Otra batalla política en la guerra del ciberespacio. WikiLeaks, la primavera árabe, el 15 - M, OccupyWallStreet, el apagón de ayer en los Estados Unidos son momentos sucesivos del nuevo orden (o desorden) político global que obliga a redefinir conceptos, a adaptarse a pautas distintas en un mundo virtual que forma parte del real pero lo está transformando a toda velocidad.
El blackout en los Estados Unidos fue la respuesta de parte del ciberespacio a la tramitación de dos leyes contra la piratería digital, SOPA en la Cámara de Representantes (Stop Online Piracy Act ) y PIPA en el Senado (Protect Intellectual Property Act), en realidad, dos "Leyes Sinde". Media Web se fue a negro: Wikipedia, igual que Boingboing, Wordpress y miles de sitios cerraron; otros, como Google se sumaron canalizando protestas, Facebook, E-Bay, Yahoo!, Twitter asimismo en contra. Se calcula que el apagón afectó a unos 100 millones de internautas, muchos de los cuales, por supuesto, estaban en el blackout eran propietarios de las más de más de 60.000 páginas que cerraron.
¿Resultado? Los dos proyectos, que iban a pasar sin problemas en ambas cámaras, son ya prácticamente papel mojado. Han perdido la mayoría. Hasta la Casa Blanca se ha echado atrás con el argumento de que la represión de la piratería no puede atentar contra las libertades e instaurar la censura, probablemente el mismo escrúpulo que detuvo la aprobación del reglamento de la Ley Sinde en el penúltimo consejo de ministros de Zapatero. De momento, las grandes industrias discográficas y cinematográficas estadounidenses, la mismísima Cámara de Comercio, poderosos lobbies detrás de la legislación represiva, se han quedado con un palmo de narices, por decirlo castizamente, con su argumento de que hay que proteger los derechos de autor de los creadores frente al saqueo mundial a que se someten los productos culturales gringos.
¿Quién ha vencido por ahora? Otros gigantes tan poderosos como aquellos: Amazon, Google, Mozilla, Wordpress, Facebook, etc, forman otro lobby tan temible como el primero. Su argumento es que las viejas empresas no saben reaccionar frente al desarrollo de las nuevas tecnologías, son incapaces de adaptarse y pretenden que el Estado proteja sus intereses (los creadores les importan un pepino) por ley. Puede que no sea un argumento mejor que el de las discográficas, pero tiene un aspecto que no suele mencionarse y es decisivo: junto a los grandes del ciberespacio se han movilizado cientos de miles de internautas, blogs, webs personales y corporativas, etc; todos, media red, han ido a negro en protesta y aviso de que puede ser peor pues el apagón prolongado significa la ruina para todos pero especialmente las industrias de contenidos. Éstas, a su vez, no movilizan a nadie a su favor. Solo a sí mismas. En la red no son nadie ni tienen a nadie. Solo al gobierno del PP, que va a meterse en un lío. Es un dato fundamental para saber por dónde soplará el viento. Impedir las descargas va a ser imposible. La industria cultural tiene que cambiar. Como está cambiando todo.
Ayer también Anonymous suplantó la web de la UGT con un mensaje incendiario y hace unas fechas, la de la Comunidad de Madrid para mostrar una imagen de fotoshop, una mezcla de Aguirre y Aznar. Son los prolegómenos ludicos de la que se va a montar cuando comience a aplicarse la ley. Habrá más suplantaciones, bloqueos, ataques DoS. El ciberespacio tiene una potencialidad enorme y la ciberpolítica es básica y radicalmente de oposición, trátese de derechos de autor, de tiranías árabes, de la democracia española o las leyes de secretos oficiales. La red se opone a todo lo que no sea ella misma y pretende suplantarlo. Los indignados, por ejemplo, se han puesto a redactar una nueva Constitución. Imagino que los realistas que en 1789 veían lo que pasaba en el Juego de Pelota, sonreirían con conmiseración. Como harán muchos ahora. Y como seguramente hacían otros cuando un par de años atrás se planteó en Islandia llevar a los culpables de la crisis (políticos y banqueros) ante los tribunales y redactar una nueva Constitución en la red.
For the times, my friends, they are a-changin'.
(La imagen es una foto de DonkeyHotey, bajo licencia de Creative Commons).