dimecres, 23 de març del 2016
Vanguardia de la vanguardia
diumenge, 28 de desembre del 2014
Los límites de la fotografía.
divendres, 31 d’octubre del 2014
Arte de guerra.
La Fundación Juan March tiene una interesantísima exposición sobre Fortunato Depero (Depero Futurista, 1913-1950), un futurista menos conocido e injustamente considerado secundario quizá porque abarcó muy distintos campos: la pintura, la poesía, el teatro, las artes decorativas, la publicidad entre otras varias. Una gama demasiado amplia para obtener especial reconocimiento en alguna de ellas, generalmente reservado a quienes las cultivan de modo exclusivo. Cuando se es tan polifacético como Depero, además, unos estilos y modos de hacer influyen sobre los otros y las obras resultan difíciles de clasificar.
dijous, 6 de març del 2014
El paisaje de un hombre.
dilluns, 30 de desembre del 2013
La vanguardia del siglo XXI.
Ahí, dice el ministro de Justicia,estará España una vez entre en vigor esa ley contra las mujeres que ha perpetrado bajo la esclarecida guía de Rouco Varela quien, por cierto, es medio bolchevique, pues admite el crimen del aborto en los casos de violación. En la vanguardia del siglo XXI, nada menos, muy por delante de la mayoría de los países europeos aún en un estadio de barbarie precristiana, pendientes de reevangelización.
dimecres, 1 de febrer del 2012
Una de sicarios.
En el Matadero están poniendo El montaplatos, una pieza de Harold Pinter de los años cincuenta, de cuando estaba empezando y su teatro pertenecía al llamado teatro del absurdo. Este estaba capitaneado entonces por Beckett y Ionesco. Esperando a Godot es el modelo sobre el que está calcado El montaplatos: dos personajes en un espacio indefinido esperan algo o a alguien que no saben si se producirá o vendrá. Mientras tanto, hablan, se comunican en la espera. La pieza consiste en ese diálogo que por lo minucioso, superficial, absurdo, vulgar, reiterativo, reproduce la forma y contenido de la comunicación cotidiana. En esto consiste el efecto del absurdo. Los personajes de Pinter son dos pistoleros que aguardan la orden de matar a alguien. A diferencia de los de Beckett, tienen un cometido y sabemos cuál es. Hay una determinación que en Godot no existe, ni en Final de partida, otra obra muy característica de este tipo de teatro. Pero esa es la mayor diferencia. Esa y que los personajes de Pinter, a contrario de los de Beckett, no paran quietos. Creo que Guillermo Toledo, incluso, sobreactúa porque no deja de moverse y de medir el escenario de un lado al otro a largos y sonoros pasos, lo que llega a fatigar.
La obra está bien montada, con criterio minimalista: todo forrado de plástico negro y dos camas en las que al comienzo están durmiendo los dos sicarios. El diálogo es muy rápido y tiene buenos momentos en que el choque entre lo anómalo de la situación y la trivialidad de lo que se dice, mueve a risa y el público rió de buena gana en dos o tres ocasiones. Porque, en efecto, el absurdo da risa. El problema es si solo da risa. Porque aquel teatro, como todo el teatro, por lo demás, estaba pensado como una denuncia, como una crítica de un tiempo tan anodino, falso y convencional, que era preciso ponerlo delante de su caricatura: la vaciedad de un tiempo satisfecho de sí mismo. Pero ese tiempo ha pasado hace muchos años. El presente no tiene nada de autosatisfecho, al contrario: no hace falta mostrarle su esencia absurda; ya se ve todos los días.
Dos sicarios esperando recibir la orden de matar a alguien. En México los sicarios matan a la gente por docenas, le cortan la cabeza y largan los cuerpos desde los camiones. En Afganistán los soldados del Imperio orinan sobre los cadáveres de enemigos muertos en combate y todo el mundo lo ve. El teatro del absurdo ya no es nada porque no ataca una realidad aparentemente sensata y racional ya que la que es absurda es la realidad. Por eso probablemente, en su obra posterior, Pinter hizo un teatro más político y menos metafísico. En él ya no hay problemas trascendentales de la condición humana sino problemas del capitalismo, del imperialismo, del militarismo, problemas tangibles como los de la catástrofe financiera actual que acongoja a la ciudadanía en una situación absurda en la que los ricos son cada vez menos y más ricos y los pobres cada vez más y más pobres.
El grupo Animalario merece aplauso porque tiene un forma de actuar asamblearia, deliberante y la dirección es colectiva. Pero tiene que actualizar el repertorio.
Por cierto, creía haber leído que las naves del Matadero exhiben el yate de Franco, el "Azor" y así es, es un paralelepípedo hecho de pacas de metal prensado, de esas que comprimen las máquinas en los parques de desguaces que salen tanto en las pelis. El "Azor" convertido en chatarra, para que se sepa en qué acaban las glorias del mundo. Podían ponerlo junto a la tumba del Invicto para que siga pescando cachalotes en el más allá.
diumenge, 24 de juliol del 2011
El arte y la locura.
Ayer se clausuraba la exposición de la Fundación Juan March en Madrid, Picasso y la obra de arte desconocida, así que alcancé a verla por los pelos. Trece grabados que hizo el pintor malagueño en 1931 a petición de su amigo el marchante Vollard para ilustrar una edición del cuento de Balzac La obra de arte desconocida con motivo de su centenario ya que, aunque el cuento se integró en la Comedia Humana, había aparecido por primera vez en 1831.
Según parece Picasso quedó tan impresionado con el relato que, además de las ilustraciones, trasladó su taller al bulevar des Augustines, en donde Balzac había situado el taller de Pourbus que Poussin visita en el cuento. Si lo hizo, ello no lo llevó a abandonar lo que por entonces le bullía en la cabeza, los dibujos, aguafuertes, aguatintas de la Suite Vollard. Incluso se solapan temas. Una de las ilustraciones del cuento es de un minotauro en el estilo de la serie del Minotauro de la Suite. Y la mayoría de ellas se corresponde con el grupo de La modelo y el escultor de aquella, aunque aquí se trate de un pintor.
Lo que estas ilustraciones reflejan es el afán por celebrar el contenido del cuento, una parábola sobre la perfección de la obra de arte, el espíritu de la creación artística y su borrosa línea de separación de la locura, una reflexión filosófica sobre el arte en forma de narrativa literaria que recuerda mucho algunos de los relatos de Hoffmann, en especial los de Kreisleriana, con ese Johannes Kreisler que es una especie de alter ego del propio Hoffmann. En él, un Poussin principiante acude al taller del consagrado Pourbus (el tercero de la serie, el de los retratos de Enrique IV, protegido de María de Medicis) y se encuentra allí con el pintor alemán Frenhofer, un personaje creado al efecto por Balzac que dice haber sido discípulo de Mabuse y goza del incuestionable reconocimiento de Pourbus quien ve en él un maestro indiscutible.
Frenhofer hace una crítica despiadada del cuadro que acaba de terminar Pourbus, una María egipciaca (algo poco imaginable en Pourbus que era sobre todo retratista de reyes y nobles), esgrimiendo los dos términos antagónicos de toda estética: lo auténtico, lo verdadero, lo natural frente a lo simulado, falso, artificioso. Luego lo retoca mejorándolo mucho y habla de cómo él lleva diez años tratando de conseguir la obra de arte perfecta, un desnudo femenino en el que aún falta algún detalle final que, por más que lucha y se desvive, no consigue plasmar. Cuando por fin, luego de una intricada historia que en realidad no hace al caso, Frenhofer acepta que Poussin y Pourbus contemplen su obra, celosamente escondida durante diez años, estos no alcanzan a ver otra cosa que un conjunto de chafarrinones en el que apenas se divisa un pie exquisitamente pintado.
El genio ve lo que los demás no ven; pero eso pasa también con el loco y lo angustioso es que la separación de ambas condiciones, genialidad y locura, no está clara. Picasso recoge la idea de que el genio siempre aparece como un loco a ojos de sus contemporáneos cuando en realidad es un profeta, alguien que vive en un tiempo futuro, el héroe de las vanguardias que, sin embargo puede cerrar el bucle hacia la locura, como prueban los casos de Hölderlin, Van Gogh, etc. El cuento de Balzac sintetiza las obsesiones románticas con el arte y en algún momento apunta a la imposible solución de sus dilemas al exponer que en la creación artística hay siempre un anhelo de ser como Dios, el creador supremo. Es decir, toda obra maestra es un desafío lanzado a la divinidad, como el de Lucifer; algo pues divino y diabólico al mismo tiempo. Como han hecho otros antes y después de él, Picasso no se identifica con Poussin sino con Frenhofer porque el también era considerado como una especie de loco desde los tiempos del cubismo por gentes sin duda muy cuerdas y que incluso pasaban en su día por conocedoras del arte.
diumenge, 29 de maig del 2011
Paseando por la utopía.
Bajo el título Construir la Revolución. Arte y arquitectura en Rusia 1915-1935, el Caixaforum de Madrid acaba de inaugurar una exposición sobre el constructivismo ruso de los primeros tiempos de la revolución bolchevique. Trata de dar cuenta de la influencia de algunas vanguardias artísticas de la época, rusas o no rusas, como el vorticismo, el rayonismo, el futurismo en la arquitectura. La exposición trae alguna obra de pintores como Alexander Rodchenko, el gran Malevich o Gustav Klutsis, autor de muchos de los más famosos carteles soviéticos. Y muestras de diversos edificios construidos bajo las pautas arquitectónicas vanguardistas, obras de Melnikov o Golosov entre otros. Prácticamente todas en fotos, desde perspectivas variadas, lo que permite hacerse idea de los edificios, pero no en maquetas.
En casi todas las edificaciones hay una palpable influencia de Le Corbusier y el alemán Erich Mendelsohn, ambos muy preocupados por hacer un tipo de construcción urbana que fuera funcional, avanzada, y satisficiera necesidades colectivas. Y la verdad es que, con excepción de alguna muestra sorprendente como la Torre de radiodifusión Shábolovka, se trata de obras (fábricas textiles, imprentas, casas comunales de obreros, residencias, edificaciones con fines culturales), que debían glorificar y expandir el espíritu productivista de los primeros tiempos de la Revolución y que recuerdan el espíritu español de educación y descanso en los años cincuenta. Dado que los materiales con que se construyeron los edificios eran malos y no tuvieron la conservación adecuada, muestran una pobre vejez con deterioros difíciles de raparar.
La ambición de construir la ciudad ideal es un viejo anhelo del racionalismo utópico que empieza ya a tomar forma plástica en algunas obras renacentistas, por ejemplo, en la ciudad ideal, de Piero della Francesca, a fines del siglo XV y se desarrolla en algunas de las más bellas obras de Andrea Palladio en el XVI, hasta reaparecer en la pintura metafísica de Giorgio di Chirico que tanto influyó en el surrealismo. La vanguardia rusa acometió ese mismo empeño como un reto revolucionario: la ciudad comunista había de ser un ámbito de belleza y funcionalidad regido por la razón de la historia: el trabajo y la producción al servicio de la emancipación del ser humano. Pero con la implantación definitiva del estalinismo, el realismo socialista y la supremacía otorgada a la producción industrial al servicio del Estado y sus necesidades de defensa militar, todas las ilusiones futuristas quedaron arrumbadas y el desarrollo urbanístico se hizo según lo predeterminado en los planes quinquenales. Así surgieron auténticas pesadillas como Magnitogorsk, en los urales o Akademgorodok en la lejana Siberia. Es decir, el constructivismo quedó finalmente como un intento fallido de dar con un urbanismo y una arquitectura revolucionarios con muestras que hoy se conservan como piezas de museo y que configuran la ironía de que el futurismo pueble el mundo del irrecuperable pasado.
Hay sin embargo en la exposición una pieza por la que ya merece la pena visitarla, que es una de las maquetas del famoso proyecto de Vladimir Tatlin de Torre en homenaje a la IIIª Internacional (en la foto), de 1919. Una sorprendente construcción que recuerda la torre de Babel (al menos en la versión de Brueghel) que había de dominar con su ciclópea estructura metálica todo Leningrado desde una de las orillas del Neva. Jamás llegó a construirse pero el proyecto me ha parecido siempre una muestra extraordinaria y muy bella del espíritu internacionalista bolchevique. Recuérdese que la IIIª Internacional se consideraba a sí misma como "el estado mayor de la revolución mundial". También respondía al espíritu constructivista de la época por cuanto contenía en su eje interior cuatro espacios geométricos distintos, un cono, una pirámide, un cubo y un trapecio que giraban sobre sí mismos a distintas velocidades y que estaban destinadas a albergar distintos departamentos de la IIIª Internacional. Eso en cuanto a sus aspectos funcionales. Pero su estructura alígera y helicoidal trasmite con mucha fuerza el ideal revolucionario del progreso dialéctico que lanza a la humanidad como una flecha a la conquista de los cielos. Como en la torre de Babel. El futurismo era el arte del comunismo y el comunismo era el futuro.
La ironía de la historia quiere que ahora, en cambio, al igual que la corriente artística, sea el pasado.
(La imagen es una foto de tomislavmedak, bajo licencia de Creative Commons).
dimecres, 14 de gener del 2009
La ebullición del espíritu.
Como la Residencia de Estudiantes ha decidido prorrogar hasta el próximo 18 de enero la exposición sobre la revista Gallo que se me había pasado con el trajín navideño, me acerqué a verla el lunes. Siempre es grato pasear por la Residencia, que es un venerable espacio lleno de memorias de quienes anduvieron en ella en los años veinte y treinta del siglo pasado, aquel plantel de gentes brillantes, creadores y genios cuyas figuras más relevantes fueron García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel, así como otros importantes nombres de la generación del 27. En ese recinto del mudéjar madrileño, acertadamente restaurado y gestionado hoy por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, entre sus edificios y jardines, late el espiritu de la Institución Libre de Enseñanza que inspiró el programa de la Residencia durante el periodo de entreguerra.
Esta exposición de la revista Gallo, fundada y dirigida por Francisco y Federico García Lorca y de la que alcanzaron a salir dos números en 1928 documenta el contenido de ambos, ilustra sobre el proceso de creación pero, sobre todo, permite acceder a un tiempo, un ambiente, una ciudad (la Granada de aquellos años) y un espíritu de vanguardia, de efervescencia artística y creadora que es casi contagioso. A través de fotografías, cartas, manuscritos, borradores se va viendo cómo cuaja un proyecto de revista artística y literaria en un panorama en el que ya había otras como Litoral, Carmen, Mediodía, etc que había de dar cuenta de un movimiento creador que luchaba por expresarse, por hacerse un hueco en contra del adocenamiento, el conformismo, la falta de creatividad de la literatura y el arte de la época, retratado en el frecuente uso del término daliniano de putrefacción. El arte, la música, la pintura, la poesía del momento estaban putrefactos; era misión de aquellos jóvenes salir a la luz pública mostrando las nuevas vías y la nueva creatividad.
Federico García Lorca fue quien más se involucró en el proyecto y quien más trabajó en él, quien escribió y recabó las colaboraciones de Melchor Fernández Almagro, José Bergamín, Francisco Ayala, Gerardo Diego, Jorge Guillén, Picasso, Sebastiá Gasch, Enrique Gómez Arboleya, etc. y quien contribuyó asimismo con algunos textos escritos especialmente para la revista, como el origen de su nombre, Gallo en la Historia de don Alhambro, el original Paseo de Buster Keaton o la Oda a Salvador Dalí. De hecho, cuando García Lorca, muy requerido por el éxito del Romancero gitano y afectado por un problema amoroso con Emilio Aladrén, no pudo ocuparse tanto de la revista, ésta dejó de salir.
Como suele pasar en estas publicaciones de vanguardia el diseño estaba muy cuidado y la calidad de las colaboraciones era alta. Son sin duda muy de reseñar los aforismos de Bergamín o el terso relato de Ayala sobre Susana en el baño pero lo que me parece más decisivo en los dos números, aparte de la producción del propio García Lorca, son los sorprendentes textos de Salvador Dalí, la Historia del pez perseguido por una uva en el primero y el San Sebastián del segundo al que pertenece esta cita: "Buster Keaton, ¡he ahí la poesía pura Paul Valéry! Avenidas postmaquinistas, Florida, Corbusier, Los Ángeles, pulcritud y euritmia del útil standartizado, espectáculos asépticos anti-artísticos, claridades concretas, humildes, vivas, aleges, reconfortantes, para oponer al arte sublime, delicuescente, amargo, putrefacto." Y lo más decisivo de todo la publicación en el segundo número del Manifiesto anti-artístico catalán", firmado por Salvador Dalí, Lluis Montanyá y Sebastiá Gasch que es un texto sumamente revelador, condensación de las corrientes vanguardistas de la época, singularmente el cubismo, el futurismo y el surrealismo, un manifiesto en que los jóvenes artistas catalanes declaraban que "Grecia se continúa en la resultante numérica de un motor de aviación, en el tejido antiartístico de anónima manufactura inglesa destinada al golf, en el desnudo del music-hall americano". El catálogo de la exposición, un texto primorosamente editado con estudios de especialistas sobre diversos temas atingentes al proceso de creación de la revista y el momento intelectual y artístico, contiene un trabajo sobre la relación de Federico García Lorca con este manifiesto, pero no parece que pueda probarse que éste recogiera ideas del poeta granadino que, sin embargo, coincidía con él.
La exposición da cuenta asimismo de la publicación de la revista Pavo unos días después del primer número de Gallo en la que se hacía burla del contenido de ésta. El chiste del asunto residía en que Pavo estaba editada también por García Lorca en lo que probablemente pueda entenderse como una manifestación de la ironía daliniana.
dimecres, 24 de desembre del 2008
Beautiful Losers.
Con este título tiene la obra social de Cajamadrid una exposición en la Casa Encendida que se complementa con algunas otras piezas en la galería Subaquatica, que está en la calle Caballero de Gracia. Versa sobre esta última manifestación de la vanguardia que, a falta de nombre mejor y en tanto se espera uno, se llama Cultura urbana e incorpora escuelas y movimientos como el arte desobediente, el arte skater (que podemos tranquilamente traducir como "arte del patinete"), el neo graffiti, la Escuela de la Misión. Todos ellos tienen una serie de elementos en común: trátase por lo general de autores autodidactas, adeptos al llamada "hágalo Vd. mismo" (también conocido como Do it yourself art), surgidos en los ámbitos urbanos y suburbanos de los Estados Unidos (de costa a costa) en los años noventa, todos rebeldes, en contra del sistema, algunos en conflicto con la ley y en circuitos independientes y paralelos. La exposición trae obras de algunos de los más conocidos, como Barry McGee, Thomas Campbell, Chris Johanson, Ed Templeton, Margarert Kilgallen, Phil Frost, etc.
La canción es más o menos como la de todas las vanguardias: ruptura con los cánones artísticos establecidos, investigación de nuevas formas estéticas, empleo de nuevos materiales. Hay fotos, objetos diversos, grafismo, vídeos, música, graffiti, collages, empleo de imagen y texto... Y hay mucha provocación, uso de elementos de la vida cotidiana para fabricar obras de arte, recomposición y reutilización de lo convencional con otros fines, falta de respeto, ataque a los valores establecidos. En fin, todo lo que trae consigo la juventud, especialmente en los ámbitos creadores. Si hubiera que trazar la genealogía de estos artistas callejeros (¿algo más callejero que los graffiti o la pintura en los patinetes?) sería más o menos del modo siguiente: sus bisabuelos son los hippies de los sesenta y setenta; sus abuelos gente como Roy Lichtenstein y Andy Warhol; sus padres, Keith Harding y Michel Basquiat, considerados, a su vez, como... ¡gente respetable, más o menos del sistema! Y la forma de la creación en la que todos coinciden y parecen sentirse a gusto: el diseño. Tiene esta forma la ventaja de su multilateralidad, versatilidad y universalidad. Diseño es cubrir de graffiti los vagones de un metro, como dibujar la portada de un disco, de un fanzine o de cualquier otra revista. El movimiento, también heredero de lo punk, especialmente musical, alcanza a todos los órdenes de la vida. Es más, los artistas del "arte del patinete" están orgullosos de que una manifestación artística haya influido sobre un deporte, cosa en verdad relativamente nueva.
La peripecia vanguardista del movimiento no estaría completa si de ella no pudiera decirse, como de todas las anteriores, que en gran medida éste ha sido absorbido por los circuitos comerciales, como se demuestra por el hecho de que su estética se haya incorporado a la publicidad de grandes marcas y muchas veces de la mano de los mismos creadores, que han pasado de atacar y despreciar a las vacas sagradas del momento a serlo ellos mismos. ¿Un ejemplo? El de Spike Jonze, fotógrafo y cineasta especializado en arte del patinete y luego director de afamados largometrajes como Ser John Malkovich.
Merece mucho la pena darse una vuelta por la exposición. Se entienden bastantes cosas del mundo en que vivimos, del comercial y del no comercial.
(La segunda imagen es una muestra de graffiti ESPO, de Stephen Powers)
Actualización 11:00 del día 24.
¿Quién dijo que los dioses no se ocupan de nosotros? Esta mañana he recibido este magnífico vídeo en un correo que me envía mi amiga Pilar y que ilustra perfectamente lo que se dice en esta entrega de los beautiful losers. Perfectamente: véase primero el vídeo y léanse (si apetece) luego las observaciones. El vídeo:
Las observaciones:
1ª) se ve la forma de trabajar de uno de estos artistas urbanos, grafiteros o escritores (como ellos gustan designarse), que no es sencilla ni carente de riesgos;
2ª) es un producto -el graffiti- para consumo interno, en este caso, de su familia;
3ª) sin duda es arte;
4ª) tiene fuerte impacto emocional;
5ª) está en el circuito comercial porque sirve para anuncio de los laboratorios Pfizzer;
6ª) véanlo por el lado positivo: las empresas adaptan su publicidad a la estética de los tiempos y la ética del momento.