dilluns, 6 de juny del 2016
Carmen, mito de España
dissabte, 5 de desembre del 2015
El arte del arte.
dimecres, 13 de febrer del 2013
Una victoria en toda regla.
diumenge, 12 d’agost del 2012
Vargas Llosa y los toros.
dijous, 2 de febrer del 2012
La casta y la pasta
Tiene gracia la nueva versión del toro nacional adaptado a los tiempos que corren de predominio de la corrupción y el más puro bandidaje financiero. Tiempos que se redoblan ahora con el gobierno de la derecha cuyo ministro de Educación y Cultura ya ha demostrado la mucha que posee anunciando que vuelven los tiempos de las vacas gordas (y nunca más a cuento) para los toros o, mejor dicho, para los que hacen negocios toreándolos y matándolos para solaz de públicos de gustos refinados y exquisitos, como él mismo.
¿Por qué será que uno tiene la sospecha de que la llamada "fiesta nacional" forma parte de la tradición de una España que quiere ser eterna de insensibilidad, incultura, señoritismo, servidumbre, caciquismo, corrupción y miseria generalizada? Miseria material y miseria moral, que es tan mala como la primera o peor. La idea de que las corridas de toros tienen que ver con la cultura, que predican entre otros los señoritos de derechas, igual que los señoritos de derechas del nacionalismo catalán ensalzan los "correbous" (cuya única ventaja parece ser que no son españoles) parte de un concepto de "cultura" tan pedestre y rudimentario que también permite sostener que el soborno es asimismo una forma de cultura. Los pueblos mediterráneos..., ya se sabe... ¡ah, la picaresca, esencia misma de la cultura hispana! El cacique, el siervo y el toro, trinidad eterna de los páramos de España.
dijous, 15 de setembre del 2011
Los toros no votan.
La barbarie del toro de la Vega en Tordesillas es apabullante porque, en el fondo, nos retrata como especie. Somos una especie cruel. Que nadie se ofenda como individuo. No se habla aquí de individuos. Seguramente, entre los criminales que torturaron y asesinaron a Afligido y los que se divertían con el espectáculo habrá algunos que tendrán mascotas en casa a las que considerarán "casi de la familia", como suelen decir. No se habla de individuos; se habla de la especie. Como individuos somos todos intachables. Como especie somos crueles. Una crueldad que nace de nuestra condición racional. Porque las demás especies de animales no son crueles y dado que lo único que nos distingue de éstas es la razón, la razón es el origen de la crueldad que anida en ella desde su origen. Algunos grabados de William Hogarth, del siglo XVIII, que muestran lo crueles que pueden ser los niños con los gatos y los perros, marcan un camino que nos lleva a reconocer que causar sufrimiento a los animales por diversión es algo frecuente en todos los tiempos, todos los lugares y (casi) todas las culturas. Recuérdese cómo los más tontos a la hora de defender la crueldad con los animales, invocan la tradición. Para qué seguir.
Está bien que se haya armado esa tremolina a cuenta de la ignominia de Tordesillas. Apunta en la buena dirección, en la de que, poco a poco, estas muestras de barbarie irán desapareciendo. Ojalá. Pero no hay que olvidar que la crueldad de la especie no se agota en los animales irracionales sino que tambien se ejerce sobre los racionales, lo que es imposible de entender. Cada vez que se comete un crimen contra la humanidad la especie se detiene aterrada ante la insondable profundidad del Mal que en ella habita. "Después de Auschwitz no es posible escribir poesía", reza el famoso dicho de Adorno, objeto de mil y una interpretaciones. Añadamos "después de Auschwitz y después del Gulag", porque el Gulag vino después de Auschwitz, al menos en la conciencia de los occidentales.
¿De dónde sale la resurrección del sadismo que traduce la obra de Peter Weiss sobre el divino marqués en el asilo de locos de Charenton que llevó al cine el gran Peter Brook? Y eso se hizo después de Auschwitz y el Gulag. En realidad, hay que reconocer que después de Auschwitz y después del Gulag todo es posible. No sólo la poesía sino literalmente todo. No, no, de ningún modo, argumentan gentes sin duda bien intencionadas. Hemos aprendido la lección: nunca más. ¿Nunca más? Y ¿qué es Guantánamo? No quiero poner a nadie en apuros así que mejor planteo otras preguntas: ¿qué pasó en los killing fields de Camboya? ¿Qué en la enésima guerra de los Balcanes hace veinte años? ¿Qué pasa en Somalia, en Libia, en el Irak, el Afganistán, en México, Guatemala? ¿Cuándo han acabado los genocidios? ¿Qué es el feminicido?
Bueno, como no se trata de ocultar un digno debate ético a base de echarle problemas trascendentales encima, volvamos a Tordesillas. Sobre el toro podemos haberlo dicho todo y, si no, tampoco importa gran cosa porque los toros no votan y eso es algo que los políticos miran mucho. Porque de los políticos, a los que se supone una función de liderazgo moral, es ahora la fábula aquí. El Intermedio preguntó por la barbarie tordesillesca a varios políticos del PSOE. Lo cuenta muy bien Félix Población en Políticos del PSOE ante el toro de la Vega. El alcalde de Tordesillas es del PSOE y defiende la crueldad con argumentos típicos de gobernador civil franquista: que los que protestan contra esa monstruosidad "no son de aquí". Serán extraterrestres bolcheviques. Los políticos preguntados condenaron el hecho pero se abstuvieron de enjuiciar el comportamiento del alcalde, lo cual refleja su talla moral y su liderazgo. Excepto la ministra de Cultura que ni siquiera condenó, que no dijo nada. Por lo demás, lo que suele hacer, demostrando una vez más que no dice nada porque no tiene nada que decir, lo que plantea el espinoso asunto de por qué la hicieron ministra.
En el PSOE hay enemigos y partidarios de la lidia. Es razonable pensar que un partido no tiene que ser necesariamente una cofradía de una sola opinión en todo y que es bueno que tenga pluralismo en su interior y lo respete. Vamos a suponer asimismo que, por diversas razones, la lidia aún no permite una decisión colectiva que, de forzarse, podría escindir el partido. Pero ¿tampoco lo permite un espectáculo tan vergonzoso como el de Tordesillas? Todavía la lidia lleva consigo mucha música, pintura, literatura, poesía, folklore, un abigarrado mundo simbólico que se resiste a cambiar y que incluso ha taraceado la lengua con multitud de expresiones hechas. Pero ¿qué tiene el crimen de Tordesillas? ¿En qué ha entrado en la lengua si no es por algún rebuzno? ¿No habrá un porcentaje abrumadoramente mayoritario de militantes socialistas que condene la tortura animal, deje en minoría al alcalde tordesillesco y le haga ver que, si quiere seguir ganando elecciones en su pueblo, lo haga bajo la bandera de otro partido?
No es bueno ni realista que un partido sea una piña en torno a una sola opinión; pero tampoco que no tenga ninguna y que, por prudencia electoral (ya que los toros no votan, pero sus torturadores sí) no pueda pronunciarse sobre asuntos morales tan claros y evidentes. Porque, si no es capaz de conseguir ni esto, ¿qué es lo que lo une como partido? ¿El mero hecho de ganar las eleciones y calzarse un puesto al sol? ¿En nombre de qué? En la tradición de la izquierda, eso es más propio de la derecha.
(La imagen es una foto de Wikimedia Commons,que está en el dominio público).
dijous, 14 d’octubre del 2010
A la cultura le ponen los cuernos.
El mundo entero ha contemplado en suspenso esa proeza de Chile de arrancar a una muerte segura a treinta y tres hombres (cosa que muchos seguimos al minuto) en una operación que ha sido un verdadero canto a la vida. En ese mismo momento el ministerio español del Interior anuncia que transfiere las competencias en materia de corridas de toros, ese canto a la muerte (muerte segura del toro y posible del torero), al ministerio de Cultura. De este modo, se dice, se devuelve a las corridas (ellos las llaman "Fiesta Nacional", igual que el doce de octubre, ahí es nada), el trato noble que merecen: son cultura. Nada de cuestión de Interior o de Gobernación al recio estilo de Franco, sino de creatividad, que no es lo mismo.
No sé si la ministra de Cultura está al tanto de lo que se le viene encima y lo defiende por estar convencida de que, en efecto, las corridas son cultura o va de florero y nadie la consulta sobre decisiones que la conciernen, que la empitonan, por ponernos taurinos. Lo que está claro es que el ministro Rubalcaba se ha quitado de encima lo que se llama una "patata caliente", un ascua en realidad, evitándose lidiar (ya que estamos en ello) a un movimiento animalista cada vez más extendido y con mayor resonancia mediática, y que tiene mucho apoyo en su propio partido.
La decisión puede entenderse también como una especie de puñalada trapera al tripartito catalán y hasta a Cataluña en su conjunto al facilitar el camino para que el PP interponga recurso de inconstitucionalidad por la prohibición de las corridas en Cataluña decidida por el Parlament. El Parlament se ha extralimitado, se escandaliza la derecha; ha ido más allá de sus competencias. No sé cómo pueda decirse que se haya extralimitado cuando la cultura es competencia autonómica; pero por decir que no quede. Por lo demás, los catalanes, que tienen sus debilidades, podrían argumentar que, puestos a defender la cultura, ellos más que nadie: expulsan las corridas por oscurantistas pero blindan a los correbous que, como puede verse, consisten en hacer al toro portador del símbolo mismo de la cultura, la civilización y hasta la libertad: la luz. Que no sea luz sino fuego es cuestion de escasa relevancia. Lo importante es que aquí está el feliz astado catalán convertido en soporte de la luz del espíritu frente a las escabechinas de los españoles.
Cultura es la palabra. Si las corridas lo son o no. Si por "cultura" se entiende, como quieren los arqueólogos y los antropólogos, todo aquello que hace el ser humano, no hay duda de que los toros son cultura con el mismo derecho que las palanganas, los chupa-chups y las Matrioschkas. Pero nadie subvenciona las palanganas, los chupa chups o las Matrioschkas. Claro, no es ésta la cultura de que hablan los corridófilos. Es de la otra, de la cultura en sentido filosófico, del arte. La tauromaquia es un arte.
Pero esto no es verdad. Las corridas pueden ser objeto de obras de arte, pero no son arte en sí mismas, si es que esto quiere decir algo. Todas las epopeyas cantan la batalla, la guerra, pero la guerra en sí misma no es arte (el concepto de "arte de la guerra" se refiere más a la "técnica") ni cultura, sino barbarie. Aunque el arte, soberana como es, puede hacer algo sublime de lo más odioso y detestable, ese es el camino que empezó a andar el Marqués de Sade, en el que tampoco llegó muy lejos en comparación con el siglo XX. El arte contemporánea ha sacado mucho partido al Holocausto; el arte, la poesía, el pensamiento filosófico. Considérese tan sólo la kilométrica Shoah, de Claude Lanzman:
Bellísimo, sin duda. Pero el Holocausto no es cultura y, digo yo, estaremos todos de acuerdo en que hubiera sido mejor que no se hubiera producido, aunque nos perdiéramos quintales de obras de arte. Así que dejen en paz a Goya, Picasso y tutti quanti. Por lo demás, si arte ha de ser, necesita una musa y, como no la hay, no se me ocurre nada mejor que adjudicarle a Pasifae, cuya leyenda es la que origina el Minotauro. Bingo.
Todas las manifestaciones artísticas son valiosas en principio, pero ese valor es un activo que se adquiere en función de lo que se aporta a la mejora de la especie, no sólo a la material, que es la más evidente, sino a la espiritual y/o moral. Y bajo ningún punto de vista civilizado es una mejora complacerse en la contemplación del sufrimiento y la muerte de ningún ser vivo, la contemplación de ese misterio que es la esencia de la naturaleza humana. La muerte. Según nos desbastamos vamos siendo más y más pudorosos con la muerte. Ya no exhibimos los cadáveres de nuestros enemigos ni hacemos ejecuciones públicas, salvo las excepciones de todos conocidas y por todos condenadas en países considerados "atrasados" y algunas también en los países considerados "avanzados". Pero la tendencia es clara: hurtamos la presencia de la muerte de la vida cotidiana: ya casi no hay sepelios y los coches fúnebres parecen limousines para clases medias-bajas. Lo primero que se hace con un cadáver es cubrirle el rostro. La humanidad busca la negación de la muerte y todas sus religiones y filosofías llevan a ese punto, incluso aquellas que, como el cristianismo, nacen del culto a la muerte pues solo la muerte de Dios en la cruz es el vínculo que lo liga con los creyentes. No siendo eso, la tendencia general es a ocultar la muerte. El arte, sobre todo el cine, la representa con harta frecuencia; pero eso es lo que hace, representarla, simularla, fingirla. En el ruedo no está representada; está presente. No siempre la relación entre poesía/ficción y verdad es tan alegre y optimista como en la autobiografía de Goethe.
¿Qué tiene de cultura una ceremonia pública cuya esencia es contradecir el sentido de la evolución moral de la humanidad, convertir la muerte en espectáculo invocando para ello la fuerza de la tradición, cómo no, y la creatividad del arte de Cúchares?
(La primera imagen es una foto de C Manuel; la segunda, de mikedangeR; la tercera, de alexisbellido, todas bajo licencia de Creative Commons).
dijous, 7 d’octubre del 2010
Apostillas a lo que se oye y ve por ahí.
En su ardorosa y documentada defensa de las corridas de toros el senador Pío García Escudero dice que si él fuera toro preferiría morir en el ruedo a acabar en la oscuridad de un matadero tras una vida aperreada de pueblo en pueblo. Vamos que el toro es como el negro de Nicolás Guillén que pedía su pan "de puerta en puerta". Si don Pío fuera toro no podría preferir nada porque habría otro don Pío prefiriendo por él y en su nombre.
Diz el mismo senador que al final Picasso quería ser toro; es posible. Cierto que se veía como el Minotauro. Pero el Minotauro no es un toro sino la imagen de alguien que piensa como un toro y embiste como un hombre.
La próxima visita de SS. Benedicto XVI a esta tierra liberada de sarracenos será un negocio espiritual y económico, promete monseñor Martínez Camino, ese clérigo tan atildado. ¡Quién iba a decir a Cristo que lo refutarían sus propios seguidores y que sí, que se puede servir a Dios y a Mamón al mismo tiempo!
Para que haya postzapaterismo es preciso que haya habido zapaterismo, cosa que no consta, al menos con la densa machaconería que se dio al felipismo.
Seis meses de cárcel por atar a su perro al coche y arrastrarlo durante 700 metros. Bien, muy bien. Y ¿qué condena recaerá sobre los que alancean toros, los matan a golpes, los abrasan o los rematan tras una lucida faena, probablemente porque han nacido para el luto y el dolor? ¿Sobre los que precipitan cabras al vacío?
España ha vivido por encima de sus necesidades, según el gobernador del Banco de España. Ahora le toca vivir por debajo, en justa penitencia. Y ¿quién determina las necesidades justas? Eso es algo tan quimérico como el precio justo o la guerra justa.
Además, el Banco de España, ¿es de España?
La SGAE hackeada a lo grande. Aquí se juega algo muy importante: el derecho de propiedad privada. Uno puede poner un aviso de Prohibida la entrada en un terreno, un bosque, un prado, un local, pero no puede ponerlo al comienzo de una sinfonía o una novela. Algo está mal. ¿No?
El Gobierno teme que Venezuela se convierta en una base de etarras, como lo fue Francia en su día. Pero ¿no era Venezuela el lugar al que otro gobierno español de Felipe González mandaba los etarras a puñados a raíz, creo, de las conversaciones de Argel? Los venezolanos deben de alucinar ante la volubilidad hispana.
Michelle Obama no es la mujer más poderosa del mundo sino la esposa del hombre más poderoso del mundo, que no es lo mismo.
El Fondo Monetario internacional quiere un "plan B" del Gobierno español, por si falla la reducción del déficit, lo que es la vía más segura para que la reducción del déficit falle.
El Danubio bajaba azul para los enamorados...
...ahora, si Dios, que es todo amor, no lo impide, bajará rojo.
(La primera imagen es un grabado de la Tauromaquia de Goya, "Juanito Apiñani en la plaza de Madrid", que está en el dominio público.)
(La segunda imagen es una foto de LuChOedu, bajo licencia de Creative Commons).