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dimecres, 8 de juny del 2016

Las 1001 doctrinas del caudillo

La fusión de IU y Podemos hace diez días fue un espectáculo mediático pensado para impactar en la opinión pública, ganar el alma de los medios, deprimir la moral de los adversarios y dar la impresión de que echaba a andar un tiempo nuevo, lleno de promesas. Reapareció un flamígero Anguita que retrotrajo el "histórico" momento a una remake del 77 entre los sollozos de un transido Iglesias. Echenique saludaba la llegada del radiante amanecer con la misma emoción con que hace tres años defendía el neoliberalismo de C's y la democracia en el Oriente Medio gracias a los carros de cambate yankies. Unidos Podemos tenía algunos problemillas de encaje de egos en las listas de cremallera pero, al final, todos los jefes y jefezuelos conseguín su puesto en el próximo reparto de cargos al que estarán llamados los justos en el festín de los restos del régimen del 78.

En realidad, esta fusión respondía a necesidades más básicas, perentorias e inconfesables: los resultados del 20 de diciembre habían sido modestos, los sondeos estaban dando descensos alarmantes de Podemos en intención de voto y la valoración popular de Iglesias estaba al nivel de la del Sobresueldos, con razón porque la gente está igual de harta de ambos. IU, sin embargo, conservaba un goloso millón de votos que Podemos ambicionaba; a cambio solo tenía que hacerse cargo de las deudas que asfixiaban a los comunistas después de su derrota el 20 de diciembre.

O sea, la fusión se daba por pura necesidad de supervivencia. Pero, una vez hecha, el aparato de agitprop -siempre el más poderoso en toda constelación comunista- empezó a crear la leyenda de que había nacido una estrella o la alternativa al podrido régimen del 78 un sintagma tan vacío (todos los sistemas políticos son "regímenes") como malintencionado, ya que se trata de identificarlo con el franquismo.

El único problema: a los comunistas se les veía la oreja. De nada les servían los treinta años de camuflar las siglas del PCE, su martillo de herejes y su hoz de cortar gaznates, y de perder elecciones, disfrazado de IU. Todo el mundo veía la fusión como el abrazo de los comunistas vintage y los neocomunistas de Podemos.

Otra vez se hablaba de comunismo en España, lo cual no es recomendable cuando uno se presenta a una votación porque, sabido es, los comunistas no han ganado nunca unas elecciones libres en ningún país del mundo. Así que, para contrarrestar, la nueva sociedad Unidos Podemos sacó a sus intelectuales orgánicos y algún que otro majadero del mundo del espectáculo a criticar el "anticomunismo" que nos invade. Es la resurrección de un éxito de la propaganda comunista de la guerra fría: todo anticomunista tenía que ser necesariamente un macartista agente de la CIA o, si vivía en la URSS, un psicópata al que encerraban en un manicomio. Los comunistas se ocultaban, se disfrazaban de demócratas e izquierdistas (como los de IU) y quien se negaba a aceptar la superchería y hablaba de comunismo era tachado automáticamente de anticomunista "visceral". Esto de visceral es muy socorrido, a veces se lo dedican los enfurruñados comunistas a Palinuro cuando, por equivocación, lo leen.

Nerviosos porque estas campañas de intimidación ya no funcionan, no han tenido más remedio que declarar lo que son: Garzón salió reconociendo que es comunista y su secretario general, Centella, que no hace honor a su apellido en ningún sentido, ha tardado más de una semana en afirmar en público también su orgullo de ser del mismo partido que Lenin, Stalin, Pepe Díaz, Dolores Ibarruri y otros demócratas de este jaez. Sus partidarios tratan de engrasar tanta herrumbre afirmando que estos comunistas de hoy no son los de antaño pero, en verdad, no lo demuestran y no lo demuestran porque no pueden. Confrontados con el hundimiento del comunismo "realmente existente" en el mundo entero por su pura incompetencia no pueden reconocer que lo que allí se hundió fue, en efecto, el comunismo porque, en tal caso, deberían explicar por qué siguen siendo comunistas. Y, lo dicho, no pueden. Pero si ellos no, nosotros sí: son exactamente los mismos comunistas de antaño, piensan los mismo, creen lo mismo y, si pueden, lo pondrán en práctica, pero, de momento, tienen que disimular porque la gente no vota así como así a favor de la dictadura del proletariado; hay que hacérsela tragar a tiros.

Alarmado por la reaparición de la medusa comunista, Iglesias imaginó un medio de contrarrestarla y, como Perseo, se armó de la égida socialdemócrata para protegerse de las asesinas miradas del monstruo. Nada, nada, Podemos, Unidos y lo que fuera, son "socialdemócratas". Eso sí, verdaderos socialdemócratas. Recordó que ya Marx y Engels lo eran, haciendo a un lado que, como miembros de la "liga de los justos", ambos hubieran escrito un famoso Manifiesto del Partido Comunista que Iglesias no puede ignorar. De lo que se trataba era de sembrar confusión y liarla exactamente con el mismo espíritu con que sus antecesores los comunistas de los años treinta -tan empeñados como los de Podemos en destruir a los socialistas- pedían a los militantes socialistas que se pasaran al comunismo, abandonando a sus jefes, a los que llamaban socialtraidores. La misma OPA hostil que hace hoy Podemos al PSOE, diciendo a los "socialistas de corazón" que voten por ellos, por los comunistas, porque sus jefes son "neoliberales", fórmula actual de la socialtraición. 

Así que ya tenemos dos poderosas ideologías, la socialdemocracia y el comunismo, confluyendo felizmente en el mismo cuerpo, el de Podemos, cuyo eclecticismo teórico y ausencia de aburridos prejuicios de congruencia lógica lo llevan a haber superado asimismo el viejo hiato entre la izquierda y la derecha, igual que lo hicieron los falangistas en su día y también las viejas determinaciones clasistas. Hoy carece de sentido hablar de clases sociales, pues si te diriges a una, antagonizas a las otras y pierdes votos, que es lo único que importa. Por eso es más sensato interpelar a la gente, a los problemas de la gente, las aspiraciones de la gente, porque, a ver ¿quién no es gente? Y no hablemos ya del "pueblo" que los de Podemos quieren construir, como el que construye un acueducto. ¿Quién igualmente, no es "pueblo"? ¿Quién no es popular? En España, por ejemplo, tenemos un partido y un banco populares.

En esa ropavejería ideológica faltaba el florón principal y allá fue a plantarlo el caudillo Iglesias, flanqueado por su flamante escudero comunista, Garzón, en el hotel Ritz: además de comunista y socialdemócrata y de la gente, Podemos es patriota. Se lo dijo a los empresarios y al auditorio de postín sin miedo a que nadie confundiera los patriotismos de unos y el otro. El de los primeros es un patriotismo suizo, de Guillermo Tell y la pasta en los bancos al borde del lago Leman; el del segundo es el de los cholos bolivianos de los boliches de Santa Cruz, una importación reciente de las especulaciones ideológicas del altiplano andino que ya se habían intentado en España hace treinta años con el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) que tanto éxito tuvo y tanto hizo avanzar la causa de la revolución en España. Y eso por no hablar de cómo sonará ese único patriotismo a oídos de la España plurinacional. ¿O se tratará de un pluripatriotismo?

Es imposible tomarse en serio este caudillismo mediático, líquido, postmoderno y trivial. 

dimecres, 22 de juliol del 2015

A quien pueda interesar.

Si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiarte a ti mismo. No, no es fácil porque es imprescindible conocerse y eso es lo más complicado de todo. Y lo más engañoso. Puede que quien lo intente, quien vaya en serio en la introspección, se engañe a sí mismo. Es muy frecuente. Pero el que ni lo intenta, ese no solo se engaña sino que pretende engañar a los demás diciéndoles lo que tienen que hacer, como si él lo supiera mejor. Quien, sin introspección alguna, se cree autorizado a enseñar el camino a los otros suele sacar su seguridad de algún tipo de revelación exterior: dios, la historia, los padres, las lecturas de la infancia o las series de la televisión, el equivalente al pasto espiritual de la literatura de cordel o los seriales radiofónicos de generaciones anteriores.
 
La introspección hecha a base de referencias ideológicas o creencias adquiridas en los predios de la vida no sirve para nada tampoco, es puro teatro. Solo sirve cuando se arrostra sin conviccciones previas, sin respetos ajenos que son siempre simulacros de charlatanes y maestrillos por debajo de toda sospecha. Solo es respetable cuando se aborda sinceramente, pues únicamente nosotros sabemos de cierto si nos engañamos o no. Únicamente en nosotros anida la luz que nos ilumina sobre nuestras verdaderas motivaciones. Lo demás son farolillos de verbenas o triquiñuelas mediáticas. Si de la introspección, del examen de nuestras motivaciones reales, las únicas que cuentan, pues las fingidas no sirven, se sigue la convicción de que, en efecto, uno tiene algo que decir, recomendaciones, orientaciones para los demás, hágase como Zaratustra, sálgase a los campos y caminos y predíquese.
 
Di la verdad. No uses a los otros como excusa o pretexto para convertir en verdad la mentira. No te valgas de ellos, no los instrumentalices con consideraciones de táctica y estrategia. No seas asesino de posibilidades. No seas estratega.Y está preparado para escuchar la verdad de los demás. Y para aceptarla. No de boquilla o como recurso, sino como más verdadera que la tuya. En esa masa de los demás, hay tantas verdades como individuos. Muchos de ellos ocultarán la suya para seguir la tuya. De esos precisamente, de tus seguidores, debes huir. Cuando te pones al frente de ellos, en realidad, eres su rehén y vas por detrás. No diriges; te dirigen.
 
Si quieres valer, no a los ojos de los otros, que de nada te sirven, sino a los tuyos, acércate a quienes no te siguen ni te aplauden sino que te critican. Con esos debes hablar. Esa es la verdadera lucha porque lo es contra lo peor que hay en ti de ti mismo: la autocomplacencia. Tienes que distinguir entre las exigencias de la verdad y lo que te conviene, que suelen confundirse. Entre lo que tu conciencia te dicta y lo que los demás quieren oír. Solo así serás un espíritu libre y solo un espíritu libre puede aspirar a liberar a los demás.
 
El resto es propaganda y manipulación para vender cierta idea de futuro. O sea, humo.
 
También puedes hacerte prudentemente a un lado y tratar de entender lo que pasa. Pero para eso es necesario dejarlo pasar, y no todos los profetas o caudillos saben contenerse.

dimecres, 11 de febrer del 2015

Palinuro sobre Palinuro.


Bueno, no es exactamente así. Palinuro no va a largar sobre Palinuro. Para narcisistas ya están los políticos de la izquierda. Es una pequeña broma que los lectores seguramente disculparán.
Palinuro acude a la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) a una conferencia sobre lo que anuncia el enuncio: el arte del piloto y las multitudes inteligentes. Son unas jornadas sobre estos asuntos del internet, la política, la ciberpolítica y sus cuestiones y quisicosas. En concreto, cómo se perfila la tradicional relación piramidal de la política configurada desde hace siglos bajo la forma de un caudillo, jefe, mando, líder al que siguen las masas en la época en la que la universalización de la información hace que el dueto tradicional,élite/masa se rompa porque ya no es posible sostener frente a esta que aquella esté en posesión de un saber superior, secreto, indescifrable. Y, lo que es más grave, acceder a la información es hoy prácticamente gratis, al alcance de todo el mundo.

¿Son hoy necesarios los líderes, los caudillos? ¿Avanzamos hacia formas de autoorganización de la gente? Los nuevos movimientos, ¿preludian una forma nueva de hacer política, comunicación y, por lo tanto, emancipación? ¿Hay que jubilar a los pilotos?

No sé si sabré contestar a estas preguntas, pero, al menos, se me da bien plantearlas.

Como indica el cartel, la conferencia es a las 18:00 del jueves, 12 de febrero, en la sala W. Mitchell del Barcelona Growth Center (C. Roc Boronat, 117, planta 7. Barcelona).

Entrada gratuita. Aforo limitado. Tod@s bienvenid@s. Hay que rellenar un papelito.