Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Izquierdas.. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Izquierdas.. Mostrar tots els missatges

dilluns, 5 de juny del 2017

Teoría y práctica, el unicornio de la izquierda

El medio era el mensaje. Y el medio son las redes sociales, twitter en especial. El salvaje Oeste en 140 caracteres, en donde todo vale; aunque de vez en cuando interviene el sheriff y pone fuera de juego a alguno que va por ahí queriendo comerse los hígados de otro. Y ya tiene su literatura, admiradores gracianescos y sus detractores proustianos.

Reconozcamos, no obstante, que resolver cuestiones de fondo con tuits, a modo de pizzicato, es poco satisfactorio. Así, la cuestión de la unidad de la izquierda debe plantearse con mayor profusión de argumentos y enunciados que sean comparables. Nada mejor que dar una batida al sempiterno binomio teoría y práctica tan querido de la izquierda, y ajustarlo a los hechos de los dos partidos que compiten en el corral. Los dos tienen enfoques teóricos y prácticos que deben contrastar.

En Podemos, la teoría muestra un fuerte ramalazo ideológico. Las controversias internas se han resuelto en ese terreno, enfrentándose dos concepciones distintas del partido y la relación partido/líder así como la política de alianzas. Todo. El sector vencedor marca la línea general que es también ideológica porque, al dar igual o más importancia a la lucha contra el PSOE que contra la derecha, está tratando de ventilar una vetusta quiebra de la izquierda (entre la "verdadera" y la "traidora") que no tiene arreglo. Esa vigencia ideológica, por lo demás es muy simple, pues proviene del maniqueísmo de las "dos orillas": aquí, nosotros; allí, ellos. El empacho de esta teoría obstaculiza el entendimiento con la otra izquierda.

Esta, a su vez, teoría tiene poca y la poca que tiene se ventiló en un terreno pragmático de unas primarias. Implícitas estaban dos concepciones del partido y de la relación líder/militante: la de Díaz era institucional; la de Sánchez, de militantes. En ambos casos relaciones de caudillaje con respaldo corporativo el de la andaluza y democrático el del madrileño. También implícitas, dos políticas de alianzas: hacia la gran coalición la de Díaz y hacia la unión de la izquierda la de Sánchez. Es decir, lo mismo que en la confrontación interna de Podemos. Pero articulado más en terrenos personales y prácticos, menos cargados de nubes ideológicas. Lógico, por lo demás. Los principios ideológicos del PSOE son una especie de constitución no escrita con el nombre de socialismo democrático. Es difusa, pero funciona bien, como acaba de comprobar sobre sus costillas la candidata que trataba de suprimir las primarias y recortar lo que de democrático hay en el socialismo. En todo caso, este pragmatismo, esta falta de teoría e ideología del PSOE debiera ser un aliciente para un entendimiento entre ambas izquierdas, pues tiene el valor de un comodín.

La práctica también discurre por cauces divergentes que, sin embargo, podrían confluir. Podemos insiste en su política de radical enfrentamiento al PP en el Parlamento y en la calle. La moción de censura (MC) es el último torpedo al buque La Moncloa. Sobre la finalidad de la iniciativa ya está todo dicho. Y todo dicho, sigue siendo un error porque siempre será un error, por principio, querer comprometer a otro enfrentándolo con los hechos consumados. Y todas las melifluas ofertas para disfrazar un diktat de una invitación a bailar resultan patéticas. La MC debe llevarse al final, ser derrotada y formular ante el país una crítica general a la política del PP, con una oferta de alternativa (encabezada por Iglesias) que incluya un programa común al PSOE, ahora que este ha mudado de dirección.

La novedad esá precisamente ahí. El triunfo de Sánchez obliga a cambiar radicalmente la práctica de la Gestora. ¿O no? Esa es materia de acalorado debate estos días. Para algunos, al ponerse Sánchez incondicionalmente al pairo (por decirlo suavemente) del PP, está claro que no habrá cambio. Para otros, es pronto para pronunciarse y debe esperarse al Congreso a la vuelta de la esquina, en donde se decidirán estos asuntos. Parece ser (lo dicen las encuestas) que Sánchez recupera voto socialista emigrado a Podemos, lo cual tiene a estos preocupados, pero no debe olvidarse que ese voto emigrado está ideológicamente movido y Sánchez solo podrá asegurar su retorno si de verdad articula un programa de socialismo democrático, de izquierda democrática.

Unificar el partido está bien (le van en ello las elecciones) pero, para hacerlo, tiene que reducir laa ideología a cero, a fin de que quepan todos y, desde ahí, es difícil entenderse con la izquierda. Este nuevo PSOE necesita abundante doctrina de la "Nueva Socialdemocracia". Lo que parece más difícil y, por ende, improbable, es que también salga con una propuesta viable o, al menos, negociable con los almogávares catalanes.

Esta carencia tampoco sería obstáculo para un entendimiento entre las izquierdas porque una unidad de acción en aspectos concretos no obliga a una coincidencia absoluta en los programas.

Parece sencillo, ¿verdad? Se presenta una nueva MC previamente pactada entre PSOE, Podemos y quienes quieran sumarse, con la candidatura de Sánchez a la presidencia del gobierno. Según cómo voten los demás grupos parlamentarios, puede triunfar y España tendría un gobierno de izquierda. En minoría, sí; tanto como lo está ahora el del PP.

Pues ¿a que no sale? Los unicornios no existen.

dimarts, 31 de gener del 2017

Cuando se quiere hacer historia

El fastuoso guirigay montado en los dos partidos de la izquierda (el dinástico y el antisistema, para entendernos), en realidad se reduce a cuatro nombres: Susana Díaz, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Cuatro nombres en lucha por el poder en sus respectivas militancias. Ninguno de ellos, excepto Errejón, es conocido por elaboración teórica o ideológica digna de mención. Su plataforma solo es personal. Es eso que se llama la americanización de la política pero que, en el fondo, también aquí ha sido casi siempre así. En la izquierda, la costumbre generalmente fue dejar a los partidos la tarea de elaboración teórica e ideológica, sobre todo a través de los congresos, y fabricar de este modo la plataforma para el candidato personal. También la derecha acostumbra a hacerse presente en los congresos pero en ellos prácticamente no hay intercambio teórico ya que su actitud suele ser pragmáticamente conservadora.

Pero la crisis de la izquierda es más profunda de lo que parece porque afecta a los mismos partidos. Podemos todavía no lo es y está por verse qué estructura, que tipo de organización, con qué práctica saldrá del congreso próximo. La intensa conciencia de los primeros tiempos de estar haciendo historia en el país (pues todo cuanto emprendían era "histórico") se ha convertido en la asustada comprobación de haber sido engullidos por un presente al que es muy difícil engatusar con promesas por mucho que uno se autoatribuya una veracidad nacida, quizá, de la bisoñez.

El PSOE está fracturado en un enfrentamiento interno que nada tiene que envidiar al que se vive en Podemos. En la confrontación hay elementos interesantes. Los autores del golpe de mano del 1º de octubre van a quedarse roncos pidiendo el reinado de la paz, el compañerismo, los buenos modos y otras pamplinas. Su golpe de mano fue el mayor de los atropellos y nada ni nadie podrá dotar de autoridad la palabra de quien ha jugado sucio para defenestrar al SG e imponer su criterio en un asunto de importancia mayúscula como era la continuidad del gobierno del PP. Por supuesto, de considerar el contexto, se entiende que el PSOE haya quedado en la sombra mientras se decide el próximo duelo entre Díaz y Sánchez. Un duelo de personas acerca de cuyas intenciones nadie puede tener las ideas claras porque o no las explicitan o, si lo hacen, es solo para confundir más. En este momento la decisión entre Díaz y Sánchez está movida básicamente por intereses (los seguidores de Díaz) y sentimientos (los seguidores de Sánchez). Si el debate no se lleva a la confrontación de programas, el voto de primarias vendrá dado por las campañas de comunicación e imagen de los candidatos Y ahí Sánchez lleva alguna ventaja a Díaz. Ventaja que aumenta proclamando su socialismo "de izquierda" que, después del triunfo de Hamon en Francia y el acceso de Martin Schulz al SPD, parece presentar buenos augorios.

Más o menos lo mismo sucede en Podemos. Los dirigentes siguen sin admitir la realidad de los hechos, siguen negándolos y atribuyendo su comunicación a campañas diabólicas para apagar el faro, la luz que ilumina en las tinieblas. Es más que una mera disonancia cognitiva. Es un cierre dogmático en banda: esto no puede estar pasándonos a nosotros. "Esto" es el conflicto, inevitable en toda asociación, sobre todo en la que pretende alcanzar el Poder de forma que la acción de este se hace sentir en el partido. "Nosotros" somos eso, nosotros, los mejores, más críticos e incorruptibles. Al propio tiempo, los modelos "históricos", rechazables por ser del pasado, son sin embargo muy atractivos porque forman parte del universo mental de la izquierda de Podemos. El partido bolchevique salió de un congreso de confrontación. Esa imagen es poderosa y actúa en el Super Yo de los dirigentes. Cuando todavía negaban que hubiera conflicto en la organización, corría el chiste de que en Podemos había bolcheviques, mencheviques y echeniques. Venía a ser un recordatorio de que, en el mosaico de Podemos (en donde también habita IU y, con ella, el PCE) actúa el grupo de Anticapitalistas. El chiste está desactivado porque Echenique obviamente se ha hecho bolchevique, si bien Anticapitalistas subsiste, quizá como lo más coherente de Podemos. Pero aquí arrasa el duelo singular de las dos figuras mediáticas y -no se olvide- su presencia en las redes.

La historia se hace sola.

dissabte, 19 de desembre del 2015

Reflexionando

Los partidos, dice El País, cierran la campaña sin hablar de pactos. Naturalmente; con los vaticinios de las encuestas que ponen a los cuatro mayores entre el 15 y el 25% a cada uno y más de un 30%  de indecisos nadie puede saber qué representación tendrá, qué porcentaje de votos y escaños y, en consecuencia, aventurar posibles coaliciones sería imprudente. Bueno, se dirá, pero las coaliciones no solo se miden en porcentajes sino también en proximidades y lejanías ideológicas. Eso se dice pero no sé si se hace. Verdad es que las pocas referencias a los posibles pactos han invocado siempre razones políticas. Tanto el PP como el PSOE rechazan de plano una gran coalición, al estilo de algunos países europeos, singularmente Alemania y Austria. Lo hacen escandalizados, como si se les mentara la bicha, de forma poco convincente. En Europa los partidos socialdemócratas pueden gobernar con las democracias cristianas. El problema, quizá, sea que el PP no es demócrata cristiano sino un partido de derecha extrema. Las otras cuestiones, como que también sea un partido corrupto son determinaciones muy españolas y que explican algo la vehemencia del rechazo a la gran coalición.

A su vez. C's ha dado un giro notable, disponiéndose a permitir el gobierno del PP en función de la idea de que gobierne el partido más votado, la peregrina ocurrencia de Rajoy. Ya hemos señalado en otra ocasión que, mientras la Constitución española incluya la moción de censura constructiva, la lista más votada solo podrá gobernar si la otras fuerzas parlamentarias se comprometen a no recurrir a ese instituto, una situación tan absurda que en efecto solo puede habérsele ocurrido al de los sobresueldos.

Los últimos sondeos indicaban una estabilidad del PP y un paulatino descenso de C's lo cual se decía, preocupaba al PP que veía un posible gobierno de coalición de izquierda, especie de temible soviet bolchevique. Sí, el descenso de C's era visible en los últimos tiempos, a medida que se conocían los aspectos más oscuros del nuevo partido en cuanto a financiación, orígenes y organización y, sobre todo, a medida que se afirmaba la remontada de Podemos. Se confirma así la interconexión del electorado del uno y el otro. Bajar Podemos y subir C's equivale al hecho de que, cuando Podemos sube, C's baja. Sus votantes son intercambiables. Quizá por eso diga Rivera que se abstendrá con posibles gobiernos PP o PSOE pero será beligerante en contra de uno de Podemos.

Cabe decir que la derecha va a la baja, mientras la izquierda va al alza. Casi parece como si la única opción real de gobierno de la derecha fuera una coalición tripartita nacional de PP, PSOE y C's para defender a España frente al independentismo catalán. Los socialistas, muy indignados, la consideran de todo punto imposible, pero, llegado el momento de invocar la salvación de la patria y la unidad de España, a las que tan sensibles son las tres fuerzas, sería cosa de ver si se mantendrían en la negativa.

La izquierda está al alza. Evidente en el caso de Podemos. Las elecciones catalanas del 27 de septiembre -que hoy parecen tan lejanas como la batalla del Ebro- marcaron el punto más bajo de la popularidad del partido morado y lo que impulsó a su líder a encabezar la remontada, que parece haberse producido. La dirección emplea ya una retórica de ciclo e Iglesias asegura estar listo para liderar una "nueva transición  en nuestro país". Varias veces hemos señalado la afición de Podemos al plagio y en esta ocasión no defraudan. Eso de la otra transición es lo mismo que la segunda transición de Aznar. Pareciera haber una diferencia en el hecho de que Iglesias parte de cuestionar y rechazar la transición de 1978 mientras que Aznar la venera y la pone de ejemplo. Pero eso es solo aparentemente. En la intimidad Aznar abominó en su día de la transición y abomina hoy, al igual que los de los círculos. La contracara de la retórica es la capacidad real de movilización de Podemos. En las redes es muy alta porque sus partidarios están en las edades de usuarios habituales de internet. En la asistencia a mítines y actos colectivos, también. Pero eso no se traduce después en votos al mismo nivel. La participación en las elecciones internas es bajísima y el porcentaje de voto real en las otras tres elecciones habidas este año tampoco pasa de moderado tirando a bajo. El PP maneja sondeos que los sitúan los segundos en intención de voto. En intención. Veremos mañana.

La otra izquierda al alza es IU. Ha tenido muy poco tiempo y se ha visto sistemáticamente preterida, olvidada, ninguneada cuando no directamente censurada y, sin embargo, ha ido estimulando los decaídos ánimos del viejo PCE y su disfraz de IU. A mi entender ello se debe al mutis por el foro que ha hecho Anguita y la revelación de una candidato con verdadero peso, categoría y capacidad, como Garzón. A pesar de los obstáculos, la campaña de Garzón ha movilizado mucho voto desencantado, aburrido, abstencionista de IU (también hay abstencionistas por hastío en la izquierda) y, poco a poco, ha ido haciéndose visible una opción electoral que las otras fuerzas habían condenado al ostracismo y que puede dar algún juego en el próximo parlamento. Con razón Podemos insistió en quedarse con el joven economista pero rechazando la coalición de cenizos de IU. Muchos miembros de esta federación se pasaron a Podemos en peripecias puramente personales. ¿Por qué no Garzón, pieza codiciada? Porque es hombre de palabra y debió de pensar como lo hizo hace muchos años el socialista norteamericano Eugene Debs: quiero ascender con las filas de los míos, no desde ellas. Y la gente está respondiéndole, le llena los aforos.

Entre Podemos e IU ni soñando se compone gobierno. Habrá que echar mano del PSOE. Todos los sondeos venían últimamente señalando descenso de este, pero estaban hechos antes del debate de la Sexta en que Sánchez llamó indecente al presidente de los sobresueldos delante de nueve millones ochocientos mil españoles. Para mí, eso aumentará el voto socialista, conjuntamente con que Sánchez hable de un "tridente" (que es pieza normalmente más grande que una "pinza") en contra del PSOE. Esta presunta tendencia al alza de los socialistas (que movilizarán el voto remiso y hasta el oculto) se ampara asimismo en el hecho de que es único partido sobre el que puede pivotar cualquier forma de coalición. Solo el PSOE puede entrar en todos los pactos. Por supuesto, al margen de lo que cada uno pensemos que debiera ser el pacto mejor. Por ejemplo, Palinuro reitera que su opción es un tripartito de la izquierda en la mejor forma que pueda conseguirse, pero no ignora las voces socialistas partidarias de un entendimiento con las derechas a nada que las circunstancias lo justifiquen.

Lo esencial aquí es que el PSOE es presencia obligada a todas las coaliciones porque los demás partidos no tienen capacidad para forjar una sola en ausencia de los socialistas. Una alianza de la derecha (PP y C's) no alcanza el apoyo suficiente y el añadido de Podemos es impensable. Impensable no quiere decir que sea imposible pues en política es posible hasta lo impensable, pero mucha probabilidad no tiene. IU, a su vez, no entra en consideración salvo en la posible alianza de la izquierda. Si esto es algo suficiente para dar al PSOE la mayoría mañana se verá en su momento. Pero sí debiera ser suficiente para esperar del PSOE una aclaración sobre si estaría dispuesto a entrar en una coalición de gobierno sin tener la presidencia. Eso mismo también debiera preguntarse a Podemos. El país necesita un gobierno de izquierda sin narcisismos.

----------------------------------------

Cataluña.

En cuanto a las generales en Cataluña. todos los partidos catalanes que son sucursales de los españoles tienen clarísimo a) que irán a votar; b) que votarán por sí mismos, las diversas formas del unionismo, incluida la fórmula del referéndum que proponen los de En Comú-Podem porque, al margen de otras consideraciones sobre su autenticidad, no podrán conseguirlo del gobierno español.

Son los partidos del bloque independentista los que albergan más o menos intensos debates sobre la conveniencia de votar en las generales. Para muchos indepes, votar en unas elecciones españolas carece de sentido porque es votar en las elecciones de un país vecino. Es respetable el punto de vista e indica un independentismo genuino, pero no muy acertado. Los indepes deben votar en las elecciones españolas precisamente porque España no es un país vecino ya que, si lo fuera, no podrían votar en absoluto quisieran o no, como no pueden votar en Francia. Y, para conseguir que España sea tan vecina como Francia, es necesario de momento votar en sus elecciones.

La CUP no se presenta a las elecciones de mañana y pide la abstención. Esa abstención alimentará las posibilidades de los demás candidatos... por igual, de los unionistas y de los independentistas y eso no parece lógico procedente de una organización que es independentista y, no queriendo hacer política, tiene otras opciones independentistas por las que votar..