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dimarts, 9 de novembre del 2010

Fuego en el Sahara.

Todo lo que tiene que ver con el Sahara es muy cercano a los españoles por razones obvias. Tan obvias que uno de los grupos que se ha personado en El Aaiún con ánimo de auxiliar a los saharauis maltratados por los marroquíes y han conseguido que los maltraten a ellos también comprendía dos parlamentarios del PNV y una de Aralar; es decir nacionalistas que, por lo común, sostienen no ser españoles. Esa cercanía de sentimiento arranca desde luego del hecho de que el Sahara fue colonia española, posteriormente designada "provincia" por el general Franco.

Pero sobre todo arranca de la mala conciencia de los españoles por el modo en que el país cedió el territorio a Marruecos, sin consultar con los saharauis y sin defenderlos, firmando unos vergonzosos Acuerdos de Madrid que venían a sancionar la imposición marroquí por medio de la marcha verde, una de esas mareas humanas que organizan los musulmanes al estilo Mahdi, invocando a Alá y al profeta en este caso empleados a fondo ante el peligro de que se celebrase un referéndum de autodeterminación en el Sahara auspiciado por la ONU. Esa mala conciencia cristaliza en una generalizada simpatía de la población hacia el Frente Polisario y una muy extendida disponibilidad de la gente para acoger niños saharauis en las vacaciones de verano.

La raíz, sin embargo, es más profunda. Consiste en la amarga comprobación de que España prácticamente no existe en el escenario internacional. Hassán II lanzó la Marcha Verde el 6 de noviembre de 1975, con Franco agonizante, en medio de un vacío de poder en España. Aun en el caso de que el entonces Príncipe de España, ante la urgencia del momento, hubiera tomado el poder y decidido defender el Sahara como lo había prometido es muy dudoso que hubiera podido hacerlo porque los Estados Unidos, principales valedores de Marruecos en este contencioso no lo hubieran permitido. Los Acuerdos Tripartitos (España, Marruecos, Mauritania) se firmaron el 14 de noviembre de ese año por presiones de los EEUU, con el Jefe del Estado español prácticamente en el otro mundo y sin que su sucesor estuviera por completo en éste.

Marruecos ha incumplido prácticamente todas las cláusulas de los Acuerdos Tripartitos, incluidas las secretas y, por supuesto, las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, al estilo israelí. De hecho la táctica que viene aplicando en el Sahara desde 1975 es israelí de cabo a rabo: incumplimiento de las resoluciones de la ONU; dilaciones bajo cualquier pretexto; hostilidades esporádicas contra la población autóctona, selectivas o no selectivas; asentamientos de colonos en los territorios ocupados; continuas negociaciones continuamente rotas o incumplidas.

El Acuerdo preveía que será respetada la opinión de la población saharaui, expresada a través de la Yemaá, cosa que no se ha hecho. Bastante le importaba la Yemaá a Carlos Arias Navarro, por entonces presidente del Gobierno español y firmante de esos bochornosos acuerdos. Pero España no puede tomar medidas drásticas contra Marruecos porque carece de margen de maniobra y los Estados Unidos no lo permitirían, haya o no haya OTAN. Recuérdese cómo el Tratado bilateral España-EEUU de 1953 prohibía que la primera empleara las armas transferidas por los States en un conflicto con Marruecos, por lo que hubo que pelear en Sidi Ifni con el armamento de la guerra civil.

El valor estratégico de Marruecos para los EEUU es muy superior al de España porque es similar al de Israel, esto es, una cabeza de puente en mitad del Islam; aunque, por supuesto, el compromiso gringo con Israel es muy superior en todos los órdenes al que tiene con Marruecos. Con todo está claro que el principal actor forastero en el conflicto del Sahara son los Estados Unidos, factor decisivo en el hecho de que España no cuente. Es como cuando los ingleses y los franceses trataron de recuperar por la fuerza el canal de Suez en 1956 y los EEUU los obligaron a retirarse. No hay política autónoma de España en relación con Marruecos que, sabiéndolo, mantiene una actitud de colaboración/enfrentamiento, no permitiendo que se olviden los contenciosos que tiene con Al-Andalus

Aceptando el hecho de la hegemonía de los Estados Unidos en la región, la ONU nombró como comisionado para asuntos del Sahara (pendiente de descolonización) a James Baker quien, tras las correspondientes diligencias, salió de allí con dos planes. Con el primero no tuvo éxito pero sí con el segundo que preveía una autoridad saharaui durante cinco años para preparar un referéndum de autodeterminación con dos posibles soluciones: a) el Sahara integrado en Marruecos con una amplia autonomía; b) independencia del territorio.

Apenas lo había aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU cuando ya Marruecos anunciaba que rechazaba el plan pues no acepta la independencia del Sahara como una opción. A continuación, Bush Jr., en perfecta sintonía con su protegé anunciaba que la independencia no era una opción y que los saharauis se conformaran con la autonomía dentro de Marruecos. El mismo Bush que iba del brazo de Aznar a la guerra del Irak. Ventajas del ser emperador de entrambas Indias.

Por lo demás, el llamado conflicto del Sahara lleva camino de enquistarse en una situación de dos colectividades enfrentadas, una con todos los medios y la otra con ninguno, salvo los que pueda conseguir de Argelia, y condenada a languidecer en condiciones miserables en campos de refugiados en su propio país. Como los palestinos en Palestina, así los saharauis en el Sahara. Tal es el resultado de la desastrosa gestión colonial de España en la zona que lega un conflicto por dejadez y cobardía en su momento.

Honra mucho su actitud a los ciudadanos que están saliendo a la calle en todas partes a protestar por la situación del Sahara y por la falta de implicación del Gobierno en el conflicto. Pero no parece que estas movilizaciones vayan a surtir grandes efectos ya que España no es un actor relevante en la zona, carece de posibilidades reales de presión diplomática (al contrario, en algunos aspectos es ella misma rehén de la diplomacia marroquí) y no puede ni soñar con el empleo de la fuerza militar.


(La imagen es una foto de Jaysen bajo licencia de Creative Commons).