En las elecciones anticipadas de ayer, los polacos terminaron con el Gobierno minoritario del Partido del Derecho y la Justicia, de los hermanos gemelos Kazynski. La vencedora Plataforma Ciudadana, de Donald Tusk alcanza el 43,7% del voto, lo que, con el apoyo del Partido de los Campesinos, le garantizará una cómoda mayoría parlamentaria.
El gobierno anterior de Jaroslav Kazynski era de coalición con el partido de Autodefensa y la Liga de Familias Polacas, una amalgama muy reaccionaria en política interior y muy errática en política exterior que deja detrás dos años de legislatura de sobresaltos con propuestas sobre depuración política de los funcionarios según su pasado comunista o restricción de derechos de los homosexuales, todo lo cual ha levantado preocupación en la Unión Europea sobre los derechos humanos en Polonia. La victoria del liberal Tusk viene con una alta participación electoral (alta para lo habitual en Polonia) de más del 55,% quince puntos por encima de la de las últimas elecciones de 2005, cuando ganaron los Kazynski.
Pero queda el segundo Kazynski, encaramado en la Presidencia de la República y con cuerda para bloquear la acción de Gobierno. Al fin y al cabo, su partido ha obtenido más de un treinta por ciento del voto, más del doble del resultado de Izquierda y Democracia, del expresidente Kwasnieski, que algunos quieren que sea el primer Presidente de la nueva Unión Europea. El Kazynski que queda conserva amplias facultades, incluido el veto de la legislación que lo incomode. Acerca de si Lech, el Presidente, cumplirá la amenazada lanzada por Jaroslav, el ya exprimer ministro, de dificultar el Gobierno desde la Presidencia de la República sólo cabe hacer conjeturas. Puede que aquel crea que hay que mantener los principios de forma numantina. O puede pensar que se arriesga a perder él también las elecciones presidenciales dentro de dos años y medio pudiendo tener un segundo mandato.
Quizá con un solo Ubu al mando resulte Polonia menos extravagante pero nunca se sabe, dado que el catolicismo es una fuerza política real e impredecible en el país.