dimarts, 24 d’octubre del 2006

LAS COSAS DE LA MORAL.

HORIZONTES PERDIDOS.

Curioseando por el InSurGente topo con la noticia de la muerte de Jane Wyatt a los 96 años, que fue una de las actrices perseguidas durante el Mcarthysmo en los EEUU. Wyatt (en el cartel que saco de Wikipedia, suscribiendo su declaración de fair use) no llegó nunca a refulgir como potente estrella en Hollywood, porque pertenecía a un tipo de actriz discreta, más de carácter que de apariencia, un poco al estilo de Deborah Kerr. Pero, vamos, lo interesante es que interpretó el papel femenino de Horizontes perdidos, una peli de Frank Capra, de 1937 con Ronald Colman, sobre una novela de James Hilton del mismo título y en una adaptación libérrima que, prácticamente lo único que respeta es el lugar de la acción, una zona imaginaria del Tibet, llamada Shangri-la. Todo lo demás está cambiado, desde el nombre de pila del protagonista (Robert por Hugh) hasta el contexto histórico (la guerra civil en China por unos disturbios en el British Raj, en la India). A Hilton debió darle lo mismo: su novela, el primer paperback del Reino Unido, se vendió muy bien, sobre todo después del exitazo de la siguiente, también filmada (y varias veces), ¡Adios Mr. Chips!

Lost Horizon tuvo tanto impacto que el presidente Roosevelt bautizó como Shangri-la el lugarcejo de Maryland al que se retiraba a descansar, y que hoy se conoce como Camp David . La copia del film que se comercializó en los años 50s estaba expurgada de todo lo que lejanamente oliera a comunismo o a simpatía por los chinos: unos 20' de cinta. Luego, cuando la sensatez volvió incluso a Hollywood, se intentó restaurar en su integridad y casi se consiguió, a falta de unos 6' en tomas aquí y allá que se han perdido y se han substituido del mejor modo posible. Esa es la copia que tengo yo y hay que ver cómo se notan los parches.

Pero eso no desmerece del interés de la cinta, que reside en los bellísimos exteriores de montaña y en el fondo filosófico de la cuestión: una especie de utopía benéfica a finales de los años 30, cuando todas las utopías que se habían escrito desde comienzos del siglo (El talón de hierro, de London, Nosotros, de Zamyatin, ¡Vivir, de Ayn Rand) eran negativas. Una utopía positiva basada en una curiosa mezcla de cristianismo y budismo con un punto fijo en la máxima griega "de nada demasiado". Un rayo de esperanza en un mundo que se dirigía a la IIª Guerra Mundial. Una historia un poquito cursi de cordura y moralidad en un mundo de locura e inmoralidad. Puf, a lo mejor hace falta ser cursi para ser bueno.


LA MORAL DE LA BLOGOSFERA.

He tenido un interesante coloquio con un bloguero valenciano que me encontré en la confe de Valencia del otro día. Tiene un blog que se llama Espai de Salva Pérez en el que ha planteado la cuestión de articular un código ético del bloguero. Me ha pedido opinión y se la he dado: que no creo que el código ético del bloguero haya de ser distinto del código ético del no-bloguero. Supongo. En estas cosas de la ética, comienzas a caminar sobre un terreno que piensas seguro, y al segundo paso te rompes lo piños.

No obstante, me llama la atención la idea porque delata que los blogueros tenemos una acusada idea de peculiaridad; como si fuéramos la oveja negra del cuadro de G, Pellizza, Lo specchio della vita (1897). Decenas, quizá cientos de millones de ovejas negras es demasiada negrura. Los blogs son una forma más de comunicación y la blogosfera un ámbito público más con dos características, una cuantitativa y otra cualitativa. La cuanti: la comunicación es instantánea y multidireccional. La cuali: está cortada a la medida de cada cual.

Quizá sea esto el origen de la idea de peculiaridad: el hecho de que nos responsabilizamos de nuestros actos, que somos productores de la acción comunicativa y no meros consumidores. Pero es que también tenemos responsabilidad cuando somos consumidores. Tómense como ejemplo los medios de comunicación convencionales. No hay duda de que vendría bien que se aplicaran unas normas éticas mínimas propias de la convivencia civilizada. Me limito a un ejemplo, para no aburrir a la lectora: sería estupendo que en España se dejara trabajar en paz a los jueces, lo que vale para el juez Garzón y para el Tribunal Supremo y que, quien discrepe de sus actuaciones, acuda a la vía de los recursos, que para eso está. No es sensato responder políticamente a las decisiones judiciales, ni siquiera aunque uno crea que están motivadas políticamente.

¿Código ético del bloguero? Código ético de todo quisque. Normas de cortesía, buena educación, tolerancia y respeto. Y si, además de respetarnos mutuamente, nos escucháramos unxs a otrxs, sería perfecto. No se pierda la esperanza, que fue lo único que quedó en la caja de Pandora.