La hipocresía, sofistería y profunda estolidez del repelente niño Vicente Gallardón al descubierto en sus razones para imponer las tasas judiciales. Estas no obedecen a su deseo de impedir que los menos favorecidos accedan a la justicia, ¡qué va! Lo que tratan es de garantizar el acceso de estos a la justicia "gratuita". Es un cinismo descarnado que solo puede formular un fascista correoso porque, obviamente: no hay justicia "gratuita". Toda la justicia está pagada con los impuestos de los ciudadanos, incluidos los pobres. Cuando estos acceden a la justicia, acceden a lo que es suyo y a lo que este sofista quiere arrebatarles para dejárselo solo a los ricos, los únicos que pueden volver a pagar una justicia para ellos que, además, será de calidad, dado que en parte también está pagada por los pobres a los que, sin embargo, se les niega. ¿Esta claro? Los pobres pagan parte de la justicia de los ricos y ellos no tienen ninguna. Los ricos no pagan la justicia de los pobres (ya que estos no la tienen) pero se benefician de una de superioridad calidad.
Se trata de una prueba más de un síndrome de suficiencia de este nacionalcatólico que toma a los demócratas por aquejados de imbecilidad y piensa, desde la suya, mucha más profunda, que puede engañarlos, manoseando sus principios y valores y prostituyéndolos con una mentalidad orwelliana: pagan ustedes por la justicia para que la justicia sea gratuita. Por la misma razón por la que el mismo sujeto sostenía que negar el derecho de la mujer a decidir sobre su maternidad es la vía para emancipar a la mujer. Que este pedante quiera llenar los ovarios de las mujeres con rosarios, rezos de sacristía y sofismas baratos no oculta ni medio minuto la intención de esta derecha cavernícola de implantar una involución en toda regla de la convivencia ciudadana española. Y Gallardón -al que El País apoyaba como representante del conservadurismo civilizado- es la punta de lanza de este retroceso histórico: educación, sanidad y justicia para los ricos. Igual que los viajes a Londres de sus hijas.
Un asco.