divendres, 31 de gener del 2014
Lo que está pasando no está pasando.
dimecres, 12 d’octubre del 2011
Si Rubalcaba quiere ganar...
Parece que habrá debates. No se sabe cuántos ni en qué formato (esa idea del ciberdebate es espléndida; habrá que dedicarle un post) ni a quiénes enfrentará; pero habrá debates. En los debates, si se quiere ganar, hay que cumplir dos requisitos: es necesario tener ideas y que éstas sean claras, que se comuniquen bien.
Hasta la fecha es patente que Rajoy y el PP no cumplen el primer requisito. Rajoy no ha enunciado una sola idea en la Convención de su partido y tampoco en ese libro que acaba de publicar y del que ya hablaremos. Y si la hubiera enunciado, de inmediato la ha relativizado con su característica ambigüedad. Los ciudadanos no saben qué se propone hacer. Sólo saben que "las cosas tienen que cambiar", que "hay que hacer bien las cosas", que "las cosas se hacen como Dios manda". El sustantivo plural "cosas" en boca de Rajoy necesitaría un Umberto Eco de intérprete. Él mismo afirma que su reacción a las "cosas" dependerá, sin que la gente sepa de qué. Sus seguidores afirman muy ufanos que, ante tal o tal problema, Rajoy hará "lo que deba hacer". Esto no son ideas; esto es pedir a la gente que firme un cheque en blanco en las elecciones.
Frente a esta situación, Rubalcaba tiene ideas. Va desgranándolas por los páramos de España y quiso sistematizarlas en el programa de la Conferencia Política pendiente a su vez, creo, de un Comité Federal, pero ¿están claras? ¿Se comunican bien? ¿Las entiende la gente? Temo que no. El candidato está todo el día soltando propuestas, sopesando las ajenas, matizando y señalando al mismo tiempo que Rajoy no dice nada. Pero lo que él dice, ¿se entiende? Muy poco porque, por táctica o naturaleza, rehuye los pronunciamientos tajantes que quizá le enajenen electores. En opinión de Palinuro, sin embargo debiera hacerlos y debieran ser los siguientes:
Reformar el sistema electoral, no sólo desbloquear las listas, sino llegar hasta donde pueda.
Convertir el Senado en una cámara continua de representación territorial.
Garantizar la gratuidad y universalidad de los servicios públicos, la sanidad y la educación; esto es, frenar y revertir las privatizaciones.
Aprobar la dación en pago.
Luchar contra la corrupción y los privilegios de la clase política en todos sus niveles y, si se han de reducir cincuenta diputados que sean de los "territoriales" y no los proporcionales.
Suprimir el fraude fiscal y los paraísos fiscales. Ningún español que se valga de ellos o tribute en el extranjero puede ocupar cargo público alguno.
Elevar el tipo marginal del impuesto sobre la renta para que tributen más quienes más tienen.
Auditar el comportamiento de gestores, financieros y banqueros en la crisis y proceder por lo penal si fuera justo.
Garantizar el derecho al aborto en los términos de la ley.
Garantizar el derecho de los homosexuales a contraer matrimonio.
Aprobar de una vez una ley de libertad religiosa que separe por fin la Iglesia del Estado.
Luego ya se verá hasta dónde se puede llegar en cada caso, según el apoyo parlamentario que tenga, pero esas medidas deben anunciarse y hacerlo claramente, sin ambages.
El PSOE ha perdido mucha intención de voto por la izquierda, tanto que Cayo Lara llama a sus "desencantados" y hace bien porque son un pellizco. El único modo que tiene el PSOE de restablecer sus expectativas es presentar un programa claro de izquierda. Claro no quiere decir radical. Las propuestas de más arriba no son extremosas ni radicales; son de izquierda, sí, pero moderadas. Las comparte mucha gente, incluso en el PSOE. Este tiene además el problema del crédito que sus propuestas ofrezcan, pero más problema tendrá si, además de la falta de crédito, no las formula o no son claras.
Son propuestas que entiende la clase media, casi tan castigada por la crisis como la trabajadora. Las entiende y las aprueba porque, en definitiva, es la clase media la que más se ha beneficiado siempre del Estado del bienestar.
Así que, si Rubalcaba quiere ganar, tiene que presentar ideas y hacerlo de modo diáfano, conciso, inteligible, que se quede. Le van a dejar poco tiempo para hablar en los debates en los que todos va a atacarlo blandiendo el paro. Tiene que aprovechar sus intervenciones para dejar claras y breves sus propuestas: dación en pago suena bien a todos los oídos excepto los de los banqueros; eliminación del fraude fiscal también, excepto a los de los defraudadores; eliminación de los privilegios de los políticos igualmente a todos menos a los políticos. La mayoría entiende que homosexuales y heterosexuales somos iguales en derechos y que también es un derecho el aborto. Como entiende que ya es hora de que la Iglesia se meta en sus asuntos. Si quiere ganar tiene que atreverse a decir lo que la mayoría quiere oír.
Ciertamente, Palinuro puede estar equivocado y no ser ese el criterio de la mayoría. Se verá el 20N si el PSOE adopta este discurso. Al menos, hay una posibilidad frente a lo que todos auguran como una derrota segura, empezando por muchos socialistas. En el fondo es un ejemplo clásico de teoría de juegos: ¿Qué prefiere la gente, una probabilidad de 1/2 de ganar diez euros o una de 1/10 de ganar mil? ¿Una probabilidad 1/2 de ganar 120 diputados o una de 1/10 de ganar trescientos cincuenta y uno? Recuérdese que en política el primero de esos "ganar" en realidad es "perder".
(La imagen es una foto de psoe extremadura, bajo licencia de Creative Commons).
dimecres, 17 d’agost del 2011
Madrid, ciudad abierta.
Ayer dio comienzo el espectáculo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El Papa llegará mañana. Entre tanto, actúan los teloneros. Miles, decenas de miles de fieles abarrotaban la Plaza de la Cibeles para asistir a la misa oficiada por el cardenal Rouco Varela, un mar de gentes de la confesión, jóvenes recatados, enarbolando banderas de sus países y muy sonrientes, reatas de monjas también muy sonrientes con la felicidad mística brillándoles en los ojos, adolescentes fans del romano pontífice, vocaciones dubitativas, pecadores arrepentidos, voluntarios animosos, congregaciones laicas con ánimo festivo, algún enfermo que otro en espera de un milagro. Y todos alegres, muy, muy alegres. Empalagosa pero no contagiosamente alegres. Pero, en fin, es su fiesta y Madrid es una ciudad hospitalaria que acoge a todo el mundo sin preguntar origen, credo o filiación política. Porque es una ciudad abierta. Sólo se cerró una vez, en noviembre de 1936 y quienes querían entrar en ella a sangre y fuego tardaron casi tres años en conseguirlo.
Diez mil autobuses de toda Europa van a provocar molestias sin cuento durante siete días. Pero los madrileños lo entienden como un deber de hospitalidad. Hay que acoger a ese millón de peregrinos, aunque su peregrinar se limitará al centro de la capital porque han llegado en los dichos autobuses. En autobús está Palinuro dispuesto a peregrinar hasta el Taj Mahal. Una prueba más de que en la JMJ lo que se dice no coincide con la verdad. La cuestión afecta sobre todo a la financión del conjunto del espectáculo. La iglesia ha insistido en que el erario público no desembolsará ni un céntimo. Pero eso es falso. El coste prácticamente íntegro de la JMJ recaerá sobre los contribuyentes en forma de subvenciones, prestaciones gratuitas, cesiones y desgravaciones fiscales a las aportaciones que hayan hecho las empresas privadas. Las autoridades no financian directamente la fiesta del Papa sino que dejan de recibir ingresos por el monto de esa financiación. He aquí cómo puede ocultarse una mentira tras una aparente verdad. De eso la iglesia sabe mucho.
Pero, aclarado ese enojoso punto que tanto se presta a la demagogia clerical, Madrid, ciudad abierta, acoge al millón (o los que sean) de asistentes a los que, además financia generosamente el acto en tiempos de vacas esqueléticas. Es muy de celebrar que, en justa correspondencia, Rouco Varela no la emprendiera a mandobles con la legislación socialista durante su homilía. ¡Muy de agradecer que se limitara a cumplir con su cometido pastoral espiritual! Así son las cosas. El que hace unos años se manifestaba por las calles contra las leyes anticristianas calla ahora quién sabe si para preparar el terreno a la artillería pontificia.
En la homilía monseñor ha expuesto su visión de España, cuya esencia reside en su bimilenario cristianismo. Pero eso no es decir nada. El cristianismo es bimilenario en toda Europa, desde Grecia a Irlanda y desde las Canarias hasta Helsinki. El cristianismo forma parte de la identidad cultural europea, como también lo forman la filosofía griega (2500 años), el derecho romano (2.200) o el consuetudinario (aun más antiguo). Es más, forma parte de la identidad europea pero no es genuinamente europeo, como la filosofía griega o el derecho romano por cuanto tiene un origen ajeno, foráneo, mediterráneo pero no europeo, en las creencias hebreas que componen el Antiguo Testamento que los cristianos han hecho suyo.
También es peculiarmente europea (aunque más reciente) la separación de la iglesia y el Estado, de la religión y la política. En ello, paradójicamente, quizá tenga que ver el espíritu del cristianismo porque las otras dos religiones del libro, el islam y el judaísmo, no la tienen, o no la tienen del todo. Por sí o por no la iglesia tiene que reconocer su separación del Estado de una vez, por muy católica que haya sido España en el pasado. La identificación de la religión con la conciencia nacional es un salto en el vacío hacia atrás, a los tiempos del concilio de Trento y la posterior Paz de Westfalia.
Como Madrid es ciudad abierta, acoge hoy también una manifestación laica de gentes que somos contrarias a que una visita privada del jefe de un culto religioso concreto se financie, como hemos visto, con cargo a los contribuyentes. Y es de esperar que esa manifestación trascurra sin incidentes, por más que la derecha esté preparando el terreno para que los haya. La señora Botella, cuya forma de razonar es similar a la de su marido ya ha dicho que la manifestación laica (que ella llama antipapa) es una provocación, unas declaraciones que sí que son una verdadera provocación, un incentivo para que alguno(s) de esos bárbaros ultracatólicos y/o nazis que abundan en el entorno de la derecha provoque un desastre. De hecho, la policía ya ha detenido a un demente que pretendía atentar contra los laicos con gas sarín, un menda que dice en la red que hay que matar a todas las putas y los maricones y que es, cómo no, voluntario de la JMJ, en donde habrá bastantes más fanáticos y asesinos potenciales. Es la obsesión de la derecha (y del Papa y del clero en general): el sexo. Putas y maricones son también la obsesión de Botella. Contra las putas ya la tomó hace un par de años, hostigándolas por las calles. Ahora son los maricones como se ve en ese especioso razonamiento que emplea para llamar "provocación" a la manifa laica: ¿alguien se imagina que se convocara una manifestación antigay el día del orgullo gay? Es una pregunta bastante tonta porque la respuesta es "sí, desde luego, ¿por qué no?" El problema es que Botella habla de manifestación pero piensa en agresión que es lo que dice creer que puede hacer la marcha laica y lo que en realidad hacen sus amigos y correligionarios como ese químico lunático dispuesto a hacer el trabajo sucio a la muy cristiana concejala.
(La imagen es una foto de orocain, bajo licencia de Creative Commons).
divendres, 6 de març del 2009
La Europa poliédrica (y dos).
Continúa la reseña del número 31 de la Revista Internacional de Filosofía Política.
El siguiente trabajo de José María Zufiaur (El modelo social en la cuneta) pone de manifiesto que no hay un modelo social europeo. La evolución de la política social europea se ha hecho en tres fases: a) años sesenta y setenta, cuando se impuso la lógica del mercado; b) años ochenta y noventa, cuando lo hizo una lógica contradictoria: de un lado flexibilización y desregulación del mercado de trabajo y, de otro, un Mercado Único en 1992 que tuvo que implantar medidas complementarias en el ámbito social; c) paulatino deslizamiento del derecho social europeo hacia la gobernanza de las políticas públicas racionales (p. 110). El estancamiento actual de la Europa social obedece a varias causas: cambios en el sistema productivo, transformaciones sociológicas, como la explosión del modelo de familia, la globalización (p. 113). En la europa de los veintisiete miembros el modelo tiende a desplazarse desde el de soberanía compartida al concurrencial (p. 115). La perspectiva de futuro, dice el autor, supone: 1º) reforzar la Europa política y 2º) consensuar un nuevo plan social que detalla en la enumeración de reivindicaciones que plantea la Confederación Europea de Sindicatos) (p. 118).
Miren Etxezarreta presenta un trabajo (La evolución (perversa) de la política social de la Unión Europea) que me ha parecido especialmente claro, conciso y convincente. Su idea es que el marco de la política social europea hace que: a) se vea la política social sólo como un coste; b) se pretenda que el gasto social se convierta en un ámbito que proporcione beneficios; c) se vea la política social como un medio para disciplinar a la fuerza de trabajo (pp. 123/124). El capitalismo tiene una política social muy limitada (p. 124) que pone en peligro el modelo social europeo (p. 128) con una política social que parte de una reconsideración del "pleno empleo" que ya no significa lo que significaba (p. 131) y que, en relación con el Estado del bienestar, hace más hincapié en las posibilidades de empleo que de bienestar (p. 133) y trata de privatizar los elementos más importantes de la política social como gestión o prestación de servicios públicos (p. 134)
El trabajo de Patruno (La "lucha por la hegemonía" en la formación del derecho comunitario europeo) es, como su título avisa, una perspectiva marxista al problema de la juridificación de la Unión Europea. Sostiene que aporta una visión intermedia entre dos perspectivas que rechaza: a) la del expolio de la actividad normativa del Estado constitucional a favor de imperativos técnicos y económicos globales; b) la ampliación del algunos derechos, como la libertad al ámbito supranacional (p. 139). Justifica el empleo de la expresión "lucha por la hegemonia" de raíz gramsciana. Toma en cuenta la penosa realidad social europea y los dos modelos teóricos fundamentales de la teoría constitucional europea: a) la aproximación crítico-comunicativa y b) la aproximación neo-institucionalista (pp. 150/152). Su conclusión es que la geometría constitucional europea es incompatible con el Estado de derecho de legitimación democrática. (p. 159)
El trabajo de Yves Salese (Sobre la cuestión constitucional europea) también desde un punto de vista constitucionalista plantea el problema en ocho claves de carácter reivindicativo: 1) necesitamos una europa para responder a la mundialización; 2) no la tenemos; 3) el derecho d Europa es en lo esencial el derecho de la competencia; 4) porque las fuerzas hostiles a la Europa política son muy fuertes; 5) no hay una acumulación europea de capital; 6) el funcionamiento intergubernamental no contrarresta las fuerzas hostiles a la Europa política; 7) hay que romper con los límites en vigor: primacía del mercado e intergubernamentalismo; 8) el debate pro o contra Europa carece de sentido. De lo que se trata es de debatir sobre qué Europa (p. 166). Propone un nuevo proceso constituyente europeo (p. 175) y rechaza las objeciones que se le plantean (p. 176).
Xosé M. Núñez Seixas ( Los nacionalismos subestatales, la unificación europea y el mito de la soberanía: algunas reflexiones) es un trabajo soberbio que analiza en breves y condensados párrafos cuestiones de gran complejidad y las aclara considerablemente. No se ha producido, dice, la anunciada crisis del estado nación sometido a la teoría del "sandwich" por varias razones retardatarias que analiza (p. 181). Cuando se proponen paralelismos entre lo sucedido en la Europa central y oriental y la accidental los refuta por ser situaciones muy distintas (p. 182). Levanta constancia, sin embargo, de una expansión de las ideologías nacionalistas y ensaya un modelo explicativo base de cuatro causas que no está mal, entre las que se cuentan el argumento de la crisis del Estado nación, la aparición de multiplicidades identitarias, la mundialización, el euroescepticismo, el soberanismo (p. 190). No obstante sostiene que no existe un modelo del derecho a decidir (la autodeterminación, en definitiva) por razones muy convincentes (p. 193). Muy convincentes, sospecho, si no se acepta la idea de que el "derecho a decir" no puede estar regulado o previsto (por eso no hay modelo) porque forma parte del poder constituyente, que no depende de ningún poder constituido y el ejercicio de ese poder constituyente lo reconoce la nación de la que la otra quiere autodeterminarse o la parte que quiere autodeterminarse lo impone por la violencia. La primera vía es la reforma, la segunda la revolución. En el medio está el no hacer nada por si los problemas se resuelven por inspiración divina. Estas situaciones pueden ser más o menos apetecibles, pero el estudioso debe dar cuenta de ellas.
Por ultimo, el trabajo de Henri Pena - Ruiz (Los retos del laicismo y su futuro), ya dije en la primera parte de la reseña debía leerse como contraste al de Díaz Salazar. Eso es lo que recomienda también Jaime Pastor en su introducción. Pero como él ha de guardar la cortesía del editor, se limita a decir que se relacionen pero no dice por qué. Yo puedo decirlo: porque los dos son estudios normativos, de lo que debe ser (tanto si lo confiesan como si no) pero el de Díaz - Salazar, entiendo, se deja seducir o él mismo pretende seducir con esa cuestión de la "nueva laicidad" que no me parece otra cosa sino un intento de meter por la puerta de atrás de la sociedad laica a los curas que ésta echó por la de delante. De otro lado, el de Pena Ruiz está al servicio de lo contrario, esto es, de impedir el paso a los "nuevos" laicos que no son más que los clérigos de siempre. Su idea, bellamente expuesta es que el humanismo de la inmanencia es tan legitimo como el humanismo de la trascendencia (204). Está muy bellamente expuesto y no obstante yo al de la trascendencia no lo llamaría humanismo porque el humanismo consiste en la idea de que lo humano no es trascendente sino inmanente. Pero se entiende lo que quiere decir y lo suscribo por entero. La Iglesia, el clero, la religiosidad siguen teniendo enormes privilegios en las sociedades occidentales, incluida la laica Francia, privilegios que son irritantes desigualdades. Hemos llegado hasta aquí en lucha contra la violencia en la historia del clero (p. 207). Hay que impedir que vuelva a imponerse en la sociedad. La religión es un asunto estrictamente privado, diga lo que diga la nueva laicidad. Por eso hoy hay unos retos que es preciso asumir: 1) promover la separación jurídica completa entre los Estados y las Iglesias; 2) mostrar el papel imprescindible de la laicidad para la integración de poblaciones con diferentes orígenes culturales y religiosos; 3) hacer una crítica metódica de una terminología que es antilaica, pero que no lo parece. (p. 217) ¿A que se entiende muy bien?
divendres, 29 d’agost del 2008
Problemas de hoy.
El último número de Sistema (Fundación Sistema, nº 205, julio de 2008, Madrid, 143 págs.) aborda algunas de las cuestiones más importantes de nuestro tiempo como la globalización, el cambio climático y la sociedad de la información desde perspectivas distintas y con un nivel razonable de rigor y documentación. El primer trabajo, de Josep Borrell, ¿Hay otras alternativas a la globalización liberal? tiene un arranque prometedor al sostener que la "globalización no es un proceso ideológicamente neutro sino el resultado de una forma de entender las relaciones sociales y económicas" (p. 3) y al enumerar las críticas que pueden hacerse a la globalización liberal: a) no hay tal globalización sino una integración regional; b) es dudoso que se haya reducido la pobreza; c) hay un aumento significativo de la desigualdad en todos los niveles (entre regiones, entre países y dentro de los países mismos); d) hay señales de que aumenta la economía informal y el tráfico de personas; e) no se están tomando suficientes medidas para atajar el cambio climático (pp. 4/5). Tras este acertado diagnóstico Borrell sostiene que la izquierda tiene que buscar sus propuestas propias cuenta habida de que las "terceras vías" no han sido más que adaptaciones al modelo neoliberal dominante (p. 11). Por desgracia ya no está tan claro qué es lo que el autor propone en concreto para dar satisfacción a esa necesidad. Afirma que hay que tender a una cohesión social a nivel mundial pero no cómo pueda lograrse fuera de partir de la Agenda del Trabajo Decente propuesta por la Organización Internacional del Trabajo y que tiene ya sus añitos pues es de 2000. Del mismo modo cabe suscribir que sea necesario regular y hacer más transparente la liberalización financiera así como conseguir que la liberalización del comercio internacional lleve a un comercio más justo. El problema es cómo.
Rafael Caparrós Valderrama, en La esterilidad de la 'soft-governance' neoliberal en las políticas económica y de I+D+i europeo-comunitarias parte de que Europa presenta un retraso de veinte años en relación con los EEUU y el Japón en innovación tecnológica (p. 20). Sostiene que la globalización neoliberal (o "el golpe de Estado neoliberal", como la llama Bauman) en los términos en que la defienden sus partidarios (por ejemplo Guillermo de la Dehesa) no es satisfactoria y que en cambio las políticas socialdemócratas clásicas siguen siendo válidas como sostienen entre otros Gough, Turner, Navarro o Castells (p. 29), igual que es válido el "principio de la diferencia" de Rawls. Si no se avanza en ese sentido en la Unión Europea se debe, a su juicio, a la sistemática negativa de los Estados miembros de aumentar la integración política del continente (p. 31). Únicamente una mayor integración política (que es altamente problemática a mi modesto entender) permitirá una política más dinámica de I+D+i en el continente (p.45). En el caso específico de España que el autor considera singularizadamente cree que, aunque ha habido avances notables con la más reciente normativa, en especial la creación de la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios en 2006 (p. 48), todavía queda mucho por hacer. Uno de los puntos que propone es difundir la práctica de lo que Román del Río llama zaraísmo (del éxito de la empresa Zara) (p. 47) que en lo esencial consiste en adaptarse al concepto de Castells de la "sociedad red" y operar en consecuencia (p. 52). Se me ocurre que estas recomendaciones son una prueba más de la dificultad intrínseca de pensar los problemas de políticas públicas (o cualesquiera otros) en términos comunitarios ya que se hacen siempre en la escala nacional.
Eguzki Urteaga publica un interesante trabajo sobre Los electorados políticos en Francia que es una especie de balance de la situación del mapa electoral francés desde las ultimas elecciones presidenciales de mayo de 2007. Singulariza los seis bloques distintivos: 1) extrema izquierda; 2) comunistas; 3) socialistas; 4) verdes; 5) derecha; 6) extrema derecha y hace unas breves y generalmente atinadas observaciones sobre su situación actual y perspectivas, bien basadas en los datos electorales y no sólo los de las elecciones presidenciales. Contiene acertadas observaciones sobre la consolidación de la extrema izquierda, la irremediable decadencia del voto comunista, la inconstancia del socialista, la veleidosidad del verde, la congruencia ideológica de la derecha y el derrumbe de la extrema derecha. Todo ello en un panorama de alta participación y voto concentrado (pp. 66/67).
Óscar Diego Bautista en Los valores en el servicio público hace un Estudio comparativo sobre los códigos de Gobierno de Estados Unidos, Reino Unido, España y México que en realidad tiene poco de comparativo ya que es un análisis de los distintos códigos de normas éticas de las diferentes administraciones públicas pero consecutivo. El de los EEUU fue una respuesta al escándalo de Watergate y el del Reino Unido, resultado de los trabajos de la famosa comisión Nolan contiene un código ético basado en siete principios: desinterés, integridad, objetividad, responsabilidad, transparencia, humildad y liderazgo (p. 78). En el caso de España el Código de Buen Gobierno de los miembros del Gobierno y Altos Cargos de la Administración General del Estado, de 2005 y el Estatuto Básico del Empleado Público (2007) recogen los postulados que en su día presentara la filósofa Victoria Camps en unas Jornadas sobre Ética Pública de 1997: 1) servicio al interés general; 2) imparcialidad y transparencia; 3) uso adecuado de los bienes públicos; 4) responsabilidad profesional; 5) lealtad a la Administarción (p. 83). México a su vez dispone también de un Código de Ética de los Servidores Públicos de la Administración Pública Federal (p. 87). Uno tiene la sospecha de que tan abigarrada profusión de normas, dictadas al rebufo de los escándalos de corrupción detectados en la década anterior estén en relación inversamente proporcional a su eficacia real. No es disparatado pensar así. El propio autor reconoce que los países en los que menor es la incidencia de la corrupción, los países escandinavos, carecen de estos códigos de ética (p. 91).
Rosario Solà, Christian Oltra, Roser Sala y Nuria Gamero, en Cambio climático y opinión pública en España: percepción del problema y política energética, presentan una encuesta dentro de un proyecto del Massachussets Institute of Technology administrada en España mediante quinientos cuestionarios telefónicos de la que se deduce que el cambio climático es el primer problema medioambiental para los españoles si bien estos consideran que hay otros problemas sociales y personales más graves. Hay un grado alto de desconocimiento sobre las causas y consecuencias del cambio climático y cierta confusión con otros problemas medioambientales, como la capa de ozono. Los jóvenes aparecen con mayor conciencia que los adultos y todos en general piensan que los gobiernos debieran hacer más por contrarrestarlo, si bien la predisposición a implicarse personalmente en la lucha contra el problema es reducida. Por último no hay acuerdo respecto a las distintas alternativas para hacer frente al cambio climático: un 26% cree que "se desarrollarán nuevas tecnologías", otro 26% piensa que "cambiaremos nuestro estilo de vida para reducir el consumo energético", un 20% sostiene que "nos adaptaremos a un clima más cálido" y un 21% piensa que"el cambio climático es un problema pero España no hará nada" (que no está mal como índice de fatalismo del personal); únicamente un 1% sostiene que no hay que hacer nada ya que "el cambio climático no es un problema" (p. 102), lo que da una idea del apoyo electoral que pueden tener los neocons enfrentados a las políticas de lucha contra este problema.
Por último, casi como fuera de programa, Gaetano Pecora, en Las virtudes del laicismo que es una especie de nota con motivo de la traducción al italiano del libro de Henri Pena-Ruiz Qu'est-ce que la laicité? hace una interesantísima síntesis de las objeciones de los laicistas al punto de vista de los Papas sobre la libertad de conciencia y los derechos de los individuos. Tras coincidir con Gaetano Salvemini en su sólido dictamen de que "una democracia que anula la igualdad de derechos y deberes entre los ciudadanos y reconoce jurídicamente a una parte de ellos el deber de obedecer a una autoridad extraña (se refiere a los casos de Concordatos entre los Estados y el Vaticano) y el privilegio de ser representados y estar protegidos por una autoridad extraña, ya no es democracia" (p. 109) que suscribo de la cruz a la fecha, aborda el problema en su línea filosófica más clara. El Papa Ratzinger se hace lenguas del respeto a la libertad de conciencia y el valor fundamental de los derechoas del individuo. Sigue en ello la doctrina de Juan Pablo II que también exalta la libertad, aunque la vincula "a la aceptación de la verdad". En Centesimus annus, Juan Pablo II decía que "la obediencia a la verdad sobre Dios y sobre el hombre es la condición previa a la libertad" (p. 114). Celebraba así el Papa polaco, maestro del actual, el centenario del Papa León XIII quien en su encíclica Libertas praestantissimum decía que: "la cosas verdaderas y honestas tienen derecho (...) Los errores, peste de la mente, los vicios, contagio de los corazones y de las costumbres, es justo que sean reprimidos diligentemente por la autoridad pública para impedir que se extiendan como daño común" (p. 116). ¿Se ve cuánta razón tenía el gran Salvemini? Un Estado que tiene un Concordato con quien cree que los que no comulguen con sus ideas y se aferren a la "peste de la mente" deben ser reprimidos jurídicamente por la "autoridad pública" no es una democracia porque o incumple este mandato o persigue a los ciudadanos cuyas creencias no coincidan con las de los católicos.