dimecres, 23 de juliol del 2008

Cien días.

Quiere la costumbre y es regla no escrita de la cortesía democrática que los primeros cien días de los gobiernos sean de gracia y estén libres de los ataques de la oposición hasta que se vea cómo será el resto de la legislatura en función de las medidas que los recién estrenados mandatarios hayan ido tomando. Sin embargo, el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero ha interpretado la tradición como si de una efeméride se tratara, ha reunido a un millar de incondicionales (cargos públicos sobre todo y militantes) en la Casa de Campo, en el mismo lugar en el que el Partido Comunista de España no podrá celebrar este año su fiesta anual en septiembre por falta de disponibilidad económica, con el fin de celebrar por todo lo alto el comienzo de su segundo legislatura y de dar a conocer las medidas que ya ha tomado para hacer frente a la crisis económica.

Al decir de los gobernantes y de no pocos expertos, el Gobierno del PSOE no comunica bien. Según colijo esto quiere decir que no se las apaña para darse pisto y pote ante la opinión pública y ensalzar su labor, merecida o inmerecidamente. De ahí el festejo de la Casa de Campo. En él el presidente del Gobierno habló para los suyos y, sobre la cabeza de los suyos, para muchos otros, para el conjunto de los ciudadanos y hasta para la oposición. El acto en el que debían haberse escuchado valoraciones objetivas y críticas hechas desde fuera, sonó un discurso autocomplaciente hecho desde el interior. La oposición del PP se expresó en otro lugar, con motivo de una reunión del señor Rajoy con la gente de su partido en la administración local para hablar de financiación autonómica. El presidente del PP negó toda virtud a la acción de Gobierno en los primeros cien días, afirmando que se trataba de "tiempo perdido", mientras que el señor Zapatero asegura haber cumplido con creces su obligación dando cuenta de las medidas anticrisis que su Gobierno ha adoptado. La finalidad no es que se entere la oposición sino que se entere la gente que tiene tendencia a ver la crisis pero no los esfuerzos del Gobierno por contrarrestarla, siendo el más denodado el de no pronunciar la fatídica palabra que trae mal fario y, además, es mero flatus vocis desde los tiempos de los universales.

La mayor habilidad del señor Rodríguez Zapatero fue anunciar un plan de austeridad para una crisis que ni se menciona, unas medidas de choque que no chocarán "contra los de siempre", pues eso queda para la derecha, y colar como medidas adoptadas contra el "frenazo" económico las que están planeadas y pendientes de ejecución, en concreto, los dineros, esos sesenta mil millones de euros que dice que va a "inyectar" en la economía de aquí a 2010 para reanimarla. Eso es nuevo y será bienvenido según y cómo a quién le pongan la inyección y en dónde. Así apenas repara nadie en que las medidas adoptadas hasta la fecha (durante los cien famosos días) han sido bien entecas: los 400 euros (de los que ya se arrepiente todo el mundo), la supresión del impuesto del patrimonio y alguna otra. La artillería de grueso calibre viene ahora pero, por si acaso, ya se dice que será menor que la que emplearía la derecha.

Bienvenida sea así como las demás medidas que se anunciaron ayer en todos los demás frentes, la igualdad y otros. Si el Gobierno empieza a gobernar con tino a los cien días de haber tomado posesión en los que ha estado como ausente, es muy buena nueva. Por lo demás, tampoco era necesario que hiciere alguna otra cosa dado que el mayor partido de la oposición ha pasado el tiempo en rifirrafes internos consolidando o debilitando, según se mire, la situación de su lider. Prácticamente ausente de los grandes debates y temas políticos, el PP no ha podido hacer un balance aceptable de la oposición hasta la fecha.

El broche de oro, la detención de los etarras del comando, complejo, comunión o consistorio "Vizcaya", que los enemigos del Gobierno presumen se produjo para distraer la atención de los problemas del país, es una noticia excelente. Estos etarras cumplen la misma función que los bárbaros encadenados que los emperadores romanos arrastraban ante sí al entrar en la capital en sus grandes desfiles triunfales. La rueda de prensa del ministro Rubalcaba trasmitió el optimismo de sus valoraciones que, como suele suceder cuando hay un golpe policial, niegan la necesidad de todo acuerdo dialogado con la banda y confían exclusivamente en la acción policial. En mi modesta opinión no será suficiente y en algún momento habrá que sentarse a dialogar. Pero mientras la banda siga encastillada en las "acciones de guerra", no habrá nada mejor que hacer que perseguirla, juzgarla y encarcelarla.

(La ilustración es un cartel de cine austríaco de Johann Arnhold, de 1920 para la película Los hipócritas o la verdad desnuda, que se encuentra en Bildindex der Kunst und Architektur.