A ver. Los de Avaaz, que andan siempre vigilándolo todo, han detectado un consejo europeo de ministros de Asuntos Exteriores para el próximo lunes en el que van a debatir sobre las sanciones a Birmania, así que dicen que hay que escribir a nuestro respectivo ministro pidiéndole que las sanciones sean duras y efectivas para hacer daño a esa junta de criminales que desgobierna el país desde hace medio siglo, caso único mundial de dictadura militar hereditaria en el seno del ejército. Hay que ver qué fe tienen los anglosajones en que las autoridades leen las cartas que reciben y no se limpian el trasero con ellas. Bueno, va, quien quiera firmar que lo haga aquí. Está en español.
dissabte, 13 d’octubre del 2007
Más sobre Birmania.
dijous, 27 de setembre del 2007
Blogosfera. Convocatorias.
Los de Avaaz.org, una organización grass-root, han puesto en marcha una iniciativa para que firmemos pidiendo que la ONU condene la represión que la Junta militar presidida por el General Than Shwe ha desencadenado contra los monjes budistas y todos los manifestantes demócratas. Por extensión se trata de condenar ese régimen de dictadura militar que viene de 1962. Aunque lleguemos tarde, puesto que la China (que considera Birmania y otros países de la zona como la Unión Soviética lo hacía con las democracias populares europeas, como el cuasi extranjero) ha impedido que el Consejo de Seguridad pueda condenar a estos militares criminales, si alguien quiere firmar, la petición está aquí. Lo que más puede favorecer a esos bravos monjes budistas (ya es extraño verlos manifestarse en este mundo lleno de maya) es que continúe viva la atención pública sobre la situación de Birmania. El conocimiento de sus fechorías es lo peor que puede pasar a ese grupo de indeseables que lleva tiranizando al país desde que en 1990 perdiera las elecciones por goleada, cosa que no ha aceptado jamás. Ese mismo conocimiento público que puede mitigar, si no resolver, la situación de la señora Aung San Suu Kyi, dirigente democrática, premio nobel de la Paz presa e incomunicada intermitentemente desde 1989, que ya está bien.
No estoy muy seguro de que manifestarse sirva para mucho ante un fenómeno tan difuso y capilarizado en nuestra sociedad, pero es preciso protestar como se pueda. Hay que salir a la calle y ver cuántos somos.