dimecres, 9 de novembre del 2011

De la corrupción hay que hablar.

Según parece, entre los diversos asuntos que los dos debatientes del lunes pactaron a espaldas del auditorio estaba que no se hablaría de la corrupción. Eso es como si dos caballeros se citan en duelo pero antes acuerdan que las balas sean de algodón. Algo más de villanos. Es muy probable que el PP, el afectado por la corrupción, impusiera su exclusión como requisito para el debate y también lo es que el PSOE no tuviera otro remedio que aceptarlo so pena de quedarse sin debate. Bastante probable, sí.

Pero ese acuerdo no vincula a la opinión pública. La corrupción es un cáncer de la democracia y puede ser su destrucción de hecho si no se denuncia y se persigue en los tribunales con toda claridad y diligencia. Aunque la corrupción lo afecte más a él que, de hecho, concentra casi el cien por cien de ese asombrosa red delictiva de expolio sistemático de las administraciones públicas, el PP no puede afrontar el problema negándolo u ocultándolo. A estas alturas, la Agencia Tributaria ya ha destapado la fabulosa trama de financiación de la Gürtel. Ahora se sabe que la Gürtel también está metida hasta las cachas en AENA en tiempos de Álvarez Cascos. Y que el extesorero del PP, Bárcenas, sí está imputado por un tribunal de justicia en el caso Gürtel. Al final, las cosas son como son.

Pero no no tienen que ser peores. En estas circunstancias, el asunto de Iñaki Urdangarín tiene una pinta fatal. Es evidente que de un miembro de la casa real sólo cabe esperar un comportamiento: plena, leal y rápida colaboración con la justicia para el esclarecimiento de los hechos. Ni una sola táctica procesal dilatoria debe intentarse por más que el duque de Palma, como ciudadano, tenga derecho a ella. Pero moralmente sería inasumible.

Como es inasumible que en España no haya una contundente reacción política y judicial del PP en relación con el caso Gürtel que lo haga ponerse por entero y sin reserva al servicio de la justicia y no constituirse en parte en los procesos para retrasarlos o dificultarlos, aunque ese sea un derecho de todo acusado. Como el de mentir. Pero un partido político no puede mentir. Hay que hablar de la corrupción para acabar con ella de raíz. La corrupción y todo cuanto se le parezca. No sé cuántos sueldos cobra María Dolores de Cospedal y es preciso que quede claro que sólo es uno.

De la corrupción en España hay que hablar porque es una de las principàles causas de nuestro desprestigio en el exterior. Como lo es que a los electores no parezca importarles. Y como lo es y mucho, mucho más, que la primera persona que vaya a sentarse en el banquillo por el caso Gürtel sea el juez que lo destapó y lo persiguió. Aunque ese proceso fuera el summum ius, el resultado será la summa iniuria.