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Sacar en plasma al presidente más desprestigiado y menos valorado de la historia de la democracia a colocar las trolas habituales solo puede obedecer a una astuta estrategia de hacerle cargar en exclusiva con el desastre de España y arruinar sus muy escasas posibilidades electorales. Para el PP, Rajoy se ha convertido en un lastre y los demás dirigentes están locos por encontrarle un sustituto. Bueno, eso los que no están locos por ver cómo se libran de que los procesen por corruptos. Ocho de cada diez ciudadanos no confían en él. Parece poco probable que lo voten
Por si hubiera alguna duda sobre esta situación de absoluta falta de crédito y prestigio, ayer mismo, The Economist publicaba un artículo sobre la situación española, Spain's recovery. Not doing the job en el que, aunque reconoce que el PIB está creciendo al 3%, no está creándose empleo y no se está saliendo de la crisis.
Son dos visiones opuestas de la realidad: la de quien va vendiendo el abalorio de la Gran Nación y la de quienes, desde el extranjero, consideran que España no funciona.
Para salir de dudas, hágase un experimento muy simple: sálgase a la calle y pregúntese a la gente a quién cree, si a Rajoy o a The Economist. Y no hace falta salir a la calle: pregúntese incluso a los miembros del gobierno a quién creen, si a Rajoy o a The Economist. Hasta el final, pregúntese al mismo Rajoy a quién cree más, si a él o a The Economist.
Y eso que The Economist se concentraba solamente en lo económico, haciendo honor a su título. Si mirara también otras cuestiones, por ejemplo, el magma de corrupción que anega el país y tiene paralizado al gobierno, quizá encontrara razones para el fracaso español. El País de Bankia, Blesa, Rato y cientos de corruptos o presuntos corruptos más tiene muy crudo salir adelante. Materialmente imposible.
La seriedad de The Economist le ha impedido lucir su humor británico. Se le ha escapado la ironía de que Rajoy termine su mandato con la repetición de una de sus más celebradas necedades, la de los hilillos de plastilina, con referencia al peor desastre ecológico en las costas de España producido por la incompetencia del gobierno.
Ahora, en Canarias.
Mismo desastre, misma incompetencia y mismo incompetente.
La seriedad de The Economist le ha impedido lucir su humor británico. Se le ha escapado la ironía de que Rajoy termine su mandato con la repetición de una de sus más celebradas necedades, la de los hilillos de plastilina, con referencia al peor desastre ecológico en las costas de España producido por la incompetencia del gobierno.
Ahora, en Canarias.
Mismo desastre, misma incompetencia y mismo incompetente.
(La imagen es una foto de La Moncloa en el dominio público).