Esos tres apellidos perfilan las tribulaciones del presidente Rajoy: el ala conservadora, el panorama procesal y el conflicto catalán o, para decirlo más a la pata la llana, como suelen hacer los medios: la extrema derecha, la corrupción y el separatismo. Y las tres se retroalimentan. La extrema derecha percibe no una sino tres desvertebraciones de España y, por este camino, no atisba futuro para el país. Pero eso no es nuevo. En buena parte la corrupción se origina en la falta de confianza de los políticos en el país que gestionan y la corrupción viene de los tiempos de Aznar. A su vez, los catalanes, convencidos de tener los elementos necesarios para seguir su propio camino, así lo plantean, sacando buenos réditos de la confusión española actual y la evidente expectativa que esta situación suscita en Europa.
En esas circunstancias, el país tiene un presidente sin mayoría absoluta, zarandeado por la corrupción y con una endiablada crisis constitucional a cuenta del referéndum catalán de la que no tiene ni idea de cómo zafarse. Solo se visualizan los dos presidentes, el de España y el de Cataluña, repitiendo sus voluntades: "todo el mundo sabe que ese referéndum no va a celebrarse", reitera Rajoy. "El referéndum se celebrará, sí o sí" insiste Puigdemont "y será vinculante", añade. La situación es suspensiva, de donde viene el "suspense", hoy sustituido por "thriller".
Pero la cuestión, como siempre, es la confianza que, para afrontar esta delicada situación, ofrece Rajoy. Desde luego, oírlo no tranquiliza nada. En una conferencia en el Casino de Madrid (hasta en esto es la derecha fiel a su espíritu caciquil), el presidente ha amontonado su habitual sarta de particulares lugares comunes. Son particulares por ser muy suyos y son comunes porque los repite siempre, desde que tomó posesión, hace ya un contraplán quinquenal.
Rajoy es experto en comparecer para no decir nada. Y eso, cuando admite preguntas. Y eso, cuando no comparece en plasma. Sobre Aznar no tiene nada que decir, lógicamente. Cada cual es dueño de sus opiniones. Sobre el señor de cuyo nombre no quiero acordarme es cosa en los tribunales y tampoco hay nada que decir, más lógicamente aun. En cambio el presidente fue cumplidamente informado con dos horas de antelación del rotundo fracaso cosechado por el separatista catalán en Bruselas, razón por la cual barbotó eso de que le habían dado "lo que merece" sin saber que quizá "se lo merezca", pero aún no se lo habían dado. Lógica metedura de pata cuando se va por ahí sin saber lo que se dice.
Es sana opinión de la gente de sentido común, la gente previsible, como Rajoy, según asegura él mismo: "no hay que buscar tres pies al gato".