La ruptura del pacto de UPN/PP, que data de 1991 lleva más candela de la que luce en eso de dos partidos que rompen, se tiran los trastos, como buen matrimonio, y uno de ellos se va del domicilio común y se lo monta por su cuenta, en este caso, el PP. Esto sólo puede pasar en el antiguo Reino de Navarra que conserva mucha personalidad propia y ganas de hacerla valer. Dicen los navarros que ellos no tienen Estatuto de Autonomía sino que se rigen por una Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Fuero de Navarra. Muchos afirman que esa ley es un Estatuto de Autonomía más pero otros sostienen que como en ella se recogen la Ley de 25 de ctubre de 1839 de reconocimiento de los fueros y la Ley Paccionada de 16 de agosto de 1841, es algo más que un mero estatuto de autonomía. La cuestión es simbólica y de negra honrilla. Por eso importa tanto.
La derecha navarra, una parte importante de la que procedía de UCD es foralista, lo que significa enfrentada al nacionalismo vasco y también al español. Navarra es "parte de la indisoluble nación española" pero parte propia, peculiar, distinta y única. Por eso tal derecha no está cómoda con el nacionalismo vasco burgués, al que considera anexionista y tampoco con el nacionalismo español de derecha que, en el fondo, no entiende el foralismo. Mucha gente dice que, con la ruptura, saldrá perdiendo UPN pero eso está por ver. Cuando se abre competencia entre dos partidos que comparten mucho terreno electoral es difícil pronosticar quién crecerá a costa de quién. Pasa lo mismo que con las fortunas electorales de Unión, Progreso y Democracia
En cuanto al PP esta crisis le viene muy mal para su estabilidad interna. Lo último que necesita el señor Rajoy es una escisión del calibre de UPN v. PP en Navarra, una Comunidad Autónoma de muy especial categoría y complejidad en donde regía un acuerdo electoral similar al de la CDU alemana, mayoritariamente protestante, y la CSU bávara, mayoritariamente católica, en Alemania, de forma que la CSU sólo se presenta en el Estado Libre de Baviera y la CDU a su vez, se abstiene de presentar candidaturas en él. La ruptura en España es mala también para el PP porque continúa haciendo visible su aislamiento. En realidad, salvo las posibles coaliciones de los gobiernos locales en los que cabe todo tipo de fórmulas, el PP sólo parece mantener colaboración con Coalición Canaria que también está sacando la turbia pezuñita nacionalista. Y eso no es política. La opinión pública sabe que lo suyo en política es pactar, negociar. A la misma opinión pública le encanta sentirse moralmente superior denunciando precisamente que los políticos sean capaces de cualquier villanía, de vender sus principios y por eso adoren el cambalache y la trapisonda. No es posible que la derecha no pueda negociar ni con su sombra, como le sucedió al pobre Peter Schlemihl, eso no se entiende como virtud sino como vicio y tiene coste electoral.
Permítaseme una pequeña digresión. Todavía no hace mucho que, a raíz de las elecciones autonómicas navarras de 2007, se planteó un complicado problema de alianzas parlamentarias en la Comunidad Foral. Finalmente el PSOE decidió que los socialistas navarros apoyaran un gobierno en solitario de UPN, lo que le ganó vituperios de todo tipo, especialmente desde la izquierda, que apostaba por un gobierno de alianza con Nafarroa Bai, o sea, con todos los nacionalistas y con Izquierda Unida. El hecho, sin embargo, es que la alianza de hecho de UPN y el PSN/PSOE, ha fracturado a la derecha en Navarra, y el PP pierde fuerza. Recuérdese que los socialistas estuvieron mucho tiempo soportando la acusación de que pretendían "vender Navarra" a los nacionalistas vascos y que gracias a ellos, España "se rompía". Hoy lo que se ha roto es el PP en Navarra, precisamente al grito de UPN de que no se rompa Navarra. Hágase un ejercicio contrafáctico y piénsese en cómo estaría hoy Navarra con un gobierno tripartito de Nafarroa Bai (a su vez, coalición de cinco o seis partidos nacionalistas, desde los más radicales a los más burgueses), Izquierda Unida y los sociatas. Recordar estas cosas conviene porque en la diatriba política la gente se acalora y no mide las consecuencias de lo que dice.
UPN va por libre. Es difícil visualizar un grupo parlamentario propio de la Unión en el Congreso pero no un grupo mixto nacionalista, alguna forma de Galeuzka parlamentaria. En el fondo a la derecha le ocurre con UPN lo mismo que al PSOE con los socialistas catalanes: que quieren grupo parlamentario propio y, a diferencia de los navarros, tienen gente de sobra para hacerlo. Pero si los navarros de UPN se unen a los galleguistas del Bloque, a los nacionalistas de Eusko Alkartasuna, quizá también a los de Coalición Canaria, si no les da para tener grupo propio y a otras fuerzas nacionalistas que se incorporen, pueden tener su propio grupo parlamentario digamos nacionalista no-español. Lo interesante es que, para entenderse entre ellos, los miembros están obligados a hablar en español o recurrir a traducción simultánea, cosa que no creo que hagan, más que nada por sentido del ridículo que es un sentido que viene y va de forma muy curiosa porque uno se pregunta por qué el Congreso entero (prácticamente) tendría que recurrir a traducción simultánea si se reconoce el derecho de los catalanohablantes a hablar en su lengua en las sesiones y eso mismo no se pide para las reuniones interpartidistas. Claro, porque no hay nadie, ningún representante de la tiranía mesetaria españolista a quien fastidiar.
El problema es efectivamente para el liderazgo del señor Rajoy que aparece otra vez arrastrado por los acontecimientos y como tratando de zafarse de ellos. En verdad el PP padece hoy una especie de fronda soterrada que puede aflorar en cualquier momento y a la que la crisis navarra añade combustible. Hay pendientes en el futuro cercano tres consultas electorales que van a someter a dura prueba la baraka del señor Rajoy: elecciones autonómicas vascas, europeas y autonómicas gallegas Malos resultados en esas consultas serían la puntilla para el liderazgo del ilustre registrador de la propiedad pontevedrés quien, antes de ser candidato en 2012, tiene que superar un congreso de su propio partido un año antes. Ya se sabe: una reunión de su propio partido, esto es, donde se juntan los que están más interesados en acabar con su carrera política. Los enemigos, bien se ve en estos momentos, cuando se cocinan los prolegómenos de las traiciones, los cambios de lealtades, las complicidades, etc, están siempre en tu propio partido. Los del partido contrario son meros adversarios, alguien en quien podrías confiar si vinieran mal dadas antes que en alguien de tu mismo partido.
(La imagen es una foto de Jaume d'Urgell, bajo licencia de Creative Commons). La foto tiene el siguiente comentario del autor: "It's a little mouse with a traditional dress from Nafarroa's folk dance (one of the seven administrative departments of the Basque Country"). (Es un ratoncito con un vestido tradicional de un baile popular de Nafarroa (uno de los siete departamentos administrativos del País Vasco)).