Ayer todas las televisiones comerciales sacaron a la recua de peperos disfrados de socialistas para arremeter a una contra Sánchez, vilipendiarlo, zaherirlo, forzarlo a dimitir. La Sexta fue un verdadero carnaval de estos estafermos con la complacencia del magnate Roures, dispuesto a financiar todo cuanto pueda destruir al PSOE. No sé cuánta gente seguirá dispuesta a ver este innoble espectáculo de una jauría de despechados, envidiosos y amargados, lanzados contra el único hombre que ha tenido el valor de plantar cara a la derecha en este país. Y todos quieren partírsela. Especialmente sus "compañeros".
Es táctica vieja. La derecha siempre lleva a sus numerosas radios y televisiones a topos peperos en el PSOE, de los que dice que "equilibran" el pluralismo de las emisiones y cuya tarea es atacar a su propio partido. Lo hicieron Pablo Castellanos, García Damborenea, Inés Alberdi, Rosa Díez, Edurne Uriarte y, ahora, Corcuera, Leguina, Chacón, Madina e tutti quanti, tod@s convers@s al sol que más calienta.
Tampoco es nuevo que la "verdadera izquierda" de Podemos, que tanto se ha quejado de ser objeto de maltrato en los medios sin que esto sea cierto, no diga nada de esta injusta cacería de un hombre solo a manos de nubes de frustrados capaces de decir cualquier cosa con tal de hacer daño a su Secretario General y su partido. Y en interés obvio, descarado, de la derecha.
Es la cuestión: que gobierne la derecha, que siga en el poder Rajoy con sus sobresueldos, al frente de un gobierno de franquistas corruptos. Eso lo apoyan todos: los caciques del PSOE, los peperos del PP, los medios al unísono y, vergonzantemente, también Podemos, que espera sacarse así el Sorpasso gracias a estos transfugas de hecho antes que a sus propios méritos.
La imagen que todos ellos venden es una pura invención: Sánchez obstáculo a la formación de un gobierno en España; Sánchez tapón; Sánchez anteponiendo sus intereses a los generales. Sánchez, culpable. Es mentira. Lo saben, pero no les importa porque, al tener el dinero y el poder, creen que podrán vencer la resistencia que oponen la razón y la gente. Recordemos brevemente unos datos.
La acusación que hacen a Sánchez responsable de la "débacle" socialista (que, además, no es tal) es una injusticia que da vergüenza. Él no ha provocado la crisis del PSOE. La ha heredado. El PSOE se torció con Zapatero y acabó de hundirse con Rubalcaba y su inexistente oposición a la mayoría del PP. Fue Rubalcaba quien lo convirtió en un partido domado, dinástico, nacional-español y al servicio de la derecha. Gracias a ese abandono de misión, el PSOE hizo que apareciera Podemos y, al socaire de este, se reconstituyera IU. El verdadero responsable del desastre socialista es Rubalcaba, precisamente el que más ataca a Sánchez.
¿Por qué? Porque Sánchez ha recogido la herencia y, aunque sigue en declive, este se ha atenuado y, sobre todo, ha conseguido conquistar la centralidad política. El solo, en contra de todos. En contra de la derecha, el capital, los medios y su propia gente. Manda narices que nadie tenga agallas para salir en su defensa dada la injusta desigualdad de fuerzas excepto los militantes, los votantes y algún bloguero despistado que ni siquiera es de su partido. Solo y todo, Sánchez ha frenado en seco a Podemos. Este forzó las segundas elecciones con la intención de fagocitar al PSOE y salió mal parado. Ahora trata de evitar las terceras porque ya ve que su resultado será aun peor: un partido de tantos por cientos, escaños, comisiones y política parlamentaria más bien múrida. Por eso empezó diciendo que el PSOE pactaría con el PP (esa sucia afirmación ya no se oye) porque, en el fondo son iguales. Tal como están las cosas, frente a Rajoy, antes se abstendrá Iglesias que Sánchez. Pero nadie está dispuesto a reconocer el mérito y el aguante del socialista.
No sé lo que pasará en el PSOE. Son muchos, hábiles trujimanes de las peleas internas, los reglamentos y los estatutos, gentes sin escrúpulos y desesperadas porque Sánchez claudique para seguir conservando sus sillones, privilegios y prebendas. Empezando por la presidenta de Andalucía, cuya labor de zapa de su secretario general la califica y la descalificaría para siempre para representar a nadie en parte alguna. Uno de sus argumentos preferidos es que no puede gobernarse España con 85 diputados y que Sánchez no ha hecho más que cosechar fracasos. A ellos les sucede lo mismo o peor: tienen menos diputados proporcionalmente hablando en sus feudos y llevan más tiempo cosechando resultados electorales cada vez menores. Debiera darles vergüenza.
Sí sé, como lo sabemos todos, qué pasará en España si este frente antisánchez se sale con la suya: cuatro años más de un gobierno que es el hazmerreír fuera y el hazmellorar dentro, compuesto por un manojo de franquistas ineptos y corruptos, apoyado en un partido con cinco procesos judiciales abiertos y compuesto por presuntos ladrones meapilas. O sea, lo de siempre en España para nuestra desgracia. Y esto es asunto importante: si se actúa mal no será el PSOE el que se hunda, sino el país.
Tómese la cuestión catalana como ejemplo. Para Palinuro, Sánchez y los suyos no han entendido nada de Cataluña y su respuesta al asunto es tan absurda y errónea como la de la derecha. No obstante, ¿hay duda alguna de que un nuevo gobierno del PP sería ya definitivamente catastrófico para la posibilidad de encontrar una vía de negociación en Cataluña? ¿Alguna de que, a pesar de su arcaico nacionalismo español de hojalata, Sánchez ofrece un resquicio mayor de esperanza para que España resuelva este contencioso de modo pacífico y democrático?
Tengo entendido que Sánchez negociará con Podemos y los indepes. No sé si será cierto o parte de los bulos en circulación estas fechas. De serlo, Palinuro se felicitaría porque es lo que siempre ha propuesto, pero últimamente había cambiado de opinión porque, a su parecer, los de Podemos no son de fiar y es mejor ir a terceras elecciones. Desde luego, lo que no haría Palinuro en ningún caso sería pedir a los indepes que renunciaran (aunque fuera de momento) al referéndum para permitir la formación de una gobierno en España.
Pues esa es la ironía de esta estrambótica historia: el gobierno y la estabilidad de España dependen en gran medida de los independentistas catalanes. Pero estos no pueden renunciar al referéndum en ningún caso. De hacerlo, habrán perdido toda su fuerza, como Sansón cuando lo de su cabellera y Dalila, y crearán el caos en el proceso independentista.
Los socialistas españoles podrán contar con la lealtad de los catalanistas (de la que me fío más que de la de Podemos) siempre que ellos estén a la recíproca. Es justo.