En el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid hay una sobre Cleopatra curiosa de ver. No es una exposición al estilo ordinario con una muestra sobre un personaje o una obra o un estilo o un tema monográfico de algún arte, sino un género algo distinto, una mezcla de exposición y espectáculo con un claro carácter comercial. La exposición actual sobre el Titanic en el Centro Fernando Fernán Gómez, del ayuntamiento, es algo parecido olo que mucho más cara. Esta de Cleopatra cuenta hasta con un teaser en la red. Está bien concebida, es agradable de visitar, tiene una finalidad más lúdica que investigadora y tiene con fuertes apoyos pedagógicos. Casi es más lo que se narra de diversas formas (mediante leyendas en las paredes, tablets y vídeos) que lo que efectivamente se muestra que, por lo demás, tampoco es de extraordinaria calidad ni originalidad.
Las piezas expuestas, procedentes de muy diversos museos son, en general, de facturas modestas, copias u objetos de escaso valor museístico, un par de esfinges de granito rosa muy desgastadas, algunos bustos helenísticos, varios como retratos de Cleopatra, muchos camafeos, joyas, pendientes y utensilios diversos, estatuas con mezcla de influencia griega y egipcia, frescos bastante pobres de Pompeya y Herculano y algún retrato mal conservado de Fayum. Alguna estatua tiene interés, en concreto una en basalto de la propia Cleopatra como Isis que a ella los gustaba representar porque si los faraones eran dioses, la faraonas habían de ser diosas. Por supuesto, se agradecen un par de sarcófagos de momia, también bastante pobres y algunas reproducciones de animales, como un cocodrilo y an par de estatuas de dioses cinocéfalos de procedencia egipcia. Por lo menos, ambientan.
Hay algunas piezas que pueden resultar más curiosas, por ejemplo un busto de Serapis, que permite visualizar la divinidad sincrética, inventada en Alejandría en la que se fundían Apis y Osiris por parte egipcia y Zeus y Poseidon por parte griega, para dar origen al dios Serapis, cuyo culto se incorporó al panteón romano y se extendió por todo el Mediterráneo. Su centro, claro es, en el Serapión de Alejandría. También un papiro íntegro, procedente, creo del Museo de Historia del Arte de Viena, en el que se representa una psicostasis o escena completa del juicio de Osiris del Libro de los Muertos. Siempre me ha llamado la atención esta antiquísima creencia, evidentemente relacionada con la leyenda cristiana del juicio final, en la que Anubis procede a pesar en una balanza la vida del reciente difunto, representada por su corazón, que se deposita en un platillo de la balanza y, en el otro, una pluma. Si el difunto no pasa la prueba, es destrozado por un monstruo. Si la pasa, su Ka, su alma, sobrevive en su cuerpo momificado.
La exposición está dividida en seis ámbitos, cada uno de ellos dedicado a evocar aspectos de la vida y tiempo de Cleopatra: Egipto, los Ptolomeos, Cleopatra, Egipto en Roma, Cleopatra en el arte, Cleopatra en el cine, teatro, opera, ballet y Egipto en España, por supuesto de muy desigual valor. Los cuatro primeros se ayudan además por dos vídeos en los que se narra y reproduce la historia que es contexto del personaje así como la vida de este. Viendo el relato en su conjunto, así en un orden divulgativo, queda claro que el interés principal no reside en la historia de Cleopatra, sino en el que la hizo posible: Alejandro Magno y su creación de Alejandría. Aunque el macedonio no llegó a ver construida su ciudad, esta acabó dominando culturalmente el Mediterráneo cuando el general Ptolomeo puso en ella su capital y declaró Egipto independiente del imperio alejandrino. En realidad es el comienzo de la riquísima época helenística, caracterizada por su acumulación no solo de dioses, sino también de filosofías, lenguas, culturas, artes, a través de Alejandría, centro comercial del mundo, cuyo faro era una de las siete maravillas y cuya biblioteca, incendiada por accidente a consecuencia de una medida de Julio César, era centro del saber humano.
Es la época lo fascinante. Cleopatra es una peripecia personal. Pero, a su vez, simboliza su tiempo y en su historia, entreverada de leyenda, late una pasión y un interés que han fascinado a literatos, sobre todo dramaturgos (como Shakespeare y Bernard Shaw), pintores o músicos. Es una historia de pasión, de guerra, intriga, luchas por el poder. Comienza en el primer triunvirato (César, Pompeyo, Craso) y termina en el segundo (Octavio, Marco Antonio y Lépido), en mitad de las guerras civiles de Roma y deja a su paso un reguero de asesinatos, suicidios, saqueos, persecuciones, venganzas, victorias y derrotas por tierra y mar.
Cleopatra tenía ambiciones de conservar el trono de un Egipto que ya había heredado de su padre como una especie de protectorado encubierto de Roma. Al recibirlo empezó reinando con un hermano y luego con otro con los cuales se enfrentó a muerte hasta que se quedó sola gobernante. Se casó con ambos sucesivamente, pues los griegos de la dinastía Ptolomea no solo adoptaron cultos, ritos y formas egipcias sino también su costumbre de que los faraones se casaran con su hermanas, con lo que mantuvieron el incesto como provisión de la dinastía. Utilizó para sus fines todas las artes, las bélicas y las eróticas, fue de consuno con Marte y con Venus. Sedujo primero a César, con quien tuvo un hijo y, luego, tras el asesinato de este, volvió a Egipto solo para verse de nuevo inmersa en los planes de Roma para Egipto, momento en que también sedujo a Marco Antonio, con quien tuvo tres hijos. El arte ha sublimado esta seducción con la leyenda de cómo Cleopatra convenció a Marco Antonio bebiendo una copa de vinagre en la que había disuelto la perla más grande del mundo. En algún lugar hay un magnífico fresco de Tiépolo representando esta escena. Son los mimbres de las fábulas. Es fama la belleza de Cleopatra pero Plutarco dice que cautivaba por la palabra porque era una mujer muy culta que hablaba muchas lenguas. De hecho, parece que hablaba egipcio, lengua de sus súbditos que los Ptolomeos se habían negado a aprender.
El ambiente dedicado a las representaciones pictóricas de Cleopatra, como el resto de muestras de la exposición, mediocre. Vemos un boceto de Miguel Ángel, una Cleopatra de Waterhouse y otra de Fernand Khnopf y el resto anónimos, obras de taller y artistas poco conocidos. Siendo así que hay Cleopatras de Alma Tadema, Gêrome, del citado Tiépolo y de muchos otros autores al ser un tema, especialmente la muerte de la faraona, al que los pintores suelen recurrir porque justifica el desnudo.
El sentido comercial se acentúa en el penúltimo ambiente, el de Cleopatra y las artes escénicas en la que se recuerda que la historia se ha llevado al cine seis veces y haciendo hincapié en el hecho de que el papel fue siempre codiciado por grandes actrices. Soy capaz de recordar cinco de las seis: Teda Bara, Claudette Colbert, Vivien Leigh, Sofia Loren, Elizabeth Taylor. Hay abundacia de elementos escenográficos de cine y ballet y bastantes figurines, muchos de ellos obra del gran Leon Baskt, que trabajaba para el ballet Djiaguilev.
En fin, un buen sitio para solazarse en otra época al comienzo de la nuestra y a donde puede llevarse a los niños porque hay abundancia de talleres infantiles.