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dilluns, 11 de juny del 2018

El pirómano

Decía Palinuro ayer:
y eso que todavía no ha entrado en acción el aparato Borrell. Acaba de hacerlo, en la televisión y en plan bronca, agrediendo y mintiendo. Todos los catalanes, y él lo es, saben que Catalunya no está al borde de ningún enfrentamiento civil. Él, en concreto, sabe que la única violencia en Catalunya viene de los nacionalistas españoles oriundos o que allí se desplazan. Y lo sabe porque es uno de los que los alientan cuando se manifiesta con ellos y con lo más reaccionario de la España franquista. 

Lo sabe de sobra cuando sostiene que los actos públicos del bloque nacional español, con Societat Civil Catalana a la cabeza no han generado violencia alguna, siendo así que hay docenas de vídeos que muestran lo contrario y también puede mirarlo en los libros de Jordi Borràs, testimonios gráficos inapelables de un tiempo y un país. 

Por lo demás, estas provocaciones públicas a cargo de matones ultraespañoles, las bandas "descontroladas", solo se hacen ver a base de armar camorra, esa que sirve al ministro para vender la idea del "enfrentamiento civil". En cuanto convocan a algo, se reúnen dos docenas, todo lo más cuarenta abanderados del Imperio, como los que ayer fueron a dar la matraca a TV3, a pedir que la cierren. Definitivamente, esos grupos y bandas de provocadores no son un verdadero riesgo de enfrentamiento civil de una población que ha dado muestra de una convivencia pacífica ejemplar. Y todavía lo serían menos si no estuvieran funcionando los vínculos mas o menos ocultos entre los "incontrolados" y los que los controlan. No, no hay más riesgo de enfrentamiento civil que el que traigan unos gobernantes autoritarios y represores, dirigidos por un pirómano, quien ya amenazaba hace unas fechas con que llegaremos a las manos.

Borrell no es un político adecuado para un gobierno que pretenda, como dice, dialogar con Catalunya. Su intransigencia, su visceralidad y su altanería, que concentra todo el anticatalanismo de la vieja guardia socialista, darán al traste con los esfuerzos reformistas de sus compañeros de equipo, algunos de los cuales le parecerán vendepatrias por lo dialogantes.

Es el caso que el nacionalismo español, incapaz hasta la fecha de abordar el conflicto catalán con inteligencia y sentido democrático se encuentra ahora con una duplicación de tarea que no por esperable ha de resultar menos complicada para la conducción del Estado. Ayer también, una cadena humana de más de cien mil personas cubrió los 220 kms que separan las tres capitales vascas, en demanda del derecho a decidir de los vascos. Los vascos que se han hecho catalanes. La vía catalana que llega a Vasconia.

Catalunya no ha estado nunca al borde de un enfrentamiento civil y quienes sí lo estuvieron, los vascos, han dejado atrás esa etapa y se han sumado al carro de la revolución catalana. O han puesto el suyo en marcha pari passu para que no se pique nadie. Y el movimiento vasco trae pinta de ser tan transversal como el catalán. Esa cadena organizada por la plataforma Gure Esku Dago ("está en nuestras manos") tiene el apoyo de todos los partidos nacionalistas, incluido el PNV así como de las instituciones vascas. Es un movimiento tan amplio, profundo y coordinado como el catalán.

Si en el gobierno creen que cabe seguir con la respuesta represiva judicial y unos retoques (por lo demás imposibles) de la Constitución es que no saben en dónde están. Esto no es una crisis de funcionamiento con unos conflictos de partidos sin más alcance. Es una crisis constitucional que pone en cuestión la estructura misma del Estado. Y no va a arreglarse con más policía, más represión, más jueces y menos todavía teniendo que dividir las fuerzas en el doble frente vasco-catalán.

En estas condiciones todo cuanto se diga del gobierno de Sánchez, incluso lo que el mismo gobierno dice al hablar de su duración, será a beneficio de inventario de unas elecciones generales anticipadas inevitables. Un panorama interesante, teniendo en cuenta que el govern tiene cuatro años por delante...en principio. Verdad es que el central puede axfisiar de tal modo al catalán que fuerce elecciones anticipadas en Catalunya. Pero también lo es que el independentismo puede hacer caer el gobierno socialista igualmente votándole en contra o absteniéndose.

En esas elecciones generales la cuestión interesante que se plantea al independentismo catalán es si participar en ellas o no. Pero eso será un poco más adelante y mientras se va viendo cómo toman los herederos del Imperio la segunda amenaza separatista.

dissabte, 9 de juny del 2018

¡Santiago y abre España!

Pues claro, naturalmente, hay que hablar. Es uso en todos los países civilizados.

Porque se puede armar un lío descomunal, judicializar un problema político, reprimir a la población pacífica con inusitada crueldad, intervenir un gobierno, cesarlo, cerrar su parlamento, envíar gente a la cárcel y forzar a otra al exilio, negarse a reconocer el resultado de unas elecciones, aplicar el 155, obstaculizar cuanto se pueda la formación de gobierno pero, al final, hay que sentarse a dialogar. A dialogar con los supremacistas, nazis, xenófobos, racistas, le pens, etc. No hay más remedio que tragarse la propaganda insultante y tratarse con la buena fe que las circunstancias exigen.

No es ni será fácil. A la escasa predisposición que se advierte en Sánchez se unen las amenazas de los barones en sus filas y los gritos furibundos de la derecha para quien Sánchez seguramente habría pactado la desmembración de España a cambio de sus votos separatistas. Claro que no es fácil dar un giro radical a una política agresiva de confrontación a otra de entendimiento y búsqueda de soluciones. Sobre todo si se tiene en cuenta que las bases de negociación de las dos partes son diametralmente opuestas. 

El gobierno está en Babia. Dice la ministra portavoz que Sánchez tiene previsto reunirse con Torra como lo hará bilateralmente con los demás presidentes de las CCAA. 24 horas después es titular de todos los periódicos que Sánchez y Torra han hablado por teléfono y acordado reunirse cuanto antes. Con esa mentalidad de "café para todos" el gobierno no va a ir muy lejos y menos vendiendo como una concesión graciosa el parcial levantamiento de la intervención de las cuentas que es obligado por la retirada del 155.

La negociación es asunto de supervivencia del gobierno y del Estado. Suficientemente claro está ya que la judicialización y la represión ciega, la manipulación de los medios y la justicia, los discursos del rey, solo han servido para que el movimiento independentista se amplíe, afiance, se estructure y avance. El 1º O los catalanes se habían ganado el derecho a un Estado propio, según decía Puigdemont y, desde entonces, no han hecho más que ejercerlo en unas condiciones de hostilidad y agresividad muy visibles. 

Ese derecho sigue ahí personificado en la cuestión que necesariamente presidirá cualquier negociación entre la Generalitat y el Estado, la de los presos y exiliados políticos. La excusa según la cual el destino de presos y exiliados no depende del gobierno sino de los jueces y la división de poderes etc., es una patraña. El fiscal puede retirar las acusaciones. El proceso político montado (el de "descabezar" al independentismo) puede desmontarse con igual celeridad, visto además, que ya ha dejado la justicia española a la altura del betún en Europa. 

El independentismo catalán no ha renunciado a la llamada "vía unilateral". Al contrario. Otra cosa es que esté dispuesto a dialogar sobre propuestas concretas. Hace falta que las haya. Y aquí es donde el PSOE no trae las alforjas bien provistas: admitido que no cabe retornar al sano autonomismo, se medio murmuran oscuros propósitos federales, el retorno a una revisión del Estatuto de 2006, convenientemente cepillado y masacrado. Cualquier cosa de ese o parecido jaez pero ni hablar de derecho a decidir ni referéndum. 

Que es justamente donde tiene plantados sus reales el movimiento independentista. De no llegarse a este punto, seguirá habiendo vía unilateral amparada en la resistencia y la desobediencia civil pacíficas.

divendres, 8 de juny del 2018

Repartidos los papeles, comienza la función

Palinuro se suma a la legión de comentaristas del nuevo gobierno.

Desde la perspectiva de género, acierto total. El camino se hace andando. Pronunciada mayoría de mujeres. Hay quien lo encuentra exagerado y un farol. En realidad, es una composición normal porque debiera ser normal, ya que siendo normal la mayoría de mujeres, y no excepcional, volverá a ser normal un gobierno con mayoría de hombres y no el acostumbrado abuso. 

El punto de los ministros y sus peculiaridades ha sido el más comentado. Los nombramientos más cuestionados, al menos en la izquierda, son Borrell, Marlaska, Robles, Delgado, Ribera y Huerta. Un aspecto merece reseña (el resto quede para los cien días) y es el de los jueces en ministerios directamente relacionados con su quehacer profesional: Justicia (Delgado), CNI (Robles), Interor (Marlaska). No tengo claro que esa coincidencia sea beneficiosa. El reciente desastre de Zoido, juez, en Interior, que hizo bueno a Fernández Díaz, es un precedente muy alarmante.

Pero lo bueno son las políticas concretas y las posibilidades reales de llevarlas a cabo en media legislatura y con 85 diputados. Se consolida la idea de los dos frentes y la "geometría variable". Hasta El País, (que, por cierto, está en trance de purificación o cambio de piel) informa de que el gobierno pretende dar unos golpes de efecto, más que nada para frenar a Podemos. Es de suponer se trate de medidas sociales, de consolidación y ampliación de derechos y restitución de las más flagrantes injusticias sociales heredadas del PP. En esto tienen los socialistas pillados a los de Podemos que verán con tristeza cómo se marchitan sus ilusiones de sorpasso, sometido al yugo de la vil socialdemocracia.

Volverán en este caso a ser imprescindibles los votos de los indepes catalanes y esos quizá no sean tan seguros cuenta habida de la coz con que Sánchez ha agradecido los que le dieron para la moción de censura por obligación moral con los nombramientos de Borrell y Marlaska. No conviene olvidar la sabia lección de Maquiavelo cuando avisa al príncipe de que, si actúa honradamente pudiendo no hacerlo, pone en peligro su principado.  Si faltan los votos independentistas, ninguna medida saldrá adelante, por mucho que sea su efecto. La beligerancia extrema del PP está garantizada como se prueba por el hecho de que Hernando, su portavoz, exija ya, con su habitual perentoriedad, un debate sobre el Estado de la nación... a un gobierno que aun no ha echado a andar y habiéndolo omitido su propio partido los tres años anteriores. Supongo que el hombre querrá debatir sobre el Estado de la nación que los suyos han dejado.

En el frente "nacional", según se ve, intención del gobierno de ponerse al habla con el Le Pen catalán antes del verano. Pues corre prisa porque faltan menos de dos semanas. Para ser eficaz, se me ocurre un plan por el que Sánchez podría conjugar sus dos empeños, los golpes de efecto y el diálogo con Catalunya: preséntese en Barcelona a entablar el diálogo habiendo excarcelado a los presos y permitido el retorno de los exiliados. 

Como quiera que algo así es muy improbable está claro que las conversaciones girarán sobre los presos y exiliados políticos y la restauración de las instituciones legítimas de la Generalitat. Y esto dará para mucho. Pero tanto si se llega a algún acuerdo como si no en el horizonte se mantiene siempre la cuestión que ha dado origen al último tramo del procés, con una hoja de ruta que encendió el proceso revolucionario: la de un referéndum pactado de autodeterminación. Como en Escocia o en el Canadá. Eso era lo que debió haberse decidido hace diez años. De no hacerse ahora, Catalunya seguirá siendo ingobernable y, por extensión, España entera.

Porque no es posible gobernar democráticamente un territorio como Catalunya en contra de la voluntad de la mayoría de sus habitantes. Dictatorialmente, quizá, pero no es el caso. La única posibilidad es llegar a un punto de equilibrio, uno en el que coincidan los intereses de ambas partes porque ninguna de ellas puede, de momento, imponerse sobre la otra. El Estado no puede aceptar el derecho de revolución de Catalunya y Catalunya no puede aceptar el derecho de conquista del Estado. 

Eso es algo que, al final, debe decidir la gente votando libremente en un referéndum de autodeterminación de Catalunya. 

dijous, 7 de juny del 2018

Zafarrancho monclovita de combate

Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado El país veí es rearma, dando cuenta de los primeros nombramientos que ya alumbraban el lunes: Borrell, Batet, Robles, Ábalos. El mensaje, como se dice hoy, era de dureza sobre todo hacia Catalunya. Venía alimentado por el juicio furibundamente antiindependentista de Sánchez, que repite como un loro las falacias derechistas sobre el proceso porque, en realidad, las comparte.

La composición por entero del gobierno, conocida ayer, confirma dos predicciones: gobierno de notables y beligerancia antiindependentista ampliada a antivasquista. Vuelven los "jóvenes nacionalistas españoles" del 82, algunos peinando canas pero con similar ímpetu nacional patriótico. Lo de los notables levantará algunas ampollas entre los fieles militantes que se sientan relegados, pero ese es asunto menor. Lo grueso es la contumaz e incrementada agresividad frente al independentismo y el mantenimiento de la política represiva y autoritaria de la derecha. Con Grande Marlaska es seguro que no se derogará la ley Mordaza. Algunas injusticias claman al cielo. Los presos políticos catalanes preventivos están sometidos a la política de dispersión mientras que, según parece, algunos miembros de la manada, condenados, son trasladados cerca de sus familias. Este no es un gobierno de diálogo sino de mantenimiento de la situación colonial en Catalunya contra toda razón y justicia.

Maravilla la obcecación del nacionalismo español. Al substituir al gobierno de la derecha pero solo para demostrar que tiene aun menos contemplaciones con el Estado de derecho, el PSOE destroza el último argumento que podía esgrimir en Europa para evitar el apoyo de esta a la causa independentista: el de que el conflicto no es una cuestión de Estado, sino una simple desavenencia de partidos.

A continuación, el texto castellano:

El país vecino se rearma


Rajoy ha caído por una moción de censura que prosperó gracias a los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos. Estos últimos aun negociaron una contrapartida en la promesa del PSOE de no tocar los presupuestos. Los catalanes no exigieron nada a cambio. Se tomaron el voto a favor de la moción de censura como una “obligación moral”, lo cual habla mucho de su sentido de Estado, aunque no esté claro de qué Estado se trate.

El voto a favor ha permitido al reino de España librarse del gobierno del partido más corrupto e incompetente de Europa, una verdadera organización de malhechores que ha expoliado el país. Lo que parecía mentira se ha producido: Rajoy se va como vino, mintiendo, engañando y dejando tras de sí la peor ejecutoria de un presidente español. Realmente, el independentismo catalán ha hecho un favor a España en su pretensión de ser admitida en el seno de los Estados democráticos europeos.

Lo que está por ver es si también se lo ha hecho a Catalunya. Durante los preparativos de la moción de censura, algunas voces críticas señalaban que el independentismo no debía votar a favor ya que interesaba más la continuación de la banda de malhechores por el conocido efecto de “cuanto peor, mejor”, una de esas paradojas que M. Rajoy era incapaz de entender y de reproducir. Al final, prevaleció la idea de la “obligación moral” y se votó por facilitar un cambio, un relevo, incluso una “regeneración” en España.

Lo lógico sería esperar una actitud correspondiente de la parte española. No ha habido tal. Los beneficiarios de la moción, PSOE y Podemos, mantienen la ficción de que la ganaron ellos, no deben nada a nadie y actúan en consecuencia, lo cual es lógico pues los independentistas señalaron repetidamente que no votaban a favor de Sánchez sino en contra de Rajoy.

Pero entre ellos mismos, los partidos españoles se ajustan las cuentas. PSOE se alza en solitario como vencedor con sus 84 diputados y excluye del gobierno a Podemos quien pasa por la humillación de instalar y apoyar al PSOE, el partido al que pretendía desplazar. La oferta socialista de integrar a los morados en puestos segundones de la administración es una afrenta más a una organización que tiene más narcisos que militantes.

El gobierno que presenta Sánchez Castejón trae un espíritu confusamente regeneracionista para el Estado y claramente nacional-español para Catalunya y hasta beligerante con ella. En el aspecto general, los propósitos son etéreos y acompañados de las habituales buenas palabras: reformas, progresismo, igualdad, paridad, ecologismo, derechos, etc. En qué medida se concreten es un imponderable dependiente de la debilidad parlamentaria del gobierno.

En las relaciones, España/Catalunya, en cambio, el espíritu está muy definido y las primeras medidas y gestos apuntan a un endurecimiento de la actitud del gobierno del Estado y una continuación de las políticas del PP hasta hacer realidad el obtuso propósito de este de descabezar el movimiento independentista.

Es decir, el país vecino, España, no solo no agradece a los diputados independentistas el gesto de permitirle contar con un gobierno que no sea una banda de ladrones, sino que se apresta a combatir en contra de sus aspiraciones. La base ideológica de este “resurgimiento” del nacionalismo español sedicentemente de izquierda aparece de continuo en las cavilaciones ideológicas de Pedro Sánchez: el independentismo divide a la sociedad catalana; debe cumplir la legalidad vigente; se hará alguna reforma constitucional para mantener a Catalunya dentro del Estado español; se buscará alguna solución “política” al conflicto; se reformará el Código Penal para convertir en delito el independentismo; en España no hay presos políticos y el señor Torra es como Le Pen. El mismo razonamiento que el PP.

Con ese planteamiento ideológico catalanófobo, nada de extraño que las primeras medidas del equipo de Sánchez lleven ese cariz profundamente anticatalán: se mantendrá la intervención de la Hacienda de la Generalitat, los presos políticos seguirán de rehenes del juez Llarena (quien, por cierto, ha sido llamado a declarar por la justicia belga) y se nombra ministro de Exteriores a un catalán agresivo españolista próximo al sector de Societat Civil Catalana, una organización vinculada a la extrema derecha.

El gobierno cuenta con la división del Parlamento para llevar adelante esta política en dos territorios opuestos mediante la “geometría variable”, pactando con los reaccionarios PP y C’s las medidas contra Catalunya y con la izquierda de Podemos y los independentistas catalanes las medidas reformistas y progresistas.

Lo cual está muy bien pero olvida un dato crucial: solo cuenta con 84 diputados y sigue necesitando los votos independentistas para aprobar cualquier medida que no sea contra Catalunya. Las medidas contra Catalunya saldrán de la abrumadora mayoría nacional-española que ha sostenido hasta ahora el 155. Lo que hay en España hoy es un relevo de un gobierno anticatalán de derecha por otro igualmente anticatalán de sedicente izquierda.

dilluns, 4 de juny del 2018

Ni cien minutos

No ha terminado Sánchez de desempacar en La Moncloa y ya lo tienen cercado y sometido a fuego graneado. En un ensayo del tipo de oposición bronca, montaraz, de jabalí que empezará el PP ahora mismo, el macarra Hernando deslegitima el resultado de la moción de censura y trae a colación la idea del golpe de Estado que, al parecer, han dado los aliados de Sánchez. Considerándose despojados inmoralmente de lo que es suyo, lo que les pertenece por derecho divino, esto es, el poder, se disponen a torpedear sus propios presupuestos en el Senado, un depósito de carcamales de extrema derecha dispuestos a hacer lo que se les ordene. Cualquier cosa por obstaculizar e impedir el gobierno del PSOE.

Por supuesto, el sonsonete, que ya empieza a oírse, es la exigencia de nuevas elecciones. Nunca falla, cuando la derecha las pierde en la forma que sea tarda horas en pedirlas nuevas. En este caso, minutos. Según leo, ya las piden también los héroes de la vida social y mediática, como Nadal y Belén Esteban. 

Es claro, no van a darle tiempo ni de sentarse en su despacho. La trasmisión de poderes será un espectáculo de atrocidades de la banda gurteliana y habrá todo tipo de juego sucio, ocultación, destrucción, boicoteos, etc.  En su propio partido, la baronía anda agitada e inquieta y las viejas glorias vigilan de cerca cualesquiera aficiones negociadoras de Sánchez con la hidra del independentismo. Sigue siendo una de las cabezas del triunvirato del 155 y la que más embestía, pidiendo prolongar el artículo de marras y reformar de paso el Código Penal para convertir en delito de rebelión el mero independentismo. Es algo primitivo, pero muy eficaz por estos pagos: no se puede ser independentista igual que antaño no se podía ser masón o arriano. 

Sánchez se mueve con sigilo, escarmentado de épocas pasadas y rumia en secreto su gobierno. Según parece hay una perspectiva de echar mano a figuras relevantes aunque no militantes del PSOE, una idea de gobierno de notables con lo que se quiere dar a entender que esto va en serio, no depende de las vicisitudes del partido y se es consciente de la gravedad de la situación.

C's y Podemos, cada uno por razones distintas, han quedado desdibujados en la peripecia de la moción. Rivera ha dado un paso en falso y su inutilidad ha quedado en evidencia. Podemos, viéndose obligado a encumbrar a quien había venido a "sorpassar", hace de necesidad virtud y habla de los sacrificios en pro del objetivo esencial de librar al país de Rajoy.  Pero hay desencanto en la negativa de Sánchez a la coalición, motivo por el cual, los morados se resignan a estar en la oposición al gobierno al que habían apoyado. 

Los vascos, decisivos en la moción, ya están preparando una batería de reformas (incluida una constitucional) que encamine a Euskadi por una vía de independencia confederal. Vista la incapacidad de Sánchez para entender el conflicto España/Catalunya tengo poca duda de que menos entenderá el España/País Vasco

Por supuesto, los catalanes proveen el sonido de fondo de los tambores lejanos. El govern de Torra es de un independentismo incuestionable. El gesto de la fachada del Palau de la Generalitat deja bien claro su espíritu republicano beligerante. Ni los cien minutos mencionados. Sánchez se ha encontrado la pancarta sobre la libertad de los presos políticos mientras negaba que estos existieran. Alguien podría decir que cabría esperar un trato más suave pero otro le contestaría que no es suavidad lo que el PSOE parece llevar a Catalunya sino, al revés, más represión e involución. El episodio de la moción de censura de Badalona, con una alianza del PSC con el PP y C's así lo prueba. 

Y junto a la beligerancia republicana, un espíritu de negociación y diálogo ofrecido a España. Torra dice estar esperando cuáles son las propuestas de Sánchez para Catalunya. No parece, sin embargo, muy claro que el secretario general del PSOE y hoy presidente del gobierno esté dispuesto a plantear propuestas al Le Pen catalán. 

Mucha gente, incluso próxima al gobierno, pide que se acerquen los presos políticos a su tierra. Muestran buena intención pero pésimo cálculo. No es el acercamiento lo que ha de pedirse sino la liberación completa. Carece de sentido seguir con una farsa judicial que se puso en marcha con un objetivo político una vez que este ha fracasado clamorosamente pues el independentismo catalán es hoy más fuerte y tiene mejores perspectivas que nunca.  

dijous, 31 de maig del 2018

Dos países

Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Què fer?. ¿Qué hacer? Habrá quien me acuse de chupar rueda de Lenin y su ¿Qué hacer?, de 1902. Pero Lenin hacía lo propio con la novela de Chernichevsky, ¿Qué hacer?, de 1863. De si la conocía Lenin da fe el hecho de que la había leído cinco veces. En fin, los títulos son copyleft. 

El ¿Qué hacer? aquí considerado se refiere a la disyuntiva bien visible en el independentismo entre integrar parte de su acción en el sistema político español (votar mociones de censura, participar en elecciones, etc) y abandonar el territorio español (abstenerse de participar) y concentrarse en Catalunya. Decidida partidaria de la ruptura, la CUP, que no tiene representanción en las Cortes. Partidaria de la integración (transitoriamente), ERC. En una posición intermedia, aunque con tendencia a la ruptura, el PDeCat. 

Ese es el tema. Aquí, la versión castellana.


¿Qué hacer?                                                    
                                                                                               
Esta es siempre la cuestión, que se plantea cuando hay disyuntivas. ¿Qué hacer entre dos opciones?

Salga como salga la moción de censura, todo el aparato político institucional español pone proa a elecciones anticipadas. Si gana Rajoy no será desde luego por sus méritos y le espera un resto de legislatura infernal, abrasado por las sucesivas sentencias de la Gürtel y en soledad parlamentaria absoluta, lo que lo llevará a elecciones. Si gana Sánchez con un aliado incómodo y un parlamento hostil, se verá igualmente obligado a convocar elecciones sobre todo teniendo en cuenta la desconfianza con que su partido mira la alianza de gobierno y los contactos con los independentistas.

Elecciones en todo caso. En el reino de España. Aquí se plantea la cuestión ¿qué hacer? ¿Participar o no participar en ellas? Asunto peliagudo porque hay razones cruzadas y de distinta índole. Las hay de cálculo, materiales, de eficacia y las hay de valor simbólico, de pronunciamiento, de desobediencia.  Participar es aceptar la legalidad española; no participar, permitir más anticatalanismo en las Cortes españolas.

La República tiene su propio calendario que, es de suponer, podrá ir aplicándose ordenadamente a medida que el Estado levante sus prohibiciones y las instituciones catalanas puedan funcionar. Pero, según como vayan las cosas, parte de ese calendario son unas posibles elecciones anticipadas. Como en España, pero en Catalunya. Es una cuestión de tiempos. La ironía de la situación es que el impacto de unas elecciones catalanas en España es ahora superior al de unas elecciones españolas en Catalunya.  Hace un par de años algo así era impensable.

Una decisión independentista de abstenerse en las elecciones generales españolas viene amparada en la idea de que son cosa de otro país. Al margen de la decisión que los indepes adopten en este asunto, el ánimo con que se plantea es el mismo: se trata de otro país y los asuntos que le conciernen son de otro país. Tómese el despliegue de los medios de comunicación en España y Catalunya. Todo el mundo sabe (incluidos organismos internacionales) que el sistema mediático catalán es mucho más plural que el español, sometido a la censura. La consecuencia obvia es que los catalanes están mucho mejor informados que los españoles no ya solo sobre Catalunya sino sobre España también. No existiendo pluralismo mediático español en lo relativo a Catalunya, lo que las audiencias reciben es la fábula del gobierno, elaborada por sus publicistas y escribas orgánicos y difundida obedientemente por los medios.

La cuestión es si merece la pena tomarse en serio esa fábula, perder el tiempo con las campañas mediáticas de corte negativista acusando a los independentistas de nazis, racistas, excluyentes, identitarios, xenófobos, supremacistas, etc. Quizá sea más práctico concentrarse en la defensa frente a los actos de agresión callejera de las bandas fascistas relacionadas con las cloacas del Estado, encendidas con los discursos de los ideólogos del régimen y sus organizaciones criminales más o menos fundidas con los partidos ultras.

Tómese esa ridícula acusación de supremacistas a los independentistas catalanes que Pedro Sánchez anda repitiendo por doquier sin saber lo que dice o la de “nazis” de Alfonso Guerra que sí sabe muy bien que miente como un bellaco.  Andan los del bloque del 155 y sus siervos en la prensa muy afanados buscando pruebas fehacientes de ese supremacismo y racismo. Unas declaraciones antañonas de Pujol, alguna referencia de Mas, los artículos y tuits de Torra, alguno de Puigdemont. Y con estos mimbres descontextualizados y/o directamente falseados, pretende construir una imagen del independentismo que permita oponerse a él no por razón de un colonialismo autoritario y retardatario, sino de la lucha por la libertad de los pueblos.  Cuando la derecha convierte un movimiento democrático y pacífico de millones por la libertad en una conjura de unos políticos supremacistas hace el mismo ridículo que cuando la izquierda lo atribuye a una confabulación de la burguesía corrupta.

Realmente, no merece la pena. Es en verdad otro país, tanto en la derecha como en la izquierda. Toda la virulencia y demagogia de los propagandistas del 155 solo prueba el desconcierto del bloque unionista, incapaz de articular una defensa de su concepción de España frente a la iniciativa independentista.  Las acusaciones de racismo y supremacismo quieren dar a entender que la República Catalana nace en un clima antidemocrático mientras que España sería al contrario un Estado democrático de derecho. La realidad es justamente la contraria: el independentismo catalán es un movimiento democrático que aboca a una Estado de derecho mientras que España es una dictadura de hecho en una situación de excepción y en la que, como en todas las dictaduras, hay presos, exiliados y represaliados políticos. Y presas, exiliadas y represaliadas políticas.


dimecres, 30 de maig del 2018

La cara catalana de la moción de censura

Sánchez se ha lanzado a la piscina probática, fiado en la leyenda de curación y purificación. Presenta su iniciativa como una obligación moral de librar al país de una especie de maldición: un gobierno corrupto e incompetente y muy pegajoso, por cierto. Hay una especie de convicción general de que la salida del gobierno y el partido de la Gürtel y de su presidente, M. Rajoy, el de los papeles de Bárcenas, es un requisito para abrir una época nueva de normalización y regeneración democrática. Es el espíritu de un artículo de Angels Barceló, en pro de un sí a la moción de Sánchez o el de Jaume Roures, quien espera diálogo de un triunfo de la moción.

No obstante, la moción no tiene garantizado el triunfo. Los "contactos" de Sánchez están condicionados por la actitud de su partido en lo catalán y su fuerte compromiso propio con el 155. Es lógico que se niegue a los detalles y plantee la iniciativa en el terreno de los principios. Pero también es lógico pensar que, al no negociar nada, está pidiendo un cheque en blanco, cosa delicada vista la trayectoria del personaje. Para conseguir el voto ajeno no basta con echar al PP; es preciso especificar en qué va a cambiar la política del gobierno y del Estado. Con C's ya a la contra, la moción depende de los independentistas y, además de estos, del PNV.

Hay una polémica en el seno del independentismo ERC parece dispuesta a apoyar la moción por el criterio dar prioridad a la salida de M. Rajoy. PDeCat es reticente y la ANC, por boca de su presidenta, Elisenda Paluzie, contundente: les da igual quién presida el gobierno español. Es la tesis de los dos países y cada uno a lo suyo. ERC piensa que arrastrará al PDeCat, pero eso no está garantizado. La verosimilitud del argumento de que, para Catalunya, Sánchez pueda ser peor que M. Rajoy la ha alimentado el propio Sánchez, guerrero de la reforma del Código Penal para ilegalizar el independentismo. A su vez, el PNV vacila, como siempre, entre el deber y el interés. Y vacilando sigue. Luego de zascandilear largo rato, como acostumbra, C's parece decantarse por apoyar a la Gürtel votando en contra o absteniéndose ya que su interés ha pasado a ser elecciones inmediatas. 

Todo ello forma negros nubarrones en el horizonte del PSOE. La moción puede fracasar. De hecho ello no cambiaría gran cosa en el caos actual, salvo la esperable crisis interna del PSOE. Una más.

Porque el fracaso de la moción no tendría por qué venir seguido necesariamente de dos años más de esta catástrofe bíblica del PP. También podría materializarse otra operación de tintes sórdidos pero posibles: una llamada "moción instrumental" para convocar elecciones, presentada por C's, a quien Podemos prestaría los tres diputados más necesarios. Digo sórdidos porque esta alianza o unidad de acción es la que Podemos rechazó como pretexto para votar "no" a un gobierno de Sánchez en 2015 y la que, en cierto modo, ha estado presente para no sumar C's a una moción presentada por PSOE y C's. 

Pero lo de sórdidos es suave en exceso cuando se mira desde otro lado: si la moción de censura de Sánchez fracasara y, en cambio, triunfase otra "instrumental" Podemos/C's, estos partidos pillarían al PSOE en mitad de una crisis, sin secretario general o con uno muy mermado y quizá se hiciera realidad el anhelado sorpasso. Si esto tiene algo que ver con el interés general es cosa que queda a juicio de cada cual. Porque esa moción tendría menos votos que la del PSOE con lo cual, en efecto, el fracaso de la moción del PSOE conduciría a dos años más de gobierno del PP. 

Torra ha desbloqueado la formación del govern y lo ha hecho de modo muy combativo anunciando una querella por prevaricación contra Rajoy a lo que de inmediato seguirá la petición de levantamiento del 155. Lo que venga a continuación dependerá del resultado e la moción de censura y de las probables elecciones generales. En las cuales se planteará la misma cuestión que ahora de si los independentistas deben o no participar en el juego de las instituciones de España que, al fin y al cabo, es otro país. 

divendres, 25 de maig del 2018

Hoy, en Arenys de Munt

¿Se acuerdan de Arenys de Munt? Aquí empezó todo hace casi diez años, con el primer referéndum local sobre la independencia de Cataluña, movido por la CUP. El resultado fue de un 96,2% de síes y un 2,3% de noes. Posteriormente estas consultas se generalizaron hasta alcanzar la nacional catalana del 9 de noviembre de 2014. Luego, el movimiento se aceleró hasta llegar al momento actual en efervescencia republicana.

Hoy volvemos a Arenys a una xerrada de recapitulación, por así decirlo, en la que hablaré con Marc Colomer de este apasionante tema de España vs. Catalunya y del Estado fallido español. Por supuesto, no  trataremos solo cosas tas abstractas y teóricas, sino que habrá lugar para la actualidad. Un país gobernado por un partido de ladrones desde hace años, ladrones desorejados, ladrones que no se cortan un pelo, ladrones y delincuentes y gentuza que no ha hecho más que mentir, robar, apalear a la ciudadanía, engañar a todo el mundo, corromper todas las instituciones, falsificar documentos públicos, expoliar los bienes comunes. Un país cuyo gobierno pretende seguir como si nada tras una sentencia según la cual su partido,  con el jefe a la cabeza, no es otra cosa que una manga de delincuentes y sinvergüenzas. Tarea en la que está ayudado por un partido neofalangista, C's que no es otra cosa que un alter ego de la derecha ladrona y hermano de viaje del partido socialista más corrompido ideológicamente en Europa, el PSOE.

En fin, nos veremos en Arenys de Munt, a las 19:30 (y espero ganarme un premio por entender las horas en catalán), convocados por la ANC en la Sala municipal de Arenys de Munt. Luego habrá un sopar groc i solidari.

Una de abajofirmantes

Ayer tuve el honor de presentar la declaración firmada por intelectuales y artistas catalanes (con dos o tres firmas de españoles) en contra de la represión y por la República Catalana. Lo hice después de asistir a un xerrada contra el 155 con miembros del departament de interior de la Generalitat en mitad del carrer y antes de sumarme a un sopar groc en Figueres en el que se recogieron más de 10.000 euros para la caja común de resistencia y ayuda a los presos. Enorme orgullo, francamente. Escuché a Montse Bassa, hermana de Dolors, presa en Alcalá Meco y dije lo que pensaba sobre los presos políticos y lo que, en mi opinión, es preciso hacer para sacarlos de la cárcel. Si me llega vídeo del acto (así como del del dpto de Interior), lo subiré a Palinuro.

En la declaración, que se presentaba en el "espai Vila Webb", con participación de Vicent Partal, director del diario, no cupimos en el salón previsto y fue necesario repetir luego el acto en el exterior.

Una conclusión se saca de los tres actos: aquí no se para nada en tanto siga habiendo presos/as y exiliados/as políticos/as.


dijous, 24 de maig del 2018

¿Es una rebelión? No, Sire, es una revolución

Mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado La revolución catalana, en el que, con el ánimo más constructivo posible, se pretende aclarar a los jueces la diferencia entre una rebelión que se afanan en buscar y no encuentran y una revolución que se encuentran a cada paso sin buscarla. Aclaración necesaria porque en la formación intelectual de sus señorías impera una lógica franquista que no les permite ver la realidad. No existe rebelión porque no hay violencia. Hay una revolución. Pero esta no puede perseguirse penalmente. No es un cocncepto jurídico, sino prejurídico, político, sociológico, filosófico. No es un delito. Más fríamente: la revolución solo es delito si fracasa porque, entonces, los vencedores juzgarán a los vencidos con su código y los acusarán de rebelión. Eso es lo que hizo Franco: condenó por rebelión a quienes habían defendido la legalidad frente a su rebelión. Que esto fuera justo o no, en aquella situación de dictadura, era indiferente. Como lo es ahora en la de dictadura actual.

Pero eso es solo si la revolución fracasa. Si triunfa se inaugura un orden jurídico nuevo en el que aquella acusación de rebelión se reduce a lo que es: un disfraz jurídico de una persecución política, ideológica, contra el independentismo. Que la revolución no violenta, democrática, transversal, fenómeno político articulado a través de la desobediencia y la resistencia pacífica, triunfe o no, no depende de los tribunales, sino de la correlación de fuerzas entre el independentismo y el nacionalismo español en el contexto internacional de hoy. 

Aquí, la versión castellana:

La revolución catalana


Sus señorías están desconcertadas. Llevan seis meses hablando de rebelión y esta no se manifiesta por lado alguno; al menos según su propia definición que exige la presencia de violencia. Violencia de verdad, no la imaginaria. No un ceño fruncido, una voz más alta que otra o algún gruñido. Violencia en serio. Como la que ejercen las fuerzas de seguridad del Estado cuando reciben la orden de apalear ciudadanos sin miramientos. De ahí, para arriba. Violencia como el atentado de las Ramblas. Y de eso no hay ni rastro en la acción del movimiento independentista que lleva años ejerciéndose y en todo tipo de contextos. No hay violencia y no pueden inventársela, aunque lo intentan. Por tanto, no hay rebelión.

Lo que hay es una revolución. Pero esta no está en el código penal, no es un delito. Es un concepto político y hasta filosófico pero no jurídico. Y, sin embargo, en cuanto alteración radical del ordenamiento jurídico es el peor y más general de los delitos. Pero no se puede castigar por no estar definido como tal. Y no se puede castigar porque, además de lo problemático de la definición, el derecho penal de la modernidad, como el civil, nace precisamente de una revolución, la francesa. En realidad, la rebelión no es más que una revolución fracasada y reprimida por el poder. Cuando triunfa, nadie la condena y hasta es la fuente del derecho.

Es el caso de la revolución catalana, a la que el Estado, evidentemente, no puede hacer frente porque no la entiende. Hace años que los comportamientos individuales y colectivos del independentismo catalán no encajan en los tipos delictivos del derecho penal español. Como tampoco lo hacen en los esquemas mentales de los políticos que rivalizan (o debieran rivalizar) por conseguir la gobernación del Estado. Aplican estos concepciones estereotipadas trasnochadas, incapaces de dar cuenta de la novedad del independentismo catalán. Y llegan al delirio. El señor Sánchez ha arremetido contra el “supremacismo” y “racismo” del señor Torra con una base documental falsa y manipulada con auténtica pasión justiciera. Lo ha comparado con Le Pen muy contento de haber encontrado un supuesto punto débil en el adversario, lo que le ahorra tener que razonar por qué está en contra de las demás cuestiones. Sin embargo resulta que el señor Torra no es racista ni xenófobo y, para amigos de Le Pen, los socios de Sánchez, C’s, que se fotografían gustosos con cuanto lepenista encuentran y andan en negociaciones con el señor Valls, el de la expulsión de las niñas gitanas.

Esta obstinación en que nada se mueva, en que no hay innovación, muy típica de España, va contra el ciclo largo de cambios que se viene dando en Europa desde el fin de la guerra fría y la división en bloques. Todo el sistema político continental ha tenido y sigue teniendo cambios de gran envergadura. Han aparecido y desaparecido Estados, han cambiado regímenes políticos, han mutado o se han reformado estructuras constitucionales, ha habido cambios radicales de sistemas de partidos, las fronteras heredadas de la guerra han mudado, se han creado y destruido asociaciones, alianzas y coaliciones de todo tipo, las ideologías han resucitado y son administradas por los medios de comunicación.

Algunos ejemplos de innovaciones y singularidades: en Portugal hay un gobierno de unidad de la izquierda que funciona; en Italia se inicia un curso tempestuoso de la mano de dos partidos que todos califican de antisistema, La Liga y el M5 estrellas, por el que nadie daba un euro hace un par de años; la UE, aquejada de Brexit, tiene que encontrar una nueva forma de justificación y organización.

En ese clima europeo de cambio y mudanza, la revolución catalana como un movimiento transversal, sin distinción de clases, pacífico, cívico, democrático con un enorme respaldo social a través de asociaciones que forman un entramado con gran capacidad de movilización es un fenómeno nuevo para el Estado. No lo es en sí mismo, pero sí para un Estado que jamás se vio obligado a enfrentarse a él más que por la fuerza de las armas. Y ahora no es el caso. Y no sabe qué hacer.

La falta de competencia y experiencia de los políticos españoles se debe a que nunca han tenido que hacer política de verdad. Nunca por ejemplo ha habido gobiernos de coalición en España desde la muerte del dictador. Su espíritu es de imposición y no de negociación y, a base de perseverar en ese error, a base de abordar una cuestión política como una de orden público, a base de judicializar y, por tanto, cegar, toda posibilidad de entendimiento, han llevado la situación a un punto de todo o nada.

Un punto en el que creen que van a ganar porque el nacionalismo español tiene la fuerza y la emplea y el independentismo catalán está “descabezado”, maniatado, controlado e intervenido. Da la impresión, sin embargo de que es al revés: el nacionalismo está al final de la escapada pues únicamente puede conservar su dominio en Catalunya por medios represivos, a través de una dictadura de hecho que no podrá prolongar.

Enfrente se encontrará una sociedad en revolución, no en rebeldía, que no está dispuesta a ser gobernada como una colonia. Y la desobediencia civil y la resistencia pacífica de esa sociedad acabarán prevaleciendo sobre la imposición.

Hoy, jornada democrática

Hoy hay convocados diversos actos democráticos de lucha por las libertades y la democracia así como de solidaridad con los presos políticos y por su inmediata liberación. Me sé algunos.

A propósito de los presos políticos la fulminante detención de Eduardo Zaplana, seguida de la de otros pájaros como Juan Cotino y su sobrino con sus efluvios de cosa nostra tiene al personal boquiabierto. No por los delitos imputados que, al fin y al cabo, son los habituales: cohechos, malversaciones, blanqueo, fraudes, comisiones, sino por la enésima comprobación de que este país ha estado y está gobernado por delincuentes.

Y espérese la sentencia sobre la caja B del PP, que está al caer. Cosa de averiguar cómo podrá probar M. Rajoy que no sabía nada de ella cuando de ella cobraba.

Bueno, en todo caso, zanjan esa cuestión de si se trata de presos políticos, como dicen los independentistas o de políticos presos, como dicen los del 155. Se trata de presos políticos, los indepes, y de políticos presos, los del PP.

A las 14:00 en el passeig Sant Joan-Diputación tendremos una xerrada sobre el apasionante tema del art. 155, su injusto pasado, su ilegal presente y su imposible futuro. Convoca la Assemblea de Treballadors/es per a la defensa de las institucions catalanes. Departament d'Interior. Obviamente un colectivo con una problemática específica con el que no solo es preciso hablar sino, sobre todo, al que hay que escuchar.

Después de este acto, a las 16:00, el gran Vicent Partal y un servidor presentamos una declaración en contra de la represión y a favor de la República. Es iniciativa muy laudable del Col.lectiu Pere Quart en defensa de la literatura catalana a les aules. Lleva la firma de numerosos intelectuales y profesionales catalanes y algunos, escasísimos, ¡ay!, españoles.  Será en el llamado "Espai Vila Web", carrer Ferlandina, 43, Barcelona. Abierto al público. Se pide la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados, el levantamiento de las sanciones, el cese de la intervención de la Generalitat, la devolución a Catalunya de sus instituciones de autogobierno.

Por último, acabaremos la jornada con un sopar groc solidari en Figueres, en el restaurante Pa Volador a las 21:00. Un convivio, un ágape solidario con los presos políticos, que necesitan el apoyo espiritual y material de aquellas/os a quienes representan muy dignamente y con gran sacrificio personal y familiar. 

Creían los del 155 que la extremada dureza en la represión tendría un efecto aniquilador, que "descabezaría" el movimiento, rompería el espinazo de la resistencia y acallaría por amedrentamiento el independentismo. Aplicaron la plantilla del País Vasco mecánicamente. Por eso están tan interesados en vincular el independentismo a ETA. Sin embargo, la combinación de brutal represión instantánea y momentánea del 1-O con la no menos brutal prolongada en el tiempo de los encarcelamientos injustos a la mínima de cambio y la dispersión de los presos han conseguido lo contrario de lo que pretendían. Es completamente estúpido, pero han proporcionado al movimiento independentista una motivación simbólica de carácter moral que ellos (entre los que abundan los Zaplanas) son incapaces de entender. Incapaces de entender que no uno o dos o dos docenas, sino millones de catalanes no están dispuestos/as a llamar "normal" a una situación en la que sus legítimos representantes están en la cárcel o en el exilio.

Y no será porque no se les haya advertido hasta la saciedad: la represión cerrada, ciega, sin contrapropuesta de ningún tipo,  es contraproducente. La dictadura provoca la desobediencia civil legítima. La tiranía, la resistencia pacífica. 

Esto es Europa, señoras y señores, siglo XXI. Los gobiernos no pueden hacer lo que quieran con sus pueblos.  

dimecres, 23 de maig del 2018

Pudiera ser la gota

Sí porque, en sí mismos ¿qué son diez millones de €? Una futesa. Por esa ridícula cantidad, González ni contestaba a un whatsap. ¿Qué son diez millones de €, hoy que la bolsa del robo cotiza cientos, miles de millones de estafas, fraudes? Cierto,  dibuja un perfil del personaje Zaplana que los tenía en un calcetín en el Uruguay, esperando un decenio para abrazar de nuevo sus doblones, como el tío Gilito. Un perfil psicológico de mangante previsor. Pero el asunto no es Zaplana. No es como el chocolate del loro. Se parece más a la mosca en la sopa.

En efecto, el escándalo no está en la cantidad de millones. Ha habido y hay expolios mucho mayores: los EREs andaluces, el 3% catalán, la Gürtel, la Púnica, Lezo, etc. De hecho, toda la política económica de la derecha (y, en parte, la izquierda) ha consistido en esquilmar el país. Las privatizaciones son apropiación de la público por lo privado a precio de ganga y condiciones privilegiadas que incluyen la socialización de las pérdidas. El sueño del capitalista explotador son las autopistas radiales de Madrid. Y eso es solo la punta del iceberg. El gobierno del PP (el de la mayoría absoluta) ha sido un instrumento obediente mediante el cual los empresarios y la banca han expoliado el país por vías legales e ilegales y lo han dejado con una deuda impagable. Todo el gobierno del PP ha sido un robo. En su política y en el comportamiento de sus políticos. La descripción judicial de este como una asociación de malhechores se queda corta. Un partido con ochocientos imputados y una caja B de la que cobraban sobresueldos muchos de sus dirigentes, incluso cuando ocupaban cargos públicos, como el hoy presidente M. Rajoy, debiera ser ilegalizado.

A lo mejor la detención de Zaplana es la gota que colma el vaso. Desde luego, la de su compinche Cotino, que fue director general de la Policía Nacional ayuda bastante.

La pregunta inmediata es en manos de quién ha estado y está este país. Con qué legitimidad reclama M. Rajoy a los indepes catalanes el cumplimiento de una ley que él lleva años saltándose, al frente de un partido que es una presunta asociación de malhechores. ¿Cómo se puede pedir el cumplimiento de la ley cuando no se respeta el resultado de las elecciones del 21 de diciembre de 2017? ¿Qué sentido tiene reclamar legalidad en el funcionamiento institucional cuando no se respeta la división de poderes y los jueces se extralimitan en sus atribuciones? ¿Con qué autoridad está el gobierno de la Gürtel y sus dos ayudantes PSOE y C’s, interfiriendo el normal desarrollo del autogobierno de Catalunya a base medidas ilegales y arbitrarias?

Las fotos con el careto patibulario de Zaplana (no mucho más de cuando estaba en la gloria) marcan el tono de esta marcha fúnebre del nacionalismo español hacia su destrucción.

Mañana jornada democrática

Mañana hay convocados diversos actos democráticos de lucha por las libertades y la democracia así como de solidaridad con los presos políticos y por su inmediata liberación. Me sé algunos.

A propósito de los presos políticos la fulminante detención ayer de Eduardo Zaplana, seguida de la de otros pájaros como Juan Cotino y su sobrino con sus efluvios de cosa nostra tiene al personal boquiabierto. No por los delitos imputados que, al fin y al cabo, son los habituales: cohechos, malversaciones, blanqueo, fraudes, comisiones, sino por la enésima comprobación de que este país ha estado y está gobernado por delincuentes.

Y espérese la sentencia sobre la caja B del PP, que está al caer. Cosa de averiguar cómo podrá probar M. Rajoy que no sabía nada de ella cuando de ella cobraba.

Bueno, en todo caso, zanjan esa cuestión de si se trata de presos políticos, como dicen los independentistas o de políticos presos, como dicen los del 155. Se trata de presos políticos, los indepes, y de políticos presos, los del PP.

En todo caso, a las 14:00 en el passeig Sant Joan-Diputación tendremos una xerrada sobre el apasionante tema del art. 155, su injusto pasado, su ilegal presente y su imposible futuro. Convoca la Assemblea de Treballadors/es per a la defensa de las institucions catalanes. Departament d'Interior. Obviamente un colectivo con una problemática específica con el que no solo es preciso hablar sino, sobre todo, al que hay que escuchar.

Después de este acto, a las 16:00, el gran Vicent Partal y un servidor presentamos una declaración en contra de la represión y a favor de la República. Es iniciativa muy laudable del Col.lectiu Pere Quart en defensa de la literatura catalana a les aules. Lleva la firma de numerosos intelectuales y profesionales catalanes y algunos, escasísimos, ¡ay!, españoles.  Será en el llamado "Espai Vila Web", carrer Ferlandina, 43, Barcelona. Abierto al público. Se pide la libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados, el levantamiento de las sanciones, el cese de la intervención de la Generalitat, la devolución a Catalunya de sus instituciones de autogobierno.

Por último, acabaremos la jornada con un sopar groc solidari en Figueres, en el restaurante Pa Volador a las 21:00. Un convivio, un ágape solidario con los presos políticos, que necesitan el apoyo espiritual y material de aquellas/os a quienes representan muy dignamente y con gran sacrificio personal y familiar. 

Creían los del 155 que la extremada dureza en la represión tendría un efecto aniquilador, que "descabezaría" el movimiento, rompería el espinazo de la resistencia y acallaría por amedrentamiento el independentismo. Aplicaron la plantilla del País Vasco mecánicamente. Por eso están tan interesados en vincular el independentismo a ETA. Sin embargo, la combinación de brutal represión instantánea y momentánea del 1-O con la no menos brutal prolongada en el tiempo de los encarcelamientos injustos a la mínima de cambio y la dispersión de los presos han conseguido lo contrario de lo que pretendían. Es completamente estúpido, pero han proporcionado al movimiento independentista una motivación simbólica de carácter moral que ellos (entre los que abundan los Zaplanas) son incapaces de entender. Incapaces de entender que no uno o dos o dos docenas, sino millones de catalanes no están dispuestos/as a llamar "normal" a una situación en la que sus legítimos representantes están en la cárcel o en el exilio.

Y no será porque no se les haya advertido hasta la saciedad: la represión cerrada, ciega, sin contrapropuesta de ningún tipo,  es contraproducente. La dictadura provoca la desobediencia civil legítima. La tiranía, la resistencia pacífica. 

Esto es Europa, señoras y señores, siglo XXI. Los gobiernos no pueden hacer lo que quieran con sus pueblos.  

dimarts, 22 de maig del 2018

La conquista del Estado

En las memorias de quienes vivieron los años oscuros del nacimiento de los fascismos suele aparecer una observación: al principio, la gente normal, se tomaba a risa aquellas formaciones y organizaciones de exaltados y radicales. Hasta que los llantos y la sangre anegaron Europa.

El fascismo tiene siempre un punto ridículo, pero escasa gracia. En efecto, las redes hicieron picadillo el discurso patriótico del político catalán. Mucho ingenio, sí; y mucho peligro. El discurso de Rivera fue una típica arenga fascista, al estilo de La conquista del Estado con una retórica joseantoniana. Añádase el comportamiento de los "descontrolados" que van embozados provocando y luego resulta que algunos son de C's y se va componiendo el cuadro del auge de un movimiento de ultras con una base electoral fuerte, alimentada por su demagogia anticatalana llevada a sus últimas consecuencias. 

Demagogia anticatalana pero aplicando tácticas, por asi decirlo, catalanas. Lo que la arenga de Rivera inauguraba era una organización social, al estilo de la que tienen en Catalunya y es un fracaso, la SCC. Aquí se llamará España ciudadana y será interesante ver si prospera como las catalanas.

La prensa apenas ha prestado atención a este acto de vintage fascista cañí (aparición de Marta Sánchez), con la atención al mundo cosmopolita (opción Manuel Valls) y todo envuelto en los gritos de rigor de España, una, grande, libre. El nombre del caudillo está por ver, porque hay competencia.

La que representa el PSOE de Sánchez, que enarbola la misma bandera nacional-española y encabeza la facción más dura del 155, la más beligerante con el independentismo. Hasta el extremo de atacar a Torra por "racista" y compararlo con Le Pen. Es una muestra palmaria del proceso de fascistización del secretario general. A nada que lea los textos de los que habla, verá que Torra no es racista y sabe perfectamente que si alguien en España está relacionado con Le Pen son sus socios C's. El fascismo es así, típicamente proyectista: te acusa de hacer lo que él hace. 

Sánchez apunta alto como candidato al caudillaje nacional-español: quiere prolongar indefinidamente el 155, con mayores restricciones y sin convocatoria de elecciones. 

Como se ha dicho a veces chez Palinuro, esto es la dictadura. Seguramente esa que anhela el socio de Sánchez, que no tiene libertad, pero sí cierta paz y orden.  El mismo que propone restringir las redes sociales  en estado de excepción. Un ámbito que los psicópatas que redactaron la Ley Mordaza pasaron por alto, en donde rige la más descarada libertad de expresión y en donde se confunde la libertad con el libertinaje, como decía Franco. 

Claro que los socialistas no se quedan atrás y proponen modificar el Código Penal para que se tipifique como delito de rebelión cualquier manifestación aunque sea pacífica. A estos efectos, ¿hay alguna diferencia apreciable entre el PSOE y C's? A mi entender, no. Y más; tampoco la hay entre esos y el PP. El triunvirato del 155 impera.

Lo que hay en España es una dictadura de hecho del 155 que, aunque sea levantado si el gobierno corrige su error de vetar la publicación de los nombramientos, lo será muy transitoriamente y con un escrutinio permanente de los actos de la Generalitat que tendrán siempre un grado elevado de confrontación. El 155 estará presente como amenaza extraordinariamente fácil de cumplir pues depende de la aprobación del Senado. 

Como presente estará la resistencia de una población empeñada en recuperar el pleno uso de sus instituciones republicanas y su derecho a decidir.

dilluns, 21 de maig del 2018

Llegó la Patria

La Vanguardia no se corta y habla de "carrera electoral", justo lo que todos los demás, unos más sinceramente que otros, rechazan. No es el momento; no es el momento.

El bloque del 155 se niega a autorizar la publicación del decreto de nombramiento del govern en el DOG en su integridad porque incluye los nombres de dos presos y otros tantos exiliados políticos. De inmediato se ha armado un guirigay jurídico por entenderse que el gobierno se extralimita groseramente en sus funciones e incurre en ilegalidad e inconstitucionalidad. De un lado invade el territorio de los jueces que son quienes deben decir si sus presos salen o no y, de otro, incumple una obligación taxativa, pues la publicación del decreto en el DOG no es discrecionalidad sino un acto debido.

Todo esto son las quisicosas del funcionamiento institucional ordinario. Un revoltijo confuso en el que prevalece el hosco ceño del PSOE, dispuesto a prolongar un 155 endurecido hasta las calendas griegas y a reformar el Código Penal para convertir en delito el independentismo. Es decir, dispuesto a liquidar el remedo de Estado de derecho que es España para convertirla en dictadura.

Tan autoritaria y represiva es la respuesta española que, sin temor al ridículo, El País afirma que la extensión del 155 obliga a Torra a gobernar con Rajoy y sus ministros. Alguien con sentido del humor podría decir que la Gran Coalición que se vislumbra no es PP-PSOE, sino PP-Independentistas. Con menos sentido del humor y más realismo, se puede interpretar que el Estado español intensifica su tratamiento colonial de Catalunya. Si el Govern no puede gobernar ni el Parlament legislar ni la Hacienda catalana administrar, si la intervención del Estado en forma de gobierno directo alcanza, como parece que hará, a los medios de comunicación públicos, ¿qué otra opción queda a la Generalitat sino convocar elecciones y a la población ofrecer resistencia pasiva a la autoridad española?

La hipótesis de elecciones generales cobra fuerza. Sostenemos que los dos partidos dinásticos, PP y PSOE juegan a ellas, perfilando una posible alianza de Gran Coalición. Y, con todo descaro, C’s. El mitín de ayer, una especie de aggiornamento de la estética fascista de los años treinta ha encontrado un eco alarmado en las redes y preocupa mucho a los partidos “de orden”. La retórica patriótica del joven cara al viento “solo veo españoles”, es como la del Kaiser Guillermo II que solo veía alemanes antes de enviarlos a matarse contra los franceses. El culto a la nación española más resabiado y cañí con los efluvios seudoliberales del “patriotismo constitucional”. El eclecticismo de Rivera, que otros consideran erróneamente falta de principios lo absorbe todo. Lugar al que va, conflicto al que se enfrenta, consigna que se apropia si cuenta con mayoría electoral.

Los dos partidos dinásticos tradicionales miran con horror el ascenso del fascismo sonriente de espabilados brokers que, además plagian tácticas vencedoras en Catalunya, esto es, la movilización social, un éxito del independentismo. Lo han intentado en la propia Catalunya con organizaciones como SCC y similares, pero no les ha salido. Están muy identificados con la extrema derecha española. Ahora prueban suerte en España. Es la segunda vez que Rivera lo intenta. Lo hizo en 2012, con un Movimiento Ciudadano de escaso éxito y reincide ahora con una España ciudadana, en un alarde de sincretismo comunicativo en donde se juntan los patriotas del garrote y los de las tarjetas black. El terror de los dos partidos de la vieja escuela conmueve el ánimo. No saben cómo hacer frente a un discurso con el que, en el fondo, se identifican. Debieran tranquilizarse porque el nuevo experimento tampoco cuajará.

La situación de la izquierda es de velorio. Podemos ha quedado reducido a una cuestión de catastro y el PSOE, en su frenesí nacional español, está aceptando las motivaciones de la “cruzada” de 1936.

El horizonte electoral se complica por otras vías. Hay también municipales y autonómicas; queda por ver si las catalanas son antes o después o durante las generales; y, sobre todo, queda por ver si los independentistas se presentan a las elecciones generales. Es un asunto que afecta a la República Catalana. ¿Tiene sentido enviar representantes al órgano legislativo de un país extranjero? Teóricamente, no; prácticamente, es posible que sí. Poco o mucho, el poder en España reside en el Parlamento. Si los independentistas no envían diputados, toda la representación catalana será unionista, salvo que aquellos sostengan que las generales no se celebran en Catalunya y lo impongan, pero ello abriría un escenario lleno de imponderables. Quizá la imposición no pudiera mantenerse pero dejaría sin valor legitimatorio a las elecciones.

diumenge, 20 de maig del 2018

La dictadura se sucede a sí misma

Lo dicho. Entre las dos opciones que el bloque independentista tenía (proponer a Puigdemont o un "alter ego" de Puigdemont) había solo un periodo más o menos duradero. Prácticamente, ni periodo ha habido. El gobierno se niega a publicar los nombramientos en el DOG y, por tanto, no serán efectivos... a su ojos. El president Torra los ha citado a tomar posesión el miércoles. Son dos realidades que evolucionan por separado, la República Catalana en situación de excepción y el Estado español que también está sometido a la excepcionalidad que él mismo ha impuesto. Desde el punto de vista de la República, es una situación forzada y artificial, con la que ha de convivir. Desde el del Estado, algo inadmisible pues afecta a la unidad de mando.

La cuestión es si el Estado puede mantener su actitud represiva sin convertirse en una dictadura o gobierno no sujeto a la ley; ni siquiera a su propia palabra. Había un compromiso de levantar el 155 cuando Catalunya tuviera un gobierno legal. Tiene gobierno y es legal. ¿Por qué afirma el gobierno central que no lo es y le niega la inscripción en el BOC? Los presos y exiliados políticos tienen sus derechos políticos intactos en tanto no hayan sido condenados o inhabilitados por sentencia firme. Negárselos es atentar contra ellos. Y como todo esto acabará en una instancia judicial europea conviene guardar nota de los desmanes.

El gobierno insiste en que prolonga el 155 para proteger a la mayoría de los catalanes, pero eso es falso. La mayoría de los catalanes apoya al govern que el Estado boicotea. El gobierno central se empeña en gobernar Catalunya en contra de la voluntad de los catalanes; está actuando como un gobierno tiránico y perdiendo el derecho a exigir obediencia a los ciudadanos a cuyos deseos se opone.

Si se impide la formación del govern por la fuerza bruta, es muy poco probable que el bloque del 155 se allane a establecer algún tipo de diálogo y mucho menos negociación con la Generalitat. Sobre todo ahora que M. Rajoy ha descubierto que C’s y el PSOE le ganan por el flanco nacional-español. El reciente pacto entre PP y PSOE mirando a Catalunya y dejando fuera expresamente a C’s permite ver una estrategia de recuperación del bipartidismo. Los dos partidos dinásticos están amenazados por sendos rivales. Así pues, se refuerzan mutuamente como opciones “respetables” de gobierno y atraen cierto “voto útil” porque dan a entender una posible “gran coalición”, fundamentada en la unión sagrada del supremo interés de España.

Sánchez ha pasado de pedir la dimisión de M. Rajoy a gobernar con él y para él y, a veces, hasta más allá de él. Por ejemplo, cuando acusa a Torra de ser como Le Pen. Eso no lo haría M. Rajoy para quien, claro, Le Pen es OK. Pero sí lo hace Sánchez con mucho rasgarse las vestiduras y mesarse los cabellos en puro estilo fariseo. Así cree justificarse para pedir acto seguido una reforma del Código Penal que castigue como rebelión también las manifestaciones pacíficas. Es decir, a qué engañarnos, que castigue como rebelión el independentismo.

Tengo para mí que todo conspira en favor de unas elecciones anticipadas. Todo son las circunstancias, los ánimos de las partes, los proyectos de los partidos. La prolongación del 155 sin elecciones, con una intervención directa y estricta de Catalunya no deja otra salida que la convocatoria de elecciones que es competencia que conserva la Generalitat. Siempre y cuando el gobierno central no decida arrebatársela a través del 155, cosa que puede hacer cuando quiera.

Añado que, de acuerdo con lo anterior, el plan puede ser hacer coincidir las elecciones catalanas (inevitablemente referendarias) con las generales en España con la propuesta de una gran coalición PP/PSOE. El resultado sería: un govern independentista reforzado por la lista única y un gobierno de gran coalición en España con mayoría absoluta, el añadido del apoyo exterior de C’s y, quizá, una parte de Podemos por aquello del discurso nacional-español.

Una situación pintiparada para entablar negociaciones y deliberaciones constitucionales y, ¿por qué no? constituyentes. Y conste que no estoy prejuzgando qué se haya de constituir y en dónde, aunque tengo mis preferencias.

dissabte, 19 de maig del 2018

De la algarabía al bloqueo

¡Ah, qué tiempos aquellos en que un sonriente Rajoy con las alforjas llenas de mentiras por estrenar calificaba la Diada de 2012 como una "algarabía"! Un zahorí el de los sobresueldos. En media docena de años, la "algarabía" ha conseguido bloquear el sistema político español, según reconoce su heraldo. A quienes anunciábamos el tsunami catalán nos tachaban de agoreros. Lo único que importaba era el bipartidismo, el "sorpasso", la recuperación económica y el gigantesco saqueo de España por la derecha más delictiva que han visto los siglos.

Y ahora resulta que tenemos un estado de excepción de hecho a través del 155, una unión sagrada del nacionalismo español dispuesto a todo, presos y exiliados políticos, intervención de la autonomía catalana, suspensión de la Constitución (paradójicamente mientras celebran su cuadragésimo aniversario), amenaza de dictadura "sin complejos"; amenaza hasta de bombardeo. Se respira paz y sosiego.

No está claro todavía si el gobierna da por real al president Torra y por efectivo su nombramiento o lo considera un ectoplasma, según su costumbre de negar lo que le fastidia. Por si el ectoplasma actúa, La Moncloa ya le marca el terreno de juego pues “actuará” si el MHP designa consellers a presos políticos. Qué significa que actuará es, como siempre, un misterio. El gobierno se remite al juez quien se pronunciará según sus caprichosos e incógnitos designios.

¿Se acuerdan ustedes de los propósitos enunciados por el PSOE de reformar la Constitución para “acomodar” (o algo así) mejor a Catalunya en España? Han encogido y ahora se limitan a ser propuestas de reforma del Código Penal para tipificar como delito de rebelión las manifestaciones pacíficas. Por ese precio, puede proponer abolir sin más el derecho de manifestación. Es una deriva fascista del viejo partido socialista, algo incomprensible. También se pretende privar a los catalanes del derecho de sufragio, como se sigue de que PP y PSOE estén de acuerdo en prolongar e intensificar el 155 si lo ven necesario pero sin incluir convocatoria de elecciones. Es un frenesí dictatorial español.

Del otro lado, Torra envía la carta pidiendo apertura de negociaciones ya. La decisión toca fibra sensible en el bloque indepe por cuanto la CUP no es favorable a negociar nada sino a actuar. En cierto modo, la negociación es una actuación de la República Catalana de hecho. Una negociación de igual a igual. Lo que también toca fibra sensible en el otro lado, subdividido en dieciséis CCAA. Cuestión de ver hasta dónde llega la negociación sin prejuzgar su distancia.

La existencia de presos y exiliados políticos es asunto complicado. Una opción es negar de raíz la legitimidad de la represión y pedir la anulación política de todos los procedimientos, lo cual probablemente conduce a una confrontación inmediata y aguda que daría paso a la desobediencia civil como una forma de resistencia pacífica. La otra opción es aceptar la legitimidad de los procedimientos, ir a los juicios de esta causa política y utilizarlos como plataformas para denunciar los agravios de Catalunya y luchar por la República. Ambas opciones tienen ventajas e inconvenientes, difíciles de desentrañar en una situación muy compleja en la que juegan muy diferentes factores.

En todo caso, con la opción inmediata o en diferido, la respuesta del bloque del 155 es el restablecimiento de la dictadura en Catalunya, argumentándola de modo hipócrita con una acusación de supremacismo a Torra y, por extensión, al independentismo. Todo vale en el molinillo de la demagogia, hasta llamar “Le Pen” a Torra cuando se va del brazo de alguien como Rivera, mucho más cercano al francés.

La situación de bloqueo no puede resolverse mientras se mantenga la absurda judicialización del procés. La carencia de capacidad política de los dirigentes precisamente políticos es pavorosa. La gente no los elige para que creen problemas y destruyan el país y, sin embargo, es lo que hacen dada su mediocridad.

Un solo ejemplo basta. La mencionada barbaridad de prolongar el 155 excluyendo convocatoria de elecciones muestra a las claras su intención: que no pueda cuantificarse el apoyo electoral de las dos opciones independencia/no independencia. Se trata de evitar que quede constancia una vez más de que el independentismo es mayoritario. Porque de quedar, el bloque del 155 deberá admitir que quiere gobernar en contra de la voluntad de la mayoría de la gente, sin su consentimiento. O sea, por la fuerza bruta. En dictadura. Una dictadura española en Catalunya. Parece ya evidente que el llamado "problema catalán" es en realidad un problema español. 

Un gobierno en contra de la voluntad de la gente es una tiranía. De hecho, como se vio el 1º-O solo puede mantenerse por la fuerza bruta, a base de apalear a los ciudadanos. El gobernante tiránico que utiliza la fuerza bruta, la dictadura,  deja de ser un gobernante para conventirse en un persona privada y un delincuente. 

Frente a la tiranía solo cabe la desobediencia.