El Reina Sofía ofrece una exposición muy completa de la sorprendente artista japonesa Yayoi Kusama que puede tener hoy ochenta y tres años y lleva desde los veinte produciendo todo tipo de obra artística, fundamentalmente plástica, cuadros, obra gráfica, escultura, vídeos, montajes, collages, instalaciones. Y no solo eso sino que desde que se recluyó voluntariamente en un hospital psiquiátrico en Japón en 1973 también ha producido obra narrativa y poesía.
El arte de Kusama, que es muestra de las más diversas formas y estilos, el neoexpresionismo, el minimalismo, el pop, la psicodelia y el batiburrillo de materiales que emplea, desde las últimas técnicas a los trozos de tela y la tierra, plástico, madera, metal, está centrado en las cuestiones de la identidad del individuo, sus pasiones, sus deseos de autodestrucción, de desaparición, sus incertidumbres. Como si se tratara de una búsqueda permanente de un elemento de seguridad cuando se han perdido todas las raíces y es uno como la hoja a merced del viento. Por eso el recurso al autorretrato es permanente. Tanto que suele representarse a sí misma en sus propias composiciones, como de pasada, un poco en la forma en que Hichtcock se hacía presente en sus films. Aunque a veces la investigación del autorretrato domina la obra, como ese vídeo hecho con instantáneas de la propia Kusama en atuendo tradicional japonés, con su correspondiente parasol en diversos lugares de Nueva York, siempre desiertos, como si se tratara de una intrusa, de una habitante fantasmagórica de un espacio extraño.
Educada de forma tradicional en su tierra en los secretos de no sé qué estilo pictórico autóctono, de esos de rígidas reglas, emigró a los treinta años, a fines de los cincuenta, a los Estados Unidos y se instaló en Nueva York, un lugar de cosmopolitismo absoluto, la capital del mundo. en donde rigen todas las reglas y ninguna. Su obra ha reflejado siempre la lucha entre dos visiones y la mezcla que acaba saliendo de ellas: la tradicional japonesa y la cosmopolita y de ambos ha recogido la idea de que el arte no debe tener una función meramente contemplativa, sino que debe crear ambientes, impregnar la realidad material que nos rodea. Por eso realiza instalaciones, muebles, objetos; crea espacios, habitaciones mágicas que dan la impresión de que uno se sumerge no ya en la obra del artista sino en la visión de éste, en su mismo espíritu, que uno camina por los sueños de otro.
La creación de objetos artísticos cuyo venerable antepasado es Marcel Duchamp se ha mezclado con todo tipo de visiones, escuelas y perspectivas. Esta de Kusama es característica japonesa en la medida en que los objetos (una pera gigante hecha de material plástico, en la imagen, pero podría ser una farola o un banco), armoniza misteriosamente con el conjunto y se integra en el paisaje con la naturalidad del Fujiyama.
Además de las dos características que laten en su obra, la de japonesa y la de cosmopolita, Kusama hace valer una tercera, la de ser mujer, cosa que algunos han aprovechado para hablar de la "mirada femenina" de Kusama. Mujer además de una extraordinaria y un poco excéntrica sensualidad. Es muy curiosa la cantidad de muebles (sillones, camas, etc) que creó durante una temporada casi de forma obsesiva hechos de falos, objetos erizados de falos casi como puercoespines, utensilios, muebles que producen una mezcla de fascinación y repulsión, casi como si estuvieran vivos. Esa obsesión es una forma de una creatividad compulsiva, que se manifiesta en muchas otras de sus obras. En el caso de las formas multifálicas ésta han ido evolucionando con el tiempo hasta dar en esas figuras ondulantes y ascendentes del Momento de la regeneración, 2004 que tanto recuerdan El día de los trífidos, de Wyndham Lewis, otro raro.
La propia Kusama se refugió en el sanatorio psiquiátrico para protegerse de sí misma, de su deseo de obliteration, a la que ha dedicado una de sus obsesivas series. Y desde ahí su creatividad sigue enviando al mundo esas creaciones de una belleza angustiosa y perversa.
(La primera imagen es una foto de austinevan, la segunda, de Gleam_df y la tercera, de commonorgarden, todas bajo licencia de Creative Commons).