se ha convertido en el problema de España y aprovecha para largar una chufa a Iglesias afirmando que la aceptación del referéndum catalán será la extensión de tan peligrosa manía al país Vasco, a Galicia y, sabe Dios, a lo mejor a Peñaranda de Bracamonte. O sea, Pablo Iglesias tiene la culpa de todo y Sánchez sigue si dar con la fórmula salvífica porque dice que se pondrá en peligro la convivencia de los españoles. Yo creo que quiere decir "conllevancia", como Ortega, que es a donde, con suerte, llegamos, pero le han dicho que el pesimismo no vende.

Por una ironía del destino, ayer anduvo por la corte también Puigdemont, que vino al Eurofórum en el Ritz y contó con la cerrada ausencia del establecimiento político institucional español: nadie del gobierno, nadie de la oposición, exceptuado Ángel Gabilondo que, como es de Metafísica, se habría equivocado de destino. Ante un público catalán, Puigdemont explicó que lleva ya seis meses y quedan 12 para el día D, que estamos en tiempo de descuento y los españoles ni prestan oído, excusado es decir audiencia. Como es hombre realista, está abierto a todo tipo de negociación, si bien no cree que, a estas alturas, la reforma de la Constitución sirva para algo. Pero, si no hay negociación, en 12 meses habrá parusía laica en forma de República Catalana. De verdad que no entiendo cómo los políticos españoles no se percatan de que este propósito es el evento más importante de la historia española en unos cientos de años. Una República Catalana que los países europeos se sentirán inclinados a reconocer vista la obtusa parálisis de los sucesivos gobiernos españoles.

Sánchez también parece haber caído en la cuenta de que la independencia catalana es una ruina para España porque, dice, se rompe la unidad de caja que es una manera de decir que se pierde una saneada fuente de ingresos para el resto del país. No puede haber independencia catalana; ni hablar. Hay que ir a la reforma de la Constitución. Pero, si lo he entendido bien, por primera vez admite que, luego de la tal reforma, haya una consulta. Al final va a ser una cuestión de nombres, como sucede siempre cuando se tiene miedo a las ideas. Todo referéndum es una consulta, pero no toda consulta es un referéndum. Todavía tiene el socialista tierra virgen por explorar. Dado que la reforma constitucional va a requerir un referéndum, quizá dos, según cómo vengan las cosas, ¿por qué no resumirlos, el de reforma y el de autodeterminación, en uno solo? Uno que, por ejemplo, tuviera dos opciones en una sola pregunta "¿quiere usted que Cataluña sea un Estado independiente ya o prefiere que siga siendo parte de España según una reforma de la Constitución que luego se someterá a referéndum en los mismos términos de este? Es una propuesta razonable que devuelve la iniciativa al gobierno; en este caso, a la oposición porque el gobierno en funciones no está para estos galimatías. No estuvo nunca, ni cuando estaba en no-funciones. La propuesta da iguales oportunidades a todo el mundo, es fair play y a los socalistas los saca del bloque del "no" a secas. Para eso ya está la legión que, al parecer, desfilará hoy por Barcelona detrás de la cabra, animal totémico apropiado al país que representa. Nada de león, águila, toro o elefante. Una cabra.

Si Sánchez es capaz de articular un mensaje en esos términos tiene muchas papeletas para ganar la rifa. El premio: la gobernación de este desastre.

divendres, 27 de maig del 2016

Por qué no votaré al PSOE ni a IU/Podemos

Sánchez acaba de presentar sus seis propuestas -"principios" las llama él, "líneas rojas", según la prensa- para un gobierno de coalición despúes del 26 junio.

Le deseo mucha suerte y le agradezco que sea tan claro, pero yo no lo votaré.

Los seis enunciados, en su mayoría son vagarosas generalidades sin nada concreto. No mencionan la cuestión de la Monarquía/República (ya se sabe: no toca) ni los privilegios de la Iglesia católica, ese Estado dentro del Estado que parasita la colectividad y cuyos medios de comunicación sirven para difundir el veneno del odio en nuestra sociedad.

Solo hay algo concreto en ese conjunto de vaguedades: no al referéndum de independencia en Cataluña. Es lo único claro. Y es mentira porque nadie, que yo sepa, pide un referéndum de independencia en Cataluña. Se pide un referéndum consultivo, para decidir, de autodeterminación, si quieren ustedes; pero no de independencia. Esa mentira procede de las escasas meninges de quien haya redactado este catecismo. Por lo demás, a tono con el resto de las referencias a la cuestión: puras mentiras que debieran avergonzar a alguien de izquierdas. Sigue diciendo el escrito no a la desigualdad de trato entre españoles por razón de su origen. Otra mentira igual a la de Rajoy cuando habla de la igualdad de todos los españoles. Los españoles no somos iguales de hecho ni de derecho. Los vascos y los navarros tienen trato distinto, como sabemos todos. O no son españoles o son españoles desiguales, pero el sistema de concierto (en cuya justicia o injusticia no quiero entrar aquí) demuestra que Rajoy y Sánchez mienten al unísono. El resto de las consideraciones sobre el Estado autonómico, la reforma de la Constitución y el federalismo, puro relleno para tapar la injusticia de negar a los catalanes el ejercicio de un derecho.

Injusticia sin disculpa alguna, sin razones, sin principios auténticos, sin valentía ni autenticidad. Después de los referéndums de autodeterminación en el Canadá y Escocia, no hay ninguna razón para negar ese derecho a los catalanes salvo que se reconozca que el Canadá y el Reino Unido son democracias y Estados de derecho y España no es lo uno ni lo otro, sino el reino (y Reino es) de la mentira y la arbitrariedad. Todos los nacionalistas españoles dicen que en Cataluña la mayoría no es independentista. Pero no dejan que salgamos de dudas contándolos mediante un referéndum. Es más ni siquiera admiten que se cuente ni como principio que tanto gustan de invocar. Felipe González ya ha dicho que aunque los partidarios de la independencia fueran el 120%, no se permitiría la autodeterminación porque no es una cuestión de mayorías y minorías sino un asunto de principios.

Porque los principios de esta gente son como los de Groucho Marx.

Con lo que queda claro que la única razón para negar a los catalanes el ejercicio del derecho de autodeterminación es la razón de la fuerza: no porque no. Porque somos más, tenemos más poder y no nos da la gana. Recuérdese el famoso "diálogo meliano" de La guerra del Peloponeso: "Los fuertes hacen lo que pueden y los débiles sufren lo que deben".

Y yo no puedo votar eso porque me repugna.

¿Y qué sucede con IU/Podemos? Pues lo mismo que lo anterior y dos huevos duros, para seguir con los inspirados hermanos Marx que tienen mucho en común con los de Podemos, aunque con más chispa.

Los de Podemos admiten el referéndum de autodeterminación en Cataluña: sí, pero con la boca chica, vinculándolo a una imposible reforma de la Constitución y después de haberse dado una castaña en las elecciones del 27 de septiembre de 2015. Se presentaron entonces sin tener ni idea de a quién estaban dirigiéndose, tratando a los catalanes poco menos que como lelos y haciendo trampas, como hacen siempre, con ese referéndum, mezclándolo con un proceso constituyente que no se creían ni ellos.

Por lo demás, estos tampoco plantean la cuestión de la Monarquía (ignoro si esto tiene algo que ver con Juego de tronos, que tanto les gusta) ni la de la Iglesia y el Estado. En algunas cosas, van por detrás del PSOE (al que acusan de ser como el PP), por ejemplo en el asunto del aborto que, según ellos, no es de importancia ni interés social. Como tampoco lo es la del género según se desprende de ese título siete machos que han puesto a su coalición "Unidos Podemos" que algunos tratan de disimular pronunciando el "Unidos" como "Unidas" según reglas fonéticas desconocidas hasta la fecha en España.

Pero lo más lamentable de esta buena gente es su carencia absoluta de principios, de esos que, al parecer, sobran a los socialistas, y su tendencia a orientarse hacia donde sople el viento y mentir sin el menor pudor, como esos trileros que ellos veían profusamente repartidos entre quienes somos tan antiguos como para ser de izquierdas.  Se presentaron como tercera opción entre el comunismo más anquilosado y la socialdemocracia más aburguesada. Tropezaron con la primera dificultad práctica; vamos, que se dieron una bofetada en las elecciones del 20 de diciembre que ellos vendieron como gran triunfo con tanta veracidad como ahora aseguran que quieren "desempatar". Comprobaron luego que no tenían ni sombra de capacidad teórica para elaborar el contenido de esa nueva izquierda y corrieron acongojados a echarse en brazos del antiguo chamán huero y vanidoso de IU para componer ese vertebrado gaseoso que han parido. Con él aspiran a sustituir a la socialdemocracia tras destruirla si buenamente pueden para colmatar sus ambiciones tristes y viejas de decenios y hacerse respetables socialdemócratas "de verdad". Para seguir con la superchería aseguran que no, que el sorpasso no es al PSOE, sino al PP, como si las gentes fuéramos estúpidas y no tuviéramos ojos y oídos. 

Me da igual con qué logomaquias populológicas tratan los de Podemos de disfrazar su desesperada ansia de poder al precio que sea y la miseria con que han encubierto su traición a lo que dicen que fueron sus orígenes. Como a los socialistas, también les deseo lo mejor que tiene toda la pinta de ser otros cuatro años más de gobierno de la derecha, según la acreditada marca de La Pinza, S.L.

Pero yo tampoco los votaré porque me da la risa. Sardónica, verdad es, pero risa. 

Por si a alguien le pica la curiosidad: no me abstendré y seguramente votaré al PACMA que, según mis noticias, no ha firmado con Podemos pues estos no piden la abolición de las corridas de toros porque pensarán que tal cosa quita votos.

dimarts, 24 de maig del 2016

Juicio salomónico

A estas alturas tiene ya poco sentido determinar cuál de las dos fuerzas de izquierda, PSOE o Podemos, es culpable de que no haya habido gobierno de coalición de cambio y progreso y sí elecciones; cuál de las dos es responsable de que estemos aguantando cuatro meses más a esta banda de ladrones y sinvergüenzas esquilmando el país, mientras el Sobresueldos sigue mintiendo como un bellaco esta vez por carta. Traigo al post como ilustración la inenarrable historia -una más de esta cuadrilla- del jefe de las Loterías del Estado, un enchufado de Montoro, que se pulió un millón de euros de dinero público en viajes en año y medio. Nada de casos aislados; es una asociación de delincuentes con el objetivo de pillar todo el dinero ajeno que puedan para su provecho personal y el de eso que llaman "partido", a quien el juez da diez días para depositar una fianza de 1.200.000 euros por posible responsabilidad civil en los latrocinios de ese mismo partido. 1.200.000 euros que también pagaremos los contribuyentes porque el negocio de estos truhanes es redondo: roban lo que pueden y, cuando los pillan, los gastos de defensa, fianza y costas también los pagamos los robados.

Insisto, no tiene ya sentido averiguar cual de las dos fuerzas fue culpable de que no hubiera gobierno de coalición. Cada uno de nosotras tenemos nuestra opinión. Pero es mejor no airearla porque no hay modo de llegar a una idea compartida y vamos a seguir perdiendo el tiempo: que si fuiste tú: no, que fuiste tú; ni hablar, tú fuiste, etc, etc. Y, mientras tanto, los peperos a seguir esquilmando el país, beneficiando a sus cómplices, repartiéndose prebendas. Y muy interesados en que la izquierda siga enzarzada en amargas pendencias. Por eso sugiero a las dos formaciones de la izquierda, PSOE y Unidos Podemos que hagan a un lado sus rencillas y querellas y lleguen a un acuerdo que podemos llamar juicio salomónico, aunque sea con efecto contrario porque no pretende dividir una criatura sino, al contrario, unir a dos.

El país se encuentra en estado crítico, en situación de emergencia, al borde de la quiebra y de desintegración territorial gracias a la pavorosa ineptitud del hombre que lo desgobierna hace cuatro años con el auxilio de una presunta organización de mafiosos. Gente sin escrúpulos que lleva años, decenios, escenificando situaciones de verdadero bandidaje, de auténtica rapiña de los caudales públicos con los más diversos motivos, la visita del Papa, las recalificaciones, las competiciones deportivas, todo servía para robar a espuertas. Una organización criminal subdividida en núcleos de auténticos granujas, como la Gürtel o la Púnica, sin olvidar, por supuesto, los EREs de Andalucía. Aquí se encuentra, quizá, una de las razones por las cuales la oposición no ha sido capaz de decir esta boca es mía mientras el gobierno pepero ha permitido y amparado este desbarajuste de ladrones: porque, aunque en medida menor y limitada territorialmente está asimismi muy podrida por la corrupción. El hecho es que si toda esta tropa de mangantes devolviera lo apandado, seguramente no harían falta recortes.

Por eso aquí ya no se puede perder más el tiempo con devaneos de mitómanos y narcisistas ni mostrar flaquezas. Los dos polos de la izquierda deben confluir para ganar las elecciones. Si no son capaces de unirse antes con un programa común, por lo menos que anuncien que, pasadas las elecciones, las gane quien las gane, se comprometen a formar gobierno conjunto para el cambio. Que la gente lo sepa. Que la gente sepa que, votando a una u otra de las dos fuerzas políticas, estará votando por un gobierno de izquierda. Esto hará bajar mucho la abstención, movilizará a los respectivos electorados y resolverá muchas dudas de votos indecisos. Por descontado, ese compromiso firme, claro, público tiene que ir acompañado de un cese total de las hostilidades entre las dos fuerzas de izquierda: nada de insultos directos o indirectos, nada de infundios, propaganda, insinuaciones y mala baba, nada de ataques personales. Todas la baterías críticas han de enfilar la fortaleza de PP. Careciendo este de toda ideología y programa digno de tal nombre que no sea el de llenarse los bolsillos sus militantes con el dinero de todos los españoles no es difícil exponer su verdadera naturaleza a los ojos de todos.

Así, la gente debe saber que no está indefensa frente a la banda de ladrones. Porque, una vez más, no se trata de saqueos aislados sino que es política de Estado: arrebatar a la gente sus pertenencias para entregárselas a los amigos, los enchufados, los clientes a través de eso que llaman privatizaciones y que es solamente una rebatiña de lo público entre coyotes.

Las dos izquierdas tienen una obligación moral de unirse para no dejar escapar la ocasión y conseguir acabar con esta plaga de ladrones y corruptos. Si no lo hacen, no merecerán nuestro voto; al menos, el mío, no.

divendres, 20 de maig del 2016

Los comunistas siguen mintiendo

La denuncia de la última maniobra de los comunistas de seguir ocultando las siglas del PCE bajo una maraña de nombres (IU, Unidos Podemos) ha suscitado alarma en el cogollo de la organización. Así, parece haberse impartido la consigna de que salgan todos a contrarrestarla invocando el espantajo del "anticomunismo visceral". Teóricamente van contra los medios de la derecha que, por supuesto, estarán encantados de repetir sus habituales memeces sobre la "conspiración judeo-masónica" y el resto de tonterías que suelen desgranar. No lo sé porque no los leo, ni los escucho, ni los miro. Pero lo imagino.

Sin embargo, el auténtico enemigo al que los comunistas quieren combatir no son los medios y publicistas de la derecha, sino las gentes de la izquierda que no nos tragamos sus embustes. La consigna es silenciarnos, que no aclaremos sus enjuagues. Y ahí salen todos a una clamando tambien contra nuestro "anticomunismo visceral". Son muchos y muy conocidos, así que no mencionaré los nombres por no acarrearme más enemigos de los que ya tengo y evitarme infundios y campañas de desprestigio que los comunistas bordan a través de los medios de comunicación en los que tienen mando y en donde solo pueden escribir o hablar ellos y los suyos, pero no sus adversarios y menos si son de izquierdas. El otro día ya me gané un ataque de uno de estos fascistas/comunistas que pretendía insultarme ridiculizándome por mi edad (El fascista Facu Díaz). La batería esencial de argumentos de estos publicistas del PCE (y algún despistado del PSOE, que se traga sus bulos como buen "compañero de viaje") es que 1) no es verdad que se oculten porque aquí están ellos escribiendo sus monsergas y firmando como militantes o gerifaltes del PCE; 2) que el "anticomunismo visceral" sí que es una campaña orquestada por el capital y sus siervos en los medios de la derecha o pagada por el imperialismo; 3) que los comunistas de hoy ya no son los de antaño, los de las dictaduras estilo soviético de las que ellos abominan; 4) que ahora, rejuvenecidos, son la "verdadera izquierda" frente a la seudoizquierda del PSOE y la socialdemocracia, vendidos al neoliberalismo y el capitalismo en general; 5) que no es verdad que ellos dividan a la izquierda y por eso ayuden a la derecha a gobernar pues la socialdemocracia no es izquierda, sino otra forma de la derecha, vieja teoría de "las dos orillas" del dogmático Anguita a quien Iglesias considera de gran "belleza ética" (sic).

1) Claro que se ocultan y siguen ocultándose, pues ni las siglas ni nada que recuerde al Partido Comunista aparecen en las candidaturas ni papeletas electorales. Tácticamente hacen bien. En unos cien años, en 190 países, los comunistas no han ganado jamás unas elecciones democráticas, salvo uno o dos casos aislados en remotos lugares del planeta. La gente no vota al comunismo. En donde los comunistas han llegado al poder ha sido por la violencia y han establecido dictaduras totalitarias caracterizadas por la miseria del pueblo y los privilegios y lujos asiáticos de las cúpulas partidistas y nomenklaturas corruptas. Y cuando esas dictaduras se han hundido, detrás han quedado unas sociedades anómicas y sin estructuras morales, exportadoras del crimen organizado que todo el mundo conoce. No, la gente libremente no vota a los comunistas. Por eso estos cambian de nombre o se ocultan y se presentan con envases distintos. Para engañar. Que algunos militantes y dirigentes salgan del armario ahora no tiene mérito porque ya se ha planteado el problema y, como los corruptos que dimiten solo cuando los pillan, salir a la luz cuando se ha denunciado el engaño es seguir con el engaño. Además, no siempre lo hacen. Escuchen el alegato de Anguita en Córdoba el otro día (Los nuevos compañeros de viaje). Habla de su militancia en IU, pero no de la del PCE. ¿Lo quieren más claro? Si los comunistas no desean que los acusen de falsarios, que hagan saber a la gente que votar a Unidos Podemos es, en realidad, votar al PCE.

2) Lo del "anticomunismo visceral" es parte de la más antigua propaganda comunista y se basa en el presupuesto de que el anticomunismo no puede ser una opción racional y política perfectamente legítima sino que tiene que ser una especie de enfermedad, algo de las tripas o de cerebros trastornados, una neurosis. No es de extrañar en quienes profesan la misma ideología que aquellos comunistas soviéticos que encerraban a los opositores y disidentes en hospitales psiquiátricos. Un punto más de similitud entre los comunistas y los fascistas. Estos (por ejemplo, el psiquiatra franquista Vallejo Nájera que, por cierto, sigue teniendo calle en Madrid) consideraban que el comunismo y el marxismo no eran ideologías u opciones políticas sino enfermedades que había que "curar". Igual que los clérigos católicos quieren "curar" la homosexualidad y los comunistas el anticomunismo "visceral". Bueno pues ya pueden ir enterándose de que el anticomunismo es algo tan comprensible y legítimo como el antifascismo o el anticlericalismo. Cierto que habrá anticomunistas pagados por el imperialismo, como hay y ha habido siempre comunistas pagados por muy diferentes Estados e intereses y no solo el soviético. Y, por supuesto, en la izquierda somos bastantes los anticomunistas que no estamos ni hemos estado nunca a sueldo de partido alguno. Seguramente tod@s los que hemos tenido experiencia directa del comunismo.

3) Mientras los comunistas de hoy no aporten una explicación del hundimiento de sus regímenes y la correspondiente autocrítica si a ello ha lugar y se limiten a escurrir el bulto balbuceando que el comunismo soviético no era "verdadero" comunismo no merecerán respeto ni crédito alguno. Aquellos sistemas odiosos se hundieron porque eran comunistas y, hasta la fecha, los comunistas no han aportado ninguna prueba de que si alguna vez vuelven al poder no hagan lo mismo. Repetir que el comunismo soviético no era el "verdadero" comunismo lleva la implicación de que ellos sí lo son y tiene el mismo grado de veracidad que cuando dicen que son la "verdadera", la "auténtica" izquierda, la izquierda "transformadora". Hay que creerlos bajo palabra porque en treinta años no han transformado nada, jamás han tenido poder porque la gente no los vota cuando se presentan con sus siglas. Como tampoco lo harán cuando, como ahora, están ya en el tercer nivel de la matrioska, disfrazados con otras siglas y aprovechando la coyuntura del tirón mediático de Podemos. Este nuevo relato está fabricado esta vez con astucia por su batería de medios ("Público", "Diario.es", "La sexta") en los que monopolizan el discurso, censuran los relatos de otras izquierdas y no se diferencian en nada de sus competidores de los medios de la derecha (COPE, ABC, etc., etc). Aprovecho para insistir en que hay varios discursos de izquierda excluidos de los medios procomunistas y, por supuesto de los de la derecha también; uno de ellos, el de Palinuro y otro, el del PSOE. Cosa obvia: los de Podemos se quejan de ser objeto de ataques por doquier. Eso no es es cierto; los que atacan son ellos continuamente y, además, tienen posibilidades de denunciar, cosa que hacen de modo sistemático y estomagante. No así el PSOE, que no dispone de medios sino, al contrario, todos están enfrente. No tengo nada que ver con este partido, ni siquiera me cae simpático por su carácter dinástico, antirrepublicano, semiclerical y centralista, pero me subleva la hipocresía, la mentira y la injusticia.

4) Ni son la "verdadera" izquierda, ni lo han sido nunca. Incapaces de hacer autocrítica tras el hundimiento del comunismo "real", ocultan el término "comunista" y se apropian el de "izquierda" con la evidente intención de dejar fuera de él a quienes no sean comunistas, o sea de monopolizarlo. Si, para conseguirlo, hace falta acudir a la mixtificación, se hace y de ahí viene ese truco -y ese sí que es de trilero- de decir que ellos son la "verdadera socialdemocracia". Lo apoyan en falacias teóricas e históricas que no resisten el mínimo análisis. Lo que pretenden es desplazar a la socialdemocracia de siempre, el PSOE, a la derecha, identificarla con la derecha, para ocupar ellos su sitio ya que, en realidad, del sitio del comunismo, como del gato de Alicia, solo queda la sonrisa y, en este caso, siniestra. Puro comunismo de raíz estalinista porque eso es lo que hacía Stalin: mandar asesinar a sus oponentes para robarles luego las ideas. Aquí no hay asesinatos porque no está el tiempo para estas fiestas, pero sí las campañas de propaganda y embustes sobre la identidad entre el PSOE y el PP, con la misma razón y ética con que los soviéticos y los comunistas españoles durante la guerra civil afirmaban que los nazis y los trostkistas colaboraban. Que ahora haya trostkistas en el totum revolutum de los comunistas de Unidos Podemos solo demuestra que el ser humano es tornadizo y sus convicciones, harto flexibles. El PSOE es el único partido de izquierda que ha gobernado en España después de la muerte de Franco. Ha hecho muchas cosas mal, por supuesto y no es preciso relatarlas porque ya lo hacen los comunistas todos los días y son las únicas que narran. Pero también ha hecho muchas cosas bien: la universalización de la educación, la de la seguridad social, la incorporación a Europa, el Pacto de Toledo que garantizaba las pensiones, el fin del terrorismo, las leyes de Zapatero de igualdad de género, de matrimonio homosexual, etc., todo lo que el PP ha destruido o intentado destruir en estos cuatro años. De eso jamás se habla en el relato comunista de la "verdadera" izquierda. Jamás. Se insiste en la pifias y meteduras de pata y errores y medidas injustas del PSOE. Cierto, estas han sido muchas, muchas más que las de los comunistas que no han sido ninguna porque esta "verdadera", "auténtica" izquierda "transformadora" no ha hecho nada en treinta años, no ha transformado nada. No ha servido para nada más que para estorbar y dividir y aspirar al "sorpasso".

5) Claro que solo han servido y solo sirven ahora para eso, para dividir a la izquierda y que gobierne la derecha. Una reedición de la pinza entre comunistas y peperos de los años noventa de la que hay tan abundantes pruebas y testimonios. Y la repiten ahora con el mismo truco: ocultarse tras organizaciones pantalla y decir que se presentan a ganar al PP. Desde el principio, sin embargo, lo contrario ha estado claro y sigue estándolo en la actividad de sus huestes, especialmente las (hoy ya flaqueantes) legiones de trolls fanáticos en las redes. Lo que quieren es el "sorpasso" a la socialdemocracia, destruir al PSOE y si para eso el país tiene que aguantar cuatro años más de gobierno de ladrones, corruptos y expoliadores, no les importa. Si de verdad hubieran querido la unidad de la izquierda, habrían llegado a un pacto con el PSOE después de las elecciones del 20 de diciembre. Pero eso estaba fuera de cuestión. Lo impedía la "belleza ética" del referente intelectual de los anguitillas.

En resumen: esa unidad en la que el motor oculto siguen siendo los comunistas que continúan con sus maniobras se produjo porque no había otro remedio. Podemos había nacido con una promesa que apuntaba a una necesidad social sentida por mucha gente: constituir una nueva izquierda entre el comunismo trasnochado y la socialdemocracia adocenada. Pero fracasó por falta de capacidad de elaboración teórica o quizá la promesa era un embuste desde el principio que trataba de sorprender a la gente en su buena fe pero nunca respondió a un genuino interés por construir esa nueva izquierda. Sea lo que sea, las elecciones del 20 de diciembre demostraron que el pretendido tsunami podémico había pinchado, aunque su aparato de propaganda lo vendió como un triunfo. Y cuando luego los sondeos apuntaron a que la formación de Pablo Iglesias, cuya valoración popular era tan baja como la de Rajoy, iba al hoyo, se cayeron los palos del sombrajo y las caretas del disimulo. Entonces la flamante "nueva política" se echó en brazos de IU y su "belleza ética", eso sí, ocultando una vez más la condición de comunistas.

Es probable que en las elecciones del 26 de junio el nuevo engaño comunista sea un fracaso y que, con él, fracase también la izquierda en general. Pero a quienes lo han perpetrado no les importa. Ell@s no padecerán las consecuencias.

dimarts, 17 de maig del 2016

Los nuevos compañeros de viaje

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Hubo un tiempo en que el comunismo tenía prestigio: en los años treinta (ascenso del fascismo), hasta el ignominioso pacto nazi-soviético de 1939 y luego, al final de la segunda guerra mundial y en los primeros años de la postguerra, hasta que se conocieron los crímenes de Stalin y llegó la desestalinización. En aquellos años, los comunistas no ocultaban sus siglas sino que se envanecían de ellas y agrupaban en torno suyo gentes que no lo eran, pero se sentían atraídas por el prestigio revolucionario y, sin entrar en el partido comunista, cumplían sus encargos y estaban más o menos encuadradas en organizaciones manipuladas por ellos. Prestaban un gran servicio porque propagaban los puntos de vista comunistas sin serlo ellas mismas. Eran lo que se llamaba los compañeros de viaje.

Posteriormente, ya en plena guerra fría, estando clara la naturaleza dictatorial e inhumana de la Unión Soviética y países satélites en los que aquella intervenía por la fuerza cuando quería (Berlín, Polonia, Hungría), el comunismo perdió el prestigio acumulado. Ya no había "organizaciones de masas" ni quedaban "compañeros de viaje". Ahora, los que le hacían el juego eran llamados tontos útiles. De esos había muchos, pero menos de lo que la ambición comunista de poder quería.

Finalmente, con el desprestigio general del comunismo en los años 70 y en los 80, con el triunfo de la socialdemocracia -con la que mantiene un forcejeo histórico-, aquel entró en profunda crisis que se agudizaría con el hundimiento de las tiranías comunistas en todo el mundo. Quiso salir de la crisis haciendo un mero cambio de nombre con el que trataba, como ha hecho siempre, de eliminar a la socialdemocracia a los efectos de ponerse en su lugar, vieja táctica estalinista que al exseminarista georgiano le salía bien a base de asesinar, pero a sus secuaces, no. Estos comunistas vergonzantes pasaron a llamarse "eurocomunistas" para enviar un mensaje falso a la opinión pública (ingenio propio de Carrillo) de que el comunismo se había hecho reformista, democrático, se había civilizado. Los camaradas vivían horas bajas, pero se las prometían felices con la añagaza en la que se embarcaron los partidos comunistas de España, Italia y Francia.

Pero no funcionó. La gente no se dejó engañar. Fue entonces cuando los comunistas decidieron camuflarse. El hundimiento de la URSS los había hecho polvo y más polvo aun porque ninguno de ellos fue capaz de dar una explicación comunista o, por lo menos marxista, del hundimiento de la URSS. Y así siguen. Pero sí comprendieron que, si querían sobrevivir, tenían que ocultarse y engañar.

Mucho había llovido desde los años treinta, pero el comunismo sigue en lo suyo: mintiendo. En 1986, el iluminado Anguita fundó Izquierda Unida, otra organización pantalla de nuevo llena de compañeros de viaje y de tontos útiles. Solo que ahora los tontos iban a resultar inútiles. Creyeron que con esta artimaña de ocultar sus siglas, pero poner en marcha una farsa, por fin, derrotarían a la fementida socialdemocracia del PSOE. Tampoco. A IU se le veía el comunismo por los entresijos. Y Anguita tuvo que marcharse a su casa, a rumiar su fracaso y su revancha.

Y, entonces, al rebufo de la crisis, del 15 de mayo, y de lo que se veía como ineluctable decadencia del PSOE por sus propios errores, surgió Podemos. Lo hizo a la par con la Syriza griega y dio una sacudida al sistema español de partidos haciendo concebir la esperanza de que, por fin, aparecería una tercera vía de verdad en la izquierda, entre el anquilosado comunismo y la socialdemocracia aburguesada y neoliberal. Muchos creímos -y creemos- que esto es posible y hasta colaboramos con ello. Pero, al poco tiempo, a los primeros tropezones y tras las primeras crisis de IU y sus tránsfugas, ya se empezó a ver que si esa había sido la intención de los jefes en un primer momento (que ahora más bien parece que no y que engañaron desde el origen de la aventura), había dejado de serlo. Lo que ahora se cocinaba era un nuevo intento de organización "de masas" (todas esas pavadas de Anguita y los anguitillas de las "mayorías cívicas" es puro leninismo de aprendices), un nuevo engaño, una nueva farsa a partir del núcleo de IU. Hubo algunos titubeos pero, con el decepcionante resultado de las elecciones del 20 de diciembre y el suculento millón de votos que seguía atesorando IU, los últimos escrúpulos se fueron por la borda y se selló el pacto con IU y Anguita. La pamema de las conversaciones para formar gobierno después del 20 de diciembre fue otra trola y a ver si se podía culpar al PSOE de ls elecciones.

Porque, como siempre en los comunistas españoles, la muralla por abatir no es la derecha ni el PP. Es el PSOE.

Si alguien lo duda, que escuche el discurso de Anguita en el vídeo del post. Es palmario y claro como el agua clara: revancha. Escúchenlo hablar de su militancia en IU, pero ocultar la del PCE. Escúchenlo reconocer que "la diplomacia" mandaba que siguiera oculto, de gran trujimán de esta operación. Que no se supiera, que se siguiera engañando a la gente. Pero, al final, su ego inconmensurable (solo similar al de Iglesias) y su infinita vanidad lo arrancaron del sillón y lo llevaron a irrumpir en el acto de Podemos, interrumpiendo en seco, por cierto, un alegato de Pablo Echenique sobre feminismo y feminización. ¿Casualidad? Estos no dejan nada a la causalidad ni al azar. Todo lo miden, como el comediante de Diderot. ¿Feminismo? Ya hay bastante feminismo en el título de Unidos Podemos. Y escúchenlo, por último, hacer sus cálculos: cree que ahora o nunca, en el nuevo 77, se va a ganar al PSOE; pero el subconsciente lo traiciona y pone su victoria a cuatro o cinco años. Es decir: ganaremos dentro de cuatro o cinco años; mientras tanto, cuatro años más de PP. ¿Queda claro?

Una última consideración. Se quejan los de Podemos de que ahora todo sea hablar de comunismo, como si eso fuera una maniobra innoble, un golpe bajo o juego sucio. Aquí el único juego sucio consiste en aliarse con el Partido Comunista de España en secreto, oculto y pretender seguir estafando a la gente y que no se hable de lo que hay. El juego sucio y el engaño es que, cuando el periodista oficial de Podemos, Ferreras, en la cadena oficial de Podemos, la Sexta, pregunta a Anguita qué le parece el anticomunismo de Esperanza Aguirre, el comunista cordobés diga que no merece la pena hablar de ello, pero siga ocultando su condición de miembro del Partido Comunista de España, un partido que no se presenta con su nombre a las elecciones, pero quiere que lo voten bajo otras siglas ocultando su condición.

Por último, tengo algunos amigos, gente de izquierda sincera y genuina, que se escandalizan de que se esté cayendo en una campaña de "anticomunismo visceral". Sí eso es lo que dicen los comunistas, que no merecen respuesta. A mis amigos, una sola consideración: en una sociedad democrática asiste a la gente el derecho a ser anticomunista (o antifascista) como opción política, sin que la declaren trastornada, histérica, visceral o desequilibrada. Gracias a los dioses, esto todavía no es la Unión Soviética, paraíso comunista en donde los disidentes con suerte acababan en psiquiátricos.

diumenge, 15 de maig del 2016

El pasado presente

La maldita, la traidora, la cobarde, la miserable transición vuelve una y otra vez en los discursos de la izquierda, como un recuerdo constante. Un pasado del que unos reniegan y otros se avergüenzan, está siempre presente en los momentos decisivos como un modelo. ¿Explicación? Ninguna. Simple oportunismo. Ni la transición fue un fracaso, traición o rendición ni fue un triunfo o un modelo. Esos términos, aplicados a un hecho histórico, con su carga valorativa, carecen de sentido. Aplicados a las luchas políticas del presente, en cambio, tienen todo. Se trata de instrumentalizar una visión de la transición y la memoria para justificar una posición política actual, para dar mayor empaque y dimensión "histórica" a un giro táctico en uno u otro sentido.

Pedro Sánchez reivindicó ayer la figura de Adolfo Suárez para apuntalar su actual apuesta por el centro, ahora que el PP en la extrema derecha y Unidos Podemos pegados al comunismo le ofrecen en bandeja la oportunidad de hacerlo. Da algo de grima ver a un dirigente de la izquierda reivindicar la figura de un político franquista, falangista para más señas, un hombre del régimen de Franco. Carente de todo principio -típico producto de la carrera política del personal franquista- Suárez se prestó a hacer lo que el Rey le dijera. Era un hombre flexible. Se le encargó desmantelar una dictadura sin romper la legalidad y erigir sobre sus ruinas una democracia más o menos aparente, más o menos homologable con las del entorno. Y eso es lo que hizo. Para realizar el encargo, montó un partido, la Unión de Centro Democrático (UCD), juntando para ello grupos políticos procedentes de múltiples lugares, liberales, democristianos, socialdemócratas, etc y jugando con la idea del centro, término que goza del máximo prestigio en los electorados occidentales en los que la inmensa mayoría se sitúa voluntariamente en ese lugar en las escalas de autoubicación ideológica. Da grima, digo, ver a Sánchez reivindicando la figura de Suárez, pero se entiende muy bien: tampoco él tiene muchos principios y los que tiene no parecen demasiado firmes. De lo que se trata es de aprovechar la oportunidad que la polarización del sistema de partidos ofrece: entre los neofranquistas y los comunistas, se dibuja un nuevo centro y, para darle verosimilitud, se instrumentaliza la figura de Suárez. No debiera hacerle falta si Sánchez supiera argumentar su posición de forma más convincente, pero no es el caso. Por eso habrá más Suárez en las elecciones, sobre todo cuando Rivera se dé cuenta de que están intentado robarle su campaña de imagen a medio camino en lo iconográfico entre Primo de Rivera y Suárez.

A su vez, en un mitin de ayer, entre abrazos, sollozos y emoción, Anguita le dijo a su discípulo Iglesias ¡Este es el año 77, Pablo! Tal cual. Ello da idea del sentido de la nueva política, la innovación y la visión de futuro de Podemos: ir para atrás, hacia el momento del inicio otra vez, al año 1977, cuando la mayoría de los afiliados a Podemos no había nacido.

Modernidad y progreso en la propuesta. Ya solo falta que Anguita y los anguitillas echen también mano de aquella teoría (por llamarla de algún modo) de "las dos orillas", en una los comunistas y en la otra, la derecha, cuerpo bicéfalo con una cabeza del PP y otra del PSOE. La necedad de la teoría se echa de ver en que, en realidad, las "dos orillas", lo que suscitaba en la cabeza de las audiencias era el efecto contrario: las dos orillas y en el centro, caudaloso y apacible, como el Don de la novela, el PSOE. Es difícil ser más negado.

Hubo un tiempo en que Podemos permitió abrigar la esperanza de constitución de una izquierda independiente de la socialdemocracia repantingada y el comunismo momificado. Pero ese tiempo pasó. La pavorosa falta de capacidad teórica de los anguitillas no daba pie a la elaboración de una doctrina de este carácter, Así que, por incompetencia teórica y urgencias por alcanzar el poder al precio que sea, Iglesias se he echado llorando en brazos de Julio Anguita, su referente intelectual, el hombre que vive instalado en un huero rencor y un ansia de revancha.

La campaña electoral de los demás, especialmente de C's y el PSOE machacará el factor comunista en la oferta de Podemos. Y, antes de caer en la tentación de acumular otra mentira de estos afirmando que lo de comunistas es una invención, que miren, bajo qué nombre y autoridad, han puesto un proyecto democrático, asambleario que quería ganar desde la base y la renovación. 

dissabte, 14 de maig del 2016

"Unidos Podemos"... ¿quiénes?

El nombre elegido merece glosa. Está a tono con esta moda de evitar toda definición, toda determinación. Se evita concretar. Se emplean términos genéricos de connotación positiva, pero sin especificar: Unión, Progreso y Democracia, Ciudadanos. La palabra "partido" no aparece. Se dicen "movimientos" o, más el hilo del instante, "mareas". Este nombre riza el rizo de lo etéreo Unidos Podemos, dos verbos, ningún sustantivo; pura acción, sin objetivo. Con un lejano recuerdo al viejo dicho de que la unión hace la fuerza. La unión da el poder. Porque poder es el infinitivo de "Podemos". No está mal para una organización de izquierda que le riñe el predominio a otra organización de izquierda con el ánimo de sustituirla. Se trata de una demostración a posteriori de la razón de quienes decían que era Podemos quien no quería la unidad de acción.

Pero hay más en el análisis. La expresión Unidos Podemos plantea de inmediato la pregunta del título: Podemos, ¿quiénes? La respuesta lleva a una exégesis curiosa. El nombre elegido suscita tres observaciones.

En primer lugar, que se trata de una alianza de comunistas del PCE y/o a través de IU con diversas formas de neocomunistas. Garzón es militante del PCE, pero no quiere que salgan sus siglas. Las prefiere secretas. Militar en un partido pero no decirlo abiertamente en las elecciones y ocultarlo, ¿no debiera de ser causa para dejar de militar? ¿O se quiere ocultar con el fin de manipular, presentándose con algún disfraz?

En segundo lugar también se esfuma hasta la condición de izquierda. Según parece ello se debe a la intención de acentuar la transversalidad. Esto debe de ser lo que queda de la vieja idea de Kirchheimer de los "partidos atrapalotodo": lo "atrapalotodo". Lo de "partido", fuera. Movimiento, marea, pero no de izquierdas; la transversalidad no lo permite. Luego, Pablo Iglesias dice en las entrevistas en los medios que él personalmente, es de izquierdas. De nuevo, ¿por qué ocultarlo? Pues para engañar. Si hay alguna otra razón para ocultar lo que se dice que se es, sería bueno conocerla. Mientras tanto, pedir el voto para algo que oculta lo que se es, es un engaño.

En tercer lugar se invisibiliza simbólicamente a las mujeres. No tuvieron el valor de poner Unidas Podemos. Probablemente ni se les pasó por la cabeza. Simplemente, reproducen el patriarcado. Se han dado cuenta (tarde) y tratan de resolverlo clamando en las redes "todos y todas", sin percatarse de que precisamente esa corrección subraya lo inadecuado del título. Además, cada minuto que pasa sin que se reforme el Unidos Podemos más se deslegitima el espíritu feminista que la organización dice llevar en el fondo de su corazón. Eso ya no se puede resolver salvo reconociendo que se ha metido la gamba y sacándola tan airosamente como se pueda

Si yo fuera del PSOE estaría bailando sobre un solo pie. El PP por un lado y la alianza comunista por el otro le han dado la campaña hecha: al centro a toda máquina, entre el inmovilismo neofranquista y el taimado comunismo de Podemos. El PSOE se sitúa así en el "justo medio", esa posición que tanto gusta a la gente que ve en ella sensatez y equilibrio. Solo debe cuidarse de subrayar de vez en cuando que jamás pactará con el PP, aunque se desaten los elementos. Y señalar también con frecuencia su firme propósito de no entenderse en nada con Podemos. Aquí, aparte del discurso anticomunista que la unión de Podemos con IU le ha puesto en bandeja se añaden sus trémolos en defensa de la unidad de la Patria y en contra del derecho a decidir de los catalanes, actitud que, se supone, coincide con la opinión general. 

dimecres, 11 de maig del 2016

Una propuesta de izquierdas

El PSOE es el partido que más tiempo ha estado en el gobierno durante la tercera restauración borbónica. Unos veintiún años. En ese lapso ha hecho cosas bien, incluso muy bien y cosas mal, incluso muy mal, desde una perspectiva de izquierdas. Comprimir veintiún años en unas líneas y un juicio sumario es absurdo e injusto. Que ese juicio sea todo él positivo, es de papanatas y tiralevitas; que lo sea todo negativo, de falsarios y envidiosos. En ambos casos, los responsables debieran avergonzarse, pero eso es difícil en este país en el que el halago pero sobre todo el infundio, pasan por sana crítica.

El juicio negativo, absolutamente negativo. es muy frecuente tanto en la derecha, que lo hace por obligación laboral, como en las demás izquierdas que lo hacen por resentimiento. Ambas líneas coinciden en un punto llamativo: el odio al PSOE, que tiene cultivadores por doquier, a fuer de competidores políticos y de españoles, dispuestos siempre a no reconocer a nadie sus méritos. Sobre todo si tiene la desfachatez de poseerlos en justicia.

Ese odio al PSOE procedente de la otra izquierda es tanto más injustificable cuanto que a ella no se le puede acusar de nada dado que jamás ha gobernado ni ostentado responsabilidad alguna, salvo la de largar por la boca. En eso de hablar es muy competente, atacando a su adversario o supuesto adversario y soltando ditirambos sobre sí misma, llamándose "verdadera" y "transformadora" izquierda con la misma justificación con que yo puedo considerarme el Marqués de Carabas.

La deriva del PSOE hacia un partido mayoritariamente conservador, dinástico y neoliberal se inició en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero y alcanzó su culminación con la desastrosa secretaría general de Rubalcaba, cuya actitud de sumisión, cuando no complicidad con todos los desmanes del gobierno de neofranquistas y presuntos malhechores fue vergonzosa. Rubalcaba probó en vivo lo cierto del famoso dicho arreglado por la ironía popular de que el poder corrompe, pero más corrompe no tenerlo. Y esa actitud de servilismo a la derecha más corrupta y autoritaria de este país fue continuada por Pedro Sánchez, alter ego de Rubalcaba. Ninguno de los dos se atrevió a presentar una moción de censura a un gobierno prepotente y antidemocrático que la estaba pidiendo a gritos,  probablemente porque, con la corrupción que el PSOE ha acumulado en Andalucía, no se sentía con fuerza moral para hacerlo.

Ahora bien, ese partido socialista, con sus 137 años de historia es casi una institución en España y conserva una militancia fiel, básicamente de izquierda que no puede confundirse con la orientación monárquica, centralista, en buena medida clerical y neoliberal que se ha apoderado de la organización. Hacerlo es también injusto y estúpido porque divide a la izquierda y no conduce a nada positivo, al menos mientras el PSOE conserve un suelo respetable en intención de voto.

Ahora, después del fracaso de la izquierda en la constitución de un gobierno y cuando se afrontan unas nuevas elecciones que solo una mezcla de oportunismo e ignorancia puede llamar "segunda vuelta", conviene ver en qué circunstancias nos hallamos por si podemos hacer alguna propuesta que ayude a tener un gobierno de izquierdas a partir del 26 de junio. De entrada conviene echar llave a las pendencias sobre los meses de negociaciones, y no buscar culpables. Culpables han -hemos- sido todos. Vayamos ahora a ver si cabe aprovechar la nueva situación y sacar de ella el mayor rendimiento posible cuyo objetivo esencial, primordial y fundamental debe ser echar a la derecha expoliadora, autoritaria, antipopular y anticatalana. 

IU y Podemos sellaron el jueves un acuerdo saludado con alharacas por todo el mundo y criticado por Palinuro (Un pacto para menos que nada) por entender que se trata de un pacto en contra del PSOE y que, en consecuencia solo conseguirá dividir a la izquierda y que siga gobernando esta derecha impresentable. ¿Que no es así? ¿Que la presencia de Anguita en el cartel del pacto no significa que este seguirá por su odio al PSOE y podrá llegarse a algún acuerdo con este? Perfecto: pruébenlo y pruébenlo del único modo posible, esto es, llegando a un acuerdo con el PSOE.

IU y Podemos han incluido en su pacto la realización del referéndum en Cataluña. Eso merece el aplauso de Palinuro. Al mismo tiempo, han propuesto al PSOE listas conjuntas al Senado en donde sea posible para desalojar a la derecha. También algo digno de aplauso y de crítica: si se hace la propuesta para el Senado, ¿por qué no para el Congreso? Ya sé que las listas son diferentes, como lo son los sistemas electorales de ambas cámaras, pero, ¿por qué no buscar una fórmula similar como, por ejemplo, un acuerdo de mínimos entre las dos fuerzas del pacto Podemos-IU y el PSOE de forma que, cuando el elector de izquierda fuera a depositar su voto por uno de los tres partidos supiera que estaba votando un gobierno de izquierdas de Podemos, IU y PSOE? 

Tengo para mí que el resultado electoral de esta oferta sería abrumador y proporcionaría un gobierno de coalicion de izquierdas con mayoría absoluta en las Cortes. 

Queda por averiguar qué puede hacer el PSOE. En primer lugar y sin perder tiempo, mostrar su disposición a este gobierno de coalición de la izquierda, explicando de paso por qué motivo se opone a las listas conjuntas en el Senado. Al margen de si su pacto anterior con C's fue razonable o no, este ya no funciona ni obliga una vez convocadas las elecciones, por lo tanto, está de más. El PSOE tiene absoluta libertad de elección y lo razonable es que elija el pacto de izquierdas.

Este pacto que debe garantizar un gobierno de progreso y cambio cuyo alcance y profundidad se verá tras las elecciones pero que obtendría una mayoría aplastante, solo tiene dos cuestiones previas por resolver para las cuales Palinuro cuenta con dos respuestas, a su vez interrelacionadas, que somete a otras mas razonables:

1ª) ¿Quién preside el gobierno? El partido que tenga un escaño más.

2ª) ¿Qué sucede con el referéndum (que es el verdadero escollo a la formación del gobierno)? Exactamente lo mismo. ¿Podemos-IU favorecen el referéndum y consiguen ser mayoría? Orgánicese la consulta y sin duda los diputados catalanes de ERC y DiL facilitarán la labor con su abstención o voto favorable.  ¿El PSOE, que se opone al referéndum, consigue ser mayoría? No habrá referéndum. Me temo que será inútil advertir a los socialistas de que, aunque se opongan, ese referéndum acabará haciéndose. Pero, por lo menos, habrá un gobierno de izquierdas en España. En cuanto a los catalanes, a los que he aprendido a conocer y valorar, estoy seguro de que tirarán hacia delante, hacia la República Catalana. Y yo con ellos.

dimarts, 10 de maig del 2016

Un pacto para menos que nada

Cuando se apague el tronar de las salvas con que las baterías de la izquierda "transformadora" saludaron el acuerdo de IU y Podemos, cuando se disipe el humo de la pólvora alegremente gastada en este asunto por orden de la maquinaria de propaganda de esta gente que es lo único que funciona, podrá verse que esta unidad es una farsa. Una farsa condenada al fracaso. Y que condenaría a otro fracaso al conjunto del país si consiguiera salirse con la suya, asunto imposible.

Sí, ya sé que voy contra el unánime y estentóreo parecer de los miles y miles de fanáticos de estas dos formaciones, de trolls y agentes de propaganda que ayer llenaron las redes con sus consignas, todas iguales. Ya sé que no veo cómo el sol rojo de la justicia social alborea el oriente por mi ceguera y falta de comprensión de la verdad en marcha por fin en la historia. Veo lo que veo y no lo que me dicen que vea. Ya sé que también voy contra el parecer de gentes normalmente razonables y ecuánimes que ayer se dejaron arrebatar por este frenesí colectivo impostado de los salvadores de la patria y daban por segura la victoria de esta colección de gente tan variopinta como desnortada.

Aquí se dirá lo que no se leerá ni oirá en las arengas y proclamas de la "verdadera" izquierda. Ese pacto se ha cocinado y cerrado a toda velocidad porque no quedaba otro remedio ya que el plazo para hacerlo terminaba hoy, 10 de mayo, y de no firmarse las dos fuerzas que afirman haber abierto las puertas a un nuevo día y un nuevo país se encontrarían en la situación en que estaban antes y fue la que obligó a llegar al acuerdo: Podemos cae en picado en las encuestas y Pablo Iglesias comparte con Rajoy el honor de ser el líder peor valorado por la opinión. Por otro lado, IU, prácticamente en quiebra y sin fondos para pagar ni a los que pegan carteles, estaba obligada a una campaña electoral hecha a base del boca a boca de los mercadillos.

Que se haya hecho por obligación y a toda velocidad demuestra que, cuando hay voluntad política, los obstáculos se vencen. Es decir, si no se llegó a acuerdo alguno tras el resultado del 20 de diciembre es porque quienes lo negociaban, especialmente los de Podemos, no querían. Se trataba de un acuerdo en el que estaría el PSOE y eso Anguita, que es quien hoy vuelve a mandar en el batuburrillo de esta izquierda, no lo toleraría bajo ningún concepto. Para algo lo han incluido la imagen en el cartel electoral de las dos formaciones porque estas tienen una idea pintoresca de la realidad. Y, ya se sabe: todo antes de que gobierne el PSOE. Hasta elecciones nuevas. Hasta un nuevo gobierno del PP. Si nosotros no gobernamos que tampoco gobiernen esos. Qué historia tan vieja.

La coalición electoral se presenta como el primer paso del anhelado sorpasso a los socialistas, ese que Iglesias intentó colar como un adelanto al PP, por si alguno se tragaba la bola. Y solo estamos en el comienzo. En estas elecciones vamos a ver auténticos prodigios de embustes y engaños de las partes de IU y Podemos, duchas en este tipo de actividades para las que tienen legiones de fanáticos patrullando las redes a fin de echarse como un enjambre sobre quien cuestione este adefesio.

Obsérvese detenidamente el cartel de propaganda. ¿Alguien cree que, de obtener la victoria ese huerto de egos desmesurados, será capaz de mantenerse unido? ¿Que podrá tomar medidas de políticas públicas antes de empezar a discutir entre ellos y expulsarse mutuamente? ¿Alguien cree que la presencia de Anguita es productiva desde el punto de vista del marketing político que es lo único que importa a estos adalides del izquierdismo virgen?

Lo han hecho a toda prisa por las razones expuestas al comienzo de este escrito y por la muy evidente que añadimos ahora: para ir en contra del PSOE. Los medios que bailan el agua a esta coalición de viejos y nuevos comunistas hablan ya de tremendo sorpasso al PSOE. De aquí al 26 de junio vamos a escuchar todo tipo de embustes en forma de conclusiones de sondeos uno detrás de otro.  Y, llegado el día de la votación, se descubrirá que está fantástica coalición no podrá formar gobierno y tampoco podrá formarlo el PSOE con lo que esta vez sí habrá alcanzado la finalidad que siempre hemos dicho que era la suya: dividir a la izquierda para que gobierne la derecha. Esta derecha de sinvergüenzas y ladrones. 

Tan lamentable resultado solo podría evitarse si el PSOE consiguiera mantener un nivel del voto que le permitiera formar gobierno como fuerza mayoritaria, cosa muy difícil por cuanto, a diferencia de las demás fuerzas políticas (sobre todo, el PP y Podemos) no tiene ningún medio de comunicación favorable, nadie que reproduzca y difunda su relato, atacado por la derecha y por la izquierda. La coalición IU-Podemos volverá a vender la piel del oso antes de matarlo y es de esperar que el PP no pueda revalidar ni de lejos los resultados del 20 de diciembre.

Al haber concluido una alianza electoral en contra del PSOE los de esta izquierda retórica le han marcado su rumbo forzosamente: el mantenimiento de la alianza que ya forjó con Ciudadanos. Conociendo nuestro país, su electorado y las condiciones en que se va a votar esta vez, esa combinación, presentada como la alianza del centro derecha y el centro izquierda es la combinación ganadora.

Palinuro defendió siempre un pacto de gobierno entre PSOE, Podemos e IU e incluso insistió en que se incluyera el referéndum de Cataluña. Eso no fue posible, en mi opinión por el juego sucio de Podemos (todavía más sucio que el del PSOE que ya lo era) que siempre pensó en hacer elecciones nuevas porque su objetivo, digan lo que digan, no es ganarlas, sino que no las ganen los socialistas

Palinuro, que cada vez se siente más catalán y que, en estas elecciones, de poder hacerlo,  votaría en Cataluña a ERC, no tiene nada claro qué hará en España.

Sobre este asunto seguiremos hablando mañana.

divendres, 6 de maig del 2016

De la mentira en política

Dicen los críticos que la política mediática -producto sin duda de la sociedad del espéctáculo- es mala. Es un error. La política es comunicación, y la comunicación depende en gran medida de los medios que la administran. Los políticos deben estar en los medios de comunicación, entre otras cosas, porque, si no están, otros estarán en su lugar, colocarán su mensaje y dejarán el suyo a los pies de los caballos. Si Sánchez y Garzón, que ganan en valoración ciudadana a Pablo Iglesias, estuvieran más en los medios, salieran en tertulias y programas de esos de presentadoras endiosadas, seguramente tendrían mejores fortunas electorales.

Lo que no debe hacerse en política es mentir. Ciertamente si, como piensa Palinuro en la estela de Foucault, la política es la continuación de la guerra por otros medios y en la guerra vale todo, también valdrá mentir. Sin duda. Mintiendo se puede ir muy lejos; se ganan elecciones. Recuérdese cómo ganó el Sobresueldos las de 2011: mintiendo como un bellaco. Pero eso no vale para la izquierda. La izquierda no puede mentir porque se rige por un código ético exigente, se ponga como se ponga doña Esperanza Aguirre que de esto, como de casi todo, no entiende nada. La izquierda no puede mentir porque hacerlo es tratar a los demás como medios o instrumentos para conseguir tus fines y eso no es de recibo pues, para nosotros, los individuos son fines en sí mismos y lo más importante que hay. El mentiroso, como los jesuitas, cree que el fin justifica los medios y está dispuesto a engañar con tal de alcanzar el poder. Y, si lo alcanza, será un tirano.

Viene esto a cuento porque en una entrevista en Radio Nacional, Pablo Iglesias ha reconocido que hablar de la cal viva en el congreso fue un error y no querría repetirlo. Fue más que un error; fue un infundio, una mentira. Y reconocerlo ahora forma parte de otra mentira. La de añadir que le parece un error atacar a los socialistas, cuando es obvio que no ha hecho y sigue sin hacer otra cosa. Del mismo modo corona esta entrevista con otra mentira desvergonzada, la de decir que el sorpasso no trata de superar a los socialistas, sino al PP y que el PSOE es ahora, según los nuevos embustes, un "aliado". El sorpasso fue un intento de los comunistas italianos de ganar las elecciones a la democracia cristiana. Su empleo en España corrió a cargo de Julia Anguita quien expresamente lo configuró como la tarea de que IU ganara al PSOE y le arrebatara la hegemonía. Y Julio Anguita es el gran muñidor de esta operación de "unidad" de la izquierda dejando al margen al PSOE; es decir, una unidad de la izquierda en contra del PSOE.

En sí mismo, este propósito no es condenable. Ya hemos dicho que en la guerre comme en la guerre y si la confluencia IU/PCE y Podemos arrebata la hegemonía al PSOE será porque este se lo ha ganado a pulso por su inoperancia. Carece de sentido reprochar a los comunistas y sus aliados que pretendan alcanzar lo que llevan cien años intentando sin conseguirlo. Hacen bien. El PSOE se ha derechizado tanto que esto es lo menos que puede pasarle. Lo reprochable es que, para conseguirlo, aquellos mientan de forma tan descarada. No, el PSOE no es aliado de Podemos e Iglesias miente cínicamente y con absoluto descaro. Si el PSOE fuera el aliado de Podemos (desde el punto de vista de Podemos) no habrían boicoteado el posible gobierno. Que el PSOE también haya saboteado el intento de ese gobierno es aquí indiferente. Lo que estamos enjuiciando es el recurso de Podemos a la mentira y el engaño. Si el PSOE fuera su aliado, la unión de la izquierda lo habría incluido. No lo hace porque lo que quiere Iglesias, a las órdenes de Anguita, es destruirlo.

En esto de la mentira la izquierda debiera ser más vigilante. Ayer salió IU celebrando por todo lo alto que el 85% de las bases hubiera aceptado el plan de unidad con Podemos propugnado por la dirección. Hasta El País picó en el engaño. Afortunadamente, Infolibre precisó luego que el 85 % había votado a favor pero que era el 85% del 28% del censo, que fue la participación que hubo. Es decir, IU mentía en el porcentaje porque la unión la aprobaba el 24% del censo. Por supuesto, los "verdaderos creyentes" que hay siempre en estas formaciones se apresuraron a señalar que por el "no" había votado el 4%, mucho menos y que el que calla otorga, etc. Posiblemente, pero la mentira es la mentira.

Y no se queda ahí. Aún hay una mentira mayor, al decir que ha votado el 85% del 28% del censo, IU oculta (o sea, miente) cuántos de estos votantes del censo son afiliados-militantes y cuántos simpatizantes. De momento, ese dato sigue sin saberse; o sea, está oculto. Lo que es cierto es que en Madrid votaron 1802 personas, militantes y simpatizantes juntos, lo cual es una cifra ridículamente baja.

No, la mentira no es de izquierda y la izquierda que miente estará muy unida, pero no es izquierda.

dimecres, 4 de maig del 2016

Llámenlo como quieran, pero háganlo

Lo que estamos vislumbrando en este nuevo período electoral es otra de esas estupideces históricas que perpetra habitualmente la izquierda española. Es una historia vieja, cansina y produce hastío recordarla pero no queda otro remedio. Aunque los tarugos al frente de las organizaciones izquierdistas lo ignoren, el resultado de la consulta del 26 de junio va a afectar a mucha, muchísima gente que no tenemos culpa de nada y mucho menos de padecer estos descerebrados de dirigentes.

La izquierda a la izquierda del PSOE quiere unirse. Al margen de que lo consiga o no, esa unión deja fuera expresamente al PSOE. Como sabemos, el argumento que quiere justificar este dislate es que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierda o algo así. Una actitud cuya obstinación en el error muestra bien a las claras la mala fe de la que parte. Ese diagnóstico de que el PSOE no es "verdaderamente" de izquierdas parte de una supuesta "verdadera" izquierda, el PCE, disfrazado de IU, que se autodesigna "izquierda transformadora" pero que desde que nació, hace treinta años, no ha transformado literalmente nada y no ha hecho nada salvo hablar sin parar. A ese profundo análisis se suma ahora Podemos con la misma mala fe; o peor. Se renueva así el viejo cainismo de las izquierdas españolas, que se remonta a sus orígenes y ha dejado episodios tan vergonzosos como la masacre de mayo de 1937 en Barcelona, el episodio de la entrega de Madrid por Casado en 1939, la pinza del PSOE y la UCD contra el PCE en 1977-79 y la del PP e IU/PCE contra el PSOE en los años noventa.

Frente a esos fainéants verbosos, el PSOE, con veintiún años de gobierno a las espaldas, ha hecho mucho y de todo: bueno, regular y malo. Como siempre en la vida. Y entre personas normales habrá discrepancias acerca de si prima lo malo sobre lo bueno o a la inversa; lo que no suele darse, insisto, entre personas normales, es hablar de algo complejo -el PSOE en este caso- ocultando lo bueno y contando solo lo malo. Eso es un juicio de obvia mala fe. Así, el discurso de la cal viva de Pablo Iglesias -aventajado discípulo de Anguita- quedará como ejemplo de su ruindad moral y su inopia mental. El caso es que, además, no cabe responderle con un clásico "y tú más" porque este manojo de supuestos izquierdistas transformadores no ha hecho nunca nada, no se ha estrenado; ni meter la pata ha podido. Su posición consiste en atacar con juego sucio al otro partido de la izquierda y hacer creer que si, por casualidad, alguna vez llegaran a gobernar, ellos no harían nada mal, serían perfectos.

Esa alianza que se traen entre manos, que más parece contra el PSOE que contra el PP, no conseguirá ganar las elecciones, pero sí que no las gane aquel que, en el fondo, es lo que muchos de estos narcisistas pretenden. Y por eso mismo serán responsables de otros cuatro años de esta derecha ladrona, antipopular, ultrarreaccionaria y catalanófoba. A ellos no parece importarles porque se darán por satisfechos si consiguen unos votos más que el PSOE y, además, tendrán sus escaños, bien por una, bien por la otra formación y podrán seguir haciendo lo único que hacen y sin mucha soltura: hablar.

Pero la gente lo vamos a pasar muy mal con un gobierno del PP con otra probable mayoría absoluta. Realmente mal a manos de esta banda de malhechores.

Por eso y porque la responsabilidad por la desunión de la izquierda toca a todos, ¿que tal si nos dejamos de miserias, envidias, rencores, egolatrías, sectarismos y oportunismos y formamos ya un frente popular de toda la izquierda, desde el PSOE hasta IU con referéndum incluido que permita que voten a su favor los independentistas catalanes? ¿Que da miedo el nombre de Frente Popular? Pónganle el nombre que quieran pero vayan todos juntos a las elecciones con un programa común que será ganador, como siempre que la izquierda ha conseguido esta unidad. Ya tendrán tiempo más tarde de dirimir la estupidez esa del sorpasso, pero no dividan a la izquierda por enésima vez. No le entreguen el poder a la derecha entre engoladas frases revolucionarias. Y lo mismo para el PSOE: deje de hacer el juego a la derecha, recupere su esencia socialdemócrata, entérese de que vive en el siglo XXI, organice un referéndum en Cataluña como han hecho en el Canadá y en Escocia sin que se hunda el mundo. Un frente unido de toda la izquierda es lo único que garantiza punto final al gobierno de la derecha.

Pierdan unos el rencor y otros el miedo y entiendan que están al servicio de la gente, que no quiere otro gobierno de la banda de ladrones.

dissabte, 30 d’abril del 2016

Palinuro entrevistado en una TV venezolana antichavista


El medio era hostil, pero me entrevistaba a mi solo y tenía garantías de que no habría censura, así que accedí hace unos días y el resultado no está del todo mal. Al final de la entrevista hay un par de intentos de hacerme hablar de Venezuela, pero no se consiguió porque conozco algo del país, pero no lo suficiente para pronunciarme sobre él. Y de lo que no sé, no hablo. Quedaba así también salvaguardada mi prevención respecto  a los medios reaccionarios: no soy partidario de participar en ellos. Si te llaman es para instrumentalizarte para sus fines. Y para eso ya tienen una legión de antiguos izquierdistas, muchas veces resentidos con sus antiguas organizaciones y dispuestos a ir a estos medios a largar contra aquellas, generalmente pago mediante. No es mi caso.

Esto de los medios está de gran actualidad, debido a los últimos acontecimientos. Los medios son empresas y se rigen por la lógica del beneficio privado. Esto tiene unas consecuencias evidentes. Luego están los medios públicos. Lo ideal sería que todos fueran ecuánimes, justos e imparciales. Pero eso es imposible en el caso de las empresas privadas que en muchos casos basan su negocio en su falta de imparcialidad y objetividad y están en su derecho. Decir la verdad solo es jurídicamente obligatorio para los testigos en los procesos judiciales. Los demás pueden mentir descaradamente y es lo que muchos hacen para enriquecerse. A su vez, los medios públicos debieran ser de gestión democrática pero lo frecuente es que no lo sean y, al contrario solo sirven de centros de agitprop de los partidos de la derecha.

Y ¿de qué manera se consigue democratizar los medios? En el caso de los públicos, obligando a decisiones de consenso para el nombramiento de cargos directivos. Se trata de un criterio poco firme porque los enemigos de la libertad de expresión harán como hizo el PP al comienzo de su legislatura, esto es, reformar la ley de RTVE para nombrar un comisario político de su estricta obediencia como director, comisario que cumplió su tarea de convertir la RTVE en una basura y que su audiencia cayera en picado.

En el caso de los medios privados, Podemos propone democratizarlos fraccionando sus capitales y forzando que estén divididos en varias manos. No está claro que esto sea viable o si nos pondremos de acuerdo en cómo se arbitra y cómo se ejecuta el proyecto. Asimismo conviene recordar que ya los primeros socialistas habían legislado en un sentido similar, esto es, limitando la propiedad de los medios y forzando la creación de alianzas que funcionaran como checks and balances, para la garantía del pluralismo, lo que es algo equivalente. Fraccionar los capitals es lo mismo que limitar el acceso a la propiedad (siempre con la intención de hacerlos más plurales) y presenta sus mismos inconvenientes: el capital dispone de mil medios para burlar las regulaciones, desde testaferros a sociedades ficticias.

Realmente, la única posibilidad de democratizar los medios, como pasa siempre, es la educación de las audiencias. Justo lo que nadie toca. ¿Por qué los medios de los países escandinavos son mejores, menos agresivos, estúpidos y detestables que los españoles? Pues, como sabemos todos, porque el nivel eduactivo y la capacidad crítica consiguiente de los lectores nórdicos son superiores a los de los españoles, lo que hace que el público nórdico no compre ni vea ñordas. Y, mientras eso no pase en España, no habrá gran cosa que hacer. Estas medidas que se proponen son puramente cosméticas. Nadie se atreve a propiciar el comienzo del cambio que sería, sí, eficaz, porque es una inversión y una medida a muy largo plazo y a los izquierdistas de salón les consume el mismo deseo que consume los demás políticos: el de obtener réditos rápido, en menos de cuatro años, para lucir un espíritu reformista que, en el fondo, no tienen. Porque, también en el fondo (y sin que se nos oiga mucho) ellos son tan público como el público para el que legislan, ven los mismos programas y leen la misma basura. No hay más que oírlos a todos, a absolutamente todos, hablando de fútbol.

Bueno, en realidad, el vídeo va de otra cosa.